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Anthony: narrador: Ulises orando pacientemente decide levantarse para ir a la

ciudad, entonces Atenea, la buena amiga de este héroe, lo cubre con una densa
nube, temiendo que algún feacio, saliéndose al encuentro, se burle de él y le haga
preguntas acerca de quién es. Cuando Ulises se haya a punto de entrar en esta
ciudad encantadora, la diosa se le aparece bajo el aspecto de una joven virgen que
llevaba un cántaro; se detiene frente a Ulises, y el héroe le pregunta:

Jesús David: Ulises: Hija mía, ¿no podrías conducirme a la casa del héroe Alcino,
que reina sobre estos pueblos? Yo llego, desdichado extranjero, de un país muy
lejano; no conozco a ninguno de los hombres que residen en esta ciudad.

Maileth: Atenea: si, sin duda venerable extraño, yo te indicaré la casa por la cual me
preguntas. Alcino vive cerca de mi padre, yo te indicaré el camino; no mires ni
preguntes a nadie. Nuestros ciudadanos no reciben de buen trato a los extranjeros.

Anthony: Ulises y Atenea atraviesan la ciudad sin que nadie los vea, y al llegar junto
al suntuoso palacio del rey, la diosa dice así:

Maileth: Ahí tienes, venerable extranjero, la casa que me dijiste que te indicara;
encontrarás a los príncipes, hijos de Zeus, reunidos para el festín. Primeramente,
cuando estés en el palacio, te dirigirás a la reina, cuyo nombre significativo es Areté.
Nunca su espíritu se ha visto falto de prudencia y con sus sabios pensamientos
soluciona las diferencias entre los hombres. Si esa reina te es benévola en su alma,
ten la esperanza de que pronto volverás a ver a tus amigos y regresarás a tu
hermosa morada, a las tierras de tus padres.

Anthony: Al acabar de decir estas palabras, Atenea se lanza hacia el vasto mar, y
se dirige a la sólida morada de Erecteo. Ulises entre tanto se encamina hacia el
soberbio palacio, se detiene en el umbral y observa los ostentosos detalles que lo
decoran, tanto en los muros como su esplendoroso interior. Ante esta vista, el noble
Ulises estaba mudo de asombro. Después de haber admirado en su alma todas
estas maravillas, traspone rápidamente el umbral y penetra en el interior del palacio.
Encuentra a los príncipes y a los jefes de los feacios haciendo con sus copas
libaciones al clarividente Hermes. El noble y paciente Ulises atraviesa la casa,
siempre envuelto en la densa nube de que le rodeara Atenea, hasta que hubiera
llegado junto al poderoso Alcino y junto a Areté.

Jesús David: (con ambas manos abraza las rodillas de la reina) Areté, hija del divino
Rexenor, tras haber padecido mucho, he aquí que llego a tus pies, junto a tu esposo
y a estos invitados; quieran los dioses concederles el donde de vivir felizmente, y
ojalá cada uno de ellos deje a sus hijos las riquezas que contiene su palacio y las
recompensas que ha recibido del pueblo. Sin embargo, haz que yo pueda regresar
pronto a mi patria, porque hace mucho tiempo que, lejos de mis amigos, estoy
soportando dolores.
Antony: Al terminar de decir estas palabras, el héroe va a sentarse cerca del fuego,
sobre la ceniza del hogar; todos los asistentes aguardan silencio. Finalmente, en medio
de ellos habla el anciano guerrero Equeno y dice:

Equeno: No, sin duda, Alcino, no es nada generoso de tu parte, no es conveniente dejar
a un extranjero sentado sobre la ceniza del hogar, Todos aquí presentes estamos
esperando tus órdenes adelante sienta nuestro invitado en una silla adornada con
clavos de plata y pide que te trae vino para que alabemos a Zeus

Anthony: alcino al oír estas palabras manda a levantar a su hijo laodamas amablemente
para cederle asiento a su invitado, entonces una sirvienta trayendo un bello aguamanil
de oro vierte el agua para que Ulises se lave las manos,

