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UNIVERSIDAD NACIONAL DE GENERAL SARMIENTO

Maestría en Historia Contemporánea.

SEMINARIO. Problemas de historia contemporánea.

DOCENTE A CARGO. Dra. Karina Ramacciiotti.

CARGA HORARIA. 40 horas.

PRIMER SEMESTRE DE 2012.

ALUMNA. Nelida Tarpin.

TEMA. “ LA CUESTION SOCIAL” LA FIEBRE AMARILLA EN BUENOS AIRES


1871
La categorización de la salud como parte de la “cuestión social” en Argentina se
enlazo a una serie de epidemias que terminaron con la fiebre amarilla de 1871 y que
flagelaba a Buenos Aires, y aunque en forma más leve alcanza hasta la década de 1890. Fue
a partir de ahí que la enfermedad dejo de ser algo individual para confluir en fenómenos
mas complejos como las condiciones sociales, las mentalidades, los conocimiento
científicos-médicos, las prácticas sociales, las políticas públicas y la situación económica y
es a partir de aquí que se considera un problema social.

“…Las enfermedades epidémicas se cargaron de una significación social, cultural y


política, en tanto ellas empezaron a ser entendidas en referencia al contexto…”1

La epidemia de fiebre amarilla que en 1871 despobló a Buenos Aires sirvió para
reforzar la imaginación de la enfermedad epidémica representada como el nuevo enemigo
común que amenazaba a todos por igual “…la concepción de enfermedad como un cuerpo
demográfico amenazado, por un peligro “invisible” (microbios, bacterias y gérmenes),
que inicialmente, no distinguía clase social, pero cada vez tuvo más asociados a la pobreza
y a los sectores populares…”2 Así el higienismo, que a partir de 1875 adquirió prestigio
mundial, comenzó a imponer su modelo de análisis de lo salubre versus lo insalubre y a
convertirse en uno de los pilares fundamentales del proyecto de modernización de la
nación.

Los higienistas comenzaron sus campañas de saneamiento de la ciudad, había que


separar líquidos y flujos salubres e insalubres que al ponerse en contacto producían las
enfermedades. Fue así como los planes oficiales se dirigieron a construir una ciudad
subterránea de túneles y cloacas máximas que controlaron y dirigieron los flujos.

Según Salessi la construcción de la nación argentina se plegó a la metáfora de la


nación como cuerpo, y tanto las autoridades como los higienistas debían curar, sanear ese
cuerpo, pero no en función de la parte carenciada de ese cuerpo-nación, sino para mayor
beneficio del cuerpo-dirigente y para colocar a la Argentina en el estadio de las naciones
“civilizadas”.

Después que paso la fiebre amarilla. Se seguía culpando de la epidemia a los pobres,
a sus hacinamientos, a sus costumbres poco higiénicas. Muchas voces pertenecientes a la
elite llegaron a la conclusión que, si se hubieran tomado previsiones y se hubieran
quemado los conventillos de la Boca, cerrado todos los saladeros y desocupado las casillas

1
Armus, Diego, La Ciudad Impura, Salud, tuberculosis y cultura en Buenos Aires, 1870-1950,Ensayo, Edhasa,
2007,pp.18.

2
González Leandri, Ricardo, Notas acerca de la profesionalización medica en Buenos Aires, 1999, pp 59.
precarias, la ciudad su hubiera ahorrado grandes gastos y vidas y la “gente decente” no
tendría que haberse mudado.

“…El proceso de construcción histórica de “la higiene” fue paralelo al mismo


proceso de profesionalización medica […]“... ¿Cómo fue entonces que “la higiene” y “el
médico” fueron entrelazando sus destinos hasta constituir, a diferencia de otras
experiencias nacionales, un entramado casi inseparables…?” 3

La epidemia fue utilizada para disciplinar a las clases bajas, sobre todo a los
inmigrantes, reforzando la autoridad del Estado y el avance de los higienistas sobre los
espacios de la vida privada y pública.

Primero a través del Consejo de Higiene Pública y luego 1880 con la creación del
Departamento Nacional de Higiene, los higienistas comenzaron a actuar en la sociedad.
Los doctores Guillermo Rawson, Pedro Malló, Eduardo Wilde y Emilio Coni fueron los
primeros que marcaron la importancia de la higiene interna e impulsaron la acción estatal.
Para ellos sanear la ciudad era una forma de garantizar la inmunidad de la sociedad, porque
estaba comprobado que la enfermedad, si bien surgía entre los pobres, una vez difundida no
podía evitarse que atacase a los ricos.

