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Ciclo de Conferencias

Las Constituciones Mexicanas


de 1857 y 1917:
aspectos político-electorales
342.014 Ciclo de conferencias las constituciones mexicanas
M6 1857 - 1917 : aspectos políticos-electorales / Tribunal
T837c Electoral del Poder Judicial de la Federación, Centro
de Capacitación Judicial Electoral . -- México : El
Tribunal, 2008.

260 p.
ISBN 978-670-7599-03-6

1. Constituciones - México - 1857. 2. Constituciones -


México - 1917. 3. Constituciones - México – Ensayos,
Conferencias. 4. Derecho Electoral – Ensayos,
Conferencias. 5. Justicia Constitucional – México.
I.Terrazas Salgado, Rodolfo, coord. II. González Oropeza,
Manuel, coaut. III. Instituto Electoral de Querétaro.
IV. Universidad Autónoma de Querétaro.

D.R. 2008 © Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.


Carlota Armero No. 5000, Colonia CTM Culhuacán,
Delegación Coyoacán, México, D.F., C.P. 04480,
Tels. 5728-2300 y 5728-2400.

Coordinador: Lic. Rodolfo Terrazas Salgado,


Director del Centro de Capacitación Judicial Electoral.
Edición: Coordinación de Información, Documentación y Transparencia.

Las opiniones expresadas son responsabilidad


exclusiva del autor.

Impreso en México ISBN 978-670-7599-03-6


DIRECTORIO
Sala Superior

Magistrada María del Carmen Alanis Figueroa


Presidenta
Magistrado Constancio Carrasco Daza
Magistrado Flavio Galván Rivera
Magistrado Manuel González Oropeza
Magistrado José Alejandro Luna Ramos
Magistrado Salvador Olimpo Nava Gomar
Magistrado Pedro Esteban Penagos López

Consejo Editorial Comité Académico

Magistrado Manuel González Oropeza Magistrada María del Carmen


Presidente Alanis Figueroa
Presidenta
Magistrada María del Carmen
Alanis Figueroa Magistrado Manuel González Oropeza
Magistrado Salvador O. Nava Gomar Doctora Karina Mariela
Ansolabehere Sesti
Doctor Sergio García Ramírez
Doctor Ruperto Patiño Manffer
Doctor Lorenzo Córdova Vianello
Doctor Pedro Salazar Ugarte
Doctor Rafael Estrada Michel
Doctor Salvador Cárdenas Gutiérrez
Doctor Álvaro Arreola Ayala
Vocales
CONTENIDO

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

El Congreso Constituyente de Querétaro. 1916-1917 . . . . . . . . . . . . . . . . 9


Manuel González Oropeza

La Constitución de 1857 y los derechos humanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27


David Cienfuegos Salgado

Justicia electoral en la Constitución . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 43


Marco Antonio Pérez de los Reyes

La Constitución de 1857: culto, fetichismo y taumaturgia . . . . . . . . . . . 79


José Ramón Narváez Hernández.

El poder electoral en Querétaro en el siglo xx . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 103


Juan Ricardo Jiménez Gómez

Comentarios sobre 150 años de justicia constitucional . . . . . . . . . . . . . 127


Ángel Zarazúa Martínez

Del juicio de amparo y la jerarquía del derecho local . . . . . . . . . . . . . . 151


Luis Octavio Vado Grajales

Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . . . . . 169


Gabriela Nieto Castillo

5
La Justicia Constitucional en las Entidades Federativas

Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral:


hacia un sistema integral de control de la constitucionalidad
en la materia electoral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 179
Rodolfo Terrazas Salgado

¿Hacia una nueva Constitución? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 233


Santiago Nieto Castillo

Relatorías
Primera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 243
Segunda . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 246
Tercera . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 251
Cuarta . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257

6 El Congreso Constituyente de Querétaro (1916-1917)


Memorias de la cuarta mesa redonda

PRESENTACIÓN

Con motivo de la celebración del doble aniversario constitucional, los


150 años de la Constitución Política de la República Meicana de 1857,
y noventa años de la promulgación de la Constitución Política de los
Estados Unidos Meicanos de 1917, ordenamiento vigente, el Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación, a través de su Centro de
Capacitación Judicial Electoral, el Instituto Electoral de Querétaro y la
Universidad Autónoma de Querétaro, organizaron el ciclo de confe-
rencias: Las constituciones meicanas de 1857 y 1917: aspectos político-
electorales.
Lo anterior, con la nalidad de mostrar una visión retrospectiva
de las raíces del sistema político electoral de nuestro país, mediante
el análisis de las condiciones políticas en que se promulgaron ambos
ordenamientos, así como identicar el sistema electoral contenido en
ellas y su desarrollo hasta nuestros tiempos.
Por ello, el presente libro muestra las ponencias de los participantes,
las cuales resultan por demás obligatorio leer, ya que en ellas se desa-
rrollan de manera interesante los acontecimientos políticos y sociales de
nuestro país de aquella época así como las perspectivas actuales de los
aspectos político electorales de ambos códigos supremos, de tal suerte
que con la lectura podemos conjuntar el pasado con el presente, con
el objetivo de revalorar nuestra Carta Magna vigente atendiendo por
supuesto a la realidad y las dimensiones políticas en las que nos encon-
tramos. Con ello, se lleva a la práctica la frase de José Ortega y Gasset,
quien decía, con sabiduría, que conocer nuestro pasado es el tema de
nuestro tiempo, porque es la mejor forma de entender nuestro presente
y programar nuestro futuro.
Asimismo, el lector encontrará las relatorías de cada una de las
conferencias dictadas por los distinguidos ponentes, en las que se inclu-

7
Presentación

yen, de manera resumida, los puntos torales que epuso cada uno de los
participantes durante su intervención, así como de los comentaristas.
Con ello, el Tribunal Electoral se une a las celebraciones y rinde un
sincero y sencillo reconocimiento a aquellas generaciones de arquitectos
constitucionales, la liberal del medio siglo XIX y la revolucionaria de
inicios del siglo XX.

Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación

8
EL CONGRESO CONSTITUYENTE
DE QUERÉTARO (1916-1917)
Manuel González Oropeza*

Con el lema “Constitución y reformas”, el 1 de diciembre de 1916 se


iniciaron las sesiones del Congreso Constituyente, cuya convocatoria
había sido publicada el 19 de septiembre de 1916. Un mes antes se había
lanzado la postulación por parte del Partido Libertad Constitucionalista,
presidida por Eduardo Hay, de Venustiano Carranza para la Presidencia
de la República. Fueron dos actos consecutivos y fundamentales para el
entonces Primer Jefe del Ejército Constitucionalista.
En el discurso de aceptación de su candidatura, y en medio de
una manifestación popular a su favor, Carranza enfatizó el anhelo
de una nueva Constitución:
“Nada hay que pueda impedirnos llevar a cabo lo que la Revolu-
ción ha conquistado. El mayor anhelo de un pueblo, terminada la
lucha armada, es encauzarse, dentro del ministerio de la ley, en el
régimen constitucional. Habiendo terminado la lucha, es el mayor
anhelo del gobierno, establecer ese orden Constitucional en la Re-
pública y poco a poco señores, se han estado dando ya los pasos
para restablecerlo, como a vosotros mismos os consta.”¹
¿Qué hizo Carranza durante los pocos meses que estuvo reunido en
el Congreso al cual convocó? Aunque la historia consigna que el proyecto
del Primer Jefe fue rechazado, Carranza, a pesar de sus enemigos, de
la epedición punitiva y de múltiples problemas, estuvo muy atento al
desarrollo y discusiones de la nueva Constitución.

* Magistrado de la Sala Superior del TEPJF.


1 Cfr. El Pueblo, 4 de noviembre de 1916, p. 3.

9
Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

La intención del presente análisis, que prologa el teto original


de la Constitución, según se publicó en Querétaro, es poner al des-
cubierto la inuencia que tuvo el Varón de Cuatro Ciénegas sobre la
Constitución, a pesar de las críticas acerbas o radicales de los diputados
constituyentes. De tal manera que la Constitución resultante, si bien
no correspondió a su proyecto inicial, quizá forzado por las circuns-
tancias, supo conducir el debate y aceptar las reformas radicales que
se plantearon.
Por otra parte, la ubicación del Congreso en Querétaro reeja la
animadversión de Carranza al centralismo porrista, representado
por la Ciudad de Méico y su acercamiento a la gura juarista del
republicano triunfador en Querétaro. En esa ciudad, como escribiera
Juan de Dios Bojórquez, “Hay una invitación a la meditación”.² Además
de evocar a Juárez, Querétaro representaba para Carranza a la ciudad
estratégicamente situada donde se había defendido, en diversas eta-
pas de nuestra historia, la independencia nacional a través de guras
como el corregidor Miguel Domínguez, Manuel de la Peña y Peña, y
José María Arteaga.
A principios de 1916, el dos de enero, Carranza se reunió en un
lugar favorito para conducir eventos sociales en Querétaro, conocido
con el nombre de La Cañada, que era un auditorio de mil quinientas
personas, y en él anunció que Querétaro sería la sede del gobierno y
del Congreso. El pintor Gerardo Murillo contestó el brindis del Pri-
mer Jefe, pero con la imprudencia que caracterizaba al denominado
Doctor Atl, manifestó que si bien se congratulaba de la celebración
de un Congreso Constituyente, eclamó que era paradójico que el
Congreso revolucionario se celebrara en una ciudad tradicionalmente
reaccionaria, a lo cual Carranza replicó en medio de la indignación de
los presentes: “Yo no juzgo que la ciudad sea reaccionaria, como acaba
de epresarlo el Doctor Atl, la reacción está en las clases elevadas de
la República”.³

2 Bojórquez, J. (ed.), Crónica del Constituyente, Ed. Botas, 1938.


3 Ramírez Álvarez, José Guadalupe, La Constitución de Querétaro, 3a. ed., 1985,
p. 22.

10 El Congreso Constituyente de Querétaro (1916-1917)


Ciclo de Conferencias

En el periódico ocial del estado, La Sombra de Arteaga, corres-


pondiente al 5 de febrero de 1916, se publicó el decreto en el cual
declaraba como capital provisional de la República por el tiempo que
fuera necesario, a la ciudad de Querétaro, lo cual ocurría por segun-
da ocasión, ya que la primera vez había sido en 1848. La Ciudad de
Méico continuaría siendo, según el decreto, el Distrito Federal. ¿No
contravenía este decreto el teto del artículo 46 de la Constitución de
1857, que establecía que si los poderes federales se establecieran en
otra ciudad distinta al Distrito Federal, éste se convertiría en un estado
denominado del Valle de Méico? Aunque la respuesta es obvia, no
deja de ser discutible la conclusión. Cualquiera que sea su sentido, se
debe tener en cuenta que los poderes instalados en Querétaro eran
poderes revolucionarios, que se convertirían en constitucionales una
vez legitimados con la nueva Constitución y con las elecciones de abril
de 1917, por lo que podía entenderse que dicho precepto sólo sería
aplicable a los poderes federales constitucionales y no a los emanados
de una revolución.
El mismo carácter lo tuvo el gobernador y comandante militar
de Querétaro, Federico Montes, y el presidente municipal, Alfonso
M. Camacho.
Carranza no podía quedarse atrás de los afanes legitimadores
de sus enemigos, después de que éstos habían convocado a una con-
vención en Aguascalientes y durante los debates del Congreso por
él convocados; tampoco podía estar a la zaga de las preocupaciones
agraristas y laborales de los grupos antagónicos, por lo que a través
del gran constituyente y colaborador suyo, Pastor Rouai y su equipo,
autorizó las canalizaciones de esas inquietudes que —como es de sobra
sabido— resultaron en los artículos 27 y 123.
En este sentido, descubrimos a un Carranza más que idealista y
defensor de los derechos sociales, a un político pragmático y realista.
Por supuesto, Carranza trató de adelantar el programa político
y social de la revolución. El 6 de enero de 1915 ya había establecido
al ejido como régimen de propiedad para las comunidades agrarias y
se había comprometido igualmente en la Casa del Obrero Mundial a

