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“Esto nos lleva a la cuestión de la utilidad de la educación histórica (…). Hay distintas
respuestas a esta interrogante, pero una idea que creemos fundamental deriva del
concepto de conciencia histórica. Para Jörn Rüsen, le conciencia histórica es “la suma de
las operaciones mentales con las cuales los hombres interpretan la experiencia de
evolución temporal de su mundo y de sí mismos, de forma tal que puedan orientar,
intencionalmente su vida práctica en el tiempo” (…). Ella es una combinación compleja que
contiene la aprehensión del pasado regulada por la necesidad de entender el presente y
presumir el futuro.” p. 75 -76.
Una de las grandes interrogantes para los docentes y los futuros docentes de
historia es esta problemática, el para qué sirve la Historia. El autor refiere a Rüsen para
explicarlo en mayor profundidad. Enseñar Historia ayuda a los y las estudiantes a
comprender mejor su contexto y conjeturar acerca del futuro; generando una relación
Luciana Bauzá Campodónico | Instituto de Profesores Artigas| Didáctica II – 3ºAc
entre el sujeto y el entorno, es en este punto que nosotros y nosotras como futuros/as
docentes debemos interpretar nuestra función y la influencia que tiene la Historia dentro
del aula. En relación con esto creo que es conveniente citar lo siguiente:
“La escuela secundaria debía enseñar a “pensar históricamente” lo que “consiste en
acostumbrar a leer el revés de la trama”. (…) Y llegar a comprender que los episodios
espectaculares de la historia no pueden comprenderse sin entroncarlos en lentos y oscuros
procesos subterráneos que se refieren a la vida de las sociedades, a su organización
económica y a su creación cultural (…).” P. 78
Hay ejes que no podemos dejar de lado:
“Considerar la complejidad del tiempo histórico es importante para la enseñanza.
(…) Como advierte J. Valdeón, no hay historia sin cronología: “La ‘dimensión temporal’, la
‘fecha’ y por último la ‘secuencia’ son los conceptos que el maestro maneja cuando habla
de historia. Hace tiempo se definió ésta como ‘la evolución en el tiempo de las sociedades
humanas’”.” P. 88
La temporalidad es un eje constitutivo de nuestra disciplina, que facilita la
comprensión de los fenómenos así como nuestra labor docente. La organización
temporal de los contenidos es clave para que los y las estudiantes comprendan los
procesos de forma secuenciada donde destacarán fechas dentro de esos procesos, como
puntos de inflexión.
“El tiempo es lo que marca los movimientos, la dinámica de las sociedades. Nosotros
nos damos cuenta de que hay cosas muy diferentes entre nuestro presente y el pasado
(…). A estas rupturas entre lo que ocurría en otros tiempos y lo que sucede hoy, los
historiadores las llamas discontinuidades. Pero también entre el pasado y el presente
existen puntos en común, continuidades; de las que muchas veces es más difícil darse
cuenta.” P.90
Y por tanto es importante centrarnos en encontrar y hacer notar en el aula esas
continuidades que nos permiten remarcar la dimensión humana que contiene la
Historia, que muchas veces dejamos de lado al seguir esquemas de corte más
analítico/estructuralista. Es importante generar empatía, y para ello enmarcar los
diferentes procesos desde una perspectiva más humana; ahí es donde radica la clave de
introducir estas continuidades en la clase de historia. Así como también es interesante
– y necesario - operar con estas continuidades en comparación con las rupturas, para
generar un acercamiento por un lado y un distanciamiento por otro lado, esta dicotomía
de corte complejo nos permite ampliar las dimensiones de nuestra disciplina y de
nuestra clase de Historia. Es en este marco que, el autor, introduce la necesidad de
incluir la microhistoria como un dimensión más de análisis, siguiendo la línea de
Guinzburg plantea que es “(…) necesaria la creación de un aparato que combinara las
propiedades de un microscopio con las de una telescopio.” P. 93-94