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Marcela Huertas
ANEP – CFE – Profesorado Semipresencial
marcelhuertas@hotmail.com
Resumen
Con el fin de mejorar los aprendizajes y la calidad de los textos producidos por los alumnos del
curso de Taller de Laboratorio 2016 del Profesorado Semipresencial de Biología en Uruguay,
se planteó la elección y construcción de un recurso didáctico para ser utilizado en un
laboratorio de Biología. Además debía elaborarse un documento académico con el
fundamento teórico, proceso desarrollado y una propuesta de trabajo con el recurso. Fue
considerado como primer y segundo examen parcial y estuvo mediado por dos instancias de
corrección docente y de reescritura, además de tutorías permanentes a través de una
plataforma virtual. La calificación de cada trabajo resultó de las valoraciones del docente, el
autor y dos pares desconocidos. Todos los escritos mejoran a partir de las revisiones y
resultan evaluados finalmente como buenos.
Introducción
En este escrito me propongo relatar y reflexionar sobre una actividad que combina
escritura y evaluación que propuse recientemente en la asignatura Taller de Laboratorio del
tercer año del profesorado de Biología en la modalidad de aprendizaje semipresencial. La
denomino como un intento en tanto considero imprescindible el apoyo institucional para
formarme en relación a la temática.
Surgió ante la constatación de importantes carencias de herramientas básicas en los
estudiantes de la generación anterior para la elaboración de textos académicos y como forma
de mejorar los aprendizajes en la disciplina. Los autores revisados, particularmente Carlino
(quien concibió una actividad similar de examen con su reescritura, mediada por una revisión
dialogada con el autor, en 2005), me empoderaron para dejar de preocuparme y empezar a
ocuparme de la escritura de estos nuevos estudiantes. Como explicaré mejor al final, el relato
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se enmarca dentro de un proyecto de investigación que pretende indagar más sobre si esta
práctica puede resultar valiosa para mejorar sus producciones académicas.
Marco teórico
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no se puede concebir que la producción e interpretación del lenguaje escrito sea un “asunto
concluido” al ingresar a la universidad, porque no se trata de una habilidad básica que se
adquiere “de una vez para siempre”, sino de un proceso permanente, que es diferente porque
el contexto educativo también lo es, pues exige dominar textos y prácticas desconocidas
(Carlino, 2005, p. 14).
Un segundo motivo (que destaco dadas las características de los estudiantes con los
cuales se llevó a cabo la experiencia que describiré) radica en que difícilmente los docentes de
educación primaria y secundaria puedan enseñar a sus alumnos, los posibles futuros
universitarios, a integrar activamente la lectura y la escritura a todas las áreas del
conocimiento si primero no se les enseña a ellos durante su formación en el nivel terciario.
El planteo de un tipo de evaluación injusta como otro motivo, reside en que se evalúan
contenidos a partir del uso de habilidades que no han sido enseñadas. De este modo, se
reproducen las condiciones desiguales de ingreso, pues el fracaso consecuente será mayor en
los estudiantes de contextos socialmente más deprimidos, que están menos familiarizados con
la lectura y escritura académica (Lilis, 1999, citado por Carlino, 2008, p. 185).
Por otra parte, ciertas formas de leer y escribir resultan imprescindibles para aprender los
contenidos de cada disciplina, dado su potencial epistémico (Carlino, 2005 y 2008). Wells
denominó función epistémica del lenguaje escrito a la potencialidad de la lectura y la escritura
para reestructurar y dar forma al pensamiento (citado por Serrano, 2014, p. 102). Pero este
potencial está desaprovechado en la medida en que en la enseñanza superior suele
concebirse al docente como transmisor de información y a los estudiantes como receptores
de ella, al escuchar explicaciones, tomar apuntes y leer por fuera de la clase la bibliografía
proporcionada. Estas formas de lectura y escritura sólo promueven un aprendizaje superficial.
