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EVANGELIO Y CULTURA (PARTE I)

INTRODUCCIÓN .- Evangelio es una palabra griega que significa buena noticia. No


hay más que un Evangelio para los cristianos: la buena noticia del amor del Padre Dios
revelado en Jesucristo por la fuerza del Espíritu. Jesús de Nazareth es nuestro Evangelio
vivo.
Los evangelios son cuatro narraciones distintas del único Evangelio: el
acontecimiento salvador de Jesucristo, su vida, mensaje, milagros, muerte y
resurrección. No son cuatro fotografías de Jesús, sino más bien cuatro pinturas o
retratos (con los mismos rasgos pero con distinto estilo) del Señor.
Evangelizar o evangelización significa por lo tanto la acción de dar a
conocer el Evangelio de Jesucristo, la Buena noticia del Reino de Dios.
Desde el Concilio Vaticano II –que usa 157 veces el término evangelio, 18
evangelizar y 31 evangelización- el tema de la evangelización está presente siempre en
forma destacada en la Iglesia católica, su experiencia, reflexión y documentos. Pablo VI
convocó el III Sínodo de los Obispos (1974) sobre la evangelización del mundo
contemporáneo, y recogió sus conclusiones en la Exhortación Apostólica Evangelii
nuntiandi (1975). La Conferencia de Puebla (1979) trató sobre la evangelización en el
presente y el futuro de América Latina, Juan Pablo II habla continuamente del programa
pastoral de la nueva evangelización, tema presente también en la Conferencia de santo
Domingo (1992)...
1. TEOLOGÍA BÍBLICA DE LA EVANGELIZACIÓN
La acción evangelizadora de Jesús
Jesús es el Evangelio vivo y el primer evangelizador. Toda su vida la gastó en
evangelizar con obras y palabras (Lc 4, 18; Hech 10,38). Su acción evangelizadora
incluye tres líneas: el anuncio del mensaje, la cercanía a las personas en sus situaciones
concretas y la donación o entrega sacrificial de sí mismo.
a) Anuncio de la Buena noticia del Reino
Jesús fue enviado por el Padre para “anunciar la buena noticia del Reino de Dios” (Lc 4,
43), y a eso consagró toda su vida. Todos los evangelios lo atestiguan, ese es el tema
básico de su predicación desde el comienzo de su vida pública. El sermón de la montaña
(Mt 5-7) es el mejor resumen de ese mensaje, que comienza con las bienaventuranzas,
es también el contenido del Padre nuestro, se resume en el mandamiento del amor y se
ilustra con las parábolas del Reino (Mt 13). Jesús expone y presenta :
- las condiciones para pertenecer al Reino y sus dificultades (Mt 5,3-16)
- las grandes pautas y la carta magna del Reino (Mt 5-7)
- los mensajeros del Reino (Mt 10,7ss.)
- los contenidos y pertenecientes al Reino (Mt 13 y 18)
Es carismático (gracia, presente en el corazón), está presente tambien en la comunidad
(Iglesia signo, semilla, anunciadora y constructora del Reino) y es escatológico (espera
su consumación final). La ciudad de Dios (San Agustín) y la civilización del amor
(Pablo VI) son imágenes muy expresivas de la realidad del Reino.
b) Cercanía a todo ser humano en su situación concreta
Junto a las palabras del anuncio, las obras que muestran la cercanía del amor
misericordioso y salvador de Dios. Para eso Jesús “habitó entre nosotros” (Jn 1,14), se
encarnó. Las parábolas de los evangelios demuestran cómo Jesús conocía la vida y los
detalles cotidianos de la gente. Sus milagros, signos del amor de Dios, nos lo presentan
siempre cercano a los enfermos, pobres, pecadores, marginados...Pero también cercano
a quienes están de fiesta
c) Una vida hecha donación
La vida entera de Jesús es donación y entrega generosa, “consagrado” a la misión
recibida del Padre....Es el Buen Pastor, que da la vida por la salvación de todos (Jn
10,11ss.). Verdadero modelo de caridad pastoral y disponibilidad para el servicio.
El mandato misionero
El mandato misionero aparece en los cuatro evangelios, como autoconciencia de la
Iglesia, llamada a prolongar en la historia la acción evangelizadora de Cristo. Esto
significa:
- el universalismo de la misión
- la presencia permanente del Señor resucitado
- la fuerza del Espíritu para poder cumplir la misión
- la urgencia o necesidad de cumplir la misión recibida

MATEO acentúa el mensaje y el sentido comunitario de la evangelización (Mt 28,19ss


y 16,18); MARCOS subraya la presencia del Resucitado y su Espíritu en la
proclamación del kerygma (Mc 16,15-20); LUCAS insiste en el testimonio de la
resurrección ( Lc 24,47-48; Hech 1,8.22;2,32); JUAN deja claro que Jesús confía a los
discípulos la misma misión y el mismo mensaje de comunión fraterna (Jn 10,18; 17,18-
23; 20, 21-23).

La vida de la primera comunidad de Jerusalén y la fuerza testimoniante de sus


dimensiones esenciales (catequesis, fraternidad, oración y eucaristía) según los Hechos
de los Apóstoles (2,42ss.; 4,32ss; 5,12ss.) y los ejemplos de la acción evangelizadora de
Pedro y Pablo (ver Hech 2 y Rom 1), son datos bíblicos de extraordinaria importancia
para entender y poder aplicar la fidelidad de la Iglesia al mandato misionero en su
acción evangelizadora.

