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La estética

La estética es una rama de la filosofía relacionada con la esencia y percepción de


la belleza y la fealdad. Se define como la "ciencia que trata de la belleza y de la
teoría fundamental y filosófica del arte".

Deriva de las voces griegas aisthesis (sensación) ica (relativo). Su finalidad es


mostrar si los objetos son percibidos de un modo particular (el modo estético) o si
tienen, en sí mismos, cualidades específicas (estéticas).

El primer filósofo que trató en profundidad un tema desde un punto de vista


estético fue Platón (Banquete, República, Hipias Mayor), para quien el arte
(techné) era aquella destreza manual o intelectual que requería cierta habilidad y
conocimiento a fin de producir algo...

Platón divide las artes en dos clases: las artes productivas de objetos reales, sean
éstos materiales o naturales, y las artes productivas de imágenes o eidola.

Sin embargo, el término "estética" fue introducido en 1753 por el filósofo alemán
Alexánder Gottlieb Baumgarten, quien la definió como la "ciencia de lo bello,
misma a la que se agrega un estudio de la esencia del arte, de las relaciones de
ésta con la belleza y los demás valores".

Se considera el arte como imitación de la realidad, y a la estética como algo


inseparable de la moral y la política.

El pensamiento estético moderno comenzó a tomar forma en Alemania, durante el


siglo XVIII, donde destaca el filósofo Johann Gottlieb Fichte, que consideraba la
belleza como una virtud moral. Los también filósofos Kant, Hegel, Schopenhauer y
Nietzsche, se ocuparon en sus obras de la estética.

Durante el siglo XIX los artistas empezaron a cuestionar los enfoques tradicionales
de la estética, según los cuales el arte es imitación de la naturaleza y las obras de
arte son tan útiles como bellas.

Se comienza así el camino hacia el arte abstracto, hacia el arte concreto, una arte
que no es bello por lo que representa sino por lo que es en sí mismo.

Tras esta finalidad, se procura eliminar toda referencia a la realidad, no solo en lo


representado, sino en lo que acompaña a la obra: el título, el soporte, etc.

Hay que diferenciar, no obstante, a la estética de la filosofía del arte, ya que esta
última abarca un ámbito mucho más limitado que la estética, limitándose a las
obras de arte y excluyendo a la naturaleza como objeto de estudio.
La estética trata el problema de la belleza sin demarcar su objeto a un campo
determinado e incluso trata las relaciones existentes entre el arte y la naturaleza.

Desde el punto de vista médico la cirugía estética es una vertiente perteneciente a


la cirugía plástica encargada del modelado corporal y facial para lograr un
conjunto armónico manteniendo o mejorando la función. La cirugía estética trata a
pacientes sanos que solicitan la mejora de zonas de su cuerpo, por considerarlas
feas, antiestéticas o mejorables.

Comprende los tratamientos quirúrgicos que buscan mejorar o restaurar la


apariencia, manteniendo o mejorando la funcionalidad. Se dice que es una cirugía
electiva porque el paciente puede elegir operarse o no, ya que ni su vida, ni su
salud depende de la operación.

La estética es la doctrina filosófica del arte. Ya desde la antigüedad, el carácter de


las doctrinas estéticas fue determinado como hasta ahora por las posiciones que
en la lucha entre el materialismo y el idealismo ocupan los teóricos del arte.
Concibiendo lo bello como una forma particular del ser, la estética antigua no ha
podido explicar por qué lo bello es apreciado por diversos hombres de diversa
manera, de acuerdo con las condiciones de la época, de las diferencias de clases
sociales, del nivel de cultura, &c. En los tiempos modernos, algunos filósofos de la
sociedad burguesa (Kant y otros) comenzaron a enseñar que lo bello existe sólo
como una apreciación del sujeto, o como resultado de la facultad estética del
juicio. Y aunque la apreciación estética en Kant muestra la pretensión sobre un
valor universal, esta universalidad queda en los límites del subjetivismo, y lo bello
es definido como algo que gusta únicamente por su forma, sin relación con el
interés práctico.

A diferencia de Kant, Hegel trató de reunir la concepción de la estética antigua con


la explicación histórica, que demostraría la manera cómo lo bello se había
manifestado en formas que históricamente fueron substituyéndose una a otra: arte
“simbólico”, “clásico” y “romántico”, que representan tres posibles modos de la
relación de la idea frente a la forma y al material. Este propósito de Hegel quedó
sin solución, en parte, y no sólo porque Hegel interpretaba lo bello con el espíritu
del idealismo, como una idea bella que aparece en las imágenes del arte, sino
también porque el curso del desarrollo social era reducido por Hegel al desarrollo
dialéctico único de la conciencia. Sólo la doctrina filosófica del materialismo
dialéctico y del materialismo histórico, creada por Marx y Engels y desarrollada en
las obras de Lenin y Stalin, ha explicado por vez primera, por qué, por ejemplo, la
belleza del cielo estrellado, de un paisaje, de una figura o de un rostro humano, no
es descubierta con la misma necesidad y de la misma manera por la conciencia de
todos los hombres, sino que frecuentemente tiene una apreciación diversa, según
quiénes sean los hombres, de qué clase, en qué época histórica, y bajo qué
circunstancias históricas emiten su juicio estético sobre el objeto de la Naturaleza
o del arte. La estética marxista-leninista supera no sólo el subjetivismo de las
teorías burguesas modernas de lo bello, sino también el objetivismo intuitivo de las
concepciones antiguas. Restableciendo el pensamiento sobre la existencia
objetiva de lo bello, es decir, sobre la presencia de un fundamento existente en el
propio objeto para nuestras apreciaciones estéticas, la estética marxista-leninista
señala los únicos principios científicos, con cuya guía puede comprenderse el
curso del desarrollo histórico del arte.

La estética marxista-leninista representa una fase superior también en el


desarrollo de la teoría del realismo artístico. El realismo antiguo era un realismo
intuitivo. El realismo del arte creado por el desarrollo de la sociedad burguesa, era,
según palabras de M. Gorki, un realismo, ante todo, y primordialmente crítico. El
arte del realismo crítico ponía al desnudo las ilusiones sobre la naturaleza de las
relaciones burguesas, quebrantaba el optimismo del mundo burgués, sembrando
la duda con respecto a la inmutabilidad e inmovilidad de los fundamentos del
régimen burgués. La estética marxista-leninista elevó el realismo artístico a una
fase nueva, a la del realismo socialista. El arte del realismo socialista, hostil a la
falta de principios y falta de ideal de un naturalismo que se limita a copiar
servilmente cualquier fenómeno, no menos hostil al recurso formalista, representa
los “trabajos y los días” de los hombres del trabajo nuevo, socialista, la heroicidad
de las batallas históricas que resuelven el triunfo de la revolución socialista, la
heroicidad de la lucha por el socialismo y el comunismo.

La Belleza

Armonía física o artística que inspira placer y admiración.


Por lo tanto es una apreciación subjetiva que no necesariamente implica simetría.

Belleza es la fuerza emocional que un sujeto recibe del objeto que aprecia. Esa
“fuerza emocional” es un estímulo que causa la sensación de agrado en quien la
aprecia. El agrado o complacencia viene dado en consecuencia por la
interconexión entre lo que uno espera y lo recibido. Cuando las cosas coinciden
con lo que se espera, complacen.

Cada persona contiene en su interior el patrón comparativo que lo interconecta


con lo que se le ofrece. En algunos casos este esquema comparativo o estándar
proviene de tradiciones culturales y en otros casos es debido a la naturaleza
propia del ser humano.

Es fácil armonizar con quienes hablan español, o el mismo lenguaje de uno, eso
es tradición cultural; pero también es fácil concordar con quienes son honestos y
eso es natural. Podemos coincidir con quienes son partidarios del mismo criterio
político, eso es cultural, pero también podemos hacerlo con quien es
responsablemente generoso y eso es natural.