Manuel González Oropeza 11


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

legislar y tutelar a la clase obrera; había suprimido las jefaturas políticas


y creado el municipio libre mediante decreto del 3 de septiembre de
1916, entre otras reformas ya tomadas con anterioridad a la celebración
del Congreso Constituyente.
La llegada de los diputados constituyentes a la ciudad de Queréta-
ro empieza el 20 de noviembre de 1916, y desde las diez de la mañana
se reúnen para empezar su largo y penoso camino en la calicación
de sus credenciales. La discusión de credenciales fue fundamental,
pues de ella dependía no sólo la integración del Congreso, sino su
ideología mayoritaria.
La neza con que se atacaron los presuntos diputados por la
colaboración, real o cticia, con el régimen de Huerta, fue más bien
simbólica, pues la mayoría fue aceptada, y sólo unos pocos fueron
rechazados, como Fernando González Roa y Heriberto Barrón, este
último, por cierto, editor del inuyente periódico El Pueblo, que reseñó
los pormenores del Constituyente.
Lo cierto fue que este proceso consumió más de un mes del valioso
y escaso tiempo del Constituyente.
Las objeciones contra las credenciales de quienes intentaban per-
tenecer al Congreso fueron principalmente las siguientes:
“1. Haber sido miembros de la anterior Legislatura, la que en su ma-
yoría había aceptado la renuncia del presidente Madero y del vice-
presidente Pino Suárez. Un total de 31 aspirantes a constituyentes
habían pertenecido a esa Legislatura, entre los que se encontraban
los que fueron presidentes del Congreso Constituyente, Manuel
Amaya y Luis Manuel Rojas; el elaborador del proyecto de Cons-
titución, José Natividad Macías; el vicepresidente del Congreso,
Cándido Aguilar; así como otros diputados de notoria presencia,
como Antonio Ancona Albertos, Féli Palavicini, Jorge Von Versen
y Heriberto Jara. Estos diputados de la XXVI Legislatura habían
formado, desde 1912, el denominado Bloque Liberal Renovador,

4 Romero Flores, Jesús, Historia del Congreso Constituyente 1916-1917, México,


1978 [s.p.i.].

12 El Congreso Constituyente de Querétaro (1916-1917)


Ciclo de Conferencias

cuyo jefe había sido Gustavo Madero, por lo que se les conoció en
el Constituyente como el “grupo renovador”. Su cercanía al pre-
sidente Madero y al entonces gobernador Carranza era patente, y
en febrero de 1913 acusan al diplomático norteamericano Henry
Lane Wilson de haber fraguado los trágicos sucesos ocurridos en
las sesiones de la XXVI Legislatura: una iniciativa para evitar que
los militares en servicio activo participen en la política, lo cual
resultaba coincidente con la ideología de Carranza.”
Este principio que se reitera en el teto constitucional es aceptado
incluso por Obregón, cuando el 19 de noviembre de 1916 emite un
acuerdo por el que prohíbe, de acuerdo con la Ordenanza General del
Ejército, que los militares con mando efectivo de fuerzas se postulen
para puestos de elección popular. Por ello, Álvaro Obregón fue el gran
ausente del Congreso.
Según Palavicini, tanto Obregón como el secretario de Goberna-
ción, Jesús Acuña, trataron de boicotear las credenciales de los reno-
vadores, se atribuye incluso un telegrama del secretario de Guerra y
Marina, Obregón, dirigido al Congreso Constituyente ya instalado
desde el 20 de diciembre de 1916 en el que manifestaba que esos pre-
suntos diputados habían servido a Huerta en su golpe contra Madero.
Carranza tiene que desmentir públicamente a Obregón, y desde la es-
tación ferroviaria de Carrasco envió otro telegrama el 23 de diciembre
en el que eplicaba que él había pedido a los diputados renovadores,
a través de Eliseo Arredondo, que permanecieran en el Congreso des-
pués del golpe de Huerta para oponer resistencia al gobierno ilegíti-
mo. El telegrama es leído en la sesión del 25 de noviembre de 1916. El
constituyente Alfonso Cravioto amplía la eplicación de Carranza y
argumenta que si bien aceptaron la renuncia de Madero y Pino Suárez,
lo hicieron a ruego de Jesús M. Aguilar, quien era familiar de Madero,
ya que temía que, en caso contrario, Huerta disolvería el Congreso y
asesinara al presidente y vicepresidente, tal como desafortunadamente

5 Palavicini, Félix, Los diputados, Fondo para la Historia de las Ideas Revolucionarias,
1976, p. 394 (edición facsimilar de 1913).

Manuel González Oropeza 13


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

aconteció. Los renovadores pensaban que una vez aceptada la renun-


cia de Madero, éste se eiliaría en Estados Unidos, y desde allí podía
organizarse la nueva revolución contra Huerta.
Cravioto elocuentemente resume el dilema de los renovadores
de la XXVI Legislatura:
“¿Debimos haber faltado a la Cámara? Entonces fusilan desde
luego al Presidente. ¿Debíamos haber dado nuestro voto en contra?
Estábamos en minoría, nuestra negativa no hubiera signicado más
que una protesta metafísica sin otro resultado práctico que crear
mayor desconanza para la vida de los funcionarios presos. Nues-
tro voto no fue cobarde; de haber tenido miedo habría asistido a la
sesión y yo no habría hablado en la Cámara. Nuestro voto no fue
traidor a la revolución porque tratábamos de liberar a su caudillo,
y por último, no fue traidor a la legalidad, porque Madero, rico y
libre signicaba la restauración constitucional en breve plazo.”
Aunque Palavicini critica severamente a Acuña, lo cierto es que,
de la lectura de la Memoria que presentó al Congreso Constituyente,
antes de renunciar a la Secretaría de Gobierno y fungir como presi-
dente del Partido Liberal Constitucionalista, se da una pormenorizada
relación de los hechos sobre la actitud de los renovadores ante Madero,
eonerándoles de cualquier complicidad con Huerta y refrendando
lo mencionado de que habían actuado siguiendo instrucciones del
propio Carranza.
2. Otra objeción a las credenciales de los presuntos diputados era
que probadamente habían servido a Huerta, como Fernando
González Roa, quien no obstante, después sería un importante
diplomático del obregonismo.
3. Una causal más fue la de haber servido al villismo o a la Con-
vención de Aguascalientes.

6 Palavicini, Félix, Historia de la Constitución de 1917, Consejo Editorial de Tabasco,


1980, t. I, pp. 60 y 124 a 127.
7 Cfr. Acuña, Jesús, Memoria de la Secretaría de gobernación, Instituto Nacional
de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1985, p. 219 (ed. facsimilar
de 1916).

14 El Congreso Constituyente de Querétaro (1916-1917)


Ciclo de Conferencias

4. Ser considerado como enemigo de la revolución constituciona-


lista como lo fue, supuestamente, Heriberto Barrón.
5. Tener el mando de fuerzas armadas.
6. Ocupar cargos públicos. Aunque un número muy signica-
tivo de los diputados constituyentes eran parte del gobierno
de Carranza, habían solicitado licencia para dedicarse a las
funciones de diputados constituyentes, y en su sustitución
ascendían los funcionarios medios. Tal fue el caso de Alfonso
Siller, quien sustituyó a Cándido Aguilar en el despacho de
Relaciones Eteriores. Otros diputados ya acreditados tuvieron
que retirarse del Congreso para hacerse cargo, nuevamente, de
sus responsabilidades ministeriales, como fue Manuel Aguirre
Berlanga para ocupar la Secretaría de Gobernación, Rafael
Nieto, como subsecretario de Hacienda y Antonio Madrazo,
como ocial mayor de la Secretaría de Hacienda.
7. Haberse descubierto irregularidades electorales. Algunas
irregularidades en los procesos electorales fueron denuncia-
das. Varias elecciones de presuntos diputados habían sido
decididas ante juzgados de distrito, lo cual es una ecepción a
la tradicional jurisprudencia del Poder Judicial Federal de no
involucrarse en cuestiones políticas. Al debate del Congreso
llegaron noticias tales como que un juzgado de distrito en el
Estado de Méico había declarado la nulidad de dos elecciones
en senados distintos.

8. Comprobarse una ciudadanía distinta de la meicana, como


fue el caso del español José Collado.
No obstante, el ambiente político y la opinión pública no se con-
forma con discutir las credenciales que fueron aprobadas, en total 182,
en diez juntas preparativas, sino que desde un principio comenzaron
a ventilarse, desde los primeros días de noviembre, los temas más
importantes que habrían de discutirse en el Congreso Constituyente.

8 Ferrer Mendiola, Crónica del Constituyente, 2a. ed., Instituto Nacional de Estudios
Históricos de la Revolución Mexicana, 1987, p. 43.

Manuel González Oropeza 15


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Roque Estrada, quien fungía como secretario de Justicia del gobierno


provisional de Carranza, presentó públicamente ante el Primer Jefe la
propuesta de supresión de la Secretaría de Justicia, en virtud de que la
consideraba una intromisión del Poder Ejecutivo hacia el Judicial. Se-
gún argumentaba Estrada, esa Secretaría determinaba indebidamente
el nombramiento de los jueces federales y locales del Distrito Federal.
Para Estrada, esta función la debería desempeñar la propia Suprema
Corte de Justicia. De esta manera, a dicha Secretaría sólo le quedaría la
facultad de tramitar indultos, lo cual no era necesario para una Secre-
taría. Finalmente, la nueva Constitución desaparecería a esta Secretaría
en su artículo 14 transitorio.
En su lugar, Estrada propuso la reforma del procurador general
para que fuera designado y dependiera del presidente de la República
y no de la Suprema Corte, como hasta entonces sucedía, a pesar de la
reforma porrista de 1900.
Mientras esto sucedía, Woodrow Wilson es reelecto, y con él
continúa la línea dura hacia Méico. Francisco Villa, por su parte, se
apodera de Torreón.
El diputado Manuel Aguirre Berlanga escribe el 15 de noviembre
que las leyes y la Constitución misma no serán la solución de los pro-
blemas del país. La absurda doctrina de que las leyes son la panacea de
todas las enfermedades sociales y el remedio de todas las dicultades
políticas y, por ende, que basta redactarlas como más cuadre a un legis-
lador bienintencionado, para que el mal se conjure, sería desechada.
Al día siguiente escribiría proponiendo que los preceptos doctri-
nales en las Constituciones deberían suprimirse. Proponía, igualmente,
que las disposiciones meramente declaratorias deberían eliminarse y
en su lugar establecer sólo disposiciones coercibles.
El mismo 15 de noviembre de 1916 se informa, a través de los
periódicos, sobre los puntos esenciales que contendrían las reformas
a la Constitución de 1857 y que, nalmente, serían parte del teto
fundamental de 1917:
a) Equilibrar las facultades y obligaciones de los poderes Le-
gislativo y Ejecutivo y evitar la supremacía del Legislativo,