2. HISTORIA DE LA EVANGELIZACIÓN
La primera evangelización apostólica (s.I)
a) El kerigma cristiano
Kerygma significa mensaje, y es el término técnico utilizado para designar el
anuncio de la muerte y resurrección del Señor en los primeros testimonios de los
Apóstoles. Puede verse por ejemplo en 1 Cor 15,3-5 y en el primer anuncio de Pedro en
Pentecostés (Hech. 2,14ss.)
b) La predicación del mensaje
Transformados por la fuerza del Espíritu y entusiasmados por la experiencia
pascual, los Apóstoles se entregan al ministerio de la Palabra, a la proclamación del
evangelio de Jesucristo, la buena noticia del Resucitado. El libro de los Hechos de los
Apóstoles presenta esta actividad de los testigos del Señor, que alcanza un notable éxito
por la acción del Espíritu Santo y también debido a otras causas: el testimonio de vida
de los creyentes, el clima propicio de inquietud religiosa y esperanzas de salvación (no
sólo en el judaísmo, sino también entre los paganos), la predicación en los lugares más
adecuados (la sinagoga judía y el ágora o plaza pública entre los paganos) y la difusión
del mensaje, desde el mismo día de Pentecostés entre prosélitos, judíos de la diáspora y
otros oyentes de los Apóstoles.
c) La inculturación de la fe
Un tema que no es sólo de nuestro tiempo, sino que se plantea ya desde la misma
predicación apostólica. Jerusalén era una ciudad cosmopolita, y esto supuso la
existencia de varios grupos en la primitiva Iglesia:
a. los judeo-cristianos tradicionales, palestinos,
rigurosos observantes de todos los aspectos de la
ley de Moisés (representados por Santiago)
b. los judeo-cristianos moderados, procedentes de la
diáspora y/o dispuestos a suavizar la observancia
de la ley a los bautizados (como el mismo Pedro)
c. los pagano-cristianos de procedencia judía o
prosélitos, de mentalidad abierta y críticos con la
ley y el templo (Esteban y los “helenistas”)
d. Los pagano-cristianos no judíos, los “gentiles”
(Cornelio)
La postura de los “helenistas” escandalizó a los “hebreos”, y más aún el bautismo del
pagano Cornelio. La tensión fue tan grande que dio lugar al primer Concilio, en
Jerusalén, el año 50. Hech. 15 relata su contexto, celebración y conclusiones: es el
primer conflicto de cara a la inculturación de la fe, resuelto positivamente con una
postura de apertura y no imposición de la antigua ley. Gracias a eso el cristianismo no
fue simplemente una secta judía.
d) La primera expansión misionera
Los ya citados sumarios de Hech presentan el ideal normativo de la vida cristiana y
atestiguan su poder evangelizador. Una evangelización que culminaba en la conversión,
el bautismo y la incorporación a la comunidad. Bajo la acción del Espíritu –verdadero
protagonista de los Hechos de los Apóstoles, se produce la primera expansión misionera
de la Iglesia, gracias a la predicación de los Apóstoles que aprovechaba la gran
afluencia de gente a las principales fiestas del calendario judío en Jerusalén (algunos
volverían ya bautizados a su lugar de origen), también a los helenistas del grupo de
Esteban, y sobre todo a los viajes de Pablo. Más tarde también, a consecuencia de la
dispersión originada por las primeras persecuciones.
La Buena noticia llegó por Samaría y Siria hasta Antioquia, y luego a toda la cuenca
mediterránea hasta Roma. El mensaje cristiano comenzó a predicarse en las sinagogas, a
judíos y prosélitos. Y, en parte a consecuencia de su rechazo, también a los paganos, en
las casas y por medio de misioneros itinerantes.

La evangelización en el Imperio romano y la Cristiandad


IMPERIO ROMANO (s. II – III)
a) La conversión de los paganos
Recordando el mandato misionero de Jesús, los discípulos predicaron el evangelio en
todo el mundo occidental entonces conocido (de hecho, Pedro y Pablo murieron en
Roma hacia el año 64), haciendo que el cristianismo se extendiera por todo el Imperio y
el N. de África, y se constituyera de hecho al final del s. III en la fuerza espiritual más
importante del Imperio. A pesar de las sangrientas persecuciones sufridas, que sin
embargo fueron ocasión de nuevas conversiones por el testimonio admirable de los
mártires (su sangre fue “semilla de nuevos cristianos”, en palabras de Tertuliano),hacían
crecer y fortalecerse las comunidades, y desarrollaban la liturgia y el culto.
Esta primera evangelización fue favorecida por los idiomas hablados por todos
en el mundo pagano occidental (griego común o koiné) y oriental (arameo). Chocó con
la religión oficial que propugnaba la divinidad del César –de ahí las persecuciones- y se
extendió mediante los predicadores, los comerciantes y los soldados a través de las vías
de comunicación romanas. La mayoría de los convertidos eran gente sencilla (esclavos,
comerciante, marineros, agricultores, a veces soldados...), aunque también había gente
instruida (mujeres nobles, letrados, filósofos...). No obstante, el escepticismo, la vida
cómoda y la inmoralidad de las altas esferas del paganismo hacían difícil su conversión.
Incluso, por su condición modesta, los cristianos fueron considerados por sabios y
políticos como ignorantes y ateos, y acusados de incesto y antropofagia. Las apologías,
a veces dirigidas al mismo Emperador, salían al paso de tales calumnias.
El historiador G.Bardy señala como principales causas que favorecieron la
conversión al cristianismo en los primeros siglos: la gran inquietud religiosa y el deseo
de verdad (al que intentaba responder la gnosis), el deseo de fraternidad y liberación
(dos tercios de la sociedad eran esclavos) y la santidad de la nueva vida de los cristianos
(testimoniada hasta el martirio).

