Sei sulla pagina 1di 2

Laniakea

Cuando el cielo proyectaba la espesa neblina negruzca que mantiene a flote la estrellas veladoras
de los diferentes mundos, una existencia nació. En aquel espacio tan distante y tiempo
relativamente próximo, un gripo evocó un nacimiento, una unidad de vida emergió de la sombras
de la no-existencia para anexionar la humanidad en una.
La madre, una isleña sudorosa por el dolor del parto, le dio de nombre de Laniakea, nombre isleño
que simbolizan aquellos cielos nocturnos que rodean las regiones polinesias. La paz del lugar
envolvió el pequeño cuerpo de Laniakea sumergiéndola en las profundidades del sueño, sus ojos
lentamente difuminaron la imagen de su madre para finalmente cerrarse y caer en la ensoñación.
Fue la última vez que ella vio a su madre siendo que a los 10 minutos despertó en el cuerpo de un
niño llamado Ej, en una ciudad remota de la edad media.
Ej creció sano hasta la edad de 5 años, tiempo suficiente para que un genio del mundo onírico
desarrollara conciencia de su entorno. La noche vigésima segunda después de su quinto
cumpleaños, Ej fue al rincón maloliente en que dormía para entregarse al don con que los cielos
le otorgaron. Cerrando los ojos atisbó como el espacio-tiempo giraba, (un universo céntrico en
que el niño del medioevo era el punto de eje y anillos a su alrededor giraban sobre él y sobre sí
mismos, anillos de realidad que engendraban espacios cilíndricos que de igual forma giraban en
epiciclos temporales). Ej nuevamente a las 10 minutos despertó en una cápsula en el año 3654 de
la edad dorada de la colonización espacial. En este entonces se llamaba Hicaldú, un humano
modificado.
La vida de Laniakea, Ej, Hicaldú, nombres de la misma persona, se sucedió entre sueños y giros
tempo-espáciales. Con cada salto onírico, Laniakea unía las redes dispersas del pensamiento
humano. Laniak, para hombre y Laniakea para mujer entretejía los sueños del Homo Sapiens.
Quizá en Laniak estaba la pregunta filosófica por excelencia, porque él representaba, era la
especia humana. Todo humano que ha existido, existirá y existe era Laniak.
Puesto que la habilidad de Laniakea consistía en haber recordado que Dios primigenio, aquella
conglomeración de fuerzas y calor, se autodestruyó dando nacimiento al cosmos. ÉL, Existencias
de existencias se subdividió en partes eternas, se dividió dualmente: energía y materia.
Y Laniakea era la neurona del cuadrante occipital del dador, era energía pura que al colisionar
con la materia despedida por el cuerpo de Dios primigenio dio lugar a la vida. Una sola vida que
con el pasar del tiempo se ramificó en especies y razas. Una semilla, una célula que se estancó en
el mundo llamado tierra y después del impacto se fraccionó y en pequeñas moléculas dio origen
al hombre.
Milenios tuvieron que pasar para que una vida en la tierra, Laniakea recordara el principio de los
tiempos. Y a través de sus sueños quisiera compactar, unir nuevamente a la especie humana en
una sola como en la era cosmológica.
Y de esta manera Laniakea solo existía para que a través de sus sueños trenzar la conciencia de la
humanidad en un solo telar tal cual el universo plano. Y así Laniakea mientras infinitamente se
hundía en sus sueños, se despertaba en los personajes más diversos que han existido como: un
vendedor de tomates en la plaza de Buñol del año 2000, un rey de la Casa de Wittelsbach en el
año 1193, como un diseñador de sombreros de robots en el año 3500, igual que un científico con
la ecuación en mano apunto de presentar la posibilidad del viaje temporal en el año 4103, pasando
por un campesino serbio enfermo de tuberculosis, hasta un soldado en trincheras a punto de ser
bombardeado por Laniakea, siendo a la vez otro soldado en el mismo tiempo y espacio,
bombardeada por ella misma, pero con cuerpos diferentes.
Porque tiempo no es más que la nada, un océano de sucesos fractales, el tiempo esta superpuesto
en sí mismo. Y Laniakea lo representaba cuando era a la vez la humanidad en su totalidad. Cuando
era el verdugo y la víctima, el esposo, la esposa y los invitados, cuando eran los soldados a punto
de matarse.
Laniak lo era todo a la vez, era una misma conciencia dispersa, que con cada sueño, cocía el
pensamiento para formarse como humano, el nuevo humano, para auto realizarse y realizar a la
humanidad, llevarlos a la desaparición de la individualidad que mata, llevarlos a la conciencia
origen. Tal vez de corpúsculos en miniatura se conforman los sueños, la vida de cada uno, aquella
red de oníricos sucesos no es más que una sola idea ovoide que rueda en la gran marea del cosmos
y Laniakea era como araña al acecho que se desplazaba quiméricamente por los tejidos de la
humanidad.
Escribo la vida como Laniakea y lo leo como Laniakea.

Potrebbero piacerti anche