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Egger, G.; Binns, A.; Rössner, S.; Sagner, M.

(2017) Medicina del Estilo de Vida: hábitos, entorno


y promoción de la salud. Polonia: Elsevier

CAPÍTULO 1
INTRODUCCIÓN AL PAPEL DE LOS FACTORES
DEL ESTILO DE VIDA EN MEDICINA
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Sinopsis

La Medicina del estilo de vida es un complemento relativamente novedoso de la


medicina convencional, centrado en la creciente proporción de enfermedades crónicas
relacionadas con el estilo de vida y con el ambiente y que guardan relación con el desarrollo
económico moderno. De este modo, aporta a la práctica clínica una serie de habilidades
añadidas y un enfoque de “teoría de sistemas”, haciendo hincapié en la implicación del paciente
y en un cambio de conducta para facilitar un mejor autocontrol a largo plazo de las diversas
enfermedades y afecciones crónicas modernas.

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“La vida es una enfermedad de transmisión sexual con una mortalidad del 100% y una
morbilidad intermitente inevitable” R.D. Laing

Introducción: ¿Qué es la “medicina del estilo de vida”?

El aumento de la obesidad en todo el mundo ha centrado la atención sobre el estilo de


vida como una de las causas más importantes de enfermedades en los tiempos modernos. No
obstante, la obesidad es solo una de las manifestaciones, si bien una de las más obvias, de un
abanico de problemas de salud que han surgido tanto del entorno como de las conductas
asociadas a nuestra forma de vida moderna. La inactividad, una nutrición deficiente o excesiva,
el tabaquismo, el consumo de drogas ilícitas y alcohol, una medicación inadecuada, el estrés, las
conductas sexuales, los trastornos del sueño, las conductas de riesgo y la exposición ambiental
(sol, sustancias químicas, entorno urbanístico) son los determinantes modernos más relevantes
de enfermedades que exigen una modificación en el planteamiento del control sanitario. La
“medicina del estilo de vida” constituye un enfoque relativamente novedoso y diferente para
lograrlo.

En la primera edición de este libro definimos la medicina del estilo de vida como “la
aplicación de principios ambientales, conductuales, médicos y motivacionales para el
tratamiento de problemas de salud asociados al estilo de vida en un entorno clínico”. A esta
definición le podemos añadir ahora “… incluyendo el cuidado y el tratamiento personal” para
tener en cuenta el enorme énfasis reciente sobre el autocuidado, considerado actualmente
como un elemento necesario para el tratamiento adecuado de las enfermedades crónicas.

En este libro resumimos los distintos aspectos de la medicina del estilo de vida,
examinando los determinantes (las “causas” son un concepto difícil en la enfermedad crónica),
cuantificando y tratando el amplio abanico de problemas sanitarios modernos con etiologías
basadas principalmente en el estilo de vida. En esta tercera edición hemos incluido 6 nuevos
capítulos, lo cual es indicativo de la rapidez con la que se está produciendo cambios en el
tratamiento de las enfermedades crónicas y en el reconocimiento de los factores del estilo de
vida que las provocan. La necesidad de un planteamiento de este tipo tiene sus raíces en la
celeridad de los avances económicos, que han modificado el entorno en el que vive la raza
humana (tanto desde el punto de vista “macroscópico” como del “microscópico”), así como el
estilo de vida y los comportamientos asociados a dichos entornos. Actualmente parece que
hasta un 70% de las consultas médicas tienen una etiología basada fundamentalmente en el
estilo de vida (Australian Institute of Health and Welfare [AIHW], 2014), de ahí la necesidad de
elaborar un enfoque novedoso para solucionar dichos problemas. Como veremos más adelante,
una respuesta adecuada conduce a la convergencia de una gama de aspectos diferentes a los
que se enfrenta la humanidad en el tercer milenio, desde la salud personal y poblacional y la
autogestión hasta la polución, pasando por el cambio climático, la igualdad social, la
estabilización de la población y la globalización. Nos centramos, sobre todo en lo que puede
aportar directamente el médico como individuo y finalizamos con la descripción de esquemas
de emisiones de CO2 y de reformas económicas como una posible forma de planteamiento
“distal” que englobe la salud y el entorno.

