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La NASA quiere llegar al Sol

O TERESA GUERRERO
o Madrid
O ALBERTO HERNÁNDEZ (INFOGRAFÍA)
O NACHO MORENO (VÍDEO)

La sonda 'Parker' intentará desentrañar algunos de los grandes misterios


que rodean a nuestra estrella
Si lo logra, será la nave que más se acerque al Sol
El Sol, la verdad y la muerte, por Luis Martínez

El Sol es el protagonista del verano y es probable que en estos momentos


esté usted disfrutando -o intentando huir- de él. Si está agobiado por las
altas temperaturas, imagine el calor que sentiría si llegara a tocar nuestra
estrella. Pues bien, una sonda espacial va a experimentar esa situación.
Aunque estaba previsto que la sonda Parker Solar Probe partiera este
sábado a las 09.33 (hora peninsular española) desde Cabo Cañaveral, en
Florida, con la misión de acercarse al Sol, finalmente la NASA ha
decidido esta misma mañana retrasar el lanzamiento al
domingo por motivos técnicos. La cuenta atrás se detuvo a sólo un
minuto y 55 segundos del despegue.
Las dos demoras previas al lanzamiento abortado este sábado impidieron
que pudiera aprovecharse la ventana con unas muy favorables
condiciones meteorológicas del 90% y que, para este domingo, serán en
cambio favorables en un 60 por ciento, informó la NASA.
El aplazamiento del lanzamiento se debió a un problema de presión
de helio que surgió minutos antes del despegue, señaló la NASA que
indicó que la próxima ventana de lanzamiento se abrirá el domingo a las
09.31 hora española (07.31 horas GMT).

Cuando las partículas de alta energía llegan a


la Tierra pueden alterar el campo magnético y
afectar a tecnologías como el GPS o a redes
eléctricas
David Lario, astrofísico de la Universidad Johns Hopkins y
miembro de la misión 'Parker'
Si lo consigue, será la primera vez que un objeto construido por el hombre
explore la corona solar, es decir, el halo o parte más externa de la estrella,
la que sólo vemos cuando hay un eclipse total. Será también la nave
espacial más rápida de la historia pues se espera que en algunos
momentos alcance los 700.000 kilómetros por hora.
Parker tendrá siete años para desentrañar los grandes misterios
que rodean al Soly comprender mejor su funcionamiento. Y es que la
misma estrella que hace posible que vivamos en la Tierra también nos
causa algunos problemas, sobre todo ahora que dependemos tanto de
tecnologías como la de los satélites de comunicaciones.
"Uno de los objetivos de la sonda será estudiar fenómenos transitorios del
Sol como las fulguraciones y las eyecciones de masa coronal, que aceleran
partículas de alta energía. Cuando éstas llegan a la Tierra pueden alterar
el campo magnético y afectar a tecnologías como el GPS, pero también a
instrumentos de perforación del suelo y a las redes eléctricas", relata
desde EEUU el astrofísico español David Lario, uno de los investigadores
de la Universidad Johns Hopkins que ha hecho posible esta misión de la
NASA y que este domingo presenciará el lanzamiento desde Cabo
Cañaveral.
2018 Sonda solar Parker (I)
Pero el invitado de honor será Eugene Parker, que a sus 91 años no
piensa perderse esta jornada histórica. El astrofísico estadounidense
escribió en 1958 un revolucionario artículo científico en el que por
primera vez hablaba de la existencia del viento solar. La NASA ha querido
homenajearlo bautizando con su apellido a esta sonda que tendrá como
una de sus prioridades comprender la naturaleza del fenómeno que él
describió por primera vez, antes de que ninguna nave espacial lo
detectara.
Básicamente, el viento solar es una corriente constante de partículas de
alta energía, en su mayoría protones y electrones, lanzadas al espacio
por el horno termonuclear que es nuestro sol. Y es que, como
compara Joe Giacalone, astrofísico de la Universidad de Arizona, en un
sólo segundo el Sol emite la energía equivalente a toda la energía
consumida por EEUU durante un año multiplicada por un
millón: "Todas las formas de energía, a excepción de la energía
atómica, en última instancia provienen del Sol", dice Giacalone en
un comunicado.
A lo largo de esos siete años que en principio durará esta misión de 1.300
millones de euros, la sonda orbitará el Sol 24 veces. En cada una de
sus órbitas irá acercándose más y más. Así, durante la primera -en
noviembre de este año- se situará a 25 millones de kilómetros de distancia
del centro del Sol, mientras que durante las tres últimas órbitas,
hacia 2024, estará a sólo 6,8 millones de km. El récord de
acercamiento a nuestra estrella hasta ahora lo ostenta la sonda Helios B,
que en 1976 estuvo a 44 millones de kilómetros de distancia.
Según explica Javier Rodríguez-Pacheco, astrofísico de la Universidad de
Alcalá de Henares (Madrid) y miembro del comité científico de la
misión Parker Solar Probe, "el núcleo del Sol es su generador de energía y
allí se cree que hay temperaturas por encima de los 10 o de los 15 millones
de grados". Por otro lado, la superficie del Sol o fotoesfera está a unos
6.000 grados centígrados, mientras que la corona, que es la
estructura exterior, está a un millón de grados.
2018 Sonda solar Parker (II)
"Esto es algo contraintuitivo porque lo habitual es que cuando estamos
cerca de una fuente de calor las temperaturas sean más altas y, a medida
que nos alejamos, sean más frías. En el Sol ocurre lo contrario y la corona
está mucho más caliente", explica David Lario. Así que uno de los
grandes enigmas es por qué la temperatura es más alta en la
parte exterior del Sol que en su superficie. "Si me voy alejando de
una hoguera es normal que vaya notando menos calor, así que es un
misterio por qué en el Sol ocurre lo contrario", dice Rodríguez-Pacheco.
La sonda Parker trabajará en la corona. Sí, donde hay un millón de
grados. Pero afortunadamente para ella y para la ciencia, en su
momento de máximo acercamiento 'sentirá ' 1.400 grados.
¿Cómo es posible tanta diferencia entre la temperatura que hay y la que se
percibe? "Se debe a que en esa región del Sol la temperatura es alta
pero la densidad es baja", sintetiza Lario. "Es como cuando tienes el
horno a una temperatura muy alta. Podrías meter la mano y aguantar
algún tiempo porque la densidad del aire es baja, pero si tocas la pared del
horno te vas a quemar inmediatamente", compara.
En un cubo de agua hirviendo, donde la densidad es alta, nos
abrasaríamos al instante. 1.400 grados centígrados son sin duda mucho
más llevaderos que un millón de grados...pero aún así ¿cómo podrá
trabajar esta sonda del tamaño de un coche sin achicharrarse?
La clave es la combinación de tres elementos. "El mecanismo
principal es un escudo térmico realizado con un compuesto de carbono,
que es un material muy ligero, y que sólo tendrá 12 centímetros de grosor.
Cuando la nave se acerque al Sol, se espera que delante del escudo haya
1.400 grados. Detrás del escudo, hay unos 300 grados y un sistema de
radiadores los reducirá a 30 grados, que es la temperatura a la que
operarán los instrumentos internos", explica Lario. Dos instrumentos, no
obstante, quedarán expuestos: un artefacto para medir el viento solar y un
conjunto de cuatro antenas que miden las fluctuaciones del campo
magnético.

