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Seminario Mayor Santiago Apóstol.

Título. “La Comunicación Litúrgica”

1° Edición

Año 2014

Ciudad de California, Usulután, El Salvador.

Autor Corporativo. 2° año de Teología, Seminario Mayor Santiago Apóstol.

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La Comunicacion Liturgica
Objetivo.
Ofrecer una herramienta útil para el conocimiento y práctica de la liturgia dentro de la
Iglesia, de manera que se pueda celebrar con una mejor vivencia y conciencia de lo que
ella significa, así como sus signos propios en cada acto litúrgico, logrando así tener una
participación Consiente, Activa y Fructífera de ella.

Introducción.
Dios, que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento de la
verdad (1 Tim 2, 4), habiendo hablado antiguamente en muchas ocasiones y de diferentes
maneras a nuestros padres por medio de los profetas (Heb 1,1), cuando llegó la plenitud de
los tiempos envió a su Hijo, el Verbo hecho carne (SC 5).

La liturgia cristiana es una realidad muy rica. Es innegable que se trata de una
realidad unida a la fe y a la expresión personal y social de los miembros de la Iglesia. Esto
hace que la ciencia que tiene como objeto la liturgia, procure abarcar todos los aspectos del
hecho litúrgico y de manera particular aquellos que se refiere a su realización actual, por
tanto en el presente materia, es una herramienta de gran utilidad para conocimiento de la
liturgia en el cual se desarrollan una diversidad de temas que le serán muy prácticos para su
comprensión y transmisión a manera de catequesis, con el cual podrá tener una mejor
comprensión de que es la liturgia y el papel que desempeñan en la vida cristiana y de la
Iglesia y así lograr tener una mayor conciencia en cuanto a su vivencia, así es como el
contenido de este material se ha desarrollado de una manera sistemática, para una mejor
comprensión para quienes lo lean y le puedan obtener provecho de su contenido.

3
EL SUJETO DE LA
CELEBRACION: LA ASAMBLEA1

Objetivo.

Dar una explicación acerca de la historia del término de la asamblea litúrgica,


comenzando en el Antiguo Testamento hasta llegar después de Concilio Vaticano II, y a
la vez viendo su desarrollo en cada etapa.

Introducción.

A lo largo de la historia de la Iglesia el término de la asamblea se ha visto de


diferentes maneras. En un primer lugar la ―Asamblea es una reunión de personas
reunidas para un fin determinado”2, pero también hoy en día se habla de un pueblo
reunido alrededor de la Palabra y de la mesa-altar para actualizar la obra de
Cristo3. Teniendo todo esto podemos decir, que la asamblea es la convocación que
Dios hace a su pueblo.

1
Cfr. AA.VV, “iniciación a la liturgia de la Iglesia”, Palabra, Madrid, 1988, págs. 75-95.
2
AA.VV, “Nuevo diccionario de liturgia”, Paulinas, Madrid, 1987, pág.167.
3
IBIDEM, pág. 169.

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Para comprender mejor estén termino, vamos ir explicándolo según la temática
que se presenta ya que este apartado se va a dividir en cuatro temas, los cuales son:

1. La asamblea litúrgica en el Antiguo Testamento.


2. La asamblea litúrgica en el Nuevo Testamento.
3. La asamblea a lo largo de la historia.
4. La asamblea litúrgica después del Concilio
Vaticano II.
4.1 teología de la Asamblea litúrgica
4.2 notas de la asamblea litúrgica
4.3 las funciones dentro de la asamblea
litúrgica

Cada uno de estas partes vamos a ver su concepción de asamblea y cuáles era su
función en el ser y el que hacer dentro del culto Divino. Teniendo estas ideas
comencemos con el primer apartado.

1. La asamblea litúrgica en el antiguo testamento

En el Antiguo Testamento, el pueblo se reunía para renovar la alianza se


denominaba como la asamblea del Señor, en hebreo "Qahal Yahvé". Ahora bien, el
término Qahal encierra una idea de convocatoria, encierra la idea de ser llamados.

Los israelitas tenían la conciencia de que no forman la


asamblea por su propio impulso, sino más bien que era Dios el
que convocaba, el que llamaba a la reunión. Esta palabra
(Qahal) fue traducida al griego por ekklesía. De aquí pasó al
latín ecclesia, al español Iglesia.

Es habitual considerar el qahal Yaweh, es decir, el pueblo de


Israel en cuanto congregado para el culto y la alabanza, como tipo
de la asamblea cristiana. Según esto, la asamblea litúrgica estaría prefigurada en las
diversas asambleas celebradas por Israel en el desierto (cfr. Ex 19-24), tras la entrada en la
tierra prometida (cfr. Jos 24), cuando Salomón dedica el Templo (cfr. 1 Re 8), o después
del exilio de Babilonia (cfr. Esd 10,7-12; Neh 8-9).

Principalmente la asamblea del Sinaí será el paradigma de las asambleas posteriores.


En aquel día de la asamblea, Dios tomó la iniciativa, convocó y habló al Pueblo mediante
su representante; el pueblo aceptó la alianza, ratificada con un sacrificio. Análogamente,
tras la glorificación de Jesús, la Iglesia se congrega en asambleas en continuidad con el
qahaldel AT, aunque ciertamente lo trascienden y lo llevan a plenitud, pues Dios convoca
ahora en una Nueva Alianza por medio de su Palabra encarnada.

En realidad, el qahalYahve, la asamblea cultual de Israel, no prefigura de manera


directa las asambleas cristianas, sino más bien la Iglesia misma, es decir, el Qahal-

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ekklesìaescatológico definitivamente convocado por Dios y anunciado por los profetas, que
reúne a las naciones en torno al resto fiel de Israel, representado por el Siervo de Yahvé, el
Mesías.

2. Asamblea en el nuevo testamento

En el nuevo testamento hay muchas formas para designar el termino asamblea


por ejemplo: ―sinagoga, convocación, congregación, etc… sin embargo se impuso el
termino ekklesia, este es un vocablo trasliterado del griego al latín que significa
tanto la comunidad de los cristianos”.

También los Hechos de los apóstoles describen a las primeras comunidades


reuniéndose “en un mismo lugar” y formando “un solo corazón y una sola
alma” (Hch 4). En este apartado muestra el sentido comunitario una de las
características de las reuniones religiosas de los cristianos de las primeras
comunidades.

Sin embargos hay dos testimonios del Nuevo Testamento que se destacan entre
ellas están los Hechos de los Apóstoles y las cartas paulinas.

a) los Hechos de los Apóstoles

Después de la ascensión del Señor, los apóstoles se reunían habitualmente (1,13) y


todos perseveraban unánimes en la oración (1,14). Como se puede notar que estas
reuniones tienen un carácter litúrgico. Por otra parte, la unidad que reinaba en las
primeras comunidades cristianas (2,47; 3,12-13; 4,32) la
reunión cotidiana que estas comunidades realizaban eran signo
y lugar privilegiado de esa unidad profunda.

En este sentido, la asamblea litúrgica actualizaba a la Iglesia


y, de alguna manera, se identificaba con ella. Vemos también a
Pedro y a Juan que después del encarcelamiento se dirige a la
comunión de los fieles (4,20). Por últimos los Hechos de los
Apóstoles mencionan también otras muchas asambleas (6,2-6;
12,12; 14,29; 15,30; 20,7).

b) las cartas paulinas

En las cartas paulinas abundan los textos alusivos a la asamblea litúrgica cristiana,
que es designada con el termino ekklesía. Son bien reconocidos los textos de: 1Cor.
11,17-23; 16,14; Col. 4,14.

La asamblea no es una reunión cualquiera: es la Iglesia misma, es el cuerpo de


Cristo, a quien se ofende cuando se comete alguna falta contra la asamblea. También, la
asamblea debe de tener en cuenta a las demás Iglesia locales y a sus costumbres, es
decir a la Iglesia universal, presente en la asamblea litúrgica.

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Ya en la carta a los Hebreos hay varias alusiones a la
asamblea cristiana, motivadas por la comparación de
esta con la asamblea del Pueblo de Dios en la Antigua
Alianza durante su peregrinación por el desierto y las
asambleas litúrgicas del Templo ( Heb. 10,19-25; 12,22-
24).

3. La asamblea a lo largo de la historia.

Durante los primeros siglos de la historia de la


Iglesia, se nota numerosos pasajes de los Padres Apostólicos y de los primeros escritos
cristianos que se refieren a la asamblea litúrgica. Veamos algunos testimonios.

a) La Didache (Didajé), o Enseñanzas de los Doce Apóstoles, fue escrito


entre el año 65 y 80 A.D. y encontrado en 1873 en Macedonia, cerca de
Constantinopla. Es el primer catecismo escrito que conocemos. Reconocido
con gran estima por los Padres de la iglesia. Por este documento sabemos
cómo ellos interpretaban las enseñanzas de los Apóstoles y cómo vivían.
Codifica las reglas de vida que deben saber los cristianos de manera práctica
para la enseñanza.

Este documento nos dice: “reunidos cada día del señor, romped el pan y dad
gracias, después de haber confesado vuestros pecados, a fin de que vuestro sacrificio se
puro….”. en este trozo del documento de la Didaché, nos nuestra la reunión de la
asamblea litúrgica para conmemorar el sacrificio de Cristo. Vemos también, que en los
primeros cristianos celebraban la eucaristía como comunidades creyentes, para darse
fortaleza unos con otros y para fortalecer la fe en Jesucristo. Otro elemento que se puede
destacar de este trozo de la Didaché, es la expresividad con
respecto a la naturaleza genuina del espíritu comunitario de la
asamblea litúrgica, ya que no es una mera agregación de
personas, sino una verdadera unión de corazones y de almas,
con gran sentido espiritual.

b) Los escritos de san Ignacio: las cartas de san


Ignacio ofrecen muchos testimonios sobre la asamblea
litúrgica, hasta llegar el punto de elaborar un tratado teológico
sobre la misma.

Veamos algunos ejemplos: “corred todos juntos a una con el pensamiento y


sentir de Dios”. Una de las características de las primeras comunidades es que, tenían
un mismo sentir, y todos iban al mismo ritmo que los demás, se apreciaba mucho la
fraternidad entre los demás de la comunidad. San Ignacio resalta esta característica
cuando dice ―corred juntos‖, es decir, todos tienen que ir madurando la fe en
comunidad, todos tienen que ir superando los problemas en comunidad y todos tienen
que dar testimonio de la fe, ante las persecuciones.

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Sin embargo, este ―correr‖, debe tener como objetivo el ―sentir de Dios‖, ya que
Dios la fuente donde dinama, la comunión de la asamblea, es decir la fraternidad.

Otro ejemplo de san Ignacio es: ―síguese de ahí que os conviene correr con el
sentir de vuestro obispo, que es justamente lo que ya hacéis…”vemos en san Ignacio
esa obediencia a la jerarquía de la Iglesia, ya que Dios se manifiesta en su Iglesia. La
obediencia a la Iglesia fue uno de los elementos que se caracterizó las comunices
cristianas, y de esta obediencia muchos cristianos dieron la vida por amor a su fe y a la
Iglesia.

c) En las cartas de Magnesio dice


escribiendo a los fieles de Filadelfia:
―congregaos más bien todos con un
corazón indivisibles” y a la vez exhorta a
san Policarpo: “celébrense reuniones con
más frecuencia. Búscalos a todos por su
nombre”.

San Magnesio, tiene el mismo pensar de una comunidad unida y sin divisiones y
estando bajo obediencia al obispo, como pastor.

Por otro lado, en épocas más posteriores específicamente en la edad media se


perdió el fervor primitivo, sin embargo los Padres no dejan de insistir en la participación
de las asambleas litúrgicas, uno de estos padres fue san Juan Crisóstomo, fue quizás más
catequizo a sus fieles sobre el aspecto y la importancia de la asamblea.

Pero siempre hay una quiebra de esta asamblea litúrgica, ―su participación fue
más pasiva, y toda la participación estaba alrededor del celebrante, los fieles en la
edad media fueron solo entes pasivos y receptivos”4. Esto llevo a repensar, la
importancia de la liturgia y la participación de la asamblea… de aquí va concibiéndose
la idea del Concilio vaticano II.

4. La asamblea litúrgica después del concilio vaticano ii 5.

4.1 teología de la Asamblea litúrgica

Después del Concilio Vaticano II, los fieles como asamblea, toman su protagonismo
en los diferentes momentos litúrgicos, que se reúnen por la Palabra de Dios, que esta
presidida por el Obispo, el cual se encuentra congregado en un lugar determinado para
celebrar una acción litúrgica.

4
Cfr. Augé Matías, “liturgia, Historia, celebración, teología, espiritualidad”, Biblioteca Litúrgica, Barcelona,
1997, pag. 35-46.
5
Cfr. AA.VV, “Nuevo diccionario de liturgia”, Paulinas, Madrid, 1987, pág.165-188.

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También esta asamblea tiene su propia estructura los cuales se pueden mencionar: a)
la convocación, hecha por Dios mismo, b)la presencia de Cristo, c) la proclamación de
la Palabra, d) el sacrificio de la nueva Alianza (ya sea de un rito o de la Eucaristía).
Veamos las dos primeras:

a) la convocación, hecha por Dios mismo

- La asamblea, símbolo de fe
La Constitución Conciliar a cerca de la liturgia subraya: ―La celebración, no solo
supone la fe, sino que a la vez la alimentan, la robustecen y la alimentan y la expresan por
medio de palabras y cosas, por esto se llaman sacramentos de fe‖ (SC 59).

- La asamblea símbolo de comunión de


santos y pecadores
La Iglesia afirma que el pueblo de Dios está
compuesto de santos y pecadores juntamente (LG
8).

- La asamblea símbolo de servicio


Los ministerios, son signos de servicio que la iglesia debe ofrecer concretamente al
mundo. Nunca hay que perder de vista que los símbolos litúrgicos llegan a ser verdaderos,
comunicativos y agradables a Dios solamente si a ellos les corresponde luego, en la
comunidad eclesial, una auténtica actitud de servicio.

- La asamblea signo de la realidad futura


La asamblea tiene una marcada dimensión escatológica. ― En la Liturgia terrena
pregustamos y tomamos parte en aquella liturgia celestial que se celebra en aquella ciudad
de Jerusalén, hacia la cual nos dirigimos como peregrinos y donde Cristo está sentado a la
diestra de Dios como ministro del santuario y del Tabernáculo verdadero; cantamos al
Señor el himno de gloria

b) la presencia de Cristo

Tanto los Padres de la Iglesia y la Sagrada Escritura dan testimonio que en la


asamblea se hace presente Cristo mismo, ya que Cristo dijo: ―donde dos o tres se reúnan
en mi nombre allí estoy yo en medio de ellos‖ (Mt 18,20). Vemos en este texto que la
asamblea aparece como signo visible de la presencia del Señor, que por su Espíritu,
realiza en cada instante la unidad de todos los miembros de su Cuerpo: la Iglesia en
asamblea aparece como el sacramento de la unidad, es decir, que es una Epifanía de la
Iglesia universal.

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Esta unidad con gran vigor, enseña al pueblo a frecuentar y a no faltar a la asamblea
ya que por ser miembros de Cristo no deben estar dispersados fuera de la Iglesia, porque
Cristo se hace presente, según su promesa y entra en comunión con todo nosotros. En
este sentido el Concilio Vaticano II, ha subrayado la presencialidad de Cristo en la
liturgia y a la vez va afirmar diciendo: ―que Cristo está presente siempre en la Iglesia,
especialmente en las acciones litúrgicas‖ (SC, 7).

Estas acciones o modos se especifica, cuando la Iglesia suplica o canta con los
salmos ya que Cristo mismo prometió que ―donde dos o tres se reúnan en mi nombre
allí estoy yo en medio de ellos‖ (Mt 18,20). Otro modo seria, cuando la Iglesia da
gracias a Dios por todo lo recibido. La asamblea y el ministro consagrado elevan a Dios
todas sus acciones de gracias.

4.2 notas de la asamblea litúrgica

La asamblea tiene cuatro notas fundamentales,


las cuales son: a) es una reunión de toda la
comunidad cristiana; b) es una reunión fraterna en
la diversidad; c) todos sus miembros participan de
modo consciente y fructuoso; d) y tiene un
ambiente festivo. Expliquemos brevemente cada
una de estas notas.

a) es una reunión de toda la comunidad


cristiana

Esta primera nota se refiere a la comunión de la Iglesia, para eso el fiel debe de tener
dos características para que este en comunión con la Iglesia: 1) haber recibido la fe de la
Iglesia y no haber renegado de ella públicamente; 2) estar bautizado o en camino de
recibir el bautismo.

Sin embargo, la Iglesia está abierta a todos, estas dos características es un


paradigma, pero no quiere decir, que el que no rompa la primera característica este
absolutamente fuera de la comunión (excomulgados), ya que la Iglesia siempre presenta
medios para volver a la comunión, siempre y cuando el fiel reciba la enseñanza de la
Iglesia o profesar en público su arrepentimiento de haber renegado de la fe de la Iglesia.
Por otra parte el bautismo, nos hace hijos de Dios, sin el bautismo no estamos insertados
a la gran comunión de Dios, el bautismo no hace miembros de la comunidad.

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b) es una reunión fraterna en la diversidad

Cristo al morir destruyo la barrera entre judío y pagamos, dando así la unidad en la
diversidad. En este sentido, para quienes creen en Cristo, no existe más que una sola fe,
un solo bautismo, un solo pan que todos comparten, un solo Cuerpo del que todos son
igualmente miembros.

Por eso, la asamblea litúrgica debe manifestar esta diversidad y esta unidad,
desechando las separaciones que podrían originar las divisiones, ante esto san Juan
Crisóstomo decía: ―la Iglesia está hecha no para dividir a los que reúnen en ella, sino
para reunir a los que están divididos, que es lo que significa la asamblea‖.

c) todos sus miembros participan de modo consciente y fructuoso

La asamblea no es solo para minorías o para un grupo exclusivo, sino debe ser
abierta para todos sin distinción y sin división como se dijo en el apartado anterior, pero
esto hay que comprenderlo también en un sentido celebrativo, es decir, tiene que ser la
comunidad donde todos participen de modo consciente y activo ya que todos forman
parte de la misma comunidad y de la misma fe ya que han recibido también el mismo
bautismo y esto lo hace participes de una misma Iglesia.

En este sentido se tiene que evitar y de orientarse en función de las elites litúrgicas, sino
a la totalidad o al menos la mayoría de los que forman parte de la asamblea litúrgica.

d) un ambiente festivo.

Toda asamblea debe mostrar un ambiente festivo por un doble hecho: porque
celebra un misterio de alegría y de gozo. Ya que la salvación obrada por Jesucristo ella
misma es una portadora de alegría y gozo. Este aspecto existe incluso en las asambleas
penitenciales, por ejemplo, en una celebración vigilar o penitencial, pues siempre están
presentes los dos elementos señalados.

En este sentido, la pastoral litúrgica que enraizarse en este planteamiento teológico


del carácter festivo de las asambleas litúrgicas, para que la dinámica celebrativa vaya
por caminos salvíficos y no por los que derivan de un concepto profano o dramático de
la fiesta.

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4.3 las funciones dentro de la asamblea litúrgica

Aunque todos deben participar de una forma consciente y piadosa en la liturgia


porque forman una sola asamblea, pero no todos pueden hacer todo y por tanto hay
encargados para funciones que se debe realizar dentro de los actos litúrgicos y de aquí
surge la diversidad de funciones que la Iglesia posee y se enriquece con estas funciones.

Por este motivo, en las asambleas litúrgicas cada uno tiene una función específica.
Algunos ejercen un ministerio otros no. Los primeros se llaman ministros y los otros
fieles laicos. Unos y otros deben realizar todo y solo lo que les corresponde (SC, 28).
Veamos algunas funciones específicas:

A) ministros ordenados
a) el obispo

El obispo posee la plenitud del sacerdocio y el supremo pastoreo en una porción del
pueblo de Dios, llamada diócesis. Esta potestad no la posee por la delegación del
pueblo, sino por haberla recibido del
mismo Cristo a través del sacramento
del orden válidamente conferido. Por
esto el obispo es el dispensador de los
misterios de Dios.

Gracias a esta potestad, el Obispo


tiene la tarea de apacentar el rebaño por
medio de las celebraciones litúrgicas
sacramentales y también actuar en la persona de Cristo y actuar en el nombre de Cristo-
Cabeza. Así pues, el Obispo no es por tanto un mero responsable del buen orden en las
celebraciones, sino el representante más cualificado de Jesucristo.

b) El presbítero

Los sacerdotes no tienen la plenitud del sacerdocio, pero son verdaderos sacerdotes,
puesto que han recibido el sacramento del orden, por la unción del Espíritu Santo,
quedan sellados con un carácter muy particular y de esta forma se configuran con Cristo
sacerdote, también obran en la persona de Cristo. Este sacerdocio esta bajo la autoridad
del Obispo, es decir, que los sacerdotes son colaboradores del Obispo (Cfr. LG, 28).

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En las celebraciones litúrgicas los sacerdotes actúan como ministros de Cristo y
representantes del obispo. Por eso, el sacerdote, en la congregación de los fieles, en
virtud de la potestad sagrada del Orden, puede ofrecer el sacrificio, haciendo las veces
de Cristo, preside también la asamblea congregada, dirige su oración, le anuncia el
mensaje de salvación, se asocia al pueblo en la ofrenda del sacrificio por Cristo en el
Espíritu Santo a Dios Padre, da a sus hermanos el Pan de la
vida eterna y participa del mismo con ellos.

Por consiguiente, cuando celebra la eucaristía, debe servir


a Dios y al pueblo con dignidad y humanidad, e insinuar a los
fieles, en el mismo modo de comportarse y de anunciar las
divinas palabras, la presencia viva de Cristo.

c) El diácono

Los diáconos reciben la imposición de manos no en orden


al sacerdocio sino al ministerio. Por eso, en comunión con el
obispo y los sacerdotes, sirven al Pueblo de Dios en el
ministerio de la liturgia y de la caridad (LG 29).

Los ministerios litúrgicos del diacono son: proclamar y a veces predicar el


evangelio, proponer a los fieles las intenciones de la plegaria universal, y sugerir a la
asamblea, con moniciones oportunas, los gestos y comportamientos que debe adoptar.
En cuanto a la Eucaristía, corresponde al diacono cuidar de los vasos sagrados,
especialmente del cáliz y distribuir la Sagrada Comunión a los fieles, especialmente
bajo la especie de vino.

Los diáconos son además ministros ordinarios del Bautismo (CIC, C. 910), de la
comunión (CIC, c. 910), y de la Exposicion y bendición eucarísticas (CIC, c. 943).
Puede asistir como delegados al matrimonio (CIC, c.1108, 1), y presidir en ausencia del
sacerdote y del obispo el rezo de las Horas cuando asiste al pueblo, presidir el rito de los
funerales y de la sepultura (LG, 29).

B) Ministros instituidos

Se llaman ministros instituidos a los que, mediante el rito de institución –que no es


parte del sacramento del Orden- son habilitados para realizar determinados ministerios
en la comunidad eclesial. Veamos algunos de ellos:

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a) El lector

Este tiene como objetivo específico la proclamación de las lecturas, excepto el


evangelio. El lector ejerce un servicio de mediación
entre la Palabra de Dios y el pueblo al que va
destinada y que debe acoger y darle respuesta.

Pueden ser instituidos lectores de modo estable


solo los varones que tengan la edad y las condiciones
determinadas por la Conferencia Episcopal. Estos han
de destacar por vida cristiana y estar debidamente
formadas en la doctrina de la Iglesia y los principios
y normas que rigen la vida litúrgica.

Para que el lector realice bien su ministerio ha de tener y sentir un gran amor a la
Sagrada Escritura, conocer cada vez mejor su contenido mediante la lectura asidua y el
estudio diligente, procurando que la lectura vaya acompañada con la oración, para que
antes de proclamar la Palabra de Dios la haya acogido en su corazón y ofrecer un
compromiso personal serio y coherente.

El lector ha de tener la debida aptitud y preparación. La aptitud lleva consigo una


serie de cualidades espirituales, centradas en el conocimiento de las Sagradas Escrituras,
y una dotes humanos relacionados con el arte de la comunicación. Esta preparación
incluye una instrucción bíblica y litúrgica básica y el conocimiento de técnicas de
comunicación y de la lectura en público.

La instrucción bíblica ha de capacitarle para percibir el contexto propio de la lectura


y para comprender a la luz de la fe el núcleo esencial del mensaje revelado. La
instrucción litúrgica ha de posibilitar la percepción del sentido y la estructura de la
Liturgia de la Palabra y su conexión con los ritos sacramentales, especialmente con la
Liturgia Eucarística.

Las técnicas de comunicación y de la lectura en público exigen al menos cuatro


condiciones:

1- La preparación previa de las lecturas


2- La articulación y el tono
3- El ritmo de la proclamación y
4- La expresión en la lectura.

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Ya que el lector no solo debe leer bien, sino proclamar bien. Dentro de la
preparación previa de las lecturas habría que señalar la importancia que tiene el
conocimiento del género literario del pasaje (si es narrativo, lírico, meditativo, etc.). En
cuanto, a ―la articulación y al tono, es necesario señalar que han de ser tales que
lleguen a la asamblea sin que se pierdan en palabras o sílabas y sin monotonía”6.

Por último, en el ritmo hay que tener presente que cada lectura tiene su propio ritmo,
ya que si una lectura se hace muy rápida se hace incomprensible y por otro lado lo muy
despacio o pausado se vuelve aburrido o tedioso. Así pues que el lector, sepa dominar
estos aspectos para no caer en este error. También el lector debe captar la atención del
oyente, mediante una técnica expresiva que sea cogido por el mensaje. Lo cual lleva
consigo que el lector lea con sinceridad, claridad, y precisión,
originalidad, unción y convicción, y recogimiento y respeto.

b) El acólito

El acólito es instituido para el servicio del altar y como ayudante


del sacerdote y del diácono. Al acólito le corresponde la preparación
del altar y de los vasos sagrados y la distribución de la eucaristía a
los fieles, también al acólito le corresponde llevar la cruz en la
procesión de entrada, servir el libro y ayudar al sacerdote y al
diácono en todo lo necesario, colocar el corporal sobre el altar, el
purificador, el cáliz, y el misal en ausencia del diácono, ayudar al
sacerdote en la recepción de dones del pueblo.

Sin embargo, para que el acólito actúe como ministro extraordinario de la comunión,
se requiere que no haya suficientes ministros ordinarios o que el número de los fieles
sea muy elevado que se alargaría la misa. También en circunstancias especiales puede
exponer el Santísimo Sacramento de la Eucaristía, pero sin la bendición.

Por último, el acólito puede instruir a los demás ministros que por encargo temporal,
ayudan al sacerdote o al diácono en los actos litúrgicos.

Conclusión.

Como se ha visto a lo largo de este apartado, que la asamblea litúrgica juega un


papel sumamente dentro de la liturgia, ya que tiene su propio protagonismo y su propia
participación de forma consciente en los actos litúrgicos. Por último, en la asamblea
litúrgica es presencia de Cristo mismo reunido con su pueblo.

6
Cfr. RATZINGER, JOSEPH, “introducción al espíritu de la liturgia”, san Pablo, Bogotá-Colombia, 2012, págs.
172-178.

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EL EQUIPO DE LITURGIA

Objetivo: Crear conciencia sobre la importancia, el espíritu y las tareas de un equipo de


liturgia para el buen uso de la liturgia.

Introducción: La Sacrosanctum Concilium 19 pide que ―Los pastores fomenten con


diligencia y paciencia la educación litúrgica y la participación activa de los fieles.‖ La
manera directa de hacerlo es desarrollando talleres o cursos litúrgicas. Pero también hay
una manera indirecta: el buen desarrollo de la liturgia. Recordemos que la liturgia misma
tiene una dimensión didascálica, es decir, que tiene la capacidad de enseñar a la vez que se
realiza. Un Equipo de Liturgia bien formado es una ayuda invaluable en toda parroquia.

1. ¿Qué es un Equipo Litúrgico?


Hablemos un poco sobre el Equipo de Liturgia. En unos sitios, el equipo reúne a todos
los que funcionan en la liturgia (animadores, lectores, músicos); en otros lugares, reúne a la
gente de buena voluntad, con la presencia de algunos de los agentes de la celebración,
asociándose los otros de diversas maneras 7; en otros sitios, la liturgia se prepara por
barrios o por comunidades y movimientos.
En cuanto a la estructura solo diremos que es bueno que haya un coordinador general o
un equipo de coordinadores; aunque, es esencial al equipo de liturgia no solo participar en
el desarrollo de las liturgias sino preparar y organizar la celebración de la liturgia. Es
conveniente que en el equipo de liturgia estén presentes representantes de los movimientos,
grupos o comunidades o barrios8. También ayudara que los miembros sean de diversas
edades, diversos medios y profesiones. Nos interesa mucho el espíritu con que se trabaja y
las tareas que se realizan. Pero ¿Cuál es el espíritu del equipo de liturgia? Apuntemos solo
algunas de las características de nuestro equipo9.

Primero, el deseo de una colaboración fraternal. En el Equipo cada uno ocupa su


puesto con sus propias competencias; nadie dé más de lo que puede, y nadie dé menos de
los debería. Solo la responsabilidad personal configura adecuadamente el equipo de
liturgia.
Segundo, la preocupación de hacer oír la voz de la asamblea. Es decir, de las
necesidades de los fieles, ya que la asamblea es diversa. El equipo litúrgico, o es
representativo de la asamblea por su composición, o bien sus miembros están atentos a
escuchar a la asamblea, cada uno en su ambiente. Sería algo muy bueno que el equipo de
liturgia cuente con miembros de diversas comunidades, grupos o movimientos, eso le puede
ayudar al equipo a estar atento a la voz de todos.

7
LEBON, JEAN, Para vivir la liturgia, Verbo Divino, Navarra, 1987, p. 157.
8
CENTRO NACIONAL DE PASTORAL LITÚRGICA, El buen uso de la liturgia, CCS, Francia, 2012, p 28-32.
9
Cf. LEBON, JEAN, Para vivir la liturgia, p. 157.

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Tercero, el deseo de formarse litúrgicamente. Los miembros del equipo de liturgia
deben poseer una indispensable formación litúrgica general. El Equipo es consiente de que
la liturgia que prepara y realiza no pertenece a la asamblea ni al equipo de liturgia, ni
siquiera al sacerdote. Es la liturgia de la Iglesia y no se inventa, se aprende. Por eso, tan
necesaria la formación litúrgica.

