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SEGUNDA UNIDAD
En los últimos tiempos la idea de reformar el sistema educativo para que sea capaz de entregarle a
las personas habilidades, destrezas y conocimientos acordes con las nuevas condiciones de la vida
social es recurrente. Los cambios en el mercado laboral y en el mundo del trabajo, así como las
nuevas formas de comunicación, la velocidad de los cambios tecnológicos y la formación de
sociedades multiculturales, han ocasionado el surgimiento de los nuevos escenarios sociales a los
que la educación debe responder.
La pertinencia de los contenidos de la educación, así como la de sus procesos pedagógicos con los
nuevos tiempos, se enmarca dentro del gran tema de la equidad social. El sistema educativo debe
garantizar a todos/as los/as miembros/as de una sociedad un acceso igualitario a los derechos
sociales definidos como básicos. Este objetivo no es fácil de cumplir, pues muchas de las
sociedades contemporáneas organizan sus relaciones sociales con mecanismos ideológicos que
justifican la asignación diferencial de atributos a los grupos y a las personas, lo que deviene en
privilegios y exclusiones. 51
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Sexismo: ideología social de exclusión que apunta a una sobrevaloración del universo
masculino y una desvalorización de lo femenino que contribuye a crear una visión subordinada
y dependiente de las mujeres.
Xenofobia: es una actitud que consiste en atribuir a los integrantes de cualquier grupo
humano, como un signo distinto e irremediable, una serie de defectos, racionalizando la
antipatía que despiertan los miembros de otras comunidades.
Homofobia: Es una ideología que discrimina a las personas debido al modo en que
experiencian y definen su sexualidad y construyen identidades sexuales.
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EJERCICIO 6
1) Recordando su experiencia escolar reflexione lo siguiente: ¿se sintió alguna vez discriminado de
alguna de las formas que se mencionan en el cuadro?
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UNIDAD
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Las ideologías de diferenciación social, antes expuestas, otorgan justificaciones para impedir que
2ª
personas o grupos puedan acceder de manera formal al sistema educativo. Entonces estamos UNIDAD
frente a una exclusión total. Históricamente, por ejemplo, el sexismo entregaba una justificación
para impedir que las mujeres accedieran a los establecimientos educativos.
Estas ideologías de la diferenciación social pueden plasmarse en los textos de estudio, en las
prácticas pedagógicas, en el modo en que se relacionan los/as docentes con los/as alumnos/as y
-la sociedad civil y el Estado deben velar para garantizar que todos/as los/ as miembros/as de una
sociedad accedan al sistema escolar y
-se debe velar para que las ideologías de la diferenciación social no signifiquen la vulneración del
derecho de las personas a la educación.
La promoción de la equidad de género a nivel social resulta ser el modo de generar mecanismos
para desarticular los efectos negativos que el sexismo tiene sobre la vida de las mujeres. El
concepto de género resulta útil para pensar en la igualdad y equidad porque considera que las
diferencias entre hombres y mujeres son culturales y no biológicas, que están en la base de la
construcción de sistemas de prestigio que organizan las relaciones sociales y, por sobre todo, que
éstas se pueden cambiar.
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EJERCICIO 7
1) Lea los siguientes prejuicios y determine qué tipo de exclusión ideológica se está realizando a
través de ellos. Argumente sus respuestas.
2ª
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• Las mujeres manejan mal
• Los hombres no entran a la cocina
• Es un "roto"
• Los extranjeros se quieren quedar con nuestro trabajo
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2) Lea los siguientes ejemplos literarios y determine qué tipo de exclusión ideológica están
denunciando:
A)
2ª
UNIDAD
Defiendo lo que soy
Y no soy tan raro
Me apesta la injusticia
Y sospecho de esta cueca democrática Pero no me hable del proletariado Porque ser pobre y
maricón es peor Hay que ser ácido para soportarlo
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B)
"Éramos los únicos inciertos sobrevivientes. Los trabajadores más antiguos del súper. Para
nosotros era cada vez más complicado mantener el empleo. La pobre Sonia por ejemplo decía: "ni
2ª
mear puedo. Se me está haciendo mierda la vejiga: viejo chucha de su madre que no me deja ir al UNIDAD
baño." Pobrecita. Era cierto. Estaba enferma. Ni mear podía. Especialmente ella que trabajaba
encadenada a la caja. Porque si pedíamos permiso para hacer un trámite, si salíamos a respirar al
jardín, si nos apoyábamos en los estantes, si engullíamos un dulce, si nos sentábamos a cagar en
el baño, si nos daba hambre y sacábamos un yogurt vencido de los refrigeradores, si nos faltaban
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LECTURA
SERGIO MARTINIC
La reforma puesta en marcha constituye, sin duda, un profundo esfuerzo por producir cambios
sustantivos en los procesos y en los resultados de nuestro sistema educativo. No obstante, pese al
mejoramiento que existe en la eficiencia del sistema, los cambios no se han traducido en
En este artículo se analizará una nueva dimensión de la desigualdad educativa y que se encuentra
en las propias representaciones que tienen directivos, profesores y padres sobre la aspiración
educativa de sus hijos. Se constata una gran diferencia entre las expectativas educacionales que
tiene los padres y los profesores; estas últimas actúan ya sea como dato que consagra una realidad
o como enunciados que construyen la posibilidad de una trayectoria diferente. Se concluye con
algunas recomendaciones sobre cultura escolar y caminos para producir una mayor cooperación y
construcción de sentidos interpretativos comunes.
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desde 1990 en adelante muestran un claro mejoramiento en los conocimientos que adquieren los
alumnos de cuarto y octavo básico. 34
Las escuelas municipales tenían en 1989 un 49,3 por ciento de respuestas correctas en promedio en
2ª
UNIDAD
las pruebas de matemáticas y castellano de cuarto básico. En 1996, estos establecimientos habían
aumentado dicho resultado a 68 por ciento. Esta tendencia también se da en las escuelas
particulares subvencionadas y particulares pagadas. En estas últimas, por ejemplo, los
rendimientos promedio en ambas pruebas en cuarto básico aumentaron de 76,2 por ciento en 1988
a 85,9 por ciento en 1996. Este proceso de mejoramiento experimentó un «estancamiento» en el
Pese a los mejoramientos señalados, persiste una fuerte desigualdad en los logros educativos y
que afectan a los niños y jóvenes de las familias más pobres. Si se compara indicadores tales como
tasa de aprobación, aprendizajes en matemáticas y lenguaje, se constata que los establecimientos
privados aumentan más que los municipalizados y, al interior de los privados, los particulares
pagados son los que se distancian de castellano en las mediciones Simce de los años 1997,1998 y
1999 demuestra que los establecimientos particulares pagados van aumentando
significativamente su posición, ubicándose a .67 desviaciones estándares respecto del promedio
en el Simce 1997, a .98 desviaciones estándares respecto a la medición 1998 y a 1.65 desviaciones
estándares respecto del promedio en la medición Simce 1999 (Mella,
2000).
Los resultados de los octavos básicos del año 2000 verifican estas distancias. Evaluados sobre la
base de estos criterios, los resultados demuestran que el 84 por ciento de los estudiantes con
mejores puntajes proviene de colegios particulares pagados. Los colegios municipales, en cambio,
se ubican en los 239 puntos, por debajo de la línea de promedio nacional de 250, mientras que los
pagados están en los 299. Los establecimientos de ingresos bajos (A) y medio bajo (B) tienen en
conjunto una presencia de 2, 25 por ciento entre los 100 mejores establecimientos. Los estudiantes
de clase media fueron los que presentan mayor mejoría en sus resultados y representan un 13 por
ciento entre los 100 mejores establecimientos.
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34
El Sistema de Medición de la Calidad de la Educación (Simce) aplica una prueba que incluye matemáticas y
castellano a los cuartos y octavos básicos en los años pares e impares, respectivamente.
35
Es importante tomar en cuenta que existe un problema técnico con esta comparación. En 1999, el Simce
pasó de una medición basada en normas a otra basada en criterios. En el primer caso, la prueba mide
conocimientos adquiridos, los que se presentan en función de promedios o porcentajes de respuestas
correctas. En el segundo, se evalúa el dominio y habilidad que tienen los estudiantes para resolver
problemas que tienen distintos niveles de dificultad.
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En Enseñanza Media, entre 1990 y 1997 todos los establecimientos aumentaron la tasa de
aprobación. Sin embargo, los que tuvieron una mejor tasa fueron los establecimientos privados,
los que, precisamente, no habían sido objeto de la política gubernamental (Mella, 1999). En la
2ª
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Enseñanza Media, a su vez, se ubican las tasas más altas de deserción entre los quintiles más
pobres, lo que entre otras consecuencias, incide en el bajo acceso a la educación superior. En
efecto, sólo el 8,5 por ciento de los jóvenes del quintil de ingresos más bajos está matriculado en
algún centro de educación superior. De este modo, las políticas implementadas han permitido
mejorar los aprendizajes, pero no han transformado la relación estructural de la desigualdad
Pese a la importancia de estas relaciones, otros estudios desarrollados en los últimos años
consideran los establecimientos como unidad de análisis y ponen el acento en una dimensión
distinta: los procesos y factores asociados al aprendizaje vinculados a la cultura escolar y a las
prácticas pedagógicas. Según Reynolds (1988), el mainstream de la investigación educativa ha
estado centrado en los aspectos estructurales de la sociedad y en el determinismo individual y
psicológico, que inciden en los resultados de los aprendizajes más que en comprender la
naturaleza de sus procesos y la relación que tienen con los aprendizajes.
En América Latina existen numerosas investigaciones que demuestran que en nuestros países la
escuela hace la diferencia y tiene un mayor impacto que en las sociedades desarrolladas. Estudios
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comparativos entre países pobres y ricos (Heyneman y Loxley, 1982) y entre escuelas al interior de
países (Himmel et al., 1982; Schiefelbein y Farrel, 1982) demuestran que, una vez controlados los
factores sociales asociados, el resultado académico de los sectores pobres depende centralmente
de la calidad de la educación recibida en las escuelas. La situación de aprendizaje y las
2ª
UNIDAD
posibilidades de adquisición de saberes y competencias depende más de la escuela que de la
socialización y cultura familiar. Si se controlan los factores sociales de entrada, se demuestra que
para el 60 por ciento de la población de ingresos medios y bajos, son las escuelas municipales las
que logran más altos resultados (Mizala y Romaguera, 1998; Bellei, 2001).
A lo anterior se agrega una crítica al propio sistema de medición ocupado hasta ahora. En efecto, el
Las mediciones se utilizan para comparar escuelas entre sí, asumiendo, en términos absolutos, los
aprendizajes obtenidos. No se considera el «valor agregado» de cada escuela. Es decir, cuánto
aprendieron los niños en relación con una línea de base o punto inicial de los propios niños, y no
sólo respecto de otros niños de otros establecimientos. La efectividad de la escuela no puede
medirse en términos absolutos, sino en función de los alumnos con los cuales trabaja. Por ello, la
investigación actual recomienda establecer un sistema de medición que considere el «valor
agregado», con el fin de comparar lo que es comparable y no lo que no lo es, como ocurre con los
colegios pagados y municipalizados. El enfoque de valor agregado mide los resultados en función
de un «ajuste» por el tipo de alumnos que la escuela atiende. El supuesto de este enfoque es que,
al trabajar con términos absolutos, se confunde los efectos propios de las escuelas con los efectos
de la selección de los alumnos con los cuales ellas trabajan. Los mejores niveles de logro de
algunas escuelas se deben no sólo a mejor enseñanza, sino a que cuentan con los mejores
estudiantes.
Entendemos por cultura escolar un conjunto de supuestos, creencias y valores que predominan en
la organización y que dan sentido, en forma inconsciente o consciente, a las prácticas e
interacciones que se llevan a cabo en la escuela. Las escuelas cuya cultura promueve la eficacia
escolar se caracterizan por el compromiso colectivo de la comunidad escolar con la visión de la
institución, su proyecto educativo y sus valores y sus prioridades de desarrollo (Hopkinset al.
1994). En efecto, las que tienen mejores resultados son aquellas en que existe un alto grado de
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convergencia entre los profesores en cuanto a los sentidos e interpretaciones del proyecto
educativo, las prácticas pedagógicas que llevan a cabo y las formas de interactuar en la realidad de
los establecimientos (Báez de la Fe, 1994). 2ª
UNIDAD
Para Miskel, McDonald y Bloom (1983), los individuos adaptan sus comportamientos, actitudes y
creencias al contexto social en que se desenvuelven. Desde este punto de vista, el clima de la
escuela y su proyecto educativo orientan «la construcción de significados y creencias socialmente
deseables, a la vez que ofrecen razones aceptables para la acción de profesores y alumnos» (Báez
de la Fe, 1994).
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Representaciones de la desigualdad
En nuestro país el sistema educativo tiene tres modalidades de gestión, las que se asocian, a su
vez, a familias de diferente situación socioeconómica. La oferta educativa clasifica y separa
socialmente a unos estudiantes de otros. Esta diferenciación social de los establecimientos es
2ª
UNIDAD
corroborada por las estadísticas relativas al sistema y por las representaciones que construyen los
propios agentes educativos sobre el origen social de los estudiantes y de sus familias.36
Para los directores entrevistados, los colegios municipalizados concentran su alumnado en los
grupos sociales medio-bajo y bajo; el alumnado de los colegios particulares subvencionados
Cuadro 1
Caracterización socioeconómica de alumnos, según director, año 2000.
Nivel socioeconómico Municipal Particular Particular
Alto
Medio alto 4,5 2,3
Medio 10,1 21,6 33,3
Medio bajo 38,2 43,2 66,7
Bajo 44,9 28,4
Indigente 1,1 3,4
Sin Datos 1,1 1,1
La tabla demuestra que los directores tienen internalizada una categorización social que clasifica a
los alumnos y familias en distintas realidades sociales y tipos de establecimientos educativos. De
este modo, en la cultura de nuestras escuelas la desigualdad del sistema no se reduce a la
situación económica de las familias; también está instalada en el interior de las escuelas y se
expresa a través de las representaciones que tienen los profesores y directivos sobre la realidad de
los estudiantes.
Otro indicador de la desigualdad de nuestro sistema se relaciona con la «brecha digital» que
separa a nuestros establecimientos. Como se aprecia en el cuadro siguiente, existe una relación
inversa entre tipo de establecimiento y existencia de computadora en la casa. El 90,5 por ciento de 63
los estudiantes más pobres, que asisten a establecimientos municipales, no cuenta con esta
herramienta en su casa, a diferencia del 76 por ciento de los estudiantes de establecimiento
privados, que sí la tiene. Este acceso les permite estar en ventaja con respecto al conocimiento y
uso de nuevas tecnologías de información.
36
Así lo demuestra la «Segunda encuesta a los actores del sistema educativo» aplicada por el CIDE en
octubre de 2000 a una muestra de 14.800 personas, compuesta por directores, profesores, alumnos y padres
de 231 establecimientos municipales, particulares subvencionados y particulares pagados.
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Cuadro 2
En síntesis, los datos de la encuesta confirman que la desigualdad del sistema educativo forma
parte de la cultura y tecnología de nuestras escuelas, lo que incide en las representaciones que
tienen profesores y directivos sobre la realidad actual y futura de los estudiantes. Al asociar esta
distinción con la percepción negativa que tienen directivos y profesores de la realidad de los niños
de familias populares (por ejemplo, cesantía, desnutrición, violencia intrafamiliar, etc.), es muy
posible que sus opiniones y acciones con ellos estén marcadas por bajas expectativas en cuanto al
logro educacional.
Pronóstico educativo
Es muy importante considerar en los procesos educativos las expectativas que tienen los actores
sobre el futuro educacional de los estudiantes. Ellas constituyen una de las variables que inciden
en la calidad de los resultados, al influir en la motivación de los mismos estudiantes y en la
relación pedagógica que se logra en la escuela. Si existe consenso en las expectativas positivas y
los actores las confirman en sus interacciones, están contribuyendo enormemente a las
posibilidades de éxito de sus estudiantes. En la encuesta se consultó lo siguiente a los directores y
profesores: «Atendiendo a su experiencia ¿a qué curso o nivel de enseñanza cree usted que llegará
la mayoría de los alumnos del establecimiento?». Una pregunta similar se hizo a los alumnos y
apoderados. Las alternativas de respuesta fueron las mismas para todos los actores educativos y 64
su distribución se presenta en la tabla siguiente:
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Cuadro 3
Pronóstico educativo según actores
Alumnos Directores Profesores Apoderados
2ª
Termina la 1,2 9,6 7,6 3,7 UNIDAD
educación básica
Termina la 22,4 43,7 41,3 22,4
educación media
No termina la 2,1 16,2 13,8 2,1
educación media
Por un lado una gran aspiración y confianza de alumnos y de padres en que sus hijos finalizarán sus
estudios en la universidad. Por otro, los directores y profesores que, con su experiencia y realismo,
tienen un pronóstico prudente y bajo con respecto al futuro educacional de sus alumnos. Estas
65
diferencias de percepciones dan cuenta de la tradicional tensión entre el actor y el sistema (Crozier
& Friedbeig, 1981). Alumnos y apoderados representan el discurso del actor y los profesores y
directores el discurso del sistema.
