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Clase Nº 2
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Curso de Posgrado “Desarrollos en torno a la dirección de la cura en psicoanálisis”
Prof.: Dr. Alfredo Eidelsztein
Clase Nº 2 - 14 de Mayo de 2004
b) habrá que ver, respecto de los términos del conflicto –conflicto psíquico en
el sentido de Freud- que son al menos dos, cuál es contrario al deseo y
cuál está a favor del deseo; y trabajar en análisis exclusivamente las
condiciones y propiedades de los términos del conflicto que van contra el
deseo. No importa si el paciente, en los dos últimos años, solamente tuvo
la dificultad en dos ocasiones. Si un paciente dijera: “No, pero en general
no me pasa. Bueno, a veces sí, pero, qué sé yo, son muy pocas veces en
las que me pasa”. Considero que la posición analítica debería ser: “Muy
bien, hablemos de esa vez que sí le pasó”. Otro ejemplo: “En general
duermo bien, pero tuve una pesadilla”, entonces habrá que proponer hablar
de la pesadilla, aunque duerma bien todas las noches.
Nosotros vamos hacia aquello que es conflictivo pero, a su vez, asumiendo una
posición: hacemos un cálculo, una apuesta y eso no implica neutralidad, más bien lo
contrario. Si el paciente dijera: “¿Voy o no voy a Europa a tomar la beca? ¿Qué
hago? ¿Dejo la ferretería de papá, pobre, con todo el esfuerzo que hizo para
tenerla, yo soy el único hijo…? ¿Tengo que aceptar la beca para estudiar violoncelo
que acabo de ganar, o no?”. La neutralidad analítica, en términos de Freud, quiere
decir no elegir en función de los ideales propios. Lo que no quiere decir que, para el
análisis, sea lo mismo cualquiera de las dos soluciones: porque una es favorable al
deseo y la otra no, en términos genéricos. Podría ser necesario, si la cosa no
resultara, trabajar un poco más, porque quizás estén mal escritos los términos del
conflicto y podría no ser ese el verdaderamente el conflicto. El asunto podría pasar
por si la novia lo va a acompañar o no, ya que él no se iría a Europa sin la novia,
pero la novia es la que no puede ir. Entonces ya no sería la ferretería del padre sino
la novia. La novia no quiere dejar a su madre, entonces, él pensó en su propio
padre. Pero de los términos del conflicto habrá que elegir cuál es el que está a favor
del deseo y cuál es contrario al deseo. Les anticipo estas cuestiones porque vamos
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a meternos con Freud y tal vez alguno de ustedes levante la mano y diga: “No, pero
en general está todo bien. Por una vez que no pudo...”. Por eso les propongo que
trabajemos analíticamente: vamos a trabajar esa vez, la vez que no pudo.
Comenzaremos nuestro trabajo de hoy sobre el concepto de demanda. Hay algo
que está absolutamente oculto en lo que es la transmisión oficial del psicoanálisis y
es que los análisis comienzan por la demanda. No se habla de demanda, no se dice
que se comienza por la demanda. Y sugiero comenzar por allí, además, porque el
concepto de demanda –no el de deseo ni el de goce- es lo que Lacan aporta como
solución a los principales problemas que plantea la enseñanza de Freud.
Les propongo considerar lo mismo que hago en la lectura de Lacan: hablar, casi
siempre, en términos afirmativos, porque es mi estilo. Tiendo a decir “las cosas son
así” y eso significa -lo dejo aclarado de ahora en adelante- que las cosas son así
hoy y para mí. No sé cómo son las cosas en general. No sé si el inconsciente es
una bolsa o una máquina de escribir, no tengo la menor idea. Considero que
conviene pensar que es como una máquina de escribir -y no como una bolsa-
porque la metáfora de la máquina de escribir resuelve muchos problemas pero la de
la bolsa introduce otros tantos. No sé cómo es el inconsciente, no sé siquiera si
existe. Tampoco se me ocurre de qué forma investigar si existe algo parecido a lo
que Freud se le ocurrió decir que era el inconsciente. Pero me da la impresión de
que vale la pena conservar, en nuestra cultura, la oferta psicoanalítica a la sociedad,
eso sí. La oferta psicoanalítica a la sociedad implica cierta operatoria sobre el decir,
que se podría llamar el inconsciente o lo Otro del decir. Considero muy oportuno
incluir en el sufrimiento humano una operatoria que sea el encuentro con un
analista, para que la persona encuentre, en el diálogo con el analista, eso Otro que
su decir implica y que puede ser útil para operar con el sufrimiento. Pero vean que,
en todo eso, no hay concepto psicoanalítico. Se progresa mucho en la concepción
de las cosas si se trata de establecer algunas cuestiones conceptuales, pero no se
tiene garantía alguna. Si ustedes creen que la eficacia analítica tiene alguna
garantía, tienen que estar advertidos de que hay muchas otras prácticas ridículas
-como la magia, el curanderismo, la brujería- que tienen muchísima efectividad y me
dirán si esa efectividad es o no la misma que la psicoanalítica. ¿Cuál es la eficacia
psicoanalítica? Se nos puede producir perfectamente un bucle a nivel de las
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palabras donde uno cree que progresa en algo pero, en general, no progresa en
nada.