2. Las tareas del equipo litúrgico


La primera tarea es la preparación. Antes de la liturgia el Equipo realiza una preparación
remota. Se hace al menos un vez al año, se revisa la buena marcha de los aparatos de
sonido. Hay que comenzar viendo en qué condiciones se desarrollan las celebraciones. El
Equipo debe estar atento a:
 Las palabras (una catequesis antes de la misa, la bienvenida, las moniciones)
 el espacio de la celebración (la ubicación adecuada de la mesa del altar, la
credencia, el Ambon, etc.),
 su organización (lectores, monitor, cantos, acólitos, presidente),
 su decoración (algún elemento litúrgico bien podría ―moverse‖),
 sus instrumentos (manual de cantos, por ejemplo).
La segunda tarea es la preparación a medio plazo. Consiste en al preparación de los
grandes tiempos litúrgicos10. Se prevé con anticipación que detalles se trabajaran antes de
que se inicie un tiempo litúrgico. Se prevé el canto, la decoración, el periódico mural.
También el Equipo debe realizar una preparación inmediata. Esta consiste en puntualizar
con todo detalle el próximo domingo o fiesta11. Preguntémonos ¿Es indispensable preparar
cada una de las celebraciones? Todo depende de la capacidad y del número de los
miembros del equipo. ¿No vale más hacer menos y mejor?

Otra gran tarea del Equipo es la evaluación. Resulta tan importante evaluar posteriormente
una celebración como prepararla12. Lo olvidamos muchas veces. Por ejemplo: examinar la
manera como se ha tenido el rito de apertura; si los cantos fueron los adecuados, si los
lectores estaban debidamente preparados, si el lugar estaba adecuadamente decorado según
la fiesta o solemnidad celebrada; o bien, ¿qué percepción han tenido los fieles de la oración
eucarística?

10
CENTRO NACIONAL DE PASTORAL LITÚRGICA, El buen uso de la liturgia, p. 28-29.
11
CENTRO NACIONAL DE PASTORAL LITÚRGICA, El buen uso de la liturgia. P. 29-30.
12
LEBON, JEAN, Para vivir la liturgia, p. 159.

17
3. Leyes que debe conocer el equipo litúrgico
El Equipo de Liturgia debe recordar los fines de la liturgia:

 Fin Primario: la Gloria de Dios.


 Fin secundario: la santificación del hombre en orden a la vida eterna.
¡Entonces el Equipo de Liturgia por medio de su tarea da gloria a Dios y coopera en la
santificación de los hombres! Por lo tanto, para asegurar la eficacia de la acción litúrgica es
necesario asegurar que los fieles participen en ella de manera plena, consciente, activa y
fructuosa. ¡Menuda tarea la del Equipo!

De primer orden es la afirmación conciliar: “En las celebraciones litúrgicas, cada cual,
ministro o simple fiel, al desempeñar su oficio hará todo y solo aquello que le corresponda
por la naturaleza de la acción y las normas litúrgicas.” (SC28).
Recordemos que el equipo de liturgia que se reúne y que prepara la celebración, no lo hace
para que la liturgia se vea bonita, para lucirse, ni para dar cabida más o menos psicológica a
las capacidades de los laicos o de los que saben música. La razón es más profunda, la que
debe dar sentido a todas las demás, es el deseo de servir, de ayudar a la comunidad para que
pueda rezar mejor y celebrar más activa, consciente y profundamente su Eucaristía
dominical o las otras celebraciones que se organicen.

Conclusión: Es cierto que al equipo de liturgia corresponde prepara todo lo relacionado a


la liturgia, pero eso no significa que todo lo hará el mismo equipo. El equipo debe
esmerarse por la formación litúrgica de los fieles de la parroquia, la preparación de lectores,
cantores, y aquello que decoran o arreglan las flores, manteles, velas, etc. en la liturgia todo
fiel, aunque no realice alguna función especial, es verdadero actor, porque todos están
celebrando, desde el que preside hasta el que está en el último asiento del templo. Recuerde
el equipo de liturgia, que preparar y realizar correctamente una liturgia es un modo de
colaborar con la santificación de los hermanos y un medio de glorificar a Dios.

18
El BUEN USO DE LOS RITOS
INICIALES

Objetivo: Hacer que los fieles reunidos en la unidad construyan la comunión y se


dispongan debidamente a escuchar la Palabra de Dios y a celebrar dignamente la Eucaristía.

Los ritos iniciales

Los ritos que preceden a la Liturgia de la Palabra, es decir, la entrada, el saludo, el


acto penitencial, el Señor, ten piedad, el Gloria. Y la oración colecta, tienen el carácter de
exordio, de introducción y de preparación.

También tienen la finalidad de introducir la celebración, de romper con la pasividad,


de crear el clima festivo propio.

En algunas celebraciones, que se unen con la Misa, según la norma de los libros
litúrgicos, se omiten los ritos iniciales o se realizan de modo especial.

1. Entrada
1.1 El Canto de entrada

¿Qué finalidad tiene el canto de entrada?


Abrir la celebración, fomentar la unión entre los fieles reunidos y elevar sus corazones
para la contemplación del misterio litúrgico del día. El primer signo de la presencia de
Cristo es la asamblea reunida.

Dirá también el IGMR 47. La finalidad de este canto es abrir la celebración, promover
la unión de quienes se están congregando e introducir su espíritu en el misterio del tiempo
litúrgico o de la festividad, así como acompañar la procesión del sacerdote y los ministros. 1

Si en algunas celebraciones no hay canto de entrada, los fieles o algunos de ellos o un


lector, leerán la antífona propuesta en el Misal, o si no el mismo sacerdote, quien también
puede adaptarla a manera de monición inicial (cfr. n. 31).

Para el canto de entrada se deduce que:

Se escogerá en el repertorio local, el canto cuyo texto esté más próximo al


espíritu de la celebración de ese día y no el canto que parezca más bonito; se
tendrá en cuenta que el canto de entrada debe, sobre todo, introducir al
misterio al misterio dominical del Señor muerto y resucitado. No tiene que
anunciar solamente el Evangelio que se va a proclamar, pues cada domingo,
es sobre todo, una fiesta pascual.

19
Para favorecer la unión de los fieles, el canto de entrada deben saberlo todos
y, si no, aprenderlo antes de comenzar la misa.
Por esta misma razón, será un canto que pueda cantarlo todos, o al menos, si
hay un coro, que pueda cantar el estribillo o alguna estrofa la asamblea.
Sin ser necesariamente lento, o muy definidas las estrofas, la melodía del
canto de entrada deberá tener una cierta consistencia y fuerza.

El valor simbólico del canto de entrada es muy fuerte. Están reunidos hombres y
mujeres de toda edad, origen, lugar y condición… El canto es el primer acto que manifiesta
de un modo sensible la más extraordinaria de las realidades invisibles. Por el solo hecho de
que esas personas se reúnan en el nombre del Señor, a pesar de su diversidad, forman un
solo cuerpo: el Cuerpo de Cristo.

<<Porque donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy en medio de ellos>>
(Mateo 18,20). Y porque el canto en común es la única realidad sensible capaz de construir
una entidad a partir de varios recursos individuales, es el elemento humano más
significativo de la realidad mística. En sentido estricto es <<simbólico>>, pues reúne,
integra.

2. El Saludo
2.1 Saludo al altar y al pueblo congregado

El sacerdote, extendiendo las manos saluda al Pueblo: "El Señor esté con vosotros..."
Anuncia a la Asamblea congregada la presencia del Señor.

¿Qué finalidad tiene el saludo?

El saludo manifiesta el misterio de la Presencia de Dios entre los que se han reunido en
su nombre y también manifestar la presencia del Señor en ella.

Al terminar el canto de entrada, el sacerdote y toda la comunidad hacen el gesto de


señal de la Cruz, unida a la fórmula "En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo".

49. Cuando llegan al presbiterio, el sacerdote, el diácono y los ministros saludan al


altar con una inclinación profunda.

Sin embargo, como signo de veneración, el sacerdote y el diácono besan el altar; y


el sacerdote, según las circunstancias, inciensa la cruz y el altar.

50. Concluido el canto de entrada, el sacerdote de pie, en la sede, se signa


juntamente con toda la asamblea con la señal de la cruz; después, por medio del saludo,
expresa a la comunidad reunida la presencia del Señor. Con este saludo y con la respuesta
del pueblo se manifiesta el misterio de la Iglesia congregada.

20
Terminado el saludo del pueblo, el sacerdote, o el diácono o un ministro laico,
puede introducir a los fieles en la Misa del día con brevísimas palabras.

3. Acto penitencial

El sacerdote invita a los fieles al arrepentimiento: "Hermanos: para celebrar dignamente


estos sagrados misterios, reconozcamos nuestros pecados".

El acto penitencial manifiesta el sentir que tiene la Iglesia de ser comunidad de


pecadores. Sirve para considerar la realidad del pecado, crecer en espíritu de penitencia, y
considerar la misericordia de Dios.

Este acto consta de tres partes:

Invitación a los fieles para que se examinen y reconozcan pecadores.


Este momento de silencio es importante y forma parte de este acto.
Petición de perdón, que se expresa con la oración "Yo confieso ante
Dios todopoderoso" con el gesto de un golpe de pecho al decir: ―Por mi
culpa,…‖. (En el caso de no usarse exclusivamente la fórmula de ―Señor, Ten
Piedad…‖).
Absolución, que no es sacramental, sino que expresa un deseo de
perdón de Dios. El sacerdote implora: ―Dios todopoderoso tenga misericordia
de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a la vida eterna‖.

Ahora bien en el número 51 del IGMR, dirá que el sacerdote al invitar al acto penitencial y
luego dar la absolución, no obstante, carece de la eficacia del sacramento de la Penitencia.

También, el domingo, especialmente en el tiempo pascual, a veces puede hacerse la


bendición y aspersión del agua en memoria del Bautismo, en vez del acostumbrado acto
penitencial.

4. Señor, ten piedad

Por otra parte el número 52 IGMR. Nos recuerda que después del acto penitencial, se
tiene siempre el Señor, ten piedad, a no ser que quizás haya tenido lugar ya en el mismo
acto penitencial. Por ser un canto con el que los fieles aclaman al Señor e imploran su
misericordia, deben hacerlo ordinariamente todos, es decir, que tanto el pueblo como el
coro o el cantor, toman parte en él.

Es un canto de súplica en la que los fieles aclaman al Señor y solicitan su misericordia.


Aunque es un canto, puede recitarse.

En ese "Ten Piedad" se incluyen todos los hombres, con todas sus necesidades
materiales y espirituales.

21
5. Gloria a Dios en el cielo

Los mismo que la primera parte del Te Deum y del himno Oh Luz gozosa, de la
liturgia de las horas, el Gloria a Dios forma parte de los himnos de la Iglesia primitiva, es
decir, de los primeros textos cristianos, no bíblicos, inspirados en la Escritura y formados
por versos según el modelo de los salmos.

Proceden de la Iglesia oriental donde era, y sigue siendo, un canto de la oración de


la mañana y como tal ha pasado a Occidente. Pero su primera frase se convirtió muy
pronto, en Roma, en un canto de la misa de Navidad y sólo el Papa podía entonarlo.
Después se extendió a los domingos y fiestas, pero se reservaba a los obispos. Sólo a partir
del siglo XI, se incorporó habitualmente a la misa diaria, exceptuando los tiempos
penitenciales.

El Gloria a Dios no se recita en las misas de la semana, exceptuando las


solemnidades y las fiestas (IGMR, n, 53 (31)) y lo puede entonar el sacerdote y también los
cantores o la asamblea.

El himno: ―Gloria a Dios en el Cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena


voluntad...”. Comienza con las palabras del ángel en Belén. Sigue con una estrofa dirigida
a Dios Padre, como Señor, Rey del Cielo y Omnipotente.

Continúa con una segunda estrofa dirigida a Dios Hijo, al que se llama Señor,
Cordero de Dios, Hijo del Padre: es decir, se resalta su señorío, su carácter redentor y su
filiación natural divina. Concluye con una glorificación a Cristo, al Espíritu Santo y al
Padre.

6. La Oración Colecta

La oración Colecta tiene la finalidad de reunir la oración de todos como conclusión


a las principales secuencias rituales de la celebración:

-la oración al final del rito de apertura

-la oración que concluye la oración de los fieles, al terminar la liturgia de la Palabra;

-la oración sobre las ofrendas, al terminar la preparación de los dones;

-la oración después de la comunión, al final de la liturgia eucarística.

Es una oración que el sacerdote proclama, y que consta de cuatro partes:

Invitación a la oración. Según una costumbre heredada del judaísmo, los grandes
momentos de la oración de una asamblea litúrgica, van precedidos de una
invitación. El oremos, hermanos… es más que un signo. Es una llamada que

22
contiene en sí lo que se va a decir a continuación. Realiza lo que dice: pone en
oración.
Un momento de silencio, para la oración personal. Se puede decir que este punto de
la reforma litúrgica no es el que mejor se cumple. Y no es un detalle facultativo sino
que está expresamente pedido (IGMR, número 56) y que, además, los fieles lo
desean, por eso parece que tendrá que lograr un mayor espacio en las celebraciones,
como lo ha conseguido el silencio que sigue a la comunión y que felizmente se ha
hecho costumbre. Este silencio tiene dos funciones: dejar tiempo a los fieles para
expresar diversas intenciones y favorecer esa actitud espiritual de comunión con la
presencia de Dios que la oración va a llevar en seguida a su culminación.
Oración, con las manos extendidas por parte del Sacerdote, que concluye con una
profesión de fe dirigida a la Trinidad, con la fórmula: ―Por nuestro Señor
Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo...‖.
Aclamación y asentimiento por parte del pueblo, que contesta: ―Amén‖. El Amén,
son dos sílabas sonaras de una palabra hebrea que se añade a lo que se reza. Algo
así como un Credo: creo en eso; así sea.

Esta oración colecciona todas las intenciones particulares y les da una orientación
comunitaria única.

Las oraciones presidenciales, dice el (IGMR, número 32), deben pronunciarse claramente y
en voz alta. Si hubiera que escribir este artículo veinticinco años después de su
promulgación, es evidente que habría que añadir: ¡y despacio!, sin prisa. La oración, en
efecto, tiene una recitación propia, que no es ni la de las palabras de acogida, ni la de una
monición. ¿Se puede decir que de diez veces, nueve, la oración se recita de prisa, sin esas
pausas que permiten a la asamblea rezar verdaderamente, uniéndose a las palabras del
presidente?

En verdad, el tiempo justo de la oración sería el mismo de un canto.

Conclusión: Para saber aprovechar los grandes frutos espirituales que se nos dan a través
de la Celebración Eucarística, hay que conocer, comprender los Ritos Iniciales y participar
en ella con reverencia.
Ahora bien teniendo en cuenta cada aspecto de nuestra celebración Eucarística
podemos ver que nos ayuda a identificarnos como creyentes y a sentirnos asamblea eclesial.
Ya que nos capacitan a todos como celebrantes de los santos misterios, superando nuestro
individualismo.

23
EL BUEN USO DE LA LITURGIA
DE LA PALABRA

Objetivo: Que el cristiano sea capaz de valorar la importancia de la Palabra de Dios en la


liturgia, de tal manera; que pueda encontrar en la Palabra la fuente y el alimento de su vida
cristiana.

Introducción.

La liturgia de la Palabra tal como se tiene hoy en día en los leccionarios distribuida
específicamente para cada día, ha sido un proceso que ha ido poco a poco hasta llegar a los
libros litúrgicos que contienen la Palabra de Dios con los que hoy se cuenta, antes de estos
existieron otros ordenados de manera diferente.

En este sentido, primeramente existió la Capitularia, Espistolaria y la Evangeliaria que eran


libros que contenían los diversos textos de la Escritura. A partir del siglo VIII-XII todos
estos libros son compilados en uno solo, dando origen a los libros mixtos o plenarios que
además contenían todo lo necesario para las celebraciones litúrgicas

1. La liturgia de la palabra: diálogo entre Dios y su pueblo reunido

La liturgia de la palabra es un diálogo entre Dios y su pueblo reunido. Cualquier liturgia en


la que estuviera mudo uno de los dialogantes dejaría de ser una liturgia cristiana. No es
seguro que la biblia nos hable por sí misma. Fue escrita por y para creyentes de otras
épocas. Muchas veces es para nosotros como un libro cerrado. No todos la leen para oír en
ella una palabra viva; lo demuestra el número de lectores de todo el mundo que la leen
como si fuera cualquier libro.

Por otra parte, se dice muchas veces que Dios nos habla por medio de los acontecimientos.
Es cierto. Pero ¿cómo oiríamos a Dios en nuestra vida si no existiera la palabra revelada, es
decir, Jesucristo? Del encuentro entre el Libro y la vida es de donde brota una palabra para
hoy. Es la experiencia del cristiano que, meditando el mismo texto con varios meses o años
de intervalo, encuentra allí algo nuevo; el texto no ha cambiado, pero el creyente sí que ha
vivido y evolucionado.

24
Cabe destacar, que la eficacia de la palabra, simbolizada a través de los ritos litúrgicos, se
verifica también en la vida cotidiana del creyente y de la iglesia. Gracias a ella, ponemos
nuestra vida en la longitud de onda de Dios; gracias a ella, llevamos con Jesucristo la
preocupación por nuestros hermanos; gracias a ella, vivimos «para alabanza de Dios»,
como dicen los salmos o como dice san Pablo: «Vivimos en la acción de gracias» (Col 3,
15).13

Es necesario tener presente, que cuando se leen en la Iglesia las Sagradas Escrituras es Dios
mismo quien habla a su pueblo, y Cristo, presente en su Palabra, quien anuncia la Buena
nueva. Por eso las lecturas de la Palabra de Dios que proporcionan a la Liturgia un
elemento de grandísima importancia, deben ser escuchadas por todos con veneración. Y
aunque la palabra divina, en las lecturas de la Sagrada Escritura, va dirigida a todos los
hombres de todos los tiempos y está al alcance de su entendimiento, sin embargo, su
eficacia aumenta con una explanación viva, es decir, con la homilía, que viene así a ser
parte de la acción litúrgico (Instrucción general del Misal Romano, 9).

2. La proclamación solemne de la Palabra significado de los elementos


En la proclamación solemne de la Palabra de Dios, cada uno de los elementos que en ella se
encuentran, tienen su significado; el cual se verá a continuación:

Evangeliario: es el elemento principal de la Liturgia de la Palabra. Como libro que


contiene las enseñanzas del Señor figura en primer lugar entre los objetos litúrgicos des-
pués del cáliz y la patena. El Rito romano realza las señas de reverencia al Evangelio.
Debido a que este libro es un signo visible de Jesucristo, Palabra de Dios; debe ser
cuidadosamente guardado y encuadernado a ser posible con cubiertas ricamente decoradas.

Los ciriales: La luz que producen las velas de los ciriales son signos de respeto, como
expresión de veneración o de celebración festiva a la Palabra que será proclamada.

Estar de pie para escuchar el Evangelio.: El ponernos de pie es un signo de honor y


respeto. Desde los primeros días de la Iglesia, esta postura ha sido interpretada como signo
de los que son elevados en Cristo y están en búsqueda de las cosas superiores (ver

13
Lebon, J. (1987). Para vivir, la Liturgia. Navarra: VERBO DIVINO.

25
Colosenses 5). En este sentido, Nos ponemos de pie para escuchar el Evangelio porque
sabemos que Cristo mismo es quien nos habla cuando está siendo proclamado.

La señal de la Cruz: El sentido es bastante claro: queremos expresar nuestra acogida a la


Palabra que se va a proclamar. Queremos hacer como una profesión de fe: la Palabra que
escucharemos es la de Cristo; más aún, es el mismo Cristo, y queremos que tome posesión
de nosotros, que nos bendiga totalmente, a toda nuestra persona (pensamientos, palabras,
sentimientos, obras).

El gesto simbólico del incienso: signo de honra, de veneración y alabanza a la Palabra que
será escuchada porque es el mismo Cristo quien hablara en su Palaba.

El beso al Evangeliario: es un gesto de fe en la presencia de Cristo que se nos comunica


como la Palabra verdadera. Un gesto que se prolonga, por parte de la asamblea, con la
aclamación a la Palabra proclamada. Actualmente, según el Misal, el lector dice en secreto,
mientras besa el libro, esta frase: "per evangélica dicta, deleantur nostra delicia", que
expresa el deseo de que esta Palabra evangélica ejercite su fuerza salvadora perdonando
nuestros pecados14.

3. Guía para la celebración de la Palabra de Dios para los laicos 15

La siguiente guía que se presenta para la celebración de la Palabra de Dios en ausencia del
sacerdote no es algo normativo, sino a modo de sugerencia; normar esto le corresponde en
si a la Conferencia Episcopal de cada región.

Canto inicial.

Rito de apertura.

+ En el nombre del Padre + y del Hijo + y del Espíritu Santo. R/. Amen.

Saludo: (se utiliza una de las siguientes fórmulas)

14
Aldazabal, J. (1989). Gestos y Símbolos. Barcelona: Centre de Pastoral Liturgica de Barcelona.
15
Cfr. Schokel, L. A. (2011). La Biblia de Nuestro Pueblo (XVII Edición ed.). Bilbao: Mensajero.

26
i. El Dios de la esperanza, que con la acción del Espíritu Santo nos llena de su alegría y de
su paz, permanezca siempre con todos ustedes. R/. Amen

ii. La gracia y la paz de parte de Dios, nuestro Padre, y de Jesucristo, el Señor, estén con
todos ustedes. R/. Amen

Acto Penitencial

Confesión de los pecados: (el que preside invita a la asamblea a reconocer sus pecados en
un momento de silencio, luego se reza el Yo confieso).

Yo confieso ante Dios todopoderoso y ante ustedes, hermanos, que he pecado mucho de
pensamiento, palabra, obra y omisión. Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa. Por
eso ruego a santa María, siempre Virgen, a los ángeles, a los santos y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí ante Dios, nuestro Señor.

Oración conclusiva: (Se concluye con esta oración)

+ Dios todopoderoso tenga piedad de nosotros, perdone nuestros pecados y nos lleve a
la vida eterna. Amén.

Canto del Ten piedad

Gloria: (Se canta o se recita el Gloria, si lo manda la liturgia. Se omite en Adviento y en


Cuaresma).

Oración Colecta: (Del domingo o fiesta que se celebra. U otra oración libre que haga
alusión a la Palabra que será escuchad como la siguiente).

Oración: Bendito seas Dios, Padre Nuestro, porque aminas siempre a nuestro lado
instruyéndonos con tu Palabra, aquella que forma la creación entera; que hablo por medio
de los profetas a tu pueblo; que se hizo hombre, Nuestro Señor Jesucristo; y que nos
sostiene por la inspiración del Espíritu Santo. Que ella encienda siempre nuestros corazones
nos de la Sabiduría y la fuerza necesaria para hacer tu voluntad. Te lo pedimos a ti que
Vives y reinas por los siglos de los siglos. Amen.

Primera Lectura: (Del domingo o fiesta que se celebra.).

27
Salmo Responsorial: (Del domingo o fiesta que se celebra.)

Segunda Lectura: (Del domingo o fiesta que se celebra.)

Aleluya: (Se canta un Aleluya u otro canto adecuado. En Cuaresma se canta “Tu Palabra
me da vida” u otro canto adecuado.)

Evangelio: (Del domingo o fiesta que se celebra.)

Reflexión sobre las lecturas: (Se prepara una explicación del mensaje que dan las
lecturas de la Sagrada Escritura que se han leído, que ilumine la vida de la Comunidad.)

Credo: (Se utiliza una de las siguientes fórmulas.)

Credo niceno:

Creo en un solo Dios, Padre todopoderoso, creador del cielo y de la tierra, de todo
lo visible y lo invisible.
Creo en un solo Señor Jesucristo, Hijo único de Dios, nacido del Padre antes de
todos los siglos: Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero,
engendrado, no creado, de la misma naturaleza del Padre, por quien todo fue hecho;
que por nosotros los, y por nuestra salvación bajó del cielo, y por obra del Espíritu
Santo se encarnó de María, la Virgen, y se hizo hombre; y por nuestra causa fue
crucificado en tiempos de Poncio Pilato: padeció y fue sepultado y resucitó al tercer
día según las Escrituras; subió al cielo y está sentado a la derecha del Padre; y de
nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin.
Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre, que con el
Padre y el Hijo recibe una misma adoración y gloria, y que habló por los profetas.
Creo en la Iglesia, que es una, santa, católica y apostólica.
Confieso que hay un solo Bautismo para el perdón de los pecados. Espero la
resurrección de los muertos y la vida del mundo futuro. Amén.

Oración de los fieles

El que preside la celebración invita a todos los fieles a presentar sus plegarias, con la
siguiente formula introductoria:

28
- Confortados por la Palabra del Señor presentémosle nuestras plegarias o peticiones:
Se puede pedir por la Iglesia universal y sus necesidades; por todos sus ministros;
por todas las vocaciones eclesiales; por los gobernantes, enfermos, encarcelados y
los que viven en el lado oscuro de la vida; por los difuntos y por las necesidades
personales de cada uno.
- El que preside termina la oración de los fieles así: Todos esto te lo pedimos a ti que
vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.

Ofrendas: (Se recogen las ofrendas de la comunidad y antes de ello se hace una oración
espontánea, pidiendo bendiciones para toda la comunidad.)

Padrenuestro: (Se usa una de las siguientes fórmulas introductorias)

i. Antes de participar en la Comunión, signo de reconciliación y vínculo de unión fraterna,


oremos juntos como el Señor nos lo enseñó.

ii. Fieles a la recomendación del Salvador y siguiendo su divina enseñanza, digamos con
confianza:
Padre Nuestro, que están en el cielo, santificado sea tu nombre; venga a nosotros tu Reino;
hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden; no
nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Amén.

El saludo de paz: el que preside invita a darse el saludo de paz con la siguiente formula:

Como signo que somos hijos e hijas de un solo Padre, y que perdonamos a los que nos
ofenden, nos damos un abrazo de paz.

Oración final (La que prescriba la fiesta o el día o se puede hacer la siguiente oración):
Señor Jesucristo, tu que nos envías a anunciar tu Buena Noticia hasta los confines del
mundo, te pedimos que esta celebración que hemos realizado nos anime y fortalezca para
conseguir lo que nos hemos propuesto en ella. Por los siglos de los siglos. Amén.

29
Despedida

El Señor nos bendiga, nos guarde de todo mal y nos lleve a la vida eterna. Amén.

Se puede pedir también la bendición a Dios por intercesión de la Virgen María diciendo:
Dulce Madre no te alejes tu vista de mí no apartes, ven con migo a todas partes y solo
nunca me dejes, ya que nos quieres tanto como verdadera Madre, haz que nos bendiga, el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén.

4. Sugerencias para la celebración de la Palabra de Dios


El papa Benedicto XVI propone algunas sugerencias concretas para la animación litúrgica
de la Palabra de Dios.
Celebración de la palabra de Dios: ésta no se confunda con las celebraciones eucarísticas;
es más, deberían ser ocasiones privilegiadas para pedir a Dios que mande sacerdotes santos
según su corazón.

La palabra y el silencio: En efecto, la palabra sólo puede ser pronunciada y oída en el


silencio, exterior e interior. Redescubrir el puesto central de la Palabra de Dios en la vida de
la Iglesia quiere decir también redescubrir el sentido del recogimiento y del sosiego
interior.

Proclamación solemne de la Palabra de Dios: sobre todo en las solemnidades litúrgicas


relevantes, la proclamación de la Palabra, especialmente el Evangelio, utilizando el
Evangeliario, llevado procesionalmente durante los ritos iniciales y después trasladado al
ambón por el diácono o por un sacerdote para la proclamación.

Exclusividad de los textos bíblicos en la liturgia: las lecturas tomadas de la Sagrada


Escritura nunca sean sustituidas por otros textos, por más significativos que parezcan.

El canto litúrgico bíblicamente inspirado: Para ensalzar la Palabra de Dios durante la


celebración litúrgica, se tenga también en cuenta el canto en los momentos previstos por el
rito mismo, favoreciendo aquel que tenga una clara inspiración bíblica y que sepa expresar,
mediante una concordancia armónica entre las palabras y la música, la belleza de la palabra
divina (Exhortación Verbum Domini 65-70).

30
Conclusión.
Cuando en las celebraciones litúrgicas escuchamos la Palabra de Dios, es el mismo Cristo
quien no está hablando; en este sentido, ―al acercarnos al altar y participar en el banquete
eucarístico, realmente comulgamos el cuerpo y la sangre de Cristo. La proclamación de la
Palabra de Dios en la celebración comporta reconocer que es Cristo mismo quien está
presente y se dirige a nosotros para ser recibido.

Cuando acudimos al Misterio eucarístico, si cae una partícula, nos sentimos perdidos. Y
cuando estamos escuchando la Palabra de Dios, y se nos vierte en el oído la Palabra de Dios
y la carne y la sangre de Cristo, mientras que nosotros estamos pensando en otra cosa,
¿cuántos graves peligros corremos? Cristo, realmente presente en las especies del pan y del
vino, está presente de modo análogo también en la Palabra proclamada en la liturgia‖.
(Exhortación Apostólica Verbum Domini, 56)

Por lo tanto, la Palabra de Dios debe ser la fuente donde el cristiano encuentre su motivo
más profundo para seguir caminando y dando testimonio cada día, mediante su proceso de
conversión, de tal manera; que con la Palabra de Dios encarnada en su vida diaria pueda
llevar a otros al encuentro con Jesucristo.

31
EL BUEN USO DE LA LITURGIA
EUCARÍSTICA

Introducción

En la última Cena, Cristo instituyó el sacrificio y banquete pascual, por


medio del cual el sacrificio de la cruz se hace continuamente presente en la
Iglesia cuando el sacerdote, que representa a Cristo Señor, realiza lo que el
mismo Señor hizo y encargó a sus discípulos que hicieran en memoria de
él.

1. Liturgia Eucarística
Cristo, en efecto, tomó en sus manos el pan y el cáliz, dio gracias, lo partió y lo dio a sus
discípulos diciendo: «Tomad, comed, bebed; esto es mi Cuerpo; éste es el
cáliz de mi Sangre. Haced esto en conmemoración mía.» De ahí que la
Iglesia haya ordenado toda la celebración de la Liturgia eucarística según
estas mismas partes que responden a las palabras y gestos de Cristo 16.

A continuación se explicará los dos primeros momentos.

1.1.La preparación de los dones (tomó el pan)

Al comienzo de la Liturgia eucarística se llevan al altar los dones


que se convertirán en el Cuerpo y Sangre de Cristo. En primer lugar se
prepara el altar o mesa del Señor, que es el centro de toda la Liturgia eucarística, y entonces
se colocan sobre él el corporal, el purificador, el misal y el cáliz, que puede también

16
CENTRO NACIONAL DE PASTORAL LITURGICA, El buen uso de la Liturgia., CCS, Madrid, 2010.

32
prepararse en la credencia. Se traen a continuación las ofrendas. También se puede aportar
dinero u otras donaciones para los pobres o para la iglesia.

