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Introducción.

A menudo la gente habla de la personalidad como si se tratara de un producto,


como una corbata de colores brillantes que le diera vida a un taje viejo. No solo
eso, algunas veces hablamos como si la personalidad consistiera en rasgos
atractivos y admirables: Efecto, encanto, honestidad. Pero no vemos que la
personalidad es algo mucho más complejo de lo que indica el uso ordinario del
término, e incluye tantos rasgos positivos como negativos.
Resulta fácil hablar de aspectos o rasgos de la personalidad sin definir el término
en si. Y lo hacemos con frecuencia: No confió en ese hombre. No es honesto, o,
podemos decir: Quiero a Ana. Tiene buen corazón. Pero es difícil elaborar una
definición amplia de lo que es personalidad. Un concepto actual que podemos
utilizar es: Patrón de sentimientos y pensamientos ligados al comportamiento que
persiste a lo largo del tiempo y de las situaciones. La anterior es una definición
bastante larga, pero es la que advierte dos cosas importantes, Primero: Que la
personalidad se refiere a aquellos aspectos que distinguen a un individuo de
cualquier otro, y en este sentido la personalidad es característica de una persona.
El segundo aspecto es: Que la personalidad persiste a través del tiempo y de las
situaciones.
Los estudiosos de la psicología siempre han tratado de comprender las diferentes
personalidades. Pero no fue sino hasta hace un siglo que los científicos
comenzaron a realizar observaciones científicas sistemáticas y a sacar
conclusiones de ellas.
Algunos teóricos ponen énfasis en las experiencias de la primera infancia, otros
en la herencia, y otros atribuyen el papel fundamental al medioambiente.
Hay quienes analizan únicamente como se comportan las personas congruentes
en distintas situaciones y momentos y les restan importancia al concepto de una
personalidad única y consiente.
Pero debemos tener claro que la personalidad es algo único de cada individuo,
y es lo que nos caracteriza como entes independientes y diferentes.
I. PERSONALIDAD
Es la dimensión individual de la
experiencia relacional acumulada,
en diálogo entre pasado y presente
y doblemente contextualizada por un
substrato biológico y un marco
cultural. La nutrición relacional es el
motor que construye la personalidad,
partiendo de una narrativa de la que
se segrega la identidad, en estrecho
contacto con la organización y la
mitología de los sistemas de
pertenencia y muy especialmente de la familia de origen. Las dos grandes
dimensiones que definen la atmósfera relacional de ésta, la conyugalidad y la
parentalidad, delimitan tres áreas de disfuncionalidad, a saber, las
triangulaciones, las deprivaciones y las caotizaciones, en las que sientan sus
bases los diversos trastornos de personalidad.
Aspectos Fundamentales de la personalidad
Al tratar de explicar qué es la personalidad, indicábamos que contiene elementos
de origen hereditario y ambiental. Estos elementos o factores constitutivos de la
personalidad son:
 El temperamento
Es la base biológica del carácter,
nos viene dada, es innata. Se
define como la manera natural con
la que el individuo interactúa y vive
en el entorno que lo rodea, esto
implica la habilidad para adaptarse
a los cambios, el estado de ánimo,
la intensidad con que se vive, el
nivel de actividad, la accesibilidad y
la regularidad para hacer algún trabajo. El temperamento puede ser de varios
tipos: sanguíneo, flemático, melancólico, colérico.
 La inteligencia
Está formada por algunas variables
como la atención, la capacidad de
observación, la memoria, el
aprendizaje y las habilidades para
socializarse. En resumen la
inteligencia es la capacidad de
asimilar, guardar, elaborar
información y en conjunto utilizarla
para resolver problemas; lógico que
esto igual lo puede hacer un animal o un ordenador, pero la diferencia es que el
ser humano puede seguir aprendiendo y puede desarrollar la habilidad. Además
de que la inteligencia se puede ir adquiriendo con el paso de la vida, se tiene que
tener una dotación genética.
 El carácter moral.
