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¿Cuáles piensa que son las condiciones óptimas del trabajo docente?
Principalmente salario digno, ya que significa posibilidades de una vida plena en
todos los sentidos. Yo diría una revisión de la cuestión legal que ampare el trabajo
docente en todo sentido, laborales, vacaciones, derecho al paro, a las problemáticas que
surgen dentro del ámbito escolar, con la familia. Un mayor resguardo del docente,
protección de las condiciones laborales diarias. Después la posibilidad de una constante
formación profesional, que a su vez esté reconocida en el salario. Títulos, lo que una
vaya estudiando debe ser remunerado. Siempre lo pienso, y debería ser así. Tendría que
haber un reconocimiento, un respeto, aunque es más que respeto… el reconocimiento
de nuestro rol, de la función docente por parte del gobierno, por parte de la sociedad,
porque nosotros estamos degradados, la condición del docente está degradada en este
momento por las políticas del gobierno. Esas serían algunas de las condiciones. También
se podrían agregar escuelas en óptimas condiciones, espacios laborales en óptimas
condiciones, todo lo que sería insumos didácticos adecuados también, porque esto está
muy poco contemplado. Pero principalmente la condición salarial. Y estar contemplado
en un gremio justo, que ampare las necesidades docentes, que no tenemos en este
momento, no funciona así.
¿Qué marco legal los ampara para reclamar sobre la mejora de las
condiciones laborales?
Primero la Constitución Nacional, porque somos laburantes, es la madre de todas
las leyes. Luego tenemos la Ley Nacional de Educación, 26.206. Después tenemos la Ley
Provincial de Educación. Después tenemos el Estatuto Docente y hay un montón de
decretos que se han sumado a las otras leyes. Sobre todo en el Estatuto Docente, que es
en realidad un estatuto viejo, del (año) cincuenta y pico. Qué más de una vez los
gremios, la UEPC lo ha querido modificar y (los docentes)se resisten mucho a que lo
toquen, porque piensan que van a hacer estragos, que nos van a vapulear más de lo que
estamos vapuleados, porque no es un gremio justo y piensa en su propio beneficio y no
en el del docente.
¿Cómo definen las leyes que deberían ser las condiciones laborales del
docente?
Los derechos de protesta, distintos derechos, las licencias, las inasistencias, las
faltas por actividades gremiales.
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Entrevista a Erika Lescano:
Docente de nivel primario en una escuela privada ubicada en un barrio residencial
de la ciudad. Además forma parte de una organización gremial opositora a la
conducción actual del gremio docente.
¿Cuáles piensa que son las condiciones óptimas del trabajo docente?
Creo que las condiciones óptimas para el desarrollo del trabajo docente son
aquellas que no afecten o pongan en riesgo su salud física y psíquica.
Es muy importante comprender que las condiciones laborales abarcan desde la
forma de contratación, los ritmos de trabajo, el control que se ejerce sobre el trabajo
que uno/a realiza, los elementos con los que cuenta para trabajar, la infraestructura, etc.
De las cuales se desprenden números riesgos: físicos, biológicos, ergonómicos,
organizacionales y psicosociales.
¿Qué marco legal los ampara para reclamar sobre la mejora de las
condiciones laborales?
En relación a las condiciones de trabajo me parece fundamental poder
comprenderlas en relación a la salud del trabajador. En cuanto a salud laboral son dos
las leyes que se deben tener en cuenta:
La ley de Higiene y Seguridad 19.587/72 y la Ley de Riesgos del Trabajo
24.557/96, esta última es la que da lugar a la creación de las ART. De esta última se
desprenden numerosos decretos.
El reclamo para la mejora de las condiciones laborales es un terreno de disputa
política para lo cual lo legal es sólo una herramienta. En muchas ocasiones, nos puede
suceder que las legislaciones no contemplen algunas situaciones. Sin embargo, no se
puede dejar de reclamar ante las injusticias aunque no exista una legalidad ya dada.
A modo de conclusiones..
En función de los comentarios de la docente Patricia Sosa, podemos ver que la
figura del docente aparece como un trabajador, ella dice “somos laburantes” y es ahí
donde se ubica en una posición que la aleja de la maestra “tía” que se mueve por su
vocación, y reconoce que como cualquier otro trabajador debe percibir su salario y
tener las garantías sociales conquistadas por las organizaciones gremiales.
