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PSICOPATOLOGÍA GENERAL
TEMÁTICA A TRATAR:
ESTUDIANTE:
LARRETA PACHECO MICHELLE
CURSO:
5–9
INTRODUCCIÓN
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Según el DSM IV, hay cuatro tipos de fobia: animal, ambiental, sangre-
inyecciones-daño, y situacional; de las cuales las más destacadas son: agorafobia, fobia
específica, y fobia social.
La agorafobia puede darse sin pánico, pero habrá miedo a somatizar (vértigo o
diarrea). Para considerarla como tal, el paciente habrá de evitar la situación o bien
soportarla con excesiva ansiedad. El trastorno de pánico, con o sin agorafobia, posee
como característica central la presencia recurrente de ataques de pánico.
En la fobia específica hay un objeto o situación aversiva claramente identificada,
por lo que suelen ser evitadas y, en consecuencia, menos incapacitante.
Por otro lado, la fobia social tiene su inicio en la adolescencia. Se da ante la
exposición a desconocidos o escrutinio de los demás, pudiendo provocar ataques de
pánico. Cuando la fobia es de tipo generalizado, existe la posibilidad de que exista
trastorno de personalidad por evitación.
Cabe recalcar que, durante la niñez, podría presentarte el trastorno de ansiedad
por separación. La característica esencial del TAS, según establece el DSM-IV (APA,
1994, 2000), es la presencia de ansiedad excesiva e inapropiada para la edad, asociada a
la separación del hogar o de las personas ligadas afectivamente al niño, con
manifestaciones cognitivas, psicosomáticas y conductuales.
Hasta ahora se ha visto la presencia de la ansiedad en fobias específicas, pero ¿qué
sucede cuando la ansiedad es generalizada? Aquí la ansiedad no se limita a ninguna
situación particular, sino que ocurre de forma crónica, sin que la persona sea capaz de
discriminar que situaciones producen exactamente sus síntomas. El paciente responde a
señales internas cognitivas y/o somáticas, y a señales externas de amenaza muy sutiles y
que abarcan muchos contenidos.
Los resultados de las investigaciones denotan la relevancia del Penn State Worry
Questionnaire (PSWQ) —Cuestionario de Preocupación Penn (sylvania) State—, el cual
se diseñó específicamente para evaluar la preocupación patológica y no controlada,
independientemente del contenido de las preocupaciones. El cuestionario parece ser un
buen instrumento de autoinforme para diferenciar los pacientes con TAG de los pacientes
con otros trastornos de ansiedad, así como también de la población no clínica.
Esto no significa que todos los trastornos de ansiedad respondan exclusivamente
a factores cognitivos (percepciones y creencias catastróficas). En el DSM-IV-TR, se
definen dos trastornos de ansiedad vinculados a factores orgánicos: el trastorno de
ansiedad debido a una condición médica general y el trastorno de ansiedad inducido por
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sustancias (durante o por abstinencia). Dichas sustancias suelen ser el alcohol, las
anfetaminas, la cafeína, el cannabis, la cocaína y ciertos psicofármacos (sedantes,
hipnóticos y ansiolíticos).
PSICOBIOLOGÍA DE LA DEPRESIÓN
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tal motivo, los catabolitos procedentes de la degradación de la noradrenalina y la
adrenalina periféricas son diferentes de los de origen cerebral. Hay que tener en cuenta
que la disminución de síntesis o el exceso de degradación son solo dos posibilidades, y
que un déficit funcional de la actividad neurotransmisora es posible sin que haya
disminución de la cantidad de neurotransmisor, que puede estar incluso aumentado en
valores absolutos. Esto se evidencia cuando hay hiposensibilidad o bloqueo del receptor
postsináptico, que responde de manera defectuosa aunque exista suficiente
neurotransmisor en el espacio sináptico.