Es el conjunto de cualidades estables que
conforman el modo de ser y el
comportamiento de una persona. Junto con
el temperamento forma la personalidad. Se
diferencia del temperamento en que no
nacemos con el, sino que es adquirido, es
más libre y no depende tanto de lo somático
o físico. Por eso se puede afirmar que
somos más responsables de nuestro
carácter que de nuestro temperamento. No está ligado a factores genéticos sino
educativos y culturales. El carácter por tanto se puede educar, guiado por la
inteligencia y la voluntad, puede ser modificado, claro está que con trabajo
personal. Existen distintos tipos de carácter: NERVIOSO, SENTIMENTAL,
COLÉRICO, APASIONADO, SANGUÍNEO, FLEMÁTICO, AMORFO, APÁTICO.
II. Rasgos de la personalidad.
No son más que las disposiciones persistentes e internas que hacen que el
individuo piense, sienta y actué, de manera característica.
Teoría de los rasgos.
Los teóricos de los rasgos rechazan la idea sobre la existencia de unos cuantos
tipos muy definidos de personalidad. Señalan que la gente difiere en varias
características o rasgos, tales como, dependencia, ansiedad, agresividad y
sociabilidad. Todos poseemos estos rasgos pero unos en mayor o menor grado
que otros.
Los rasgos pueden calificarse en cardinales, centrales y secundarios.
Rasgos cardinales:
Son relativamente poco frecuentes, son tan generales que influyen en todos los
actos de una persona. Un ejemplo de ello podría ser una persona tan egoísta
que prácticamente todos sus gestos lo revelan.
Rasgos Centrales:
Son más comunes, y aunque no siempre, a menudo son observables en el
comportamiento. Ejemplo, una persona agresiva tal vez no manifieste este rasgo
en todas las situaciones.
Rasgos secundarios:
Son atributos que no constituyen una parte vital de la persona pero que
intervienen en ciertas situaciones. Un ejemplo de ello puede ser, una persona
sumisa que se moleste y pierda los estribos.
III. Las cinco grandes categorías de la personalidad

 Extroversion:
Locuaz, atrevido, activo, bullicioso, vigoroso, positivo, espontáneo, efusivo,
enérgico, entusiasta, aventurero, comunicativo, franco, llamativo, ruidoso,
dominante, sociable.
 Afabilidad:
Calido, amable, cooperativo, desprendido, flexible, justo, cortés, confiado,
indulgente, servicial, agradable, afectuoso, tierno, bondadoso, compasivo,
considerado, conforme.
Dependencia:
Organizado, dependiente, escrupuloso, responsable, trabajador, eficiente,
planeador, capaz, deliberado, esmerado, preciso, practico, concienzudo, serio,
ahorrativo, confiable.
 Estabilidad emocional:
Impasible, no envidioso, relajado, objetivo, tranquilo, calmado, sereno,
bondadoso, estable, satisfecho, seguro, imperturbable, poco exigente,
constante, placido, pacifico.
 Cultura o inteligencia:
Inteligente, perceptivo, curioso, imaginativo, analítico, reflexivo, artístico,
perspicaz, sagaz, ingenioso, refinado, creativo, sofisticado, bien informado,
intelectual, hábil, versátil, original, profundo, culto.
 Evaluación de la personalidad.
En algunos aspectos, medir la personalidad, se asemeja mucho a evaluar la
inteligencia, En uno u otro caso se intenta cuantificar algo que no podemos ver
ni tocar, y en ambos casos una buena prueba ha de ser confiable y valida a la
vez.
Al evaluar la personalidad, no nos interesa la mejor conducta, lo que queremos
averiguar es la conducta típica del sujeto, es decir, como suele comportarse en
situaciones ordinarias.
En la intrincada tarea de medir la personalidad los psicólogos recurren a cuatro
instrumentos básicos: la entrevista personal, la observación directa del
comportamiento, los test objetivos y los test proyectivos.
Cada ves que un psicólogo se enfrenta a la difícil tarea de medir la
personalidad de un individuo, asumen un reto ya que la personalidad es algo
que ellos no pueden ni ver ni tocar, pero que saben que esta presente en cada
una de las persona, y tratar de ver como es la personalidad de un individuo en
particular no es tarea fácil para los mismos.
Deben utilizar todas las técnicas necesarias para ellos, e implementar las
técnicas descritas anteriormente.