Los primeros dan cuenta de la voluntad, los segundos de la estructura y dela posibilidad. El
discurso de los profesores y directivos, bien intencionados y con una visión realista puede terminar
por confirmar el peso del sistema y perjudicar las expectativas y entusiasmo de estudiantes que sí
creen que pueden llegar más lejos. El discurso de los alumnos y padres, lleno de voluntad y
energía, puede producir una irreparable frustración en jóvenes que no visualizaron otras
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alternativas más viables y realistas. Éste es el gran dilema en el cual los educadores tienen que
desenvolverse con un cuidadoso equilibrio.
Cuadro 4
¿Qué debe ser lo más importante en el establecimiento? Según apoderado dependencia
Municipal Particular Particular pagado
Subvencionado
Preparar a los estudiantes para 32,1 27,6 22,2
el Trabajo
Preparar a los estudiantes para 67,9 72,4 77,8
ingresar a la universidad
La tabla demuestra una clara preferencia de los padres por la preparación de los hijos para la
universidad (el 70,4 por ciento de los apoderados la señala como lo principal de la enseñanza
media). Además, esta opción es compartida por todos los tipos de establecimientos, lo que indica
que las familias chilenas, independientemente de su estrato social miran hacia la universidad
como meta para sus hijos.
Esta gran demanda por educación superior es fruto, a su vez, de la mayor eficiencia lograda por el
sistema educativo (principalmente al aumentar la retención y disminuir la deserción) y de la 66
importancia de la educación para la movilidad social y mejoramiento de las condiciones de vida.
Como lo demuestran diversos estudios y la experiencia práctica de las familias, los ingresos y la
inserción laboral mejoran con los estudios superiores y, por ello, la aspiración máxima que
expresan los padres es que sus hijos tengan una profesión. Si mejora la eficiencia del sistema,
obviamente también van aumentando sus expectativas.
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Conclusiones
Los principales actores del sistema educativo (directores y profesores) han internalizado una
representación de la desigualdad que se traduce en bajas expectativas de aprendizaje respecto de
sus alumnos. Esta constatación es grave, si consideramos que, a la desigualdad en el origen social
2ª
UNIDAD
de los estudiantes, se agrega ahora una representación desigual de las espectativas, lo que incide
en las prácticas e interacciones que los profesores tienen con sus estudiantes.
Los resultados educativos confirman la diferenciación social y cultural que caracteriza la educación
chilena, donde los mejores resultados y condiciones se asocian a los sectores medio y alto. Esta
diferenciación social de los establecimientos es corroborada por las estadísticas sobre el sistema y,
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cultura « positiva» de la escuela tendrán, sin duda, un efecto en los aprendizajes. De este modo,
una mayor equidad puede devenir en una mejor calidad de los resultados. Como lo demuestra
Edwards (1995), los liceos particulares y los particulares subvencionados religiosos tienen un
proyecto educativo más coherente y que da identidad al establecimiento, favoreciendo los
2ª
UNIDAD
aprendizajes. La cultura compartida de estos establecimientos facilita la interacción, la
coordinación de sentidos y el involucramiento de estudiantes y profesores. Diversos estudios han
mostrado cómo ciertas condiciones ambientales de la cultura escolar - por ejemplo, la seguridad
psicológica, el sentimiento de libertad y de respeto, la posibilidad de interactuar con cambios en el
contexto escolar generan actitudes positivas hacia el aprender y el enseñar tanto de los docentes
Referencias
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EJERCICIO 8
1) Describa el papel que le asigna el autor a las prácticas pedagógicas y a la cultura escolar en la
consolidación de las diferencias sociales en el sistema escolar.
2ª
UNIDAD
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Para asegurar la equidad entre hombres y mujeres a nivel general en la sociedad se ha hecho
necesario introducir la dimensión de género en el análisis, diseño, gestión e implementación de los
2ª
diferentes niveles que compone el sistema educativo y los procesos que involucra. UNIDAD
Los sectores de bajos ingresos urbanos y rurales, las mujeres y los miembros de los pueblos
originarios se encontraban -y aún se encuentran-, dentro de las poblaciones de mayor riesgo. En el
caso de las mujeres, su vulnerabilidad era la derivada de considerar que para una familia era casi
siempre más difícil mandar a una niña a la escuela que a un varón porque éstas contribuyen con
más horas de trabajo en el hogar, de modo que es más probable que tuvieran tasas de escolaridad
menores con las consecuencias de tener bajas calificaciones técnicas para acceder al mercado
laboral o para continuar estudios superiores. No fue hasta el año 1995 cuando el Banco Mundial
(principal fuente de financiamiento externo de las reformas educativas en los países en vías de
desarrollo) publicó un informe en donde instaba a los gobiernos de la región de América Latina a
establecer medidas especiales -financieras y prácticas- para incentivar la participación femenina
en educación, que el tema de la equidad de género no se constituyó en un tema relevante en las
reformas educativas de los años 90. La fórmula que Incentivó fue la del desarrollo de una
educación con "sensibilidad de género" a todos los niveles.
71
Un año después, en 1996, se celebró la IV Conferencia Mundial de la Mujer de Beijing, donde se
reveló que las mujeres se ven afectadas por situaciones de exclusión social que son visibles a
través de las situaciones de pobreza que las afectan. Se elaboró un protocolo de acuerdo para
dirigir las diferentes políticas globales tendientes a mejorar su situación. La "Declaración y
Plataforma de Acción de Beijing", asume entre otras cosas, que la educación tiene un rol para la
transformación de las sociedades desiguales en sociedades más justas. Desde la IV Conferencia
Mundial de la Mujer la educación se entiende como un derecho humano y constituye un
instrumento indispensable para lograr los objetivos de la igualdad, el desarrollo y la paz social.
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5. Asignar recursos suficientes para las reformas de la educación y vigilar la aplicación de esas
reformas.
6. Promover la educación y la capacitación permanentes (long life learning) de las niñas y las
mujeres.
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EJERCICIO 9
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• las Estrategias orientadas hacia el futuro para el adelanto de la mujer hasta el año 2000
(Nairobi 1985).
• el Decenio de las Naciones Unidas para la Educación en la esfera de los Derechos Humanos:
hacia una cultura de paz (1995-2004)
EJERCICIO 10
• Violencia Intrafamiliar
• Expulsión de adolescentes embarazadas de un establecimiento educativo
• Cuando una familia impide a un niño/a ir a clases
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4) Observe los siguientes cuadros con información estadística sobre la población chile¬na y
conteste las siguientes preguntas:
a) ¿Por qué cree Ud. que la población femenina está subrepresentada a nivel de la matrícula
universitaria?
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b) ¿Qué consecuencias tiene para las mujeres no acceder en igualdad de condiciones a la educación
superior?
2ª
UNIDAD
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El Plan de Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y Hombres 2000- 2010, del gobierno de Chile,
ha definido los siguientes objetivos y actividades en relación al sistema educativo. Léalo
atentamente y luego, conteste la reflexión que se propone.
Lineamiento 6.4 Fomentar el acceso a la enseñanza básica, media y universitaria para niñas y
jóvenes rurales e indígenas, mediante el acceso a becas.
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EJERCICIO 11
a) ¿Por qué cree que estos temas deben ser parte de una política de equidad para las mujeres?
2ª
UNIDAD
c) ¿Cree Ud. que algunas de éstas medidas son específicas para un grupo de mujeres? Si es así,
defina cuál grupo y reflexione cómo cree que esta situación afecta sus vidas.
79
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LECTURA
Entre todas las conferencias mundiales realizadas en la década de 1990, debería destacarse la de
«Educación para Todos», conferencia que da un nuevo impulso a la educación de niñas y mujeres.
En todas las conferencias mundiales que han tenido lugar durante los últimos años, los gobiernos
se comprometieron a promover el mejoramiento de la educación de niñas y mujeres. Sin embargo,
los progresos para alcanzar la meta han sido muy lentos, principalmente por razones culturales,
como veremos más adelante. Después de la Conferencia Mundial sobre la Mujer de Beijing en
1995,38 UNESCO redefinió sus objetivos y decidió considerar a la mujer como «grupo prioritario» y
estimar que los programas para niñas y mujeres son temas transversales en todas las áreas de
UNESCO (educación, ciencia, cultura y comunicación); además, puso énfasis en los siguientes
puntos prioritarios de la Plataforma de Acción de Beijing: 80
• Igual acceso de niñas y mujeres a la educación.
• Contribución de las mujeres a una cultura de paz.
37
Dainne Almerás y María Luisa Jáuregui, Hacia una estrategia educativa para las mujeres de América
Latina y el Caribe. Documento CEPAL DDR/6 para la IV Conferencia Regional de Mujeres y Desarrollo
Económico y Social. Santiago: ECLAC: 1994.
38
María José García Oramas, «Actividades de la UNESCO en pro del mejoramiento de las condiciones de
vida de niñas y mujeres en América Latina y el Caribe: Avanzando hacia la igualdad entre los géneros.
Plataforma de acción de Beijing en seguimiento a la IV Conferencia Mundial de la Mujer,» UNESCO.
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•
medio ambiente.
Erradicación del analfabetismo entre las mujeres. 2ª
Con el objeto de lograr estos objetivos, UNESCO ideó una estrategia global basada en tres UNIDAD
orientaciones: a) analizar en términos de género el conjunto del proceso para formular políticas de
planificación, ejecución de programa y evaluación de las actividades; b) promover la participación
de la mujer en todos los niveles y áreas de actividad, dando especial atención a las prioridades y
perspectivas de la mujer en la redefinición de los objetivos y modos del desarrollo; c) diseñar
programas específicos y objetivos para niñas y mujeres en los que se promueva la igualdad, la
El nuevo Programa de UNESCO sobre Igualdad del Género y Mejoramiento de las Condiciones de
Vida de Niñas y Mujeres a nivel mundial tiene los objetivos siguientes:
39
Idém
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La acción regional de UNESCO en favor de la educación de niñas y mujeres puede verse a la luz de
tres momentos: a) el lanzamiento del Proyecto Principal de Educación (1983), b) la celebración de la
2ª
Conferencia de Educación para Todos realizada en Jomtien (1990), y c) la Plataforma Regional de UNIDAD
Acción para la Igualdad de Género en la Región de América Latina y el Caribe, adoptada en 1994 en
la VI Conferencia para la Integración Regional de las Mujeres al Desarrollo Económico y Social en
América Latina y el Caribe.
El Proyecto Principal de Educación, que finalizará este año, y comenzó en 1983, tuvo los objetivos
Asimismo, América Latina y el Caribe han concentrado los siguientes esfuerzos desde que se
celebraron la Conferencia Mundial de Educación para Todos (1990) y la Conferencia Mundial de la
Mujer en Beijing en 1995: a) identificar los programas estructurales que afectan el acceso a la
educación de las niñas; b) aumentar el gasto público en educación; c) garantizar las cifras
desagregadas por sexo en todas las informaciones estadísticas; d) desarrollar investigaciones
metodológicas y obtener la información necesaria para el diseño de políticas educativas que
incluyan perspectivas del género e) identificar y obtener más información acerca de las
calificaciones femeninas mencionadas en la descripciones de función del mercado laboral.
El papel de UNESCO ha sido apoyar firmemente lo anterior para que los medios de opinión pública
convenzan y alerten a los gobiernos para que ofrezcan mejor educación a las niñas y mujeres como 82
un primer paso de la puesta en marcha de eficientes programas educativos. En 1990 y 1992,
UNESCO condujo estudios de caso respecto a la educación de las niñas en Chile, Colombia y
México, que fueron beneficiosos. Los esfuerzos de UNESCO para visualizar la situación de la
educación de niñas y mujeres han sido regularmente difundidos en una publicación bianual,
llamada El estado de la educación en América Latina y el Caribe, basada en datos estadísticos
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oficiales proporcionados por los Ministerios de Educación de la región en el marco del Proyecto
Principal de Educación.40
En otra publicación aparecida en 1994 se examinó la relación entre educación, ingresos y empleo de
2ª
las mujeres y jóvenes. Con el título «Perspectiva educativa y desarrollo humano en América UNIDAD
Latina» UNESCO y PNUD prepararon este estudio, apoyado en encuestas de hogar conducidas en
10 países.41 Por otra parte, en 1997, UNESCO produjo un manual y un video para usarlos en la
capacitación de profesores del nivel secundario en la ONG chilena denominada Instituto para la
Mujer «La Morada».
Además, UNESCO y PNUD han participado en numerosos esfuerzos que destinados a considerar la
perspectiva de género en los programas de educación sexual pertenecientes a los sistemas
formales de educación en Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Costa Rica, El Salvador, Haití,
Honduras, Panamá, México y Perú, así como en todos los países del Caribe inglés. A pesar de estas
actividades, aún queda mucho por hacer para que la perspectiva de género sea incluida en todos
los currículos oficiales en la región.
Los niños desertan más a menudo que las niñas porque consideran las asignaciones del colegio
menos relevantes para satisfacer su vida y sus necesidades.
Es común que en las familias pobres, los niños tiendan a buscar trabajo más tempranamente en
lugar de «perder el tiempo» en la escuela.
En el caso de las niñas, el mayor número de desertores proviene de niñas embarazadas, obligadas
a permanecer en casa por sus familias y por sus escuelas.
En los estados del Caribe, los mismos problemas en las cifras de escolaridad de las niñas
83
sobrepasan las de los niños; estos problemas se presentan tanto en la educación secundaria como
40
UNESCO/OREALC, The State of Education in Latin America and the Caribbean, 1980 -1994. Santiago:
UNESCO, 1996.
41
UNESCO/PNUD, Perspectiva educativa del desarrollo humano en América Latina Santiago: UNESCO,
1996.
42
Olga Grau y Gilda Loungo, Cambio de Piel (Video). Santiago: Corporación del desarrollo de la mujer La
Morada: 1997; Olga Grau y Gilda Loungo, Cambio de piel. Textos escogidos y guías de trabajo sobre género
para la enseñanza media. Material complementario del video Cambio de piel Santiago: Corporación del
Desa¬rrollo de la Mujer «La Morada», Área de Educación: 1997.
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El otro objetivo aún no alcanzado es la total alfabetización de las niñas y mujeres de nuestra
región. Esto no solamente es un tema educativo, sino también tiene implicaciones políticas y su
éxito depende en gran medida de la determinación política de los gobiernos.
Analfabetismo femenino
Se ha estimado que en el año 2000 sólo siete países de América Latina tendrán una tasa de
analfabetismo sobre 10%. En América Central y el Caribe, Guatemala tiene 38% de analfabetos,
Haití 37%, El Salvador 20% y Honduras 19%. En el resto de América Latina, Bolivia, Brasil y
República Dominicana tienen tasas superiores a 10% e inferiores a 15%.44
Al observar el analfabetismo femenino, se ha estimado que sus tasas son superiores a los
porcentajes en Bolivia, Ecuador, Guatemala, México y Perú. Todos estos países tienen poblaciones
indígenas que viven en áreas rurales donde muchas niñas no asisten a la escuela.
84
UNESCO ha investigado y organizado numerosos talleres para mujeres líderes indígenas con el fin
de determinar las razones por las cuales las niñas no asisten a la escuela. En muchos casos, las
escuelas de las áreas rurales están ubicadas lejos de los hogares de la gente, la cual implica peligro
para las niñas, que deben caminar largas distancias hacia y desde la escuela; además, existen
muchas otras razones, algunas de las cuales son económicas (cuando la familia tiene que elegir a
quién enviar a la escuela, prefiere enviar a los niños que a las niñas) o físicas (malos caminos,
enormes distancias, niñas desnutridas, etcétera).
43
Vea: UNESCO/OREALC, Op. cit., en nota 4.
44
Ídem
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Asimismo, hay razones culturales: las mujeres son menos valoradas que los hombres, pues existe
la creencia en que la productividad de las mujeres es inferior a la de los hombres. No hay
reconocimiento del papel de la mujer a la aportación cultural y las escuelas proporcionan
educación en español y no en lengua materna, lo cual dificulta el logro de un aprendizaje exitoso.45
2ª
UNIDAD
La región también enfrenta altas tasas de analfabetismo funcional. UNESCO ha efectuado desde
1990 una profunda investigación en varios países para determinar el grado de analfabetismo
funcional. En la última investigación participaron siete países: Argentina, algunos estados de
Brasil, Colombia, Chile, México, Paraguay y Venezuela. Aunque en la investigación no se consideró
específicamente la perspectiva de género, se hicieron entrevistas comparativas entre hombres y
En 1992, UNESCO solicitó a la socióloga Patricia Ruiz Bravo preparar una sistematización de las
experiencias dirigidas a mujeres pobres en educación no formal que sean innovadoras en la región
para promoverlos o repetirlos. Los programas considerados incluían alfabetización, generación de
ingresos, salud, ecología y protección del medio ambiente.46
De las conclusiones del estudio se dedujo que las experiencias innovadoras más exitosas eran
aquellas que contenían una dimensión material y subjetiva. Los programas más exitosos fueron
los que priorizaban el mejoramiento de la calidad de vida de la mujer y de sus familias mediante el
aumento e recursos económicos, así como los que fomentaban el mejoramiento de la autoestima
de las mujeres.