Voy a proponerles algo así como un mapa y un recorrido, que tendrán que ver
con cómo entiendo que conviene posicionarse, discursivamente, sobre algunos
problemas vinculados al sufrimiento humano. Lo voy a decir, casi siempre, de
manera afirmativa, queriendo con eso dar cuenta de hasta dónde puedo llegar a
decir estas cosas hoy. Entiendan que no estoy imponiendo nada, no les estoy
diciendo siquiera que lo tengan en cuenta: eso dependerá de ustedes.
Todo análisis comienza sólo si se opera sobre la demanda y no sobre el goce, el
síntoma o el deseo. El gran aporte de Lacan es el concepto de demanda. Es claro
que el concepto de demanda tiene la virtud, en la obra de Lacan, de estar apoyado
en una elaboración bastante conflictiva, bastante problemática, pero muy
desarrollada respecto a la materialidad de la demanda, la sustancialidad o, si
hablásemos entre colchoneros, diríamos respecto de la estopa. ¿Con qué está
hecha la demanda? Es el concepto de cadena significante. La virtud del aporte del
concepto de demanda es que, a partir de la misma, vamos a poder hacer un trabajo
muy interesante de sustitución de la materialidad, la sustancia, la estopa de aquello
de lo que hablamos.
Como les había propuesto en la reunión pasada, trabajaremos con ‘La formación
de los analistas futuros’ que es el último punto del escrito “La cosa freudiana”.
Comenzaremos por el último párrafo del punto anterior, que se llama ‘La deuda
simbólica’. ¿Qué significa la expresión “deuda simbólica”? La palabra “deuda” debe
hacerles un poco de ruido, ya que es una de esas palabras lacanianas que nunca
se sabe por dónde empiezan ni por dónde terminan. La deuda simbólica (en francés
dett, en el diccionario dice: devoir, deber) quiere decir, entonces, lo que uno debe
por causa de lo simbólico. Por ejemplo, uno podría decir: “Debo descansar”, “Debo
comer”, “Debo tener una mejor vida sexual” o “Debo tener una mejor calidad de
vida”. Respecto de ese “debo” hay muchas formas de concebirlo, al menos tres:
imaginariamente, simbólicamente o realmente. Lacan introdujo un tema -y si lo
introdujo es porque hacía falta- y es que hay un deber que es simbólico: ese “debo
comer” es simbólico. El último párrafo, que pertenece al punto que se titula ‘La
deuda simbólica’ dice así:
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Adaequatio rei et intellectus: el enigma homonímico que podemos hacer brotar del
genitivo rei, que sin cambiar siquiera de acento puede ser el de la palabra reus, que
quiere decir parte de un proceso, y más particularmente el acusado, y metafóricamente
el que está en deuda por algo, nos sorprende dando finalmente su fórmula a la
adecuación singular cuya cuestión planteábamos para nuestro intelecto y que encuentra
su respuesta en la deuda simbólica...
Es tan sólo por ser sujeto de la palabra que tiene cierta dimensión de
responsabilidad a esa deuda simbólica. Ahora pasemos al punto siguiente, ‘La
formación de los analistas futuros’:
Por eso es a las estructuras del lenguaje, tan manifiestamente reconocibles en los
mecanismos primordialmente descubiertos del inconsciente, a las que regresamos para
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Lacan, J. (1992). La Cosa freudiana. En Escritos 1. Buenos Aires: Siglo XXI. p. 417.
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reanudar nuestro análisis de los modos bajo los cuales la palabra sabe recubrir la deuda
que engendra.2
Cuando dice “Por eso”, es por la deuda simbólica y por la posición que tiene
quien se ubica como responsable de la deuda simbólica, que es el sujeto de la
palabra. “Sujeto de la palabra” puede tener dos acepciones: la persona que habla o,
se puede tomar un texto y suponerle un sujeto a ese texto, que sería el sujeto de la
palabra. Podríamos tomar una piedra en el desierto, escrita en cualquier idioma,
inclusive hasta en jeroglíficos, leerla y decir: “¡Ah! Evidentemente se trataba de
alguien que quería tal cosa” y eso no tener absolutamente nada que ver con el
escriba, con quien la haya escrito. “Te solicito que por favor...” podría decir la piedra
encontrada en el desierto y eso no tendría nada que ver con la persona que la
escribió -recuerden que había sociedades donde era muy poca la gente que
escribía, escribir era un oficio, los reyes occidentales no supieron escribir hasta el
siglo XV o XVI- con lo cual, uno podría suponer ahí un sujeto. Podríamos suponer,
además, que ese sujeto dice una cosa pero quiere otra. ¿Podría ser que leyéramos
de ese modo? Y, nuevamente, eso no tendría nada que ver con el escriba, porque
ha habido alguien que se lo dictó. Habitualmente los escribas no escribían para sí,
escribían siempre para terceros.
De un texto se puede deducir un sujeto que no es necesariamente quien lo
escribió y menos que menos quien lo dijo. Lo más humano del vínculo de palabras
es que puedan contarnos algo. Los animales no pueden contar algo a otros, en el
sentido de, por ejemplo, que el animal A le cuente algo al animal B, el animal B tome
ese texto y, a su vez, se lo cuente al animal C. Eso es imposible, en cualquier nivel
animal. No ocurre ni siquiera con los delfines que hablan con actores
norteamericanos ni con los perros y caballos “terapeutas”. No sé si ustedes saben
que hay muchos tratamientos de niños autistas en los que los terapeutas son
delfines, perros, caballos. Podría admitirse que esos animales hablaran, pero lo
que no pueden hacer –de ningún modo- es contar, relatar.
