Sei sulla pagina 1di 6

CARLOS DANIEL MAZO VÁSQUEZ

FUNADAMENTO TEÓRICOS METODOLÓGICOS Y DISCIPLINARES DEL


TRABAJO SOCIAL II
DEPARTAMENTO DE TRABAJO SOCIAL
LA FUNDAMENTACIÓN METODOLÓGICA

Hablar de metodología en trabajo social, podría pensarse como una forma de


hacer, dinamizando las múltiples realidades en una sociedad que cómo la nuestra
ofrece tan variados escenarios donde la persona es minimizada para exaltar otros
contextos que tristemente no ofrecen una claridad sobre cuál es el devenir del
hombre en ésta confusa atmosfera bajo la cual el trabajador social tiene que
actuar si bien no como un héroe, si ha de hacerlo como alguien que entiende la
realidad y sabe transformarla.

Quisiera iniciar con las palabras de Margarita Rozas Pagaza (1998) cuando toca
un tema bastante delicado haciendo la relación entre teoría y metodología, una
cuestión bastante espinosa por cierto y que también tocarán autores como Freire
en la pedagogía de la Esperanza (1992); Rozas Pagaza habla por así decirlo de
un vacío que no permitió a lo largo de la historia articular teoría con el objeto de
intervención, una situación que no permite la argumentación concreta del
quehacer profesional, es decir, no hay una articulación concreta entre el pensar y
el actuar. (Rozas Pagaza, 1998, p. 64).

En una situación similar se encontraba Paulo Freire en el relato que hace en las
primeras páginas de “La pedagogía de la esperanza” cuando entablaba una
conversación con obreros y no se pensaba el contexto más si la teoría y recordaba
la anécdota con uno de los obreros que le hizo reflexionar sobre el asunto. (Freire,
1992, p. 40).
Es aquí donde surge la pregunta que, aunque la hace Rozas Pagaza (1998) es
muy válida para éste contexto, ¿Cómo se piensa la metodología de intervención?
(Rozas Pagaza, 1998, p. 64).
La metodología como se ha dicho anteriormente, consiste en un hacer, pero es
necesario en todo caso articularlo con la teoría para no caer en una mera acción
que no argumente, que no de sentido y que finalmente no responda claramente a
las necesidades del sistema paradójicamente, pero también de los distintos grupos
humanos y del sujeto en general.

Por lo aprendido en las intervenciones de la profesora María Nubia Salazar,


pudimos concluir que no hay un orden exacto en el tema de la intervención y de la
comprensión, ya que el mismo contexto lo va dando, en ese sentido, parecería
importante decir entre otras cosas, como desde Latinoamérica y más exactamente
desde lo que significó el movimiento de reconceptualización, se ha hecho por dar
respuesta al interrogante que plantea Margarita Rozas Pagaza.

Dicho movimiento de reconceptualización, significó un paso importante para esa


articulación teórico-práctica, pero ha sido en la contemporaneidad que se ha
tratado de consolidar dicha problemática como afirma Olga Lucía Vélez:
“Resignificar el papel de la teoría en la comprensión compleja de lo social” (Vélez,
2003, p. 53), que implicó entre otras cosas, trascender la concepción instrumental
y operativa que algunas veces se tiene sobre lo metodológico y empezar una
reflexión epistemológica que permita un verdadero ejercicio de análisis y que no
condicionen de manera tan corta la acción del profesional.
¿QUÉ CAMINO TOMAR?
Olga Lucía Vélez, es muy clara cuando afirma que lo importante de la metodología
en trabajo social, es no quedarse solo con lo técnico, hay que establecer como ella
misma lo dice una alianza entre el “saber y el hacer” (Vélez, p. 54) que permita
una reflexión crítica de la acción que esté guiada por la investigación y que no se
quede en lo endógeno entendido como un mero ejercicio de caridad y filantropía
sin ninguna perspectiva teórica que le fundamente y soporte.

En ese sentido, es importante, reconocer los grandes avances que autores como
Mondragón y Ghiso (2010) han hecho con el fin de aportar nuevos enfoques que
permitan limpiar un poco lo polémico al tema de la metodología que en último
término constituyen por así decirlo la hoja de ruta por la cual el trabajador social
entra en acción.