Alcino: Pontono mezcla el vino en la crátera y distribúyelo a todos

Anthony: Pontono después de haber disfrutado de la compañía de sus invitados dirige


un discurso

Nick(alcino): príncipes y jefes de los feacios Escuchar mis palabras para que pueda
deciros lo que mi alma me inspira ahora que la comida ha terminado volverte a vuestras
casas a disfrutar de reposo Pero mañana al despuntar la Aurora reuniremos los
ancianos en mayor número la cogeremos al extranjero en este Palacio el mal haremos
a los dioses hermosas víctima luego nos ocuparemos de su partida para que el
extranjero libre de preocupaciones y tristeza bajo nuestra guía pueda pronto llegar con
alegría Su patria aun cuando esté fuera muy lejana y que durante el trayecto no
experimente mal alguno ninguna desgracia antes de que haya llegado a su país Ahí es
donde en los sucesivos sufrir a todo lo que el destino y las graves hilanderas urdieron
con él y lo de su vida cuando su madre le dio a luz pero si se trata de alguna deidad
bajada del cielo sin duda los dioses conciben otro designio para el futuro ya que siempre
hasta el presente los dioses se han manifestado abiertamente a nosotros cuando les
hemos inmolado ilustres hecatombe e incluso han tomado parte en nuestro festines
sentándose en medio de nosotros si algún viajero solitario llega a encontrarse con ellos
alguna vez ellos no sé substraerán a su presencia porque nosotros estamos tan cerca
de ellos como los cíclopes el linaje Bravía de los gigantes.

Anthony: Ulises acercándose alcino en medio del discurso le dice le dice

Jesús : Debes tener otros pensamientos yo no soy en modo alguno semejante a Los
inmortales que habitan los altos cielos ni por la estatura ni por los rasgos de mi rostro
sino que me parezco a los débiles mortales más aún aquellos hombres que tú sabes
experimentaron los mayores infortunios a esos puedo yo igual armen sufrimiento

Nick (alcino): no obstante mañana al despuntar la Aurora apresúrate a conducir de


Retorno a tu patria a un desdichado qué tantos infortunios ha soportado luego que la
vida no me abandone cuando haya visto de nuevo mis posesiones mis seguidores si mi
soberbio Palacio.

Anthony: los feacios aplauden este discurso y conviene en Conducir a Su patria la


extranjero que acababa de hablar con tanta imprudencia cuando han dado fin a las
libaciones y han bebido A discreción regresan a sus casas para gozar en ellas el
descanso solamente Ulises permaneció en el Palacio junto a él se sentaron aczino y la
reina arete los servidores retiraron los objetos que habían servido para el festín
entonces la hermosa arete inició el coloquio había reconocido el manto la túnica y
considerando los bellos vestidos que ella misma había tejido con sus mujeres dirige al
héroe estás aladas palabras

Paula (arete): extranjero deseo ser la primera en interrogarte de quién eres pues Cuáles
son los pueblos que acabas de dejar quién te ha dado sus vestidos no dijiste que
después de haber errado por el mar fuiste arrojado a estas playas.
Anthony: y el prudente Ulises le responde enseguida.

Jesús: Sería difícil, ¡oh reina!, contarte todos mis infortunios, porque los dioses del cielo
me han abrumado de un gran número de males; sin embargo, voy a responder a lo que
me preguntas. Lejos de aquí se eleva en medio del mar la isla de Ogigia…

