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Los artículos de esta publicación han sido elaborados por Edgardo R. Moscardi, Secretario Ejecutivo del
FONTAGRO. El Dr. Moscardi es funcionario del Instituto Interamericano de Cooperación par la Agricultura (IICA)
y desempeña actualmente sus responsabilidades en el BID como parte de un acuerdo de colaboración entre estas dos
instituciones patrocinadoras del FONTAGRO. Washington, D.C. Junio 2000. Se agradece la asistencia editorial de
Carolina Ortega.
Las interpretaciones y conclusiones que se expresan en este documento son exclusivas del autor y no deben
atribuirse al Banco Interamericano de Desarrollo o a cualquier otra organización mencionada en este documento.
PREFACIO
No obstante, los debates sobre la importancia crítica de la agricultura y el desarrollo rural son a veces
complejos y relativamente difíciles de comprender. La falta de asimilación de las posibles
contribuciones de la agricultura a la mejora de la sociedad en su conjunto es, sin duda, una de las
razones de la poca importancia que las autoridades encargadas de formular políticas por lo general
asignan al sector rural. Por lo tanto, la asignación de recursos para la investigación agrícola con el
objeto de promover la agricultura y el desarrollo rural sobre bases científicas también es vista a
través de la misma perspectiva limitada, dando como resultado inversiones insuficientes y el
desperdicio de oportunidades para incorporar a la investigación y el desarrollo en la lucha contra la
pobreza.
Esta publicación contiene cuatro de esos documentos producidos por la Secretaría Técnica del
FONTAGRO durante el período 1999-2000. El primero, sobre conceptos de corta visión en la
agricultura, tiene por objeto informar a las autoridades encargadas de formular políticas acerca de los
argumentos más conocidos que frecuentemente se usan para relegar a la agricultura y al desarrollo
rural a una situación no estratégica en los países de América Latina y el Caribe (ALC). El segundo
documento presenta al FONTAGRO como una operación innovadora y un programa de tipo regional,
y se elaboró con ocasión de una conferencia internacional del Foro Global de Investigación Agrícola
(GFAR) celebrada en Dresden (Alemania) del 21 al 23 de mayo del 2000. El tercer documento
describe distintas oportunidades para la investigación agrícola internacional que existen en ALC y la
reducción de la pobreza en general. Su propósito es aclarar a la colectividad de donantes y partes
interesadas la dinámica del desarrollo agrícola en los países tropicales y de clima templado de la
región. Por último, el cuarto documento trata sobre la importancia de los bienes públicos
internacionales en el sector rural de ALC. El mensaje de fondo de este corto documento es que no se
está aprovechando al máximo las oportunidades que ofrece la ciencia y la tecnología modernas, y su
gran potencial para contribuir a la solución de problemas relacionados con la disponibilidad de
alimentos, la salud y la educación.
Edgardo R. Moscardi
Secretario Ejecutivo
FONTAGRO
CINCO CONCEPTOS COMUNES DE CORTA VISIÓN
ACERCA DE LA AGRICULTURA:
Una nota para la colectividad encargada de la definición de políticas
Introducción
Existen unos cuantos conceptos erróneos importantes sobre el lugar que ocupa y el papel que
desempeña la agricultura en el proceso de desarrollo económico y mejoramiento de las
condiciones del ser humano. Una de las razones es que los argumentos relativos a la importancia
crítica de la agricultura son complejos y difíciles de asimilar. Asimismo, la naturaleza en sí de la
agricultura y sus procesos biológicos significa que deben transcurrir largos períodos de tiempo
entre las actividades iniciales y los resultados finales, y las autoridades e incluso los mismos
agricultores tienden a ignorar los programas que no ofrecen beneficios inmediatos. Además, la
ardua labor de los pobladores rurales no es aparente ante los de las zonas urbanas que son los
centros de opinión pública y de toma de decisiones.
Por ejemplo, tan sólo explicar cómo las mejoras en áreas rurales en otros países crea beneficios
en los Estados Unidos es un gran reto. Para un agricultor estadounidense que debe pagar la cuota
mensual de un tractor, el lapso necesario para que la estructura de la demanda en ese país se
traduzca en mayores gastos en importaciones es bastante prolongado. Asimismo, los habitantes
de áreas urbanas, en especial los que tienen la autoridad para tomar decisiones, no pueden ver la
distante y abnegada vida rural de la misma manera que ven los efectos más inminentes de las
epidemias de enfermedades infecciosas, el agua contaminada, los servicios de salud y médicos
deficientes y los retos de la supervivencia de la familia (especialmente la infantil).
Por lo tanto, la agricultura y el desarrollo rural por lo general quedan relegados a una situación
no estratégica, y los recursos escasos se orientan hacia otras causas más inminentes, visibles y
fáciles de entender. El profesor D. Gale Johnson de la Universidad de Chicago ha explorado muy
acertadamente que “los gobiernos en todo el mundo realizan inversiones insuficientes en los tres
factores esenciales para el logro de una agricultura productiva: la investigación agrícola, la
educación y la capacitación de la población y la infraestructura rural”. La preocupación por este
problema fue la que dio origen a la preparación de esta nota que tiene por objeto tratar algunos
de los conceptos erróneos más frecuentes acerca de la agricultura de una manera sucinta y
sencilla a fin de facilitar la lectura y la comprensión.