2
Op. cit., p. 417 (p. 434 de la edición de Escritos en francés).
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A.E.: no, no, me refiero a que hablan. Por ejemplo, un perro puede decirle a otro
perro “huyamos”.
A.E.: si los ves huir, no. Veamos un ejemplo más sutil: la danza de la abeja. Una
abeja es capaz de decirle a otra a qué distancia y en qué dirección hay tal cantidad
de comida. Pero la abeja que recibe ese mensaje no se lo puede contar, transmitir,
a su vez, a una tercera abeja. Solamente la abeja que vio la comida puede volver y
contarle a otra dónde está esa comida, pero quien recibió el mensaje no lo puede
retransmitir. Hay animales que aprenden palabras, es cierto. Pero de todos los
animales que han podido aprender hasta 100 palabras –una mona, una gorila, etc.-
ninguno de ellos ha sido capaz de enseñarle ni una sola de esas palabras
aprendidas a sus crías. Y, en general, cuando fueron capaces de aprender las 100
palabras, ya no fueron más capaces de criar a sus crías.
Con lo cual, cuando hemos recibido un mensaje, nunca hay que perder de vista
que es un mensaje humano. Que sea un mensaje humano pone en tela de juicio al
autor. Es decir, podríamos tener una paciente que dijese: “No, porque a mí, lo que
menos me gusta es que no gane plata” y no consigue novio. Pero quizás quien dice
eso es su mamá. Lo que pasa es que en el decir, ella se olvidó, para sí misma, de
ponerle comillas a eso que dice. Entonces, ella lo dice, pero ese “a mí” es de la
madre. Eso es una propiedad del lenguaje y de la comunicación humana. Quiere
decir que, de cualquier mensaje que uno reciba, lo primero que hay que hacer es el
cálculo del sujeto que, al menos, significa quién lo dice y para qué. Ustedes lo
hacen siempre. Supongamos que el Ministro de Economía empieza un discurso en
cadena nacional diciendo: “Por el bienestar del pueblo...” y ahí uno ya sabe, con
sólo escuchar eso, que los precios van a aumentar. Y entonces uno se pregunta:
¿qué quiere decir con eso que dice? ¿Y en representación de quién lo dice? Cada
vez que uno recibe un mensaje, cada uno hace el cálculo del sujeto. El cálculo de
sujeto es: ¿quién es el verdadero emisor y para qué lo dice?
Retomo la cita de Lacan:
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Por eso es a las estructuras del lenguaje, tan manifiestamente reconocibles en los
mecanismos primordialmente descubiertos del inconsciente, a las que regresamos para
reanudar nuestro análisis de los modos bajo los cuales la palabra sabe recubrir la deuda
que engendra.3
Para poder trabajar cómo la palabra sabe recubrir la deuda que engendra, habría
que ver qué quiere decir ese “recubrir”: si quiere decir velar la deuda o si quiere
decir pagarla. Podrían ser ambas, ya que la palabra es capaz de recubrir, dice
Lacan, la deuda que ella engendra. Sería conveniente subrayar engendra. La
palabra causa la deuda. Lacan dice que para operar con eso hay que ir a las
estructuras del lenguaje.
3
Lacan, J. (1992). Op. cit., p. 417.
4
Ibíd.
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puede palpar con sólo hojear las páginas de su obra. Pero juzgó superfluo poner esa
condición a toda institución de una enseñanza del psicoanálisis .5
Que esa condición haya sido descuidada, y hasta en la selección de los analistas... 6
Comentario: a la IPA.
A.E.: exactamente. Para ser candidato a analista había que ser médico y no un
profundo conocedor de la historia del arte, la historia de las religiones, la mitología,
etc.
5
Ibíd.
6
Lacan, J. (1992). Op. cit., pp. 417-418.
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... es cosa que no podía ser extraña a los resultados que vemos, y que nos indica que
es articulando técnicamente sus exigencias como únicamente podremos satisfacerla.
De lo que debe tratarse es ahora es de una iniciación a los métodos del lingüista…
cosa que Freud nunca dijo. A la formación del analista, Lacan propone que habría
que agregar la iniciación en los métodos del lingüista, del historiador y del
matemático.
7
Ibíd.
8
Op. cit. p. 418.
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Esa reforma será una obra institucional, pues no puede sostenerse sino por una
comunicación constante con disciplinas que se definirían como ciencias de la
intersubjetividad, o también por el término de ciencias conjeturales, término con el cual
indico el orden de las investigaciones que están haciendo virar la implicación de las
ciencias humanas.9
Lacan plantea que hay que hacer virar las ciencias humanas hacia ciencias
conjeturales, porque lo humano tiende necesariamente a la pregunta de cómo es el
hombre y esa pregunta está directamente volcada sobre objetivaciones psico-
sociológicas: el hombre habitualmente vive en pareja, tiende a ser monogámico, se
casa a determinada edad, etc. “¿Tan joven y ya se casó?” Con lo cual, Lacan dice
que no se trata de objetivaciones sino de un cálculo de conjetura. ¿Cómo son los
cálculos de conjetura? El cálculo de conjetura es un cálculo matemático que
consiste la exhaustación de las hipótesis. Es la operatoria con la conjetura.