b) El catecumenado antiguo
Constituye la estructura pastoral más importante de la primitiva Iglesia, y
probablemente de la Iglesia de todos los tiempos...Intentó y logró de hecho asegurar la
autenticidad de la conversión y la vida cristiana de los paganos que solicitaban el
bautismo. Ya hacia el año 150 Justino habla de la preparación bautismal vigente, pero es
Hipólito de Roma quien nos describe la organización del catecumenado, que duraba 3
años, y sus pasos:
- aceptación como catecúmeno del adulto que solicitaba el bautismo, acompañado
y garantizado por un padrino ya cristiano, tras un examen de su conducta moral
y recta intención: tomaban parte en la liturgia de la palabra, en la oración y en
sus reuniones propias
- paso al orden de los electi o competentes (candidatos ya al bautismo), tras un
nuevo examen o escrutinio: recibían diariamente una instrucción catequética,
acompañada de la imposición de manos y exorcismo
- inscripción del nombre, preparación próxima (catequesis especial durante toda la
Cuaresma), y bautismo solemne en la noche de la Vigilia Pascual (en la que
también recibían del Obispo la crismación o confirmación y la eucaristía)
- catequesis mistagógica (sobre el significado del misterio cristiano y los
sacramentos recibidos), normalmente impartida por el mismo Obispo a los
recién bautizados durante la primera semana de Pascua (in albis, pues
conservaban la vestidura blanca recibida en el bautismo).
El mismo Tertuliano, al comienzo del siglo III, llama ya iniciación cristiana a todo este
proceso, en el que intervenía toda la comunidad y que constituía ciertamente una acción
pastoral completa y rigurosa. Constaba tanto de catequesis como de celebraciones
litúrgicas, e incluía cuatro etapas: misionera o de primera evangelización, catecumenal
o de formación y de prueba, cuaresmal o de preparación inmediata a los sacramentos de
iniciación, y mistagógica o de catequesis sacramental.

IMPERIO CRISTIANO (s. IV-VIII)


a) Las conversiones masivas
La paz de Constantino (313, Edicto de Milán, primera ley de libertad religiosa del
Imperio) y más tarde la declaración del cristianismo como religión oficial del Imperio
(Teodosio, 360), influyeron profundamente en la vida de la Iglesia. Terminaron las
persecuciones, y la evangelización pudo hacerse públicamente; muchos paganos pedían
el bautismo, a veces con intención menos recta (ser cristiano tenía que ver con el favor
del Emperador y el prestigio social). La Iglesia gana en libertad y en número de adeptos,
pero pierde en calidad de vida...
Progresivamente, el paganismo es oficialmente abolido, prohibido y perseguido.
Y la mezcla entre religión y política se acrecienta. La Iglesia legitima el poder imperial,
y el Emperador la favorece y hasta convoca u organiza los concilios. Es el comienzo del
llamado constantinismo en la historia de la Iglesia .

b) El catecumenado a partir del siglo IV


En su vida interna, el mayor impacto de la nueva situación lo sufre el catecumenado.
Aumenta extraordinariamente el número de lo que piden el bautismo, la preparación
para el mismo se masifica, y se hace casi imposible al generalizarse el bautismo de
niños. De hecho, el catecumenado queda reducido prácticamente sólo a la cuaresma (s.
IV-V), y después a tres reuniones (domingos tercero, cuarto y quinto del tiempo
cuaresmal) en las que se sintetizan las catequesis y ritos prebautismales (s.VI),
administrándose además el bautismo fuera ya de las grandes solemnidades de Pascua y
Pentecostés. La iniciación cristiana se reduce en tiempo y empobrece en contenido, con
las lógicas consecuencias negativas en la vida cristiana.

c) La Cristiandad
Así se llega progresivamente a la situación imperante durante toda la Edad Media,
conocida con el nombre de “régimen de Cristiandad”. Caracterizada por el maridaje
Iglesia-Estado (la coronación de Carlomagno por el Papa en la Navidad del año 800 es
uno de sus grandes momentos simbólicos), el bautismo generalizado desde niños, la
masificación de la Iglesia, la debilitación de la catequesis con la consiguiente ignorancia
religiosa del pueblo, el clericalismo y el enriquecimiento de la Iglesia.
Naturalmente, sería injusto no recordar también los elementos positivos de esta
época: nacen las universidades, florece la vida religiosa con el surgimiento de las
órdenes mendicantes, la Iglesia se enriquece con la santidad y el espíritu evangélico de
muchos de sus hijos e hijas...
Pero, especialmente desde el punto de vista de la evangelización, el balance es
más bien negativo: después de la evangelización de los entonces llamados bárbaros y
con el cristianismo extendido e imperante ya por todo el mundo entonces conocido
hacia el s.IX, se disminuye el fervor misionero y comienza a reducirse la acción pastoral
a la sacramentalización sin apenas evangelización. Un problema que aún no se supera
completamente, como recuerda el Documento de Santo Domingo al hablar de la gran
cantidad de “bautizados no evangelizados” que hacen imperiosa la necesidad de una
nueva evangelización (n.97).