16 El Congreso Constituyente de Querétaro (1916-1917)


Ciclo de Conferencias

que acarrea la dictadura colectiva del órgano Legislativo,


pues invade las facultades ejecutivas, pero tampoco permitir
la omnipotencia presidencial.
b) La corrupción de los tribunales se debe a la forma en que
fueron organizados por la Constitución de 1857, por lo que
debe cambiar y proceder a dignicar al magistrado y alejarlo
de las contiendas políticas, pues si su misión es aplicar la ley,
no podrá haber fallos justos si están inuidos por los partidos
militantes.
c) Se requiere enmendar la disposición constitucional relativa
(artículo 3º) para no dejar duda acerca de las profesiones que
requieren título.
d) Se requiere reformar el artículo 14 constitucional para saber si
la eacta aplicación de la ley corresponde también a la materia
civil.
e) Se requiere reformar el artículo 11 constitucional para limitar el
tránsito de las personas por razones de seguridad y sanidad.
f) Se deben suprimir de la carta de 1857 de los artículos 1º y 2º.
g) Debe establecerse la libertad municipal.
La convocatoria al Congreso Constituyente había sido muy
publicitada por Carranza, cuidó su difusión especialmente ante el
cuerpo diplomático, por lo que antes de salir a Querétaro el 16 de
noviembre, el Primer Jefe ofreció un banquete a los diplomáticos
acreditados. Entre los representantes estaban tanto A. von Eckardt,
enviado etraordinario del Imperio alemán, como Charles B. Parker,
representante de los intereses de los Estados Unidos. En estos días, por
cierto, Parker había presentado una nota de protesta, supuestamente
iniciada por Inglaterra, sobre la presencia de submarinos alemanes
en el Golfo de Méico. Las relaciones entre Méico y Estados Unidos
estaban muy mal, y el gobierno de aquel país denominaba al nuestro
como gobierno,”de facto”.

9 Fabela, Isidro, Historia diplomática de la Revolución mexicana, Instituto Nacional de


Estudios Históricos de la Revolución, 1985, passim (edición facsimilar de 1960).

Manuel González Oropeza 17


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

La especulación del telegrama Zimmerman daba inicio, y además


de todo, nuestro país se encontraba en medio de las hostilidades de la
Primera Guerra Mundial. A la apertura de sesiones, el 1 de diciembre,
también fue invitado el cuerpo diplomático.
La integración del Congreso fue signicativa de la inuencia de
Carranza. Gran número de los diputados constituyentes estaban traba-
jando en el gobierno provisional del Primer Jefe, aunque habían pedido
licencia.
Citaremos a continuación, a manera de ejemplo, los cargos que
con licencia ocupaban los diputados: Cándido Aguilar, secretario de
Relaciones Eteriores y vicepresidente del Congreso; Pastor Rouai,
secretario de Fomento y promotor de la redacción de los artículos 27
y 123; Rafael Nieto, subsecretario de Hacienda y redactor del artículo
28; Manuel Aguirre Berlanga, subsecretario de Gobierno; Luis Manuel
Rojas, director de la Biblioteca Nacional y presidente del Congreso;
Garzain Ugarte, secretario particular de Carranza, Jesús Garza, jefe de
Militarización; Arturo Méndez, proveedor General de los Hospitales
de la Secretaría de Guerra y Marina; José Natividad Macías, rector de
la Universidad Nacional y redactor principal del proyecto de Consti-
tución; Manuel Amaya, jefe de Protocolo de la Secretaría de Relaciones
Eteriores; Nicéforo Zambrano, tesorero general de la Nación; Alfonso
Cravioto, encargado de la Secretaría de Instrucción Pública; José M. Ro-
dríguez, presidente del Consejo de Salubridad; Ignacio Ramos Praslow,
ocial mayor de la Secretaría de Justicia.
De los 218 diputados que asistieron a la inauguración del Con-
greso, la distribución de los gremios se hizo de la siguiente manera:
56 abogados, 28 militares, 24 obreros, 21 médicos, 18 ingenieros, 16
de distintas profesiones, 13 profesores y ocho periodistas. La edad
promedio era de 30 años, y no pueden ser considerados, como Charles
Cumberland lo hace, como pertenecientes a la típica población mascu-
lina analfabeta.
Para reunirse con estos protagonistas del constitucionalismo,
Carranza sale de la Ciudad de Méico el 16 de noviembre en forma
apoteósica; salió de Palacio Nacional a caballo con 200 hombres de

18 El Congreso Constituyente de Querétaro (1916-1917)


Ciclo de Conferencias

escolta. Álvaro Obregón lo acompañó hasta Tlalnepantla, y Carranza


pernoctó en Tula, donde tomó el tren hacia Querétaro. Al día siguiente,
Carranza dejaba a la ciudad de Méico, con un comercio arruinado y
el papel moneda sin poder liberatorio, ya que había dispuesto el pago
de los impuestos en metálico, y no en el devaluado papel moneda.
Aunque el 20 de noviembre inició sus juntas preparatorias nombran-
do incluso a Antonio Aguilar como su presidente, el Congreso no comenzó
sino hasta el día siguiente a las 10:30 horas, pues el tren del cual tendrían
que depender continuamente había suspendido su servicio y no habían
llegado sucientes diputados como para formar el quórum necesario.
El 21 de noviembre, antes de iniciar la junta, un grupo de obreros
convocados por el Partido Liberal de Querétaro se presentaron para
saludar al Congreso Constituyente.
Una vez autorizado para hablar su representante, Rafael Jiménez
mencionó que “el pueblo espera elaboréis una Constitución que real
y efectivamente venga a llenar las necesidades políticas y sociales del
país”. Esta participación fue profética.
El diputado Aguirre Berlanga no pierde el tiempo y pronuncia
un discurso que contesta a la delegación obrera ante la asistencia de
140 constituyentes. Para el 23 de noviembre, los periódicos ya iden-
ticaban los dos bloques de diputados que se formarían y que serían
decisivos para la discusión de la Constitución. Finalmente, Carranza
arriba a San Juan del Río el 24 de noviembre, donde el gobernador
de Querétaro, Federico Montes, lo esperaba. Cuando Carranza llega
a Querétaro, se rmaba en Atlantic City un acuerdo por el cual, en 40
días, se retirarían de Chihuahua las tropas norteamericanas de Per-
shing; para el 5 de febrero de 1917, con la promulgación de la Cons-
titución, la epedición punitiva salía vergonzosamente del territorio
nacional¹ sin haber castigado a Villa y habiéndose ehibido ante la co-
munidad internacional por su acto de fuerza y de transgresión a la

10 Alessio Robles, Miguel, Historia política de la Revolución, 3a. ed., Instituto


Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1985, p. 219 (edición
facsimilar).

Manuel González Oropeza 19


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

soberanía meicana. Al llegar a Querétaro, Carranza se hospedó en


la famosa Casa Mata de la recién denominada avenida Madero.
Las juntas preparatorias del Congreso empezaron a las 9:30 el 25 de
noviembre con la presencia de 147 diputados. Como ya mencionamos,
la discusión de las credenciales fue escrupulosamente conducida, y aun
el 25 de enero de 1917 se discutía la última credencial de diputados.
Las sesiones se inauguraron a las 15:00 horas del 1 de diciembre
1916 en el Teatro Iturbide en presencia de Carranza, Roque Estrada y
Federico Montes. El Primer Jefe entró al recinto acompañado de Ni-
céforo Zambrano y Amador Lozano y seguido de una comitiva de
diputados. Jesús López Lira pasó lista y hubo 151 diputados presentes
durante la ceremonia de inauguración, después hubo un apagón de luz
que interrumpió la lectura del proyecto de Constitución que Carranza
había presentado; la lectura del documento continuó por cuatro o cinco
minutos, con la luz de dos velas, una sostenida por el presidente del
Congreso y otra por un ocial del Estado Mayor. La lectura duró en
total una hora con la monótona voz de Fernando Lizardi. En la sesión
inaugural, Carranza leyó un mensaje, en el que sintetizó los puntos o
razones de las reformas propuestas:
1. Juicio de amparo. Se ha desnaturalizado, porque la Federa-
ción scaliza los actos más insignicantes de los estados, y
los integrantes de la Suprema Corte están a la voluntad del
Presidente.
2. Estados. Tienen una soberanía nominal, y el gobierno federal se
ha entrometido aún más por la garantía republicana o auilio
federal.
3. Sentencia del tribunal local. Aceptar la procedencia del juicio
de amparo contra decisiones judiciales de tribunales locales.
4. Garantías penales. Propone la reforma del artículo 20 constitu-
cional para evitar que se abuse de la incomunicación. Propone
la creación de un Ministerio Público para evitar aprehensiones
injustas.
5. Libre concurrencia mercantil. Enfatiza este principio y propone
el combate a los monopolios.

20 El Congreso Constituyente de Querétaro (1916-1917)


Ciclo de Conferencias

6. Elección directa del Presidente.


7. Municipio independiente.
8. Responsabilidad política. Los diputados no deberán juzgar al
Presidente ni a los altos funcionarios de la Federación, pues
esto propició que los dictadores se convirtieran en serviles de
la Cámara.
9. Sistema presidencial. Al adoptado vigoroso, desecha el
sistema parlamentario por la ausencia de partidos or-
ganizados y de hombres capacitados en todo el territo-
rio del país. El Presidente no debe estar a merced del Po-
der Legislativo y el pueblo meicano necesita gobiernos
fuertes.
10. Desaparición de la vicepresidencia. Por haber sido instrumento
de los cientícos del porrismo.¹¹
Una vez inaugurado el Congreso, los diputados se fueron a
brindar al bar más popular, que se llamaba “El Puerto de Mazatlán”,
anticipando nuevos augurios por los trabajos a desarrollar en sesenta
sesiones. A petición de Antonio de la Barreda se había aceptado que
los diputados no tuvieran que presentarse de etiqueta a las sesiones,
sino que vistieran con libertad.
A partir de la inauguración, la cobertura periodística del Congreso
fue copiosa. La opinión se publicaba cada domingo y cada jueves. El
diputado Rafael Vega Sánchez editaba El Constituyente, que es repro-
ducido en sus primeros números en esta edición. Hubo un periódico
crítico de los jacobinos llamado El Zancudo. Heriberto Barrón publicó
El Pueblo, que tenía como corresponsal a Ernesto Hidalgo. El Demó-
crata tenía como director al constituyente Rafael Martínez “Rip Rip”.
El Universal, a Féli Palavicini. El Camote fue un periódico queretano
que salió esporádicamente.
La integración de la Comisión de Puntos Constitucionales causó
algunos problemas entre los dos bloques, ya que se pretendía que Ma-
cías permaneciera en la Comisión, lo cual provocó controversia, pues