Campo de acción del estilo de vida en la medicina

La puesta en práctica de intervenciones del estilo de vida en medicina va desde la


prevención primaria (impidiendo que se desarrolle una enfermedad mediante la modificación
de causas conductuales o ambientales), pasando por la prevención secundaria (modificando
factores de riesgo para evitar que aparezca la enfermedad), hasta la prevención terciaria
(rehabilitación tras un estado patológico y prevención de las recurrencias). Por ejemplo, la
prevención primaria sería ayudar a impedir que una persona desarrolle sobrepeso aplicando
cambios en su estilo de vida; la prevención secundaria consistiría en ayudar a la persona con
sobrepeso que presenta un cuadro prediabético para que no desarrolle complicaciones
diabéticas, y prevención terciaria sería aconsejar a un paciente con obesidad mórbida y un
control deficiente de la diabetes que se someta a una cirugía bariátrica con el fin de evitar la
necesidad de insulina.

La medicina del estilo de vida, si bien constituye una disciplina clínica, tiende un puente
entre la salud pública y la promoción de la salud, definiéndose esta última como “la combinación
de apoyos educativos y ambientales para actuaciones y condiciones de vida que contribuyan a
la salud” (Green y Kreuter, 1991)

A diferencia de las intervenciones ambientales y sobre la población, la medicina del


estilo de vida se centra en el individuo (y en algunos casos en grupos pequeños), y las
intervenciones se llevan a cabo fundamentalmente en los centros de atención primaria. Al igual
que en los centros de atención especializada, el profesional debería dominar conocimiento,
habilidades, instrumentos y procedimientos para convertirse en un experto en medicina del
estilo de vida. Sin embargo, la implicación de disciplinas diferentes, tan necesarias en un campo
como este, garantiza una mayor disponibilidad de estas habilidades dentro de un equipo
médico.

Trasfondo histórico

Alrededor del año 500 a.C., Hipócrates, filósofo griego y fundador de la medicina
moderna, fue el primero en referirse a la idea de la medicina del estilo de vida al sugerir que
para mantenerse bien bastaría sencillamente con “evitar comer demasiado o trabajar
demasiado poco”. En los 2 500 años siguientes los seres humanos no hallaron excesivas
dificultades para cumplir las recomendaciones de Hipócrates acerca del estilo de vida. De hecho,
el problema radicaba en conseguir la suficiente comida y en trabajar mucho para intentar
sobrevivir a las vicisitudes y tribulaciones de la evolución humana. Sus problemas, más bien,
eran los estragos provocados por las infecciones.

La Revolución Industrial de finales del siglo XIX trajo consigo varios cambios. Las
máquinas empezaron a sustituir al hombre, con lo que se redujeron los esfuerzos físicos para
recolectar alimentos, además de aumentar la disponibilidad, y la densidad de energía, de estos.
El tiempo de ocio pasó a ser una compensación, aumentaron la población y el estrés laboral,
proliferaron las sustancias digeribles y que alteraban la mente y se modificaron las estructuras
sociales y comunitaria.

Como resultado de todo esto habría de ampliar la prescripción hipocrática. A lo


anteriormente citado podríamos añadir: “y no fumar, no comer demasiado (o comer o beber
demasiado en general), no beber demasiado alcohol (dejando al menos un par de días a la
semana sin consumir), intentar reducir la ansiedad y la depresión, estresarse lo justo y necesario,
no consumir demasiados fármacos (de cualquier clase), no mantener relaciones sexuales de
riesgo, desayunar, evitar el sedentarismo, dormir bien y el tiempo suficiente, realizar ejercicios
de estiramiento y de fuerza a días alternos, aplicarse protectores solares, utilizar humectantes,
evitar el aire acondicionado en la medida de lo posibles, mantener la piel hidratada, mascar
chicle, usar seda dental con asiduidad y recordar la necesidad de moderación en cualquier
aspecto de la vida”.