§ En los países con un mayor porcentaje de la población en el medio rural, los beneficios de la
modernización agrícola para la sociedad son dobles: por un lado, los efectos indirectos a
través de precios más bajos de los alimentos, mejoras en la nutrición de los consumidores, y
la creación de empleo para los trabajadores sin tierra y para familias de productores con
exceso de mano de obra; y por otro lado, los efectos directos a través del ingreso adicional
que obtienen los productores por la adopción de nuevas alternativas tecnológicas que
posibilitan un mayor rendimiento de los activos agrícolas (tierra, mano de obra, agua,
maquinaria).
§ En los últimos veinte años, la agroindustria a hecho que los productos agrícolas se parezcan
más a la mayoría de bienes industriales, lo cual ha creado oportunidades para transformar y
diversificar la producción agropecuaria. En cualquier supermercado podemos encontrar hoy
en día numerosos tipos de leche, mantequillas, frutas y verduras en un sinfín de variedades de
cortes, colores, tamaños, etc. Las nuevas biotecnologías permitirán una diversificación
incluso más amplia que darán cabida a la producción de alimentos con características
particulares (por ejemplo, proteínas u otras substancias individuales) para necesidades
humanas específicas. Desde la perspectiva del complejo agroindustrial o de la cadena
alimentaria, la agricultura es mucho más que un rubro primario que contribuye al PIB y al
empleo.
§ Por último, pero sin que sea menos importante, está el papel de la agricultura en el suministro
de bienes ecológicos para la fijación del carbono, el cuidado de los paisajes y la protección
de la biodiversidad, entre otros. Estas ideas de reciente introducción se integran al concepto
de la “agricultura multifuncional”, de gran importancia para los pequeños agricultores en
diferentes regiones del mundo que carecen de los recursos físicos y el capital humano
suficientes y que necesitan urgentemente ingresos adicionales para mantener a sus familias.
Los precios de los alimentos han caído a un ritmo anual del 0,7% en los últimos ochenta años,
los superávits abundan y los agricultores se ven afectados por los términos de intercambio
(externos) desfavorables.
Principales factores no tomados en cuenta
§ En su mayoría, las políticas conocidas en todo el mundo como de “alimentos baratos” fueron
posibles gracias a la introducción de nuevas tecnologías en el sector agrícola que
beneficiaron tanto a productores como a consumidores. Sin embargo, los precios de los
alimentos también tienden a disminuir por caídas en la demanda; un caso actual es la reciente
crisis de Asia. En las situaciones extremas de hambruna, la gente no muere por falta de
disponibilidad de alimentos, pero sí por falta de oportunidades para obtener ingresos a causa
de problemas graves en otros sectores de la economía. Cerca de 1.000 millones de personas
en todo el mundo sufren actualmente de desnutrición crónica.
§ El deterioro de los términos de intercambio reduce el monto de divisas que puede generar un
país y se convierte, por ende, en un obstáculo para el crecimiento económico. La clave para
evitar este problema es mantener el ritmo de cambio tecnológico en la economía nacional por
lo menos a la par con el de la economía internacional. Si esto se consigue, el país mantendrá
su competitividad. Es por esta razón que las inversiones en investigación agrícola deben ser
una parte importante de cualquier política para mejorar la competitividad de la agricultura de
un país.
§ Hoy en día, los países tanto desarrollados como en desarrollo están sólidamente
interconectados en materia de comercio agrícola, y las soluciones que benefician a todos son
factibles cuando en los países en desarrollo se fomenta el crecimiento agrícola sobre una base
amplia. Si bien esto no resulta de lo más aparente, una proporción importante del crecimiento
agrícola en los países en desarrollo se convierte en una mayor demanda para otras
importaciones, algunas de las cuales serán de tipo agrícola. Es por esta razón que los países
desarrollados tienen un “interés creado” en que la agricultura de los países desarrollados
prospere (ya que es ahí donde se encuentran los mercados del futuro).
La investigación agrícola internacional, financiada en gran medida por los países desarrollados,
perjudica a los agricultores de los países donantes, dado que los beneficiarios de esas nuevas
tecnologías son los países competidores en desarrollo.
§ Como se expuso anteriormente, un desarrollo agrícola de base amplia tiende a aumentar las
importaciones agrícolas en los países en desarrollo. Las nuevas tecnologías son un elemento
importante de toda estrategia agrícola ya que traen consigo otros ingresos cuyos efectos se
transmiten hacia toda la economía.
§ Las nuevas variedades de alto rendimiento que alimentan a millones de personas en el mundo
en desarrollo han ayudado a mantener el desarrollo económico de los países en desarrollo (¡la
clave para los mercados futuros de los países desarrollados!), y también han generado
dividendos para los agricultores de los países desarrollados que financian la investigación
agrícola. Los Estados Unidos, por ejemplo, han recibido hasta ahora por lo menos US$ 3.400
millones por el uso de variedades mejoradas de trigo producidas conjuntamente con el Centro
Internacional para la Mejoramiento de Maíz y el Trigo (CIMMYT) en México.