Disculpen lo largo de esta cita, pero considero muy importante que compartamos
estos argumentos para empezar a hablar más tranquilos después.
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qué aportar una solución nueva para hacer, no obstante, una buena enseñanza de
la matemática. ¿Por qué en psicoanálisis, en cambio, tiene que haber innovación?
Recuerden que habíamos dicho que la palabra era capaz de taponar la deuda que
engendraba.
A.E.: sí. Lo que nosotros estamos diciendo es que, como es la palabra la que cava
un deber en lo real, sólo la palabra es es capaz de cumplir con ese deber, porque es
un deber de palabra. Se podría decir: cumplir con la palabra. A veces eso significa
hacer un acto en lo real, otras veces no. Lo que Lacan dice es que cada vez que
uno se pone en relación a la deuda que la palabra genera, no hay que perder de
vista que el mismo gesto de ponerse en relación a esa deuda podría ya cancelarla.
Anoche discutíamos acerca de qué era lo más peligroso para un análisis que no
funcionaba. Algunos decían que lo más peligroso era que la intervención del
analista expulsara al paciente por fuera del dispositivo. Otros decíamos que era
mucho más peligroso continuar un falso análisis. Si un análisis no funciona, es
mejor que quede planteado que no anduvo y dejar el agujero abierto. Lo peor es
que se esté haciendo suponer que despareció la falta, que se haya propuesto un
análisis y que no haya habido análisis.
11
Ibíd.
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Lacan nos propone preguntarnos por qué educar, gobernar y psicoanalizar podría
llegar a ser imposible. Especialmente, por qué sería imposible psicoanalizar. Lo
sería, dice Lacan, si el sujeto quedara hilado al borde de la experiencia, es decir, si
quedara por fuera de la misma. Porque si el sujeto queda dentro del campo de la
experiencia analítica, introduce el problema de la verdad y éste está por encima del
problema del poder. ¿Se sigue la idea? Se trata de la verdad y de las relaciones
entre el poder y la verdad. Para pensarlo intuitivamente, sin psicoanálisis: ¿resulta
evidente que el poder y la verdad son fuerzas antagónicas? Sí. Por lo tanto, lo que
Lacan dice es que el psicoanálisis se inscribirá dentro de las tareas imposibles
(junto con gobernar y educar) y serían imposibles su transmisión y su práctica, si se
lo hace desde una posición de poder. Por ejemplo: si solamente pueden ser
analistas los médicos analizados por médicos, que están en la lista de didactas, que
son los únicos que tienen el poder de verificar si uno se ha analizado como analista.
Ahí se ve claramente un dispositivo de poder. No estoy en contra de los dispositivos
de poder, no estoy proponiendo ningún anarquismo. Se trata de que si hay análisis
verdadero, si hay verdadera transmisión del psicoanálisis, es porque se incluyó la
verdad. Si se incluye la verdad, se excluye el poder. Lacan dice que solamente
12
Ibíd.
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Ibíd.
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puede advenir esa dimensión de verdad si hay novedad. Si uno no recrea el texto
freudiano introduciendo la novedad, el peligro que se produce es que se lo puede
estar transmitiendo por el poder del prestigio de Freud.
A.E.: no, no con la falta sino con el tratamiento de la falta. La falta en nuestro
sistema cultural ocupa el lugar central desde mucho antes de la época de Freud. Ya
en el siglo XVIII, espiritualmente, Occidente se vio caracterizado por lo que se
designó, luego del Romanticismo, el nihilismo. Es decir, nosotros vivimos en una
sociedad en la cual para todos, obviamente, nada tiene ningún valor. La frase “Dios
ha muerto” quiere decir que ya no hay valores compartidos. De ahí la sensación de
falta, de falta de valores, el para qué, para qué hacer algo. “¿Vale la pena ser bueno
en este mundo?”, por ejemplo. ¿Cómo respondemos a eso? ¿Vale la pena ser
bueno? ¿Por qué la corrupción caracteriza a Occidente? Donde Occidente entra,
entra la corrupción. ¿Por qué hay tanta corrupción? Porque no hay valores y se han
sustituido los valores por el dinero. Hay desesperación por conseguir dinero. Pero
eso es anterior a Freud y ya fue diagnosticado por la filosofía y operado por la
religión. La religión se propone ella misma como la única solución a la falta de
valores en Occidente. Quizás haya otra operatoria para hacer con la falta.
En 1926, en Budapest, hicieron el primer juicio por usurpación de título a Theodor
Reik, por psicoanalizar sin ser médico. Le aplicaron una viejísima ley del siglo XVII
sobre curanderismo. Cualquier práctica curativa que no fuera hecha por médicos
estaba prohibida. Un juez, o alguien del tribunal, llamó a Freud, quien fue
convocado como testigo importante, especialista en el tema. Freud asumió una
posición muy firme en 1926 y luego en 1927 publicó “¿Pueden los legos ejercer el
análisis?”. Escuchen cómo empieza ese texto, es la Introducción que hace Freud:
14
Freud, S. (1993). ¿Pueden los legos ejercer el análisis? Diálogos con un juez imparcial. En Obras Completas.