Muchos de esos programas no empezaron con una perspectiva del género, pero posteriormente,
aunque no institucionalizados, se adoptaron en la práctica. Así, los logros mencionados tuvieron
que ver más con los cambios de actitud entre las mujeres y una toma de conciencia de sus valores
individuales y de su autoestima, que con los cambios a nivel de retribuciones económicas,
productividad y eficiencia. Cuando las mujeres comienzan a trabajar a menudo enfrentan la
85
oposición de sus maridos en cuanto a su necesidad y al derecho a ser alfabetizadas y su exigencia
de trabajar. Las mujeres deben superar su vergüenza y lograr su sentido de autosuficiencia.
En los programas examinados existe una creciente preocupación acerca de combinar y responder
simultáneamente a dos líneas de acción: una que ofrezca capacitación y/o educación y la otra que
brinde servicios técnicos y/o económicos. Esta combinación de aspectos sociales y económicos
señala un cambio en comparación con experiencias previas que priorizaban sólo un aspecto y
45
UNESCO/UNICEF, Mujer, educación, genero e identidad. Informe del curso taller para mujeres líderes
indígenas (Cochabamba, Bolivia, 13-25 de septiembre de 1993). Santiago: UNESCO, 1994.
46
Patricia Ruiz Bravo, Genero, educación y desarrollo. Santiago: UNESCO/ OREALC, 1992
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dejaban desatendidos los otros. Para satisfacer las necesidades de supervivencia de las mujeres,
actualmente se reconoce la importancia de considerar ambos componentes; es relevante otorgar a
la mujer recursos no sólo materiales (créditos, tierras, alimentos, etcétera) sino además simbólicos
(educación, información y capacitación), que les permitan acceder a la toma de decisiones y a su
2ª
UNIDAD
posibilidad de influir en la sustentabilidad de los proyectos.
Las investigaciones mencionan la importancia de apoyar actividades que dejen tiempo libre a la
mujer de manera que les permita una satisfactoria y exitosa participación en estos programas.
Esto no se limita sólo a la oferta del cuidado de los niños y a la inclusión de tecnologías e
infraestructura que reduzcan el tiempo que las mujeres ocupan en sus labores de dueñas de casa.
El estudio de Ruiz Bravo también advierte otro factor que afecta el éxito de estos programas: el
grado de reconocimiento y valorización de las habilidades y capacidades que la mujer ya poseía.
Los programas exitosos comienzan por asumir la real capacidad de las mujeres para ejercer control
sobre los productos de su trabajo y que ellas mejoren el acceso a sus ingresos.
Como las mujeres tienen mayor confianza en sí mismas, adquieren mayor seguridad y alcanzan
más autonomía, la perspectiva personal está vinculada con el éxito económico, de manera que se
logra el éxito del programa educacional. Cuando estas mujeres se sienten capaces con derechos y
con la habilidad para expresar sus opiniones, mejoran las relaciones con el esposo y los hijos. Por
otro lado, esto las hace sentirse más autosuficientes, con mayor energía y seguridad para mejorar
su calidad de vida y la de su familia.
UNESCO ha llevado a cabo muchos estudios durante los últimos años, como los siguientes: entre
1993 y 1994, el Convenio Andrés Bello y UNESCO organizaron un concurso de monografías sobre la
educación de mujeres y niños de sectores pobres. Su resultado fue publicado en 1995 con el mismo
título.47
Otra importante investigación, financiada por UNESCO y UNICEF, fue preparada por la socióloga
chilena María Eugenia Letelier, quien trabaja en la evaluación de las mujeres analfabetas en Chile,
tanto en el medio rural e indígena como en las áreas urbano-marginales. Los resultados de esta
investigación se publicaron en 1996.12 Además de promover la investigación, UNESCO organizó
86
talleres de capacitación y diseñó proyectos a nivel nacional.
47
Íbid., Mujer y educación de niños en sectores populares. Santiago: UNESCO/Convenio Andrés
Bello, 1995. María Eugenia Letelier, Analfabetismo femenino en Chile de los '90 . Santiago:
UNESCO/UNICEF, 1996.
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Durante los últimos años, se han realizado importantes proyectos en Bolivia, Ecuador y Perú,
apoyados por UNESCO y por otras agencias de las Naciones Unidas, a saber:
1. El Proyecto en Bolivia, financiado por UNESCO, PNUD y AGFUND (Fondo de los Estados Árabes)
2ª
con medios audiovisuales para llevar a cabo los programas de alfabetización. El aspecto más UNIDAD
innovador del proyecto fue el uso de videos, lo que permitió a las mujeres verse reflejadas durante
el tiempo en que se realizaba el proceso de aprendizaje.
En Perú, por ejemplo, se realiza en la actualidad la segunda etapa del proyecto de alfabetización y
educación cívica, dirigida a mujeres indígenas campesinas y mujeres desplazadas, con el apoyo de
UNESCO y DANIDA (agencia danesa). La primera parte se puso en marcha en Cajamarca y Cusco,
entre 1992 y 1994, y la alfabetización se realizó en español, quechua y en ambas lenguas, según se
tratara de la población involucrada. Fueron capacitados 349 promotores, mayoritariamente de la
misma comunidad, se enseñó a leer a cerca de 5000 mujeres y alrededor de 1000 recibieron cursos
de posalfabetización vinculados con actividades que generan ingresos.48
Las actividades de alfabetización del proyecto fueron llevadas a cabo por tres ONG peruanas: la
Asociación PERÚ-Mujer en Cajamarca, la Asociación de Desarrollo
Ecológico (APED) y el Centro Andino para la Promoción de la Educación (CADEP) en el Cusco, bajo
la coordinación del Ministerio de Educación de Perú. El proyecto produjo una enorme cantidad de
materiales educativos de alfabetización en quechua, español y en ambas lenguas: además, se
desarrolló material complementario de posalfabetización para capacitar en temas culturales y
educación cívica como en temas de género para mujeres campesinas, para lo cual se usaron
gráficos, manuales, textos y folletos con canciones, cuentos, leyendas locales y juegos de salón.
48
Gonzalo Portocarrero, Vamos creciendo juntas. Albetización de la mujer campesina en Perú (Santiago:
UNESCO/ OREALC, 1995).
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La evaluación del proyecto documentaba los efectos positivos de la propuesta metodológica que
vincula el proceso de alfabetización con el tema de la autoestima intercultural de las mujeres
indígenas y campesinas. El proceso de selección, la capacitación y la alfabetización ofrecida por los
trabajadores de la alfabetización de la comunidad fue exitosamente considerado. El proceso de
alfabetización bilingüe también recibió una evaluación positiva a pesar de algunos problemas,
como la ausencia de intercambio de las experiencias y la falta de becas disponibles. Por último,
hubo dificultades en la etapa de posalfabetización, la cual carecía de claridad en cuanto al
contenido y aspectos operacionales de las actividades educativas.
En 1994, con Gloria Bonder (en ese entonces ministra de Educación de Argentina) y UNESCO, en el
marco de la Conferencia Regional de Mar del Plata, organizamos una reunión subregional sobre
estudios y universidades, con participantes de cinco países del Cono Sur. Fue muy interesante
advertir que el género y/o los estudios de la mujer eran muy marginales y las universidades
representadas no los reconocieron de manera oficial. Los profesores no eran pagados
directamente por esos cursos, debido a que la mayoría formaban parte de otras facultades (como
de ciencias sociales) y sus esfuerzos para incluir la perspectiva de género en el currículo transversal
88
de sus universidades no siempre lograban cumplir sus expectativas. Aunque la situación ha
mejorado desde entonces, como se ha demostrado en las últimas reuniones regionales en
Santiago de Chile, el tema continúa siendo preocupante.
Si examinamos la «Declaración Mundial sobre Educación Superior para el Siglo XXI: Visión y
Acción», encontraremos que en el capítulo dedicado al «Reforzamiento y promoción del acceso y
participación de las mujeres» ha habido progresos, por lo menos a nivel de discurso. Entre los
principales avances encontrados destacamos los siguientes:
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la necesidad de aumentar los esfuerzos para eliminar todo estereotipo basado en el género
en la educación superior; tomando en cuenta la perspectiva de género en las diferentes
disciplinas; consolidar la participación cualitativa de la mujer en todos los niveles en los
cuales ellas están insuficientemente representadas y, sobre todo, incrementar su activa
2ª
UNIDAD
participación en la toma de decisiones.
[la necesidad] de fomentar los estudios de género (o estudios sobre la mujer) como campo
específico, dándole un papel estratégico en la transformación de la educación superior y la
sociedad.
49
La declaración mundial sobre la educación superior en el siglo XXI: visión y acción se aprobó en la
Conferencia Mundial sobre Educación Superior realizada por la UNESCO en París entre el 5 y 9 de octubre de
1998.
50
UNESCO, foro regional UNESCO, Mujeres, ciencia y tecnología en América Latina: diagnósticos y
estrategias. documento final (borrador). Bariloche, Argentina, octubre de 1998.
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Con respecto a la educación, el foro recomendó promover una educación científica y técnica de
calidad (formal y no formal) que integre la perspectiva de género, fomentar prácticas flexibles e
innovadoras de educación que se articulen con la vida cotidiana y los temas de la comunidad e
incluir actividades lúdicas que favorezcan tanto el desarrollo de la autoestima, como el cambio de
2ª
UNIDAD
estereotipos que susciten una posición activa y creativa frente a la ciencia y la tecnología.
Además, en el foro se propuso emplear nuevas tecnologías para impulsar la posición de la mujer,
examinar la relación entre la ciencia y la tecnología y los sectores privados, y desarrollar la
biotecnología y la elaboración de políticas y programas a nivel tanto regional como nacional que
favorezcan la participación de las niñas y mujeres de la región.
Los informes internacionales sobre educación y cultura presentados recientemente son producto
de dos comisiones independientes y ambas son el resultado de procesos de consulta y análisis
mundial.
En el caso de la educación, la Comisión Internacional en Educación para el Siglo XXI fue liderada
por el anterior presidente de la Comisión Europea, Jacques Delors.51 En el caso de la cultura, la
comisión fue creada por UNESCO y Naciones Unidas en 1992, bajo el liderazgo de Javier Pérez de
Cuéllar, anterior secretario de Naciones Unidas.52 Ambos informes contienen importantes
lineamientos para considerar en el próximo siglo, que coinciden en su propuesta de potenciar la
identidad personal como la meta máxima de la educación para cada ser humano y como primer
paso para hablar de la importancia de aprender a vivir con los demás y con nuestro entorno. Los
informes mencionados sobre educación y cultura contienen importantes ideas desarrolladas
durante las consultas con especialistas de los más diversos campos y culturas, que concuerdan en
la importancia de fortalecer la propia identidad de cada ser humano. En resumen, la educación
para el siglo XXI está concebida en este informe como un proceso permanente a lo largo de la vida,
que abarca todos sus espacios y que, a la vez, incluye a todos los seres humanos, las instituciones
y las estructuras.
El informe de la educación para el siglo XXI destaca cuatro pilares de la educación: aprender a ser,
aprender a conocer, aprender a hacer y aprender a vivir juntos. En el contexto de este documento:
Aprender a hacer es adquirir las destrezas que nos permitirán sobrevivir, mantenernos a nosotros y
a nuestras familias, mediante una profesión o la generación de ingresos.
51
UNESCO, Learning The Treasure Within. Informe para UNESCO por Comisión Internacional de la
Educación para el Siglo XXI. París: UNESCO, 1996.
52
UNESCO, Our Creative Diversity. Informe de World Commission of Culture and Development. París,
septiem¬bre de 1996.
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Aprender a vivir juntos implica mejorar las relaciones con los demás en respeto, tolerancia,
colaboración, solidaridad, justicia, paz y amor, y sin olvidar las relaciones con el entorno.
Según María E. Irigoin, ha habido progresos que garantizan una educación con equidad de género
2ª
en la región de América Latina y el Caribe:53 a) mediante acciones que favorecen el acceso a la UNIDAD
educación, garantizándola con la publicidad externa y previniendo y orientando una selección
sexista; sin embargo, dicha autora insiste en que continúa siendo notoria la discriminación entre
mujeres que viven en áreas rurales y en las «carreras femeninas»; b) por medio de estrategias en el
interior y fuera de la educación para incorporar la perspectiva de género en el currículum
transversal o en iniciativas referentes al cuidado de los niños para apoyar así la presencia de la
El tema de género puede ser considerado también desde el punto de vista cultural. Estamos en un
periodo de transición en el cual cambian los roles del hombre y de la mujer, por lo que debemos
encontrar oportunidades para reforzar nuestra área cultural con el fin de ser capaces de continuar
el progreso. El Informe sobre Desarrollo cultural de UNESCO dio importante espacio al tema del
género. Así, según este informe, el género ha llegado a ser uno de los problemas más delicados en
este mundo cambiante, más aún desde que cualquier transformación en este campo significa
rupturas inevitables de los modelos de identidad para ambos sexos y que está relacionada con
asuntos de dominación (es decir, poder).
Los procesos de desarrollo están cambiando las percepciones del ciclo vital de hombres y mujeres;
de su participación social, además de las racionales entre cada uno según los criterios de equidad,
no se puede discriminar contra la mujer en ningún área y, al mismo tiempo, el criterio de eficiencia
invita a un mejor empleo de la capacidad de la mujer para lograr un mejor nivel de vida y también
el de todos los involucrados.54
Las grandes diferencias entre hombres y mujeres continúan existiendo en la región y son
consolidadas por la autoridad, las tradiciones y la religión. Estas diferencias pueden estar
53
María E. Irigoin (consultora de la UNESCO en asuntos de género), en la mesa redonda sobre educación y
género en la reunión posterior a la V Conferencia Mundial sobre Educación de Adultos para los Países
Andinos, Cochabamba, Bolivia, enero de 1999.
54
Páginas 28 y 29 de la versión en español de la síntesis del reporte.
55
Vea: María E. Irigoin, op. cit., en nota 18.
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asociadas con los procesos de socialización legitimados por «lo que es» e incluyen la división
sexual del lugar de trabajo y la distribución de los roles, conductas y disposiciones asignadas.
El tema del género incluye cultura y justicia. La desigualdad del género compromete la paz, porque
ésta se basa en las relaciones de igualdad. María E. Irigoin considera que se han empleado las
siguientes estrategias en cuanto al género y discriminación del género:
a) Aumentar la visibilidad de las diferencias existentes (por ejemplo, mostrar cómo el lenguaje
apoya el poder masculino: frases tales como: «palabra de hombre», etcétera).
Conclusión
92
Como se mencionó antes, la perspectiva del género en la educación implica cambios culturales y,
por ende, resistidos. Hemos visto la fuerte resistencia al cambio en las poblaciones tradicionales (a
menudo indígenas). Esto se debe a que aún existen muchos problemas y se prefiere que el papel de
la mujer permanezca como está.
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consecuencias para los procesos educacionales en la región56. Más aún, las instituciones
académicas deben estimular a participar en la conceptualización de una nueva historia, que sea
capaz de ofrecer el espacio que corresponde a la mujer como protagonista de la historia y de los
países latinoamericanos.
2ª
UNIDAD
Debemos continuar trabajando para conseguir un cambio cualitativo en las distintas áreas de la
educación, que abarque, pero no limite, lo siguiente:
e) capacitar a los funcionarios públicos -de todos los ministerios- en la perspectiva del género; y
Nosotros, que trabajamos en varias tareas profesionales, debemos aprovechar las oportunidades
que se nos presenten en las áreas respectivas para introducir y liderar el tema del género. Éste
debe ser nuestro objetivo y compromiso. Es verdad que otras actividades nos distraen de tal tarea,
pero debemos aprovechar el enriquecimiento que ofrecen las diferentes disciplinas para mejorar el
trabajo en nuestros ámbitos, Además, creo que seremos capaces de iniciar el cambio cultural por
medio de la permanente construcción del conocimiento con el intercambio de redes formales y no
formales de hombres y mujeres interesados en estos temas.
56
María Luisa Jáuregui, «Equality of educational opportunities: myths and realities,» en The Major
Education Project Bulletin for Latin América and the Caribbean, núm. 35, Santiago: UNESCO, 1994.
