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La Responsabilidad de Elección

¿Se hace usted estás preguntas?

¿Para qué tengo este trabajo?

¿Para qué soy parte de esta familia?

¿Para qué existo?

¿Para qué soy salvo?

Una respuesta de esta última puede ser “para tener una relación con

Dios”. Es correcta, pero Dios tuvo más motivo que este en salvarle. Si estamos

agradecidos con lo que Dios nos dio, encontraremos el propósito de nuestra

salvación. Cada uno de nosotros tenemos un propósito—el propósito personal.

También tenemos un propósito corporal—como iglesia o grupo de iglesias.

Historia:

1896
cientos de misioneros
períodos de sequedad espiritual
períodos de resultados
hoy vemos la última fase de nuestra involucramiento como misión—
transición de todo a la iglesia nacional mientras madura.

Los ecuatorianos que han recibido el beneficio de esta historia: deberían


preguntarse ¿para qué?

Hoy vamos a ver una de las responsabilidades que todos los cristianos

tenemos. Si no somos ingratos, asumiremos la responsabilidad de nuestra

elección.

Los seres humanos tenemos un problema de ingratitud. Siempre estamos

muy cómodos con lo que tenemos. Así es con cualquier cosa en la vida. Si
recibimos algo bueno, de pronto pensamos que lo merecemos, o al menos lo

damos por seguro. Si tengo un carro, por ejemplo, después de unos meses o

hasta días olvido darle gracias al Señor por habérmelo otorgado. Pues, ya es

mío. Otro ejemplo: si tengo algún puesto, debería usar cada oportunidad para la

honra y gloria del Señor, pero empiezo a pensar en aprovecharme de lo que

pueda.

Este problema es igual en cuanto a la salvación que hemos recibido.

¿Cuál actitud es más bíblica?

1) La salvación me da privilegio. He llegado a una posición importante—

soy hijo del Rey. Ahora tengo una relación intima con Dios que durará

para siempre.

2) No merezco de ninguna manera la salvación. Es difícil creer que Dios

me ame tanto. Por ser el hijo de Dios, le debo mi vida misma a él. Voy a

hacer lo que puedo para agradecerle.

Las dos actitudes son buenas, pero no somos completos sin la segunda. No hay

nada malo con la primera—con darse cuenta del privilegio que tenemos en

Cristo, pero debemos ir más allá y ofrecerle nuestras vidas a su servicio.

Estamos hablando de la doctrina de elección. Entender bien esta doctrina

me hace sentir humilde. ¿Qué es la elección? Es que Dios nos escogió sin que

mereciéramos nada. Vamos a Efesios 1:4 para una definición de elección. Dice,

“Dios nos escogió en él antes de la creación del mundo, para que seamos

santos y sin mancha delante de él.” Y según 2:4-5, “Pero Dios, que es rico en
misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aún cuando

estábamos muertos en pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados!” No es

que mereciera nada. Dios me escogió aún cuando estaba muerto en pecado.

¿Por qué soy cristiano? ¿Por qué decidió Dios salvarme? Obviamente no es por

ninguna cosa buena que Dios vio en mí. Es definitivamente porque Dios decidió

hacerlo. Yo también decidí seguirle a Dios. También escogí, pero esto fue

reacción a la misericordia y gracia de Dios. Me siento humilde al pensar que no

tengo ningún mérito en cuanto a mi salvación.

Es fácil empezar a pensar que esta elección de parte de Dios nos hace

especiales—privilegiados. En un sentido es correcto, pero el énfasis de elección

no es privilegio sino responsabilidad. Cuando no nos enfocamos en la idea de

privilegio, estamos listos a pensar en la responsabilidad de nuestra elección. Si

verdaderamente sentimos el privilegio de ser escogidos, nuestra gratitud nos

llevará a tomar la responsabilidad de servicio a Dios.

Hoy vamos a ver que la Biblia nos enseña que elección es para servicio.

Vamos a escudriñar la llamada de Dios a Abraham y al pueblo de Israel.

Veremos que Dios tuvo un propósito en llamarlos. También tiene un propósito en

llamarnos a nosotros. En el caso de Abraham e Israel, los propósitos tenían que

ver con alcanzar al resto del mundo. Nosotros también fuimos escogidos para

alcanzar al mundo. Este es el punto: la obra de Dios en nosotros no es

solamente para beneficio nuestro. Tal como Abraham e Israel, fuimos escogidos

para alcanzar al mundo.


El primer propósito de nuestra elección es que seamos una bendición.