IV. Teorías humanísticas de la personalidad.
1. Teoría de la personalidad de Freud
La corriente psicodinámica ha aportado diversas teorías y modelos de
personalidad, siendo las más conocidas las del padre del psicoanálisis, Sigmund
Freud. Para él, el comportamiento y la personalidad están vinculadas a la
existencia de impulsos que necesitamos llevar a la práctica y el conflicto que
supone esta necesidad y la limitación que la realidad supone para su
cumplimiento. Se trata de un modelo clínico e internalista.
En su primera tópica, Freud proponía que la psique humana estaba estructurada
en tres sistemas, uno inconsciente regido por la búsqueda de la reducción de
tensiones y funciona a través del principio de placer, uno consciente que es
regido por la percepción del mundo exterior y la lógica y el principio de realidad
y un preconsciente en el que los contenidos inconscientes pueden hacerse
conscientes y viceversa.

En la segunda tópica Freud determina una segunda gran estructura de la


personalidad compatible con la anterior, en el que la psique está configurada por
tres instancias psíquicas, el Id o Ello, el Yo y el Superyó. El Ello es nuestra parte
más instintiva, que rige y dirige la energía interna en forma de impulsos y de la
cual parten todas las demás estructuras.
El Yo sería el resultado de la confrontación de los impulsos y pulsiones con la
realidad, siendo una estructura mediadora y en continuo conflicto que emplea
diferentes mecanismos para sublimar o redirigir las energías provenientes de los
impulsos. Por último, la tercera instancia es el Superyó o la parte de la
personalidad que viene dada por la sociedad y que tiene como principal función
juzgar y censurar las conductas y deseos que no son socialmente aceptables.
La personalidad se va construyendo a lo largo del desarrollo, en diferentes fases,
en base a los conflictos existentes entre las diferentes instancias y estructuras y
los mecanismos de defensa aplicados para intentar resolverlos.
2. Teoría de la personalidad de Jung
Además de Freud, otros muchos componentes de la corriente psicodinámica han
propuesto sus propias estructuras de personalidad. Por ejemplo, Carl Jung
proponía que la personalidad estaba configurada por la persona o parte de
nuestra personalidad que sirve para adaptarse al medio y que se relaciona con
lo que los demás pueden observar y la sombra o la parte en que se incluyen
aquellas partes del Yo que no resultan admisibles para el propio sujeto.
Asimismo a partir de los arquetipos adquiridos por el inconsciente colectivo y los
diferentes complejos que adoptamos en nuestro desarrollo hacia la identidad se
van generando diferentes tipos de personalidad en función de que las
inquietudes se dirijan hacia el interior o exterior, si son más sensitivos o intuitivos
y si tienden a centrarse más en pensamiento o sentimiento, siendo pensar, sentir,
intuir y percibir las principales funciones psicológicas.
3. Teoría fenomenológica de Carl Rogers
Desde una perspectiva humanista-fenomenológica de enfoque clínico, Carl
Rogers propone que cada persona tiene su campo fenomenológico o manera de
ver el mundo, dependiendo la conducta de dicha percepción.
La personalidad se deriva del autoconcepto o simbolización de la experiencia de
la propia existencia, la cual surge de la integración de la tendencia a la
actualización o tendencia a mejorarse a sí mismo con las necesidades de sentir
amor por parte del entorno y de autoestimaderivada del contraste entre su
conducta y la consideración o respuesta que reciba esta por por parte del
entorno. Si existen contradicciones, se emplearán medidas defensivas tales con
las que ocultar dicha incongruencia.
4. Teoría de los constructos personales de Kelly
Como ejemplo de teoría de la personalidad derivada del cognitivismo y el
constructivismopodemos encontrar la teoría de los constructos personales de
Kelly, de enfoque también clínico. Para este autor cada persona tiene su propia
representación mental de la realidad y actúa de manera científica intentando dar
una explicación a lo que le rodea.
Se considera que la personalidad se constituye como un sistema jerarquizado
de constructos personales dicotómicos que tienen influencia entre sí, los cuales
forman una red con elementos nucleares y periféricos mediante los cuales
intentamos dar respuesta y hacer predicciones de futuro. Lo que motiva la
conducta y la creación del sistema de constructos es el intento de controlar el
medio gracias a la capacidad de predicción derivada de ellos y a la mejora de
dicho modelo predictivo mediante la experiencia.
