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El 82 por ciento móvil de los haberes jubilatorios constituye una reivindicación histórica
del movimiento obrero y popular en el país desde que se estableciera allá por 1958 y que
durara muy poco tiempo porque, vaya coincidencia, la ley que lo sancionara no previó los
mecanismos de financiamiento.
Hoy el debate ha regresado con fuerza, pero como todo está devaluado no se discute para
el conjunto de los haberes sino solo para las jubilaciones mínimas y no se lo referencia al
salario con el que el beneficiario se retira de la vida laboral, sino al salario mínimo vital y
móvil, ya de por sí escaso. Son las condiciones que impone la realpolitik actual.
Ajedrez político
El debate ha regresado pero no lo hizo de la mano de los trabajadores en actividad o de
los jubilados, que miércoles tras miércoles desde hace años se dan cita en la Plaza de los
Dos Congresos luchando por mejorar sus haberes, sino de la derecha parlamentaria
nucleada en el Grupo A que encontró un nicho donde correr por izquierda al gobierno.
La ley aprobada busca aumentar el haber mínimo garantizado llevándolo de los 1046
pesos actuales a 1426 de inmediato y a 1508 a partir del próximo enero; deroga la fórmula
de movilidad de la Ley 26.417 y la reemplaza por el índice de salarios nivel general (INDEC)
o el RIPTE (Ministerio de Trabajo); impone recalcular todas las prestaciones previsionales
vigentes según los fallos “Eliff”, “Sánchez” y “Badaro” en un plazo de 120 días.
Como en el caso del pago de deuda pública, que se discutía si hacerlo con reservas o con
presupuesto, pero coincidían en que pagarla hay que pagarla, ahora el Grupo A logró
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Movimiento Proyecto Sur Lo que se jugó en el ajedrez político con las jubilaciones
sancionar como Ley su proyecto pero dejó la pelota picando para que el gobierno la
vetara. Dos jugadas de tablero con objetivos políticos, sin importarles el 82 por ciento.
Falacias varias
Un reciente comunicado dado a conocer por la Junta Interna de ATE-ANSES señala “Se nos
presenta un falso dilema entre la apropiación por parte de la oposición conservadora de
una consigna de los trabajadores como es el 82% móvil y el argumento del “default
previsional” que plantea el gobierno”.
La ley sancionada no implica una revisión integral del sistema previsional es apenas una
modificación progresiva de la situación actual que beneficiaría a unos 4.200.000 jubilados,
pero tal como esta planteada su aplicación “…llevaría a replicar la desigualdad salarial
vigente en el mercado de trabajo y generaría una pérdida millonaria al Estado por la
desinversión forzada de los activos del FGS” (ATE-ANSES). Es cierto que la ley no menciona
plazos y que dice que el Fondo de Garantía de Sustentabilidad no debe superar un año de
prestaciones, por lo tanto se trata de desinvertir solo los excedentes, pero no es menos
cierto que su solo anuncio incidiría a la baja en las cotizaciones futuras de bonos y
acciones que integran el fondo de la ANSES, que es necesario para la sustentabilidad del
sistema. No en vano los primeros en aplaudir el veto presidencial fueron los miembros de
la UIA, que no quieren ver caer el precio de sus acciones.
La presidenta ha denunciado que de aplicarse esta ley llevaría a “la quiebra del Estado”,
curiosamente no dice lo mismo cuando el pago de la deuda o los subsidios a las empresas
que insumen anualmente sumas similares a los 30.000 millones de pesos necesarios para
actualizar las jubilaciones mínimas. En lugar de vetar integralmente la ley podría haber
hecho un veto parcial, dejando vigente solo el primer articulo que trata del 82 por ciento,
cuyo financiamiento se puede cubrir con el superávit de la ANSES y la reposición de las
contribuciones patronales, que permanecen excluidas sin explicación alguna. Se hubiera
dado así un paso positivo, aunque insuficiente, a reparar una injusticia social largamente
reclamada.
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Movimiento Proyecto Sur Lo que se jugó en el ajedrez político con las jubilaciones
De ahora en más
El veto presidencial no cierra la discusión, por el contrario deja el terreno para un debate
más completo que genere las condiciones para derogar definitivamente el esquema de la
Ley 24.241 de Menem-Cavallo y establecer un modelo prestacional progresivo que de
previsibilidad al sistema con nuevas fuentes de financiamiento derivadas de cambios en la
política tributaria, que hagan que paguen los que mas tienen, y formalice la efectiva
participación de los trabajadores y jubilados en la gestión y control.Se daría inicio así a una
verdadera política distributiva.
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