Mondragón y Ghiso, Afirman que utilizar herramientas, tiene como presupuesto


básico el reconocimiento de la posición teórica de quien vaya a utilizar la técnica,
asumiendo que ella no es más que una técnica puesta al servicio de una
intencionalidad teórica, política y procedimental que está en función del proyecto
de individuo y sociedad que agencia quien la usa. (Mondragón y Ghiso, 2010, p.
75).

En ese sentido, se reconoce como válido y actual la concepción de Olga Lucía


Vélez cuando afirma que la metodología solo puede ser comprendida dentro de la
teoría, recordando nuevamente que la reflexión de lo que se hace es el soporte de
la práctica. (Vélez, 2003, p. 58).

Para tal fin de articular el saber y el hacer, es necesario el conocimiento del


contexto, en el cual se va a desarrollar la acción, aunque es importante recordar
las palabras de Rozas Pagaza cuándo asevera que si bien es necesaria la
inserción dentro de un contexto social y espacial, la cuestión metodológica, no es
una vinculación matemática mi mucho menos una secuencia que tenga un orden
lógico y establecido sino, que se constituye como un conjunto de herramientas
flexibles que ordenan y dan sentido a la intervención. (Rozas Pagaza, 1998, p.
70)

Por eso, entender la metodología, es un proceso de conocimiento, acción y


reflexión que se desarrolla conforme a una lógica particular, que está sujeta al
poder de decisión del sujeto que realiza la acción, pudiéndose incluso equivocar o
cambiar de modo dentro de la acción. (Vélez, 2003, p. 59).
Por esto es importante reconocer el gran aporte que Mondragón y Ghiso realizan
como elemento que permite dilucidar qué camino tomar en cuanto al proceso,
ellos, proponen la utilización de técnicas interactivas entendidas como:

“Dispositivos que activan la expresión de las personas, facilitando el hacer ver,


hacer hablar, hacer recuperar, hacer recrear, hacer análisis, lo cual es lo
mismo que hacer visibles o invisibles, sentimientos, vivencias, formas de ser,
creer, pensar, actuar, sentir y relacionar de los sujetos para hacer
deconstrucciones y construcciones, generando de esta manera, procesos
interactivos que promuevan el reconocimiento y el encuentro entre los sujetos,
propiciando la construcción colectiva del conocimiento, el diálogo de saberes,
la reflexividad y la recuperación de la memoria colectiva”. (Mondragón y Ghiso,
2010, p. 76).

Obviamente las técnicas interactivas, tienen una explicación mucho más amplia de
lo que son, de que herramientas pueden utilizar y el porqué, pero no es
conveniente utilizarlas aquí por cuestión de tiempo, pero lo que sí cabe decir, es
que la interacción, ha de entenderse como una práctica de encuentro con el otro
que posibilita la construcción colectiva del conocimiento, el reconocimiento de sí
mismos y del otro; (Mondragón y Ghiso, 2010, p. 77); se da una centralidad al
sujeto, al cual se busca llevar a una compresión de la realidad, reconociéndose
como un ser que no está solo y que necesita de su conocimiento y de su entorno
para poder construir y transformar su realidad; poniendo en dialogo sus saberes,
lo importante de su historia y su propia reflexión (Mondragón y Ghiso, 2010, p. 77-
80), acerca de lo que dicha realidad le impone y también le propone.

En este sentido, es importante, asumir una posición dentro de todo el engranaje


social y más aun dentro del que epistemológicamente se nos propone, recordando
que si bien todas buscan una transformación social, cada una tiene una
particularidad que la hace claramente única desde los aportes que hacen y desde
las propuestas que desde allí se originan.
Dentro de las tendencias epistemológicas que se pueden encontrar desde el
trabajo social, se podrían ubicar dos retomadas por autores sociales que brindan
una explicación lo suficientemente ilustrada acerca entre otras cosas de lo que
una adecuada fundamentación metodológica debe ofrecer.

Dichos autores son Pablo Freire anteriormente mencionado, Catherine Walsh y


Adolfo Albán quienes hacen una reconstrucción tal que el saber-hacer, se plantea
como un reto epistemológico y práctico que abarca la realidad total del hombre y
de las comunidades.

