Aunque un hombre ya esté quebrado, aunque un pueblo se sienta como
candil que se va apagando, aun cuando nos sintamos con un sentimiento
profundo de frustración por nuestros pecados, por los pecados de las clases sociales, por los abusos de la política; un pueblo que se ha hecho digno de su nombre, un pueblo que no merece ya la misericordia de Dios, dice hoy la profecía que nos llena de esperanza: "Él no acabará de quebrar esa caña que ya se está acabando de quebrar. Él no acabará de apagar esa mechita que todavía echa señales de fuego". En el Salvador todavía hay capacidad de rehacernos. Todavía puede encenderse la lámpara de nuestra fe y de nuestra esperanza. Y está aquí nuestra esperanza: ¡El siervo de Yahvé, Cristo, Divino Ciro que viene a liberarnos de toda clase de esclavitud, Él es nuestra esperanza! Mons Romero Homilía del 14/01/79