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Dufour Dany Robert el arte de reducir cabezas

De la modernidad a la posmodernidad puntos de referencia

Hipótesis: se está cumpliendo una mutación histórica de la condición humana, que


no es una simple hipótesis teórica; podemos identificarla observando un cortejo de
acontecimientos, no siempre bien definidos, que afectan a las poblaciones de los
países desarrollados. Estos acontecimientos, de los que todos hemos oído hablar
son: dominio de la mercancía, dificultades de subjetivación y socialización,
toxicomanía, multiplicación de los pasajes al acto, aparición de eso que,
equivocadamente o no, se denomina «los nuevos síntomas»1, la explosión de la
delincuencia en fracciones no desdeñables de la población joven, nueva violencia
y nuevas formas de sacrificio.
Frente a estos acontecimientos, muchos especialistas de las cuestiones
psicosociales (educadores, psicólogos, sociólogos y hasta psicoanalistas…) se
contentan con recordar que no hay en ello ningún problema nuevo. Si hoy los
identificamos, sería esencialmente en función del mayor acceso a las
informaciones de que disponemos y, sino interesamos en tales fenómenos, será
solamente por cómo funcionan los medios de comunicación masiva que necesitan
su ración cotidiana de material candente.
De algún modo, estos especialistas parecer decirnos: «circulen, circulen, no hay
nada que ver en estos seudoacontecimientos». En el mejor de los casos, intentan
deconstruir los discursos que ponen en escena estos acontecimientos. De modo
que se deconstruye a porfía, pero olvidando, con excesiva frecuencia, que al
terminar la deconstrucción, lo esencial queda aún sin resolver: producir a la vez
una construcción y una inteligibilidad nuevas de los hechos mismos, puesto que
éstos son obstinados, como decía Gaston Bachelard en El aire y los sueños.
En suma, creo que, lejos de constituir accidentes, artefactos o epifenómenos más
o menos construiros por los medios, estos elementos o acontecimientos deben
entenderse como los signos de una crisis gravísima que afecta a la población de
los países desarrollados y, en primer lugar, a su parte más expuesta, la juventud.
Sostendré la hipótesis de que todas estas dificultades están vinculadas
fundamentalmente con la transformación de la condición subjetiva que se está
operando en nuestras democracias. En otros términos, en la crisis actual de las
sociedades, no podemos pasar por alto el hecho de que ser sujeto se presenta
hoy en una modalidad sensiblemente diferente de la que correspondía a las
generaciones precedentes. En resumen, no vacilaría en conjeturar que el sujeto
que se presenta hoy ya no es globalmente el mismo que el que existía hace
apenas una generación. También la condición subjetiva está sometida a la
historicidad y probablemente hayamos cruzado, en este sentido, un cabo

1Por ejemplo: la anorexia, la bulimia, la taxicomanía, la depresión, el ataque de pánico, etc., es


decir, prácticas de ruptura del vínculo con el Otro, invocados a menudo en diagnósticos llamados
de «prepsicosis».
importante al cual las grandes instituciones (políticas, educativas, de salud física y
mental, de justicia, etc.) son particularmente sensibles.

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