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El orden del discurso – Michel Foucault

En 1970 Michel Foucault sucedió a Jean Hyppolite en el College de France, donde se hizo cargo de
la cátedra historia de los sistemas de pensamiento. Este es u discurso inaugural donde Foucault
define su postura y metodología en oposición a la “historia tradicional de las ideas”, resumiendo el
núcleo de sus investigaciones y adelantando su programa de investigación. El orden del discurso
indaga en las formas reconocidas de mirada sobre lo histórico y el discurso, que se caracteriza por
la búsqueda de la creación, la unidad de una obra, época o tema, por la búsqueda de la
originalidad y por ultimo, de la significación oculta.

Resumen de la Lección inaugural en el College de France pronunciada el 2 de diciembre de 1970

Foucault formula su pregunta en torno al discurso desde una mirada que pueda tomarlo como
realidad material, como existencia y como poder. Plantea su hipótesis en estos términos: en la
sociedad, la producción del discurso está a la vez controlada, seleccionada y redistribuida por
cierto número de procedimientos que tienen por función conjurar los poderes y peligros, dominar
el acontecimiento aleatorio y erigir su pesada y temible materialidad. De esta hipótesis central
parte su mirada sobre los procedimientos de exclusión del discurso, arbitrarios y en constante
desplazamiento, sostenidos por un sistema de instituciones que las imponen y por ende se ejercen
con cierta coacción y violencia.
El primero de estos procedimientos (y el más evidente) sería lo que en cada sociedad se erige
como lo prohibido, esa regularidad de saber que no se tiene derecho a decir todo y que no se
puede hablar de cualquier cosa en cualquier época. Es en este marco donde el discurso se vincula
con el deseo y el poder, ya que el discurso no es simplemente aquello que traduce las luchas o los
sistemas de dominación, sino aquello por lo que, y por medio de lo cual se lucha, aquel poder del
que quiere uno adueñarse. El segundo de estos procedimientos que se traduce en estatuto del
que habla y en la institución que lo sostiene es el principio de separación y rechazo. El lugar social
del que se dice está sostenido por el lugar social del sujeto enunciador.
Foucault arroja una nueva duda que se traduce en discutir (por lo aventurado del planteo) si
puede considerarse como tercer procedimiento a la distancia que se marca socialmente entre lo
verdadero y lo falso. Para poder disipar esta duda pone dos niveles de lectura: al interior del
discurso, a nivel de la proposición, la separación entre lo verdadero y lo falso no es arbitraria,
modificable, ni institucional ni violenta. Pero un sistema de exclusión se dibuja cuando pensamos a
la voluntad de verdad ligada a la voluntad de saber, que es histórica, no ha cesado de desplazarse,
de reaparecer bajo nuevas formas de voluntad de verdad que no se sostienen como verdades
coactivas: pueden verse historias de planes de objetos a conocer, de funciones y posiciones del
sujeto conocedor, historia técnica e instrumental del conocimiento.
La voluntad de verdad, como otros sistemas de exclusión, se apoya en soportes institucionales. Se
sostiene en prácticas y en sistemas de soportes (ediciones, bibliotecas, laboratorios). Pero está
acompañada por la forma histórica del saber en una sociedad, de cómo un saber se pone en
práctica, se distribuye y valoriza. Desde esta base, la voluntad de verdad ejerce presión sobre los
discursos y una especia de poder de coacción. Un discurso de verdad (como el discurso científico)
presiona a otros discursos, imponiendo criterios de verdad. Para el autor, la distancia entre lo
verdadero y lo falso es, respecto a los otros mencionados, el sistema de exclusión más profundo.
La verdad pone en juego el deseo y el poder, ya que la verdad es voluntad de verdad (histórica) así
como el poder es voluntad de poder. La verdad impone, excluye, justifica y define. La verdad como
procedimiento de poder ejerce control externo sobre los discursos. Al respecto Foucault intenta
aislar otro grupo de procedimientos, internos, que ejercen su propio control: clasifican, ordenan,
distribuyen y controlan el azar. Desentrañando algunos procedimientos interno regulares,
Foucault distingue:
- El comentario: Es la repetición y circulación de ciertos relatos a nivel social. Existen para el
autor una especie constante, aunque no acabada e identificable, de nivelación o desfase
entre discursos: los discursos que desaparecen en el mismo acto de habla y aquellos que
están en el origen de nuevas palabras, que permanecen dichos y siempre apunto de decir
(son los grandes textos como los religiosos, jurídicos y en cierta medida los científicos). Por
su estatuto de siempre reactualizable, el comentario (como desfase entre estos dos
textos) permite construir nuevos discursos, ya que funda la posibilidad de hablar; pero su
fin es decir lo oculto en el primer texto, decir por primera vez lo ya dicho. De esta forma,
por la repetición estable de volver al origen, se controla el azar permitiéndolo, ligándolo y
retornándolo a lo mismo.
- El autor: No se refiere al individuo que enuncia, sino al principio organizador de discursos,
punto de coherencia y justificador de significaciones. Este principio no funciona siempre,
no todos los textos están avalados por un autor. Pero en los terrenos donde la atribución
es indispensable, se percibe que el autor no cumple siempre la misma función. El autor, y
según el terreno donde se analice, perfila, dispone, encierra y excluye diferencia. Tiene
como función limitar al azar por el juego de una identidad que tiene la forma de la
individualidad y del yo.
- Las disciplinas: Están en el lado opuesto al autor y del comentario como organizador de
discursos. Al autor, porque la disciplina se define por un ámbito de objetos, métodos,
proposiciones que se consideran verdaderas, técnicas e instrumentos; todo lo cual
constituye un sistema anónimo siempre a disposición. Y se opone al comentario ya que la
disciplina no tiene que repetir desde una identidad, tiene que abrir la posibilidad de
formular indefinidamente nuevas proposiciones. No es la suma de todo lo que puede ser
dicho sobre un objeto, ni tampoco toda la verdad sobre un objeto. Tiene ciertas
condiciones como la de dirigirse a un plan de objeto, poseer determinadas construcciones
proposicionales y métodos conceptuales, además de que las proposiciones deben poder
inscribirse en un cierto tipo de horizonte teórico. Las proposiciones deben poder entrar en
“la verdad” de la disciplina (que se define epocal e institucionalmente) para ser
consideradas verdaderas. La disciplina es un control de la producción discursiva que fija
sus límites por el juego de una identidad que tiene la forma de una reactualización
permanente de las reglas.