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Referencias
Almerás, Dainne y María Luisa Jáuregui. Hacia una estrategia educativa para las mujeres de
América Latina y el Caribe. ECLAC, documento DDR/6 para la Conferencia Regional de mujeres y
2ª
desarrollo económico y social Santiago: ECLAC: 1994. UNIDAD
García Oramas, María José. «Actividades de la UNESCO en pro del mejoramiento de las
condiciones de vida de niñas y mujeres en América Latina y el Caribe: avanzando hacia la igualdad
entre los géneros. Plataforma de acción de Beijing en seguimiento a la IV Conferencia Mundial de
la Mujer», UNESCO. Grau, Olga y Loungo, Gilda. Cambio de piel (Video). Santiago: Corporación
del Desarrollo de la Mujer «La Morada»: 1997.
94
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EJERCICIO 12
1) Según el texto, analice las preocupaciones que integran el tema de la igualdad de género en la
educación. Piense en las consecuencias prácticas que ellas tendrían en su comunidad educativa si
se implementaran.
2ª
UNIDAD
3) ¿En la escuela, si Ud. fuera profesor/a cómo motivaría la participación igualitaria de hombres y
mujeres en los ramos científicos?
95
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A partir de la última década del siglo XX, la implementación de las reformas educativas ha
2ª
permitido un aumento de la inversión en el sector educativo buscando una mayor cobertura para
UNIDAD
todos los sectores sociales: el principio que guía esta medida es la búsqueda de la equidad e
igualdad social. Esto no puede ser solo entendido en términos de clase social, sino que también
debemos considerar la equidad de género y la étnica.
En términos de la equidad de género, las reformas educativas han posibilitado un marco general
96
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EJERCICIO 13
A continuación tenemos una lista de los lineamientos de las reformas educativas, y aunque estos
son aparentemente neutros en términos de género no lo son por el sólo hecho que nuestras
sociedades utilizan las distinciones de género como principios diferenciadores.
2ª
UNIDAD
A medida que vaya leyendo estos lineamientos puede ir analizando con una perspectiva de género
cómo se han ido desarrollando en su país, municipio o comunidad. Si le es posible, elabore una
lista de los efectos sobre los hombres y las mujeres.
3) Sensible a las diferencias y que discrimine a favor de las capas más desposeídas de la sociedad 97
(pobres, mujeres, etnias, etc).
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4) Consensos con la base social y grupos que conforman las tramas donde se Insertan las
reformas.
2ª
UNIDAD
98
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MÓDULO GÉNERO Y EDUCACIÓN
revisar los contenidos de los textos escolares, las prácticas pedagógicas, los modelos de
99
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EJERCICIO 14
A modo de que pueda ver cómo entiende el tema de la equidad de género en el sistema educativo,
elabore una lista de los contenidos, prácticas y medidas que piensa que pueden tener un impacto
diferente para hombres y mujeres. En segundo lugar, reflexione si este impacto diferente puede ser
2ª
la expresión de una discriminación en contra de los hombres o las mujeres. UNIDAD
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LECTURA
AUROLYN LUYKX
Del texto: En Denise y Arnold (comp) Más allá del silencio. Fronteras de Género en los Andes. La
Paz: CIASE/ILCA, 1997, p. 189-232. Las investigaciones del presente trabajo fueron realizadas en
establecimientos educativos de la región altiplánica de Bolivia. Los datos referentes a la escuela
primaria fueron recolectados en 1987, y los referentes a la escuela normal en 1991-92. En ambos
Como punto de partida, podemos tomar la distinción que plantea Connell entre «la justicia
distributiva» en la educación -es decir, la equidad de acceso a la escolarización-y «la justicia
curricular», o la equidad en cuanto a las representaciones y conocimientos curriculares58. Aunque
57
Entre ellos son Luykx (1989, 1993), Foley (1990), Levinson (1996), Holland y Skinner (1996), etc.
58
R. Connell: Schools and Social Justice. Philadelphia, EE.UU.: Temple University Press (1993: 19), citado en
levinson y Holland (1996: 4).
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las niñas todavía no han alcanzado la paridad numérica con los varones en las escuelas bolivianas,
la discrepancia de género en términos de justicia distributiva ha disminuido bastante; aunque, es
citada frecuentemente como evidencia de la discriminación, en realidad la diferencia de acceso
escolar entre alumnos urbanos y rurales es mucho mayor que la diferencia entre varón y mujer,
2ª
UNIDAD
sean estos urbanos o rurales (UNESCO/OREALC 1990). En cambio, la discrepancia sexual en
términos de justicia curricular parece ser casi tan notoria como hace quince o veinte años.
Numerosas investigadoras feministas59 han notado que una mayor participación femenina en la
escuela no siempre implica una mayor participación en las otras áreas de la vida; tampoco evita la
Ahora que el número de niñas que ingresan a la escuela es comparable al número de niños, los
efectos más significativos del sexismo en contextos escolares pueden ser ya no los numéricamente
medibles, sino aquellos concernientes a «la construcción de la personalidad de los individuos... y a
59
Por ejemplo Bonder (1992), Braslavsky (1992), Rosenberg (1992), Stromquist (1992a), etc.
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la internalización de normas sociales diferenciadas por género, las cuales implican diversos tipos
de expectativas y posibilidades, así como una jerarquización de los individuos»60.
Aunque tales efectos son más sutiles, son sin embargo pujantes y pueden ser aun más insidiosos
2ª
UNIDAD
por operar bajo una capa superficial de «igualdad». A diferencia de muchos indicios cuantitativos
de la discriminación, las batallas simbólicas sobre el género deben ser examinadas en el nivel de
las prácticas áulicas específicas. Empero, aunque tanto las desigualdades cuantitativas como las
cualitativas contribuyen a los procesos «macro» de la reproducción social, también son «los
productos de una cadena larga de procesos sutiles y relativamente pequeños, que ocurren
Una fuente importante de estereotipos sexuales son los textos escolares. Estudios anteriores
(Miracle 1973, 1976; Luykx 1989) han revelado prejuicios significativos en los materiales educativos
bolivianos para los primeros cursos. Los textos y las lecciones han tendido a mostrar a los varones
como iniciadores de acción, líderes y solucionadores de problemas, mientras muestran a las
mujeres en roles pasivos o dependientes. Casi exclusivamente, las mujeres son retratadas
ocupándose de las actividades domésticas, no obstante la realidad de muchas mujeres aymaras
103
que trabajan como agricultoras, comerciantes, artesanas, etc. En los textos escolares analizados
por Miracle, las únicas mujeres fueron madres, maestras y una sola figura histórica. Más aún, los
temas del sacrificio y la abnegación son constantemente machacados con referencia a las madres.
Cierto texto de cuarto básico (que seguía en uso en 1989) contiene un poema sobre las madres y
otro sobre los padres. El primero, «¡Madre!» empieza: «¡Madre! Eres al mismo tiempo fuerza,
sacrificio, ternura, y abnegación». El poema del padre, que lleva por título «Promesa del Padre de
60
Juan Carlos Gorlier (1989): "Notas sobre producción de consenso". Buenos Aires, citado en Bonder
(1992:235).
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Familia», comienza: «Porque eres hijo mío, preciosa continuación de mi existencia...» Nótese que
mientras el padre habla, la madre es el callado objeto de devoción. Además, todas las virtudes
maternas nombradas derivan de la subyugación de los deseos propios a los del niño; en cambio, el
hijo del segundo poema es algo que glorifica al padre subyugando su propia identidad a fin de
2ª
UNIDAD
servir como una «continuación» del padre.
La idealización de la maternidad también recibe gran énfasis en las lecciones de aula de los
primeros cursos, donde a los niños se les enseña que los papás son sabios y salen a trabajar para el
sustento de la familia, mientras que las mamás son abnegadas y se quedan en casa para cuidar a
Otro rasgo del currículum escolar con implicaciones serias para la socialización de género es su
alto grado de militarismo. En casi todas las escuelas fiscales bolivianas, cada día se comienza
haciendo cantar y marchar a los niños, mientras los profesores gritan órdenes a la manera militar
(este tono es aún más exagerado en el colegio). En la materia de Educación Física, usualmente no
se realiza ningún juego o deporte organizado, sino una serie de ejercicios basados en la marcha.
En casi todos los países, una función central de la escuela es, no solamente la educación en el
sentido técnico, sino la adoctrinación de los valores de la cultura nacional. Los gobiernos 104
bolivianos, conscientes de la marginación cultural de una gran parte de la población, han
intentado remediar esta situación mediante un fuerte énfasis escolar en la historia nacional y el
patriotismo61. Aparte de los ideales nacionalistas transmitidos en las clases de Historia y
Geografía, el patriotismo a menudo también desempeña un papel central en otras materias, como
en Lenguaje (donde a veces una lección entera consiste en copiar un verso patriótico), o en Música
(que se dedica más a enseñar los himnos patrióticos que a tocar cualquier instrumento).
61
La película The Children Know (Los Niños Saben), de la serie cinematográfica sobre los aymara producida
por Hubert Smith, demuestra unos excelentes ejemplos de esto.
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Así que el énfasis en la historia y los valores militares es el resultado del deseo de integrar al
alumno a la cultura nacional. A su vez, el aparato militar estatal es un conducto importante para
llevar hacia las comunidades indígenas las influencias culturales urbanas, el lenguaje y las
2ª
UNIDAD
actitudes sexistas que corresponden a éstas. Varios padres y madres aymaras me comentaron que
sus hijos llegaron «cambiados» después de prestar su servicio militar; criticaban su falta de
respeto hacia las mujeres, los mayores, y la cultura aymara. Sin embargo los soldados, así como la
historia y las actividades militares, son regularmente glorificados en los contextos escolares.
La mayoría de las aserciones de los profesores que mencionaron explícitamente a las mujeres
trataron de su rol en la familia y tendían a reforzar la imagen tradicional de la mujer como solícita,
abnegada, necesitada de la protección y amparo masculinos y sujeta a la autoridad masculina.
Tales afirmaciones nunca ocurrieron como parte de ningún debate sobre asuntos de género
(aunque las afirmaciones de los alumnos a veces sí lo hicieron), sino que fueron comentarios
62
Algunos podrían argüir que esto es el resultado inevitable de las estructuras lingüísticas que marcan el
género de manera obligatoria, y que las formas españolas masculinas son en realidad (semánticamente)
«neutrales». Sin embargo, este argumento no convence; en primer lugar, porque la confusión semántica de 105
las formas masculinas supuestamente «neutrales» con las formas masculinas específicas inyecta a aquellas
con una implícita especificidad masculina. En segundo lugar, porque el inglés contiene muchas de las
mismas regularidades estructurales a las cuales ha sido aplicado este argumento (de su supuesta
neutralidad); sin embargo, un número cada vez mayor de hablantes y escritores han visto, no sólo deseable,
sino también eminentemente posible, sustituir las formas masculinas por otras que son verdaderamente
neutrales.
63
No quiero dar a entender que la masculinidad en los contextos escolares, sea menos «construida» que la
femineidad. Tampoco que las imágenes y el comportamiento masculinos raras veces fueron objeto de
comentarios específicos; sino que fueron considerados simplemente como «naturales». En cambio, las
alumnas eran consideradas como el caso aberrante en la educación superior. Su presencia misma en el aula
se resalta por contraste a las nociones más tradicionales de género que dominan en el currículum, mientras
para los varones la relación es generalmente una de congruencia.
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casuales, hechos en medio de otro tema, que sin embargo revelaron una implícita ideología de
género. Por ejemplo, al explicar a los alumnos el significado de la palabra «administrar», un
profesor empleó el ejemplo del padre de familia que debe decidir cómo distribuir su sueldo para
cubrir las necesidades de su familia -aunque en realidad es usualmente la mujer la que controla el
2ª
UNIDAD
dinero en el hogar aymara. En cierta ocasión, un profesor describió para la clase aquellas zonas
remotas en que el maestro rural debe acostumbrarse a una vida solitaria. Recordando su primer
puesto de trabajo, en el que la escuela y su propia habitación estaban al lado de un cementerio,
comentó: «Peor todavía si son señoritas, pueden morir de puro susto». En otra, una discusión
sobre «la desintegración de la familia», enfocó únicamente las desastrosas secuelas psicológicas
No es de sorprenderse que las ideas de los alumnos sobre la condición de la mujer fueran algo más
progresistas que las de los profesores. A continuación, dos alumnos expresan sus pensamientos 106
sobre la discriminación que sufren sus compañeras de clase:
64
Últimamente, la nueva Ley Contra la Violencia Doméstica ha logrado ciertos avances en cuanto se refiere
a cambiar esta actitud, mediante una extensa campaña de publicidad sobre la criminalidad de tales actos.
65
Es algo sorprendente que este comentario no haya provocado ninguna mención de la única presidenta en
la historia boliviana: Lydia Gueiler Tejada, quien gobernó brevemente durante los años 1979-80.
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José: Yo creo que en el campo sigue eso, de decir, de que «es mujer nomás»... las
mujeres ni importaban, «no tienen que estudiar, los varones nomás tienen que
estudiar", eso decía. Pero ahora el mundo está cambiando... para mi todos tienen los
mismos derechos. A la educación, a prepararse, a superarse. Eso no se debía,
2ª
UNIDAD
digamos, obstruir eso, a una mujer.
Nicolás: Yo creo que, no debería existir eso ¿no? En ningún momento la diferencia
así, entre sexos, varones y mujeres. Yo creo que ambos tenemos las mismas
aspiraciones, las chicas tanto como los varones, ¿no? Somos iguales. Tenemos la
Si la afirmación verbal de tales ideas realmente corresponde a la práctica es otra pregunta, pero el
hecho de que tal perspectiva sea aceptada, incluso preferida, entre los alumnos, es en sí
significativo. No obstante, la probable concordancia de la mayoría de los alumnos con estas
afirmaciones no significa que expresaran ideas similares cuando éstas chocaban con la ideología
más reaccionaria de sus profesores. Es notable que, mientras los comentarios despectivos sobre
los campesinos que de vez en cuando pronunciaban los profesores provocaron protestas de parte
de los alumnos, los comentarios semejantes sobre las mujeres fueron tolerados sin reclamo
alguno.
Cabe mencionar que en la materia que fue expresamente encargada con la instrucción doméstica
(Hogar), prevalecía una ideología más progresista. En el nivel más obvio, la segregación del
currículum por sexo ha sido superada; tanto alumnos como alumnas aprenden habilidades
domésticas como cocinar y tejer (aunque en «la vida real», estas tareas siguen siendo el cargo casi
exclusivo de las mujeres). Más allá de esto, la profesora (la única mujer entre el plantel docente) se
esmeraba en transmitir a sus alumnos una imagen del matrimonio como una relación cooperativa
cuyo éxito o fracaso dependía de los aportes de ambos esposos. Corregía a los alumnos que
hablaban de la crianza de los hijos sólo en términos de la madre, recordándoles que ambos padres
son igualmente cruciales para el bienestar del niño, y enfatizaba la importancia de elegir una
pareja no en base a la belleza física, sino a las cualidades interiores y la compatibilidad mutua.
Esto no quiere decir que la materia de Hogar fuese un oasis no-ideológico en medio de un
currículum patriarcal. Un objetivo central de la materia fue la transmisión y legitimación de un
ideal estrechamente definido del matrimonio. Se les enseñó a los alumnos que el periodo de 107
compromiso no debería ser demasiado largo ni corto; las mujeres deberían tener por lo menos
veinte años antes de casarse, y los hombres veinticinco; un buen matrimonio debería producir por
lo menos un hijo, preferiblemente más. El divorcio debería evitarse, cueste lo que cueste. Temas
como el control de la natalidad o los roles no-tradicionales dentro del matrimonio no eran
considerados como aptos para la discusión en el aula. Mi argumento aquí no es que el ideal
presentado fuese inherentemente bueno o malo; sino que la materia de Hogar, igual que las otras,
tenía que ver principalmente con la legitimación exclusiva de una estrecha gama seleccionada de
la práctica humana «generizada».
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Una gran parte de lo que Stromquist (1992a) llama «la generización de las prácticas sociales de la
escuela» ocurre en la organización de las tareas institucionales y es especialmente notable en los
2ª
UNIDAD
contextos ceremoniales. En pocas palabras, existe una división sexual del trabajo en las escuelas
que asigna a las chicas aquellas tareas que llevan menos prestigio y requieren menos destreza,
mientras las tareas más prestigiosas generalmente son reservadas para los varones66. En cuanto
se refiere a los docentes, la composición preponderantemente masculina del plantel docente y
administrativo en las dos instituciones estudiadas, determinó casi de antemano que los varones se
Dentro de la Normal, la división sexual del trabajo se manifestaba con mayor frecuencia durante
las horas cívicas semanales, para las cuales los alumnos elaboraban programas que incluían
música, danza, recitaciones sobre temas patrióticos y educativos y una «tribuna libre» durante la
cual los alumnos, tanto como los docentes o administrativos, podían ofrecer un breve discurso
relacionado con algún aniversario histórico o asunto de interés general. Aunque alumnos y
alumnas participaban en las danzas en número más o menos igual, las actuaciones musicales, y
casi todas las recitaciones principales, estuvieron a cargo de los varones. Si una alumna
participaba en calidad de orador, usualmente fue para la recitación breve de un proverbio o (con
menos frecuencia) un poema. Los poemas largos y los discursos casi siempre fueron presentados
por los varones. Nunca observé a ninguna alumna o maestra tomar la palabra durante la tribuna
libre.
