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PRESENTADO POR
THALÍA YOSARA FAJARDO GARCÍA
PRESENTADO AL ESPECIALISTA
TAYLOR POWER VARGAS MARLEX
Rta:
Se realizó una negociación de fusión de dos grandes empresas cerveceras con
fines lucrativos, ya que el fin de cada una de estas era seguir creciendo a nivel
mundial y abarcar mayormente mercados latinoamericanos y europeos.
4. ¿Cuál identifica usted que fue la estrategia implantada por Bavaria para
presentar la propuesta?
Rta:
ESTRATEGIA
Desde hace años AB InBev estaba detrás de la cervecera sudafricana. Los
intentos de compra de los últimos años habían fracasado, porque una
adquisición de una compañía de esa importancia puede llegar a tener una prima
del 30 por ciento o mucho más por encima del valor de la empresa en bolsa.
Como la acción de SABMiller tenía un precio muy alto (alcanzó 36 libras) la
empresa llegó a valer cerca de 90.000 millones de dólares. Con este precio más
la prima de control se necesitaba una inversión superior a 120.000 millones de
dólares para lograr un acuerdo, y esa cifra era impagable.
Sin embargo, en los últimos seis meses cambiaron las circunstancias del
negocio. La acción de SABMiller cayó 19 por ciento y el valor de la empresa bajó
a 75.000 millones de dólares. Ese bajonazo obedeció en gran parte a la
devaluación de las monedas de algunos países emergentes de África y de
América Latina, donde SABMiller es el rey del mercado. Con la caída de la acción
en bolsa AB InBev tenía la posibilidad de comenzar la puja desde una base
sustancialmente inferior. El 14 de septiembre oficializó su oferta y por cuenta de
la posible venta, en menos de una semana los 75.000 millones de dólares
volvieron otra vez a ser 90.000. En esa semana el precio de la acción subió 20
por ciento, lo mismo que había bajado en los últimos seis meses.
Con esa súbita recuperación del precio los brasileños creyeron que los
vendedores iban a estar satisfechos y que estarían dispuestos a vender por una
pequeña prima adicional. El cálculo inicial era que el costo del negocio no
debería superar los 100.000 millones de dólares.
Después de dos ofertas preliminares muy bajas finalmente ofrecieron 42,15
libras por acción. Eso representaba un 44 por ciento de valorización frente al
valor de SABMIller antes del anuncio de la intención de compra.
Altria, la dueña de Philip Morris y la mayor accionista de SABMiller con el 27 por
ciento de las acciones, consideró la propuesta suficientemente buena y la
aceptó. Pero no contaba con la oposición de los Santo Domingo, que aliados con
el presidente de la empresa el sudafricano Jan Du Plessis lograron que toda la
junta directiva de 15 miembros, con excepción de los tres de Altria, la rechazaran.
Alejandro Santo Domingo, con el 13,9 por ciento de las acciones de SABMiller,
se convirtió en el líder de los rebeldes en la junta. Era una jugada de póker
estratégica para dejarle claro al brasileño que AB InBev necesitaba mucho más
a SABMiller que SABMiller a AB InBev.
Ese argumento era totalmente válido por la sencilla razón de que AB InBev tiene
la mayoría de sus operaciones en países desarrollados, donde el consumo está
estancado o decreciendo, y SABMiller las tiene en mercados emergentes donde
la demanda es cada vez mayor
Si AB InBev se estaba convirtiendo en un buey cansado, necesitaba inyectarle
al negocio sangre de potro para enderezar esa tendencia negativa. Y ese potro
era SABMiller. Con ese as bajo la manga, Santo Domingo y el presidente de la
empresa Jan Du Plessis comenzaron a hacerse de rogar. El cañazo funcionó y
si bien AB InBev no ofreció 45 libras por acción que era lo que Santo Domingo y
el presidente de la empresa aspiraban, el negocio se cerró por 44 libras, lo cual
dejaba valorada la empresa en 106.000 millones de dólares. Eso representaba
un múltiplo de ebitda de 16, muy superior al que se había obtenido en la venta
de Bavaria a SABMiller una década antes, que había sido de 10.
PROPUESTA
En una pequeña casa del centro de Londres, cerca del Palacio de Buckingham,
se reunieron el lunes 12 de octubre Carlos Brito y Olivier Goudet, CEO y
presidente de la junta de AB InBev, con Jan du Plessis y Guy Elliott, presidente
y director adjunto de la junta de SABMiller.
Las negociaciones de ese lunes comenzaron con una oferta de AB InBev de
pagar 43,50 libras esterlinas por cada acción de SABMiller, la cual fue rechazada
al mediodía. Al atardecer, Brito se negaba a subir el precio, pero su
acompañante, el francés Goudet, fue quien se animó a aumentar su propuesta
a 44 libras (US$67,62), lo que equivale a una prima de 50% del precio que tenía
la acción de SABMiller el 14 de septiembre, cuando se avivaron los rumores de
la compra, y lo que valora a la cervecera anglosudafricana en 68.000 millones
de libras (cerca de US$105.000 millones).
Con ese monto se logró humo blanco, pero faltaba definir el dividendo para los
accionistas de SABMiller, el tamaño de las arras que pagaría AB InBev si el
acuerdo se derrumbaba –que fueron pactadas en US$3.000 millones– y la forma
como lidiarían los obstáculos regulatorios que enfrentará esta megafusión
Una vez logrados los acuerdos, una legión de banqueros, abogados y
consultores de relaciones públicas terminaron de redactar las formalidades de la
fusión y un comunicado que se dio a conocer al amanecer del martes 13 de
octubre.
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