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Lección magistral con motivo de la investidura como

Doctor Honoris Causa


UNIDAD 5: EL HOMBRE Lugar: Universidad Nacional de Córdoba
TÉCNICA Y SOCIEDAD -Tomás Maldonado Año: 2001

El tema que he escogido para mi lección magistral es la relación entre evolución futura de una sociedad democrática. Porque una cosa debe
técnica y sociedad, entre innovación y transformación social. Un tema sin quedar clara: en el nuevo milenio que acaba de iniciarse no va a ser
duda que no resulta nuevo y sobre el que ya existe una copiosa literatura. posible avanzar a ciegas, esto es, sin haber entendido hasta el fondo qué
Desde siempre, pero sobre todo desde el siglo XVIII hasta nuestros días, tipo de impacto van a ejercer las nuevas tecnologías en el orden global del
se han ocupado de dicho tema filósofos, científicos, historiadores, mundo en que vivimos. Es inútil, sin embargo, ignorar que, para alcanzar
economistas, sociólogos, antropólogos, pero también técnicos, ingenieros semejante objetivo, aún son muchas las dificultades por superar. Algunas
e inventores. Además, recientemente los medios de comunicación se han de éstas son ciertamente de naturaleza objetiva, mientras que otras son
apropiado del tema y lo han tratado, según el humor del día, en términos subjetivas. Entre estas últimas quizás la principal es la idea, muy
apocalípticos o triunfalistas. difundida, de que la técnica es un factor exógeno, es decir, que afecta al
“mundo en que vivimos” desde el exterior, sin vínculos de ningún género,
Pero ¿cuál es el motivo que me ha llevado a elegir como tema de mi
en absoluta autonomía.
intervención un asunto del que ya tanto se ha hablado? ¿Por qué he
creído necesario volver a proponer aquí y ahora-un tema sobre el que, Pero una visión autónoma de la técnica lleva, fatalmente, a un
con razón o sin ella, se tiene la sensación de que ya se ha dicho todo? Y determinismo tecnológico exasperado, a la creencia de que todas las
más concretamente: ¿cuáles son, en la relación entre técnica y sociedad, transformaciones que tienen lugar en la sociedad dependen de
los aspectos que justifican querer profundizar aún más en el tema? innovaciones en el ámbito de la técnica. De este modo no se tiene en
cuenta algo bastante obvio: que la técnica no existe, por así decirlo, en
Estoy convencido de que este tema, prescindiendo de las opiniones (o de
estado puro, fuera de la sociedad, sino que se sitúa en su interior y se ve
las reservas) sobre si es nuevo o no, debería ocupar un lugar central en
fuertemente condicionada por las dinámicas sociales, económicas y
nuestros esfuerzos para prever (y eventualmente proyectar y guiar) la
culturales.
En breve: no es la técnica sino la sociedad la que, para bien o para mal, práctica esto significa una radicalización de los presupuestos en que se
cambia el mundo. Y cuando la técnica, como por ejemplo en el caso del basa la producción industrial y la modernidad.
medio ambiente, “nos plantea problemas”, los problemas, a bien mirar,
Creo poder afirmar que es precisamente con esta radicalización, con sus
no son de la técnica sino de la sociedad.
promesas y sus riesgos eventuales, con la que tendremos que
“Todo es técnica”. Con esta afirmación el historiador Fernand Braudel confrontarnos en el futuro. Y no nos olvidemos de otro hecho; que no hay
aludía probablemente a que en toda acción humana siempre hay, en que ver semejante radicalización tan sólo como causa y efecto de una
mayor o menor medida, un elemento artefactual, protésico, en el que se radicalización de la técnica, sino también de la sociedad.
recurre a un dispositivo instrumental destinado a potenciar nuestras
Es posible poner en entredicho o incluso rechazar esta tesis, pero no creo
acciones operativas y comunicativas. Creo que, desde este punto de vista,
que la realidad a la que se refiere diste mucho de la que todos los días
la afirmación de Braudel es correcta. O, más bien, parcialmente correcta.
tenemos ante nuestros ojos. No hay que excluir que alguien, en un
Mucho más ajustado a los hechos habría sido decir: “Todo es técnica, ya
momento de delirante optimismo, pueda sostener que nuestra sociedad,
que todo es sociedad”.
lejos de radicalizar sus contradicciones, está intentando, con éxito,
Una de las ideas que, en los últimos tiempos, ha tenido más éxito, en eliminarlas definitivamente. Pero se trata de una ilusión. Es una ilusión,
particular en los medios, es la de que la sociedad industrial, y todo lo que acariciada por muchos, de que la mejor manera de salvaguardar lo
ésta comporta, ya ha cumplido su ciclo histórico y se ha visto reemplazada existente es ocultar sus problemas. Dicha ilusión se basa en la creencia de
por una sociedad postindustrial. Aunque no sea mi intención asumir aquí que es suficiente con acicalar al mundo, para que resulte más aceptable,
una actitud deliberadamente polémica, tengo que confesar que el de que es suficiente proclamar que no hay problemas, para que éstos se
escenario planteado no me parece creíble. Soy de la opinión que la fase esfumen de golpe. De más está decir que existe también el otro lado de la
actual del desarrollo de la sociedad capitalista es hiperindustrial y no medalla. Aludo a la actitud diametralmente contraria a la mencionada, es
postindustrial. Y esta vez el problema no es meramente terminológico, decir la tendencia a ponerse siempre en el lado de los problemas y no en
sino sustancialmente y de orden, metodológico. el de las soluciones, la propensión a un continuo (y algo maniático) interés
por los aspectos problemáticos de los fenómenos.
La noción de “postindustrial” (y lo mismo vale para de postmoderno) es
engañosa en relación a los procesos que actualmente está viviendo Si en el caso anterior se prometían soluciones milagrosas a problemas de
nuestra sociedad. De hecho lo que está sucediendo actualmente no los que paradójicamente se negaba la existencia, ahora en cambio, se
marca, como algunos sostienen, ni el final de la industria ni el de la privilegian los problemas y se descarta a menudo la búsqueda de
modernidad, sino, como observa Anthony Giddens, su radicalización. En la soluciones por considerarla poco clarividente o demasiada pragmática. Si