La evangelización fundante de América


Una nueva época, en la historia de la humanidad y de la Iglesia, comienza con el
llamado “descubrimiento del Nuevo Mundo” a partir del primer viaje de Colón (1492).
La conquista y colonización del Continente americano se realizó desde el principio
unida a una ingente tarea misionera de evangelización, lo que dio lugar a una conflictiva
y compleja realidad que, como se puso de manifiesto en la conmemoración del V
Centenario (1992), es considerada por unos un ejemplo significativo de mestizaje y
encuentro de culturas y por otros como un lamentable caso de invasión, dominación e
irrespeto cultural.
Evitando los extremos de la leyenda dorada y la leyenda negra, parece más
objetivo hablar como hace el Documento de Puebla de luces y sombras, mezcla
innegable de aspectos positivos y negativos en el acontecimiento que comentamos.
Las sombras o aspectos negativos más importantes podrían resumirse en las
siguientes:
- La mentalidad política y religiosa de la cristiandad, imperante aún en la Europa
del s. XV, que lógicamente traían los conquistadores. Desde el poder supremo
del Papa, se justifica su potestad de entregar las tierras descubiertas a España
para su evangelización (Bula Inter caetera de Alejandro VI, 1493). En virtud de
ello, comenzó la práctica del requerimiento: el conquistador, al tomar posesión
de unas tierras, invitaba a los indígenas a abrazar la fe; los que aceptaban
conservarían su libertad, mientras que los que se negaban eran reducidos a la
esclavitud. Esta práctica se abolió en 1573, pero el régimen de la encomienda o
repartimiento continuó sometiendo los indígenas a los conquistadores, para
educarlos y adoctrinarlos, pero sobre todo para aprovecharse de su trabajo,
recurriendo a la “guerra justa” contra los que se resistían... Una mezcla entre la
cruz y la espada que por supuesto se prestaba a toda clase de abusos, como
consecuencia además de la cesión por parte de la Santa Sede a la monarquía
española de la responsabilidad de la cristianización del nuevo mundo, el derecho
de presentación de obispos y la administración de los bienes religiosos
- La situación de la Iglesia en España al comienzo del siglo XVI, típica de la
cristiandad, con escasa formación religiosa del pueblo, situaciones de ambición
y búsqueda de beneficios económicos en el clero, defensa de la fe cristiana
mediante la condena y el castigo de los herejes... Actitudes que se reflejaron en
el menosprecio de las religiones indígenas, el atropello y la destrucción de sus
valores religiosos y culturales, la pretensión de imponer la fe y los sacramentos.
Junto a estos innegables abusos, es necesario no obstante reconocer también las luces o
aspectos positivos de la primera evangelización realizada en el Continente:
- La obra evangelizadora de los religiosos, caracterizada por su actitud evangélica
y por sus originales intentos de inculturación de la fe: diálogos, catecismos,
empleo de medios pedagógicos como el teatro y la escenificación, esfuerzo por
aprender las lenguas indígenas y expresar el mensaje en forma accesible a su
mentalidad, organización de procesos catecumenales serios para la preparación a
los sacramentos, fomento de la liturgia y el arte religioso, interés por promover
la participación en los sacramentos y la vida cristiana, aceptación de candidatos
indígenas a la vida religiosa...Una obra que se presenta como prototipo de
evangelización en la famosa película “La misión”, inspirada en las reducciones
dirigidas en Paraguay por los misioneros jesuitas, llegados a América en 1572.
Antes habían llegado los franciscanos (1523), dominicos (1526) y agustinos
(1533), que comenzaron a evangelizar la meseta mexicana (Virgen de
Guadalupe, 1531) y el altiplano peruano.
- La defensa de los derechos de los indígenas y la crítica profética a los abusos de
la conquista, hecha en España (teólogos de Salamanca: Francisco de Vitoria,
Domingo de Soto, y en América (Antonio de Montesinos, Bartolomé de Las
Casas, Antonio de Valdivieso, Alonso de la Veracruz...). Muchos historiadores
afirman que la mayoría de los misioneros tenían una clara opción
evangelizadora, que les hizo criticar los abusos de conquistadores y
encomenderos, situándolos decididamente de parte de los indígenas en la
defensa de su dignidad y derechos. Y es de todos conocido el famoso sermón del
dominico Antonio de Montesinos (en Sto. Domingo, el IV domingo de Adviento
del año 1511) acusando explícitamente de pecado mortal a quienes tiranizaban
cruelmente a los indígenas, sermón que contribuyó a la conversión de Bartolomé
de Las Casas, encomendero él mismo durante 12 años, que se hizo luego
dominico y comenzó a criticar la insaciable avaricia de los conquistadores,
denunciando como “camino de Mahoma” el intento de justificar la conquista
para evangelizar después. En 1550 fue asesinado el obispo de Nicaragua Antonio
de Valdivieso por su defensa de los indígenas. Defensa que llevó por otra parte a
los teológos de Salamanca, sobre todo Francisco de Vitoria, a poner los
fundamentos del derecho de gentes o derecho internacional, con sus
planteamientos sobre la guerra justa, la licitud de la conquista, los derechos
naturales de los indígenas.
Sin profundizar más en el tema, concluyamos observando que la primera
evangelización resultó realmente fundante de una cultura latinoamericana marcada por
el cristianismo, y que la segunda o nueva evangelización debe por supuesto hoy evitar
los errores o sombras que pueden justamente criticarse de la primera.