Concepto erróneo No. 5: La agricultura compite con los ecosistemas y los recursos
naturales
§ Lograr producir suficientes alimentos para una población de 8,500 millones de personas en el
año 2025 (el lado de la oferta en la ecuación de la alimentación mundial), y al mismo tiempo
reducir el número de personas desnutridas a menos de la cifra actual de 1.000 millones y
proteger la reserva de recursos naturales, implicará el uso de tecnologías y políticas que
simultáneamente incrementen la productividad y conserven los recursos naturales.
§ Un alto porcentaje de los pobres viven en zonas tropicales con ecosistemas relativamente
frágiles y que albergan a una gran proporción de la biodiversidad mundial. Algunas de estas
áreas podrán ser protegidas y aisladas de la agricultura, pero otras deberán desarrollarse a
favor de la agricultura si es que se va abarcar el tema de la pobreza y la marginalización.
FORO MUNDIAL SOBRE INVESTIGACIÓN AGRÍCOLA
GFAR 2000, DRESDEN
ASOCIACIONES EXITOSAS PARA LA INVESTIGACIÓN
A. RESUMEN
Título
Objetivos y actividades
El financiamiento del Fondo Regional proviene principalmente de un fondo dotal formado por
recursos provenientes de aportes de países de las Américas, los cuales también se encargan de
administrarlo directamente. El Fondo tiene como fin primordial fomentar la competitividad del
sector rural procurando al mismo tiempo el manejo sostenible de recursos naturales y la
reducción de la pobreza en la Región. Los mecanismos específicos que utiliza el Fondo para
lograr su cometido son:
Antecedentes de la Organización
El FONTAGRO fue establecido por varias partes interesadas de la región de ALC. La idea
original fue del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la institución de financiamiento
regional de los países de ALC. La estrategia actual del BID se apuntala en las siguientes políticas
principales: reformas sociales, incentivo del crecimiento económico sustentable, modernización
del estado y respaldo renovado a la integración entre los países de la Región. El BID ha sido uno
de los donantes e inversionistas del GCIAI por más de veinticinco años para los Centros
Internacionales que realizan programas de interés para ALC. En 1996, el BID empezó a estudiar
la idea del FONTAGRO con los países miembros del Banco. La propuesta básica consistía en
crear un mecanismo para el financiamiento sustentable de proyectos de investigación agrícola de
interés para varios países, con la participación directa de los países de la Región en el
establecimiento de prioridades y el financiamiento en sí. En vista de que los Gobernadores del
BID son los ministros de finanzas de los países, este grupo de partes interesadas participó desde
el comienzo en al análisis de la propuesta, conjuntamente con los ministros de agricultura y otras
organizaciones públicas y privadas pertenecientes al sector rural de cada país.
La asociación entre el BID y el IICA para este proyecto innovador en particular es digna de
mención como un ejemplo de colaboración entre dos entidades del Sistema Interamericano: una
para el financiamiento del desarrollo y otra para la cooperación técnica en la agricultura.
Alcance regional
Si bien el FONTAGRO fue diseñado originalmente como un mecanismo para la región de ALC,
ahora está claro que se debe considerarlo como un mecanismo de integración tecnológica en el
contexto de las Américas, ya que se está gestionado activamente el ingreso de los Estados
Unidos y Canadá como miembros. La otra posible dimensión del FONTAGRO es la cooperación
entre diferentes regiones del mundo. Aunque el FONTAGRO procura desarrollar tecnologías
agrícolas como bienes públicos internacionales apropiados para las Américas, la investigación
siempre tiene efectos de desborde (spillovers) que pueden ser el objeto de actividades
mancomunadas entre todas las regiones.
B. PARTES INTERESADAS
Beneficiarios
Los beneficiarios directos del FONTAGRO son sus países miembros, pero ya que los productos
principales son tecnologías como bienes públicos intraregionales, también se beneficiará
cualquier país de la Región. Es posible que esto dé lugar a un aprovechamiento “gratuito” (free
riding) de los beneficios de esas tecnologías por parte de terceros, por lo que se debe hacer un
llamamiento a favor de la acción colectiva y la solidaridad entre todos los posibles miembros. El
mandato de los países miembros establece que el FONTAGRO debe:
El Fondo financia sus contribuciones a partir de los dividendos anuales generados por su fondo
dotal. Los recursos se asignan de manera competitiva conforme a los procedimientos dispuestos
en el Manual de Operaciones. El Manual contiene criterios operativos para la evaluación de
propuestas de acuerdo con los objetivos del Fondo. Además de estos criterios, los siguientes
principios guían la adopción de decisiones:
• Carácter inclusivo: La participación en el Fondo está abierta a todos los países y las
organizaciones de desarrollo que se suscriben a los principios básicos del Fondo.
• Transparencia: Las decisiones del Fondo se guían según criterios transparentes relativos a su
misión y objetivos.
• Integración: A través de sus actividades, el Fondo busca una mayor integración de las
actividades de investigación entre los países de la Región. En vista de que la investigación de
alcance regional no ha sido impulsada adecuadamente, el Fondo puede dedicarse al
desarrollo de capacidades institucionales cuando sea necesaria para lograr una mayor
colaboración regional.
