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I. DATOS GENERALES:
A. Sesión N° 01:
a) Prácticas de crianza
Según Izzedin y Pachajoa (2009, citado en Aguirre, 2000) refieren que “son
acciones, comportamientos aprendidos de los padres ya sea a raíz de su propia
educación como por imitación y se exponen para guiar las conductas de los
niños.
Es importante tener presente que cada niño o niña es único y diferente a los
demás y tiene su propio proceso evolutivo y desarrollo (algunos empiezan a
hablar antes que otros o pueden empezar a caminar sin haber gateado antes, por
ejemplo). Es por ello que la parentalidad positiva exige paciencia, dedicación y
esfuerzo. No siempre es fácil, pero educar en positivo es posible. Ofrecemos aquí
pautas y herramientas que pueden ayudar a los padres y las madres en su tarea
más apasionante, la de educar a los hijos.
El bebé de 0 a 12 meses: ¿Cómo responder adecuadamente a sus
necesidades?
La dependencia del bebé hacia el adulto es total y en esta etapa se
desarrolla el vínculo afectivo con la persona que ofrece los cuidados. Su
equilibrio y bienestar emocional y físico y el adecuado desarrollo de sus
capacidades cognitivas (memoria, atención, razonamiento y lenguaje)
dependerán en buena medida de la respuesta protectora del adulto. Si el bebé
no recibe continuamente afecto y cuidados es probable que sufra ansiedad o
miedo y desarrollará un fuerte sentimiento de desconfianza hacia su figura
de apego.
Hasta que adquiere el lenguaje, el bebé se comunica con movimientos
y expresiones. Al no disponer de herramientas de comunicación verbales
durante sus primeros años de vida necesita que sus padres sean muy
observadores y atiendan sus demandas lo antes posible. Esto se consigue
mediante un contacto cercano y continuo, ya que el recién nacido busca la
interacción social y gestual con la madre. Él busca y espera una respuesta a
sus acciones. Si el niño o niña no tiene respuesta, se inhibe y deja de
comunicarse.
Es muy positivo que interactúes con él cuando empiece a gorjear
(hacer ruidos con la garganta); de esta manera estimulas el desarrollo de su
lenguaje. A veces puede llorar sin razón aparente después de haberle
alimentado o cambiado los pañales. Es importante no ignorar su llamada de
atención, intentar tranquilizarle y averiguar qué le pasa, ¡no nos lo puede
contar con palabras! Existen formas de calmarle cuando está irritable como
mecerlo suavemente, ponerle música suave, darle masajes o susurrarle
palabras tranquilizadoras.
El niño y la niña de 12 a 36 meses: ¿Cómo responder adecuadamente a
sus necesidades?
Es muy importante para su desarrollo permitirle explorar, pero debe
ser en un entorno seguro, ya que no conoce los peligros que puede correr (si
cruza solo la calle, si juega con objetos punzantes o tóxicos) y tiende a
meterse las cosas en la boca. Es importante estimular su lenguaje: hablarle,
contarle cuentos, tener paciencia cuando trate de expresarse.
Por otro lado, el juego es la actividad más importante del niño o niña
pequeños. El juego favorece el desarrollo de habilidades psicosociales y
físicas. Estimula el desarrollo motor, puesto que exige al niño o niña
moverse, correr, saltar, caminar así como favorece el desarrollo de la
inteligencia, porque lo lleva a explorar el mundo que lo rodea y a repetir
acciones en los objetos disponibles para conocerlos mejor.
Los padres pueden ayudar a los niños a aprender a través de sus juegos,
nombrándoles las cosas con las que están jugando, explicándoles las
características y funciones de las cosas que van descubriendo, contestándoles
sus preguntas, animándoles a que inventen nuevos juegos y permitiéndoles
explorar, imaginar e inventar, de modo que cuando el niño o niña juega y
convive con otros niños aprende a ponerse en el lugar del otro, a comprender
a los demás. Además, descubre la amistad y la lealtad así como, cuando
presta sus juguetes o juega con sus demás pares, comienza a manifestar su
capacidad de compartir y aprende a respetar reglas.
A partir de los 4 años los niños no solamente considera a los demás como
"otros", sino que toma conciencia de su propia individualidad y de su
diferencia con respecto a los demás: el "quiero" y sobre todo el "No quiero"
son las palabras que más resuenan en la casa. No es egoísmo ni mal genio:
su hijo está entrenando sus fuerzas para ver la capacidad que tiene de
modificar el entorno según sus gustos, y también está buscando los límites a
su voluntad, si es que existen. Aquí el papel de los padres es muy importante,
dado que son ellos los que marcan esos límites.
Los niños necesitan saber que su voluntad tiene unos límites. Por esta razón,
por ejemplo, cuando aparecen las rabietas es importante que el adulto tenga
clara la respuesta que quiere dar a su hijo. Firmeza no quiere decir
autoritarismo. Los padres pueden decir que no, con tono seguro y tranquilo,
aun cuando el niño se eche al suelo llorando como un desesperado
(normalmente en un lugar público, como en el supermercado o en la calle, y
también en casa cuando hay invitados), intentando por todos los medios que
los padres cedan a su voluntad y le den lo que quiere. En estos casos, si
queremos que esta conducta desaparezca del repertorio de sus
comportamientos, lo mejor es ignorarle completamente. Entonces el niño
entenderá que "no es ésta la forma" de pedir algo. Por lo contrario, si nos
sentimos condicionados por la presencia de otras personas, por lo que
pensarán o dirán de nosotros, y damos al niño lo que pide a gritos para que
se calle, estamos reforzando su conducta: es una forma de confirmarle que
con este modo de actuar, al final obtiene el resultado buscado. Es importante
que los padres tengan claros estos límites - y que no sea el niño el que los
regule - ya que son necesarios para su buen y normal desarrollo. El intentar
"desafiar" les confiere un sentido de iniciativa personal.
El niño suele compartir con los padres los sucesos de su quehacer diario,
cuando éstos demuestran su interés en que quieren sentirse escuchados:
“Papá, ¿sabías que...?” o también la edad en que empiezan los acertijos:
“Mamá, adivina: ¿qué hacen...?”. Los padres a veces están ocupados,
cansados por el trabajo o pueden tener preocupaciones. No obstante, sería
conveniente que, aunque durante poco tiempo, les dedicaran atención
exclusiva, para que así los niños sigan percibiendo que son importantes y
queridos por ellos.
Cada niño o niña posee unos rasgos de temperamento particulares que
influirán en la manera de adaptarse y responder ante nuevas situaciones.
Nunca debes compararle con otros niños o niñas y siempre debes reforzar
sus esfuerzos con muestras de cariño y elogios.
Es muy positivo que a la hora de poner normas y sanciones contemos con su
opinión, así el niño o la niña percibe que nos importa y le hacemos ser
consciente de su responsabilidad en sus actuaciones. En esta etapa comienza
a desplegar gran parte de las conductas que ha aprendido de nosotros a la
hora de resolver conflictos. Ayudarle a expresar verbalmente sus
frustraciones contribuirá a que sea capaz de autorregular sus emociones y a
que disminuya el nivel de malestar ante situaciones difíciles.
Save the children (2009). Creciendo como padres y madres. Recuperado de:
http://www.savethechildren.es/docs/Ficheros/191/guia-padres-2009.pdf
Save the children (2012). ¿QUIÉN TE QUIERE A TI?: Guía para padres y madres: cómo
educar en positivo. Recuperado de:
http://www.savethechildren.es/docs/Ficheros/523/SC_PARENTALIDAD_Guia_Q
UIEN_TE_QUIERE_A_TI_vOK.pdf