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Deja que el Espíritu te enseñe

Liahona mayo 2017

Himno 77

Por el élder Ronald A. Rasband

Del Cuórum de los Doce Apóstoles

Por designio divino, el Espíritu Santo nos inspira, testifica, enseña e inspira a

andar en la luz del Señor.

, han tenido la oportunidad de sentir el Espíritu del Señor. Dicho Espíritu


confirma a sus corazones y mentes las verdades que se enseñan en esta
conferencia.

Consideren la letra de este conocido himno: 77 deja que el espíritu te enseñe

Gracias a las revelaciones de los últimos días, sabemos que la Trinidad se


compone de tres seres distintos y separados: nuestro Padre Celestial; Su Hijo
Unigénito Jesucristo; y el Espíritu Santo. Sabemos que “el Padre tiene un
cuerpo de carne y huesos, tangible como el del hombre; así también el Hijo;
pero el Espíritu Santo no tiene un cuerpo de carne y huesos, sino que es un
personaje de Espíritu. De no ser así, el Espíritu Santo no podría morar en
nosotros”3.

El presidente nos dice

Mi mensaje de hoy se centra en la importancia del Espíritu Santo en nuestra


vida. Nuestro Padre Celestial sabía que en la vida mortal afrontaríamos
dificultades, tribulaciones y confusión; sabía que lucharíamos con preguntas,
desilusiones, tentaciones y debilidades. Para darnos fortaleza terrenal y guía
divina, Él proporcionó el Santo Espíritu, que es otro nombre del Espíritu
Santo. El Espíritu Santo nos liga al Señor. Por designio divino, Él nos inspira,
testifica, enseña e inspira a andar en la luz del Señor. Tenemos la
responsabilidad sagrada de aprender a reconocer Su influencia en nuestra
vida y responder. Recuerden la promesa del Señor: “Te daré de mi Espíritu,
el cual iluminará tu mente y llenará tu alma de gozo”4. Me encanta esa
aseveración.

El gozo que nos llena el alma trae consigo una perspectiva eterna, que
contrasta con el diario vivir. Dicho gozo llega como una paz en medio de la
adversidad o del pesar. Brinda consuelo y valor, revela las verdades del
Evangelio, y aumenta nuestro amor por el Señor y todos los hijos de Dios.
Aunque la necesidad de esas bendiciones es tan grande, el mundo las ha
olvidado y abandonado de muchas maneras

Cada semana, al participar de la Santa Cena, hacemos convenio de


“[recordar] siempre” al Señor Jesucristo y Su sacrificio expiatorio. Cuando
guardamos dicho sagrado convenio, se extiende la promesa de “que siempre
[podemos] tener su Espíritu con [nosotros]”5.

Pregunta?

Como podemos tener el espíritu siempre con


nosotros

Prim part 1, 2, papelitos

Primero el Relato y luego lo que dijo el presidente

El presidente Monson ha enseñado: “Aprendamos el idioma del Espíritu


mientras recorremos el camino de la vida”13. El Espíritu habla con palabras
que sentimos. Tales sentimientos son delicados, un suave impulso a actuar, a
hacer algo, a decir algo, a reaccionar de cierta manera. Si somos
descuidados o autoindulgentes en nuestra adoración, alejados e
insensibilizados por las actividades del mundo, nos veremos con una menor
capacidad de sentir. Nefi dijo a Lamán y Lemuel sobre el Santo Espíritu:
“Habéis oído su voz de cuando en cuando; y os ha hablado con una voz
apacible y delicada, pero habíais dejado de sentir, de modo que no pudisteis
sentir sus palabras”14.

3, 4 (papelitos )

Mientras prestaba servicio como presidente de misión en la Ciudad de Nueva


York, me hallaba con algunos de nuestros misioneros en un restaurante del
Bronx. Llegó una familia joven y se sentó cerca de nosotros. Parecían
totalmente preparados para el Evangelio. Observé a nuestros misioneros
mientras continuaban conversando conmigo y luego noté cómo la familia
terminaba de comer y desaparecía tras la puerta. Entonces dije: “Élderes, hay
una lección para aprender aquí hoy. Vieron entrar al restaurante una familia
encantadora. ¿Qué deberíamos haber hecho?”.

Uno de los élderes dio su opinión enseguida: “Pensé en levantarme e ir a


hablarles; sentí un suave impulso, pero no actué”.

Les dije: “Élderes, debemos actuar siempre según el primer susurro. Ese
suave impulso que usted sintió era el Espíritu Santo”.

Los primeros susurros son la inspiración pura del cielo. Cuando nos
confirman o testifican algo, tenemos que reconocerlos como lo que son y
jamás pasarlos por alto. Muy a menudo, se trata del Espíritu que nos inspira a
tender la mano a alguien en necesidad, en particular a familiares y amigos.
“Así… la voz suave y apacible que a través de todas las cosas susurra y
penetra”18 nos señala oportunidades de enseñar el Evangelio, de dar
testimonio de la Restauración y de Jesucristo, de mostrar apoyo e interés, y
de rescatar a alguno de los preciados hijos de Dios.

Pensemos en el espíritu santo como si fueran lo que se llama “primeros


socorristas”. En la mayoría de las comunidades, los primeros socorristas ante
una tragedia, un desastre o una calamidad son los bomberos, policías o
paramédicos; estos llegan con balizas que destellan, y debo añadir, nos
vemos increíblemente agradecidos por ellos. La manera del Señor es menos
obvia, pero requiere una respuesta igual de inmediata. El Señor conoce las
necesidades de todos Sus hijos; y sabe quién está preparado para ayudar. Si
hacemos saber al Señor en nuestras oraciones matinales que estamos listos,
Él nos llamará a actuar. Si actuamos, Él nos llamará una y otra vez, y nos
encontraremos en lo que el presidente Monson llama “la obra del Señor”19.
Seremos los primeros socorristas al brindar ayuda de lo alto.
Si prestamos atención a los susurros que recibimos, aumentará en nosotros
el espíritu de revelación, y recibiremos más y más conocimiento y dirección
inspirados por el Espíritu. El Señor ha dicho: “Pon tu confianza en ese
Espíritu que induce a hacer lo bueno”20.
Ruego que tomemos en serio el llamado del Señor: “Sed de buen ánimo,
porque yo os guiaré”21. Él nos guía mediante el Espíritu Santo. Ruego que
vivamos cerca del Espíritu, y que actuemos rápidamente de conformidad con
nuestros primeros susurros, al saber que vienen de Dios.

Testimonio
Doy testimonio del poder del Espíritu Santo para guiarnos, protegernos y
estar siempre con nosotros; en el nombre de Jesucristo. Amén.

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