En otros rituales institucionales, también hubo una preponderancia casi exclusiva de alumnos
varones en aquellos papeles que implicaban cualquier tipo de autoridad o discurso público,
mientras a las alumnas les fueron asignadas aquellas tareas cuyo requisito principal fue la labor
manual. Un varón dirigía a los alumnos mientras cantaban el himno nacional, mientras una
muchacha izaba la bandera; en el comedor, un varón leía los nombres de los retrasados y daba
permiso para la salida, mientras las chicas retrasadas limpiaban las mesas; de los dos «líderes del
curso» elegidos cada mes para dirigir la asamblea matinal, la alumna tocaba la campana para
llamar a sus compañeros a formar, y luego el alumno les guiaba con una serie de órdenes al estilo 108
militar. Sólo en dos ocasiones observé a chicas encargarse de esta última función; en una de ellas,
la asamblea fue tan alborotadora que, después de que terminó la alumna, un varón pasó al frente
para hacerles repetir los últimos pasos (con resultados mucho mejores).
66
Algunos lectores quizás caigan en la tentación de interpretar esta división de trabajo por sexo como un
reflejo de la «complementareidad de género» que se ha vuelto un tema tan común en las exploraciones
académicas de la cultura andina. Sin embargo, la diferencia en cuanto al valor simbólico asignado a los
distintos tipos de labor significa que la «complementariedad» puede tener poco o nada que ver con la
equidad de género (véase también De la Cadena 1991).
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Debajo de todas las prácticas mencionadas, subyace una división generalizada de tareas que
asigna la labor mental a los varones y la manual a las chicas67. También hubo evidencias de que los
normalistas transmitieron esta división de trabajo a sus propios estudiantes; mis observaciones de
los alumnos de último año en sus prácticas revelaron cómo hicieron la distribución de
2ª
UNIDAD
instrumentos musicales sólo a los alumnos varones, para enseñar a bailar a los niños.
Mientras la división sexual del trabajo se manifiesta en toda área de la vida escolar, cobra su
mayor significación en la esfera del lenguaje. Esto, porque una gran parte de lo que hacen y
aprenden los chicos en la escuela, en todo nivel, entraña el manejo de estilos lingüísticos
El hecho de que las chicas sean relativamente recién llegadas a un sistema educativo diseñado
para los varones es evidente en las ceremonias escolares donde se observó que los varones
regularmente ocuparon los papeles principales en las recitaciones, sketches estudiantiles y otras
actuaciones. Los alumnos que actuaban de maestros siempre eran varones, y todos los números
observados en que un alumno se presentaba sólo estuvieron a cargo de varones (no obstante el
hecho de que, en la escuela observada, hubo el doble número de chicas que chicos).
Presentaciones similares en el colegio vecino favorecían a los varones en un grado aún mayor.
La única excepción a esta regla fue una actuación (para el Seis de Agosto, Día de la Independencia
Boliviana) en que varias niñas representaron las distintas regiones de Bolivia (posiblemente
porque bailaron vestidas con el traje típico de cada región y dicha vestimenta es más distintiva en
su versión femenina). En otra versión de este programa, otro curso empleó a niños varones para
representar personificaciones del himno nacional, el patriotismo, y la bandera, mientras dos niñas
representaron la kantuta (flor nacional de Bolivia) y a la «Madre Bolivia», a quien todos los otros
personajes rindieron homenaje. Esta última figura habló muy poco durante el acto; al igual que el
arquetipo de la Madre en el poema mencionado arriba, tenía que sentarse en silencio como objeto
de adoración de personajes que representaron los diferentes oficios y profesiones (agricultor, 109
minero, soldado, maestro y médico), todos actuados por varones; el aporte femenino a la
economía y cultura nacionales no estuvo a la vista en ninguna parte.
Sin embargo, la planificación del desfile para el Seis de Agosto reveló algo de progreso en cuanto a
la participación femenina. Unas semanas antes del desfile, el director de la escuela entró al curso
67
Notablemente, esto es precisamente lo contrario al esquema descrito por Willis (1981), en que los
muchachos ingleses de la clase obrera valorizaban la labor manual por sus connotaciones simbólicas
masculinas, mientras la labor mental (ejemplificada por las tareas escolares) era considerada como
afeminada y, por lo tanto, rechazada.
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que yo observaba y pidió voluntarios para tocar instrumentos en el desfile. Varios chicos
levantaron la mano con entusiasmo, mientras las chicas se quedaban quietas en sus sillas, sin
levantar la mano. Después de elegir a varios chicos, el director anunció que, por primera vez, las
chicas también podrían tocar en el desfile. Las chicas parecían asombradas; hubo un susurro
2ª
UNIDAD
excitado, y luego unas cuantas chicas levantaron la mano, vacilantes. Cuando llegó el día del
desfile, tanto chicos como chicas conformaron el cuerpo de tambores, acompañados por el cuerpo
de trompetas (todavía masculino).
Aunque las alumnas también se quedaban atrás en la mayor parte de la vida ceremonial de la
La coronación fue precedida por horas de preparativos en el internado de las chicas, mientras las
princesas arreglaban su cabello, maquillaje y vestidos. La reina se alistaba en una sala aparte,
atendida por la inspectora y unas cuantas asistentes privilegiadas. Por fin, después de su
embellecimiento, las princesas fueron escoltadas por sus pajes por un corredor formado por sus
compañeros. La procesión interminable (a fin de prolongar el suspenso para la entrada de la reina)
fue acompañada por la presencia cómica de dos payasos (representados por dos alumnos),
quienes se burlaban y molestaban a las princesas mientras éstas avanzaban lentamente y cuyas
bufonadas contrastaban con la reverencia y primor de la entrada real. Durante toda la ceremonia,
las chicas no sonreían ni demostraban conciencia alguna de ser objetos de burla; sino que seguían
su paso erguido y formal, con los ojos al frente, con la actitud evocadora de una dama muy correcta
al ser piropeada en la calle. Con excepción de los payasos, el cortejo y la aparente prohibición de
sonreír, el evento se parecía mucho a un concurso de belleza; toda la atención estaba enfocada en
las chicas, sin embargo su papel consistió en poco más que caminar hasta llegar al «trono» y luego
exhibirse allí.
Como ha observado Luttrel, «las escuelas fomentan algunos aspectos del ser más que otros»
(1996: 94). Los mensajes oficiales transmitidos a los alumnos, tanto fuera como dentro del aula, 110
revelan claramente ciertas regularidades en cuanto se refiere a la ideología de género. Aquellas
ceremonias institucionales que enfocaban la femeneidad ofrecieron los mismos papeles limitados
que han llegado a ser tan familiares (y cansadores) en las otras áreas de la vida: madre y princesa.
Por otro lado, el Maestro idealizado con quien los alumnos aprendieron a identificarse fue
invariablemente masculino, una circunstancia que hace recordar la siguiente observación de
Bourdieu:
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son las bases de su valor social (prestigio o descrédito) y que, por más que estén
ausentes de la descripción oficial del cargo, funcionan como requisitos tácitos, como
son la edad, el sexo, el origen social o étnico... de modo que las personas que carecen
de estas características son excluidas o marginadas... (1984: 102-3).
2ª
UNIDAD
Aunque tanto a los alumnos como a las alumnas normalistas se les enseñó a aspirar a la imagen
ideal izada del Maestro, prácticamente todas las representaciones de dicha figura eran
masculinas, desde el personaje noble alabado en los himnos escolares hasta la estatua en la Plaza
del Maestro en La Paz. Más aún, los profesores recordaban regularmente a sus alumnas su
Las dificultades resultantes que sufrían las alumnas al relacionar el ambiente generizado de la
normal a sus aspiraciones profesionales son semejantes a las notadas por Bruno Bettelheim:
En este sentido el destino de la niña puede ser aún más duro que el del niño. A ella se
le recalca, desde una tierna edad, que su mayor satisfacción provendrá del
matrimonio y de la maternidad, pero sin embargo su educación ha sido la misma que
la de los chicos, quienes han de realizarse principalmente mediante el trabajo y los
logros en la sociedad (1968: 18).
La validez general de está aserción no nos impide cuestionar un detalle: que la educación de las
chicas no es la misma que la de los chicos, a pesar del hecho de que ambas se desarrollan
simultáneamente en la misma aula. Por más que el currículum que se les transmite sea
superficialmente «el mismo», los alumnos y las alumnas no están igualmente ubicados con
respecto a él; así que las maneras en que lo experimentan son inevitablemente distintas. De lo
expuesto, uno podría deducir que, considerando que un fin central de la escuela es producir
ciudadanos modelos y que el ciudadano modelo dentro de la ideología de la cultura nacional es 111
masculino, por lo tanto también lo es el estudiante modelo. La consecuente invisibilidad de las
alumnas funciona como una barrera más para su superación; mientras la joven llega a darse
cuenta de su exclusión simbólica de las instituciones culturales más valoradas, su propio
sentimiento de auto-valoración y sus esperanzas de encontrar un sitio valorado dentro del sistema
disminuyen.
Los ejemplos mencionados conciernen a los mensajes explícitos sobre el género que se encuentran
en los contextos escolares, tanto auriculares como extra-curriculares. Empero, la misma
naturaleza patente de tales ejemplos puede ocultar otra área igualmente crucial de la ideología de
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género en la escuela: el silencio estructurado sobre la mayoría de los asuntos de género. Los
incidentes descritos arriba, aunque ejercen una función hegemónica, no son particularmente
sutiles; su mismo carácter explícito sirve para subrayar la ideología de género de la cual provienen,
haciéndolos así (al menos potencialmente) susceptibles a la crítica. Pero la mayoría de las
2ª
UNIDAD
cuestiones sobre la discriminación sexual siguen sumergidas y suprimidas; proscritas de los límites
del discurso escolar, raras veces, o nunca, fueron objetos de discusión o debate. De esta manera, la
misma adopción de una postura superficialmente igualitaria por las autoridades institucionales
puede servir para evitar una crítica verdadera de los temas relevantes. Stromquist comenta sobre
lo insidioso de esta postura:
Es así que la ideología de género de los contextos educativos se halla tanto en lo que se dice como
en lo que no se dice; los mensajes ideológicos más eficaces se hallan no sólo en lo afirmado, sino
en lo supuesto. Mientras los incidentes y comentarios explícitos descritos arriba llaman más la
atención del observador, pueden ser menos importantes que el silencio generalizado sobre las
cuestiones femeninas que se extiende a lo largo del currículum. Para descubrir la sustancia
verdadera de la socialización institucional de género, se debe prestar atención no sólo a los
ejemplos más patentes del sexismo, sino también a la tácita pero penetrante «generización» de
las prácticas sociales de la escuela.
Por supuesto, influye en muchos de estos procesos el hecho de que el cambio de la exclusión física
a la exclusión simbólica es todavía reciente e incompleto. Aunque las chicas ya conforman una
fracción significativa del alumnado, este avance demográfico es menos evidente en la composición
de los planteles docentes y administrativos, y entre las autoridades educativas. Como observa
Stromquist (en Bonder 1992: 229), los maestros desempeñan un papel clave en la transmisión de la
ideología de género, moldeando las nociones de la femineidad y la masculinidad mediante sus
relaciones cotidianas con los alumnos. La facción más obvia de dichas relaciones en la Normal 112
estudiada fue que prácticamente todos los docentes fueron hombres. Las únicas mujeres eran la
secretaria, la bibliotecaria, la inspectora y la profesora de Hogar. El resultado más inmediato de la
composición masculina del plantel docente es la falta de modelos para las alumnas. Aunque
existen más profesoras en la escuela básica, sus números disminuyen en la medida en que uno
vaya subiendo la jerarquía educativa, y cuando las alumnas llegan al nivel de la Normal (al menos
en la Normal rural), quizás no encuentren a nadie que esté en condiciones de comprender las
preocupaciones específicas que tendrán como educadoras y mujeres. Además, esta escasez de
modelos se hace mayor justo cuando las jóvenes, habiendo elegido el magisterio como carrera,
buscan entre sus profesores guías para su propio comportamiento e identidad profesionales.
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Es probable que la falta de docentes mujeres también fuese un factor en la falta de atención que la
institución prestó a las cuestiones del status de las mujeres dentro del magisterio y la nación en
general. Como señala Stromquist en su exploración de las políticas de género en la universidad
peruana:
2ª
UNIDAD
Aunque sería impreciso afirmar que toda mujer sea feminista, se puede argüir que el número
reducido de mujeres...[tiene] un efecto amortiguador sobre la identificación de asuntos
relacionados con los problemas de las mujeres, así como en el diseño de materias y actividades
académicas para tratar los mismos. Trabajar en un contexto donde la composición de género
68
El asunto de género también afectó significativamente mi posición como investigadora, aunque generó
más contratiempos con respecto al plantel docente que con los estudiantes. Algunos profesores
demostraron dificultades en aceptar la presencia de una investigadora mujer, más joven y más titulada que
ellos. El apéndice en Luykx (1993) habla de este punto y de otros asuntos relacionados con el proceso mismo
de la investigación.
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El área en que el margen de libertad personal de los alumnos fue más estrecho era sin duda la de la
sexualidad; aquí también las alumnas estaban sujetas a controles más rígidos que los varones.
Dada la situación de más de doscientos jóvenes de ambos sexos, la mayoría entre dieciocho y
veintitrés años, viviendo juntos en una institución lejos de la vigilancia de sus padres, la
2ª
UNIDAD
emergencia del interés sexual parecía inevitable. Debido a la naturaleza conservadora de las
normas sociales del altiplano boliviano con respecto a la sexualidad pre-marital, era de suponer
que cualquier institución tomaría medidas para controlar dicho interés. La actividad sexual
avanzada o el embarazo fuera del matrimonio eran considerados como formas de delincuencia
sumamente serias y sancionadas como tales. Además, la vigilancia de los alumnos de parte de la
Es indudable que los padres de muchos alumnos normalistas exigían el tipo de control ejercido por
la administración, y se puede argüir que beneficiaba a los alumnos en cierta medida también. Más
de una alumna me expresó su satisfacción con las restricciones sobre la actividad sexual; es
probable que muchas sentían que las reglas les proporcionaban una forma de protección contra las
situaciones (o los individuos) que ellas mismas no estaban preparadas para controlar. Otras, sin
embargo, se enfadaban por lo que consideraban la indignidad y la injusticia de las reglas:
Remedios: ...no nos dejan ni ir al pueblo. Y aquella chica que tiene su enamorado ya
está fichada... No sé por que lo toman esto a mal de ellos si es una cosa de la vida
real. Tanto ellos, también han pasado por el mismo momento que nosotros estamos
pasando; ellos también han tenido sus enamoradas, ellas también han tenido sus
enamorados y no sé por que tanto, nos encierran y no nos entienden. Es, es algo
injusto, ¿no?. Y no sé por que aquí hay esa desigualdad, que a los chicos los sueltan
hasta las diez y a las chicas nos encierran, si somos seres humanos igual que ellos.
114
La justificación usual para la prohibición de la actividad sexual era la protección de las chicas. La
amenaza del embarazo imprevisto y sus consecuencias para la reputación de la institución, fueron
mencionadas con frecuencia en conversaciones sobre el control rígido al cual estaban sujetos los
alumnos69. Mientras muchos de los estudiantes consideraban que la administración exageraba los
69
La inspectora incluía entre sus varios deberes el de registrar los ciclos menstruales de las alumnas.
Aunque la razón oficial fue para permitir a las chicas ser dispensadas de sus clases de educación física en
esos días (y asegurar que la excusa dada fuese legítima), tenía el beneficio adicional de permitir a la
administración mantenerse informada sobre el status reproductivo de las alumnas. Aunque no en sí
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riesgos y que podrían cuidarse a sí mismos, algunas de las chicas parecían compartir la opinión de
que cierto grado de control era necesario. Como una lo expresó:
Soledad: ...tantas cosas puede pasar a una mujer, sí, puede pasar pero, donde hay más control
2ª
UNIDAD
creo que es peor.