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Entonces, ¿la depresión solamente responde a la disfuncionalidad de la dinámica
bioquímica, exclusivamente de la serotonina y la dopamina? Ciertamente no, porque la
acetilcolina también juega un papel trascendental. En los estados depresivos parece existir
un predominio relativo de la actividad colinérgica frente a la noradrenérgica, mientras
que en los estados maniacos la relación es inversa. La inconsistencia tanto en la frecuencia
como en la intensidad del efecto colinérgico, da evidencia de la complejidad de las
interacciones entre neurotransmisores, que por otra parte pueden estar determinadas
genéticamente en algunas subpoblaciones específicas de enfermos depresivos.
La influencia que ejerce el sistema nervioso central (SNC) a través del hipotálamo
en la regulación de las secreciones endocrinas, justifica el interés por la
psiconeuroendocrinología de la depresión, la cual se basa en el descubrimiento del doble
papel central que juegan las monoaminas cerebrales en la regulación de la secreción
endocrina y del comportamiento. Es preciso tener en cuenta que las alteraciones del
equilibrio endocrino, como muchos otros trastornos médicos, pueden desencadenar
estados depresivos, no pudiendo entonces hablar propiamente de enfermedades
psiquiátricas primarias, sino de síntomas psicológicos secundarios a enfermedad
somática.
TRASTORNOS PSICOSOMÁTICOS
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alterando su curso, interfiriendo con el tratamiento, o exacerbando los síntomas (estrés).
Por lo tanto, los trastornos psicosomáticos serían más bien fenómenos multifactoriales.
Según Schwartz el trastorno psicosomático ocurre cuando se produce
disregulación, por cuanto la regulación podría ser una ruta viable para su posible remisión.
Por lo menos, así lo muestra la evidencia empírica recopilada en una extensa revisión por
Ader y Cohen (1993), la cual ha demostrado que la actividad inmunológica humoral y
celular, al igual que algunos parámetros psicológicos, puede ser modificada mediante
procesos de condicionamiento clásico.
Por una parte, se ha constatado la implicación de la serotonina, dopamina,
adrenalina y noradrenalina en las actividades defensivas inmunológicas (Besedovsky y
Sorkin, 1981), y por otra, se han identificado receptores sensibles a diversos
neurotransmisores en la superficie de la membrana de los linfocitos. Las investigaciones
actuales, sugieren que los niveles elevados de catecolaminas estaban asociados a un
incremento en la incidencia de enfermedades infecciosas correspondientes a las vías
respiratorias altas. Asimismo, las alteraciones en áreas del hipotálamo afectan a la
respuesta inmune provocando una reducción en la proliferación de linfocitos.
Con respecto a la relación entre la depresión y el cáncer ha constituido un área de
estudio activa. Los estudios parecen constatar que los sujetos con puntuaciones bajas en
la dimensión de neuroticismo tenían una probabilidad seis veces mayor de contraer cáncer
de pulmón que los sujetos con puntuaciones altas.
En el caso de la rinitis alérgica, por ejemplo, se la ha relacionado con el estrés
reciente: el producido por los sucesos vitales mayores ocurridos durante los meses que
preceden al inicio de los síntomas.
En cuanto al sistema gastrointestinal, este se relaciona de forma muy estrecha con
los procesos psicofisiológicos asociados al estrés, mediado en gran parte por la activación
del sistema nervioso autónomo (Hans Selye y la teoría del estrés: la activación simpática
inerva el estómago y la consecuente ulcera péptica).
Dentro de los modelos teóricos que tratan de explicar el dolor, está la dimensión
cognitivo-evaluativa -mediada por niveles corticales- que implica el papel que las
variables cognitivas (valores, creencias, pensamientos, la experiencia pasada, etc.) tienen
sobre la experiencia de dolor, integrando y modulando la información de las otras dos
dimensiones inferiores.
