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Quisiera iniciar con las palabras de Margarita Rozas Pagaza (1998) cuando toca
un tema bastante delicado haciendo la relación entre teoría y metodología, una
cuestión bastante espinosa por cierto y que también tocarán autores como Freire
en la pedagogía de la Esperanza (1992); Rozas Pagaza habla por así decirlo de
un vacío que no permitió a lo largo de la historia articular teoría con el objeto de
intervención, una situación que no permite la argumentación concreta del
quehacer profesional, es decir, no hay una articulación concreta entre el pensar y
el actuar. (Rozas Pagaza, 1998, p. 64).
En una situación similar se encontraba Paulo Freire en el relato que hace en las
primeras páginas de “La pedagogía de la esperanza” cuando entablaba una
conversación con obreros y no se pensaba el contexto más si la teoría y recordaba
la anécdota con uno de los obreros que le hizo reflexionar sobre el asunto. (Freire,
1992, p. 40).
Es aquí donde surge la pregunta que, aunque la hace Rozas Pagaza (1998) es
muy válida para éste contexto, ¿Cómo se piensa la metodología de intervención?
(Rozas Pagaza, 1998, p. 64).
La metodología como se ha dicho anteriormente, consiste en un hacer, pero es
necesario en todo caso articularlo con la teoría para no caer en una mera acción
que no argumente, que no de sentido y que finalmente no responda claramente a
las necesidades del sistema paradójicamente, pero también de los distintos grupos
humanos y del sujeto en general.
En ese sentido, es importante, reconocer los grandes avances que autores como
Mondragón y Ghiso (2010) han hecho con el fin de aportar nuevos enfoques que
permitan limpiar un poco lo polémico al tema de la metodología que en último
término constituyen por así decirlo la hoja de ruta por la cual el trabajador social
entra en acción.
Obviamente las técnicas interactivas, tienen una explicación mucho más amplia de
lo que son, de que herramientas pueden utilizar y el porqué, pero no es
conveniente utilizarlas aquí por cuestión de tiempo, pero lo que sí cabe decir, es
que la interacción, ha de entenderse como una práctica de encuentro con el otro
que posibilita la construcción colectiva del conocimiento, el reconocimiento de sí
mismos y del otro; (Mondragón y Ghiso, 2010, p. 77); se da una centralidad al
sujeto, al cual se busca llevar a una compresión de la realidad, reconociéndose
como un ser que no está solo y que necesita de su conocimiento y de su entorno
para poder construir y transformar su realidad; poniendo en dialogo sus saberes,
lo importante de su historia y su propia reflexión (Mondragón y Ghiso, 2010, p. 77-
80), acerca de lo que dicha realidad le impone y también le propone.
Para entender al pueblo, muchas veces hay que estar con el pueblo, convertirse
en parte del pueblo, adoptar las condiciones que el contexto social del pueblo
ofrece y generar desde eso verdaderos procesos que primero y se hace
insistencia en ello, agrupen la comunidad, reconociéndose como un colectivo que
sea capaz de ir y estar en la lucha; y luego recuperar lo que les es propio, es decir
la cultura que como herramienta metodológica es eficaz, ya lo menciona Alban
(2012):
En este sentido es importante recuperar lo que Walsh cuando dice que hay que
“pensar desde”, lo que implica la recuperación y la creación de pedagogías que
permitan la autoconciencia y provocan la acción hacia la existencia, la
humanización individual y colectiva, y la liberación (Walsh, 2012, p. 25); lo que se
puede complementar con la apuesta de Freire de pensar “con” y no “al” pueblo
(Freire 1992, p. 45).
AUTOEVALUACIÓN
Asistí a todas las clases, cumpliendo con todos los trabajos pactados y las
actividades evaluativas, pudo mejorarse la participación y la atención en clase, por
lo tanto mi nota sería 4.2.
BIBLIOGRAFÍA