5. Teoría de la personalidad ideográfica de Allport
Allport considera que cada individuo es único en el sentido de que tiene una
integración de las diferentes características distinta del resto de personas (se
basa en lo ideográfico, en lo que nos hace únicos), así como que somos entes
activos que nos enfocamos hacia el cumplimiento de metas.
Se trata de uno de los autores que considera que la personalidad que trabaja la
personalidad a partir de elementos estructurales y estables, los rasgos. Para él,
intentamos que nuestro comportamiento sea consistente y actuamos de tal
manera que creamos un sistema a partir del cual podemos hacer equivalentes
diferentes conjuntos de estímulos, de manera que podemos responder de forma
parecida a distintas estimulaciones.
Así, elaboramos maneras de actuar o expresar la conducta que nos permiten
adaptarnos al medio. Estos rasgos tienen diferente importancia en función de la
influencia que tengan en nuestra conducta, pudiendo ser cardinales, centrales o
secundarios.
El conjunto de rasgos se integraría en el propium o sí mismo, el cual se deriva
de la autopercepción y autoconciencia generadas y compuestas por de la
experiencia de identidad, percepción la corporalidad, los intereses y la
autoestima, la racionalidad y la intencionalidad.
6. Teoría de la personalidad de Cattell
La teoría de la personalidad de Raymond Cattell es una de las más famosas y
reconocidas teorías factoriales de la personalidad. Estructuralista, correlacional
e internalista al igual que Allport y partiendo del análisis del léxico, considera que
la personalidad puede entenderse como función de un conjunto de rasgos, los
cuales se entienden como la tendencia a reaccionar de determinada manera a
la realidad.
Estos rasgos pueden dividirse en temperamentales (los elementos que nos
indican cómo se actúa), dinámicos (la motivación de la conducta o actitud) o
aptitudinales (las habilidades del sujeto para llevar a cabo la conducta).
Los más relevantes son los temperamentales, de los cuales Cattell extraería los
dieciséis factores primarios de la personalidad que se miden en el 16 PF (que
harían referencia a afectividad, inteligencia, estabilidad del yo, dominancia,
impulsividad, atrevimiento, sensibilidad, suspicacia, convencionalismo,
imaginación, astucia, rebeldía, autosuficiencia, aprehensión, autocontrol y
tensión).
La dinámica de la personalidad también depende de la motivación, encontrando
diferentes componentes en forma de rasgos dinámicos o actitudes entre los que
se encuentran los ergios (forma de actuar ante estimulaciones concretas como
el sexo o la agresión) y los sentimientos.
7. Teoría de la personalidad de Eysenck
Desde una posición internalista y factorial centrada en lo biológico, Eysenck
genera una de las hipótesis explicativas de la personalidad más importantes
desde un enfoque correlacional. Este autor genera el modelo PEN, el cual
propone que las diferencias de personalidad se basan en elementos biológicos
que permiten procesos como la motivación o la emoción.
La personalidad es una estructura relativamente estable del carácter, el intelecto,
el temperamento y el físico, aportando respectivamente cada uno de ellos la
voluntad, la inteligencia, la emoción y los elementos biológicos que los permiten.
Eysenck encuentra y aísla tres factores principales en los cuales pueden
agruparse todos los demás, siendo estos el psicoticismo o tendencia a actuar
con dureza, el neuroticismo o estabilidad emocional y la extraversión/introversión
o focalización en el mundo exterior o interior.
El autor consideraría que el nivel de extraversión dependía de la activación del
sistema de activación reticular ascendente o SARA, el neuroticismo del sístema
límbico y el psicoticismo, si bien no se ha identificado un correlato claro, tiende
a vincularse al nivel de andrógenos o la relación entre dopamina y serotonina.
Los tres factores del modelo PEN integran los diferentes rasgos de personalidad
y permiten que el organismo reaccione de determinadas maneras a la
estimulación ambiental a partir de respuestas conductuales más o menos
específicas y frecuentes.