1.2.Significado del pan, vino y agua

La materia del sacrificio

Pan y vino
¿Cuál es la materia? Pan y vino. ¿Qué calificación teológica tiene esta doctrina? Es de fe
definida por el Concilio de Trento que la materia para la confección de la Eucaristía es el
pan y el vino. ¿Qué pan y qué vino? Pan de trigo y vino natural de la vid (que el pan sea
ácimo o fermentado no es una diferencia sustancial). ¿Por qué esto es así? Hay una sola
razón: Porque el Señor así lo determinó. En efecto, nuestro Señor, en la Última Cena,
empleó pan y vino. Por eso: ―En el corazón de la celebración de la Eucaristía se encuentran
el pan y el vino.‖. Acerca de la materia del sacrificio, debemos hacer notar varias cosas:

o La materia es sencilla, ya que pocas cosas hay más sencillas que el pan y el vino.
o Fue materia viva, es decir, animada por un alma vegetal y tiene, por tanto, la
nobleza de todo lo que fue vivo.
o Pero es materia elaborada por el hombre, porque no se dan naturalmente el pan y el
vino, sino que es necesario el trabajo del hombre.
o Es materia cocinada. Ha tenido que pasar por un proceso de cocción. Con los
granos de trigo molidos se produce la harina que se mezcla con agua y debe ser
cocinada por el fuego y los granos de uvas luego de ser molidos tienen una suerte de
cocción por el ―calor natural ―del mosto.
o Además, es una materia compuesta por muchas unidades: el pan por muchos granos
de trigo que el hombre tuvo que moler para hacerlos harina y el vino es formado por
muchos granos de uva que el hombre tuvo que triturar en el lagar.
o Es materia doble: pan y vino, ya que en todo banquete hay comida y bebida. El pan
tiene por función nutrir y el vino deleitar.

33
o Es materia no cruenta, porque ahora es materia inanimada.
o Por último, es materia sensible, visible, que vela lo invisible. De ahí la necesidad de
la fe para comprender lo que pasa en la Eucaristía más allá de lo sensible.

Puntos importantes que debemos saber acerca del pan y el vino.


Digamos una vez más que la materia de los sacramentos es elegida libremente por Dios
para ser signos visibles y eficientes (es decir, que causan lo que significan) de la gracia
invisible. Pero no ha sido una elección arbitraria, sino conveniente.
 Por el modo de usar el sacramento que es a la manera de manjar. El pan y el vino,
que son comida común de los hombres, se reciben en este sacramento como manjar
espiritual, que sostiene, aumenta, repara y deleita.
 Porque representa la Pasión de Cristo en que la sangre fue separada de su cuerpo;
por eso en este sacramento, que es su memorial, se toman por separado el pan como
sacramento del cuerpo y el vino como el sacramento de su sangre.
 Por el efecto que produce en los que lo reciben, ya que sirve de defensa del alma y
del cuerpo. Por eso se ofrece la carne de Cristo, bajo especie de pan, como salud del
cuerpo, y la sangre de Cristo, bajo especie de vino, para la salud del alma.
 Por lo que obra en toda la Iglesia constituida por muchos fieles, causando su unidad,
como el pan se hace de muchos granos para formar una sola cosa y el vino de
muchas uvas también para formar una sola cosa, así en la Iglesia ―dado que uno es
el pan, un cuerpo somos los muchos; pues todos participamos del único pan” (1
Co 10, 17).
 La primacía del pan y del vino sobre los otros alimentos del hombre por ser los más
nobles y principales frutos del reino vegetal. San Ireneo los llama primicias de las
criaturas, primicias de los dones de Dios.

34
El agua

. Un poco de agua: Ya en el siglo II se habla expresamente de esta conmixtión en la


Eucaristía. ―El Sacrosanto sacrificio eucarístico debe ofrecerse con pan y vino, al cual se ha
de mezclar un poco de agua‖ preceptúa la ley universal de la Iglesia. Al hacerlo el diácono,
o el sacerdote, dice en secreto: “El agua unida al vino sea signo de nuestra participación
en la vida divina de quien ha querido compartir nuestra condición humana” 17. Ello es así
porque se cree que el Señor instituyó la eucaristía con vino mezclado con agua, según
costumbre del pueblo elegido en la Cena pascual.
Además, es así porque conviene a la representación de la pasión del Señor, por eso dice
el Papa Alejandro: ―No se debe ofrecer en el cáliz del Señor vino solo o agua sola, sino los
dos mezclados, porque se lee haber salido los dos del costado de Cristo en su pasión‖.
También, porque sirve para significar el efecto del sacramento que es la unión del
pueblo cristiano con Cristo, como dice el Papa Julio: ―En el agua vemos sobreentendido el
pueblo, y el vino significa la sangre de Cristo. Por consiguiente, al añadir en el cáliz agua al
vino, se une el pueblo a Cristo‖, así también San Cipriano: ―. En el agua se simboliza al
pueblo‖. Así como el vino absorbe el agua, así Cristo nos ha absorbido en sí mismo a
nosotros y a nuestros pecados. Esta unión es tan fuerte, que nada la puede deshacer, lo
mismo que es imposible separar el agua del vino 18.

1.3.Plegaria eucarística (dio gracias)

Ahora es cuando empieza el centro y culmen de toda la celebración, a


saber, la Plegaria eucarística, que es una plegaria de acción de gracias y
de consagración. El sacerdote invita al pueblo a elevar el corazón hacia
Dios, en oración y acción de gracias, y se le asocia en la oración que él

17
S. SILVANO, El Lenguaje Simbólico de la Liturgia., San Pablo, Colombia, 2010.
18
CENTRO NACIONAL DE PASTORAL LITURGICA, El buen uso de la Liturgia., CCS, Madrid, 2010.

35
dirige en nombre de toda la comunidad, por Jesucristo, a Dios Padre. El sentido de esta
oración es que toda la congregación de los fieles se una con Cristo en el reconocimiento de
las grandezas de Dios y en la ofrenda del sacrificio.

1.3.1. Significado de plegaria eucarística

La plegaria eucarística es un acto, una acción más que un texto:


eucaristía significa acción de gracias. Esta acción es uno de los
cuatro actos que Jesús realiza en la cena, expresados por los
cuatro verbos del relato de la institución: tomó el pan
(preparación de dones); dio gracias (plegaria eucarística), lo
partió (fracción del pan) y lo entrego (comunión). La plegaria eucarística y principalmente
el relato de la consagración incluido en ella, no es solo una acción del sacerdote, aunque
como presidente le corresponda en su ministerio sino también de toda la asamblea. Es la
asamblea la que da gracias19.

La Plegaria Eucarística, también llamada anáfora o cánon, es la oración central de la Misa,


que el presidente proclama en nombre de toda la comunidad. Es el ápice de la celebración.
En esta parte se llega a la máxima plenitud de expresión la acción de gracias y la alabanza.

1.3.2. Estructura de la plegaria eucarística

A continuación, se explicará cada una

a) Acción de gracias (que se expresa sobre todo en el


prefacio): en la que el sacerdote, en nombre de todo el pueblo santo,
glorifica a Dios Padre y le da las gracias por toda la obra de
salvación o por alguno de sus aspectos particulares, según las
variantes del día, fiesta o tiempo litúrgico20.

19
El buen uso de la Liturgia. Francia: CCS. Liturgica, C. N. (2012).
20
A. JOSÉ, Vocabulario Básico de Liturgia, Centre de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996

36
b) Aclamación: con ella toda la asamblea, uniéndose a las jerarquías celestiales, canta
o recita el Santo. Esta aclamación, que constituye una parte de la Plegaria
eucarística, la pronuncia todo el pueblo con el sacerdote21.

c) Epíclesis: con ella la Iglesia, por medio de determinadas invocaciones, implora el


poder divino para que los dones que han presentado los hombres queden
consagrados, es decir, se conviertan en el Cuerpo y Sangre de Cristo, y para que la
víctima inmaculada que se va a recibir en la comunión sea para salvación de quienes
la reciban.

En la plegaria eucarística de la misa hay dos epíclesis:

La que el sacerdote pronuncia sobre los dones del pan y el vino, con las manos extendidas
sobre ellos, diciendo por ejemplo “santifica estos dones con la efusión de tu Espíritu, de
manera que sean para nosotros Cuerpo y Sangre de Jesucristo Nuestro Señor”. Es la
epíclesis consecratoria de la plegaria II, otras plegarias piden que el Espíritu, ―haga”,
“bendiga”, “santifique”, “transforme” el pan y el vino.

La otra epiclesis es la que dice el Sacerdote en la misma plegaria después del memorial y la
ofrenda, pidiendo a Dios que de nuevo envíe su Espíritu, esta vez sobre la comunidad que
va a participar de la Eucaristía, para que también ella vaya construyéndose en la unidad: por
ejemplo; “Te pedimos que el Espíritu Santo congregue en la unidad a cuantos
participamos del Cuerpo y Sangre de Jesucristo”, es la epíclesis de comunión22.

d) Narración de la institución y consagración: En ella, con las palabras y gestos de


Cristo, se realiza el sacrificio que el mismo Cristo instituyó en la última Cena,
cuando bajo las especies de pan y vino ofreció su Cuerpo y su Sangre y se lo dio a
los Apóstoles en forma de comida y bebida, y les encargó perpetuar ese mismo
misterio23.

21
AA, VV. Nuevo Diccionario de Liturgia, E. Paulinas, Madrid, 1987. Pg. 751.
22
A. JOSÉ, Vocabulario Básico de Liturgia, Centre de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996
23
AA, VV. Nuevo Diccionario de Liturgia, E. Paulinas, Madrid, 1987. Pg. 750.

37
e) Anámnesis: Con ella la Iglesia, al cumplir este encargo que, a través de los
Apóstoles recibió de Cristo Señor, realiza el memorial del mismo Cristo,
recordando principalmente su bienaventurada pasión, su gloriosa resurrección y la
ascensión al cielo. En las diversas plegarias se especifica el Misterio de Cristo con
diferentes formulaciones, según nombren sólo la muerte o también la bajada al lugar
de los muertos, la resurrección, la ascensión y la manifestación gloriosa del Señor
al final de la historia. Se establece una dinámica entre el memorial y la ofrenda
“mientras celebramos el memorial… te ofrecemos”.24

f) Oblación: por ella la Iglesia, en este memorial, sobre todo la Iglesia aquí y ahora
reunida, ofrece al Padre en el Espíritu Santo la víctima inmaculada. La Iglesia
pretende que los fieles no sólo ofrezcan la víctima inmaculada, sino que aprendan a
ofrecerse a sí mismos, y que de día en día perfeccionen, con la mediación de Cristo,
la unidad con Dios y entre sí, para que, finalmente, Dios lo sea todo para todos.

g) Intercesiones: con ellas se da a entender que la Eucaristía se celebra en comunión


con toda la Iglesia, celeste y terrena, y que la oblación se hace por ella y por todos
sus miembros, vivos y difuntos, miembros que han sido todos llamados a participar
de la salvación y redención adquiridas por el Cuerpo y Sangre de Cristo25.

h) Doxología final: en ella se expresa la glorificación de Dios, y se concluye y


confirma con la aclamación del pueblo. La Plegaria eucarística exige que todos la
escuchen con reverencia y en silencio, y que tomen parte en ella por medio de las
aclamaciones previstas en el mismo rito.

En la Eucaristía la doxología principal es la que concluye la Plegaria Eucarística: “Por


Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo, todo
honor y toda gloria por los siglos de los siglos”. Esta doxología conque el presidente

24
J. ALDAZABAL, Plegaria Eucarística. Memorial de la Nueva Pascua: en “Claves para la Eucaristía” Barcelona
1991, ed., 56-68.
25
AA, VV. Nuevo Diccionario de Liturgia, E. Paulinas, Madrid, 1987. Pg. 1636.

38
expresa la glorificación de Dios, la concluye y confirma el pueblo con su aclamación del
Amen26.

1.3.4. Diversidad de plegarias.

Comienza acto seguido el cuerpo de la Plegaria Eucarística o


Canon de la misa. La reforma litúrgica posterior al Concilio
Vaticano II estableció cuatro plegarias eucarísticas. La nueva
edición del misal en lengua española ha añadido una quinta en cuatro modalidades, más dos
"de la reconciliación" y tres para las misas con niños.

La Plegaria Eucarística Primera es la clásica de la liturgia romana; comienza con una


conmemoración que refleja la unidad universal de la Iglesia, en torno a la sede fundada por
los apóstoles Pedro y Pablo. La Plegaria Segunda es también de origen romano, y procede
de documentos del siglo tercero, cuando la Iglesia estaba todavía bajo persecución. Tiene
un prefacio propio, que recuerda los misterios de la vida de Cristo. La Plegaria Tercera
comienza alabando a Dios Trinidad y recordando la universalidad del pueblo cristiano que
ofrece el sacrificio. La Plegaria Cuarta es de origen bizantino, y contiene un prefacio
propio, en el que se alaba a Dios creador, seguido de una larga y bellísima oración llamada
Anáfora, que alaba a Dios recordando los hechos magníficos de la historia de la salvación.
Esta oración refleja muy bien el ambiente de oración en que transcurre la Celebración
Eucarística: un clima de memorial de las maravillas del Señor, en alabanza y acción de
gracias, que hace presente el misterio central de nuestra redención y nos permite participar
de sus beneficios27.

26
A. JOSÉ, Vocabulario Básico de Liturgia, Centre de Pastoral Litúrgica, Barcelona, 1996
27
AA, VV. Nuevo Diccionario de Liturgia, E. Paulinas, Madrid, 1987. Pg. 1627.

39
EL BUEN USO DE LOS RITOS DE
COMUNIÓN

Objetivo
Dar a conocer a los fieles la importancia del buen uso de los ritos de la comunión en la
celebración eucarística, para una mejor participación y vivencia dentro de la Misa.

Introducción
A lo largo de la historia de la liturgia el buen uso de los ritos de la comunión han sido el
momento más culminante de la celebración Eucarística, Después de que Cristo se nos ha
dado como palabra salvadora, ahora, desde su existencia de Resucitado, se quiere hacer
nuestro alimento para el camino de nuestra vida terrena y como garantía de la eterna.

Por ello, es necesario hacer buen uso que se merece los ritos de la comunión, para tener
una buena vivencia del misterio y sacramento que se encierra en la comunión, recordando
que sin la comunión la misa sería incompleta, no hay que olvidar que Cristo, en la Última
Cena, nos exhorta a ello a participar en la Cena comiendo su cuerpo y bebiendo su sangre
como alimento para nuestra alma. Por ello es necesario orientar a los fieles para que
participen plena, activa y conscientemente en lo que vamos a participar y especialmente de
lo que vamos a recibir

1. El gesto de la paz
―Es un gesto tradicional que acompaña a la
28
eucaristía‖ ciertamente algunos solo ven un saludo de
compromiso o un deseo utópico o vacío, cuando se piensa
así, se olvida que la paz que deseamos no es la que podemos
dar nosotros, sino la del Señor que nos la ofrece y que nosotros compartimos. Para algunos
les parece que se pierde el clima diciendo: ¿―cómo está usted‖?, mientras otros piensan que
es una pérdida de respeto y recogimiento justo antes de la comunión, otros por su parte no

28
Centro Nacional de Pastoral Litúrgica, El buen uso de la liturgia, CCS, Francia, 2012, PÁG. 87

40
entienden este gesto, para muchos, “el intercambio del gesto de la paz tal como lo hacemos
en la Misa romana entre la plegaria eucarística y la fracción del pan parece interrumpir la
sucesión lógica de esta sección de la celebración. Aunque podría no ser en realidad una
interrupción tan clara como pudiera parecer”29.
El evangelio de Juan hace constar que la noche antes de su muerte, Jesús rezó por la
unidad (Jn 17) y dio el don de la paz a los discípulos (Jn 14, 27). Varias de las apariciones
del Señor resucitado también nos dicen que Jesús saludaba a sus discípulos con las palabras
“la paz este con vosotros‖ (Jn 20,19). Cuando llegamos al banquete eucarístico que el
Señor Resucitado ha preparado para nosotros, es muy conveniente que compartamos la su
paz con los más cercanos a nosotros en la comunidad. Esto no es algo que haya que ver
como opción o como una interrupción. Más bien, “es algo que está en el corazón del
mensaje de Cristo a sus seguidores”30

2. La fracción del pan


Este fue uno de los primeros nombre que se le dio a la misa
(cfr. El episodio de los discípulos de Emaús en Lc 24,30 y la
descripción de la primera comunidad cristiana Hch 4,42). Pero,
hoy, si la misa no tuviera nombre, ¿se le llamaría “fracción del
pan”? Este gesto, tan característico de la liturgia familiar judía y de la práctica de Jesús con
sus discípulos, este gesto esencialmente de la cena y mencionado en todas las plegarias
eucarísticas, desgraciadamente ha perdido mucho de su fuerza y sentido, sobre todo con la
utilización de hostias pequeñas. Sin embrago, ―es constitutivo de la eucaristía donde Cristo
rompe su cuerpo para que compartamos su vida, como fue roto en la cruz de modo físico y
sangrante‖31
Sin embargo, ―el sacerdote parte el pan eucarístico con la ayuda, si procede, del
diácono o de un concelebrante. El gesto de la fracción del pan, realizado por Cristo en la
Última Cena” (1 Cor 10, 17). Hay que tener en cuenta que la fracción se inicia tras el

29
Smolarski, D. C, Preguntas y respuestas sobre la celebración litúrgica, COL, Barcelona, 2004, pag. 48
30
Ibíd, pág. 51
31
Centro Nacional de Pastoral Litúrgica, El buen uso de la liturgia, CCS, Francia, 2012, PÁG. 88

41
intercambio del signo de la paz y se realiza con la debida reverencia, sin alargarla de modo
innecesario ni que parezca de una importancia inmoderada.

El sacerdote realiza la fracción del pan y deposita una partícula de la hostia en el cáliz,
para significar la unidad del Cuerpo de Cristo Jesús viviente y glorioso. El coro o un cantor
cantan normalmente la súplica cordero de Dios con la respuesta del pueblo o lo dicen al
menos en voz alta. Esta invocación acompaña a la fracción del pan y, por eso, puede
repetirse cuantas veces sea necesario hasta que concluya el rito. La última vez se concluye
con las palabras: danos la paz” (OGMR 83)

3. Cordero de Dios
Es una expresión que cuestiona. Algunos piensan que
no corresponde con la cultura contemporánea y
reemplazan el cordero de Dios por un canto. Pero, si se
elimina la expresión y la cuestión que plantea, se elimina
también la posibilidad de dar una explicación y, por tanto,
la comprensión del acto por el cual Cristo nos da la vida.
Precisamente, porque su sacrificio cruento en la cruz,
es único (Hebreos 7, 27), “Cristo quiere ofrecer su beneficio en todos los tiempos y
reemplaza el cordero pascual por aquello que se comía con él: pan ácimo y vino”32
Por esta razón, cuando decimos o cantamos Cordero de Dios, no inmolando un cordero,
sino que se parte el pan consagrado. El sacerdote que preside no se detiene: como sucede en
otros caso como por ejemplo el gloria y el sanctus, sino al contrario: mientras se dicen esas
palabras, él parte la Hostia grande, pone las pequeñas en los copones para la comunión y
distribuye el Cuerpo de Cristo a los que están con él en el altar y luego a otros fieles. Esta
es la razón por la que mostrando, un trozo de pan, y no un cordero, el sacerdote dice a la
asamblea: ―Este es el cordero de Dios‖33. “Cristo nuestra pascua, ha sido inmolado” (1
Corintios 5,7)

32
Ibíd., pag. 88
33
Ibíd., pag. 89

42
El Misal Romano explica: "por la fracción de un solo pan se manifiesta la unidad de los
fieles" (IGMR 48) en este sentido "el gesto de la fracción del pan que era el que servía en
los tiempos apostólicos para denominar la misma Eucaristía, manifestará mejor la fuerza y
la importancia del signo de la unidad de todos en un solo pan y de la caridad, por el hecho
de que un solo pan se distribuye entre hermanos" (IGMR 283). El misal dice al sacerdote
que de su mismo pan haga partícipes al menos a algunos fieles. Las hostias pequeñas se
admiten solo ―cuando así lo exige el número de los fieles que van a recibir la sagrada
comunión”34 Es una pedagogía simbólica sencilla y profunda: se parte, se reparte y se
comparte el cuerpo Glorioso de Cristo. Se expresa visualmente, compartiendo el mismo
Pan, el misterio invisible de un Cristo que se nos da a todos en alimento, con lo que se
quiere ayudar a que la Eucaristía vaya construyendo a la comunidad, en la línea de Pablo:
―porque aun siendo muchos, un solo pan y un solo cuerpo somos, pues todos participamos
de un solo pan” (1Cor 10,17)

4. Dichosos los invitados:

No es raro oír la fórmula del Misal ―dichosos los invitados a la


mesa del Señor”, cambiado por: “dichosos somos por ser
invitados...”35 se comprende la preocupación pastoral de acercar más la liturgia a los
fieles. Pero, sin querer, se reduce considerablemente el alcance de la frase. Dos textos
del Nuevo Testamento están en su origen: ―dichosos los invitados a la cena del
Cordero” (Ap 19,9) y la parábola de los invitados reemplazados por gente pobre, en
Lucas 14, 15-24: “Dichoso el que pueda comer en el Reino de Dios”.

En ambos casos se trata de una invitación muy amplia “una multitud inmensa‖, dice el
Apocalipsis; a “los pobres, los lisiados, los ciegos y los cojos”, alude san Lucas, ya que los
verdaderos invitados declinaron la invitación. Esto significa que la fórmula del Misal no
concierne sólo a la asamblea. Tiene un sentido de fe que va más allá de la asamblea visible,
y también de la invisible, la Iglesia, y revela a los que van a comulgar que no son ellos
solos invitados, también los son el pobre que está a la puerta de la Iglesia, el anticlerical

34
Aldazábal, J. Vocabulario básico de liturgia, BIBLIOTECA LITURGICA, Barcelona, 1996, pág. 158
35
Centro Nacional de Pastoral Litúrgica, El buen uso de la liturgia, CCS, Francia, 2012, pág. 89

43
que vive en la plaza, los jóvenes, niños, adultos y mayores que asisten a la misa, aunque
hayan dejado de practicar, toda la humanidad está invitada a participar en el festín eterno
del Reino.

Cuando las palabras “comunión” y “misión” están precisando las orientaciones pastorales,
la fórmula: “dichosos los invitados a la mesa del Señor‖36, tiene un gran contenido y nunca
será oportuno reducir su alcance, aún menos en el día de hoy.

5. Comunión, ¿en la boca o en la mano?

Según la Instrucción memorial promulgada por la Congregación para el Culto Divino (del
29 de mayo de 1969) se concedía a las Conferencias Episcopales el poder pedir permiso
para distribuir la Sagrada Comunión a los fieles en la mano. La Conferencia Episcopal
Española elevo la petición el 23 de Enero de 1976. La Congragación para el Culto Divino
otorgó dicha autorización el 12 de febrero de 1976 con esta respuesta “Concedemos a
España la práctica de poner el Pan consagrado en la mano de los fieles conforme a las
normas de la Instrucción: modo de administrar la Santa Comunión”. Esta es la norma que
adopta la OGMR (N° 161) dice: ―si la comunión se recibe sólo bajo la especie de pan, el
sacerdote teniendo la hostia un poco elevada la muestra a cada uno, diciendo: el cuerpo de
Cristo. El que comulga responde: Amen, y recibe el sacramento en la boca o donde haya
sido concedido en la mano, según lo prefiera. El que comulga tan pronto como recibe la
Sagrada Hostia, la consume íntegramente”, por
consiguiente los fieles son libres de elegir. Dicho esto, es
bueno recordar de vez en cuando, la legitimidad de las
dos modalidades, sobre todo para los cristianos de las
generaciones posteriores al Vaticano II. Se les puede
explicar que la comunión en la boca no se generalizó en
la Iglesia Occidental hasta el siglo X o el XI. Un
liturgista decía maliciosamente que “hoy, los verdaderos conservadores son los que
comulgan en la mano”

36
Ibíd. pág. 89

44
6. Bajo las dos especies

Los principales dogmáticos establecidos por el Concilio de Trento siguen en pie


(especialmente aquellos sobre el pleno valor de la comunión donde la eucaristía es recibida
bajo la especie de pan nada más) la Sacrosantum Concilium (n° 55) abogado por el
restablecimiento de la comunión bajo las dos especies. La OGMR (N° 281) reconoce que
―la comunión tiene una expresión más plena por razón el signo cuando se hace bajo las
dos especies‖.

Se es así, ¿por qué ocurre que se lleve a la práctica tan pocas veces? Si algunas razones
prácticas impiden su frecuencia, al menos podrían participar de las dos especies los que
realizan un ministerio o una función litúrgica en la misa: lectores, animadores del canto, los
que ofrecen los dones, etc.

7. Bebiendo del cáliz o mojando:

La comunión por intinción (mojar una parte de la hostia en el


cáliz) es una forma legítima de comunión bajo las dos
especies (Cfr. OGMR nn. 85, 281-287, 246, 247). Si se
adopta esta modalidad de la comunión por supuestas razones
de higiene, habrá que dudar de las consecuencias
desagradables que podía tener en algunos enfermos pensando que son responsables de
esa práctica. (Esto no concierne a los portadores de sida, pues no se transmite por la
saliva.) Hay que recordar que, sobre todo bebiendo del cáliz en la comunión, se realiza
más perfectamente la plenitud del signo eucarístico y la respuesta al mandamiento del
Señor: ―Tomad y bebed‖37. En todo caso el sacerdote celebrante, debe beber la sangre
de Cristo (Cfr. OGMR n° 268 y 284) y sería necesario que los celebrantes hicieran lo
mismo.

37
Ibíd. pág. 92

45
8. Adoración:

Algunos sacerdotes estiman que la adoración eucarística


es escasa en la misa y tienen la costumbre de dejar un
tiempo de silencio después de la genuflexión que sigue a
la elevación. Sin hacer una valoración de conciencia a este
respecto, no parece que sea este el momento de hacer ese
silencio. La oración eucarística es la más sublime de las
adoraciones pues introduce en la acción misma de Cristo
por la que rendimos a Dios gracias por las recibidas de Él.

No es necesario precisar que no hay acto más verdadero de adoración que el de la


comunión, pues consiste en ―llevar en la boca‖ (ad os = adorare) el cuerpo de Verbo hecho
carne38. Por eso, no puede haber ningún momento más “adorador” que el silencio que
sigue a la comunión, pues se lleva en la boca a Aquel que sólo Él merece nuestra adoración.

9. Los ministros extraordinarios de la


comunión

Al hablar de los ministros extraordinarios de la comunión


es necesario aclarar que “El sacerdocio ministerial no se
puede sustituir en ningún modo. En efecto, si falta el
sacerdote en la comunidad, esta carece del ejercicio y la
función sacramental de Cristo, Cabeza y Pastor, que pertenece a la esencia de la vida
misma de la comunidad‖39 Puesto que «sólo el sacerdote válidamente ordenado es ministro
capaz de confeccionar el sacramento de la Eucaristía, actuando in persona Christi»40

Es necesario recalcar que ―solamente por verdadera necesidad se recurra al auxilio de


ministros extraordinarios, en la celebración de la Liturgia”41. Pero esto, no está previsto

38
Ibíd. pág. 92
39
Sacramentum Redeptionis. N° 145

40
ibid. n° 146
41
Ibíd. n° 151

46
para asegurar una plena participación a los laicos, sino que, por su naturaleza, es
suplementario y provisional. Además, donde por necesidad se recurra al servicio de los
ministros extraordinarios, multiplíquense especiales y fervientes peticiones para que el
Señor envíe pronto un sacerdote para el servicio de la comunidad y suscite abundantes
vocaciones a las sagradas órdenes.

Por lo tanto, ―estos ministerios de mera suplencia no deben ser ocasión de una deformación
del mismo ministerio de los sacerdotes, de modo que estos descuiden la celebración de la
santa Misa por el pueblo que les ha sido confiado, la personal solicitud hacia los enfermos,
el cuidado del bautismo de los niños, la asistencia a los matrimonios, o la celebración de
las exequias cristianas, que ante todo conciernen a los sacerdotes, ayudados por los
diáconos”42

Así pues, no suceda que los sacerdotes, en las parroquias, cambien indiferentemente con
diáconos o laicos las tareas pastorales, confundiendo de esta manera lo específico de cada
uno. Además, nunca es lícito a los laicos asumir las funciones o las vestiduras del diácono o
del sacerdote, u otras vestiduras similares.

a). El ministro extraordinario de la sagrada comunión

Como ya se ha recordado, «sólo el sacerdote válidamente ordenado es ministro capaz de


confeccionar el sacramento de la Eucaristía, actuando in persona Christi»43. De donde el
nombre de «ministro de la Eucaristía» sólo se refiere, propiamente, al sacerdote. También,
en razón de la sagrada Ordenación, los ministros ordinarios de la sagrada Comunión son el
Obispo, el presbítero y el diácono, a los que corresponde, por lo tanto, administrar la
sagrada Comunión a los fieles laicos, en la celebración de la santa Misa. De esta forma se
manifiesta adecuada y plenamente su tarea ministerial en la Iglesia, y se realiza el signo del
sacramento.

El ministro extraordinario de la sagrada Comunión podrá administrar la Comunión


solamente en ausencia del sacerdote o diácono, cuando el sacerdote está impedido por

42
Ibíd. n° 152
43
Ibíd. n° 154

47
enfermedad, edad avanzada, o por otra verdadera causa, o cuando es tan grande el número
de los fieles que se acercan a la Comunión, que la celebración de la Misa se prolongaría
demasiado. Pero esto debe entenderse de forma que una breve prolongación sería una
causa absolutamente insuficiente, según la cultura y las costumbres propias del lugar.

Ciertamente, ―al ministro extraordinario de la sagrada Comunión nunca le está permitido


delegar en ningún otro para administrar la Eucaristía, como, por ejemplo, los padres o el
esposo o el hijo del enfermo que va a comulgar‖44 El Obispo diocesano examine de nuevo
la praxis en esta materia durante los últimos años y, si es conveniente, la corrija o la
determine con mayor claridad. Donde por una verdadera necesidad se haya difundido la
designación de este tipo de ministros extraordinarios, corresponde al Obispo diocesano,
teniendo presente la tradición de la Iglesia, dar las directrices particulares que establezcan
el ejercicio de esta tarea, según las normas del derecho.

44
Ibíd. N° 159

48
COMUNICACIÓN LITÚRGICA Y
LENGUAJE

Objetivo
Enseñar a los fieles y a toda la gente de buena voluntad que la Liturgia como don dado por
Dios es comunicación, la cual transmite la gracia y la intervención de Dios en la vida de los
hombres santificándoles por medio de la palabra y de los signos, cuya fe es una respuesta
glorificante a Dios.

Introducción
La Liturgia es una realidad que no hacen los hombres, sino que se recibe como don, por
tanto, es necesario reconocer que la Iglesia no se reúne por voluntad humana, sino
convocada por Dios en el Espíritu Santo, y responde por la fe a su llamada gratuita. Así, el
término «participación» presupone tomar parte de una acción principal, que antecede al que
«participa» en la misma. En la Sagrada Liturgia, esta acción principal es la actio divina ‐
acción de Dios‐ que, a través de la Palabra (el Verbo o Logos) realiza la acción de
glorificación perfecta y santifica al hombre en el Espíritu Santo.