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ESQUIZOFRENIA: HIPÓTESIS PSICOBIOLÓGICAS
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cerebro anterior y lo hace bien de forma directa por su unión al receptor 5HT2A, o
indirectamente, a través del GABA. La hipótesis de partida (Roberts, 1972) es que la
disminución de las concentraciones de GABA conducirían a una desinhibición del SNC,
hecho relacionado con la sintomatología aguda de la esquizofrenia.
Respecto a los factores que tienen su incidencia en el periodo prenatal y perinatal,
se han constatado datos clínicos en personas con esquizofrenia, como la observación de
pequeñas malformaciones físicas, o la mayor ocurrencia de complicaciones en el
embarazo y el parto; hechos que, además de tener un posible origen genético o traumático,
pueden ser causados por la exposición a teratógenos.
En esta misma línea, las alteraciones cerebrales cobran especial relevancia para
los investigadores. Johnstone, Crow, Frith, Husband y Kreel (1976) y Johnstone y cols.
(1978) fueron los primeros en hablar de un incremento del tamaño de los ventrículos
cerebrales en pacientes esquizofrénicos comparados con sujetos sanos, así como una
relación significativa entre la dilatación ventricular y otras variables como la presencia
de deterioro intelectual. Cabe destacar su relación con la sintomatología negativa. Los
hallazgos más descollantes relacionan la esquizofrenia con alteraciones detectadas en: a)
estructuras corticales, fundamentalmente frontales y temporales, y b) estructuras
subcorticales, como los ganglios basales.
Por último, entre los modelos explicativos actuales de la esquizofrenia, existe una
aproximación teórica que la considera similar al retraso mental. No obstante, pueden
existir detonantes de orden genético (como la fenilcetonuria) y otros debidos a procesos
ambientales (por ejemplo, el síndrome de sufrimiento fetal), y muchas formas
multifactoriales, combinando factores genéticos con un amplio rango de factores
ambientales.
CONCLUSIONES
Según el modelo bio-psico-social de Engel, la enfermedad física puede estar
causada por la interacción de múltiples factores como los sociales (por ejemplo, sucesos
vitales estresantes), los psicológicos (por ejemplo, procesos cognitivos, etc.) y los
biológicos (por ejemplo, elevación de glucocorticoides). Sin embargo, la salud no
significa ausencia de enfermedad, sino un estado de completo bienestar físico y mental
que resulta cuando la gente libre de enfermedad vive en armonía con su entorno y con los
demás.
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Si bien la ansiedad dispone cierto grado de activación necesario para la respuesta
adaptativa del organismo ante las exigencias del medio, su exacerbación podría advertir
de algún funcionamiento anómalo de base. Al igual que en la depresión, existe cierta
predisposición bioquímica a padecer dichos síntomas y/o trastornos, por la
disfuncionalidad o distribución de variables bioquímicas subyacentes a la conducta
desadaptativa.
Por otro lado, en cuanto a las afecciones del sistema inmunitario, se recalca la
prevención no solo del cáncer, sino también de trastornos psicosomáticos a través de un
estilo de vida sano, que implique actividad física, alimentación apropiada, inteligencia
emocional y asertividad.
En cuanto a la esquizofrenia, los estudios comentados apuntan a la herencia
genética, aunque están lejos de dilucidar qué es lo que se hereda. Aunque la hipótesis de
la dopamina en su nueva versión sigue vigente, en el campo de la neuroquímica se están
descubriendo interacciones del sistema dopamínico con otros sistemas de
neurotransmisores o con ciertos neuropéptidos cerebrales que actúan como tales. La
presencia en los pacientes esquizofrénicos de alteraciones neuropsicológicas y daño
cognitivo, es un hecho innegable. Los objetivos de investigación son conocer con más
precisión los tipos de déficit y especificar la localización de los sistemas neuronales
implicados en ellos.
Bibliografía
Belloch, A., Sandín, B., & Ramos, F. (2009). MANUAL DE PSICOPATOLOGÍA (Vol.
II). Madrid: McGrawHill.
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