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CULTURA
UNIVERSIDAD NACIONAL DE MOQUEGUA
MODERNA
CULTURA Y DESARROLLO
DOCENTE:
Eduar Marcelo Córdova Alvarado
INTEGRANTES:
Oliver Huaracha LLica
Janeth Rosa Cayo Quispe
Kaina Alexandra Ortiz Ajrota
Anais Xiomara Cuayla Falcón
CICLO: V CICLO
2017
MOQUEGUA –PERÚ
INDICE
INTRODUCCION
La técnica ha hecho del obrero un especialista que sabe cada vez más sobre
aspectos cada vez más limitados.
Técnicas son el conjunto de medios que sirven para la realización del fin son un
conjunto de procedimientos bien definidos y transmisibles destinados a producir
ciertos resultados que se consideran útiles. Son reglas fundadas en la razón y
sometidas a la prueba mediante la práctica.
Al tomar los técnicos el lugar de los políticos éstos asumen las funciones y
responsabilidades de aquellos. De simples técnicos pasan a ser tecnócratas y al
asumir compromisos pasan a ejercer la política; por consiguiente, intentan ser
políticos casa que puede llegar a ocurrir, aunque quizá sólo sea por excepción
pues en general los gobiernos tecnócratas hacen mal uso de la capacidad
políticas simplemente porque no la tienen; por lo que se concentran a resolver
únicamente cuestiones materiales o cuantitativas y no sociales humanas o
cualitativas.
Sin que tengamos conciencia de ello, las ideas impregnan nuestro universo
cotidiano. Las consumimos en el aire que respiramos, suaves y edulcoradas. En
un planeta que solo conoce fronteras para los emigrantes, penetran por todas
partes. Levantar muros frente a ellas es ingenuo. En cambio, es tarea primordial
en los tiempos que corren diagnosticar el fenómeno y rescatar, atemperado a las
premisas de la contemporaneidad y extrayendo las lecciones de nuestro propio
aprendizaje secular, nuestra plataforma, válida para el porvenir y para dar
respuesta a nuestros desafíos actuales.
Hoy día suele hablarse con frecuencia acerca de la “tecnología” como motor o
eje del progreso de la humanidad. Todo tiende a sugerir que con ese concepto
se está haciendo referencia a un determinado tipo de conocimiento humano
(conocimiento instrumental) pero en cuanto aplicado a cuestiones estrictamente
útiles para la vida humana. Conviene detenernos un poco más en el concepto
tecnología. Según el Diccionario de la Real Academia Española, la primera
acepción de tecnología es: “conjunto de técnicas o teorías que permiten el
aprovechamiento práctico del conocimiento científico”. De tal manera que,
siguiendo esa significación, la tecnología sería una serie de conocimientos
instrumentales que se orientan a aplicar el conocimiento científico que por
naturaleza es teórico o especulativo con una finalidad práctico utilitaria o práctico
instrumental. Es decir que podría entenderse a la tecnología como la técnica que
se sirve de las ciencias para una aplicación instrumental. En pocas palabras, se
trataría de la instrumentalización de la ciencia. Es un lugar común afirmar que el
desarrollo material de los últimos siglos estuvo potenciado por la utilización de
técnicas cada vez más refinadas y abarcadoras de todos los ámbitos de la vida
humana. De hecho, se habla de la existencia de un mundo que ha pasado a ser
tecnológico o un mundo tecnocrático. Se trata de un mundo dirigido por la
técnica, donde de algún modo el poder se realiza mediante la búsqueda de
soluciones eficaces o útiles por encima de toda otra consideración.
Sin embargo, la forma de uso del poder no sería semejante a la del político, como
señalará Touraine, pues la acción del tecnócrata no es de mando, es de
manipulación
Ahora bien. Aunque es cierto que ser tecnócrata supone ubicarse fuera de la
institucionalidad permanente, no es menos cierto que la burocracia típicamente
moderna propia de la administración pública le resulta un obstáculo.
Básicamente es la diferencia de cultura organizacional entre el tecnócrata y el
burócrata la que complejiza la imposición del paradigma tecnocratizado. En este
sentido, la tecnocracia ha cuestionado fuertemente la administración pública, a
la que ha catalogado de 'tradicional' (notable fórmula de oponerla a Modernidad)
y ha propuesto un nuevo paradigma, una Nueva Gerencia Pública que sea
concomitante al desarrollo de un proyecto de modernización del Estado.
