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La tumba de Lasso

24/09/2016 21:34 Lectura: 3 min (719 palabras)

Pero Lasso no hará nada. Prefiere un alter ego


idéntico a él. Eso es entendible, Lasso no se ve a
sí mismo como un estadista, se ve como el
gerente de un Estado

Lasso está empeñado en cavar su propia tumbar electoral.


Posicionado como el opositor con las mejores posibilidades
de acceder a la segunda vuelta electoral, el banquero
candidato hace pocos esfuerzos para conectarse con la clase
media, progresista, pluralista y democrática. Lasso tiene
que hacer pocos esfuerzos para verse y presentarse como
alguien de derecha. Es banquero, conservador y opus dei.

Si quiere hacer una buena campaña hacia la presidencia,


Lasso tiene que acercarse al centro de la política, no
alejarse. Tiene que plantearse desde lo contraintuitivo,
desde el pluralismo democrático.

Pero Lasso prefiere tener marketeros que estrategas.


Entonces prefiere a un hombre, empresario y conservador
como binomio para buscar la presidencia, en lugar de
alguien que le permita bañar de pluralismo su propuesta
por demás conservadora. La sola insinuación de que fuera
un aspirante con el perfil divulgado me recuerda el voto
censitario de inicios de la república, dominado por las elites
curuchupas.
Estos son otros tiempos. En lugar de escoger un hombre,
católico, conservador y empresario, Lasso debería
acompañarse de una mujer, joven, feminista, atea e
izquierdista. Deberían compartir roles de organización de
campaña y presentación de propuestas. Ambos serían los
candidatos.

Esto acercaría a Lasso a un electorado de centro, de clase


media, informado, educado y progresista. Ese electorado
que está interesado en la coyuntura política actual, que
tiene argumentos para discutirla, y que, tarde o temprano,
exigirá del banquero algo más que videítos que cuenten
sobre su sacrificada vida antes de convertirse en un
millonario y que empiecen a explicar cómo funcionaría su
gobierno, si sería conservador, machista y racista como el
de Temer o centrista como el de Macri. Le exigirán datos,
argumentos y propuestas sobre cómo salir de la crisis, cómo
reactivar la economía, cómo crear empleo, cómo reducir las
desigualdades, cómo proteger el patrimonio y los sueldos,
cómo pacificar a las facciones de la política. Le exigirán,
tarde o temprano, un verdadero discurso político.

Lasso necesita de un binomio


contraintuitivo, que inserte en el
debate estas demandas

Por eso Lasso tendría que conseguir algo casi imposible y


plantear su propuesta política desde lo contraintuitivo.
Alguien como él, a quien no le cuesta verse como un
fanático de la religión y del libre mercado, debe pluralizar
su propuesta política. Incorporar a los jóvenes es
importante, pero no es suficiente. Agregar las demandas de
los derechos de las mujeres es ideal, pero no es todo. Lasso
tendría que abandonar su vocación empresarial y empezar a
ver la política con el lente de la política. Eso exige ofrecer
diagnósticos a los principales problemas sociales y
propuestas de solución como lo haría un estadista, no como
lo haría un banquero.

Lasso debe hablar de los problemas de la representación de


los vulnerables desde una perspectiva de izquierda. Jóvenes
profesionales con empleos precarios y sin empleo, mujeres
mal remuneradas, discriminadas y estigmatizadas por el
machismo heredado por el correísmo, sociedades enteras
que se insertaron en alguna forma de empleo que hoy la
perdieron, colegiales que se quedan fuera de la posibilidad
de acceder a los estudios de una carrera universitaria,
jubilados de hoy y de mañana que podrían perder los
servicios de salud y sus pensiones por la quiebra provocada
en la seguridad social, trabajadores que ya no tienen
ninguna certeza en sus empleos ni sindicatos que los
amparen, son las principales preguntas que se plantea un
electorado que no se identifica con los spots de un Lasso sin
ideología, sin ideas y sin norte.

Lasso necesita de un binomio contraintuitivo, que inserte


en el debate estas demandas. Las demandas de los jóvenes,
los de los trabajadores, de los sindicatos, de los maestros,
de los médicos, de los periodistas perseguidos, de los líderes
sociales criminalizados, de una nueva generación política,
incluyente, pluralista y progresista. Lasso necesita una
mujer, joven, feminista, atea e izquierdista.

Pero Lasso no hará nada. Prefiere un alter ego idéntico a él.


Prefiere un hombre, católico, terrateniente y conservador.
Eso es entendible, Lasso no se ve a sí mismo como un
estadista, se ve como el gerente de un Estado.

La izquierda puede estar tranquila, su principal adversario


es inofensivo. Nadie ocupará el espacio en el electorado del
centro clasemediero, mientras Lasso se rehúse a mirar la
política como un fenómeno horizontal, inclusivo, pluralista
y diverso.

La izquierda puede estar tranquila, su


principal adversario es inofensivo

@ghidalgoandrade (https://twitter.com/ghidalgoandrade)

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