T. XX. Buenos Aires: Amorrortu. p. 171.
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El título de este breve escrito no es comprensible sin más. Aclararé, pues: ‘legos’ = ‘no
médicos’, y la pregunta es si también a los no médicos debe permitírseles ejercer el
análisis. Esta pregunta tiene un condicionamiento tanto temporal como espacial.
Temporal, porque hasta ahora nadie se había preocupado por determinar quién ejerce el
psicoanálisis.16
Estamos en 1926, por lo tanto, ya hay primera tópica, segunda tópica, “Más allá
del principio del placer”, “El yo y el ello” y, sin embargo, Freud nunca se había
ocupado ni consideró un tema preocupante quién podía ejercer el psicoanálisis y
quién no. Freud mismo dice que hasta el ’26 a nadie se le había ocurrido tal
cuestión, ni siquiera a él mismo. Sin embargo, todo el tiempo los analistas estamos
preocupados respecto de quién puede analizar y quién no. A Freud no se le había
ocurrido, no era un problema para él. Y le viene un juicio a Theodor Reik, que era
uno de los más importantes teóricos del psicoanálisis del momento y es entonces
que Freud debe salir a la palestra.
15
La aparición del psicoanálisis en lengua castellana no es sólo un fenómeno porteño [de la ciudad de Buenos
Aires] sino algo muy importante de la historia, no se sabe bien por qué. (A.E.).
16
Freud, S. (1993). Op. cit. p. 171.
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Ibíd.
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... y ello con diversos fundamentos en cuya base se encontraba idéntica aversión. Por
tanto, la exigencia de que sólo los médicos analicen corresponde a una nueva actitud
frente al análisis, más amistosa en apariencia... si puede aventar la sospecha de que no
es sino un retoño algo modificado de la actitud anterior. Se admite que en ciertas
circunstancias se emprenda un tratamiento analítico; pero si tal se hace, sólo les
médicos estarán autorizados.18
Es una instancia del poder que se infiltra en el psicoanálisis. El poder dice quién
puede y, quienes pueden, son los médicos. Se ha infiltrado el problema del poder.
Esta introducción de Freud, que es muy breve, termina con el siguiente renglón:
Es exactamente lo que les propongo hacer. Cómo es posible, por ejemplo, que la
Asociación Psicoanalítica Argentina hasta 1990 haya exigido que sus candidatos
fueran médicos. Tanto la APA como la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires
(APdeBA), ambas sociedades psicoanalíticas muy prestigiosas e importantes, que
se caracterizaron por la Escuela Argentina de Psicoanálisis, que enseñó
psicoanálisis en todo el mundo en las décadas del ’50 y ’60, que tenían entre sus
miembros a Liberman, Pichón Riviere, Arminda Aberasturi, etc., que caracterizaron
al psicoanálisis mundial, etc.; habían trabajado hasta 1990 (pasados ya 10 años de
la muerte de Lacan) con la idea de que nadie podía practicar el psicoanálisis si no
era médico (idea que les resultaba obvia y evidente). Les propongo tomar la frase
freudiana: “El motivo de esta limitación es lo que debe indagarse”.
A.E.: ah no, pero entre los miembros fundadores no. Pichón Riviere era boxeador y
no estaba casado con ningún miembro fundador…
18
Ibíd.
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Ibíd.
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A.E.: era médico, sí, pero ¿entró por ser médico? ¿Practicó la medicina alguna
vez? ¿De qué vivía antes de ser psicoanalista? ¡Era boxeador!
Comentario: pero APdeBA ¿no era como la subsede de los que no eran médicos?
A.E.: no, para nada. Era una segregación de APA, pero seguían manteniendo la
exigencia de ser médicos. No sé si conocían esta historia, si no, lean “Función y
campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis”, conocido como el Discurso de
Roma. En realidad, están el escrito y el discurso, que son dos cosas distintas. Ahora
en los nuevos Escritos de Lacan ya están las dos versiones separadas. Se trata de
la primera conferencia que Lacan dio cuando se escindió la Sociedad Francesa de
Psicoanálisis en 1953. La escisión se produjo en el momento de establecer cómo se
formarían los analistas futuros, es decir, lo que en el mundo de la IPA se conocía
como el “Instituto”. Cada sociedad psicoanalítica de cada país tenía su Instituto, que
era la instancia formadora de los analistas. Cuando se fundó el Instituto, la
Sociedad Francesa de Psicoanálisis se dividió. Lacan y Sacha Nacht presentaron
propuestas para ver quién ganaba las elecciones de la propuesta del Instituto.
Recuerden que fue en el ’53, la Guerra había terminado hacía poco y Francia había
estado ocupada durante la Guerra, la Asociación no se reunió hasta un año
después de finalizada la misma; quiere decir que estaban empezando a reunirse
desde hacía cinco o seis años y ya se estaban peleando por cómo se formaban los
analistas. Lacan comienza “Función y campo...” -el escrito- utilizando como epígrafe
una cita del proyecto de Sacha Nacht para el Instituto. A “Función y campo...” se lo
llama “Discurso” porque tenía una función política en la Sociedad Psicoanalítica de
Lacan. Por eso el “Discurso de Roma” y no la conferencia, porque era un discurso
político, a partir del cual Lacan asume la posición para fundar la nueva sociedad.