Las intervenciones del estilo de vida constan de diferentes tácticas preventivas. Pueden
combinar cambios de conducta o en el entorno con tratamientos médicos habituales y, a otro
nivel, hacerlo en ausencia de una intervención médica convencional.

Estilo de vida en el contexto de las enfermedades agudas y crónicas

Las enfermedades agudas sin aquellas que, por lo general, tienen un período
prodrómico breve y ocasionan síntomas debilitantes, pero que en pacientes por lo demás sanos
se resuelven por completo y con relativa rapidez sin dejar secuelas. Suelen deberse a
microorganismos infecciosos y abarcan enfermedades como la rubéola, el sarampión o la gripe.
Las enfermedades crónicas suelen tener períodos prodrómicos largos y requieren un
tratamiento mantenido durante un tiempo prolongado, a veces de por vida.

Antiguamente, las enfermedades infecciosas eran mortales al no disponerse de


tratamientos para las complicaciones secundarias de la enfermedad, como la neumonía o la
fiebre reumática. Las personas que desarrollaban enfermedades más graves, como diabetes
insulinodependiente, tuberculosis o tifus, solían fallecer a causa de estas.

Gracias al descubrimiento de las vacunas, a las mejoras en las condiciones de vida, al


perfeccionamiento de la higiene y la salud públicas y al desarrollo de vacunas y antibióticos, las
personas con enfermedades que antiguamente les hubieran causado la muerte han podido
seguir viviendo hasta edades avanzadas. La enfermedad de Crohn, la colitis ulcerosa, la
esclerosis múltiple, la cardiopatía isquémica y la diabetes son ejemplos de enfermedades que
antiguamente podían ser mortales, pero que en la actualidad son tratables. El virus de la
inmunodeficiencia humana y la hepatitis B y C son ejemplos más recientes. En el otro extremo,
algunas enfermedades crónicas (p. ej., fibrosis quística, hemocromatosis, poliquistosis renal)
tienen un componente genético significativo, de modo que podría descartarse su asociación al
estilo de vida. Como consecuencia, la frontera entre enfermedades crónicas y agudas y el campo
de acción de la medicina del estilo de vida está mucho menos definida de lo que podría haber
estado en el pasado.
Diferencias entre el modelo tradicional/convencional y el modelo de la medicina del estilo de
vida.

El modelo de la medicina del estilo de vida difiere del modelo de medicina


tradicional/convencional (a la que de ahora en adelante llamaremos medicina “convencional”)
por el hecho de que su objetivo es la modificación de las bases conductuales y del estilo de vida
de la enfermedad, en lugar de centrarse simplemente en el tratamiento del proceso patológico.
Por dicho motivo, se exige que el paciente sea un “socio” activo del proceso, en lugar de limitarse
a ser un receptor pasivo de la asistencia médica. De hecho, el término “paciente” realmente deja
de ser apropiado en este contexto; desafortunadamente no se ha presentado un término
alternativo que haya sido aceptado por unanimidad. Por este motivo se necesita un enfoque
integral para poder comprender cómo implicar al paciente en su cuidado personal.

La medicina del estilo de vida difiere de las prácticas clínicas no médicas en que puede
incluir medicación (p. ej. para dejar de fumar o para controlar el apetito) e incluso cirugía en los
casos convenientes (p. ej. Para controlar el peso), y difiere de los planteamientos estrictamente
conductuales porque examina la posibilidad de etiologías ambientales y comportamientos
individuales.

Medicina tradicional/convencional Medicina del estilo de vida


Trata factores de riesgo individuales Trata causas del estilo de vida/ambientales
El paciente es un receptor pasivo de la asistencia El paciente es un “socio” activo del cuidado
No se le exige al paciente que realice grandes Suele ser preciso que el paciente realice grandes
cambios cambios
El tratamiento suele ser a corto plazo El tratamiento suele ser a largo plazo
La responsabilidad recae sobre el médico La responsabilidad recae también sobre el
paciente
La medicación suele ser el tratamiento “final” Puede necesitarse medicación, pero se hace
hincapié en cambios en el estilo de vida/ambiente
Se hace hincapié en el diagnóstico y la Se hace hincapié en la motivación y el
prescripción cumplimiento terapéutico
La mera es el tratamiento de la enfermedad La meta es la prevención
primaria/secundaria/terciaria
Escasa consideración al ambiente Mayor consideración al ambiente
Los efectos adversos se compensan con los Los efectos adversos que influyen sobre el estilo
beneficios de vida exigen una mayor atención
Implicación de otras especialidades médicas Están implicados además otros profesionales
sanitarios aliados
El médico actúa generalmente de manera El médico forma parte de un equipo de
independiente e individualizada profesionales sanitarios
Nexos que ponen de manifiesto los factores del estilo de vida en la medicina

