Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
http://www.futurosabogados.com/2009/09/peru-control-de-constitucionalidad/
I. Introducción
Perú es un país que se ha caracterizado por la poca duración de sus textos constitucionales
desde los inicios de vida republicana, lo cual se ve reflejado en la cantidad Constituciones a lo
largo de su historia. Son el total once las Constituciones que han existido a lo largo del devenir
político y jurídico en la historia peruana, siendo la de 1993 la que está vigente en la actualidad.
Este número de Constituciones nos hace reflexionar acerca de nuestra propia cultura
constitucional ya que sustituir una carta fundamental por otra supone inestabilidad e
inseguridad. Ciertamente esto se debió, en parte, a que las constituciones políticas de años atrás
sirvieron como marco político en lugar de uno jurídico, considerando más importante las leyes
dadas por el poder legislativo y las normas con rango de ley del ejecutivo que lo contenido en el
propio texto constitucional. Todo esto cambió a lo largo de los últimos años en donde la
Constitución Política pasó de ser un simple referente “político” a ser una “norma jurídica” en sí
misma, esto es, que su observancia, cumplimiento y respeto es vital para un Estado
Constitucional de Derecho[2] . Es así que lo dispuesto por la Constitución empezó a jugar un rol
determinante en el control político y jurídico de la Nación.
El presente artículo tiene como objetivo brindar una aproximación a los diversos controles de
constitucionalidad contenidos en el vigente texto constitucional peruano. En esta ocasión, nos
centraremos en el control relativo a la defensa del principio de supremacía constitucional
respecto de las demás normas que conforman el sistema jurídico peruano. A manera de
sinopsis, abordaremos lo referido a los sistemas de control de constitucionalidad existentes.
Luego, explicaremos los sistemas de control contenidos en la Constitución Política peruana. Por
último, tocaremos un tipo de control no muy usado pero que constituye una herramienta de
control más nos que ofrece el sistema jurídico peruano.
II. Sistemas-modelo de control de la constitucionalidad
Podemos señalar que existen, a nivel mundial, dos grandes sistema de control constitucional,
entre ellos: el europeo o de Justicia Constitucional concentrada, generalizado a partir de la
constitución austríaca de 1920 y de la obra de Hans Kelsen, en el que un órgano autónomo
especializado y constitucionalmente designado para ello tiene la potestad de revisar la
constitucionalidad de las normas legales y los actos de poder, estableciendo al respecto,
declaraciones generales ERGA OMNES de plenos efectos derogatorios. El segundo sistema es el
americano o de control difuso (también denominado de la Judicial Review), permite que sea el
mismo órgano jurisdiccional ordinario el que desarrolle la función de control de la
constitucionalidad inaplicando una norma que contraviene la constitución para el caso en
concreto, manteniendo la norma en cuestión en el ordenamiento.[3]
Podemos observar que el primer sistema nos ofrece un control más efectivo a efectos que la
norma cuestionada puede ser retirada del ordenamiento jurídico previa pronunciación del órgano
colegiado respectivo, teniendo efectos generales. En cambio, el segundo sistema nos ofrece una
forma de control distinta ya que cabe la posibilidad de inaplicarse una norma de inferior nivel
alegándose su inconstitucionalidad para el caso en concreto, es decir, en la causa vista por el
juez y sólo para ella, siendo los efectos vinculantes sólo para las partes
Es así que el ordenamiento jurídico peruano en materia de control constitucional nos ofrece un
sistema dual o mixto debido a que ambas formas han sido recogidas. En materia de control
concentrado tenemos al Tribunal Constitucional que es un órgano colegiado reconocido
constitucionalmente, encargado de analizar la constitucionalidad de las diversas normas legales.
Por otro lado, tenemos también al control difuso el cual es ejercido tanto por los órganos
judiciales como los administrativos.[4]
Es así que su labor se ve precisada en el artículo siguiente donde se contempla que resuelve en
instancia única la acción de inconstitucionalidad, función que nos importa en el presente caso[7].
