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Universidad Libre de Costa Rica

Curso: Sociología Criminal

Profesora: Licda. Mirta Hibbert Brown

Estudiantes: Hellen Ortiz Zamora y

Tema: Las Teorías Subculturales

I Cuatrimestre, 2019
Índice.
Introducción………………………………………………………………………3
Origen y concepto……………………………………………………………….4
Principales enfoques……………………………………………………
Enfoque subcultural de A. Cohen………………………………………………
Teoría subcultural de Howard y Ahlid…………………………………………
Críticas a las teorías……………………………………………………………
Conclusión……………………………………………………………………….
Bibliografía………………………………………………………………………
Introducción.
El fenómeno de la delincuencia juvenil es un tema que aún en la actualidad
sigue generando polémica; las líneas de investigación enfocan su esfuerzo en la
búsqueda de las razones por las cuales un menor entra en el mundo delincuencial.
Sin embargo, omiten la existencia de autoresque dedicaron sus estudios a dar
respuesta a tal cuestión. Sin embargo, omiten la existencia de autores que
dedicaron sus estudios a dar respuesta a tal cuestión.
Los principales postulados de su teoría de las subculturas delincuenciales,
por medio de una perspectiva basada en la interacción, lo cual nos mostrará que es
una subcultura a la par de la cultura convencional, con miembros que no distan de
aquellos jóvenes que son considerados normales por la mayoría de la sociedad. Así
se explica por qué algunos jóvenes se aproximan al quebrantamiento de la ley.
La problemática de la delincuencia juvenil es un tema de total relevancia para
todos los sectores de que no tiene control y sigue en crecimiento constan serie de
teorías que buscan dar una posible solución a tan grave situación. Por un lado,
encontramos teorías que abordan el problema desde un ámbito psicológico y
biológico, de características particulares que deben tomarse en consideración para
explicar su comportamiento.
Lo anterior aunado al hecho de que viven una etapa de sus actos. Por otro
lado, nos encontramos con teorías de corte social que centran su atención en el
impacto para la propagación de conductas desviadas o vínculos que se desarrollan
con los grupos sociales más amigos y comunidad.
Debemos considerar que nace como una crítica a las teorías criminológicas
de corte positivista de los teóricos con los que se contrapone son Merton, Sutherland
y Cohen, quienes establecen la existencia de una subcultura con valores y re en
virtud a la estructura social prevaleciente en cada tiempo y espacio.
Por ello, considera al delincuente juvenil como legal, como cultural, juvenil,
miembro de una subcultura delincuencial.
Teorías Subculturales.
El término “subcultura” se utiliza en sociología para definir a un grupo de
personas como un conjunto distintivo de comportamientos y creencias que le
diferencian de la cultura dominante o también la conducta desviada de ciertas
minorías, concretamente la criminalidad de jóvenes y adolescentes de clases bajas
organizados en bandas.
Surge, en la época de los cuarenta, adquiriendo carta de naturaleza con la
famosa obra de Cohen “delinquen boys” (1995). El concepto subcultura presupone
la existencia de una sociedad plural con diversos sistemas de valores en torno a los
cuales se organizan los grupos desviados. En el caso específico de la delincuencia
juvenil, como una decisión simbólica de rebeldía hacia los valores oficiales de las
clases medias, muy distinta de la actitud racional y utilitaria de la criminalidad de los
adultos.
La expresión “cultura” en un sentido sociológico o antropológico, se vincula a
significados atribuidos a costumbres, creencias y relaciones con los semejantes y
con las instituciones sociales. La cultura consiste en un conjunto de patrones
explícitos simbólicamente, que integran realizaciones de los grupos humanos, lo
que forma la cultura son las ideas es decir las acumulaciones de pensamientos, y
sobre todo sus valores inherentes; los sistemas culturales pueden considerarse
como resultados de la acción humana. “el delito no es un tumor, ni una epidemia,
sino un doloroso “problema” interpersonal y comunitario”
Esto explica el porqué casi nunca se ve a una persona delinquiendo solo,
robando o matando solo, esto se debe a que si se está acompañado se puede tomar
más fuerza y determinación ya que se actúa para gustarle al otro o ganar respeto,
en el caso de la delincuencia juvenil lo hacen más como una decisión simbólica o
de rebeldía hacia los valores que se les ha venido inculcando en sus hogares
En estas teorías se ven más enfocadas en las clases sociales, esto se debe
a que las personas tienden a etiquetar a las demás por su estrato o clase social,
todos saben que las persona de clases bajas son los marginados o por así decirlo,
los delincuentes por naturaleza, se dice que el lugar donde vives dice mucho de ti.