Anthony: La isla de Ogigia es donde habita la hija de Atlante, la astuta Calipso, diosa
temible; Pero una deidad lo condujo para que fuera su único huésped, después de que
Zeus hubo destrozado su embarcación fulminándola con su rayo centelleante en el seno
del mar tenebroso. Fue durante nueve días transportado hacia la isla de Ogigia,
habitada por la hermosa Calipso, ella lo acogió con benevolencia, tuvo cuidado de su
vida y le dijo que le haría inmortal. Permaneció durante siete años enteros en esos
lugares, y regaba sin cesar con sus lágrimas los vestidos inmortales que le había dado
Calipso. Cuando hubo transcurrido el octavo año, ella le ordenó prepararlo todo para
su partida; sea por una orden de Zeus, sea que ella hubiese mudado de parecer, lo
despidió en una sólida balsa, le dió numerosos presentes, pan, vino delicioso, lo cubrió
de vestiduras inmortales, e hizo soplar el viento suave y favorable. Estuvo bogando
durante diecisiete días atravesando el mar, y el día decimoctavo llegó a las montañas
umbrosas de este país pero aún había de experimentar un gran desastre que le deparó
el terrible Poseidón, el cual levantó los vientos impetuosos, cerrandole los caminos y
trastornó el vasto mar. La furia de las olas no le permitió permanecer en su balsa. Pronto
quedó ésta destrozada por la tempestad; sin embargo, nadando con esfuerzo, hasta el
momento en que los vientos y las olas lo empujaron hacia la playa. Allí, cuando se
encontraba a punto de llegar a tierra, una ola lo lanzó contra una enorme roca; que lo
acercó al río. Al día siguiente hasta el momento en que el sol corría hacia su ocaso.
Fue entonces cuando vio a las acompañantes de la hija de Alcino, que jugaban en la
orilla; esta princesa aparecía en medio de ellas como una diosa. Entonces imploro
ayuda; ella, le ofreció pan en abundancia, un vino reconfortante, lo hizo bañar en el río
y le dio vestidos.

Jesús: Éstas son mis aventuras, y a pesar de la pena que siento, no me ha resultado
desagradable referírosla.

Alcino: mi hija no ha hecho lo que debía hacer, puesto que no te ha conducido ella
misma con sus mujeres hasta mi casa; sin embargo, fue ella la primera a quien tú
imploraste.
Jesús: Héroe poderoso, no censures por mi causa a tu hija, porque ella me había
ordenado que la siguiera con sus mujeres; mas yo no lo he querido, por respeto
hacia esta princesa, temiendo que tu cólera se encendiese al verme.

Alcino: En mi seno no se irrita mi corazón contra ti de ese modo sin motivo; lo mejor
son todas las cosas justas. ¡Ah!, quiera el gran Zeus, Atenea, Apolo, que un hombre
como tú, que piensa igual que yo, se case con mi hija, y sea llamado mi yerno,
quedándose a vivir aquí. Yo te daría un palacio, grandes riquezas, si quisieras
quedarte con nosotros; pero ninguno de los feacios te retendrá en contra de tus
deseos; semejante intención sería odiosa a Zeus. Mañana, sábelo bien, dispondré,
pues, todo lo necesario para tu partida; hasta ese momento, puedes gozar de las
dulzuras del sueño. Luego los marinos surcarán el mar tranquilo, para conducirte a
tu patria y a tu palacio. Tú mismo comprobarás cuán excelentes son mis naves, y
cuán hábiles son mis jóvenes marineros en golpear el mar con el remo.

Antony: Al oír estas palabras, Ulises, transportado de alegría, exclama implorando


a los dioses:

Jesús: ¡Gran Zeus, pueda Alcino cumplir todo lo que acaba de decir! Sin duda habría
entonces sobre la tierra fecunda una gloria inmortal, y yo volvería finalmente a mi
patria.

Antony: Así conversaban estos dos héroes, y entre tanto la bella Areté ordena a sus
mujeres que preparen un lecho bajo el pórtico, que coloquen en él hermosos
colchones de púrpura, cobertores y túnicas mullidas para cubrirse. Salen de la sala
llevando antorchas. Después de preparar con presteza este lecho mullido, dicen a
Ulises estas palabras:

Areté: Ven a dormir, extranjero, tu lecho está preparado.

Antony: Así el noble y paciente Ulises se duerme en el soberbio lecho bajo el pórtico
resonante. Alcino se retira también a su aposento el más recóndito del palacio, y la
reina su esposa, habiendo preparado su lecho, se acuesta junto a él.

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