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Desafíos y perspectivas teóricas y metodologías comparativas:

Importancia de un acercamiento cuantitativo sociodemográfico a la dimensión étnico-


racial en América Latina

Fernando Urrea Giraldo1

Introducción:

En esta ponencia pretendo abordar la reflexión sobre las racialidades en América Latina, en
particular pertinentes a las poblaciones afrodescendientes, a partir de la importancia de los
estudios cuantitativos para el análisis de las heterogeneidades sociales de estas poblaciones
pero observándolas también entre distintos países. Las características sociodemográficas y
socioeconómicas contemporáneas de la gente negra en la región (América Latina y el
Caribe) han sido el resultado de procesos sociohistóricos de larga duración que en todos los
casos tienen como punto de partida los diferentes regímenes esclavistas impuestos desde el
siglo XVI, que se materializaron a partir de la trata de población desde distintas zonas del
continente africano, especialmente de las regiones del África del oeste, aunque también
tuvo repercusiones en otras regiones del continente africano.

La variada y compleja participación de las potencias coloniales (Portugal, España,


Inglaterra, Holanda, Francia) en lo que va a configurarse como las sociedades que hoy
constituyen América Latina y el Caribe, a través de la minería sobre todo de metales
preciosos, la agricultura de plantación (caña de azúcar, algodón, tabaco, café, cacao, etc.),
la ganadería y la servidumbre doméstica en la casa del hacendado y del propietario urbano
de esclavos, a su vez vinculados de una manera u otra a dichas actividades económicas,
será decisiva en la construcción de los tipos de regímenes sociales basados en la esclavitud
y en su duración hasta el siglo XIX. A la vez, las instituciones políticas que se conforman al
paso de la dominación colonial a la república con las guerras de independencia de por
medio, o al imperio en el mismo siglo XIX como fue el caso brasilero sin pasar por el
proceso de las luchas de independencia, jugará también un papel importante en esa larga
duración de la diversidad de poblaciones afrodescendientes o afro-latinas2 (Andrews, 2004)
entre ese siglo y el XX.

Por supuesto, los regímenes esclavistas tuvieron desarrollos diversos de acuerdo a los
siguientes factores (Marquese, 2006): a) el tipo de actividad económica dominante que
articuló el sistema esclavista o la combinación de varias de ellas, como fue el caso brasilero
en varios períodos; b) la presencia demográfica previa relativamente importante o lo
contrario, su reducido peso, de poblaciones amerindias; c) el peso demográfico de la
población esclava africana en los períodos colonial, republicano o imperial; d) el peso
demográfico de la población procedente de las potencias coloniales; e) los procesos de

1
Sociólogo, Profesor Titular, Departamento de Ciencias Sociales, Facultad de Ciencias Sociales y
Económicas, Universidad del Valle, Cali (Colombia). Ponencia presentada en Fábrica de Idéias, Seminário
Internacional, Fábrica de Idéias: 10 anos de Experiência; Mesa II - Mesa III- Desafios e perspectivas teóricas
e metodologias comparativas.
2
En el texto asumo equivalentes los términos afrodescendiente y afro-latino-a (Andrews, op. cit.), al igual que
el de gente negra, en el sentido utilizado para la traducción al español del título del libro clásico de Wade
(1997 [1993]), o simplemente población negra, incluyendo todas las modalidades del mestizaje racial negro.

1
mestizaje interracial surgidos entre las poblaciones de esclavos-as africanos-as, las
amerindias y las de las potencias coloniales. El mestizaje interracial, que jugó un papel
considerable en todos los casos, se comportó por lo general de acuerdo a las desequilibrios
demográficos entre hombres y mujeres de los diferentes grupos de procedencia y el orden
social racial jerárquico de dominación impuesto por la potencia colonial.

Pero el paso entre la abolición de la esclavitud y la conformación de las sociedades


postesclavistas también va a constituir un elemento determinante en los fenómenos de
diferenciación sociodemográfica de las poblaciones afro-latinas (Marquese, op. cit.). No
será lo mismo, como fue el caso de los países andinos (Venezuela, Colombia, Ecuador y
Perú), donde la abolición se realizó hacia mediados del siglo XIX, cuando el régimen
esclavista ya estaba muy debilitado y el trabajo libre se había generalizado en estas
sociedades, en buena medida a través de economías campesinas negras y mestizas. Las
mismas guerras de independencia en estos países y en otros de la región en la primera mitad
del siglo XIX debilitaron considerablemente la esclavitud. Además, el fenómeno del
cimarronismo o constitución de pueblos de negros libres que se resistían a la condición
esclava, acompaña este proceso. Pero claro, esta situación también estaba asociada a la
caída del tráfico negrero en lo que hoy es Colombia desde inicios del siglo XIX debido al
avance en la región más próspera del virreinato de la Nueva Granada (Antioquia) del
trabajo libre en la minería y por supuesto, también a la ausencia de una agricultura de
plantación3. De ahí, que para este país y el Ecuador la población negra se mantendrá vía los
descendientes y las dinámicas diversas de mestizaje interracial local a lo largo del siglo
XIX, ya que los últimos arribos de esclavos-a africanos-as se realizaron en los comienzos
del siglo XIX.

Por el contrario, en sociedades como la cubana, la puertorriqueña y la brasilera la esclavitud


se prolongará hasta finales del siglo XIX, debido fundamentalmente a la enorme
importancia económica de la agricultura de plantación y con ella a las instituciones
coloniales en el caso de España con Cuba y Puerto Rico, o imperiales en el caso del Brasil.
En estos países la hacienda de plantación azucarera, cafetera y de otros cultivos marcó
definitivamente un peso demográfico considerable de la población negra, ya que entre otros
fenómenos la demanda de mano de obra en estas actividades requería mantener la
importación de pueblos africanos en condiciones de esclavitud para garantizar la
rentabilidad de las unidades económicas y la acumulación de capitales asociados a ellas que
alimentaban otros sectores de las economías locales y de la metrópoli (en el caso de Cuba y
Puerto Rico). Esto explica el poder económico y político que los hacendados esclavistas
lograron conservar en países como Brasil y Cuba hasta finales del XIX cuando en otros ya
la esclavitud había sido abolida. Curiosamente estas dos sociedades con instituciones
políticas distintas, el imperio brasilero de origen portugués pero completamente
independiente de la metrópoli y la colonia española próspera a la que se aferra España,
presentan precisamente los casos más sobresalientes de la hacienda de plantación agrícola.
La particularidad es que mientras Cuba al entrar el siglo XIX logra especializarse en la
producción de caña de azúcar, debido a mayores avances tecnológicos, Brasil lo hará a

3
En Colombia la agricultura de plantación (caña de azúcar y otros cultivos) aparece sólo en la segunda mitad
del siglo XIX pero bajo la utilización de trabajo asalariado.

2
través del café de manera exitosa. En el caso de Estados Unidos será la plantación
algodonera la que le reporta mejores opciones competitivas internacionales.

Otros países caribeños distintos a Cuba tendrán también un patrón basado en el modelo de
hacienda de plantación (azucarera, cafetera, algodonera, etc.) con una evolución
diferenciada entre los siglos XVIII y XIX. Si la isla de Santo Domingo (Haití) a lo largo del
siglo XVIII era un emporio de riquezas agrícolas sostenido mediante un severo régimen de
hacienda esclavista, a raíz de su independencia y profunda revolución social, llevada a
cabo por los negros-as esclavos-as y los mulatos-as más educados-as, entre finales del siglo
XVIII y comienzos del XIX, tornará en un sociedad de economía campesina negra de
subsistencia, aislada por la presión de las distintas potencias coloniales y de los nuevos
países independientes, debido al temor de un “efecto de contagio” de su revolución social.
En los casos de otras sociedades caribeñas se darán patrones de desarrollo especializados de
la hacienda de plantación, si bien el predominio será la caña de azúcar.