La evangelización y su renovación moderna


a) Las misiones de la Iglesia en la época moderna
El dinamismo evangelizador de la Iglesia se despierta por su proyección misionera
durante el s.XVI hacia los pueblos recién descubiertos (América Latina y Extremo
Oriente), y posteriormente, ya en el s. XIX, hacia África y Asia. Las misiones tenían
como objetivo precisamente la cristianización de paganos en las tierras recién
descubiertas, con el doble aspecto de la salvación de las almas y la implantación de la
Iglesia. Confiadas al principio en América a los reyes de España y Portugal (el
Patronato real) o desarrolladas gracias a la iniciativa y entrega de las congregaciones
religiosas (jesuitas en el Japón, esfuerzo malogrado después por los errores cometidos
con respecto a la inculturación), desde 1622 pasan a ser coordinadas por la Santa Sede a
través de Propaganda Fide, hoy Congregación para la evangelización de los pueblos.
Las misiones modernas, especialmente en África y Asia, están llenas de páginas
de espíritu evangélico y contribuyeron a la desaparición de la esclavitud, la promoción
humana, el nacimiento de clero indígena y la implantación de las Iglesias locales. Pero
también siguieron un camino paralelo a la colonización europea y a la romanización de
un catolicismo importado a los países de “ultramar”. Todo ello, además de los
planteamientos del tema de la inculturación, trajo como consecuencia una cierta crisis
de las misiones a partir de la descolonización de los continentes africano y asiático
(desde el final de la II Guerra mundial y la creación de la ONU en 1945).

b) Renovación de la misión antes de Concilio Vaticano II


El siglo XX fue protagonista de un proceso de renovación eclesial que culminaría en
la celebración del Concilio Vaticano II (1962-65), fruto de la intuición profética del
Papa Juan XXIII y preparado por una serie de movimientos de renovación nacidos
sobre todo en las Iglesia centroeuropeas: bíblico (vuelta a la Palabra de Dios), litúrgico
(mayor participación del pueblo en el culto), eclesiológico (profundización en la
naturaleza y misión de la Iglesia), ecuménico (búsqueda de la unidad de los cristianos),
seglar (conciencia de la misión del laico), teológico (sobre todo la teología de las
realidades terrestres)...
Todo ello influyó por supuesto en la renovación de la misión evangelizadora:
- En los países de misión: La progresiva independencia política de los mismos y la
renovada reflexión teológica ponen de manifiesto la exigencia de plantear temas
como el papel liberador de la fe, la importancia de la libertad religiosa en la
conversión, el valor inapreciable –también religioso!- de las culturas
autóctonas...Surge con fuerza el tema de la inculturación que obliga a replantear
el sentido tradicional de las misiones: no se trata tanto de cristianizar África
como de africanizar el cristianismo...(lo mismo en otras culturas).
- En los países de cristiandad: Toma de conciencia de que la misión es vocación
de todo cristiano y en todo lugar, y de que toda la Iglesia se encuentra –también
en los países supuestamente cristianos- “en estado de misión”. Se plantea
entonces el paso de una pastoral conservadora y sacramental a una nueva actitud
misionera y evangelizadora. La Iglesia francesa tuvo un especial protagonismo
en este sentido, con iniciativas como la JOC (1924 en Bélgica y 1927 en
Francia), la creación de la Misión de Francia y la Misión de París (1941, 1943),
la experiencia de los sacerdotes obreros y la animación del apostolado laical en
las décadas de los 50-60.

