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¿Quiénes fueron los masoretas?

ESTEBAN

JEHOVÁ, “el Dios de la verdad”, ha conservado su Palabra, la Biblia. (Salmo 31:5.) Pero ¿cómo ha
llegado hasta nosotros sustancialmente como fue escrita, siendo que Satanás, el enemigo de la
verdad, ha tratado de contaminarla y destruirla? (Véase Mateo 13:39.)

Parte de la respuesta se desprende del comentario del profesor Robert Gordis: “El logro de [los]
escribas hebreos denominados masoretas, es decir, ‘conservadores de la tradición’, no ha sido
debidamente aquilatado. Estos escribas, cuyos nombres no se conocen, copiaron el Libro Sagrado
con amor, interés y meticulosidad”. Aunque hasta el día de hoy se desconoce a la mayoría de estos
copistas, existe constancia indudable de una familia de masoretas: la de los Ben Aser. ¿Qué se sabe
de esta familia y de los demás conservadores de la masora?

La familia de los Ben Aser HEYDER

Los escribas judíos copiaron con fidelidad la porción de la Biblia escrita originalmente en hebreo,
llamada comúnmente Antiguo Testamento. De los siglos VI a X de nuestra era, a estos copistas se
los conoció como masoretas. ¿En qué consistía su trabajo?

Durante varios siglos, el hebreo se escribió solo con letras consonantes; el lector añadía las vocales
en la lectura. Sin embargo, en la época de los masoretas, la pronunciación correcta del hebreo se iba
perdiendo a causa de que muchos judíos ya no hablaban ese idioma con fluidez. Grupos de
masoretas de Babilonia e Israel inventaron unos signos que, colocados junto a las consonantes,
indicaban la pronunciación y la acentuación correctas de las vocales. Se crearon por lo menos tres
sistemas, si bien el que influyó con mayor fuerza fue el de los masoretas de Tiberíades, ciudad
ubicada junto al mar de Galilea, donde vivía la familia de los Ben Aser.

Hay fuentes que mencionan a cinco generaciones de esta singular familia de masoretas, contando
desde Aser, el anciano del siglo VIII E.C. Le sucedieron Nehemías ben Aser, Aser ben Nehemías,
Moisés ben Aser y, por último, Aarón ben Moisés ben Aser, del siglo X E.C.* Estos hombres
constituyeron la vanguardia de los que perfeccionaron los signos que reflejarían mejor lo que a su
juicio era la pronunciación correcta del texto hebreo de la Biblia. A fin de crear tales signos, tuvieron
que determinar la base del sistema gramatical hebreo. Nunca antes se habían consignado reglas
definidas de gramática hebrea. Por ello, puede decirse que estos masoretas estuvieron entre los
primeros gramáticos hebreos.

Aarón, el último masoreta de la estirpe de los Ben Aser, fue el primero en escribir y editar dicha
información. Lo hizo en una obra titulada “Sefer Dikdukei ha-Te’amim”, el primer libro de reglas
gramaticales del hebreo. Este libro llegó a ser el texto maestro para las obras de los gramáticos
hebreos de siglos posteriores. Con todo, fue solo un producto accesorio en la obra más importante
de los masoretas. ¿Cuál fue esta?

Se requería una memoria prodigiosa VICKY

El interés primordial de los masoretas era la transmisión exacta de cada palabra, incluso de cada
letra, del texto bíblico. A fin de cerciorarse de la exactitud, los masoretas anotaban en los márgenes
laterales de las páginas cualquier información que indicara la posibilidad de un cambio textual
producido inadvertida o deliberadamente por los copistas anteriores. En tales márgenes anotaban,
además, las frases y construcciones poco comunes, indicando la frecuencia con que aparecían en
un libro o en todas las Escrituras Hebreas. Por razón del reducido espacio, los comentarios se
consignaban de forma sumamente abreviada. Como recurso adicional para cotejar, marcaban la
palabra y la letra intermedias de algunos libros. Llegaban al extremo de contar todas las letras de la
Biblia para cerciorarse de la exactitud de la copia.

En los márgenes superior e inferior, los masoretas glosaban comentarios más extensos sobre las
anotaciones abreviadas de los márgenes laterales.* Estos les servían para cotejar su trabajo. ¿Cómo
podían referirse a diferentes partes de la Biblia para hacer sus cotejos, si los versículos no estaban
numerados ni existían concordancias bíblicas? En los márgenes superior e inferior anotaban
porciones de versículos paralelos que les recordaban el lugar de la Biblia donde se hallaban las
palabras en cuestión. Como el espacio era limitado, a menudo escribían una sola palabra clave que
les trajese a la memoria un versículo paralelo. Para que tales notas marginales fuesen útiles, estos
copistas debían saberse de memoria prácticamente toda la Biblia hebrea.

