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EL PEREGRINO RUSO

Y LA ORACIÓN INTERIOR

Estando en cierto lugar,


uno de sus discípulos le dijo:
<< Señor enséñanos a orar…>>
Lc. 11,1

Ante la petición de este discípulo por aprender a orar, Nuestro Señor Jesucristo enseña – tanto para ellos como para
nosotros – la oración más sublime que podemos dirigir a Dios e introduce una forma antes desconocida de dirigirse al
Padre y una comprensión realmente nueva de la condición que los hombres tenemos respecto a Dios - es decir - la de
saberse agraciados por tener como hermano nuestro a Nuestro Señor y gracias a su sacrificio ser hijos de Dios.1

Ahora, es una riqueza enorme el hecho de ver que a lo largo de la historia han surgido diversas formas de oración.
Esto no significa que sean menos que la enseñada por nuestro Señor, sino que en realidad son expresiones válidas de
cada corazón que ora de forma diferente- y esto a su vez no es algo desconocido por Dios (Cf. Sal 33,15) – y por lo
tanto que se acerca a Él con un estilo propio. Y así, ubicándonos en esta larga sucesión de tiempo insertamos una obra
en especial que refleja una forma particular de orar: El Peregrino Ruso.

“Sin duda, se ha predicado, enseñado y escrito muchísimo sobre la oración, pero casi toda esta doctrina es mas fruto
de la especulación natural y sabiduría humana que de la experiencia [..] ¿Qué es la oración y como hay que
acostumbrarse a orar?” Pg.48

Así es como empieza la obra y sintetiza la búsqueda inicial que realiza nuestro amigo peregrino a través de distintos
lugares. Y en la mayoría de lugares donde pregunte por la interpretación de lo que dijo el apóstol San Pablo2, Orad
incesantemente, se le responde sin llegar a satisfacer a este inquieto personaje por lo que empezará a recorrer
ciudades en búsqueda de una respuesta a su inquietud por orar.

Pasan los días, semanas y al fin oye de un monje anciano- al cuál encontró en su travesía- el método de oración que
nunca antes ha imaginado. Este método es el de la continua oración a Jesús a través de la recitación constante de las
palabras: Jesús mío, ten misericordia de mí. Sin perder tiempo decide emprender esta ardua tarea- vemos como la
cantidad de repeticiones que se le dejan de “tarea” exigen mucho el compromiso del peregrino- y así agradecido
decide continuar con su travesía con la ayuda de un maestro espiritual.

Dentro del mundo oriental el Hesicasmo (quietud, tranquilidad) indica tanto un método como una realidad. El
conceder una importancia a lo corporal como elemento integrante de la persona humana y la experiencia secular de
muchos hombres que ansiaron encontrar en camino de contemplación lo mas perfecto posible les hizo captar la
importancia del cuerpo en la vida espiritual. Por último, la huida del mundanal ruido y el domino del interior es esencial
para alcanzar la quietud, que consiste en la unión mental y afectiva a Cristo. Por lo tanto, este método descrito y
desarrollado en la obra no es sino una herramienta más que tenemos para llegar a unirnos a Dios y así hacer realidad
lo que nos dice el apóstol san Juan: “Amamos porque Él nos amó primero”.3

En efecto, esta es una obra que expresa el deseo por sentir y conocer este primer amor. El peregrino es un hombre
que no se cansa de buscar crecer espiritualmente y es así que, si no llegara a ser para nosotros un maestro de este
método de oración, al menos si lo será de la perseverancia e insistencia necesaria con la cuál necesitamos colaborar
con Dios para permanecer en él y ser verdaderamente sus discípulos.

1
Se puede ver al respecto el capítulo 5 de: Ratzinger, J. (2008). Jesús de Nazareth. Planeta.
2
1Ts 5,17
3
1Jn. 4,19

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