Soledad: Sí, porque, sinceramente las mujeres somos lo que, más peligro también corremos, o sea
McLaren (1986: 219) ha notado la tendencia de algunos alumnos de ver a los rituales institucionales
como «acogedores y protectores, brindándoles una sensación de orden y seguridad» , y esto era
cierto para muchas de las alumnas normalistas. Esta perspectiva con frecuencia estaba
acompañada por una concepción de la sexualidad -especialmente la sexualidad femenina- como
algo peligroso y amenazador, incluso patológico. Las opiniones expresadas por la siguiente
alumna estaban de acuerdo con su imagen responsable y su tendencia de cumplir un papel
materno con las otras alumnas internadas, pero parecen algo sorprendentes en vista de su propio
status como una mujer casada, madre de tres hijos:
Juana: . . . creo que, así tiene que ser en una institución. Porque digamos así lo dejan todo que es
auto-conduzcan de sí misma, es realmente dice, un proceso negativo... las chicas jóvenes todos,
los hombres jóvenes, o sea que, incluso llegan a ciertos límites que no se debe, y llegan las chicas a
embarazarse, o tienen problemas ya, conyugales... no sé qué sería, una enfermedad que sé yo, de
una atracción sexual.... como dice una mujercita siempre es débil... Sabes cómo es el dicho, que el
diablo nunca duerme, porque el hombre, digamos, una mujer le tienta, una mujer digamos, le ve,
no sé, de por sí el hombre atrae a la mujer, sabes, ¿no? . . . En todo el planeta Tierra la mujer es
mujer. ¿No? Y el hombre siempre, tiene otros pensamientos tal vez y, el que más peligra es la
mujer. Por esa razón.
Una queja común entre las alumnas era la falta de espacio y privacidad en el internado, y el hecho 115
adicional de que les echaran llave por las noches70. Varias de las chicas se quejaban de que ellas
estuvieran obligadas a entrar el internado a las siete u ocho cada noche, mientras los varones
estaban permitidos a seguir afuera jugando fulbito hasta las diez u once. Pero este reclamo nunca
preventivo de la actividad sexual, la regulación de una función tan personal contribuyó a la sensación de que
las actividades íntimas de los alumnos eran objeto legítimo de la vigilancia institucional.
70
Esta situación se complicaba aún más por el hecho de que las letrinas se ubicaban a poca distancia del
internado. A veces la llave del internado fue encargada a una alumna responsable, quien podía abrir la
puerta en caso de emergencia, pero muchas veces fue guardada por la inspectora (quien tenía otra vivienda
aparte).
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fue tratado formalmente, ni por la administración ni por el gobierno estudiantil. Las alumnas
casadas, a quienes se les permitía vivir afuera (por lo menos hasta que el rector decidió que todas
las alumnas debían vivir en el internado), eran objeto de cierta envidia, pues como observó una
alumna, «Sólo Dios sabe cómo viven».
2ª
UNIDAD
Otras técnicas disciplinarias que la Normal imponía a los alumnos enfocaban la vestimenta y la
apariencia física. En este sentido la institución intervenía en el uso de señales de identidad étnica y
de género, al intentar crear a alumnos-sujetos uniformemente acondicionados. El proceso es
evocador de lo que Goffinan, en su famoso estudio del control institucional, nombró «la
El reclutado llega a la institución con una concepción de sí mismo hecha posible por ciertos
arreglos sociales estables de su mundo de origen. Al entrar, es inmediatamente despojado del
soporte proporcionado por estos arreglos... Su ser es sistemáticamente mortificado, aunque a
veces sin esa intención. Empieza a experimentar unos cambios radicales en su carrera moral, una
carrera compuesta de los cambios progresivos que ocurren en las creencias que tiene sobre sí
mismo y sus «otros» significativos (Goffman 1961: 14).
Muchas de las técnicas de la desposesión de roles enfocan el cuerpo como un sitio crucial (aunque
no único) de la formación de la identidad del individuo. Foucault (1977: 24), más que cualquier otro
teórico, exploró este sistema de técnicas disciplinarias, concebido como «la manera en que el
cuerpo mismo está penetrado por las relaciones de poder». Cabe recalcar que muchas de estas
técnicas eran aplicadas más a las alumnas que a los alumnos, en parte por el hecho de que las
chicas no tenían la opción de vivir afuera y así escapar, por lo menos en parte, del régimen de la
vida institucional.
Uno de los mecanismos más obvios de la desposesión de roles es el uniforme. Los escolares
bolivianos habitualmente llevan el guardapolvo, aunque los chicos usualmente dejan de usarlo
para entrar al colegio, y seguramente para entrar a la educación superior. En cambio, las alumnas
normalistas seguían usándolo durante su permanencia en la normal. Además, aquellas chicas
acostumbradas a llevar pollera, vestimenta típica de la mujer aymara (tanto rural como urbana),
no la llevaban en la normal, aunque muchas seguían usándola los fines de semana71. Mediante la
regulación de la vestimenta, "la pérdida de los avíos de la identidad [prevenía] al individuo de 116
presentar la imagen usual de sí mism[a] a los otros" (Goffman 1961: 21); así que las alumnas
aymaras estaban simultáneamente impedidas de expresar, mediante su vestimenta, tanto su
identidad aymara como su identidad particular como mujeres aymaras72.
71
Se podría argüir que la bultosa pollera no es muy conveniente para sentarse en un pupitre; sin embargo,
esta consideración práctica de ninguna manera obvia la significación de la eliminación de la pollera del
repertorio simbólico de las alumnas. Fue notable que, cuando se admitieron los nuevos alumnos a la
Normal, muchas de las chicas llegaron vestidas de pollera, un indicio claro de su condición de novatas.
72
Esto no quiere decir que la vestimenta dejó de servir como indicador de la identidad cultural de las
alumnas. Aunque la pollera no era considerada como apropiada para el contexto institucional, otras
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Es bien sabido entre los maestros bolivianos (así como en muchos otros países), que mientras los
2ª
UNIDAD
chicos y las chicas en sus primeros años de escolaridad demuestran niveles de participación más o
menos iguales, la participación de las chicas disminuye relativamente a la de los chicos en la
medida en que van avanzando a los niveles superiores. Kramarae (1981:83) indica que, mientras
numerosos estudios han enfocado las destrezas comparativas de lecto-escritura y la fluidez verbal
de niños y niñas en contextos escolares, se ha prestado menos atención a las percepciones de los
Los distintos grupos de hablantes, inclusive los hombres y las mujeres, tienen acceso a distintos
«repertorios verbales»73. El concepto del repertorio verbal incluye no solamente las distintas
variedades lingüísticas empleadas por los hablantes, sino la gama de géneros lingüísticos en que
pueden participar. Hymes (1974) ha señalado que las formas de competencia exigidas y permitidas
a las mujeres con frecuencia difieren de las exigidas y permitidas a los hombres. En Bolivia, tanto
en los contextos escolares como en los comunitarios, la investigación ha demostrado que las
mujeres no participan en toda la gama de prácticas lingüísticas en que participan los hombres;
además parecen ser excluidas especialmente de aquellos estilos de habla que son públicamente
valorados (Luykx 1989). Las diferencias entre los repertorios lingüísticos de hombres y mujeres, los
contextos en que hablan ambos y los estilos lingüísticos que emplean nos dan pistas sobre la
relación social entre los sexos y la posición de cada uno dentro de las corrientes del cambio
cultural. La socialización lingüística diferenciada que la escuela ofrece a cada sexo pone en tela de
juicio si la discrepancia sexual en la competencia comunicativa es precisamente una cuestión de
libre elección entre «opciones». Por ejemplo, varios investigadores en los EE.UU. e Inglaterra han
observado que las alumnas reciben menos atención de parte de sus maestros que los alumnos, y
que dicha discrepancia no puede explicarse sólo por la mayor necesidad de contacto disciplinario
con los varones (Cazden 1988:97). Pero, aunque éste sea un factor en los distintos niveles de
participación verbal entre alumnos y alumnas en las aulas bolivianas, es también, en sí, una 117
respuesta simplista a un problema complejo. Para indagar más profundamente sobre la cuestión
de la manera en que las alumnas aprenden cómo, cuándo y dónde no deben hablar, debemos
facciones como el peinado, el uso (o no uso) de maquillaje o joyas y otros detalles de indumentaria todavía
servían para hacer a las alumnas «indicios ambulantes de sus lealtades sociales y culturales» (Fiske 1989:
147). Aunque algunas de las alumnas citadinas usaban maquillaje y joyas, tales adornos eran vistos con
cierto desprecio por los varones (y ocasionalmente por los profesores también), como evidencias de vanidad
y frivolidad.
73
Definido por Gumperz (1964) como la totalidad de recursos lingüísticos - lenguas, dialectos, estilos, etc- o
disponibilidad de los miembros de una comunidad de habla.
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analizar los materiales y métodos empleados en el aula, las oportunidades que éstos brindan para
la participación verbal de parte de los alumnos y las estrategias estudiantiles frente a las
situaciones que la escuela les ofrece. 2ª
UNIDAD
En su estudio sobre la ideología de género en el currículum de la escuela básica boliviana, Miracle
(1973: 71) observó que no se esperaba que las chicas sobresalieran académicamente. Mis propias
observaciones quince años después no revelaron muchos cambios aquí; en la vida cotidiana del
aula, la participación masculina seguía siendo notablemente mayor que la femenina. Raras veces
observé que los maestros de básico pidieran que los alumnos diesen respuestas voluntarias, y en
La diferencia entre la participación masculina y femenina en el aula es algo similar a la descrita por
Philips (1972) entre alumnos indígenas y blancos en Arizona (EE.UU.). Al analizar las varias
«estructuras de participación» empleadas en el aula, es decir, las distintas maneras de estructurar
la participación de alumnos y maestros (maestro dictando a los alumnos, maestro trabajando con
grupos pequeños de alumnos, los grupos trabajando independientemente, etc.), Philips halló que
los alumnos indígenas elegían participar verbalmente sólo dentro de aquellas estructuras que
cumplieran las condiciones sociales para la participación verbal dentro de su cultura materna.
Extrapolando los hallazgos, podemos especular que quizás las alumnas aymaras estén menos
dispuestas a participar verbalmente en situaciones de habla que no son estructuradas como
aquellas en que participan las mujeres dentro de las comunidades aymaras. En una investigación
anterior en una comunidad bilingüe aymara-castellano (Luykx 1989), encontré diferencias
marcadas entre el habla masculina y femenina en áreas como la elección de códigos y la
alternación entre los mismos, el uso de préstamos castellanos, la normas de interacción y los
estilos de discurso. Especialmente en situaciones de discurso público, observé que, por el hecho de
que los aportes verbales de las mujeres no demostraban los parámetros discursivos más asociados
con esta función, generalmente no fueron reconocidos como partes integrales de dicho discurso;
consecuentemente, las mujeres fueron percibidas como poco participativas y con una influencia
mínima sobre los eventos, aunque en realidad su participación muchas veces fue definitiva. En
general, parecía que aquellos estilos lingüísticos más característicos de los hombres
correspondían con el habla más valorada en la comunidad74.
En la escuela, la no-participación de las niñas en situaciones de habla individual o pública (sea ésta 118
dirigida al maestro o al curso) puede estar relacionada con el hecho de que las mujeres aymaras no
participan con frecuencia en este tipo de habla en otros contextos grupales. Como señaló Harding
(1975: 287) en un análisis de los roles verbales de las mujeres y su relación con la división del
trabajo en una aldea española, «los hombres y las mujeres no sólo tienen distintos roles
comportamentales, que influyen el contenido de su habla; sino que también tienen distintos roles
verbales que estructuran el uso del lenguaje y les asignan distintas habilidades verbales y géneros
74
Esto puede ser relacionado al hecho de que históricamente las personas en posiciones de autoridad
(usualmente no aymaras) han elegido interactuar con las comunidades aymaras sólo mediante los hombres
de la misma.
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de habla». Sin embargo, por más que sea importante prestar atención a las estructuras de
participantes en que las mujeres se sienten más a gusto para hablar, esto no deberían llevar a
encerrarnos en explicaciones que, al basarse en las «diferencias culturales», pasan por alto las
cuestiones de poder y prestigio.
2ª
UNIDAD
En la escuela todos los alumnos, tanto varones como mujeres, supuestamente reciben la misma
formación lingüística. Empero, la diferenciación entre sus roles verbales es evidente allí también.
Por ejemplo, en Luykx (1989) se demostró que, aunque todos los alumnos fueron enseñados a
McNeil (1986: 160-1) considera la reticencia estudiantil como una reacción a los estilos de
enseñanza apáticos o autoritarios; afirma que los estudiantes «perciben cuando los docentes
toman en serio su trabajo» y responden a una enseñanza «mínima» con un esfuerzo mínimo. Sin
embargo, en la normal, los alumnos que solían emplear esta táctica (principalmente las chicas) lo
119
hacían más o menos indiscriminadamente. Aunque algunos profesores eran más expertos que
otros en sacar a los alumnos tímidos, la resistencia de éstos no parecía una reacción al profesor o
al estilo de enseñanza específico. Walsh, en un análisis algo más incisivo, considera el silencio
como un síntoma de la posición subordinada de los alumnos dentro de las relaciones de poder
vigentes en el aula:
75
Este distanciamiento entre la identidad de uno y el trabajo al que uno entrega su labor es un indicio clave
de la alienación laboral. Eggan ha descrito un proceso similar para los niños Hopi (tribu indígena de los
EEUU.), quienes resuelven el dilema de su «educación forzada» adoptando «una acomodación superficial a
la situación hasta la hora en que pudieran volver a su propio mundo significativo» (1974:316).
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Mientras esta interpretación es más convincente, parece algo optimista considerar el silencio de
los alumnos como "una elección de no interactuar con los profesores... una respuesta activa,
Dentro de la Normal, el silencio fue una estrategia particularmente femenina, especialmente entre
las alumnas de las comunidades rurales remotas. Al principio, su no inclinación a responder a las
preguntas de los profesores me era misteriosa, pues fue evidente que muchas veces sabían las
respuestas, por más que no querían o no podían pronunciarlas. Ocasionalmente, escuché a la
alumna desventurada murmurar la respuesta a una compañera, después de que el profesor se
había dado por vencido y dirigido su atención a otro. Me costaba creer que dar una respuesta,
cualquier respuesta, podría ser más mortificante que ser el foco de atención, tanto del profesor
como de todo el curso, durante esos momentos de largo y agudo silencio.
El silencio de las chicas rurales usualmente se atribuía a su dificultad por hablar bien el castellano
y a su temor de ser objeto de burla para sus compañeros o ser corregidas por el profesor. Hill (1987:
121) ha observado que «las mujeres parecen ser más sensibles que los hombres a las normas [del
habla culta], y más sensibles a la estigmatización del uso vernáculo»; esto también describe bien
la situación en la Normal. En las entrevistas, la mención de la timidez de las alumnas
inevitablemente provocaba referencias a las dificultades lingüísticas de las chicas rurales. Philips 120
(1983) describe una situación similar entre los alumnos indígenas que se negaban a hablar en el
aula, no por temor a los profesores, sino a la burla de sus compañeros no indígenas. Varias
alumnas normalistas me describieron el temor de ser objeto de (prestándome una frase de Oliart
[19911]) "la burla represiva"76:
76
Oliart emplea el término en referencia al temor expresado por unas mujeres peruanas de las clases
populares, de vestirse de una manera que sugiera pretensiones de la sofisticación urbana (1991:207).
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Clara: Es que a veces, digamos que una chica participa, algo a veces no dice bien,
entonces otros se ríen. O piensan de lo que, digamos, algo van a decir, va a estar
mal... Mayormente eso pasa con las chicas provincianas, con ellas. Con las que son
encerradas en sí, no participan, y siempre tienen miedo porque, piensan que van a
2ª
UNIDAD
hablar mal... Incluso la respuesta verdadero lo tienen... Le da miedo que le digan, o
que se ríen, y las otras están de miedo.
Casi todos los alumnos, tanto rurales como urbanos (y muchos de los profesores también)
hablaban una variante del castellano que demostraba una influencia notable del aymara. Entre los
Faustino: Sabes por qué tienen miedo a veces uno, del campo a veces, no, no habla
correctamente castellano. Entonces, tal vez habla mal, o es que, entonces los que
están al frente, ya se ríen pues, «¡ja ja ja!» ya así. Lo gozan ¿no ve? Entonces, por no
hacer gozar ya ps uno aguanta ya allí, más no quieren hablar ya. Tiene esa que, se van
a reír, es que le van a bajonear así. Pero uno, ¿cómo tenía que surgir esto?; aunque
hablando malo bien, y, poco a poco, se va corrigiendo ¿no ves? Pero peor es cuando se
oculten. Pierden, o sea, muere en ese caso la flor.
La falta de dominio del español no fue la única causa de dificultades; algunas alumnas cuyo
español se acercaba al estandard mostraban la misma vacilación para hablar en el curso, debido a
la incertidumbre, el desinterés, o simple timidez. Pero con las alumnas urbanas y los varones, casi
siempre fue posible sacar por lo menos algún tipo de respuesta. Un docente dispuesto a esperar,
regañar o persuadir al alumno vacilante usualmente conseguía una respuesta, por mínima que
fuera. Pero en el caso de las alumnas rurales, estos esfuerzos fueron en vano; frente a su silencio
incómodo y terco, el profesor se veía obligado a resignarse y pasar a otro alumno.