Ahora bien, las personas o jóvenes nacidos en una clase social alta de padres con
situaciones económicas altas son las personas más respetadas por la sociedad, los
que merecen todo, privilegios habidos y por haber. Las subculturas criminales son
un producto del limitado acceso de las clases bajas a los objetivos y metas culturales
de las clases altas.

Principales enfoques (subculturales)


El concepto de subcultura se utiliza por primera vez en la sociología por
MCLUNG LEE (levels of culture as levels of social generalization 1945) su posterior
recepción se da sin duda al hecho de que los estudiosos de la delincuencia juvenil
en los años 40 vieron en él un instrumento útil para describir una de sus
características más llamativas: la tendencia de los jóvenes a organizarse en bandas.
Su representante más importante es Albert Cohen, alcanzó gran notoriedad
y resulta sumamente interesante ya que situó como el eje central de su explicación,
el problema de la criminalidad juvenil
En palabras de COHEN, la subcultura delincuente puede concebirse como
“un sistema de convicciones y valores que se desarrolla en un proceso de
interacción comunicativa entre niños, que por su posición en la estructura social
están en una situación similar para la resolución de los problemas de adecuación,
para los que la cultura en vigor no proporciona soluciones satisfactorias”
El punto de partida para el desarrollo de su teoría de las subculturas fue la
proposición de que “toda acción es el resultado de continuados esfuerzos para
solucionar problemas de adaptación”, esto es, su falta de reconocimiento por el
grupo de referencia.
La teoría de las subculturas delictivas y la cultura de la Banda
La sociología criminal funcionalista acuña el concepto de “subculturas
criminales” para intentar explicar la conducta de jóvenes infractores de clase bajas,
que adquirían durante la primera mitad del siglo XX niveles de organización
preocupantes en la sociedad norteamericana. La obra de Albert COHEN
“Delinquent boys. The culture of the gang”, publicada en 1956, opera como el
soporte teórico fundamental de esta corriente, que pretende analizar un fenómeno
criminal bastante acotado: delitos cometidos por bandas juveniles; infractores de
extracción social desfavorable; delitos violentos; delincuencia expresiva y no
instrumental, maliciosa y por lo tanto mucho más difícil de remover mediante
estrategias de prevención social.
Una novedad que incorpora la teoría de las subculturas estriba en afirmar
que estos colectivos sociales organizados y “desviados” no profesan la misma
escala de valores que el resto de la sociedad. De hecho, la denominación subcultura
refiere a entramados culturales diversos, que se diferencian ex profeso de la escala
de valores dominante en la clase media del estado welfarista.
Esta actitud de rebeldía hacia los valores convencionales de clase media,
canalizada a través del delito, intenta no tanto satisfacer expectativas de lucro o
ascenso económico (delincuencia utilitaria) sino construir subjetividades y afirmar
una identidad que el propio sistema les escamoteaba a esos jóvenes marginados y
olvidados por una estructura social que les impedía acceder al bienestar por vías
lícitas, frente a lo que surgía la desviación como respuesta (delincuencia expresiva).
Este tipo de delincuencia juvenil no se explica, para las teorías subculturales,
ni por aspectos ecológicos ni por el desajuste entre metas y medios. El delito sería
la consecuencia de una organización social distinta, de una escala de valores
alternativa o al menos ambivalente, en la que la solidaridad interna de los grupos
aparece tan importante como la valentía, el hedonismo inmediato y la maliciosidad
(la satisfacción se extrae precisamente de la disconformidad de los otros o de su
temor).
