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FACULTAD DE JURISRPUDENCIA

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE COAHUILA

PRESUNCIÓN DE INOCENCIA Y GARANTÍA


DE LIBERTAD DEL IMPUTADO

Por Evelyn Vanessa Cortez Cano

Teoría del Garantismo Penal

Francisco Javier Valdés Rivera

Saltillo, Coahuila a
29 de octubre de 2018
El Derecho Penal, bien conocido es como la última ratio del derecho, es decir, se trata
de la última instancia a la que el estado, quien monopoliza la acción penal en el estricto
sentido de la palabra, puede recurrir para perseguir y sancionar determinadas conductas. Y
esto es así porque, el derecho penal, rompe con muchos de los principios que rigen toda la
disciplina jurídica, sin embargo, es por ello también que el derecho penal es una de las ramas
de la disciplina estudiadas con mayor ahondamiento y, a su vez, la que mayores limitantes y
formalismos tiene.

El derecho penal, dicho lo anterior, es la instancia de la disciplina jurídica que se


encarga de estudiar, determinar, perseguir y sancionar las conductas que pueden poner en
peligro todo el orden jurídico, no solamente si se producen aisladamente, sino también si
estas se reproducen constantemente; en otras palabras, determinar las conductas más
perjudiciales para el orden social, sirve de base para perseguirlas y sancionarlas, pero
también tiene un objetivo fundamental: la prevención.

Una de las funciones más importantes del derecho penal, en todo orden jurídico y
social, es la prevención; vale decirlo pues que, las sanciones impuestas a las conductas que
el derecho penal determina como tales, tienen una doble función, la cual se desdobla en 1.
La sanción directa al individuo infractor y 2. La erradicación de la conducta a través de un
castigo ejemplar que evite que el resto de la sociedad reincida en dichas conductas.

Generalmente, el resultado de dicha pena es productivo y cumple su función en


mayor o menor medida, sin embargo, hay ciertos escenarios donde la pena no cumple con
alguna de las dos funciones, o incluso, con ninguna de las dos, lo que resulta
contraproducente para el derecho penal, así como para el resto del orden jurídico y social.

En este sentido, el derecho penal debe, ante cualquier cosa, garantizar ciertos
mínimos legales que den certeza al procedimiento, debido precisamente al grado de invasión
de dicha rama del derecho; las sanciones impuestas a los infractores, suelen ir en graduación
a la gravedad de la conducta cometida, siendo la privación de la libertad como la medida
correctiva más grave, reservada para las conductas más lesivas.
El grado de invasión de las medidas de seguridad y sanción del derecho penal,
depende, como ya se ha dicho, de la gravedad de la conducta cometida; sin embargo, el
derecho penal se topa de frente con una limitación que, más allá de ser una limitante legal,
se produce cuando el proceso es llevado a la práctica, particularmente, en el primer
momento de la conducta delictiva, con la noticia criminis.

La nueva teoría del garantismo penal, la cual, dicho sea de paso, se apega
contundemente a la teoría del derecho internacional de los derechos humanos, propugna
por el respeto a los mismos, y manteniendo ese orden de ideas, uno de los principios más
importantes, respecto de la teoría del garantismo penal, es precisamente el respeto a la
libertad del individuo y a su reconocimiento como inocente, o mejor conocido como principio
de presunción de inocencia.

En México, a modo particular, el derecho penal fue ampliamente modificado a partir


de la reforma penal del año 2008, y posteriormente en la reforma sobre derechos humanos
del año 2011, la cual introdujo diversas modificaciones y principios al sistema jurídico
mexicano, que permitieron al mismo apegarse a la nueva corriente del garantismo penal, en
la cual se incluyeron bastantes implementaciones que le dieron una nueva forma a la
impartición de justicia en el sistema jurídico penal de nuestro país.

Anteriormente, es decir, en el sistema jurídico penal que imperaba en nuestro país


hasta antes de las reformas de 2008 y 2011, muchas de las formas en las que se entiende
actualmente el derecho penal, eran prácticamente nulas, o incluso, funcionaban de forma
contraria o a la inversa de lo que la nueva reforma plantea. El sistema jurídico penal anterior,
es conocido actualmente como sistema inquisitivo, mientras que el sistema jurídico que se
implementó a raíz de las multicitadas reformas constitucionales, es conocido como sistema
acusatorio adversarial.

En el sistema jurídico penal anterior, particularmente y acerca de lo que nos atañe al


presente texto, uno de los principios penales que con más frecuencia era violentado, es el
principio de presunción de inocencia, del que ya se ha hablado anteriormente, razón
fundamental por lo cual, el sistema jurídico inquisitivo fue reformado e introducido diversas
modificaciones importantes, entre las cuales destaca, por supuesto, el principio de
presunción de inocencia y la garantía de libertad durante el procedimiento.

El principio de presunción de inocencia, debe de ser entendido como aquel


fundamento legal que se le otorga a una persona, quien es señalada por su probabilidad de
intervención en un hecho delictivo, a ser reconocida tanto por medios legales, como por
medios públicos, como inocente, hasta en tanto no se haya declarado una sentencia firme por
los tribunales establecidos para ello. Dicho de otra forma, la presunción de inocencia es
sencillamente el derecho de una persona, señalada por su probable participación en un
delito, a ser reconocida como inocente hasta que no se demuestre su culpabilidad.

La presunción de inocencia fue una de las modificaciones (o reinterpretaciones) más


importantes que se introdujeron con las reformas. Sin embargo, la realidad es que dicho
principio ha existido históricamente en la teoría del derecho penal; en el sistema jurídico
mexicano, la presunción de inocencia fue uno de los elementos que con mayor frecuencia
eran violentados en el sistema inquisitivo.