La liturgia no es un medio en el sentido de algo que se utiliza para otra cosa, para conseguir
un fin distinto a ella misma. La liturgia como actualización que es del misterio de Cristo,
tiene en sí misma su finalidad: la glorificación de Dios y la santificación de los hombres.
La liturgia no busca otra cosa que ser celebrada: «en la celebración misma encuentra su
objeto. La liturgia no es interesada, utilitaria: respira la gratuidad de Dios hacia los hombres
y la acción de gracias y la alabanza de los hombres a Dios».45
Este tema es en cierto modo una introducción a una serie de temas posteriores que tratan
sobre la comunicación litúrgica, por ello, aquí solo se indican algunas nociones generales
que servirán de faro y guía para el desarrollo de los otros contenidos.

Desarrollado en cuatro puntos este tema aborda aspectos fundamentales acerca de la


comunicación, y especialmente en la liturgia. En el primer punto, partiendo de una base
antropológica, se describe al ser humano como un ser que por naturaleza es comunicación,
en cuanto que el ser humano se desarrolla plenamente en tanto que está en relación con sus
semejantes. Por ello, en el segundo apartado se denota el proceso de comunicación en el
cual se descubren elementos que son fundamentales para que el ser humano intercambie
ideas, sentimientos, emociones, actitudes, etc., dichos elementos son: El emisor, receptor,
señal, mensaje, código. Todo esto es a nivel general, pero todo esto no es ajeno a la liturgia,
en el desarrollo de los puntos anteriores se hace una adaptación a la liturgia, pues ella como

45
TENA P., «Celebrar el Misterio», Ed. Biblioteca Litúrgica, Barcelona 2004

49
obra humana46 ―en tanto que es obra del cuerpo de Cristo, la Iglesia― tiene todos estos
elementos. Dentro de este punto, se indica de manera precisa un aspecto importantísimo: la
decodificación del mensaje. Un proceso que elabora el receptor para poder comprender el
mensaje que se le es transmitido, lo cual sugiere la existencia de un lenguaje familiar: el
lenguaje litúrgico.

El tercer punto indica propiamente la comunicación en la liturgia. En dicho apartado se


indican primeramente los tipos de comunicación en la liturgia, a saber: Comunicación
unilateral y recíproca, comunicación directa y personal, comunicación verbal y no verbal.
Seguidamente se especifican los niveles de la comunicación litúrgica: comunicación de
Dios al hombre y comunicación entre los hombres. Dentro del cuarto punto se desarrolla el
tema: el lenguaje litúrgico. En él se indican de manera general y breve ―puesto que son
desarrollados más ampliamente en los siguientes temas― elementos que constituyen la
comunicación sonora (palabra hablada, proclamada, oración, canto, música, silencio), la
comunicación visual: gestos y símbolos (imposición de manos, procesiones) y otros
sentidos que entran en actividad en la liturgia, tales como: tacto, el olfato, el gusto.
Con todo lo antes indicado no queda más que decir junto al Concilio Vaticano II que la
liturgia es «el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo. En ella los signos sensibles significan
y, cada uno a su manera, realizan la santificación del hombre, y así el Cuerpo Místico de
Jesucristo, es decir, la Cabeza y sus miembros, ejerce el culto público íntegro.» (SC 7)

1. La comunicación en general
«El ser humano por naturaleza es un ser comunicativo»47. La comunicación es el proceso
que representa la expresión más compleja de las relaciones humanas, «a través de ella el
hombre sintetiza, organiza y elabora toda la experiencia y conocimiento humano para
transmitirlo más tarde a otro individuo»48.

Para apreciar en su justa medida la comunicación en la Liturgia, es conveniente empezar


por conocer qué es la comunicación, y cómo se produce, qué factores entran en su proceso
y, finalmente, que aplicaciones tiene en la celebración litúrgica. La comunicación, está en
el centro de la vida social. La palabra «comunicación» es una de las más utilizadas en
relación con casi todas las actividades humanas: el trabajo, la vida familiar, la educación, el
deporte, la política, el turismo, etc49.

46
MARTÍN J.L., «En el Espíritu y la verdad» Introducción antropológica a la liturgia, Ed. Graficas
Cervantes, Salamanca 2002, pp. 23. Este libro será el documento base donde se retoman muchos de los puntos
desarrollados en este tema.
47
ALVIRA T., CLAVELL L., «Metafísica» Ed. EUNSA, España 1997, pp. 74
48
Tomado de: EFDeportes.com, «Revista Digital: el hombre y la comunicación». Buenos Aires, Año 16, Nº
163, Diciembre de 2011 en http://www.efdeportes.com/
49
MARTÍN J.L. ibídem. pp. 103.

50
Etimológicamente comunicación viene de communicatio (cum+munus), acción de
compartir un oficio o una función, y en este sentido indica tener algo en común. 50 Por sí
sola, la palabra comunicación hace referencias a las relaciones personales y a la sociedad.
Comunicar significa, pues, hacer saber, informar, transmitir un mensaje a otro, con lo cual
tenemos ya un emisor y un receptor. El resultado es una comunidad de conocimientos y de
intereses.
La comunicación crea sociedad, de manera que puede decirse que cuando hay
comunicación, hay cuerpo social y que «el acto de la comunicación constituye el acto
social».51 Mediante la comunicación las personas se relacionan entre sí y con el medio que
les rodea, saliendo de su aislamiento, compartiendo sus experiencias e influyéndose
mutuamente. De ahí que la comunicación pueda definirse como el «proceso mental y
emocional de interacción social, en el que se comparten toda clase de situaciones
interiores».52 Esta cualidad de la comunicación está al servicio de la comunidad eclesial y
de la sociedad humana, la cual también se verifica en la Liturgia. Por este motivo es preciso
prestar la debida atención a la comunicación en las celebraciones litúrgicas.
Cabe indicarse que la liturgia es un acto de comunicación y una expresión simbólica a
muchos niveles. Por medio de la liturgia Dios comunica la salvación a su Iglesia y la Iglesia
comunica su respuesta a Dios de múltiples maneras. Así, «la liturgia llega a ser un diálogo
que se expresa con todos los medios a disposición». 53
Reiterando, desde el punto de vista humano la comunicación es un proceso que lleva en sí
una intención de intercambio de ideas, sentimientos, actitudes de comportamiento, etc. Los
sociólogos consideran la comunicación como una red de relaciones desarrollada a partir de
informaciones, estímulos y respuestas que estructuran una sociedad.

2. El proceso de comunicación
En el proceso de comunicación hay cinco elementos que entran en juego en cada acto de
comunicación, de modo que pueden considerarse inseparables, pues de lo contrario no se
conseguiría transmitir el mensaje querido.

50
Ibídem. pp. 107
51
TURNER F., «Comunicación predicacional», Ed. Centro de Reservas socio-religiosos, Lovaina 1967, pp.
12
52
MARTÍN J.L., Ibídem, pp. 114
53
Cf. LEVER F., «Comunicación en la Eucaristía», Ed. EUNSA, España 1196. pp. 391-410

51
Detengámonos a estudiar los elementos.
El emisor: Es quien transmite el mensaje. En la celebración litúrgica hay
varios emisores: el celebrante, la asamblea, el salmista, el lector, etc. Aun
cuando el mensaje no procede de la iniciativa del emisor sino del libro
litúrgico, el que comunica no es neutral y su modo de cumplir con su
función puede contribuir o ser obstáculo a la eficacia de la comunicación.

El receptor: El destinatario del mensaje. Pero


el destinatario no es un sujeto pasivo y debe
estar en condiciones de recibir el mensaje y
responder a él. Éste es el elemento más
importante porque si el emisor no llega al
receptor, no ha logrado comunicar.

La señal: Es lo que sirve de apoyo al mensaje, o de


puente entre el emisor y receptor. Puede ser de
naturaleza muy variada aunque predominan las
palabras y los gestos.

El mensaje: Es el
contenido de la comunicación. El mensaje sólo existe dentro de
un sistema de señales que permiten su transmisión y correcta
interpretación. Puede ser un mensaje verbal o visivo o una
combinación de los dos.

El código: El código es el sistema de signos estructurados de manera coherente y


comprensible al cual el mensaje es transformado para ser comunicado. El código está
relacionado tanto con el emisor que codifica su mensaje como el receptor que debe
descodificarlo. Como veremos, la liturgia usa simultáneamente varios códigos, como el
sonido, el cuerpo, el espacio, el color, etc., para transmitir y hacer llegar su mensaje.

Cabe indicarse que en todo acto de comunicación siempre existen obstáculos internos y
externos. Por eso para asegurar que llegue el mensaje a veces es necesario usar la técnica de
la redundancia que consiste en reforzar ciertos elementos para superar los obstáculos y
hacer la comunicación más eficaz. Ejemplos de redundancia son las repeticiones de
palabras y gestos y los cambios del tono de voz. En la liturgia hay varias instancias de

52
redundancia que refuerzan el mensaje desde varios puntos de vista, como por ejemplo la
triple acusación de culpa con los correspondientes golpes de pecho en el confiteor (yo
confieso).

La decodificación del mensaje


La verdadera participación litúrgica supone conocer y comprender los ritos establecidos y
sobretodo el lenguaje litúrgico, teniendo siempre la disposición interior para practicarlos
obedientemente, sabiendo que el misterio que se celebra es comprensible para nosotros a
través de la fe. En la liturgia hay un aspecto importantísimo: la decodificación del mensaje.
Este aspecto es vital porque a través de él se logra comprender la profundidad y el
contenido del mensaje.
Así, por ejemplo, cuando antes de la comunión el sacerdote levanta la hostia consagrada y
dice ―Éste es el cordero de Dios‖, la palabra «cordero» tiene toda una gama de significados
simbólicos que sólo un católico bien formado o almenos alguien que tenga conciencia de lo
que significa aunque sea de manera general es capaz de acoger lo que se está celebrando.
En este sentido resulta casi ininteligible para los no cristianos debido a que no les es
cercano y mucho menos familiar el lenguaje que se utiliza; de este modo no son capaces de
descodificar el mensaje.

3. La comunicación en la liturgia 54

«Para promover la participación activa, se fomentarán las aclamaciones del pueblo, las
respuestas, las salmodias, las antífonas, los cantos y también las acciones o gestos y
posturas corporales. Guárdese, además, a su debido tiempo, un silencio sagrado». (SC 30)

a) Los tipos de comunicación en la liturgia


En la liturgia hay diversos tipos de comunicación:

Comunicación unilateral y recíproca: La comunicación es unilateral si se busca


enviar un mensaje sin recibir una respuesta y recíproca si se espera respuesta.
Ambas formas de comunicación existen en la liturgia.

Comunicación directa y personal: La liturgia es una comunicación directa y


personal porque es de persona a persona dentro de un único espacio litúrgico aun
cuando se dirige a una asamblea grande y es apoyada por medios técnicos para
facilitar la comunicación.

54
MARTÍN J.L., Ibídem. pp. 101-145. Como se indicó anteriormente, el texto de Julián López Martín es la
base para este tema. Los puntos desarrollados a continuación están tomados de dicha fuente, pero han sido
enriquecidos con citaciones del Concilio Vaticano II en sus diferentes constituciones dogmáticas.

53
Comunicación verbal y no verbal: Según el uso o no de la palabra para transmitir el
mensaje. La comunicación verbal entra en la categoría de los elementos sonoros
mientras la comunicación no verbal la forman todas las demás formas como son los
gestos, los colores y el espacio.

b) La función de la comunicación en la liturgia


En la liturgia hay cuatro funciones principales de comunicación. Todas ellas se orientan a la
comunicación primordial de la liturgia que es la comunicación de la salvación que nos
ofrece Dios.
La función informativa y didáctica: Es la transmisión de una doctrina o de valores
para enseñar y guiar el comportamiento de los participantes. Se realiza sobre todo a
través de la palabra, por ejemplo con comentarios o explicaciones.

La función incitadora: Empuja a realizar ciertos actos, como son las invitaciones a
realizar algún gesto o practicar una actitud espiritual (como orar o elevar el corazón
hacia Dios en acción de gracias y súplica).

La función estética: Se trata de transmitir una emoción poética o lírica al servicio


del acontecimiento salvífico celebrado. Esta función normalmente se reserva a la
música pero puede verse apoyada por otros elementos externos como los colores y
los elementos decorativos.

La función realizadora o performativa: Es la función más importante en cuanto se


logran superar los demás niveles de comunicación y se da paso a una situación
nueva, a la presencia y comunión con el misterio celebrado y a la comunicación de
la gracia de Cristo por medio de los signos sacramentales.

c) Niveles de la comunicación en la Liturgia


Después de las nociones generales sobre la comunicación, vale la pena profundizar un poco
más en el valor comunicativo de la Liturgia. Se trata de comprender que la comunicación
no sólo no es ajena, como fenómeno humano, a la liturgia, sino que pertenece también,
como se ha dicho al principio, a la estructura sacramental de la celebración en cuanto
intervención de Dios en la vida de los hombres por medio de la palabra y de los signos. En
efecto, la liturgia es un dialogo entre Dios y su pueblo (SC 33), dialogo que ha comenzado
en la auto manifestación de Dios dando a conocer el misterio de su voluntad (DV 2) y que
se prolonga en el acontecimiento litúrgico como momento del encuentro eficaz y salvífico
para el hombre. Por esto se tiene que producir una comunicación, es decir, un envío y una
recepción de un mensaje vital para el hombre, que ha de llegar hasta lo más profundo de su
ser. Ahora bien, en este nivel hay un «emisor» interior que es Dios mismo, por medio de
su Hijo Jesucristo y del Espíritu Santo.

54
Comunicación de Dios al hombre
Dios, condescendiendo con la condición de su criatura el hombre y
para «conducir a los hombres a la comunicación consigo» (DV 2),
se reveló así mismo y manifestó el misterio de su voluntad (cf. Ef
1, 9). La revelación inicio un circuito de comunicación que alcanzó
su momento culminante en la misión del Hijo Jesucristo. En efecto,
«cuando llegó la plenitud de los tiempos Dios envió a su Hijo
nacido de una mujer». Esto significa que Jesús, es el comunicador
del Padre: «a Dios nadie lo ha visto, el Hijo único es el que lo ha
dado a conocer» (Jn 1, 18). Toda la revelación divina descansa
sobre este acontecimiento de la autocomunicación de Dios en
Jesucristo, puesto que «después que Dios habló muchas veces y de muchas maneras por los
Profetas, "últimamente, en estos días, nos habló por su Hijo". Pues envió a su Hijo, es
decir, al Verbo eterno, que ilumina a todos los hombres, para que viviera entre ellos y les
manifestara los secretos de Dios; Jesucristo, pues, el Verbo hecho carne, "hombre enviado,
a los hombres", "habla palabras de Dios" y lleva a cabo la obra de la salvación que el Padre
le confió» (DV4).

Es necesario decir que la obra comunicadora de Cristo la prosigue el Espíritu Santo. Él, es
el comunicador interior en la actual etapa de la historia de la salvación que se realiza en la
Iglesia y particularmente en la liturgia. Ello indica que la liturgia es cauce, momento y
ámbito de la comunicación de Dios al hombre y de la respuesta de éste es la fe, a través de
los diversos elementos de la celebración. En la liturgia se cierra ese circuito iniciado en la
revelación, pues, «en la liturgia Dios habla a su pueblo: Cristo sigue anunciando el
Evangelio. El pueblo responde a Dios con canticos y oraciones» (SC33).

Esta función comunicativa de la liturgia es consecuencia, a su vez, de su condición de


epifanía de la Iglesia, «sacramento de unidad» para todos los hombres (SC 26, 41; LG 1,
26) y mediación visible y humana en favor de los hombres (SC 2; LG 8). La liturgia no es
otra cosa que la Iglesia en oración, es decir, Iglesia a la «escucha» de Cristo y del Espíritu.
En este sentido la liturgia comunica mucho más que una información o un mensaje de ideas
o sentimientos. Comunica una vida, la vida de Dios, que tiene su fuente en el Padre y su
medio de expresión significativa y de eficacia en los sacramentos que Jesucristo ha dado a
la Iglesia para que los realice bajo la acción del Espíritu Santo.

55
Comunicación entre los hombres
Ahora bien, la Liturgia, en cuanto celebración de la Iglesia y por
consiguiente acción humana, es comunicación impersonal de todos los
que se han reunido para celebrar. Esta realidad constituye básicamente
la acción celebrativa, cuya finalidad primera es el encuentro de los que
forman la comunidad, movidos por un mismo acontecimiento que los
convoca, para expresar y tomar parte vital y festivamente en el misterio
salvífico. La celebración exige verdadera comunicación a nivel
humano por parte de todos los que participan en la acción litúrgica, de manera que el yo y
el tú, dentro del horizonte comunitario, se transformen verdaderamente en el nosotros
eclesial, verdadero sujeto integral de la liturgia.

4. El lenguaje litúrgico

Al hablar de la comunicación en la liturgia, se ha puesto de relieve la existencia de varios


medios de transmisión de mensajes: la comunicación sonora por la palabra hablada y
cantada, la música, el silencio; la comunicación visual mediante el gesto, el símbolo y otros
elementos. El conjunto de todos ellos hacen de la celebración litúrgica una gran acción
comunicativa que contribuye a configurar la comunidad eclesial a través de las relaciones a
que da lugar, no sólo en el diálogo entre Dios y el hombre, sino también en la
comunicación interpersonal de todos los que toman parte en la celebración como se ha
indicado anteriormente.

Por ello, es necesario indicar que el conjunto de todas las palabras, símbolos, y modos de
comunicación que se usan en la liturgia forma el lenguaje litúrgico. Así, «el canto, unido a
las palabras, constituye una parte necesaria o integral de la Liturgia… La Música Sacra,
Por consiguiente, será tanto más santa cuanto más íntimamente se halle unida a la acción
litúrgica…» (SC 112); igualmente, los gestos, actitudes del cuerpo, elementos utilizados y
espacios (que no son solo lugares donde se celebra, sino que es un ambiente impregnado de
los motivos de la reunión de la asamblea litúrgica) utilizados en la liturgia tienen un
lenguaje que en definitiva buscan cumplir los objetivos de la misma.

Y es que: el lenguaje «es la capacidad del hombre de comunicarse con la mediación de un


sistema de signos específicos, comunes a los miembros de una comunidad, y a través del
cual el sujeto se relaciona con los demás y a la cultura en general». El lenguaje litúrgico es
un modo propio de estructurar las palabras, frases, gestos y símbolos de acuerdo con una
cultura particular y que sea plenamente comprensible sólo para los que están dentro del

56
contexto propio de esta cultura.55
Pues, la comunicación de Dios es inseparable de los gestos y de las palabras que significan
y contienen lo que él ha querido transmitir. De ahí que los gestos y las palabras de la
liturgia, intrínsecamente unidos como ocurría en la revelación (DV 2), constituyen, en
términos de la ciencia de la comunicación, el soporte del «mensaje» divino de la salvación,
es decir, el código adaptado a la capacidad del receptor, el hombre. Éste es un ser situado
en la historia, es decir, en el tiempo y en la geografía, y tiene necesidad de percibir la
salvación en las realidades sensibles y creadas que puede ver y entender.
En la liturgia no sólo se anuncia la salvación sino que se realiza eficazmente en un régimen
de signos sensibles, que hacen que el hombre comprenda lo que Dios le ofrece y lo acepte
con fe.

Más aún, a través de la comunicación humana e interpersonal de los miembros de la


asamblea litúrgica se produce también la auto manifestación de Dios, puesto que la
asamblea es la primero de los signos de la presencia del Señor en la liturgia. Después
entran en juego otros signos, como la persona del que preside, la palabra, la música, los
gestos, el rito, etc.

En el dialogo entre Dios intervienen diversas personas según el grado de participación


litúrgica y la naturaleza de la acción: presidente, ministros, monitor, coros. Es evidente que
las intervenciones de estas personas dan lugar a una serie de emisiones y de recepciones, de
interacciones personales, individuales y comunitarias, que influyen y condicionan de alguna
manera la misma comunicación del misterio que se celebra. La grandeza y el servicio de la
liturgia esta precisamente aquí, en la mediación humana querida por Dios para la auto-
manifestación de su voluntad salvífica y el acceso del hombre a la comunicación de vida
con Cristo en el Espíritu.

Conclusión

Es comprensible la gran importancia que tiene el realizar bien todas las acciones
comunicativas dentro de la celebración: leer, cantar, hablar, hacer los gestos, llevar a cabo
los ritos, etc., para que «funcione» la comunicación en la liturgia. Aunque es indispensable
indicar que la gracia de Dios actúa en distintas formas y contextos, empero, no se pueden
negar o despreciar las exigencias antropológicas si se quiere de veras que todo esté al
servicio de los hombres y en definitiva, de su encuentro con Dios en Jesucristo. De ahí la
insistencia del Concilio Vaticano II, de los documentos y de los libros litúrgicos en el
fomento de la educación litúrgica y en la participación activa de los fieles (SC 19). Es que
en definitiva, no basta con asegurar los elementos de la celebración valida y lícita, sino que
se ha de procurar una participación consciente y fructuosa, y una noble sencillez,

55
LEBON J., «Para vivir la liturgia», Ed. Verbo Divino, Pamplona 1987

57
transparencia en la acción, de manera que no sean necesarias muchas explicaciones (SC
34). Si las cosas no se hacen así se corre el riesgo de bloquear las celebraciones, impidiendo
que sean cauce y expresión de una verdadera experiencia de comunión.

Por tanto, la liturgia es comunicación riquísima, mucho más de lo que parece a simple vista.
La liturgia no puede descuidar ninguno de los códigos de los que se sirve para realizar su
mediación comunicativa de la Palabra de Dios y de la respuesta hecha adoración y
alabanza. En ella el Padre se comunica a los hombres y les manifiesta el designio de su
amor por medio del Espíritu Santo. Este será siempre el gran contenido del mensaje
«codificado» en palabras y en gestos humanos que Jesucristo, el Verbo encarnado, hizo
posible para que los hombres pudiéramos recibirlo e intercambiarlo entre nosotros.

58
LA COMUNICACIÓN LITÚRGICA A
TRAVÉS DEL CANTO Y DE LA MÚSICA

“Cantar es propio de quien ama” (San


Agustín)

Objetivo Conocer la naturaleza, la importancia, el uso y los criterios del canto y la


música en la celebración litúrgica.

Introducción

El canto y la música son realidades indispensables para la vida, son expresiones en los
cuales manifestamos nuestros más hondos sentimientos y emociones. Es difícil vivir sin la
música y sin el canto. De ahí que también en nuestras celebraciones litúrgicas, estos
elementos, no son solamente decorativos y exteriores, sino ante todo, expresiones
profundas de fe y alegría. Veamos un poco el canto en la liturgia, su naturaleza, su valor y
su uso.

1. Antecedentes

En términos generales la música está en los orígenes de la Música es el arte de


humanidad. La palabra Música procede del griego Mousike, combinar los sonidos
con dos significados: uno lo relacionado con la educación de forma agradable al
del espíritu (Musas o diosas de las artes), y otro específico oído.
de arte sonoro, que es el que ha llegado hasta nosotros. Para
los griegos la música era un don de los dioses.

Por otra parte hay que diferenciar el canto y la música. En verdad el canto, es decir la voz
humana es la expresión primordial del hombre para manifestar sus sentimientos más
profundos: la alegría, el lamento, la exultación, etc.56

56
Silvano Sirboni, El lenguaje simbólico de la liturgia. Los signos que manifiestan la fe, Ed. San Pablo,
Bogotá, 2010, p. 77

59
2. El canto y la música en el ámbito cristiano

La música y el canto en la Biblia


La Biblia nos muestra que también para el pueblo de Israel la
música es una profunda realidad religiosa. Para los israelitas el
canto es expresión de la admiración y del reconocimiento de la
presencia de Dios en la misma creación.
 Música y canto en el Antiguo Testamento
Están en los salmos que abarca todas las formas de expresión
sonora, desde el grito de aclamación hasta el cantico acompañado por
instrumentos musicales y por el baile. La invitación a cantar es frecuente al inicio de las
alabanzas a Dios. (Ex 15,21; Is 42,10; Sal 105,1 y con un sentido mesiánico: Sal 96,1;
42,10; 149,1).
 Música y canto en el Nuevo Testamento
La Iglesia primitiva continuó la práctica de las sinagogas cantando himnos y salmos en el
culto (Col 3,16; 1Cor 14,26; St 5,13). Se reunían para rezar, para escuchar la Palabra de
Dios, para celebrar la Eucaristía. San Pablo exhortaba a los cristianos a cantar y dar gracias
a Dios con salmos, himnos y canticos inspirados (Ef 5,19-20). El mismo Señor en la Última
Cena cantó los himnos del rito pascual (Cf Mt 26,30).

a. Breve recorrido histórico del canto y la música en el cristianismo

La música cristiana, tanto de oriente como de occidente, tuvo, durante los primeros siglos,
características comunes, heredadas sobre todo de la música hebrea y de la música griega.
La música del primer gran núcleo cristiano en occidente, fue el de Milán, cuya liturgia fue
establecida por san Ambrosio. Mientras la música ambrosiana cobraba enorme resonancia,
se comenzó a organizar el canto romano, que con el correr del tiempo vendría a ser el canto
gregoriano. Los papas de los s.s. V y VI desempeñaron un papel importantísimo en el
desarrollo del arte y la música. Pero a finales del s. VI, el 7 de septiembre del año 592
cuando, con el ascenso al papado de Gregorio I llamado magno, el canto romano alcanzó su
más perfecta expresión. Una vez en el pontificado inició una obra que puede resumirse en
dos aspectos: en primer lugar la compilación y selección de las melodías, para que fueran
copiadas y coleccionadas en un libro llamado antifonario. En segundo lugar dedicó gran
parte de su esfuerzo a la formación de músicos, organizando en cada iglesia un grupo de
cantores que se conoció con el nombre de Schola cantorum. Emprendió luego la tarea de
unificación de las liturgias, lo cual logró en gran parte. Desde entonces al canto de la
liturgia romana se le comenzó a llamar canto gregoriano, denominación ésta que se
extiende también a la creación musical posterior a Gregorio magno, si conserva las mismas
características.

60
Hasta el Concilio Vaticano II el esfuerzo principal en el campo de la música sagrada fue la
promoción y difusión del canto gregoriano y de la polifonía clásica. La época posterior a la
reforma litúrgica del Concilio ha conocido experiencias de abusos en la adaptación de la
música a las nuevas realidades, pero han sido más grandes las buenas experiencias.

3. El canto y la música en el ámbito litúrgico

a. Los valores y el sujeto del canto y la música en la liturgia


Valores: Aunque casi nunca surge la pregunta ¿por qué cantamos en nuestras
celebraciones? es bueno dar razones sobre esta actitud:

 El canto expresa y realiza nuestras actitudes interiores


 El canto hace comunidad
 El canto hace fiesta
 El canto tiene una función ministerial
 El canto es sacramento

Sujeto: El sujeto del canto litúrgico es el pueblo congregado; sin embargo también el
―coro‖ el cual es ante todo, actor de la celebración litúrgica y está al servicio de ésta, no es
para deleitar, ni para exhibirse o para dar un concierto.

b. Criterios para seleccionar un canto litúrgico

 Cantable-participativo

Aunque tenga un contenido teológico profundo, innegable estética musical pero si no


permite la participación de la asamblea un canto deja de ser litúrgico. El canto debe ser
conocido por la asamblea, por eso es importante conocer y difundir cantos nuevos para que
sean bien conocidos.

 Contenido litúrgico-teológico

No basta que el canto sea hermoso o que todos lo canten, es necesario que el texto tenga un
claro contenido y que esté acorde al lugar, al momento, y al contexto de la celebración
litúrgica. Que el canto esté destinado a la liturgia y que sintonice con el misterio de la fe.

 Estética musical

Es importante la belleza musical con simplicidad y frescura, hay que evitar el


rebuscamiento y la extravagancia, además procurar una interpretación fiel al contenido y a
la composición original del autor. Hay que tener mucho cuidado también con los
instrumentos que vamos a utilizar y evitar el sonido tan ensordecedor.

61
c. Las funciones del canto y la música en la liturgia
El canto en la liturgia tiene funciones semejantes a las funciones generales que tiene el
canto como actividad humana. Concretamente se habla de una doble función: Función
sacramental: porque tiene la tarea de expresar el misterio cristiano, de exteriorizar el
sentimiento de fe de los que participan en la celebración, y a la vez, de ayudar a interiorizar
y consolidar mejor lo que exterioriza, para traducirlo después en la vida. Función
ministerial: porque está al servicio de la acción litúrgica. En definitiva, esa es la razón de
ser del canto y la música en la liturgia, lo que la hace sagrada: su ―noble servicio‖ a la
celebración litúrgica (Cf. SC 112).

d. Cantos para el ordinario de Misa y de los tiempos litúrgicos

Cantos para el ordinario de Misa

En todos los cantos del ordinario de la misa, tiene prioridad el texto exacto de la liturgia. En
los casos en que no es así, debe seguir lo más cerca posible, el sentido del mismo.

 Señor, ten piedad. Canto de índole reflexivo e interior. A través de este canto
confesamos tanto el amor misericordioso de Dios, como nuestra condición de
pecadores necesitados de su perdón. El ritmo debe ser tranquilo que permita la
reflexión, la melodía sin mayores intervalos al alcance de la asamblea y la duración:
corta.
 Gloria. Canto de alabanza, es un himno de alabanza y aclamación a Cristo y a la
Santísima Trinidad, se canta en las Misas Dominicales, las Solemnidades y Fiestas
Litúrgicas. Siempre que se pueda, es preferible cantar con letra litúrgica. En los
tiempos de Adviento y Cuaresma se deja de cantar o rezar, retomando en la fiesta de
Navidad y en la de Pascua. El ritmo es alegre, enérgico, la melodía es exultante.
 Credo. Se reza o canta los Domingos, y en Solemnidades.
 Santo. Canto de alabanza. El Santo es el único canto que la propia liturgia invita a
entonar… Debe ser cantado por toda la asamblea. El ritmo es libre, la melodía también
libre y la duración: según el texto.
 Padre Nuestro. Resulta muy difícil reducir el Padre Nuestro a la forma de canción
estrófica. El texto obliga a adoptar una forma libre. No es necesario cantarlo.
 Cordero de Dios. Canto reflexivo, Cordero de Dios puede cantarse o recitarse. Si se
canta es bueno considerar atentamente su duración, de modo que coincida con la
acción del sacerdote.

Otros cantos para la Misa

 Canto de entrada (Canto procesional hasta que llegue el celebrante y los acólitos al
altar)
 Salmo responsorial (Es la respuesta de la asamblea estrechamente ligada a la
palabra proclamada)

62
 Aclamación antes del Evangelio (El ―Aleluya‖ antes del Evangelio prepara a la
escucha de la palabra de Jesucristo, la música es de carácter gozoso. Ritmo y
melodía: movido y alegre.)
 Presentación de las ofrendas (Momento en que puede cantar sólo el coro o puede
ser música instrumental en vez de canto de la asamblea)
 Aclamación después de la consagración (Al decir el sacerdote: ―Este es el
sacramento de nuestra fe‖ u otras fórmulas la asamblea contesta con una aclamación
gozosa)
 Amén (Este ―Gran Amén‖ debería cantarse siempre)
 Cantos de comunión (Expresan la unidad con Cristo y entre los fieles que se
acercan al altar, Cantos libres. Que acompañen la procesión. Se debe considerar un
tiempo de silencio para la oración personal después de la comunión)
 Canto final (Este canto sólo tiene sentido si la asamblea está presente, música alegre
de ritmo y melodía libre al alcance de la asamblea).