Organización
El Fondo Regional es un programa cooperativo, una entidad sin personalidad jurídica. Dos de sus
patrocinadores, el BID y el IICA, proporcionan al FONTAGRO los procedimientos
institucionales y el marco legal necesarios para su funcionamiento. Los países miembros pueden
hacer sus contribuciones al fondo dotal a través de componentes de préstamos del BID al sector
rural. El BID ha suministrado los recursos de donación para los concursos de propuestas anuales
iniciales.
El Fondo Regional busca fortalecer los mecanismos actuales de investigación agrícola regional o
mundial. En lo que se refiere al GCIAI, el FONTAGRO considera a este sistema internacional
como el sistema global de investigación, y propicia la participación de centros internacionales en
consorcios con otras entidades nacionales y regionales que proporcionan fondos
complementarios para el estudio de temas de importancia para ALC.
D. ASOCIACIÓN
El Fondo fue establecido en marzo de 1998, temporalmente dentro del marco general del BID
(hasta el final del 2002) y ha sido dirigido por un Consejo Directivo de trece miembros y un
Secretario Ejecutivo (adscrito por el IICA). Doce países de ALC (sus gobiernos)
comprometieron US$70 millones al fondo dotal del FONTAGRO (habiéndose hecho efectivos
US$15 millones), con una meta de US$200 millones (para generar hasta US$15 millones anuales
para donaciones competitivas de investigación agrícola de hasta tres años de duración, con un
tope de US$500.000).
Se ha elaborado un Plan de Mediano Plazo 1998-2000 que describe las prioridades y un Manual
de Operaciones que especifica las condiciones para la aceptación, el financiamiento y la
supervisión de los proyectos. Se han lanzado rondas de concursos anuales, en 1998 y 1999. Doce
proyectos de la Convocatoria 1998 se encuentran en ejecución por intermedio del IICA, por un
total que asciende a US$3,0 millones. Otros doce proyectos de la Convocatoria 1999 esperan
financiamiento. Se han elaborado y puesto en marcha estrategias de colaboración con los Estados
Unidos, Canadá y Europa.
E. CONCLUSIÓN
Etapa de consolidación
La etapa de consolidación del FONTAGRO se extenderá hasta el final del 2002, cuando los
compromisos de apoyo del BID y el IICA podrían expirar. A partir del 2003, se prevé que el
capital dotal del FONTAGRO se sitúe en por lo menos US$70 millones, para proporcionar
recursos de alrededor de US$4 millones anuales para el financiamiento de proyectos y los gastos
de la Secretaría Ejecutiva.
Al final de la etapa de consolidación, está previsto que todos los países de ALC sean miembros,
además de los Estados Unidos y Canadá, convirtiendo al FONTAGRO en un mecanismo de
promoción de la investigación agrícola regional en el ámbito de las Américas.
Introducción
El objeto de este corto documento es resaltar ciertas circunstancias que afectan a la región de
América Latina y el Caribe (ALC), entre las que se encuentran algunas que resultan útiles para
distinguir entre dos tendencias que existen en el ámbito de la investigación agrícola. En concreto,
la tendencia a buscar una reducción en los costos de producción de un producto determinado
(innovación del proceso productivo) y a su vez, elevar al máximo las ventajas indirectas de las
nuevas tecnologías (que se supone son más indicadas para países como Argentina y Chile, por
ejemplo) por un lado; y la tendencia a buscar nuevas alternativas de producción más apropiadas
según la dotación de recursos naturales y los precios relativos (innovación mediante
diversificación del producto), elevando al máximo las ventajas directas de las nuevas tecnologías
(que se supone son más indicadas para países como Colombia y Guatemala) por el otro lado.
Además, se sugiere que ambos métodos para inducir el cambio tecnológico brindan
oportunidades para la investigación agrícola internacional y la producción de tecnologías como
bienes públicos internacionales.
Antecedentes
En ALC viven unos 200 millones de pobres, de los cuales aproximadamente el 35% habitan en
zonas rurales. Sin embargo, en la mayoría de los países situados entre los trópicos de Cáncer y
Capricornio (región andina, Centroamérica y la mayor parte de México, por ejemplo), la
proporción de personas de bajos ingresos que depende de la agricultura está por encima del 50%.
En los países que no están dentro de esta zona (sur de Brasil, Chile, Uruguay, Argentina, y el
norte de México), el porcentaje de personas de bajos ingresos que dependen de la agricultura está
muy por debajo del 50%. La distribución de la pobreza está, por lo tanto, bastante marcada: la
pobreza rural tiende a concentrarse en los países tropicales y subtropicales, mientras que la
pobreza urbana es más notoria en las zonas de clima más templado.
