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IDEAS
14 de Marzo del 2019 Lectura: 5 minutos
COLUMNAS

(/GABRIEL-
HIDALGO-
ANDRADE)

GABRIEL HIDALGO ANDRADE


Politólogo y abogado. Docente universitario.

El barco se hunde

A
lgunos sectores anticipan que el Consejo de Participación podría llenarse
de correistas. Lo saben por tres razones: porque el voto correista no se
fragmentará, porque el voto nulo consensuado sí fraccionará al voto no
correista facilitando el acceso de los primeros, y porque las papeletas está tan mal
diseñadas que estimulará el voto nulo por error. Todos estos son argumentos que se
ha sostenido a favor del voto válido.

Por eso nos cae del cielo una acción de inconstitucionalidad para detener esta
tragedia. Qué bien. El problema es que la Corte Constitucional deberá desechar esa
demanda por la fragilidad de sus argumentos.

Primero se asegura que se ha vulnerado el derecho al voto libre porque la autoridad


electoral no cumplió con la ley a la hora de asegurar la promoción de los
candidatos, organizar debates entre ellos y difundir sus propuestas programáticas.
Lo cierto es que, según la Constitución, en lo principal, el Consejo Nacional
Electoral debe garantizar la promoción electoral y, en lo secundario, propiciar el
debate y la difusión de las propuestas programáticas de todas las candidaturas (art.
115). Ambas disposiciones se han cumplido.

Si para más de 81 mil candidatos seccionales se destinan 36 millones de dólares y


para 43 aspirantes a consejeros se destina 6 millones, está claro el desbalance
publicitario. Mientras en el primer caso se destina 444 dólares por candidato y en el
segundo casi 140 mil dólares en propaganda electoral, se puede a rmar el
imperativo de la garantía de la promoción electoral se ha cumplido. En lo
secundario, propiciar el debate sobre la elección o sobre los candidatos es lo que ha
sucedido en estos días, jando la atención en la forma de contar los votos y de
distribuir los puestos que es el verdadero problema de fondo. Nada dice la
Constitución sobre alguna obligación que tenga la autoridad electoral para
organizar debate alguno entre los candidatos. Lo que sí dice es que se propiciará el
debate y, siendo esto lo complementario de la disposición, el debate resultaría en la
consecuencia de la promoción electoral.

También se ha dicho que hay muchas encuestas que han medido el interés de la
población para eliminar el órgano y que esto demuestra una violación al derecho de
ser consultados. Sin embargo, una elección ordinaria como esta, aunque atípica por
sus di cultades metodológicas, no implica violación alguna al derecho a ser
consultados prescrita en la Constitución (art. 61.4). Es mayoritaria la población que
valida los esfuerzos ciudadanos para la expulsión del Consejo de Participación del
sistema institucional, pero eso no es un argumento útil al negar el valor
constitucional de un proceso electoral en marcha ordenado por una consulta
popular. Al contrario, para conseguir la eliminación de este órgano creado para la
institucionalización de la corrupción durante la década ganada se debe recurrir a
una enmienda constitucional, convirtiendo al órgano elegido en uno perentorio
hasta la redistribución de sus funciones.

LO ESPERADO ERA QUE PRESENTARAN UNA ACCIÓN DE


INCONSTITUCIONALIDAD PORQUE LA AUTORIDAD ELECTORAL OMITIÓ Y
TODAVÍA OMITE MANIFESTARSE SOBRE LA NATURALEZA UNIPERSONAL DE
ESTA ELECCIÓN Y SOBRE LA FORMA DE CONTAR LOS VOTOS VÁLIDOS
DURANTE EL ESCRUTINIO, DE TAL MANERA QUE SE ATRIBUYA UN VOTO A
CADA CIUDADANO Y QUE NO LO MULTIPLIQUE COMO ES LO QUE SUCEDERÍA
POR EL DISEÑO DE LA PAPELETA, LO QUE SÍ RESULTA EN INCONSTITUCIONAL.
Un grupo de respetables profesionales, algunos de estos promotores del voto nulo,
presentó una acción formulada equivocadamente. Lo esperado era que presentaran
una acción de inconstitucionalidad porque la autoridad electoral omitió y todavía
omite manifestarse sobre la naturaleza unipersonal de esta elección y sobre la
forma de contar los votos válidos durante el escrutinio, de tal manera que se
atribuya un voto a cada ciudadano y que no lo multiplique como es lo que sucedería
por el diseño de la papeleta, lo que sí resulta en inconstitucional. De lo contrario,
introducir una fórmula de asignación de escaños en una elección como esta, que no
es pluripersonal, que no es partidaria y que es atípicamente horizontal, sería
cometer una inconstitucionalidad que la Corte Constitucional sabrá reconocer.
Se hunde el barco de la participación estatizada y la solución no es tirar anclas, es
reparar el hueco por donde se nos mete el agua.

@ghidalgoandrade

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