c) El aporte misionero del Vaticano II


Desde su principal objetivo de aggiornare o renovar y actualizar la misma Iglesia,
entendida como sacramento universal de salvación ( cfr. LG 1, y todo el capítulo I) y en
diálogo con el mundo (cfr. GS 1-10), el Concilio hace en este tema un importante
aporte. Según el Vaticano II, evangelizar es anunciar o pregonar el mensaje de Cristo
con el testimonio de obra y de palabra (LG 35 b), a los no creyentes para llevarlos a la
fe y a los fieles para instruirlos y estimularlos a un mayor fervor de vida (AA 6 c), con
objeto de cooperar a la dilatación e incremento del reino de Cristo en el mundo (LG 35
d).
El Concilio aprobó en 1964 el Decreto Ad gentes (AG) sobre la actividad
misionera de la Iglesia, como respuesta al deseo de numerosos obispos que pedían la
clarificación de tres aspectos: la teología de la misión (desde la Trinidad y el mandato
misionero), el sentido eclesial de las misiones (encuadradas dentro de la misión de la
Iglesia) y unas orientaciones pastorales básicas para la actividad misionera
(evangelización, catecumenado, comunidad, promoción humana). El Decreto AG (que
consta de un proemio, seis capítulos y una conclusión, con 42 números en total), insiste
por eso en los siguientes aspectos:
- La teología de la misión es trinitaria y cristológica, procede de Jesús, el enviado
del Padre que envía a su vez a sus apóstoles y discípulos (AG 1-4)
- La Iglesia es misionera (AG 5-6) por naturaleza (su origen en la misión del
Padre) y finalidad (constituir el pueblo de Dios). Y lo es en relación con las
religiones (misión de cercanía), con el ecumenismo (misión de unidad) y con el
mundo (misión de humanización). Con un doble objetivo: la conversión personal
y la creación de comunidades
- Hay necesidad en la Iglesia de una actividad misionera (AG 7-10), para cumplir
la voluntad del Padre y edificar la Iglesia hasta llegar a la plenitud del Reino
- La obra misionera (caps. II- VI) es fruto del testimonio, el diálogo y el
compromiso. Y se desarrolla según el esquema evangelización – catecumenado
– comunidad.

Se trata de un Documento realmente rico y valioso, aunque no da ninguna definición


exacta de la misión y tampoco tiene completa claridad en su vocabulario. Utiliza los
términos misión, misiones y evangelización. En singular, misión parece referirse a la
misión de la Iglesia, mientras que el plural (misiones) se refiere a la actividad misionera
o evangelización de los no cristianos.
Evangelizar sería anunciar el Evangelio o revelar el misterio de Cristo al mundo, y se
entiende tanto como misión hacia el mundo (promoción, humanización o liberación)
como hacia las personas (conversión, edificación de la Iglesia). Una única actividad
misionera realizada de diversas maneras según las circunstancias y los lugares.

d) Renovación de la misión evangelizadora después del Concilio


A partir del Concilio Vaticano II, se intenta pues plasmar teológica y pastoralmente
el nuevo sentido de la misión de la Iglesia mediante el concepto de evangelización.
Incluso se cambia de nombre en 1967 a la antigua “Propaganda Fide”... Pero hay por
supuesto otros hechos y aportes más significativos. Destacamos algunos:
- La Conferencia de Medellín (1968), que asume con claridad el compromiso
profético a favor de los pobres, la justicia y la liberación, sin el cual no hay
evangelización auténtica. Comienza a hablarse con propiedad de evangelización
liberadora.
- El IV Sínodo de los Obispos sobre la Evangelización del mundo contemporáneo
(1974), en el que los Obispos del Tercer mundo fueron mayoría y actuaron con
notable dinamismo y creatividad. Al año siguiente, en el décimo aniversario del
Concilio y como fruto del trabajo sinodal, Pablo VI publica la Exhortación
Apostólica Evangelii nuntiandi (EN), que para muchos sería la obra maestra de
su pontificado y que constituye la “carta magna” de la evangelización. A la
claridad de su esquema (ver resumen), se une la aparición de cuatro perspectivas
nuevas (la primera sugerida por los obispos africanos y las otras tres procedentes
de Latinoamérica): la evangelización de la cultura, el compromiso liberador, el
papel de las comunidades de base, y la importancia de la religiosidad popular.
Sobre todo, a partir de EN se impone el concepto claro de evangelización en
sentido amplio, como una realidad dinámica y compleja que engloba toda la
acción pastoral de la Iglesia (EN 24).
- La Conferencia de Puebla (1979), cuyo tema fue precisamente “La
evangelización en el presente y el futuro de América Latina”. Una verdadera
aplicación o recepción creativa de EN en América Latina, que analiza el tema de
la evangelización en su naturaleza y contenido (verdades sobre Jesucristo, sobre
la Iglesia, sobre el hombre) así como en su dimensión práctica: praxis
evangelizadora, evangelización de la cultura y de la religiosidad popular,
relación entre la evangelización y la liberación/promoción humana.
El Documento de Puebla (DP), estructurado de acuerdo al método de reflexión
teológico-pastoral ver-juzgar-actuar, ofrece la propuesta de: una evangelización
liberadora del pecado personal (conversión) y social (transformación de
estructuras injustas) que conduce hacia la comunión y la participación; primero
dentro de la Iglesia y luego también en el mundo, dentro del cual la misma
Iglesia es signo y fermento de esa comunión y participación, que exigen en la
acción pastoral opciones concretas (pobres, jóvenes, construcción de una nueva
sociedad, defensa de los derechos de la persona).
- A los 25 años del Decreto AG y a los 15 de la Exhortación EN, Juan Pablo II
publicó su Encíclica sobre la actividad misionera de la Iglesia (Redemptoris
missio, 1990), considerando como tal tanto la misión ad gentes en sentido
estricto como la nueva evangelización. De hecho, el documento distingue tres
situaciones desde el punto de vista de la evangelización: la actividad
MISIONERA específica (realizada allí donde no se conoce a Cristo ni su
Evangelio), la atención PASTORAL (dirigida a los fieles de las comunidades
creyentes y fervorosas), la NUEVA EVANGELIZACIÓN (de los bautizados que
han perdido el sentido vivo de la fe y/o de la pertenencia a la Iglesia) (n.33).
- La Conferencia de Santo Domingo (1992), convocada con motivo del V
Centenario de la primera evangelización de nuestro Continente bajo el lema
“Nueva evangelización, promoción humana, cultura cristiana”. El Documento
conclusivo conserva esta estructura tripartita –que expresa su contenido básico-
aunque modifica significativamente la formulación de las opciones finales para
subrayar su aportación más original: nueva evangelización – promoción humana
– evangelización inculturada o inculturación del evangelio.
- Tras el Sínodo especial para América Latina, Juan Pablo II publicó la
Exhortación Apostólica “Iglesia en América” que tiene como lema y contenido
el encuentro con Jesucristo vivo, camino de conversión, comunión y
solidaridad. Todo ello dentro del contexto de la NUEVA EVANGELIZACIÓN,
tema al que dedica el último capítulo (VI) y que es presentado como la misión
actual de la Iglesia en América Latina .