Debido a que la acción de inconstitucionalidad implica cuestionar seriamente la
constitucionalidad de una norma legal y su consecuente retiro del ordenamiento jurídico, la
facultad para iniciar la mencionada acción está limitada por la propia Constitución, es decir, sólo
podrán hacerlo los facultados por la Carta misma[8]. El Tribunal no actúa de oficio a manera de
vigilante de la constitucionalidad, sólo actúa cuando los órganos y sujetos expresamente
indicados en el artículo 203 de la Constitución inician un proceso ante este órgano colegiado.
El Tribunal Constitucional emite una sentencia, la cual no tiene efectos retroactivos, lo cual
supone que los efectos generados por la norma son válidos en el período de tiempo que estuvo
vigente, desde su publicación hasta la sentencia que declara su inconstitucionalidad. Dicha
sentencia es publicada en el Diario Oficial de la nación (en este caso el diario El Peruano),
haciendo que la norma quede sin efecto al día siguiente de la publicación. La excepción a la
irretroactividad de las sentencias del Tribunal Constitucional es lo referido a la materia tributaria.
Según lo dispuesto por el artículo 74 de la Carta fundamental[9], no surten efectos las normas
tributarias dictadas en violación de lo que establece dicho artículo. De esta manera, de acuerdo
al artículo 81 del Código Procesal Constitucional: “cuando se declare la inconstitucionalidad de
normas tributarias por violación del Artículo 74 de la Constitución, el Tribunal debe determinar
de manera expresa en la sentencia los efectos de su decisión en el tiempo. Asimismo, resuelve
lo pertinente respecto de las situaciones jurídicas producidas mientras estuvo en vigencia”. Es
así que en materia tributaria, de declararse la inconstitucionalidad de una norma, la
retroactividad surge como una posibilidad.
A diferencia del anterior sistema, este nos ofrece más acceso a la justicia constitucional debido a
que un ciudadano no estaría limitado por el artículo 203 de la Constitución. En este sentido, si
un particular inicia un proceso judicial y considera que una norma contraviene lo dispuesto en la
constitución, podrá solicitar que se inaplique la norma. De igual forma, el juez puede optar por
inaplicarla sin la solicitud de alguna de las partes, lo cual quiere decir que el control difuso en
sede judicial es a pedido de parte o de oficio.
El control difuso en sede judicial tiene su propio procedimiento debido a que las sentencias
expedidas por los jueces pueden ser elevadas en consulta para su respectiva observación ante la
Sala Constitucional y Social de la Corte Suprema para que se pronuncie sobre el tema. Todo esto
se encuentra contenido en la Ley Orgánica del Poder Judicial.[10]
Adicionalmente al control difuso en sede judicial, podría hablarse de control difuso en sede
administrativa de acuerdo a lo que dispuso el Tribunal Constitucional en la sentencia recaída en
el expediente No 3741-2004-AA/TC, que constituye un precedente de observancia obligatoria.
En esta sentencia, el Tribunal constitucional establece que si bien es cierto que la Administración
Pública está sometida al principio de legalidad, ésta tiene la facultad y el deber de preferir la
Constitución e inaplicar una disposición infraconstitucional que la vulnera manifiestamente. En
este sentido, el ejercicio del control administrativo difuso se realiza a pedido de parte y de oficio
cuando se trate de la aplicación de una disposición que vaya en contra de la interpretación que
de ella haya realizado el propio Tribunal Constitucional.[11]
El argumento ofrecido por el Tribunal Constitucional para sustentar la aplicación del control
difuso en sede administrativa (Tribunales administrativos u órganos colegiados que dirimen
controversias) se basa en la redacción del artículo 138 del texto constitucional. Dado que no
existe una prohibición explícita ni otra norma que disponga lo contrario, es razonable reconocer
esta facultad a la Administración Pública cuando ejerce función jurisdiccional dentro de su propio
ámbito. Dicha interpretación contribuye también a que el Tribunal Constitucional pueda también
hacer uso del control difuso cuando resuelve en última instancia procesos constitucionales
(Hábeas Corpus, amparo, entre otros).[12]
Podemos concluir que el control difuso en el Perú, al igual que el control concentrado, está
reconocido en la Constitución Política. Dado que su reconocimiento no establece prohibición
alguna, el Tribunal Constitucional, como máximo intérprete de la Constitución, estableció en el
año 2006 que la Administración Pública tiene el deber de observar y cumplir lo dispuesto en la
Carta Magna. De esta forma, se reconoce también la aplicación del control difuso en sede
administrativa.
