De la modernidad a la posmodernidad puntos de referencia
Hipótesis: se está cumpliendo una mutación histórica de la condición humana, que
no es una simple hipótesis teórica; podemos identificarla observando un cortejo de acontecimientos, no siempre bien definidos, que afectan a las poblaciones de los países desarrollados. Estos acontecimientos, de los que todos hemos oído hablar son: dominio de la mercancía, dificultades de subjetivación y socialización, toxicomanía, multiplicación de los pasajes al acto, aparición de eso que, equivocadamente o no, se denomina «los nuevos síntomas»1, la explosión de la delincuencia en fracciones no desdeñables de la población joven, nueva violencia y nuevas formas de sacrificio. Frente a estos acontecimientos, muchos especialistas de las cuestiones psicosociales (educadores, psicólogos, sociólogos y hasta psicoanalistas…) se contentan con recordar que no hay en ello ningún problema nuevo. Si hoy los identificamos, sería esencialmente en función del mayor acceso a las informaciones de que disponemos y, sino interesamos en tales fenómenos, será solamente por cómo funcionan los medios de comunicación masiva que necesitan su ración cotidiana de material candente. De algún modo, estos especialistas parecer decirnos: «circulen, circulen, no hay nada que ver en estos seudoacontecimientos». En el mejor de los casos, intentan deconstruir los discursos que ponen en escena estos acontecimientos. De modo que se deconstruye a porfía, pero olvidando, con excesiva frecuencia, que al terminar la deconstrucción, lo esencial queda aún sin resolver: producir a la vez una construcción y una inteligibilidad nuevas de los hechos mismos, puesto que éstos son obstinados, como decía Gaston Bachelard en El aire y los sueños. En suma, creo que, lejos de constituir accidentes, artefactos o epifenómenos más o menos construiros por los medios, estos elementos o acontecimientos deben entenderse como los signos de una crisis gravísima que afecta a la población de los países desarrollados y, en primer lugar, a su parte más expuesta, la juventud. Sostendré la hipótesis de que todas estas dificultades están vinculadas fundamentalmente con la transformación de la condición subjetiva que se está operando en nuestras democracias. En otros términos, en la crisis actual de las sociedades, no podemos pasar por alto el hecho de que ser sujeto se presenta hoy en una modalidad sensiblemente diferente de la que correspondía a las generaciones precedentes. En resumen, no vacilaría en conjeturar que el sujeto que se presenta hoy ya no es globalmente el mismo que el que existía hace apenas una generación. También la condición subjetiva está sometida a la historicidad y probablemente hayamos cruzado, en este sentido, un cabo
1Por ejemplo: la anorexia, la bulimia, la taxicomanía, la depresión, el ataque de pánico, etc., es
decir, prácticas de ruptura del vínculo con el Otro, invocados a menudo en diagnósticos llamados de «prepsicosis». importante al cual las grandes instituciones (políticas, educativas, de salud física y mental, de justicia, etc.) son particularmente sensibles.