Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
A lia n z a U n iv e r s id a d
Norman Cohn
A lia n z a
E d ito r ia l
Titulo original: T h e P ursuit o f th e M illenium - Revolutionary
Millenarians and M ystical Anarchists of th e M iddle Ages
7
8 Indice
U niversidad d e Sussex N . C.
Falm er, B righton
Inglaterra
1980
E X P R E S IO N E S D E R E C O N O C IM IE N T O
11
12 Norman Cohn
14
En pos del Milenio 15
18
En pos del Milenio 19
he aq u í que en las nubes del cielo venía... y llegó hasta el anciano... y conce-
diósele señorío, gloria e im perio, y todos los pueblos, naciones y lenguas le sir
vieron; su señorío es u n señorío eterno que no pasa... la grandeza de todos los
reinos que bajo el cielo existen será entregada al pueblo de los santos del Al
tísim o...
Esto va m uch o más allá q u e cualquiera d e los profetas: por prim era
vez se im agina al glorioso reino fu tu ro com p ren dien do n o sólo Palesti
na sino to d a la tierra.
Y a se p u ed e reconocer el paradigm a d e lo qu e será la fantasía
central de la escatología revolucionaria. El m u n d o está d o m in ad o por
u n p o d er m aligno y tiránico con u n a capacidad de destrucción ilim ita
da — u n po der qu e n o se im agina com o h u m an o sino com o diabólico.
La tiranía de este p o d er se hará cada vez más insop ortable, los sufri
m ientos de sus víctimas cada vez más intolerables; hasta q u e , rep e n ti
nam en te, suene la hora en la qu e los santos de D ios p u ed an levantarse
y destruirlo. Entonces los m ism os santos, los elegidos, el p u eblo santo
qu e hasta aquel m o m ento sufría bajo el talón del opresor, heredarán a
En pos del Milenio 21
m ás frutos. Pero este paraíso terrestre ¿será eterno o du rará sólo unos
siglos para ser sustitu id o po r u n reino de otro m u n d o ? Sobre esta m a
teria h ab ía discrepancia de opiniones, pero se tratab a de u n a cuestión
p u ram en te académ ica. Y a fuese tem p oral o eterno , era u n reino po r el
qu e valía la p e n a luchar; y los apocalipsis habían dejado bien estable
cido q u e , gu ian d o el cam ino de los santos a su reino, el mesías sería
invencible en la guerra.
A m ed id a q u e bajo el gobierno de los procuradores el conflicto con
R om a se fu e haciendo cada vez más enconado, las fantasías mesiánicas
se convirtieron para m uchos judíos en u n a preocupación obsesiva. Se
g ú n Josefo, lo q u e im pulsó a los ju díos a la guerra suicida q u e finalizó
con la conquista d e Jerusalén y la destrucción del T em p lo e n el año
70, d . C ., fu e sobre to d o su fe en la in m in en te ven id a de u n rey m e-
siánico. El m ism o Sim ón bar-C ochba, q u e dirigió la ú ltim a gran rebe
lión en favor d e la in d ep en d en cia nacional en el añ o 131, d . C ., fue
seguido com o mesías. Pero la sangrienta represión de este levanta
m ien to y la aniquilación de la nacionalidad política pu so fin ta n to a la
fe apocalíptica com o a la belicosidad de los judíos. A u n q u e d u ran te
los siglos posteriores surgieron ciertos mesías peculiares en tre las co m u
nidades dispersas, lo q u e ofrecieron era tan sólo u n a reconstrucción del
hogar nacional, y no u n im perio m u n d ial escatológico. A dem ás, casi
nunca lograron provocar levantam ientos arm ados, y jam ás en tre los
judíos europeos. En adelante ya no fu eron los judíos sino los cristianos
quienes acariciaron y elaboraron profecías inspiradas en la tradición del
«sueño de D aniel» y con tinuaron siendo inspirados en ellas.
U n mesías sufriente y m uerto, u n reino p u ram en te espiritual; tales
ideas, qu e más adelante constituyeron el núcleo m ism o de la doctrina
cristiana, no fueron fácilm ente aceptadas por la mayoría de los p rim iti
vos cristianos, D esde qu e hace unos sesenta añ o sJo h an n es Weiss y Al-
b ert Schweitzer suscitaron el p rob lem a, los expertos h an discutido los
alcances d e la influencia de la apocalíptica ju d ía en las enseñanzas de
Cristo. Y au n q u e esta cuestión escape al objeto de nuestro estu dio , al
gunas de las aseveraciones q u e los Evangelios atribuyen a C risto enca
ja n perfectam ente en él. La célebre profecía registrada p o r M ateo es
m uy im p o rtan te, y no carece de interés saber si Cristo la explicó real
m en te o solam ente le fue atrib uid a: «Porque el H ijo del H o m bre ha
de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces recom
pensará a cada cual según sus obras. En verdad os digo q u e hay alg u
nos en tre vosotros q u e no prob arán la m u erte antes d e hab er visto al
H ijo del H o m bre venir en su reino.» N o p u ed e sorprendernos qu e
m uchos de los prim itivos cristianos in terpretaran estos conceptos en el
sentido de la escatología apocalíptica q u e les era fam iliar. Al igual qu e
tan tas generaciones d e judíos q u e les hab ían precedido consideraron la
historia com o dividida en dos épocas, antes y después de la victoriosa
En pos del Milenio 23
vim icnto. En los prim eros años d el siglo ll. T ertu lian o describe p o rte n
tos fabulosos: d u ran te cuarenta días se h ab ía visto en J u d e a u n a
ciu dad fortificada q u e aparecía en el firm am en to cada m añ an a para ir
desapareciendo a m ed id a q u e el d ía avanzaba; y esto era u n signo irre
fu tab le de q u e la Jeru salén celeste estaba a p u n to de descender. N ueve
siglos después (com o verem os), la m ism a visión hip n o tizaría a las m a
sas populares d e las C ruzadas cuando se dirigían afanosam ente hacia
Jeru salén .
Al esperar d ía a d ía y sem ana a sem ana la Segunda V enida, los
m ontañistas seguían m uy de cerca los pasos d e m uchos, tal vez de la
m ayoría, de los prim itivos cristianos; el m ism o Libro de Revelación es
perab a q u e sucediese «pronto». D e todos m odos, hacia m ediados del
siglo 11 tal a ctitu d ya no estaba ta n generalizada. El to n o de la segunda
epístola de P edro, escrita hacia el 150 d . C ., es titu b ean te: p o r com p a
sión, C risto p u ed e retrasar su venida «hasta q u e todos se arrep ientan y
hagan penitencia». Al m ism o tiem p o , em pezó u n proceso q u e fue des
po jan d o de su an tig u a au toridad canónica a las apocalípticas cristianas
hasta el p u n to d e q u e sólo h a sobrevivido el llam ado Apocalipsis de
J u a n o Libro de la Revelación, y éste ú n icam en te po rq u e fue errónea
m en te atrib u id o al apóstol del m ism o nom bre. A hora b ien , au n q u e
u n n ú m ero creciente de cristianos creía en el M ilenio com o en u n a re
m o ta po sibilidad y no com o en u n acontecim iento in m in en te, de to
dos m odos m uchos estaban convencidos de q u e vendría en la p len itu d
de los tiem pos; San Ju stin o m ártir, con to d a seguridad no m o n tañ ista,
lo indica con suficiente claridad en su D iá lo g o con e l J u d ío T rifó n .
Ju stin o po n e la siguiente p reg u n ta en boca de su interlocutor judío:
«¿Los cristianos creéis realm ente qu e vuestro p u eb lo se reunirá nueva
m en te a q u í con alegría, bajo Cristo, y ju n to con los patriarcas y los
profetas?» A lo q u e Ju stin o responde q u e, au n q u e no todos los cris
tianos com p arten esta o p in ió n , él m ism o y m uchos otros están unidos
en la fiel creencia de que los Santos vivirán d u ran te m il años en un a
Jeru salén reconstruida, eng alan ada y engrandecida.
El reino de los Santos, in m in en te o rem o to , po día ser im aginado
de m odos m uy diferentes, desde los m ás m aterialistas hasta los más es
pirituales y, ciertam en te, las representaciones qu e de él se hicieron
hasta los cristianos de elevada form ación, fueron m uy concretas. U n
tem p ran o ejem p lo de esas fantasías nos lo facilita el «Padre A postóli
co» Papías, nacido hacia el año 60, d . C ., y qu e p u d o h ab er sido discí
p u lo de San J u a n . Este frigio fue u n ho m b re de letras entreg ado a la
preservación de los relatos de prim era m an o q u e se hicieron sobre las
enseñanzas de Cristo y, au n q u e la profecía m ilenarista q u e atribuye a
C risto es espúrea — podem os encontrar paralelos en diversas apocalípti
cas judías com o B a ru k— , es del m ayor interés com o m uestra de lo que
esperaban algunos de los cristianos cultos y honrados de la época post-
26 Norman Cohn
Llegarán días en los que aparecerán vides que tendrán diez mil renuevos,
cada renuevo diez mil vástagos, cada vástago diez mil tallos, y cada tallo diez
mil racimos, y cada racimo diez mil uvas, y cada racimo producirá veinticinco
metretas de vino. Y cuando alguno de los santos tome un racimo, otro racimo
le gritará, «Soy un racimo mucho mejor, tómame; bendice en mi al Señor.» [El
Señor] dijo también que un grano de trigo produciría diez mil espigas, y que
cada espiga tendría diez mil granos, y que cada grano daría diez libras de la
mejor flor de harina, pura y alba; que los frutales, huertas y pastos producirían
en la misma proporción; y que los animales, alimentados tan sólo con lo que
recibirían de la tierra, se apaciguarían y vivirían amistosamente entre sí, total
mente sometidos a la voluntad del hombre. Ahora bien, todas estas cosas sólo
pueden creerlas los creyentes. Y Judas, que era un incrédulo traidor, preguntó,
«¿Cómo producirá el Señor toda esta abundancia?» Y el Señor respondió: «Lo
verán los que lleguen a esos tiempos.»
Ireneo, nacido tam b ién e n el Asia M enor, llevó esas profecías consigo
cuan do fu e a establecerse a la G alia hacia fines d el siglo u , y com o
obispo de Lyon y distin g u id o teólogo fu e, segu ram en te, el principal
fau to r de la aceptación d e u n a concepción m ilenarista en O ccidente.
Los últim o s capítulos d e su volum inoso tratad o C o n tra la s h erejías
constituyen u n a com pleja antología de profecías m esiánicas y m ilena-
ristas entresacadas del A n tiguo y N uevo T estam ento (con la inclusión
de la citada p o r Papías). Según Ireneo, form a p a n e indispensable de la
ortodoxia el creer q u e esas cosas acontecerán en la tierra en favor tan to
d e los justos m uertos, q u e resucitarán, com o de los justos vivos. Y la
razón q u e d a en apoyo d e su convicción m uestra q u e el p ap el des
em p eñ ad o p o r las fantasías com pensatorias n o era m eno r ahora q u e en
los días del «Sueño d e Daniel»:
Pero este demente (el Anticristo), ardiendo con furor implacable, conducirá
En pos del Milenio 27
d el siglo iv. E ntre 340 y 350, E uropa se enco ntrab a d ividid a en tre los
dos hijos supervivientes de C onstan tin o: C o nstante I, en O ccidente, y
C onstancio II, en O rien te. La controversia arrianista se enco ntrab a en
su p u n to culm inan te; y m ien tras C o nstante era u n gran protecto r d e la
fe nicena y defensor de A tanasio, C onstancio se inclinaba — p o r m o ti
vos más políticos q u e religiosos— en favor del p artid o arrianista. E n el
año 350, C o nstan te, qu e h ab ía dem ostrado su in e p titu d com o go ber
n an te, fue asesinado p o r sus tropas y Constancio se convirtió en el
caudillo único del Im perio. T ib u rtin a refleja las reacciones de los cató
licos ante este hecho. H abla de u n «tiem po de dolores» en el que
R om a será capturada y los tiranos oprim irán a los pobres e inocentes
m ientras protejerán a los culpables. Pero, entonces aparece u n em p era
do r griego llam ado C o nstante q u ien u n e las partes orien tal y occiden
tal del im perio bajo su m an d o .
D e im p o n en te presencia, alto, b ien proporcionado, con u n rostro
radian te y herm oso. C onstante reina 112 (o 120 años). Es u n tiem po
d e abundancia: el aceite, el vino, el trigo son ab u n d an tes y baratos. Es
tam b ién el tiem p o del triu n fo definitivo del cristianism o. El em p era
dor devasta las ciudades de los paganos y destruye los tem plos d e los
dioses falsos, orden a a los gentiles q u e se bau ticen, y los q u e se niegan
a convertirse son ajusticiados. Al fin del largo reinad o incluso los
judíos se convierten y cuan do esto sucede el Santo Sepulcro resp lan de
ce de gloria. Los veintidós pu eblos d e G og y M agog atacan furiosa
m en te, num erosos com o las arenas d el m ar; pero el em p erad o r reúne
su ejército y los an iq u ila. U na vez cu m p lid a su tarea, el em perado r se
dirige hacia Jeru salén para ceñirse la corona y revestirse d e l m an to im
perial en el G ó lg ota para así go bernar a la cristiandad p o r la gracia de
D ios. La E dad d e O ro y, con ella, el im perio rom ano h a n llegado a su
fin ; p ero antes d el fin de todas las cosas todavía q u e d a u n breve p erío
d o d e tribulación. A h ora, e n efecto, aparece el A nticristo y reina en el
tem p lo de Jeru salén , en g añ an d o a m uchos con sus m ilagros y persi
g u ien d o a los q u e n o p u ed e em baucar. Por el bien d e los elegidos el
Señor acorta esos días y envía al arcángel M iguel, q u ie n destruye al A n
ticristo. Y , p o r fin , q u ed a abierto el cam ino para qu e se prod uzca la
Segunda V enida.
La figu ra del E m perador d e los U ltim os D ías, in trodu cid a p o r p ri
m era vez en la T ib u rtin a , cobra aú n m ayor relieve e n el oráculo sibili
n o conocido com o P seu d o N ieto d io . Esta profecía, a trib u id a a M etodio
d e P atara, obispo y m ártir del siglo IV, fue com p uesta en realidad h a
cia fines d el siglo Vil. Su fin alid ad original fu e la d e consolar a los cris
tianos sirios en su todavía poco fam iliar y am arga situación bajo la d o
m inación m u su lm an a. Se abre con u n a panorám ica de la historia
m u n d ial desde el paraíso hasta A lejandro, para pasar de u n salto a la
época del autor. Bajo la form a d e profecía de las cosas q u e todavía han
En pos del Milenio 31
de suceder, describe cóm o los ism aelitas, después de ser derrotados por
G ed eón y obligados a regresar a sus desiertos, vuelven a la carga y d e
vastan la tierra desde E gipto hasta E tiopia y desde el Eufrates hasta la
India. Los cristianos son castigados po r sus pecados con la sujeción
tem p oral a esas hordas, los ejércitos conquistadores del Islam , Los is
m aelitas asesinan a los sacerdotes cristianos y profanan los Santos Luga
res, a la fuerza o con engaños seducen a m uchos cristianos a los qu e
ap artan d e la verdadera fe, les arreb atan territorio tras territorio y se
vanaglorian de q u e h a n caído para siem pre en su poder.
Pero —y a q u í p o r p rim era vez la profecía se aven tu ra en el
fu tu ro — en el preciso m o m en to en q u e la situación es p eo r q u e n u n
ca, u n glorioso em p erad o r, al q u e d u ran te m u ch o tiem p o se hab ía
creído m u erto , se despierta de su letargo y se levanta con to d o el furor
de su ira. Vence a los ism aelitas y devasta sus tierras con el fuego y la
espada, les im p o n e u n yugo m il veces m ás opresivo q u e el q u e ellos
h ab ían im p u esto a los cristianos y castiga tam b ién a los cristianos qu e
h ab ían renegad o de su Señor. A estos acontecim ientos sigue u n perío
d o d e paz y alegría m ientras q u e el im p erio , u n id o bajo su gran
caudillo, florece com o nunca. Pero, entonces se presentan las huest?s
de G o g y M agog, trayendo consigo devastación y terror, hasta que
Dios envía a u n capitán de los ejércitos celestes para q u e las destruya
en u n in stante. El em perado r se dirige hacia Jeru salén para esperar allí
la aparición del A nticristo. C u and o sucede ese tem id o acontecim iento,
el em perado r coloca su corona sobre la cruz del G ólgota y la cruz se
lanza al cielo. El em perado r m uere y se inicia el reino del A nticristo.
Pero la cruz no tard a en reaparecer en los cielos com o señal del H ijo
del ho m b re y el m ism o Cristo viene sobre las nubes en to do su po der
y gloria, para destruir al A nticristo con su palabra y realizar el juicio
final.
PeSe a q u e las situaciones políticas particulares evocadas po r esas
profecías mism as pasaron e incluso se perdió su recuerdo exacto, las
profecías m ism as siguieron ejerciendo to da su fascinación. D u ran te toda
la E dad M edia la escatología sibilina m antuvo to da su fuerza ju n to
con las escatologías derivadas del Apocalipsis, m odificándolas y siendo
a su vez m odificada p o r ellas, au n q u e , po r lo general, las sobrepasó en
p o p u larid ad . En efecto, p o r poco canónicos y ortodoxos q u e fueran,
los oráculos sibilinos ejercieron u n a gran influencia: a excepción de la
B iblia y d e las obras d e los Padres, fu eron p ro b ab lem en te los escritos
q u e m ás influyeron en la E uropa m edieval. M uy a m en u d o d eterm in a
ron las opiniones d e personas m uy destacadas en la Iglesia, d e m onjes
y religiosos com o san B ernardo y santa H ild egarda, cuyos consejos
fueron considerados com o d ivinam ente inspirados incluso p o r pap as y
em peradores. Esos oráculos se dem ostraron ser, adem ás, m uy ad ap
tables: reinterpretados y en m en d ad o s co n tin u am en te para hacer frente
32 Norman Cohn
persa (m azdeana) del derrocam iento del archidem onio A h rim an al fin
de los días, entrelazada con el m ito babilónico de u n a batalla entre el
dios suprem o y el dragón del caos, p en etraro n en la escatología ju d ía e
influyeron p ro fu n d am en te en la fantasía del tiran o d e los últim o s días.
Ya en la m ism a profecía de «Daniel», A ntíoco aparece no sólo com o el
rey de cruel com p ortam ien to sino tam b ién com o la criatura con cuer
nos qu e «creció hasta el ejército celeste, d errib an d o po r tierra p a n e del
m ism o y de las estrellas, a las qu e holló». En el Apocalipsis la función
tradicional del A nticristo q u ed a dividida entre la prim era bestia —el
gran dragón rojo q u e aparece en el cielo o surge del m al, con siete ca
bezas y diez cuernos— y la segunda bestia — el m on stru o con cuernos
qu e «habla com o u n dragón» y surge de lo más p ro fu n d o d e la tierra.
A q uí la figura del A nticristo se h a convertido en la figura de aqu el
otro m on stru o con cuernos q u e m ora en las p rofun did ades d e la tierra,
«el dragón, la serpiente antigua», el m ism o Satanás; y d u ra n te todos
Los siglos en q u e siguió p reo cu p an d o y fascinando las im aginaciones de
los hom bres, el A nticristo retuvo esta cualid ad dem oníaca. D u ran te
to da la E dad M edia fue representado n o sólo c o n o u n tiran o sentado
en el trono sino tam b ién com o u n dem o n io o dragón q u e vuela p o r
los aires rodeado de dem onios inferiores, o in te n ta n d o volar a fin de
probar q u e es Dios y siendo castigado con la m u erte po r El [lám ina 1].
A m ediados del siglo XII santa H ildegarda de B ingen tuvo su visión
como la de u n a bestia con u n a m onstruosa cabeza negra com o el car
bó n, ojos inflam ados, orejas de asno y u n abierto vientre de colmillos
de hierro. D e hecho el A nticristo era, com o Satanás, u n a gigantesca
personificación del p o d er destructor y anárquico. Se p u ed e apreciar
cuán ilim itad o se creía ese po d er, cuán so b reh um ano y terrorífico, en
un a representación gráfica del Satanás-A nticristo (identificado en esta
instancia con el Papa) de M elchior Lorch [lám ina 2]. Esta p in tu ra d ata
de m ediados del siglo x v i, pero la em oción q u e expresa, un a m ezcla de
horror, odio y hastío, h ab ía tu rb ad o a los europeos desde m uchos
siglos antes.
Las profecías sibilinas y juaninas influyeron m uy p ro fu n d am en te
en las actitudes políticas. Para el p u eb lo m edieval el asom broso dram a
de los últim o s días no constituía u n a fantasía acerca de u n fu tu ro re
m oto e in definido , sino en u n a profecía infalible q u e podía cum plirse
en el m o m en to m ás inesperado. Las crónicas m edievales nos m uestran
claram ente la influencia qu e tuvo en los criterios políticos d e la época.
Los cronistas se esforzaron en ver los indicios de la arm onía en tre los
cristianos, del triu nfo sobre los incrédulos, de la abu nd ancia y prospe
ridad sin igual q u e deb ían ser las señales de la nueva E dad de Oro
incluso en reinos q u e no reunían n in g u n o de estos requisitos. En todo
nuevo m onarca sus súbditos trataron casi de ver al ú ltim o em perador
qu e deb ía gobernar d u ran te la E dad de O ro, m ientras q u e los cronistas
2
34 Norman Cohn
L A T R A D I C I O N D E L A D I S I D E N C I A R E L IG IO S A
35
36 Norman Cohn
canzar u n éxito com pleto. U na y otra vez los frailes o m onjes predica
dores volvieron a refugiarse d en tro de las m urallas de sus m onasterios
o, p o r el contrario, aban do naron el ideal de la santidad para intervenir
en la política. U n a y otra vez las órdenes reform adas, consagradas en
su origen a la po breza apostólica, term inaron po r ad q u irir grandes ri
quezas. Siem pre q u e se dieron estos casos, b u en a parte del laicado se
encontró an te u n vacío espiritual, q u e satisficieron los predicadores d i
sidentes o heréticos.
N o rm alm en te dichos predicadores se presentaban sim plem ente
com o guías espirituales, au n q u e , a veces, p reten d ían ser m uch o más:
profetas inspirados p o r D ios, m esías, incluso dioses encarnados. Este
fenóm en o es precisam ente p u n to básico del presente estu dio , y es
aprop iad o ahora q u e tratem os con más detalle algunos ejem plos de él.
tab an tam b ién algunos sacerdotes. Todos le ofrecían oro, p lata y vesti
duras, pero el «cristo* distribu ía todas estas prendas entre los pobres.
C u and o se le hacían estas ofrendas tan to él com o la m u jer se postra
b an y oraban, pero in m ed iatam en te después, poniéndose en p ie, or
d en ab a a la reunión qu e le adorasen. Más adelante organizó a sus
seguidores en form a de ban da arm ad a, a la q u e con du jo p o r to d a la
región, atacando y ro ban do a los viajeros qu e enco ntrab an por el cam i
no. Pero tam b ién su am bición no era ahora la de ser rico sino la de ser
adorado, po r ello distribu ía to d o el b o tín entre los q u e no ten ían nada
— podem os im aginar qu e de este reparto no se excluía a sus propios
seguidores. Por o tra p arte, cuan do la b an d a llegaba a u n a ciu dad , to
dos sus h ab itan tes, incluido el obispo, eran am enazados de m uerte si
no le adoraban.
Este mesías encontró su fin en Le Puy. C u and o llegó a esta im p o r
tan te ciudad episcopal acuarteló a su «ejército» —com o le llam a
G regorio— en las basílicas próxim as, com o si se preparara para luchar
en contra del obispo, A urelio. Entonces envió d elan te de sí a unos
m ensajeros para q u e proclam aran su llegada; estos m ensajeros se p re
sentaron desnudos an te el obispo saltando y haciendo cabriolas. El
obispo, a su vez, envió u n a p artid a de sus hom bres al encu entro del
mesías. El jefe del g ru p o fin g ien d o inclinarse a n te él, lo asió p o r las
rodillas, después de lo cual fue apresado y descuartizado. «De este
m odo», com enta G regorio, «cayó y m urió ese ‘cristo’, q u e m erecía el
no m bre de Anticristo». T am b ién fu e apresada su com pañera M aría,
siendo to rtu rad a hasta q u e reveló todos los ardides dem oníacos q u e le
hab ían dad o ta n to po der. Sus seguidores se dispersaron, p ero q u e d a
ron sujetos a la proscripción q u e h ab ía caído sobre su jefe. Los qu e
h ab ían creído en él con tinuaron con su fe y hasta el d ía d e su m u erte
sostuvieron q u e era ciertam ente C risto y q u e la m u jer, M aría, era ta m
b ién u n ser divino.
En la experiencia de G regorio este caso no fu e, n i m uch o m enos,
el único. Diversas personalidades sem ejantes aparecieron en otras p a r
tes del país atrayendo masas de devotos seguidores, especialm ente m u
jeres y m ereciendo, en tre la g en te sencilla, el atrib u to de santos vivien
tes. El m ism o G regorio se h ab ía enco ntrad o con m uchos de ellos y se
h ab ía esforzado, con sus exhortaciones, en apartarles del error. A hora
b ien , él m ism o veía en esos acontecim ientos otro s tan to s «signos» del
fin próxim o. Plagas y h am b re se d ab an p o r todas partes, ¿por q u é no
esperar tam b ién la existencia de falsos profetas? Pues, hacía n o tar G re
gorio, el m ism o C risto h ab ía dicho: « ...h a b rá ham bres y pestilencias y
terrem otos p o r diferentes lu gares... Entonces si alg u n o dijere: ‘M irad,
aq u í está el Mesías’, o ‘allí’, n o le creáis, po rq u e se levantarán falsos
mesías y falsos profetas y exhibirán grandes señales y p o rten to s, hasta
Un pos del Milenio 41
tos siem pre les fueron atribuidos a herejes d e to d a calaña. Por otra
p a rte , parece qu e no tenem os n in g u n a razón para d u d ar de que
T anch elm o se presentase realm ente com o u n ser divino. El capítulo de
U trech t explica que u n o de los seguidores de T anchelm o, u n herrero
llam ado M anasés, organizó u n a co m u nid ad de doce hom bres, a im ita
ción de los apóstoles, y u n a m u jer, q u e representaba a la virgen María..
Este n o es el tip o de historia q u e la gente inventa — y m ucho m enos si
se ha de enviar a un arzobispo vecino. T anto el capítulo de U trecht
com o el biógrafo de san N o rb erto afirm an qu e Tanchelm o distribuía el
agua de su bañera entre sus seguidores, algunos de los cuales la bebían
com o sucedáneo de la eucaristía, m ientras otros la atesoraban com o re
liq u ia sagrada. Puede recordarse a A ldeb erto, qu ien distribu ía recortes
d e uñ as y cabello entre sus prosélitos. Estos procedim ientos resultarán
m uy com prensibles a todos aquellos q u e conozcan los hallazgos a n tro
pológicos respecto al m a na , al p o d er infuso, y sobre los m odos como
p u ed e transm itirse a través de vehículos materiales.
La biografía de san N o rb erto añade otros detalles. Nos explica que
T anchelm o organizó u n a guardia personal y que solía celebrar con ella
espléndidos banquetes. T am bién dice qu e resultaba m uy peligroso
para cualqu iera, incluso para los grandes príncipes de los territorios veci
nos, acercarse a Tanchelm o si no era como discípulo y q u e los q u e lo
hicieron fu ero n corrientem ente asesinados po r la guardia personal. El
prem ostratense continuador d e Sigeberto de G em bloux llega a afirm ar
q u e T anch elm o y sus seguidores llevaron a térm ino «muchas m atan
zas». Sin em bargo, n o existen suficientes pruebas para creerlo. El
biógrafo d e san N orberto escribió prob ablem en te hacia el año 1155; y
au n q u e p u d o haberse inspirado en u n a biografía anterior, actualm ente
desaparecida, tam bién p u d o hab er sufrido la influencia de la historia
d el «cristo» d el siglo VI q u e nos narra G regorio de Tours. En lo q u e se
refiere al prem ostratense co n tin u ad o r d e Sigeberto, escribió en 1155, y
la fu en te d e su inform ación resulta dudosa.
Pero, a u n q u e dejem os de lado estas últim as adiciones a la historia,
parece claro q u e Tanchelm o ejerció, po r el m edio que fuera, dom inio
real sobre u n vasto territorio. Los canónigos del capítulo de U trecht
ad m itiero n abiertam ente su im potencia. Insistían en el hecho de que
T anchelm o hab ía representado d u ran te m ucho tiempo u n grave p e
ligro p ara la Iglesia de U trecht; y q u e en el caso de que fuera puesto
en lib ertad y se le perm itiera con tinuar su obra,, no se sentían capaces
de oponérsele y la diócesis se p erdería para la Iglesia sin nin g u n a espe
ranza. E, incluso después de su m u erte (se cree que fue asesinado po r
u n sacerdote hacia el año 1115), T anchelm o siguió dom inando en la
ciu dad d e A m beres. U na congregación d e canónigos especialm ente es
tablecida con esta finalidad fue incapaz de contrarrestar su influencia,
su cu m b ien d o , por el contrario, a ella. En vista de esto fue llam ado
En pos del Milenio 49
EL M E S I A N I S M O D E L O S P O B R E S D E S O R I E N T A D O S
52
En pos del Milenio 53
Alegraos con Jerusalén y jubilad con ella todos los que la amáis... para que
maméis y os saciéis... del pecho de su gloria. Pues así dice Yahvéh: He aquí
que dirijo hacia ella como un río la paz y como torrente desbordado las ri
quezas de los pueblos, y sus niños serán llevados sobre la cadera y acariciados
sobre las rodillas. Como cuando a uno le consuela su madre, así os consolaré;
enjerusalén seréis consolados.
70
Kn pos del Milenio 71
el victorioso avance del Islam , unos pocos clérigos hab ían concluido
con tristeza q u e M ahom a tuvo qu e ser el «precursor» d e u n Anticristo
sarraceno y veían en los m usulm anes en general a los «ministros» del
A nticristo. A hora bien, cuando la cristiandad lanzó su contraofensiva
fren te a u n Islam ya en retirada, los cantos épicos populares p in taro n a
los m usulm anes como m onstruos con dos pares d e cuernos (delan te y
detrás) y les llam aban dem onios sin n in g ú n derecho a la vida. Pero
au n q u e el sarraceno (y su sucesor el turco) m antuvo d u ran te largo
tiem p o en la im aginación p o p u lar u n a cierta cualidad dem oníaca,
fu ero n los judíos los qu e p resen tab an u n a apariencia todavía más n e
gativa. T anto judíos com o sarracenos fueron considerados p o r lo gene
ral com o m uy afínes, si no idénticos; pero com o los judíos vivían
disgregados po r to d a Europa cristiana, vinieron a desem peñar u n p a
pel más im p o rtan te en la dem onología p o p u lar. A dem ás lo des
em peñ aro n po r m uch o más tiem p o —con consecuencias qu e h a n p er
d u rad o d u ran te generaciones y q u e incluyen la m atan za d e m illones
de judíos europeos en p leno siglo x x .
C u and o em pezaron a adjudicárseles atrib u to s dem oníacos los
judíos no eran ni m uchísim o m enos unos recién llegados a Europa oc
cidental. D espués del desgraciado levantam iento contra R om a y de la
destrucción de la nación ju d ía en Palestina, em igraciones en m asa y
deportaciones h ab ían llevado a gran cantid ad de ju díos a Francia y al
valle del R hin. A u n q u e en estas tierras n o consiguieron ni la em in en
cia cultural ni la influencia política de sus herm anos de sangre en la
España m usu lm ana, su suerte en la alta E dad M edia no era especial
m en te dura. A partir del período carolingio h u b o judíos q u e se d e d i
caron al comercio entre Europa y el O rien te próxim o com erciando ar
tículos de lujo, especias, incienso y m arfil tallado; m uchos otros judíos
eran artesanos. N o tenem os n in g u n a p ru eb a de qu e en estos prim eros
tiem pos los judíos fueran considerados por sus vecinos cristianos con
odio o tem or especiales. Por el contrario, las relaciones sociales y eco
nóm icas entre judíos y cristianos eran arm oniosas, y no eran desconoci
das las am istades personales y asociaciones comerciales entre ellos. C u l
turalm en te los judíos recorrieron u n largo cam ino para adaptarse a los
diversos países en los qu e h ab itab an . D e todos m odos, con tinuaron
siendo judíos, negándose a ser absorbidos por las poblaciones entre las
qu e vivían; este hecho fue decisivo para la suerte de sus descendientes.
Esta negativa a ser asim ilados, qu e se ha repetido d u ran te tantas
generaciones de judíos desde las prim eras dispersiones en el
siglo Vi a. de C ., representa u n fenóm eno m uy extraño. A excepción, en
cierta m edida, de los gitanos, parece q u e no hay n in g ú n otro p u eblo
q u e, disperso po r todas partes, sin ten er ni territorio ni nacionalidad
propios, ni tan siquiera u n a gran hom ogen eid ad étnica, haya sobrevi
vido in definidam en te como en tid ad cultural. Parece que la solución
“ 6 Norman Cohn
económ ica, sino tam b ién p o r la falta de las relaciones sociales trad i
cionales con las qu e antes, e incluso e n peores tiem p os, los cam pesinos
p u d iero n contar.