Por otro lado, además del legado colonial-republicano o colonial-imperial con sus
variaciones nacionales en el Caribe y en el continente, la fase postesclavista con el ingreso
al siglo XX va a conllevar nuevas transformaciones sociales de las poblaciones afro-latinas
en términos de las dinámicas de industrialización y urbanización y la conformación de los
mercados internos relacionados con proyectos políticos de significativa participación del
Estado, al igual que pasa con el conjunto de las poblaciones mestizas, blancas, indígenas.
Es decir, los procesos de modernización/modernidad, también muy desiguales entre países
y en el interior de cada uno, irán profundizando las heterogeneidades sociodemográficas y
socioeconómicas de los afrodescendientes como de los demás grupos poblacionales. Por
ejemplo, van a entrar a jugar cada vez más las disparidades crecientes entre las áreas
geográficas nacionales con las mayores concentraciones de poblaciones negras (pero
también indígenas en los países con mayorías amerindias como México, Bolivia,
Guatemala, etc.) y las áreas más mestizadas o con alta concentración de nuevas poblaciones
inmigrantes de origen europeo. La polarización social amplificada se vuelve más visible a
medida que se avanza en el capitalismo en los diferentes países de la región, afectando las
zonas con mayorías demográficas negras o indígenas4.

La migración rural-urbana y urbana-urbana, al lado de la expansión progresiva de los


sistemas escolares nacionales, sobre todo después de los años 1960, van a tener un impacto
en la diferenciación sociodemográfica a lo largo del siglo XX de los afro-latinos de un país
a otro. Estos procesos están relacionados con el fenómeno comentado antes de la
polarización social entre regiones, rural-urbana y en el interior de las ciudades en expansión
con nuevos patrones de segregación residencial en los que el componente racial entrará a
formar parte del nuevo paisaje social urbano. ¿Cómo se comporta este proceso de
segregación residencial socioeconómico al incluir el elemento étnico-racial en las ciudades
de la región y de qué manera incide en la producción de desigualdades entre las
poblaciones negras respecto a las otras poblaciones? Aunque pueda parecer de Perogrullo,

4
Algunos ejemplos: el Nordeste y Norte versus las regiones del Centro-Sur y Sur de Brasil, la Costa Pacífica
colombiana versus las áreas de mayor desarrollo en la zona andina colombiana. En el caso de un país como
México con un peso considerable de población amerindia una de las regiones de menor desarrollo que se
prolonga hasta el presente es el Sur versus el Distrito Federal y otras áreas de fuerte desarrollo capitalista.

3
esto significa que las transformaciones sociodemográficas y socioeconómicas (y claro, las
políticas) de las sociedades nacionales son el marco principal para entender las diferencias
entre poblacionales afro-latinas en los países de la región, al igual que las que atraviesan a
otros sectores de población (indígenas, mestizos, blancos) al compararlos entre una
sociedad nacional y otra.

Sin embargo, a pesar de las diferencias nacionales que marcan los contextos
sociohistóricos, puede sostenerse que por lo menos entre varias sociedades de la región se
presentó un factor sociodemográfico similar con implicaciones sociales interesantes: una
proximidad interracial horizontal favorecido por la aparición desde muy temprano en los
regímenes esclavistas de una población negra-mulata. De entrada, lo anterior es clave para
entender porqué hay importantes diferencias respecto a otras sociedades como la
norteamericana, con una población negra de considerable peso demográfico, económico y
político a lo largo de su historia hasta el presente. Aquí el modelo de régimen esclavista,
que terminó por imponerse entre los siglos XVIII y XIX en los Estados del sur, también a
partir de un sistema de haciendas de plantación agrícola (algodón), se basó en un sistema
jerárquico de dominación vertical de completa separación o exclusión, con ninguna o muy
poca interacción horizontal a escala microsocial entre individuos de diferentes colores de
piel, sin márgenes para espacios de sociabilidad interraciales. En el caso de las sociedades
latinoamericanas y caribeñas el mestizaje racial iniciado tempranamente a partir de las
relaciones sexuales entre blancos hacendatarios y no hacendatarios con mujeres negras
esclavas y libertas (o con mujeres indígenas) y entre la misma población de “libres”
(mestizos, negros, indígenas), que siempre estuvo en crecimiento, produjo socialmente un
continuum de población de todos los colores: el mestizaje mulato en todas sus
manifestaciones (Telles 2004; Sansone, 2004). De esta manera, este tipo de interacciones
interraciales facilitó el compartimento de espacios de sociabilidad doméstica y
extradoméstica entre individuos (mujeres y hombres) con apariencia fenotípica distinta,
pero sin perderse el orden de la jerarquía socioracial, aunque posibilitando la variación de
“colores” según las situaciones y características de los individuos en sus interacciones. Por
supuesto, el mismo fenómeno va estar asociado a estrategias no necesariamente conscientes
de “blanqueamiento” (movilidad social ascendente restringida y controlada) en diferentes
contextos situacionales desde los grupos sociales negros subalternos, las cuales, no
obstante, refuerzan a su vez la jerarquía social y por lo mismo el sistema de dominación
interracial. En este dominio de la vida social, las sociabilidades íntimas o próximas se
encuadran en un dispositivo de dos direcciones recíprocas, que está imbricado con el
sistema de dominación sexos/géneros, clase social y ciclo de vida: la sexualización de lo
racial y la racialización de la sexualidad (Martin-Alcoff, 2006; Hill Collins, 2005; Urrea et
al. 2006). Aunque este dispositivo es común a diferentes sociedades, incluyendo la
anglosajona, en América Latina y el Caribe es un poderoso elemento del juego interracial.

En síntesis, hay que tener en cuenta una perspectiva de lo que pudiéramos llamar efectos de
larga duración (varios siglos) a través de la institución de la esclavitud en las sociedades
americanas con sus diversas variantes y la organización social postesclavista hasta bien
entrado el siglo XX; y en segundo lugar, los impactos más recientes de los procesos de
modernización/modernidad después de 1950 y 1960 al presente sobre las estructuras y
dinámicas sociodemográficas de la gente negra. En el caso brasilero hay diversos estudios
que han propuesto un balance que integra el análisis del largo plazo sobre las sociedades

4
colonial y monárquica o imperial esclavócratas con las tendencias más contemporáneas de
fuerte desigualdad social en el que el componente racial tiene un peso considerable, sobre
todo a partir de la República en 1889 y a lo largo del siglo XX hasta comienzos del XXI.
Uno de ellos es el de Campos, Barbosa, Pochmann, Amorim y Silva (2005, organizadores:
25-45, capítulo 2: Riqueza e exclusâo social no Brasil).

Un primer análisis comparativo sociodemográfico de poblaciones afrodescendientes


en tres países, Brasil, Colombia y Ecuador:

En esta parte procedo a realizar un primer ejercicio comparativo descriptivo entre tres
sociedades de la región (Brasil, Colombia y Ecuador), sobre las estructuras
sociodemográficas de las poblaciones afrodescendientes, más en la dirección de mostrar las
diferencias que revelan los contextos nacionales y por lo mismo destacar algunos
componentes centrales de la heterogeneidad de estas poblaciones en los tres países5. No se
trata propiamente de una presentación sobre las condiciones de vida y desigualdades
sociales que enfrentan las poblaciones afro-latinas en cada país, de lo cual ya existen un
sinnúmero de estudios bien representativos con base en buen soporte estadístico para estos
países sobre desigualdades entre grupos raciales y étnicos6. Por otro lado, algunos de ellos
ya desarrollan hipótesis muy consistentes sobre la interacción del componente racial con la
clase social, el género y las dinámicas de urbanización e industrialización7. Se trata más
bien de una mirada comparativa a los datos sobre las grandes diferencias demográficas de
los afrodescendientes entre los tres países seleccionados, lo cual permite pensar en los
efectos de los procesos históricos de larga duración y contemporáneos sobre ellos hoy en
día. Si consideramos en la tradición de Marx que las estructuras demográficas son la
cristalización histórica de relaciones sociales que permiten producir y reproducir la vida
social, es más fácil darnos cuenta de la compleja y rica heterogeneidad de los grupos
étnico-raciales en la región, evitando caer en la trampa de lecturas culturales esencialistas