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realmente queremos, como parece, rehuir de los riesgos intrínsecos de siempre antitéticas, sino más bien dos modos diferentes de comportarse
ambas actitudes, yo sugeriría, ante las complejas cuestiones relativas a la de los sujetos que se encuentran en una u otra orilla y que no es raro que
radicalización de la técnica y de la sociedad, recurrir a un enfoque que demuestren una actitud de intolerancia con los que residen en la otra
favorezca lo concreto, tanto en la fase de identificación de los problemas, orilla. Pese a ello sería un grave error explicar esta diversidad (y la
como en la búsqueda de soluciones. consecuente conflictualidad) sólo con motivos de naturaleza
comportamental, olvidando que hay aspectos mucho más objetivos que
Hoy en día, el éxito de esta actitud orientada hacia lo concreto, depende
tienen que ver, en especial, con las diferentes posiciones acerca de la
de la posibilidad de superar la vieja dicotomía entre las “dos culturas”, es
manera de afrontar la adquisición, el desarrollo y la profundización del
decir, de la posibilidad de construir un puente entre la cultura
saber. Aludo, por ejemplo, a la tendencia a privilegiar el arquetipo del
humanística y la cultura técnico-científica. Me apresuro a añadir, sin
especialista en el área técnico-científica y del generalista en el área
embargo, que el término “dos culturas”, acuñado como es sabido por un
humanista.
novelista y científico británico a finales de los años 50, jamás me ha
gustado. Siempre lo he considerado restrictivo y, en más de un sentido, En los intentos de definir el papel y las características de estos dos
engañoso. Así que cuando en mi exposición me refiera a “cultura técnico- arquetipos siempre se ha usado y abusado de metáforas. El especialista,
científica” y a “cultura humanista” lo haré sólo por comodidad, ya que, por ejemplo, ha sido definido como un estudioso de saberes verticales
bien mirado, estas dos presuntas culturas no son más que dos aspectos o mientras que el generalista lo era de saberes horizontales o transversales.
facetas que caracterizan una misma cultura, y sólo una. Pero si es así, Confieso que yo mismo, en cierta ocasión, cediendo a la fascinación de las
¿cómo se explica entonces la necesidad de tener que construir puentes metáforas, me atreví a comparar al especialista con un espeleólogo, es
para colmar la distancia que separa las dos orillas? En resumidas cuentas, decir, con alguien que explora la profundidad y la extensión de una
¿por qué sigo admitiendo, en la práctica, la existencia de dos orillas? caverna de dimensiones relativamente limitadas y al generalista con un
circunnavegante, es decir con alguien que viaja por doquier impulsado tan
El legendario Dr. Samuel Johnson, maestro excelso del sentido común,
sólo por su curiosidad e intentando establecer vínculos entre sus
desaconsejaba negar la existencia de cosas que de hecho existen. Se
eventuales descubrimientos.
puede hacer, decía, pero sin duda alguna no es prueba ni de prudencia ni
de lucidez. Por lo tanto, demos por sentado, aun estableciendo todas las En el fondo se trata metáforas descriptivas sin ningún juicio de valor
debidas distinciones, que hay, dos orillas. implícito. No se afirma que el especialista-verticalista-espeleólogo sea una
figura más seria o respetable que el generalista-horizontalista-
Reconocer esto, sin embargo, no significa aceptar que a esas dos orillas
circunnavegante, o viceversa. En tono de broma (aunque no demasiado)
corresponden, como se cree, dos culturas recíprocamente hostiles y