Frecuentem ente eran ellos las prim eras víctimas propiciatorias de
los desastres y los q u e m enos po d ían hacer po r evitarlos. T am bién
fueron ellos quienes, enfrentados con problem as am enazadores y ato r
m entados p o r intolerables ansiedades, se vieron en la necesidad de
buscarse caudillos mesiánicos y a considerarse guerreros santos. El re
sultado fu e u n a fantasía fácilm ente in tegrable a la an tig u a escatología
proced ente de las tradiciones ju aninas y sibilinas; y de este m odo se
convirtió e n u n m ito social coherente. El m ito n o facilitó, desde luego,
a las masas la solución de sus problem as, y a m en u d o les im pulsó a
m étodos de acción casi suicidas; p ero , de todos m odos, sirvió para
neutralizar sus ansiedades, haciéndoles creerse inm ensam ente im p o r
tan tes y poderosos. Esto es lo q u e le dab a irresistible po der d e fascina
ción.
De este m od o, las m u ltitu d es in terp retaro n con fiera energía u n a
fantasía com ú n q u e , au n q u e engañosa, les ofreció u n escape em o
cional ta n in ten so q u e sólo p o d ían vivir gracias a él, estando to talm en
te dispuestos a m atar y m orir p o r él. Este fen ó m en o reapareció m uchas
veces, en diversas partes de Europa occidental y central, en tre los si
glos xii y x v i.
C a p ít u lo 5
E N EL T R A S F O N D O D E L A S C R U Z A D A S
88
En pos del Milenio «y
4
98 Norman Cohn
EL E M P E R A D O R F E D E R IC O C O M O M E S IA S
107
108 Norman Cohn
rigos com o m iem bros de éste. Cristo les condenará severam ente p o r su
in m o ralid ad , m u n d a n id a d y abuso del in terdicto, pero sobre to d o po r
la explotación y opresión de los pobres. La volu ntad d e D ios se expresa
gracias a A m o ldo y sus com pafieros, qu ien es tien en la m isión d e lle
varla a efecto desp ojando a la Iglesia d e R om a de su au to rid ad y asu
m iéndola ellos m ism os, com o santos q u e viven y seguirán viviendo en
absoluta pobreza. En lo q u e se refiere a las grandes riquezas d e la Igle
sia, deb erían ser confiscadas y distribuidas en tre los pobres — quienes,
a los ojos de A m o ldo , a su m odo «abogado de los pobres», son los
únicos cristianos auténticos. Y esta gran revolución social será llevada a
térm in o bajo los auspicios del em perado r Federico, q u ien según Ar-
noldo ya conocía este program a y le h ab ía p ro m etid o su apoyo.
El radicalism o social de estas fantasías — tan com p letam en te distin
to de la elevada espiritualidad de las profecías del m ism o Jo a q u ín —
conm ovió extraordinariam ente a los pobres. Q u izá h u b iera p o d id o es
tim u lar u n am plio m ovim iento revolucionario, pero lo q u e en realidad
sucedió fue qu e en 1250 m urió rep en tin am en te Federico, u n a década
antes de q u e h u biera p o d id o asum ir su m isión escatológica. Su m uerte
representó u n golpe catastrófico tan to p ara los joaquinistas alem anes, a
los qu e privaba de su salvador, com o para los italianos, a los q u e p ri
vaba d e su A nticristo. Pero p ro n to em pezó a rum orearse q u e el E m pe
rador estaba vivo todavía: habría sido llevado a u ltram ar p o r el pap a;
o, tam b ién , habría ido allí v o lu ntariam en te gracias al sabio consejo de
u n astrólogo; o q u izá estaría cu m p lien d o u n a larga pen itencia como
peregrin o o erm itaño . Pero tam b ién corrían teorías d e carácter niás
sobrenatural. En el sur de Italia y en Sicilia, lugares d o n d e Federico
h ab ía pasado la m ayor p arte de su vida, se habría escuchado u n a m is
teriosa frase sibilina: «V iv it e t n o n vivit» , y u n m on je h ab ría visto al
em perado r en trar en los cráteres del E tn a m ien tras u n fiero ejército de
caballeros descendía hacia el em bravecido m ar. A u n q u e para el m onje
esto significaba qu e Federico hab ía ido directam ente al infierno,
m uchos sicilianos lo in terpretaron de otro m odo. D u ran te largo tiem
p o el E tna h ab ía sido considerado com o m orada d e los héroes des
aparecidos en tre los q u e se contaba el m ism o rey A rturo; al to m ar Fe
derico su lugar entre ellos se convirtió en u n em perado r d u rm ien te
qu e d eb ía regresar un día com o salvador. Y cu an d o llegó el tiem p o
crítico reapareció de hecho: d u ran te u n par de años después de 1260,
u n im postor qu e m oraba en las laderas del Etna p u d o atraer a n u m e
rosos seguidores. Mas si bien es cierto qu e en Sicilia p ro n to perdió su
fuerza de atracción la fantasía de Federico resucitado, en A lem ania si
guió ejerciendo un a gran fuerza de atracción generación tras genera
ción, del m ism o m odo q u e la fantasía de un C arlom án resucitado,
C arolas red iviva s, h ab ía seducido a los franceses.
En pos d el M ilenio 113
La resurrección de Federico
En todos los países em piezan duros tiem pos. Surge la enem istad entre las
dos cabezas de la cristiandad, em pieza u n a fiera lucha. Muchas madres llorarán
por sus hijos, hom bres y m ujeres deberán sufrir. La rapiña y el delito son co
m unes, cada cual procura estrangular a los dem ás, todos perjudican a los otros
en personas y bienes, no hay nadie que no tenga motivos para lam entarse. Pero
cuando el sufrim iento haya llegado hasta el extremo que nadie p u ed a sopor
tarlo aparecerá, por voluntad de Dios, el em perador Federico, tan noble y tan
gen til... Llenos de coraje, hom bres y m ujeres se aprestan a marchar hacia u ltra
m ar. Tienen la prom esa del Reino de Dios. Van en m ultitudes, todos apresu
rándose por adelantarse... La paz reina en todo el país, las fortalezas h an deja
do de ser u n a am enaza, y ya no habrá por q u é tem et la fuerza nunca más. N a
die se opone a la cruzada por el árbol marchito. C uando el em perador cuelga
de él su escudo, el árbol da som bra y flores. El Santo Sepulcro es liberado, des
de ahora no será necesario desenvainar ninguna espada. El noble em perador
establece una m ism a ley para todos los hom bres... Todos los reinos extranjeros
rinden hom enaje al em perador. Este destruye el poder d e los judíos, aunque
no por la fuerza de las armas; su poder ha sido quebrado para siempre y se so
m eten sin luchar. D e la dom inación del clero ya no resta casi nada. El príncipe
bien nacido abre los monasterios, y entrega a las monjas en m atrim onio. Os lo
digo, ¡no faltará ni vino ni grano!
ros años del siglo XVI, es la ú ltim a y más com prehensiva expresión de
la escatología po p u lar de la E dad M edia.
En el prólogo, «el revolucionario» especifica la fu en te de su inspira
ción. D e u n m od o m uy m edieval, dice q u e fue u n a com unicación del
A ltísim o m ed ian te el arcángel san M iguel. Dios estaba m uy ofend id o
con los pecados de la h u m an id ad y hab ía d eterm in ad o castigarla con la
m ás horrible de las catástrofes. Sólo en ú ltim a instancia h ab ía susp en
d id o la sentencia de m u erte a fin de qu e el p u eblo tuviera todavía otra
o p o rtu n id ad para en m en d ar su vida. A este fin Dios deseaba qu e cier
ta persona piadosa — n atu ralm en te el m ism o au to r— organizara un a
asociación de laicos justos. Sólo p o dían ser m iem bros de ella Jos que
h u b ieran nacido de m atrim on io y estuvieran casados, h ab ien d o sido
siem pre m onógam os (la preocupación del autor por el adu lterio es o b
sesiva). Los m iem bros llevarían u n a cruz am arilla como divisa. Desde
el principio disfrutarían de la protección efectiva de san M iguel, y a n
tes qu e pasase m ucho tiem po se reunirían bajo la égida del em perador
Federico, «el em perador de la Selva Negra» —u n a figura prodigiosa
q u e recuerda no sólo al em perador de los U ltim os Días sino tam b ién
al mesías de las apocalípticas judeo-cristianas, en especial el Libro del
Apocalipsis. «Reinará d u ran te m il añ o s... Los cielos se le abrirán a su
p u e b lo ... Llevará unas vestiduras blancas com o la nieve, sus cabellos
serán blancos, y su trono com o fuego, y u n m illar de m illares y diez
centenares d e m illares le servirán, pues ejercitará justicia.» A ú n más:
«El rey llegará m o n tan d o u n caballo blanco y ten d rá u n arco e n la m ano,
y D ios le otorgará u n a corona para q u e ten ga p o d er para m an d ar
sobre to d o el m u n d o ; ten d rá u n a gran espada en la m ano y castigará a
m u ch o s...» A l m ism o tiem p o este salvador establecerá u n rein o m e-
siánico en beneficio de sus seguidores, en q u e serán am pliam ente sa
tisfechas todas las necesidades ta n to m ateriales com o espirituales.
P odrá decir d e sí: «Soy el principio del nuevo g o biern o y daré agua viva
a los q u e están sedientos; el q u e m e siga ten d rá lo suficiente. Seré su
D ios...» D istribu irá en ab u nd ancia trigo, cebada, vino y aceite a bajo
precio. En esta fantasía el em perado r de la Selva N egra y el «cristo»
q u e deb e volver se h an ju n ta d o claram ente para form ar u n solo
mesías. Esto resulta todavía m ás sorprendente cuan do el divulgador in
sinúa, a veces, qu e pensaba q u e este mesías no era otro q u e él m ism o.
Sin em bargo, el cam ino q u e lleva al M ilenio pasa por la m u erte y
el terror. Dios desea u n m u n d o libre de pecado. Si co n tin ú a florecien
do el pecado, el castigo divino no dejará de visitar al m u n d o ; m ientras
q u e si el pecado es elim inado in m ed iatam en te, el m u n d o estará p re
parado para el reino de los santos. La tarea más u rgen te de los h erm a
nos de la cruz am arilla es po r consiguiente la elim inación del pecado;
lo q u e de hecho significa la elim inación de los pecadores. La fratern i
d ad es descrita com o u n a hu este de cruzados conducidos por unos po-
120 Norman Cohn
italianos, serán los descendientes de los siervos q u e hab ían sido des
terrados a los Alpes p o r faltas contra los estatutos de Trier; de ahí
habría nacido el hecho — q u e el divulgador n o ten ía n in g u n a dificul
tad en dem ostrar— de qu e la historia rom ana consistiera en u n a serie
in in terru m p id a de derrotas. Estos pueblos latinos hab rían sido el o ri
gen de to d a m ald ad —u n a fu en te envenenada q u e grad u alm en te fue
con tam in and o to d o el m ar. La ley rom ana, el p ap ad o , los franceses, la
república d e Venecia serán otros tan to s aspectos de u n a in m en d a e in
veterada conspiración en contra del género específico de vida alem án.
A fo rtu n ad am en te ya estaba m uy cerca el tiem p o en el q u e q u e d a
ría destru ido para siem pre el p o d er del m al. C u and o el gran caudillo
de la Selva N egra asum iera el p o d er com o em perado r Federico, ad e
m ás d e purificar la vida alem ana de la corrupción latina y de restaurar
la E dad de O ro basada en los Estatutos d e T rier, tam b ién devolvería a
A lem ania la posición d e suprem acía q u e Dios le h ab ía concedido. «El
sueño de D aniel», el an tig u o apocalipsis q u e hab ía inspirado a los
judíos d u ran te la guerra de los Macabeos, fu e ob jeto de u n a nueva
interpretación po r p arte del «revolucionario». Los cuatro im perios suce
sivos se convirtieron ahora en Francia, Inglaterra, España e Italia. E n
furecido po r el increíble orgullo d e estas naciones, el em perador las
conquistaría a todas —el «revolucionario» anu nciaba q u e ya h ab ía des
cubierto, gracias a la alq uim ia, los nuevos explosivos q u e estos acon te
cim ientos requerían. «Por su crueldad inspirará m ied o a los pueblos»;
estableciendo así a los alem anes com o q u in to y m ás grand e im perio,
q u e n o ten d rá fin. D espués el em perado r, a su regreso d e las cam pa
ñas occidentales, derrotará to talm en te a los turcos q u e h a n p en etrado
en Europa. D irigiéndose hacia el este al fren te de u n n u trid o ejército
form ado po r m uchos pu eblos llevará a cabo la tarea asignada tra d i
cionalm ente al ú ltim o em perador. La tierra santa será conquistada
para la cristiandad y la «sociedad m ah o m etan a será to talm en te
destruida». Los infieles serán bautizados «y aquellos qu e no acepten el
bautism o no son n i cristianos ni p u eb lo de la Escritura S anta, po r eso
deb en ser m uertos, para qu e sean bautizados en su sangre». D espués
de to d o esto el E m perador será el go bernador suprem o de to do el
m u n d o , recibiendo el hom enaje y trib u to d e trein ta y cuatro reyes.
Conviene hacer no tar qu e la cristiandad q u e debía ser im p uesta
tan vigorosam ente es apenas reconocible com o tal. Según el «revolu
cionario», los prim itivos cristianos fueron los ciudadanos del im perio
de Trier y el dios al que ado rab an no era otro que Jú p ite r; su día santo
era el jueves y no el dom ingo; los emisarios q u e hab ía enviado a los
alem anes no eran ángeles sino espíritus qu e m oraban en las m ontañas
alsacianas. Las enseñanzas del Cristo histórico se dirigían sólo a los
judíos y no a los alem anes. La religión m ás propia de los alem anes
seguía siendo la qu e había prevalecido en la edad de oro de Trier; y el
124 Norman Cohn
U N A ELITE D E R E D E N T O R E S P O R
LA A U T O -IN M O L A C IO N
126
En pos del Milenio 127
m uch o más libres en su rechazo de Rom a. Sólo hab ían pasado unos
pocos años desde q u e el m ilen a rista suabo, el herm an o A m o ld o , hab ía
declarado q u e él y sus seguidores eran la santa com u nid ad qu e en
1260 iba a copar la au toridad contra la Iglesia del A nticristo. A u nque
Federico hab ía m u erto en el intervalo y hab ía em pezado el interregno,
to d o esto no hizo sino intensificar entre los alem anes el anhelo por el
reino m ilenario de los santos. El m ovim iento term in ó p o r convertirse
en m on opo lio de los pobres, tejedores, zapateros, forjadores, etc.; y a
m ed id a q u e esto sucedía se ib a convirtiendo en u n a conspiración en
contra del clero. Los flagelantes em pezaron a prop alar q u e p o d ían al
canzar la salvación po r sus propios m éritos y sin ayuda d e la Iglesia;
hasta el p u n to d e q u e bastaba asistir a u n a d e sus procesiones para qu e
u n h o m b re fuera absuelto de sus pecados. P ro nto arzobispos y obispos
em pezaron a excom ulgar y expulsar a estos peligrosos p en iten tes, sien
do ayudados en la represión po r príncipes seculares com o el d u q u e de
Baviera.
En A lem ania y en el sur de Europa siguieron existiendo grupos de
flagelantes d u ran te m ás d e dos siglos después d e su aparición, pero su
situación y función diferían gran d em en te en cada u n a d e las zonas. En
Italia y en el sur de Francia las com unidades d e flagelantes florecían
ab iertam en te en todas las ciudades im p ortantes. G en eralm ente eran
severam ente ortodoxas en sus opiniones religiosas y go zaban del reco
nocim iento d e las autoridades tan to civiles com o eclesiásticas. En A le
m an ia, po r el contrario, se sospechaba que estas com unidades ten ían
tendencias heréticas y a m en u d o revolucionarias, y h ab ía buenas razo
nes para ello. El m ovim iento qu e h ab ía sido reprim ido en 1262 siguió
ten ien d o u n a existencia soterrada. En 1296, cuan do las ciudades del
R hin estab an experim entan do u n a de las peores ham bres qu e habían
soportado en ochenta años, aparecieron sú b itam en te flagelantes u n i
form ados cantand o him nos. Y cuan do el m ayor m o v in re n to flagelante
de todos los tiem pos se esparció p o r A lem ania en 1348-1349 tam b ién
sucedió q u e tenía rituales y cantos, e incluso la m ism a carta celestial,
apenas m odificada, lo cual parece p rob ar q u e al m enos algunos de sus
jefes q u izá provinieran de u n m ovim iento clandestino y p u d ieran te
ner acceso a u n a tradición esotérica.
Los acontecim ientos de 1348-1349 fu ero n precipitados po r la
terrible peste negra. Esta epidem ia d e fiebre bubó nica parece q u e tuvo
su origen en la In d ia, extendiéndose ráp id am en te p o r todos los lugares
hasta el m ar N egro, y desde allí al M editerráneo sil contagiarse las tri
pulaciones d e los barcos. A prim eros d e 1348 ya azotaba los pu ertos de
Italia y el sur d e Francia. D esde las costas de E uropa occidental viajó
len tam en te p o r las rutas com erciales hasta llegar a casi todos los países
con excepción d e Polonia, q u e pu so en cu aren ten a sus fronteras, y d e
B ohem ia, q u e con tab a con la protección d e sus m ontañas. En todas las
Kn pos del Milenio 131
aparecer poco después. En los Países Bajos y Francia del no rte duró
hasta o to ñ o . El núm ero d e hom bres qu e en u n a u otra etap a tom aron
parte deb ió d e ser g ran d e, au n q u e resulta m uy difícil calcular la cifra
exacta. Fuentes dignas de crédito nos indican q u e u n solo m onasterio
de los Países Bajos qu e se convirtió en centro de peregrinaciórí para los
flagelantes deb ió d ar com ida a 2.500 peregrinos en m ed io añ o y q u e
el n ú m ero de los q u e llegaron a T ournai en dos meses y m edio se acer
caba a los 5-300. T am bién se dice — au n q u e qu izá con alguna
exageración— q u e cuan do E rfurt se negó a abrir sus pu ertas a los fla
gelantes, unos 3.000 acam paron fuera de sus m urallas.
La organización de qu e h izo gala esta m asa de flagelantes la convir
tió en algo m ás q u e u n a ep id em ia, en algo qu e p u ed e llam arse con
p ro p ied ad u n m ovim iento. A excepción de los últim o s tiem pos, en los
Países Bajos, esta organización fue sin gu larm en te un iform e. Los flage
lantes ten ían sus nom bres colectivos; se llam aban a sí m ism os p o rtad o
res de la cruz, fratern id ad de flagelantes, o — com o los cruzados de
1309— fratern id ad d e la cruz. C om o sus precursores d e 1262 — y, en
este p u n to , com o los cruzados— , llevaban u n iform e; vestidura blanca
con u n a cruz roja delante y detrás y u n som brero o capucha m arcada
del m ism o m odo. C ad a p artid a de flagelantes estaba bajo las órdenes
de u n jefe, qu e deb ía ser — y esto es significativo— u n laico. Este
«maestro» o «padre», com o era llam ado, oía las confesiones d e los
m iem bros y —com o el clero advirtió con horror— im p onía penitencias
y otorgaba la absolución, tan to en las flagelaciones públicas com o en
privado. Todos los m iem bros d eb ían ju ra r absoluta obediencia a su
m aestro d u ra n te to da la procesión. La duración d e ésta tam b ién estaba
determ in ad a: a excepción d e algunas cortas procesiones locales de los
Países Bajos, organizadas p o r la Iglesia, la duración fu e siem pre de
trein ta y tres días y m edio. D u ran te este tiem p o los flagelantes se e n
con traban som etidos a u n a rigurosa disciplina. N o p o d ían bañarse, ni
afeitarse, n i cam biarse de ro p a, n i d o rm ir en camas blandas. Si se les
ofrecía ho spitalidad p o d ían lavarse las m anos, pero arrodillados en el
suelo en m uestra d e h u m ild a d . N o se les p erm itía h ab lar entre sí sin la
aprobación d e l m aestro. Sobre to d o se les p ro h ib ía trato con m ujeres.
Si u n flagelante h ab lab a u n a sola p alab ra con u n a m ujer d eb ía arro
dillarse an te su m aestro, q u ie n le azotaría diciendo: «¡Levántate p o r el
h o n o r d el p u ro m artirio, y en ad elan te gu árd ate del pecado!»
C u an d o llegab an a u n a ciu dad los flagelantes se dirigían a u n a
iglesia, form ab an u n círculo delante d e ella, se d esn u d ab an y descalza
b an vistiéndose con u n a especie de cam isón desde la cin tu ra hasta los
pies. Entonces em p ezab a u n rito q u e , a pesar de ciertas variaciones lo
cales, acostum braba a ser m uy sem ejante. Los p en iten tes m archaban
en círculo y u n o a u n o se po strab an cara al suelo p erm aneciendo in
móviles y con los brazos e n cruz. Los d e atrás pasab an p o r encim a de
En pos del Milenio 13 3
¿Inten taron tam b ién los flagelantes d estru ir a otro enem igo trad i
cional personificado po r los ricos? ¿P retendieron, com o otras hordas de
inspiración escatológica, la exterm inación de los ricos y privilegiados?
El pap a les acusa de robar y m atar a los laicos con la m ism a fruición
qu e a clérigos y judíos, m ientras qu e u n cronista nos cuen ta qu e asal
tab an a los p u d ien tes. Estas hordas —igual q u e los p a sto u re a u x — ter
m in aron po r ser tem idas po r los «poderosos». En Francia, Felipe V
p roh ib ió la flagelación pú blica bajo p en a de m u erte consiguiendo de
este m od o qu e el m ovim iento pen etrara solam ente en Picardía. En
A lem ania algunas ciudades, com o E rfurt, cerraron sus puertas a las
hordas flagelantes y otras, com o Aachen y N u rem b erg , am enazaron
con la m u erte a cualquier flagelante qu e hallasen d en tro de las m u
rallas, La historia de u n p eq u eñ o m ovim iento flagelante q u e acom pa
ñó a u n ú ltim o brote de p este en 1400 nos hace ver qu é es lo qu e
tem ían las autoridades de estas ciudades. En este año, los flagelantes
fueron encarcelados en Visé de Maas, no adm itid os p o r la ciudad de
T ongeren y elim inados en G an te por el conde de Flandes. C u and o
u n a b an d a de flagelantes se acercaba a M aastricht los burgueses in te n
taron cerrarle las puertas; pero los tejedores proletarios se sublevaron y
derrocaron a la m agistratura y a sus ayu dan tes, ad m itien d o a los p e n i
tentes; envalentonados p o r la presencia d e estos santos, cerraron las
puertas al señor de la ciu d ad , el obispo de Lieja.
A m ediados d e 1349 el m ovim iento flagelante se h ab ía convertido
en u n a fuerza ta n anárquica com o los dos grandes levantam ientos de
los p a sto u re a u x y h ab ía m ovilizado en su contra a la m ism a coalición
de poderes eclesiásticos y civiles. Los príncipes y obispos de las regiones
afectadas consultaron a la Sorbona. La universidad rem itió la cuestión
al pap a en A viñón enviándole al m ism o tiem p o u n o de sus sabios doc
tores, el m on je flam enco Je a n d u Fayt, q u e h ab ía estu diad o el m ovi
m ien to en su patria. C u an d o la peste alcanzó p o r p rim era vez el sur de
Francia en m ayo del año anterior, el m ism o C lem en te VI h ab ía insti
tu id o flagelaciones públicas en las q u e participaron num erosas perso
nas d e am bos sexos. Más tarde se dio cuen ta del peligro de tales activi
dades y cuan do , en u n a ocasión, llegó a Aviñón u n a b an d a de flage
lantes proced ente d e Basilea recibieron u n a am onestación. A hora los
inform es del m onje d u Fayt dieron lugar a u n a respuesta in m ediata; en
octubre d e 1349 el p a p a pu blicó u n a bu la en contra de los flagelantes.
D espués d e resum ir sus vaguedades doctrinales y sus ataques contra el
clero y los judíos, la bu la destacaba qu e esta g en te ya estaba des
obedeciendo a las autoridades civiles y añad ía q u e , si ahora no e n
con traban oposición, m ás ad elan te sería im posible frenarles. Por consi
g u ien te, la «secta» d eb ía ser elim inada; los «maestros del error» que
hab ían elaborado sus doctrinas debían ser arrestados y condenados, si
era preciso, a la hoguera. La bu la fue rem itid a a los arzobispos de Ale-
140 Norman Cohn
Los am aurianos
Hacia principios del siglo XIII se elaboró la d o ctrina del Libre Espí
ritu d en tro de u n com pleto sistem a teológico y filosófico. Esta elab o ra
ción fue obra de u n grupo m uy interesante, form ad o p o r hom bres q u e
h ab ían estu d iad o en la m ayor escuela d e teología ortodoxa d e la cris
tian d ad occidental, la U niversidad de París. La descripción más
com pleta nos es facilitada p o r u n cronista alem án , p rio r d e la abad ía
d e H eisterbach. «En la ciu dad d e París», escribe, «este m an an tial de
to d o saber y pozo de las divinas escrituras, la persuasión del dem o n io
h a in trodu cid o u n a perversa com prensión en algunos hom bres estu
diosos». Su nú m ero era de cuarenta y todos eran clérigos: párrocos, ca
pellanes, diáconos y acólitos de París y cercanías, así com o de otras
ciudades: Poitiers, Lorris, cerca de O rleans, Troyes. «H om bres grandes
en conocim iento y sabiduría», se lam en ta el m ism o cronista, y la
descripción parece justificada en lo principal: nueve de los cuarenta
hab ían estu diad o teología en París, siendo dos de ellos sexagenarios. Su
dirigente fu e u n tal G u illerm o , tam b ién clérigo y teólogo, pero cono
cido com o A u r ife x — esto h a hecho q u e se le considerara u n orfebre,
pero parece q u e se tratab a de u n alquim ista filosófico. Estos hom bres
ten ían la am bición d e hacer despertar los dorm idos poderes mágicos
de la m en te, generalm ente sim bolizados po r el oro.
En p arte p o r culpa de la indiscreción d e G uillerm o y en parte por
el espionaje organizado p o r el obispo d e París, estos herejes fueron
identificados y detenidos. Interrogados en u n sínodo bajo la presid en
cia del arzobispo de Sens, tres se retractaron y fueron condenados a
152 Norman Cohn
judicaran a la Iglesia; y en la p rim era m itad del siglo XIV casi todas las
bcguinas se afiliaron a las O rdenes Terciarias Franciscana y D om inica.
Pero los frailes nu nca consiguieron do m in ar con m an o fírm e el m ovi
m ien to . Precisam ente entre las beguinas m ás ascéticas h u b o algunas
q u e n o ad m itiero n com o directores espirituales a frailes sino a h erm a
nos d el E spíritu Libre.
Hacia 1320 la persecución h ab ía hecho q u e el m ovim iento del Es
p íritu Libre tuviera q u e ocultarse; a partir d e este m o m en to , los «begar-
dos» heréticos dejaron de m end igar y confiaron m ás en u n a conspira
ción q u e p o d ían desarrollar ju n to con algunas d e las com unidades be
guinas. C u an d o u n m isionero d el E spíritu Libre se dirigía a u n a de es
tas com unidades era in m ed iatam en te recibido, protegid o y alim en ta
do. Bajo voto secreto se enviaba la noticia a otras com unidades bien
dispuestas, inform ándolas de q u e h ab ía llegado y estaba esperando en
el refugio el «ángel de la palabra divina». D esde todas partes acudían
las beguinas para oír al santo. El «begardo» em pezab a a predicar su
d o ctrina m ística, acuñada en frases m uy elaboradas; «palabras increí
b lem ente sutiles», dice u n cronista, «tan sublim es, espirituales y m eta
físicas com o p u ed e expresar la len gu a alem ana». Las beguinas, en esta
do de trance, le declararían «un ho m bre q u e ten ía gran parecido con
Dios y gran trato con él». D e este m odo y en este am b ien te se conser
vó y desarrolló esta doctrina. El M ilenio del Espíritu Libre se hab ía
convertido en u n im perio in isible, conservado p o r relaciones em o
cionales — q u e ciertam ente y a m en u d o eran eróticas— entre hom bres
y m ujeres.
C a p ít u lo 9
U N A E L IT E D E S U P E R H O M B R E S A M O R A L E S (II)
■ C o n tra la secta fa n tá s tic a y fu r io s a d e lib e rtin o s q u e se d ic e n esp iritu a les (Nota del
Traductor).
En pos del Milenio 171
El camino de la autodeifkaáón
r :jes suabos de 1270 decían q u e se hab ían elevado hasta Dios y, des-
fu é s de alcanzar el pináculo de la divinid ad, lo h ab ían aban do nad o.
i . m en u d o el ad ep to llegaba a afirm ar qu e él o ella «ya no ten ían nin-
§ un a necesidad de Dios».
1 R esultaba bastante norm al q u e la adquisición de la divinidad com
portara la posesión de poderes milagrosos prodigiosos. A lgunos de los
herm anos del Espíritu Libre creían q u e h ab ían recibido el d o n de p ro
fecía, q u e conocían todas las cosas del cielo y de la tierra, q u e po dían
obrar m ilagros: cruzar el agua sin m ojarse los pies, cam inar po r el aire
a u n a yarda de la tierra. Pero para la inm ensa mayoría estas afirm a
ciones resultaban despreciables, pues se creían a sí m ism os co m p leta
m ente om n ipo ten tes. «Decían», hace no tar el obispo de Estrasburgo,
«que creaban todas las cosas, q u e creaban m ás q u e Dios». El m ístico
R uusbrock hace hab lar así a su op on ente hereje:
conocim iento del bien y del m al y tam b ién q u e ellos vivían en los U l
tim os Días, en los qu e la dispensación cristiana d eb ía ser sustitu ida por
o tra nueva y superior. D e hecho ya se p u ed e em pezar a reconocer en
esta herejía m edieval la m ezcla de m ilenarism o y prim itivism o qu e se
h a convertido en u n a d e las form as m ás com unes del rom anticism o
m o d ern o. En el culto d e A d án se recreaba al paraíso p erd id o y al m is
m o tiem p o se afirm aba la ven id a del M ilenio. La inocencia y b ien
aven tu ran za prim itivas eran devueltas al m u n d o po r dioses vivos en los
q u e la creación h ab ía llegado a su perfección e incluso h ab ía sido tras
cendida.
Si la bienav entu ran za d el nuevo paraíso sólo p o d ía ser plen am en te
d isfru tad a p o r los adep to s, algunos otros p o d ían ten er al m enos u n a
noción d e ella. D espués de los adeptos, los «dioses vivientes», existía
u n a clase más num erosa de ho m bres y m ujeres q u e estab an p len am en
te instruidos en el secreto del E spíritu Libre. Estas gentes eran tam b ién
extáticas, pero no h ab ían pasado p o r la experiencia decisiva q u e tran s
fo rm ab a a u n ser h u m an o en D ios. En su lugar disfrutaban d e u n sus
titu to de so b reh u m an id ad gracias a su especial relación con los a d e p
tos. N o es difícil saber en q u é consistía esta relación. D espués de «lle
gar a Dios», u n nuevo ad ep to em p ezab a a ten er contacto con alm as
piadosas qu e deseaban «llegar a la perfección». Exigía de ellos u n voto
de ciega obediencia, q u e hacían arrodillados. Se consideraba q u e este
voto anu lab a todos los q u e se h u b ieran p o d id o hacer antes, incluso el
de m atrim on io. Charlier de G erson se refería a estos hom bres y m u je
res cuando decía q u e d ab an u n a prom esa de absoluta obediencia a u n
ser h u m an o y recibían a cam bio la seguridad de q u e no p o d ían pecar.
Estas eran las gentes q u e form ab an y engrosaban las filas del m ovi
m ien to del Espíritu Libre.
La relación existente entre ad ep to y discípulo q u ed a m uy clara en
la confesión del m onje renegado M artín de M ainz, q u ien fu e juzgado
en C olonia el año 1393 y q u em ad o vivo com o hereje im p en iten te. Este
h o m bre, q u e h ab ía disem inado la herejía del Espíritu Libre p o r to do
el valle del R h in , era discípulo del fam oso hereje Nicolás de Basle,
q u ien afirm aba ser u n nuevo Cristo. Según M artín sólo h ab ía u n cam i
no de salvación q u e consistía en hacer u n acto de absoluta sum isión a
su m aestro. Este acto era u n a terrible experiencia, pero u n a vez hecho
traía inm ensos privilegios. Nicolás era la única fu en te verdadera de e n
ten d im ien to y au toridad; p o d ía in terpretar los evangelios como n i tan
siquiera los apóstoles h ab ían sido capaces de interpretarlos, y si u n
m aestro en teología deseaba progresar espiritualm en te no ten ía más que
dejar de lado las Escrituras y hacer sim plem ente el acto d e sum isión.
Sólo Nicolás ten ía el derecho de ordenar sacerdotes. C on su sanción se
po día predicar y celebrar m isa. T od a la jerarq uía católica era incapaz
de realizar u n solo acto válido, ya qu e le faltab a esta sanción. Pero, es-
En pos del Milenio 181
En el pensamiento de la Antigüedad
186
En pos del Milenio 187
m ism a tierra, sin ser m olestada n i tocada p o r la azada, sin ser herid a
p o r n in g u n a reja de arado, producía todas las cosas g ra tu itam en te...»
Pero h ab ía de llegar el día en qu e «huyeran la vergüenza, la verdad y
la b u ena fe; y su lugar fuese to m ado p o r el eng año , la m ald ad , las
intrigas, la violencia y el ansia m alvada de la po sesión ... Y el cauto su
pervisor señaló con largas líneas fronterizas la tierra q u e hasta entonces
hab ía sido posesión com ún com o la luz del sol y la b risa... Em pezó a
fabricarse el pernicioso hierro, y el oro, todavía más pernicioso q u e el
hierro, los cuales fueron causa de la g u erra... Los hom bres viven del
pillaje...» .
