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TEXTOS DE PLATÓN SOBRE LA JUSTICIA

Nota: Sócrates es la voz de Platón; Trasímaco, Calicles y Glaucón representan, en la


obra, el pensamiento de los sofistas.

1. Discusión entre Trasímaco y Sócrates:

T.”Sostengo yo que la justicia no es otra cosa que lo que conviene al más fuerte. ...
¿No sabes tú que algunas ciudades se rigen por la tiranía, otras por la democracia y
otras por la aristocracia?
S. Naturalmente, lo sé.
T. ¿Y no es el gobierno el que tiene la fuerza en cada ciudad?
S. Sin duda.
T. ¿Y no dicta el gobierno las leyes que le conviene? ¿El democrático las
democráticas, el tiránico, las tiránicas, y así los demás? Establecidas las leyes, los
gobernantes demuestran que para los gobernados es justo lo que a ellos les
conviene. ¿No castigan a quienes violan esas leyes como culpables de una acción
injusta? Tal es, querido amigo, mi pensamiento: en todas las ciudades, la justicia no
es sino la conveniencia del gobierno establecido. Y éste, de una u otra manera, es el
que tiene poder. De modo que para todo hombre que razones sensatamente, lo justo
es lo mismo en todas partes: lo que conviene al más fuerte”. (Rep., I, 338 c-e)

2. Opinión de Glaucón:

“Los hombres fueron mutuamente injustos y padecieron injusticia, y al cabo de


conocer una y la otra, considerándose impotentes para evitar la segunda alternativa
y no pudiendo tampoco, impunemente, hacer víctimas de injusticia a los demás,
convinieron en que era preferible no cometer ni padecer injusticias. Esta decisión
dio origen a las leyes y a las convenciones, y se calificó de legítimo y justo lo que
estaba ordenado por la ley. Tal es el origen y la esencia de la justicia, término medio
entre el mayor bien, que deriva de cometer impunemente la injusticia, y el mayor
mal, que consiste en no poder vengarse de la injusticia. En esta posición intermedia,
se amparó el hombre en la justicia, no porque ella fuese de suyo un bien, sino porque
la impotencia en que el hombre se encontraba para hacer impunemente el mal le
obligaba a respetarla”. (Rep. II, 358 e)

3. Opinión de Calicles:

“En mi opinión, son los hombres débiles y la masa los que establecen las leyes. Para
sí mismos, para su propia utilidad, implantan leyes [… ] quieren atemorizar a los que
son más fuertes que ellos, a los que están capacitados para tener más, y, para evitar
esto, dicen que es feo e injusto poseer más y que la injusticia consiste en tratar de
conseguir más cosas que los demás. Pues en mi opinión, consideran una felicidad el
tener lo mismo, siendo inferiores.
Ahí tienes la razón por la cual se dice, apoyándose en la ley, que procurar poseer más
que la mayoría es injusto y feo, y a eso dan el nombre de injusticia. Pero a mi
entender la misma naturaleza demuestra que es justo que el que vale más tenga más
que su inferior, y el más capaz que el más incapaz […].
Pero bien sé que cuando surge un hombre de natural poderoso, de una sacudida
derriba todo eso, lo hace pedazos, lo esquiva y, tras pisotear nuestras trampas,
nuestras mentiras […] y todas las leyes contrarias a la naturaleza, se levanta y
aparece como señor nuestro el que era esclavo, y es entonces cuando resplandece la
justicia de la naturaleza” (Gorgias, 482 b-485 c).

4. Sócrates:

La justicia, en efecto, es algo semejante a lo que prescribíamos, en concepto de que


no se detiene en las acciones exteriores del hombre, sino que arregla el interior, no
permitiendo que ninguna de las partes del alma haga otra cosa que lo que le
concierne y prohibiendo que las unas se entrometan en las funciones de las otras.
Quiere que el hombre, después de haber ordenado a cada una las funciones que le
son propias; después de haberse hecho dueño de sí mismo y de haber establecido el
orden y la concordia entre estas tres partes, haciendo que reine entre ellas perfecto
acuerdo, […] cuando el hombre comience a obrar, ya se proponga reunir riquezas ó
cuidar su cuerpo, ya consagrarse a la vida privada o a la vida pública ; que en todas
estas circunstancias dé el nombre de acción justa y bella a la que crea y mantiene en
él este buen orden. (Rep, libro IV).

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