Existe un tercer grupo de procedimientos de control de los discursos (luego del externo y el
interno a los discursos), que el autor define como complejos sistemas de restricción en la selección
de sujetos. Es el que trata de determinar las condiciones de su utilización, imponer reglas,
tranquear el acceso al orden del discurso. Se erige desde la imposición de la diferencia en el
acceso a los discursos y la selección de sujetos, es decir que todas las regiones del discurso no
están igualmente abiertas y penetrables.
- El ritual: Define la cualificación que deben poseer los individuos que hablan, define los
gestos, los comportamientos, etc. Todos aquellos signos que deben acompañar al
discurso. El ritual define la eficacia de esos discursos, su valor coactivo. Los discursos están
atravesados por la puesta en escena de una ritual que determina para los sujetos que
hablan las propiedades singulares y los papeles convencionales.
- Sociedades de discurso: Foucault trata de diferenciarlas de la noción de ritual, ya que su
cometido explícito es conservar o producir discursos, pero para hacerlos circular en un
espacio cerrado, distribuyéndolos nada más que según reglas estrictas y sin que los
detentadores sean desposeídos de la función de distribución. En cierta medida Foucault
reconoce que las prácticas del discurso (sobre todo las más institucionalizadas como lo
literatura, la ciencia, o la técnica) siguen manteniendo esta base del secreto y de la
exclusividad de la sociedad de discurso.
- La doctrina: Funciona a la inversa de las sociedad del discurso, ya que tienden a la difusión
y, la menos en apariencia, su regularidad está marcada por el reconocimiento de las
mismas verdades y la aceptación de cierta regla asemejándola a la disciplina, y el control
discursivo se desataría sobre lo enunciado y no sobre el sujeto que habla. Sin embargo, la
verdad doctrinal se erige desde una doble denuncia: denuncia al sujeto a través del
enunciado, como prueban los mecanismos de exclusión del sujeto que realiza enunciados
que no pueden ser asimilables; y a su vez denuncia al enunciado a través de los sujetos
que hablan, ya que la doctrina se sirve de ciertos tipos de enunciación para vincular
individuos entre ellos y diferenciarlos de los otros restantes. Se efectúa una doble
sumisión: la de los sujetos que hablan a los discursos, y la de los discursos al grupo de los
individuos que hablan.
- Adecuación social del discurso: Implica la regulación y distribución de la adecuación de los
discursos con los saberes y poderes que implican.
Todos, como procedimientos de sumisión del discurso, aseguran la distribución de los sujetos que
hablan en los diferentes tipos de discursos y la adecuación de los discursos a ciertas categorías de
sujetos.
Al analizar el juego del discurso (sus condiciones, efectos, posiciones) es necesario, según presenta
Foucault sus objetivos, plantear poner en duda nuestra voluntad de verdad, restituir al discurso
su carácter de acontecimiento y levantar la soberanía del significante. Desde aquí, el autor
presenta una serie de exigencias metodológicas, propuestas en clave de principios, al momento
del análisis:
- Principio de trastocamiento: Donde se cree reconocer las fuentes de los discursos, al
autor, las disciplinas o la voluntad de saber, se hace necesario reconocer el juego negativo
de los cortes y del enrarecimiento del discurso.
Sin embargo, se hace necesario recurrir a ciertos principios de método que pongan en cuestión la
posibilidad de pensar a los discursos enrarecidos como un mundo de discursos ininterrumpidos.
- Principio de discontinuidad: El enrarecimiento del discurso no implica que exista un gran
discurso continuo “por debajo” que haya que restituir. Los discursos deben ser tratados
como prácticas discontinuas que se cruzan, se yuxtaponen y hasta se ignoran.
- Principio de especificidad: Rompiendo con la idea de resolver desde significaciones
previas. El discurso debe ser concebido como una violencia que hacemos a las cosas, como
una práctica que les imponemos, práctica donde los acontecimientos del discurso
encuentran e principio de su regularidad.
- Regla de exterioridad: Foucault plantea no ir desde el discurso hacia una significación
interna, sino a partir del discurso mismo, de su aparición y regularidad, ir hacia sus
condiciones externas de posibilidad.
A partir de esto plantea así cuatro nociones -y contra qué términos vienen a romper- como
principio regulador de análisis:
- Acontecimiento/creación
- Serie/unidad
- Regularidad/originalidad
- Condición de posibilidad/significación