A lgunos —Virgilio, por ejem p lo— nos m uestran a S aturno refu
giándose en Italia después de su deposición del trono olím pico y es
tableciendo u n a Edad de O ro local en suelo italiano. Un co n tem po rá
neo de O vidio cuya obra tam b ién fue m uy conocida por los estudiosos
m edievales, el historiador C neo Pom peyo Trogo, nos da u n a esclarece-
dora relación de este reino bienaventurado y del festival anu al con el
qu e se le conm em oraba:
Los primeros habitantes de Italia fueron aborígenes. Se dice que su rey. Satur
no, era tan justo que bajo su gobierno nadie fue esclavo y tampoco nadie tuvo
propiedad privada: todas las cosas eran tenidas en común y sin división, como
si hubiera una sola heredad para todos los hombres. En memoria de este
ejemplo se decretó que durante las saturnales todos tendrían idénticos de
rechos, de modo que en los banquetes los esclavos se sentasen junto a sus
dueños, sin ninguna discriminación.
Oigo decir a los poetas que en los tiempos antiguos, cuando tú eras rey, las
cosas eran de otro modo en el mundo; la tierra daba sus frutos a los hombres
sin necesidad de siembra ni labranza: para cada hombre había un manjar pre
parado y era más de lo que necesitaba; los ríos manaban vino, leche y miel. Y
lo más importante, dicen que en aquel tiempo las mismas gentes eran de oro,
no afectándoles nunca la pobreza. Nosotros, en cambio, ni siquiera somos de
plomo, sino de un metal más vil; la mayor parte comemos nuestro mendrugo
de pan con el llanto en nuestros ojos; manchados para siempre con la pobreza,
el deseo y la debilidad, gritando en voz alta «¡Ay de mí!» y «¡Qué mala
suerte!». Así vivimos ahora los pobres hombres. Y créeme, todo esto nos sería
mucho más llevadero si no viéramos cómo los ricos gozan plenamente, con tan
to oro y plata en sus cofres, y tantos adornos, esclavos, carruajes, estancias y
granjas; poseyendo tanta abundancia de todas las cosas, y no dignándose ni
tan siquiera a mirarnos a los demás, negándose a compartir algo con nosotros.
El estado natural igualitario no sólo dio tem a a las b e lle s-le ttre s ,
188 Norm an Cohn
Porque el uso de todas las cosas que hay en este mundo deberla ser común
para todos los hombres, pero por causa de la injusticia un hombre dice que
esto es suyo, y el otro que aquello es suyo, y se crea la división entre los morta
les. En pocas palabras, un griego muy sabio, conociendo que las cosas deberían
ser de este modo, dice que todos los bienes deberían ser poseídos en común
entre amigos. E, indudablemente, las esposas se incluyen dentro de «todas las
cosas». También dice que, así como el aire no puede ser dividido, ni el esplen
dor del sol, tampoco las demás cosas dadas en este mundo para ser tenidas en
común deberían ser divididas, sino realmente poseídas en común.
estos demonios, locos de rabia y envidia al ver la felicidad de los seres huma
nos, invadieron la tierra, sembrando discordia, embustes, desacuerdos y
pleitos, peleas, disputas, guerras, calumnias, odio y rencor. Como estaban in
fatuados por el oro dejaron la tierra esquilmada, extrayendo de sus entrañas los
tesoros ocultos, metales y piedras preciosas. La avaricia y la ambición hicieron
habitar en el corazón humano la pasión de la riqueza. La ambición crea el di
nero y la avaricia lo esconde; esta última es una criatura tan desgraciada que
nunca puede gastar el dinero, antes lo deja a sus herederos y albaceas para que
lo administren y guarden, a no ser que le sobrevenga antes alguna desgracia.
En cuanto la humanidad fue presa de esta banda abandonó su primer
modo de vida. Los hombres nunca se cansaron de hacer el mal; se hicieron em
busteros y empezaron a estafar; ambicionaron propiedades, dividieron el mis
mo suelo y, al hacerlo, trazaron fronteras, y a menudo, al definir estas fronte
ras, lucharon para arrebatar todo lo que podían del otro; el más fuerte consi
guió las mayores porciones...
y al mismo tiem po los hom bres fortificaron las ciudades y castillos y construye
ron grandes palacios cubiertos de esculturas, pues los que poseían las riquezas
tenían m ucho m iedo de que se las quitaran a hurtadillas o a la fuerza. Estos
hom bres se hicieron dignos de compasión, pues ya no volvieron a conocer la se
guridad desde el día en que, llevados de la codicia, tom aron para sí lo que an
tes había sido propiedad de todos, como lo son el aire y el sol.
198
En pos del Milenio 199
En prim er lugar, todos los bienes de Dios deberían ser comunes. La prueba
es la siguiente: todo hom bre debería estar en estado de gracia; si está en estado
En pos del Milenio 201
de gracia es señor del m undo y de todo lo que éste contiene; por consiguiente,
todo hom bre debería ser señor de todo el m undo. Peto, como los hombres so
mos muy numerosos, esto sólo p u ed e darse si todos los hombres tienen todas
las cosas en com ún. Por consiguiente, todas las cosas deberían ser comunes.
A la izq uierd a, ante el tron o deí juez suprem o, están «los señores
crueles, quienes saqueaban al pueblo de Dios con graves m ultas, im
puestos y exacciones..., los m alos eclesiásticos, quienes dejaron de ali
m en tar a los pobres con los'bienes de Cristo y a Sus pobres com o h u
bieran d eb id o hacer, los usureros y m ercaderes falsos..., quienes en g a
ñ ab an a los m iem bros de C risto...». E ntre los justos, a la derecha, se
en cu en tran m uchos q u e fueron «afligidos, despojados y destruidos por
los dichos obradores de m aldad». Entonces los oprim idos apo rtan un a
grave acusación en contra de sus opresores, en la presencia divina.
Y con osadía podrán presentar sus quejas delante de Dios y pedir justicia,
hablando con Cristo el juez, y recitando cada uno a su vez la injuria que
habían sufrido de un modo especial... «Para saciar su avaricia se apoderaban...
de nuestros trabajos y bienes. Nos afligían con hambres y trabajos, de modo
que podían vivir delicadamente gracias a nuestros esfuerzos y bienes. Hemos
trabajado y vivido una vida tan cruel que apenas teníamos suficiente para me
dio año, apenas nada más que pan, salvado y agua. Y aún peor, moríamos de
hambre. Y ellos se servían tres o cuatro platos de los bienes que nos arrebata
ban... Pasábamos hambre y sed, y éramos afligidos por el frío y la desnudez. Y
estos ladrones no nos daban nuestros propios bienes cuando los necesitábamos,
ni nos alimentaban y vestían con ellos. Pero a sus perros y caballos y monos,
los ricos, los poderosos, los afluentes, los glotones, los borrachos y sus prostitu
tas, sí que los alimentaban y vestían bien, dejando que nosotros languideciéra
mos en la miseria...»
«Oh justo Dios, juzga, los papeles no están bien repartidos entre ellos y
nosotros. Su saciedad era nuestra hambre; su felicidad nuestra tristeza; sus jus
tas y torneos nuestros tormentos... Sus fiestas, deleites, pompas, vanidades,
excesos y derroches eran nuestros ayunos, penalidades, deseos, calamidades y
expoliación. Las amabilidades y risas de sus danzas eran nuestra burla, nuestros
gemidos y quejas. Ellos solían cantar: ‘¡Bien! ¡Bien!’; nosotros gemíamos di
ciendo: ‘¡Ay de nosotros! ¡Ay de nosotros!’...»
«Sin duda», añade B rom yard, «el justo juez hará justicia a estos cla
mores». La suerte de los opresores será ta n terrible com o la acusación
de los perjudicados: «Muchos de los qu e en la tierra reciben el nom bre
de nobles se sonrojarán con p ro fu n d a vergüenza en el m o m en to del
ju icio ...»
H u elga decir q u e la finalidad d e este serm ón no era la de incitar a
u n a revuelta social. D irigid o a los ricos, p reten d ía ser u n a exhortación
p ara q u e se com portaran ju sta y generosam ente con los pobres, para
q u e fu eran generosos en sus lim osnas; dirigido a los pobres n o p re te n
día despertar im pulsos d e rebelión sino, p o r el contrario, apaciguar y
consolar. D e todos m odos, este retrato del día del juicio presenta todas
las quejas de los hu m ild es en contra d e «los grandes»; y las presenta
adem ás com o p a n e del gran dram a escatológico. Para convertir esta
profecía en u n a pro p ag an d a revolucionaria del género m ás explosivo
En pos del Milenio 203
El Apocalipsis taborita
Como los rayos del sol, o la hum edad del agua, los campos sembrados y los
pastos, incluso los mismos m atrim onios, eran todos en com ún... Pues a la m a
nera de los animales entraban en relación por u n a sola noche... N inguno sabía
decir «mío», antes bien, como en la vida monástica, llam aban a todo lo que
tenían «nuestro», con la lengua, el corazón y el alma. N o había cerrojos en sus
chozas, no cerraban sus puertas al necesitado, porque no había ladrones, ni
asaltantes, ni pobres... Pero desgraciadamente cambiaron la prosperidad por la
miseria, y la propiedad com ún por la privada... porque la pasión de poseer
quem aba en ellos más fieram ente que los fuegos del E tna...
carón a las ciudades aliadas con ellos para em p ren d er ju ntos u n a nueva
cruzada en contra de la B ohem ia husita. H icieron no tar qu e en A le
m ania h ab ía elem entos revolucionarios qu e ten ían m ucho en com ún
con los taboritas, q u e se corría el peligro de q u e la rebelión de los
pobres se extendiese desde B ohem ia hasta A lem ania; y q u e si esto lle
gab a a suceder, los patricios de las ciudades serían los prim eros d am n i
ficados. El concilio ecum énico d e Basilea, reu n id o ese m ism o año,
tam b ién expresó su preocupación an te el hecho d e q u e el p u eb lo llano
de A lem ania p u d iera aliarse con los taboritas para apoderarse d e las
propiedades d e la Iglesia.
Estos tem ores q u izá fu ero n exagerados y p rem atu ros; pero en el
curso d e los cien años siguientes q u ed ó p ro b ad o , en más d e u n a oca
sión, q u e no eran en abso lu to in fu nd ados.
C a p ítu lo 12
EL M IL E N IO I G U A L I T A R I O (I I)
El T am b o r d e N iklashausen
22Í
224 Norman Cohn
tual* y jo aqu inista. A firm aban qu e ten ían tantos partidarios en A le
m ania q u e si se un ían p o dían enfrentarse a cualquier príncipe. Esto
era u n a exageración, pero n o p u ed e olvidarse q u e cuan do la doctrina
llegó a Erfurt — en aquel tiem p o u n a im p o rtan te ciudad con grandes
diferencias en tre ricos y pobres— el profesor m ás prestigioso de la u n i
versidad se sin tió obligado a com poner y divulgar u n escrito contra
ella.
El Salvador U ngido d eb ía aparecer, según las profecías, en 1467,
pero nu nca po drá saberse lo q u e h u biera sucedido entonces, pues u n
afio antes las autoridades eclesiásticas, a las órdenes del legado pap al,
decidieron q u e ya era ho ra d e term inar con el m ovim iento. Parece qu e
Jan k o de W irsberg huyó — y desconocemos la suerte q u e corrió— , pero
Livin, después de escapar a la hoguera con su retractación, m urió al
cabo de dos años en la prisión del obispo de R egensburg d o n d e había
sido confinado. Por su p arte, la ciudad de Eger enviaba cartas a las
ciudades herm anas d el im perio y al pap a defend ién dose d e la acusa
ción de ser u n nido de herejías.
En B ohem ia el m ovim iento fu e decayendo p au latin am en te p o r fal
ta d e am b ien te propicio, pero en A lem ania las condiciones resultaron
m uy favorables para la recepción d e influencias taboritas. T odavía se
dejaban sentir, e incluso con más fuerza qu e n u n ca, los defectos en la
estructura del Estado qu e d u ra n te generaciones hab ían provocado el
desarraigo de la gen te sencilla. C o n tin u ab a m en g u an d o la d ig n id ad y
« ato n d ad del po der im perial y A lem ania se iba dividiendo en u n a
confusión de peq ueñ os principados. D u ran te la segu nd a m itad del si
glo XV el prestigio del em perador hab ía desaparecido casi po r com ple
to, pues Federico III, q u e, al principio, po r causa de su n o m bre, hab ía
¿ido centro de las más grandes esperanzas m ilenaristas, dem ostró a lo
txrgo de su reinad o (1452-1493) la m ayor in ep titu d com o m onarca.
Sólo la falta de u n rival adecuado im p idió qu e fuera dep uesto, llegan
do sus súbditos incluso a olvidar su existencia. El vacío existente en el
Centro del Estado producía u n a situación de ansiedad crónica q u e se
Expresaba en las leyendas sobre el «futuro Federico», pero qu e tam b ién
p o día aparecer en súbitas oleadas de excitación escatológica. E ntre las
m anifestaciones más corrientes de esta ú ltim a se encontraban las p e
regrinaciones en m asa, rem iniscencia de las cruzadas populares y d e las
procesiones flagelantes de los prim eros tiem pos, y no m enos propensas
q u e éstas a escapar al control eclesiástico.
Los territorios alem anes fronterizos con B ohem ia ofrecían u n cam
p o especialm ente abo nad o para la p rop agan da tab orita. La secular tra
dición herética de las ciudades bávaras persistió d u ran te el siglo XV. A
m ediados de siglo, el obispo d e Eichstätt todavía creyó necesario am e
nazar con la excom unión a los flagelantes qu e se disciplinaban a sí
m ism os delante d e las iglesias y a los «begardos» «de la pobreza volun
226 Norman Colin
tos, la caza y la pesca fueran libres para todos, Bohm proclam aba una
aspiración m uy d ifu n d id a entre los cam pesinos, pues los agricultores
alem anes creían q u e de hecho h ab ían disfrutado de estos derechos d u
ran te la E dad de O ro hasta q u e les hab ían sido arrebatados p o r la
nobleza. Era precisam ente un a de la injusticias cuya reparación se re
servaba tradicion alm ente al fu tu ro «em perador Federico». Pero fue
sobre to d o el prestigio del m ism o predicador, com o ser m ilagroso e n
viado po r D ios, el qu e conquistó la atención de m illares de personas
en el valle del T auber. El p u eb lo sencillo, cam pesinos y artesanos por
igual, veían en él a u n protector y caudillo sobrenatural, com o tenía
que ser el «em perador Federico»: u n salvador q u e les donaría la p le n i
tu d d e la gracia divina conduciéndoles colectivam ente a u n paraíso
terrenal.
Las noticias d e los afortunados acontecim ientos de N iklashausen se
extendieron ráp id am en te d e villorrio en villorrio p o r to da la región, y
fueron dadas a conocer m uch o m ás lejos p o r m ensajeros enviados
en todas direcciones. In m ed iatam en te em pezaron a afluir hacia
N iklashausen vastas m u ltitu d es de gentes sencillas de am bos sexos y
todas las edades, incluyendo a fam ilias enteras. N o sólo la región cer
cana sino to da A lem ania central y m eridional, desde los Alpes hasta el
R hin y T urin gia, estaba conm ocionada. Los artesanos ab an d o n ab an sus
talleres y los cam pesinos sus tierras, los pastores y pastoras d ejab an sus
pébaños, y todos se apresuraban — a m en u d o con los m ism os vestidos y
llevando sus útiles, m artillos y guadañas— para escuchar y adorar al
predicador conocido ahora com o «el santo joven». El único trato q u e se
d ab an todas esas gentes era el d e «herm ano» y «herm ana», nom bres
q u e alcanzaron u n significado m uy particular. E ntre las m u ltitu d es de
gentes sencillas y excitadas circulaban to d o género d e rum ores fan tásti
cos: creían q u e en N iklashausen hab ía descendido realm ente el paraíso
y se enco ntrab an allí in fin id ad de riquezas esperando q u e los fieles las
to m aran y se las repartieran entre ellos en am or fraternal. E ntre tan to ,
los grupos —com o los p a sto u re a u x y los flagelantes antes qu e ellos—
avanzaban en largas colum nas, llevando enseñas y en to n an d o cánticos
d e su pro p ia com posición. U na de estas canciones se hizo especialm en
te po pu lar:
Al Dios del cielo suplicamos
Kyrie eieison
que los presbíteros sean castigados
Kyrie eieison
T hom as M üntzer
Separar a los enemigos d e Cristo de los elegidos, pues son los instrum entos
para tal fin. Queridos herm anos, no pongáis la excusa de q u e Dios quizá
quiera hacerlo sin que desenvainéis la espada, de lo contrario debería perm a
necer en la vaina... Cristo es vuestro señor. N o perm itáis que sigan viviendo
los malvados q u e os apartan de Dios. Pues los ateos no tienen ningún derecho
a la vida si molestan a los devotos.
En pos del Milenio 239
Si los bribones y los picaros tam bién se nos unen con el fin de utilizar la liga
para sus fines, debem os entregarlos a sus tiranos, o si no, según la naturaleza
del caso, juzgarlos nosotros mismos. En particular en lo que se refiere a los ser
240 Norman Cohn
vicios prescritos, debe quedar claramente asentado en la liga que los miembros
no pueden pensar que están dispensados de entregar cualquier cosa a sus tira
nos..., de lo contrario ciertos hombres perversos pensarían que nos hemos
reunido para fines materiales.
sico de su liga era el de qu e todas las cosas son com unes para todos los
hom bres; q u e su fin era u n a situación en la q u e todos fueran iguales y
en la qu e cada cual recibiera según sus necesidades, y que estaba dis
pu esto a ejecutar a cualquier príncipe o señor qu e se opusiera a sus
planes. D espués de to do , en este program a no hay nad a qu e no se
p u ed a encontrar en el q u e, sin n in g u n a coacción, trazó el Revolu
cionario del alto R hin para su im aginaria H erm an d ad de la/Cruz A m a
rilla.
C u and o M üntzer pron un ció su serm ón d elan te del d u q u e Ju a n es
peraba claram ente que los príncipes de Sajonia p u d ieran ser ganados
para la causa; y cuan do , pocos días después, algunos de sus seguidores
fueron expulsados po r sus señores —especialm ente por el conde de
M ansfeld— , refugiándose en A llstedt, pid ió a los príncipes qu e los
vengaran. Pero los príncipes no actuaron y esto hizo cam biar su acti
tu d . La ú ltim a sem ana de julio pronunció u n serm ón en el qu e procla
m ó q u e ya hab ía llegado el tiem p o en el q u e debían ser destruidos to
dos los tiranos y em pezar el reino m esiánico. Este hecho, po r sí solo,
h u biera bastado ya para alarm ar a los príncipes; pero adem ás Lutero
escribió ahora su C arta a lo s p rín c ip e s d e Sajonia, haciendo ver lo p e
ligroso del m ovim iento de M üntzer. Por ello M üntzer fue llam ado a
W eim ar para qu e se explicara ante el d u q u e J u a n . A u n q u e en esta
ocasión sólo se le recom endó q u e no hiciera n in g ú n otro p ro n u n
ciam iento provocativo hasta q u e el elector h u b iera considerado la si
tuación, esta advertencia bastó para colocarle en el cam ino de la revo
lución.
En el folleto q u e publicó entonces, D esen m a sca ra m ien to exp lícito
d e la fa lsa f e d e l m u n d o in créd u lo , explica claram ente q u e los prínci
pes son indignos de desem peñar n ing ún p ap el en la obra de hacer lle
gar el M ilenio, «pues pasan su vida com iendo y beb ien do com o anim a
les, desde su ju v en tu d h an sido educados con to da delicadeza, en toda
su vida no h an tenido n in g ú n m al día y no lo esperan ni quieren p a
sarlo.» Son precisam ente los príncipes, señores, ricos y poderosos los
q u e, al m an ten er tercam ente el orden social establecido, im p iden a los
dem ás y a sí m ism os alcanzar la verdadera fe: «Los poderosos, in créd u
los voluntarios, deben ser arrojados de sus sedes p o rq ue obstaculizan a
la santa y g en uina fe cristiana cuando quiere surgir entre ellos y en
to do el m u n d o con toda su verdadera y original fuerza.» Incitados por
escribas venales — como Lutero— , «los grandes hacen todo lo que
p u ed en para im p edir que el pueblo sencillo llegue a la verdad». Liga
dos entre sí po r sus intereses financieros com unes, hostigan de tal m odo
a los pobres con su usura e im puestos que no les dejan tiem po para
estu diar y seguir la ley de Dios. Pero, arguye M üntzer, todo esto no
nos deb e abocar a la desesperación: los m ism os excesos de la tiranía
qu e ahora oprim e al m u n d o son signo seguro de qu e la gran consum a
242 Norman Cohn
Esta carta m uestra con toda claridad las fantasías de las que vivía
M üntzer. Se suponía, en efecto, qu e N im rod había construido la torre
de Babel, q u e a su vez se identificaba con B abilonia; y popu larm en te
se le consideraba no sólo com o el prim er constructor de ciudades sino
tam bién com o el padre de la propiedad privada y de las diferencias de
clases — de hecho com o el destructor del prim itivo e igualitario Estado
de N aturaleza. A sus invitaciones a destruir N im rod y su torre, M ü n t
zer añade un a com pleta serie de referencias a las profecías apocalípticas
de la Biblia: la profecía del reino mesiánico de E zeq u iel\ 24, la de la
248 Norm an Cohn
era la exterm inación d e los sin dios con la espada de G ed eón . M üntzer
llegó al cam pam ento de los cam pesinos el 11 d e m ayo e in m ed iata
m en te hizo sentir su influencia. O rdenó a los cam pesinos de los
pueblos vecinos qu e se les u n ieran , am enazándoles con q u e, si no lo
h a d a n voluntariam en te, les obligaría a la fuerza. Envió u n a urgen te
p e tic ió n d e refu erzo s a la ciudad d e E rfurt y tam b ién envify cartas a m e
nazadoras al enem igo. A su opositor particular, el conde Ernesto de
M anfeld, escribió: «D im e, m alvado, saco de gusanos, .¿quién te ha
hech o príncipe sobre el p u eb lo q u e Dios ha adq uirid o c o q s u preciosa
sang re?... Por el gran poder de Dios estás destinado a la destrucción.
Si no te hum illas ante los h u m ild es, quedarás m anchado de la peor in
fam ia ante los ojos de to da la cristiandad y serás m ártir del dem onio.»
Pero to do fue en vano; E rfurt no p u d o o no quiso responder y el en e
m igo no se in tim id ó tan fácilm ente.
En su dirección de la cam pañ a, Felipe de Hesse m ostró u n gran
desprecio po r la fuerza m ilitar d e los cam pesinos; y el resultado ju stifi
có p len am en te su m odo de actuar. El 15 de m ayo sus fuerzas, reforza
das p o r las de otros príncipes, ocuparon u n a fu erte posición en u n a co
lina q u e d o m in ab a al ejército cam pesino. A u n q u e nu m éricam en te era
algo inferior, el ejército de los príncipes disponía de b astante artillería,
m ientras qu e los cam pesinos contaban con m uy poca; tam b ién ten ía
2.000 jinetes, m ientras los cam pesinos no contaban con n in g u n o . U na
batalla en tales condiciones sólo po día tener u n resultado posible; de
todos m odos, los príncipes ofrecieron u n pacto, pro m etien d o a los
cam pesinos perdonarles la vida si entregaban a M üntzer y a sus más
in m ediatos seguidores. La oferta fue hecha prob ablem en te de bu ena
fe, pues al com b atir la insurrección en sus propios territorios el land-
grave, au n exigiendo sum isión, hab ía evitado to do in ú til derram a
m ien to d e sangre. Si no h u b iera sido por la intervención del m ism o
M üntzer, pro b ab lem en te la oferta hu biera sido aceptada.
Según u n a narración de la H isto ri —que parece bastante verídi
ca— , el p r o p h e ta hizo u n a apasionada exhortación en la q u e declaró
q u e Dios le h ab ía h ab lad o p ro m etién d o le la victoria, q u e él m ism o co
gería las balas de cañón d e los enem igos en las m angas de su capote y
q u e en definitiva Dios transform aría cielos y tierra antes de p erm itir
q u e su p u eb lo pereciera. El efecto de esta exhortación se vio realzado
po r la aparición de u n arco iris q u e, com o sím bolo del estan darte de
M üntzer, fu e in terp retad o com o señal del favor divino. Parece q u e al
m enos los seguidores más inm ediatos de M üntzer ten ían p len a con
fianza en q u e estaba a p u n to de producirse u n extraordinario m ilagro;
y com o su fanatism o no sup on ía m erm a alguna de su capacidad de or
ganización, no tuvieron n in g u n a dificultad en do m in ar a la am orfa y
confusa m asa de cam pesinos.
E n tre ta n to los p rín c ip e s , al n o re c ib ir n in g u n a re sp u e sta satisfacto -
250 Norman Cohn
EL M IL E N IO I G U A L I T A R I O (I II)
251
252 Norman Cohn
cionario, com pletam ente erradicado hacia 1530, no pasó de ser una
fuerza reducida e ineficaz. Pero pocos años después reapareció en toda
H o lan da y en el extrem o noroccidental de A lem ania, o b ten ien d o esta
vez resultados suficientes com o para atraer la atención de Europa.
A com ienzos del siglo x v i la A lem ania noroccidental estaba form a
d a, prin cipalm ente, po r u n d eterm in ado nú m ero de peq ueñ os estados
eclesiásticos, cada u n o con u n príncipe-obispo com o soberano. G en e
ralm ente estos estados se veían azotados p o r violentos conflictos so
ciales. El gobierno del Estado d ep en d ía directam ente del príncipe-
obispo y del capítulo de la diócesis qu e elegía a dicho príncipe-obispo
y q u e, en térm inos generales, controlaba su política. Los m iem bros del
capítulo provenían exclusivam ente de la aristocracia local — poseer un
escudo de arm as con cuatro cuarteles, com o m ín im o, era condición in
dispensable en la m ayoría d e los casos— y acostum braban a elegir
obispo a u n o de ellos. Este grupo de clérigos aristócratas no estaba
controlado po r n in g u n a au toridad superior; estaban fu ertem en te
representados en la dieta regional y p o dían contar siem pre con el a p o
yo de los caballeros. Por consiguiente, ten d ían a gobernar en beneficio
exclusivo d e su propia clase y d e los clérigos d e la diócesis. En los esta
dos eclesiásticos la clerecía no era sólo m uy num erosa —en el obispado
de M ünster hab ía cerca d e trein ta centros eclesiásticos entre los q u e se
contaban cuatro m onasterios, siete conventos, diez iglesias, .u n a ca
tedral y, po r supuesto, el m ism o capítulo— , sino q u e d isfru tab a ta m
bién de grandes privilegios. Los m iem bros del capítulo disponían de
ricas preben das y canonjías. A los m onjes se les perm itía practicar acti
vidades artesanales y negocios propios de seglares. Pero, sobre to d o , la
clerecía estaba casi por com pleto exenta de im puestos.
El po der de este estrato clérigo-aristócrata en los estados eclesiásti
cos raram ente se extendía a la capital de form a efectiva. En estos esta
dos, como en los dem ás, el desarrollo del comercio y de la econom ía
basada en el dinero dio u n a gran im portancia a las ciudades. Los go
biernos sufrían un a constante necesidad d e dinero, y las ciudades g a
naron d e form a gradual concesiones y privilegios siguiendo el m éto do
típico de negociar sobre los im puestos. Este fu e particularm ente el caso
del m ayor y m ás im p o rtan te de los estados eclesiásticos, el ob ispado de
M ünster. D esde principios del siglo XIV la ciu dad d e M ünster había
disfrutado en gran m ed id a de u n régim en de autog obiern o y el po der
del obispo —q u e raram ente residía en ella— habíase restringido
m ucho.
Esto no significa en absoluto qu e las poblaciones de las ciudades
estuvieran satisfechas con las concesiones ob ten idas. C o m ú n m en te, el
obispo y el capítulo no disfrutaban del más m ín im o prestigio religioso,
lo cual no es sorprend ente, dad o qu e su estilo de vida, p u ram en te se
cular, se caracterizaba an te to d o p o r su sun tu o sid ad . A m en u d o suce
256 Norman Cohn
9
258 Norm an Cohn
n o para la llegada del M ilenio, bland iénd ola contra los injustos. Le
hab ía sido revelado, proclam ó, qu e él y sus seguidores estaban llam a
dos a lim piar la tierra de m alvados. En estas enseñanzas cobró nueva
vida el espíritu de los p ik a rti, de Thom as M üntzer y de H ans H u t.
D esde H o lan da, M atthys envió a varias com unidades anabaptistas
apóstoles qu e creían q u e el Espíritu Santo había descendido sobre ellos
del m ism o m od o qu e descendió sobre los prim eros apóstoles en P en te
costés. En todas las ciudades q u e visitaron bautizaron a gran nú m ero
d e adu ltos y designaron «obispos» con po der para bautizar. Luego
fueron a otras ciudades m ientras q u e , desde las neoconversas, partían
nuevos apóstoles con m isiones sim ilares. En los prim eros días de 1534,
llegaron a M ünster dos apóstoles, y su llegada p rod ujo u n súb ito y
p ro fu n d o entusiasm o. R o thm an n y los dem ás predicadores anab aptis
tas fu eron rebautizados, siendo su ejem plo seguido por num erosas
m onjas y m ujeres laicas acom odadas y, posteriorm ente, p o r u n a gran
parte de la población. Los datos m encionan 1.400 bautism os en u n a
sem ana.
C u an d o estos prim eros apóstoles se fu eron a otros lugares, otros
dos los sustituyeron, siendo en u n prim er m o m en to considerados —de
m od o m uy significativo— com o Enoc y Elias, aquellos profetas qu e se
g ú n la escatología tradicional deb ían regresar a la tierra para hacer de
«testigos» contra el A nticristo y cuya aparición debía a n un ciar la Se
g u n d a V enida. U no de ellos era Ja n Bockelson (Bockelszoon,
Beukelsz), más conocido por el nom bre de J u a n de Leyden, joven de
veinticinco años convertido y bau tizado por M atthys m uy pocos meses
antes y que llegó a alcanzar en M ünster u n a fam a q u e ha perdu rad o
hasta nuestros días. En este caso ocurrió, com o ya era frecuente — en el
caso del «Maestro de H ungría» y de tantos otros d u ran te la E dad M e
dia e incluso d u ran te todas las épocas:— , q u e el líder m esiánico era
precisam ente u n extranjero, u n ho m bre de la periferia. Fue Bockelson,
prim ero ju n to a su m aestro y después él solo, q u ien im prim ió al an a
baptism o d e M ünster u n a fiera m ilitancia, com o no llegó a tener en
n in g ú n otro lugar, y q u ien im pulsó u n nuevo estallido del milenaris-
m o revolucionario m ucho m ás asom broso q u e el de T abor u n siglo
antes.
veridad resultó ineficaz para instaurar la arm onía dom éstica y, final
m en te, se tuvo qu e p erm itir el divorcio, lo qu e a su vez cam bió el ca
rácter de la poligam ia, convirtiéndola en algo no m uy diferente al
am or libre. D esapareció la cerem onia religiosa del m atrim on io, contra
tándose y disolviéndose éstos con gran facilidad. A u n q u e gran parte
de los relatos hostiles qu e poseem os se descalifiquen por su exagera
ción, parece correcto afirm ar qu e las norm as de com portam iento se
xual en el Reino de los Santos sufrieron u n a progresiva evolución que
fue desde el pu ritanism o riguroso hasta la casi prom iscuidad.
La reorganización de la sociedad en M ünster no desvió la atención
de Bockelson de la defensa de la ciudad de su enem igo exterior. Es
cierto, sin em bargo, q u e d u ran te bastantes meses este enem igo no era
m uy fuerte. El obispo halló grandes dificultades para la financiación
de u n a guerra efectiva. La ayuda qu e recibía de sus aliados, Cleves y
C olonia, adem ás de qu e éstos se la prestaban de m ala gana, no fue
nu nca suficiente, ten ien d o con stan tem ente qu e ped ir más dinero y
más tropas. Los m ercenarios q u e in teg rab an su ejército, pertenecientes
al m ism o estrato social q u e la m ayoría de los anabaptistas, ten ían una
m arcada tendencia a sim patizar con la población sitiada y la irregulari
d ad con que llegaban las pagas los hacía todavía más inseguros, en es
pecial cuan do Bockelson, sagazm ente — au n q u e en clara contradicción
con su teoría com unista— , les ofreció u n a paga regular. Los panfletos
q u e los anabaptistas disparaban contra el cam po enem igo prod ujero n
el efecto d eso íd o . D u ran te el m es de ju n io 200 m ercenarios se pasaron
a los anab aptistas, m ientras q u e otros sim plem ente desertaron, regre
sando a sus hogares.
La guarnición d e la ciu d ad , p o r el contrario, era u n a fuerza m ilitar
disciplinada. Esto fu e, básicam ente, u n logro personal de Bockelson.