Hasta hace poco, la mayoría de los aspectos de la salud asociados al estilo de vida eran
considerados en una escala “lineal”, como por ejemplo:

𝑅𝑒𝑑𝑢𝑐𝑐𝑖ó𝑛 𝑑𝑒 𝑢𝑛𝑎 𝑒𝑛𝑓𝑒𝑟𝑚𝑒𝑑𝑎𝑑 𝑒𝑠𝑝𝑒𝑐í𝑓𝑖𝑐𝑎 = 𝐶𝑎𝑚𝑏𝑖𝑜 𝑑𝑒 𝑢𝑛 𝑒𝑠𝑡𝑖𝑙𝑜 𝑑𝑒 𝑣𝑖𝑑𝑎

Un ejemplo clásico sería el peso corporal, que durante años se ha considerado una
noción de tipo “físico” que se produce fuera del cuerpo humano, como por ejemplo:
𝑃𝑒𝑠𝑜 = 𝐼𝑛𝑔𝑒𝑠𝑡𝑎 𝑒𝑛𝑒𝑟𝑔é𝑡𝑖𝑐𝑎 (𝑎𝑙𝑖𝑚𝑒𝑛𝑡𝑜𝑠, 𝑏𝑒𝑏𝑖𝑑𝑎𝑠) − 𝐶𝑜𝑛𝑠𝑢𝑚𝑜 𝑒𝑛𝑒𝑟𝑔é𝑡𝑖𝑐𝑜 (𝑒𝑗𝑒𝑟𝑐𝑖𝑐𝑖𝑜, 𝑚𝑒𝑡𝑎𝑏𝑜𝑙𝑖𝑠𝑚𝑜, 𝑡𝑒𝑟𝑚𝑜𝑔é𝑛𝑒𝑠𝑖𝑠)

Esto ignora el hecho de que el cuerpo de los mamíferos es un organismo biológicamente


reactivo (no es un concepto físico) con mecanismos de retroacción intrincados, para el cual
resulta más conveniente un enfoque por “sistemas” en lugar del “lineal”. Por tanto, los aspectos
del estilo de vida abordados en este libro están íntimamente relacionados. Los trastornos del
sueño, por ejemplo, pueden condicionar el desarrollo de fatiga; la fatiga conduce a la
inactividad; la inactividad condiciona defectos nutricionales o una alimentación excesiva, y toto
el conjunto puede promover la aparición de obesidad y depresión, con la consiguiente
posibilidad de desarrollar un síndrome metabólico, diabetes tipo 2, problemas sexuales y del
estado de ánimo y, posiblemente, una cardiopatía. Por el contrario, la nutrición deficiente, la
inactividad y el tabaquismo o el consumo de alcohol pueden provocar lesiones, alteraciones en
los hábitos de descanso nocturno o propensión a enfermedades que pueden condicionar que el
proceso se convierta en un círculo vicioso. La medicación puede ayudar a tratarlo, pero su se
utiliza de modo incorrecto puede asociarse a efectos adversos, como ganancia de peso y
disfunción sexual. Los antidepresivos pueden generar más trastornos psicológicos que la
depresión original. Todo esto, es decir, los factores predisponentes, los determinantes, la
enfermedad y el tratamiento, forma parte de la medicina del estilo de vida.