Veamos el caso de Abraham en Génesis 12:1-3. Este pasaje es bien conocido

como el pacto de Dios con Abraham. Leer. Abraham no era nadie especial. Era

un hombre común. Vamos a regresar a Génesis pronto, pero veamos

Deuteronomio 26:5. Este versículo le llama un “arameo errante.” La Reina Valera

dice “al punto de perecer.” No era alguien especial. Veamos también Josué 24:2.

Nos dice que adoraba a otros dioses. Antes de que Dios le escogiera a

Abraham, no era fiel. No tenía ninguna cualidad atractiva a Dios, para que Dios

lo hiciera importante. Dios pudiera haber elegido a otros hombres. En el

pensamiento humano, Melquisedec y Job hubieran sido mejores opciones.

Ambos fueron justos y fieles con Dios y estaban disponibles en la misma época.

Sin embargo, Dios quiso llamarlo a Abraham y hacer un pacto especial para con

Abraham. Fue pura gracia de parte de Dios en su vida. ¿Le suena? ¿Por qué

vinieron los primeros misioneros a Ecuador? ¿Por que vieron algún mérito

especial en los ecuatorianos? No, en cambio es porque vieron una necesidad.

Es lo mismo con mis antepasados. Cuando por primera vez fueron

evangelizados en Suecia eran paganos que necesitaban el evangelio. Vamos a

hablar más de eso pero notemos ahora más de Abraham.

Vemos en versículo 1 que el pacto no fue sin requisitos. Dice, “Deja tu

tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré.” Dios

requirió un sacrificio de parte de Abraham. Para cumplir con la responsabilidad


tuvo que dejar algunas cosas preciosas en su vida—su tierra, sus parientes, y la

casa de su padre. Veremos el motivo en versículos 2 y 3.

Dios quería bendecir a Abraham. Él sería el padre de una gran nación.

Tendría un nombre famoso. Versículo 3 dice que sus amigos serían bendecidos

y sus enemigos serían malditos. Sencillamente, Abraham en muchas maneras

sería bendecido grandemente. La mayoría de nosotros ya conocemos bien esta

bendición. Pero fíjese en lo demás. ¿Para qué lo hizo Dios? Seguramente quiso

amar a Abraham y darle bendiciones de amor. Pero también tuvo otro propósito.

también quería que Abraham tomara la responsabilidad de su elección. Dice, “te

bendeciré” y “serás una bendición.” Dios iba a bendecir a otros por causa de su

relación con Abraham. De hecho, por medio de Abraham “todas las familias de

la tierra” serían bendecidas. ¿Se da cuenta? ¡El motivo de bendecir a Abraham

fue que el sea una bendición a otros—a todo el mundo! La elección de Abraham

incluyó también una responsabilidad. Hay un principio en esto para nosotros.

Cuando Dios nos bendice, quiere que seamos también una bendición. La

bendición no termina en mí, soy un canal para bendecir a otros. La bendición

continúa fluyendo a través de mí a mi entorno, con tal que yo tome la

responsabilidad.

Recuerdo un suceso que me pasó hace años. Era muy joven cuando

aprendí a conducir un carro en Estados Unidos. Vivía en el campo a unos 20

kilómetros del pueblo, y manejaba todos los días al colegio. En ese entonces

había un desvío en la carretera donde no había asfalto. Un día todo estaba


sumamente mojado, y ese desvío estaba puro lodo. Debería tomar otra ruta y lo

sabía bien. Sin embargo intenté atravesar el desvío sin tener ni suficiente

experiencia ni buen carro para esa clase de camino. Ya saben lo que pasó. El

carro se atascó en el lodo. Estaba muy avergonzado; había una fila de carros

atrás de mí que no podían pasar. Pero el hombre en la camioneta atrás mío me

ayudó. Él no se quejó; estaba muy paciente y amable. Al salir del lodo, le pedí

disculpas y le expresé muchas gracias. Me dijo que no había problema, que

estaba encantado de ayudar. Pero me dijo algo más, que nunca he olvidado: “No

me debes nada, ayúdale a otro no más. La próxima vez que encuentres a un

necesitado, pásala a él.” En un sentido yo fui el recipiente de la gracia de ese

hombre. Y lo único que me pidió fue que yo tomara la responsabilidad de ayudar

a otros también.