5
Digo “un primer ejercicio” porque se intenta comparar estructuras poblacionales contemporáneas de
poblaciones afro-latinas en países de la región, ya que con excepción del Brasil no se disponían de estadísticas
nacionales antes del 2000 para otros países latinoamericanos, a diferencia de las poblaciones indígenas de las
cuales ya existía una tradición de datos estadísticos que se remonta a décadas atrás en los países
latinoamericanos con mayores concentraciones de grupos amerindios. Un importante trabajo pionero es el de
Rangel (2005), relacionado con el análisis de los indicadores del milenio en términos comparativos para
Brasil, Costa Rica, Ecuador, Guatemala y Honduras.
6
Como ya es conocido, Brasil es el país con la más larga tradición de estadísticas raciales que vienen desde el
período del imperio con Pedro II, más de 120 años. Sin embargo, los estudios cuantitativos rigurosos
utilizando dichas estadísticas, en los que se presenta el fenómeno de la desigualdad social relacionado con la
raza y el tipo de relaciones raciales arrancan en los años setenta. Entre algunos de los más representativos, sin
ser exhaustivo, están los de Hasenbalg (1979 [1978], 1985), Hasenbalg y Silva (1991), Silva (1978, 1985,
1987, 1999), Telles (1992, 1993, 1994, 1995, 1996, 2002, 2004), Telles et al. (1998), Wood (1991), Wood y
Carvalho (1994), Henriques (2001), Paixão (2003, 2004), Paixão et al. (2004), Heringer et al. (1989),
Petruccelli (1999, 2001, 2002), Castro y Guimarães (1999), Guimarães (1999, 2002), Inspir-Dieese (1999),
Soares (2000), Beltrão et al. (2002).
En Colombia los análisis cuantitativos sobre la dimensión racial se inician con los trabajos del proyecto
CIDSE-IRD, recogidos en Barbary y Urrea (2004), también Urrea (2005), Viáfara y Urrea (2006). En
Ecuador, a partir del censo 2001, los trabajos de Guerrero (2005) y Antón (2005).
7
En Brasil especialmente los trabajos de Hasenbalg, Telles, Castro y Guimarães, Guimarães, Sansone (2004;
si bien este trabajo de este autor es más de corte antropológico abre una línea de análisis clase-raza-género,
por otro lado, dialoga con los estudios cuantitativos). En Colombia, Barbary y Urrea (op. cit.).

5
sobre los mismos, que tienden a olvidar las marcas históricas nacionales de amplia duración
y los procesos de modernización/modernidad en el siglo XX.

Para tal efecto, procedo a utilizar las estadísticas sociodemográficas disponibles en los tres
países resultantes de los censos de población y algunas encuestas de hogares. Para Brasil el
censo 2000 y la PNAD de 2005, Colombia el censo 2005 y Ecuador el censo 2001 y la
Encuesta de Calidad de Vida 20068. Los indicadores seleccionados (distribución
urbano/rural, distribución en tres grandes grupos de edad de la población, tasas de
dependencia e índices brutos de masculinidad, tasas globales de fecundidad, estado civil,
mortalidad infantil y esperanza de vida, tasas brutas de analfabetismo y de 15 y más años)
no sólo son ya disponibles sino que por fortuna permiten una radiografía de algunas
tendencias centrales. Estos indicadores se tienen tanto para la población afrodescendiente
como para el conjunto de las poblaciones de los tres países, lo que permite así relativizar
los hallazgos a través de la población nacional como “variable de control”. La mayor parte
de los indicadores se obtuvieron por sexo9.

Un primer asunto que de entrada llama la atención al comparar los tres países, y que era de
esperar, es el peso demográfico tan distinto de la presencia negra en las tres sociedades,
independientemente a potenciales variaciones en los valores numéricos10: 49,5% según la

8
No ha sido posible utilizar un conjunto de indicadores más amplios, especialmente en educación y
condiciones de vida debido a las restricciones que presenta la información colombiana de cuadros de salida
para los afrocolombianos en los rangos de edad al nivel nacional y que no toda la información del censo 2005
respecto a la variable étnica ha podido ser procesada hasta la fecha. Hay así una limitación al no disponerse
aún de los microdatos censales que puedan permitir procesamientos más específicos comparables con los de
Brasil y Ecuador.
9
Desafortunadamente para esta presentación no conseguí el dato de Colombia por sexo del estado civil, sino
para ambos sexos, tampoco pude conseguir la distribución de este indicador para los afroecuatorianos.
10
Sin entrar a una discusión pormenorizada sobre los resultados del censo 2005 en Colombia, que van más
allá de los objetivos de esta ponencia, frente a si la cifra alcanzada por este censo de la población
afrocolombiana tiene problemas de alto o bajo subregistro, simplemente puede observarse que se trata
estrictamente de la población que en el operativo censal se autoreconoció bajo algunas de las categorías que
señalaba la pregunta censal: afrocolombiano-a, afrodescendiente, negro-a, mulato-a, Raizal de San Andrés
Islas y Palenquero. Por supuesto, las fallas que pudiesen haberse presentado en el operativo censal inciden
también. Lo fundamental es que muy seguramente no es toda la población que bajo otra metodología de
registro podría imputarse como afrocolombiana o afrodescendiente (Urrea, 2007 A). El proyecto CIDSE-IRD
(Barbary y Urrea, op. cit.) ha estimado entre un 18-20% del total de la población colombiana a través de
cálculos apoyados en los resultados de encuestas que han empleado una metodología de clasificación externa
del fenotipo por el empadronador y otra mediante el uso de fotografías, sin comprometer al encuestado con
una pregunta directa de identidad (op. cit.). En el caso del Ecuador también podría pensarse que ha sucedido
este fenómeno en el censo 2001, aunque el formato de la pregunta de autoreconocimiento étnico es más
incluyente que en el caso colombiano, ya que están las opciones de “blanco-a”, “mestizo-a”. Respecto al
Brasil, hay una rica discusión sobre las categorías raciales en los censos y encuestas de hogares por muestreo
(PNAD) y la evolución de las estadísticas raciales, en particular sobre las variaciones de las cifras de
población preta y parda entre los censos. Telles (2004: 78-106), trae un interesante análisis sobre este punto
que recoge a la vez un debate más amplio sobre las clasificaciones raciales plurales en la sociedad brasilera,
debido al fenómeno sociológico de inexistencia de una “línea de color”, a diferencia del modelo anglosajón.
Esta hipótesis se acerca a la investigación antropológica contemporánea que ofrece aportes sobre estas
mudanzas (ver Sansone, 2004: 39-87). Yo me inclino igualmente que para el caso colombiano este fenómeno
opera como en la sociedad brasilera (inexistencia de una “marca de color” definida); por lo mismo, señalando
la importancia de una minoría racial que se mueve entre el 10,6% (censo 2005) y el 18-20% (estimación
CIDSE-IRD).

6
PNAD 2005 para el Brasil, 10,6% el censo 2005 de Colombia y 5,7% la ECV 2006 del
Ecuador (Cuadro 1).

Cuadro 1 
Peso porcentual de la población negra en 
Brasil, Colombia y ecuador 
% Población preta/parda Brasil 2005 (*)  49,5
% Población afrocolombiana 2005 (**)  10,6
% Población afroecuatoriana 2006 (***)  5,7
(*) PNAD11 año 2005,  (**) Censo 2005, (***) ECV 
2006. 