11 Cfr. El Pueblo, 2 de diciembre de 1916.

Manuel González Oropeza 21


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

habiendo sido el autor del proyecto de Constitución, el grupo radical


impugnó su presencia en la Comisión que dictaminaría su propio pro-
yecto. Finalmente, la integración estaría con Enrique Colunga, Francisco
I. Múgica, Luis G. Monzón, Enrique Recio y Alberto Román.
Esta Comisión, sin duda la más importante del Congreso, rinde
sus primeros dictámenes sobre el proyecto desde el 11 de diciembre
estando Carranza en Querétaro. Antes de este acontecimiento, el
Congreso recibe la propuesta de la señorita Hermila Galindo que
pide el voto a la mujer. El Primer Jefe llega incluso a presenciar la
discusión del artículo 3o. En esa sesión del 13 de diciembre, Rojas
trató de lucirse y toma parte en las discusiones y deja a Aguilar como
presidente del Congreso.
Durante los nes de semana que pasaron entre estas sesiones,
los diputados se quejaban ante el presidente municipal, Camacho, de
las campanadas de los templos, que desde temprano llamaban a los
feligreses, por lo que el ayuntamiento prohibió esa práctica para dejar
que descansaran los desvelados constituyentes. Aparte de esta práctica
religiosa, el ayuntamiento tuvo que prohibir, no sin protesta de los ha-
bitantes de la ciudad, la celebración de las festividades de la Virgen de
Guadalupe el 12 de diciembre, así como el desle de carros alegóricos
y pasajes históricos que tenían vericativo el 24 de diciembre.
El 14 de diciembre, el diputado recibe un proyecto del subsecre-
tario de Fomento, Eduardo Hay, en materia de propiedad territorial.
Aguirre Berlanga, quien desde el 3 de diciembre había sustituido
a Jesús Acuña en la cartera de gobierno, no pierde ocasión para hacer
un panegírico de la obra de Carranza como gobernador de Coahuila,
armando en la sesión del 17 de diciembre que el ideal del municipio
libre ya había sido iniciado en ese estado desde 1912, y que en materia
de relaciones familiares, el divorcio se permitía en Coahuila desde 1913.
Después de que Carranza desmiente a Obregón en la integración de
algunos decretos por él epedido; respecto al gobierno de Sonora, el
alejamiento entre los dos caudillos es público para el 24 de diciembre,
y los periódicos culpan a Luis Manuel Rojas de este distanciamiento.
Para nes de diciembre de 1916, tanto Rojas como Macías son objeto

22 El Congreso Constituyente de Querétaro (1916-1917)


Ciclo de Conferencias

de acusaciones, por parte del bloque radical, de haber participado con


Victoriano Huerta en el cuartelazo contra Madero. Los rumores para
el 27 de diciembre se reeren a que Obregón saldría de Guerra.
1916 concluye con el anuncio de los Estados Unidos de que su
gobierno reconocerá al de Carranza próimamente. Como el traslado
de los poderes federales se había hecho de la Ciudad de Méico a
Querétaro, el ujo de personas entre ambas ciudades fue muy inten-
so. Desafortunadamente, el 1º de enero de 1917 este tráco provocó
un terrible accidente ferroviario ocurrido en San Juan del Río, en el
cual hubo 30 decesos y 275 heridos, entre los que se encontraban los
diputados José Natividad Macías, Ignacio Ramos Praslow, Paulino
Machorro y Narváez y Manuel M. Ponce.
Mientras el Congreso delibera en su segundo mes, el 7 de enero
se anuncia que Carranza preparaba un decreto en el que posibilitaba
ser gobernadores a quienes sin haber nacido en el estado hubieran
prestado importantes servicios al mismo y a la nación. Carranza, ante
el anuncio del restablecimiento de relaciones diplomáticas con Estados
Unidos, decide cambiar al encargado de negocios, Eliseo Arredondo,
por el hombre de su conanza, Ignacio Bonilla.
Asimismo, a través del mensaje que acompañó al proyecto de
Constitución, Carranza niega de manera terminante la posibilidad
de implantar un sistema parlamentario, y encauza el presidencialismo
enérgico, cuyo desarrollo hemos padecido. No obstante esa declaración
rotunda, con motivo de la discusión de las facultades del Presidente
de la República, en la tarde del 18 de enero de 1917, Froylán Manjarrez
y 24 diputados más proponen el establecimiento del parlamentarismo
con características más bien híbridas, según hemos analizado en otro
trabajo.¹² La reacción fue inmediata, y algunos diputados radicales,
al igual que el bloque carrancista, como Rafael Martínez de Escobar,
se pronunciaron contra el proyecto.¹³

12 González Oropeza, Manuel et al., “Proyectos de parlamentarismo en México”, El


constitucionalismo en las postrimerías del siglo XX, La Constitución mexicana 70
años después, México, UNAM, t. VI, pp. 407 a 416.
13 El Pueblo, 9 de enero de 1917, p. 5.

Manuel González Oropeza 23


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Durante los debates, la presencia de Carranza se hizo sentir a


través de diputados allegados a él. El diputado y subsecretario de Ha-
cienda, Rafael Nieto, inuye para que consagre constitucionalmente el
monopolio estatal de emisión de billetes, con el cual se legitima el Banco
de Méico, que no sería fundado sino hasta 1925. Por otra parte, el
diputado y presidente del Consejo de Salubridad, Rodríguez, propuso
en la sesión del 15 de enero de 1917 la necesidad de una Secretaría de
Salubridad para atender los graves problemas de salud de la población.
Finalmente, el 20 de enero el Congreso aceptó crear el Departamento
de Salubridad, cuyo primer titular sería el mismo Rodríguez.
En lo relativo a la organización de la administración pública, el
proyecto de Carranza estipulaba en el artículo 90 sus ideas sobre los
organismos que deberían eistir. Entre las secretarías de Estado, Ca-
rranza proponía la creación de las siguientes dependencias: de Hacien-
da y Crédito Público, de Tierras y Aguas, Colonización e Inmigración,
Trabajo, Industria y Comercio, de Comunicaciones y Obras Públicas
y de Guerra y Marina.
Adicionalmente, el Primer Jefe y sus colaboradores planearon la
creación de departamentos administrativos, dependientes directamente
del Presidente de la República para los ramos de Correos y Telégrafos, la
Salubridad General e Instrucción Pública y las demás que se determina-
ran por ley. El resultado fue que la disposición constitucional se aprobó
sin mencionar siquiera a los departamentos administrativos y sin espe-
cicar el número ni la denominación de la secretaría de Estado, dejando
su normatividad a leyes secundarias epedidas por el Congreso.
En el capítulo territorial, Carranza proyectó que el territorio de
Tepic se convirtiera en el estado de Nayarit, lo cual fue aprobado en la
sesión del 27 de enero. La agenda del Congreso transcurrió con gran
premura; nunca un Congreso Constituyente había tenido tan poco
tiempo para discutir un teto constitucional; sesiones interminables,
comisiones ad hoc fuera de sesiones, debates en la prensa, representacio-
nes, y mucho trabajo tuvo que desarrollarse para concluir la empresa.
Finalmente, el 31 de enero de 1917 a las 18:40 horas, Carranza rmaba
con la misma pluma que había utilizado para el Plan de Guadalupe,

24 El Congreso Constituyente de Querétaro (1916-1917)


Ciclo de Conferencias

la nueva Constitución denominada: Reforma a la Constitución Política


de los Estados Unidos Meicanos del 5 de febrero de 1857.
Cuando Carranza rmó la Constitución, ya había sido signada por
los diputados constituyentes, pues desde las 15:00 horas había iniciado
ese proceso. Al Primer Jefe lo acompañaron en esta solemne ocasión, su
secretario de Guerra y Marina, Álvaro Obregón; el secretario de Justicia,
Roque Estrada; el subsecretario de Fomento, Eduardo Hay; el subsecre-
tario de Comunicaciones y Obras Públicas, Manuel Rodríguez Gutiérrez;
el comandante de la Ciudad de Méico, Benjamín Hill; el gobernador de
Querétaro, Federico Montes y el jefe del Estado Mayor, Juan Barragán.
Al término de la rma se pronunciaron tres discursos: el de Luis
Manuel Rojas, el de Carranza y el de Hilario Medina, para presenciar
después un desle militar; el mismo día se llevó a cabo un banquete en
el restaurante “Centro Fronterizo”, que tuvo la presencia de Obregón,
Pablo González y otros destacados militares. El ánimo que reinaba fue
muy festivo, y entre los comensales circuló una botella de champaña
que fue rmada en su etiqueta por varios diputados. Se dice que ac-
tualmente está custodiada en el Archivo de la Cámara de Diputados.
Entrada la noche del último día de enero, los diputados se despi-
dieron del lugar en que se había realizado el banquete con un conjunto
musical que interpretó “Las golondrinas”. Algunos diputados, dice la
prensa, recorrieron las calles de Querétaro, lanzando entusiastas vivas
y pronunciando fogosos discursos en varios puntos de la ciudad.
Convencidos de la labor histórica que habían desempeñado, algu-
nos diputados tomaron algunos objetos como recuerdos de la mesa de la
presidencia del Congreso, para conservarlos. Luis Manuel Rojas guardó
la campana que tanto usó para llamar al orden; Cándido Aguilar se llevó
el tintero de la presidencia; Juan de Dios Bojórquez, el tintero de la Secre-
taría y el vaso de la tribuna; José López Lira, el envase de la tinta china;
Fernando Lizardi, la cartera de la mesa; Villaseñor, el plato de la mesa;
José María Truchuelo, el otro tintero; el ocial mayor, Romero García, un
portaplumas; el taquígrafo, Joaquín Valadez, otro portaplumas.
El mismo 1 de febrero salió de Washington rumbo a Méico, el en-
viado etraordinario, Henry P. Fletcher, para restablecer las relaciones

Manuel González Oropeza 25


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

diplomáticas. El 5 de febrero, a las 10:00 horas, desalojaban las tropas


invasoras de Pershing el territorio nacional, después de una permanen-
cia de casi un año. Dos días después se convocaba a elecciones federales
en todo el país, para celebrarse el segundo domingo de marzo de 1917,
e iniciar el 1 de mayo el nuevo orden constitucional.
El linotipista queretano, Blas C. Terán, se encargó de publicar por
vez primera el teto aprobado de la Constitución, y en esta impresión
conmemorativa ofrecemos la versión ocial publicada en la ciudad de
Querétaro por su gobernador, Federico Montes. Durante los últimos días
del Congreso, las concentraciones populares, serenatas y conciertos fueron
comunes. El mismo 5 de febrero de 1917 se leyó públicamente, en el jardín
Zenea, por José Vázquez Mellado, el teto de la nueva Constitución.
La euforia por la Constitución no cegó a los revolucionarios mei-
canos ante la guerra mundial y las rebeliones interiores. El gobierno
meicano hizo un llamado el mismo 5 de febrero a los países neutrales,
en la Gran Guerra, para que se invitara a los Estados beligerantes a
poner n a las hostilidades. Esta invitación fue todo un éito diplo-
mático, pues con su nueva Constitución, la estructura moral del país
superaba las acusaciones, enderezadas sobre todo por Estados Unidos,
de ser país anárquico, mientras ahora, con su Constitución, Méico
instaba a la paz a sus detractores. En el caso de los beligerantes de la
sangrienta guerra mundial, Méico proponía a los países neutrales
rehusar el suministro de materias primas y la suspensión del tráco
mercantil con las naciones en guerra.¹
Por último, el 12 de marzo de 1917 se deroga el decreto de febrero
de 1916, a través del cual Querétaro quedaba así libre del bullicio del
Congreso y con un título histórico más en su haber; Carranza, por su
parte, se replegaba a la Ciudad de Méico.
Nuestra Constitución se acerca al centenario de su promulgación,
por lo que no eiste mejor celebración que la lectura de su teto origi-
nario y el contraste con la historia que le precedió.

