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Psicoprofilaxis Quirúrgica

Modelo situacional para la prevención de la mala praxis


Por Ester Beker, Cristina P. de Benedetti
.

Introducción
Hablar de Intervenciones quirúrgicas nos confronta con el fantasma de la mala praxis. En
efecto, uno de los campos de intervención médica más proclives a que se realicen juicios de
mala praxis son las intervenciones quirúrgicas.
Por ser situaciones críticas donde la fantasía y/o la posibilidad real de que se produzcan
daños y hasta la muerte, las ubica en la categoría de situaciones de alto impacto emocional
tanto para el paciente y su familia como para el equipo quirúrgico.
¿Cuál es entonces la psicoprofilaxis que podemos implementar "con" y "para" el equipo
tratante?
La situación vincular junto al conocimiento de las normas del ejercicio profesional, se
constituyen en los pilares de una buena praxis médica.
Es por ello que los obstáculos que inciden en la praxis pueden provenir del vínculo
profesional – paciente, del contexto institucional, de las características del paciente y/o del
profesional. y todos ellos, intervinculados, le dan complejidad a la situación.
Recordemos que al hablar de situación ampliamos el significado del acto médico pues
incluimos las características del contexto, que le dan una textura particular a dicho acto.

Algunas ideas acerca de cuándo y qué se considera mala praxis


La intervención terapéutica sobre el cuerpo de otra persona se justifica para evitar un mal
mayor. Cuando este mal mayor no se evita o se producen secuelas indeseadas por la
terapéutica aplicada, se verifica un daño.
Se presume que el daño médico se produce de modo culpable y no doloso (no hay intención
directa de dañar, el resultado dañoso no se persigue adrede).
Pero, ¿ cuáles son los factores que desencadenan estas acciones?
Uno de los primeros aspectos a considerar en cuanto al cumplimiento de las obligaciones
legales es que en todo acto, el profesional y/o el equipo de salud, deberá cubrirlo acorde con
su responsabilidad y ética entendiendo que cada situación es singular y requiere acciones
específicas.
El Código Civil al enunciar normas generales, no abarca la especificidad con que se enfrenta
el profesional.
Las leyes que explicitan los deberes y derechos de las partes requieren ser interpretadas en
su texto y en su espíritu, estando en las situaciones quirúrgicas el profesional obligado a
hacerlo de la manera más rápida y eficaz posible pues suele estar en juego la vida del
paciente.
Enunciaré algunas de esas normas y los dilemas con que el profesional se enfrenta al
momento de tener que cumplirlas.

Responsabilidad médica
¿Cuándo se actúa con imprudencia? ¿Se evalúan adecuadamente las condiciones
psíquicas, físicas o biológicas de un paciente cuando se insiste tenazmente en hacer una
cirugía?
La responsabilidad médica no se juzga en función del resultado logrado sino que está
directamente relacionada con el haber utilizado “todos los medios” que en ese momento y en
función del cuadro clínico, estaban al alcance del profesional.
El médico tiene el “Deber de obrar calificado”.
Debe disponer de “todos los conocimientos que la ciencia médica le proporciona y que su
título habilitante hace suponer que posee”.
Pero al momento de actuar, la selección de los saberes y sus conductas serán el producto
de integrar sus conocimientos con la multiplicidad de otras variables que intervienen en el
campo: momento, lugar, institución, recursos, afectos propios, del paciente, de la familia, que
configuran la particularidad de cada situación.
Sin embargo, tanto en su formación universitaria como también en su práctica, al profesional
se le enseña a abordar las problemáticas de la especialidad desde una mirada biomédica
que jerarquiza sólo aquellos datos que conforman la historia clínica. Y hay otros datos, como
los señalados anteriormente, que no tienen valor semiológico para el modelo médico
hegemónico.
Por ello proponemos un modelo de diagnóstico de las prácticas de salud, que al incluirlos,
ayudará a prevenir situaciones de iatrogenia.

Modelo clínico-situacional
Las situaciones quirúrgicas se caracterizan por ser momentos de ruptura en la estabilidad de
la vida cotidiana de las personas, que sacuden su organización psicofísica hasta los niveles
más profundos.
Producido el diagnóstico inicial el médico deberá organizar el campo de atención de acuerdo
a los datos priorizados. Junto con los estrictamente físicos aparecerán los datos
contextuales.
A través de la familia se puede entender la situación personal del paciente y actuar
preventivamente con relación a su pronóstico.
El modelo clínico-situacional, se caracteriza por mirar al paciente y al profesional en una
relación compleja, incluyendo al profesional con sus propias demandas en el campo. Este
profesional con su participación organiza y da destino a la gestión.
De allí la importancia de jerarquizar la relación con el paciente ya que su trato, es una droga
tan eficaz como la de última generación que producen los laboratorios.

La relación médico-paciente en el cumplimiento de la responsabilidad médica


Es casi una afirmación que la calidad de la relación médico-paciente-familiares, es el secreto
para que un paciente o su familia no deseen realizar un juicio por mala praxis al profesional,
independientemente de los resultados de su intervención.
Sin embargo, no hay formación sistemática de este vínculo ni esta suficientemente
jerarquizado por muchos médicos, como reaseguro de su propia práctica.
Desde el punto de vista psicológico, es importante señalar qué aspectos se ponen en juego
en este vinculo.
A sus diferentes características personales, debemos sumarle el fantasma de los juicios por
mala praxis médica. El aumento de la industria de estos juicios presiona al profesional,
produciéndole un estado de vulnerabilidad de su persona. Esta presión condiciona sus
intervenciones y muchas veces traba o inhibe su eficiencia, llegando a producir conductas
que se convierten en accidentes de trabajo
Vemos así que las normas legales como protectoras para evitar la mala praxis, requieren ser
complementadas con la concientización de la complejidad afectiva que se pone en juego en
el vínculo profesional-paciente-familia-institución y de allí, la importancia de que existan
dispositivos institucionales que la faciliten.
Ya sea por la urgencia o gravedad del caso, ya sea por las presiones institucionales, el
profesional se ve expuesto a estrés, a estados de burnout. Si las instituciones y personas
con las que trabaja, proveen espacios para el procesamiento de la tarea, estarán realizando
prevención de la salud física y mental de sus integrantes. Condición esencialmente eficaz
para evitar malas praxis.

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