A diferencia de M atthys, y a pesar de todas sus extravagancias, Bockel
son n o p erd ió de vista las realidades m ateriales de la guerra y, segura
m en te, d eb ió ser u n organizador m uy com p etente. C u an d o el en em i
go bo m bardeó la ciu dad com o prólogo de u n ataq u e, las m ujeres tra
bajaron to d a la noche reparando las m urallas. C u and o los m ercenarios
in ten taro n tom ar la ciudad al asalto, los defensores adem ás de reci
birlos a cañonazos, utilizaron piedras, agua hirviendo y brea encendi
d a . Por otro lado, cuan do los sitiados realizaban un a incursión causa
ban tal desorden entre el enem igo, q u e podían in utilizar y dejar inser
vibles gran parte de sus cañones. D en tro de la ciu d ad , la disciplina se
controlaba estrictam ente. Todos tenían asignada u n a tarea específica,
bien com o artesanos o bien en la reparación de las fortificaciones. Los
dignatarios inspeccionaban regularm ente, día y noche, las patrullas de
vigilancia de las m urallas. U n grupo de m ercenarios desertores del en e
m igo q u e se em borracharon un a noche y ocasionaron disturbios en
una tab ern a fueron in m ed iatam en te fusilados. En cierta ocasión, el
En pos del Milenio 271
281
282 Norman Cohn
m ostrado en o tra obra * la gran sim ilitu d existente entre la fantasía nazi
sobre u n a conspiración ju d ía a escala m u n d ial con fines destructivos,
y la fantasía q u e inspiró a Em ico de Leiningen y al M aestro de
H u ng ría; h a expuesto asim ism o cóm o la desorientación y la inseguri
d ad d e las masas alen taron el proceso d e dem onización (atribución de
características dem oníacas) d e los judíos en éste com o en siglos m uy
anteriores. El paralelism o y, tam b ién , la co n tin u id ad , son incontes
tables.
Pero podem os asim ism o extender la reflexión a las revoluciones iz
quierdistas y a los m ovim ientos revolucionarios de nuestro siglo. Esto
es posible p o rq u e, igual q u e los artesanos m edievales integrados en los
grem ios, los obreros industriales en las sociedades técnicam ente des
arrolladas se han m ostrado ávidos de m ejorar su situación; su objetivo
ha ten id o u n carácter em in en tem en te práctico: asegurar u n a participa
ción m ayor en la prosperidad económ ica, en las m ejoras sociales, en el
p o d er político, o en cualquier com binación de estos tres elem entos.
Sin em bargo , las fantasías de u n a lucha apocalíptica y final, o d e un
m ilen io igualitario, am bas de elevado con ten ido em ocional, h an ten i
do para éstos u n a atracción m uch o m enor. Q uienes están fascinados
po r estas ideas son, p o r u n a p arte, las poblaciones d e ciertas sociedades
tecnológicam ente atrasadas q u e no sólo se hallan en u n a situación de
superpoblación y pobreza desesperada, sino q u e se ven tam b ién e n
vueltas en u n a problem ática transición al m u n d o m od ern o, y están,
consecuentem ente, dislocadas y desorientadas; y, p o r o tra, ciertos ele
m entos po líticam ente m arginados en las sociedades tecnológicam ente
avanzadas: p rin cipalm ente obreros jóvenes o sin em pleo y u n a p e
q u eñ a m inoría de estudiantes e intelectuales.
Se p u ed en distin gu ir aú n dos tendencias bastante distintas y
contrapuestas. Por u n lado, los trabajadores han p o d id o , en ciertas
partes del m u n d o , m ejorar su suerte sobrepasando cualqu ier previsión,
a través de la m ediación de los sindicatos, las cooperativas y los p arti
dos parlam entarios. Por otro lado, d u ran te el m edio siglo transcurrido
desde 1917, se ha producido un a constante repetición, y a escala in clu
so superior, de aquel proceso socio-psicológico qu e en u n d eterm in ado
m o m ento u n ió a los sacerdotes taboritas o a Thom as M ü ntzer con los
pobres más desorientados y desesperados en las fantasías de u n a lucha
final y exterm inadora contra «los poderosos» y de u n m u n d o perfecto
del qu e desaparecería para siem pre el interés egoísta.
Y si m iram os en u n a dirección algo d iferente, hallarem os u n a ver
sión pu esta al día de aquella ru ta alternativa hacia el M ilenio qu e era
el culto al Espíritu Libre. Pues el ideal d e un a em ancipación total del
J O
IT a rr a n t ot e n o c id e : t h e m y t h o j t h e J e w is h w o r ld co n sp ira c y a n d t h e P rotocols
o j th e E ld ers o j Z io n . Londres y N ueva Y ork, l% 7 .
En pos del Milenio 287
EL E S P IR IT U L IB R E E N L A I N G L A T E R R A
D E C R O M W E L L : L O S « R A N T E R S » Y S U L IT E R A T U R A *
288
En pos del Milenio 289
10
290 Norman Cohn
folletista en 1651: «no es obra nueva para Satanás disem inar herejías y
criar herejes, pero nunca se dieron tan to como en estos últim os tiem
pos: antes se las exam inaba u n a a u n a, pero ahora brotan en tropel y
enjam bres (com o langostas del pozo sin fondo). A hora llegan z u m
ban do sobre nosotros, p u lu lan tes, como las orugas d e Egipto». La
herejía q u e este escritor tenía in m e n te era la de los ranters. Estas g en
tes, q u e eran tam b ién conocidas com o «obtenedores suprem os» o «maes
tros superiores», se hicieron m uy num erosas alrededor de 1650. A l
gunos p o d ían encontrarse en el ejército —se sabe de oficiales que
fueron degradados y azotados en público y de u n soldado azotado por
to da la ciudad de Londres por ser ranter. H abía tam b ién grupos de
ran ters esparcidos en todo el país. Sobre to d o , ab u n d ab an en Londres,
do nd e sum aban m uchos miles.
Los prim eros cuáqueros — G eorge Fox, Jam es N ayler y sus adheren-
tes— estuvieron en contacto con los ranters. Los observadores hostiles,
com o los episcopalianos y presbiterianos, estuvieron m uchas veces a
p u n to de identificar a los cuáqueros con los ran ters po rq ue am bos
despreciaban de la m ism a m anera las form as exteriores de culto, conci
biendo la religión verdadera en «el espíritu qu e mora» en cada alm a.
Los cuáqueros, sin em bargo, consideraron a los ran ters com o almas
descarriadas qu e necesitaban ser convertidas. G eorge Fox tiene u n cu
rioso pasaje acerca de su encu entro con algunos ran ters en la prisión de
Coventry en 1649. Escribe:
nu estro ’ y otro dijo ‘to do está bien ». En esa ocasión Fox p u d o tam
bién doblegar a estas personas. A fines de 1693 lam en taban q u e los
ranters hubiesen convertido a dos cuáqueros, u n o de los cuales «salió
corriendo en silencio y fue rep u d iad o por los Amigos», au n q u e el otro
«fue recuperado poco después, haciéndose servicial». Es cierto que
m uchos ran ters se hicieron cuáqueros y algunos contem poráneos esta
b an convencidos de qu e solam ente los Am igos po dían dom inar a lo
qu e W instanley m ism o llam aba «el po der r a n te r ..., un a bestia devora-
dora». En 1652 el juez H o th an dijo a Fox que «si Dios no hubiese es
tablecido este principio de luz y vida, que (Fox) predicaba, la nación
hubiese sido arrasada por el ranterism o y todos los jueces de la nación
no hubiesen p o dido detenerlo con todas sus leyes; po rque (dijo) ellos
hubiesen dicho lo que nosotros les dijéram os y hecho lo que les ord e
náram os, y aún así habrían m an ten id o en secreto sus propios princi
pios. Pero este principio de verdad, dijo él, derrocó sus principios y sus
raíces y por lo tan to su suelo...». Y es un hecho que, conform e creció
el m ovim iento cuáquero, se redujo el de los ranters, hasta qu e a fines
del Protectorado había perdido ya toda im portancia.
En ese A péndice, el m aterial sobre los ran ters está agrup ado en el
siguiente orden:
1. Los ran ters descritos p o r sus contem poráneos.
2. Extractos de los escritos de los ranters.
Toda la tierra es de los Santos y debiera existir una comunidad de bienes, y los
Santos deberían tener parte en las tierras y propiedades de los caballeros y de
los ricos... Que Dios Padre reinó bajo la Ley, Dios Hijo bajo el Evangelio, y
ahora Dios Padre y Dios Hijo están haciendo el Reino para Dios Espíritu San
to, quien reinará y será recibido por toda carne... Que habrá una restauración
general en la que todos los hombres serán reconciliados con Dios y salvados,
solamente que aquellos que ahora creen y son Santos antes de dicha restaura
ción estarán entonces en mejor condición que aquellos que no creyeron...
Podría relatar también otros errores que, según me han contado hombres
honrados y comprensivos, divulgan los ranters, como por ejemplo (y esto tiene
todas las trazas de ser verdad) que... si un hombre se viese impulsado por el
espíritu a matar y cometer adulterio, y si después de orar, perseverase el im
pulso, debería hacerlo...
manda a los hombres que maten, que roben, y que mientan; y en otras oca
siones, exige lo contrario, y por lo tanto ellos infieren que estamos viviendo en
Dios y Dios en nosotros; ¿por qué no podemos nosotros hacer lo mismo? Y si
es un pecado matar, robar, mentir, Dios es el autor, porque dicen ellos, es su
voluntad que sean hechas estas cosas, y es por intermedio de su poder que se
hacen...
...concerniente al cielo y a la tierra [sic]
Enseñan que no hay cielo ni infierno, sino que ambos están en el hombre,
y que aquellos hombres que ven a Dios en todas las cosas y su voluntad reali
zada en todos los hombres, aunque obren impíamente, y no aprehenden nin
guna ira en Dios, pueden tranquilamente sin ningún impedimento de su con
ciencia cometer cualquiera de los que nosotros llamamos pecados y verse a sí
mismos sobre todas las ordenanzas y todos los mandamientos y [sic] que estos
hombres están en el cielo, y que el cielo está en ellos; pero que aquellos que
no pueden ver ni creer estas cosas están en el infierno, y el infierno en ellos.
Yo leí una carta que uno de ellos escribió a uno de sus amigos, pero que nun
ca llegó a su destino, y al final de esa carta escribía así. Desde e l Cielo y e l In
fierno, o en D etfo rd en e l p rim er año de m i reconciliación conm igo m ism o...
Postscriptum
Lector, no he seguido el método ordenado que debiera, pero he escrito los
juicios de estos hombres, de manera confusa, pero manifiesto en presencia del
Señor, que es el que ve todos los corazones, que no les he hecho daño en ma
teria de sus juicios, excepto en repetir su sangriento blasfemar y maldecir, y
por esta ofensa yo espero que aquellos que verdaderamente temen a Dios me
excusarán. Adiós.
e) La subjetividad de los ran ters parece algunas veces haber des
em bocado en u n a extraordinaria vehem encia. Sam uel Fisher, bap tista
y después cuáquero, b rin d a algunos com entarios pintorescos sobre su
vo lu bilidad en B a b y-B a p tism m e e r B a b ism ; o r an A n sw e r to N o b o d y
in Five W ords, to E veryb o d y w h e fin d s h im s e lf c o n c e m e d in it, 1653,
pág. 516:
terrogó p o r sus nom bres y dom icilios, resp on dieron qu e «según la car
ne» no los ten ían , p o rq u e eran co m p letam en te espirituales. Respecto a
sus edades respondieron q u e era «como si hu biesen nacido» al haberse
encontrado po r prim era vez con Franklin. Franklin sostuvo, y estu
vieron de acuerdo con él sus discípulos, qu e él era Cristo. Pero an te la
perspectiva de ser confinado en Bridewell, el valor de Franklin vaciló.
Se retractó y sus discípulos, enfurecidos, lo aban do naron in m ed iata
m en te. En el m es d e m arzo los discípulos com parecieron an te el Alto
T ribu nal del C ircuito O este. Todos los hom bres fueron sentenciados a
prisión hasta q u e dieran prueb as de b u en a conducta; y todos fueron
in m ed iatam en te liberados bajo fianza, excepto Franklin qu e no d io se
ñales de enm endarse. Mary G ad bu ry fue rem itid a a Bridewell para re
cibir azotes po r unas cuantas sem anas.
/ ) Las actitudes anarco-com unistas q u e ta n a m en u d o fueron rela
cionadas con los adherentes al Espíritu Libre persistieron en tre los rari
te n . En A T e stim o n y a g a in st th e P eo p le c a il’d R a n ters a n d th e ir
P leads, 1659 (8 págs.), Richard Hickock hace expresarse a los ranters
de esta m anera; «U niendo las herencias entre nosotros, tengam os u n a sola
bolsa.» A ún m ás, en diciem bre de 1650, cuan do m uchos ran ters a b a n
d o nab an el m ovim iento, se reunió u n «Parlam ento d e ra n ters » en
Londres cerca de S o u h th am p to n H ouse y ocho ran ters disidentes (que
facilitan sus nom bres) proporcionan en T h e R a n ters D e c la ra tio n ...
p u b lis h e d b y M . S tu b s , a la te fe llo w -R a n te r, 1650 (6 pág s.), u n in fo r
m e sobre los procedim ientos q u e arroja b astante luz ta n to sobre la
com posición social como sobre la doctrina social del m ovim iento:
k ) Los ran ters dieron tem a para u n a com edia satírica escrita por
«S. S. G ent» (i. e. Sam uel S heppard): T h e J o v ia l Crew , or, th e D e v ill
tu rn 'd R a n ter: B e in g a C haracter o f th e roaring R a n ters o f th e se T i
m es, 1651. La m ayoría de sus rasgos característicos son caricaturizados
en esta producción. Su «com unismo» por ejem plo, los incita a a n u n
ciar:
2. E xtractos d e lo s te x to s d e lo s ranters
Concerniente a Dios
O h, Dios, ¿qué puedo decir que sois? Tú no puede ser nombrado. ¿Qué
puedo decir de ti, cuando al hablar de ti no expreso nada sino contradicciones?
Porque si digo que te veo no es nada más que el aspecto de cómo a ti mismo
te ves; potque no hay en m í nada capaz de verte, sino Tú mismo: si digo que
te conozco, no es otra cosa que el conocimiento de ti mismo, porque eres tú
más bien quién me conoce: si digo que te amo, no es nada de eso, porque nada
hay en m í que pueda amarte sino Tú mismo; y, por lo tanto, no haces más
que amarte a ti mismo: mi búsqueda de ti no es sino tu búsqueda de ti mis
mo: mi delicia en disfrutar de ti no es nada más sino tu goce de ti mismo,
goce que es completamente indescriptible.
.. .siendo Tú la vida y sustancia de todas las criaturas vivientes, ellas hablan
y se mueven, viven en ti; y todo lo que es toda criatura, es como es en ti... ¿A
dónde puedo ir, Señor, lejos de tu presencia? Porque son tu presencia y exis
tencia la sustancia y la existencia de todas las criaturas y las cosas; y llenan el
cielo y la tierra y todos los otros lugares...
Veo que Dios habita en todas sus criaturas, el hombre y la bestia, los peces
y las aves, y en toda cosa que verdea desde el alto ciprés hasta en la hiedra
sobre los muros; y que Dios es la vida y ser de todos ellos, y que Dios realmen
te mora en ellos, si se quiere, de un modo personal; si Él admitiera expresión
tan baja en todos ellos, y tuviese su existencia en cualquier lugar fuera de las
criaturas...
Vieron los hombres que estaba Dios en ellos, y definiendo sus pensamien
tos y obrando sus obras y que estaba con ellos en toda condición: ¿qué espíritu
En pos del Milenio 305
gloria de Dios, tanto como lo que llamamos gracia y bondad; p o r más que
abunde e l pecado, más aún abunda la gracia . ..
Y aunque algunos digan; entonces los hombres pueden vivir como les plaz
ca, porque Dios no cambia, y todo tiende a su gloria, ya pequemos u obremos
el bien.
Replicóles con las palabras del Apóstol: No porque abunde la gracia ha de
pecar el hombre; mas si lo hace, también su pecado glorifica a Dios, tanto
como sus buenas obras. Y así la ira del hombre, al igual que su amor o miseri
cordia, alaba al Señor; ira y amor por igual lo glorifican. Y aunque parezca
que defendemos que Dios es Autor del pecado y quiere el pecado, para mí es
claro que nada tiene Ser sino Dios, y siendo el pecado una nulidad, Dios no
puede ser su Autor, ni éste entrar en sus designios...
Veo, además, que la razón por la que llamamos a unos hombres malvados
y a otros piadosos, no radica en los propios hombres, sino en el Ser divino que
se manifiesta con mayor gloria en unos que en otros; decimos, así, el uno es
Santo y piadoso, el otro, malvado y profano; mas tanto el uno como el otro
obran a impulso del supremo poder. Y si hubiere diferencia alguna, no está en
la propia criatura, en lo que es o en lo que hace; pues el mismo Ser divino
mora en unos y en otros, pero no se manifiesta en todos por igual...
La voluntad [de Dios] es su poder, y su poder es su voluntad; y por el mis
mo acto en que quiere las cosas las obra: nuestra debilidad radica en no cap
tarlo; pues siendo Dios uno y entero, no admitiendo distinciones o divisiones
en si, tampoco admite variaciones, porque todas las cosas son como las obra y
hace la voluntad suprema. Y me doy cuenta, de acuerdo con el Consejo de su
voluntad, que los que crucificaron a Cristo no hicieron algo distinto que los
que le abrazaron.
Esto escribo, no para defender los actos indecentes o las maldades de cual
quier hom bre...
Concerniente al Infierno
...Sufría continuamente el tormento del Infierno, me veía sacudido de un lado
para otro, condenado por mí mismo... Hasta que se me apareció Dios espiri
tualmente y me mostró que Él era toda la gloria y felicidad y que la carne nada
valía... Dios... me dio la libertad gloriosa de los hijos de Dios, liberándome de
lo que me ataba al pecado, a la ley y a la conciencia acusadora, que no es sino
el Infierno...
[El alma] procede directamente de Dios y no es de otro sino de Dios, y aún
más, en nada faltaría si dijera que es Dios; porque lo que es de Dios también
es Dios, siendo como es indivisible.
...como puede ser el alma, como dicen los hombres, impura y pecaminosa, eso
es algo que se escapa; pues no concibo cómo puede mancillar la carne a un
espíritu...
La verdad es que nada vive eternamente salvo Dios: todas las cosas que es
tán por debajo de Él perecen y se reducen a la nada; y como todas las cosas,
antes de manifestarse en el m undo de las criaturas, tuvieron su Ser y subsisten
cia en Dios, al final todo lo que es Dios o es de Dios en el mundo de las
criaturas retorna a él. Y así como Dios ha existido en sí y todas las cosas en Él
desde toda la eternidad, vivirá en sí por toda la eternidad y triunfará gloriosa
mente sobre el Pecado, el Infierno y la muerte; y todas las Criaturas devolve
En pos del Milenio 307
...N o hace mucho que acaeció que aquella eminente apariencia de luz,
que amaneciera en su gloria sobre mi Espíritu, y desde entonces concediera un
dulce y poderoso reflejo sobre el Mundo, se mostrara bajo tenebrosa y enigmá
tica nube de oscuridad, y se retirara por una temporada tras los oscuros doseles
de la Tierra y la Carne; en cuyo estado el Hemisferio de mi espíritu estaba tan
recubierto de oscuridad que yo no sabía adúnde caminaba o lo que hada.
Luego fui llevado por caminos desconocidos, me transformé de Rey en Bes
tia, me alimenté de cortezas por una temporada. Después avancé furiosamen
te, con fervor ardiente, hacia un fin inalcanzable: y siendo mi modo de cami
nar juzgado contrario a la paz y el orden de la Commonwealth por los que es
taban en el poder, fui apresado como un delincuente...
Sufrí prisión casi medio año bajo la acusación de blasfemo; lo que por mi
necesidad de aire libre, y muchas otras conveniencias, se me hizo muy detes
table y tedioso para mi ser material...
cóndete en silencio por otra temporada hasta que la indignación haya sido
arrasada.
...Parecemos vivir en el Estado de la variedad, en el que en verdad no esta
mos viviendo, sino solamente en apariencia: en Unidad es nuestra Vida: somos
en Uno, y si nos dividimos no somos más.
Mientras vagamos en la variedad, caminamos como otros tantos Espíritus o
Sombras en ella, que es en sí la Umbría de la Unidad.
Ascender desde la variedad a la uniformidad es concentrar nuestros espí
ritus disgregados en su centro original y encontrarnos a nosotros mismos donde
estamos, antes de que fuésemos...
Ob. ¿Cómo puede un hombre lograr entonces esta unidad y comunión con
la gloria inaccesible?
Sol, Viendo que no hay modo posible de que nuestras más elevadas aspira
ciones se interesen por ello.
Debemos esperar pacientemente el descenso temporal sobre nosotros; cuya
naturaleza es consumirnos a nosotros en sí mismo, fundiéndonos en su misma
naturaleza y semejanza.
Y en verdad, hasta que esto venga y se manifieste, los hombres en vez de
adquirir satisfacción, lo que hacen es multiplicar únicamente su tristeza,
aumentar las angustias de su espíritu...
experimentado, y lo que yo sabia lo declaré con audacia, siendo así que Mary
Lake, que era ciega, preguntó quién había hablado. Brvsh dijo que era el
hombre que G iles Caivert les había enviado, por lo cual con muchas más pa
labras yo afirmé que no había pecado, sino solamente cuando el hombre lo
creía así, y por lo tanto nadie puede estar libre de pecado, hasta que no lo co
meta en pureza como si no fuese pecado, porque yo encontraba puro para mí
lo que para un entendimiento oscurecido era impuro, pues para las cosas puras
todos los actos eran puros; así que haciendo las Escrituras como escritas en cera,
repetí las palabras de Pablo, ésto sé, y soy persuadido p o r e l Señor Jesús, de
que no existe nada im puro, sino com o lo estim e e l hom bre, explicando que
quería decir todos los actos, tanto como la carne y las bebidas, y que se podía
uno acostar con todas las mujeres como si fuesen una sola mujer y no juzgarlo
pecado, y que no se puede hacer otra cosa sino pecar: pero en las Escrituras yo
encuentro que se habla de una perfección de modo que comprendí que no se
podía lograr la perfección sino de esta manera, ante lo cual el señor Rawlinson
se quedó muy impresionado y Sarah K ullin estando presente, me invitó a ha
cer la prueba de lo que decía, así que como lo acepté ella me invitó a lo del se
ñor W ats en Rood-lane, donde estaban uno o dos más como ella, y como yo lo
acepté se acostaron conmigo esa noche: el domingo siguiente se habló mucho
del extraño hombre de conocimiento que había ido a hablar a casa del señor
Brush; y ese día hubo gran cantidad de hombres y mujeres, tanto jóvenes
como viejos, y de día en día aumentaba su número, de modo que ahora podía
escoger por lo que suspiraba antes, de tal modo que llegó a oídos de los ofi
ciales; pero habiendo obtenido mi paga, yo los abandoné, alojándome en
Root-lane, donde tuve muchos clientes, aunque no me era posible satisfacer
todos sus deseos, pero nadie sabía de nuestros actos sino nosotros mismos; sin
embargo, yo era cuidadoso con quien debía serlo. Este pecaminoso principio
aumentó tanto, que el Lord Alcalde vino a prenderme a medianoche con sus
oficiales, pero tenía yo conocimiento, y eso fue evitado. ...Me sentí inducido a
escribir al mundo sobre lo que era mi Principio, así que saqué a la luz pública
un libro llamado A Single Eye, de modo que mujeres y hombres venían de
muchos lugares a ver mi rostro, y escuchar sobre mi conocimiento en estas co
sas, no descansando hasta ser liberados, como lo llamábamos. Ahora, siendo
como ellos decían, Capitán de los Ranters tuve a las mujeres principales que
venían a mi alojamiento en busca de conocimiento, siendo entonces conocido
este lugar como el Cuartel General. Ahora, en la cúspide de esta práctica,
tenía aún cuidado de reunir dinero para mi esposa, siendo solamente mi cuer
po el que se entregaba a las otras mujeres: así nuestra Compañía aumentaba,
pero al final se trocó en un comercio tan vulgar, que toda la hez y frivolidad se
hizo evidente en toda su maldad, y empezó a haber un rechazo público, de
modo que destruí mi Cuartel, y me fui al campo con mi esposa, donde tenía
también muchos discípulos... El Alcalde Rainsborough y el doctor B arker... el
señor Walis de Elford, teniendo no poco placer y deleite en alabar a un Dios
que era una nada infinita; qué infinitas y grandes cosas había hecho el Señor
al librarnos de ataduras, llevarnos a la libertad perfecta de hijos de Dios; y sin
embargo, la noción misma de mi corazón era hacia todo tipo de robo, engaño,
error, o injuria que pudiese ser ejecutado privadamente, aunque en palabras
profesaba lo contrario, sin considerar que violaba la Ley en todos sus aspectos
(exceptuando el asesinato) y las bases de estos juicios míos era que Dios había
312 Norman Cohn
hecho todas las cosas buenas, así que nada malo había sino el juicio del
hombre; y colegía que no había tal cosa como el robo, engaño o mentira, sino
cuando el hombre lo crea así: porque si las criaturas habían llevado el mundo a
la propiedad, al M ío y Tuyo, no había título semejante a robo, engaño o m en
tira; para prevención de los cuales Everard y Gerrard W instanley se afanaban en
los Comunes, así que todos tendrían que vivir por sí mismos, y no hubiese en
tonces necesidad de fraude, sino unión de todos entre todos... Estos concebí, y
no sabiendo lo que había sido antes de nacer, tampoco sabría lo que sería des
pués de que cesase mi existencia para siempre jamás; pero así como un arroyo
que va al océano era algo independiente en sí mismo como arroyo, cuando re
torna al mar es tragado y convertido en océano; así el espíritu del hombre
mientras está en su cuerpo era distinto de Dios, pero cuando el hombre mucre
regresa a Dios, y se hace uno con El, así es Dios mismo; pese a todo ello, a ve
ces sentía en mi alma una tierna luz, temiendo que las cosas no fueran así,
sino todo lo contrario; pero entonces una copa de vino borraba mis dudas...
CJarkson describe a continuación cómo fue, finalmente, arrestado en una
taberna de Bishopsgate y encarcelado en Whitchall. En teoría hubiera debido
sufragar de su propio bolsillo los gastos de la guardia militar que lo vigilaba,
pero el ranterismo tenía simpatizantes en el ejército; «Siendo algunos partida
rios de mis principios, me vigilaban gratuitamente y uno de sus capitanes,
incluso, me proporcionaba dinero.» Al ser interrogado por un comité parla
mentario, se mostró ambiguo y mintió —como el mismo nos confiesa—, lo
que coincide plenamente con la descripción de las artimañas de que se valían
los ranters que nos brinda Tickell en The B ottom less Pit.
diánte el cual se hace real para la criatura, pero que no es sino una sombra de
este ser infinito...
Y por tanto, su Majestad no es cumplida y obedecida, sino antes bien
opuesta y despreciada por Iglesias, Santos y Demonios: Así es raro encontrar
una Criatura que haya despenado de su profundo sueño, que se haya sacudido
sus vestiduras y pueda decir desde la clara Apariencia de Dios que el velo ha
sido rasgado y cree en la Verdad tal como es en su Majestad...
...si se admitiese la Razón, y se interpretase a su luz las Escrituras, observa
rían que los anos que llaman Honestidad son Adulterio y que el llamado
Adulterio es tan honesto como la anterior, pues para Dios no son sino uno y
este acto único, tan santo, justo y bueno como Dios. Esto me ha confirmado la
Razón y declarado las Escrituras: Q ue para los puros todas las cosas son puras.
Por ello nada me resulta impuro, no más desde luego de lo que es de por sí, y
por ende, haga lo que haga, es la Majestad que en mí mora la que lo obra. Poco
me importa, pues, cómo soy juzgado; tampoco me juzgo a mí mismo. En
conclusión, las censuras de Escrituras, Iglesias, Santos y Demonios no tienen
más valor que el cortarle el gaznate a un perro.
Adiós.
Isaías, 42, 16: Trocaré ante ellos la oscuridad en luz
...llegada es la hora en que Dios los despojará de sus Idolos, en que ilumi
ne sus oscuros entendimientos, como en mi Texto: D ios trocará ante ellos la
oscuridad en luz.
...se acerca el tiempo en que las palabras del verso se aparecerán en las
obras del Espíritu, trocaré ante ellos la oscuridad en luz.
Habiendo arribado al deseado cielo, toda la dificultad estriba en cómo des
cargar la nave portadora de tan secretas perlas, cómo venderlas, cómo explicar
esta Materia con arreglo a vuestra capacidad, cómo daros el espíritu divino con
las palabras en que Dios se os aparece.
...leeréis que Luz y Oscuridad iguales son para Dios. Así pues, la oscuridad
que aprehenden las Criaturas no es sino una oscuridad imaginada; pues dice el
Texto: D ios es luz, no hay en É l oscuridad. Veis, pues, que todo lo que se lla
ma oscuridad en las Escrituras, en Dios no lo es.
De ahí que no pueda haber acto, sin excepción, que sea impuro en Dios o
pecaminoso ante Dios.
Dije y repito: aquellos actos o cualesquiera actos que estimáis o imagináis
pecaminosos no lo son en Dios ni para Dios; como dije, todos los actos que son
proceden de Dios y son tan putos como Él.
...la concepción del pecado sólo es propia de la imaginación; por tanto,
mientras el acto era en Dios o producto directo de Dios, era tan santo como
Dios: pero cuando ya hay en ti una apariencia o aprehensión de que el acto es
bueno o malo, es que ya has comido, con A dán, del Arbol prohibido, del Ar
bol de la sabiduría del bien y del mal, ya has probado esa fruta que es ajena a
Dios; pues dice el Texto: D e la boca d el A ltísim o no procede n i m a l n i bien.
Es decir, procede el bien pero no el mal, pues Dios es bueno y lo bueno es
Dios. Hizo, por tanto, todas las cosas buenas: sí, todo lo que imagináis malo,
Él lo hizo bueno; así, al aprehender en Dios algo que no está en El, al hacerle
Autor de algo que no hay en Él —el Pecado—, sus criaturas cometen la peor
de las ofensas. Habéis oído que todos los actos son, tuvieron existencia y na
cieron a causa de Dios, que Él los creó. Para decirlo sin rodeos, lo que llamáis
Blasfemia, Ebriedad, Adulterio, Robo, todos estos actos, como simples actos,
fueron engendrados por el Poder de Dios, sí, perfeccionados por su Sabiduría.
¿He dicho que un Blasfemo, un Borracho, un Adúltero y un Ladrón tienen
de su parte el poder y la sabiduría de Dios para Blasfemar, Beber, Prostituirse
y Robar?... Pues bien, Amigos, aunque la apariencia de Dios en mí os resulte
tan terrible como a Moisés en la montaña, no por ello tiemblo, antes bien, me
regocijo de tener esta oportunidad de contaros lo que he visto y oído, por mal
que acojáis mis palabras.
...Como dije antes, y repito ahora, la misma palabra Pecado es sólo un
nombre sin sustancia, no fue concebida por Dios ni por la Criatura, sino sólo
por la imaginación; por ello se ha dicho: las im aginaciones d e vuestros corazo
nes son siem pre malas. No es el cuerpo ni la vida, sino únicamente la imagina
ción, y no durante un tiempo o tiempos, sino siempre. Así pues, el pecado
que no admite en sí forma alguna, recibe su forma de la estimación de la
Criatura...
...Considerad un acto cualquiera; sean los actos de Blasfemar, Em
borracharse, Cometer Adulterio y Robar, ¿por qué no? Pues bien, estos actos
en sí mismos, desnudos, en tantos actos, no son distintos de las Plegarias y las
Alabanzas. ¿De qué os extrañáis? ¿Por qué os enfadáis? Todos son uno en sí
mismos; no hay más santidad, más pureza en une» que en otros.
Pero una vez que la Criatura juzga tal acto como Adulterio, tal otro como
Honestidad, éste puro, aquél impuro... para ese hombre que estima un acto
impuro, lo es para él (como dijo la Historia): nada hay sucio de por sí..., sino
sólo para aquél que lo estima así. Una y otra vez se ha dicho que para el puro
todas las cosas, sí, todas, son puras; para el impuro, todas son impuras...
Por mucho que clamen las Escrituras, los Santos o las Iglesias, sí lo que mora
en tu interior no te condena, no serás condenado; pues dijo la Historia: de
tu propia boca, no de la de otro, te juzgaré. Recuerda, pues. Deja que tu vida
sea lo que quieras, actúa a tu antojo, pues si no te juzgas, no serás juzgado.
N o vine a condenar a l m undo, sino a salvarlo. Pero si los reproches y calumnias
de Santos e Iglesias te llevan a cuestionarte, prepárate entonces para afirmar
con causa justificada lo que de ti se dice sin ella: soy culpable de lo que se me
En pos del Milenio 515
| acusa. ¡Qué gran verdad encierran las palabras: Oh, A dán, tú eres tu propia
I perdición!