Cantos para el año Litúrgico

 Adviento. Tiempo de esperanza y de gozo. En el Adviento se vive una doble espera, un


memorial y otra escatológica: recordamos sacramentalmente el nacimiento de Jesús y
esperamos su segunda venida. Es un tiempo de expectativa confiada, y ese es el
carácter que prevalece en los cantos. No se canta el ―gloria”.
 Navidad. Los villancicos son himnos a Dios hecho niño, encarnado en la historia
concreta de los pueblos. En las misas de Navidad, y en las de la octava fiesta, no
deberían faltar estos cantos, que se pueden escoger para el inicio de la Eucaristía, para
la comunión y como canto final.
 Cuaresma. Es el gran tiempo penitencial de la Iglesia, los cuarenta días de conversión
y purificación interior. Desde el miércoles de ceniza hasta la vigilia pascual no se canta
el Aleluya como signo penitencial. El ―Gloria‖ tampoco se canta en todo ese lapso,
excepto en la misa del Jueves Santo (y en la Solemne de San José). La Cuaresma no es
un tiempo triste, sino más bien serio, recogido, meditativo.
 Pascua y Pentecostés. La Pascua es la victoria de Cristo sobre el pecado y la muerte. El
canto del Aleluya pascual expresa ese sentido y ese gozo que se prolongan en la octava
de Pascua y en todo el tiempo pascual. Durante todo el tiempo pascual se deberían
cantar cantos de resurrección, también en la Ascensión y en la venida del Espíritu
Santo, que no son fiestas separadas. Estas dos últimas también deberían agregar cantos
propios, sobre todo cantos al Espíritu Santo.
 Tiempo durante el año (Tiempo “ordinario”) En estas 33 ó 34 semanas, la Iglesia
celebra los misterios de la vida pública del Señor. Es el tiempo más largo del año
litúrgico, de modo que será importante cuidar la variedad de la música. Buscar cantos
adecuados para cada momento. En el tiempo durante el año caen algunas fiestas
importantes que es bueno celebrar con cantos propios: La Santísima Trinidad, Cuerpo
y Sangre del Señor, Sagrado Corazón de Jesús y, el último domingo del año litúrgico,
Cristo Rey del Universo.

63
4. Normas y sugerencias pastorales para el canto y la música en la
liturgia

Para el Coro, los integrantes, normalmente deben ser ―cristianos con aptitudes para el canto
en grupo o para tocar algún instrumento, que se organizan para aportar su arte musical
como un ministerio al servicio del pueblo de Dios”.

 No debe perderse de vista que, antes que cantores, los miembros del Coro litúrgico son
cristianos convocados también a la Celebración: no deben nunca actuar y comportarse
como si estuvieran ―fuera de la Asamblea‖, ni dar a entender con su conducta que se
limitan a dar apoyo técnico al canto del Pueblo de Dios. Ellos son también, y ante todo,
Pueblo de Dios.
 El Coro Litúrgico debe tener muy presente que la Misa no es un concierto. Esta
afirmación no va en contra de la belleza musical de las interpretaciones, no de su calidad
profesional, sino a favor de su sencillez. Los cantos muy complicados desalientan a la
Asamblea, la que por temor a equivocarse opta por callarse y ―ponerse a oír‖ al Coro.
 Si el Coro decide entonar un canto más elaborado, deberá hacerlo dentro del espíritu de
dicha Celebración, y en el momento litúrgico adecuado. Pero nada impide que antes o
después de la Celebración, el Coro pueda brindar al Pueblo de Dios un Concierto o un
espectáculo musical, como ocurre en Navidad, en las fiestas parroquiales, etc.
 Este mismo criterio es válido para decidir la mejor colocación del Coro en el lugar donde
se celebra la Eucaristía: lo más sensato es buscar un equilibrio entre eficacia y discreción:
que se coloque donde se oiga bien para que cumpla con su ministerio musical, pero que a
la vez no distraiga a la Asamblea.

Algunas cuestiones prácticas


 Dar acompañamiento y formación a los coros parroquiales, en tres niveles:
formación cristiana, formación litúrgica y formación técnica.
 Nada digno y agradable en música se logra sin previo ensayo. La Misa no es para
ensayar o improvisar en el momento.
 Disciplina del coro: puntualidad, compromiso, estudio, presentación, etc.
 Un buen equipo de sonido y buen uso del mismo (no es el que hace más bulla).
 Como la música está al servicio de la liturgia, así lo estará también del canto. Que la
música no opaque el canto, sino que lo sostenga. Hay espacios para solos musicales.

5. Conclusión
Hemos conocido lo valioso e importante que
desempeña el canto y la música en la celebración
litúrgica, es un lenguaje muy profundo a través del
cual comunicamos nuestra fe y entrega a Dios, por
Cristo en el Espíritu, por eso cada vez que
participamos cantando en la Liturgia debemos
hacerlo de manera consciente, activa y vivencial.

64
LA COMUNICACIÓN LITÚRGICA
A TRAVÉS DE LOS GESTOS Y
ACTITUDES DEL CUERPO
HUMANO

Objetivos: Resaltar la importancia de los gestos y aptitudes en la celebración litúrgica.

Introducción
Los gestos y aptitudes son muy importantes en la celebración litúrgica, pero a veces no le
ponemos atención a estos pequeños detalles que la Iglesia nos ofrece. Este apartado se trata
de resaltar los gestos y aptitudes más importantes que se viven en la Liturgia, los hemos
resaltado para los hermanos que a veces no conocen mucho o nada de esta riqueza litúrgica.

1. Gestos
a. La señal de la cruz
Es un gesto típicamente cristiano. Según aparece en muchos
textos, los primeros cristianos realizaban frecuentemente
este signo tanto en la vida ordinariamente como en las
celebraciones litúrgicas. Está atestiguado al menos desde el
siglo II. Tertuliano (Decoronas Militis 3) escribe que los
cristianos se signas con la señal de la cruz cuando se ponen
de camino, al salir o al entrar en su domicilio, al vestirse, al
levantarse, al comer, al acostarse, al levantarse, etc. La señal
de la cruz viene a ser como un sello de Cristo, una profesión
de fe en Él, una afirmación de su poder soberano, una
invocación de la gracia de Dios implorada por los méritos de
Cristo, muerto en la Cruz. También se usa como bendición
de cosas y personas acompañada de fórmulas especiales.

b. Golpes de pacho
Es signo de arrepentimiento por los pecados cometidos y de humildad. En
este sentido aparece en el Evangelio, referido al publicano y al centurión.
Están prescritos actualmente al hacer el acto de contrición en la Misa,
pero no hay que golpearse tres veces, como ocurría en el rito anterior, sino
una sola.

65
c. Ojos levantados al cielo
Ese gesto lo usó Jesús en el momento de la multiplicación de los panes,
al comenzar la predicación de las bienaventuranzas, en la oración previa
a la resurrección de Lázaro y en la oración sacerdotal. Es un signo de
súplica confianza a Dios Padre.

d. Las unciones
Es un gesto que la liturgia emplea con bastante abundancia. No es
origen cristiano, pues era conocido y usado tanto en los pueblos
semitas como en los del mundo mediterráneo. En la liturgia actual
aparece en el bautismo con sentido exorcístico (unción con el óleo
de los catecúmenos) y sacerdotal (crisma en la cabeza). También se
usa en la confirmación como rito perteneciente a la estructura
esencial del sacramento que confiere el Espíritu Santo. En las
órdenes sagradas explicita la unción interior realizada por el
sacramento.

e. Imposición de la ceniza

Aparece con frecuencia en el Antiguo Testamento la


liturgia actual realiza este gesto al comenzar la cuaresma,
como reliquia del gesto que hacían los penitentes. Es
signo de humildad, arrepentimiento, de resurrección (la
humildad y el arrepentimiento producirán la muerte del
pecado y la resurrección a la nueva vida en Cristo, en la
Vigilia pascual.

f. Imposición de las manos


Es un gesto antiquísimo y común a muchas
religiones. En el Antiguo Testamento estaba prescrita en el culto sacrificial.
Jesucristo lo usó muchas veces para realizar milagros y bendecir. Los hechos
recuerdan en bastantes ocasiones que los apóstoles imponían las manos para
impetrar la acción del Espíritu Santo sobre los bautizados y en los ritos de
ordenación sacerdotal. La liturgia usa mucho la imposición de las manos: en la
celebración de la Eucaristía (epíclesis preconsecratoria); en la penitencia; en los
ritos de ordenación diaconal, presbiteral y episcopal; en la confirmación, etc.

66
g. Manos elevadas y extendidas
Expresa los sentimientos del alma que busca y espera
el auxilio de lo alto. Fue practicado por el pueblo
judío. En la liturgia actual es un gesto reservado al
ministro que celebra la Misa (durante las llamadas
oraciones presidenciales, especialmente la plegaria
Eucarística) o realiza oraciones consecratorias, de
bendición, etc.

h. Manos juntas y plegadas junto al pecho


Este gesto muy expresivo y edificante, es de origen
tardío, pues se introdujo en la liturgia en el Siglo XII.
Es pues un gesto de humildad y de actitud orante y confiada. La liturgia actual prescribe
este gesto en varias ocasiones, aunque en menor medida que la precedente. Unas veces lo
hace de forma implícita, al decir: ―después, con la manos extendidas‖; otras, en cambio de
forma implícita. De todos modos, ha quedado como forma normal de oración y es el gesto
más acomodado a la celebración litúrgica cuando las manos no han de emplearse en otros
ritos o no se prescribe que se tengan levantadas.

i. Manos que dan y reciben la paz


El puño cerrado es signo de violencia y de lucha. Las manos extendidas, abiertas y
acogedoras, por el contrario simbolizan la actitud de un corazón pacífico y fraternal que
quiere comunicar algo personal y está dispuesto a acoger lo que se le ofrece.

j. Manos que reciben el cuerpo del Señor


Durante varios siglos los fieles comulgaban recibiendo el Pan Eucarístico en la mano y
llevándolo personalmente a su boca. En los siglos VII-VIII, en algunos lugares y a partir
del siglo IX se cambió el gesto, en casi todos los lugares de recibir la Sagrada Forma
directamente en la boca. Recientemente la liturgia romana ha restaurado el gesto primitivo,
aunque con determinadas condiciones. La forma más adecuada de realizar el gesto lo
ofrecía ya san Cirilo de Jerusalén en el siglo IV: «No te acerques con las palmas extendidas
ni con los dedos separados, sino haciendo de tu mano izquierda como un trono para tu
derecha, donde se sentará el Rey. Con la cavidad de la mano recibe el Cuerpo de Cristo y
responde ―Amén‖» (Cat, Myst. 5,21). Las manos dispuestas para recibir la comunión han
de ser signo de humildad, de pobreza, de espera, de disponibilidad y de confianza.

67
2. Actitudes litúrgicas más importantes
a. De pie.
Era norma general en las religiones antiguas. Significa la libertad de los hijos
de Dios, liberados del pecado. El cristiano puede estar de pie delante de Dios
porque es su Padre. También es signo de alegría. Incluye el simbolismo de
respeto y de la espera del retorno definitivo del Señor y de la eterna

bienaventuranza.

b. De Rodillas
Es una actitud de carácter penitencial; por eso era propia de los días de ayuno.
También es signo de postración y de humildad, de arrepentimiento. En ocasiones
es signo de adoración, por eso la piedad oriental la introdujo para adorar la
Sagrada Eucaristía y recibir la comunión.

c. Sentados para escuchar


Es la actitud que adopta el amaestro que enseña o el jefe que preside. De
ahí arranca el hecho que el obispo tenga una cathedra o sede desde
donde preside y enseña. Esta actitud se encuentra ya en la época
apostólica. (Act 20,9; 1 Cor 14,30). Jesucristo cuando se quedó en el
Templo, estaba sentado delante de los doctores (Lc 2, 46) Actualmente
los fieles se sientan durante las lecturas, los cantos meditativos y la
predicación. En esos momentos simboliza la actitud del discípulo que
escucha lo que Dios le dice. En cambio cuando el obispo o sacerdote se
sienta en la cátedra para predicar, es signo de la autoridad magisterial
que éste tiene y ejerce en nombre de Cristo, Supremo Maestro.

d. Inclinación
Es una actitud cultual conocida en todas las liturgias. En la liturgia
romana actual, es la actitud que adopta el sacerdote cuando recita
ciertas oraciones privadas durante la Misa y al saludar al altar, al
obispo, etc. Los fieles se inclinan para recibir la bendición del
sacerdote, especialmente cuando se emplea una forma solemne de
bendición. Es signo de veneración, espeto y humildad. Hay dos
clases de inclinación: de cabeza y de cuerpo. Limitándonos a la
Misa, la primera se realiza cuando se dicen los nombres de
Jesucristo, de María y del santo en cuyo honor se celebra la fiesta.
La inclinación del cuerpo – o inclinación profunda – se hace al altar cuando no hay sagrario
conteniendo el Santísimo Sacramento; en las oraciones munda cor meum e in spiritu
humilitatis; durante las palabras ―se encarnó de María Virgen y se Hizo hombre‖ del credo,

68
excepto los días de la navidad y de la anunciación, en los que se hace genuflexión, etc. La
genuflexión – doblar la rodilla – es una variante de la inclinación. Fue introducida al
comienzo de la edad moderna (s. XVI). En la Misa el ministro adopta esta adopta esta
actitud en tres momentos: después de la elevación de la Sagrada Hostia, después de la
elevación del Cáliz y antes de comulgar. Cuando el sagrario está en el presbiterio y
contiene el Santísimo, se hace genuflexión, antes y después de la Misa y cuantas veces se
pasa delante del sagrario. En estos casos es signo de respeto y adoración.

e. Postración
Aparece frecuentemente en la Biblia
como actitud de oración: (Gn 17,3; Dt
9,18; Tob 12,16; Mac 10,4; Ap
4,10).actualmente es una actitud
excepcional, pues se reserva a quien
recibe una consagración definitiva de manos del obispo: los ordenados in sacris y los
diáconos, las vírgenes, los abades. También pueden hacerla el sacerdote y el diácono al
comienzo de la solemne acción litúrgica del viernes santo.

f. De pie y de rodillas
Las actitudes del cuerpo son acciones simbólicas. Ahora bien el estar de pie o de rodillas, el
asumir una actitud u otra no es indiferente. Todo gesto entra de algún modo en esa
dimensión de anuncio y de instrucción que es parte integrante de la acción litúrgica y por
consiguiente no pude dejarse al gusto momentáneo de cada uno. ―Aunque la sagrada
liturgia sea principalmente culto de la Divina Majestad, contiene también una gran
instrucción para el pueblo de fiel‖ (SC 33).

Las actitudes que se han de asumir durante la acción litúrgica no son ni causales, ni
orientadas a la eficiencia o al orden exterior, no sirven para cambiar la posición o evitar el
tedio, ni para hacer algo mejor o más hermoso, son verdaderas acciones simbólicas. Entre
ellas el estar de pie es sin duda una de las más importantes.

- De pie porque somos hijos de Dios resucitados con Cristo.


Es muy significativo que la Iglesia antigua nos presenten los momentos en que hay que
estar de pie, incluso se prohíbe arrodillarse el día domingo y durante los cincuenta días de
pascua. ―La costumbre de no doblar rodilla en el día del Señor es un símbolo de
resurrección a través de la cual, gracias a Cristo, nosotros hemos sido liberados de los
pecados y de la muerte, que por él ha sido destruida. (San Irineo de Lyon)

- De pie en la espera del Señor que viene


Se trata del anuncio escatológico, de la vida cristiana como espera de la última venida de
Cristo, no solo la Eucaristía, sino toda la oración cristiana se arriaga en el significado global

69
y en el ritual de la cena pascual que preveía para todos los comensales la actitud de pie (Ex
12,11). Jesús mismo invita a sus discípulos a ser como aquellos siervos que de pie, ceñidos
sus lomos las lámparas encendidas esperan a su amo cuando regresa (Lc 12, 35).

- De rodillas sí, pero para volverse a levantar


El estar de rodillas es ciertamente una actitud significativa, que sin embargo haya su origen
y su espacio sobre todo en la oración privada. Expresa la conciencia de la propia pobreza de
pecado. Son momentos que expresan la humilde oración y súplica de todo un pueblo que se
siente poseído no tanto por el pecado como más bien por el infinito amor de Dios

g. Sentados para escuchar


- Signo de la escucha
En primer lugar el estar sentados es signo de la escucha confidencial, interior respetuosa y
meditativa. Esta escucha madura los sentimientos profundos y las decisiones valientes. Es
precisamente este sentimiento de escucha devota que la liturgia quiere expresar cuando
prescribe la actitud de estar sentados.

- Una palabra que se dirige a un pueblo unido


La palabra de Dios no es en primer lugar, un libro de meditación, sino una palabra que Dios
dirige a su pueblo, que tiende a construir su Iglesia. ―EL pueblo de Dios se congrega
primeramente por la Palabra del Dios vivo‖.

Conclusión.

Concluimos que, la liturgia es un momento muy importante y hay que vivirlo con alegría,
pero para ello es muy importante saber lo que en verdad significa. Este trabajo nos ayudará
pues hemos tratado algunos gestos y aptitudes que sobresalen en la vivencia de este sagrado
oficio.

70
LA COMUNICACIÓN A TRAVÉS
DE LOS ELEMENTOS QUE USA LA
LITURGIA

Objetivo
Incentivar a los fieles a valorar la expresión de los elementos que usa la liturgia, de
manera que se pueda obtener un mejor provecho de la riqueza comunicativa que tienen los
diversos elementos en la liturgia.

Introducción
La liturgia es un acto de comunicación y una expresión simbólica a muchos niveles. Por
medio de la liturgia Dios comunica la salvación a su Iglesia y la Iglesia comunica su
respuesta a Dios de múltiples maneras. Así la liturgia llega a ser un diálogo que se expresa
con todos los medios a disposición.

Para celebrar en nuestra liturgia el misterio de la salvación los cristianos nos servimos a
veces de las cosas más elementales de la vida, porque su lenguaje nos parece valido para
expresar los varios aspectos de la obrar salvadora dé Cristo: comer pan, beber vino, bañarse
en agua, vestiduras.

1. Vestiduras e insignias

1.1. Función e importancia de las vestiduras litúrgicas

Aunque las vestiduras litúrgicas no son lo más importante en la naturaleza sacramental


del culto cristiano, hay que reconocer que la Iglesia les atribuye mucha importancia. “La
mayor parte de las vestiduras sagradas reciben una bendición especial para separarlos del
uso común, y la Iglesia dicta normas y leyes muy precisas sobre cuándo, cómo, y quién
puede usarlos”57.

Hay diversas razones por la importancia dada a los vestidos litúrgicos58:


 ―El vestido litúrgico da identidad al que lo lleva para manifestar y resaltar su
función‖. El que lleva a cabo una función cultual no actúa en cuanto que es
persona privada sino como ministro de la Iglesia.
 ―Los vestidos litúrgicos expresan la rotura con la prisa y agitación de la vida
cotidiana y en cierto sentido reclaman al vestido regio del sacerdote eterno de la
liturgia celestial que encontramos en el libro del Apocalipsis como Señor de los
ángeles y de los elegidos‖.
 El vestido diferencia las personas (autoridades, militares, jueces, distintas clases
de familias religiosas…) y las circunstancias (luto, fiesta). ―Es un elemento, no
57
JOSÉ, A. (1989). GESTOS Y SÍMBOLOS. Barcelona, España: Centre de Pastoral Litúrgica, pág. 34.
58
Ibid.

71
esencial, pero muy expresivo en todo el complejo de las comunicaciones
humanas y sociales, al igual que en la liturgia‖.

1.2. ¿Por qué se revisten los ministros en la celebración cristiana?

La respuesta la da el mismo Misal, en su introducción: “En la Iglesia, que es el Cuerpo


de Cristo, no todos los miembros desempeñan un mismo oficio. Esta diversidad de
ministerios se manifiesta en el desarrollo del sagrado culto por la diversidad de las
vestiduras sagradas, que, por consiguiente, deben constituir un distintivo propio del oficio
que desempeña cada ministro. Por otro lado, estas vestiduras deben contribuir al decoro
de la misma acción sagrada”59.
El sentido de la vestidura litúrgica, por su distinción respecto a los vestidos cotidianos,
es, “una señal en un grupo se necesita distinguir a la persona que tiene una función
específica; un símbolo, es el signo vivo de Cristo, que convoca y reúne”60. En este sentido
debemos hacernos la siguiente pregunta:

1.3. ¿Cuál es la finalidad de las vestiduras litúrgicas?


Los vestidos en la liturgia no tienen una finalidad en sí mismos, como si fueran algo
sagrado. Tienen una función que podemos llamar pedagógica, en la línea que hemos visto
funcionar en la vida social, con el lenguaje expresivo y simbólico que les es propio.
Fundamentalmente la finalidad podemos resumirla en tres ideas61:
 Ante todo, estas vestiduras distinguen las diversas categorías de los ministros.
 Estos vestidos ayudan también al decoro, a la estética festiva de la celebración.
 En alguna manera los vestidos litúrgicos ayudan a entender el misterio que
celebramos.

1.4. Origen, uso y significado de las vestiduras sagradas

El origen de los distintos vestidos es muy diverso. Aquí veremos en particular sólo los
principales. Ya en la liturgia de los judíos se concedía importancia a veces exagerada a los
vestidos de los celebrantes. “Se veía en ellos un signo del carácter sagrado de la acción, de
la gloria poderosa de Dios y de la dignidad de los ministros”62.
Actualmente es distinta la costumbre respecto a los varios ministros de la celebración:
“Mientras el organista y los cantores no se revisten, los lectores y ministros de la
comunión sí lo hacen a veces; los monaguillos generalmente tienen su vestidura especial;
pero los que como norma se revisten son los ministros ordenados: diáconos, presbíteros y
obispos”63.
Ya en la liturgia de los judíos se concedía importancia a veces exagerada a los vestidos
de los celebrantes. “Se veía en ellos un signo del carácter sagrado de la acción, de la

59
Ordenación General del Misal Romano 297.
60
LEBON, J. (1987). Para Vivir la Liturgia . Navarra: EDITORIAL VERBO DIVINO. pag. 87.
61
ALDAZABAL, J. (1989). Pág. 39-40.
62
ALDAZABAL, J. (1989) Pag. 37.
63
ALDAZABAL, J. (1989). Pág. 36.

72
gloria poderosa de Dios y de la dignidad de los ministros‖64. Así se describen, por ejemplo,
los ornamentos litúrgicos de un sumo sacerdote: "cuando se ponía su vestidura de gala y se
vestía sus elegantes ornamentos, al subir al santo altar, llenaba de gloria el recinto del
santuario" (Ecclo 50,11).

El Alba, Casulla y Dalmática: Los tres vestidos litúrgicos


tienen su origen en los vestidos comunes llevados por los
ciudadanos romanos más pudientes, que según la ley civil de
vestidos romanos del año 397 era la tunica, un vestido de tela
blanca que pasó a ser nuestra alba, y la paenula, que iba encima
de la túnica y llega a ser nuestra casulla. A estos vestidos se
añadía la dalmática, que toma su nombre de Dalmacia, una
provincia romana en la moderna Croacia. Era un vestido
honorífico semejante a la casulla pero con mangas y que
correspondía al colobus llevados por los senadores romanos del bajo Imperio. Los ministros
usaban estos vestidos para la liturgia aun antes del fin de las persecuciones, por ser los más
dignos para el culto y dado que excluían para ello los vestidos militares y cotidianos.

Uso y significado del Alba: “es el vestido litúrgico básico


para los ministros ordenados, es una túnica blanca. un vestido
usado por todos los clérigos y que, según un decreto del Papa
Inocencio III en 1207, representa la pureza del estado bautismal
del clérigo65, debe ser siempre de color blanco, hecho de lino,
algodón u otra tela de modo que cubra todo el cuerpo. El cíngulo,
originalmente de lino, servía para proteger el alba. El cíngulo
cordón, probablemente de origen monástico, fue añadido posiblemente durante el
medioevo.

Uso y significado de la Estola: Sobre el alba los ministros ordenados se ponen la


estola: esa franja de diversos colores, de acuerdo al color litúrgico correspondiente (su
nombre viene del griego "stolizo", adornar)66. Los diáconos se colocan la estola en forma
cruzada, mientras que los presbíteros y obispos lo hacen colgándola por ambos lados del
cuello; también la estola se tiende a que sea de materia más digna y
estética, para los casos, cada vez más numerosos, en que se celebra
sin casulla (diáconos, concelebrantes, etc.).

Uso y significado de la Casulla: “Además del alba y la estola,


el presbítero o el obispo que preside la Eucaristía se reviste la
casulla, su nombre ya indica que es como una especie de "casa
pequeña", a modo de manto amplio que cubre a la persona. La
casulla es el indumento litúrgico que ha venido a caracterizar
sobre todo la celebración eucarística”67. Según la historia, fue

64
ALDAZABAL, J. (1989). Pág. 37.
65
Ordenación General del Misal Romano 298.
66
ALDAZABAL, J. (1989). Pág. 36.
67
Ibid.

73
usada sobre todo en los viajes o para el trabajo manual, para protegerse de
los elementos. Alrededor del año 350 la casulla fue adoptada por todas las
clases sociales aunque con modelos de diversa calidad. Poco a poco
adquiere el sentido de ser un vestido sagrado hasta que en el siglo octavo
se reserva exclusivamente para uso de obispos y sacerdotes.

Uso significado de la Dalmática: se concede como privilegio especial a los diáconos


de Roma en el siglo IV, por el Papa San Silvestre (314-335). La dalmática vendría a ser
como una casulla con mangas que llevan los diáconos. Suele estar hecha de los colores
litúrgicos y a veces de la misma tela que las casullas.

Otras vestiduras litúrgicas


El palio68: que es como una estola que utilizan los arzobispos a modo de escapulario, de
tela blanca salpicada de cruces, que les es enviada por el Papa como distintivo de su
especial dignidad.

La capa pluvial69: Originalmente fue una capa larga con capucha que se llevaba encima
de la casulla en las procesiones para proteger de la lluvia, de donde proviene el nombre de
capa pluvial, y se quitaba cuando la procesión entraba a la iglesia. Se convirtió en vestido
litúrgico propio para usar dentro de la iglesia durante el medioevo y se puede usar, encima
del alba y la estola, en casi todas las celebraciones litúrgicas con la excepción de la misa.

Las insignias episcopales


El báculo y el anillo: usados en España en el siglo VII como
símbolos de autoridad y jurisdicción fueron asumidos primero por
Galia y Germania y finalmente por Roma aunque el báculo no fue
aceptado en la liturgia pontificia, al menos hasta que el Papa Pablo VI
empezó a usar el báculo con el crucifijo.
La mitra: es el único ornamento de exclusivo origen romano, con
el nombre de phrigium deriva de un capelo ornamental de estado que
usaban los emperadores y altos oficiales imperiales. Con este sentido
oficial el Papa comienza a usar el phrigium para ir y volver de la Iglesia en los siglos IX y
X. Los Papas concedieron este privilegio a otros prelados y
abades hasta el punto que llegó a ser considerada como parte de
las insignias episcopales. Fue hasta finales del siglo XII, que la
entrega de la mitra se incluye en el pontifical romano como parte
del rito de ordenación episcopal.

68
Ibid.
69
Ibid.

74
Conclusión

Sobre las vestiduras litúrgicas podemos decir que, habría que evitar los dos extremos: la
supervaloración cuasi-idolátrica, y el abandono o menosprecio de su función pedagógica.
No tienen un tono fetichista de valor en sí mismos. Pero siguen expresando
pedagógicamente la dignidad de la acción sagrada, siguen "ambientando" el encuentro con
Dios, siguen recordando a los ministros su papel de tales en este encuentro misterioso.

No son ciertamente lo más importante en liturgia ni lo más eficaz en la pastoral, más sin
embargo ―hay que respetar las sobrias normas de la Iglesia actual, es un signo de
eclesialidad y de pedagogía celebrativa”70. Despreciarlas actuando sin estos vestidos en la
celebración creo que, además de ser falta de disciplina, es un empobrecimiento del lenguaje
simbólico de la liturgia. En una liturgia que está ya muy llena de palabras, tenemos que;
“dejar hablar también a los signos”71.

2. Elementos Naturales

2.1. Aceite

a) Las unciones
Para celebrar en nuestra liturgia el misterio de la salvación los cristianos nos servimos a
veces de las cosas más elementales de la vida, porque su lenguaje nos parece valido para
expresar los varios aspectos de la 0brarsalvadora dé Cristo. Uno de los elementos que tanto
en la Biblia como en nuestra liturgia tienen aplicaciones muy variadas y frecuentes es el
aceite con sus derivados.
De hecho el mismo nombre de cristianos que llevamos es un recuerdo constante de la
unción, pues “el termino Cristo, una palabra de origen griego que traduce literalmente por
el termino hebreo mesiah=mesías, que significa ungido, es decir, elegido, consagrado,
enviado de Dios”72.

b) El aceite y su polivalencia
Si se ha elegido ya desde muy antiguo este elemento natural para tantas acciones
litúrgicas es porque resulta bastante fácil su simbolismo cara a los diversos dones de Dios y
sus efectos espirituales. No es nada extraño que el aceite sea símbolo de salud, de bienestar,
de paz. Y que, por tanto, “en nuestras celebraciones sacramentales quiera expresar y ser
instrumento de los dones del Espíritu sobre los bautizados, los confirmados, los enfermos o
los que reciben la ordenación sagrada al ministerio”73. En la vida ordinaria ciertamente
tiene una multitud de usos.

70
Ibid. Pág. 41.
71
Ibid.
72
SIRBONI, S. (2010). EL LENGUAJE SIMBÓLICO DE LA LITÚRGIA . Milán, Italia: Edizioni San Paolo.
pág. 102.
73
ALDAZABAL, J. (1989). Pág. 73-74.

75
Además, en el N.T. resuenan otras direcciones de la unción con aceite: su uso como
combustible (las lámparas nocturnas de las diez vírgenes: las que tienen y las que no tienen
aceite: Mt 25), sus ventajas cosméticas (la mujer que unge a Jesús en casa del fariseo: Mt
26,7), su simbolismo de perfume espiritual "nosotros somos para Dios el buen olor de
Cristo" (2 Cor 2,15).