2. NATURALEZA DE LA EVANGELIZACIÓN
Evangelización y misión
Las palabras misión y evangelización son términos análogos, pero cada uno con sus
propios matices. Misión significa envío (del griego apostello y el latín mittere/missio).
Evangelización (del griego eu-angello, buena noticia) significa anuncio o proclamación
de la buena noticia).
MISIÓN se relaciona con la fundación de la Iglesia por Jesucristo –el enviado o
misionero del Padre- enviando a su vez a los Apóstoles. Es el acto (divino o eclesial) de
enviar. La tradición de la Iglesia ha hablado más de “misiones” que de misión,
refiriéndose en plural al anuncio primero del Evangelio a los no cristianos. En los
últimos años, como ya hemos visto, se toma conciencia de que los países de la
cristiandad también son tierra de misión, y comienza a hablarse más de la misión
evangelizadora de toda la Iglesia. Es, por otra parte, una palabra empleada también en el
vocabulario profano.
EVANGELIZACIÓN, término más usado hoy, comienza a utilizarse a finales del
s. XIX con el significado de “enseñanza y predicación del Evangelio de la salvación en
Jesucristo”. Es pues lo que hay que hacer para evangelizar, las acciones necesarias para
anunciar la Buena noticia de que Jesucristo es el Señor y Salvador. Sólo se emplea en el
vocabulario religioso.
En el Nuevo Testamento se usan varios términos análogos y complementarios
(enviar, evangelizar, proclamar, anunciar, transmitir, testimoniar...), con un significado
básico dentro del mismo contexto de la salvación integral:
- la misión de Jesús comunicada a la Iglesia
- en su fuente trinitaria: del Padre por el Hijo en el Espíritu
- a partir del misterio de la Encarnación y Redención (misterio pascual)
- para la salvación integral de toda la humanidad

Qué es evangelizar
La naturaleza de la evangelización –qué es evangelizar- se entiende hoy a partir de EN
(ver separata). En este sentido, puede describirse diciendo que :
- Evangelizar es testimoniar la buena noticia desde Jesucristo: no hay
evangelización sin anuncio de Jesucristo, y sin anunciar lo que Él anunció, es
decir, la buena noticia de Dios como Padre y del Reino como liberación y
salvación
- Buena noticia en relación a los pobres: por fidelidad a la misión de Jesús y
porque nadie puede ser evangelizado sin una actitud de apertura y de compartir
- Mediante palabras y hechos: como lo hizo el propio Jesús y se hizo desde el
principio de la Iglesia; sin compromiso y testimonio no hay evangelización
- Con el propósito de fomentar la conversión: en el seguimiento de Jesús, que
opera un cambio en el creyente, en la Iglesia y en la sociedad
- En las condiciones culturales presentes: en la historia y desde la realidad; no
se trata de repetir fórmulas sino de discernir los signos de los tiempos y ofrecer
respuestas y preguntas a los seres humanos y las culturas de hoy.
Dimensiones, exigencias, modelos y prioridades de la evangelización
Complementemos así nuestra reflexión sobre la naturaleza de la evangelización,
sintetizando los puntos siguientes:

DIMENSIONES DE LA EVANGELIZACIÓN:
- Trinitaria: Dios uno y trino es el origen y la finalidad de la evangelización
- Cristológica: Cristo es el primer evangelizador y el centro de la evangelización
- Pneumatológica: El Espíritu es el protagonista de la misión de Jesús y la Iglesia
- Eclesial y escatológica: La Iglesia es misionera y vive para evangelizar; es
peregrina, y camina hacia el encuentro con el Señor
- Pastoral: La evangelización se realiza en concreto mediante las acciones
pastorales (profética, litúrgica, social) y a imagen de las actitudes del Buen
Pastor
- Antropológico-salvífica: La evangelización es histórica, inserta en la realidad
humana con todas sus dimensiones, como “encarnación” del misterio de Cristo
- Espiritual: La evangelización no es solamente cuestión de técnicas y
programaciones, tiene su base en la “vivencia”y la “espiritualidad” personal y
comunitaria