Para una adecuada fundamentación metodológica, que si bien ya habíamos dicho


debe situarse en un contexto, debe como plantea Freire (1992), preguntarse qué
piensa el otro (Freire,1992, p. 34), organizar bien las comunidades de manera que
el colectivo permita crear (Walsh, 2012, p. 75) y finalmente a través de lo que nos
identifica re-existir (Alban, 2012).

Freire, plantea la necesidad de fundamentar la práctica desde el conocimiento no


solo de la teoría, sino de lo más directo de las comunidades, estableciendo la
esperanza como un factor que permite organizar la lucha por la reivindicación y los
derechos, solo el dialogo le da sentido a la lucha, a la esperanza como razón de la
resistencia (Freire, 1992, p. 36).

Solo pensando en colectivo, recuperando lo que es nuestro, el sentido del ser y no


del poder, entendido como una decolonialidad que implica no solo sabernos como
actores sociales sino como sujetos capaces de transformación que se orientan
hacia una re-creación y creación de lo propio que les permita desestabilizar esa
relación y esa brecha que el mismo Freire denuncia. (Freire, 1992, p. 28).

Para entender al pueblo, muchas veces hay que estar con el pueblo, convertirse
en parte del pueblo, adoptar las condiciones que el contexto social del pueblo
ofrece y generar desde eso verdaderos procesos que primero y se hace
insistencia en ello, agrupen la comunidad, reconociéndose como un colectivo que
sea capaz de ir y estar en la lucha; y luego recuperar lo que les es propio, es decir
la cultura que como herramienta metodológica es eficaz, ya lo menciona Alban
(2012):

Nosotros venimos trabajando alrededor de la cultura. Esa es como otra arma


que hemos utilizado para que, valiéndonos de eso, las personas nos
agrupemos, nos organicemos y trabajemos por el progreso y el desarrollo de
esto. Ya la gente viene en el rol de trabajar, a partir de la cultura, otros
aspectos de la vida. (Albán, 2012, p. 26).

En este sentido es importante recuperar lo que Walsh cuando dice que hay que
“pensar desde”, lo que implica la recuperación y la creación de pedagogías que
permitan la autoconciencia y provocan la acción hacia la existencia, la
humanización individual y colectiva, y la liberación (Walsh, 2012, p. 25); lo que se
puede complementar con la apuesta de Freire de pensar “con” y no “al” pueblo
(Freire 1992, p. 45).

En conclusión, la apuesta metodológica debe de estar fundamentada tanto en la


teoría como en la acción , que ha de estar soportada en la racionalidad científica y
en la investigación, teniendo e cuenta las preguntas para qué intervengo?, ¿Cómo
intervengo? Y tomar estrategias que permitan fundamentar la acción.

AUTOEVALUACIÓN

Asistí a todas las clases, cumpliendo con todos los trabajos pactados y las
actividades evaluativas, pudo mejorarse la participación y la atención en clase, por
lo tanto mi nota sería 4.2.

BIBLIOGRAFÍA

Walsh, C. (2014). Pedagogías decoloniales: Prácticas insurgentes de resistir,


(re)existir y (re)vivir. http://glefas.org. Ediciones Abya-Yala. Recuperado de
http://glefas.org/download/biblioteca/estudios-
descoloniales/PEDAGOGICC81AS-DECOLONIALES_2.pdf

Albán, A (2012). Pedagogías de la Re - Existencia: Artistas indígenas y


afrocolombianos. https://es.scribd.com. Capítulo 13. Recuperado de
https://es.scribd.com/document/357567790/PEDAGOGIAS-DE-LA-RE-
EXISTENCIA

Freire, P. (1992). Pedagogía de la esperanza: un reencuentro con la pedagogía


del oprimido. http://www.cronicon.net. siglo veintiuno editores. Recuperado
de http://www.cronicon.net/paginas/Documentos/paq2/No.11.pdf

Vélez, O. (2003). Reconfigurando el Trabajo Social: perspectivas y tendencias


contemporáneas. Espacio editorial. Recuperado de
https://docs.google.com/file/d/0B7dEnvQI0GqrZVZRTlZBYldZT28/edit

Mondragón, G y Ghiso, A. (2010). Pedagogía Social.


Santiago de Cali: Unidad 3, Caja de herramientas. Universidad del valle.
Rozas Pagaza, M. Una perspectiva teórica metodológica de la intervención en
Trabajo Social. Capitulo 3 el objeto de intervención en Trabajo Social.

Potrebbero piacerti anche