Las nociones que se imponen en la perspectiva foucaultiana no son la de conciencia, continuidad,


signo o estructura, sino la de acontecimiento y la de serie con las nociones con las que se
relacionan: regularidad, azar, discontinuidad, dependencia, transformación. Los discursos deben
tratarse como conjuntos de acontecimientos discursivos, desde un nivel de materialidad, ya que
es en la materialidad como cobra efecto, y ese efecto consiste en la relación, coexistencia,
dispersión, intersección, acumulación y selección de elementos materiales. Los acontecimientos
deben tratarse según series homogéneas pero discontinuas unas con relación a otras. La
discontinuidad son cortes que rompen el instante y dispersan el sujeto en una pluralidad de
posibles posiciones y funciones, y que ponen en duda nociones como el instante o el sujeto, ya
que, independientemente de ellos, pueden concebirse series continuas de relaciones. Es por esto
que el autor plantea como necesario aceptar la introducción del azar como categoría, ya que no se
puede establecer vínculos causales entre los elementos de esas series discursivas discontinuas.
¿Qué implicación tiene esta perspectiva en el tratamiento de los discursos? No partir de
representaciones que puede haber detrás de los discursos, sino tratar a los discursos como series
regulares y distintas de acontecimientos.
El análisis foucaultiano se dispone a partir de dos conjuntos. Ambas perspectivas se alternan, se
apoyan una en la otra:
- Conjunto crítico: parte del principio de trastocamiento y pretende cercar las formas de
exclusión, de delimitación, de apropiación y control discursivo. Lo crítico se refiere a los
sistemas de desarrollo del discurso, intenta señalar, cercar esos principios de libramiento,
de exclusión, de rareza del discurso. El análisis se abordaría sobre las funciones de
exclusión.
- Conjunto genealógico: Utiliza los restantes principios, lee la formación efectiva de los
discursos, tanto sus discontinuidades como sus regularidades. La genealogía es una serie
de la formación efectiva del discurso. Intenta captarlo en su poder de afirmación, en su
poder de constitución de dominios de objetos, a propósito de los cuales se podría afirmar
o negar proposiciones verdaderas o falsas. Esos dominios de objetos Foucault los
denomina positividades, es decir el poder de afirmación de la rareza (impuesta).
El análisis del discurso así entendido no revela la universalidad de un sentido, saca a relucir el
juego de la rareza impuesta con un poder de afirmación. “Y ahora, que los que tienen lagunas de
vocabularios digan –quizás porque les suena bien- que se trata de estructuralismo”.

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