Este diferencial nos dice mucho de la importancia de los efectivos poblacionales afro-
latinos que existen en los países analizados, resultados de procesos demográficos de larga
duración hasta nuestros días en cada sociedad nacional. Es muy factible, como advierto en
la nota de pié de página, que lleguen a ser más en países como Colombia y Ecuador, ya que
existe un amplio sector de población mestizo-mulato que no se autoreconoce o autoclasifica
en una categoría determinada que usan los respectivos censos y encuestas de hogares por
muestreo para abarcar la población afrodescendiente12. Sin embargo, aceptando esta
situación de todos modos son relevantes los pesos tan distintos.

Brasil concentra el mayor tamaño de población negra en toda la región, pero también al
nivel internacional es el país con el principal contingente de afrodescendientes como
resultado de la trata negrera que logra prolongar hasta 1850 y continuar con el control de
buna parte de la mano de obra de plantaciones en condiciones de esclavitud hasta 1.888.
Indiscutiblemente ello ha tenido que ver con la importancia de la mano de obra esclava en
las economías agrícolas de plantación (caña de azúcar, café) y la minería hasta bien
avanzado el siglo XIX, en el contexto de una sociedad en fuerte expansión demográfica y
económica y un proyecto político centralizador imperial. Como lo ha señalado Marquese
(2004), el régimen esclavista brasilero logró a través del tipo de gestión de la mano de obra
adecuarse a la expansión capitalista en el siglo XIX en condiciones muy competitivas13. Sin
embargo, el ambiente político internacional completamente desfavorable para mantenerla,
los cambios políticos internos pro-abolicionistas, además de la evasión generalizada de los
esclavos con reducido apoyo de los organismos policiales por evitarlo, facilitaron su
eliminación definitiva (op. cit).

11
Pesquisa Nacional por Amostra de Domicílios.
12
Si se asume la estimación del proyecto CIDSE-IRD alrededor de la quinta parte de la población colombiana
caería en algunas de las categorías étnico-raciales de afrodescendientes. Las organizaciones del movimiento
negro llegan al 26% (Comisión para la Formulación del Plan Nacional de Desarrollo de la Población
Afrocolombiana. Departamento Nacional de Planeación, DNP, 1998). Una hipótesis similar en Ecuador
quizás alcanzaría entre un 7 y 8%.
13
“Las teorías administrativas esclavistas que fueron construidas a partir de fines del setecientos tienen un
innegable tenor moderno y por ese motivo pueden ser tomadas como uno de los desdoblamientos de la nueva
racionalidad económica y política surgida en el mundo atlántico en el pasaje del siglo XVIII para el XIX. Esto
demuestra la posibilidad de hablar de un liberalismo esclavista, plenamente compatible con los órdenes
nacionales esclavistas que surgieron a partir de la crisis del sistema colonial”, Marquese, op. cit.: 381-382.

7
Este fenómeno permitió incrementar los efectivos de población negra africana hasta
mediados del siglo XIX, además del crecimiento vegetativo de los descendientes de las
precedentes generaciones de esclavos y libertos (antiguos esclavos) y sobre todo el aumento
demográfico de los pardos o mulatos que en el caso brasilero ya era muy visible a
comienzos del XIX14. Los casos de Colombia y Ecuador son bien diferentes, ya que se trata
de países cuyos orígenes coloniales fueron los virreinatos de Nueva Granada y Quito, con
un uso intensivo de la mano de obra esclava de descendencia africana centrada
fundamentalmente en la explotación minera de aluvión en los ríos del Pacífico. La
Provincia de Esmeraldas del Ecuador constituía un espacio económico y demográfico
común con el de la Costa Pacífica colombiana sur, hasta la abolición de la esclavitud. Se
trataba de una explotación minera dominada por hacendados y comerciantes andinos
criollos que combinaban la ganadería extensiva en valles interandinos y el altiplano, una
agricultura para la alimentación de los esclavos en las minas y actividades de comercio
(Colmenares, 1975, 1979, 1990; Zuluaga, 1997). En el período colonial no se dieron las
condiciones para una economía hacendaria de plantación en caña u otro cultivos, por lo que
la mano de obra esclava además de la minería era utilizada en la servidumbre, el manejo de
ganado y cultivos de subsistencia de baja productividad. Con la abolición de la esclavitud
se desarrollan economías campesinas negras y de minería en pequeña escala, fenómeno que
ya era vigoroso previamente con el cimarronismo y el surgimiento de pueblos de libres en
el Pacífico colombiano y ecuatoriano (Zuluaga, 1989; Zuluaga y Romero, 1999). Por otro
lado, hay que advertir que en los dos países se contaba con importantes grupos
poblacionales indígenas, sobre todo en el Ecuador, y que el mestizaje racial más visible en
el modelo andino es entre indígena y blanco a escala nacional (Ecuador), a diferencia de
Brasil donde ha sido el mestizo-a/mulato-a15. Otro aspecto político y económico con
efectos en el poblamiento negro tiene que ver con la debilidad de los dos Estados
nacionales que surgen después de la Gran Colombia, a partir de 1830, Ecuador y Colombia,
diezmados como sucede con el segundo por las guerras civiles a lo largo del siglo XIX y
con una débil integración al mercado mundial16. Sólo en el siglo XX cultivos de
exportación como el banano en Ecuador y el café en Colombia van a permitir la integración
a la economía mundial, pero bajo utilización de mano de obra asalariada. En resumen,
mientras Brasil es el país con el mayor volumen absoluto de afro-latinos en la región,
alcanzando cerca del 50% de su población total en la actualidad, el Ecuador se ubica en una
magnitud moderada baja respecto a su población total y Colombia en una situación
intermedia entre Brasil y Ecuador. Sin embargo, la particularidad de Colombia es que
careciendo en el período de la Colonia y la República (siglo XIX) de una economía de
hacienda de plantación (caña de azúcar, algodón o café) esclavista, alcanzó a tener una
significativa importancia la utilización de esclavos africanos (hasta los primeros inicios del
siglo XIX) o sus descendientes, en su mayor parte concentrados en la minería del Pacífico,
sin perder importancia la servidumbre y actividades agrícolas y artesanales en otras zonas
del país. Esto explica la sobreconcentración de población negra en esta subregión del país y

14
Hacia 1800 el 30% de la población brasilera era afro-latina libre y un 37% afro-latina esclava (Andrews, op.
cit.:41). Ahora bien, una parte importante de la libre estaba constituida por mulatos-pardos, pero también en la
categoría de esclavos había población mulata.
15
También en Colombia y Ecuador, pero en magnitudes absolutas mucho más reducidas que en Brasil, por las
mismas características del peso demográfico de la importación de africanos en el siglo XIX.
16
La abolición de la esclavitud en Ecuador es de 1851 y en Colombia de 1852.

8
en espacios urbanos y rurales de la Costa Caribe. Por esta razón, podría estar entre los
países hispanos con Cuba y Venezuela con mayor volumen de gente negra17.

El Cuadro 2, presenta la distribución porcentual urbano/rural de la población


afrodescendiente versus la población total en los tres países. Las tendencias son muy
interesantes: a) mientras las poblaciones afro-latinas de Brasil y Colombia son ligeramente
menos urbanas que las poblaciones totales de los dos países, en el caso del Ecuador es lo
contrario, la gente negra es más urbana que el total de los ecuatorianos; b) sin embargo, el
Ecuador está mucho menos urbanizado que Brasil y Colombia (20 puntos de diferencia con
Brasil y 11 con Colombia), y Brasil es el país más urbanizado de los tres, incluyendo a su
población afrodescendiente al compararla con sus equivalentes en los otros dos países.