14 Cfr. Ramírez Aguilar, op. cit., p. 95.

26 El Congreso Constituyente de Querétaro (1916-1917)


LA CONSTITUCIÓN DE 1857
Y LOS DERECHOS HUMANOS
David Cienfuegos Salgado*

1º. Se conrma en todas sus partes la sentencia pronunciada.


2º. Se consigna al tribunal competente al Jefe Político del
Centro y al Alcaide de la cárcel de Querétaro, para que se
averigüe la responsabilidad en que hubieren incurrido con
motivo de los maltratamientos que ha sufrido Francisco
Olvera en la prisión.

Ejecutoria de la Suprema Corte de 15 de enero de 1881

El tema que se trata aquí es el de los derechos humanos en la Cons-


titución de 1857. Este tema llama la atención por dos razones: la pri-
mera, porque hay un debate teórico acerca del concepto de derechos
humanos, concepto que prácticamente aparece en el siglo xx y que no
encontramos en los estudios teóricos del siglo xx. La segunda razón
por la cual llama la atención el tema es que la idea de abordar los
derechos humanos en la Constitución de 1857 está referida, más que
nada, al análisis de cómo ha impactado en el Méico contemporáneo,
en el Méico de nuestros días, el diseño constitucional logrado por el
Constituyente de 1856-1857.
Hablar de los derechos humanos en el conteto de la Constitución
de 1857 implica, en primer lugar, revisar cuáles son los primeros acerca-

* Secretario de Estudio y Cuenta en el TEPJF.

27
Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

mientos que se van dando en los tetos constitucionales, aunque también


en los protoconstitucionales, sobre la idea de los derechos humanos, que
son los denominados derechos del hombre en la Carta de 1857, que forman
parte de la preocupación de toda una generación de meicanos.
Los derechos del hombre en la Constitución de 1857 no aparecen,
como ha mencionado el maestro Juan Ricardo Jiménez, espontáneamente;
se trata de un concepto que ya está abordado previamente. Hay que re-
cordar que hacia 1824 ya se había traducido el teto de Nicola Spadalieri
sobre los derechos del hombre, ya se había traducido la Constitución
estadounidense y su Bill of Rights, y por supuesto, eran teto conocido las
declaraciones francesas de derechos, es decir, ya había de dónde tomar
la referencia, y si analizamos los tetos protoconstitucionales y legales,
encontramos que, efectivamente, esta idea simplemente estaba haciéndose
realidad en 1856-1857, cuando se reunió el Congreso Constituyente.
Quizá los primeros anticipos que podríamos señalar de los derechos
del hombre los encontramos precisamente al principio de la gesta indepen-
dentista, cuando en 1810 Hidalgo lanza esa proclama contra la esclavitud.
Una proclama que no deja de ser paradójica, porque los historiadores bien
lo saben, la familia de Hidalgo tenía esclavos. En el inventario de Cristóbal
Hidalgo y Costilla encontramos que efectivamente había esclavos, es decir,
la emisión de la proclama del cura Hidalgo es, ante todo, un rompimiento
paradigmático. Se trata de un cambio de visión, en 1810, respecto de la
concepción tradicional de la libertad del hombre.
En 1810, insisto, tenemos la primera proclama de parte de Hidal-
go, que después va a ser retomada por Morelos, en diverso maniesto; idea
que será luego enarbolada por Rayón en sus “Elementos constitucionales”,
y que luego retomara el generalísimo Morelos en 1813, al dictar los cono-
cidos “Sentimientos de la Nación”. La lectura de estos documentos es ante
todo la cristalización de una ruptura ideológica en territorio americano.
Estas aspiraciones van dando cuenta de la necesidad por parte de
estos hombres, al inicio del siglo xx, de marcar claramente una diferen-
cia entre el modelo colonial y el nuevo modelo, la nueva América que
están tratando de construir. Si nosotros revisamos la Constitución de
1814, el Decreto Constitucional para la Libertad de la América Mei-

28 La Constitución de 1857 y los derechos humanos


Ciclo de Conferencias

cana, vamos a encontrar que también ya hay visos ahí de lo que van
a ser los derechos del hombre. Pero estamos en un momento previo
al Méico independiente, es apenas el momento en que se están dis-
cutiendo las ideas. Aunque parezca descabellado, hay todo un debate
ideológico entre los miembros de la insurgencia, debate que se da
entre las escarpadas montañas del sur, a salto de mata, y que no será
concluido, aunque está ya esbozado en los mencionados documentos
preconstitucionales.
Nosotros tendremos que pensar los derechos del hombre a partir,
y desgraciadamente esa es la visión que tenemos, de la primera Cons-
titución del Méico independiente, la Constitución de 1824.
En la Constitución de 1824 vamos a encontrar un fenómeno muy
curioso en su redacción, sobre todo al compararla con las Constitucio-
nes contemporáneas: la circunstancia especial de que no aparecen los
derechos humanos, no aparecen derechos del hombre consignados.
¿Por qué? Porque de alguna manera se está siguiendo el modelo nor-
teamericano, el modelo originario estadounidense, donde la Consti-
tución no los recoge, a pesar de que en la Convención de Filadela se
discutió sobre su inclusión.
La Constitución estadounidense no reconoce un catálogo de de-
rechos. Éste será adicionado posteriormente a través de enmiendas en
1791, el conocido Bill of Rights. Nosotros tomamos en parte ese modelo,
pero además ese modelo de alguna manera se confunde con el norte-
americano, porque lo que sí vemos es que hacia 1825, 1826, 1827, 1828,
las constituciones locales de los nuevos estados sí van a contemplar
catálogos de derechos humanos.
De esta forma, en 1824 encontramos un primer modelo de regu-
lación constitucional de los derechos del hombre, el modelo consis-
tente en que la Constitución federal no los recoge, mientras que las
Constituciones de los estados sí recogen toda esa preceptiva que con-
forma acervos diferenciados según se trate de una entidad u otra. En
este primer momento son los estados de la naciente Federación los
encargados de establecer el catálogo de derechos y, si fuera el caso, los
mecanismos para su protección.

David Cienfuegos Salgado 29


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Si revisamos el caso de Querétaro, encontramos que la Constitución


de agosto de 1825 señala que se prohíbe para siempre la esclavitud en
cualquiera de los individuos que compongan el estado (artículo 7º); que
todos los hombres que habiten en el territorio del estado, aun en clase de
transeúntes, están bajo el amparo y protección de las leyes, y el Estado les
garantiza sus naturales e imprescriptibles derechos de libertad, seguridad,
propiedad e igualdad (artículo 8º); también se garantiza el derecho de pu-
blicar las ideas con sujeción a las leyes (artículo 9º); se garantiza igualmente
a los ciudadanos queretanos el derecho de petición, cuyo uso se arreglará
por una ley (artículo 10); y se señala que la enumeración de los derechos
de los queretanos consignados en la Constitución local no podrá alegarse
como eclusión de los que por la Constitución federal y leyes generales les
correspondan (artículo 11). A lo anterior debe aunarse el corpus de derechos
relativos a la administración de justicia (artículos 197, 198, 209, 212, 213,
214, 215, 217, 219 y 220).
Aun más, en noviembre de 1826 el Congreso de Querétaro emitió
un decreto para referirse a la esclavitud, algo que no se va a hacer a nivel
federal sino hasta 1829 con el decreto que epide el presidente Vicente
Guerrero. Así, encontramos que son los estados los que se preocupan por
regular a nivel constitucional los derechos del hombre y esta tónica se va
a mantener hasta 1857.
En 1857 encontramos un cambio evidente: la Constitución que se
aprueba por el constituyente de 1856 -1857, sí tiene un apartado de derechos
del hombre y además es un apartado relevante. ¿Por qué? Porque con dicho
apartado inicia el teto constitucional. El primer artículo de la Constitución
de 1857 señala: “El pueblo meicano reconoce que los derechos del hombre
son la base y el objeto de las instituciones sociales, en consecuencia declara
que todas las leyes y todas las autoridades del país deben respetar y sostener
las garantías que otorga la presente Constitución”.
¿Por qué resulta relevante que la Constitución de 1857 incorpore
un catálogo, 29 artículos dedicados a los derechos del hombre, que
después serán retomados en 1917 como garantías individuales?
Resulta relevante porque el momento en el cual aparece la Cons-
titución de 1857 es un momento posterior a otra lucha libertaria que

30 La Constitución de 1857 y los derechos humanos


Ciclo de Conferencias

se da en Méico y es precisamente la lucha contra la dictadura de Santa


Anna. Si nosotros nos detenemos a leer el Plan de Ayutla emitido por
Juan Álvarez y Florencio Villarreal, vamos a encontrar que el proyecto
original del Plan de Ayutla se reere básicamente a que el fundamento,
la razón, el motivo de esta nueva revolución es ante todo la pérdida de
las libertades públicas.
Este concepto de vulneración de las libertades públicas, de menos-
cabo de las libertades públicas, va a ser el fundamento real para que en
el estatuto orgánico de 1856 se contemple todo un capítulo dedicado
precisamente a los derechos del hombre. En el Estatuto Orgánico de la
República Meicana, en la sección V, los artículos 30 hasta el 79 se dedi-
caron al concepto de garantías individuales.
Vemos que ya aparece ahí el concepto de garantías individuales
dividido en varios rubros: seguridad, igualdad, propiedad, disposicio-
nes generales; pero son el antecedente, el antecedente real de lo que se
va a incorporar en 1857 a la segunda Constitución federal del Estado
meicano.
El 12 de julio de 1856, los ciudadanos meicanos se enteraron, a tra-
vés de los periódicos de la Ciudad de Méico, que el día anterior se había
revisado y aprobado el primer artículo de la Constitución. Lo anterior es
trascendente, en especial porque el artículo no se aprueba sin discusión,
se aprueba con bastantes discusiones. ¿Por qué? Porque por un lado está
un pensamiento sumamente liberal, y por el otro está un pensamiento
que atendería quizá a la visión que mencionaba el maestro Jiménez, que
es la visión escolástica. Y en esta discusión surge una cuestión de previo
pronunciamiento: ¿por qué vamos a considerar un concepto como el de
derechos del hombre en la Constitución si no hemos denido cuál es el
contenido? En pocas palabras, ¿cuáles son los derechos del hombre?
La discusión que se da entre diversos constituyentes es precisa-
mente esa.
Los constituyentes se preguntan: ¿Incorporamos el concepto de de-
rechos del hombre y además decimos que es el pueblo meicano el que
lo reconoce? ¿Por qué el pueblo meicano tiene que reconocer esos
derechos? ¿Por qué después decimos que en consecuencia todas las

