El Nido de la Corneja Grupo de Devoción a Morrigan
Trabajar con una diosa “Guerrera”
Cuando buscamos información sobre la Morrigan la primera descripción que suele aparecer es “diosa de la guerra.” Ahora bien, podemos concordar en que dicha descripción es extremadamente básica y no alcanza a abarcar la multiplicidad de facetas de esta compleja diosa, sin embargo, incluso si quisiéramos quedarnos con tan sólo este aspecto, bueno, cabe preguntarse: ¿Cuáles son nuestras guerras hoy en día? Porque pareciera extraño que en una sociedad moderna, como en la que decimos vivir, se busque trabajar para una deidad bélica. No estamos en una región que se encuentre actualmente en pugna y tampoco somos un pueblo que busque precisamente estar constantemente en guerra. Entonces, ¿por qué una diosa guerrera? En primer lugar si entendemos a la Morrigan como la diosa que insta a los guerreros a acudir al combate y morir en batalla, entonces podemos dilucidar dos cosas: es una diosa que nos hace levantarnos (es decir, ponernos de pie, dejar de poner excusas y luchar por aquello que nos corresponde) y a la vez nos hace enfrentarnos a nuestros miedos (nos hace superarnos a nosotros mismos, nos renueva por medio del ir de frente contra aquello que nos aterroriza). No es una diosa con la cual sea fácil trabajar. Eso justamente conversábamos el otro día. Es una diosa que está ahí, molestando, aterrándote, continuamente te manda pesadillas, hasta que vas y las enfrentas. No se anda con rodeos. Te hace ir de cara a los problemas. Le gusta meter el dedo en la llaga. Admitámoslo, no es lo que más nos gusta. Es la medicina amarga, es la terapia difícil, pero que a la larga nos beneficia, sin importar cuanto pataleemos. Es una diosa que nos da fuerza cuando flaqueamos y en ese sentido nos empodera. Nos recuerda el por qué estamos aquí, nos obliga a permanecer como faros bajo la tormenta. Con ella nadie puede romper filas. Lo que sucede es que durante mucho tiempo el concepto de “Guerra” ha sido visto como algo negativo. Se asocia a la muerte, la destrucción, la pobreza, la miseria, la enfermedad, la pérdida, el caos. Pero la guerra es como la muerte, es parte del ciclo. Uno necesita destruir para poder crear. Hay veces en que uno necesita una tábula rasa. Sin olvidar que a lo largo de la historia las guerras y conflictos han dado paso al mundo que conocemos. Son los que han puesto el mundo en movimiento, donde se han dado los cambios. Así es como se define la “crisis,” un cambio en el estado. De otro modo todo permanecería exactamente igual. Sin las guerras no habría existido ni la política, ni el comercio, ni el intercambio cultural y quien sabe cuántas cosas más. Hoy en día no todas las guerras son conflictos con sangre y armas. Algunas son ideológicas. Algunas son incluso con uno mismo. Otras son espirituales. Cada uno sabe cuáles son las batallas que debe librar a lo largo de su vida. Así que tener consigo la ayuda de una deidad especializada en ello, no me parece del todo malo. Quizás para entender esto mejor, sea necesario ahondar un poco en la figura de “el guerrero.” El guerrero no es sólo una cabeza de músculo que va a pelear, no es un instrumento. Pienso en todo el bushido japonés (el camino del guerrero, la filosofía zen) o incluso en los vikingos... donde en el Havamal mismo dice que cualquier idiota puede ir y morir en batalla, pero el verdadero guerrero es aquel que entiende el por qué se está peleando. Es decir, el guerrero es alguien inteligente que sabe de muchas cosas: la historia, la sociedad, el ser humano… Es alguien capaz de planear y adaptarse. Pero también se conoce a sí mismo y tiene una escala de valores que lo sustenta. Bajo esta idea, la Morrigan sería una diosa que busca sacar lo mejor de nosotros (y si nos busca, generalmente es porque cree que lo tenemos, depende de nosotros el sacarlo a relucir). Ella busca transformarnos en verdaderos guerreros, dentro de nuestras comunidades, dentro de nuestra alma. Nos insta a perseguir nuestras causas, enfrentar nuestros miedos, defender a los necesitados, luchar por lo que queremos y por lo que creemos. Y a enfrentarnos a nosotros mismos de ser necesario. No se enfoca sólo en la carnicería, sino en la filosofía misma de la guerra. Es esa lucha interior. Cuando tienes una causa, algo más noble que tú, sacrificas tu vida sin problemas. Recuerdo esa consigna: “Levántate por algo o de lo contrario, caerás por nada.” Y la Morrigan, en esta faceta en particular, es una diosa que te insta a eso. No es fácil, como decía; pero se abre una posibilidad única, creo yo, de descubrir el valor de tu persona. La belleza del quien eres y lo que puedes hacer por los demás. Así que si alguien me pregunta ¿por qué trabajar con una diosa guerrera? Yo le respondería: Porque no es una oportunidad que me gustaría desperdiciar.