Por eso, Cohen no se preocupó en determinar por qué un joven se integra a
una subcultura, sino por qué existen las subculturas criminales, qué factores inciden
en la conformación de las mismas y de qué manera éstas se relacionan con la
sociedad convencional.
Y concluyó que la estratificación social de una sociedad dividida en clases,
una suerte de ambivalencia normativa (que tiene que ver con la manera en que en
algún momento de su vida esos jóvenes son influidos por valores de clase media y
por valores subculturales) y la frustración que produce la marginación, eran los
elementos que explicaban la existencia de las subculturas.
La frustración, a su vez, es –justamente- producto de una contradicción en la
escala de valores de los jóvenes de clase baja, que participan en buena medida de
ambos sistemas de creencias. Porque aunque pertenezcan a sectores sumergidos,
sus propios padres son inducidos a participar del estilo de vida y los patrones de la
clase media, contradicción que acentúan el sistema educativo y los medios de
comunicación. Pero, al intentar asomarse a esos valores, el joven de clase baja
experimenta una sensación de debilitamiento de su autoestima porque no les han
sido proporcionados los instrumentos de socialización para competir con éxito con
los hijos de las familias de clase media.
Esta identificación con los valores de su clase, conviviendo dificultosamente
con las presiones de los valores de clase media, lleva a esa ambivalencia y a esa
frustración (conflicto) que el joven de condición marginada resuelve con el recurso
a tres alternativas: a) el “college boy”, o joven que se adapta a los valores de clase
media asumiendo los mismos a pesar de las desventajas objetivas en las que se
encuentra. b) el “corner boy”, que representa la respuesta mayoritaria, ubicua,
acomodaticia, probablemente más ambivalente, y radica en no romper con la
sociedad oficial sino pactar con ella o adaptarse a sus modelos. Y c) el “delinquent
boy”, que resuelve su frustración enfrentándose abiertamente a los valores
convencionales a partir de una conducta para aquellos “desviada”.
En materia político criminal, la existencia de grupos sociales que no participan
de la escala de valores convencionales supone una puesta en crisis del ideal
socializador inclusivo. El joven no va a socializarse porque ha elegido vivir al margen
de los patrones culturales de la clase media y la delincuencia violenta es su forma
de vida habitual, en la que se socializa él y su grupo de referencia.
Esto supone, para responder a la “conservación del orden” con las lógicas
que manejaba la sociología funcionalista conservadora, apelar lisa y llanamente a
estrategias estatales preventivas, disuasivas o conjurativas. Dicho en otros
términos, diseñar y poner en práctica una estrategia policial.
Para ello, la prevención situacional (mayor vigilancia policial) debe
intensificarse, incluso apelando a la disuasión como paso previo a la conjuración de
los delitos que eventualmente cometan estos grupos.
 A fin de salvar la contradicción el joven de clase obrera adopta una de
estas tres respuestas:
 El conformismo: a pesar de su inferioridad de condiciones, procura
competir con los jóvenes de clase media aceptando sus valores y el
reto que supone su situación de desventaja.
 La acomodación: otros jóvenes, la mayoría, optan por renunciar a la
lucha, aceptan el estado de cosas, pero amortiguan su frustración
uniéndose a jóvenes de similares características y aprovechando las
oportunidades que puedan extraer de su situación sin meterse en líos.
 La delincuencia: finalmente existe un grupo que decide no aceptar ni
pactar, directamente se enfrenta a las ambigüedades culturales
adoptando pautas alternativas de acción y un marco de referencia
distinto, que viene dado por otros jóvenes como él que, al enfrentarse
al statu quo, generan una subcultura con rasgos de contracultura. En
este sentido, la delincuencia juvenil supone una forma de protesta
contra la cultura de la clase media.