Cuadro 2
Distribución porcentual urbano/rural de la población afrodescendiente y la total nacional en los tres países
Población Afrodescendiente Población Total
Distribución Colombia Brasil Brasil Ecuador Colombia Brasil Brasil Ecuador Ecuador
urbano/rural 2005 2000 2005 2001 2005 2000 2005 2001 2005
% Urbana 72.8 77.1 80.7 68.7 74.3 81.2 82.8 61.1 62.9
% Rural 27.2 22.9 19.3 31.3 25.7 18.8 17.2 38.9 37.1
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
Fuentes: censo 2005 Colombia; censo 2000 Brasil; PNAD 2005 Brasil; censo Ecuador 2001; ECV 2006 Ecuador

Estas diferencias urbano/rural entre los tres países están enmarcadas por factores históricos
como el peso absoluto y relativo de la población indígena ecuatoriana, principalmente en la
zona rural, un proceso de modernización vía urbanización más acentuado en Brasil que en
los otros dos países, mientras Colombia presenta un patrón intermedio entre Brasil y
Ecuador. Tanto en Colombia como en Ecuador la subregión del Pacífico alberga el grueso
de las poblaciones rurales afrodescendientes para los dos países18. En el caso colombiano la
mayor ruralidad de la gente negra del Pacífico en un contexto de conflicto armado desde
mediados de los años noventa va a afectar algunos de los indicadores que se verán más
adelante (tasas de dependencia, fecundidad total, mortalidad infantil y esperanza de vida),
en términos de un mayor rezago respecto a Brasil y el Ecuador. Pero al igual, las cabeceras
y ciudades de los municipios del Pacífico como receptoras del desplazamiento forzoso por
la guerra arrojan indicadores sociales muy dramáticos.

17
Los datos de Hugh (1997) sobre estadísticas de la trata esclava que cubren el período 1450-1900, le dan al
Brasil el 35,4% de todo el flujo humano procedente del África, el mayor para todas las Américas (4 millones),
seguido de lejos por todas las colonias hispanas con el 22,1% (2,5 millones), de las cuales Cuba tenía el
principal peso. Hacia 1800, según Andrews op. cit., el 35% de la población cubana es esclava, constituyendo
el segundo gran contingente después de Brasil. Luego de Cuba para esa época se encontraban los territorios
que hoy conforman Venezuela y Colombia. Por otro lado, los datos de Hugh revelan que el flujo total de
esclavos que llegó a América del Norte estuvo por debajo incluso que los de la región caribeña (el 4.4%,
medio millón de personas; op. cit.). En tal sentido, Colombia hacia finales del siglo XIX podría ser el tercer
país hispano con mayor población negra.
18
Hay que tener en cuenta que los datos sobre afrodescendientes del Ecuador corresponden al censo de 2001
y los de Colombia al 2005; sin embargo, se disponen datos de la distribución urbano/rural para toda la
población ecuatoriana en el 2005 (Cuadro 2, última columna de la derecha), sin que se observen cambios muy
significativos. Esto permite advertir que el patrón diferencial urbano/rural en el Ecuador se mantiene hacia el
2005, tanto para la población total como para la afrodescendiente.

9
El Cuadro 3, referente a la distribución de la población en los tres grandes grupos de edad,
muestra que la población brasilera tiene el valor porcentual menor de la población menor de
15 años y el mayor para la población de 15 a 64 años, frente a los otros dos países. Esta
distribución está relacionada claramente con la mayor urbanización de la sociedad brasilera,
lo cual a la vez se refleja en el Cuadro 4, en tasas más reducidas de dependencia juvenil y
total. Esto se reproduce, como era de esperar, para la población afrodescendiente brasilera
al compararla con la de Colombia y Ecuador; si bien, de todos modos son más altas que las
que presenta la población total brasilera, lo cual tiene que ver precisamente con el efecto de
las desigualdades sociales al controlar el factor raza en el interior de la sociedad.

Cuadro 3
Distribución porcentual de la población afrodescendiente y total nacional por tres grandes grupos de edad en
los tres países
Población Afrodescendiente Población Total

Colombia 2005 Brasil 2000 Ecuador 2001 Colombia 2005 Brasil 2000 Ecuador 2001
% Población menor de 15 años 33.9 31.4 32.7 31.5 29.6 33.2
% 15-64 años 60.8 63.8 61.5 62.3 64.5 58.7
% 65 y más años 5.3 4.8 5.8 6.2 5.8 8.1
Total 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0 100.0
Fuentes: censo 2005 Colombia; censo 2000 Brasil; PNAD 2005 Brasil; censo Ecuador 2001.

Al comparar Colombia y Ecuador se tiene que entre las poblaciones afrodescendientes de


los dos países – y teniendo en cuenta que son mediciones censales con 4 años de diferencia
– la colombiana presenta ligeramente una mayor juventud, lo cual se refleja en una tasa de
dependencia juvenil más alta (Cuadro 4), curiosamente a pesar de ser una población menos
rural que la ecuatoriana. Esto se explica por el peso de la Costa Pacífica colombiana en el
total de la población afro-latina y sus condiciones de vida deterioradas, al nivel urbano y
rural. Al comparar las poblaciones totales en los dos países, aunque se tiene el problema de
los censos con cuatro años de diferencia, se observa de todos modos una menor tasa de
dependencia juvenil en Colombia para su población total, lo que amplifica el cuadro de la
desigualdad social entre los-as afrocolombianos-as y el conjunto de la población
colombiana. Respecto a la tasa de dependencia senil (Cuadro 4), la mayor tasa del Ecuador,
tanto para su población total como para la afrodescendiente, posiblemente (en términos de
hipótesis) tiene que ver con el fenómeno de la migración internacional de los ecuatorianos
en edades menores de los 15 años y sobre todo entre los 15 y 50 años de edad, creando un
efecto estadístico de aumento de la gente mayor de 60 años.

Cuadro 4
Tasas de dependencia e índice bruto de masculinidad de la población afrodescendiente y total nacional en los
tres países
Población Afrodescendiente Población Total

Tasas de dependencia e Colombia Brasil Ecuador


índice de masculinidad 2005 2000 2001 Colombia 2005 Brasil 2000 Brasil 2005 Ecuador 2001
Dependencia juvenil 0.56 0.49 0.532 0.508 0.46 0.398 0.566
Dependencia senil 0.071 0.075 0.094 0.08 0.09 0.103 0.14
Dependencia total 0.63 0.57 0.626 0.59 0.55 0.501 0.706
Índice bruto de masculinidad 0.98 1.03 1.07 0.96 0.97 0.95 0.99
Fuentes: censo 2005 Colombia; censo 2000 Brasil; PNAD 2005 Brasil; censo Ecuador 2001.

10
Llama la atención que los índices brutos de masculinidad son ligeramente mayores (por
encima de la unidad) en Ecuador y Brasil para la población afrodescendiente (Cuadro 4),
mientras en Colombia son más parecidos al conjunto de la población. Por lo demás, para las
poblaciones totales los tres países presentan índices de masculinidad muy cercanos y por
debajo de la unidad. Esta variación puede estar afectada por una reducción de los efectivos
de mujeres en varios grupos de edad debido a mayor migración entre la población
afrodescendiente, especialmente en el caso del Ecuador. En el caso de Brasil los registros
censales del IBGE, particularmente la población preta (negra), en los censos de 1990 y
2000, muestran una masculinidad bruta ligeramente superior a la unidad, la cual puede estar
asociada a sobre mortalidad femenina en algunos rangos de edad. De nuevo aquí juega el
factor de las desigualdades socioraciales19.

Las tasas globales de fecundidad en los tres países curiosamente revelan patrones
reproductivos muy cercanos entre la población afrodescendiente urbana de Brasil y
Colombia, mientras que la ecuatoriana mantiene un rezago, si bien el dato responde al
censo de 2001 y los de Colombia y Brasil son para el 2005 (Cuadro 5). Esto ya se observa
claramente para el conjunto de la población total urbana en estos dos países (Cuadro 5). Sin
embargo, en el Brasil la población afrodescendiente urbana tiene una tasa ligeramente
menor a la colombiana y en el total casi son iguales. No sucede así con la población
afrodescendiente rural colombiana ya que su tasa es mayor a la del Brasil, pero esto
también se replica aunque con menor fuerza para el total de las poblaciones en los dos
países. En el caso ecuatoriano el efecto rural en las tasas de fecundidad de la población
afrodescendiente y la total es considerable, ya que las cifras arrojan 4,6 hijos por mujer en
edad fértil entre las afro-latinas y 4,0 para el total de las mujeres en el medio rural (Cuadro
5), lo que revela una fase para este país de rezago en la transición demográfica si se lo
compara con Brasil y Colombia. Por otro lado, en los tres países las tasas globales, en
campo y ciudad, son mayores para la población afrodescendiente, lo que apunta a una
desigualdad social importante en cada país para la gente negra.