El principio de presunción de inocencia, sin embargo, no estaría completo de no


existir, a su vez, la garantía de libertad en el proceso penal. Como se mencionó
anteriormente, el derecho penal es la última ratio en todo sistema jurídico, lo que implica
que esta debe de ser la instancia final a la que recurren los estados, a fin de garantizar el
orden en una sociedad. Dicho esto, la libertad es uno de los valores esenciales en una
sociedad, por lo que, debido a ello, la garantía de libertad en el proceso penal, es el derecho
que tiene el imputado a seguir las instancias judiciales en materia de juicios criminales, de
manera libre y sin ser sometido a medidas de seguridad proporcionales y lo menos invasivas
posibles.

Esto significa que, por un lado, la presunción de inocencia es el derecho que tiene la
persona a ser reconocida como inocente hasta que no se demuestre su culpabilidad, de ello
se desprende pues que, si una persona es inocente hasta que no exista sentencia que
confirme lo contrario, nadie podrá ser privado de su libertad sin una razón válida y legal que
justifique dicha medida. Es por ello que, mientras una persona esté siendo procesada por su
probable participación en un hecho delictivo, no hay una certeza de que, en primer término,
ese hecho se haya consumado y, en segundo término, que dicha persona haya participado
en la consumación del hecho delictivo.

Es por ello, entonces, que una persona, aun cuando esté siendo procesada por un
hecho delictivo, tiene derecho a llevar su procedimiento en libertad, en atención al respeto
a su presunción de inocencia, y a su ejercicio de la garantía de libertad en el proceso penal.

El sistema inquisitivo adoleció en gran medida de las violaciones a los principios y


garantías ya citadas, puesto que muchas personas fueron obligadas a llevar procedimientos
penales dentro de centros penitenciarios durante años y que, al concluir dicho juicio,
resultaban en condenas absolutorias, mientras que los años que la persona había pasado
dentro del centro penitenciario, eran imposibles de reparar, aun cuando se había declarado
su inocencia. Lo anterior generó una ola de críticas al estado mexicano de parte de la
comunidad internacional, lo que obligó al mismo a implementar modificaciones en el sistema
jurídico.

Sin embargo, la presunción de inocencia y la garantía de libertad, tienen una puerta


abierta, lo que ha sido criticado por muchos teóricos y juristas, quienes ven con malos ojos
la posibilidad de procesar a una persona, en forma privativa de la libertad, bajo el concepto
de prisión preventiva. La prisión preventiva es un fundamento legal, que a su vez se
encuentra en el artículo 19 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, y
por otro lado, en el artículo 19 del Código Nacional de Procedimientos Penales, el cual
establece que:

Toda persona tiene derecho a que se respete su libertad personal, por lo


que nadie podrá ser privado de la misma, sino en virtud de mandamiento
dictado por la autoridad judicial o de conformidad con las demás causas y
condiciones que autorizan la Constitución y este Código.

La autoridad judicial sólo podrá autorizar como medidas cautelares, o


providencias precautorias restrictivas de la libertad, las que estén
establecidas en este Código y en las leyes especiales. La prisión preventiva
será de carácter excepcional y su aplicación se regirá en los términos
previstos en este Código.

Como se menciona en la última parte del segundo párrafo, la prisión preventiva es


una norma de carácter excepcional, es decir, la libertad en el proceso penal es la regla general,
mientras que la prisión es la excepción, y esto entendible toda vez que se trata de proteger
el ejercicio del imputado a ser tratado como inocente y a que se respete su garantía de
libertad procesal.

Si bien es cierto que la prisión preventiva violenta el derecho del imputado a ser
reconocido como inocente, la realidad es que esta permisión de nuestra legislación está
suficientemente reglamentada, con sus pormenores, pero evidentemente se encuentra
limitada por las leyes, la cual, por ejemplo, establece que:

Artículo 165. Aplicación de la prisión preventiva

[…] Sólo por delito que merezca pena privativa de libertad habrá lugar a
prisión preventiva. La prisión preventiva será ordenada conforme a los
términos y las condiciones de este Código. […]

Por otro lado, se deben cumplir también los siguientes elementos que establece el
artículo 167 del citado Código de Procedimientos:

Artículo 167. Causas de procedencia

El Ministerio Público sólo podrá solicitar al Juez de control la prisión


preventiva o el resguardo domiciliario cuando otras medidas cautelares no
sean suficientes para garantizar la comparecencia del imputado en el juicio,
el desarrollo de la investigación, la protección de la víctima, de los testigos o
de la comunidad así como cuando el imputado esté siendo procesado o haya
sido sentenciado previamente por la comisión de un delito doloso, siempre y
cuando la causa diversa no sea acumulable o conexa en los términos del
presente Código
Así pues, cualquiera de las condiciones que establece el artículo 167, son razón
suficiente para que el juez dicte una medida cautelar como la prisión preventiva. En resumen,
la prisión preventiva es la medida cautelar más lesiva y más invasiva para una persona, por
lo que se requiere comprobar los elementos anteriormente expuestos, sin embargo, esto no
deja de ser una medida que violenta el derecho del imputado a llevar su proceso en libertad,
lo que constituye, en términos generales, una violación a la presunción de inocencia, sin
embargo, lo cierto es que dicha medida cautelar pretende asegurar la conclusión de los
juicios criminales que, por razón de su gravedad y posibles problemas para el desarrollo del
mismo, son de tal trascendencia que requieren el uso de una medida que limite la operación
del individuo que está siendo procesado.

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