Es necesario que los profesores dejen de lado las clases puramente expositivas y propongan
actividades que promuevan una apropiación real del conocimiento, que propician también la
participación y el compromiso de los alumnos. (Carlino, 2005 y 2008).
Serrano (2014, p. 118) sostiene que es necesario la adopción de este tipo de tareas en
tanto favorecen capacidades que “preparan al individuo para la vida profesional, la convivencia
social y para alcanzar la cooperación y la tolerancia como valores fundamentales de la
democracia”. Es en la actividad discursiva que se construye tanto pensamiento como
ciudadanía (Martínez, 1999, citado por Serrano, 2014).
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La alfabetización académica. Enseñanza en contexto versus la práctica de habilidades
fragmentarias
Carlino explicita las razones por las cuales la enseñanza superior debe ocuparse de la
producción y análisis de textos en cada una de las asignaturas de una carrera y no a través de
talleres iniciales de escritura: para aprender los contenidos de cada disciplina particular, y
porque aprender esos contenidos implica no sólo aprender sus conceptos y metodologías sino
también sus prácticas discursivas , esto es, “lo que ciertas comunidades hacen con el lenguaje
(incluido como leen y escriben) en determinados contextos y según ciertos propósitos” (2005, p.
25). Estas prácticas son diferentes para cada disciplina, y por tanto “ningún espacio curricular
único y delimitado permite desarrollar una competencia general, abstracta, que luego por su
cuenta los alumnos podrían aplicar al resto de las asignaturas” (Carlino, 2013, p. 361).
A partir de la recurrente cita por numerosos colegas de una antigua definición suya esta
autora observa que el concepto de “alfabetización académica” es pregnante, permanece sin
deformarse o alterarse y propone su redefinición por no considerarlo totalmente adecuado.
Reconoce además que en lugar de este concepto podrían emplearse directamente
expresiones como “enseñar a leer, a escribir y a estudiar en una determinada cultura escrita, en
una específica comunidad académica”. (Carlino, s.f.)
…proceso de enseñanza que puede (o no) ponerse en marcha para favorecer el acceso
de los estudiantes a las diferentes culturas escritas de las disciplinas. Es el intento
denodado por incluirlos en sus prácticas letradas, las acciones que han de realizar los
profesores, con apoyo institucional, para que los universitarios aprendan a exponer,
argumentar, resumir, buscar información, jerarquizarla, ponerla en relación, valorar
razonamientos, debatir, etcétera, según los modos típicos de hacerlo en cada materia.
Conlleva dos objetivos que, si bien relacionados, conviene distinguir: enseñar a
participar en los géneros propios de un campo del saber y enseñar las prácticas de
estudio adecuadas para aprender en él. En el primer caso, se trata de formar para
escribir y leer como lo hacen los especialistas; en el segundo, de enseñar a leer y a
escribir para apropiarse del conocimiento producido por ellos.
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Concierne a alumnos, profesores e instituciones, no se logra en un sólo curso o mediante
prácticas fragmentarias, sino por aprendizajes contextualizados, que enseñan prácticas típicas
de ciertas comunidades, promoviendo la participación de sus alumnos en sus culturas escritas.
Ocuparse de la escritura
Si bien tanto la lectura como la escritura son importantes por su potencial epistémico,
ésta última está más olvidada, porque los alumnos tienen que leer para estudiar, pero pocos
docentes consideran que tengan que producir textos, excepto al ser evaluados. Pero “la
escritura es una de las actividades intelectuales más formativas que existen”, si bien cabe
acotar que las actividades propuestas por los docentes que integran éstas habilidades en sus
disciplinas nunca son sólo de lectura o de escritura, encontrándose lectura en la escritura,
escritura en la lectura y de ambos tipos en las tareas de evaluación. (Carlino, 2005, p. 16).
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programa generalmente incluyen modelos curriculares como materias de escritura intensiva,
cursos de primer año, centros de escritura, colegios universitarios comunitarios y escuelas
primarias y secundarias (en Estados Unidos) (Russell, 2002, citado por Molina-Natera, 2012),
Carlino (2004) y Bazerman (2005) describen actividades que dan cuenta de ellos.