I ...dijo el Señor que las sudas y abominables obras de la oscuridad
(aprehendidas así por ti) serán destruidas y condenadas. Pero, ¿cómo o dónde
lo serán? La respuesta está en el verso: Trocaré ante ellos la oscuridad en lu z. Si
tu intención fuese pura, venas que el pecado no debe ser expulsado sino asumi
do, que en la tina se acaba tiñendo del mismo color que el licor; como el
azafrán transforma el color de la leche en su propio color, así la fuente de luz
convierte el pecado, el infierno y el mal a su propia naturaleza. Trocaré e l
terreno accidentado en llanura: el pecado es condenado y empujado a su
Centro único, para morar allí eternamente en el seno de su único Padre. Esto,
y nada más que esto, es la condenación que tanto aterroriza a la Criatura en su
oscura aprehensión...
do; por ello, haga lo que haga ahora, no estará relacionado con el Título, con la
Carne, sino con la Eternidad que hay en mí. Y así para mí todas las Criaturas
no son sino una y mi forma es representativa de toda la Creación: por ello, vea
lo que vea, haga lo que haga, todo es una única, dulce y hermosa cosa. Consi
derad, pues, amados míos, que sin acto no hay vida, sin vida no hay perfec
ción y sin perfección no hay paz ni libertad en poder, que es la eterna Majes
tad que todo lo gobierna, conquista y condena en sí, sin fin y para siempre
jamás.
qu e llena todas las cosas, todos los lugares... es T odo en Todo», y que
«todas las cosas están volviendo a su Origen». Parece q u e tam b ién
ado ptó costum bres adam íticas. N os dice W o od en su A tb e n a e O to ·
n ien ses qu e «era corriente en él q u e pron un ciara, com p letam en te des
n u d o , m uchas blasfem ias y villanías in aud itas, y q u e b eb ía po r la
noche y se acostaba con u n a negra, q u e tam b ién h ab ía sido su oyente,
com p letam en te desnuda». Fue sin d u d a a causa de sem ejante conducta
po r lo q u e fu e encarcelado en W arwick d u ran te unas catorce sem anas.
Parece ser q u e más tarde —a juzgar p o r las referencias q u e a él hace
C larkson— se enroló en el gru p o de ra n ters form ad o en to rn o a Giles
Calvert y d en o m in ad o «Mi pro p ia carne». A C oppe se le incluía p o r lo
general en la lista de dirigentes orgiásticos d e los ran ters en la q u e es
taba Clarkson y parece ser q u e, en alguna ocasión, cuan do actuaba
com o m isionero del ranterism o, em pleó los argum entos de Clarkson
en S in g le Eye.
C oppe era el dirigente ra n te r q u e aparece fu m an d o y b eb ien d o en
la descripción q u e nos ofrece G eorge Fox de su paso p o r la prisión de
C haring Cross. Según parece es abso lu tam ente cierto q u e era m uy dad o
a la beb id a. Pero tras su conversión al ranterism o, se com placía de
m anera especial en dar riend a suelta a sus deseos reprim idos de p ro fe
rir blasfem ias y m aldiciones. Richard Baxter se p reg u n ta con horror
cóm o p o día ser que los seguidores de este h o m b re, «hom bres y m ujeres
tem erosos de D ios, acab aran ... sustituyendo la religión por las fran
cachelas, la algarabía, la borrachera, la prostitu ció n, blasfem ando a
voz en grito p o r las H eridas y Sangre del Señor, con las más terribles
m aldiciones jam ás escuchadas». Nos h ab lan de C oppe ju ran d o y
m aldiciendo d u ran te u n a hora en u n p u lp ito de Londres e insultand o
a la d u eñ a de la tab ern a con tan horribles blasfem ias «que ésta todavía
se estrem ecía y tem b lab a varias horas después». Y en Stratford, discí
pulos suyos fueron puestos en el cepo po r proferir blasfem ias.
En 1649, siendo ya ra n ter C oppe redactó sus únicos escritos qu e
vale la pena m encionar: S o m e S w e e t S ip s o f sa m e S p iritu a ll W in e, A
Fiery R o ll y A S e c ó n d F iery F lyin g R o u le (encuad ern ado y publicado
ju n to con el anterior). Estos d iero n p o r resultado su arresto en enero
de 1650. Fue som etido a prisión en Coventry (p o r segu nd a vez), trasla
dándose después a N ew gate. El P arlam ento p u blicó u n a o rd en an za d i
ciendo q u e po r con ten er «m uchas horrendas blasfem ias, y opiniones
detestables y condenables», los libros d eb ían ser confiscados p o r los al
caldes, alguaciles y jueces de paz en to d a la C o m m onw ealth, d eb ien d o
luego ser qu em ado s po r el verdugo público y q u e otros ejem plares
fuesen quem ados pú blicam ente en W cstm inster y Southw ark. La Ley
del 9 de agosto de 1650 contra «las opiniones ateas, blasfem as y
execrables» fue ocasionada en gran p arte p o r las obras de C oppe. Fi
n alm en te, el com ité del P arlam ento exam inó en septiem bre de 1650 a
318 Nor man Cohn
El Prefacio
Una entrada a la Tierra Prometida, la nueva Jerusalén y acceso al Discurso
que sigue, merecedor de seria consideración.
Amado mío.
Todos o Ninguno.
Todos los que habitan bajo el sol.
Los míos.
Mi más excelsa Majestad (en mí) ha transformado exttaña y variadamente
esta forma.
Y he aquí que por mi propia Omnipotencia, he sido cambiado en un ins
tante, en el parpadear del ojo, a la victoria del triunfo.
Y ahora el Señor ha descendido del cielo, entre grandes vítores, con la voz
del Arcángel y con la Victoria de Dios.
Y el mar, la tierra, sí, todas las cosas, están ahora retomando sus muertos.
Y todas las cosas que alguna vez existieron, que son o será visibles..., son la
Tumba en la que el Rey de la Gloria (el eterno, invisible Todopoderoso) ha ya
cido como si estuviese muerto y enterrado.
Pero contemplad, contemplad, él se ha levantado ahora con un testigo,
para salvar a Sión con su venganza, o pata confundir o infestar todas las cosas
dentro de sí; él, quien por intermedio de su poderoso Angel está proclamando
(con grandes voces) que el Pecado y la Transgresión han terminado y acabado;
320 Norman Cohn
visión la más potente voz gritó estas palabras: Los espíritus de los ju sto s se han
hecho perfectos, los espíritus con los cuales tenía una tan absoluta, clara, plena
comunión, y en forma doble y familiar, que la que tuve nunca exteriormente
con mis más queridos amigos, y mis amistades más cercanas. Las visiones y re
velaciones de Dios y la fuerte mano del todopoderoso invisible se ajustaron
sobre mí, dentro de mí, por espacio de cuatro días y noches, sin interrupción.
Faltaríame el tiempo si se lo contara todo, pero no es la buena voluntad y
placer de la más excelente Majestad dentro de mí que declare nada (por ahora)
sino nada más que esto: Que entre aquellas varias voces que eran pronunciadas
adentro, había algunas que decían: Sangre, sangre, ¿dónde, dónde? Sobre e l
santo corazón hipócrita. Otra diciendo: Venganza, venganza, venganza, Pla
gas, plagas, sobre los habitantes de ¡a tierra; Fuego, fu eg o , fu ego , Espada, es
pada, sobre todo lo que no se hum illa ante la M ajestad eterna, am or universal;
recuperaré, m i lana, m i lino, m i dinero. Declara, declara, a nadie tem as; yo
soy en ti m unición de rocas.
Y ahora lo envío volando a ti, con mi corazón, y todo
PER AUXILIUM PATRIS
C ap ítu lo II:
Dijo así el Señor: Sed sabios de ahora en adelante. Oh, vosotros Gobernan
tes. Sed instruidos. Besad el Sol. Sí, besad a los Mendigos, Prisioneros, calen
tadlos, alimentadlos, vestidlos, dadles dinero, aliviadlos, libradlos, llevadlos a
vuestras casas, no les sirváis como a dioses, sin limitación.
Poseedlos, pues ellos son carne de vuestra carne, vuestros propios herma
nos, vuestras propias hermanas, tan buenos hasta en lo más mínimo (y si me
pusiera en competencia con vosotros), en cierto grado, mejores que vosotros
mismos.
Una vez más os digo, poseedlos, sois vosotros mismos, hacedlos uno con
vosotros, o de otro modo iréis aullando a los infiernos; aullad por las miserias
que están viniendo sobre vosotros, aullad.
La sombra misma de la nivelación, de la nivelación de las armas, de la ni
velación de los hombres, os atemorizaba (¿y quién, como vosotros, podría cul
paros porque hizo temblar a vuestro Reino?), pero lo sustancial de la nivela
ción ya está acercándose.
El Dios Eterno, el poderoso Nivelador, está viniendo; sí, está casi a las
puertas; y ¿qué haréis en aquel día...?
Mis oídos están llenos de los llantos de los pobres prisioneros. Los gritos de
Newgate, de Ludgate resuenan siempre en mis oídos. Aquellos tristes gemidos:
pan, pan, pan por amor de Dios, taladran mis oídos, y mi corazón, ya no los
puede soportar más.
Inclinaos ante esos pobres, sucios, pobres, desarrapados infelices, decidles a
vuestros humildes siervos, Señores, os dejamos libres, y os serviremos (sin
contrapartida).
Haced esto o (como dijo el Señor) vuestros ojos (por lo menos) serán arran
cados y seréis llevados cautivos a tierra extranjera.
En pos del Milenio 323
‘ Blasfemo.
324 Norman Cohn
mismo, vendrá el Temible día del Juicio, dijo el Señor, devorará vuestra carne
como si fuese con fuego, Santiago, 5.1 a 7.
El óxido de vuestra plata, os digo, devorará vuestra carne como si fuese
fuego... dad, dad, ceded vuestras casas, caballos, mercancías, oro, tierras, de
jadlos, no guardéis nada para vosotros mismos, tened TODAS LAS COSAS en
común, o de otro modo, la plaga de Dios pudrirá y consumirá todo lo que po
seéis.
Por Dios, por m í mismo, dijo el Señor, esto es verdad.
¡ Venid!, d a d todo a los pobres y seguidm e, y tendréis tesoro en e l cielo.
C ap ítu lo III:
ganza, el temible día del Juicio Final. Peto yo he hecho (pata el presente) esta
historia, porque es el comienzo del fin del año 1649.
C ap ítu lo V :
te, y arrancar los cabellos de sus cabezas, y maldecir como un demonio —y ha
cerlos jurar por Dios— N eh em ., 13. Tú, hombre santo (que conocías el mal), le
vanta el dedo contra un judío, un miembro de la Iglesia, llama tonto a tu her
mano; o blasfema si te atreves, aullarás por ello en los infiernos, y yo me reiré
de tus calamidades.
...Escucha una palabra más (que se escondió, se escondió), abandona tu'
burda inmundicia, gracia formal ante la carne y después de la carne (yo lo lla
mo así, aunque tú las has rebautizado), abandona tus apestosas obligaciones fa
miliares, y tus Ordenanzas del Evangelio como las llamas; porque bajo todas
ellas yacen dentelladas, engaños, sátiras, además de la codicia, la horrenda
hipocresía, la envidia, la malicia, los malos pensamientos.
Abandonad, abandonad, mas si nada hacéis, yo en una hora, cuando me
nos lo pienses, haré que tus hijos, frutos de tu carne, en los que se deleita tu
alma, se acuesten con las putas —ante tus propios ojos; que la mancillada san
tidad y rectitud tuyas sean confundidas por cosa tan vulgar. Y que seas presa
de plaga en el vientre de tu madre otra vez, el vientre de la eternidad: que te
vuelvas un niño pequeño y que la madre Eternidad, Todopoderosa, que es el
amor universal, y cuyo servicio en libertad perfecta, te vista, y te desnude, te
ponga pañales, te los quite, te ate, te desate, te acueste, te levante.
...Y a niño tan pequeño, le es lo mismo vestirse que desvestirse, ropas
gruesas, como ropas delgadas; no conoce el mal. Y no verá ya nunca más el
mal, sino que debe perder primero toda su probidad, toda pizca de santidad,
y todo vestigio de su Religión, y ser contaminado, y confundido (por cosas vul
gares) en la nada.
Por cosas vulgares que yo y D ios hem os escogido
Y aún te muestro un camino más excelente cuando hayas pasado todo esto.
...En una palabra, mi enfado, mi inmundicia, mi apestosa santidad han sido
confundidos por las cosas vulgares, y luego (contemplad que os mostraré un
misterio y pondré ante un acertijo) por medio de las cosas vulgares, esas llama
das cosas vulgares habrán sido confundidas también; y por ellas mi vida, yo
mismo, ha sido confundida en la eterna Majestad, la gloria inexpresable.
Aquí está el acertijo, pero ninguno de los Señores de los Filisteos, ni aún ni
Dalila, puede leerlo.
Lo leeré yo mismo, (solamente) puedo daros indicios.
Los besos están contados entre los trasgresores —cosas vulgares— ¡vaya! por
los juramentos infernales y vulgares y por maldiciones (como lo he registrado
en el tiempo de mi santidad camal) y por besos impúdicos y vulgares (como los
he descrito entonces) mi pestífera santidad ha sido confundida y arrojada al
lago de fuego y de azufre. ' ,
Y luego, por besos lujuriosos, el besar ha sido confundido; y los besos exte
riores se han convertido en los feroces aurigas, para acomodarse raudamente
en el seno de él a quien mi alma ama (su excelsa Majestad, el Rey de la
Gloria).
Dónde he estado, dónde he estado, dónde he estado, abrazado, sostenido,
y besado con los besos de su boca, cuyos amores son mejores que el vino y han
triunfado rotundamente, más allá de toda palabra, de toda admiración.
Nuevamente Lujuria es nombrada ante los transgresores —cosa vulgar.
Ahora bien, los objetos bellos atraen los ojos de los Espectadores.
En pos del Milenio 329
C ap ítu lo IV :
Nuevamente, dijo así el Señor: Yo en ti, que soy eterna Majestad, reduzco
tu forma a deformidad.
Y yo en ti, que soy riqueza perdurable, ordeno que tu dinero perecedero
sea para los pobres.
Reyes, Príncipes, Señores, grandes, todos deben inclinarse ante el más
pobre de los Campesinos; los hombres ricos deben humillarse ante los pobres
bandidos, o se lamentarán de ello...
¡Y Bien! Todos debemos humillarnos y humillarnos y LO MIO debe ser
convertido.
...No queda sino un muy pequeño instante aún; y no digáis que debéis
poseer todo lo que tenéis...
Sólo es un pequeño instante el que falta, y la más fuerte, sí, la propiedad
aparentemente más pura que extrae sus privilegios y prerrogativas de las Escri
turas y razones casuales, será confundida y presa de la plaga en la comunidad y
universalidad. Y hay en ello un designio muy glorioso: la igualdad, la comuni
dad y el amor universal reinarán para total confusión del orgullo abominable,
el asesinato, la hipocresía, la tiranía y la opresión.
330 Norman Cohn
C ap ítu lo VII:
...Aúllen, aúllen los nobles, aúllen los honorables, aúllen los ricos por las
miserias que caerán sobre ellos.
Por nuestra parte, nosotros los que escuchamos al APÓSTOL predicar,
tendremos todas las cosas en común; no llamaremos nuestra a cosa alguna que
tengamos.
Hacedlo vosotros (si os place) hasta que la plaga de Dios pudra y consuma
todo lo que poseéis.
Nosotros no lo haremos, comeremos nuestro pan unidos en unidad de cora
zón, repartiremos el pan de casa en casa.
N O T A S Y B IB L IO G R A F IA
331
NOTAS
A p o c a l íp t ic a p r im it iv a C r is t ia n a y J u d ía
17. Baja Edad Media: el término Edad Media ha sido usado aquí para el período
que abarca, aproximadamente, desde la caída del Imperio Romano en Occiden
te hasta la Reforma; y el término ‘Baja Edad Media' en un amplio sentido ge
neral para el período que va de c. 1100 a la Reforma.
Para información general acerca de la tradición milenarista judeo-cristiana y la
profecía mesiánica: Case, Dóllinger (TM), Gry, Hübscher, Hundeshagen, Nigg
(1); sobre el desarrollo de la religión hebrea: Oesterlcy y Robínson, y sobre la
escatología hebrea y judía en particular: MacCulloch (1), págs. 376-81. La po
sible conexión entre las escatologías y apocalípticas persa (mazdea) y judeo-
cristiana es todavía un tema de debate entre los especialistas. Para diferentes
puntos de vista: Sóderblom, págs. 270-320, y Cum o nt, págs. 64-06; los más re
cientes argumentos de Cumont en favor de una relación han sido aceptados por
Eliade, págs. 126, y rechazados por Vulliaud, pág. 33.
19. ‘será dive rsa...’: Daniel Vil, 23.
'vino con las n ube s ...': ib íd ., 1 3-14 ,2 7 .
Apocalíptica judía: por supuesto que esto no significa que todas las apocalípti
cas judías tengan que ver con fantasías de esta clase.
20. Sobre el desarrollo de tales fantasías hebreas y judías del Mesías: Klausrter; pero
cf. para sus orígenes prc-exilíeos, Johnson.
A p o c a lip sis J e EsJras, XI-XII1 , págs. 608-19.
A p o c a lip sis J e B aruk, XXXIX-XL, pág. 501; LXXII-LXX1 V, pág. 518; XXIX,
págs. 497-8.
332
En pos del Milenio 333
21, Jose fo, Libro VI, cap. V (vol. II, pág. 108).
Sobre seudo-mesianismos judíos: Hyamson.
‘Para el Hijo del Ho m b re ...’: Mateo XVI, 27-28 (Lucas IX, 27). Mateo X, 23.
Sobre las dos épocas: Vulliaud, págs. 45 sg.
Para la profecía de la Segunda Venida, atribuida a Cristo, peto que corresponde
absolutamente a la tradición apocalíptica judía: Marcos XIII ( = Mateo XXIV,
Lucas XI) ; parece datar de los años 50. Sobre la boga de B a ru k entre los cris
tianos: Charles, vol. II, pág. 470.
22-23. Apocalipsis XIII, 1, 7-8, 11, 13, 14; XIX, 11, 14-15, 19-21; XX, 4; XXI, 1-5,
10-11. ‘Alma de la Verdad’: Juan XV, 26; XVI, 3.
24. Tertuliano, cois. 355-6.
‘en breve’: Apocalipsis XXII, 6; cf. ib td ., 7, 20.
‘hasta que todos de bie ran...’: 2 Pedro III, 9.
Justino Mártir, cap. LXXX, cois. 64-8.
25. Papías, cois. 1258-9. Este fragmento está preservado en ireneo, cois. 1213-14.
Cf. A p o c a lip sis d e B a ru k, XXIX, pág. 498.
Ireneo, lib. V, cap. XXXII-XXX1 V. El pasaje citado está en la col. 1210.
Lactancio (2), cois. 1090-2. El pasaje está resumido a partir de Lactancio (1) D i
vinae In s titu tio n e s ), lib. Vil , cap. xx, xxiv, xxvi; ver esp cap. xxiv, cois. 808-
811.
Comodiano (1), págs. 53-61, y (2), págs. 175-80. Se cree ahora una fecha pro
bable para Comodiano el siglo v más que el III; cf. O x fo r d C/assical D iction a ry ,
1949, pág. 222.
27. Go g y Magog: Estos pueblos continuaron figurando en la literatura apocalíptica
a lo largo de toda la Edad Media; cf. Bousset (2), págs. 113-31, y Peuckert,
págs. 164-71. Se creía en un principio que vivían en el lejano Norte , pero
fueron posteriormente ubicados detrás del Cáucaso y pudieron, por lo tanto,
haber sido confundidos fácilmente con las hordas que periódicamente venían
del Asia central. Sobre los orígenes de la idea, ver Ezequiel xxxviii-xxxix y Apo
calipsis XX, 8-9.
La t r a d i c i ó n a p o c a l í p t i c a e n l a E u r o p a m e d i e v a l
E l id e a l d e l a v id a a p o s t ó l ic a
cientes como Philippen (1934), Mohr (1954) y De Smet (1961) han tratado de
desacreditarlos y de presentar a Tanchelmo simplemente como un reformador
gregoriano groseramente difamado. Más recientemente, Russell (2) adopta el
mismo punto de vista que el del presente trabajo.
49. Sobre el monje Enrique, ver antes, pág. 39.
50. Werner y Erstósser, págs. 265-6, y Werner (2), págs. 385-93. sugieren que
Tanchelmo moldeó su conducta según la tradición todavía familiar en el si
glo XII, respecto a Simón Magus. El grupo de Simón se supone formado por
cierto número de hombres y mujeres, que representaban la sabiduría (la Sophia
Gnóstica). La hipótesis es interesante, pero tal vez en exceso ingeniosa: el Maes
tro de Hungría’ (Capítulo 5) y el dirigente de los adamitas bohemios (Capí
tulo II) tenían también ‘Marías’ y su modelo era seguramente Jesucristo, más
que Simón Magus.
51. ‘muchas masacres': C o n tin u a tio P ra em o m tra ten sis. pág. 449.
Biografía desaparecida de San Norberto: Potthast, vol. 11, pág. 1494. Sobre do
cumentos concernientes a las fundaciones de Norberto: Fredericq (FO) , vol. 1.
págs. 24-5 y vol. II, págs. 3-6. Cf. Philippen, págs. 256-69.
52. Weber (2), pág, 278 (traducción mía). Sobre las características generales de la re
ligión salvacionista entre los no privilegiados, ver Weber (1), págs. 245-8, y (2),
págs. 267, 276-82, 296-7. Sobre territorios coloniales y cx-coloniales, ver la
Bibliografía, parte 3. sobre movimientos mesiánicos y milenarisras.
Sundkler, pág. 114. (Bibliografía, 3).
53. Sobre Shembe: ib íd . , pág. 278.
Mesías y gobernante: tb td ., págs. 115, 288.
58. Sobre grupos de parentesco campesino: Bloch (2), págs. 163-70, y (3) págs.
190-220; Thalamas, págs. 157-8.
60-61. Sobre la inseguridad de los trabajadores de la industria textil: Carus-W’ilson,
pág. 387.
Sobre la desintegración de los grupos de parentesco: Bloch (3), pág. 217; Dupre
Theseidor, pág. 58; Weber (2). págs. 527-31; y en Italia: Tamassia, pág. 112-14.
Los p o b r e s en l a s P r im e r a s C r u z a d a s
64. Para una descripción moderna y concisa sobre el trasfondo político y el lanza
miento de la Primera Cruzada: Runciman (2), vol. I, págs. 93-109- Otras
descripciones de confianza: Chaladon; Grousset, vol. I; Röhricht (4); Sybel;
más brevemente en Stevenson; y con gran detalle en la obra monumental edita
da por Setton y Baldwin (espec. Cap. VIII, por D . Duncalf). Urbano sobre la
indigencia y la futura prosperidad: Roberto el Monje, pág. 728.
65. Sobre la inspiración religiosa de la Cruzada de los Caballeros Rousser (1) y (2).
Por otro lado, el recuento más completo sobre los movimientos populares que
acompañaron a la Primera y Segunda Cruzada, y sobre las fantasías que las ins
piraron, es el de Alphandéry y Dupront.
Sobre Pedro el Ermitaño y las predicaciones al pueblo: Hagenmeyer, esp. págs.
127-51; Alphandéry y Dupront, págs. 69-71.
Los actos de Pedro parecen semi-divinos: Guiberto de Noge nt (1), pág. 142.
336 Norman Cohn
66. Para la lista de catástrofes, 1085-95: Wo lff, págs. 108-9. El hambre de 1095 es
descrita por Guiberto (1), pâg. 141. Muchos cronistas mencionan la peste, ei
llamado ‘mal des ardents’ o ‘fuego de San Antonio'; e .g. Bemold de Constan
za, pág. 459; C hron. S. A n d re n e , pág. 542; Ekkehard de Aura (1). págs. 105-0
(cap. VIII) y (2), pág. 207; Sigeberto de Ge mbloux, págs. 366-7. Para ejemplos
sobre los nuevos grupos de devotos: Alphandéry y Dupront, vol. I, págs. 48-9.
Sobre la composición social de la Cruzada del Pueblo: Baudri de Do l. col.
1070; Bernold, pág. 464: Fukher de Chartres, pág. 385; Guiberto (1). pág. 142.
Urbano ignora Jerusalén: en la descripción del llamamiento de Clermont que
brinda Fulcher, la fuente más primitiva y fiable, no se menciona a Jerusalén.
Sobre la peregrinación de 1033; Rudolph Glabe r, col. 680. y sobre la de 1064:
A n n a le s A lta h e n s e s m aiores. págs. 815 sg.
67. Sobre las Cruzadas del Pueblo como una im ita tio C òristi, c f Erdmann (2).
págs. 318-19.
■ Regocijaos vosotros...’: Isaías LXVI, 10-13.
‘el ombligo del m u n d o ...’; Roberto el Monje, pág. 729.
Sobre el descenso de la Jerusalén Celestial: Apocalipsis XXI, 1-5. 10-II.
Sobre la interpretación de lo terrenal como símbolo de la Jemsaién
Celestial: Róhrich (1), pág. 376, Nota 76; Alphandéry y Dupront. pá-
68. gina 22; Konrad, (2). Sobre la confusión de las dos por los p a u p e re s: Ekkehard
(1), pág. 301 (cap. XXXIV) ; la ciudad en el cielo: ib íd .. pág. 117 (cap. X) ; los
niños: Guiberto (1), pág. 142.
Sobre el sentido de elección de los p a u p e re s: cf. Alphandéry (5 ). páginas 59 sg.
‘Dios ha e le gido ...’: Raymond de Aguilers, pág. 254.
Sobre las cruces milagrosas: ib íd .. pág. 272.
Sobre los tafures: Guiberto (1), pág. 242; C o n q u ê te d e J é ru sa le m , p a ssim , y
esp. págs. 65 sg.: C h a n so n d 'A n tio c h e , vol. 11. p a s s im , y esp. págs. 254-5. Las
versiones originales de estas dos épicas vernáculas fueron compuestas a princi
pios del siglo xii. Las únicas versiones ampliadas son las revisadas por Graindor
de Douai a principios del siglo xni; pero los pasajes referentes a los tafures no
dan la impresión de haber sido muy corregidos. Se ha sostenido frecuentemente
que ambas épicas fueron escritas por un tal Ricardo el Peregrino, pero parece
muy improbable que el mismo autor haya escrito las dos. La C o n q u ê te d e J é r u
sa le m describe la cruzada desde el punto de vista de los pobres. Es muy valiosa
como una guía sobre la psicología más que de la historia oue iiot de la Cruzada
del Pueblo en Oriente; y lo que relata de los tafures es su leyenda. La C h anson
d A n tio c h e nos rinde una versión más sobria y menos aduladora, siendo sin duda
un recuento más exacto sobre los tafures. Para una buena descripción reciente:
Sumberg.
Sobre la palabra tafur’: T rudannes. a la que Guibe rto, pág. 242, toma por
equivalente de ta furs. como variante de tru ta n i, ‘vagrants’, ‘vagabonds’, ‘beg-
gars'.
69. ‘no franco s...’: C h a n so n d 'A n tio c h e , pág. 5· Cf. ib íd .. págs. 254-5, y C o n
q u ê te d e J é ru sa le m , pág. 230.
‘mucho más valio so ...’: C o n q u ê te , pág. 194. En la C o n q u ê te , pág. 72, los
p a u p e r e s del ejército provenzal aparecen en estrecha asociación con los tafures
siendo descritos con términos muy similares.
Sobre el culto de la pobreza entre los tafures: Guibe rto, pág. 242.
‘Los más pobres la to m arán...’: C o n q u ê te , pág. 163.
Los pobres ptovenzales galopan ‘a lomo de caballo ...’: Raymond de Aguilers.
pág. 249.
‘Donde está la gente p o b r e . C o n q u ê te , págs. 165-6. Cf. A n o n y m i G esta
F rancorum , págs. 204-5.
70. Sobre la salida de Jetusalén: C o n q u ê te , págs. 243-53.
Sobre los tafures como príncipes: C hanson, págs. 6-7.
En pos d d Milenio 337
El Rey tafur urge a los barones: C o n q u ê te , págs. 64-7; es llevado del campo:
t b t d . , págs. 82-3; corona a Godofredo: i b í d . , págs. 191-3; le ruega que se
quede en Jerusalén: ib íd ., págs. 193-5.
Sobre una conversión forzada de los campesinos: A n o n y m i G esta, páginas 162-4.
71. ‘los caballos coceaban en la sangre ...’: Raymond, pág. 300.
Los judíos de Jerusalén son quemados: Ibn al-Qalánisí, pág. 48.
‘Oh , nuevo d í a ...’: Raymond, loe. c it., Cf. Du Cange (TM) sobre el sentido de
exa n itio .
Sobre la masacre del tejado: A n o n y m i G esta, págs. 204-206. Cf. C o n q u ê te .
págs. 178-9.
Primeras grandes masacres de judíos europeos: se habían producido algunos ata
ques contra los judíos en España en época de la ‘cruzada’ contra los musulma
nes en 1064; pero fueron en muy pequeña escala. Para un recuento moderno
sobre las masacres que acompañaron a la Primera y Segunda Cruzada: Parkes,
págs. 61-89.
‘se estableció la p a z ...’: Sigeberto de Ge mbloux, pág. 367. Sobre las masacres
en Francia: Guibe rto (2 ), pág. 240; Ricardo de Poitiers, págs. 411-12.
72. Sobre los acontecimientos en Speyer y Worms: Anónimo de Mainz-Darmstadt,
págs. 171-2; Eliezer bar Nathan, págs. 154-6; Salomo bar Simeon, pág. 84,
Bernold de Constanza, págs. 464-5. Para exámenes críticos de las fuentes he
breas: Elbogen, Porges, Sonne.
Para Mainz: Anónimo de Mainz-Darstadt, págs. 178-80; Eliezer, páginas 157-8;
Salomo págs. 87-91; Alberto de Aix, pág. 292; Annalisra Saxo, página 792.
Para Trier: Salomo, págs. 131 sg.; G esta T reverorum , C o n tin u a tio I, págs. 182.
190.
Para Metz: Salomo, pág. 137.
Para Colonia: Eliezer, págs. 160-63; Salomo, págs. 116 sg.
Para Regensburgh: Salomo, pág. 137.
Para Praga: Cosmas de Praga, pág. 164.
Sobre el monje Rodolfo: Erain bar Jacob, págs. 187 s g.; Otto de Freising, págs.
58-9; A n n a le s H e rb ip o le n se s, pág. 3; A n n a le s R o d e n se s, páginas 718-19 (una
fuente contemporánea, y que favorece a Rodolfo, ya que es contra San Bernar
do); A n n a le s S. J a c o b i L e o d ie n sis m in o res, pág. 641. Para los comentarios del
propio San Bernardo: Bernard (3) y (4). Para un recuento moderno: Setton y
Baldwin, págs. 472-3 (por V. G. Berry).
73. ‘Ven a nosotros... ’ : Joseph ha-Cohe n, pág. 24.
La matanza de judíos gana el perdón de los pecados: Anónimo de Mainz-
Darmstadt, pág. 170.
‘Hemos e stable cido...’: Guiberto (2), pág. 240; Ricardo de Poitiers, pági
na 411.
‘Dijo Je s ú s ...’: Salomo, págs. 88-9-
75- Sobre las ‘señales’ y ‘las últimas trompetas': Ekkehard de Aura (1), páginas 54-
6 (cap. 11). Las ‘señales’ son las que oímos en la profecía en Marcos XU1 .
Adso, monje y posteriormente abad de Montier-en-Der, escribió su tratado a
petición de Gerbega, esposa de Luis VI (d’Outremer). Para un reciente estudio
de su obra e influencia: Konrad, R. (1).
El Ultimo Emperador se transforma en un monarca occidental: Kampers (1),
págs. 30-39.
338 Norman Cohn
La s h u e s t e s d e m o n i a c a s
80. Sobre la idea de la cruzada como Guerra Santa y el contraste que ella ofrecía
con las intenciones papales: Erdmann (2), págs. 264-73, 321. Ya la invasión pi-
sana de Sicilia bajo los musulmanes, en 1087, se consideraba una Guerra Santa.
Un poema escrito conmemorando el éxito describe a San Miguel soplando la
trompeta como para la batalla contra el dragón, y a San Pedro exhibiendo la
Cruz, pata incitar a los ciudadanos a un ataque que termina con la matanza de
todo infiel, hombres, mujeres y niños incluidos; ver Schneider (FO) ,po e m a 25,
esp. líneas 33-40.
En pos del M ilenio 339
93. Sobre Fulk de Ne uilly: Reinerus, pág. 634. Para un recuento moderno comple
to: Alphandéry y Dupront, vol. II, págs. 43-64. Sobre las Cruzadas de los N i
ños: ver Heckcr, Apé ndice, págs. 346-33, y Runciman (2), vol. III, págs. 139-
44, para resúmenes concisos; Alphandéry (3) y Alphandéry y Dupront, vol. II,
págs. 115-48 para descripciones más completas que tienen que ver con las fan
tasías subyacentes, y cf. el examen crítico de las fuentes por Munro,
esp. pág. 520.
96 Balduino visto como ser sobrehumano: Cahour, pág. 82. El análisis de Cahour
sobre el pseudo-Balduino es el más completo. Para un resumen breve ver: Ker-
vyn de Lettenhove (1). La descripción presente está principalmente basada sobre
Mouskes (FO), vol. II, líneas 24463-25325.
97. Sobre la guerra contra la condesa Joanna: Alberico de Trois-Fontaines, pági
na 794; Baldwin de Ninove , pág. 251; C h ro n ic o n S. M e d a rd i Suessionensis,
pág. 722; Mouskes, líneas 24839-43. Cf. Cahour, pág. 168.
98. Si Dios ha ve n ido ...’: i b í d ., líneas 2481-5.
'el pobre ho m bre ...’: ib íd ., líneas 24741-8; y cf. ib íd ., líneas 24771-1.
El aspecto social del movimiento surge no solamente del recuento de Mouskes,
sino también de las crónicas latinas (algunas de ellas se acepta que más bien son
tardías) tales como C h ro n ic o m A n d r e m is m o n a sterii, pág. 579; C h ro n ic o n Tu-
ro n en se , págs. 307-9 y Juan de Ypres, pág. 609.
Para los tratados: Enrique 111 en Rymer, vol. I, pág. 177; la condesa en G esta
L u d o v ic t VIH , págs. 308-9.