Según Cohen, la subcultura se caracteriza por varias notas:
 Es gratuita (no lucrativa)
 Maliciosa destructiva
 No utilitaria

Teoría de la “Oportunidad Diferencial” de Richard A.Clowar4d y Lloyd


E.Ohlin
R. Cloward y L. Ohlin explican en 1960, en su libro “Delincuencia y
oportunidad: Una Teoría de las Bandas” (Delinquency and Opportunity: A Theory of
delincuent Gangs) la sociedad como resultado de la coexistencia de subculturas
independientes que se generan como consecuencia de la disociación entre metas
y fines. Entienden que el origen de la subcultura desviada está en la frustración que
sienten los jóvenes de clase baja al intentar lograr, sin éxito, el nivel económico y el
status social de otros grupos sociales. Se trata, por tanto, de subculturas que no
asumen el fracaso, sino que buscan alcanzar los objetivos que la sociedad
establece como metas a alcanzar mediante mecanismos menos ortodoxos, es decir,
mediante acciones delictivas. En definitiva, éstos autores definen la subcultura
delictiva como aquella en la cual resultan indispensables para el desempeño de
roles dominantes, ciertas formas de actividad delictiva.
Basados en el modelo desarrollado por Robert Merton, los sociólogos
norteamericanos Richard Cloward y Lloyd Ohlin (1966) llevaron a cabo algunos
estudios sobre la delincuencia juvenil. Cloward y Ohlin sostenían que las formas de
conductas criminales pueden producirse no sólo por la falta de mecanismos
culturalmente aprobados para alcanzar el éxito, sino que también de la
disponibilidad de una serie de medios no convencionales para lograr el mismo
objetivo. Jóvenes provenientes de clases sociales acomodados, sin lugar a dudas,
presentan una mayor disposición para lograr niveles de éxito social y material más
altos por medio del ajuste a las formas socialmente aprobadas. Por el contrario,
aquellos jóvenes que carecen de las mismas oportunidades y están expuestos
únicamente a medios considerados ilegales no deberían extrañar a nadie que se
éstos se valgan de ellos para alcanzar las mismas metas. En este sentido, el trabajo
de Cloward y Ohlin intenta explicar la delincuencia en términos de la existencia de
una relativa estructura de oportunidades disponible para las diferentes categorías
sociales de gente joven.
Respecto, y para una mejor comprensión de la teoría que a continuación se
explicará, de los términos “desviación”, “delincuencia” y “delincuencia subcultural”,
son varios los significados que se les da, nacidos en la literatura teórica. Es por ello
por lo que Cloward y Ohlin aportan su propio significado de esta terminología.
Hecho delictivo
Un acto delictivo está incluido en una categoría especial de los actos
desviados. Toda desviación implica la violación de normas sociales que regulan el
comportamiento de los participantes en el sistema social. Es esta transacción del
comportamiento en la que el sujeto viola las reglas que definen las víctimas por las
expectativas del sistema social legítimo. La principal esencia del acto desviado es,
en otras palabas, que no es coherente con el comportamiento que la víctima ha sido
llevada a esperar de los demás sobre la base de la posición social que ocupa. El
desviado no acata las normas aceptadas del juego en el que la víctima está jugando.
En efecto, este acto cambia la legalidad y la autoridad de estas normas. Representa
un alejamiento del sistema de normas a las que la víctima ha dado su
consentimiento y confianza.
Los actos delincuenciales son distinguidos desde una amplia clase de
comportamientos desviados por el hecho de que los funcionarios adscritos a la
administración de la justicia penal correspondiente seleccionan, de entre muchos
actos desviados, a partir de las conductas proscritas por las normas de la sociedad
aprobadas. Estos actos adquieren su carácter irregular por ser violaciones de las
normas sociales. Adquieren su carácter específicamente delincuencial al ser
tratados normalmente como violaciones de las normas oficiales que representan el
sistema oficial.
Las normas del sistema regulan la interacción de los participantes de las
relaciones sociales las cuales representan las inversiones de gran importancia a los
grupos de poder dominantes en la sociedad. No se hace un gran daño al interés
básico de estos grupos de manifestaciones de “modales prohibidos”, tales como el
uso de malas palabras en público, negarse a recibir a un invitado, o mantener una
conversación ruidosa durante una actuación musical.