En resumidas cuentas, parece que los agricultores de escasos recursos en las zonas tropicales, en
particular los que cuentan con las condiciones agro-climáticas y sociales para responder a las
nuevas oportunidades e incentivos del mercado, se están apartando de los cereales y las
leguminosas de grano tradicionales y están adoptando sistemas y cultivos que gozan de una
demanda más dinámica. Esto no significa que se va abandonar la producción tradicional, pero sí
que esos cultivos se limitarán más probablemente hacia aquellas áreas de producción en los que
la productividad es lo suficientemente alta como para hacerlos competitivos. Un aspecto
interesante es que esos sistemas de producción basados en cultivos más dinámicos están
relacionados con un mayor índice de mano de obra por hectárea y varios tipos de actividades
posteriores a la cosecha (procesamiento en granja, distribución, control de calidad, contratación,
entre otros).
Las zonas de ALC con clima más templado cuentan con amplias oportunidades para aumentar la
producción de alimentos básicos. En vista de que Asia se convertirá en una región con un déficit
alimentario neto en los próximos diez a quince años, y dada la poca disponibilidad de nuevas
tierras, el aumento de la producción de los alimentos básicos debe venir de una intensificación de
la producción agrícola en las tierras existentes. Algunas zonas de ALC están dotadas de los
recursos necesarios para enfrentarse al reto de duplicar la producción de alimentos en los
próximos veinticinco años.
Las ventajas del cambio tecnológico en la agricultura para la gente de pocos recursos son de dos
tipos: los efectos directos para aquellos agricultores de escasos recursos gracias al ingreso
adicional generado por la adopción de nuevas tecnologías que posibilitan un retorno mayor de
los activos agrícolas (tierra, mano de obra, agua, herramientas); y los efectos indirectos, que para
los consumidores pobres y los agricultores pobres compradores netos de alimentos, que se
materializan a través de precios más bajos de los alimentos y, por ende, ingresos reales más altos,
mientras que para los trabajadores sin tierra y los pequeños terratenientes con exceso de mano de
obra se traducen en empleo, tanto agrícola como no agrícola, fuera de las granjas. Los efectos
indirectos se pueden aprovechar al máximo si se centra la atención en los aumentos globales de
la producción logrados a través de la adopción de nuevas tecnologías en el sector comercial. En
cambio, los efectos directos exigen que se dé más énfasis a las tecnologías adaptadas para el uso
por parte de los agricultores de escasos recursos. Si las tecnologías no son las mismas, se
producirá un intercambio. Esto es lo que probablemente sucederá en el caso de ALC en vista de
la generalización de la distribución desigual de la riqueza en el sector rural. Debería estar claro
que ambos tipos de efectos son importantes para reducir la pobreza general en ALC.
Estrategia recomendada
Si la meta consiste en reducir la pobreza general en economías que todavía son de tipo agrario,
como es el caso en algunos países de ALC, una estrategia óptima para inducir el cambio
tecnológico debe ser capaz de elevar al máximo los efectos directos e indirectos mencionados. El
Cuadro 1 presenta cifras de la población pobre en zonas rurales y, usando tres niveles (bajo [-],
intermedio [+] e ilimitado [++]), describe la cantidad y la calidad de los recursos naturales en los
diferentes megadominios del FONTAGRO (ver Figura 1 – Mapa).
Queda claro que cuatro megadominios (Andes [valles/colinas y sistemas de altura], América
Central (incluido el sur de México), el Caribe, y la Costa del Pacífico), representan a más del
60% de la población rural pobre y tienen una dotación de recursos relativamente deficiente. Ésta
debería ser el área en la que se debe elevar al máximo los efectos directos de la tecnología
mediante soluciones específicas en muchos casos, y con innovaciones que ahorren insumos,
reduzcan los riesgos, amplíen el alcance hacia tierras más marginales y frágiles, sean coherentes
con sistemas agrícolas más dinámicos (tal como se explicó), y mejoren la nutrición, la salud y el
medio ambiente. Se debe poner en práctica algunas tecnologías institucionales, así como ayudas
complementarias, tales como: contratación de actividades agrícolas con la agroindustria,
mecanismos de distribución de riesgo de diferente tipo y nuevos sistemas de extensión. Algunos
de los elementos de estas soluciones a favor del sector rural para los pobres (que incluyen
tecnología pero también el manejo institucional de la pobreza) pueden definirse como bienes
públicos transnacionales, otros son mucho más específicos en cuanto a su lugar de aplicación.
Los otros megadominios del Cuadro 1 están vinculados a un número relativamente más reducido
de pobres en zonas rurales y a una mejor presencia de recursos naturales. Este es el caso
particular de los megadominios del Cono Sur y las sabanas tropicales. Se trata de las regiones en
las que los efectos indirectos del cambio tecnológico pueden ser aprovechados al máximo a
través de innovaciones en la producción de cereales, semillas oleaginosas, leche y carne. Las
tecnologías como bienes públicos transnacionales son más idóneos para estos megadominios, y
las soluciones tienden a ser más tecnológicas y menos institucionales.
En vista de la globalización cada vez mayor, incluida la formación de grandes bloques de
comercio (el Área de Libre Comercio de las Américas), los efectos indirectos del cambio
tecnológico se apartan de los efectos de los precios: los pobres de las zonas rurales tienen que
aceptar los precios en mercados que tienden a la globalización, particularmente los de productos
básicos. Por lo tanto, la búsqueda de efectos indirectos exige que se mantenga una perspectiva
amplia respecto del papel que desempeña la agricultura en el desarrollo económico, tomando en
cuenta el reto de contar con una oferta de alimentos capaz de satisfacer los requisitos de
disponibilidad de alimentos en el futuro y la necesidad de ayudar a que los precios mundiales de
los alimentos tiendan a la baja.