David Cienfuegos Salgado 31


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

instituciones están obligadas a respetarlos y defenderlos? ¿Cuál es la


consecuencia real? ¿El reconocimiento que haga el pueblo meicano
puede tener como consecuencia que el gobierno, las instituciones de
gobierno, tengan que respetar y defender o sostener los derechos
del hombre?
Estas polémicas de alguna manera ya plantean, y después se
convertirá en una evidencia, ya plantea, la necesidad de eplorar
dentro de la doctrina constitucional meicana, el alcance que van a
tener esta idea de derechos del hombre, derechos del hombre que
curiosamente quedan contemplados en la Constitución, pero su
cumplimiento parece que queda relegado. No en balde veremos que
hay todo un periodo donde los críticos del régimen de gobierno, del
régimen liberal y del régimen porrista, van a dar cuenta de que son
menos que letra muerta. Algunos periódicos de la época muestran
cuál era la visión de diversos periodistas que eran sumamente críticos
respecto de lo que estaban haciendo los gobiernos meicanos. Y no
hablamos nada más de Porrio Díaz; estamos hablando también de
Juárez. Éste en su momento emitió diversas disposiciones que con-
travenían el espíritu que se había plasmado en la Constitución del
1857 por cuanto hace a los derechos del hombre, pero no sólo de los
derechos de tipo individual.
Hay que recordar que esta criticidad es también una forma de res-
puesta a la poca o nula cristalización social del ideario constitucional.
En estos esfuerzos de discusión y denuncia constructivas encontramos
el germen que va a fructicar en los debates de 1916-1917 sobre los
derechos de tipo social. Después de la promulgación de la Constitución,
Francisco Zarco escribió diversos artículos que se ocupaban preci-
samente de estos temas sociales, de los trabajadores, de los campesi-
nos, de las mujeres; es decir, hubo un acercamiento en las discusiones
que nunca fructicó en el teto constitucional. Estamos hablando de que
estuvo en el ánimo de la época discutir otros temas, para los cuales se
tuvo que esperar hasta bien entrado el siglo xx meicano.
El conteto en el cual aparece la Constitución de 1857 puede
revisarse en diversos momentos, pero ninguno tan profundo como el

32 La Constitución de 1857 y los derechos humanos


Ciclo de Conferencias

que aparece plasmado en la obra de Francisco Zarco, el cronista del


constituyente, cuando hace sus reseñas y su historia del Congreso
Constituyente.
Creo que todos, alguna vez, y más los abogados, deberíamos leer
las crónicas de este Congreso Constituyente, y no solamente las crónicas
de este Constituyente; creo que sería “lo normal” que como estudiosos
del derecho leyéramos también la crónica del Constituyente de 1916-
1917. ¿Por qué? Porque encontramos un teto constitucional del cual
podemos ver cuál era el espíritu que tenía en aquel momento y vamos
a encontrar que es relevante porque el modelo ha ido cambiando, tra-
tándose de los derechos humanos, que es el tema de esta charla.
Si en 1857 encontramos que por primera vez tanto la Constitución
federal como las Constituciones locales contienen un catálogo de de-
rechos humanos, vamos a encontrar que en 1917 empieza a cambiarse
ese modelo.
A partir de la Constitución de 1917 las Constituciones locales
ceden ese espacio que tenían de reconocimiento de los derechos del
hombre, de los derechos humanos, lo ceden a la Constitución federal,
y lo ceden precisamente porque los instrumentos jurídicos que se
están desarrollando —especícamente el juicio de amparo— tienen
una naturaleza federal y es la Constitución federal la que termina por
reconocer los derechos del hombre. En ese momento las Constituciones
locales se olvidan de ese tema.
Hoy estamos viviendo un cambio, un nuevo cambio, que de
alguna manera parece recordarnos el modelo que estaba en 1857.
¿Cuál es el cambio? El cambio es que las Constituciones locales están
recuperando ese espacio y está legislándose de manera coherente y
constante sobre los derechos del hombre. Los constituyentes perma-
nentes locales están de nuevo regulando los derechos humanos, y lo
están haciendo precisamente porque se está dando este esquema del
que hablaba muy bien el maestro Jiménez, en el sentido de que estamos
de repente encontrándonos con que la teoría tripartita de la división
del poder está haciendo agua; máime que desde el año 2000 a nivel
local se reconocen ya los órganos autónomos como parte del poder

David Cienfuegos Salgado 33


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

público —estoy hablando de la reforma veracruzana— y se reconoce


—no epresamente en la Constitución federal— a través de la creación
de órganos constitucionales autónomos, que están rompiendo con el
esquema del poder público dividido solamente en tres partes, en tres
funciones.
Estamos ante un nuevo esquema. Eso nos permite señalar que
el impacto que puede tener el estudio de la Constitución de 1857, en
este momento, es el de recuperar el modelo, el esquema a través del
cual se protegían los derechos humanos hace, al menos teóricamente
—no podemos decirlo que prácticamente— 150 años. De repente nos
damos cuenta de que en las entidades federativas se tiene la capacidad,
a través de estos modelos o estos esquemas de competencia comparti-
da, concurrente, de defender los derechos del hombre, y eso es lo que
eistía en 1857, y eso es a lo que vamos.
¿Cuál es el catálogo de derechos contenidos en la Constitución
de 1857? El recuento nos recordará el teto de nuestra Constitu-
ción vigente: garantía de libertad (artículo 2º); educación (artículo 3º);
libertad de trabajo (artículos 4º y 5º); libertad de epresión (artículo
6º); libertad de imprenta (artículo 7º); derecho de petición y de respuesta
(artículo 8º); derecho de asociación y reunión (artículo 9º); posesión
y portación de armas (artículo 10); libertad de tránsito (artículo 11);
principio de igualdad (artículos 12 y 13); irretroactividad de la ley
y principio de legalidad (artículos 14 y 16); derecho a la tutela judicial
efectiva o a la administración de justicia (artículo 17); derechos del
procesado en materia penal (artículos 18, 19, 20, 21 y 24); prohibición
de penas inusitadas o trascendentales (artículo 22); abolición de la pe-
na de muerte (artículo 23); protección de la correspondencia (artículo
25); derecho de propiedad (artículo 27); prohibición de monopolios y
estancos (artículo 28), y suspensión de garantías (artículo 29).
Éste es, grosso modo, el catálogo de derechos que contenía la
Constitución de 1857. Para ver a detalle este catálogo, al nal se anean
los primeros 29 artículos de dicho teto constitucional.
Ahora vemos que las Constituciones locales, cada vez en mayor
número, están incorporando un catálogo de derechos humanos, y lo

34 La Constitución de 1857 y los derechos humanos


Ciclo de Conferencias

están ampliando, y así demuestran que el orden jurídico local puede


ir mucho más allá que la Constitución federal. ¿Por qué? Porque como
siempre se demostró, en un modelo federal la Constitución local no
tiene por qué seguir necesariamente el rumbo que marca la Constitu-
ción federal.
El modelo federal establece limitaciones en algunos casos, pero en
otros casos, como es el de los derechos humanos, establece únicamente
mínimos, y de ahí deberíamos partir, la trascendencia en este sentido de
hablar de la Constitución de 1857 y referirla a los derechos humanos es
precisamente esa: la de pensar en este esquema que estamos viviendo
y al que a lo mejor no nos estamos acostumbrando, porque seguimos
estudiando en los mismos libros de derecho administrativo en que
estudiaron hace 15 o 30 años nuestros profesores y en los de derecho
constitucional de hace 20, 40 o 50 años.
Ahora tenemos la necesidad de pensar el derecho constitucional,
de pensar el derecho administrativo, de pensar los derechos humanos,
desde una nueva perspectiva y esa necesidad no se va a cumplir si
pensamos leyendo a los autores con los que se educaron nuestros pro-
fesores, y que desgraciadamente en muchos casos nuestros profesores
no quieren abandonar, no quieren eplorar por sí la riqueza que tiene
a veces el derecho constitucional local, los derechos humanos en el
ámbito local.
Tenemos comisiones de derechos humanos sumamente débiles,
seguramente con muchas limitaciones, pero que son el resquicio para
empezar a pensar en la defensa de los derechos humanos en el ámbito
local. Tenemos juicios para la protección de los derechos humanos en
algunas Constituciones locales. Tenemos el inicio de lo que seguramente
el día de mañana podría ser una justicia constitucional local; tribunales
constitucionales que no estén necesariamente unidos al Poder Judicial
local, como sucede ahora en Chiapas, donde acaban de crear un nuevo
tribunal constitucional.
Estamos empezando en este 2007, quizá, a pensar la división del
poder público, y por tanto los derechos humanos, porque no pueden
pensarse de manera separada, desde una nueva vertiente y creo que

David Cienfuegos Salgado 35


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

en este aspecto la Constitución de 1857 y, por supuesto, los debates


que se dieron en aquel momento y la revisión de toda la literatura
jurídica de aquella época nos puede abrir los ojos para poder pensar
este momento.
Finalizo con una reeión que espero suscite otras entre los lectores.
La Constitución es ante todo derechos. Las asambleas de todo tipo
que perlaron el acervo de derechos así lo entendieron. Lo mismo en el
atardecer del siglo x  que a lo largo del siglo xx, todas las asambleas
coincidieron en colocar los derechos del hombre en la arena de la dis-
cusión. Las Constituciones meicanas de 1857 y de 1917 son producto
de tales debates. Pero si bien la Constitución es ante todo derechos, no
debemos olvidar que también son obligaciones, y esas, en pleno siglo
xx, parece que las estamos olvidando.

ANEXO:
DERECHOS DEL HOMBRE EN LA CONSTITUCIÓN FEDERAL
DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, DE 1857

Título I
Sección I. De los Derechos del Hombre
Artículo 1
El pueblo meicano reconoce, que los derechos del hombre son
la base y el objeto de las instituciones sociales. En consecuencia
declara, que todas las leyes y todas las autoridades del país,
deben respetar y sostener las garantías que otorga la presente
Constitución.
Artículo 2
En la República todos nacen libres. Los esclavos que pisen el
territorio nacional, recobran, por ese solo hecho, su libertad,
y tienen derecho a la protección de las leyes.
Artículo 3
La enseñanza es libre. La ley determinará qué profesiones ne-
cesitan título para su ejercicio, y con qué requisitos se deben
epedir.

36 La Constitución de 1857 y los derechos humanos


Ciclo de Conferencias

Artículo 4
Todo hombre es libre para abrazar la profesión, industria o trabajo
que le acomode, siendo útil y honesto, y para aprovecharse de sus
productos. Ni uno ni otro se le podrá impedir, sino por sentencia
judicial cuando ataque los derechos de tercero, o por resolución
gubernativa dictada en los términos que marque la ley, cuando
ofenda los de la sociedad.
Artículo 5
Nadie puede ser obligado a prestar trabajos personales, sin la justa
retribución y sin su pleno consentimiento. La ley no puede autorizar
ningún contrato que tenga por objeto la pérdida o el irrevocable
sacricio de la libertad del hombre, ya sea por causa de trabajo, de
educación o de voto religioso. Tampoco puede autorizar convenios
en que el hombre pacte su proscripción o destierro.
Artículo 6
La manifestación de las ideas no puede ser objeto de ninguna
inquisición judicial o administrativa, sino en el caso de que
ataque la moral, los derechos de tercero, provoque algún cri-
men o delito, o perturbe el orden público.
Artículo 7
Es inviolable la libertad de escribir y publicar escritos sobre
cualquiera materia. Ninguna ley ni autoridad puede establecer
la previa censura ni eigir anza a los autores o impresores,
ni coartar la libertad de imprenta, que no tiene más límite que
el respeto a la vida privada, a la moral y a la paz pública. Los
delitos de imprenta serán juzgados por un jurado que calique
el hecho, y por otro que aplique la ley y designe la pena.
Artículo 8
Es inviolable el derecho de petición ejercido por escrito, de
una manera pacíca y respetuosa; pero en materias políticas
sólo pueden ejercerlo los ciudadanos de la República. A toda
petición debe recaer un acuerdo escrito de la autoridad a quien
se haya dirigido, y ésta tiene obligación de hacer conocer el
resultado al peticionario.