Tiene una fuerte connotación política, interna a la Sociedad. Antes, cada uno de
ellos había presentado una normativa de cómo tenían que ser las condiciones de
ingreso en la formación, para producir analistas. Fíjense lo que proponía Sacha
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Si algún día se fundara una escuela superior psicoanalítica -cosa que hoy puede sonar
fantástica-, debería enseñarse en ella mucho de lo que también se aprende en la
facultad de medicina junto a la psicología de lo profundo, que siempre sería lo esencial
una introducción a la biología, los conocimientos de la vida sexual con la máxima
extensión posible, una familiarización con los cuadros clínicos de la psiquiatría. Pero,
por otro lado, la enseñanza analítica abarcaría disciplinas ajenas al médico y con las
que él no tiene trato en su actividad: historia de la cultura, mitología, psicología de la
religión y ciencia de la literatura. Sin una buena orientación en estos campos, el analista
20
Lacan, J. (1988). Función y campo de la palabra y del lenguaje en psicoanálisis. En Escritos 1. Buenos Aires:
Siglo XXI. p. 227.
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quedaría inerme frente a gran parte de su material. En cambio, de nada le servirá para
sus fines el grueso de lo que se enseña en la escuela de medicina. 21
Tal era el planteo freudiano en 1926. Sin embargo, treinta años más tarde, todos
los practicantes del psicoanálisis estaban convencidos de lo contrario: de que la
estopa era la neurobiología humana y que quienes podían acceder a operar sobre
ella eran los médicos.
Si, tal como indicó Freud, “el motivo de esta limitación es lo que debe indagarse”,
debemos preguntarnos acerca de qué sucedió y por qué. Les había propuesto que
trabajáramos como lo hacemos con nuestros pacientes. Esto implica asumir que la
respuesta nunca puede ser, por ejemplo, “Es un idiota”. Cuando el analista propone
algo –reiteradas veces- y el paciente no lo entiende; si se trata del consultorio
particular y el analista tiene paciencia, es capaz de preguntarse por su propia
resistencia, por la resistencia de él como analista. Pero en el hospital, en cambio, se
recurre directamente a decir que el paciente “no tiene tela”, “tiene pobreza
simbólica”, etc. Les propongo que no trabajemos con esa cláusula, la que presume
que el paciente tiene un déficit, porque es la más peligrosa para el analista, ya que
le hace suponer que está mejor posicionado que el paciente, cuando en realidad se
trata de gente como nosotros, exactamente igual, con las mismas aspiraciones, el
mismo nivel cultural, la misma buena predisposición para el psicoanálisis, la misma
predisposición para el sufrimiento humano, las mejores intenciones y orientación
psicoanalítica plena y pura. ¿Cuál es el problema, entonces? ¿Por qué se llega a
ese punto? La hipótesis con la que trabajaremos es que el problema llega a ese
nivel porque, en Freud, faltó el concepto de demanda. Alain Juranville, en su libro
Lacan y la filosofía, ubica que es por no contar con el concepto de deseo. No estoy
de acuerdo con Juranville, por eso propongo que la razón por la cual tenemos este
problema es porque carecemos del concepto de demanda. El problema, repito, es
la exigencia de que el psicoanalista sea médico y deriva, a su vez, de concebir al
sufrimiento como biológico.
21
Freud, S. (1993). Op. cit., p. 230.
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Todo bien, salvo la migraña de tres días. Con excepción de este lamento, la carta
pertenece a la ciencia.
Tu juicio sobre la solución de histeria-neurosis obsesiva me ha regocijado naturalmente
hasta el delirio.
Pero oye ahora. En una diligente noche de la semana pasada, con aquel grado de
cargazón dolorosa que constituye el óptimo para mi actividad cerebral, de repente se
alzaron las barreras, cayeron los velos y se pudo penetrar con la mirada desde el detalle
de las neurosis hasta las condiciones de la conciencia. Pareció que todo se armaba, los
engranajes empalmaron, se tuvo la impresión de que ahora la cosa era efectivamente
una máquina y echaría a andar por sí sola enseguida. 22
Los tres sistemas de neuronas, los estados libre y ligado de cantidad (Qn), el proceso
primario y el secundario, la tendencia principal y la tendencia de compromiso del
sistema nervioso, las dos reglas biológicas de la atención y de la defensa, los signos
cualitativo, real y cognitivo, el estado de los grupos psicosexuales -la condición de la
sexualidad para la represión, por fin, las condiciones de la conciencia como función de
22
Freud, S. Carta a W. Fliess del 20 de octubre de 1895. (sin datos de la edición).
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Luego le cuenta a Fliess que su mujer está embarazada y le pide permiso para
ponerle Wilhelm a su futuro hijo. Pero en vez de Wilhelm nació Anna, que nunca se
casó. Lacan la llamaba la “Señorita Anna Freud”. Quedó para vestir santos, tal vez
porque estaba destinada a llamarse Wilhelm. Todo esto está publicado, no se
preocupen. Podría ser ése un ejemplo de la máquina que funciona sola: el haber
querido regalarle a su amado amigo un hijo varón que llevara su nombre. En
realidad, esto ya le había ocurrido a Freud con la hija anterior, ya le había escrito a
Fliess diciéndole que lo llamaría Wilhelm, pero nació una niña. Ahora le volvía a
suceder: ya había una doble vuelta de este mismo problema.