3. Chaco 40 4,8 ++
6. Sabanas tropicales 13 3 ++
9. Caribe 24 7,6 -
10a. Costa del Pacífico
24 11,1 -
(continental)
11. México (N) 15 6,3 +
Fuente: FONTAGRO, Plan de Mediano Plazo: 1998-2000.
Figura 1: Megadominios para el FONTAGRO
Leyenda
1. Pampas, Uruguay, Brasil (S), Paraguay (E)
2. Chile (C y S), Argentina (O)
3. Chaco
4. Valles/Laderas Andinos Medio Altos
5. Sistemas Andinos Altos
6. Sabanas Tropicales
7. Bosques Húmedos Amazónicos
8. Centro América y Mexico (S)
9. Caribe
10a. Costa Pacífica (continente)
10b. Costa Pacífica (mar)
11. Mexico (N) y EEUU (S)
No clasificado
Antecedentes
Los productos y servicios generados por la actividad económica suelen dividirse en dos tipos de
bienes: públicos y privados. Formalmente los bienes públicos se definen como “aquellos que son
compartidos por un grupo de personas sin rivalidades directas, y cuyo usufructo no puede ser
negado a los miembros del grupo que reciben los beneficios de su disponibilidad,
independientemente de su contribución a la provisión del bien”. (Samuelson, 1954).
No rivalidad (el hecho de que cuando un bien público es consumido por alguien, esto no implica
que queda menos cantidad de este bien para otros consumidores) y no exclusión (nadie puede ser
apartado de recibir un bien público, la exclusión sería económicamente ineficiente), son las
principales características de este tipo de bienes. Esta última característica de los bienes públicos
es la responsable del patrón de comportamiento conocido como “free-ride” (o pasear sin pagar
pasaje), como respuesta racional de los consumidores consistente con la obtención del “máximo
de satisfacción al mínimo de costo”. Dado que esta es la conducta predominante, la provisión de
este tipo de bienes será inferior al “óptimo social”, a menos que exista una intervención directa
ya sea por parte del Estado (cobrando compulsivamente impuestos para financiar la producción
de bienes públicos), o de otros interesados, como por ejemplo, organizaciones sin fines de lucro
o filantrópicas que apoyan este tipo de inversiones.
El debate interesante en relación con los bienes públicos gira en torno al conocimiento o la
tecnología. Hasta hace poco tiempo el conocimiento se consideraba como un bien público por
excelencia, hasta que los “inventores” se las ingeniaron para crear los derechos de propiedad
intelectual. Esto hizo que el sector privado comenzara a invertir en investigación y desarrollo
como una extraordinaria fuente de ganancias potenciales. Es claro que estas inversiones por parte
del sector privado, se darán “únicamente” en desarrollos científicos patentables (rivales y
excluyentes) aplicados a la producción de bienes y servicios para aquellos consumidores que
puedan pagar el precio fijado. Esto automáticamente excluye a amplios grupos de consumidores
pobres, o con baja capacidad de compra. Ergo, es necesario generar productos y servicios como
bienes públicos para las poblaciones más pobres y marginadas.
Existe mucha información científica o información que no es patentable y una vez producida
todos pueden utilizarla gratuitamente, aunque no hayan contribuido a su producción. Por
ejemplo, la información relacionada con el mecanismo de transmisión de una enfermedad, o el
conocimiento relacionado con la mejor fecha de siembra y fertilización de una variedad de maíz,
etc. Pero hay variantes del conocimiento que pueden ser incorporadas a objetos tangibles
(vacunas, semillas, software), transformándolos en bienes privados, lo cual le da al poseedor de
esa invención un cierto poder monopólico sobre su producto que se traducirá en un mayor precio.
1
The Washington Post, Editorial: Science vs. Poverty, March 19, 2000.
Esa diferencia de precio es el retorno a la invención, que se asegura hoy en la mayoría de los
países por medio de legislaciones sobre derechos de propiedad intelectual. Cuando esos bienes
tangibles que incorporan conocimiento son producidos por el sector público como bienes
públicos, normalmente llegan al consumidor con un cierto subsidio implícito ya que no se cobra
por la invención o el conocimiento incorporado en ese bien.
A esta altura del desarrollo de la ciencia, la idea es que ya hay pocas oportunidades para generar
información ó conocimiento relevante que pueda producirse como bienes públicos; hacia el
futuro, el conocimiento es eminentemente un bien privado, ya sea porque es patentable o porque
se puede mantener el secreto.