David Cienfuegos Salgado 37


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Artículo 9
A nadie se le puede coartar el derecho de asociarse o de reunirse
pacícamente con cualquier objeto lícito; pero solamente los
ciudadanos de la República pueden hacerlo para tomar parte
en los asuntos políticos del país. Ninguna reunión armada
tiene derecho de deliberar.
Artículo 10
Todo hombre tiene derecho de poseer y portar armas para su
seguridad y legítima defensa. La ley señalará cuáles son las
prohibidas y la pena en que incurren los que las portaren.
Artículo 11
Todo hombre tiene derecho para entrar y salir de la Re-
pública, viajar por su territorio y mudar de residencia, sin
necesidad de carta de seguridad, pasaporte, salvoconducto
u otro requisito semejante. El ejercicio de este derecho no
perjudica las legítimas facultades de la autoridad judicial o
administrativa, en los casos de responsabilidad criminal
o civil.
Artículo 12
No hay ni se reconocen en la República, títulos de nobleza, ni
prerrogativas, ni honores hereditarios. Sólo el pueblo, legíti-
mamente representado, puede decretar recompensas en honor
de los que hayan prestado o prestaren servicios eminentes a la
patria o a la humanidad.
Artículo 13
En la República Meicana nadie puede ser juzgado por leyes
privativas, ni por tribunales especiales. Ninguna persona ni
corporación puede tener fueros, ni gozar emolumentos que no
sean compensación de un servicio público, y estén jados por
la ley. Subsiste el fuero de guerra solamente para los delitos y
faltas que tengan eacta coneión con la disciplina militar. La
ley jará con toda claridad los casos de esta ecepción.
Artículo 14
No se podrá epedir ninguna ley retroactiva. Nadie puede ser
juzgado ni sentenciado, sino por leyes dadas con anterioridad al

38 La Constitución de 1857 y los derechos humanos


Ciclo de Conferencias

hecho y eactamente aplicadas a él, por el tribunal que previa-


mente haya establecido la ley.
Artículo 15
Nunca se celebrarán tratados para la etradición de reos políticos,
ni para la de aquellos delincuentes del orden común que hayan
tenido en el país en donde cometieron el delito la condición de
esclavos; ni convenios o tratados en virtud de los que se alteren
las garantías y derechos que esta Constitución otorga al hombre
y al ciudadano.
Artículo 16
Nadie puede ser molestado en su persona, familia, domicilio,
papeles y posesiones, sino en virtud de mandamiento escrito
de la autoridad competente, que funde y motive la causa legal
del procedimiento. En el caso de delito infraganti, toda persona
puede aprehender al delincuente y a sus cómplices, poniéndolos
sin demora a disposición de la autoridad inmediata.
Artículo 17
Nadie puede ser preso por deudas de un carácter puramente
civil. Nadie puede ejercer violencia para reclamar su derecho.
Los tribunales estarán siempre epeditos para administrar jus-
ticia. Ésta será gratuita, quedando en consecuencia abolidas las
costas judiciales.
Artículo 18
Sólo habrá lugar a prisión por delito que merezca pena corporal.
En cualquier estado del proceso en que aparezca que al acusado
no se le puede imponer tal pena, se pondrá en libertad bajo an-
za. En ningún caso podrá prolongarse la prisión o detención por
falta de pago de honorarios o de cualquiera otra ministración
de dinero.
Artículo 19
Ninguna detención podrá eceder del término de tres días, sin
que se justique con un auto motivado de prisión y los demás
requisitos que establezca la ley. El solo lapso de este término
constituye responsables a la autoridad que la ordena o consiente,
y a los agentes, ministros, alcaides o carceleros que la ejecutan.

David Cienfuegos Salgado 39


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Todo maltratamiento en la aprehensión o en las prisiones, toda


molestia que se inera sin motivo legal, toda gabela o contribución
en las cárceles, es un abuso que deben corregir las leyes, y castigar
severamente las autoridades.
Artículo 20
En todo juicio criminal, el acusado tendrá las siguientes garantías:
I. Que se le haga saber el motivo del procedimiento y el nombre
del acusador, si lo hubiere.
II. Que se le tome su declaración preparatoria dentro de cuarenta
y ocho horas, contadas desde que esté a disposición de su
juez.
III. Que se le caree con los testigos que depongan en su contra.
IV. Que se le faciliten los datos que necesite y consten en el pro-
ceso, para preparar sus descargos.
V. Que se le oiga en defensa por sí o por persona de su conanza,
o por ambos, según su voluntad. En caso de no tener quien
lo deenda, se le presentará lista de los defensores de ocio,
para que ela el que o los que le convengan.
Artículo 21
La aplicación de las penas propiamente tales, es eclusiva de
la autoridad judicial. La política o administrativa sólo podrá
imponer como corrección, hasta quinientos pesos de multa, o
hasta un mes de reclusión, en los casos y modo que epresamente
determine la ley.
Artículo 22
Quedan para siempre prohibidas las penas de mutilación y de
infamia, la marca, los azotes, los palos, el tormento de cualquiera
especie, la multa ecesiva, la conscación de bienes y cuales-
quiera otras penas inusitadas o trascendentales.
Artículo 23
Para la abolición de la pena de muerte queda a cargo del poder
administrativo el establecer a la mayor brevedad el régimen
penitenciario. Entre tanto, queda abolida para los delitos po-
líticos, y no podrá etenderse a otros casos más que al traidor

40 La Constitución de 1857 y los derechos humanos


Ciclo de Conferencias

a la patria en guerra etranjera, al salteador de caminos, al


incendiario, al parricida, al homicida con alevosía, premedita-
ción o ventaja, a los delitos graves del orden militar y a los de
piratería que deniere la ley.
Artículo 24
Ningún juicio criminal puede tener más de tres instancias. Nadie
puede ser juzgado dos veces por el mismo delito, ya sea que en
el juicio se le absuelva o se le condene. Queda abolida la práctica
de absolver de la instancia.
Artículo 25
La correspondencia que bajo cubierta circule por las estafetas,
está libre de todo registro. La violación de esta garantía es un
atentado que la ley castigará severamente.
Artículo 26
En tiempo de paz ningún militar puede eigir alojamiento, bagaje
ni otro servicio real o personal, sin el consentimiento del propie-
tario. En tiempo de guerra sólo podrá hacerlo en los términos que
establezca la ley.
Artículo 27
La propiedad de las personas no puede ser ocupada sin su
consentimiento, sino por causa de utilidad pública y previa in-
demnización. La ley determinará la autoridad que deba hacer la
epropiación y los requisitos en que ésta haya de vericarse.
Ninguna corporación civil o eclesiástica, cualquiera que sea
su carácter, denominación u objeto, tendrá capacidad legal para
adquirir en propiedad o administrar por sí bienes raíces, con la
única ecepción de los edicios destinados inmediata y directa-
mente al servicio u objeto de la institución.
Artículo 28
No habrá monopolios ni estancos de ninguna clase, ni prohibicio-
nes a título de protección a la industria. Eceptúanse únicamente
los relativos a la acuñación de moneda, a los correos, a los privi-

David Cienfuegos Salgado 41


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

legios que, por tiempo limitado, conceda la ley a los inventores


o perfeccionadores de alguna mejora.
Artículo 29
En los casos de invasión, perturbación grave de la paz públi-
ca, o cualesquiera otros que pongan a la sociedad en grande
peligro o conicto, solamente el presidente de la República,
de acuerdo con el consejo de ministros y con aprobación del
Congreso de la Unión y, en los recesos de éste, de la diputación
permanente, puede suspender las garantías otorgadas en esta
Constitución, con ecepción de las que aseguran la vida del
hombre; pero deberá hacerlo por un tiempo limitado, por me-
dio de prevenciones generales y sin que la suspensión pueda
contraerse a determinado individuo.

42 La Constitución de 1857 y los derechos humanos


JUSTICIA ELECTORAL
EN LA CONSTITUCIÓN
Marco Antonio Pérez de los Reyes*

Smai: Introducción. I. Concepto y generalidades de la


justicia electoral. II. El Derecho Electoral y el Derecho Procesal
Electoral. III. Evolución constitucional de la justicia electoral en
Méico. IV. La Constitución de 1857. V. La Constitución de 1917.
VI. Evolución de la justicia electoral posterior a la epedición
de la Constitución de 1917. VII. Conclusión.

INTRODUCCIÓN

El sistema jurídico meicano tiene como base fundamental y como


punto inicial la Constitución Política de los Estados Unidos Mei-
canos. Dentro de la teoría kelseniana, es esta Constitución la fuente
generadora de todo ordenamiento en el ámbito territoºrial del país.
Ello obedece, no sólo a una concepción lógica y doctrinal, sino
que es resultado de un proceso histórico complejo, en el cual, por
virtud de la coyuntura política que se dio en cada una de nuestras
etapas históricas fundamentales —la independencia, la reforma y
la revolución—, sus respectivos líderes sustentaron la legitimidad
de su lucha libertaria en documentos constitucionales, que tuvieron
además la pretensión de convocar a un reacomodo de los factores
reales de poder de cada tiempo.

* Jefe de Unidad de Investigación del Centro de Capacitación Judicial Electoral del


Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.

43
Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Así, las Constituciones de 1814, 1857 y 1917 sirvieron de paráme-


tro para el desarrollo de cada uno de estos tres movimientos y de la
organización política y social posteriores.
De aquí que para comprender a cabalidad la problemática de
nuestro desenvolvimiento histórico como nación independiente, sea
necesario relacionarlo con la evolución constitucional del país.
Al respecto, debe recordarse que la moderna concepción de
Constitución, que emanó de las dos grandes revoluciones liberales
de nes del siglo x , es decir, la guerra de independencia de los Es-
tados Unidos de América y la Revolución Francesa, inuyeron directa
e inmediatamente sobre la realidad hispanoamericana, a través de la
Constitución Política de la Monarquía Española, conocida popularmen-
te como la Constitución de Cádiz o de 1812. De manera que nuestra
tradición constitucionalista deviene desde la época en que el país aún
se encontraba bajo la dominación española.
A la fecha, se cumplen 150 años de la promulgación de la Consti-
tución Política de la República Meicana, sobre la indestructible base
de su legítima independencia, proclamada el 16 de septiembre de 1810
y consumada el 27 de septiembre de 1821, esto es, la Constitución de
1857, y los 90 años de la promulgación de la Constitución vigente. En
tal virtud, están más que justicados los homenajes que puedan tri-
butarse a ambos tetos constitucionales, dada la importante trayectoria
que han tenido en el desenvolvimiento político de Méico.
Toca a los académicos, por razón natural de sus áreas de desem-
peño, reeionar profunda y objetivamente sobre la amplia temática
que ofrece el conteto de tales documentos, y vincularlos estrecha-
mente con los marcos referenciales de cada época. De esta suerte, no
es casual que sea en la preclara ciudad de Santiago de Querétaro, sede
del ilustre Congreso Constituyente de 1916-1917, en donde nos encon-
tremos reunidos para analizar, desde distintos enfoques, las normas
fundamentales que nos legaron aquellos meicanos que forjaron con
sus ideales el perl de Méico como nación soberana.
De igual modo, hay que tener en cuenta nuestra constante y rme
vocación por la democracia, que en la actualidad la propia Constitución