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Descripción de la experiencia
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relacionadas con el tema seleccionado, así como de la construcción de las referencias
correspondientes, la lectura de un texto académico de corta extensión, y de dos resúmenes de
las normas APA.
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siguiente a la presentación de los proyectos. Se les concedería a los estudiantes una semana
para la valoración de los textos de sus pares.
Resultados y discusión
Todos los escritos finales fueron valorados como buenos, aunque las calificaciones
presentaron matices dentro de esta categoría: 7 escritos con calificación de 8, 5 con
calificación 9 y 6 con calificación de 10 (sobre un total de 12 puntos). En varias
oportunidades los pares tendieron a sobrevalorar los escritos y en algunas a subvalorarlos.
Algo similar se detectó en las autoevaluaciones.
En todos los casos se observó una evolución positiva con respecto a la calidad de los
escritos iniciales: 9 escritos fueron considerados aceptables, el resto buenos.
Si bien se trabajó en la corrección tanto de aspectos formales como de contenido, en
muchos casos se dedicaron mayores esfuerzos a los primeros, debido a la escasa atención a
las pautas establecidas al respecto. Además no siempre resultó sencillo evaluar los
contenidos, porque los estudiantes no lograban transcribirlos claramente al lenguaje escrito.
También se presentaron dificultades con respecto a la calidad de las fuentes de
información consultadas en la web y en aspectos relativos a la intertextualidad: se utilizaron
textos sin mención explícita de los mismos, sobre todo en el cuerpo de los trabajos, también
hubo errores en la construcción de las referencias bibliográficas.
Los inconvenientes detallados podrían deberse a la falta de experiencia en la elaboración
de este tipo de tareas, a la ausencia de correcciones efectivas (dialogadas) por parte de los
docentes en oportunidades anteriores y al escaso conocimiento sobre el uso adecuado de
programas de procesamiento de textos, en lo que atañe a aspectos como manejo de
imágenes, saltos de páginas, construcción de tablas, márgenes, interlineados, entre otros.
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Conclusiones y reflexiones finales
Todos los escritos mejoraron a partir de las instancias de reescritura y finalmente fueron
evaluados como buenos, por lo que valoro la experiencia como positiva al igual que la
mayoría de los participantes.
Sin embargo, sería deseable:
- Construir la matriz de valoración desde el inicio y con la participación de los estudiantes,
hacer mayor énfasis en la importancia de la intertextualidad, la calidad de la información
seleccionada y de la voz del propio autor, como forma de mejorar sus producciones.
- Promediar alguno de los avances con el escrito final, acotar la extensión del texto y la
duración de la experiencia, como forma de priorizar ideas y de hacer posible el planteo al
menos de dos de estas experiencias durante el desarrollo del curso.
- Adjudicar institucionalmente mayor carga docente a la asignatura, que actualmente tiene una
remuneración de cuatro horas semanales de 45 minutos y formar sustancialmente a los
docentes en la temática como forma de mejorar y sostener este tipo de actividades.
En el 2015 planteé una tarea con similares características pero más acotada en el tiempo
y sin la posibilidad de reescritura. Me propongo en un futuro cercano revisar nuevamente
esos escritos del curso anterior con la matriz de valoración que utilicé este año; esto me
permitiría comparar posteriormente ambos grupos, como forma de indagar acerca de si los
cambios introducidos podrían ser valiosos para la mejora de la escritura en esta disciplina.
Finalmente, debo expresar un profundo agradecimiento a los autores consultados,
particularmente a Paula Carlino, por obsequiarme un valioso marco teórico para sostener estas
actividades y animarme a desarrollar otras, que ojalá sean numerosas.
Referencias
Bazerman, C., Little, J., Bethel, L., Chavkin, T., Fouquette, D. and Garufis, J. (2005). Reference
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