8. Teoría del Big Five de Costa y McCrae
Otra de las grandes teorías factoriales y basadas en un enfoque léxico (partiendo
de la idea de que los términos con los que explicamos nuestro comportamiento
permiten tras un análisis factorial establecer la existencia de agrupaciones de
características o rasgos de personalidad), el Big Five o teoría de los cinco
grandes de Costa y McCrae es uno de los modelos de personalidad más
extendidos.
Mediante el análisis factorial este modelo indica la existencia de cinco grandes
factores de personalidad que todos tenemos en mayor o menor grado. Se trata
del neuroticismo o ajuste emocional, la extraversión como cantidad e intensidad
de relaciones personales, la cordialidad como las cualidades vertidas en la
interacción, la responsabilidad o toma de conciencia, organización, control y
motivación hacia las metas y la apertura a la experiencia o interés en
experimentar.
Cada uno de dichos grandes factores se compone de rasgos o facetas. Los
diferentes rasgos están relacionados entre sí, y en conjunto dan cuenta de la
manera de percibir el mundo y reaccionar ante él.
9. El modelo BIS Y BAS de Gray
Gray propone un modelo factorial y de carácter biológico en el que considera que
existen dos dimensiones que permiten elementos como la emoción y el
aprendizaje, partiendo de la combinación de los factores extraversión y
neuroticismo de Eysenck.
En este caso, se propone que la ansiedad, como combinación entre introversión
y neuroticismo, actuaría como mecanismo inhibidor de la conducta (BIS o
Behaviour Inhibition System), mientras que la impulsividad (que equivaldría a
una combinación entre extraversión y neuroticismo) actuaría como mecanismo
de aproximación y motivación a la acción (BAS o Behaviour Approximation
System). Ambos sistemas actuarían en conjunto para regular nuestra conducta.
10. Modelo de Cloninger
Este modelo contempla la existencia de elementos temperamentales, siendo
estos la evitación del dolor, la dependencia a la recompensa, la búsqueda de
novedades y la persistencia. Estos elementos de carácter biológico y adquirido
darían cuenta del patrón conductual que aplicamos en nuestra vida, y dependen
en gran medida del equilibrio neuroquímico del cerebro en lo que se refiere a los
neurotransmisores.
También incorpora elementos del carácter que ayudan a situar al propio yo en
en la realidad, siendo estos la cooperación como comportamiento social, la
autodirección o autonomía y la autotrascendencia como elemento que nos
integra y nos da un papel en el mundo.
11. Teoría del aprendizaje social de Rotter
Este autor considera que el patrón de conducta que empleamos habitualmente
es un elemento derivado del aprendizaje y la interacción social. Considera al ser
humano un elemento activo y utiliza un enfoque cercano al conductismo.
Actuamos en base a la existencia de necesidades y de la visualización y
valoración tanto de éstas como de las posibles conductas que hemos aprendido
a llevar a cabo. Aunque cercano al interaccionismo, se sitúa en una perspectiva
situacionista
El potencial de conducta es la probabilidad de realizar determinada conducta en
una situación concreta. Este potencial depende de elementos como las
expectativas (tanto de la capacidad de influir en los resultados como en el propio
resultado y la posible obtención de beneficios tras la conducta) y la consideración
o valor otorgado a las consecuencias de realizar la conducta en cuestión, así
como de la manera en que la persona procesa y valora la situación (conocida
como situación psicológica).
12. El enfoque interaccionista
A lo largo de la historia han sido muchos los autores que han una de dos
posturas: que la personalidad es algo innato o bien que se deriva del aprendizaje.
Sin embargo existe una tercera opción, defendida por autores como Mischel, en
la que la personalidad es formada por la interacción entre elementos innatos y
los fenómenos que vivimos.
Esta postura explora las características de personalidad a través del estudio de
la existencia de consistencia de la conducta a través de las situaciones, la
estabilidad temporal y la validez predictiva de los rasgos. Las conclusiones
indicaron que deberían emplearse otro tipo de categorizaciones diferentes de los
rasgos, pues estos no reflejan un modelo predictivo totalmente válido al ser de
carácter más innatista. Defiende que resulta más eficiente hablar de
competencias, valores, expectativas, constructos y autocontrol.
Otros autores como Allen reflejan que la consistencia puede variar según la
persona, así como los valores principales y los aspectos que mejor predicen la
conducta. De este modo, los rasgos sí serían consistentes pero solo si se tienen
en cuenta aquellos que resultan más relevantes para cada persona.
V. TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD
Los trastornos de la personalidad se caracterizan por patrones de percepción,
reacción y relación que son relativamente fijos, inflexibles y socialmente
desadaptados, incluyendo una variedad de situaciones.
Cada uno tiene patrones característicos de percepción y de relación con otras
personas y situaciones (rasgos personales). Dicho de otro modo, toda la gente
tiende a enfrentarse a las situaciones estresantes con un estilo individual pero
repetitivo. Por ejemplo, algunas personas tienden a responder siempre a una
situación problemática buscando la ayuda de otros. Otras siempre asumen que
pueden manejar los problemas por sí mismas. Algunas personas minimizan los
problemas, otras los exageran.
Aunque la gente tiende a responder siempre del mismo modo a una situación
difícil, la mayoría es propensa a intentar otro camino si la primera respuesta es
ineficaz. En contraste, las personas con trastornos de la personalidad son tan
rígidas que no pueden adaptarse a la realidad, lo cual debilita su capacidad
operacional. Sus patrones desadaptados de pensamiento y comportamiento se
hacen evidentes al principio de la edad adulta, frecuentemente antes, y tienden
a durar toda la vida. Son personas propensas a tener problemas en sus
relaciones sociales e interpersonales y en el trabajo.
Los trastornos de la personalidad incluyen los siguientes tipos: paranoide,
esquizoide, esquizotípico, histriónico, narcisista, antisocial, límite, evitador,
dependiente, obsesivo-compulsivo y pasivo-agresivo. El trastorno de identidad
disociativo, anteriormente llamado trastorno de personalidad múltiple, es un
trastorno completamente diferente.
5.1. Personalidad paranoide
Las personas con una personalidad
paranoide proyectan sus propios
conflictos y hostilidades hacia otros.
Son generalmente frías y distantes en
sus relaciones. Tienden a encontrar
intenciones hostiles y malévolas detrás
de los actos triviales, inocentes o
incluso positivos de otras personas y
reaccionan con suspicacia a los
cambios en las situaciones. A menudo, las suspicacias conducen a conductas
agresivas o al rechazo por parte de los demás (resultados que parecen justificar
sus sentimientos originales).
Los que tienen una personalidad paranoide frecuentemente intentan acciones
legales contra otros, especialmente si se sienten indignados con razón. Son
incapaces de ver su propio papel dentro de un conflicto. Aunque suelen trabajar
en relativo aislamiento, pueden ser altamente eficientes y concienzudos.
A veces las personas que ya se sienten alienadas a causa de un defecto o una
minusvalía (como la sordera) son más vulnerables a desarrollar ideas
paranoides.
5.2. Personalidad esquizoide
Las personas con una personalidad
esquizoide son introvertidas,
ensimismadas y solitarias. Son
emocionalmente frías y socialmente
distantes. A menudo están absortas en
sus propios pensamientos y
sentimientos y son temerosas de la aproximación e intimidad con otros. Hablan
poco, son dadas a soñar despiertas y prefieren la especulación teórica a la
acción práctica. La fantasía es un modo frecuente de enfrentarse a la realidad.
5.3. Personalidad esquizotípica
Las personas con una personalidad
esquizotípica, al igual que aquellas con
una personalidad esquizoide, se
encuentran social y emocionalmente
aisladas. Además, desarrollan
pensamientos, percepciones
y comunicaciones insólitas. Aunque
estas rarezas son similares a las de las
personas con esquizofrenia, y aunque la personalidad esquizotípica se
encuentra a veces en la gente con esquizofrenia antes de que desarrollen la
enfermedad, la mayoría de los adultos con una personalidad esquizotípica no
desarrolla esquizofrenia. Algunas personas muestran signos de pensamiento
mágico (la idea de que una acción particular puede controlar algo que no tiene
ninguna relación con ella). Por ejemplo, una persona puede creer que va a tener
realmente mala suerte si pasa por debajo de una escalera o que puede
causar daño a otros teniendo pensamientos de ira. La gente con una enfermedad
esquizotípica puede tener también ideas paranoides.
