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I.- Mediante la obra del Señor Jesús se eliminó la enorme brecha que nos separaba de Dios (vv.1-10).
La Ley no salva a nadie, nos salva el Señor Jesucristo. Sin embargo hay quienes pareciera que no consideran
suficiente Su sacrificio redentor y siguen ofreciendo inmolaciones por sus pecados. Del judaísmo fueron
llamados a la libertad de Cristo, pero quieren seguir a Cristo bajo las mismas tradiciones del judaísmo. Igual
con quien siempre ha permanecido inmerso en una religión de tradicionalismos y no comprende la redención.
Siempre querrá estar haciendo obras para ser justificado, ignorando que ya recibió el perdón, de una vez y
para siempre (vv.1,2).
1.- Los sacrificios llevaban a recordar el pecado. Hay un extremo, sin embargo, y es aquél hacia el cual se
dirigen quienes habiendo sido perdonados de sus pecados por el sacrificio redentor del Señor Jesús, quieren
seguir pecando y pretenden que nada ocurra (v. 3, 4).
2.- El de Jesús, un sacrificio acepto. Antes los sacrificios de animales no satisfacían al Padre, porque constituían
un cubrimiento superficial de la condición pecaminosa del hombre. Gracias a la muerte del Señor Jesucristo en
la cruz, hay perdón porque ese acto voluntario y de trascendencia para el presente, el futuro y la eternidad,
fue el que quitó el abismo que nos separaba de Dios.
II.- Justificados ante Dios, nuestros pecados fueron borrados, somos ahora justos en Su presencia (vv.11-18).
El Señor Jesús está a la derecha del Padre. Esto fue posible tras su sacrificio en la cruz y la resurrección. Había
cumplido la misión de justificarnos. Ahora espera que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.
1.- Somos perfectos ante Dios. Otrora cuando estaba vigente la ley no era así. Aunque se hicieran muchos
sacrificios por alguien, era como si solo cubrieran superficialmente su condición de pecado. Ahora, con el
sacrificio del Señor Jesús somos totalmente justificados, perfectos tal como lo describe el autor sagrado de
Hebreos(v.5).
2.- El Espíritu Santo es Dios en nosotros. Es algo grande que difícilmente podemos comprender bajo los
razonamientos humanos. De acuerdo con la Palabra de Dios, es por la obra de Su Santo Espíritu que sus
principios de vida para nosotros están grabados en nuestro corazón y en la mente.
3.- Los pecados del ayer, quedaron en el ayer. La Palabra es clara cuando, al referirse a la disposición de Dios
tras ser justificados por el Señor Jesús, dice que "Después añade: "Y nunca más me acordaré de sus pecados y
maldades." (versículo 17). No podemos seguir en el pasado ni dejar que Satanás nos acuse y robe la
tranquilidad por lo que ya ocurrió. Recuérdelo siempre: Dios nos perdonó y ya no se acuerda de nuestras
faltas.