99. Sobre la sublevación de Valenciennes. Mouskes, líneas 25019 sg.
‘en Valenciennes la gente lo espe raba...’: ib íd ., líneas 25201 sg.; c f ib íd ., líneas
24627-30. Varios cronistas describen al ermitaño como si fuese el auténtico con
de; e .g. París, vol. III, págs. 90-91. Pero los historiadores modernos están uni
dos en considerar el episodio como una impostura.
Sobre la primacía de la monarquía francesa: Bloch (1), pág. 237.
100. Sobre las pretensiones de Felipe Augusto; Giraldus Cambrensis, páginas 292 sg.
Cf. Folz, págs. 277-9.
Sobre los sectarios en París: Cesáreo de Heisterbach, págs. 304-7.
Mahoma más fuerte que Cristo: Salimbenc, pág. 445.
La historia de la Cruzada de los Pastores de 1251 es tontada en una carta escrita
En pos del Milenio 341
La s ú l t i m a s c r u z a d a s d e l o s p o b r e s
105. Sobre la situación de los pueblos flamencos en los siglos XIII y XIV, el profesor
Carus-Wilson ha destacado recientemente que ‘los conflictos de capital y mano
de obra alcanzaron una intensidad y violencia nunca vista antes y no igualada ni
durante el H o c h k a p itd is m u s de la Europa moderna... Por esta época los traba
jadores especializados de la industria textil había caído bajo la dependencia del
empresario' (Carus-Wilson, pág. 399). Sobre la relación entre capitalismo y
proletariado, ver también Bezold (3); Heer, págs. 469-71; Peuckert, pág. 240.
Sobre el cambio de situación de los campesinos: Nabho lz, págs. 439 s g., 503.
106-7. ‘El hombre trabaja...’: Tobler (FO) , proverbio 52.
todo hombre debiera te ne r...': citado por Trachtenberg, pág. 221.
Magistrados, prebostes...’: Jean de Me un, ljneas 11540-49.
107. ‘Yo quisie ra...’: R én a rt le C o n tre fa it, líneas 25505, sg.
Sobre los ca p u tia ti: C h ro n ic o n a n o n y m i L a u d u n e n sis canonici, páginas 705-6
(en la cita sobre ‘locura frenética’); Robert Auxerre, pág. 251; y para las prime
ras etapas del movimiento: Robert de Torigny (ver Sigeberto de Gembloux),
página 534.
'Vende todo lo que pos e e s ...’: Lucas XVIII, 22-5.
108. el epulón y Lázaro: Lucas XVI, 19 sg.
342 Norman Colin
Para el rico como mal hijo de Cristo: Alphandéry y Dupront, vol, II, pág. 197.
Sobre la mujer con las serpientes: Bernheimer, pág. 33; y cf. Heer, págs. 436-60.
Sobre los herejes trabajando entre los tejedores: Eckbert de Schbnau, cois. 13-
14; Bcrnard (1), col. 716.
109. Sobre la Cruzada del Pueblo de 1309: A rm a le s A u stria c a ru m , C o n tin u a d o Fio-
rianensis, págs. 752-3; A n u a le s C olbaxenses, pág. 717; A n u a le s G a n d e m e s ,
pág. 596: A n u a le s L u b tcen ses, pág. 421; A n u a le s S. B lassi B runsvicenses,
pág. 825; A n u a le s T ieleuses, pág. 26; C h ro u ic o u Eltuacense, pág. 39; G e sta a b-
b a tu m T r u d o n e n s iu m , pág. 412; Gu i (2), pág. 67; Juan de Winterthur,
pág. 58; C o u tin u a tio B r a b a n d n a (ver Martín de Troppau), pág. 262; Muisis,
pág. 175; Tolomeo de Lucca, pág. 34; William de Egment, pág. 577. Ver tam
bién; Heidelberger, págs. 44-5.
Hambrunas: La lista de hambres en Churchmann, págs. 82-5, revela un hecho
iluminador: las mayores ocurrieron en los Países Bajos y a lo largo del bajo Rhin
en 1225 (año del pseudo-Balduino), 1269 (año de las procesiones flagelantes:
ver Cap . V) y 1309 (año de la Cruzada del Pueblo); y no se registra ninguna
entre los períodos intermedios, pese a lo largos que fueron.
Sobre el hambre de 1315: Lucas.
Sobre la profecía: Guillermo de Nangis, C o n tin u a d o III, vol. II, páginas 179-80.
110. Sobre la Cruzada de los Pastores: Cruzada de 1320: Gu i (3), págs. 161-3; Juan ,
canónigo de St. Víctor, págs. 128-30 (escrito cerca de 1322); Guillermo de Nan
gis, C o u tin u a tio , II, vol. II, págs. 25-8 (probablemente copiado de Juan de
St. Víctor).
Para resúmenes modernos: Devic y Vaisséte, págs. 402-6; Grae tz, vol. VIII,
págs. 277 s g.; Alphandéry y Dupront, vol. II, págs. 257-64. Los cronistas judíos
Usque (que escribe en portugués) e Ibn Verga (que escribe en hebreo) relatan la
historia unos dos siglos después del hecho, y con mucha oscuridad y confusión.
Pero, refiriéndose a una fuente española desaparecida, ambos dan valiosas in
formaciones no solamente acerca de los ‘salvadores1 sino también sobre las ma
tanzas de judíos en el sur de Francia y de España: Usque , vol. II, págs. XVI sg.;
Ibn Verga, págs. 4-6; Joseph ha-Cohe n, págs. 46-7, copia a Usque; cf. Loeb,
págs. 218-20. Las masacres en localidades particulares han sido estudiadas por:
Kahn, pág. 268, y Miret y Saris.
111-2. Para la carra del papa, ver Juan XXII.
Sobre las luchas de clases en los Países Bajos: Pirenne (1).
Sobre revueltas en Parts y Rúan: Levasseur, pág. 510.
112. Un obrero de la industria textil quemado en Ipres: documentos en Espinas y Pi
renne (FO) , pág. 790.
La edición más accesible del V a d e m é c u m es todavía la que se especifica en la
Bibliografía bajo Juan de Roquetaillade, aunque el texto es defectuoso. De las
veinte lu te n d o u e s en las que está dividido el trabajo, la N .° V profetiza la re
vuelta social. Sobre Juan de Roquetaillade mismo: Bignami-Odier. La profecía
social citada allí (págs. 32-3), originada posiblemente en la de Roquetaillade,
sería aún más interesante que el V a d e m é c u m si fuese genuina; pero la evidencia
interna sugiere enérgicamente que es falsa, de fecha muy posterior.
114. De las profecías últimas la más famosa es la difundida por el ermitaño Telesforo
de Cosenza en 1386. Dedicado al duque de Gé nova, pretendió hacer de Ge no
va un dominio francés.
En pos del Milenio 345
115. Sobre Joaquín de Fiore: Grundmann (1) y (3); Bloomfield. Para una
bibliografía exhaustiva hasta 1954: Russo.
116. Sobre la influencia de Joaquín de Fiore en la moderna ‘filosofía de la historia':
Lowith, págs. 158-9 y Apéndice I; Taubes, págs. 90-94; Voegelin, págs. 110-21
e l p a ssim .
Sobre el substrato joaquinista de la expresión ‘el Tercer Reich’: Kestenberg-
Gladstein, págs. 245-283.
117. Cuarenta y dos generaciones: Mateo I, 17.
Sobre el joaquinismo en el sur de Europa: Benz; y más brevemente, Hubscher,
págs. 107-32; Morchen, págs. 287 sg. Ver también la descripción de las actitu
des contemporáneas hacia Rienzo de Burdach (1), págs. 5-53, p a s s im y esp.
págs. 1-23. Sobre la idea del Papa angélico, que desempeñó un importante pa
pel en el joaquinismo italiano: Baethgen. El p r o p h e ta francés Juan de Ro-
quetaillade, citado en el capítulo anterior, fue en muchos aspectos un joa
quinista aunque tardío.
118. Sobre la penetración del joaquinismo en el norte de Europa: Bloomfield y Re-
eves (2).
Federico II como Emperador de los Ultimos Días: Kampers (1). páginas 76-7.
154-5.
Sobre Federico II, ver los ensayos reunidos en G. Wo lf.
119. Sobre los predicadores en Suabia: Alberto de Stade. págs. 146 sg.
Para el texto del manifiesto: Am o ldo , dominico (FO); cf. Bloomfield y Reeves,
loe. cit.; Bossert, págs. 179-81; Vólter.
120. Sobre el monje del Etna: Tomas de Ecdeston, pág. 568. Cf. Kampe rs(1), págs.
83-7, que también cita fuentes sobre la creencia en el Federico resucitado en Si
cilia e Italia. En Tivoli, que estando perpetuamente enemistada con Roma, se
adhirió naturalmente a la causa ‘imperial’, la muerte de Federico se lloró en tér
minos extraídos de la T ib u r tin a ; véase Hampe , especialmente el manifiesto lati
no en págs. 18-20.
L a r e s u r r e c c i ó n d e Fe d e r i c o
121. Para el pseudo-Federico cerca de Worms: A n n a le s C olm arienses m aio res, pág.
211; en Lübeck: D e tm a r -C h r o n ik , pág. 367.
121. Fuentes principales para la historia del pseudo-Federico de Neuss: Ellenhard de
Estrasburgo (2), pág. 6; 'V ita H e n ric i I I a rch ie p isco p i (T reverensis) oliera, págs.
462-3. Para una descripción que es de menos confianza pero en la que se de
muestra cómo la historia fue desfigurada en la imaginación popular, ver Otto
kar: R e im c h ro n ik , líneas 32324 sg. (págs. 423 sg.). Ottokar, un ex-trovador que
escribió entre los años 1305 y 1320, parece haberse basado en una versión que
circulaba entre el pueblo de Austria, fuertemente influida por las ideas pseudo-
joaquinistas y que aceptaba al monarca de Neuss como el verdadero Federico II.
Para recuentos modernos: Meyer (Victor); Shultheiss, págs. 23-47; Vo igt, págs.
145 sg.; Kinkelmann.
El pseudo-Federico como peregrino: M a g d e b u r g e r S c h ö p p e n c h ro n ik , pági
na 170.
122. Sobre el pseudo-Federico como el Mesías de los pobres urbanos: Schultheiss,
pág. 170; Vo igt, pág. 148.
El pseudo-Federico promete regresar: Ottokar, pág. 426.
Sobre la ejecución de Utrecht: A n n a le s B la n d in ie n se s, pág. 33.
344 Norman Cohn
M a n if ie s t o e n f a v o r d e u n f u t u r o Fe d e r ic o
126. G a m a le o n : Para la versión latina: Wo lf (FO) , págs. 720 sg. (que contiene casi
toda la versión, en la forma de sermón que se supone fue pronunciado en 1409
ó 1439); y Lazius (FO) , H 2 ( ¿) -H 3 (que contiene el final, bajo el título de Va
tic in ia d e In v ic tissim o Caesare n o stro C arolo V ). Esta versión está resumida en
Bezold (4), págs. 573 sg. Para una versión alemana vernácula: Reifferscheid
(FO), Documento 9. Dollinger (TM), págs. 349 s g.; Rosenkranz, págs. 516-17.
R e fo r m a d e S e g is m u n d o : ver R e fo r m a tia n K a ise r S ig m u n d s (FO) . En esta obra:
Dohna; Bezold (3), págs. 70 sg. y (4), págs. 587 sg.; Peuckert, págs. 198 sg.,
220 sg. Sobre las preguntas sobre autor, ver también Beer, su introducción,
págs. 71-4.
127. L ibro d e lo s C ie n C a p ítu los: esta obra, que sobrevive en un solo manuscrito
enorme en Colmar, no ha sido nunca publicada. El recuento presente se basa en
el extenso análisis de Haupt (8) (TM). Cf. Doren, págs. 160 sg.; Franz,
págs. 114-15; Peuckert, págs. 224-7.
128. ‘El re inará...’; ‘El rey ve ndrá...’; ‘Yo soy el principio ...’: Haupt (8), págs. 202-
3. Abundancia de pan, etc.; cf. Apocalipsis Vi, 6. Abundancia de pan y baratu
ra de vino y aceite son características del reino del futuro Constante tal como lo
describe la T ib u rtin a .
El Revolucionario mismo es el Mesías: Haupt (8), pág. 209.
129. ‘para aplastar Babilo nia...’: ib íd ., pág. 202; y cf. págs. 163, 208 sg.
‘quien quiera que golpe e .’: y el llamamiento para asesinar a Maximiliano:
ib íd ., págs. 211-12.
‘controlar el mundo e n te ro ...’: ib íd ., pág. 215.
‘Pronto be be remos...’: ib íd ., pág. 212; cf. pág. 109.
‘los grandes hom bre s...’: i b í d ., pág. 210.
‘Sigan go lpe ando ...’: ib íd ., pág. 212; cf. pág. 179.
130. Para la matanza de los ‘usureros’ y abogados: ib íd ., pág. 201; cf. páginas 134,
166.
‘Cu á n to d añ o ...’: ib íd ., pág. 168, nota 1; cf. págs. 167-72.
‘Si una pe rsona...’: y comentarios sobre el nuevo tipo de justicia: ib íd ., págs.
164-6.
131. Sobre el Antiguo Imperio Germánico: ib íd ., págs. 141-5.
Sobre los pueblos latinos: i b í d ., págs. 146-9-
En pos del Milenio 345
Fl a g r a n t e s r e v o l u c io n a k io s
145. Sobre los terremotos como ‘presagios mesiánicos’: ver Hübne r, pág. 30, nota 2,
para fuentes.
Para la interpretación escatológica de la Peste Ne gra: D e tm a r -C h r o n ik ,
pág. 522.
‘La plaga go be rnaba...': citado en latín por Hübner, pág. 31, donde también
se facilita la fuente.
Juan de Winterthur, pág. 280.
Para e l ‘gran astrólogo’: Michaei de Leone, pág. 474.
Para la duración supuesta (33 años): Closener, pág. 120.
146. Para la inquisición en Breslau, ver los extractos de Q u ae stio en Hübner, págs.
22, 24 (nota 1), 29, 47 (nota 2), 204 (nota 1).
Los flagelantes se comparan con Cristo: Boendaele, vol I, pág. 590; William de
Nangis, Continuación III, vol. II, pág. 218; crónica en Fredericq, (FO) , vol. III,
pág. 18.
Sobre la composición social de las procesiones: brev e ch ro n ic o n F landriae, pág.
23; Enrique de Hertford, pág. 282; Hugo de Reutlingen, páginas 51-2; Kervyn
de Lettenhove (FO); págs. 30-31; Mateo de Ne uenburg, pág. 266; Tilemann
Ehlen de Wolfhage n, págs. 32-3; también hay fuentes en Fredericq (FO), vol.
II, pág. 136 y en Kervyn de Lettenhove (2) (TM), vol. III, pág. 353.
Sobre los clérigos como p r o p h e ta e : C h ro n ic o n c o m itu m F la n d re n siu m , pági
na 226; Closener, pág. 118; G esta a b b a tu m T r u d o n e s iu m , pág. 432; y cf. la
versión cuarta de Froissart, citado por Fredericq (FO), vol. II, pág. 131.
Sobre la Bula: Clemente Vi, págs. 471-2.
El cronista de los Países Bajos: G esta a b b a tu m T r u d o n e s iu m , loe. cit.
Sobre el arzobispo de Colonia: Sínodo de Colonia, 1353, pág. 471.
En pos del Milenio 347
LO S FLAGELANTES SECRETOS DE T U R IN G IA
152. La descripción de Schmid sobre los flagelantes secretos de Turingia está basada
en documentos impresos en Stum pf (TM) y en Förstemann, Apéndice 11. Sobre
documentos 2 y 3 en Stumpf, que resumen las propias opiniones del dirigente,
ver también Schmid (1) y (2) (ambas FO). Para un recuento moderno de
Schmid : Haupt ( 12 ); y sobre la historia de la secta :
Förstemann, págs. 159-81; Haupt (5), págs. 117 s g., y (11).
Sobre los flagelantes de 1348-9 en Turingia: C hron. S. P e tri v u lg o S a m p e tri-
n u m , pág. 180.
Sobre Turingia como el centro del culto a Federico: Grauert (1); Kampers (1),
págs. 97-109.
153. Sobre Federico como figura escatologica: Pedro de Zittau, págs. 424 s g.; y cf.
Grauert (2), págs. 703 sg.
154. Sobre la recurrencia de la plaga: Haupt (5), pág. 118, Nota.
Sobre las ejecuciones en Nordhausen: Körner (FO), col. 1113-
El Papa alienta a la Inquisición: Gregorio XI (1).
Sobre el grupo en Erfurt: Trithemius (1), voi. Il, pág. 296.
155. Sobre los movimientos de flagelantes en Europa meridional desde 1396 en ade
lante: Förstemann, págs. 104 sg.
Sóbre los flagelantes en Roma: Wadding, voi. X, págs. 33-4; y cf. Wadstein,
pág. 89.
Charlier de Gerson (4), pág. 658, y (5), págs. 660-64.
Sobre las doctrinas de los flagelantes turingios e n el siglo X V : Stum pf, Do cu
mentos 4 , 5 ( = Reifferscheid, Documentos 5, 6); para enmiendas y adiciones al
segundo documento, provenientes de otro manuscrito: Haupt (5).
También Förstemann, documento en el Apéndice 11, págs. 278-91.
156. Crónica Turingia del siglo X V : Rothe, pág. 426.
Sobre la represión de 1414-16: Körnet, pág. 1206. Cf ., sobre la parte prepon
derante desempeñada por las autoridades seculares en estas persecuciones:
Flade, págs. 80-82.
Sobre los flagelantes en Nordhausen, 1446: Förstemann, loe. cit., y pági
nas 173 sg.
En Sonderhausen, 1454; Stumpf, Documento 5; Haupt (5).
157. Sobre los últimos juicios de los flagelantes: ver Jo hn de Hagcn (FO).
se puede lograr utilizando juntas las dos versiones publicadas; ver Pfeiffer,
Birlinger ambas (FO), y cf. Simón (TM).
Para la lista de ‘artículos de fe ’: Preger (2) (FO).
La exactitud de las descripciones católicas del Libre Espíritu se basan en docu
mentos relativos a un movimiento similar, aunque mucho más reducido, que
existió en Italia durante el siglo xiv. Están publicados en Oliger (TM).
161. Sobre el misticismo ortodoxo medieval: Ledercq, Vanderbroucke y Bouyer.
Sobre las relaciones entre el misticismo ortodoxo y herético, especialmente en
Alemania: LefF, vol. II, págs. 259-94.
162. En la primera edición de esta obra ofrecí argumentos que inducían a pensar que
el Libre Espíritu era ya conocido en Occidente en el siglo xii; pero una conside
ración más exhaustiva de los datos disponibles me deja en la duda.
Sobre los euquitas: Runciman (1), esp. págs. 21-5, 28-9; Guarnieri (2), págs.
272-3.
Sobre los sufitas: Guarnieri (1), págs. 367-70; Guarnieri (2), cois. 1249-50.
LO S AM AURIANOS
164. Para relaciones modernas sobre la secta de los amaurianos: Aegerter, págs. 59
sg.; Alphandéry (1); Delacroix, págs. 34-52; Gilso n, págs. 382-4; Hahn, vol.
III, págs. 176 sg.; Ju n d t, págs. 20 sg.; Preger (1), págs. s g., y en otras especifi
cadas más adelante.
La crónica alemana: Cesáreo de Heisterbach, vol. I, págs. 304-7. La lista de sec
tarios individuales ofrecida por Cesáreo es confirmada por el decreto de conde
nación; ver Sínodo de París, 1209.
165. Para la historia de Amaury; Guillermo el Bretón, págs. 230-31. Cf. Hauréau.
págs. 83 sg. Sobre los asociados eminentes de Amaury; C h ro n ic o n u n iversa le
a n o n y m i L a u d u n e n sis; y Hostiensis (Henry de Susa, Henricus de Bartholomaels)
citado en Capelle (TM), pág. 94.
Sobre la responsabilidad de Amaury: C hronica d e M aüros, pág. 109.
Para el texto C o n tra A m a u r ia n s : Garnier de Rochefort (atríb.)
Sobre la doctrina propia de Amaury, ver además de Cesáreo y Hostiensis:
Martín de Troppau, págs. 393 sg.; Martín fue capellán de tres papas y murió en
1278. Su relación fue aceptada en el siglo xv por Gerson; ver Gerson (8).
pág. 394, (10), pág. 1242. Tanto Martín como Hostiensis pueden sencillamente
haBer atribuido a Amaury opiniones que ellos encontraron en Erigena. Sobre
Amaury y Erigena, verjourdain, cuyo argumento, sin embargo, no podría hoy
ser sostenido enteramente: los amaurianos fueron ciertamente discípulos de
Amaury, aunque descarriados, y no de David de Dinant.
166. ‘externamente, en rostro y discurso...': Juan , Abad de San Víctor.
Sobre la herejía de Troyes: Cesáreo, pág. 307; en Lyons: Esteban de Bourbon,
pág. 294.
Sobre el proselitismo de los amaurianos: Cesáreo; Garnier de Rochefort; H aere-
ses se c ta to ru m ; Juan Abad de San Víctor, y el informe sobre la interrogación de
los clérigos arrestados: ver Alverny (TM), que confirma la exactitud de H aereses
■ se c ta to ru m . Para reconstrucciones modernas de la doctrina: Capelle; Grund-
mann (2), págs. 355 sg.; Pra.
‘Se atrevió a afirmar q u e ...': H aereses se c ta to ru m .
‘cada uno de ellos era Cris to ...’: Cesáreo, pág. 305.
167. Sobre la teoría de sucesivas encarnaciones: H a e re m e s s e c tjto r u w ; Garnier de
Rochefort, pág. 30.
El Espíritu Santo habla por intermedio de los amaurianos: Cesáreo pág. 305.
Sobre las fantasías mcsiánicas de los amaurianos: Cesáreo, pág. 505.
168. Para el Sermón del Abad de San Víctor: Juan , Abad de San Víctor.
'Cometieron violacione s...': Guillermo el Bretón, vol. 1, pág. 232.
350 Norman Cohn
L a S O C IO L O G IA D E L L IB R E E S P IR IT U
170. La importancia sociológica del culto de la pobreza voluntaria ha sido desde hace
mucho objeto de controversia. Al interpretar la pobreza voluntaria específica
mente como un movimiento de los oprimidos, algunos especialistas marxistas
han distorsionado, ciertamente, los hechos. Grundmann (2) trata efectivamente
dichas simplificaciones, ver esp. págs. 28 s g., 188 s g., 351. Pese a todo, los
pobres de condición, particularmente los artesanos urbanos, desempeñaron un
papel más amplio en el movimiento, tamo dentro como fuera de la Iglesia, de
lo que el profesor Grundmann sugiere.
171. Sobre Willem Cornelis: Tomás de Chantimpré , pág. 432.
Sobre antinomismo y el culto de la pobreza en Amberes c. 1250: documento en
Fredericq (FO) , vol. I, págs. 119-20; y cf. McDonne ll, págs. 489-90.
Sobre la mujer mística Hadewijch, que floreció también en Amberes alrededor
de 1230, y sobre Jacopone da Todi, italiano, ver Guamieri (1), páginas 362-3, y
Guarnicri (2) cois. 1243, 1247.
172. Sobre la derivación de ‘be g’ (mendigar) y ‘beggar’ (mendigo), ver el diccionario
inglés de Oxford.
Sobre el vestido y conducta pública de los «begardos»: A n u a le s B asileensis, pág.
197; Juan de Dürbheim (1), págs. 259-60; Pelayo, vol. II, lib. 11, artículos 51 y
52 tratan el modo de vida de los «begardos», incluyendo a la Fraternidad del
Libre Espíritu.
La creciente desconfianza con que el clero veía a los «begardos» está demostrada
en los decretos de varios sínodos: c .g . (todos (FO)]: Sínodo de Mainz. 1259,
Píg- 997; Magdcburgo, 1261, pág. 777; Trier, 1277, pág. 27 (la fecha 1227 es
un error); Trier, 1310, pág. 247; Mainz, 1310, pág. 297.
Sobre el modo de vida de la Fraternidad del Libre Espíritu, ver además de Pela
yo, Schmidt (2) (FO), págs. 224-33, Wattenbach (I) y (II). Sobre los artesanos
como cofrades del libre Espíritu: Conrado de Megenberg; Pelayo (el pasaje más
relevante está citado en Mosheim [2]), pág. 290. La evidencia sobre la participa
ción de clérigos apóstatas y de hombres y mujeres de familias prósperas es abun
dante; y el intento de Erbsttósser y Werner de representar el movimiento en ge
neral como plebeyo, es arbitrario.
173. Sobre la posición de las viudas de dase media y las tejedoras: Power, pág. 413,
433.
Sobre los amaurianos 'en las casas de las viudas’: C h ro n . d e M ailros, pági
na 109, donde son calificados como ‘papelardi’; y C hron. regia C o/o n ie n sis
C o n tin u a d o II, pág. 15, donde son llamados 'be ggini'. Sobre el significado de
estos apelativos: Grundmann (2), págs. 373 s g., y cf. ib íd . , págs. 366 sg. Sobre
el arresto de las mujeres prosélitas: Guillermo el Bretón, página 233. Sobre las
beguinas: Neumann Mac Donnell y para un breve resumen: Haupt (9).
174. A los monjes se les prohíbe tener tratos con las beguinas: Sínodo de Mainz,
1261, pág. 1089.
El franciscano de Tournai: Simón de Tournai, pág. 33 sg. El obispo de Alema
nia del Este: Bruno de Olm ütz, pág. 27.
Sobre la actitud de la clerecía secular: Grundmann (2), págs. 378-84. Sobre la
asimilación de las beguinas por las Ordenes Mendicantes: ib íd ., págs. 199-318.
175. La recepción brindada por una comunidad de beguinas a un adepto del Espíritu
Libre es reseñada por Conrado de Megenberg.
‘Palabras increíblemente s utile s ...’: Nide r, Lib. 111, Cap. V, pág. 45.
‘Un hombre que tenía gran pare cido...’: Ulanowski (FO), pág. 248.
t n pos del Milenio 351
177. Sobre la divulgación del Libre Espíritu en el Alto Rin: Hartmann (FO), pág.
235. Fuentes sobre las ejecuciones de Estrasburgo: en Duplessis d'Argentré, vol.
1, pág. 316.
Sobre Alberto Magno: Nide r, lib. III, cap. V, pág. 45.
Sobre la diócesis de Trier: Sínodo de Trier, 1277, pág. 27.
Sobre Colonia: Enrique de Virnenburg; Wadding, vol. VI, págs. 108-6; y cf.
Mosheim (2), págs. 232-3.
Sobre los dos «begardos» de Nórdlingcn: A rm a le s B asileenses, pág. 194; y cf.
Gundmann (2), págs. 404 sg. Para los artículos heréticos ver Alberto Magno
(FO). Los manuscritos de los análisis de Alberto conocidos por Preger y Haupt
son copias los dos. Nide r, que escribe alrededor de 1435, asegura (loe. eit). que
el vio la lista original en el propio libro de anotaciones de Alberto; pero aquél
se ha perdido. Preger facilita también una lista de 29 artículos, de una fuente
independiente pero tratando de la misma irrupción de la herejía en los Ríes
Suabos; ver Preger (1) (FO). Para reconstrucción de las doctrinas presentadas
por estas fuentes: Delactoix, págs. 60-68; Grundmann (2), págs. 401-41; Preger
(1) (TM), págs. 207-12.
178. Sobre Marguerite Porete; Guillermo de Nangis, C o n tin u a tio II, vol. I, páginas
379-380; G randes ch ro n iq u e s d e France. vol. V, pág. 188; Jean des Preis, págs.
141-2. Sobre la condenación del libro: Langlois (FO). Sobre la sentencia que le
fue impuesta; Lea (FO). Sobre la carta de Clemente V: ib td ., pág. 578. Nota.
Ver también Guarnieri (1), págs. 388-9, 408-13, y sobre la suerte del libro en
Inglaterra, págs. 43-4.
1 '8 . Sobre el Concilio de Viena: Müller (Ewald). esp. Apéndice B. Sobre las Bulas
ver Cleme nte V.
Sobre la persecución eclesiástica de las beguinas: MacDonnell, páginas 505-74.
Carra Pastoral del Obispo de Estrasburgo; Juan de Bürheim (1).
179. Sobre la inquisición episcopal: Lea (TM), pág. 370.
De l obispo de Estrasburgo al obispo de Worms: Juan de Bürheim (2); y para su
carta al Papa: Baluze ( I) , (FA), vol. II, págs. 353-6.
Sobre el hereje Walter: Trithemius (1), vol. II, pág. 155; y cf. Mosheim (2),
págs. 270 sg.
Sobre la captura y ejecución del grupo secreto; Juan de Viktring, vol. II, págs.
129-30; Juan de Winterthur, pág. 116; Guillermo de Egmont, págs. 643-4 (la
última es una fuente contemporánea).
Sobre la Casa de Pobreza Voluntaria en Colonia: Wattenbach (1) (FO); y cf.
G esta B a ld e v v in i T reverensis a rchiepiscopi, pág. 144.
Sobre los tres «begardos» de Constanza: Juan de Winterthur, págs. 248-50, y cf.
Mosheim (2), págs. 301-5.
Designación del Inquisidor Papal: ver Inocente VI.
Sobre el adepto de Speyer: Nauclerus, págs. 398 sg.; Trithemus (1),
págs. 231 sg.
Ver también Haupt (1), pág. 8.
Para Colonia en 1357: Sínodo de Colonia, 1357, págs. 482-3.
180. Sobre Nicolás de Basle: Nide r, lib. III, cap. II, pág. 40; y la sentencia dictada
contra uno de sus seguidores, como la proporciona Schmidt (1) (FO), págs. 66-
9, y enmendada en Haupt (4), pág. 509. El argumento general de Schmidt
sobre Nicolás ha sido refutado hace mucho. Para un recuento moderno sobre
Nicolás; Strauch.
Sobre la ejecución en Mainz: Ritter (FO).
Sebastian Brant; D e sin g u la rita te q u o r u n d a m f a tu o r u m a d d itio , en Brant (FO),_
oágs. 119-21.
Norman ( .olui
E l c a m i n o d e l a a u t o d h f i c a c i On
187. Grundmann (7) demuestra que los inquisidores hicieron parecer al Espíritu
Líbre como una ‘secta’ mucho más uniforme que lo que en realidad era. Sin
embargo, existió una tradición coherente de especulación y práctica. Se puede
también encontrar en la Europa del sur. Sobre el Espíritu Libre, o el Espíritu de
Libertad en Italia, ver: De Stefano, págs. 327-44; Oliger; Guarnieri (1),
págs. 404-97. Ver también los sugestivos comentarios de Burdach: (1),
pág. 588. Para España, ver referencias en Guarnieri (1), págs. 483-4.
‘Dios lo e s to d o ...’: Juan de Dürbheim (1), pág. 256.
‘Dios está en toda pie d ra...’: Errores sectae h o m t n u m in te llig e n tia e , pág. 287.
‘Toda cosa cre ada...’: Alberto Magno, artículos 76, 77.
Pata las mismas ideas entre los Libertinos Espirituales del siglo xvi: Calvino (4),
cois., 178-9; Farel, pág. 263.
Sobre la doctrina de la ‘Bendición’ final y que todo lo abarca: Ruusbroec (3),
pág. 105 (4), pág. 191 (5), pág. 278 (donde se menciona específicamente la ab
sorción de las personas de las Santísima Trinidad).
El alma como una gota de líquido: Ruusbroec (6), pág. 41; cf. Juan de
Dürbheim (1), págs. 257-8; Calvino (4), cois. 221, 224.
188. No hay vida después: Ruusbroec (3), loe. cit., y cf. Pfeiffer (FO), página 453
El significado del infierno: Cesáreo de Heisterbach, pág. 304.
‘El alma es tan vas ta...’: Ulanowski (FO), pág. 247.
Sobre la divinidad del alma: Alberto Magno, artículos 7, 95, 96; Ruusbroec (6),
pág. 43.
‘La esencia d ivin a...’: Preger (2) (FO).
‘Toda criatura racional... ’: ib íd .
189. Los adeptos se colocan encima de los santos, etc.: Alberto Magno, artículos 22,
31, 39, 70, 74, 93; Preger (1) (FO), artículo I; Juan de Dürbheim (1), págs.
256-7; Ritter (1) (FO), pág. 156.
‘Ellos dicen que son Dio s ...’: Juan de Dürbheim (1), pág. 256; cf. Calvino (4),
col. 158.
‘Me da lo m is m o ...’: Ruusbroec (6), págs. 44-5.
12
354 Norman Cohn
La d o c t r i n a d e l a n a r q u i s m o m í s t i c o
195. Sobre la promiscuidad sin remordimientos de conciencia: Calvino (4). cois. 184.
212-14; Hochhut, págs. 189-94; Preger (1) (FO) , artículos II; Errores Sectae.
pág. 283- Enrique de Vitnenburg es acusador de las herejes que sostienen que
la fornicación no es pecado. Las beguinas de Schweidnitz y los begardos con los
que ellas estaban asociadas sostienen que resistir las tentaciones sexuales era un
síntoma de ‘espíritu burdo’.
‘La delicia del Paraíso’...; Errores sectae, pág. 282. Cf. Nide r, lib. 111, cap. V;
Calvino, col. 184.
‘Cristería’: No chhut, págs. 183-5; Wappler, págs. 189-92.
‘hasta que actuados...': ver Apéndice, pág. 352.
Sobre el comentario del inquisidor sobre la inocencia primaria: Errores bechar-
dorum .