En cuanto a la entrevista de Erika Lescano, quien también habla del “trabajo
docente”, podemos rescatar que a las condiciones materiales y estructurales necesarias
para el desarrollo del trabajo docente -“la forma de contratación, los ritmos de trabajo,
el control que se ejerce sobre el trabajo que uno/a realiza, los elementos con los que
cuenta para trabajar, la infraestructura, etc”-, le agrega condiciones necesarias de salud
física y psíquica.
Por otro lado, cuando Patricia Sosa dice “somos seres subjetivos que a pesar de
nuestro profesionalismo no podemos evitar padecer y sufrir condiciones injustas de
trabajo” reconoce al docente como un sujeto atravesado por sus propias subjetividades,
que no puede actuar de la misma manera en todas las circunstancias y que para poder
desarrollar su tarea no puede invisibilizar sus condiciones de trabajo, y de una forma u
otra estas influirán en las posibilidades de enseñanza-aprendizaje.
En este sentido, estamos de acuerdo con Ezpeleta cuando habla del docente como
sujeto entero, con lo que no solo transmite conocimientos y valores sino que también es
un trabajador asalariado, y por ende la escuela se convierte un lugar más posible de
brindar trabajo.
Además, Sosa reconoce que el educador no es un sujeto acabado y debe seguir
construyéndose, ya que reconoce la necesidad de la formación continua. Sin embargo no
lo deja por cuenta del maestro, sino que deja ver una concepción de Estado donde las
políticas públicas y los agentes de gobierno serían los responsables de garantizar la
formación continua de docentes. Y por otro lado cuando afirma que debe garantizarse
“la posibilidad de una constante formación profesional, que a su vez esté reconocida en
el salario” trae a colación el tema del reconocimiento a la formación docente por parte
del estado. Incluso la Ley Nacional de Educación 26.206/12 prevé que se garantice la
formación continua de los docentes.
Ambas entrevistadas reconocen que existe un marco legal que ampara a los
docentes, Lescano considera que “la mejora de las condiciones laborales es un terreno
de disputa política para lo cual lo legal es sólo una herramienta”. Entendemos que esta
docente propone más bien una necesidad de ampararse en espacios de organización, no
es explícito si esta organización que plantea es gremial, pero sí deja claro que los
problemas que tiene un docente no son problemas individuales sino colectivos, por lo
que la salida organizacional es necesaria:
“Lo que para mí es fundamental es generar espacios de intercambios, de diálogo
para poder organizarse. Cuando sea necesario también abrir ese espacio al resto de la
comunidad educativa, contactarse con otras escuelas, acercarse al gremio, hacer
públicas las situaciones, solicitar inspecciones al ministerio de trabajo, denunciar
riesgos a la patronal exigiendo prevención o reparación, etc”
Este planteo de la docente nos permite recuperar el concepto de Freire de “Lucha
democrática”, una lucha que no debe ser entendida como individual, singular o de
motivación personal, sino más bien política y colectiva, es decir social. Esto le otorga a
esa lucha un valor democrático, que no solo queda entre los docentes que se organizan
sino que se transmite a los estudiantes y a las familias.
Es importante recuperar la voz de Sosa cuando plantea “Tendría que haber un
reconocimiento (…) de nuestro rol, de la función docente por parte del gobierno, por
parte de la sociedad, porque nosotros estamos degradados, la condición del docente
está degradada en este momento por las políticas del gobierno”. Deja ver en sus
palabras una sensación de desamparo respecto del estado, quien parece no garantizar
aquellas condiciones de trabajo que la ley prevé, y que deja trasladar a la sociedad en
general la desvalorización de la tarea docente. Una cadena de desamparos, primero del
Estado que olvida y no prioriza, luego de la sociedad que consume sentido común de los
medios de comunicación y hasta finalmente, de los gremios docentes que parecen no
responder fielmente a las necesidades del trabajador docente.
¿Qué lugar le queda al docente como “agente del estado”?, si ni siquiera puede
hacer uso de los mecanismos legales existentes porque es el mismo estado que lo
contrata el que lo degrada con sus decisiones políticas.
Bibliografía