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LA FALTA DE ORACIÓN
Andrew Murray
Dios se revela al Pedro que ora, a quien guía para que vaya a
Cesárea, donde se pone en contacto con una compañía de oyentes
que ora y está preparada. No es extraño que en respuesta a toda
esta oración descienda la bendición más allá de toda expectación,
y se derrame el Espíritu Santo sobre los gentiles.
Esa oración fue eficaz. Pedro fue librado. Cuando éste llegó a la
casa de María, halló que "muchos estaban reunidos orando". Los
muros de piedra y las cadenas dobles, los soldados y los
guardias, y finalmente la puerta de hierro: todos dieron paso al
poder del cielo que la oración hizo descender para rescatarlo,
todo el poder del imperio romano, representado por Herodes, fue
impotente ante la presencia del poder que la iglesia del
Espíritu Santo ejerció en la oración.
El amor de una madre por su hijo pródigo hace que ella ore por
él. El amor verdadero por las almas se volverá en nosotros el
espíritu de intercesión. Es posible trabajar mucho de manera fiel
y sincera a favor de nuestros semejantes, sin sentir verdadero
amor hacia ellos. Como un abogado o un médico, a causa del amor a
su profesión, y del alto sentido de la fidelidad o del deber,
puede entrar profundamente en las necesidades de su clientes o
pacientes, sin sentir ningún amor especial por ellos así los
siervos de Cristo pueden entregarse a su obra con devoción y
sacrificarse con entusiasmo, sin sentir ningún amor fuerte como
el de Cristo por las almas. Esta falta de amor es la que produce
muchísima deficiencia en la oración. Sólo cuando el amor a
nuestra profesión y a nuestro trabajo, el deleite en la
integridad y en la diligencia, se reducen a la tierna compasión
de Cristo, el amor nos obligará a orar, por cuanto no podemos
descansar de nuestra obra si las almas no son salvas. El
verdadero amor tiene que orar.
Como advertencia para todos los que son fuertes y prudentes para
el trabajo, para estímulo de todos aquellos que son frágiles,
recuerden esta verdad. El reconocer que se es incapaz es el alma
de la intercesión. El cristiano más sencillo y frágil puede hacer
que descienda la bendición del Dios Todopoderoso.
Ustedes, los que aman las almas, y los obreros en el servicio del
evangelio, anímense. El tiempo que se pasa en oración producirá
más que el que se dedica al trabajo. La oración le da al trabajo
su valor y su éxito. La oración abre el camino para que el mismo
Dios haga su obra en nosotros y a través de nosotros. Que nuestro
principal trabajo como mensajeros de Dios sea la intercesión; con
ella aseguramos que la presencia y el poder de de Dios vayan con
nosotros.
POR SU IMPORTUNIDAD
Andrew Murray
Dios nos constituyó de tal modo que cuanto más claramente veamos
lo razonable que es una petición, tanto más nos rendiremos de
corazón a ella. Una causa grande de nuestra negligencia en la
oración es que parece haber algo arbitrario, o por lo menos algo
incomprensible, en el llamado a tal oración continua.Necesitamos
comprender que esta aparente dificultad es una necesidad divina y
que por la misma naturaleza de la cosas, es una fuente de
indecible bendición. Luego debemos estar dispuestos a entregarnos
con alegría de corazón a la importunidad continua. Tratemos de
entender que el llamamiento a la importunidad y la dificultad
que ella nos presenta en el camino constituye uno de nuestros
mayores privilegios.
¿Se ha dado cuenta alguna vez de la parte importante que juegan
las dificultades en nuestra vida natural? Ellas producen el poder
del hombre como ninguna otra cosa puede hacerlo. Pueden
fortalecer y ennoblecer el carácter. Se nos dice que una de las
razones de la superioridad de las naciones nórdicas (por ejemplo,
Holanda y Escocia) en cuanto a la fuerza de voluntad y propósito,
en relación con las naciones del soleado sur, como Italia y
España, es que el clima de éstas últimas ha sido demasiado
benigno; la vida que este clima estimula es demasiado fácil y
descansado. Las dificultades con las cuales han tenido que luchar
las naciones del norte han sido la causa de su mayor prosperidad.
El no nos pide que oremos más allá de aquello para lo cual nos
concede su gracia. El nos dará la gracia para hacer lo que nos
pide, para pedir que nuestras intercesiones sean, día tras día,
un placer para él y para nosotros, una fuente de fortaleza para
nuestra conciencia y nuestra obra y un canal de bendición para
los individuos entre los cuales trabajamos.
Dios trató personalmente con Josué, con Israel, con Acán. Cada
uno de nosotros debe permitir que él nos trate personalmente con
respecto a nuestro pecado de falta de oración y sus consecuencias
en nuestra vida y en nuestro trabajo; con respecto a ser librados
del pecado, a su certidumbre y a su bendición.
¿QUIÉN ME LIBRARÁ?
Andrew Murray
"¿No hay bálsamo en Galaad? ¿No hay allí médico? ¿Por qué, pues,
no hubo medicina para la hija de mi pueblo?" Jeremías 8:22.
"Convertíos, hijos rebeldes, y sanaré vuestras rebeliones. He
aquí nosotros venimos a ti, porque tú eres Jehová nuestro
Dios", Jeremías 3:22.
"Sáname, oh Jehová, y seré sano", Jeremías 17:14.
"¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte?
Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Porque la ley
del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del
pecado y de la muerte", Romanos 7:24, 25; 8:2.
Todo el que quiere orar de manera más fiel y eficaz, tiene que
aprender que toda su vida espiritual está enferma, y que necesita
restauración. Cuando él no sólo piensa de sus deficiencias en la
oración, sino de la falla que hay en su vida de fe de la cual
aquéllas son un síntoma, es cuando llega a estar plenamente
consciente de la naturaleza seria de su enfermedad. Entonces verá
la necesidad de un cambio radical en toda su vida y caminar, en
su vida de fe —que sencillamente es el pulso del sistema
espiritual— el cual pone en evidencia la salud y el vigor.