Volvemos entonces al dilema de qué hacer cuando la solución de ciertos problemas requiere de
una inversión en conocimiento o información tecnológica, que el sector privado no está dispuesto
a enfrentar debido a que la inversión es riesgosa o de baja rentabilidad. En el pasado este
argumento fue fundamental para explicar una división del trabajo entre el sector público y el
sector privado. El sector público financiaba (y muchas veces ejecutaba) proyectos de
investigación en aquellos campos más básicos o estratégicos del conocimiento, y el sector
privado hacía lo propio en la investigación tecnológica más aplicada y patentable. No obstante,
con los avances de la ciencia y las oportunidades crecientes derivadas de las necesidades en los
campos de la salud, la alimentación y la educación, hay una tendencia a que esa división del
trabajo entre el sector público y privado se vaya “desdibujando” (Rausser, 1999). De hecho en
los EE.UU. ha ocurrido que muchas corporaciones privadas se han organizado como “compañías
de ciencias de vida”, con valores y cultura similares a una universidad pública de investigación.
Por otra parte las universidades públicas de investigación, respondiendo a las concesiones de la
Ley Bayth-Dole de 1980, han ampliado sus programas de generación de tecnología y están
actuando un poco como corporaciones privadas.
La idea de que la privatización de la ciencia acabaría con el sector público como financista y
ejecutor de actividades de investigación y desarrollo, parece obsoleta. El desarrollo científico
debe superar escollos enormes y complejos en el futuro para enfrentar los grandes desafíos de
acabar con las enfermedades, llegar con educación primaria, secundaria y superior a todo el
planeta, y proveer los alimentos para una población creciente en número y en ingreso per capita
y urbanización. Muchas actividades de investigación y desarrollo tecnológico han sido tomadas
por el sector privado, o transferidas al sector privado pero con financiamiento público. No
obstante, existe una tendencia hacia las grandes alianzas público-privadas como estrategia para
incrementar la provisión de bienes públicos alrededor del “óptimo social”. Esta estrategia
concuerda con la idea de mantener un sector público con una buena capacidad para “ejecutar”
investigación científico-tecnológica en todo el continuo, que va desde la investigación básica
hasta el uso o adopción del producto o servicio por parte de la comunidad.
En cualquier caso, el objetivo final de las inversiones con recursos públicos (ya sea las
financiadas pero ejecutadas por el sector privado y/o las financiadas y ejecutadas por el mismo
sector público) debería ser prioritariamente el de ampliar la oferta de innovaciones como bienes
públicos para reducir la pobreza.
Bienes públicos internacionales
Los bienes públicos internacionales representan una categoría de productos y servicios, cuyos
beneficios traspasan las fronteras nacionales y, por lo tanto, benefician a amplias regiones del
mundo, o incluso a todo el planeta. Al igual que los bienes públicos nacionales, los bienes
públicos internacionales están sujetos a una oferta insuficiente a nivel mundial.
Existen ciertos bienes o servicios públicos internacionales de alcance mundial, cuya demanda
proviene principalmente de los países desarrollados: el orden político mundial, la estabilidad
económica internacional, las normas laborales y ambientales, entre otros. El suministro de bienes
públicos internacionales puede ser sumamente complicado cuando los países desarrollados y en
desarrollo, tienen intereses divergentes sobre los costos y los beneficios.
Pero en esta nota nos referimos a aquellos bienes públicos internacionales basados en el
conocimiento científico-tecnológico, que benefician particularmente (aunque no exclusivamente)
a los países más pobres sin afectar el bienestar de los más ricos. Sabemos, por ejemplo, que el
90% del crecimiento de la población de los próximos 20 años, tendrá lugar en aquellos países
localizados entre los Trópicos de Cáncer y Capricornio. Esta área incluye casi toda América
Latina y el Caribe con excepción de los países del Cono Sur (Chile, Argentina y Uruguay), Sur
del Brasil, Sur del Paraguay y Norte de México. En esta área se concentra la población rural más
pobre de ALC. Las preguntas importantes son entonces las siguientes: ¿De dónde saldrá la oferta
adicional de alimentos sin comprometer la base de recursos naturales? ¿Cómo enfrentar
exitosamente los problemas de salud ligados a enfermedades y anemias de todo tipo? ¿Cómo
llegar con servicios de educación a esas grandes poblaciones con escasas posibilidades de
acceso?
Es precisamente en estos campos donde ALC tiene sus mayores desafíos hacia el futuro. Si
excluimos Argentina y Sur del Brasil, el resto de la región es importadora neta de alimentos. En
relación con salud y educación, las brechas entre los servicios de salud y educación que recibe la
población de mayores ingresos comparada con esos mismos servicios para los pobres, se han
agrandado en forma alarmante tanto en cantidad como en calidad de los mismos.
Es mucho lo que puede hacerse en cada país para generar bienes públicos nacionales que aporten
soluciones a los problemas mencionados en los campos de la alimentación, la salud y la
educación. Pero, a pesar de las grandes oportunidades para trabajar en esos mismos problemas
donde la perspectiva de los bienes públicos internacionales, como complemento a los esfuerzos
de cada país, es relativamente muy poco lo que se está haciendo en el ámbito internacional.