La famosa “Carta 52” fue muy trabajada por Jacques Derrida en La estructura, el
signo y el juego en el discurso de las ciencias humanas. También les recomiendo de
Derrida Freud y la escena de la escritura. Derrida plantea que cuando Freud
encuentra el Block maravilloso, la pizarra mágica, fue el hallazgo de lo que estuvo
buscando toda su vida: poder concebir el inconsciente como una máquina de
escribir. Esa búsqueda de Freud estuvo inscripta desde la “Carta 52” y se cerró con
“Nota sobre la pizarra mágica” que es un texto bastante tardío, de 1924.
Se trata de establecer el problema de por qué en psicoanálisis caemos en la
neurobiología. Una pista de que este problema aún persiste podría ser, por ejemplo,
el que ya estemos trabajando con sintagmas tales como “biología lacaniana”. El
libro Biología lacaniana y acontecimiento del cuerpo, de J.-A. Miller, tuvo enorme
éxito. Esto podría indicar que estamos frente al mismo problema que Lacan quiso
atacar en 1954. Se ha tomado la posición contraria a la propuesta en “Función y
campo...”. Tal vez se trate de un problema tan arduo que, aunque se lo haya
combatido, se nos vuelve a presentar. Habría que ver por qué se nos vuelve a meter
siempre el mismo problema, si es que estamos, efectivamente, ante el mismo
problema.
Derrida plantea que Freud concibió el inconsciente como una máquina de
escribir, partiendo de la “Carta 52” hasta arribar a la pizarra mágica o el block
maravilloso. Les había propuesto trabajar con los puntos de impasses freudianos,
23
Ibíd.
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[…] Tú sabes que trabajo con el supuesto de que nuestro mecanismo psíquico se ha
generado por estratificación sucesiva, pues de tiempo en tiempo el material preexistente
de huellas mnémicas experimenta un reordenamiento según nuevos nexos, una
retranscripción.24
Freud plantea que en la neurona se inscribe una huella mnémica y que dicha
inscripción es tal como se produce en una escritura. Todos los neurocientíficos
modernos que escriben libros de divulgación dedican el primer capítulo al
“Proyecto...” de Freud. Las neurociencias sostienen que el psicoanálisis estuvo bien
orientado al comienzo -y siempre citan párrafos del “Proyecto...”- pero luego los
psicoanalistas se desviaron y terminaron haciendo curanderismo o magia, como
dice Claude Lèvi-Strauss: seríamos como los chamanes.
El problema es que Freud utilizó neuronas. Las máquinas de escribir y las
neuronas no tienen nada que ver. Las neuronas no se comportan entre sí como
letras, por más que Freud haya utilizado el dispositivo de letras para designar
neuronas. La diferencia fundamental que nos convendría investigar es con qué
noción de letra trabajamos nosotros, qué es una letra para nosotros. Me estoy
remitiendo a la siguiente pregunta: las letras, ¿tienen propiedades de identidad o
sólo tienen propiedades de diferencia? Por ejemplo:
24
Freud, S. (1994): “Fragmentos de la correspondencia con Fliess” Carta 52. En Obras Completas. T. I. Buenos
Aires: Amorrortu. p. 274.
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A.E.: hay en Internet bastante información sobre esta polémica, especialmente, hay
un pobre japonés que analiza en Japón y es lacaniano. Le debe ser más difícil que
para nosotros comer con palitos. Ese japonés practica el lacanismo, pero Lacan dijo
que no hay inconsciente en japonés. Hay mucha polémica al respecto.
24
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[…] Tú sabes que trabajo con el supuesto de que nuestro mecanismo psíquico se ha
generado por estratificación sucesiva, pues de tiempo en tiempo el material preexistente de
huellas mnémicas experimenta un reordenamiento según nuevos nexos, una retranscripción.
Lo esencialmente nuevo en mi teoría es entonces la tesis de que la memoria no preexiste de
manera simple sino múltiple, registrada en diferentes variedades de signos. 25
25
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...que supone que las diversas escrituras están separadas también según sus
portadores neuronales (de una manera no necesariamente tópica). 29
26
Se trata del sueño de la inyección de Irma. Cf. Freud, S. (1994). La interpretación de los sueños. En Obras
Completas. T. IV. Buenos Aires: Amorrortu. p. 128 y subs. Lacan, J. (1997). El Seminario. Libro 2. Buenos Aires:
Paidós. pp. 223-259.
27
Freud, S. (1994). Fragmentos de la correspondencia con Fliess. Carta 52. En Obras Completas. T. I. Buenos
Aires: Amorrortu. p. 274.
28
Freud, S. (1994). Op. cit., p. 275.
29
Freud, S. (1994). Op. cit., p. 274
26
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casual que haya sido así, pues era lo más difícil de ver. Lo más difícil de ver es lo
que se impone ideológicamente para todos. Freud no pudo ver qué punto de su
argumento era prejuicioso. Y fue lo que más éxito tuvo, porque él compartía el
prejuicio con todos (por eso se trataba de un prejuicio).