Para los comentarios de Gerson (7), págs. 306-7.
El Jardín del Edén: Errores sectae, pág. 282.
Sobre los adeptos en Eichstätt: Haupt (2), págs. 490 sg.
Sobre los Libertinos Espirituales y sobre Adán y los Ultimos Días: Porque (FO).
Antoine Pocque o Pocquet, fue uno de los dirigentes de la secta. En su texto,
que está preservado solamente en las largas citas que de él hace Calvino, los as
pectos milenaristas y casi místicos de la doctrina emergen muy claramente. Las
consecuencias antinómicas no están aclaradas tan explícitamente como en algu
nas de las fuentes inglesas dadas por el Apéndice al presente estudio; pero cf.
Calvino (4), col. 200, sobre el significado que la secta adjudicó a la noción de
Adán y al estado de inocencia. Para una investigación de la evidencia concer
niente al culto de Adán: Guarnieri (1), págs. 428-32.
197. El juramento de obediencia figura en e .g. Schmidt (2), Ulanowski. Wattenbach
(1) (todas FO).
Para comentarios de Gerson: Gerson (3), pág. 114.
La confesión de Martín de Mainz: Schmidt (1) (FO).
197-8. ’no tomó en cue n ta...’: Calvino (4), pág. 158.
Calvino sobre la simulación: ib íd ., págs. 170-71; Farel, págs. 877-8.
‘Ellos creen que todas las co s as ...’: Juan de Dürbheim (1), pág. 257.
‘los hombres verdaderamente libre s...’: Wattenbach (2), pág. 539.
198. Juan de Brünn: Wattenbach (1), págs. 532-5.
Para los comentarios de Calvino: Calvino (4), cois. 184, 214-20.
'Dad, dad, d a d ...’: ver Apé ndice, pág. 325.
199. ‘este alma no tiene vo lun tad...’: Guarnieri (1). pág. 531.
‘no hacen nada, sino lo que les agrada...': ib íd .. pág. 591.
200-1. ‘Dichas almas no pueden verse a sí mismas.. . ib íd . pág. 527.
‘En el punto más e le vado ...’: ib íd ., pág. 594.
‘El alma no siente d o lo r...’: ib íd ., pág. 537.
‘Los pensamientos de dichas alm as ...': ib íd ., pág. 538.
203. Una estupenda colección de textos ilustrando las nociones griegas y romanas del
Estado de Naturaleza se encontrará en Lovejoy y Boas.
Ovidio , lib. I, líneas 90-112, y esp. 135-6.
204. ‘Los primetos habitante s...’: Trogo, lib. XLIII, cap. I.
‘Ahora escucho a po e tas ...’: Luciano, Carta I.
Sobre el igualitarismo de los estoicos griegos: Bidez, esp. págs. 27-35,
205. Diodoro Sículo, Libro 11, cap. LV-LX (vol. 1, págs. 167-72).
356 Norman Cohn
En e l p e n s a m ie n t o p a t r ís t ic o y m e d ie v a l
215. Sobre las insurrecciones en Flandes y el norte de Francia, ver págs. 111-112 la
nota incluida.
Sobre la Revuelta de los Campesinos ingleses, las obras clásicas son todavía
Ornan, Petit-Dutaillis (2) y sobre todo Rcville con Petit-Dulaillis (1).
En pos del Milenio 357
224. Sobre las enseñanzas de Huss, sus predecesores y asociados: ver De Vooght; Le ff,
vol. II, págs. 610-85y Mo ln ár( l) y( 2 ) .
225. Sobre la deposición de Juan XXIII: Le ff, vol. II, pág. 650.
226. Sobre el papel adjudicado a los gremios: Andrés de Bómischbrod, pág. 339; L ite
ra d e C iv ita te Pragensi, pág. 312-13. Cf. Be zo ld( l) , pág. 36.
Sobre la estratificación social en los pueblos: Heymann, págs. 46-8; Mácele, págs.
28-9.
Sobre los pobres urbanos: Grauss, págs. 33-70.
Sobre el exceso de población: i b í d . , págs. 112-18.
227. Sobre la inflación: ib íd ., pág. 84, y Apéndice I, págs. 174-95.
Sobre la condición del campesinado: Bezold (1), págs. 55 sg.; excepto cf. He y
mann, págs. 42-4, quien sostiene que , para una gran parte del campesinado, las
condiciones eran todavía buenas.
Sobte el proletariado rural: Macck, págs. 32-68 sg.
228. Sobre la fundación de Tabor: Kaminsky (1).
Sobre las expectativas milenaristas en Bohemia en el siglo XIV: Burdach (2),
págs. 116, 133.
229. Los p ik a r ti: Ha habido mucha controversia respecto a la identidad y opiniones de
estos inmigrantes. Las conclusiones de Bartos son todavía convincentes; ver Baños
(3). Pero ver también Holinka, págs. 168 s g.; Kaminsky (2), págs. 67-90, Notas
77-81; y Kaminsky (3), pág. 174, Notas 23 y 24.
230. Para la profecía apocalíptica: Tractatus c o n tra errores (P icardorum ). anículos 33-
7. (Estas y todas las referencias subsecuentes a los artículos siguen la numeración
de la edición de Dóllinger).
La fuente más comprensiva sobre las creencias apocalípticas y milenaristas de los
taboritas, es una lista de Anículos de Fe reunida en 1420 a partir de la literatu
ra taborita y de sus declaraciones. La lista existe en sus dos veisiones en checo y
en latín; para una discusión sobre su autenticidad y sus relaciones, ver Kamíns-
ky (2), págs. 67-8. Se da una versión checa en Macek (1), págs. 57-66. No existe
duda de que la lista, que contiene tanto los datos valdenses como los milenaris
tas, es una guía en la que se puede confiar. Muchos de los datos muestran gran
paralelismo con los textos taboritas que han llegado hasta nosotros; y cuando los
artículos fueron remitidos a los predicadores taboritas en la ocasión conocida
como ‘la disputa en la casa Zmrlik' en Praga, el 10 de diciembre de 1420, fueron
aceptados y considerados sustancialmente correctos.
‘Hay c in c o ...':, citado por Kaminsky (2), pág. 48.
'Los fie le s ...’:, citado por Kaminsky (2), pág. 47.
Sin piedad hacia los pecadores: Tractatus, artículo 29.
‘Maldito sea el ho m bre ...’: i b í d . , artículo 31.
‘todo sace rdote ...’: ib íd ., artículo 32.
231. Para los comentarios de Chelsicky: Kaminsky (2), pág. 51.
‘Los ju s to s ...’: citado en Kaminsky (2), pág. 68, No ta 57.
Los neutrales como las huestes Satánicas: Tractatus, artículo 39.
La imitación de Cristo en la hota de la venganza: i b í d . , artículo 30.
‘la consumación de los tie m po s ...’: i b í d . , artículo 25.
Cristo desciende ‘en gloria y gran poder’: Carta taborita citada en Kaminsky
(3). pág. 178.
‘brilla como el s o l...’: ib íd .
232. En el reino del milenio: T ractatus, artículos 42, 43, 44, 50, 51, 53; y cf. Loren
zo de Brezová, págs. 400-401; S ta r íle to p is o v é cestí. P.
A n a r c o -c o m u n i s m o e n B o h e m i a
basa en estas fuentes, suplementarias por Schiff (2), quien además facilita un
manuscrito inédito en 1882 por H. Gradl.
Para relaciones más breves: Preuss, págs. 46-7.
244. Sobre los mercenarios: Schiff, pág. 785.
‘sublevarse en rebelión se diciosa...’: Dorsten (FO), págs. 277-8 (artículo 10 a d
fin .)·, cf. Kestenberg-Gladstein, Nota 190, pág. 294.
‘quienes acostumbraron estar en Bohemia... ’: Jobst de Einsiedeln, página 281.
Sobre Erfurt y el profesor (Dorsten): Kesterberg-Gladstein, 257 sg.
2 4 5 -6 .Sobre escatología popular del siglo xv en Alemania: Peuckert, esp. pági
nas 152 s g., y más brevemente: Rohr.
Prohibiciones sobre los flagelantes en Eichstätt: Haupt (2), pág. 493.
Prohibiciones sobre los «begardos» en Wüurzburg. Lea (TM), págs. 412-13.
246. La reiteración sobre el grupo de caballos está citada en Franz, página 81.
La relación presente es de Hans Böhm y los sucesos de Niklashausen están basa
dos en la principal de estas cuatro fuentes. Los recuentos de los cronistas Fries,
págs. 852-4; Stolle, págs. 380-83; Trithemius (1), vol. II, págs. 486-91; y el in
forme remitido al obispo de Würzburg por un agente que había escuchado los
sermones de Böhm ( H a n d e l! H a n n s e n B e h e m : Barack (FO) , Documento 3). Es
tas fuentes no están mencionadas luego, excepto pata identificar una cita por al
guna razón especial. Las fuentes originales que traen más información adicional
se encuentran mayormente en Barack (FO) , y están aquí indicadas por el núme
ro que llevan en tal colección. La fuente número uno es la de Reuss (FO) , que
no se encuentra en Barack y que se encuentra como un poema vernacular sobre
el episodio; no agrega nada de importancia. Para relaciones modernas: Barack
(TM); Franz, págs. 78-92; Go the in, págs. 10-25; Peuckert, págs. 263-96;
Schäffler; Thoma.
248. ‘Lo que un laico haría...’: Trithemius, pág. 488.
El arzobispo de Mainz: Documento 7.
‘Príncipes, eclesiásticos y se glare s...’: Documento 3.
‘El emperador es un canalla...': ib íd .
Los pobres urbanos son atraídos: cf. Peuckert, págs. 268, 283.
Sobre los 'derechos originales’, reclamados por los campesinos; ib íd . , páginas
254-9.
249. ‘A Dios en los cie lo s ...’: Widman (FO) , págs. 216 sg.
250. Sobre Böhm como obrador de milagros: Documento 4.
Los cálculos sobre el número de peregrinos se toman de Trithemius, Fries y
Stolle, respectivamente.
El Concejo Popular de Nuremberg: Documento 6; y cf. Documentos 9 , 10.
La dieta decide sobre el arresto de Böhm: ib íd .. Documento 8.
Para la llamada a las armas hecha por Böhm: i b í d ., Documento 19. Este docu
mento es una carta del obispo de Würzburg al duque de Sajonia, que fue escri
ta seis semanas después del supuesto acontecimiento; y Franz, Gothe in y Tho
ma están de acuerdo en desconfiar de ella.
251. Sobre la dispersión de los peregrinos: Documento II, Stolle.
Sobre los presentimientos en Würzburg: Documento 15; Trithemius, pág. 490.
El obispo pide apoyo: Documento 12.
252. Prohibiciones sobre peregrinajes posteriores: Documentos 14, 16, 17 y 18.
Continúan llegando los peregrinos: Documentos 20, 21, 22 y 23.
La Iglesia bajo interdicto: Documento 25.
La Iglesia demolida: Documento 27.
Sobre la parte desempeñada por los señores locales: Barack, pág. 42; Peuckert,
pág. 284.
Tierras confiscadas: Documento 26.
Böhm considerado como falto de luces: Stolle, pág. 380; como incapaz de
En pos del Milenio 361
enunciar una oración: Trithemius, pág. 486; como ignorante de la Plegaria del
Señor: Documento 15.
Sobre el papel desempeñado por el sacerdote de la parroquia: Documento 4.
Sobre el ermitaño: Documentos 4 y 10.
La visión, una artimaña: Documento 4; Fries, pág. 853.
El ermitaño incita a Böhm: Trimethius, pág. 486.
253. El ermitaño, un «begardo»: Documento 4; un nativo de Bohemia: Documento
10; y cf. Barack (TM), págs. 37 sg.
Se encuentra desnudo a Böhm: Stolle, pág. 381.
253-4. Sobre los B u n d s c h u h en Speyer, 1502. Franz, págs. 108-9.
Sobre los B u n d s c h u h posteriores: ib td ,, págs. 124-30; Haupt (8), pág. 200,
No ta 3; Peuckert, pág. 625; y cf. documento registrado en Schreiber, pág. 93.
Jerusalén capturada bajo el signo de los B u n d s c h u h : Franz, p á g . 93.
T h o m a s Mü n t z e r
255. Los trabajos sobre Thomas Müntzer son numerosos. Un gran número de escrito
res, siguiendo las huellas de Engels (D e r d e u ts c h e B a u e m k r ie g [1850]) y de
Kautsky, págs. 104 s g., se han referido a Müntzer como a un revolucionario so
cial primariamente (ya lo aprobasen o no). Algunas de las obras resultantes son
meras vies rom ancees, entre aquellos que pueden considerarse especialistas po
demos mencionar a Franz, págs. 408-46: Merx; Walter ( L.-G) ; y dos estudios
recientes desde un punto de vista comunista: Meusel, obra popular, pero con un
útil apéndice de documentos editada por H. Kamnitzer; y Simirin, un tratado
masivo. En general, las contribuciones más serias han sido hechas por especialis
tas que han visto en Müntzer principalmente un teólogo y místico: en alemán,
Boehmer, Ho ll, Lohmann; en inglés, Carew Hun t, Williams. Particularmente
importantes para la interpretación adelantada en este estudio son las recientes
investigaciones de Hinrichs y algunas de las observaciones de Heyer. En cuanto
a fuentes originales, el volumen editado por Brandt (ver Brandt y Müntzer, am
bos FO) incluye, con escritura modernizada, todos los folletos de Müntzer y una
útil selección de extractos de otras fuentes contemporáneas. A menos que se in
dique lo contrario, las indicaciones dadas abajo se refieren a esta comprensiva y
conveniente edición; mientras que B rtefu iech se l se refiere a la edición de la
correspondencia de Müntzer por Boehmer y Kirn [ver Müntzer (FO)]. Una edi
ción critica de los tres últimos folletos de Müntzer en el idioma antiguo, se en
contrará en T h o m a s M ü n tz e r p o litis c h e S c h rifte n , ed. Hinrichs. En cuanto a un
folleto anterior atribuido por lo general al discípulo de Müntzer, Hans Hu t,
pero que puede consultarse bajo Müntzer mismo, ver Rupp.
Sobre los primeros años de Müntzer, ver Boehmer (1) y (2), donde se destruyen
por primera vez varias antiguas leyendas.
256. Sobre Storch: Bachmann.
256-7. La sed de sangre de Müntzer fue notada por primera vez por el reformador
Johannes Agrícola a principios de 1512; ver B riefw echsel, pág. 21.
Sobre la doctrina mística y ascética de Müntzer ver en particular Müntzer (1) y
(2); y cf. Lohmann.
Müntzer sobre 'transformarse en Dios’, Fórstemann (CE) (FO) , pág. 241.
257. Natusius, págs. 147 sg., destaca que Müntzer le debe haber debido algo a la
tradición representada por los flagelantes de Turingia.
Sobre los conflictos sociales de Zwickau: Bachmann, pág. 13.
El manifiesto de Praga: cuatro versiones, en alemán, checo y latín, son facilita
das en B riefw echsel, págs. 139-59.
‘El tiempo de la cosecha está a q u í...’: ib td ., págs. 150 (segunda versión ale
mana).
362 Norman Cohn
258. ‘Dejad que mis sufrimie ntos...': B riefw ec h sel , pág. 40.
El sermón: Müntzer (3). La creencia tradicional de que fue pronunciado ante el
elector y el duque Juan es incorrecta; fue pronunciado ante el conde Juan y su
hijo. Cf. Hinrichs (TM), pág. 5. No ta 1.
El imperio del Diablo: Müntzer (3) pág. 158.
259. ‘Lleva a los enemigos de Cris to ...’: ih íd ., pág. 160.
‘La espada es necesaria...’: ih íd ., págs. 161-2.
Müntzer se ve a sí mismo como el nuevo Daniel: Hinrichs, págs. 59-64; Loh-
mann, págs. 62-3; y cf. Heyer, pág. 94.
La carta de Müntzer a sus seguidores en Sagerhausen: B riefw echsel, págs. 61-3.
260. ‘Si bribones y bandido s ...’: B riefw ec hsel, pág. 76.
Comunidad de bienes: Brandt (2); y sobre la confianza que merece este recuen
to, ver Brandt, No ta, págs. 24-5.
Karlstadt se hace campesino: Peuckert, pág. 250.
‘que ellos deberían ser he rmanos...’: Confesión de Klaus Rautenzweig, en Ope l
(FO), pág. 211; y cf. Hinrichs, pág. 22.
Sobre la idea ‘comunista’ de la Ley de Dios de Müntzer: Hinrichs,
págs. 174 sg.
H is to r i T h o m 'i M ü n tz e r s : Brandt (1) y ver la nota de Brandt, página 223. La re
lación sobre la enseñanza de Müntzer está en las págs. 41-2.
261. La confesión de Müntzer, Brandt (5).
Para los acontecimientos que sucedieron inmediatamente después del sermón
de Müntzer ante el duque Juan: Hinrichs, págs. 65 sg.
Carta de Lutero: Lutero (1).
'E l d ese n m a sc a ra m ie n to e x p líc ito ,·. ’: Müntzer (4).
’porque ellos han gas tado .,.’: Müntzer (4), pág. 178.
'Los poderosos, voluntariosos descreídos...’: i b í d . , págs. 170-71.
262. ‘ciertos (señores) están solamente aho ra...’: ih íd . pág. 177.
‘Entonces debe lo que es gran d e ...’: ih íd ., pág. 177.
‘Los pobres no encajan aún...': ih íd ., pág. 178.
‘Si la santa Igle s ia...’: ih íd ., pág. 178.
h a d e fe n sa m á s s o lic ita d a ... Müntzer (5).
Müntzer y Lutero, sus escatologías en contraste: cf. Hinrichs, páginas 147 sg.
263. Sobre la opinión de Müntzer sobre Lutero como figura escaiológica: ih íd ., págs.
170 sg.
Epístola de Judas, 14-19. La alusión es de lo más obvia porque donde dice en
inglés ‘sensual’ (en el verso 19), dice en alemán ‘fle is c h lic h '.
‘la voluntad del Se ñ o r...’: Müntzer (5), pág. 191-
263-4. ‘El adulador mise rable ...’: ib íd ., pág. 192.
264. ‘Lamentaos por ellos... ’: Isaías V , 8.
‘Ellos divu lgan ...’: Müntzer (5), pág. 192.
‘vosotros taimados zorros...’: ib íd . , pág. 201.
Sobre la acotación del elector sobre el hombre común: Hinrichs, pág. 8.
Sobre el crucifijo y la espada, y su significado: Boehmer (1), pág. 17.
Sobre los conflictos sociales en Mühlhausen: Franz, págs. 408 sg.
265. Sobre los vagabundajes de Müntzer en Alemania del sur: Schiff (1); Carew
Hun t, vol. CXXVII, págs. 239-45.
Para una muestra equitativa de los puntos de vista divergentes en las causas de
la Guerra de los Campesinos Alemanes, ver Franz, Peckert, Smirin, Waas. La
interpretación expuesta provisionalmente en este estudio no sería aceptada por
los historiadores marxistas; pero hasta el profesor Smirin (pág. 271) garantiza el
punto esencial, que es que el objetivo final de Müntzer habría sido completa
mente incomprensible para la gran masa campesina.
266. Sobre las peculiaridades de la guerra en Turingia: Franz, págs. 434 sg.
Sobre la situación de los mineros del cobre: Andreas, págs, 309-10.
En pos del Milenio 363
273.La conexión del anabaptismo y las sectas medievales es destacada por e .g. Erk-
bam, y por Knox, págs. 122 sg.
Desde la primera edición de este libro el estudio sobre el anabaptismo ha avan
zado mucho; aunque muy poco es lo que tiene que cambiarse en esta relación
sobre el ala revolucionaria del movimiento, y sobre los anabaptistas de Münster.
El comprehensivo y exahustivo estudio de Williams (1962) reemplaza a la histo
ria de Smithson que era la obra clásica (los recuentos muy anteriores de Bax,
Heath y Newman son de puro interés historiográfico). La gran M e n n o n ite E ncy-
c lop e d ia , en cuatro volúmenes (terminados en 1959), es una espléndida obra de
referencia; mientras que Hillerbrand (1962) es una guía bibliográfica indispen
sable. Sobre los aspectos del anabaptismo más relevantes para el estudio presen
te, Heyer y la introducción a Detmer y Ktumholtz, siguen siendo importantes.
274. Sobre las doctrinas económicas de los anabaptistas: Klassen.
Sobre Hans Hut: Meyer (Christian) ( I), Zschábitz, págs. 30-64, y Stayer ( I).
Sobre Huty Müntzer: Rupp.
276. ‘Cristo dará.’ ‘El gobierno n o ...’: citado por Stayer ( I) , págs. 184-5.
Sobre la actividad anabaptista en Esslingen y Nuremberg: Keller, página 46.
Sobre el contraste entre las formas de anabaptismo del norte y del sur: Stuppc-
rich, pág. 13.
Para una breve historia de los estados eclesiásticos y particularmente de Müns
ter: Keller, págs. 56-76; Köhler, págs. 539 sg.
278 Sobre Münster, de 1531 en adelante: Las fuentes principales sobre la historia de
la Nueva Jerusalén en Münster están en Kerssenbroch (en latín) y Grcsbcck (en
bajo alemán). Siendo un muchacho de ouincc años, Kerssenbroch atestiguo l o s
364 Norm an Cohn
Mü n s t e r : l a N u e v a J e r u sa l é n
E l r e i n o m e s i á n i c o d e J u a n d e Le y d e n
APENDICE
E i Es p í r i t u Lib r e e n l a In g l a t er r a d e Cr o m w e u :
LOS R A N T E R S Y SU LITERATURA
313. Breves descripciones sobre los ranters las ha hecho e .g. R M. Jones (TM). págs.
467-81; y por C. E. Whiting, S tu d ie s in E n g lish P u rita n ism f r o m th e R esto ra
tio n to th e R e v o lu tio n , 1660-88, Londres, 1931, páginas 272-7.
Los particulares bibliográficos de las obras del siglo xvm mencionadas abajo y en
el Apéndice mismo se encontrarán en e .g. D. Wing, S h o rtit/e C a ta lo g u e o f
b o o k s p r i n t e d in E n g la n d ... 1641-1700, 3 vols. Nueva York, 1945-51.
Sobre el milenarismo de Winstanley, ver e .g. W . Schenk, T h e concern j o r so cial
ju s tic e tn th e p u r ita n re v o lu tio n . Londres, 1948, págs. 96- 111.
314. 'no es nueva o b ra...’ Jo hn Taylor, R a n ters o f b o th S e x e s... ta k e n a n d im p r is o
n e d ..., 1651, pág. 4.
'supremos logradores’: Richard Baxter, Plain S criptu re P r o o f o f In fa n ts C hurch
m e m b e r s h ip , tercera edición, 1653, pág. 148.
‘elevados profesores...’: George Fox, Journal, vol. I, Londres, 1902. pági
na 198.
Los oficiales y soldados son azotados: T h e a rra ig n m e n t a n d T ryall w ith a D ecla
ra tio n o f th e R anters, 1650, pág. 6.
315. Los cuáqueros eran casi siempre identificados con los ranters no solamente por
el belicoso Ephraim Pagitt (H e resio g ra p h y. quinta edición, 1654, pág. 143),
sino hasta el tolerante Baxtet lo hace ( R e liq u ia e B a x te r anae. 1696, pág. 77).
‘Cuando entré en la pris ió n...’: Fox, D ia rio , vol. I, págs. 47-8.
‘eran muy bas to s ...’: ib id ., vol. 1, pág. 199.
Sobre los ranters en Charing Cross: ib id ., vol. 1, pág. 212.
‘salieron comple tame nte ...’: ib id ., vol. II, pág, 7.
‘Si Dios no se hubiese le vantado...’: ib id ., vol. I, pág. 95.
321. El Parlamento da signos de preocupación en 1648: J o u rn a ls o f th e H o u s e o f
Lords, vol. X, pág. 240.
321. El Parlamento nombra un comité, 14 de junio de 1650: J o u r n a l o f th e H o u s e o j
C o m m o n s , vol. VI, pág. 423.
El comité presenta su informe; 21 de junio: ib id ., pág. 427.
Se debate la Ley: ib id ., págs. 430, 437, 440, 443-4, 453-4.
El comité es revivido: ib id ., pág. 493.
336. La carrera de Clarkson es descrita por sí mismo en T h e L o st s h e e p fo u n d ·, para la
primera parte de ella, ver también Thomas Edwards, G angraena, 1646 (segunda
edición aumentada), págs. 104-5. En T h e R o u tin g o f th e R anters, 1650, pág. 2.
Clarkson es mencionado conjuntamente con Coppe como el ‘Je fe de clan de la
viperina generación’. Para un recuento moderno, ver el artículo de C. W. Sut
ton sobre Claxton o Clarkson en el D iction a ry o f N a tio n a l B io graphy.
‘Hubo pocos de la cle re cía...’: T h e lo st sh e e p f o u n d , pág. 23.
El comité informa sobre A S in g le E ye: J o u rn a ls o f th e H o u s e o f C o m m o n s , vol,
I, VI, pág. 427; que incluye el reporte con mayor detalle: ib id ., pág. 444; hace
un informe final con el resultado de que Clarkson es sentenciado: ib id ., págs.
474-5.
Los pasajes citados de T h e L o s t S h e e p f o u n d están en las págs. 24-8.
Sobre el arresto y examen de Clarkson: ib id ., págs. 29-31.
343. El recuento de la obsesionada adolescencia culpable de Coppe se ha tomado de
C o p p 's retu rn to th e w ayes o f T r u th , Primer Error. Sobre la carrera posterior de
368 Norman Cohn
A b r e v ia t u r a s
369
370 Norman Colín
1. Fu e n t e s o r ig in a l e s y c o l e c c io n e s d e f u e n t e s
(2) Extracto dcl librito de Marcus Wagner sobre Storch, Erfurt, 1957, páginas 53-9.
(3) La alocución de Müntzer a la gente de Allstedt en abril de 1525, páginas 74-6.
(4) La carta de Müntzer al conde de Mansfeld de mayo de 1525, páginas 77-8.
(5) La confesión de Müntzer, págs. 80-83.
B r a n t . S e b a s t i a n : D as N a rre n sc h iff, ed. Zarncke, Leipzig, 1854.
B rev e ch ro n ic o n F la n d n ae , en CCF, vol. 111.
B r u n o DE O l m ü TZ: R ela tio , e d . H ö fle r, en ABAW, vol. IV, 1846, p ág s. 27 sg.
B u c e r , M a r t i n : Carta a Margarita de Navarra, en Calvino, O m n ia o p era , vol. X b, col.
215.
Calendario de los rollos apretados. Preservado en la Public Record Office , Londres,
1892 ff.
C a l v i n . J e a n : O m n ia o pera, ed. Baum e t a l., Brunswick, 1864-1900.
(1) vol. I. I n s titu tio re lig io n is C hristianae.
(2) vol. VII. Btrieve In s tru c tio n p o u r a r m e r to u s b o n s fid e le s c o n tre le s erreurs d e la
sec te d e s A n a b a p tis te s .
(3) vol. XXXV .C o n tre la sec te p h a n ta s tiq u e e t fu r ie u s e des L ib e rtin s q u i se n o m
m e n t sp irituels.
(5) vol. X X X V . E pistre c o n tre u n ce rta in C o rd e lier s u p p o r t d e la secte d es L ib erti
C a m e n t z , C a s p a r : A c ta F rancofurtana, en FRG, vol. IV.
C h a n so n d A n t i o c h e , e d, ed. P. Paris, 2 vols., Paris, 1848.
C h a n so n d e R o la n d , ed. Bédier, Paris, 1937.
C a p i t u l o d e U t r e c h t : E p isto la a d F rid eric u m a rc h ie p isc o p u m C o lo n ie n s e m d e Tanchel-
m o sed u c to re, en Duplessis d ’Argentré, vol. I, págs. 11-12.
CARLOS IV , E m p e r a d o r (1): Nombramiento de Kerlinger inquisidot en Mosheim (2)
(MW), págs. 343-62.
C a r l o s IV, E m p e r a d o r (2): Can a a Kerlinger, en Mosheim (2) ( MW), paginas 368-75.
C e s á r e o d e H e i s t e r b a c h : D ia lo g u s m ira c u lo ru m , ed. Strange, vol. I, Cologne , 1581.
C H A RLES, R. H. (ed.): T h e A p o c r y p h a a n d P seu d e p ig ra p h a o f tb e o l d T e sta m e n t, 2
vols., Oxford, 1913.
C h a r l i e r , G i l l e s (Aegidius Carlerus): L ib e r d e le g a tio n ib u s c o n c ilii B asiliensis p r o r e d u c
tio n e B o h e m o r u m , en M o n u m e n ta C o n c ilio ru m g e n e r a liu m se c u it X V . S c rip to ru m ,
vol. I, Vie na, 1857.
C h ro n ica d e M adras, ed. Stevenson (Bannatypc Club) , Edimburgo, 1835.
C hrontca m in o r a u cto re m in o r ita E rp h o rd ie n si, en MGHS, vol. XXIV.
C hronica r egia C o loniensis, en MGHS, vol. XVII.
C hronica r egta C o loniensis, C o n tin u a tio II, en MGHS, vol. XXIX.
C hronica unive rsa lis M e tte n s is, en MGHS, vol. XXIV.
C h ro n ic o n A n d r e n s is m o n a sterii, en RHF, vol. XVIII.
C h ro n ic o n a n o n y m iL a u d u n e n s is canonici, en RHF, vol. XVIII.
C h ro n ic o n B r ita n n ic u m en co lle c tio n e M S Ecclesiae N a n n e te n s is , en RHF, volumen XII.
C h ro n ic o n c o m itu m F la n d ren siu m , en CCF, vol. I.
C h ro n ic o n E lw acense, en MGHS, vol. X.
C h ro n ic o n N o r m a n n ia e , en RHF, vol. XXIII.
C h ro m c o n r h y th m ic u m A u stria c a ru m , en MGHS, vol. XXV.
C h ro n ic o n R o to m a g e n s e , en RHF, vol. XXIII.
C h ro n ic o n S. A n d r e a e C astri Cam aracessi, en MGHS, vol. VII.
C h ro n ic o n S. C atharinae d e M o n te R o to m a g i, en RHF, vol. XXIII.
C h ro n ic o n S. L a u d iR o to m a g e n s is , in RHF, vol. XXIII.
C h ro n ic o n S. M a r tin i T uronensis, C o n tin u a tio , en MGHS, vol. XXVI.
C h ro n ic o n S. P e tr i v u lg o S a m p e tr in u m E rfurtense, en G e sc h ic h tsq u e lle n d e P ro vin z
Sachsen, vol. I, Halle , 1870.
C h ro n ic o n T u ro n e n se, en RHF, vol. XVIII.
C h ro n ic o n u n ive rsa le a n o n y m i L a u d u n e n sis, en MGHS, vol. XXVI.
C h ro n ik e n d e r d e u ts c h e n S tä d te v o m 14 b is in s 16 J a h r h u n d e r t, Leipzig, 1867-1917.
(Pub. K ö n ig lic h bayerische A k a d e m ie d e r W isse n sc h a fte n .).
En pos del Milenio 373
D u f a y t , J e a N: C o n tra F lageliatores, e n F re d e n c q (2 ) (M W ).
DUPLESSIS D ’A r g e n t r é , C. de: C o llectio ju d ic io r u m d e n o v is erroribus, 3 v o lú m e n e s,
París, 1755.
ECKBERT DE SCHÖNAU: S e rm o n e s co n tra C atharos, e n PL, vol. C X C V .
ECKHART, J . G .: C orpus h isto ric u m m e d ii aevi, 2 v o ls., L eip zig , 1723.
E g a s s e d u B o u l a y , C.: H isto ria u n iv e rsita tis Parisiensis, 6 v o ls., París, 1665-73.
E k k e h a r d DE A u r a (1 ) : H ie ro so ly m ita , e d . H a g e n m e y e r, T ü b in g e n . 1877.
EKKEHARD DE A u r a ( 2 ) : C h ro n ic o n universale, e n MGHS; vol. V I.
E u e z e r B a r N a t h a n : R ela tio n , en Neubauer and S te rn , vol. II.
E l l e n h a r d DE ESTRASBURGO (1 ) : B e llu m W a lth e ria n u m , en M G H S , vo l. VI.
EllENHARD DE E s t r a s b u r g o (2): C h ro n ic o n, en MGHS, vol. XVII.
E n n e n , L. y ECKERTZ, G.: Q u e lle n z u r G e sc h ic h te d e r S ta d t d e r K ö ln , 6 volúmenes, Co
lonia, 1860-79.
E n r i q u e DE D i e s s e n h o f e n (Heinrich Truchsess): H isto ria ecclesiastica o C h ro n ic o n, en
FRG, vol. IV.
E n r i q u e d e H e i m b u r g : A n n a le s, en MGHS, vol. XVII.
E n r i q u e DE H e r f o r d : l i e b e r d e R e b u s m e m o r a b ilio r ib u s siv e ch ro n ico n , e d . P o tth a s t,
Güttinge n, 1859.
E n r i q u e d e V i r n e n b u r G : C ontra B eg g a rd o s e t B eggardas, en Fredericq (FO), vol. I.
EPHRAIMBARJACOB: R ela tio n , e n Neubauer and Stern, vol. II.
E rp h u rd ia n u s A n tiq u ita tu m V ariloquus, ed. Thiele ( G e sc h ic h tsq u e lle n d e r P ro v in z
Sachsen, vol. XLII) , Halle , 1906.
Errores b e c h a rd o r u m e t b e g u ta r u m , en Haupt (7) (MW), págs. 88-90.