Weber, haciéndose cargo de Marx, ha dicho que “son los intereses, materiales o
ideales, no las ideas, quienes dominan inmediatamente la acción de los
hombres. Pero las ‘imágenes de mundo’ creadas por las ‘ideas’ han determinado,
con gran frecuencia (…), los raíles en los que la acción se ve empujada por la
dinámica de los intereses” (Weber, 1998b: 247). La profecía, como promesa, es
una apelación a una imagen de mundo posible, futura, deseada. Detrás de ella
han de haber intereses. La profecía tecnocrática actual está obviamente
sustentada en una base de intereses. No hay que apelar a un burdo mecanicismo
que nos conduciría a la tautológica observación de que tras la profecía
tecnocrática está la tecnocracia como clase. Estando ella en una situación de
intereses muy clara, que permite entender su doctrina y su promesa, no es
menos razonable que sea ella misma el resultado de otra constelación de
intereses y de otra imagen de mundo. Foucault ha señalado que para la
constitución de una disciplina es necesario primero abrir esa posibilidad
‘discursiva’ (Foucault, 1996). Y la posibilidad discursiva de la economía actual
tuvo un desarrollo originario en la constitución de un ‘ethos’ adaptado al
capitalismo, el mismo que Weber estudia minuciosamente en gran parte de sus
obras (y específicamente en “La Ética Protestante y el Espíritu del Capitalismo”).
En este marco, las dinámicas tecnocráticas actuales no parecen responder a
lógicas demasiado diferentes a las que describe el capitalismo y su jaula de
hierro a la racionalidad.
Citemos en primer caso a Daniel Bell,2 quien desde una perspectiva sociológico
económica observa que en una primera fase de la Modernidad el hombre tuvo
siempre la pretensión de conquistar el orden natural. Pero en los últimos tiempos
la humanidad ha pretendido la directa sustitución del orden natural por un orden
técnico. Como consecuencia de ello señala Bell, la sociedad posindustrial en la
que hoy estaríamos viviendo sería una refundición de esa búsqueda de esa
pretensión, pero con medios más poderosos en comparación con aquella
primera etapa de la Modernidad durante la Revolución Industrial. Bell ilustra su
análisis trayendo a colación dos ejemplos de la literatura en la que se buscaba
anticipar la aparición de una civilización tecnocrática.
Así surgen relaciones funcionales que se hacen cada vez más independientes
de la organización humana inmediata y a las cuales pueden fijárseles cada vez
más, a discreción, unos fines determinados: nos estamos refiriendo a la
tecnología”.
La tesis de Guardini merece una cita más extensa que consideramos atinente
transcribir:
la nivelación de la Edad Moderna proviene de la racionalización de la ciencia y
de la funcionalidad de la técnica tenemos la impresión de que la naturaleza y el
mismo hombre están cada vez más a disposición del dominio del poder las
normas éticas pierden su evidencia inmediata y, en consecuencia, su influjo
moderador sobre el uso del poder se hace menor”. se desprende una idea cuyo
alcance es imposible sobreestimar: la idea de la planificación universal. En ella
el hombre carga con su mirada lo dado: las materias primas y las energías de la
naturaleza, pero también al hombre mismo en su sustancia vital. La estadística
nos da aquí un conocimiento exacto de lo que existe. La teoría muestra los
recursos para configurarlo. La razón de Estado decide cuál es el resultado total
a que debe tenderse. La técnica tomando esta palabra en su más amplio sentido
pone a nuestra disposición los métodos para conseguirlo. A esta planificación
impulsan razones importantes: necesidades políticas, crecimiento de la
población, limitación de los bienes económicos y exigencia de distribuirlos bien,
magnitud de las tareas que hay que realizar, etc. Pero detrás de todo esto no se
encuentran motivos prácticos, sino espirituales: un estado de espíritu que se
siente justificado y obligado a proponer un objetivo a la obra humana y a usar
para este fin como material todo lo que está dado”. Desde otra perspectiva, Juan
Vallet de Goytisolo,6 jurista español, también comparte la visión de los otros
autores ya citados. Observa que los propios pensadores de la Modernidad han
querido entender la historia de la humanidad como un pasaje de una edad infantil
a una edad madura racional. El pasaje habría sido desde una civilización de tipo
“teocrática” hacia una humanidad gobernada por la “tecnocracia”. Se trataría de
que en el origen era una etapa inicial basada en la ignorancia y en la superstición
de la creencia en un más allá, para luego pasar a una humanidad autosuficiente
basada en el progreso constante de las ciencias empíricas. Según aquellos
pensadores de la Modernidad, afirma Vallet, la sociedad teocrática habría estado
gobernada por mandatos basados en la voluntad de Dios, o por la voluntad de
hombres intérpretes de la divinidad. En cambio, la sociedad tecnocrática vendrá
a proponer una evolución y una superación incluso de las mismas ideologías
surgidas en la misma Modernidad (liberalismo y socialismo). De modo que en la
síntesis tecnocrática esto se producirá a través de un cientificismo progresista
superador de las ideologías nacidas al amparo del Iluminismo modernista. La
solución de la “tecnocracia” consistiría en identificar la verdad con la mera
racionalidad cuantitativa; racionalidad mensuradora que relegará al mundo de lo
irracional todo lo puramente cualitativo, es decir, lo no cuantificable.