Para el control social de tal conducta desviada, diversos tipos de sanciones


informales, como la burla, la crítica o el desprecio, se producen con cierta
habitualidad. Es una cuestión diferente, sin embargo, si un acto interfiere con el
logro del bien común según la definición de los grupos de interés que controlan en
una sociedad. Por ejemplo, las reglas que protegen a las personas, la reputación,
la propiedad y el acuerdo contractual regulan los intereses de los individuos y grupos
que se consideran importantes para el mantenimiento y la estabilidad del orden
social existente. Una violación de estas reglas no sólo amenaza a un individuo o
grupo en particular, sino que, además, es visto como un desafío a la legitimidad de
las instituciones básicas de la sociedad. Un acto delictivo, a diferencia de otras
violaciones de las normas sociales, constituyen un hecho o una amenaza potencial
para la legitimidad y la seguridad de estas instituciones fundamentales en el juicio
de los funcionarios que representan a las agencias de la justicia penal. El acto
delincuencial, a continuación, se define por dos elementos esenciales: por un lado,
es una conducta que viola las normas básicas de la sociedad, y, (por otro lado)
cuando se conoce oficialmente, evoca un juicio por los agentes de la justicia penal
de que tales normas han sido violadas.

Definición “oficial” de delincuencia


Muchos intentos se han hecho para definir la actividad delictiva,
independientemente de la respuesta oficial a la misma. Algunos investigadores,
sensibles a la posibilidad de encontrar “sesgo de clase” en la aplicación de la ley,
son reacios a tratar a las estadísticas oficiales como representante de la distribución
real de la conducta delictiva en toda la estructura de clases sociales. Además, es
bien conocido que se detecta sólo una pequeña fracción de los delitos, incluso si no
hay sesgo de clase opera en procedimientos de delincuencia, las estadísticas
oficiales seguirían sin revelar el alcance de la conducta delictiva en nuestra
sociedad. Por último, los investigadores interesados en el estudio de las tendencias
en el comportamiento delictivo se enfrentan con el problema de determinar si una
determinada tendencia refleja un cambio en las políticas oficiales o en las tasas
reales de la conducta delictiva. Por estas razones, muchos investigadores han
tendido a evitar el uso de las estadísticas oficiales y han tratado de desarrollar otros
caminos para estudiar la distribución de la conducta delictiva.
Hasta la fecha en la que fue publicado este libro, tales esfuerzos habían
fracasado invariablemente, dado que los actos delictivos se distinguen de otros
actos desviados por el hecho mismo de que tengan , o puedan dar lugar , en el inicio
de los procedimientos oficiales por parte de agentes de la justicia penal . Las normas
impugnadas por actos de delincuencia están respaldadas por las sanciones
oficiales. Para definir la delincuencia, hay que descubrir los criterios que controlan
las decisiones de invocar o retener estas sanciones oficiales.
Cloward y Ohlin hablan del fundamento de la oportunidad diferencial como la
diferencia de oportunidades que existe entre los diversos medios ecológicos
urbanos. Respecto a cómo surge esta subcultura desviada, el principio básico es la
frustración de los jóvenes adolescentes de clase baja al no poder conseguir el status
económico, anhelado según las pautas de la cultura dominante. Semejante
situación deriva de la ausencia de oportunidades legítimas de éxito en las áreas que
habitan. En un determinado momento, éstos vislumbran que el fracaso de que son
víctimas no se debe tanto a sus fallas personales, cuanto al modo concreto en que
está organizada la sociedad, y entonces se unen a otros adolescentes con
problemas similares y construyen la subcultura propia. En ésta reciben respaldo,
superan los sentimientos de deshonra, los temores y remordimientos, a la vez que
logran éxito personal y aprobación conforme a pautas distintas a las oficiales.
El nacimiento de las subculturas estriba en la oportunidad diferencia, ya
mencionada, de los distintos ambientes sociales o barrios en que se desenvuelve el
adolescente. Al respecto hay que tener en cuenta los tipos, cantidad y calidad de
medios tanto legítimos como ilegítimos a que realmente puede acceder el joven
para lograr los objetivos culturalmente inducidos. La oportunidad diferencial
depende, a su vez, del grado de organización y estabilidad del vecindario.