Si me voy alejando de una hoguera es normal


que vaya notando menos calor así que es un
misterio por qué en el Sol ocurre lo contrario
Javier Rodríguez-Pacheco, astrofísico de la Universidad de Alcalá
de Henares
Por otro lado, enumera Rodríguez-Pacheco, Parker cuenta con un
sistema de enfriamiento de sus paneles solares que le permite
producir energía eléctrica pese a las altas temperaturas. Y para que la
nave se mantenga siempre en el lugar adecuado, algo básico para
garantizar su funcionamiento, tiene un sistema autónomo que le
permite ajustar su posición sin necesidad de recibir órdenes de la
Tierra: "Habrá momentos en los que no será posible la comunicación con
la Tierra, ya sea porque la sonda esté detrás del Sol o por la intensa
radiación que emite, y si surge alguna anomalía, tendrá que tomar por sí
misma las decisiones para salvaguardar la misión".
Los científicos están impacientes por obtener los primeros datos. Y es que
esta misión fue ideada hace seis décadas, cuando estaba empezando a
fraguarse el programa espacial. "Se acababa de lanzar el [satélite
soviético] Sputnik y poco después, EEUU había puesto en órbita su
primer satélite, así que pensamos en diseñar algo que pudiera averiguar si
Eugene Parker tenía razón o no", recuerda la profesora emérita de la
Universidad de Arizona Marcia Neugebauer, que trabajaba en el Jet
Propulsion Laboratory (JPL) en 1958.
El artículo que un joven Parker publicó en 1958 fue polémico incluso
antes de ver la luz pues, según recuerda Rodríguez-Pacheco, los dos jueces
de la revista Astrophysical Journal que lo revisaron se opusieron a darle
el visto bueno: "Finalmente fue aceptado ante la insistencia del editor de
la revista, Subrahmanyan Chandrasekhar, que posteriormente recibirá el
Nobel". Para el investigador de la Universidad de Alcalá de Henares, que
la contribución de Eugene Parker no haya recibido también el máximo
galardón del a ciencia es algo que sorprende a la comunidad de
investigadores que estudia el Sol.
Un año después del artículo teórico de Parker, la sonda soviética Luna
1 detectó por primera vez esas partículas solares en el espacio y tres años
más tarde, la nave de la NASA Mariner 2 confirmó los resultados y añadió
un nuevo interrogante, que sigue siendo uno de los enigmas del Sol que
esta nueva misión pretenderá desentrañar.
"Eugene Parker propuso la existencia de ese flujo de electrones, protones
e iones a velocidades supersónicas. Pero al tomar medidas hemos visto
que ese flujo a veces cambia de velocidad y pasa en pocas horas de los
250 km por segundo a 700 o 800 km por segundo", relata
Rodríguez-Pacheco, que es también el investigador principal de uno de los
instrumentos de la futura misión Solar Orbiter que la Agencia Espacial
Europea está preparando.
Esta futura nave, con una instrumentación más completa que la Parker
Solar Probe y unos objetivos científicos más ambiciosos, abordará el
tercer misterio científico que entraña el Sol, "que es observar el
movimiento del material en los polos del Sol, algo clave para entender su
funcionamiento". Pero para eso, habrá que esperar a 2020.

Bibliografía

http://www.elmundo.es/papel/historias/2018/08/11/5b6d7e02268e3ed67c8b464e.ht
ml

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