En una paradoja investigativa, las alumnas con más dificultades en expresarse lógicamente eran
las menos dispuestas a dejarse entrevistar. Sin embargo, una alumna fue la excepción. Aunque 121
generalmente callada en el curso, era extrovertida fuera del aula, a pesar de que guardaba un
rencor amargo contra lo que percibía como la discriminación de las alumnas citadinas. Cuando
consintió a dejarse grabar hablando de su timidez en el aula, comenzó la entrevista con una
negación típicamente modesta:
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Diana: No sé nada.
Siempre nos equivocamos, siempre nos falta algo, por ejemplo, cuando salimos a exponer, a
Fiske (1989: 64) arguye que el bochorno es una forma principal del placer popular; pero eso no es
verdad en todos los casos. El bochorno entre iguales es una cosa, la mortificación frente a los
rivales o superiores sociales es otra. Por más que provoque un comportamiento juguetón o infantil
-como en el caso de dos muchachas que, después de una presentación grupal en que no hablaron
nada, volvieron a sus asientos y empezaron a abofetearse en broma- esto parece una evidencia, no
del goce, sino de la tensión que sigue una actuación fracasada.
Sin embargo, la vergüenza de un alumno puede ser gozada por los otros. Los estudiantes
regularmente se reían de los errores verbales más notorios de sus compañeros, y los chicos
frecuentemente se entretenían tratando de hacer reír a los que exponían frente al curso, con
muecas y gestos cómicos fuera de la vista del profesor. Este comportamiento puede interpretarse
como algo diseñado para subvertir los fines oficiales de la actividad del aula. En vez de
simplemente cubrir el material asignado, las presentaciones estudiantiles se convertían en
oportunidades de diversión y escape del régimen académico, sin salir de los confines del aula. En
este sentido son indicios de la alienación de los alumnos de los fines oficiales y modalidades
expresivas de la misma.
Pero mientras la burla de la actividad académica puede ser que tenga una función solidaria entre 122
los alumnos, no se puede decir lo mismo del silencio de las chicas. Este no fue producto de la
solidaridad, sino una defensa contra una amenaza percibida de pasar como ridículo. Por más que la
negación a la participación esté vinculada con la alienación de las alumnas a la actividad
pedagógica, esto no implica que ellas mismas consideren dicha alienación como la razón principal
de su abstención, ni tampoco que su silencio sea indicio de una naciente consciencia crítica. Es
innegable que las causas de la alienación estudiantil provienen de procesos sociales más amplios,
pero lo que los alumnos experimentan subjetivamente no es la hegemonía de un régimen de
conocimientos estratificado en base a clase y etnicidad, ni la alienación de su propia producción
lingüística, sino la frustración de la incomprensión, la vergüenza de un acento despreciado y el
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temor a la burla de sus compañeros. Como producto de estas experiencias, su silencio-por más que
sea una forma de resistencia- nace no de la solidaridad, sino del aislamiento.
Aunque «la burla represiva» fuese más imaginaria que real -aunque el curso en realidad no se riera
2ª
UNIDAD
de los errores gramaticales, pues todos en su momento han soltado errores similares- es, sin
embargo, el producto de una larga historia de discriminación generalizada y bastante real. Aunque
dichos errores no provoquen un escarnio inmediato en el aula, sus secuelas pueden hacerse sentir
más tarde en el internado de señoritas, donde los dardos del prejuicio se sueltan más libremente.
Esto puede ser en parte lo que quieren decir las chicas cuando expresan su temor de que los otros
El profesor habla de las notas; a muchos alumnos les falta su examen de desquite.
Paco sugiere que, en vez de un examen escrito, cada alumno de una exposición oral
frente al curso. Arguye que les ayudará a perder el miedo de hablar, a ganar
experiencia y mostrará su conocimiento del material igual que lo haría un examen
escrito. Pía murmura «Cállate» mientras José y otro muchacho apoyan la idea. El
profesor pregunta si hay otras opiniones; las chicas miran vagamente o bajan la
mirada hacia sus cuadernos. La moción se aprueba.
La reticencia estudiantil fue un tema frecuentemente tocado en mis conversaciones con docentes,
a veces provocando especulaciones desalentadoras sobre sus posibles causas. Con frecuencia, se
echó la culpa a la familia rural y al ambiente comunicativo «inadecuado» que ésta provee al niño.
Profesor Torres: En la familia campesina, casi los niños pues no tienen ninguna
participación dentro del hogar. Ellos están simplemente allí, solamente se dedican al
pastoreo... a las labores del hogar, pero normalmente solos, no hay esa interrelación
entre toda la familia, no hay nada veremos de una participación de parte de los niños.
Los niños siempre están en el campo pasteando ovejas, en fin, no hay comunicación, 123
son ps muy introvertidos los niños. De allí empieza el problema, llegan al colegio de
la misma forma, llegan a la normal igual, no hay participación, no hay iniciativa,
ahora tampoco les gusta leer, en fin realmente es problemático el asunto de las
normales rurales, en relación a las familias... Los alumnos que vienen del campo,
inclusive en la manera de conversar, siempre son un poco más introvertidos, no se
77
Las tensiones étnicas y de clase eran mucho menos intensas en el internado de los varones que en el de las
señoritas por razones relacionadas con las experiencias previas de los chicos durante su servicio militar,
entre otras. Véase Luykx (1989) para una exploración detallada de las diferencias de género en las maneras
en que los alumnos manejaban los conflictos étnicos y de clase.
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expresan libremente, como lo hacen por ejemplo algunos alumnos que han llegado
de la ciudad... simplemente tienen dos o tres amigos, y solamente ellos...
Suspendiendo por el momento los problemas que lleva este tipo de explicación, cobra cierta
2ª
UNIDAD
validez por las opiniones de los mismos alumnos rurales, algunos de los cuales consideraban su
crianza rural como una fuente de dificultades posteriores. Quizás podemos atribuir la
característica timidez de los alumnos rurales no a deficiencias «lingüísticas o culturales en el
hogar, sino al relativo aislamiento en que crecen muchos; ocupados desde una tierna edad con
tareas domésticas y agrícolas, tienen menos oportunidades que los niños urbanos para
Mateo: Igual era así, en colegio era bien tímido. Mi madre misma me ha
acomplejado. Porque yo soy el único hijo y mi mami me decía, se criaba algunas
ovejitas, y me decía «Ya, anda a pastorear esas ovejitas me decía, no me dejaba ir con
mis amigos. ¿Ya? Entonces, siempre estaba en los quehaceres...entonces no me ha
dejado abrirme, ya, con los muchachos de mi altura.
Nicolás: Desde su familia siempre es eso no, [son] así, introvertidos, o sea que, no
tiene esa comunicación directa con sus padres ni con sus hermanos. Un poco somos
cerrados... no hay esa interrelación que debe existir, desde la niñez, en la
comunicación entre padre e hijo ¿no? Hablar con más confianza, de cosas un poquito
más íntimas... Entonces, claro que cuando vienen aquí se juntan con mucha gente de
otro lugar, entonces un poco difícil, ¿no?
Las experiencias escolares tempranas también eran consideradas por muchos como una fuente de
la timidez verbal. Tanto alumnos como profesores recordaron desde la escuela primaria las
técnicas pedagógicas mecanizadas que han sido tan criticadas en los últimos años. Algunas veían
la reticencia estudiantil como un vestigio de las experiencias anteriores, en vez del resultado de
relaciones similarmente alienantes en la normal misma:
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Remedios: La mayoría [de las chicas] vienen del campo, y no han conocido esa
formación total, no, de un colegio. Siempre han sido tratado así con cierta
Antonia: Ese viene desde el colegio mismo. En colegio mismo, tienen esa vergüenza,
tienen miedo, fácilmente no quieren participar... Tienen miedo a los jóvenes a los,
más que todo a los varones... Eso es el miedo, ya es desde el, digamos desde el 10, 11,
hasta ahora.
AL: En la edad en que empiezan a fijarse en los chicos, parece que es.
Antonia: Sí, en eso es más que todo, por eso en esos años ya tienen miedo.
125
Remedios: Yo he estudiado en un liceo de señoritas, donde allá, éramos partícipes
todas. Porque no había un varón; no, éramos pura mujeres y hablábamos todas. Y,
como acá es mixto, tal vez algunas no hablan por temor, por vergüenza. Tal vez, ¿no?
Por no equivocarse alguna palabra. y por temor a los chicos.
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Los varones que estudian junto con chicas participan en mayor grado que los que
asisten a escuelas sólo de varones. La presencia de las colegialas les anima a
participar más. En el caso de las mujeres, la coeducación tiene un efecto polarizante,
2ª
UNIDAD
produciendo niveles de participación altos así como bajos -la presencia de los varones
estimula la participación de algunas chicas, pero frena la participación de otras. (Este
último grupo requerirá un análisis aparte para comprender el poder del
acondicionamiento familiar, el cual varía bastante con respecto a la aceptación de la
participación femenina) (1992: 92).
provenían de comunidades mineras. También tendían a ser un poco mayores que sus compañeras,
y algunas ya eran esposas y madres. Mientras algunas de las chicas citadinas también
participaban activamente en el aula, muchas de ellas compartían (aunque usualmente en menor
grado) la misma timidez que afligía a sus compañeras rurales. En cambio, las alumnos de las zonas
mineras exhibían la firmeza retórica y la seriedad académica por las cuales son conocidas aquellas
comunidades. Así que, aparte del «acondicionamiento familiar», parece que el condicionamiento
cultural y comunitario también son factores importantes que influyen en la relativa timidez o
expresividad de las alumnas.
La experiencia de trabajo fue otro factor importante en el proceso de cómo los alumnos
aprendieron a superar la timidez. Varios alumnos varones confesaron que también habían sufrido
de la misma cohibición, pero habían vencido el temor por entrar al mundo del trabajo o al servicio
militar, experiencias a las cuales tienen un acceso mucho mayor de lo que tienen las chicas.
Faustino: El año pasado cuando estuve en colegio, sí, tenía miedo, no sé. Por ejemplo
cuando no sé algo, le digo... pero cuando voy al frente es, puta me miran todos ya -
[se estremece, con voz entrecortada] ¡ya ps! Uno sabiendo, pierde el hilo. Pero esto
me he formado, como estaba en la ciudad ya, en cuartel mismo, ya para mi es, normal 126
ya... Sabes eso como he superado -mmm, leyendo- así más que todo compartiendo
con los compañeros, no, hablando, discutía, esa ventaja también hay en el internado,
¿no ve? Aquí siempre están metiendo bulla, entonces, no ps, normal no más.
Mateo: Eso he superado gracias al trabajo... yo fui [de mi casa], apagando la timidez,
ya, relación con otras personas, así, intercambio de ideas, como contigo... De eso un
poquito un poquito, yo perdí [el miedo].
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Es significativo que dos alumnas que tendían a hablar más en el curso mencionaran su propia
experiencia de trabajo y organización como factores en su participación:
Juana: Siempre me he metido así siendo secretaria de actas, o bien me han metido en
la directiva de líder, por ejemplo en el campo estuve en un centro de madres, era yo la
2ª
UNIDAD
líder.... iba a las federaciones, iba a varias así, reuniones. Y ahí siempre lo que yo
escuchaba y pensaba, decía, expresaba. Cuando malo bien pero lo expresaba... Veo a
la gente y yo mismo me digo, «También es humano, como yo. Puedo hablar también
algo más que ellas».
Sin embargo, la mayoría de las chicas rurales no tiene acceso a experiencias semejantes, ni
tampoco a la del servicio militar, que sin duda también afectaba la participación verbal de los
alumnos. Cuando un soldado es interrogado por un superior, no debe ni puede agachar la cabeza y
guardar silencio, y así lo aprende quiera o no. Los efectos del cuartel sobre el comportamiento
verbal de los jóvenes son múltiples. El más obvio es que los que entran sin saber hablar español
son obligados a aprenderlo. Además, aprenden a vencer el miedo y a contestar cuando se les dirige
la palabra. Aunque el cuartel está lejos de ser un ambiente educativo dialógico, los reclutas sí
adquieren cierto grado de madurez y confianza, y aprenden a tolerar situaciones y demandas que
no son de su agrado. Aunque tal aculturación forzada sea comparable a aprender a nadar siendo
arrojado al agua profunda, sin embargo lleva ventajas que se extienden más allá del ámbito
militar. Por ejemplo, es difícil imaginar que un joven egresado del cuartel sufra la timidez que
describe Remedios:
Remedios: Esto viene acerca de los gritos o sea que, del trato mismo de los
catedráticos. . . Con un grito, a uno ya le atemoriza. y piensan ellas, que si en clase
opinan, les van a gritar, y eso va a ser mal para ellas, ¿no? Y, desde allá se están
formando, para ser profesoras, o sea, tener una profesión, pero para mí que lo están 127
haciéndoles algo malo más que todo, algunos catedráticos, con su forma de
tratarnos. Porque nos están creando un amedriamiento en, en nuestro ser, ¿no?
Dentro de nosotras mismos. Psicológicamente nos están matando, tratándonos mal.
Es por eso que no opinan mucho las chicas, a temor que se les grite, ya temor que se
le rechaza su opinión. Es por eso que no hablan. Yo sé que ellas, dando un examen
escrito, se van a sacar más nota, mejores notas que yo. ¿No? Porque, dentro de ellas,
tienen unos pensamientos, quién sabe mejores que yo. Sólo que no pueden expresar
así afuera, por ese temor, a que se les rechace, ya que se les grite.
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Remedios: Eh, bueno, acerca de eso sería también el otro problema. Porque, así,
existe el machismo. ¿No? Entonces los varones, aunque opinen mal o bien, siempre
2ª
UNIDAD
van a salir adelante. Porque si el profesor les va a dar un grito, a ellos les va a
resbalar. ¿No? Mientras que a las chicas nos va a dar un grito, nos vamos a sentir
Mientras la mención que hace Remedios del «machismo» puede parecer simplista, se la puede
interpretar como una referencia a las muchas manifestaciones del sexismo que hacen que las
De ahí que las chicas y los chicos rurales se hallan en posiciones muy distintas al entrar a la escuela
normal. Para los varones, es simplemente un paso más en un proceso que hay desarrollado
durante años; para las chicas, constituye un desafío social y lingüístico para el cual muchas están
poco o nada preparadas.
Remedios revela otra pista sobre las actitudes contrastantes de chicos y chicas en el aula, al
referirse a la habilidad de los chicos para ganar la aprobación del profesor, hablando bien o mal.
Casi siempre, al ser elegidos por el profesor, los alumnos varones hablaban, coherentemente o no
-mientras las chicas estaban más dispuestas a callarse completamente si no sabían la respuesta
(y, a veces, aun sabiendo). Existía cierto estilo verbal, en el que algunos de los varones eran
particularmente talentosos, que entrañaba hablar alrededor de un tema metiendo palabras y
frases claves y, en general, creando una ilusión de dominio sin tener quizás más que una idea vaga
de lo que uno estaba hablando. Mientras tales presentaciones fueron muchas veces
lamentablemente transparentes, muchos docentes no se consternaban por eso; sino que se
quedaban satisfechos de que el alumno hubiese cumplido con sus obligaciones discursivas. Un
alumno casualmente explicó esta estrategia: 128
Sergio: Cuando no sabes algo en sí bien fundamental ya, argumentas con frases, con
tal de que se habla extensa la ésta ¿no? Por ejemplo eso mismo que estás viendo es lo
que yo mismo he hablado; hasta los ocho minutos casi, no hay un contenido, no en sí,
simplemente estoy dando vueltas, recién al último enfoco el aspecto mismo central.
Eso es lo que ocurre pues. Aquí, no, por decir, las chicas más que todo se van
aislándose nomás, no, no tienen conocimiento entonces con algunas palabras así lo
tratan de completar y, el profesor no corrige eso...
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Por más que estas presentaciones no fueron siempre muy convincentes, esta estrategia para
manejar la crisis momentánea de ser el foco de atención se aproximaba más a lo que quería el
profesor (y permitía al alumno zafarse más pronto de la situación), a diferencia del silencio total
que empleaban las chicas.
2ª
UNIDAD
Una gran parte de la educación formal consiste en lograr la competencia en un conjunto específico
de estilos de habla; como indica Sergio, líneas arriba, los alumnos son alabados por la exhibición
exitosa del estilo requerido, muchas veces sin hacer caso del contenido verdadero de lo que han
hablado. Como observa Cazden:
Otra característica aparente de este «registro estudiantil» es que se lo sonsaca con más frecuencia
y más éxito de los chicos, que de las chicas. Colocar a ambos juntos en la misma aula no parece
remediar esta discrepancia, puede hasta exacerbarla, Sara-Lafosse afirma que:
...si la co-educación ha de tener influencia, es probable que debe abarcar todo. En otras palabras,
debe ser sin cursos de estudio o actividades que separen a los alumnos por sexo (1992: 95).