Tipología de las subculturas.
Subcultura criminal
El factor determinante específico de la subcultura criminal es un vecindario
que aloja en su zona un mundo criminal adulto. Este último comprende dos
elementos importantes. Primero, una organización piramidal por edades, donde los
mayores dirigen, controlan, enseñan y entrenan a los menores. En segundo lugar,
conexión y connivencia del mundo criminal con el mundo convencional o
supuestamente conformista.
El tipo de desviación social predominante tiene que ver con una motivación
de tipo utilitario, es decir, el lucro que permite alcanzar los símbolos de status
socialmente prescritos. Ejemplos de ilícitos de esta índole son el hurto, el robo, el
secuestro, etc.
El modus operandi es racional. La banda se organiza en muchos aspectos
como si fuera una empresa. Dispone de una dirección, control y apoyo económico,
técnico, jurídico y emocional.
Subcultura conflictiva
El factor determinante específico de la subcultura conflictiva es un barrio
inestable e inestructurado y, por lo tanto, incapaz de ejercer un control social
efectivo sobre sus habitantes. Esto se debe en gran parte a la elevada movilidad de
los vecinos. En consecuencia, carece, por un lado, de un mundo criminal adulto, sin
el cual los adolescentes no pueden acceder a los medios u oportunidades
ilegítimas.Por otro lado, tampoco cuenta con un vecindario inestable pero que cuyo
mundo convencional adulto sea organizado, elúnico capaz de surtir al joven con
oportunidades legítimas para su proyecto de vida.
En síntesis, los adolescentes se hallan huérfanos de apoyo comunitario y se
tienen que arreglar solos. Por eso crean la subcultura del conflicto con el fin de que
los contenga, motive, apoye y dignifique según patrones propios y peculiares. Por
consiguiente, esta subcultura es propia de barrios pobres y desorganizados, con
alta movilidad social y geográfica, cuyos habitantes viven en condiciones de
precariedad. Los valores desviados no están integrados con la sociedad del crimen
organizado. La criminalidad tiene un marcado carácter individualista. Todo ello
incrementa el desencanto y la frustración dado que viven en áreas donde el triunfo
no puede lograrse de forma convencional, ni se poseen modelos adultos para
lograrlo de forma lícita. La única forma de conseguir cierto estatus social es
mediante la violencia, manteniendo un conflicto permanente.
El tipo de desviación social predominante consiste en conductas de índole
rebelde, violenta y vandálica. Estas responden a una motivación fundada en una
profunda frustración ante la desatención comunitaria, que los lleva a protestar
simbólicamente mediante actos negativos y violentos.
Debido a que los jóvenes atrapados en las subculturas conflictivas a menudo
ponen en peligro sus propias vidas y las vidas de otros y causan considerables
daños materiales, la forma de conflictos de la delincuencia es una fuente de gran
preocupación pública. Su prevalencia, por lo tanto, es probablemente exagerada.
No hay evidencia que sugiera que la subcultura conflictiva está más extendida que
en las otras subculturas, pero la naturaleza de sus actividades hace que sea más
visible y así atrae la atención del público. Como consecuencia de ello, muchas
personas erróneamente equiparan la delincuencia con la conducta delictiva.
Subcultura abstencionista o retraída
El factor determinante específico de esta subcultura es un barrio de clase
baja (slum), dotado, por lo menos, de algunas oportunidades para la actividad tanto
criminal como conformista. En este ambiente el menor prueba ambos caminos, pero
fracasa una y otra vez. Lo que conlleva finalmente a un estado de frustración.
El tipo de desviación social preponderante tiene como motivación dicho doble
fracaso ante el bloqueo de la vía que conduce a las actividades legítimas y también
a lasilegitimas. Estos adolescentes se dedican, por caso, al uso de drogas, alcohol,
y otras conductas de evasión antisocial.
El modus operandi se basa en la participaciónsubcultura en actividades de
huida de la realidad, que sumergen al menor en el mundo fantasmagórico de la
evasión antisocial.