Así mismo, Dios espera que tomemos la responsabilidad de nuestra

elección. Somos recipientes de mucha bendición de parte de Dios. Los cristianos

somos llamados hijos de Dios, tenemos la vida eterna, tenemos victoria sobre

nuestros pecados por el poder de Jesús, tenemos al Espíritu Santo para

guiarnos en el camino recto, tenemos una herencia espiritual, y mucho más. No

merecemos nada de esto. Dios nos lo brinda por su gran amor. Por supuesto

que Dios nos ama sumamente y nos lo ofrece gratuitamente. Pero no queremos

ser ingratos. Dios espera que usemos estas bendiciones para bendecir a otros.

Hay muchas maneras de bendecir a otros. Lo más grande es que

podemos compartir el evangelio. Podemos testificar de las buenas obras del


Señor para con nosotros. Podemos compartir de las cosas materiales para suplir

las necesidades de otros. Esto demuestra el amor de Dios, y puede haber

resultados espirituales. Aún ser amigo es una bendición. Podemos ser amigos

de los desesperados y deprimidos. La llegada de misioneros al Ecuador ha sido

una bendición para cada uno de ustedes. ¿Qué tal si ahora algunos en este

templo toman la responsabilidad de salir a otros países que todavía neesitan la

misma bendición? Hay muchas maneras de bendecir, pero nuestra bendición

siempre debe llevarles a otras personas a la presencia del Señor de una manera

u otra.

Pablo entendía el propósito de su elección. Veamos Gálatas 1:15-16 para

entender el propósito de la elección de Pablo. Leer. Dice que Dios le reveló a

Jesús a Pablo, para que él predicara entre los gentiles. Pablo sabía usar la

bendición recibida de Dios para bendecir a otros. ¿Está usted alcanzando a

gente necesitada? ¿Toma usted las oportunidades que tiene para testificar de

Jesús y sus bendiciones en su vida?

No es cuestión del beneficio que recibo a cambio. Dios me llama,

entonces tengo la responsabilidad. De hecho, puede que haya sacrificios que

hacer. Abraham tuvo que dejar su tierra y su familia. Debemos estar disponibles

a hacer sacrificios de tiempo o sacrificios económicos. Quizás el Señor le está

llamando a usted que deje su tierra y familia para ser misionero. Puede ser aquí

en algúna parte del Ecuador, o puede ser en otro país. Todos debemos

involucrarnos de una manera u otra. Algunos vamos. Pero todos invertimos


tiempo y amistad en alcanzar a nuestros prójimos. Todos oramos por las

necesidades del mundo lejano de Dios. Todos ayudamos enviando a otros al

ministerio. Podemos alentar a otros que se preparen y se vayan. Suplimos sus

necesidades de finanzas, oración y ánimo. Corrientes: preparación de

misioneros bi-vocacionales. Y todo esto es por ser escogidos y bendecidos de

parte de Dios. Ahora se lo debemos a Dios.

Hay un himno en inglés, no sé si existe en español, que se llama Cuenta

Tus Bendiciones. Me gusta la canción; es bueno darse cuenta de todo lo que

nos ha hecho Dios. Pero creo que necesitamos otra canción también. Debemos

cantar Aprovecha Tus Bendiciones. Tal como Abraham, debemos aprovechar

las bendiciones de Dios para que seamos una bendición a otros.

El segundo propósito de nuestra elección es que nuestra iglesia alcance

a otros. Hemos descubierto que individualmente podemos bendecir a otros.

Ahora vamos a ver que Dios quiere obrar a través de la iglesia también, el

pueblo de Dios. Dios cumplió con la promesa que le dio a Abraham. Sí hizo de él

una gran nación, el pueblo de Israel. Vamos a ver Éxodo 19:4-6, y vamos a ver

que Dios tuvo el mismo propósito para Israel que tuvo para Abraham. Leer.

Vemos aquí varias bendiciones para el pueblo de Israel. Ellos mismos

eran testigos de la poderosa mano de Dios en sacarlos de Egipto. Eran testigos

de todas las plagas. Vieron como Dios los hizo cruzar el mar rojo y llegar a la

tierra prometida. Dios los amó y los trajo hacia Él como sobre alas de águila.

¡Qué tratamiento tan especial y cariñoso!


Vemos en versículo 5 que Dios ahora estaba instando a través de Moisés

que Israel siguiera en fidelidad con Dios. Dios quería seguir edificando una

relación especial con su pueblo. Quería que fueran obedientes y cumplieran su

pacto para que fueran su propio pueblo. Aunque toda la tierra le pertenecía a

Dios, quería que el pueblo de Israel fuera su propiedad exclusiva entre todos los

pueblos. Es decir, Israel tendría una relación única a la de todas las otras

naciones. Dios tendría un rol especial para ellos. Fueron escogidos para cumplir

con este rol. ¿Qué, entonces, era el motivo de su elección? Había dos motivos.