He ilustrado todo esto en el esquema siguiente que supone que las diversas escrituras
están separadas también según sus portadores neuronales (de una manera no
necesariamente tópica). Este supuesto quizá no sea indispensable, pero es el más
simple y se lo puede admitir provisionalmente.30
Freud nunca lo pudo resolver este problema, siempre le quedó así. Porque la
otra solución que aporta es la del Esquema del Peine, donde en lugar de conciencia
pone “M”, es “P-M”. Pero acá pone “P-Conciencia”. En “El yo y el ello” aparece “P-
Cc”, percepción-conciencia. En el Esquema del Peine los pone como extremos,
30
Ibíd.
31
Ibíd.
32
Freud, S. (1994). Op. cit., p. 275.
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pero Freud jamás dijo que ese esquema se cerrara en círculo. Si bien es cierto que
el Esquema del Peine con “P-M”, es presentado en el punto B del capítulo VII de “La
interpretación de los sueños”, titulado ‘La regresión’, Freud nunca dijo que ese
esquema se cerraba circularmente. Al no cerrarse en círculo, siempre tiene el
problema de la relación entre percepción-conciencia. Cuando Freud escribe “P-M”,
es cuando está intentando resolver la contradicción de este párrafo que acabamos
de leer. ¿Se ve la contradicción? Hay una línea que va de “P” a Conciencia, pero “P”
y Conciencia tienen un punto en común. Quiere decir que todo el sistema de huellas
que trae este sistema de percepción y conciencia, hay que considerarlo a veces
existente y a veces inexistente.
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P son neuronas en las que se generan las percepciones a que se anuda conciencia,
pero que en sí no conservan huella alguna de lo acontecido. Es que conciencia y
memoria se excluyen. Es que conciencia y memoria se excluyen entre sí. 33
Debemos reconocer que aquí Freud está escribiendo cualquier cosa, porque
pone conciencia en “P”. Pero como es Freud y escribe tan bonito, lo queremos tanto
y es tan genial, pasamos ese detalle por alto. Pero en realidad está escribiendo
cualquier cosa. No hay que olvidar, no obstante, que no se trata de un escrito
científico, es una carta a un amigo, tampoco se le puede pedir tanto rigor.
P son neuronas en las que se generan las percepciones a que se anuda conciencia,...
pero acá no está anudada, está interpuesta por los signos y los sistemas de
retranscripción de signos: percepción-conciencia. Él mismo, al darse cuenta, lo
rectifica y pone Percepción-conciencia (PCc). De hecho, ninguno de nosotros lo
hubiera aceptado, aunque no tengamos ni la menor idea de qué es conciencia. Si
se busca la definición de conciencia en diccionarios de filosofía, se verifica que es
muy difícil que alguno tuviese alguna concepción, por más intuitiva que fuera, de
conciencia que no se anudara a percepción.
33
Freud, S. (1994). Op. cit., p. 275.
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Para usar esta pizarra mágica, se trazan los signos sobre la lámina de celuloide de la
hoja que recubre a la tablilla de cera. A tal efecto no se requiere lápiz ni tiza, pues la
acción de escribir no consiste en aportar material a la superficie receptora. Es una
vuelta al modo de escribir de los antiguos sobre tablillas de cera o de arcilla. Un punzón
aguzado rasga la superficie, y sus incisiones producen el «escrito». 35
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nada, más bien es quien lo lee el que hace algo con lo que está escrito. El problema
es que por un lado se hace neurobiología y por el otro se cae en la inercia. Esa
pobre tablilla, tirada en el desierto, no hace nada.
Retomemos, para continuar, la cita de la “Carta 52”:
36
Freud aquí todavía lo llama “inconciencia” y no inconsciente, y lo escribe “Ic”. (A.E.)
37
Freud, S. (1994). Fragmentos de la correspondencia con Fliess. Carta 52. En Obras Completas. T. I. Buenos
Aires: Amorrortu. p. 275.
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... D S D D D D D S D S D S D D D D D S D S S
... β α γ β γ γ γ δ γ α γ α γ β γ γ γ δ γ α δ
... ( 1 0 ( 0 0 0 ) 0 1 0 1 0 ( 0 0 0 ) 0 1 )
ahí ya está el problema, el mismo que tendremos con el Esquema del Peine que es
“P-M” y que para Freud es el pasaje, la represión. Vamos a volver siempre al
principio. Durante este año, estaremos trabajando alrededor de los principios más
elementales de los argumentos psicoanalíticos.
La represión se producía entre preconciente e inconsciente, ya que no hay
represión entre inconsciente y conciencia. El pasaje de preconciente a conciencia
es directamente asequible. ¿Cuál es la diferencia entre el pasaje de inconsciente a
38
Es la primera vez que Freud acuña ese neologismo, ya que “preconciente” es un neologismo freudiano. (A.E.)
39
Ibíd.
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40
Ibíd.
41
Se refiere a la modificación que Lacan hace del Esquema del Peine freudiano. Cf. Lacan, J. (1996): El
Seminario. Libro 1. Buenos Aires: Paidós. p. 122.
42
Freud, S. (1994): “La interpretación de los sueños”. En Obras Completas. T. V. Buenos Aires: Amorrortu. p.
534.
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