Cabe advertir que las subculturas delincuentes, concebidas desde la
perspectiva que aportan Cloward yOhlin, son tipos puros. En el mundo real de las
ciudades, las tres clases de subculturas se mezclan y yuxtaponen en distintas
formas y medidas, aunque casi siempre es posible detectar el predominio de una
sobre las otras dos.
Es preciso, además, considerar, en relación a todo el tema de las subculturas
delincuentes, el proceso de maduración del adolescente, quien avanza
gradualmente hacia formas de conducta adulta, sujeto a presiones sociales que lo
impulsan hacia la conformidad. Por eso, la mayor parte de los delincuentes juveniles
suelen convertirse en adultos convencionales, transcurrido cierto tiempo. Sin
embargo, una minoría adopta alguna forma de delincuencia adulta. Por ejemplo, los
más identificados y capaces de la subcultura criminal tienen una alta probabilidad
de hacer carrera en el crimen adulto organizado, mientras que el resto de los que
no logran adaptarse a un rol adulto convencional, es muy posible que adhieran a
alguna modalidad de conducta retraída[i][ii].
Por otro lado, respecto a las condiciones sociales específicas que
contribuyen a la aparición de las diferentes subculturas delincuentes, Cloward
yOhlin atienden a la integración de los diferentes niveles de edad de los
delincuentes, y la integración de los portadores de los valores convencionales y
desviados, ya que las respuestas delincuenciales varían de un barrio a otro según
la articulación de estas estructuras en el barrio.
La subcultura delictiva, como el conflicto y las adaptaciones retraídas,
requieren un entorno especializado para prosperar. Entre los apoyos ambientales
de un estilo de vida criminal podemos observar las integraciones de los delincuentes
en diversos niveles de edad y una estrecha integración de los portadores de los
valores convencionales y los ilegítimos.
Tal y como citan Cloward y Ohlin en su libro Delincuencia y oportunidad: “En
ninguna parte de la literatura criminológica está el concepto de integración entre los
diferentes niveles de edad del infractor más explícito que en los debates sobre el
aprendizaje criminal. La mayoría de criminólogos están de acuerdo en que el
comportamiento criminal presupone conjuntos estampados de las relaciones a
través del cual los valores y las habilidades requeridas son comunicadas o
transmitidas desde un nivel de edad a otro”.
En cuanto a los modelos criminales a imitar, la clase baja no está exenta de
sus propios modelos de éxito ilegítimos distintivos e indígenas. Muchas cuentas en
la literatura sugieren que los adultos de la clase baja que han alcanzado el éxito por
medios ilegítimos no sólo son altamente visibles para los jóvenes de los barrios
pobres, sino que además, a menudo están dispuestos a establecer relaciones
íntimas con estos jóvenes.
En resumen, la subcultura criminal es probable que se produzcan en un barrio
caracterizado por estrechos lazos entre los diferentes niveles de edad de los
delincuentes, y entre los elementos criminales y convencionales. Como
consecuencia de estas relaciones de integración, una nueva estructura de
oportunidades surge y proporciona vías alternativas para el éxito de las metas. De
ahí que las presiones generadas por las restricciones al acceso legítimo del éxito
de las metas se drenan.
Cloward y Ohlin aceptaron también la hipótesis de Merton de que la tensión
conduce a la desviación y a la delincuencia, como resultado de la situación de
anomia. Incorporaron también algunas de las sugerencias de Cohen sobre los
factores que propician la aparición de las subculturas juveniles y, como novedad,
añadieron un nuevo elemento teórico: la noción de estructuras de oportunidad
ilegítima. En este concepto propusieron que las bandas juveniles surgirían en
contextos en los cuales las oportunidades legítimas de conseguir los objetivos
sociales típicos (tales como el dinero, bienestar o estatus) son escasas. De ahí que
en aquellos barrios en los que la delincuencia profesionalizada se encuentra
organizada, los miembros de las bandas juveniles acabarán enrolándose en los
estamentos delincuenciales adultos, y perpetuando de este modo sus carreras
delictivas. En cambio, si no existen organizaciones delictivas adultas, la subcultura
de la banda adoptará formas divergentes más blandas, y se manifestará en forma
de conductas vandálicas o de peleas entre bandas. Finalmente, quienes, en tales
contextos sociales, no se ubiquen ni en el orden social establecido ni en la
subcultura delincuencial de la banda, acabarán, según Cloward y Ohlin, como
sujetos refugiados en actividades marginales tales como el consumo de drogas.