V. Control legislativo
Este tipo de control de la constitucionalidad es distinto a los comentados anteriormente.
Ciertamente, este tipo constituye más un procedimiento o formalismo vinculado a la dación de
normas legales que a un tipo diseñado específicamente para analizar la constitucionalidad de
una norma.
Este procedimiento de control está recogido en los artículos 90 y 91 del Reglamento del
Congreso de la República donde se contemplan procedimientos de control sobre la legislación
delegada (cuando se trata de decretos legislativos) y sobre decretos de urgencia
respectivamente.
Como bien sabemos, los decretos legislativos son una forma distinta de dictarse normas con
rango de ley. Lo característico de esta forma es que el propio Congreso de la República dicta una
ley autoritativa en donde establece un marco de delegación de facultades para el Poder
Ejecutivo. Es con dichas facultades determinadas por ley, que el Ejecutivo puede dictar normas
con fuerza de ley sobre materias que competen exclusivamente al Congreso de la República. De
igual forma, la constitución reconoce en su artículo 118 inciso 19 que es facultad del Presidente
de la República el dictar medidas extraordinarias, mediante Decretos de Urgencia (los cuales
tienen fuerza de ley), en materia económica y financiera cuando así lo requiera el interés
nacional.
En resumen, el presidente de la República –en el Perú- tiene mucho poder, sumado a esto, está
el hecho de ser líder político de su partido. Otro ejemplo sencillo que contribuye a esto es la
propia Constitución Política vigente, debido a que en su capítulo IV donde regula lo respectivo al
Poder Ejecutivo, desarrollado en su articulado lo referido “sólo” al Presidente de la República.
Otro hecho importante es que en tiempos de elecciones, los partidos políticos buscan ganar
escaños a efectos de ser mayoría en el Congreso. Supongamos que el partido político del
Presidente elegido gana una gran cantidad de escaños, esto significará que el Presidente tendrá
un respaldo en el Congreso ya que sus colegas del partido apoyarán su visión política mediante
la delegación de facultades. Cabe la posibilidad que el panorama sea contradictorio y que el
partido no gane muchos escaños, de igual forma se buscará tener alianzas parlamentarias con el
objetivo de apoyar al Presidente.
Estadísticamente, se sabe que el Poder Ejecutivo es el que más legisla en el Perú, curiosamente
esto se da mediante Decretos Legislativos y Decretos de Urgencia. El monopolio legislativo del
Congreso ha dejado de ser tal, pasando a desempeñar una función de control en lugar de una
legislativa. Empero, teniendo en cuenta todo lo mencionado, no es posible hablar de un control
en todo el sentido de la palabra debido al enorme poder político que posee el Presidente de la
República. Hablar de control parlamentario o legislativo es utópico puesto que si se cuenta con el
apoyo de muchos congresistas, el mencionado control no prosperará. Sin embargo,
jurídicamente hablando, esto constituye una herramienta de control de la constitucionalidad más
recogida en nuestro ordenamiento, es una salida más plasmada en nuestras normas. Determinar
su efectividad, depende en el fondo, de la situación política que viva el país.
VI. Conclusión
Podemos señalar que en materia de control constitucional el Perú el ordenamiento jurídico
peruano nos ofrece tres formas bien definidas, cada una con sus ventajas y desventajas pero
que, en definitiva, buscan defender la supremacía de la Constitución frente a posibles normas
que contravengan lo dispuesto por ella sea por la forma o por el fondo.
El ordenamiento peruano combina extraordinariamente los dos sistemas más importantes del
mundo occidental contemporáneo. Sumado a esto, se encuentra otra herramienta jurídica que
en el fondo es más un procedimiento regular y obligatorio que un sistema bien definido. De igual
forma cumple una función similar a los sistemas comprendidos en la Constitución.
BIBLIOGRAFÍA: