La historia de Tebas comienza al mismo tiempo que tiene lugar, en la
antigüedad, el despoblamiento de las aldeas y de las zonas rurales. De este modo, se van consolidando núcleos urbanos de población, denominados "polis". Tendrán sus propias y exclusivas leyes, dictadas por su legendario dios mítico y por su héroe local, todo lo cual redundará en beneficio de la mancomunidad griega ya que cada "polis" buscará, no sólo el incremento de su plena determinación hasta llegar a la total independencia como ciudad sino que también pretenderá adelantar, intelectual, social y comercialmente, al resto de las ciudades-estado. Claro que esto también redundará en la consecución de ciertos atisbos de rivalidad que se convertirán en violencia mutua. Recordase la oposición entre Esparta y Atenas, dos de las más importantes ciudades de la época clásica. Los tebanos odiaban a los atenienses y, por ello, casi siempre estaban del lado de los espartanos en la guerra que sostenían entre ambos. Incluso llegaron a unirse con los persas en su intento de conquista de Grecia, y las consiguientes luchas contra Atenas y Esparta, en las denominadas Guerras Médicas.
Tebas, "la ciudad de las siete puertas", era la capital de la región
de Beocia y, según la leyenda, fue fundada por el mítico héroe Cadmo, a quien se reconoce como el primer rey de esta ciudad. Los hechos se desarrollaron a causa del rapto de la bella Europa -hermana de Cadmo- por el dios Zeus, soberano del Olimpo. En cuanto Agenor, rey de Tiro y padre de la infortunada muchacha, tuvo conocimiento del triste suceso, mandó a sus cuatro hijos varones -Cadmo, Onix, Cílix y Taso- en busca de su hermana y les ordenó que no regresaran sin ella a la casa paterna. Quizá Agenor habría rebajado sus exigencias, y se hubiera mostrado menos implacable con sus hijos, si hubiera sabido que el propio Zeus era el único responsable del secuestro de su hija Europa.
CADMO
Los cuatro hermanos de la joven Europa se disponen a poner en práctica
el mandato que recibieran de su padre y, de común acuerdo, parten en cuatro direcciones distintas. Puesto que su padre les había reconvenido que no volvieran sin su hermana, algunos de entre ellos, sin salir del propio territorio, y desanimados al no hallar ni rastro de su hermana, se establecieron en ciudades famosas que ellos mismos fundaron. De este modo no volverían al lado de su padre y no recibirían reprimenda alguna por no ver fracasada su empresa. Fénix, por ejemplo, no salió de Fenicia y a él se debe el nombre de esta ciudad. Cilicia es el epónimo de Cílix. Taso se establecerá en la isla de Taso. Y, en cuanto a Cadmo, se dirigirá hacia Occidente en compañía de su madre Telefasa, que también había sido enviada por su esposo a la busca de la bella Europa. Pero el camino era duro y largo, y la misión delicada. Cuando ya habían alcanzado las costas tracias, Telefasa murió; no sólo a causa del cansancio del viaje sino porque, además, se había sentido imposibilitada para soportar la tristeza que la embargaba al no haber hallado todavía ni rastro de su querida hija. Fue enterrada allí mismo por Cadmo y sus compañeros entre muestras de dolor. Más enseguida se sobrepusieron y dirigirán su expedición hasta el santuario de Delfos con el objeto de recabar ayuda del oráculo.
LA SERPIENTE DE LA FUENTE DE CASTALIA
Sin embargo, el oráculo no aportó -en apariencia- luz alguna acerca del paradero de la joven Europa. Antes al contrario, instó a Cadmo y a sus compañeros a que desistieran de su inútil empresa. Y es que el oráculo sabía que el rapto de Europa había sido obra del poderoso Zeus y, por lo tanto, toda búsqueda de la joven por parte de los humanos resultaría infructuosa. Además, había que tener cuidado de no provocar la ira del rey del Olimpo y, si éste llegara a enterarse de que los mortales echaban de menos a la joven Europa y lo acusaban a él de haberla raptado, se enfurecería en exceso y podía infligirles terribles castigos. Una vez más, el oráculo había atinado en su respuesta y, aunque Cadmo y sus compañeros no la comprendieron, sin embargo, no por ello dejaron de seguir las recomendaciones del oráculo. Este, además de aconsejarles que se olvidaran de seguir buscando a la hermosa y joven Europa, les dio instrucciones en apariencia un tanto disparatadas. Por ejemplo, les dijo que deberían seguir el rastro de una vaca y allí donde se echara para descansar construirían y fundarían una ciudad. Cadmo y sus compañeros conocerían a la vaca porque a cada lado de sus ijadas tendría como una especie de mancha blanca y circular, símbolo de la Luna llena. El animal, seguido por la singular comitiva, se adentró en la región de Beocia y, dominado por la fatiga, terminó recostándose entre sus verdes valles. En aquel idílico lugar se asentaría, desde entonces, la ciudad de Tebas. A continuación, Cadmo se propuso sacrificar a la vaca en honor de la diosa Atenea y envió a sus compañeros a buscar agua, para las libaciones, al cercano manantial de Castalia, del que brotaba una fuente consagrada al dios Ares/Marte. Más una enorme serpiente que guardaba aquellas aguas devoró a la mayoría de los expedicionarios. Cadmo, al verse solo ante el monstruo, le lanzó con fuerza y rabia una piedra de bordes cortantes, y lo mató. Desde entonces, fue celebrado como héroe por todas las gentes.
RARA SEMILLA Y EXTRAÑO FRUTO
Más no acabarían aquí las cuitas del legendario fundador de Tebas
pues, a instancias de Atenea, Cadmo arrancó los dientes de la serpiente y los diseminó por entre la tierra. De las extrañas semillas germinadas brotaron unos frutos no menos raros, unos hombres armados denominados Espartoi (= "hombres sembrados"), que tenían un aspecto amenazador. De nuevo el héroe Cadmo, asustado y sin saber que hacer, recurrió al recurso de lanzar piedras. Como los "hombres sembrados" no supieran de donde procedían, comenzaron a desconfiar entre ellos mismos y se acusaron mutuamente de haberlas arrojado. Entonces lucharon entre sí con verdadera saña y sólo cinco de ellos vivieron para contarlo. Sus nombres quedarían registrados para siempre en la historia de la Mitología, al lado del de Cadmo. Además, los cinco supervivientes se ofrecieron para ayudar al héroe en cuantas tareas les fueran encomendadas. Pero Cadmo tenía que someterse al juicio de los dioses pues había matado a una serpiente gigantesca que el propio Ares/Marte había contribuido a crear. Las deidades mayores, reunidas en el Olimpo, acordaron condenar al fundador de Tebas a servir como esclavo de Ares por espacio de ocho años. Cuando le llegó el día de su liberación, siguió construyendo, hasta terminarla, la acrópolis de Tebas; se casó con la bella Harmonía -hija de Ares/Marte y de Afrodita/Venus- y, a sus desposorios, acudieron todos los dioses del Olimpo, quienes les ofrecieron presentes diversos. Entre los regalos dignos de mención, vale la pena destacar un collar hecho por el divino herrero Hefesto/Vulcano y un velo tejido por la diosa Afrodita. Los antiguos clásicos citan a Cadmo como propagador del alfabeto griego y como el mejor conocedor del trabajo en las minas y del arte de fundir metales.
Cadmo y su esposa murieron de viejos y, muy poco antes, habían
abandonado Tebas, trasladándose a la región de Iliria en donde fundarían la ciudad de Bútoe, su último reino antes de que fueran, por fin, conducidos a los Campos Elíseos. Lugar idílico, este último, y reservado para todos aquellos mortales que habían obrado con plena rectitud durante su vida.