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el físico Niels Bohr define a un especialista como “un hombre que ha Si aún queda espacio para una nueva figura de generalista, y yo creo que
cometido todos los errores que se podían cometer en un campo muy sí que lo hay, ésta deberá nacer, a mi parecer, de una fuerte
restringido”. contaminación con el saber técnico-científico. Poco antes he expresado
mis reservas sobre la tendencia a anteponer los aspectos
Siguiendo la estela de Bohr se podría añadir que un generalista, por el
comportamentales, a los relativos al contenido, cuando se examinan las
contrario, es un hombre que ha cometido todos los errores que se podían
posibles causas o motivos del fenómeno del que estamos discutiendo
cometer en múltiples campos. Si esta interpretación fuera correcta, se le
aquí. Sin embargo, observando, mejor las cosas, se constata que muy a
debería reconocer al especialista la capacidad de cometer globalmente
menudo dichos aspectos ejercen una influencia considerable en los
menos errores que los que comete un generalista. Este razonamiento, sin
contenidos, ya-que al proporcionarnos una versión distorsionada e incluso
embargo, sólo convence en parte. De hecho, algún generalista mal
caricaturesca de las posiciones adversas nos alejan de una interpretación
predispuesto y con conocimientos de la teoría de las probabilidades,
objetiva de los hechos. Quisiera detenerme en algunos ejemplos. Es bien
podría plantear la cuestión de manera diferente y argüir con razón que, si
sabido que una de las críticas más frecuentes que se hacen a no pocos
bien es verdad que quien actúa en múltiples campos, ciertamente corre el
exponentes de la cultura técnico-científica es su escaso interés o incluso
riesgo de cometer mas errores, también lo es, que éste también puede
su altanera indiferencia por la reflexión teórica.
tener la posibilidad, al menos en teoría de cosechar más éxitos.
Por reflexión teórica no entendemos sólo la de tipo más genérico sino
A pesar de que estas consideraciones, y otras semejantes, resultan
también, y sobre todo, la que guarda estrecha relación con la labor
estimulantes, no resultan de gran utilidad al tema que nos ocupa. Y ello
cotidiana del científico y del técnico. Dicha actitud, muy común, se explica
por el sencillo motivo de que las nociones mismas de especialista y
al menos en parte por su idea, de evidente procedencia neopositivista, de
generalista están perdiendo lentamente el significado que han tenido en
que la reflexión teórica es una infructuosa especulación entorno a falsos
el pasado. Se puede decir, con ánimo provocador, que hoy en día, en
problemas. Y se considera, como consecuencia, que dejarse tentar por
algunos campos, los mejores especialistas son los que lo son cada vez
ella significa, en resumidas cuentas, distraerse de la propia labor
menos, es decir, los que se muestran abiertos a establecer vínculos
investigativa. En breve: que es una pérdida de tiempo.
transversales con otros especialistas.
Quedaría por entender cómo se han podido desarrollar esos prejuicios
Por otra parte los generalistas puros del pasado, con su pretensión de
contra la teoría, cuando, como se sabe desde hace tiempo, los más
querer ser los únicos depositarios de la espiritualidad y la creatividad
avanzados progresos técnico-científicos de nuestros días han sido, sin
humanas, con su desdén por los conocimientos especializados, corren el
riesgo de verse excluidos de la circulación de ideas y de experiencias. .