Una vez más es preciso subrayar que ―el simbolismo litúrgico corre el riesgo de no ser
comprendido y también de ser mal entendido sin la referencia a la Escritura, a la historia
de la Salvación”74 por ello siempre es necesario ver la Escritura y la Liturgia como las dos
caras de una misma realidad, pues la liturgia es la actualización del evento bíblico.

c) Un signo muy bíblico


Ya en el Antiguo Testamento el aceite es apreciado por todas esas propiedades
beneficiosas. Es considerado, junto con el trigo y el vino, como símbolo del bienestar y de
las bendiciones de Dios. El aceite da suavidad y alegría. “aceite perfumado alegra el
corazón, la dulzura del amigo consuela el alma‖ (Prov 27,9). También da fuerza en los
momentos en que más la necesitamos, sean deportivos, guerreros o espirituales: "tus
enemigos perecerán... pero a mí me das la fuerza de un búfalo y me unges con aceite
nuevo" (Salm 92,11).
Se unge con él, con intención de expresar algo profundo que viene de Dios, los reyes
("tomó Samuel el cuerno de aceite y ungió a David en medio de sus hermanos, y a partir de
entonces vino sobre David el espíritu de Yahvé": 1 Sam l6, 13). Sacerdotes ("a Aarón y sus
hijos... los bañarás en agua... tomarás el óleo de la unción, lo derramarás sobre su cabeza
y así les ungirás" Ex 29,4ss) y también, por lo que parece, los profetas ("ungirás a Jehú
como rey... y a Elíseo le ungirás como profeta" 1 Re 19,16). También se ungen los lugares
y las cosas que van a servir para el culto y que quedan de alguna manera consagrados a
Yahvé: la Tienda, el arca de la alianza, la mesa de los sacrificios, y luego el Templo (cfr.
Lev 8 y Ex 30).

d) El ungido y los ungidos


En el Nuevo Testamento el auténtico "Ungido" es Jesús de Nazaret. El nombre que más
se repite de él es el de ―Cristo‖, que en griego significa ―Ungido‖, al igual que ―Mesías‖ en
hebreo. Él es el que ha recibido la misión más difícil, la de Mesías, y por eso recibe la
Unción de lo alto, el Espíritu de Dios: “Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu
Santo y con poder” (Hch 10,38).
Solo que en Jesús no se trata tanto de un rito de unción visible, sino de una posesión
total por parte del Espíritu, la plenitud de sus dones sobre Jesús de Nazaret, que puede decir
de sí mismo, citando al profeta Isaías: "el Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha
ungido" (Le 4,18; Is 61,1). Dios le ha dado su fuerza y su poder, o sea, su Espíritu, para el
cumplimiento de su misión de Sacerdote, Profeta y Rey.
También los creyentes reciben esta unción. “Igualmente hay que entenderla en un
sentido espiritual, y no tanto de gesto sacramental, lo cual ciertamente se fue concretando
con el tiempo en el desarrollo de la Tradición. Los que creen en Jesús son ungidos por el

74
SIRBONI, S. (2010). pág. 102.

76
Espíritu”75, o sea, impregnados de sus dones de gracia, de verdad, de santidad, de fuerza:
"es Dios el que nos conforta en Cristo y el que nos ungió, y el que nos marcó con su sello y
nos dio en arras al Espíritu en nuestros corazones" (2 Cor 1,21).

Si Jesús es llamado Ungido (Cristo, Mesías), sus seguidores también son llamados
ungidos (cristianos). Y con ello el lenguaje de la unción pasa a constituir algo muy céntrico
en su identidad. De ahí que más tarde, como rito pasa a ser un elemento que está presente
en casi todos los sacramentos. Los mismos apóstoles curan con aceite a los enfermos (Me
6,13) y lo mismo hace el buen samaritano con el malherido del camino (Le 10,34). Por
primera vez aparece la unción como gesto de un sacramento cristiano en el famoso pasaje
de la carta de Santiago: " ¿está enfermo alguno entre vosotros? llame a los presbíteros de
la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor" (Sant 5,14s).

e) Las unciones de nuestra liturgia


En nuestra liturgia hay tres clases distintas de óleos que utilizamos en la celebración76:
 El óleo llamado de catecúmenos, con el que se hace la primera unción del
Bautismo.
 El óleo de enfermos, con el que se unge a los que se encuentran en grave situación
de debilidad o de enfermedad.
 El crisma, que es una mezcla de aceite y bálsamos aromáticos, y con el que se
realizan las unciones de la Confirmación y las Ordenaciones, así como también la
segunda del Bautismo.

¿Pero qué tipo de aceite se debe usar?


El aceite de estos óleos había sido hasta hace poco necesariamente de oliva. Pero Pablo
VI, en 1972, decidió que podía ser de otras plantas (por ejemplo girasol, coco, etc.).
Aunque no sea de oliva, cualquier aceite vegetal puede seguir teniendo en los diversos
países los mismos beneficios simbólicos para los sacramentos cristianos.

¿En qué sacramentos se utilizan los oleos?


Los Sacramentos en que se hacen las unciones son cuatro como acabamos de enumerar.
En dos de ellos la unción es el gesto primordial: la Confirmación y la Unción de enfermos.
En los otros dos, el Bautismo y la Ordenación, que tienen su propio gesto central (el baño
de agua y la imposición de manos respectivamente), la unción viene a ser un gesto
complementario.

f) El simbolismo de la unción en los Sacramentos.

Uso en el bautismo
En el Bautismo hay dos unciones:
La primera, antes del gesto del agua, tiene una intención de preparación para la lucha,
de fortalecimiento contra el mal: "para que el poder de Cristo Salvador os fortalezca, os
ungimos con este óleo de salvación" (Ritual de los Sacramentos 120).
75
ALDAZABAL, J. (1989). Pág. 75
76
ALDAZABAL, J. (1989). Pág.76.

77
Es un gesto que se hace sobre el pecho, recordando a los atletas y luchadores que ya
desde antiguo se dan este masaje preparándose al combate y el esfuerzo. Ahora, quiere
transmitir la fuerza de Dios para el que empieza la vida cristiana. Así se expresa la oración
con la que el Obispo bendice este óleo en la Misa Crismal: “... dígnate bendecir este óleo y
concede tu fortaleza a los catecúmenos que han de ser ungidos con él, para que al
aumentar en ellos... la valentía en el combate de la fe, vivan más hondamente el evangelio
de Cristo, emprendan animosos la tarea cristiana...”.

La segunda unción se hace después del bautizo, y tiene otra intención. Se hace ya con
el crisma, y sobre la coronilla. Apunta a una verdadera consagración: “Dios os consagre
con el crisma de salvación para que entréis a formar parte de su pueblo y seáis para
siempre miembros de Cristo, sacerdote, profeta y rey” (Ritual de los Sacramentos 129). El
bautizado se incorpora a Cristo y a su sacerdocio.

Uso en el sacramento de la confirmación


El gesto central de la Confirmación es la Crismación en la frente. Se hace con el
―crisma‖, aceite y bálsamo perfumado, que es consagrado por el Obispo en la Misa
Crismal.
Su sentido simbólico en la Confirmación apunta a la consagración y la incorporación a
Cristo y su Iglesia: “el don del Espíritu Santo que ahora vais a recibir, os marcará con un
sello espiritual y os hará miembros más perfectos de la Iglesia, configurándoos más
plenamente con Cristo, que fue ungido también en su Bautismo por el Espíritu Santo y
enviado...”77, "vais a recibir ahora toda la fuerza del Espíritu", "desde ahora tendréis la
misión de ser ante el mundo testigos... como el buen olor de Cristo" (Ritual de los
Sacramentos 26)
La fórmula central del sacramento dice con claridad el don que se recibe con esta
Crismación: "recibe por esta señal el don del Espíritu Santo". Y así quedan "ungidos",
partícipes de la Unción del Mesías: "ser crismado es lo mismo que ser Cristo, ser mesías,
ser ungidos" (Ritual 33). Ungidos por el Espíritu para una misión.
La oración con la que el obispo consagra el crisma expresa bien su simbolismo y
eficacia: "santifica con tu bendición este óleo y que, con la cooperación de Cristo, tu Hijo,
de cuyo nombre le viene a este óleo el nombre de crisma, infundas en él la fuerza del
Espíritu Santo con la que ungiste a sacerdotes, reyes, profetas y mártires, y hagas que este
crisma sea sacramento de la plenitud de la vida cristiana..."

Uso en la Unción de los enfermos


En el sacramento de la Unción de Enfermos se ungen la frente y las manos del enfermo.
Como siempre, las palabras que acompañan al gesto indican su sentido: "otorga al enfermo
la gracia del Espíritu Santo, con lo cual el hombre entero es ayudado en su salud,
confortado con la confianza en Dios y robustecido contra las tentaciones del enemigo y la
angustia de la muerte" (Ritual 6).
En la enfermedad grave, momento de peligro y de lucha contra la debilidad a la vez
corporal y espiritual, “la fuerza de Dios viene al cristiano con este nuevo don del Espíritu,
que había empezado expresando con las primeras unciones del bautismo y la

77
ALDAZABAL, J. (1989). Pág. 77.

78
Confirmación‖78 su fuerza acompañante: ahora, en los trances de la enfermedad, se renueva
el mismo gesto sacramental y la misma donación del Espíritu de la fortaleza.

Uso en las Ordenaciones Sagradas


También en las Ordenaciones sagradas se hace una unción muy significativa. Al
presbítero se le ungen las manos con el crisma. Al obispo, en la cabeza. ―Para el presbítero
la unción quiere ser un don para que esas manos simbólicamente sean salvadoras,
curadoras, fuertes y suaves a la vez, manos consagradas que prolonguen visiblemente las de
Cristo Jesús como dirá la oración consagratoria: Jesucristo, el Señor, a quien el Padre
ungió con la fuerza del Espíritu Santo, te auxilie para santificar al pueblo cristiano y para
ofrecer a Dios el sacrificio”79.
Al obispo se le unge en la cabeza, ―para indicar su más plena participación en el
Sacerdocio de Cristo como Pastor y guía de la comunidad, como dirá la oración
consagratoria: Dios, que te ha hecho partícipe del sumo sacerdocio de Cristo, derrame
sobre ti el bálsamo de la Unción y con su bendición haga fecundo tu ministerio”80.

Uso en la Dedicación de Iglesias


El Rito de la Dedicación de iglesias también tiene un especial relieve las unciones. Se
unge con el crisma el altar, que así “se convierte en símbolo de Cristo, que es llamado y es
por excelencia el Ungido, puesto que el Padre le ungió con el Espíritu Santo y lo constituyó
sumo Sacerdote para que en el altar de su Cuerpo ofreciera el sacrificio de su vida”
(Ritual 16). Y también se ungen las paredes de la iglesia en sus cuatro direcciones para
indicar que esta iglesia ―está dedicada toda entera y para siempre al culto cristiano‖. Las
paredes del edificio sagrado son el símbolo de la comunidad misma que también se llama
―Iglesia‖ y por eso de un modo sacramental participan, como la comunidad, de la Unción
de Jesús.

2.2. La ceniza, el agua, el incienso

a) La ceniza
Ciertamente es un signo que no nos gusta mucho, pero entre los signos característicos y
los gestos simbólicos con que expresamos el camino de la Cuaresma hacia la Pascua
imposición de este símbolo el Miércoles de Ceniza es uno de los más representativos y
elocuentes.

¿Cuál es la significación de este gesto de la ceniza?


El primer sentido que nos puede recordar la ceniza es nuestra condición débil y caduca.
La ceniza nos recuerda lo que queda de la quema o de la corrupción de las cosas y de las
personas. El símbolo ya viene empleado en la primera página de la Biblia, cuando se nos
cuenta que “Dios formó al hombre con polvo de la tierra‖ (Gn 2,7). Eso es lo que significa
el nombre de ―Adán‖. Y se le recuerda en seguida que ése es precisamente su fin: “hasta
que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste hecho” (Gn 3,19).

78
ALDAZABAL, J. (1989). Pág. 78.
79
Ibíd. Pág.79.
80
Ibíd.

79
“El polvo de la tierra es el origen y el destino del hombre, en lenguaje metafórico y a la
vez muy realista”81. Esto nos llena a todos de humildad (―humildad‖ viene de ―humus‖,
tierra): "polvo y ceniza son los hombres" (Si 17,32), "todos caminan hacia una misma
meta: todos han salido del polvo y todos vuelven al polvo" (Qo 3,20), "todos expiran y a su
polvo retornan" (Sal 104,29).
Nos hace mucho bien recordar, al menos una vez al año, y precisamente al comienzo de
Cuaresma, que somos polvo y en polvo nos vamos a convertir. “Ciertamente el hombre lo
es todo: su grandeza es innegable, como imagen de Dios y señor de la creación. Pero a la
vez, no es nada”82. La fragilidad de la vida humana, su caducidad, su marcha hacia la
muerte, nos traen constantemente pensamientos de meditación y de humildad.

Ceniza como signo de penitencia al principio de la Cuaresma: La conversión, la tristeza


por el mal que hay en nosotros y del que queremos liberarnos en nuestro camino a la
Pascua. Las lecturas que el Miércoles de Ceniza preceden al gesto (Jl 2; 2 Co 5 y Mt 6) son
llamadas apremiantes a la conversión. "Convertíos a mí de todo corazón" (Jl 2, 1.ss),
"dejaos reconciliar con Dios" (2 Co 5): éste es el mensaje que las lecturas de) día
proclaman. Se trata de iniciar un "combate cristiano contra las fuerzas del mal" (oración
colecta). Y todos tenemos experiencia de ese mal. Por eso tienen sentido "estás cenizas que
vamos a imponer en nuestras cabezas en señal de penitencia" (monición del Misal antes de
la imposición). Como hemos visto es un signo muy bíblico para expresar nuestro
sentimiento de culpa y penitencia por el pecado.

También la ceniza tiene un sentido de súplica intensa: Judit pide la liberación de su


pueblo: "rostro en tierra, echó ceniza sobre su cabeza, dejó ver el saco que tenía puesto y
clamó al Señor en alta voz" (Jdt 9,1). Todo el pueblo se postró también ante Dios,
"cubrieron de ceniza sus cabezas y extendieron las manos ante el Señor" (Jdt 4,11).

Ceniza como signo de la resurrección: La imposición de la ceniza no es un gesto


meramente recordatorio de la muerte, de nuestra caducidad y pecado. Con ella empezamos
el camino de la Cuaresma, que es camino de Pascua. “La Cuaresma se convierte, desde su
primer momento de ceniza, en "sacramento de la Pascua", en signo pedagógico y eficaz de
un éxodo, de un "tránsito" de la muerte a la vida”83. La ceniza es el símbolo de que
participamos en la Cruz de Cristo, de que "el hombre es llamado a tomar parte en el dolor
de Dios hasta la muerte del Hijo Eterno el Viernes Santo" (Juan Pablo II, Cuaresma 1982),
para con El pasar a la vida: "para que puedan llegar con el corazón limpio a la celebración
del misterio pascual de tu Hijo" (oración primera de la bendición de cenizas); "así
podremos alcanzar, a imagen de tu Hijo Resucitado, la vida nueva de tu reino" (oración
segunda de bendición de cenizas).

81
ALDAZABAL, J. (1989). Pág. 147.
82
Ibíd. Pág.178.
83
Ibíd. Pág. 150.

80
b) El agua
El agua es un elemento polivalente: limpia, purifica, su frescor nos hace gustar las
delicias del baño en días de calor; es fuente de vida para los campos; sin ella no hay
vegetación; En verdad el agua es el tesoro más preciado de este nuestro planeta que se
llama Tierra. Sin ella sería un planeta muerto "La creaste para hacer fecunda la tierra y
para favorecer nuestros cuerpos con el frescor y la limpieza", como dice en el Misal el rito
de la aspersión dominical. El aspecto purificador del agua no es el más importante de los
que aparecen en el Bautismo cristiano lo es mucho más el de renacimiento a la vida nueva
con Cristo, el caso de adultos, o de limpieza de la mancha original con la que todos
nacemos84.

Cristo, el Agua viva que apaga la sed: Otra dirección espontánea del simbolismo del
agua es su cualidad de apagar la sed del hombre. Sed que no es sólo material, sino que muy
expresivamente puede referirse a deseos más profundos del ser humano: la felicidad, la
libertad, el amor, la verdad. En una de las lecturas del Ritual del Bautismo leemos el
episodio de cómo Moisés, en el desierto, hizo brotar de la roca del monte Horeb agua para
el pueblo sediento (Ex 17). Pero este nivel humano de la sed material sirve como lenguaje
para otros niveles más profundos: "como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te
busca a ti, Dios mío" (Sal 41). Y el profeta anunciaba en la misma clave: "y sacaréis aguas
con gozo de las fuentes de la salvación" (Is 12,3). En Cristo Jesús se cumple de modo
pleno este simbolismo.

El evangelio de Juan describe insistentemente con este lenguaje simbólico el misterio de


la salvación que Cristo nos quiere comunicar: en el diálogo con la samaritana la conduce a
la revelación del "agua viva" que Él puede dar: el que beba de esta agua no volverá a tener
sed, sino que se le convertirá como en fuente de agua que brota en su interior para vida
eterna (4,11-14); "el que crea en mí no tendrá nunca sed" (6,35); "si alguno tiene sed,
venga a mí y beba el que crea en mí; de su seno correrán ríos de agua viva" (7,37-38). Así
vemos cumplida la promesa hecha ya desde el Antiguo Testamento. En el fondo, “el que
realiza en nosotros la renovación y la purificación y la regeneración es el Espíritu de
Cristo Jesús. El agua es el símbolo, el signo eficaz, de este misterio de gracia y de vida que
Dios nos comunica en el Bautismo”85.

c) El incienso
El buen olor en la liturgia: Una primera aproximación puede ser el lugar del elemento
olfativo en nuestras celebraciones. La liturgia da importancia a todos los sentidos, no sólo a
la audición y la vista. El buen olor puede aportar también su simbolismo al misterio
cristiano. El sentido simbólico el que le ha dado origen y lo ha conservado en el culto. A
veces decimos "aleluya" o "te damos gracias", o "recibe nuestra ofrenda", lo hacemos con
palabras y con cantos. Y a veces lo decimos con gestos, como el incienso; en este sentido el
incienso significa también nuestras oraciones.

84
Este tema del agua sobre todo lo referente a la utilización en el Sacramento del Bautismo se trata más
adelante en el tema: XII. Por tanto acá solo hacemos mención de algunos significados básicos, sobre todo el
significado bíblico como símbolo.
85
ALDAZABAL, J. (1989). Pág. 123.

81
Pero ¿A quién se inciensa?
Actualmente el Misal sugiere, con libertad, el uso del incienso en varios momentos de
la Misa: “durante la procesión de entrada, al comienzo de la Misa, para incensar el altar,
en la procesión y proclamación del evangelio, en el ofertorio, para incensar las ofrendas,
el altar, el presidente y el pueblo cristiano, en la ostensión del Pan consagrado y del Cáliz
después de la consagración” (IGMR 235). Pero ¿por qué hacerlo?86
a) Llevar incienso en la procesión de entrada e incensar el altar que va a ser centro de
la celebración eucarística, puede indicar el respeto al lugar, a las personas y al altar,
o simplemente significar el tono festivo y sagrado de la acción que empieza.
b) La incensación del evangelio fue entrando a partir del siglo XI, como signo de
honor y respeto hacia Aquél cuyas palabras vamos a escuchar.
c) El uso del incienso en el ofertorio tiene especial interés. Ya se nombra en el siglo
IX. El altar y las ofrendas de pan y vino sobre él se inciensan "para significar de
este modo que la oblación de la Iglesia y su oración, suben ante el trono de Dios
como el incienso" (IGMR 51).
d) Finalmente en la consagración el destino del gesto de la incensación es el Señor
mismo, Cristo Jesús, en el momento en que se elevan el Pan y el Vino consagrados.
Así se empezó a hacer a partir del siglo XIII. Todas las incensaciones se dirigen a
los signos sacramentales de la presencia del Señor: el altar, la cruz, el libro del
evangelio, el presidente, la asamblea. Ahora se inciensa el Pan y el Vino
consagrados, el signo central y eficaz de la auto-donación de Cristo.

¿Qué quiere simbolizar el incienso?


Lo que el incienso quiere significar en nuestra liturgia es lo siguiente:
a) El incienso crea una atmósfera agradable y festiva en torno a lo que se inciensa, a la
vez que le da un aire entre misterioso y sagrado por la sutil impalpabilidad de su
perfume y de su humo.
b) Expresa elegantemente el respeto y la reverencia hacia una persona o hacia un
símbolo de Cristo.
c) Más en profundidad indica la actitud de oración y elevación de la mente hacia Dios.
Ya el Salmo 140 nos hace decir: "suba mi oración como incienso en tu presencia".
d) El incienso es símbolo, sobre todo, de la actitud de ofrenda y sacrificio de los
creyentes ante Dios.

En síntesis, así como el grano o el polvo aromático se quema en el fuego para exhala el
grato perfume, así la vida entera del creyente quiere consumirse en honor de Dios, en el
sacrificio sutil y continuado de cada día. Son las personas el verdadero incienso que se
quema en sacrificio: "nosotros somos para Dios el buen olor de Cristo" (2 Cor 2,15). ¿De
qué vale el gesto exterior, por agradable y simbólico que sea, si no va acompañado de la
ofrenda personal?

86
ALDAZABAL, J. (1989). Pág. 64.

82
El perfume agradable a Dios del que el incienso sólo es un signo exterior, es por parte
de Cristo, su sacrificio total, y por parte de los fieles su fe, su amor, su entrega con Cristo a
Dios: "vivid en el amor como Cristo os amó y se entregó por nosotros como oblación y
víctima de suave aroma" (Ef 5,2). De modo que nuestra actitud interior es significada en el
incienso pero más importante es nuestro sentimiento mismo de amor y de ofrenda hacia
Dios.

Otros elementos naturales como el pan y el vino se trataran en el tema específico de la


Eucaristía, así como también el uso del agua en este sacramento.

2.3. La luz y el fuego


a) En nuestras celebraciones
b) Simbolismo natural
c) En la Revelación
d) Sugerencias prácticas

83
LA COMUNICACIÓN POR MEDIO DE
LOS ESPACIOS PARA LA
CELEBRACIÓN

Objetivo

Dar a conocer la importancia que tiene la comunicación en los espacios celebrativos dentro
de la liturgia, donde podemos entrarnos y tener una verdadera acogida de la palabra y
centrarnos más a Dios y darle importancia a estos espacios celebrativos y su funcionalidad
que estos espacios tienen.

Introducción.

Con este pequeño espacio se dará a conocer la importancia que tienen y que función
realizan dentro de la celebración litúrgica donde los fieles laicos conozcamos que no
simplemente se encuentran ahí por solo estarlos sino que juegan un importante papel para la
centralidad litúrgica y que también comunican algo y la actitud que debemos tomar ante
estos espacios celebrativos.

1. La comunicación por medio de los espacios para la celebración.


Para la celebración litúrgica hay unos espacios especialmente significativos. Se entiende
por espacio celebrativo los lugares donde se desarrollan las acciones litúrgicas.

La liturgia está íntimamente relacionada con la arquitectura y el arte, pues exige un lugar
digno para la celebración y reclama un estilo artístico que ayude a remitirse a lo
trascendente, sobre natural.87

Desde el siglo IV al medio evo se pasó de la ―domus ecclesiae‖ a los grandes edificios:
Basílicas, catedrales, Iglesias, santuarios, ermitas que sirven como lugares de reunión de la
comunidad y el culto.

La disposición de los espacios y de los elementos del lugar de culto no debe estar solo al
servicio de las necesidades ―logísticas‖ de la asamblea y de la celebración, ofreciéndole un
lugar preciso; debe desempeñar también otra función: expresar el mismo misterio de la
asamblea celebrante.88

87
Dionisio Borobio “ la dimensión estética de la liturgia, centro pastoral litúrgica, Barcelona, 2008,Pág. 2
88
AA.VV “Iniciación a la liturgia de la Iglesia” Ediciones Palabra, Madrid, España, 1988, Pág. 68.

84
El templo

La asamblea cristiana convocada para celebrar el culto, tiene necesidad de un


lugar en el que reunirse.89 El templo para nosotros los cristianos es un espacio
donde poder encontrarnos y reunirnos para celebrar el gran misterio de Cristo
que se entrega en la comunidad eclesial.

Ese edificio que se llama como la misma comunidad "iglesia" y al que


acudimos cada domingo, o cada día, para nuestra oración comunitaria este
espacio puede ser una catedral o una pequeña capilla; una iglesia llena de obras de arte
antiguas o modernas, o una sala sencilla; un santuario famoso o una humilde ermita. Pero
es la "casa de la iglesia", que debería ser para nosotros algo más que el lugar donde nos
reunimos, porque tiene un sentido simbólico que nos ayuda a entender quiénes somos y qué
celebramos.

La función esencial del templo es entonces la de acoger la asamblea, con el fin de cumplir
la invitación de Cristo: "Donde dos o tres están reunidos en mi Nombre, Yo estaré en medio
de ellos" (Mt 18,20).

El ordenamiento del espacio celebrativo, además del binomio presbiterio (lugar donde se
sientan los presbíteros), y nave, se mueve en torno al trinomio altar, sede, ambón, los
lugares característicos del sacrificio eucarístico, de la presidencia y de la proclamación de
la palabra. Alrededor de estos puntos gira todo el dinamismo de la celebración. Se puede
añadir también el tabernáculo y la fuente bautismal.90

2. El presbiterio.
El presbiterio es el lugar donde sobre sale el altar, se proclama la palabra de Dios, y el
sacerdote, el diacono y los demás ministros ejercen su ministerio (OGMR # 295).

a) El altar

En el altar en el que se hace presente el sacrificio de la cruz


bajo los signos sacramentales, es también la mesa del señor a
la que se convoca al pueblo de Dios para participar en la
misa y en el centro de la acción de gracias que se hace
completamente por medio de la eucaristía.91

89
Matías Auge “LITURGIA” Ediciones San Paolo, Milán, 1992, Pág. 65
90
AA.VV “Iniciación a la liturgia de la Iglesia” Ediciones Palabra, Madrid, España, 1988, Pág. 69
91
OGMR, n° 296 Arreglo del presbiterio para la celebración sagrada, Pág. 120.

85
El altar expresa el valor sacrificial y comunional de la eucaristía, por tanto, no es solo una
mesa, sino que es también el ara del sacrificio.92

El altar cristiano quiere expresar la estrecha relación entre el sacrificio inmolado y el de la


cena del señor, el signo más visible, la mesa con el pan y el vino que remiten al banquete de
la eucaristía.

El altar entro en el culto cristiano como lugar donde se celebra la memoria del sacrificio del
Cristo en el signo pascual, como nos ordenado Cristo mismo que lo hiciéramos, cuando lo
hizo y lo ordeno en la última cena.93

Hoy el altar vuelve a ser, para el sacerdote y para la asamblea, el corazón de ña celebración
y el centro de la atención.94 El altar debe constituir el centro ideal hacia el cual converge
toda la estructura arquitectónica y por norma debe estar vuelto hacia el pueblo.95 En la
ordenación general del misal romano #299: ―El altar debe construirse separado de la pared,
de tal manera que se pueda fácilmente girar alrededor de él, y que la celebración pueda
realizarse de cara al pueblo, que es lo conveniente donde quiera que sea posible‖.

La celebración de la Eucaristía en el lugar sagrado debe realizarse sobre el altar; pero fuera
del lugar sagrado, puede realizarse también sobre una mesa apropiada, usando siempre el
mantel y el corporal, la cruz y los candeleros (OGMR #297)

Candeleros.

Los candelabros que se requiere para cada acción litúrgica como manifestación de
veneración y de celebración festiva (OGMR #307).

Cruz.

La OGMR (n. 270) establece que ―sobre el altar o junto a él se coloque una cruz, que sea
visible para la comunidad reunida‖. En las Iglesias grandes es conveniente usar una cruz
procesional, que se coloca en lugar adecuado del presbiterio, próximo al altar, de este modo
el celebrante y los fieles encuentran en la Cruz un símbolo muy apropiado para actualizar el
sentido sacrificial de la eucaristía.96

92
Matías Auge “LITURGIA” Ediciones San Paolo, Milán, Italia, 1992, Pág. 270
93
Rito de la dedicación de un altar, n. 154. EN PONTIFICIIAL ROMANO, ed. it. 1980.
94
Silvano Sirboni “ El leguaje símbolo de la liturgia” Edición San Paolo, Milán, Italia , 2010, , Pág 170.
95
Ibídem. Pág. 182
96
AA.VV “Iniciación a la liturgia de la Iglesia” Ediciones Palabra, Madrid, España, 1988, Pág. 122

86
Igualmente sobre el altar o cerca de él, debe colocarse la cruz con la figie de Cristo
crucificado, que sea bien visible para el pueblo consagrado que recuerda a los fieles la
pasión salvífica del señor (OGMR #308).

b) El ambón

La palabra ambón viene del verbo griego ―anabáino”: subir, ascender, es por tanto un lugar
elevado, un lugar de referencia en toda la celebración, es la
cede de la palabra, lugar reservado a la lectura de la Biblia,
es el lugar desde donde se manifiesta que Dios se ha
revelado por su palabra, donde se proclama el anuncio de la
salvación, anuncio cargado de alegría y de esperanza.97
Según la Ordenación General de las Lecturas n° 32: El ambón es el
lugar elevado, fijo, dotado de adecuada disposición y nobleza, de modo
que corresponda a la dignidad de la palabra de Dios y al mismo tiempo recuerde con claridad a los fieles que
en la misa se les prepara la doble mesa de la palabra de Dios y el cuerpo de Cristo, y que ayude, lo mejor
posible, durante la liturgia de la palabra, a la audición y atención por parte de los fieles. 98

En otras palabras el ambón constituye un lugar santo, casi como el altar, en los dos lugares
es el mismo misterio pascual de Cristo que se une al testimonio del bautizado.99

C) La sede.

Desde los primeros siglos la sede desde la cual el obispo presidía la Eucaristía y a menudo
dirigía su palabra al pueblo llegó a ser objeto de culto. Cada sede
presidencial de cualquier asamblea litúrgica, donde un sacerdote
preside en nombre del obispo, asume significado y valor de la
importancia simbólica de la cátedra episcopal (cf. SC 42). la sede
del presidente inevitablemente desaparece desde cuando el
sacerdote ya no es sentido como un ministro al servicio de la
asamblea, sino más bien como un ministro al servicio del altar, del rito considerado en sí
mismo. Solo en las Iglesias catedrales permanece la sede presidencial reservada al obispo.
La sede del celebrante debe significar su oficio de presidir la asamblea y de dirigir la
oración.100

La sede presidencial no es un elemento secundario, ni un adorno superfluo que se pueda


reducir a una silla cualquiera como para poderse sentar cuando las normas lo prevén. La

97
Dionisio Borobio “ la dimensión estética de la liturgia, centro pastoral litúrgica, Barcelona, 2008,Pág. 61
98
AA.VV “Iniciación a la liturgia de la Iglesia” Ediciones Palabra, Madrid, España, 1988, Pág. 128.
99
Silvano Sirboni “ El leguaje símbolo de la liturgia” Edición San Paolo, Milán, Italia , 2010, , Pág 156.
100
Ibídem. Pág. 176-179.

87
sede presidencial es lugar litúrgico que expresa el ministerio de aquel que guía a la
asamblea y preside la celebración en la persona de Cristo cabeza y pastor, y en la persona
de la Iglesia que es su cuerpo‖101

3. El Bautisterio.
Se trata del lugar destinado a la celebración del bautismo y en el que se encuentra la fuente
bautismal. En los templos el bautisterio está cerca de la puerta principal. Ello tiene un
significado: nos recuerda que el bautismo es la puerta de entrada en
la iglesia, y, así, a la vida de los hijos de Dios.