Estos higienistas comenzaron a promover el control de esos sectores, donde la


enfermedad tenía su cimiente, en el desarrollo del discurso de la higiene a través de sus
lecciones impartidas en las universidades y los colegios nacionales, en publicaciones y
revistas. El control sanitario abarcaba espacios pub licos y privados, el descanso, el ocio y
los lugares de trabajo.

En esa producción discursiva estos burócratas pedían siempre una legislación que
legalizara sus acciones.

“…Los médicos, sin órgano de expresión propia no lograban que sus opiniones
higiénicas trascendieran… […] Con el nacimiento de la Revista Médico-Quirúrgica, años
más tardes, la cuestión adquirió una mayor envergadura…”4

En un informe dirigido al Presidente de la Junta de Sanidad del puerto, los Dres.


Malló y Wilde decían:

3
Armus, Diego, La ciudad impura, Salud, tuberculosis y cultura en Buenos Aires, 1870-1950, Ensayo Edhasa,
2007, pp, 138.

4
Gonzalez Leandri, Ricardo, “notas acerca de la profesionalización medica en Buenos Aires durante la
segunda mitad del siglo XIX, en Suriano, Juan (comp), La cuestión Social en argentina, 1870-1943, Ed.La
Colmena, 2002,pp. 224.
“…no bien se conciben los propósitos y fines de la higiene, se reconoce la
necesidad de convertir sus preceptos en ordenes que revistes el carácter de leyes para el
que quiera conservar la salud…”5

Eduardo Wilde en su curso de higiene pública también explicaba “…todo acto de


medico higienista, es un acto de perito que sirve para instruir a la autoridad, enseñándole
el modo como ha de proceder, en circunstancias dadas…”6

¿Y cuándo tendrá un principio higiénico su titulo social y su valor práctico?


Cuando se convierta o pueda convertirse en ley.

Estos médicos, que pertenecían al sector más reformador de la clase dominante,


comenzaron a intercalarse en el poder político y la sociedad civil y trabajaron para impulsar
una política estatal que brindara condiciones de vida y de trabajo relativamente equitativas
como única garantía de reproducción de la renta capitalista y del mantenimiento del orden y
la armonía social.7

Dice Wilde al respecto: “… la higiene pública es la higiene de los pobres, y esta y


debe estar, a cargo de los gobiernos, […] la misión del gobierno es cuidar de la salud del
pueblo, […] la higiene pública, es el arte de conservar y recuperar la salud de los pueblos,
[…]. Siendo tal el propósito de la higiene pública, el higienista debe gobernar e
inmiscuirse en la confección de las leyes, de las leyes, de los reglamentos, de las
disposiciones locales…”8

La política se hizo inseparable de los temas de salud pública, tanto los doctores
Guillermo Rawson, Eduardo Wilde o Ramos Mejía desempeñaron el doble papel de
dirigentes políticos y médicos. Estas autoridades utilizaron las ciencias no solo para
consolidar el poder del Estado central y sus instituciones sino para ejercer un control
sistemático de las masas populares.

“…Los medico-políticos fueron precursores de actitudes y visiones nuevas,[…]


accedieron a ese espacio de gran valor simbólico gracias a su papel relevante en la
“política de los círculos”, […] el avance de la ciencia médica se encontraba
profundamente vinculado al funcionamiento de facciones políticas…” 9
5
Dres., Malló y Wilde, Informe presentado al señor Capitán del Puerto Central, mayo 30 de 1871, en Revista
Médico-Quirúrgica, año 8 n° 9, agosto 8 de 1871, pp 128.

6
Wilde, Eduardo, Curso de Higiene Pública, Lección primera, Bs.As. 1877

7
Álvarez, Adriana, Ramos Mejía: “ Salud Publica y multitud en la Argentina Finisecular”, en Lobato Mirta,
Políticos, médicos y enfermedades, Biblos, Buenos Aires, 1996 pp.77

8
Wilde, op.cit. pp. 9-11

9
González Leandri, Ricardo, op.cit. pp. 235
El rápido crecimiento urbano producido por las influencias inmigratorias había
puesto ante los ojos de los higienistas la existencia de ciertos grupos sociales cuyas
condiciones de vida constituían un riesgo para la salubridad, se hacía necesario el
saneamiento interno.