Cuadro 5
Tasa global de fecundidad (urbana, rural y total) para la población afrodescendiente y total nacional en los
tres países
Población Afrodescendiente Población Total
Tasa global de fecundidad Colombia 2005 Brasil 2005 Ecuador 2001 Colombia 2005 Brasil 2005 Ecuador 2001
Urbana 2.4 2.2 3.3 1.9 1.8 2.7
Rural 3.5 2.7 4.6 3.1 2.6 4.0
Total 2.7 2.3 3.6 2.1 2.1 3.2
Fuentes: censo 2005 Colombia; censo 2000 Brasil; PNAD 2005 Brasil; censo Ecuador 2001.

La mortalidad infantil (menores de un año) por sexo (Cuadro 6) permite captar enormes
diferencias entre los tres países, a la vez que profundas desigualdades sociales en cada
sociedad: a) mientras Colombia para su población total curiosamente arroja tasas similares
o ligeramente menores a las de Brasil (año 2005) y muy posiblemente suceda un fenómeno
similar con el Ecuador ya que los datos para este país son del 2001, si se piensa que en 4
años la tendencia del descenso se mantenga, en el caso de la población afrodescendiente la
situación es muy diferente: Colombia presenta las tasas más altas de los tres países con
19
Este asunto es de interés para un estudio posterior sobre los diferenciales en los índices de masculinidad por
grupos de edad y su relación con la estructura de mortalidad y el fenómeno de la migración por sexo.

11
diferenciales considerables (de 9 puntos con Brasil y 14 con Ecuador; Cuadro 6); b) llama
la atención que las menores tasas corresponden al Ecuador, tanto para su población
afrodescendiente como para la total, a pesar de ser un país más rural. Estas menores tasas
en el Ecuador pueden tener que ver con mayor cobertura de salud y acceso a otros servicios
públicos para la población menor de 1 año y sus madres, curiosamente comparado con
Brasil y Colombia, no obstante ser estos dos países más urbanizados. Puede también
suponerse como hipótesis que las remesas de los hogares pobres urbanos y rurales, muchos
de ellos hogares afrodescendientes, con migrantes en el exterior hayan incidido en este
comportamiento de menores tasas de mortalidad infantil20.

De nuevo, el caso colombiano se manifiesta vía el deterioro de las condiciones de vida de la


población afrodescendiente, particularmente en el Pacífico y en las ciudades con alta
recepción de población desplazada afrocolombiana21. Veremos luego en el Cuadro 7 cómo
a la vez ello se refleja en la esperanza de vida.

Cuadro 6
Tasa de mortalidad infantil (menores de 1 año) por sexo para la población afrodescendiente y total
nacional en los tres países
Población Afrodescendiente Población Total
Tasa de mortalidad infantil Colombia Brasil Ecuador Colombia Brasil Brasil Ecuador
(menores de 1 año) 2005 2000 2001 2005 2000 2005 2001
Hombres 48.1 38.5 33.6 26.0 30.8 26.4 29.9
Mujeres 43.9 36.8 30.6 20.8 29.5 25.3 28.6
Total 46.7 37.6 32.6 23.4 30.1 25.8 29.2
Fuentes: censo 2005 Colombia; censo 2000 Brasil; PNAD 2005 Brasil; censo Ecuador 2001.

Finalmente, en las tres sociedades la población afrodescendiente presenta tasas mayores


para ambos sexos de mortalidad, en términos comparativos con la población total. Sin
embargo, de los tres países Colombia tiene los mayores diferenciales: 2 veces la tasa
nacional, mientras en Brasil es 1,2 veces y en Ecuador 1,1 veces.

Por supuesto, las tasas de esperanza de vida al nacer por sexo están muy relacionadas con
las tasas de mortalidad infantil22. Obsérvese en el Cuadro 7 que las tasas mejores de
esperanza de vida se encuentran en Ecuador, para ambos sexos, tanto para la población total
como para la población afrodescendiente. Incluso entre el año censal de 2001 y la encuesta
de calidad de vida de 2006 en ese país se presentó una mejoría sensible, particularmente
entre las mujeres ecuatorianas.

20
Si bien en Colombia la migración internacional tiene también una importancia, ya que la tasa de salida
acumulada llega al 7,88% de la población total en el 2005 (Khoudour-Castéras, 2007), en el caso del Ecuador
puede ser superior al 20% respecto al conjunto de la población del país.
21
Se estima que el 30% del total de los desplazados por la guerra entre 1996 y 2007 son afrocolombianos-as;
por otra parte, el 16,1% del total de la población afrocolombiana ha sido desplazada por la guerra; en el caso
de la gente negra del Pacífico llega a ser afectada el 40% y en las zonas rurales el 60% (Urrea, 2007 B).
22
Ya que, como es bien sabido, el descenso de la mortalidad infantil en las diferentes sociedades tiene un
enorme impacto en el aumento de la esperanza de vida en todas ellas.

12
Cuadro 7
Esperanza de vida al nacer por sexo para la población afrodescendiente y total nacional en los tres
países
Población Afrodescendiente Población Total
Esperanza
de vida al Ecuador Colombia Ecuador Ecuador
Colombia 2005 Brasil 2000 Brasil 2000 Brasil 2005
nacer 2001 2005 2001 2006
(años)
Hombres 64.6 65.6 70.8 69.5 66.7 68.2 72.0 72.1
Mujeres 66.7 68.6 75.3 76.5 74.4 75.8 76.5 78.0
Total 65.6 67.2 72.6 72.9 70.5 72.0 73.8 75.0
Fuentes: censo 2005 Colombia; censo 2000 Brasil; PNAD 2005 Brasil; censo Ecuador 2001; ECV Ecuador 2006.

En segundo lugar, las tasas de Colombia para la población total son ligeramente mejores a
las de Brasil (Cuadro 7) para los dos sexos; sin embargo, como era de esperar no sucede así
con la población afrodescendiente en los dos países: son ligeramente menores las
colombianas. Este comportamiento contrario permite revelar mejor la situación de
desigualdad social en la que se encuentra la población negra colombiana hoy en día. En
tercer lugar, el caso ecuatoriano indica que a pesar de una menor urbanización respecto a
Brasil y Colombia sus condiciones de vida referentes a indicadores demográficos básicos
como son mortalidad infantil y esperanza de vida son mejores, tanto para afrodescendientes
como para la población total, aunque se mantienen unos diferenciales entre una y otra a
favor de la segunda. La particularidad del Ecuador es que los diferenciales entre afro-
latinos y el conjunto de la población son menores; respecto a esperanza de vida así: 1,02 en
Ecuador, 1,07 en Brasil y 1,11 en Colombia.

