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Lección nº 10:

Viviendo conforme a la voluntad de Dios.


Hebreos 10:1-39
Versículo para memorizar:
"¿Cuánto mayores castigos piensan ustedes que merece el que ha pisoteado al Hijo de Dios, que ha profanado
la sangre del pacto por la cual había sido santificado, y que ha insultado al Espíritu de la gracia?"(versículo 29 –
Nueva Versión Internacional)

¿Qué aprenderemos hoy?


Cuando comprendemos la grandeza del sacrificio del Señor Jesús en la cruz, encontramos un motivo más no
solo para seguir viviendo, sino para vivir conforme a la voluntad de Dios. Ya no estamos sujetos a la Ley, ni
tampoco a las obras para ser justificados y ganarnos el favor o aprobación del Creador. Cristo lo hizo posible.
 Podemos ir al trono celestial en oración, y seremos escuchados
 Dios nos mira con agrado, como sus hijos.
 Ya no somos pecadores en proceso de cambio,
 Somos, por el contrario, justos –fuimos justificados por la obra redentora.
 Podemos caminar en la voluntad del Padre.
 La victoria de la Salvación nos permite levantar la frente en alto,
 Conscientes de que ahora somos limpios.
 Tenemos en el Señor Jesús al abogado que intercede a favor.
 Podemos tener crecimiento personal y espiritual.
 Fuimos llamados a una nueva vida en Cristo
 Debemos permanecer firmes en ella,
 No podemos ni volver atrás ni pecar deliberadamente
¿Qué nos dicen las Escrituras?
En el estudio que hacemos al libro de Hebreos, hoy aprenderemos que:

I.- Mediante la obra del Señor Jesús se eliminó la enorme brecha que nos separaba de Dios (vv.1-10).
La Ley no salva a nadie, nos salva el Señor Jesucristo. Sin embargo hay quienes pareciera que no consideran
suficiente Su sacrificio redentor y siguen ofreciendo inmolaciones por sus pecados. Del judaísmo fueron
llamados a la libertad de Cristo, pero quieren seguir a Cristo bajo las mismas tradiciones del judaísmo. Igual
con quien siempre ha permanecido inmerso en una religión de tradicionalismos y no comprende la redención.
Siempre querrá estar haciendo obras para ser justificado, ignorando que ya recibió el perdón, de una vez y
para siempre (vv.1,2).
1.- Los sacrificios llevaban a recordar el pecado. Hay un extremo, sin embargo, y es aquél hacia el cual se
dirigen quienes habiendo sido perdonados de sus pecados por el sacrificio redentor del Señor Jesús, quieren
seguir pecando y pretenden que nada ocurra (v. 3, 4).
2.- El de Jesús, un sacrificio acepto. Antes los sacrificios de animales no satisfacían al Padre, porque constituían
un cubrimiento superficial de la condición pecaminosa del hombre. Gracias a la muerte del Señor Jesucristo en
la cruz, hay perdón porque ese acto voluntario y de trascendencia para el presente, el futuro y la eternidad,
fue el que quitó el abismo que nos separaba de Dios.

II.- Justificados ante Dios, nuestros pecados fueron borrados, somos ahora justos en Su presencia (vv.11-18).
El Señor Jesús está a la derecha del Padre. Esto fue posible tras su sacrificio en la cruz y la resurrección. Había
cumplido la misión de justificarnos. Ahora espera que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies.
1.- Somos perfectos ante Dios. Otrora cuando estaba vigente la ley no era así. Aunque se hicieran muchos
sacrificios por alguien, era como si solo cubrieran superficialmente su condición de pecado. Ahora, con el
sacrificio del Señor Jesús somos totalmente justificados, perfectos tal como lo describe el autor sagrado de
Hebreos(v.5).
2.- El Espíritu Santo es Dios en nosotros. Es algo grande que difícilmente podemos comprender bajo los
razonamientos humanos. De acuerdo con la Palabra de Dios, es por la obra de Su Santo Espíritu que sus
principios de vida para nosotros están grabados en nuestro corazón y en la mente.
3.- Los pecados del ayer, quedaron en el ayer. La Palabra es clara cuando, al referirse a la disposición de Dios
tras ser justificados por el Señor Jesús, dice que "Después añade: "Y nunca más me acordaré de sus pecados y
maldades." (versículo 17). No podemos seguir en el pasado ni dejar que Satanás nos acuse y robe la
tranquilidad por lo que ya ocurrió. Recuérdelo siempre: Dios nos perdonó y ya no se acuerda de nuestras
faltas.

III.- No podemos pisotear el sacrificio del Señor Jesús (vv.19-34).


La muerte del Señor Jesús nos abrió un nuevo camino hacia el Lugar Santísimo. Ahora usted y yo podemos
entrar en el. Quien permanece junto a nosotros, como creyentes y ahora miembros de la familia de Dios, es el
Señor Jesucristo (vv.19-21).
1.- A Dios tenemos que acercarnos con sinceridad. Con la obra del Señor Jesús fuimos limpiados del pecado,
tenemos acceso al Lugar Santísimo, pero debemos hacerlo no como aquellos seres que se amparan en la
Redención para seguir pecando sino como quienes reconocen la grandeza ocurrida en sus vidas y quieren
caminar conforme a la voluntad de Dios (v. 22).
2.- La fe es la que nos da la tranquilidad de ser santos y justos. Humanamente no podemos alcanzar a
comprender en su verdadera dimensión lo que ocurrió con la redención. Pero si hay fe en nuestro corazón,
podemos ir al Padre bajo la certeza de que no solo nos ama sino que además nos escucha en las peticiones.
3.- Es necesario permanecer fieles. Así lo dice claramente la Palabra de Dios cuando nos invita a mantenernos
firmes en la esperanza que profesamos. Y no solo nosotros, es necesario velar porque nuestros hermanos en
la fe sigan en el Camino, que es Cristo. ¿De qué manera? Congregándonos, dándonos ánimo para la
reconciliación con Dios cuando alguno tropieza y guardando la convicción de que el Señor Jesús está a las
puertas y debemos esperarlo, viviendo conforme lo ha dispuesto para nosotros (vv.23-25). No hay razón para
volver atrás porque quien peca deliberadamente, atrae juicio sobre si (v. 26).
IV.- Dios nos fortalece para sobreponernos a la adversidad (vv.32-39).
No estamos solos en nuestro trasegar. El Señor nos acompaña. Nos fortalece cuando clamamos a Él en busca
de ayuda, bien porque interiormente libramos batallas enormes con nuestra condición inclinada al pecado, o
porque externamente se han desatado problemas que amenazan con acorralarnos para que volvamos atrás (v.
32).
1.- Los cristianos permanecen firmes, como soldados, acostumbrados a la batalla. Los períodos pasados en los
que se levantaron problemas pueden repetirse, pero es necesario no volver atrás (v. 33).
2.- Nuestra tarea es también brindar apoyo a quienes están en persecución. Lo hicieron los creyentes del
primer siglo, y sin duda debemos hacerlo nosotros también hoy (v. 34) sobre la base de que Dios compensará
los momentos difíciles que enfrentamos hoy. La perseverancia es la palabra clave. Guardando la fe, por la que
sabemos que fuimos perdonados de nuestros pecados y acceso a una vida renovada, de victoria, por encima
del pecado. No somos de los que vuelven atrás, como anota el autor de la carta a los Hebreos (v. 39).

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