El ejemplo pionero en este campo ha sido la creación del Grupo Consultivo sobre
Investigaciones Agrícolas Internacionales (GCIAI), organización informal que apoya el
financiamiento de catorce Centros Internacionales de Investigación Agrícola distribuidos en todo
el mundo. El GCIAI tiene un presupuesto anual de alrededor de US$300 millones; esto
representa menos del 4% del total de la inversión en investigación agrícola a nivel mundial. El
objetivo es el logro de la seguridad alimentaria a nivel global, a través de la reducción de la
pobreza y el manejo sostenible de los recursos naturales. A pesar de una intensa campaña para
atraer nuevos inversores para el GCIAI, ha sido muy difícil mantener el nivel de financiamiento
y algunos donantes tradicionales, como los EE.UU. y la Unión Europea, que han reducido sus
contribuciones. Sería difícil estimar el nivel de inversión óptima en bienes públicos
internacionales derivados de la investigación agrícola, pero sin duda alguna, sería justificable
triplicar el nivel actual.
La innovación más reciente en el campo de los bienes públicos internacionales relacionados con
el tema salud es la propuesta de crear un fondo global para la compra y distribución de vacunas
en los países más pobres. El fondo tendría asimismo un componente de investigación biomédica.
Este fondo de vacunas está siendo promovido por varios países, organizaciones internacionales y
sectores filantrópicos como la Fundación Bill y Melinda Gates. Esta iniciativa brinda ciertamente
una oportunidad para preparar a la ciencia en la lucha contra la pobreza mediante la provisión de
bienes públicos internacionales. Para muchos de los problemas de salud prevalecientes en los
países más pobres, el sector privado no tiene incentivos para el desarrollo de medicinas para
poblaciones que no pueden pagarlas.
Las grandes posibilidades para los aportes de la ciencia en el campo de la educación están con el
desarrollo de las comunicaciones, la informática y la tecnología satelital. La calidad y cantidad
de educación que reciben los países más pobres es sencillamente insuficiente para mejorar los
niveles de capital humano necesarios para crear posibilidades serias de aumentar los ingresos per
capita. Los grandes desafíos están fundamentalmente en la educación rural, donde se observan
mayores grados de deserción escolar y prevalece el círculo vicioso de que, cómo se trata de una
población que tiende a emigrar a las grandes urbes, la calidad de la educación es baja, y como es
baja y no proporciona salidas laborales en el medio rural, la población emigra. De aquí que la
migración urbana sea considerada como una estrategia para reducir la pobreza rural, pero la
mayoría de las veces la consecuencia es la pobreza urbana.
Es interesante señalar que hacia fines de la década del 90, el empleo rural no agrícola constituye
más de un tercio del empleo de los hogares rurales y aporta alrededor del 40% del ingreso total
(Berdegué et al, 2000). La educación y capacitación juegan un papel fundamental en el ingreso
no agrícola y también como promotores del desarrollo rural en general. Durante los años 60s,
comenzaron a crearse en ALC los servicios nacionales de capacitación para preparar mano de
obra para los distintos sectores de la actividad económica. A pesar de la gran contribución que
han realizado estos servicios, han sido insuficientes para ajustarse a los cambios y oportunidades
de la dinámica tecnológica y económica.
Por otra parte, tanto el modelo de educación rural como el de los servicios de capacitación, son
mecanismos relativamente costosos si se quisiera dotarlos de todos los recursos para un
funcionamiento amplio y eficiente. Es aquí donde los bienes públicos internacionales
relacionados con la educación, pueden favorecer inmensamente la ampliación de los servicios de
educación y capacitación, y otorgarlos con niveles de calidad y a costos accesibles.
La única iniciativa conocida en este campo es la reciente propuesta de crear la “universidad del
ciberespacio”, con educación amplia y gratuita para todos. Esta iniciativa cuenta con recursos
iniciales de US$100 millones del sector filantrópico de los EE.UU.
Comentarios finales
Los bienes públicos internacionales son esenciales para las perspectivas de desarrollo y
reducción de la pobreza en los países en desarrollo. La privatización del conocimiento científico-
tecnológico seguramente traerá grandes beneficios para la humanidad, pero ese conocimiento
tardará en llegar —si es que llega— a las poblaciones más pobres del planeta. De aquí la
necesidad de promover los bienes públicos como estrategia para una cobertura amplia y eficiente
en materia de alimentación, salud y educación.
Uno de los problemas para incrementar la oferta de bienes públicos es el “free-riding”, ¿porqué
pagar por lo que se puede obtener gratuitamente? Si bien a nivel nacional la provisión de un bien
público puede considerarse una responsabilidad del Estado, en el ámbito internacional la
situación es distinta y descansa más sobre una ética de solidaridad y cooperación internacional.
La pregunta que surge es, ¿de dónde pueden salir los recursos necesarios adicionales para
encarar estos grandes proyectos en las áreas de investigación agrícola, salud y educación?
Ciertamente que el sector filantrópico podría aceptar aportar una parte de estos recursos, pero el
grueso debe provenir de los mismos países beneficiarios. ALC recibe aproximadamente
US$20.000 millones anuales en créditos de la banca multilateral: BID y Banco Mundial. Desde
el punto de vista de los países y de los bancos, invertir en operaciones tendientes a la provisión
de bienes públicos internacionales puede ser un negocio de alta rentabilidad social.
Referencias
Samuelson, P. (1954) The Price Theory of Public Expenditure. Review of Economics and
Statistics 36: 387-389