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No juzguéis, para que no seáis juzgados—“Juzgar” aquí no quiere

decir exactamente pronunciar juicio condenatorio, ni se refiere al acto


sencillo de juzgar, ya sea en un sentido favorable o en un sentido contrario.

El contexto da a entender claramente que lo que aquí se condena es


aquella disposición de mirar desfavorablemente el carácter y las acciones
de otras personas, la que nos lleva invariablemente a pronunciar contra
ellos juicios temerarios, injustos y desagradables.

Mateo 7:1 No juzguéis, para que no seáis juzgados. 2 Porque con el juicio con que
juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido.

3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que
está en tu propio ojo? 4 ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y
he aquí la viga en el ojo tuyo?

5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la
paja del ojo de tu hermano.

El mal de la crítica destructiva.


Jesús, en este pasaje, prohíbe uno de los males más comunes en la raza
humana, es decir, el hábito de juzgar con severidad e injusticia a los
semejantes.

Jesús no prohíbe toda clase de juicio, pues en el v. 6, como en múltiples


pasajes bíblicos (comp. Joh_7:24; 1Co_2:15; 1Co_5:1-13), se requiere
juicio para obedecer lo que se manda.

 Jua 7:24 No juzguéis según las apariencias, sino juzgad con


justo juicio.
 1Co 5:12 Porque ¿qué razón tendría yo para juzgar a los que
están fuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro?
13 Porque a los que están fuera, Dios juzgará. Quitad, pues, a ese
perverso de entre vosotros.

El texto indica que Jesús se refiere a juicios personales, no al juicio que


emite un juez o tribunal.

También el texto indica que la práctica que Jesús prohíbe se realizaba entre
creyentes: ¿Cómo dirás a tu hermano...? (v. 4).

El término que se usa para “juzgar”(kríno G2919) significa básicamente


“separar”,
“hacer distinción entre dos o más alternativas”,
“decidir o determinar”, “llegar a una conclusión”, “asignar culpa a
alguien”, “sentenciar”.

En términos prácticos es el proceso mental por medio del cual uno llega a
darse cuenta de diferencias o similitudes en lo que contempla.

¿Qué es lo que se prohíbe, pues, en este pasaje?


La construcción gramatical en el idioma original prohíbe la
continuación de una práctica ya en marcha.

Jesús está condenando la práctica habitual de censurar a


otros (criticar, reprobar a alguien) Criticar:

 Analizar pormenorizadamente algo y valorarlo según los criterios


propios de la materia de que se trate.2. tr. Hablar mal de alguien o
de algo, o señalar un defecto o una tacha suyos

Aparentemente algunas personas tienen la necesidad psicológica de


descubrir y divulgar defectos en otras personas.

Nadie puede evitar formar una opinión acerca de otras personas y


prácticas.

Desde la niñez se nos enseña la importancia de distinguir entre lo bueno y


lo malo, lo hermoso y lo feo, lo correcto y lo incorrecto.

El poder analizar un objeto críticamente, es decir, distinguir


objetivamente entre elementos, virtudes, características, es una
capacidad necesaria en la vida.

De todos modos, uno debe tener la humildad como para entender que su
juicio acerca de personas es solamente una opinión, la expresión de la
cual uno puede y debe controlar.

Hay varias razones por las cuales el creyente no debe practicar la crítica
destructiva.

Uno que practica el juicio destructivo asegura dos cosas: asegura su


propio juicio de parte de otros y de parte de Dios; asegura también el
grado o severidad de ese juicio (v. 2).

Cuando juzgamos a otros sin misericordia, Dios nos juzgará sin


misericordia.

La práctica de la crítica destructiva nos abre a la venganza, al desquite,


de parte de otros que han sido lastimados...

Un espíritu generoso y perdonador hacia otros generalmente


despierta la misma actitud de otros hacia nosotros.

 3 ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no


echas de ver la viga que está en tu propio ojo? 4 ¿O cómo dirás a tu
hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo
tuyo?

Cuando practicamos la crítica destructiva corremos el riesgo de ver con


claridad las faltas insignificantes de otros (“brizna”, v. 3, es una partícula
pequeña de polvo), mientras no observamos las faltas graves (“viga”, o
tabla gruesa) en nuestros ojos.