Según Vallet, esta doctrina no lleva sino a una creciente deshumanización del
ser humano. Dice Vallet:
Hasta aquí hemos querido reflejar cómo diversos autores advierten sobre el
pretendido dominio que parece ejercer la técnica sobre la vida humana,
circunstancia que es uno de los ejes de la Modernidad y de su epígono, la
denominada Posmodernidad. A esta altura vuelven con mayor fuerza las
preguntas que hicimos al principio, acerca de qué es o en qué consiste el
conocimiento técnico y cuáles son sus límites, sus relaciones, sus
subordinaciones. Por qué el mundo se ha vuelto “tecnológico” y cómo el hombre
debería enfrentar esta circunstancia.
9. INTERNACIONALIZACION DE LA TECNOCRACIA.
Ahora bien, esta situación no sólo es particular de los técnicos pues sucede lo
mismo con la tecnocracia cuyas características -en unos lugares más definidos
que en otros están presentes en todos los países del globo terraqueo. De esta
manera hemos llegado a un grado en que la tecnocracia se ha hecho
internacional hay pues una interdependencia.
Esta situación ha sido aprovechada sobre todo por los países más ricos si
tomamos en cuenta que a través de las empresas transnacionales u organismos
multilaterales influyen en la implantación de este método de trabajo sobre todo
en los países dependientes.
Un caso de esta internacionalización de la tecnocracia es aquel que realizan los
Organismos Financieros Internacionales al capacitar técnicamente a
funcionarios con el objeto según han dicho de situarlos en condiciones de
aumentar la eficacia de las administraciones financieras.
También antes los funcionarios tenían que trasladarse a la sede del Fondo para
tomar dichos cursos ahora tanto el Fondo como el Banco Mundial proporcionan
consejeros y asistencia técnica "necesaria" en los países respectivos; asistencia
que se manifiesta en la preparación e instrumentación de objetivos planes
programas y presupuestos de desarrollo nacional. Por lo que es evidente la
asesoría de los Organismos Financieros Internacionales en los planes de
gobierno de los países dependientes sobre todo si se quiere dinero de éstos.
Hay que recordar que las cartas de intención son un elemento importante para
la autorización o no del préstamo.
Para finalizar nos parece conveniente hacer una síntesis de las ideas que
queremos dejar sentadas acerca de la técnica y de nuestra actualidad
“tecnocrática”. Afirmamos que el objeto operable de la técnica es un objeto
contingente y dependiente de nuestra actividad, al igual que en la prudencia.
Pero a diferencia de la virtud de la prudencia, la técnica tiene por objeto lo
factible; mientras que la prudencia, lo operable o lo agible. Sostenemos que la
bondad de la técnica está en la cosa por producir o artefacto, y no en el artífice
o técnico que la realiza. La técnica no brinda rectitud ética en el uso que el
hombre hace de ella, mientras que la prudencia sí confiere esa rectitud. La
materia de la que trata la técnica es menos amplia y contingente que en la
prudencia, cuyo objeto son las acciones humanas contingentes libres, mientras
que la técnica está sujeta a cierto determinismo. Por tanto, la técnica tiene mayor
certeza que el conocimiento prudencial, pero es menos universal su finalidad.37
La técnica es efectivamente un conocimiento causal como la ciencia, pero su
universalidad es impropia y proviene solo de la regla misma (del arte o técnica
misma empleada) para lograr la perfección del artefacto ideado según la mente
del artífice. En cambio, la ciencia en sentido clásico es un conocimiento causal
universal y necesario.