Crítica a las teorías.
Una de las principales críticas las demás teorías subculturales, ya que
ninguna se plantea el problema de las relaciones sociales y económicas sobre las
cuales fundan la ley y los mecanismos de estimación criminal.
La teoría de las subculturas, en cambio su análisis en el nivel
sociopsicológico de los aprendizajes específicos y de reacciones del grupo, y las
llega solo a indicar, de modo por demás vago, la superficie fenoménica de los
procesos de distribución como momento económico correlativo de los mecanismos
de la socialización que ella pone en evidencia.
Esta teoría permanece, pues, estancada en un registro solo descriptivo de
las condiciones económicas de las subculturas, el cual no se une ni a una teoría
explicativa ni a un interés político alternativo frente a estas condiciones.
Con el problema de la criminalidad juvenil, toda acción es el resultado de
continuos esfuerzos para solucionar el problema de adaptación social, falta de
reconocimiento por el grupo de referencia cultural dominante. La clase media vs la
clase baja, en ella se rigen las mismas valoraciones y normas. Ambas llegan a tener
los mismos objetivos y reglas.
Cloward y Ohlin también fueron cuestionados, su fuerte en la teoría fue el
componente de la clase. Se habla de que las estadísticas de esta teoría no fueron
verificadas, por lo tanto, no pueden generalizarse. Las teorías de estos solo
permiten explicar examinando las bandas juveniles organizadas y estructuradas
sobre la delincuencia.
Al igual que Cohen, entienden que el origen de la subcultura desviada está
en la frustración que sienten los jóvenes de clase baja al intentar, sin éxito, lograr el
nivel económico y el estatus social de otros grupos sociales.
Conclusión.
Para que el joven rompa con las normas sociales establecidas, se vale de la
neutralización considerada la base principal de los delincuentes juveniles que
forman parte de una subcultura; estos superan el conflicto normativo existente entre
el acuerdo, con pautas de conducta desviadas de la norma.
También se concluyó que la delincuencia alcanza su nivel máximo entre los
14 y los 20 años de edad, porque los jóvenes (especialmente aquellos de clase baja
que abandonaron la escuela) tienen fuertes deseos de excitación, cosas materiales,
y estatus entre sus iguales, pocas posibilidades de satisfacer estos deseos
legalmente, y poco que perder. Por el contrario después de los 20 años, los deseos
se atenúan o se vuelven más realista, al más posibilidades de adquirir esas metas
más limitadas legalmente y los costos de la delincuencia son mayores.
Luego del estudio de todo este compendio teórico, se puede observar el
como todos y cada uno de estos autores, desde los inicios del siglo pasado han
venido tratando de interpretar el porqué de la delincuencia.
Observamos también que estas teorías, se abocaron al problema de la
delincuencia desde varios ángulos, como por ejemplo los factores sociales,
educativos, familiares y culturales, entre otros. Pero llegando a las mismas
conclusiones (basadas en la población y muestra específica para cada uno de ellos),
propias de las naturalezas teóricas en sus estudios.
Desde el punto de vista criminológico, son una herramienta vital a la hora de
referenciar u obtener los basamentos teóricos necesarios para llevar a cabo
cualquier estudio o investigación en esta área, permitiendo así la comprensión de
todos y cada uno de los posibles escenarios que se puedan presentar, basados en
rangos de edades, con textos socioeconómicos determinados y hasta de factores
geográficos.
Particularmente, el estudio de todas estas teorías en su conjunto permitirá
solventar cualquier vacío hipotético, dejado por el uso o aplicación de una sola
teoría.

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