Fue una bendición para Israel, pero también Dios quería usar a Israel para

bendecir a otros. Veamos.

Versículo 6 se enfoca en el propósito que Dios tenía para Israel. Dice

“ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa.” Santo quiere

decir uno que tiene santidad, pero también tiene el significado de uno que es

separado y consagrado para cumplir el propósito de Dios. Este pasaje nos dice

que ser consagrado era el propósito para Israel. El rol de Israel era ser un reino

de sacerdotes. Israel podría ser un reino al dejar que Dios reine en la nación.

¿Pero por qué se llamaban un reino de sacerdotes? Una de las funciones del

sacerdote es ser intermediario entre Dios y otros. Entonces Israel podría ser una

nación intermediaria para alcanzar a todas las otras naciones del mundo. ¿Se

dan cuenta? Es decir, el plan de Dios para rescatar al mundo se concentraba en

Israel. Podemos ver varias maneras en que Israel ha sido usado para alcanzar a

nosotros los gentiles. A través de la nación de Israel recibimos la revelación de


Dios, la palabra de Dios. También es la fuente del salvador. E Israel habría sido

mucho más, si hubiera sido fiel. De eso se trata este pasaje. Dice en versículo 5

que Dios quiere que Israel “son del todo obedientes, y cumplen” su pacto. Al

someterse al señorío de Dios, Israel es más útil en su llamada—de ser una

nación sacerdotal. Pero Israel no ha dejado que Dios trabajara en su pueblo

totalmente.

Ahora, me pueden preguntar, “¿Qué tiene que ver con el ministerio de

nuestra iglesia?” Buena pregunta. Vamos a 1 Pedro 2:9-12. Pedro ha aplicado

este principio a la iglesia también. Es que el pueblo de Israel no se sometió

completamente al señorío de Dios. Ahora su posición se ha dado a la iglesia.

Leer 9. ¿Reconocen las frases? Somos escogidos; habla de nuestra elección.

Somos real sacerdocio. Somos nación santa; un pueblo que pertenece a Dios.

¡Las mismas frases que se usó en Éxodo para describir la elección de Israel! Ya

se aplican a la Iglesia. ¿Y qué dice? ¿Para qué fuimos escogidos nosotros?

¡Para que proclamemos las obras maravillosas de Dios! ¡Qué elección! Versículo

10 dice “Ustedes antes ni siquiera eran pueblo pero ahora son pueblo de Dios;

antes no habían recibido misericordia, pero ahora ya la han recibido.” No

merecíamos nada. Solo son la misericordia y gracia del Señor que nos salvaron.

Leamos 11 y 12. Otra vez encontramos el señorío de Dios. Igual como el

pueblo de Israel tenía que ser fiel a Dios para hacer su ministerio, es obvio que

nuestra iglesia también cumple con su ministerio solo cuando Dios tiene control

total. La bendición del señorío de Dios entre nosotros nos trae la oportunidad y
responsabilidad de servicio. Ahora Dios ha bendecido a la iglesia en vez de

Israel. No queremos fallar como hizo Israel. Si nos entregamos completamente a

él, tenemos un ministerio sacerdotal con todo el resto del mundo. Este ministerio

se llama las misiones.

Las misiones son nada más que representar a Dios ante el resto del

mundo. Un misionero es como un embajador que promueve los deseos de los

que representa. Maria Fernanda Espinosa es la actual embajadora ecuatoriana a

las Naciones Unidas. Leí un reporte de un cambio que propuso este año en la

migración al nivel internacional. Tal vez usted no la conoce. A lo mejor, usted ni

sabe si está de acuerdo con sus creencias que promulga en la ONU. No

obstante, élla le representa a usted. Élla está luchando por sus intereses en

Nueva York. El Ecuador la ha escogido para este puesto. Le ha dado todos los

beneficios que pertenecen al cargo. La señora Espinosa debe de tomar bien la

responsabilidad de representar su país. Con privilegio también hay

responsabilidad.

Como iglesia, tenemos la responsabilidad de compartir el evangelio a

todos lo demás. A veces nuestro enfoque puede estar distorsionado. Sabemos

pensar que la iglesia existe para bendecir a los miembros de la iglesia. Hay

razón en esto, pero no es el propósito mayor. Debiéramos recordar la

responsabilidad de elección. Debiéramos recordar que la bendición de Dios es

para servicio—que somos bendecidos para ser una bendición.