Las anotaciones demasiado largas para los márgenes se consignaban en cualquier otra parte del
manuscrito. Por ejemplo, la nota masorética que aparece en el margen lateral de Génesis 18:3
muestra tres letras hebreas: ‫קלד‬. Representan en hebreo el número 134. En otro lugar del
manuscrito hay una lista que indica 134 lugares donde los copistas premasoréticos quitaron el
nombre Jehová del texto hebreo y lo reemplazaron por el término “Señor”.* Aunque los masoretas
conocían bien esos cambios, no se tomaban la libertad de alterar el texto que recibían. En vez de
eso, indicaron tales cambios en sus anotaciones marginales. Ahora bien, ¿por qué llegaron al
extremo de no enmendar el texto que los copistas previos habían alterado? ¿Practicaban un
judaísmo diferente del de aquellos que los precedieron?

¿Qué creían?

Durante el período del florecimiento masorético (versión hebraica de la Biblia usada oficialmente entre
los judíos.), el judaísmo se debatía en una contienda ideológica de hondas raíces. El judaísmo
rabínico había ido ganando terreno desde el siglo primero. Con la escritura del Talmud (es el texto
principal del judaísmo rabínico. El Talmud ha influido la vida de los judíos quizá más que el Antiguo
Testamento. Durante varios siglos, y de las exégesis de los rabíes,( es decir, la interpretación de la
Biblia o exégesis bíblica). el texto bíblico fue relegado a un plano secundario en favor de la
interpretación rabínica de la ley oral.* Como consecuencia, podía perderse de vista el valor de la
conservación meticulosa del texto bíblico.

En el siglo VIII, un grupo conocido como los caraítas (El judaísmo caraíta o caráismo (en hebreo: ‫יהדות‬
‫קראית‬, Yahadut Qara'it: Lectores) es un grupo religioso judío, caracterizado por reconocer al Tanaj como
única autoridad religiosa para fines de la Halajá y su teología.) se opuso a esa tónica. Recalcaron la
importancia del estudio bíblico individual y rechazaron la autoridad e interpretaciones de los rabíes y
del Talmud. Aceptaban únicamente la autoridad del texto bíblico. Esa idea acentuó la necesidad de
transmitir dicho texto con exactitud, y por ello los estudios masoréticos cobraron mayor ímpetu.

¿Hasta qué grado influirían las creencias rabínicas o las caraítas en la labor de los masoretas?
M. H. Goshen-Gottstein, experto en manuscritos bíblicos hebreos, afirma: “Los masoretas creían con
firmeza [...] que estaban manteniendo una tradición antigua; obstaculizarla constituía, desde su punto
de vista, el peor delito imaginable”.

Los masoretas veían como una asignación sagrada su trabajo de copiar correctamente el texto de la
Biblia. Aunque en lo personal los motivasen fuertemente otras consideraciones religiosas, parece ser
que el oficio masorético estaba por encima de cualquier ideología. Las sucintas apuntaciones
marginales no dejaban mucho lugar para el debate teológico. El texto bíblico era, en sí mismo, el
interés primordial de su vida; no lo iban a manipular.
Su labor nos beneficia

Aunque el Israel natural ya no era el pueblo escogido de Dios, estos copistas judíos se consagraron
a la conservación de Su Palabra. (Mateo 21:42-44; 23:37, 38.) Los logros de la familia de los Ben
Aser y los demás masoretas se resumen muy bien en las palabras de Robert Gordis: “Aquellos
trabajadores humildes, pero indomables, [...] realizaron en el anonimato el trabajo titánico de impedir
que se perdiera o se adulterara el texto bíblico”. (The Biblical Text in the Making.) Gracias a ello,
cuando los reformadores del siglo XVI, como Lutero y Tyndale, desafiaron la autoridad de la Iglesia y
comenzaron a traducir la Biblia a las lenguas vernáculas con el fin de que todo el mundo la leyera,
realizaron sus obras partiendo de un texto hebreo bien preservado.

La obra de los masoretas también nos beneficia hoy. Sus textos hebreos son la base de las
Escrituras Hebreas de la Traducción del Nuevo Mundo de las Santas Escrituras. Esta versión se
sigue traduciendo a muchos idiomas con la misma dedicación y el mismo interés en la exactitud que
caracterizaron a los antiguos masoretas. Debemos mostrar esa misma actitud prestando atención a
la Palabra de Jehová Dios. (2 Pedro 1:19.)

[Notas a pie de página]

El término hebreo “ben” significa “hijo”. Por lo tanto, Ben Aser significa “el hijo de Aser”.

A las anotaciones masoréticas de los márgenes laterales se las denomina masora textual pequeña y
a las de los márgenes superior e inferior se las llama masora textual grande. Las listas que se
escribían en cualquier otro lugar del manuscrito reciben el nombre de masora textual final.

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