EXIGENCIAS DE LA EVANGELIZACIÓN
- Primacía del Dios del reino y del Reino de Dios: La Iglesia no es la meta última
de la evangelización ni de la misión cristiana, sino el reino de Dios. Jesús
anunció el Reino (EN 8), y esa es la misión de la Iglesia. Nunca podemos
olvidar la perspectiva del Reino, que hay que proclamar y construir en este
mundo, denunciando también cuanto se opone a él
- Presencia en la realidad social : Pero presencia cristiana, que no puede ser
puramente espiritualista (al margen de la realidad, sin relación entre fe y vida) ni
tampoco simplemente política (entendiendo el reino como simple liberación
política, incluso partidista)
- Sin evangelización no hay Iglesia: La evangelización está al servicio del Reino e
identifica a la Iglesia, que vive para evangelizar. Y que por eso debe ser la
primera evangelizada, con una vida que haga creíble su testimonio. Así, la
Iglesia evangeliza, y la evangelización genera y recrea a la Iglesia

MODELOS DE EVANGELIZACIÓN
La evangelización no se realiza de la misma forma en todos los lugares ni en todas las
épocas. Desde los comienzos de la Iglesia hubo distintos modelos de evangelización de
acuerdo a las diferentes situaciones culturales y religiosas (recordar la predicación de
Pedro a los judíos en Jerusalén y de Pablo a los paganos en Atenas), y hoy también es
así. Podemos resumir en cuatro los modelos contemporáneos de evangelización:
- La evangelización doctrinal: Característica de la Iglesia en tiempos de
cristiandad (por lo tanto también en la primera evangelización de América y en
los primeros tiempos de las “misiones”) y de nueva cristiandad (pues se ha
repetido después, incluso actualmente).
Este tipo de evangelización consiste en la transmisión doctrinal a ignorantes y
en la invitación moral a la conversión sacramental a alejados de la Iglesia, con la
intención de que recuperen o acepten las reglas éticas de conducta cristiana, las
prácticas religiosas cultuales y el régimen de obediencia a la normas de la
Iglesia. Se dirige a los infieles en países de misión y a los pecadores en los
países de cristiandad, desde la perspectiva teológica de salvación/condenación.
Se relaciona con la actitud apologética o de defensa de la fe, que se pretende
conservar en toda su pureza doctrinal por medio de los catecismos, la teología
escolástica y las intervenciones del Magisterio. En el fondo, este modelo se
centra en una Iglesia institucional jerárquica, subraya la sacramentalización y se
relaciona con el Estado de poder a poder (“Iglesia como sociedad perfecta).

- La pastoral misionera: El paso de una pastoral de cristiandad a una pastoral


misionera se da, no sin conflictos ni tensiones, dentro del movimiento de
renovación precedente al Vaticano II y refleja igualmente el impacto de la nueva
situación cultural (postguerra, filosofía existencialista, secularización...). Su
objetivo es hacer crecer la Iglesia, y su base teológica subraya la espiritualidad
cristocéntrica, la dimensión comunitaria y la necesidad de compromiso
temporal. Subraya la evangelización antes que la sacramentalización, y
desarrolla una pedagogía evangelizadora activa: movimientos apostólicos,
revisión de vida, testimonio evangélico, encarnación concreta, catequesis de
adultos.
El sacerdote se entiende como consiliario o asesor, no jefe; evangelizador, no
administrador sacramental; educador en la fe, no profesor de religión;
compañero de trabajo y de ministerio, no segregado para la burocracia
parroquial. Y el laico adquiere un nuevo sentido y protagonismo, por su
pertenencia al movimiento apostólico y el equipo militante, aportando su
conocimiento directo de las realidades temporales a la actividad pastoral de una
Iglesia en estado de misión y en actitud dialogante.
- La evangelización liberadora: Después del Concilio –en el que dan fruto los
movimientos renovadores que propugnan el compromiso y el diálogo, y en el
que el Cardenal Lercaro habla ya de la “Iglesia de los pobres”-, renace una
nueva forma de entender la evangelización en relación con la liberación.
La evangelización liberadora entiende que la misión de la Iglesia no puede
centrarse en la transmisión de un mensaje o doctrina, ni en su propia extensión e
implantación, sino que tiene como objetivo iluminar, interpretar y cambiar la
historia a la luz de la fe. Desde la praxis de Jesús y con la fuerza del Espíritu,
evangelizar es hacer hombres y mujeres libres de cualquier dependencia, libres
de cualquier forma de mal, a partir de la llamada a vivir con fe las exigencias del
Reino proclamadas por Jesús de Nazaret.
Importa entonces más el hacer que el decir, y se reinterpreta el AMOR como
práctica de la caridad con dimensiones también socio-políticas, la FE se verifica
en el compromiso pueblo por la liberación, y la ESPERANZA como estímulo
para la transformación del mundo. Todo ello como servicio al Reino, que ni es
puramente espiritual ni puede identificarse con una determinada forma de
política.

- La nueva evangelización: Podría decirse que es el programa pastoral de Juan


Pablo II, resumido para América Latina en su famoso llamado a una
evangelización nueva en su ardor, métodos y expresión .

PRIORIDADES DE LA EVANGELIZACIÓN
Señalaremos, para concluir este apartado cinco prioridades actuales de la
evangelización:
- Dar la Buena noticia a los pobres
- Evangelizar a los creyentes no practicantes
- Evangelizar en un mundo de increencia
- Inculturación de la fe y evangelización de la cultura
- La evangelización a través de la liturgia

(continuará…)

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