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duda alguna, el resultado de la investigación empírica pero también, y no ciencia sin conciencia es la ruina del alma”. Indudablemente hoy en día los
en menor medida, de la más abstracta especulación teórica. efectos perversos de una ciencia huérfana de conciencia no acabarían
sólo por arrumar el alma de sus cultivadores (lo que sería un mal menor),
Nuevamente nos encontramos ante una subversión exasperada y falseada
sino muchas otras esferas de nuestra vida.
de un discurso en principio correcto. De hecho es justo reconocer que
nuestra época, tanto si nos gusta como si no, es la de la primacía de la Me doy cuenta, sin embargo, de que abogar a favor de la conciencia (y
práctica. O aún mejor: la de la primacía de las prácticas. No cabe duda aún peor: de la conciencia crítica) no encuentra hoy excesivo seguimiento.
alguna de que, en la sociedad actual, nosotros somos actores y Al contrario, es objeto de mal disimulado fastidio. Y ello porque se tiene la
espectadores de un vasto sistema de prácticas. No sólo de prácticas sospecha de que bajo la invocación a la conciencia se esconde otra cosa:
sociales, políticas, culturales, productivas, comunicativas, administrativas la tendencia de algunos, se dice, a complicar inútilmente las cosas, a
e institucionales, sino también, y no en último lugar, de prácticas turbar la calma de quien, para bien o para mal, tiene la difícil tarea de
científicas y técnicas. A pesar de ello, la primacía de la práctica (o de las operar en la realidad.
prácticas) no debe confundirse, que quede bien claro, con la primacía de
A decir verdad, la sospecha está en parte justificada. Porque la conciencia
quienes renuncian a pensar en las implicaciones de su propio quehacer.
es, por su propia naturaleza, desasosiego, y su tarea es trastornar y no
Hay buenas razones para creer que, si bien tienen un presente, los
preservar la tranquilidad, es decir, que su tarea consiste en plantear
prácticos de este tipo lo que no tienen es futuro.
incansablemente preguntas, enunciar dudas y pedir explicaciones. La
A mi parecer estos expresan un pragmatismo cerrado, o sea, un conciencia, por tanto, siempre es crítica. Bien mirado, la intolerancia para
pragmatismo que se cierra al mundo, mientras que en las sociedades con la conciencia puede no ser más que la intolerancia con la crítica.
altamente complejas del futuro será necesario: un pragmatismo abierto, Cualquier crítica, en cualquier campo. Por eso no debe maravillarnos que
es decir un pragmatismo que se abra al mundo. Todo lleva a pensar que entre las muchas “sociedades post” que hoy se nos anuncian, también
las mujeres y los hombres prácticos del nuevo siglo no serán obtusos figure la “sociedad post-crítica”. Para expresarlo sucintamente: una
practicones, sino mujeres y hombres dotados de una atenta conciencia sociedad en la que no habría nada que criticar y en la que habría que
crítica. aceptarlo todo. Hay otro aspecto que, desde siempre, ha sido objeto de
disputa entre los exponentes del área técnico-científica y los de la
De esta exigencia, a decir verdad, ya era plenamente consciente, en el
humanista. Es lo que se llama, muy a menudo, la “cuestión de la técnica”.
lejano siglo XVI, el gran literato y médico Rabelais. Por boca de su
personaje Gargantúa, deseoso de brindar sabios consejos a su hijo Para los primeros, con pocas, rarísimas excepciones, no hay duda sobre la
Pantagruel, Rabelais pronuncia su famosa e incomparable sentencia: “La naturaleza de la técnica. Detrás de la técnica no hay ningún misterio que