La viga (v. 3) en nuestros ojos impide que veamos claramente las


faltas de otros.

Este es el colmo de la hipocresía, pues pretendiendo “ayudar” a otro, en


realidad lo desanimamos, o lo aplastamos.

Nuestro juicio es siempre parcial, pues nunca tenemos todas las


evidencias necesarias para un juicio cabal.

2 Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que
medís, os será medido.

Cuando juzgamos a otros, frecuentemente nos juzgamos a nosotros


mismos.

Nuestro juicio de otros puede decir más de nosotros que de la persona que
pretendemos juzgar.

Finalmente, la práctica de la crítica destructiva deja de revelar el amor


sensible y compasivo de Cristo.

En resumen, ¿cuál debe ser la actitud del creyente hacia los demás?

5 ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la
paja del ojo de tu hermano.

Primero, debemos asegurar que nuestro ojo esté libre de “vigas”, o


sea, que nuestra vida esté limpia y correcta.

Para lograr esto, es necesario un autoexamen a la luz de las Escrituras


y en la presencia del Señor quien escudriña lo más íntimo de los
corazones.

Luego, debemos concentrarnos en las virtudes de otros y aun procurar


mirar a través de sus faltas para ver las posibilidades de lo que ellos
pueden llegar a ser.
6 No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea
que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen.

No deis lo santo a los perros... (v. 6) expresa la necesidad de un


discernimiento, un juicio del carácter de los oyentes. La construcción del
texto griego indica que ni debéis comenzar a pensar en dar lo santo..., o sea
la prohibición del comienzo de una acción. Jesús emplea el método hebreo
de repetición para enfatizar una verdad, usando dos pares de metáforas
equivalentes: lo santo a los perros, las perlas a los cerdos. “Lo santo” y
“perlas” son términos que se refieren a verdades o testimonios espirituales
que estimamos de gran valor. “Perros” y “cerdos” eran los dos animales más
repugnantes e inmundos para los judíos. Los judíos usaban estos términos
para referirse generalmente a los gentiles. Sin embargo, es casi seguro que
Jesús tenía en mente una aplicación más general: todo incrédulo que no
quiere, o que no tiene capacidad para apreciar valores espirituales. Los
“perros” y “cerdos”, al ver “lo santo” y “las perlas” que se les echan,
pensando que es algo para satisfacer su apetito y al comprobar que no lo es,
de furia puedan atacar al que quería alimentarlos.

A base del v. 6, debemos usar de buen sentido común y santo discernimiento


al presentar verdades y testimonios espirituales a otros. Debemos tomar en
cuenta la condición espiritual del público al seleccionar la verdad para
presentar, el vocabulario y la manera de presentación. A veces es mejor
guardar silencio (comp. 26:63). La falta de un buen sentido común
frecuentemente pone en ridículo el evangelio y hace mucho daño a la causa
de Cristo. Tal falta se ve a menudo en programas radiales y de televisión,
reuniones al aire libre y en el evangelismo personal.

Verdades prácticas Cuando juzgamos a una persona, podemos hacerlo


exagerando los hechos, o subestimándolos, y nos cuesta encontrar el punto
medio. Pero no sería extraño que juzguemos a otros para que la gente se
ocupe de hablar de tal o cual persona y no se ocupen de lo nuestro. Además,
mencionar las debilidades ajenas es a la vez minimizar las nuestras. Lo
cierto es que juzgar es usurpar el lugar que corresponde sólo a Dios.

7 Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. 8 Porque todo aquel


que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá.

9 ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra?
10 ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente?
11 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más
vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?

12 Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también
haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.

13 Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que
lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella;

14 porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que
la hallan.

15 Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero
por dentro son lobos rapaces.
16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos, o higos de los
abrojos?

17 Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos malos. 18 No puede
el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos.
19 Todo árbol que no da buen fruto, es cortado y echado en el fuego. 20 Así que, por
sus frutos los conoceréis.

21 No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que
hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
22 Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu
nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?
23 Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de
maldad.

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