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En este sentido, los ciclos como propuesta de organización curricular, son una respuesta
que surge para atender situaciones presentes en la escuela, relacionadas con los tiempos
destinados para la formación versus los objetivos o propósitos formulados para lo mismo
(Perrenoud, 2010). El actual modelo curricular tiene una disposición de metas1 por tiempo,
donde periodo a periodo, año a año, se plantean aprendizajes tan diversos y complejos,
que promueve la enseñanza y dominio de ciertos contenidos, pero complejiza el
desarrollo de competencias y la formación en procesos. La imagen que la escuela
tradicional proyecta es de atomización y fragmentación de los contenidos de enseñanza
con poca correlación entre los grados (SED-UNAL-IIE, 2009).
Esto significa que en periodos cortos de tiempo los estudiantes son evaluados en relación
con los objetos de enseñanza planteados, pero asuntos como el razonamiento, la
comunicación, la resolución de problemas no podrán ser valorados teniendo en cuenta las
mismas unidades de tiempo.
Reconociendo esta situación, los ciclos plantean una forma pertinente de organización del
tiempo, donde es posible valorar los procesos y las competencias en periodos coherentes
con los desarrollos alcanzados por los estudiantes. Por esta razón, La propuesta
curricular por ciclos plantea una organización más flexible del tiempo, de varios años,
donde se prioriza los desarrollos cognitivos, socioafectivos, lingüísticos y culturales de los
estudiantes y no solamente los contenidos de cada uno de los grados.
1 De pendiendo del tipo de experiencia educativa estas metas pueden ser objetivos, logros, o
estándares.
aquellos estudiantes que no pudieron seguir el ritmo del grupo o lo preestablecido en el
plan de estudios. En este caso, la potencia de la organización por ciclos permite que se
puedan atender a esa diferencia de dos maneras: al ampliar los tiempos para las
construcciones de los estudiantes; y al organizarlos a tendiendo a sus diferencias, sus
ritmos de aprendizaje o necesidades (Perrenoud, 2010).
Aquí se marca una condición muy importante, que define a los ciclos, pues al no estar
preocupados por la cantidad de contenidos en un determinado periodo, el foco de la
preocupación está en los procesos de aprendizaje del estudiante; no sólo por los ritmos
frente al dominio y aplicación del saber, sino a las formas de intervención pedagógica que
se postulan desde los ciclos, las cuales están relacionadas con la integración curricular. Al
centrar la mirada en los procesos de aprendizaje, se está reconociendo las necesidades,
las potencialidades, las fortalezas, las dificultades de los estudiantes en el proceso de
formación. Así mismo, es necesario estar atentos a los aspectos cognitivos, socio-
afectivos y físico-creativos, pues se constituyen en el centro de la formación focalizando la
atención en las necesidades de los estudiantes antes que en responder a un currículo por
contenidos(SED-UNAL-IIE, 2009).
Este cambio de foco de la enseñanza al aprendizaje no resulta una tarea sencilla, pues la
actual forma de organización curricular por grados debería transformarse, ya que, por
ejemplo, los contenidos determinados grado a grado, ya tendrían que ser definidos por el
colectivo de docentes en correspondencia con las demandas de los contextos, políticos
sociales y culturales donde se ubica la propuesta educativa y atendiendo a las
condiciones y características de los estudiantes. Por tanto, asumir esta postura implicaría
reorganizaciones de las propuestas educativas, asumir nuevas posturas o enfoques
pedagógicos, replantear las formas de trabajo con el colectivo de docentes, asumir una
administración que viabilice las decisiones pedagógicas que se tomen, entre otras.
Teniendo presente lo anterior, los ciclos se comprenden como una propuesta curricular
que va más allá de la agrupación de años o grados, estos son “recursos y acciones
pedagógicas y administrativas, integradas y articuladas entre sí, para desarrollar una
unidad de tiempo que abarca varios grados, dentro de la cual los estudiantes pueden
promoverse con más flexibilidad” (SED-UNAL-IIE, 2009).
Ahora bien, como ya se ha mencionado, los aprendizajes básicos en cada uno de los
ciclos deben ser concertados de acuerdo con las características con las condiciones
políticas, sociales y culturales que demanda el contexto, desde allí se propone una base
común de aprendizaje, donde los conocimientos, las habilidades, las capacidades y
actitudes son desarrollados para dar respuesta a las demandas del contexto.
Una propuesta por ciclos para la población sorda deberá considerar la formación y
potenciación de las competencias de los estudiantes sordos, reconociendo que los
progresos y los tiempos para alcanzar indicadores de progreso de las mismas
competencias serán diferentes a la de los oyentes e incluso entre los mismos sordos
(INSOR, 2012).
Bibliografía