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develar. Ésta expresa y se resume totalmente en la inmediatez de su ¿Pero de dónde proviene esta exigencia de superar la autoreferencialidad
función. Para entenderla, no se necesita ningún tipo de tesis auxiliar. Es, de la técnica, de buscarle una contextualización de amplio espectro? Pese
en definitiva, autoevidente. a que las razones son múltiples, me parece que la principal quizás haya
que buscarla, en la naturaleza proyectiva, o mejor “proyectual” de la
Para los segundos, al contrario, la técnica es cualquier cosa excepto
técnica.
autoevidente. En realidad, está repleta de significados celosamente
escondidos que el filósofo, en plena autonomía, tiene el derecho deber de A veces se olvida, o no se tiene lo bastante presente, el hecho más bien
sacar a la luz e interpretar. obvio de que la finalidad última de la técnica es proyectar objetos
técnicos, es decir, contribuir a la creación de la parte artificial de nuestro
Y de este modo se explica que la técnica, ese reino que hasta hoy se había
medio ambiente. Hay que añadir, sin embargo, que la técnica, entendida
caracterizado por la más descarnada concreción, se haya convertido de
en estos términos, precisamente por el hecho de participar en la
repente en objeto de exquisitos ejercicios hermenéuticos y de
producción de cosas artificiales asume de hecho no pocas
arrolladores interrogantes ontológicos.
responsabilidades para con el mundo. Con el mundo artificial y con el no
Personalmente estoy más cerca del primer modo de entenderla técnica, artificial.
pero con algunas distinciones que me parecen de rigor. Estoy de acuerdo,
Proyectar objetos técnicos puede significar, y a menudo es así, introducir
y sin reservas, en que no hay nada arcano en la técnica, pero esto no
en el mundo cosas superfluas y nocivas. Pero no sólo algunas cosas,
significa, e insisto en ello, que deba suspenderse necesariamente la
muchas de ellas, tienen una función letal. No podemos (ni debemos)
reflexión sobre ésta. Creo que es justo desconfiar de cierta filosofía
olvidar, por ejemplo, que los objetos técnicos hoy más innovadores son
especulativa que habla de misterios que desvelar y en la que, por debajo,
aquellos destinados, directa o indirectamente, a sembrar destrucción,
es fácil entrever un ambiguo enconamiento contra la técnica y una otoñal
exterminio y muerte. Aludo, está claro, a los armamentos y a los
nostalgia por presuntos paraísos preindustriales. Por otra parte, sería
instrumentos y aparatos a su servicio. Estos últimos llamados, un poco
equivocado creer que la técnica, por el hecho de ser autoevidente, deba,
abusivamente, “inteligentes”.
considerarse también autorreferente, es decir como una realidad que se
mira a sí misma, y sólo a sí misma, indiferente a la dialéctica de las ideas, Por otro lado, hay que admitir que proyectar puede ser también un acto
a los problemas de la sociedad y a las enseñanzas de la historia. Olvidando de esperanza, de confiada expectativa de que mediante los objetos
precisamente que la técnica siempre ha sido, hoy como ayer, un técnicos sea posible contribuir a mejorar la calidad de nuestra vida. Más
prodigioso factor dinamizador de las ideas, de la sociedad y de la historia. con los "actos de esperanza", como se sabe, hay que proceder con
cautela, porque no siempre las cosas se desarrollan como previsto. Para