Hasta el presente los datos sociodemográficos analizados parecieran indicarnos una relativa
menor desigualdad socio-racial en Ecuador que en Brasil y en Colombia. La mayor
claramente se encuentra en Colombia, asociada a los patrones sociohistóricos de
marginación geográfica de la gente negra (Wade, 1997; Barbary y Urrea, op. cit.; Viáfara y
Urrea, 2006).
Ahora bien, al hacer el análisis del estado civil en dos países, Brasil y Colombia, de la
población afrodescendiente y la total (Cuadro 8), se llega a un hallazgo sorprendente,
teniendo en cuenta que son datos tomados en censos con 5 años de diferencia. Si aceptamos
que la pregunta en los censos de población de los dos países sobre estado civil es
equivalente23, la primera sorpresa son las fuertes variaciones en los patrones de nupcialidad
en las dos sociedades, tanto para la población afrodescendiente como para la total: a) la
proporción de población en unión libre de Colombia (10 años y más de edad) es
considerablemente más alta que la brasilera (23.0% versus 14.2%), mientras la de
condición casado-a es lo contrario (23.0% versus 35.3%); b) la proporción de separados es
bien más alta en Brasil que en Colombia (7.8% versus 5.0%); c) la población soltera en
Colombia es mayor proporcionalmente a la brasilera (45.0% versus 38.6%); d) pero no hay
mayores diferenciales respecto a la población en condición de viudez (Cuadro 8). En
principio, estamos en dos sociedades con patrones distintos en el sentido de que la sociedad
brasilera muestra en sus cifras una nupcialidad más regulada vía matrimonio (civil o
religioso), al igual más moderna (mayor proporción de separados-divorciados), pero

23
Luego de cotejar los dos formularios de los censos de población 2000 de Brasil y 2005 de Colombia y que
en ambos países se toma la población de 10 años y más para recoger el estado civil, considero que los datos
son comparables.

13
también el hecho de menor proporción de solteros. Esto significa también un patrón de
envejecimiento mayor (en términos demográficos) por ser más urbana la sociedad brasilera,
pero al igual, una mayor proporción de personas o en unión libre o casadas: alrededor del
50%, sumando unión libre y casado-a, versus 46% en el caso colombiano.
Cuadro 8
Distribución porcentual según estado civil de la población afrodescendiente y total nacional en Colombia y
Brasil
Estado civil (fila) Unión libre Casado Separado Viudo Soltero Total
Población afrocolombiana, 2005 30.0 16.0 4.0 3.0 47.0 100.0
Población afrobrasilera, 2000 (*) 17.1 30.1 8.7 3.4 40.7 100.0
Población colombiana 2005 23.0 23.0 5.0 4.0 45.0 100.0
Población brasilera 2001 14.2 35.3 7.8 4.1 38.6 100.0
(*) Preta y parda
Fuentes: censo 2005 Colombia; censo 2000 Brasil.

Como era de esperar, la población afrodescendiente en Brasil (Cuadro 8) sigue el mismo


patrón que el conjunto de la población brasilera, si bien hay diferencias importantes: a) su
proporción de unión libre tiene una mayor distancia respecto a la proporción de la
afrocolombiana (30.0% en Colombia versus 17.1% en Brasil), y claro, lo contrario en el
estado de casado-a (16.0% en Colombia versus 30.1% en Brasil, casi el doble la
diferencia); b) presenta una mayor proporción de gente divorciada o separada que la
población total brasilera (8.7% versus 7.8% y más que duplica esa proporción respecto a la
población afrocolombiana separada; Cuadro 8); c) por supuesto, también es una población
con menor proporción de gente soltera, si bien el diferencial con el total de la población
brasilera soltera es mayor que el registrado entre la proporción de solteros afrocolombianos
y la misma proporción de la población total; d) como es una población más joven que el
conjunto de la población brasilera registra una menor proporción de gente viuda (al igual,
de lo que se señaló antes, tiene más proporción de gente soltera que el conjunto de la
población en Brasil).

En síntesis, si bien los patrones de nupcialidad son distintos en los dos países, resultado
posiblemente de diferenciales en los procesos de modernización/modernidad, en el caso de
la población afrodescendiente brasilera se combina una mayor intensidad de la condición
moderna de separación o divorcio con una mayor proporción de solteros-as, mayor
proporción de unión libre (aunque no como en el caso colombiano) y menor de casados-as
respecto a la población total brasilera (y mucho más alta que en Colombia esta proporción).
Ambas poblaciones en los dos países (la afro-latina y la población total), como era de
esperar, siguen los mismos patrones en el interior de cada sociedad pero con las variaciones
antes observadas24.

24
Como se anotó antes, no fue posible levantar la información desagregada para la población afroecuatoriana
según estado civil en el censo 2001; sin embargo, por el patrón de estado civil que presenta la población total
ecuatoriana de 14 años y más (17.1% unión libre, 35.9% casado-a, 4.3% separado-a, 3.8% viudo-a, 38.3%
soltero, datos censo 2001 de ese país), aunque no es completamente comparable (para Brasil y Colombia se
toma 10 años y más), mi sospecha es que mostraría una tendencia intermedia entre Brasil y Colombia, incluso
acercándose más al primer país con un menor peso porcentual de uniones libres y mayor el de personas
casadas, muy diferente a Colombia. Respecto a la población soltera debe ser una proporción mayor (al tomar
a partir de los 14 años baja la proporción), aunque sin llegar a la proporción colombiana. Aquí entra a jugar la
migración internacional de población joven menor de 30 años, la cual reduce la proporción de solteros-as.

14
Finalmente, abordo el indicador de tasa de analfabetismo para los tres países (Cuadro 9).
Aquí la sorpresa tiene que ver con resultados diferentes a los esperados en la comparación

Cuadro 9
Tasas de analfabetismo por sexo (brutas y 15 años y más) para la población afrodescendiente y total
nacional en los tres países
Población Afrodescendiente Población Total
Colombia Colombia Brasil Brasil Ecuador Colombia Brasil Ecuador
2005 2005 2000 2000 2001 2005 2000 2001
Tasa de 5 y más 15 y más 5 y más 15 y más 15 y más 15 años y 15 años y 15 años y
analfabetismo años años años años años más más más
Hombres 14.0 11.5 22.4 19.6 9.7 10.5 13.5 7.7
Mujeres 13.0 11.0 20.5 17.9 11.0 9.0 12.3 10.3
Total 13.5 11.2 21.4 18.7 10.3 10.0 12.9 9.0
Fuentes: censo 2005 Colombia; censo 2000 Brasil; censo Ecuador 2001.

Brasil y Colombia, porque las tasas de analfabetismo bruto (población de 5 años y más) y
de 15 años y más son menores en Colombia para la población afrodescendiente que la que
registra esta misma población en Brasil (5 años antes), aunque respecto al Ecuador, en el
grupo de 15 años y más, la tendencia no es sorprendente (Cuadro 9): son menores las
ecuatorianas, incluso cuatro años antes, es decir, que para el 2005 deben haber caído más
aún.

Lo que llama la atención es que en términos de tasas globales de fecundidad y condiciones


de vida (mortalidad infantil y esperanza de vida) el Brasil reporta en los anteriores
indicadores mejor situación para los afrodescendientes que en Colombia, al igual que se
trata de una población negra más urbanizada que la colombiana y con una dependencia
juvenil menor, lo cual no parece consistente con tasas de analfabetismo mayores. Los cinco
años entre los dos censos podría explicar la diferencia pero quizás no lo suficiente (hacia el
2005 las tasas de analfabetismo en Brasil para la gente negra se han reducido, falta ver en
qué porcentaje). Esto quedaría para un procesamiento más fino de los datos censales en los
dos países.

Por el contrario, hay que resaltar que en cambio para la población total de los dos países las
tasas de analfabetismo de 15 años y más (Cuadro 9) sí son consistentes y la diferencia
puede fácilmente explicarse por el tiempo entre los dos censos.

Igualmente llama la atención, que si bien las tasas de analfabetismo (sobre todo de 15 y
más años) son mayores para los-as afrodescendentes en los tres países respecto a las
poblaciones totales de los mismos, en el caso colombiano los diferenciales son reducidos,
como si ante la expansión del sistema escolar en Colombia el nivel de mayor exclusión (no
saber leer ni escribir) las diferencias entre los grupos sociales más pobres, negros y no
negros de ese rango de edad, en términos de proporción relativa a cada grupo, se hubiesen
reducido. Por el contrario, Brasil presentaría en este sector de mayor pobreza
(analfabetismo de 15 y más años) unas mayores distancias en el 2000 que el Ecuador y
Colombia.