5.4. Personalidad histriónica
Las personas con una personalidad
histriónica (histérica) buscan de un modo
notable llamar la atención y se comportan
teatralmente. Sus maneras vivamente
expresivas tienen como resultado el
establecer relaciones con facilidad pero de
un modo superficial. Las emociones a
menudo aparecen exageradas,
infantilizadas e ideadas para provocar la simpatía o la atención (con frecuencia
erótica o sexual) de los otros. La persona con personalidad histriónica es proclive
a los comportamientos sexualmente provocativos o a sexualizar las relaciones
no sexuales. Pueden no querer en realidad una relación sexual; más bien, sus
comportamientos seductores a menudo encubren su deseo de dependencia y de
protección. Algunas personas con personalidad histriónica también son
hipocondríacas y exageran sus problemas físicos para conseguir la atención que
necesitan.
5.5. Personalidad narcisista
Las personas con una personalidad
narcisista tienen un sentido de
superioridad y una creencia
exagerada en su propio valor o
importancia, lo que los psiquiatras
llaman "grandiosidad". La persona con
este tipo de personalidad puede ser
extremadamente sensible al fracaso, a
la derrota o a la crítica y, cuando se le
enfrenta a un fracaso para comprobar
la alta opinión de sí mismos, pueden ponerse fácilmente rabiosos o gravemente
deprimidos. Como creen que son superiores en las relaciones con los otros,
esperan ser admirados y, con frecuencia, sospechan que otros los envidian.
Sienten que merecen que sus necesidades sean satisfechas sin demora y por
ello explotan a otros, cuyas necesidades o creencias son consideradas menos
importantes. Su comportamiento es a menudo ofensivo para otros, que les
encuentran egocentristas, arrogantes o mezquinos.
5.6. Personalidad antisocial
Las personas con personalidad
antisocial (en otro tiempo llamada
psicopática o personalidad
sociopática), la mayor parte de las
cuales son hombres, muestran
desprecio insensible por los derechos y
los sentimientos de los demás.
Explotan a otros para obtener beneficio
material o gratificación personal (a diferencia de los narcisistas, que creen que
son mejores que los otros). Característicamente, tales personas expresan sus
conflictos impulsiva e irresponsablemente. Toleran mal la frustración y, en
ocasiones, son hostiles o violentas. A pesar de los problemas o el daño que
causan a otros por su comportamiento antisocial, típicamente no sienten
remordimientos o culpabilidad. Al contrario, racionalizan cínicamente su
comportamiento o culpan a otros. Sus relaciones están llenas de
deshonestidades y de engaños. La frustración y el castigo raramente les
ocasionan la modificación de sus conductas.
Las personas con personalidad antisocial son frecuentemente proclives
al alcoholismo, a la toxicomanía, a las desviaciones sexuales, a la promiscuidad
y a ser encarceladas. Son propensas a fracasar en sus trabajos y a trasladarse
de un sitio a otro. Frecuentemente tienen una historia familiar de comportamiento
antisocial, abuso de sustancias, divorcio y abusos físicos. En su niñez,
generalmente, fueron descuidados emocionalmente y con frecuencia sufrieron
abusos físicos en sus años de formación. Tienen una esperanza de vida inferior
a la media, pero entre los que sobreviven, esta situación tiende a disminuir o a
estabilizarse con la edad.
5.7. Personalidad límite
Las personas con una personalidad
límite, la mayor parte de las cuales son
mujeres, son inestables en la
percepción de su propia imagen, en su
humor, en su comportamiento y en sus
relaciones interpersonales (que a
menudo son tormentosas e intensas).
La personalidad límite se hace evidente
al principio de la edad adulta pero la prevalencia disminuye con la edad. Estas
personas han sido a menudo privadas de los cuidados necesarios durante la
niñez. Consecuentemente se sienten vacías, furiosas y merecedoras de
cuidados.