Para que la co-educación sea verdaderamente igualitaria con respecto al género, dicha igualdad
tendría que extenderse a incluir las condiciones de vida en la institución, las ideologías de género y
las normas sociales vigentes allí; tener aulas mixtas o simplemente no es suficiente cuando los
alumnos y alumnas están sujetos a distintas normas de control y socializados en roles
agudamente contrastantes. Las distintas estrategias que emplean los alumnos y las alumnas, así
como sus distintos grados de compromiso con la empresa académica, indican que la co-educación
en Bolivia todavía tiene mucho por andar.
2.2 Las respuestas de los docentes a la negación de participación por parte de las
129
alumnas
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resultados eran previsibles y consistentes: sólo uno o dos muchachos dominaban el trabajo del
grupo y la presentación de las conclusiones, así que la discusión general usualmente consistía en
los aportes de seis o siete varones (los líderes de los grupos respectivos). Los alumnos fácilmente
reconocían que esta técnica hacía poco para incluir a la mayor parte del curso:
2ª
UNIDAD
Remedios: Es algo positivo y en parte es algo negativo. Positivo, hay participación de
los alumnos. Negativo, hay participación, pero no del todo. Siempre se forma un jefe
del grupo, y es él que habla más. ¿No? Y, llegamos a lo mismo... participan dos o tres
personas, por decir, se forman cuatro grupos, allí se nombran un representante del
Es interesante notar que una razón para la escasez de participación femenina surgió de los
esfuerzos de parte de los mismos docentes por hacer la clase más igualitaria. Al formar grupos de
seis, muchas veces algunas chicas se formaban aparte, en uno o dos grupos sin varones; pero el
docente invariablemente las separaba y hacía que todos los alumnos trabajasen en grupos mixtos,
evidentemente considerando que esto iba más de acuerdo con los ideales progresistas de la co-
educación. El resultado fue que cada grupo contenía por lo menos un varón, y como consecuencia,
las chicas que habrían sido obligadas a participar, si no hubiera habido ningún varón en el grupo,
diferían el liderazgo a éste y se hacían pseudo-participantes pasivas.
Otra técnica para fomentar la participación fue «la mesa redonda»: los alumnos formaban un
círculo con sus pupitres y el profesor solicitaba comentarios individuales; pero esto tampoco
fomentaba mucho la participación femenina. Un análisis de la participación masculina y femenina
en una de estas discusiones (grabada en video) reveló que el número de aportes verbales de los
chicos excedió al de las chicas por una razón de 3:1. Los varones constituían 62% del curso, pero
ocuparon 76% del tiempo de habla. El tiempo promedio de un turno también fue más largo para los
varones (54 segundos, en comparación con 49 segundos para las chicas). Mientras estos datos ya
revelan un desequilibrio de género, la diferencia verdadera fue mayor aún, pues el grueso de la
participación femenina provino de una sola alumna: Vera, un poco mayor que la mayoría de sus
compañeros, madre de dos hijos, quien provenía de una comunidad minera y era una alumna
excepcionalmente seria, inteligente y elocuente. Ella fue la única responsable de siete de los trece
turnos de habla contribuidos por las alumnas, y más de dos tercios de su tiempo de habla. Si
dejamos a un lado la participación de Vera, la participación femenina es aún más baja. 130
Tomando como guía los cuatro indicios de participación estudiantil descritos por Sara-Lafosse
(1992: 91) -hacer preguntas en la clase, expresar ideas en la clase, tomar la palabra en las reuniones
y protestar contra las injusticias- se pudo observar que los varones dominaban exageradamente
las tres primeras categorías. Las alumnas estaban un poco más dispuestas a protestar (como en el
caso de reclamar los plazos o la cantidad de sus tareas) que a hablar en las reuniones o discusiones
de clase, quizás porque el acto de protestar usualmente no requería el estilo formal y académico
del habla que caracterizaba los otros contextos. Es revelador examinar aquellos contextos en que
las alumnas sí participaban activamente. No es sorprendente que estos fuesen los contextos en
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que no dominaba el «conocimiento escolar»: eran contextos en que las chicas tenían un interés
directo y también conocimientos relevantes, y donde no se exigía el «buen español». En cierta
reunión que observé, las chicas estaban sentadas pasivamente hasta que se llegó al tema de poner
una cuota para el proyecto anual del curso; de golpe las chicas se animaron, afanosas de tener voz
2ª
UNIDAD
en la decisión de cuánto pagarían y cómo sería empleada la cuota. De la misma manera, cuando
los últimos minutos de la clase eran dedicados a hablar de qué danzas serían incluidas en las horas
cívicas o los programas institucionales, las chicas participaban bastante en las discusiones,
aunque pocas veces en calidad de líderes. Queda claro que las chicas eran capaces de expresar sus
pensamientos, bajo ciertas circunstancias.
Aunque el dominio del español (o la falta del mismo) era sin duda un factor en la decisión de la
alumnas para no participar verbalmente en el curso, sería engañoso recurrir únicamente al
argumento de «competencia lingüística» y así excluir las cuestiones de poder y prestigio, que
también afectan la producción verbal de los hablantes (por más que el silencio o vacilación que
surge de estos factores se parezca a los efectos de la deficiencia técnica). Walsh (1991: 38) critica la
noción chomskiana de que «la competencia determina el performance», por sugerir que «la
realidad sociocultural de una persona impacta poco o nada sobre su lenguaje». Ella arguye a favor
de una perspectiva más bakhtiniana, afirmando que las distinciones entre competencia y
performance o entre langue y parole son ilusorias «pues niegan la realidad inherentemente social
del lenguaje como comunicación» (op. cit,: 40). En un argumento similar, Bourdieu afirma que «la
competencia técnica es para la competencia social, lo que la capacidad de hablar es para el
derecho de hablar: simultáneamente una pre-condición y un efecto». También nota que "siendo
iguales los otros factores (en particular, el capital educativo), las mujeres se difieren de los
hombres no tanto en la competencia estrictamente técnica [lingüística], sino en su manera de
afirmarla» (1984: 409).
La discrepancia entre las estrategias áulicas de alumnos y alumnas indica que la diferencia de
género en cuanto a la «competencia social» es tan importante (o más) que la diferencia en cuanto
a la competencia técnica. Dicha discrepancia proviene, en parte, de la percepción que tiene cada
grupo de sus derechos al habla, tanto en los contextos escolares como en otros contextos. Es
probable que los profesores afirmen que todos los alumnos tienen los mismos derechos de 131
participar en el curso; pero la laguna entre la teoría y la práctica parece considerable. De hecho, las
«normas» lingüísticas a veces reflejan no el uso actual, sino la negación oficial de las relaciones de
poder vigentes en el discurso78. Por lo tanto, se debe examinar no solamente la definición
78
Correspondientemente, Sherzer advierte sobre la necesidad de distinguir entre los patrones reales e
ideales del habla; en un resumen investigativo sobre las diferencias entre el habla masculina y la femenina
en varias culturas, notó que los géneros de habla ritual que definen el liderazgo entre los Kuna de Panamá,
por más que fueron teóricamente disponibles tanto para los hombres como para las mujeres, en la práctica
eran restringidos solamente a los hombres (1987:102).
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dominante de los derechos al habla, sino también cómo estos son percibidos por los que, por
cualquier razón, no los ejercen.
79
Unas cuantas alumnas elocuentes constituían excepciones a esta regla, y parecían recibir más aprobación
de sus profesores por su excepcionalidad. Sin embargo, el hecho de que eran vistas como tan
«excepcionales», en vez de como ejemplos de lo que quizás podían haber logrado también las otras alumnas
con un poco más de ánimo, revela la suposición, bastante común en Bolivia, de que las chicas naturalmente
no sobresalen en lo académico, notado también por Miracle (1973:71).
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el habla pública sin temor a las fallas lingüísticas. Pero esta posibilidad fue negada por la exclusión
de las chicas de prácticamente todos los géneros más prestigiosos de la expresión verbal.
Por un lado, a las mujeres aymaras se les percibe como hablantes menos fluidas en español y más
2ª
UNIDAD
dependientes del aymara para su comunicación cotidiana y, por otro, las formas más prestigiosas
de la expresión verbal aymara también les están cerradas, al menos en los contextos escolares.
Hill, quien ha observado un fenómeno semejante entre bilingües español-mexicano, lo interpreta
como resultado de la exclusión activa de las mujeres de los comportamientos masculinos. Su
análisis demostró que el habla femenina era «altamente restringida en una gama estrecha de
Si tomamos a los alumnos indígenas como el «material crudo» en un proceso educativo dedicado a
transformarlos en ciudadanos, se podría decir que una gran parte de la escolarización está
destinada a despojar aquellas adherencias culturales originales -significados, prácticas, lealtades-
que obstaculizan el proceso de nacionalización. Una vez despojadas, dichas adherencias son
reemplazadas por otras más conducentes a la construcción y consolidación de un sujeto
nacionalista y «profesional». Parece, sin embargo, que mientras el proceso de despojar dichas
adherencias apunta a todos los alumnos más o menos por igual, el proceso de reemplazo enfoca
principalmente a los varones. Por lo menos esto fue cierto en cuanto se refiere al desarrollo de
habilidades lingüísticas prestigiosas y a la construcción de una voz estudiantil/profesional para
reemplazar la voz indígena por tanto tiempo considerada como inadecuada para los propósitos
académicos y nacionalistas. Las alumnas rurales, acalladas en su calidad de sujetos indígenas y
mayormente excluídas de toda consideración como sujetos académicos, hallaban su recurso más
fácil en aquella forma más elemental de la resistencia: el silencio.
Como uno de los «silencios estructurados» en la práctica educativa, las cuestiones de género son
suprimidas más completamente que las de la etnicidad. Mientras que la liberación étnica y de
clase son por lo menos vistas como ideales a ser aspirados desde el pensamiento popular, estos 133
discursos también cumplen una función hegemónica al ocultar y trivializar la opresión de la mujer.
Como hemos visto, los alumnos normalistas estaban dispuestos a conceder la existencia y la
importancia del sexismo, pero tendían a echar la culpa a la familia rural, en vez de buscar las
causas del acallamiento femenino en las estructuras de poder de la escuela misma. Por cierto, la
subordinación educativa de la mujer debe ser contestada en varios frentes; pero permitir que las
80
Willis (198 ), Fiskc (1989) y Foley (1990) llegan a conclusiones similares con respecto a la discriminación
étnica, clasista y racista en otros contextos culturales.
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alumnas tengan una voz legítima dentro del aula y de la vida simbólica de la escuela debe estar
entre los primeros.
Kramarae (1981:83) ha señalado que «necesitamos más información sobre cuándo las niñas y
mujeres llegan a conocer su relación con las varias sanciones sobre el habla femenina». Aunque
puede ser que las niñas no acepten estas sanciones como algo que se aplique directamente a ellas,
hasta que llegan a la pubertad (Erickson 1950:261; Kramarae 1981:72-3), es principalmente en la
escuela que los niños y las niñas aprenden lo que les será permitido y exigido mientras crecen
hacia la edad adulta. Hace casi medio siglo, Erickson (1950: 258-61) notó que la entrada a la escuela
es un tiempo especialmente cargado de peligro para el niño; es un periodo en que él o ella
descubrirá nuevos recursos interiores, o sucumbirá a un sentimiento de inferioridad y alienación al
hallarse incapaz de enfrentar los desafíos que se le presentan.
Esta observación es especialmente relevante para la situación de las niñas aymaras cuando entran
a la escuela. Como señala Erickson, «la escuela parece ser una cultura en sí, con sus propias metas
y límites, sus logros y decepciones» (op. cit.: 259). La amenaza hacia el concepto que tiene el niño
o la niña de su propio valor llega cuando «empieza a sentir que el color de su piel, los orígenes de
sus padres, o la moda de su ropa y no su deseo y voluntad de aprender, determinarán su valor»
(op.cit.: 260).
Es notable que Erickson omite el género como un posible criterio por el cual puedo ser medido el
valor del niño. No obstante, éste puede ser el rasgo más sobresaliente que distingue un grupo de
alumnos de otro, además de ser la división más significativa sobre la cual se distribuyen las
amenazas del desaliento, inferioridad y alienación. La escuela fomenta un ideal de género que no 134
es solamente imposible de lograr, sino que tiene poca relevancia, tanto para el entrenamiento
técnico que las niñas reciben en la escuela, como para la cultura de sus madres. Así, la escuela
proporciona a las chicas las herramientas técnicas para explorar nuevas oportunidades y
simultáneamente les inculca modelos de género que son más restrictivos que nunca. Si los
alumnos y educadores no enfrentan esta contradicción, es probable que la pirámide de la
participación femenina, que se vuelve más estrecha mientras una va subiendo los niveles
educativos, seguirá sin cambios fundamentales.
Hemos visto que muchos aspectos de la vida de las mujeres aymaras no concuerdan con las
imágenes femeninas que forman parte de la «cultura nacional». El resultado de esta discrepancia
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dentro del currículum escolar ha sido una dependencia exclusiva en los roles de género
provenientes de la ideología nacional y la correspondiente exclusión de aquellos que provienen de
la cultural aymara tradicional. En términos de la comparación que hace Sanday (1974) entre dos
definiciones del status (una basada en la reverencia y el respeto, la otra basada en el poder
2ª
UNIDAD
económico y de decisión), podemos decir que el ideal de género enseñado en la escuela sustituye el
poder de decisión y la autonomía económica, característicos de la cultura aymara por la reverencia
y respeto hacia las mujeres/madres, característicos de la cultura nacional.
Por otro lado, existen evidencias de que las chicas son capaces de separar su experiencia escolar de
Puesto que las mujeres conforman la mayor parte de la población no-hispanohablante, y por lo
tanto del sector más marginado, el status de las mujeres y el de las lenguas indígenas están
inevitablemente entrelazados. El sistema educativo, como el principal diseminador del castellano
entre la población indígena, también es una fuente importante de los estereotipos de género y
actitudes sexistas características de la «cultura nacional» (que son también estrechamente 135
relacionados al uso del español).
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ciertos tipos de habla parecen derivar más de las normas culturales que de la falta de competencia
lingüística, se requerirá más una castellanización generalizada para alcanzar la «paridad
sociolingüística» en mujeres y hombres. 2ª
UNIDAD
Un asunto relacionado, tratado en numerosos trabajos sobre el sexismo en el inglés (Kramarae
1980; McConnell-Ginet 1980; Shute 1981, entre otros), es el fenómeno de la alienación femenina y el
«acabamiento» femenino, como resultados de vivir en una lengua inherentemente sexista.
Mientras más niñas y mujeres aymaras pasen más tiempo hablando el español, también tendrán
que encarar eventualmente la cuestión de los efectos sutiles que las estructuras lingüística
1) ¿En qué puntos existen conflictos entre los roles de género pertenecientes a la cultura
indígena y aquellos pertenecientes a la cultura nacional, y en cuáles dichos conflictos se
constituyen en un dilema pedagógico?
2) ¿Qué aspectos de la vida de las mujeres indígenas son pasados por alto, negados, o
excluidos como resultado de la dependencia de la cultura nacional como patrón para la
educación?
4) ¿Qué medidas pueden tomar los docentes para incluir los asuntos femeninos en el
currículum?
5) ¿Qué medidas concretas pueden tomar los docentes para fomentar la participación de las
136
alumnas en la vida escolar, tanto en sus aspectos académicos como en los simbólicos?
81
Las categorías gramaticales del español difiere mucho de las del aymara, y se ha argüido que aquella es
una lengua inherentemente sexista, mientras el aymara no lo es (Hardman 1978). También se ha planteado
la conexión entre el uso del lenguaje sexista y un correspondiente prejuicio sexista del pensamiento
(Schneider y Hacker 1973; Silveira 1978); por lo tanto podemos inferir que el uso del español en el aula, con su
mayor frecuencia de formas sexistas, puede ser acompañado por un aumento de contenido sexista.
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137
82
Tales contradicciones ideológicas no se limitaron a los alumnos del curso, cuya relativa novedad con estos
asuntos podría servir como excusa; en cierta ocasión, mientras yo acompañaba a otro docente y a un técnico
de la Reforma, ambos con amplia experiencia en cuestiones de interculturalidad y reformas pedagógicas, me
sorprendió escuchar al técnico contar un chiste sexista particularmente vulgar y ofensivo, minutos después
de hablar seriamente sobre algunos de los necesarios cambios de mentalidad exigidos por la Reforma
Educativa.
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EJERCICIO 15
1) Resuma lo que la autora plantea sobre la exclusión simbólica en los contextos escolares.
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