A partir del siglo IV se conoce edificios destinados a la


administración del bautismo, casi siempre cerca de las Iglesias
principales. Entre las partes más importantes de una Iglesia tiene un
lugar destacado el bautisterio, es decir el lugar en el que está
colocada la fuente bautismal.102 El bautisterio es un espacio
también donde nos comunica como Cristianos el compromiso
aceptado en el bautismo en formar parte de este misterio de Dios en participar en la
dimensión de Cristo como profeta, sacerdote y Rey.

Por el mismo motivo por el cual los sacramentos se enumeran a partir del bautismo como
puerta de todos los sacramentos, donde el espacio bautismo es donde los cristianos
iniciamos nuestro itinerario hacia el altar, hacia la eucaristía que es el vértice de la
iniciación cristiana y de toda la acción pastoral de la Iglesia. (cf. PO 5)

―La fuente bautismal se puede colocar en una capilla, situada en la Iglesia o fuera de ella o
también en la parte de la Iglesia, visible a los fieles; en todo caso debe tener tal disposición
que permita la participación comunitaria‖103.

Hoy al entrar a una Iglesia, debe aparecer de inmediato muy claro que la fuente bautismal
no es un accesorio secundario, es decir un resucitado, un renacido en el espíritu por medio
de esa agua que es símbolo de Cristo y de su palabra que hace puros y justificados a
quienes la reciben.104.

3. El sagrario.

El sagrario es el lugar en el que se conserva la eucaristía, a partir del siglo XVI prevaleció
la costumbre de conservar el santísimo sacramento en un sagrario

101
comisión episcopal para la liturgia. La educación de las nuevas Iglesias según la reforma litúrgica, n. 19.
102
Matías Auge “LITURGIA” Ediciones San Paolo, Milán, Italia, 1992, Pág. 71
103
Rito del bautismo de los niños, ed. it. 1970, introducción general, n.25.
104
Silvano Sirboni “ El leguaje símbolo de la liturgia” Edición San Paolo, Milán, Italia , 2010, , Pág. 152.

88
colocado en el centro del altar, el Misal Romano recomienda el lugar de reserva sea en una
capilla adecuada para la oración privada de los fieles.

El sagrario es un objeto destinado a guardar permanentemente las sagradas especies, que se


llevan en comunión a los enfermos o son veneradas por los fieles.105

La instrucción Eucharisticum Mysterium (1967), aunque no cierra el camino a otras


soluciones, habla todavía del sagrario normalmente ―colocado en el centro del altar mayor‖
(n. 54). Sin embargo poco tiempo después en las normas del misal romano (1969) se
propone para el sagrario un lugar diferente, un espacio adecuado a la oración privada y a la
adoración, justificando son embargo todavía la colocación sobre la mesa de un altar.

Para la estructura de cada Iglesia y según las legítimas costumbres de los lugares,
consérvese el Santísimo sacramento en el sagrario, en la parte de la Iglesia más noble,
insigne, visible, adornada con esplendor y apta para la oración (OGMR n. 314).

Conclusión.

En conclusión se puede decir que estos espacios sagrados nos ayudan a encontrarnos
verdaderamente con el señor ya que los espacios nos comunican a cada uno la importancia
y la dignidad que estos tienen durante la celebración.

Nos comunica además este encontrarnos con lo sagrado y nos ayuda a respetar estos lugares
y no verlo como algo q esta de adornos o por que se observa bonito en la celebración, ver
estos espacios nos ayudan a tener más centralidad a lo que se celebra dentro de la eucaristía
y que cada uno de estos espacios comunican el respeto que se le debe de dar.

105
AA.VV “Iniciación a la liturgia de la Iglesia” Ediciones Palabra, Madrid, España, 1988, Pág. 128.

89
CATEQUESIS SOBRE LA
LITURGIA SACRAMENTAL DEL
BAUTISMO

Objetivo

Que los fieles laicos comprendamos a profundidad el significado que tiene el sacramento
del bautismo, de modo que lo vivamos desde nuestra propia realidad.

Introducción

La Iglesia, como continuadora de la misión que Cristo le encomendó a los discípulos Mt


28, 19: ―vayan y hagan discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo‖, durante la historia, se ha caracterizado por el esfuerzo que ha
hecho de cumplir este mandato.

Hoy en nuestros tiempos hay que hacer un análisis crítico de como esas gentes están
interpretando y viviendo ese bautismo que han recibido. Además hay que descubrir de
cómo se está transmitiendo a las nuevas generaciones, la interpretación muchas veces
limitada que se tiene de este gran sacramento. Pero no solo hay que descubrir la
interpretación limitada que se tiene del bautismo, sino también hay que iluminar y
transmitir la grandeza que verdaderamente lleva consigo este sacramento.

Por eso, como Iglesia tenemos la grave responsabilidad de formar a los que están al frente
de las comunidades, para que estos también transmitan la verdad a los hijos de Dios. Por
esta razón queremos compartir estas reflexiones en torno a este sacramento, para que lo
comprendamos más profundamente y vivamos, no ya como un rito exterior, sino como un
verdadero nacimiento a la vida espiritual, como un verdadero morir al pecado para resucitar
a la vida eterna en Cristo por medio del Espíritu Santo.

1. Sacramentos de la Iniciación Cristiana


Los sacramentos de la iniciación cristiana son: el Bautismo, la Confirmación y la
Eucaristía. Con ellos, se ponen los fundamentos de toda la vida cristiana106.
El desarrollo de la vida natural de los hombres es semejante al desarrollo espiritual de todo
aquel que quiere participar de la vida divina de Dios, ya que el hombre naturalmente nace,
crece y se desarrolla. Con los tres sacramentos de la iniciación cristiana sucede algo
semejante porque con el bautismo nacemos a la vida en Cristo, con la confirmación

106
Catecismo de la Iglesia Católica # 1212

90
crecemos en la comunión con Dios por medio del Espíritu y con la Eucaristía nos
desarrollamos para la vida eterna.
Así, por medio de estos sacramentos de la iniciación cristiana se recibe cada vez con más
abundancia los tesoros de la vida divina y se avanza hacia la perfección de la caridad. 107

2. ¿Qué es un sacramento?
Los sacramentos del Nuevo Testamento, instituidos por Cristo Nuestro Señor y
encomendados a la Iglesia, en cuanto que son acciones de Cristo y de la Iglesia, son signos
y medios con los que se expresa y se fortalece la fe, se rinde culto a Dios y se realiza la
santificación de los hombres, y por tanto contribuyen en gran medida a crear y manifestar la
comunión eclesiástica; por esta razón, tanto los sagrados ministros como los fieles laicos
deben comportarse con grandísima veneración y con la debida diligencia al celebrarlos 108.

3. El Sacramento del Bautismo


El bautismo es el primer sacramento que se recibe, por eso es muy importante en la fe
cristiana, tanto que durante muchos siglos, en una sociedad muy cristiana, se ha convertido
en una tradición. Eso ha hecho que se confundieran las cosas, y que a menudo el bautismo
se haya considerado un acto social que todos tienen que hacer, una especie de presentación
pública del niño o incluso un rito mágico para que al niño no le pase nada 109.
Por eso hay que comprender que el santo Bautismo es el fundamento de toda la vida
cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros
sacramentos110, porque una persona que no haya sido bautizada, no puede recibir ninguno
de los otros sacramentos, por eso, el bautismo, es el sacramento que abre la puerta a los
otros sacramentos.
Por el bautismo somos liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegamos a
ser miembros de Cristo y somos incorporados a la Iglesia y hechos participes de su
misión111.

A) El ministro de este sacramento


Son ministros ordinarios del Bautismo el obispo, el presbítero y el diácono. En caso de
necesidad, cualquier persona, incluso no bautizada, puede bautizar, si tiene la intención
requerida112.
Pero ¿en qué consiste el tener la intensión requerida?
Consiste en querer hacer lo que hace la Iglesia al bautizar, y utilizar la formula bautismal
trinitaria (en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo). La Iglesia ve la razón de
esta posibilidad en la voluntad salvífica universal de Dios y en la necesidad del bautismo

107
Pablo VI, const. Apost. “Divinae consortium naturae”
108
Código de Derecho Canónico. C. 840.
109
Y. Xavier, ¿Qué es el bautismo?, centro de pastoral litúrgico, Barcelona, 2004.
110
Catecismo de la Iglesia Católica # 1213
111
Catecismo de la Iglesia católica # 1213
112
Catecismo de la Iglesia Católica # 1256

91
para la salvación, por eso Jesús dijo a sus discípulos ―el que crea y sea bautizado, se
salvará; el que no crea se condenará‖ (Cf. Mc 16, 16).

B) El que recibirá el sacramento del bautismo


Todo ser humano aun no bautizado es capaz de recibir el bautismo113. Los padres tienen la
obligación de hacer que sus hijos sean bautizados en las primeras semanas de su
nacimiento. Si el niño se encuentra en peligro de muerte, debe ser bautizado sin demora.
Para bautizar lícitamente a un niño, se requieren dos cosas:
a. Que los padres den su consentimiento, o al menos uno de los dos.
b. Que haya esperanza de que el niño va a ser educado en la religión católica.

C) Los padrinos del bautizado


Los padrinos de bautizo adquieren un compromiso moral con la familia del niño bautizado,
con la Iglesia y por supuesto, con su ahijado. Éste se convertirá en su hijo ante los ojos de
Dios, en caso de la falta de sus padres. Por lo tanto deben procurar su educación,
principalmente religiosa, y el bienestar de ese instante. Los padrinos se convierten en un
ejemplo a seguir para el ahijado.

D) Efectos del bautismo


El Bautismo perdona el pecado original, todos los pecados personales y todas las penas
debidas al pecado; hace participar de la vida divina trinitaria mediante la gracia santificante,
la gracia de la justificación que incorpora a Cristo y a su Iglesia; hace participar del
sacerdocio de Cristo y constituye el fundamento de la comunión con los demás cristianos;
otorga las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo. El bautizado pertenece para
siempre a Cristo: en efecto, queda marcado con el sello indeleble de Cristo (carácter)114.

4. Explicación de los signos del Sacramento del Bautismo

A. ¿Qué significa el óleo de los catecúmenos?


La signación con el Óleo de los Catecúmenos es anterior al momento del Bautismo y se
hace en el pecho del bautizando. Catecúmeno significa ―aún no bautizado‖. Esta signación
simboliza la disponibilidad del bautizando a aceptar la fe y sus exigencias, en el caso de los
niños, la disponibilidad de los padres de aceptar la fe y transmitir la fe al bautizado.
También, el signo del óleo de los catecúmenos quiere expresar esa fuerza divina que, a
través de la palabra, purifica el corazón y los hace capaz de opciones valientes. Así lo dice
la oración que el obispo pronuncia para la bendición de este oleo en la Misa Crismal
―concede energía y vigor a los catecúmenos que recibirán su unción para que, iluminados
por tu sabiduría, comprendan más profundamente el Evangelio de Cristo; sostenidos por tu
poder, asuman con generosidad los compromisos de la vida cristiana‖.

113
Código de Derecho Canónico. C. 864
114
Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica # 263, ¿Cuáles son los efectos del bautismo?

92
B. ¿Qué significa el agua?
En la liturgia cristiana el agua tiene sobre todo este significado: expresa la vida de Dios que
se nos comunica en Cristo. Y esto se significa simbólicamente y se realiza misteriosamente
de un modo particular en el rito del bautismo. El bautismo no es de ningún modo una
simple ablución purificadora. El significado del bautismo va mucho más allá del lenguaje
natural del agua. Más que inmersión material en el agua, el bautismo cristiano es inmersión
en la vida de Cristo.
El agua tiene el poder de limpiar, sanar, purificar. En la Sagrada Escritura, el agua tiene dos
significados: en algunos casos es devastadora (el diluvio universal) y en otros es vivificante
(la creación). En el bautismo, el agua es devastadora para el pecado y vivificante para el
espíritu.

C. ¿Qué significa el santo crisma?


Este signo quiere expresar el don particular del Espíritu Santo que nos comunica la misma
misión de aquel que es el Ungido por excelencia, Jesucristo. La persona viene a formar
parte del mismo cuerpo de Cristo y participa de su misión como lo dice claramente la
fórmula que acompaña la unción Crismal en el rito del bautismo; se trata de una unción que
se relaciona de algún modo con la confirmación en virtud de esa unidad intima que une el
bautismo con la confirmación: ―el mismo Dios te consagra con el crisma de la salvación
para que injertado en Cristo sacerdote, rey y profeta, seas siempre miembro de su cuerpo
para la vida eterna‖.
En la Biblia el óleo es fuente de luz; es un elemento básico para confeccionar el perfume, es
el símbolo del amor de Dios y de la comunión fraterna.
La unción recuerda al cristiano estas cosas que contribuyen honor. Pero es un honor que
está íntimamente ligado a la misión de Cristo, es decir, para ser luz para el mundo, perfume
de Cristo, testigos de su amor, instrumentos de comunión para edificar su Iglesia.
En efecto, en el signo del óleo podemos encontrar toda la identidad del cristiano en el cual,
por medio de la unción espiritual, queda impregnado de la presencia de Dios, hecho templo
del Espíritu y llamado a ser en el mundo un testigo conforme a Cristo, el Ungido del
Señor115.

D. ¿Qué significa la vestidura blanca?


Los primeros cristianos para ser bautizados dejaban la ―ropa vieja‖ y entraban al agua
dónde se realizaba la triple inmersión. Luego salían y se los cubría con una túnica blanca y
con ella andaban por un tiempo. Simbolizaba que eran personas nuevas, con una vida
nueva, con un obrar nuevo.
En la actualidad se simboliza con la imposición sobre la cabeza de un paño blanco, o
también se viste al niño-a con un traje blanco que es recomendable aporte la misma familia
para que se lleven el recuerdo.

115
Sirboni. S. El lenguaje simbólico de la liturgia, San Pablo, Colombia, pág. 102-107.

93
Mediante el Bautismo hemos sido revestidos en Cristo. Tenemos una nueva ropa que es la
pureza. ―Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios‖.
A los ―limpios de corazón‖ se les promete que verán a Dios cara a cara y que serán
semejantes a Él. La pureza de corazón es el preámbulo de la visión. La vestidura blanca,
pues, nos recuerda la inocencia que el Bautismo nos ha devuelto.

E. ¿Qué significa la luz?


Los ecos de la Pascua, con el simbolismo de su Cirio, alcanzan también a dos celebraciones
sacramentales muy significativas.
En el Bautismo encendemos el Cirio Pascual como recuerdo gráfico de que al ser
bautizados participamos en la Pascua del Señor. ¿No es este Sacramento, según Pablo, la
inmersión con Cristo en su Muerte y Resurrección?
De este Cirio, símbolo de la Luz y de la Vida de Cristo, se encienden para los varios
bautizados unos cirios pequeños, a ser posible nuevos, aportados por la propia familia, y
que luego se pueden conservar como recordatorio de lo que ha sido el Bautismo. Las
palabras del ministro dicen claramente la intención del gesto: ―a vosotros, padres y
padrinos, se os confía acrecentar esta luz. Que vuestros hijos, iluminados por Cristo,
caminen siempre como hijos de la luz‖.
Aunque el signo central del Bautismo es la inmersión en el agua, el simbolismo de la luz
añade expresividad al misterio que se realiza: la vida nueva que el Espíritu dio a Cristo en
la Resurrección (el Cirio) es comunicada ahora a cada uno de los bautizados (el cirio
personal). No en vano, en los primeros siglos se hablaba del Bautismo como de la
―Iluminación‖116.

Conclusión

Respecto a esta pequeña catequesis que ya se ha desarrollado, se pueden sacar algunas


conclusiones:

1. El bautismo es indispensable para la salvación: así lo dice el Catecismo de la Iglesia


Católica en el numero 1257: ―la Iglesia no conoce otro medio que el bautismo para
asegurar la entrada en la bienaventuranza eterna. Pero hay que decir que Dios ha
vinculado la salvación al sacramento del bautismo, pero su intervención salvadora
no queda reducida a los sacramentos‖ por eso no podemos decir que si una persona
que no fue bautizada no puede participar de la vida eterna, Dios actúa como quiere
en la historia de cada persona. Pero en general aquellos que han conocido el
Evangelio deben de bautizarse.

116
Aldazabal, J. gestos y símbolos, Barcelona, 1986, pág. 57-63

94
Como cristianos, pues, debemos de esforzarnos por llevar el Evangelio a todos
aquellos que aún no han escuchado hablar de Cristo, y a aquellos que ya lo hemos
conocido, e incluso hemos recibido ese sacramento, debemos de luchar aún más por
vivir ese gran don, dando testimonio a los demás, para que también crean que Cristo
es el Señor, lo confiesen con su boca y como su salvador y alcancen también la
salvación eterna.

2. Otra de las conclusiones que podemos hacer sobre esta catequesis va entorno a lo
que el sacramento es. San Gregorio Nacianceno nos lo resume muy bien, dice: ―el
Bautismo es el más bello y magnifico de los dones de Dio. Lo llamamos don,
gracia, unción, iluminación, vestidura de incorruptibilidad, baño de regeneración,
sello y todo lo más precioso que hay. Don porque es proferido a los que no aportan
nada; gracia porque es dado incluso a culpables; bautismo, porque el pecado es
sepultado en el agua; unción porque es sagrado y real; iluminación porque es
resplandeciente; vestidura porque cubre nuestra vergüenza; baño porque lava; sello
porque nos guarda y es el signo de la soberanía de Dios‖ Eso es precisamente el
bautismo, y como cristianos no solo debemos de ser conscientes de ello, sino
también debemos vivirlo, porque el bautismo no es solo el mero rito, sino el
bautismo es toda una vida en comunión con Dios.

95
SACRAMENTO DE LA
CONFIRMACIÓN

Objetivo

Ofrecer una herramienta que sea útil para, descubrir la riqueza del Sacramento de la
Confirmación a través de los signos de su celebración para reconocer en ellos la presencia y
acción santificadora del Espíritu Santo en nuestras vidas.

96
Introducción

El Sacramento de la Confirmación es para cada fiel


cristiano la plena investidura de una misión a favor de la
Iglesia y del mundo. Es por esto que consientes de la gran
importancia de este sacramento para la vida del cristiano,
desarrollamos la siguiente temática con la intención de
invitar a tener plena conciencia, sobre el Don del Espíritu
Santo que se recibe en la Confirmación, como ayuda para
alcanzar la realización personal y cristiana.

1. ¿Qué es la confirmación?
Según el Catecismo de la Iglesia Católica:

“La confirmación perfecciona la gracia bautismal; es el


sacramento que da el Espíritu Santo para enraizarnos más
profundamente en la filiación divina, incorporarnos más
firmemente a Cristo, hacer más sólido nuestro vínculo con la
Iglesia, asociarnos todavía más a su misión y ayudarnos a dar
testimonio de la fe cristiana por la palabra acompañada de las
obras.” (CEC # 1316)

La confirmación es el ―don del Espíritu Santo‖, y, por ello, es un nuevo Pentecostés. Como
sacramento de la consagración en la iniciación cristiana, acaba el bautismo y prepara
normalmente para la plena comunión cristiana en la eucaristía. Estos tres sacramentos de la
iniciación cristiana, nos comunican la acción salvífica del Padre, en el Hijo, por su
Espíritu.

Este sacramento, como todos los otros, fue instituido por Jesucristo, pues sólo Dios puede
vincular la gracia a un signo externo pues conocemos el reiterado anuncio por parte de
Cristo de una nueva venida del Espíritu Santo para completar su obra.

97
2. La separación del bautismo y la confirmación.

Antes de la Edad Media, al contrario de Oriente, la Iglesia de Roma reserva el sello del
Espíritu al obispo, jefe de la Iglesia local. Pero las Iglesias occidentales estuvieron lejos de
adoptar uniformemente esta práctica, ni siquiera en Italia. En la Galia, el concilio de Riez
del año 439, autoriza al sacerdote que bautiza, a confirmar.

3. Significado de los signos de la confirmación

En la celebración utilizamos los cinco sentidos. Oímos la palabra, vemos las acciones,
gustamos el pan y el vino, olemos el perfume del incienso, y también entra en
funcionamiento nuestro tacto. En esta ocasión vamos a ser énfasis en el sentido del tacto y
en los signos visibles que vamos se durante el rito de la Confirmación: la Unción y la
Imposición de manos. Estas dos expresiones físicas, tanto la imposición de manos como la
unción, no es un invento del obispo.117

Imposición de manos:

"El obispo extiende las manos sobre todos los confirmados, gesto que, desde el tiempo de
los apóstoles, es el signo del don del Espíritu" (CEC # 1299).

En este sentido se puede decir que en la Confirmación el


obispo, en nombre de la Iglesia, bendice a los
bautizados para que el Espíritu Santo los fortalezca y
lleve a plenitud la gracia del Bautismo, los haga testigos
de Cristo en el mundo extendiendo y defendiendo la fe
con sus palabras y sus obras.

Con la imposición de manos se hace la inserción plena


de las personas bautizadas en la comunidad apostólica,
esta inserción es una verdadera participación en el profetismo de Cristo, que los cristianos
tendrán que realizar asumiendo, anunciando y confesando la fe en Cristo, testimoniando

117
Cfr. Dionisio Borobio. El hombre y los Sacramentos: carácter simbólico y enraizamiento antropológico de
los sacramentos. pp. 409-471

98
con palabras y obras, la verdad evangélica, a través del espacio y del tiempo y siendo
fermento de santidad en el mundo.

A través de los signos de la unción y de la imposición de manos el Señor hace evidente su


elección por nosotros. Nos elige y separa para él y nos prepara a través de sus sacramentos,
en este caso el de la confirmación, para ser sus testigos y propagadores de la Buena Nueva.

La unción:

En el rito de este sacramento conviene considerar el signo de la Unción y lo que la unción


designa e imprime: el sello espiritual.

"El sacramento de la Confirmación es conferido por la unción del santo crisma en la


frente, hecha imponiendo la mano, y con estas palabras: Recibe por esta señal el don del
Espíritu Santo" (CEC # 1300).

La Unción, en el simbolismo bíblico y antiguo, posee


numerosas significaciones:

El aceite es signo de abundancia y de alegría; purifica y


da agilidad; es signo de curación, pues suaviza las
contusiones y las heridas y el ungido irradia belleza,
santidad y fuerza.

Todas estas significaciones de la Unción con aceite se encuentran en la vida sacramental.


La Unción antes del bautismo con el óleo de los catecúmenos significa purificación y
fortaleza; la Unción de los enfermos expresa curación y consuelo. La Unción del santo
Crisma después del Bautismo, en la Confirmación y en el orden Sacerdotal, es el signo de
una consagración.

Por la Confirmación, los cristianos, es decir, los que son ungidos, participan más
plenamente en la misión de Jesucristo y en la plenitud del espíritu Santo que éste posee, a
fin de que toda su vida desprenda "el buen olor de Cristo".

99
La unción quiere expresar, en el sacramento, la donación del Espíritu Santo sobre esas
personas. El hacer el gesto en la frente apunta a su visibilidad, a la marca de pertenencia a
Cristo, al testimonio público, al ―buen olor‖ de Cristo que el confirmando debe esparcir a
su alrededor. La señal de la cruz:

Hace referencia a Cristo, a quien Dios ungió con la fuerza del


espíritu y a quien mataron colgándole de un madero. Se requiere
pues la fuerza del espíritu para asumir la cruz de Jesús, y por
tanto el confirmando por esta señal hecha con el santo crisma,
queda marcado por el Sello del Espíritu Santo.118

El abrazo de paz:

El rito sacramental llega a su fin con un signo cálido y hermoso


de amor paterno, de confianza, de comunión. El Obispo da un
abrazo al nuevo confirmado dándole la paz del Señor. Es un
signo que "manifiesta la comunión eclesial con el obispo y con
todos los fieles" (CEC # 1301). Signo, además, de la relación
personal con Cristo, y su Vicario el obispo, en el desempeño de
la misión.

La celebración ha terminado con este signo, la misión ha comenzado. La Iglesia se llena de


alegría porque cuenta con nuevos apóstoles y testigos del Señor. Y, en el mundo, se
renueva la esperanza: "el Reino está cerca", Sólo hay que dejarse convertir y adherir al
evangelio de Cristo Jesús.

118
José Aldazabal, Gestos y Símbolos, Dossiers CPL 24, Barcelona 1986. Págs. 33-37

100
4. Dones del espíritu santo, que se reciben en el sacramento de la
confirmación.

“La vida moral de los cristianos está sostenida por los dones del Espíritu Santo. Estos son
disposiciones permanentes que hacen al hombre dócil para seguir los impulsos del Espíritu
Santo”. (CEC # 1830)

1- El Don de Temor de Dios: inclina nuestra voluntad a un respeto filial hacia Él; nos
aleja del pecado porque le desagrada y nos hace esperar en su
poderoso auxilio.

2- El Don de la Fortaleza: nos da la energía que necesitamos


para resistir a los obstáculos que se oponen a nuestra
santificación para resistir las tentaciones y no caer en pecado,
para despreciar el respeto humano, para perseverar durante
toda la vida en el cumplimiento del deber, en la vida cristiana.

3- El Don de Piedad: despierta en el confirmado un afecto filial hacia Dios a quien


podemos dirigirnos con toda confianza y una tierna devoción y prontitud para cumplir con
nuestros deberes religiosos.

4- El Don de Consejo: nos da a conocer con toda prontitud y seguridad, lo que conviene
para nuestra salvación y la del prójimo, de un modo especial en los casos más difíciles y
decisivos

5- El Don de la Ciencia: no por supuesto de la ciencia profana, sino de la Ciencia de Dios,


nos da a conocer el camino que debemos seguir para llegar al Cielo.

6- El Don de Entendimiento: nos hace comprender mejor las verdades de la Religión. Nos
descubre el significado oculto de las Sagradas Escrituras. Comprender el significado de los
Sacramentos y de las ceremonias de la Iglesia. Penetrar en los planes ocultos de la
Providencia, en el gobierno del mundo y de los hombres

101
7- El Don de Sabiduría: es el más perfecto de todos los Dones. Él nos hace preferir los
bienes celestiales a los terrenales y que encontremos así nuestras delicias en las cosas de
Dios.

Los siete dones del Espíritu Santo Pertenecen en plenitud a Cristo, y completan y llevan a
su perfección las virtudes de quienes los reciben. Hacen a los fieles dóciles para obedecer
con prontitud a las inspiraciones divinas. Cfr. (CEC # 1831)

5. Los efectos de la confirmación


 El efecto fundamental es la efusión del Espíritu Santo, como fue concedida en otro
tiempo a los Apóstoles el día de Pentecostés.
 Crecimiento y profundidad a la gracia bautismal.
 Nos introduce más profundamente en la filiación que nos hace decir "Abba, Padre".
 Nos une más firmemente a Cristo.
 Aumenta los dones del Espíritu Santo.
 Hace más perfecto el vínculo con la Iglesia.
 Nos concede una fuerza especial del Espíritu santo para difundir y defender la fe
mediante la palabra y las obras como verdaderos cristianos.

6. ¿Quién puede recibir este sacramento?

Todo bautizado puede recibir el sacramento de la


Confirmación. Aunque se recomienda que se reciba cuando se
tenga pleno uso de razón, pues este sacramento se considera
como "el sacramento de la madurez cristiana". Es necesaria
una preparación previa para que el confirmado pueda asumir
mejor las responsabilidades apostólicas de la vida cristiana.119

Como se ha explicado anteriormente la especial gracia de este sacramento es el


fortalecimiento de la fe, aumento de la gracia santificante. Dios no puede aumentar lo que
no está presente, de ahí que el que lo recibe deba hacerlo en estado de Gracia, es decir

119
Cfr. J.A. Abad - M. Garrido. Iniciación a la liturgia de la Iglesia. Capítulo III. El signo litúrgico. Ediciones
Palabra. Madrid, 1988, pp. 59-73

102
arrepentirse y confesar los pecados antes de confirmarse. Recibirla en pecado mortal sería
un abuso del sacramento, un grave pecado de sacrilegio. 120

7. ¿Quién es el ministro ordinario de la Confirmación?

"Los obispos son los sucesores de los apóstoles y han recibido


la plenitud del sacramento del Orden... La administración de
este sacramento por ellos mismos pone de relieve que la
Confirmación tiene como efecto unir a los que la reciben más
estrechamente a la Iglesia, a sus orígenes apostólicos y a su
misión de dar testimonio de Cristo... Aunque el obispo puede,
por razones graves, conceder a presbíteros la facultad de
administrar el sacramento de la Confirmación" (CEC # 1290)

El ministro ordinario de la Confirmación es el Obispo, aunque éste puede en caso de


necesidad, conceder a Presbíteros la facultad de administrar el sacramento, conviene que lo
confiera el mismo, sin olvidar que por esta razón la celebración de la Confirmación fue
temporalmente separada del Bautismo. Los Obispos son los sucesores de los apóstoles y
han recibido la plenitud del sacramento del Orden. Por esta razón, la administración de este
sacramento por ellos mismos pone de relieve que la Confirmación tiene como efecto unir a
los que le reciben más estrechamente a la Iglesia, a sus orígenes apostólicos y a su misión
de dar testimonio de Cristo. cfr. CDC # 882; # 884.

Conclusión
En conclusión, la Unción nos convierte en los revestidos de
Cristo, pues, es el sello que nos distingue como los elegidos de
Cristo para proclamar su mensaje. Por tanto, el cristiano, al
recibir la Confirmación, queda ungido y enviado para la misión
de anunciar la fe, testimoniar la verdad, comprometerse en la
implantación en el mundo de la justicia, la libertad y la paz, para
ser fermento de santidad y edificar la iglesia por medio de sus

120
A. Hamman. El bautismo y la confirmación. Editorial Herder. Barcelona, 1970.

103
carismas y servicios de caridad.

Cabe recordar que, la Confirmación, como el Bautismo, se da una sola vez en la vida,
porque imprime en el alma una marca imborrable, el carácter que es el signo de que
Jesucristo ha marcado al cristiano con el sello de su Espíritu, revistiéndolo de la fuerza de
lo alto para que sea su testigo. Cristo mismo se declara marcado con el sello de su Padre (Jn
6,27). El cristiano también está marcado con un sello, este sello marca la pertenencia total a
Cristo, y por tanto, la puesta a su servicio para siempre.

104
CATEQUESIS SOBRE LA
ESTRUCTURA DEL AÑO
LITÚRGICO

Objetivos:

 Identificar el calendario litúrgico, con sus colores y fiestas con el calendario anual.
 Conocer la diferencia temporal de cada tiempo; litúrgico y anual, conociendo su
finalidad.

Introducción:

El calendario litúrgico hace una visión global de la estructura del Año Litúrgico, de sus
ciclos y fiestas, estructura y regula todo el vivir cristiano. Se nos habla del núcleo de la
liturgia, y de cómo se ha constituido todo el culto cristiano en torno al acontecimiento
pascual. Se explica con claridad cómo se fueron creando a través de los siglos, y a que
responden los diversos ciclos litúrgicos, así como la relación existente entre las grandes
fiestas de Adviento, Navidad, Cuaresma, Pascua y del Tiempo Ordinario.