Hablando de bendición, podemos empezar con nuestros recursos y

usarlos bien. ¿Qué recursos tenemos? Tenemos un edificio; debemos usarlo

para alcanzar a otros. Tenemos tiempo; debemos usarlo para hacer programas

que alcancen a la gente. La amistad es un gran recurso; que la usemos para

atraer a otros hacia nuestro compañerismo. ¿Tenemos plata? Debemos usarla

para ayudar a los necesitados y atraerlos al evangelio. Debemos usarla para

enviar a misioneros. Podemos alcanzar a Quito, a todo el Ecuador, y al mundo

entero.

Si no nos interesa ser una bendición, no cumplimos el propósito de la

elección de la iglesia. No es cuestión de la madurez de nuestra iglesia. No es

cuestión de la cantidad de recursos económicos que tenemos. Mientras

sirvamos al Señor, Él nos va a proveer el crecimiento en madurez. Él nos va

proveer los recursos económicos, y humanos, y toda cosa que necesitemos.

Dios nos llamó; Dios nos va proveer el cómo hacerlo.

Hay otras formas de alcanzar a nuestra comunidad. Cada uno de

nosotros debiéramos estar considerando en como cumplir con la misión de

nuestra iglesia. Juntos con el liderazgo de la iglesia, podemos sugerir nuevos

ministerios, nuevas formas, y nuevas actividades que alcancen la gente de

Quito, Ecuador, Sudamérica, y el mundo. Debemos ir cambiando y creando para

tener ideas frescas y alcanzar a otros lo mejor que podamos.

Conclusión
Dios escogió a Abraham y a Israel para ser sus herramientas en el mundo

entero. Su elección no fue el fin, no fue su último objetivo, sino fue el medio por

lo cual lograr su objetivo. Nunca olvidemos que fuimos escogidos para el mismo

propósito. Es como si fuéramos un equipo de fútbol. Cada uno de nosotros fue

escogido para que cumpliera su parte en dar éxito al equipo. De pronto si

empiezo a perder la visión de mi propósito, voy a extraviarme. Voy a actuar por

egoísmo. Puede ser que juegue solo por el dinero que gano. O juegue por mi

propia fama. O no tenga mucho afán, y juegue así, así—sin ganas de lograr

éxito para el equipo. Hablando espiritualmente, puede ser igual. Quizás asisto a

la iglesia por mi propio interés. Busco fama o reconocimiento. Hasta a veces

puedo aprovecharme de cualquier oportunidad de enriquecerme a costa de

otros. O tal vez, lo más común es que asisto a la iglesia y eso no más. No quiero

perder mucho de mi tiempo, plata, ni energía para hacer algo costoso. No me

importa que nuestra iglesia siga adelante. No me importa que los objetivos de

Cristo para el mundo sean realizados. No, porque tengo mis propios problemas

que resolver.

Pero saben, Dios nos escogió. Dios nos bendijo. Si no fuera por él, yo no

sería nada. Si no fuera por el, estaría ahogándome en pecado y sin propósito

ninguno. ¿Por qué querría regresarme a una vida sin propósito? ¿Por qué no

entregarme totalmente al señorío de Dios y los propósitos que tiene para mi

vida?
Cuando yo era niño, había un juego que jugábamos en la hora de recreo

en la escuela. Era un tipo de alas cogidas que se llamaba alas cogidas de

cadena. En los juegos de alas cogidas, el niño a quien le toca tiene que seguir y

agarrar a todos los otros niños corriendo. En este juego, una vez que un niño

está agarrado, coge la mano de él que le agarró. De esa forma llega a ser parte

del equipo o sea la cadena que sigue a los otros. La cadena sigue creciendo

mientras otros niños ingresen en el equipo. Para el fin del juego, no hay cómo

evitar ser agarrado, porque la cadena está muy grande. Al ser alcanzado, ningún

niño se queja. Ningún niño deja de hacer su responsabilidad. Saben que fueron

cogidos para cumplir con un propósito. Saben que ya tienen el propósito de

alcanzar a otros, entonces ingresan a la cadena. Todos podemos vivir de esa

manera. Todos podemos vivir con el propósito de ganar a almas para Cristo. Por

eso fuimos escogidos. No hay otra responsabilidad mejor. ¿Está usted haciendo

su parte en la cadena?

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