El ejercicio y la nutrición son la “penicilina” de las intervenciones del estilo de vida; por
este motivo los primeros capítulos están dedicados, aunque sea de forma modesta, a estos dos
aspectos, ya que ambas intervenciones se tratan con mayor detalle en otros textos. La psicología
es la “cirugía” mediante la cual se restablece la homeostasis en las enfermedades crónicas
basadas en el estilo de vida; por esta razón en el libro abundan las referencias a los procesos
psicológicos. Junto con otros enfoques terapéuticos más concretos, todo ello constituye el
grueso de la medicina del estilo de vida.

¿Quién está más capacitado para poner en práctica intervenciones sobre el estilo de vida?

Desde nuestro punto de vista, en la actualidad no hay una única disciplina dotada para
poner en práctica cambios preventivos o terapéuticos sobre el estilo de vida (CTEV). Los
profesionales médicos cuentan con la formación necesaria para diagnosticar y tratar las
enfermedades, pero disponen de poco tiempo para supervisar y motivar a sus pacientes para
que realicen cambios complejos en su estilo de vida. El personal de enfermería está dotado para
el tratamiento y cuidado continuo de los pacientes, pero a menudo carece de conocimientos
concretos sobre cambios en la nutrición, el ejercicio o el comportamiento.

Los dietistas pueden asesorar gracias a sus conocimientos nutricionales, si bien la tierra
se mueve constantemente bajo sus pies y a menudo sus fundamentos sobre cambios de
ejercicios y de conducta son endebles. Los fisiólogos especializados en el ejercicio cuentan con
fundamentos sobre los requisitos de actividad física necesarios para problemas concretos,
aunque sus conocimientos sobre nutrición y psicología son menos completos. Los psicólogos y
los profesionales de la medicina complementaria tienen sus propios puntos fuertes, pero no está
capacitados para prescribir, y en ocasiones carecen de los fundamentos fisiológicos de los
médicos y de otras disciplinas tradicionales.

Actualmente se están creando cursos universitarios específicos para rellenar estos


vacíos. Estos cursos se combinan con clases de nutrición, ejercicio y psicología (es decir, salud
metabólica). Hoy en día, numerosos títulos médicos incluyen también una disciplina no médica
asociada a modo de prerrequisito y se hace especial hincapié en el papel de la prevención, aparte
del tratamiento, y en el conocimiento de la psicología y del comportamiento. Sin embargo, no
parece probable que un futuro cercano algún profesional pueda ostentar el título de “experto”
en medicina del estilo de vida de pleno derecho. Como resultado, es probable que la práctica
sea llevada a cabo por un equipo de profesionales sanitarios, donde el médico, a menudo de
atención primaria, actúe como coordinador.

Base científica

En la medida de lo posible usamos información con una base científica con el fin de
formular las recomendaciones pertinentes. Sin embargo, como las intervenciones del estilo de
vida en medicina son un área de conocimiento, todavía queda mucho por aprender y gran parte
de su contenido es difícil de objetivar. Esto resulta evidente al hablar de la prescripción de
ejercicio para diversas dolencias o al aprender psicología positiva para combatir trastornos del
estado de ánimo. En la actualidad están surgiendo prescripciones específicas para diferentes
dolencias basadas en el estilo de vida, pero no ha sido hasta hace poco cuando se ha apreciado
la importancia general del estilo de vida en problemas que, de lo contrario, se considerarían
puramente médicos. Este es el motivo por el que la prescripción de base científica aún no está
disponible en varios campos. En estos casos hemos intentado compensarlo proporcionando
recomendaciones basadas en los datos disponibles y en el razonamiento meticuloso de nuestros
colaboradores más experimentados.

En otras publicaciones se mencionan fundamentos más teóricos para la medicina del


estilo de vida y su base científica, así como campos más específicos de esta especialidad, como
la medicina deportiva, la salud de la mujer, la neumología y la pediatría (p. ej. Knight, 2004;
Rippe, 2013), por lo que no se describirán con detalle en este texto. Tampoco hemos tratado
con exhaustividad cada una de las áreas de la medicina del estilo de vida, dado que para la
mayoría hay referencias bibliográficas propias.

