El concepto de fascismo experimentó en los últimos años un notable
renacimiento que excede la consideración del fascismo histórico y llega hasta la lucha política cotidiana. Incluso en la ciencia (social, supongo) se confunde el hecho de unificar el movimiento dictatorial italiano con cualquier nacionalismo, mientras que a nivel político, el fascismo se usa como concepto de lucha por los liberales, conservadores, socialistas y comunistas. Si se hace un análisis un poco más exhaustivo, se encuentran los intentos de captar el movimiento y ver si se reduce a la dictadura de Mussolini, o al menos a la época, pero tienden a fracasar ante la necesidad de designar y englobar todos los movimientos de “derecha”, sobre todo provenientes de tres tendencias critico-ideológicas: La teoría liberal-occidental del totalitarismo, que aglutina todos los sistemas dictatoriales (sean de izquierda o de derecha) bajo un mismo nombre y que se creó en la guerra fría, el renacimiento del marxismo que también tiene una visión peyorativa del nacionalsocialismo de 1933 y los impulsos científicos burgueses que apuntan a una teoría fenomenológica del Fascismo, como es el caso de Nolte, que hicieron renacer (inconscientemente) el concepto de fascismo en el sentido de un concepto socialista de lucha En esta forma renovada, la discusión sobre el fascismo resulta igual de cuestionable, ya que se la manipula arbitrariamente (todos sabemos el final) y tiene poco valor para el análisis concreto del movimiento como sistema político. El gran problema sigue siendo el doble sentido del concepto de fascismo como movimiento italiano nacionalista y como movimiento antidemocrático de derecha. La propuesta del autor es no considerar al fascismo ni como burgués ni como socialista, como tampoco simplificarlo a conceptos del capitalismo moderno porque eso es lo que borra las características esenciales del movimiento que surgió luego de la primera guerra Tanto el fascismo como el Nazismo después se entendieron como frente contrario tanto a la democracia como al socialismo internacional, pero la realidad es que nunca lograron trasladar sus doctrinas hacia otros países (lo cual es lógico, teniendo en cuenta el nacionalismo que conllevan: “no son artículos de exportación” dijo Mussolini sobre el fascismo). El fascismo italiano reacciona en un primer momento como una manifestación frente a la debilidad del estado italiano que tanto contrasta con el glorioso pasado de “imperium romanum”, con la “gloriosa” marcha hacia roma en 1922. Para el fascismo, el estado es un instrumento de una ideología expansiva, pero no contiene el componente racial del nacional socialismo alemán. El concepto de fascismo etimológicamente se remonta a los “fasces” romanos, que evidenciaban los haces como signo de dominio, y uno de los grandes impulsos del movimiento fascista son las exigencias de metas bélicas que también referenciaban a los romanos. Es importante resaltar que el fascismo llega al poder como una minoría y logra generar desde cero la figura de un conductor altamente emocionalizado como era la del “duce” Mussolini, que termino por erigirse como salvador de la nación, logrando una unificación estatal en un tiempo de 6 años como Italia nunca había tenido. Sin embargo, y a pesar de sus intenciones totalitarias, el fascismo nunca pudo desembarazarse de dos grandes fuentes de poder adversas, como lo eran la corona y la iglesia. Para hacer una comparación con el nacional socialismo, además de lo racial que mencionamos, también los diferencia la menor eficiencia y coherencia con el programa radical de conquista que tuvo Italia con respecto a Alemania, pero los une el hecho de que ambos fueran minoría y que veían el país como una nación atrasada en busca de recuperarse del colonialismo político-económico en que la habían envuelto. La visión marxista de la igualación de las dictaduras de los años 30 y 40 que expresa a “los regímenes fascistas” como regímenes que representan una forma moderna, populistamente enmascarada de la contra-revolución burguesa es, según el autor, muy limitadas y de validez casi nula ya que no da respuesta a la pregunta sobre el modo y los motivos por los que se realizaron los agrupamientos y las acciones de fuerzas políticas decisivas, como tampoco explica la relación entre movimientos conservadores y socialistas, reaccionarios y revolucionarios Continua diciendo el autor entonces que el uso inflacionario del concepto de fascismo significa restarle importancia a una dictadura totalitaria particular, con similitudes y diferencias con la nacional socialista, como con el franquismo o los regímenes latinoamericanos