Errores sectae h o m i n u m in te llig e n tia e , en Baluze (2), vol. II, págs. 277-97.
E s p i n a s , G. y P i r e n n e , H.: R e c u e il d e d o c u m e n ts rela tifs ä l ' h isto rie d e l'in d u s tr ie d ra
p ie r e e n F la ndre, P a rt I, vol. III, B ruselas, 1920.
EULOGIO, Arzobispo de Toledo: M e m o ria lis sa n c to ru m , en PL, vol. CXV.
E zra -A p o ca ly p se ( - 4 Ezra o 2 Esdras), e d. y trad. Box en Charles, vol. II.
F a b r i c i u s , G i e t r i c h : I n fo r m e so b re la m is ió n a M ü n ste r, e n M itte ilu n g e n a u s d e m G e r
m a n is c h e n N a tio n a lm u s e u m , vol. II, Nuremberg 1885, páginas 99-102.
F a r e l , GUILLAUME: L e G la ive d e la P arolle r e n ta b le , G in e b r a , 1550.
Flores te m p o r u m , Im p erato res, pss MGHS, vol. XXIV.
F o n tes re r u m A u stria c a ru m (Ö sterreichische G e sc h ic h tsq u e lle n ), Sección 1. Scriptores,
Vie na, 1849 ff.
F o n tes r e r u m B o h e m ic a ru m , ed. Emler, Praga, 1873 ff.
F o n tes r e r u m G e rm a n ic a ru m , ed. Boehmer, 4 vols., Stuttgart, 1843-68.
FÖRSTEMANN, C . E . (e d ): N e u e s U r k u n d e n b u c h z u r G esc h ic h te d e r e v a n g e lisc h e n
K irc h e n re fo rm a tio n , H a m b u rg o , 1842.
FRANCISCO DE P r a g a : S e c u n d u s tra c ta tu s ch ro n ica e P rägen sis, en FRA, sección 1, vol.
VIII.
F r a n c k , S e b a s t i a n : C hronica, Z e y tb ü c h u n d G e sc h y c h tb ib e l, E stra sb u rg o , 1531.
FREDERICHS J . (e d .): S u m m a d o c trin a e q u o r u n d a m h o m in u m , q u i n u n c ... L o ista e ...
n u n c L ib e r tin i... a p p e lla n tu r, e n F ted e rich s (1) (M W ), p ág s. 1 sg.
F r e d e r i c q , P.: C o rp u s d o c u m e n to r u m In q u is itio n is h a eretica e p r a v ita tis N e erla n d ic a e , 4
vols.. Gante , 1889-1900.
F r i e s , L o r e n z : H isto rie d e r B is c h ö ffe n z u W ir tz b u r g , e n L u d ew ig , G esch ich tssc hreib er
v o m d e m B is c h o ffth u m W ir tz b u r g , F ra n k fu rt, 1713.
F r o i SSART, J e a n : C h ro n iq u es, e d . Luce a n d R a y n a u d , 11 v o ls., Paris, 1869-99.
F u l c h e r d e C h a r t r e s : G esta F rancorum J e ru sa le m e x p u g n a n tiu m , e n R H C , vol. III.
G a g u i n , R o b e r t : C o m p e n d io d e F rancorum g estis, París, 1500.
G a r n i e r DE R o c h e f o r t (atrib.): C o n tra A m a u ria n o s, ed. Bacumker, en B eiträg e z u r
G e sc h ic h te d e r P h ilo so p h ie d e s M ittelalters, vol. XXIV, Cuaderno 5-6, Münster,
1926.
G e r s o n . J e a n C h a r l i e r d e: O pera o m n ia , ed. Dupin, 3 vols., Amberes, 1706. Incluye,
in te r alia:
En pos del Milenio 375
(3) D ie F ü r s te n p r e d ig t...
(4) A u s g e d r ü c k te E n tb lö s s u n g ...
(3 ) H o c h verursachte S c h u tz r e d e ...
M ü n t z e r , T h o m a s : T h o m a s M ü n tz e r s p o litis c h e S c h rifte n , cd. Hinrichs, Halle , 1930.
MÜNTZER, T h o m a s : T h o m a s M ü n tz e r B riefw ec hsel, ed. Böhmer and Kirn, Leipzig,
1931.
N a u c l e r u s , J o a n n e s : C hronica, C o lo n ia , 1544.
NEUBAUER, A ., y STERN, M . (ed.): H eb rä isc he B eric h te ü b e r d ie J u d e n v e r fo lg u n g e n
w ä h r e n d d e r K r e u z z ü g e , en Q u e lle n z u r G esch ieb e d e r J u d e n in D e u tsc h la n d , vol.
II, Berlin, 1892. (Hebreo, con traducciones al alemán.)
N e w e Z e itu n g , vo n d e n W i d e r te u ffe m z u M ü n ste r, en Z e its c h r ift f ü r vaterländische
G esc h ic h te u n d A lte r tu m s k u n d e , vol. XXVII, Münster, 1867, páginas 255-66,
Nide r , J o h a n n : F o rn ica ria s, Estrasburgo, 1517.
Nieser t , J.: M ü n ste risc h e U r k u n d e n s a m m lu n g , vols., I, II, Koesfeld, 1826. Incluye, Í n
te r alia:
(1) vol. I. Confesión de Johannes Beckemann, págs. 33-7.
(2) Confesión de Zillis Leitgen, p á g s. 136-49.
(3) Confesión de Jacob de Osnabrück, págs. 154-66.
(4) . vol. II. N e w e z e ittu n g e v o n n M ü n ster, págs. 499-504.
N o ta e C o lo n ien ses, en MGHS, vol. XXIV.
Opel , O. (ed.): «Zur Geschichte des Bauernkrieges», en N e u e M itte ilu n g e n aus d e m G a
b ie te h isto ric h -a n tiq u a risc h e r F o rsch u n g en , vol. XII, Halle and Nordhausen, 1869.
(Documentos sobre Thomas Müntzer.)
Oswa l d d er Sc h r eiber (de Königsberg, Hungría), ed. Zarncke, en «Der Priester Johan
nes», A b h a n d lu n g e n d e r sächsischen G esellsch a ft d e r W issen sc h a ften , P h d o lo g isc h -
h isto risc h e K lasse, vol. VII, Leipzig, 1879.
OTTO D E PR E IS IN G : G esta F riderici lm p e r a to n s , en SGUS, 1912, 3rd edn.
OTTOKAR: Ö sterreich isch e K e im c h ro n ik , 1250-1 300 , en D e u ts c h e C h ro n ik e n , vol. V.
Ov id io : M e ta m o rfo sis.
P A P IA S : D e e x p o s itio n e o ra cu lo ru m d o m in ic o r u m (fragmentos), en PG, vol. V.
P a r i s , M a t e o : C hronica m ajora, en RS 57, 7 vols., 1872-83.
P atrologiae cursus c o m p le ta s . Series L atina, ed. J. P. Migne , Paris, 1844-55.
P atrologiae cursus c o m p le tu s . Series G raeco-Latina, ed. J. P. Migne , Paris, 1857-66.
Pe l a y o , Al v a r ez (Alvaros Pelagius): D e P la n ctu Ecclesiae, 2 vols., Ulm , 1474.
PEDRO d e Z i t t a u : D ie K ö n ig sa a le r G e sc h ic h tsq u e lle n (C h ro n ica A u /a e regiae lib r i tres),
en FRA, vol. VIII.
P f e i f f e r , F. (e d .) : S w e ste r K a tr e i M e is te r E k e h a rte s T o h te r v o n S tra zb u rg , e n D e u ts c h e
M y s tik e r d e s v ie r z e h n te n J a h r h u n d e r ts , vol. II, Leipzig, 1857, páginas 448-75.
POCQUE, ANTONE: Disertación mística, tomada d e Calvino. (4), cois. 225-42.
"PoRETE, MARGARITA: Le M iro u e r d e s s im p le s a m e s a n ie n tie s e t q u i s e u le m e n t d e-
m o u r e n t e n v o u lo ir e t d e sir d ’a m ou r; e d. Guarnieri, en I I M o v im e n to d e lL ib e r o Sp i-
rito , Roma, 1965. (Reemplaza la edición de Guarnieri, Roma, 1961.)
PREGER, W. (e d.) (1): C o m p ila tio d e n o v o sp ir itu (anónimo), en Preger (1) (MW) , págs.
469-71.
PREGER, W . ( e d .) (2 ): T r a c ta tu s... c o n tra q u o s d a m a rtículos erróneos, in P re g e r (2 )
(M W ), p á g s. 6 2 -3 .
P R IM A T , Monje de Saint-De nis: C h r o n iq u e d e P rim a t, traducido del o r i g i n a l
«extraviado», por Je an de Vignay, en RHF, vol. XXIII.
P s e u d o -M e th o d iu s, en Sackur, págs. 59-96.
T o l o m e o DE LUCCA: V ita C le m e n tis V, en B alu ze ( 1), vol. I.
PULKAVA OF R A D E N IN (Przibico): C hronica B o e m o r u m , en G. Dobncr, M o n u m e n la h is
tórica B o em ia e, vols. III, IV.
RADULPHGLABER: H isto ria ru m li b n q u in q u é , en PL, vol. CXLII.
RAMERT, HERMANN (a trib .): D ie O r d n u n g d e r W ie d e r tä u je r z u M ü n ste r, ite m was sich
d a se lb st n e b e n z u v e rto ffe n h a t, en Z e its c h r ift f ü r va te rlä n d isch e G e sc h ic h te u n d A l
te r tu m s k u n d e , vol. XVII, Münsicr, 1856, págs. 240-49.
En pos del Milenio 579
2. O br a s mo d er n a s
BLOCH, M. (2): Les caractères o rig in a u x d e ¡h is to ir e rurale fra n ça ise, Oslo, 1931.
BLOCH, M. (3): La so c ié té fé o d a le : la fo r m a tio n d e s lie n s d e d é p e n d a n c e , Paris, 1939.
"Bl o o mf iel d , m . W .: ‘Joachim o f Flora. A critical survey o f his canon, teachings, sour
ces, biography, and influence’, en T raditio, vol. XIII, Nueva York, 1957, pâgs 249-
311.
Bl o o mf iel d , M. W . and Reev es , M. E.: ‘The penetration o f Joachism into northern-
Europe-, en S p e c u lu m , vol. XXIX, Cambridge, Mass., 1954, paginas 772-93.
B o a s , G.: Essays o n P r im itiv is m a n d r e la te d ideas in th e M id d le A g e s , B a ltim o re, 1948.
BoEHMER, H. (1): S tu d ie n z u T h o m a s M ü n tz e r , Leipzig, 1922.
BOEHMER, H. (2): Thomas Müntzer und das jüngste Deutschland’, en G e sa m m e lte
A u fs ä tz e , Go tha, 1924.
BORST, A .: D ie K a th a r e r ( S c h r ifte n der M o n u m e n ta G e r m a n ia e H isto rie n .
volumen XII) , Stuttgart, 1953.
Bo s s er t , G. e t al: W ü r tte m b e r g is c h e K irc h en g esc h tch te , Calw and Stuttgart, 1893.
Bo u s s e t , W . (1): T h e A n tic h r is t le g e n d , a c h a p te r i n C hristia n a n J e w is h fo lk lo r e , trad.
Keane, Londres, 1896.
BOUSSET, W. (2): ‘Beiträge zur Geschichte der Eschatologie’, en ZKG, vol. XX (1900),
pâgs. 103-31, 262-90.
Bo u t er WEK, K. W.: Z u r L ite ra tu r u n d G e sc h ic h te d e r W ie d e rtä u fe r, b eso n d e rs in d e n
R h e in la n d e n , Bonn, 1864.
BRUNO d e JESUS-Ma r ie e t al: ‘La confession de Boullan’, en S a ta n (E tu d e s ca rm êlita in es,
vol. VI) , Paris, 1949.
BULARD, M.: Le scorpion, s y m b o le d u p e u p le j u i f d a n s l'a r t re lig ie u x d e l X I V è, X V è ,
X V I è siècles, Parts, 1935.
B u r d a c h , K . : V o m M itte la lte r z u r R e fo r m a tio n , B e rlin , 1893-1937.
(1) vol. II, pârte 1: R ie n z o u n d d ie g e is tig e W a n d lu n g s e i n e r z e i t.
(2) vol. Ili, parte 2: D e r D ic h te r d es A c k e r m a n n aus B ö h m e n u n d s e in e Z e it.
BURDACH, K. (3): R e fo r m a tio n , R enaissance, H u m a n is m u s , Berlin y Leipzig, 1926.
BURDACH, K. (4): Der Longinus-Speer im eschatologischem Lichte, en SPAW, Volu
men IX, 1920, pägs. 294-321.
•Bü t t n e r , Th . y WERNER, E.: C irc ü m c e ilio n e n u n d A d a m ite n . Z w e i F o rm e n m itte la l
te rlic h e r H äresie. ( F o rsch u n g en z u r m itte la lte r lic h e n G esch ich te, volumen II),
B e rlin , 1958, pâgs. 7 3 -134 .
CAHOUR, A .: B a u d o u in d e C o n sta n tin o p le . C h ro n iq u e d e B e lg iq u e e t d e France, Paris,
1850.
C a m b rid g e E c o n o m ic H isto ry o f E u ro p e, Cambridge, 1942-52.
vol. I: Agrarian life o f the Middle Age s, e d. J. H. Clapham y E. Power,
vol. II: Trade and industry in the Middle Age s, e d. M. Posten y E E. Rich.
C a m b rid g e M e d ie v a l H isto ry, 8 vo ls., Cambridge, 1913-36.
Ca pel l e , G. C.: A m a u r y d e B è n e , é t u d e s u r s o n p a n th é is m e fo r m e l, Paris, 1932.
Ca r e w h u n t , R. H .: ‘Thomas Müntzer’, en C h u rc h Q u arterly R eview , Londres, volu
men CX-XVI (1938), pâgs. 213-44; vol. CXXVII (1939), pâgs. 227-67
Ca r l y l e , R. W ., y Ca r l yl e , A. J.: A h isto ry o f m e d ie v a l p o litic a l th e o ry in th e W e st,
6 vols., Edinburgo, 1903-36.
Ca r o , G.: S o zia l- u n d W irtsc h a ftsg e sc h ic h te d e r J u d e n im M itte la lte r u n d d e r N e u z e it,
2 vols., Frankfurt del Main, 1920-24.
Ca r u s -Wil s o n , E.: ‘The woollen industry’, en CEH, vol. II, cap. 6 , paginas 355-428.
Ca se , S. J.: T h e m ille n n ia l h o p e , Chicago, 1918.
C h a l a n d O N , F .: H isto ire d e la p r e m ie r e C roisade, Paris, 1925.
Ch a l u pn y , E.: ‘Adamite a Zizka’, en J ih o c e sk y s b o m tk h isto rik y , vol. I, Tabor, 1928,
pâgs. 51-2.
"COHN, N.: W a rra n t f o r G en o c id e . T h e M y th o f th e J e w is h w orld-conspiracy a n d th e
P rotocols o f th e E lders o f Z io n , Londres y Nueva York, 1967.
’Co mbes , A. : A s s a i s u r l e c r itiq u e d e R u y sb ro e c k p a r G erson, 3 vols., Paris, 1945-59.
384 Norman Cohn
13
386 N o rm a n C o h n
H U N DESHAGEN, C. B.: ‘Der Communismus und die ascetische Socialrcform im Laufe der
christlichen Jahrhunderte’, en T h e o lo g is c h e S tu d i e n u n d K r itik e n , volumen XVIII,
Go tha, 1845, pägs. 535-607, 821-72.
H y a m s o n , A. M.: ‘Pseudo-messiahs’, en ERE, vol. VIII, págs. 581-7.
’l l M o v im e n to d e i d is c ip lin a it n e l s e tt im o c e n te n a r io d a l su o in iz io (P e r u g ia 1 2 6 0 ). De-
pucazione di scoria patria per l ’Umbria, Appendici al Bollecino n .° 0, Perugia, I960.
JA N S S E N , H. Q . : ‘Tanchelijn’, en A n n a le s d e l'A c a d é m ie d 'a r c h é o lo g ie d e B e lg iq u e ,
vol. XXIII, Amberes, 1867, págs, 374-450.
J o h n s o n , A. R.: S a c ra l k in g s h ip in A n c i e n t Israel, Cardiff, 1955.
JONES, E r n e s t : O n th e n ig h tm a r e . P a rte 11: T h e c o n n e c tio n s b e tw e e n th e n ig h tm a r e a n d
c e rta in m e d ie v a l su p e r s titio n s , Londres, 1931.
J o n e s , R. M.: S tu d ie s in m y s tic a l r e lig io n , Londres, 1909.
Jo r d a n , R.: Z u r S c h la c h t b e i P r a n k e n h a u s e n (Z u r G e s c h ic h te d e r S ta d t M ü h lh a u s e n i n ,
T h ü r in g e n , vol. IV), Mühlhausen, 1908.
JO U R D A IN , C.: ‘Mémoire sur les sources philosophiques des hérésies d ’Amaury de
Chartres et de David de Dînant’, en M é m o ir e s d e ¡'A c a d é m ie d e s In s c r ip tio n s e t
B e lle s -L e ttr e s, vol. XXVI, Paris, 1870, págs. 467-98.
JUNDT, A .: H is to ir e d u p a n th é i s m e p o p u la ir e a u M o y e n A g e e t a u 16e sièc le , Paris,
1875.
JU SS E R A N D , J . - J . : E n g lis h w a y fa rin g li fe in th e M id d le A g e s ,
trad. L . T . Smith, Londres,
1950 (primera edición 1889).
K a h n , S a l o m o n ; ‘Les juifs de Montpellier au Moyen Âge ’, en R e v u e d e s é tu d e s ju iv e s ,
vol. XXII, Paris, 1891, págs. 264-79.
‘ K A M IN S K Y , H. (1): ‘Hussite radicalism and the origins o f Tabor 1415-1418’, en M e-
diev a lia e t H u m a n ístic a , vol. X, Boulder, Colorado, 1956, páginas 102-30.
‘ KAMINSKY, H. (2): ‘Chiliasm and the Hussite Revolution’, en C h u rc h H isto ry, vol.
XXVI, Nueva York, 1957, págs, 43-71.
" K a m i n s k y , H. (3): ‘The Free Spirit in the Hussite Revolution’, en M ille n n ia l D rea m s
in A c tio n (MW), págs. 166-86.
K a m p e r s , F . (1 ) : D ie d e u ts c h e K a ise rid ee in P ro p h e tie u n d Sage, M u n ic h , 1896.
KAMPERS, F . ( 1 a ): K a ise rp ro p h e tie n u n d K aisersagen im M itte la lte r, Munich, 1895.
[Igual que Kampers (1) pero con Apéndices).
K a m p e r s , F. ( 2 ) : V o m W e rd e g a n g d e r a b e n d lä n d is c h e n K a ise rm y stik , L eipzig y B e rlin ,
1924.
Ka u t s k y , K : C o m m u n is m in C e n tr a l E u ro p e in th e t im e o f th e R e fo r m a tio n , trad.
Mulliken, Londres, 1897.
K a w e r a u , P.: M e lc h io r H o ffm a n n als religiöser D e n k e r, H a a rle m , 1954.
KEULER, L. : G esc h ic h te d e r W ie d e r tä u fe r u n d ih re s R e ic h e s z u M ü n ste r, Münster, 1880.
K e r v y n d e L e t t e n h o v e , C. B. ( I) : 'Bertrand de Rays’, rn B io g ra p h ie n a tio n a le d e B e lg i
q u e , vol. I, págs. 338-42.
K e r v y n d e L e t t e n h o v e , C. B. (2 ): H isto ire d e F la ndre, 6 v o ls ., B ruselas, 1847-50.
K e s t e n b e r g - G l a d s t e i n , R.: ‘A fifteenth-century polemic against Joachism, and its back
ground’, en J o u r n a l o f th e W a rb u rg a n d C o u r ta u ld In s titu te s , vol. XVIII, Londres,
1955, págs. 245-95.
KlSCH, G.: T h e J e w s i n m e d ie v a l G e rm a n y , Cambridge, 1950.
'KLASSEN, P. J.: T h e e c o n o m ic s o f A n a b a p tis m , 1 5 2 Í-1 J 6 0 ( S tu d ie s in E u ro p e a n H is
to ry, n .° 3), La Haya, 1964.
K l a u s n e r , J.: T h e m essia n ic id e a i n Israel, wad. Stinespring, Londres, 1956.
K l o s e , S. B.: V o n B reslau. D o k u m e n tir te G esc h ic h te u n d B esc h r e ib u n g , volumen II,
Breslau, 1781.
K n o x , R. A.: E n th u sia sm , a c h a p te r in th e h isto ry o f relig io n , Oxford, 1950.
KÖHLER, W .: ‘Münster, Wiedertäufer’, en RPT, vol. XIII, págs. 539-53.
‘ K o n r a d , R. (1): D e o r tu e t te m p o r e A n tic h r is ti. A n tic h r is tv o r s te llu n g u n d G e sc h ic h t
s b i l d d e s A b te s A d s o v o n M o n tie r -e n -D e r . ( M ü n c h e n e r H isto risc h e S tu d ie n , A b
te ilu n g M itte la lte rlic h e G esch ich te, vol. I), Kallmütz b. Regensburg, 1964.
388 N o rm a n C ohn
'Mel l ink , A. F. (2): ‘The mutual relations between the Münster Anabaptists and the
Netherlands’, in A r c h iv f ü r R e fo rm a tio n sg e sc h ic h te , vol, I, Berlin, 1959, pägs. 16-33.
’M e n n o m te E ncyc lo p ed ia . 4 vols., Scottdale, Pennsylvania, 1955-9.
MERX, O.: T h o m a s M ü n z e r u n d H e in r ic h P feiffer, 1523-5. E m B eitrag z u r G e sc h ic h te
d e s B a u ern krieg es in T h ü rin g e n , Göttinge n, 1889.
MEUSEL, A .: T h o m a s M ü n tz e r u n d se in e Z e it, B e rlin , 1952.
M e y e r , C h r i s t i a n (1): ‘Zur Geschichte der Wiedertäufer in Oberschwaben’, en Z e its
c h r ift d es h isto risch en V ereins f ü r S ch w a b e n u n d N e u b u r g , vol. I, Augsburgo, 1874,
pägs. 271 sg.
'Der Widertäufer Nikolaus Storch und seine Anhänger in H o f,
M e y e r , C h r i s t i a n (2 ) :
in ZKG, vol. XVI (1896), pägs. 117-24.
M e y e r , V i c t o r : Tile K o lu p (d e r fla s c h e F riedrich) u n d d ie W ie d e r k u n ft ein e s ä c h te n
Friedrich, K aisers d e r D e u tsc h e n , Wetzlar, 1868.
M ir e t y Sa n s , 'Le massacre des Juifs de Montclus e n 1320’, en R e v u e d e s e tu d e s
ju iv e s , vol. UI1 , Paris, 1907, pägs. 255-66.
Mo h r , W .: ‘Tanche lm von Antw e rpe n. Eine nochmalige Übe rprüfung der
Quellenlage’, en A n n a le s U n iversita tis Saraviensis, P h ilo sp h ie-L e tres, vol. III, Saar
brücken, 1954, pägs. 234-47.
*Mo l n Ar , A. (1): 'Eschatologickä nadeje ceske rcformace’ (The eschatological hope in
the Czech Reformation), en Hromäda et ah, O d r e fo r m a c e k z itr k u (From Reforma
tion to Tomorrow), Praga, 1956, pägs. 11-101.
’Mo l n Ar , A. (2): ‘Le mouvement prehussite et la fin du temps’, en C o m m u n io V ia to
ru m , vol. I, Praga, 1958, pägs. 27-32.
M o r g h e n , R.: M e d io e v o cristiano, B ari, 1951.
M o s h e i m , J. L. v o n (1): I n s titu tio n e s historiae ecclesiasticae N o v i T e s ta m e n ti, vol. I,
Helmstadt, 1764,
M o s h e i m , J. L. VON (2): D e B eg h a rd is e t B e g u in a b u s c o m m e n ta r iu s , Leipzig, 1790.
MÜLLER E w a l d : D as K a n zil v o n Vie nne , 1311-12. Seine Quellen u n d seine Geschichte,
Münster, 1934.
M ü l l e r , K a r l (1 ) : K irc h e n g e sc h ic h te , vol. I , Freiburg in Breisgau, 1892.
MÜLLER, Kar l (2): ‘Calvin und die «Libertiner»’, en ZKG, vol. XL (1922), pägs. 83-129.
M u n r o , D . C.: ‘The Children’s Crusade’, en A m e r ic a n H isto ric a l R eview , volu
men XIX, Londres, 1914, pägs. 516-24.
N a b h o l z , H.: ‘Medieval society in transition’, en CEH, vol. I, cap. 8 , päginas 493-562.
N a t u s i u s , M . VON: D ie ch ristlich-socialen I d e e n d e r R e fo r m a tio n s z e it u n d ih re H e r
k u n ft , Gütersloh, 1897.
E. G.: R h e in isc h e s B e g in e n - u n d B e g a rd e n w e se n . (M a in z e r A b h a n d lu n g e n
"N e u m a n n ,
z u r m ittle r e n u n d n e u e r e n G esch ich te, vol. IV) , Meisenheim am Glan , I960.
NEWMAN, A. H.: A histo ry o f a n ti-p e d o b a p tis m , Filadelfia, 1897.
NlESEL, W .: ‘Calvin und die Libertiner', en ZKG, vol. XLVIII (1929), pägs. 58-74.
NlGG, W . (1): D a s e x ig e R eich , Berlin y Munich, 1944.
NlGG, W . (2): D a s B u c h d e r K e tz e r , Zürich, 1949.
N O H L , T h a B la c k D e a th , trad. Clarke, Londres, 1926.
O e STERLEY, W . O. E ., y ROBINSON, T. H .: H e b r e w relig io n , its o rig in a n d d e v e lo p m e n t,
Londres, 1949.
ÖLIGER, L.: D e se c ta S p ir itu s L ib e rta tis in U m b ria sa ecu lo X I V . D isq u isitio e t D o c u m e n
ta. (Sto ria e L e tte ra tu ra , R accolta d t S tu d i e Testi, vol. Ill) , Roma, 1943.
O m a n , C .: T h e G reat R e v o lt o f 1381, O x fo rd , 1906.
O w s t , G. R.: L ite ra tu re a n d p u l p i t in m e d ie v a l E n g la n d , Cambridge, 1933.
P a l a c k y , F .: G esch ich te von B o e h m e n , vol. I l l, P raga, 1845.
P a r k e s , J . W .: T h e J e w in th e m e d ie v a l c o m m u n ity , Londres, 1938.
P a y n e , E. A.: T h e A n a b a p tis ts o f th e 1 6th ce n tu ry , Londres, 1949.
PEARSON, K.: ‘The Kingdom o f Go d ’, en M o d e m R eview , vol. V, Londres, 1884, pägs.
29-56, 259-83.
390 N o rm a n C o h n
3, O b r a s g e n e r a l e s a c e r c a d e m o v im ie n t o s m il e n a r is t a s
Y MES1ÄNICOS EN EL MUNDO
4 En r i q u e
B a l l e st e r o : Pr in cip io s de 33 E. Fa u r e y o t r o s: Ap r e n d e r a se r
e con om ía d e la e m p r e sa
34 Michael In t r od u cción al
A k e h u r st :
5, 6 Joachim In t r od u cción
M a t t h e s: D e r e ch o in t e r n acion al
a la so c io lo gía d e la r e ligió n
35 E. H . C a r r : H ist o r ia d e la Ru sia
7 C. U. M . Sm it h : Bio lo gía m ole cu So v ié t ica . La Re volu ció n Bo lch e v i
lar : En foq u e e st r u ct u r al q u e (191 7-1923). 3. La Ru sia so
8 M o r t o n D . D a v i s : T e or ía d e Jue gos
v ié t ic a y e l m undo
11 L e w i s M u m f o r d : T é cn ica y c iv iliz a 36 M i l t o n F r i e d m a n : U n e t e o r ía d e l a
ción fu n ción d e con su m o
12 Er w i n P a n o f sk y : Est u d io s so b r e 37 An ge l Ca b o , Marcelo Vigil: H ist o
ico n o lo gía r ia d e Esp a ñ a A lf a gu a r a I. Con
d icio n a m ie n t o s ge o gr á f ic o s. Edad
13 R o b i n Fox: Sist e m a s de p ar e n t e s
A n t igu a
c o y m at r im on io
38, 39 M a r x W . W a r t o f sk y : In t r od u c
14 V íct o r Sán ch e z de Za v a la : H a cia
ció n a la f ilo so f ía d e la cie n cia
una e p ist e m o lo gía de l le n gu aj e
40 J. A. G a r c ía d e Co r t ázar : H ist o r ia
15 E. H. Car r : H ist o r ia de la Ru sia
de Esp a ñ a A lf a gu a r a II. La é p oca
So v ié t ica . La Re volu ció n Bo lch e v i
m e d ie val
q u e (191 7-1923). 1. La co n q u ist a
y o r ga n iz a ción de l pode r 41 L. L. W h y t e y o t r o s : L a s e st r u ct u
r a s j e r ár q u icas
16 D. J. W h l t e : T e or ía de la d e cisió n
42 H ist o r ia
A n t o n i o D o m ín g u e z Or t iz:
17 M a r t i n J. Ba i le y : Re n t a n a cion al y
de Esp a ñ a A lf a gu a r a III. El A n t i
n ive l de p r e cio s
gu o Ré gim e n : Lo s Re y e s C a t ó lic o s
1B N i c o l á s Bo u r b a k i: Ele m e n t o s de y lo s A u st r ia s
h ist o r ia d e la s m a t e m á t icas
43 W . V . Q u in e : F ilo so f ía d e la ló gica
19 E. H. Car r : H ist o r ia d e la R u sia
44 G o n z a l o A n e s : H ist o r ia d e Esp a ñ a
So v ié t ica . La Re volu ció n Bo lch e v i
A lf a gu a r a IV . El A n t igu o Ré gim e n :
que (191 7-1923). 2 . El or d e n e co
L o s Bo r b on e s
n óm ico
45 J. Pi a ge t y o t r o s: T e n d e n cias de
20 C. U . M . Sm it h : El ce r e b r o
la in v e st iga ció n e n la s c ie n cia s
21 J am e s L. R iggs: M o d e lo s d e d e ci so c ia le s
sió n e con óm ica
46 M i g u e l A r t o l a : H ist o r ia d e Esp a ñ a
22 J. H. Ellio t t y ot r o s: Re v o lu cio n e s A lf a gu a r a V . La b u r gu e sía r e volu
y r e b e lion e s d e la Eu r op a m ode r n a cio n a r ia (1 808-1874)
23. 24 Ke n ne t h E. Bo u ld in g: A n á lisis 47 Car i G. Hem p el: F ilo so f ía de la
e con óm ico Cie n cia N a t u r a l
25 S. A . Bar n e t t : La con d u ct a d e lo s 48 Alee N o v e : H ist o r ia e con óm ica d e
a n im a le s y d e l hom bre la U n ión So v ié t ic a
26 Re n a t a Maynt z: So c io lo gía de la 49 Miguel M a r t í n e z C u a d r a d o : H ist o
or ga n iz a ción r ia de Esp a ñ a A lf a gu a r a V I. La
27 W e r n e r So m b a r t : El b u r gu é s: Co n
b u r gu e sía con se r vad or a (1 874-1931)
t r ib u ción a la h ist o r ia e sp ir it u a l 50 L u d w i g W i t t g e n st e l n : T r a ct a t u s lo-
de l h om bre e con óm ico m ode rno gico - p h ilo so p h icu s
29 JagJit Sin gh : Id e a s f u n d a m e n t ale s 51 R a m ó n T a m a m e s: H ist o r ia de Es-
so b r e la t e o r ía d e la in for m ación , p aañ a A lf a gu a r a V il. La Re p ú b lica.
de l le n gu aj e y de la cib e r n é t ica La Era de Fr an co
30 M ilt o n Frie dm an: T e or ía de lo s 52 A l e x a n d e r y M a r g a r e t e M i t sc h e r -
p r e cio s lich: F u n d am e n t os de l com p or t a
31 W a lt e r Kau fm an n : H e ge l m ie n t o co le ct iv o
58 A n t o n io H e r n án de z G il y ot r os:
88 T h e odor e Cap low : D o s con t r a uno:
t e o r ía d e c o a licio n e s e n la s t r ia d a s
Est r u ct u r a lism o y de r e ch o
89 J. D a n ie l Q u e sad a: La lin gü íst i
59, 60, 61 St e ve n Ru n clm an : H ist o r ia ca ge n e r a t ivo -t r a n sf o r m a cio n a l: su
d e la s Cr u z a d a s p u e st o s e im p lica cio n e s
62 A . Ein st e in y ot r o s: La t e o r ía de 90 Ge r a ld A . J. H od ge t t : H ist o r ia * o -
la r e lat ivid a d c la l y e con óm ica d e la Eur opa
63 Juan D ía z de l M o r a l: H ist o r ia d e m e d ie val
la s a git a c io n e s ca m p e sin a s anda 91 En r iq u e Ba lle st e r o: El Balan ce :
lu z a s. Cór d ob a u na in t r od u cción a la s f in a n z a s
64 A lf r e d o De añ o: in t r od u cción a la 92 J. C. T urne r: M a t e m á t ica m ode r n a
ló gic a for m al, 1. La ló gic a d e e nun a p licad a. Pr ob ab ilid ad e s, e st a d íst i
cia d o s c a e in v e st iga ció n op e r at iva