Estructuras para los cambios del estilo de vida en medicina

Dado que las intervenciones estructuradas sobre el estilo de vida en medicina están en
sus primeras etapas, aún queda mucho trabajo por hacer, que estará determinado por su estado
evolutivo, las normas y las aspiraciones de la población y la retroalimentación constante. En este
libro se intenta capturar lo mejor de un campo en sus primeras etapas de formación, aceptando
que solamente representa el comienzo de un proceso en desarrollo Hemos adoptado y
adaptado las iniciativas existentes para ajustarlas a la medida de estas condiciones cambiantes.
Por ejemplo, los cinco elementos iniciales para la prescripción del estilo de vida (Anamnesis,
Valoración, Asesoramiento, Ayuda y Planificación) se han reducido a tres (Valoración, Ayuda y
Planificación) para poder recordarlos mejor se comentan al final de la mayoría de capítulos en
el apartado “Consejos Prácticos”, donde, además, se han resumido las aplicaciones prácitcas
para los profesionales de la medicina y para el personal de enfermería. En el capítulo 4 también
nos detenemos en el desarrollo de habilidades para la medicina del estilo de vida, como las
reuniones grupales con un “paciente experto” que da apoyo a personas con las mismas
dolencias. Aunque algunos sistemas sanitarios todavía no están organizados para afrontar los
costes que esto conlleva, será preciso desarrollar sistemas nuevos para responder a lo que, en
esencia, es una forma más m lógica de afrontar las enfermedades crónicas en atención primaria.
Otros procesos y herramientas están perfeccionándose a medida que la medicina del estilo de
vida desarrolla una estructura y una pedagogía para abordar los problemas más cotidianos. Para
ilustrar esto y la velocidad a la que está desarrollándose una disciplina nueva se han añadido
varios capítulos adicionales a esta tercera edición del texto. No hay la menor duda de que en la
próxima edición (y en las siguientes) se añadirán nuevos capítulos a los ya existentes.

¿Qué puede hacerse durante una consulta breve?


 Preguntar al paciente qué aspectos de su estilo de vida cree que pueden mejorarse.
 En función de lo anterior, indagar con más detalle acerca de las áreas identificadas.
 Sugerir/remitir al paciente a un especialista sanitario afín a este campo o acordar otra cita
para comentar este aspecto con más detalle.
 Si fuese apropiado, deberían realizarse algunas determinaciones básicas (p. ej. Perímetro de
la cintura, peso, bioimpedancia).
 Proporcionar documentación escrita sobre las áreas del estilo d e vida identificadas.

Resumen

La medicina del estilo de vida representa un enfoque distinto para enfrentarse a un gran grupo
de pacientes con dolencias causadas principalmente por el estilo de vida y los factores
ambientales que dan lugar a ese estilo de vida, y que en la actualidad acuden a los médicos de
atención primaria. El tratamiento de dichos problemas en lugar de centrarse en las terapias
convencionales, hace hincapié en otras modalidades terapéuticas en las que se necesita la
implicación del paciente en su propio cuidado, y para ello es preciso que el médico cuente con
conocimientos considerables sobre motivación y habilidades motivacionales y que el profesional
sanitario ponga en marcha un enfoque diferente para ayudar a los pacientes a controlar sus
problemas de salud crónicos. El aumento de recursos y de financiación sanitaria, al menos en
Australia y en algunos países europeos, junto con la implicación de profesionales sanitarios
aliados como parte del equipo sanitario, no sólo ha permitido su ejecución desde el punto de
vista económico, sino que también ha sido necesario para afrontar los cambios en las etiologías
de las enfermedades asociadas a nuestra forma de vida moderna.