La siguiente observación tiene que ver con el patrón de género diferente que presenta el
Ecuador respecto a Brasil y Colombia: las tasas de analfabetismo de 15 años y más son

15
menores en los hombres que en las mujeres, tanto en la población afrodescendiente como la
total (Cuadro 9), lo cual puede tener que ver con el fuerte peso demográfico de la población
indígena en este país, con un desbalance de género a favor de priorizar la educación del
hombre sobre la mujer, y el efecto de contaminación ideológica que esto tenga para los
mismos afroecuatorianos y demás grupos raciales (blancos y mestizos).

Una última consideración respecto a la paradoja del caso ecuatoriano con tasas globales de
fecundidad bien más altas que las colombianas y brasileras, tanto urbano como rurales y
para afrodescendientes y la población total, al tiempo que presenta menores tasas de
mortalidad infantil y una esperanza de vida mayor que Colombia y Brasil, para
afrodescendientes como para la población total. Esto significaría por lo mismo tasas de
crecimiento poblacional mayores que las de Colombia y Brasil, con una situación
supuestamente similar a una fase de inicio de la transición demográfica, entendida como
una reducción considerable de la mortalidad infantil pero conservando aún tasas globales de
fecundidad relativamente altas para el conjunto de la región de América Latina y el Caribe.
¿En qué medida esta paradoja podría explicarse también por un efecto de la migración
internacional al darse un incremento proporcional de los mayores de 60 años en el conteo
demográfico, al lado de alguna importancia de las remesas desde el exterior que alcanzan a
llegar a sectores pobres urbano-rurales y con ello a reducir la mortalidad infantil?
Seguramente, también hay que analizar la oferta de servicios para la población de menores
de 1 año y las madres gestantes, quizás con mayor cobertura que en Colombia y Brasil (eso
habría que evaluar). No obstante, a pesar del peso considerable de esta migración en la
sociedad ecuatoriana, mucho más que en la colombiana, llama la atención que las tasas
globales de fecundidad sean mayores en el Ecuador.

Importancia de futuros ejercicios comparativos cuantitativos y cualitativos:

A través de diez indicadores muy sencillos de tipo sociodemográfico intenté presentar las
principales diferencias entre la población afrodescendiente o afro-latina de los tres países,
en relación con el conjunto de la población de cada sociedad, a manera de “variable de
control” como lo expresé al comienzo de mi texto, utilizando los resultados de los censos
de población y algunas encuestas de hogares por muestreo. Aunque no lo hice en forma
detallada para cada indicador, creo que mi principal reflexión ha consistido en colocar
sucintamente hacia el comienzo los procesos sociohistóricos de larga duración que han
dado vida a los sistemas esclavistas en las tres sociedades y los cambios en el período
postesclavista hasta alcanzar los procesos de modernización/modernidad de los últimos 50
años, como guías de referencia para pensar las diferencias sociodemográficas entre los tres
países.

Sin embargo, es necesario mencionar tópicos que para el caso de Brasil y Colombia ya se
han analizado en términos cuantitativos respecto a las poblaciones afrodescendientes y que
tienen que ver con efectos de la larga duración y los procesos de urbanización comunes en
la región, como es el de la segregación residencial urbana analizada desde el ángulo racial.
Me refiero al excelente trabajo de Telles (2004: 194-214) para Brasil y al de Barbary (en
Barbary y Urrea, 2004: 157-194) para la ciudad de Cali. Los resultados de los dos
investigadores son similares al advertir que en términos comparativos con las ciudades
norteamericanas, utilizando la misma metodología de medición (índices de disimilaridad),

16
las ciudades brasileras (Telles) y la ciudad de Cali (Barbary), la de mayor concentración de
gente negra en Colombia en términos absolutos, arrojan tasas moderadas o bajas de
segregación residencial. Como dice Telles (op. cit.: 213), “al igual que los matrimonios
mixtos (en términos raciales), la limitada mezcla se manifiesta sobre el nivel del espacio
urbano. La segregación brasilera es moderada al compararla a la extrema segregación
blancos-negros que se encuentra aún en las principales ciudades de los estados Unidos, por
lo que la segregación es muchas veces considerada el eje de la desigualdad racial. Los
blancos viven muchas veces al lado de negros y mulatos en los barrios pobres brasileros.
Estos arreglos son un fenómeno muy raro en los Estados Unidos (….) Aunque la actual
interacción entre blancos y no blancos en las áreas urbanas brasileras pueden a veces ser
limitada, la proximidad espacial de muchos brasileros que atraviesa la raza significa que
ellos tienen más probabilidad de compartir una cultura y desarrollar amistades interraciales
(….) La residencia refuerza la sociabilidad interracial dentro de la misma clase en Brasil a
un mayor grado que lo que sucede en Estados Unidos. Este es el lado positivo de las
relaciones raciales brasileras” (op. cit.). Más adelante el autor señala que al menos así opera
una dimensión horizontal de sociabilidad. Para Barbary los hallazgos sobre Cali revelan
que se está lejos del modelo del ghetto racial anglosajón, en la medida en que se trata de
una segregación a escala macro urbana bastante moderada. Para este autor “la segregación
racial en Cali funciona en varias escalas y la “dosificación” entre sus diferentes niveles
puede invertirse de una área social a otra: segregación a escala “meso” en los barrios de
clases media y alta, segregación a escala micro en los barrios populares” (op. cit.: 190).

Este hallazgo convergente en dos sociedades latinoamericanas nos remite a un tema


recurrente de los procesos históricos sobre el papel del mestizaje racial y los espacios de
sociabilidad comunes horizontales entre clases, sobre todo populares y de clases medias
bajas, independientemente a los colores de piel de sus habitantes. Como lo advierten los dos
autores mencionados, potencialmente la segregación residencial según color de piel puede
observarse más entre los grupos sociales más acomodados. Es decir, sin que deje de mediar
el orden de la jerarquía socioracial, en este análisis de la segregación es indispensable
introducir la dimensión socioeconómica o de clase social.

Dejo aquí algunas inquietudes para futuros ejercicios comparativos entre países. El uso de
las estadísticas étnico-raciales en América Latina y el Caribe y el estudio de las
desigualdades sociales: articulación de los análisis cuantitativos de clase social, grupo
étnico-racial, género, ciclo de vida, cohorte, para determinar el papel del efecto étnico-
racial en la desigualdad, entendida ésta en sus diferentes manifestaciones, debido a la
heterogeneidad socioeconómica de las poblaciones estudiadas. Por un lado, la desigualdad
como pobreza y formas de pobreza (en términos relativos y absolutos) y la desigualdad
como bloqueos a la movilidad social ascendente y la tendencia a generar fenómenos de
movilidad social descendente, especialmente para los más educados-as. Por cuanto la
discriminación es un dispositivo colectivo de afectación negativa de un grupo social por
otro, que produce como resultado desigualdades, interesa medirse este efecto a través de
indicadores, pero en la dirección de poder registrar las heterogeneidades
sociodemográficas, socioeconómicas y socioculturales de los grupos étnico-raciales, en
particular los afrodescendientes; entre ellos por países y respecto a otros grupos de
población (indígenas, mestizos, blancos). De esta manera, se propone analizar las

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desigualdades en términos comparativos entre unos grupos y otros en el interior de una
sociedad, pero también comparativamente entre diferentes sociedades.

Sin embargo, se hace indispensable la interacción entre estudios cuantitativos y cualitativos


comparativos sobre desigualdades sociales y dimensión étnico-racial, en los cuales la
perspectiva histórica con sus distintos niveles temporales permita dar luces sobre el
comportamiento de las estructuras demográficas, sociales y económicas de las poblaciones
en cuestión, al igual que sus componentes culturales y políticos y los de las sociedades a las
cuales pertenecen.

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