Ramos Mejía desde las páginas de las Memorias del Departamento Nacional de
Higiene (del que era presidente), explico la expansión nacional de la higiene Argentina
como obligada respuestas estatal a los democráticos reclamos de “la opinión pública”,
impresionaba con el recuerdo fatídico de la epidemia de 1871, (que) exigía a sus
autoridades, medidas precauciónales rigurosas, contra toda procedencia extranjera.
Susceptible de ser vehículo de los tan temidos gérmenes10

“… Representan en tal sentido un importante antecedente institucional de la


Cuestión Social sobre todo cuando estuvo bajo la dirección de José María Ramos
Mejía…”11

La salud se transforma en sinónimo de “progreso y felicidad general” y la


enfermedad significaba la postración de esa masa trabajadora necesaria para activar la
producción capitalista en marcha. Los Dres. Malló y Wilde dicen al respecto:

“… El gobierno […] ha propendido a garantir la vida de los ciudadanos vigilando


la salud pública. Este hecho patente revela la paternal solicitud de un Gobierno que mira
en la salud de su pueblo la base mas solida del progreso y adelanto económico del país
[…]. La enfermedad que postra al trabajador en el lecho del dolor, suprime
temporariamente un habitante a la población activa, n productor a la industria, un
consumidor al comercio y una renta al Estado…”12

“…Lo que si fue novedoso, e importante para el itinerario de la futura “Cuestión


Social”, fue la manera como Wilde articulo en su discurso la salud como problema,
entendida en un sentido muy amplio, con el fuerte papel interventor del Estado, como
responsable y garante de la “salud del pueblo”…”13

Después de junio de 1871 Buenos Aires había entendido la lección que le había
dejado la muerte a su paso y ya no volvería ser la misma.

10
Ramos Mejía, José M, Memorias del Departamento Nacional de Higiene correspondiente al año 1892,
citado por Salessi

11
- González Leandri, Ricardo, op.cit., pp.237.

12
Dre. Malló y Wilde, Informe… op.cit. pp. 127

13
Gonzalez Leandri, Ricardo, op.cit. pp. 236
Cambiaron las condiciones higiénicas de la ciudad a través de las obras de
salubridad que le devolvieron el “honor” perdido, una ciudad higiénica era una ciudad
ordenada que se elevaba hacia el progreso y se consideraba “civilizada”.

El espacio urbano se modifico, las clases altas se mudaron a otros barrios, lejos de
los focos infecciosos y de las viviendas precarias de los inmigrantes, crearon sus propios
espacios de bienestar y marcaron aun mas las diferencias sociales.

Los inmigrantes comenzaron ser marginados, se los consideraba sucios y


promiscuos y si bien eran necesarios como mano de obra barata, se los confino en los
conventillos y se los comenzó a vigilar. Les exigían que cumplieran las normas de
salubridad pero nadie se preocupo por mejorarles su calidad de vida, seguían viviendo
hacinados sin las mínimas condiciones higiénicas.

La higiene fue la nueva bandera del progreso que levantaron los gobiernos.

Un pueblo sano significa un pueblo fuerte para trabajar y llevar adelante el orden
económico. Los higienistas comenzaron actuar junto con el Estado para disciplinar esa
mano de obra y consérvala limpia, sana y laboriosa.

“…La salud pública es la suprema ley del Estado…”

En ella estriba el vigor y la felicidad de sus hijos que por ella se hacen aptos para
atender a los llamados que la conservación del orden político y el adelanto del orden
económico hacen necesarios, y que sin ella caen en el marasmo que lo esteriliza y pervierte
todo.14

En el pensamiento de los doctores Malló y Wilde esta sintetizada la ideología de las


clases dirigentes, mantener a la clase trabajadora, dócil y sana para continuar con el
progreso económico y el dominio político.

La fiebre amarilla dejo al descubierto a una ciudad preocupada por su avance


material, pero con su sociedad con marcadas diferencias. La burguesía porteña se alineaba
bajo el discurso higiénico para imponer su control y continuar con su liderazgo.

“…El surgimiento de la Cuestión Social en argentina estuvo connotado por el


inicio del afianzamiento de nuevas dimensiones del Estado Nacional de y especialmente
por la consolidación en el juego social de tres lógicas de funcionamiento: la lógica del
temor, propia de las elites sociales y políticas y de una capa de funcionarios, la lógica de
la acción colectiva de los sectores populares en su pugna por su inclusión social y lógica
profesional…” 15

14
Malló y Wilde, op.cit.

15
Gonzalez Leandri, Ricardo, op.cit, 242.
BIBLIOGRAFIA.

Armus, Diego, La ciudad impura, Salud, tuberculosis y cultura en Buenos Aires,


1870-1950, Ensayo, Edhasa, Buenos Aires, 2007.

____________, “El descubrimiento de la enfermedad como problema social”, en


Mirta Zaida Lobato (dir), El progreso, la modernización y sus límites 1880-1916, Buenos
Aires, sudamericana.

Lobato, Mirta, Políticas, médicos y enfermedades, Biblos, Mar del Plata, 1996.
Suriano, Juan, (comp) La cuestión social en Argentina 1870.1943, La Colmena,
Buenos Aires, 2002.

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