Consejos prácticos

Algunos principios prácticos para la medicina del estilo de vida

Aunque en 2016 aún no se han rubricado unánimemente una serie de normas para la práctica
de la medicina del estilo de vida, la Sociedad Australiana para la Medicina del Estilo de Vida
(ASLM) formuló un borrador con una serie de principios prácticos. Estos principios pueden variar
con el tiempo. Sin embargo, ofrecen un punto de partida para la práctica diaria y consisten en
lo siguiente:

1. Considerar las influencias del estilo de vida sobre las enfermedades crónicas.
2. Considerar que la obesidad (y otros factores de riesgo conocidos) requiere una
investigación adicional para valorar el riesgo de enfermedades crónicas (pero sin
descuidar la ausencia de sobrepeso).
3. Involucrar a los individuos con enfermedades crónicas en un cierto nivel de cuidado
personal.
4. Adoptar un estilo de asesoramiento orientado al paciente, en formato individual o en
grupo, centrado en la mejora de la motivación, en la eficacia de la salud y en la cultura
de la salud.
5. Proporcionar un entorno práctico fácil de entender, con la implicación del equipo
asistencial e información sanitaria comprensible.
6. Considerar como ejes para la medicina del estilo de vida: la nutrición, el ejercicio y el
tratamiento del estrés.
7. No ignorar los factores sociales, económicos y ambientales subyacentes en las
enfermedades crónicas.
8. Considerar la aplicación de medidas de estilo de vida junto con terapuas farmacológicas
o quirúrgicas en pacientes con enfermedades secundarias al estilo de vida en sus etapas
finales.

Recursos profesionales

Cuestionario para cribado del estilo de vida

Instrucciones para el paciente

Asigne una puntuación de 1 a 5 para cada pregunta según la escala siguiente:

1 = Nunca
2 = Raramente
3 = A veces
4 = A menudo
5 = Con bastante frecuencia

Después marque la columna que mejor responda a la pregunta.

¿Le gustaría recibir


ayuda en este aspecto?
Más
Pregunta Puntuación Si No
Tarde
¿Ha sentido alguna vez la necesidad de fumar
menos?
¿Has sentido alguna vez la necesidad de beber
menos alcohol?
¿Has sentido alguna vez la necesidad de reducir el
consumo de otras drogas?
Durante el último mes, ¿se ha sentido molesto a
menudo por sentirse bajo de moral, deprimido o
pesimista?
Durante el último mes, ¿Se ha sentido molesto a
menudo por tener poco interés o poco placer al
realizar algunas cosas?
¿Ha estado muy preocupado por los problemas
cotidianos?
¿Se pasa la mayoría de los días físicamente inactivo?
¿Está preocupado por su peso actual?
¿Se siente insatisfecho con la calidad de sueño?
¿Come menos de tres piezas de fruta o raciones de
verduras diario?
¿Padece algún efecto secundario de los
medicamentos que toma?
¿Le preocupa el estado de su piel o de su pelo?
¿Le preocupa de alguna manera su rendimiento
sexual?
¿Le causan algún problema sus dientes o encías?
¿Bebe con regularidad grandes cantidades de
refrescos o de zumos de frutas?
Fuente: adaptada de Goodyear-Smith et al., 2004

Bibliografía

Australian Institute of Health and Welfare (2011). Health determinants, the key to preventing
chronic desease. Cat. No. PHE 157. Canberra, Autralia: AIHW

Australian Institute of Health and Welfare (2014). Australia’s health 2014. Australia’s health
series no. 14. Cat. No. AUS 178. Canberra, Autralia: AIHW

Bodheimer, T. (2006) Primary care. Will it survive? The New England Journal of Medicine. 355(9),
861-864.

Goodyear-Smith, F., Arroll, B., Sullivan, S., Elley, R., Docherty, B., & Janes, R. (2004). Lifestyle
screening: development of an aceptable multi-item general practice tool. The New
Zealand Medical Journal, 117(1205), U1146.

Greene, L. W., & Kreuter, M. W. (1991). Health promotion planning: an educational and
evironmental approach. Palo Alto, Ca: Mayfield Publishing Co.

Knight, J.A. (2004). A crisis call for new preventive medicine: emerging effects of lifestyle ob
morbidity and mortality. New Jersey, NY: World Scientific Publishing Co.

Rippe, J. (2013). Lifestyle medicine (2 Ed.). New York, NY: Blackwell Publishing.

Sagner, M., Katz,D., Egger, G., Lianow, L., Schulz, K. H., Braman, M., et al. (2014). Lifestyle
medicine potential for reversing a world of chronic disease epidemics: from cell to
comunity. International Journal of Clinical Practice. 68(11), 1289-1292.

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