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expresarle con palabras tomadas en préstamo de Bertold Brecht, muy a ¿en qué se diferencia la nueva esperanza de la que yo mismo teoricé hace
menudo nos hemos puesto, a correr detrás de la esperanza y la esperanza treinta años? En todo y en nada. En todo, porque el contexto técnico-
se ha puesto a correr detrás nuestro. científico, político, social y cultural ha cambiado drásticamente, en estos
últimos treinta años. En nada, porque nos topamos, siempre con la misma
Hace treinta años publiqué un ensayo en italiano con un título
dificultad al identificar en términos plausibles nuestras expectativas.
significativo: La speranza progettuale. En este ensayo, escrito durante los
años que siguieron a los acontecimientos convulsivos del 1968, yo me Cada vez que intentamos volver a definir nuestras expectativas, de
oponía a la tendencia nihilista entonces dominante, en cuanto trataba de delinear los contornos de nuestra esperanza, tendemos, casi sin darnos
redefinir los objetivos de la protesta juvenil, en términos, precisamente, cuenta, a caer en el terreno de la utopía. Y eso depende sobre todo de
de esperanza como proyecto. que, en los albores del nuevo milenio, la tentación utopista es
omnipresente.
No se me oculta que la idea de esperanza como proyecto si no se quiere
degradarla a-la categoría de mera retórica, a una especie de sermón La llegada del año 2000, presunta fecha bisagra entre dos épocas, ha
sentimental de las “bellas almas”, ella debería ser siempre, y siempre de reavivado el afán de utopías, la demanda de escenarios que nos permitan
nuevo, sometida a un análisis crítico. Porque mientras la esperanza del soñar un mundo diferente, que sea mejor que el actual. Desde siempre las
creyente se adscribe en la fe religiosa y por tanto se coloca, digámoslo así, utopías, sobre todo las grandes utopías, han desempeñado un papel
fuera de la historia, la esperanza de los laicos, y yo me incluyo entre ellos, importante. Sin ellas, no cabe duda de que la historia habría sido un
está profundamente enraizada en la historia y por tanto está sometida desierto árido e inhóspito. Pese a ello, las utopías, como nos enseña la
obligatoriamente a una revisión permanente de sus presupuestos. historia, en algunos casos han surtido efectos funestos. Llevando al
extremo, este razonamiento, se puede afirmar que las utopías son buenas
Muy a menudo surgen hechos, situaciones o cambios que se oponen o
siempre que no se hagan realidad. Con esto no quiero sugerir que haya
menoscaban (volviéndola incluso obsoleta) la esperanza. En estos casos,
que cortarle las alas a la utopía por principio, sino que tenemos que ser
nos vemos obligados a ponderar de manera diferente nuestros deseos y
conscientes de sus riesgos. Existen utopías en las que el aspecto
aspiraciones. Y ello sin duda no resulta fácil. Sobre todo cuando se trata
consolatorio prevalece sobre el ideal. Se trata de utopías falaces, de
no sólo de volver a formular genéricamente nuestra esperanza, en
utopías destinadas sólo a fomentar el autoengaño, es decir a hacer que
términos más o menos en sintonía con las demandas del presente, sino
nos hagamos ilusiones de que ciertos objetivos ya están al alcance de la
también de proponer una versión actualizada de la esperanza como
mano, cuando no lo están en absoluto.
proyecto, es decir, de una esperanza, que adquiere concreción operativa,
mediante proyectos específicos. Pero si esto es así, surge una pregunta:

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En el fondo, muchas de nuestras prospecciones, de nuestros escenarios informática, de las biotecnologías, de las neurociencias, de la medicina y
del futuro, no son más que profecías consolatorias. Expresiones de un de la robótica.
deseo de aplacar, en el plano imaginario, no pocos de nuestros temores e
No hay duda que, al menos algunos de esos progresos abren, en efecto,
incertidumbres ante un futuro que se yergue ante nosotros huidizo y en
perspectivas muy prometedoras para nuestro futuro. Pero la credibilidad
cierto sentido amenazador. Pero, como se sabe, los engaños, y sobre
de tales perspectivas se esfuma, o al menos resulta muy ofuscada, cuando
todo los autoengaños, tienen vida breve. Ninguna utopía basada sobre el
se intenta presentarla nada menos que como una estrategia destinada a
engaño, ni siquiera la más cautivante, puede impedir que, a la larga, su
liberarnos de todos los males dramáticamente presentes hoy en día en
verdadera índole salga a la luz con toda su crudeza.
nuestra sociedad.
Llegados a este punto, la situación se vuelve más clara. Pero ni siquiera
Es difícil intuir en qué hechos evidentes se basa una hipótesis tan
así somos capaces de saber con antelación si los elementos positivos
ambiciosa. En realidad, en el estado actual de nuestros conocimientos,
acabarán por prevalecer sobre los negativos o no. Se me objetará, y con
nada nos autoriza a pensar que la miseria, la violencia, la marginación, el
razón, que siempre ha sido así. De hecho, escrutar el futuro siempre ha
desempleo, la contaminación, el terrorismo, el racismo, la violación de los
consistido en interrogarse sobre la credibilidad de nuestras previsiones
derechos humanos y los conflictos armados pueden desaparecer
positivas o negativas al respecto. Con todo hay una diferencia: nunca
solamente mediante el recurso a los nuevos progresos tecnológicos
como en la actualidad el riesgo implícito en nuestras previsiones ha sido
mencionados anteriormente.
tan elevado. Nunca como en la actualidad no saber sopesar con exactitud
los aspectos positivos o negativos de nuestras previsiones ha podido Considerar que esto es plausible es una demostración de candorosa,
provocar daños tan irreparables. Pero lo que vuelve más arduas patética ingenuidad. O de premeditada mala fe. ¿Pesimismo? No.
semejantes valoraciones es que dichos aspectos aparecen íntimamente Sencillamente es tomar buena nota, con objetividad, de la naturaleza de
unidos unos con otros. Hasta el punto de que, en. ciertas condiciones los problemas con los que tenemos que enfrentarnos. Es preciso convenir,
resultan indistinguibles-- en efecto, que no es prueba de objetividad pintar el futuro todo de rosa.
Esto nos lleva a perder contacto con el mundo real y nos entrega
Veamos un caso concreto. Actualmente, entre las muchas hipótesis
indefensos a sus insidias, ya que quienes se obstinaron en proporcionar,
circulantes sobre nuestro futuro, hay una que goza de particular
cueste lo que cueste, una versión halagüeña del futuro obstaculizan la
credibilidad. Me refiero al escenario que conjetura una influencia
posibilidad de hacer frente a sus problemas con conocimiento de causa.
altamente positiva de parte de algunos recientes formidables progresos
Pero no es tampoco prueba de objetividad pintar el futuro sólo en tonos
científicos y tecnológicos en los campos de las telecomunicaciones, de la
oscuros. De este modo se infunde ansiedad, desasosiego y consternación

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y se favorece, al final, la resignación. A fuerza de turbios pronósticos se
acaba por enturbiar nuestra capacidad de juicio y por entristecernos más
de lo necesario. Y esto en un mundo, como el actual, que ya de por sí no
es ni placentero ni acogedor. Baste pensar a cuanto está hoy acaeciendo
en el campo internacional, a la secuencia de eventos atroces y de
represalias no menos atroces.

Aunque el momento no sea, como vemos, muy favorable, debemos


esforzarnos en guardar las distancias tanto de los exultantes profetas de
sublimes y cautivadoras arcadias virtuales, como de los tenebrosos
profetas de desventuras, con su sombría y taciturna visión del futuro.
Creo que esta actitud de equidistancia crítica, de rigurosa, intransigente
objetividad, debería necesariamente resultar de una vasta y articulada
convergencia entre el área técnico-científica y el área humanista.

En la práctica, se trataría de una convergencia de conocimientos


operativos y de valoraciones ideales. Por este camino, es probable (no
digo seguro) que podamos crear las bases de un mundo diverso, un
mundo más justo, libre y solidario del presente. Al menos, así me lo
auguro.

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