1. Origen e historia del Año Litúrgico.


1.1.Origen.

A lo largo de los siglos han ido surgiendo paulatinamente las


grandes fiestas cristianas121. Nacen
del deseo de profundizar y celebrar
los diversos momentos de la vida de
Cristo. Comenzando así, con la fiestas del Domingo y la Pascua,
Pentecostés, y con el tiempo se han ido agregando otras
festividades más. Hubo un proceso histórico para que el Año
Litúrgico quedara formado como ahora lo conocemos122. Cuando
los Apóstoles comenzaron su predicación, lo hicieron en torno a la
Resurrección del Señor —la Pascua— este acontecimiento
histórico y trascendente: ―Cristo, quien fue entregado por nuestros

121
Tomado de: http://es.catholic.net/celebraciones/120/16/articulo.php?id=1208.
122
A. MATÍAS, «A través del año litúrgico»: Cristo mismo, presente en su Iglesia, Ed. Buena Prensa, pág. 35.

105
pecados, y fue resucitado para nuestra justificación‖ (Rom 4, 25); era lo que los apóstoles
anunciaban a la gente, junto con las enseñanzas y vida de Jesús. La Pascua para los
cristianos es fiesta no de un día de la semana, sino de toda la vida123.

1.2.Historia (siglos I-IV).

El núcleo primitivo, celebrado por la comunidad apostólica a partir de la Resurrección del


Señor, es el ritmo semanal del domingo, memoria de la Pascua, con la progresiva
acentuación de la memoria de la tradición del Señor, el miércoles y de la Pasión del viernes,
como aparecen ya en el siglo II. Celebración que poco a poco se prolonga en el gozoso
tiempo pascual hasta los cuarenta días de la Ascensión y los cincuenta de Pentecostés. A la
vez se extiende el periodo de preparación al viernes y sábado y más tarde a toda la Semana
Santa. Este periodo se hace cada vez más amplio hasta constituir el tiempo de Cuaresma. Es
el primer núcleo celebrativo, ya bastante consistente y
extendido por todas la Iglesias, en los siglos III y IV 124.

1.3. El año litúrgico después de la reforma del


Concilio Vaticanos II.

En el Concilio Vaticano II, se presenta de la siguiente manera


el año litúrgico:
«La Santa Madre Iglesia considera deber suyo el celebrar con sagrada
memoria en días determinados a lo largo del año la obra de la salvación
realizada por su divino esposo. Cada semana, en el día en que se ha dado el
nombre de domingo, hace la memoria de la Resurrección del Señor, que
cada año, en memoria de su bienaventurada Pasión, celebra en la Pascua,
las más grandes de las solemnidades; a lo largo del año, distribuye todo el
misterio de Cristo, desde la Encarnación y la Navidad hasta la Ascensión, al día de Pentecostés y a
la espera del feliz retorno del Señor.»125

En las Normas Generales para la Ordenación del Año Litúrgico, presentadas en la


Constitución Litúrgica Sacrosanctum Concilium presentan los principios que pueden y
deben aplicarse tanto al rito romano como a todos los demás ritos126 (nn. 1-2).

1.3.1. los días litúrgicos.


1.3.1.1.El día litúrgico en general.

Cada uno de los días se santifica con las celebraciones litúrgicas del Pueblo de Dios,
principalmente por medio del sacrificio eucarístico y de la Liturgia de las Horas. Con todo,

123
A. MATÍAS, Liturgia: historia, celebración, teología, espiritualidad, Centro de Pastoral Litúrgica, Ed.,
Rivadeneira, Barcelona, 1992, pág. 206.
124
M. BERNAL, Iniciación al año litúrgico, Eds. Cristiandad, Madrid 1984, pág. 210.
125
A. BERGAMINI, «Cristo, Fiesta De La Iglesia», El Año Litúrgico, Ed., San Pablo, Bologna 1971, pág. 11.
126
Cfr. Concilio Vaticano II, Sacrosanctum Concilium, nn. 102-105: AAS (1964), pág. 125-126.

106
la celebración de los domingos y de las solemnidades comienza ya desde las Vísperas del
día anterior127 (nn. 3).

1.3.1.2.El domingo.

La Iglesia, por una tradición apostólica que trae su origen del


mismo día de la Resurrección de Cristo, celebra el Misterio Pascual
cada ocho días en el llamado con razón ―día del Señor‖ o domingo.

El domingo excluye de por si la asignación perpetua de otra


celebración, sin embargo:

a) El domingo dentro de la octava de Navidad, se celebra la


fiesta de la Sagrada Familia;
b) El domingo después del 6 de enero, se celebra la fiesta del Bautismo del Señor;
c) El domingo después de Pentecostés, se celebra la solemnidad de la Santísima
Trinidad;
d) El domingo último del tiempo ordinario, se celebra la solemnidad de nuestro Señor
Jesucristo, Rey del Universo.
1.3.1.3. Solemnidades, fiestas y memorias.

Al celebrar el misterio de Cristo durante el curso del año, la Iglesia


venera con amor especial a la Santísima Virgen María y propone a la
piedad de los fieles las memorias de los mártires y de otros santos 128.

Las solemnidades se cuentan entre los días más importantes y la


celebración comienza desde las Vísperas del día precedente. Algunas
solemnidades que se enriquecen también con una misa propia.

Las fiestas se celebran dentro de los


límites del día natural. Por tanto, no tienen
primeras Vísperas a no ser que se trate de
fiestas del Señor, que caigan en los domingos del tiempo
ordinario y del tiempo de Navidad. Entonces el oficio de esos
domingos se sustituye por el de la respectiva fiesta.

Las memorias son obligatorias o libres. Sin embargo, su


celebración se armoniza con la celebración de la feria ocurrente,

127
Cfr. Concilio Vaticano II, nn.3.
128
Ibíd., nn. 103-104.

107
según las normas que se exponen en la instrucción general del Misal Romano y de la
Liturgia de las Horas129.

El año litúrgico después de la reforma del Concilio Vaticanos II, ha venido a revolucionar
la estructura de la Liturgia, teniendo así, un contenido más ordenado y conforme a las
necesidades de nuestro tiempo. Toda esta nueva estructura que se tiene a partir del
Concilio, ha servido para darles un mejor espíritu a los fieles, sobre todo, a las fiestas del
Señor, ya que son por medio de las cuales, se celebran los misterios de salvación durante el
curso de todo el año.

2. Tiempos litúrgicos.
El Año litúrgico está formado por distintos tiempos litúrgicos 130. Estos son tiempos en los
que la Iglesia nos invita a reflexionar y a vivir de acuerdo con alguno de los misterios de la
vida de Cristo. Comienza por el Adviento, luego viene la Navidad, Epifanía, Primer tiempo
ordinario, Cuaresma, Semana Santa, Pascua, Tiempo Pascual, Pentecostés, Segundo tiempo
ordinario y termina con la fiesta de Cristo Rey.

1.4.Tiempo de Adviento.
Origen histórico:
No se puede determinar con exactitud cuándo fue por primera vez introducida en la Iglesia
la celebración del Adviento. La preparación para la fiesta de la Navidad no debió ser
anterior a la existencia de la misma fiesta, y de ésta no encontramos evidencia antes del final
del siglo IV, era celebrada en toda la Iglesia, por algunos el 25 de Diciembre, por otros el 6
de Enero. De tal preparación leemos en las Actas de un sínodo de Zaragoza en el 380, cuyo
cuarto canon prescribe que desde el 16 de Diciembre hasta la fiesta de la Epifanía nadie
debiera permitirse la ausencia de la Iglesia.

El adviento viene del ―latín” «adventus Redemptoris», que significa «venida del
Redentor», es el primer período del año litúrgico, ya que
con este tiempo comienzo el nuevo año litúrgico para los
cristiano, que consiste en un tiempo de preparación para el
nacimiento de Cristo131.

Su duración es de 21 a 28 días, dado que se celebran los


cuatro domingos más próximos a la festividad de Navidad.

129
A. BERGAMINI, «Cristo, Fiesta De La Iglesia», El Año Litúrgico, pág. 16-19.
130
Cfr.: L, .JOSEP, Celebrar el año litúrgico, Centro De Pastoral Litúrgica, 2 Ed., 1997, pág. 17.
131
J., CASTELLANO, El año litúrgico: memorial de Cristo y mistagogía de la Iglesia, Centro De Pastoral
Litúrgica, Ed., Biblioteca Cristiana, 1994, pág. 63.

108
Los fieles lo consideran un tiempo de reflexión y de perdón132.

El color litúrgico de este tiempo es el ―morado” que significa “penitencia”.

Triple finalidad del Adviento:

1) Recordar el pasado: celebrar y contemplar el nacimiento de Jesús en Belén. El


Señor ya vino y nació en Belén. Esta fue su venida en la carne, lleno de humildad y
pobreza. Vino como uno de nosotros, hombre entre los hombres. Esta fue su
primera venida.
2) Vivir el presente: se trata de vivir en el presente
de nuestra vida diaria la “presencia de Jesucristo” en
nosotros y, por nosotros, en el mundo. Vivir siempre
vigilantes, caminando por los caminos del Señor, en la
justicia y en el amor.
3) Preparar el futuro: se trata de prepararnos para la
Parusía o segunda venida de Jesucristo en la “majestad de
su gloria”. Entonces vendrá como Señor y como Juez de
todas las naciones, y premiará con el Cielo a los que han
creído en Él; vivido como hijos fieles del Padre y hermanos buenos de los demás.
Esperamos su venida gloriosa que nos traerá la salvación y la vida eterna sin
sufrimientos.

Dentro del tiempo de Adviento, se utiliza además, la corona de adviento, la cual es una
representación de las cuatro semanas que esta tiene.

La corona de adviento significa el amor de Dios, que no tiene principio ni fin; además nos
recuerda la eternidad de Dios y nos hace pensar en los miles de años de espera del Mesías,
desde Adán hasta su nacimiento y, en la actual espera de la segunda venido de Cristo.

1.5.Tiempo de Navidad.

Historia de la Navidad133:

El día de Navidad es el 25 de diciembre, cuando se conmemora el Nacimiento de Jesucristo en Belén


según los evangelios de San Mateo y San Lucas. Después de la Pascua de Resurrección es la fiesta
más importante del año litúrgico.
Como los evangelios no mencionan fechas, no es seguro que Jesús naciera ese día. De hecho, el día
de Navidad no fue oficialmente reconocido hasta el año 345, cuando por influencia de San Juan
Crisóstomo y San Gregorio Nacianzeno se proclamó el 25 de diciembre como fecha de la Natividad.

132
Cfr.: M., BERNAL, Iniciación al año litúrgico, Eds., Cristiandad, 1984, pág. 255.
133
Consultar: http://www.navidadlatina.com/historia/

109
La Navidad viene del latín “Nativitas”, que significa
«Nacimiento». Es una de las festividades más importantes
del cristianismo, junto con la Pascua de resurrección y
Pentecostés.

Pasadas las cuatro semanas de Adviento, la Iglesia católica


celebra el Tiempo de Navidad, a partir de esta solemnidad,
el 25 de diciembre.

Éste tiempo se extiende desde las I Vísperas de la


Natividad de Nuestro Señor Jesucristo, al atardecer del día 24, hasta las II Vísperas de la
Solemnidad del Bautismo del Señor, el domingo después de la Epifanía —6 de enero—134,
es decir, que son dos domingos los que abarca este tiempo.

Durante estos días, la Iglesia conmemora la venida en carne mortal de Cristo a la tierra. A
pesar de que muchos lo consideren así, no se trata de un cumpleaños ni de una fecha
tomada como exacta de este hecho histórico, sino que la elección de la fecha es puramente
simbólica, como todas las del año cristiano.

El color litúrgico de este tiempo es ―el blanco”135. Se utiliza este color como una referencia
a la pureza de Cristo recién nacido y también en referencia de que Él es nuestra luz y
alegría.

1.6.Tiempo de Cuaresma

Origen histórico:

En los primeros años de la Iglesia, la duración de la Cuaresma variaba. Finalmente alrededor del siglo
IV se fijó su duración en 40 días. Es decir, que ésta comenzaba seis semanas antes del domingo de
Pascua. En los siglos VI-VII cobró gran importancia el ayuno como práctica cuaresmal, presentándose
un inconveniente: desde los orígenes nunca se ayunó en domingo por ser día de fiesta, la celebración
del Día del Señor. Para resolver este asunto, en el siglo VII, se agregaron cuatro días más a la
cuaresma, antes del primer domingo, estableciendo los cuarenta días de ayuno, para imitar el ayuno de
Cristo en el desierto. Así la Iglesia empezó la costumbre de iniciar la Cuaresma con el Miércoles de
Ceniza, costumbre muy arraigada y querida por el pueblo cristiano.

La Cuaresma136, es el tiempo litúrgico de conversión, que marca la Iglesia para


prepararnos a la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados
y de cambiar algo de nosotros para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo.

134
Cfr.: M., MCKENNA, El Adviento y la Navidad, día a día, Ed., Santander, 1999, pág. 331-488.
135
O., XHONANÉ-M., OLIVAS, El Año Litúrgico en Familia, Familia Católica, 2 Ed., 2012, pág. 6.
136
Cfr.: F., FERNÁNDEZ-CARVAJAL, «Hablar con Dios». Tomo II: Cuaresma, Semana Santa, Pascua, Eds.,
Palabras S.A., Madrid-España, 2003, pág. 9-15

110
La Cuaresma dura 40 días; comienza el miércoles
de ceniza y termina el Domingo de Ramos, día que
se inicia la Semana Santa. A lo largo de este tiempo,
sobre todo en la liturgia del domingo, hacemos un
esfuerzo por recuperar el ritmo y estilo de
verdaderos creyentes que debemos vivir como hijos
de Dios137.

El color litúrgico de este tiempo es el color


“morado” que significa “luto” y “penitencia”.
Este tiempo es propicio para la reflexión intima de
nuestro vida, además es un tiempo de penitencia, de
conversión espiritual; tiempo de preparación al
misterio pascual.

El tiempo de adviento, por tanto, nos prepara para la celebración de la Semana Santa y
sobre todo para el Triduo Pascual.

1.6.1. Semana Santa.

La Semana Santa es el momento litúrgico más


intenso de todo el año138. Lo importante de este
tiempo no es el recordar con tristeza lo que Cristo
padeció, sino entender “por qué Murió y
Resucitó”. Es un tiempo para celebrar y revivir su
entrega a la muerte por amor a nosotros. En la
Semana Santa recordamos además, la última Cena de Cristo aquí en la tierra. Su
Resurrección nos recuerda que los hombres fuimos creados para vivir eternamente junto a
Dios.

La Semana Santa da comienzo con el Domingo de Ramos y finaliza con el Domingo de


Resurrección

1.6.2. Triduo Pascual.

«El nombre de Triduo Pascual no es muy antiguo. Prácticamente se acuño como oficial
en las Normas Universales de 1969 sobre el calendario y el Año Litúrgico. Antes, la
Semana Santa era una unidad más espontáneamente presente en la mentalidad del

137
D., TORRE, La Cuaresma, Arcilli, Ed., Diccionario de Espiritualidad, Vol. 1, pág. 512.
138
Tomado de: http://es.catholic.net/celebraciones/120/301/articulo.php?id=1275

111
Pueblo cristiano, empezando el Domingo de Ramos y terminando el Domingo de
Pascua»139.

El Triduo Pascual es la cumbre del año litúrgico. La segunda parte de la Semana Santa está
constituida por el Triduo Pascual, que conmemora, paso a paso, los últimos
acontecimientos de la vida de Jesús, desarrollados en tres días140. Comienza en la tarde del
Jueves Santo con la Misa, que es el Memorial de la Ultima Cena de Jesús con sus apóstoles
y termina en la tarde del Domingo de Pascua.

Estos tres días santos son culminación celebrativa de todo el año litúrgico, retiro espiritual
de los creyentes en comunidad y momento principal de decisiones cristianas 141; en
conclusión el Triduo Pascual, está constituido por tres días, estos son: Jueves Santos,
Viernes Santos y Viernes Santo.

1.7.Tiempo de Pascua142.

Historia del tiempo pascual:

En el AT, cincuenta días después de Pascua se celebra la fiesta de las semanas (Ex 19, 1; Dt 16, 9-10),
que en principio era la fiesta de los agricultores, por la recolección de las primeras mieses, y que pronto
sería celebrada como fiesta de la Ley y de la Alianza. Para los cristianos, el origen de la Pascua es
simplemente la crucifixión y la resurrección de Jesucristo hace 2,000 años atrás. Según los relatos de los
Evangelios, Jesucristo, el verdadero Mesías prometido en el Antiguo Testamento, fue crucificado y
resucitado en el tiempo de la pascua judía. Desde el tiempo del acontecimiento de este evento increíble,
los que creen que Cristo es su Mesías han honrado este día y lo han celebrado junto con la Pascua
tradicional.

Pascua proviene del latín “páscae”, que a su vez proviene del


griego “pasja”, una adaptación del hebreo “pésaj”, que
significa «paso» o «salto»143. En este sentido, El Tiempo
Pascual, es un periodo del año litúrgico, comprendido por los
cincuenta días entre el Domingo de Pascua de la Resurrección
de Jesús hasta el Domingo de Pentecostés.

Pentecostés, por tanto, no es solo un solo día, puesto que esta


palabra indica la ―cincuentena‖ de días y por siguiente, el
―quincuagésimo día‖, con el que termina el Tiempo de

139
Cfr.: B., NEUNHEUSER, El Misterio Pascual, Roma 1988, pág. 375-389.
140
Editado por: Padre Félix Castro Morales: Fuente: http://parroquiadelasoledad.org/
141
Cfr.: J., ALDAZÁBAL, El Triduo Pascual, Centro de Pastoral Litúrgica, Ed., Biblioteca Litúrgica, Barcelona
1998, pág. 37-61.
142
Tomado de: Pascua tradicional. - See more at: http://www.allaboutjesuschrist.org/spanish/el-origen-de-
la-pascua.htm#sthash.7pfKndb3.dpuf
143
Tomado de: http://www.significados.info/pascua/

112
Pascua144. El comentario oficial al Calendario Romano se expresa del siguiente modo: Para
que aparezca más evidente que los cincuenta días del tiempo pascual…son como un ―solo
día o un gran domingo‖ (Atanasio, Ep. Fest. 1: PG 26, 1366), los domingos del tiempo
pascual se llamara Domingo de Pascua‖.

El color litúrgico para este tiempo es el color “blanco”, que simboliza “la alegría, pureza,
tiempo de júbilo y la paz”.

1.8.Tiempo Ordinario

Historia del Tiempo Ordinario:

Los inicios del tiempo ordinario hay que buscarlos en la celebración de los domingos como
celebración de la Pascua semanal. El ciclo dominical ordinario representa, la más antigua celebración
de la Pascua del Señor y es anterior a la formación de los. El número de los domingos ordinarios, en
los primeros siglos se fue reduciendo por la organización del año litúrgico en torno a los misterios de
la redención. En los primeros documentos de la liturgia romana estos domingos ordinarios no tienen
ningún título específico, vienen denominadas en relación a una fiesta que lo precede o le sigue, por
ejemplo: en el misal romano de 1570 hay de 3 a 6 domingos después de la Epifanía y encontramos 24
domingos después de Pentecostés.

Con la reforma del Concilio Vaticano II, estos domingos jamás son llamados después de Epifanía,
después de Pentecostés o domingos verdes por el color litúrgico que se emplea. Estas semanas han
recibido su unidad, continuidad y cohesión interna, El tiempo ordinario cobra su unidad en el
leccionario ya que tiene un ciclo trianual en los domingos y bienal en las ferias. El tiempo ordinario
debe considerarse un tiempo fuerte en el cual se profundiza y se asimila el misterio de Cristo que se
encarna en la vida del creyente para hacerla Pascual.

De las 52 semanas que tiene el año, la mayoría, 33 0 34 según los años, pertenecen a este
tiempo en el que ―no pasa nada‖. Es el
tiempo que llamamos, con un nombre no
muy estimulante, ―Tiempo Ordinario‖. O
a veces, también, ―tiempo durante el
año‖145. El año litúrgico se divide en dos
grandes bloques: por una parte, «los
tiempos fuertes» —Pascua, con la
Cuaresma que la prepara, Adviento y
Navidad— y, por otra, el llamado
«tiempo ordinario». El carácter de estos
bloques es muy distinto. En los «tiempos
fuertes» dominan siempre los aspectos más particulares de los misterios cristianos.

144
Cfr.: J., TORRA, «Celebrar», Qué hacer en el tiempo de Pascua, Centro De Pastoral Litúrgica, 1998, pág. 7-
11
145
J., LLIGADAS, El Tiempo ordinario, Centro De Pastoral Litúrgica, 6/1/2006, pág. 4

113
El segundo bloque —casi de la misma extensión que el primero— tiene un matiz bastante
diferente: en él no se rememoran sucesivamente los diversos misterios cristianos, sino que
se profundizan de su conjunto y se penetra en ellos con una contemplación menos festiva,
pero quizá más «interiormente»146.

Un tiempo en dos partes: la primera va desde el final del Tiempo de Navidad, o sea el
lunes después de la fiesta del Bautismo del Señor, hasta en día antes de empezar la
Cuaresma, es decir, el martes antes del Miércoles de Ceniza. Y la segunda va desde el final
del Tiempo de Pascua, o sea el lunes después de Pentecostés, hasta el sábado antes del
primer domingo de Adviento. La primera de estas etapas es siempre más breve que la
segunda. La primera puede tener entre cinco y nueve semanas, según si la Pascua viene
muy adelantada o no. Y la segunda puede tener entre veintiocho y veintinueve semanas: si
la Pascua viene más adelantada será más, y si viene más atrasada traerá menos 147.

El color “verde” se usa en el Tiempo Ordinario; el verde es símbolo de la esperanza,


cuando todo florece, reverdece y se renueva 148.

1.9. Celebraciones de los santos149.

El año litúrgico, está centrado en torno al Misterio Pascual de Cristo, ya que se ve


enriquecido con las memorias de los Santos en cuyas vidas se realiza de manera eminente
la participación del Misterio de Cristo.

La finalidad de la inscripción en el
Martirologio es fijar la fecha de la fiesta del
Santo, aunque no todos los inscritos pasan
al Calendario, ya que se ponen para este
aquellos santos que tienen cierta
importancia para la Iglesia Universal, las
Particulares o las Familias Religiosas. Los
santos son realizaciones concretas y
personales del Misterio Pascual, por eso obviamente la Iglesia venera a estos miembros
eminentes de su cuerpo.

146
Liturgia de las Horas para los fieles, Tiempo Ordinario, Obra Nacional de la Buena Prensa, A.C., Ed.,
Desclée De Brouer, S.A. pág. 367.
147
J., LLIGADAS, El Tiempo ordinario, pág. 6.
148
Tomado de: ttp://es.wikipedia.org/wiki/Tiempo_Ordinario#El_color_lit.C3.BArgico_del_tiempo_ordinario
149
Tomado de: http://religioncatolicaromana.blogspot.com/2013/01/celebracion-de-los-santos-
calendario.html; J., CASTELLANO, El año litúrgico: memorial de Cristo y mistagogía de la Iglesia, Centro De
Pastoral Litúrgica, 1/1/1994, Ed., Biblioteca Litúrgica, pág. 327-330.

114
Este culto empezó con los de los mártires, es decir, con los cristianos que derramando su
sangre conseguían su imitación perfecta y total de Cristo. En esos tiempos, en los
aniversarios de su martirio, la eucaristía era celebrada junto a sus sepulcros.

Las celebraciones de los santos se dividen en cuatro categorías: solemnidades y fiestas


(donde se usa el formulario propio de la Misa con sus lecturas y oraciones tal como se
indica en el Misal y en el Leccionario), Memorias (donde se usan las oraciones tal como
viene indicado en el Misal), y Memorias libres (donde se puede omitir la celebración del
Santo totalmente).

1.10. División de los ciclos litúrgicos.

Esta distribución nace de la división que se creó con la reforma del Concilio Vaticano II
(los padres conciliares aprobaron un leccionario litúrgico, conocido como Libro de lecturas
para la misa. Su objetivo es ayudarnos a conocer y amar a Jesús y su obra salvadora a
través de la Palabra de Dios.), de los tres ciclos litúrgicos: A, B, C. No se leen cada año
(con excepciones) las mismas lecturas. Se han creado tres ciclos de forma que, cada tres
años se pueda leer la mayor parte posible de las Sagradas Escritura, con una lectura más
variada y abundante de la misma que no se repetirán hasta tres años después 150.

Durante el año, se sigue el orden de los evangelios sinópticos: en el ciclo A se lee Mateo,
en el B Marcos y en el C Lucas, y vuelta a empezar; pasajes importantes de Juan son
proclamados en algunos domingos del ciclo B, aunque de hecho este Evangelio se halla
presente también en los otros ciclos151. De este modo, quien participe de la Misa
Dominical, en tres años ha escuchado leer casi todo el Nuevo Testamento y partes
sustanciales del Antiguo Testamento152. Los días de la semana llevan un ritmo propio y
distinto: se divide en dos años, par e impar, tomándose como tal el de la mayor parte del
año.

Conclusión:

La reforma que trajo consigo el Concilio Vaticano II, ha sido una buena aportación, en
cuanto le ha dado un nuevo rostro a la liturgia; una forma más estructurada y organizada del
año litúrgico, ya que con ello se destaca la importancia del misterio de Cristo, en torno al
cual se ordenan las diversas fiestas y memorias.

150
Cfr.: A., IZQUIERDO, «Lectio Divina», Introducción y Métodos, Eds., Paulinas, Lima, Perú 2009, pág. 32-33.
151
CELAM, Manual de Liturgia. La Celebración del Misterio Pascual: Introducción a la Celebración Litúrgica,
Vol. I, Ed., Lito Camargo Ltda, Santafé de Bogotá, D.C., Colombia 2000, pág. 262.
152
CELAM, Manual de Liturgia. La Celebración del Misterio Pascual: Introducción a la Celebración Litúrgica,
pág. 262; cfr.: http://www.eltestigofiel.org/informacion/preguntas.php?idu=84

115
Por otra parte, en la estructura del año litúrgico han quedado bien definidas la centralidad
de la Pascua; la principalidad del domingo sobre otras fiestas; la ordenación de los llamados
―tiempos fuertes‖ en relación con este misterio central.

116
117
Contents
Objetivo. ............................................................................................................................................3
Introducción. ......................................................................................................................................3
EL SUJETO DE LA CELEBRACION: LA
ASAMBLEA ................................................................................................................4
1. La asamblea litúrgica en el antiguo testamento .....................................................................5
2. Asamblea en el nuevo testamento .........................................................................................6
3. La asamblea a lo largo de la historia. ......................................................................................7
4. La asamblea litúrgica después del concilio vaticano ii. ...........................................................8
EL EQUIPO DE LITURGIA..........................................................16
1. ¿Qué es un Equipo Litúrgico? ...............................................................................................16
2. Las tareas del equipo litúrgico ..............................................................................................17
3. Leyes que debe conocer el equipo litúrgico .........................................................................18
El BUEN USO DE LOS RITOS INICIALES ........19
Los ritos iniciales ..........................................................................................................................19
1. Entrada .................................................................................................................................19
2. El Saludo ...............................................................................................................................20
3. Acto penitencial....................................................................................................................21
4. Señor, ten piedad .................................................................................................................21
5. Gloria a Dios en el cielo ........................................................................................................22
6. La Oración Colecta ................................................................................................................22
EL BUEN USO DE LA LITURGIA DE LA
PALABRA ...................................................................................................................24
1. La liturgia de la palabra: diálogo entre Dios y su pueblo reunido .........................................24
2. La proclamación solemne de la Palabra significado de los elementos .................................25
3. Guía para la celebración de la Palabra de Dios para los laicos .............................................26
4. Sugerencias para la celebración de la Palabra de Dios .........................................................30
EL BUEN USO DE LA LITURGIA
EUCARÍSTICA ...................................................................................................32
1. Liturgia Eucarística ...............................................................................................................32

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EL BUEN USO DE LOS RITOS DE
COMUNIÓN...............................................................................................................40
1. El gesto de la paz ..................................................................................................................40
2. La fracción del pan ...............................................................................................................41
3. Cordero de Dios ....................................................................................................................42
4. Dichosos los invitados: .........................................................................................................43
5. Comunión, ¿en la boca o en la mano? ..................................................................................44
6. Bajo las dos especies ............................................................................................................45
7. Bebiendo del cáliz o mojando: .............................................................................................45
8. Adoración: ............................................................................................................................46
9. Los ministros extraordinarios de la comunión......................................................................46
COMUNICACIÓN LITÚRGICA Y LENGUAJE
.........................................................................................................................................................49
1. La comunicación en general .....................................................................................................50
2. El proceso de comunicación .....................................................................................................51
LA COMUNICACIÓN LITÚRGICA A
TRAVÉS DEL CANTO Y DE LA MÚSICA ...............59
1. Antecedentes ........................................................................................................................59
2. El canto y la música en el ámbito cristiano ...........................................................................60
3. El canto y la música en el ámbito litúrgico ...........................................................................61
4. Normas y sugerencias pastorales para el canto y la música en la liturgia ............................64
5. Conclusión ............................................................................................................................64
LA COMUNICACIÓN LITÚRGICA A
TRAVÉS DE LOS GESTOS Y ACTITUDES
DEL CUERPO HUMANO ...................................................................65
1. Gestos ..................................................................................................................................65
2. Actitudes litúrgicas más importantes ...................................................................................68
LA COMUNICACIÓN A TRAVÉS DE LOS
ELEMENTOS QUE USA LA LITURGIA..................71
1. Vestiduras e insignias ...........................................................................................................71
2. Elementos Naturales ............................................................................................................75
LA COMUNICACIÓN POR MEDIO DE LOS
ESPACIOS PARA LA CELEBRACIÓN.................84

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1. La comunicación por medio de los espacios para la celebración..........................................84
2. El presbiterio. .......................................................................................................................85
3. El Bautisterio. .......................................................................................................................88
CATEQUESIS SOBRE LA LITURGIA
SACRAMENTAL DEL BAUTISMO ..................................90
1. Sacramentos de la Iniciación Cristiana .................................................................................90
2. ¿Qué es un sacramento? ......................................................................................................91
3. El Sacramento del Bautismo .................................................................................................91
4. Explicación de los signos del Sacramento del Bautismo .......................................................92
SACRAMENTO DE LA CONFIRMACIÓN ............96
1. ¿Qué es la confirmación? .....................................................................................................97
2. La separación del bautismo y la confirmación. .....................................................................98
3. Significado de los signos de la confirmación ........................................................................98
5. Los efectos de la confirmación ...........................................................................................102
6. ¿Quién puede recibir este sacramento? .............................................................................102
7. ¿Quién es el ministro ordinario de la Confirmación? .........................................................103
CATEQUESIS SOBRE LA ESTRUCTURA
DEL AÑO LITÚRGICO ........................................................................105
1. Origen e historia del Año Litúrgico. ....................................................................................105
2. Tiempos litúrgicos. .................................................................................................................108

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