En el Génesis la belleza es un arte trasmitido por el ángel Azazel quien, luego de


la expulsión de Eva del Paraíso, mostró a las mujeres el arte de pintarse el
contorno de los párpados con antimonio. No obstante los criterios del arte de la
belleza han evolucionado según las creencias, la religión, la ciencia, la moral y
hasta la tecnología, definiendo nuevos parámetros de belleza distintos en cada
época.

Desde la antigüedad clásica existen escritos, consideraciones y disertaciones


acerca de la belleza. En aquel entonces la belleza constituía una cualidad que
hacía que algo nos pareciese bello, es decir, nos gustase.

En la Edad Media, la investigación de la belleza solía ser clasificada como una


rama de la teología, porque se estimaba que la belleza era un atributo de Dios. El
investigador más notable fue San Agustín, quien dijo que la belleza consiste en
unidad y orden que surgen de la complejidad. Tal orden podría ser, por ejemplo,
ritmo, simetría o simples proporciones.
Se estima que la belleza es lo que resulta agradable a los ojos y a los sentidos y
que, por tanto, causa una emoción agradable y placer; sin embargo, no todo lo
que nos causa placer tiene por qué ser bello, con lo cual se reconoce que la
belleza también tiene un grado subjetivo y que depende de los ojos de quien la ve
y de los parámetros de la época.

La simetría se ha considerado como un indicador de belleza, al igual que de salud


humana. Y junto a ella otros elementos como los ojos grandes, las piernas largas y
la juventud.

Actualmente incluso se considera que los medios de comunicación, las industrias


de la moda, la publicidad y del cine, son los principales generadores de conceptos
asociados a la belleza. Son el cine de Hollywood y la publicidad quienes dicen si
un cuerpo extremadamente delgado, las ojeras, los pómulos salientes son bellos o
no. Y por supuesto, estos parámetros cambian cuando se requiere dirigir al
consumidor hacia nuevas formas estéticas.

Lo contrario de la belleza es la fealdad, que produce molestia y descontento, y


engendra una percepción profundamente negativa del objeto.

Seguramente a esta altura del análisis el lector estará por vincular los conceptos
al punto que se traen en la tesina. Posiblemente no escapará a su inteligencia que
Aristóteles se refería a que la «belleza» se encuentra dada por «causas de
probabilidad» tal cual la mejor interpretación explicativa de la comprensión de la
frase kantiana.
"¿Qué es esto...?", podría argüir un conservador filósofo matriculado. Es
un intento explicativo, se le respondería.
Así, en efecto, la «belleza» con pretensión de universalidad aristotélica, se
encuentra dada por dos consideraciones que podemos mensurar: una, por el
«Orden» con que se dispongan los objetos entre sí, y otra, por la «Certidumbre de
la probabilidad» con que se incorporen estos objetos. Por consiguiente, la
organización y la certeza de encontrar relacionados los símbolos que hacen a una
obra determinarán su belleza. Pero... ¿y el mensaje que nos deja el artista? ¿no
nos causa placer o displacer su mensaje?... se preguntarán muchos. Bueno, esto
último nada tiene que ver con la estética se les responde. Más adelante se
ampliará el tema.

Arte y estética

El arte es entendido generalmente como cualquier actividad o producto realizado


por el ser humano con una finalidad estética o comunicativa, mediante la cual se
expresan ideas, emociones o, en general, una visión del mundo, mediante
diversos recursos, como los plásticos, lingüísticos, sonoros o mixtos. El arte es un
componente de la cultura, reflejando en su concepción los sustratos económicos y
sociales, y la transmisión de ideas y valores, inherentes a cualquier cultura
humana a lo largo del espacio y el tiempo.
La estética es una rama de la filosofía que se encarga de estudiar la manera cómo
el razonamiento del ser humano interpreta los estímulos sensoriales que recibe del
mundo circundante.