Cuando las personas con una personalidad límite se sienten cuidadas, se
muestran solitarias y desvalidas, frecuentemente necesitando ayuda por su
depresión, el abuso de sustancias tóxicas, las alteraciones del apetito y el
maltrato recibido en el pasado. Sin embargo, cuando temen el abandono de la
persona que las cuida, su humor cambia radicalmente. Con frecuencia muestran
una cólera inapropiada e intensa, acompañada por cambios extremos en su
visión del mundo, de sí mismas y de otras (cambiando del negro al blanco, del
amor al odio o viceversa pero nunca a una posición neutra). Si se sienten
abandonadas y solas pueden llegar a preguntarse si realmente existen (esto es,
no se sienten reales). Pueden devenir desesperadamente impulsivas,
implicándose en una promiscuidad o en un abuso de sustancias tóxicas. A veces
pierden de tal modo el contacto con la realidad que tienen episodios breves de
pensamiento psicótico, paranoia y alucinaciones.
5.8. Personalidad evitadora
La gente con una personalidad
evitadora es hipersensible al rechazo y
teme comenzar relaciones o alguna otra
cosa nueva por la posibilidad de
rechazo o de decepción. Estas
personas tienen un fuerte deseo de
recibir afecto y de ser aceptadas. Sufren
abiertamente por su aislamiento y falta
de habilidad para relacionarse
cómodamente con los otros. A
diferencia de aquellas con una personalidad límite, las personas con una
personalidad evitadora no responden con cólera al rechazo; en vez de eso, se
presentan tímidas y retraídas. El trastorno de personalidad evitadora es similar
a la fobia social.
5.9. Personalidad dependiente
Las personas con una personalidad
dependiente transfieren las
decisiones importantes y las
responsabilidades a otros y permiten
que las necesidades de aquellos de
quienes dependen se antepongan a
las propias. No tienen confianza en sí
mismas y manifiestan una
intensa inseguridad. A menudo se
quejan de que no pueden tomar
decisiones y de que no saben qué hacer o cómo hacerlo. Son reacias a expresar
opiniones, aunque las tengan, porque temen ofender a la gente que necesitan.
Las personas con otros trastornos de personalidad frecuentemente presentan
aspectos de la personalidad dependiente, pero estos signos quedan
generalmente encubiertos por la predominancia del otro trastorno. Algunos
adultos con enfermedadesprolongadas desarrollan personalidades dependientes.
5.10. Personalidad obsesivo-compulsiva
Las personas con personalidad
obsesivo-compulsiva son formales,
fiables, ordenadas y metódicas pero a
menudo no pueden adaptarse a los
cambios. Son cautos y analizan todos
los aspectos de un problema, lo que
dificulta la toma de decisiones. Aunque
estos signos están en consonancia con
los estándares culturales de occidente, los individuos con una personalidad
obsesivo-compulsiva toman sus responsabilidades con tanta seriedad que no
toleran los errores y prestan tanta atención a los detalles que no pueden llegar a
completar sus tareas. Consecuentemente, estas personas pueden entretenerse
en los medios para realizar una tarea y olvidar su objetivo. Sus responsabilidades
les crean ansiedad y raramente encuentran satisfacción con sus logros.
5.11. Personalidad pasiva-agresiva
Los comportamientos de una persona con una
personalidad pasiva-agresiva (negativista) tienen
como objetivo encubierto controlar o castigar a otros.
El comportamiento pasivo-agresivo es con frecuencia
expresado como demora, ineficiencia y malhumor. A
menudo, los individuos con una personalidad pasiva-
agresiva aceptan realizar tareas que en realidad no
desean hacer y luego proceden a minar sutilmente la
finalización de esas tareas. Ese comportamiento
generalmente sirve para expresar una hostilidad
oculta.
CONCLUSIÓN
La herencia proporciona una constitución física y una dotación genética,
mediante las cuales se va a captar el mundo y a responder ante él.
El ambiente proporciona elementos de interpretación, pautas para dar significado
a los estímulos, y determinar formas de respuesta.
La influencia simultánea de lo hereditario y lo ambiental a través del tiempo y del
espacio, van dando origen y determinando la personalidad.
El individuo no nace con una personalidad determinada, sino con cierta dotación
que condicionará, en parte, el desarrollo posterior. La personalidad se conquista,
se hace, se construye. Las condiciones heredadas se complementan y
transforman a través de la experiencia, el aprendizaje, la educación, el trabajo,
la fuerza de voluntad, la convivencia y el cultivo de la persona.
Referencias bibliográficas:
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desde una perspectiva relacional. Paidós, Barcelona.

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