Entre los diversos objetos de estudio de la estética figuran la belleza o los juicios
de gusto, así como las distintas maneras de interpretarlos por parte del ser
humano. Por tanto, la estética está íntimamente ligada al arte, analizando los
diversos estilos y periodos artísticos conforme a los diversos componentes
estéticos que en ellos se encuentran. A menudo se suele denominar la estética
como una “filosofía del arte”.

Nuestro lenguaje está lleno de conceptos ambiguos a los que terminamos


asignándoles un significado u otro según nuestro contexto cultural e histórico.
Generalmente entendemos lo estético como algo bonito, limpio y agradable, sin
embargo, esta definición es un tanto errónea puesto que suele confundirse con el
concepto de belleza. Ahora, ¿qué es realmente la estética? Aunque no tiene una
definición concreta, podemos resumirla como la percepción y la apreciación de la
belleza (Estética y Belleza). Lo que nosotros entendemos como bello.
Ahora bien, la belleza se entiende como lo que es agradable a la vista. Todo
depende del espectador. Lo que para alguien puede ser bello, para otra persona
puede que no lo sea del todo. Lo que sucede en nuestra sociedad es que nos
vamos moldeando de acuerdo a ella. Nuestro sistema de creencias se basa en lo
que nos han enseñado desde pequeños y lo que vemos a nuestro alrededor,
creando así una conjunto de costumbres y creencias comunes, también llamado
cultura. Y por consiguiente, se crean estándares. Éstos van cambiando a través de
los años. Por ejemplo, el estándar de belleza para la mujer hace unas décadas era
una de caderas anchas y voluminosas. Ahora, es una mujer sumamente delgada.
Es por eso que, la belleza no depende del objeto en sí, sino del juicio de quien lo
percibe. (Gil) La belleza no siempre se debe limitar a un juicio valorativo, de igual
manera se puede definir como una sensación agradable, cautivante o placentero.
Como cuando decimos: “Un bello momento.”

Cuando decimos que algo es artístico, es porque aquello nos transmite, de


manera sutil, ciertas sensaciones o ideas. Desde mi punto de vista, lo artístico es
bello, pero lo bello no siempre es artístico. Tanto lo bello como lo artístico son
cualidades positivas.

La belleza y la estética están fuertemente ligados. La estética, como mencioné


anteriormente, parte de la capacidad para percibir y apreciar lo bello. Mientras lo
bello es lo que denominamos como agradable a la vista o una sensación
placentera. Es imposible decir si lo estético debe ser bello, puesto que la estamos
definiendo como habilidad, no como cualidad.

El arte y la belleza tienen en común el hecho de que ambos conceptos son


bastante subjetivos. Ambos dependen del espectador, no es un atributo inherente
y cambia con el pasar de los años. La belleza es fundamental para la creación de
obras de arte, precisamente para lograr esa sensación placentera o cautivadora
en el espectador. Siempre y cuando esa sea la intención del creador de dicha
obra. Lo artístico no necesariamente debe ser bello. El arte se puede manifestar
de diferentes maneras con distintas intenciones.

La estética, como adjetivo, desde mi punto de vista, es muy similar a la belleza,


con la excepción de que ésta sí es visual. Una pintura pueda ser bella en el
sentido emotivo y no ser atractiva visualmente o tener una “estética agradable.” O
viceversa, es decir, tener una estética agradable, pero no provocar esos
sentimientos placenteros. Es por eso que el arte no debe limitarse a definirse por
la estética. (Chust)

En conclusión, tanto la estética como la belleza tienen significados diferentes.


La estética puede definirse como una capacidad o como un atributo y la belleza
como un cualidad visual o relativa a las emociones, pero siempre positiva. Una
obra de arte puede poseer o evocar cualquiera de estos conceptos, sin estar
necesariamente ligados. Pero siempre dependerá del ojo con el que se mire.

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