44 Justicia electoral en la Constitución


Ciclo de Conferencias

dene no sólo como una estructura jurídica y un régimen político, sino


como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento econó-
mico, social y cultural del pueblo.¹
Cabe destacar que para el ejercicio eciente de la democracia es
absolutamente necesario garantizar el respeto irrestricto de la voluntad
popular manifestada en las urnas electorales, lo que conduce a establecer
mecanismos que aseguren la justicia electoral, por lo que debe contarse
con normas, instituciones y procedimientos ágiles y accesibles a la ciu-
dadanía en general.
En la actualidad se ha generado un maniesto movimiento de
apertura democrática y mucho se ha avanzado en la tarea prioritaria
de impartir justicia electoral, si bien aún se vislumbra un arduo ca-
mino por recorrer. Este estudio se enfoca precisamente en destacar
los fundamentos constitucionales que permiten ncar y fortalecer la
actividad cotidiana de los órganos jurisdiccionales encargados de velar
por el cumplimiento de las disposiciones que rigen la vida electoral
del país, dentro de los principios rectores de certeza, legalidad, inde-
pendencia, imparcialidad y objetividad² que postula la propia Carta
Suprema del país.
Se pretende en este caso, no únicamente circunscribirse a un estu-
dio histórico o evolutivo y a la descripción de la realidad actual, sino
también plantear los posibles escenarios en un próimo futuro, lo que
resulta en especial importante si se considera que por estas fechas se
pretende llevar a cabo una profunda reforma del Estado, lo que nece-
sariamente hace revisable el campo especíco de la justicia electoral.
Desde este punto de vista y en la coyuntura en que se desenvuel-
ve la nación, este análisis puede resultar particularmente aportativo,
dado que en estos momentos de transición y de cambio deben ser
bienvenidas todas las opiniones por controversiales que parezcan ser a

¹ Artículo 3, fracción II, inciso a) de la Constitución política de los Estados Unidos


Mexicanos, Legislación Federal, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación, México, 2005.
² Artículo 41, fracción III de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Edición citada.

Marco Antonio Pérez de los Reyes 45


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

primera vista. Es claro para todos que en la democracia la uniformidad


y la unanimidad no son las metas, sino los síntomas de su caducidad y
que, en cambio, la libertad de epresión, sin cortapisas legales y la
convivencia respetuosa e institucional entre las diferentes corrientes
políticas son las características esenciales de la capacidad y de la ma-
durez del sistema.
Sirvan entonces este foro y sus respectivas comunicaciones como
vehículo para impulsar el intercambio y el diálogo de los especialistas
en los diferentes temas constitucionales, pero sobre todo como vínculo
para unir y estrechar nuestros esfuerzos por la superación del país.

I. CONCEPTO Y GENERALIDADES DE LA JUSTICIA ELECTORAL

Se entiende por ésta el conjunto de medios de impugnación,


partidistas, administrativos y jurisdiccionales, cuya interposición y
resolución garantizan el ejercicio eciente de los derechos ciudadanos
ejercidos individual o colectivamente.
También se le conoce como contencioso electoral, así lo propone
el maestro Jesús Orozco Henríquez,³ inclusive el primer tribunal de
justicia en la materia en el país, fundado en 1986, se denominó Tribunal
de lo Contencioso Electoral.
Esta concepción de la justicia electoral implica la presencia de
dos elementos fundamentales: uno de carácter instrumental, constitui-
do por los medios de impugnación en la materia, y el otro de natu-
raleza institucional, los órganos responsables de su conocimiento y
resolución.

³ Orozco Henríquez, Jesús. XLIV, "El contencioso electoral, la calicación electoral",


Tratado de derecho electoral comparado de América Latina, Dieter Nohlen, Daniel
Zovatto, Jesús Orozco y José Thompson (compiladores), Instituto Interamericano
de Derechos Humanos, Universidad de Heidelberg, International Idea, Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación, Instituto Federal Electoral, Fondo
de Cultura Económica. Sección de obras de política y derecho. Fondo de Cultura
Económica. México, 2007, segunda edición, p. 1152.

46 Justicia electoral en la Constitución


Ciclo de Conferencias

Para comprender con mayor amplitud el tema de la justicia elec-


toral conviene apuntar los siguientes puntos de reeión:
a) Los medios de impugnación son, en general, las vías ju-
rídicas establecidas a favor de los partidos políticos, las
agrupaciones políticas nacionales y los ciudadanos, que
maniesten alguna afectación a su interés jurídico, en el
ejercicio de sus derechos político-electorales.
b) Los efectos de la interposición y resolución de tales me-
dios impugnativos, podrán lograr que el acto o resolución
combatidos se: conrmen, modiquen, revoquen o anulen,
en cuyos dos últimos casos se ordena la reposición del
procedimiento correspondiente. A esto hay que agregar
que, por disposición constitucional y legal, la interposi-
ción de los medios de impugnación en materia electoral,
no producirán efectos suspensivos sobre la resolución o
el acto impugnado.
c) La nalidad de los medios de impugnación en materia
electoral es la de proporcionar seguridad jurídica a los
ciudadanos, garantizar la estabilidad político-electoral
del país vigilando el respeto absoluto a los principios de
constitucionalidad y legalidad de los actos y resoluciones
emanados de las autoridades electorales y dar denitivi-
dad a las distintas etapas de los procesos electorales.
d) La base constitucional del actual sistema de medios de im-
pugnación en materia electoral se encuentra, en el ámbito
federal, en la base IV del artículo 41 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Meicanos. Además, en el
mismo ordenamiento deben considerarse los artículos 60,

 Base IV del artículo 41 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.


Edición citada y párrafo 2 del artículo 6 de la Ley General del Sistema de Medios
de Impugnación en Materia Electoral, Legislación Federal, Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación, México, 2005.
5 Artículo 3 de la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia
Electoral, Legislación Federal, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación,
México, 2005.

Marco Antonio Pérez de los Reyes 47


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

para el caso especíco del juicio de inconformidad y del


recurso de reconsideración, y 99 que determina los me-
dios impugnativos en la materia y establece la naturaleza,
organización y facultades del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación.
e) En cuanto hace a la justicia electoral local, las bases cons-
titucionales para su establecimiento se encuentran en los
artículos 115, 116 y 122 de la misma Constitución federal
vigente.
f) Actualmente Méico cuenta, en el campo de aplicación fe-
deral, con un sistema de medios de impugnación integral
que está constituido por: I. Acciones de inconstitucionali-
dad, que pueden contener materia electoral y que son de la
eclusiva competencia de la Suprema Corte de Justicia de
la Nación, de acuerdo con la fracción II del artículo 105
de la Constitución Política de los Estados Unidos Meica-
nos; II. El Sistema de Medios de Impugnación en Materia
Electoral que conoce y resuelve el Instituto Federal Elec-
toral, si su naturaleza jurídica es administrativa, tal es el
caso del recurso de revisión, y el Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación, en cuanto sean de índole
jurisdiccional, de acuerdo con la competencia de cada una
de las Salas que integran este órgano supremo de justicia;
y III. La justicia partidista, es decir, la que por disposición
epresa de la ley deben establecer, en sus estatutos, los
partidos políticos para impartir internamente la justicia
electoral entre sus propios miembros.
g) A su vez, en cada una de las treinta y dos entidades fede-
rativas se reitera este sistema, con lo cual se garantiza que
todos los actos y resoluciones de las autoridades electora-
les del país respeten los principios de constitucionalidad y

 Artículo 27.1.g) del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales,


Legislación Federal, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, México,
2005.

48 Justicia electoral en la Constitución


Ciclo de Conferencias

legalidad de observancia esencial en un auténtico estado


de derecho.
h) Estos principios han sido destacados por el propio Tribu-
nal Electoral del Poder Judicial de la Federación cuando
maniesta que: “De acuerdo con las reformas a los artícu-
los 41, fracción IV, 99, párrafo cuarto: 105, fracción II y 116
fracción IV, incisos b) y d) de la Constitución Política de
los Estados Unidos Meicanos, así como en términos
de los artículos 186 y 189 de la Ley Orgánica del Poder
Judicial de la Federación y 3º de la Ley General del Sistema
de Medios de Impugnación en Materia Electoral, se esta-
bleció un sistema integral de justicia en materia electoral
cuya trascendencia radica en que por primera vez en el
orden jurídico meicano se prevén los mecanismos para
que todas las leyes, actos y resoluciones electorales se
sujeten invariablemente a lo previsto en la Constitución
federal y, en su caso, las disposiciones legales aplicables,
tanto para proteger los derechos político-electorales de los
ciudadanos meicanos como para efectuar la revisión de
la constitucionalidad o, en su caso, legalidad de los actos
y resoluciones denitivos de las autoridades electorales
federales y locales”.
i) La reforma electoral de 1996 incluyó la epedición de la
ley reglamentaria de la materia, es decir, la Ley Gene-
ral del Sistema de Medios de Impugnación en Materia
Electoral,
así como el establecimiento del tercer tribunal
electoral, esto es, el Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación actualmente en funciones.
j) En esta ley se especica que, para la aplicación de la mis-
ma, deben utilizarse los criterios gramatical, sistemático y

 Revista Justicia Electoral 2002, Suplemento 5, pp. 24-25, Sala Superior, Tesis
S3ELJ 21/2001, Compilación Ocial de Jurisprudencia y Tesis Relevantes 1997-
2005, pp. 234-235.
 Publicada en el Diario Ocial de la Federación el 22 de noviembre de 1996.

Marco Antonio Pérez de los Reyes 49


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

funcional y, a falta de disposición epresa, los principios


generales del Derecho.
k) El sistema de medios de impugnación en materia elec-
toral federal se integra por tres recursos (de revisión,
de apelación y de reconsideración) y por cuatro juicios
(de inconformidad, para la protección de los derechos
político-electorales del ciudadano, de revisión constitu-
cional electoral y el que se destina a dirimir los conictos
o diferencias laborales de los servidores del Instituto
Federal Electoral). De todos los cuales, sólo el de revisión
es de naturaleza administrativa y, en consecuencia, lo co-
noce y resuelve el Instituto Federal Electoral; los demás
son de carácter jurisdiccional, por lo que resultan de la
competencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de
la Federación.

II. EL DERECHO ELECTORAL


Y EL DERECHO PROCESAL ELECTORAL

Dentro del campo de la ciencia del Derecho se van incrementando,


con el paso del tiempo y la necesaria especialización que requiere la época
actual, las áreas de conocimiento especíco o disciplinas jurídicas, mismas
que en el campo académico se denominan asignaturas.
En este sentido, si bien el fenómeno político-electoral data del ori-
gen mismo de la democracia en las civilizaciones mediterráneas clásicas,
es decir, Grecia y Roma, las especialidades jurídicas para estudiarlo de
manera sistemática y metodológica en sus aspectos sustantivo y adjetivo,
son relativamente recientes.
Dentro de esta circunstancia, han cobrado vida y evolucionado nota-
blemente en un promedio de tres décadas aproimadamente, las especia-
lidades del Derecho Electoral y Procesal Electoral, lo que hace deducir la

 Artículo 2 de la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia


Electoral, edición citada.

50 Justicia electoral en la Constitución


Ciclo de Conferencias

trascendencia de estos temas en el ejercicio cotidiano de la democracia


contemporánea, puesto que este auge es de alcance internacional.
El Derecho Electoral puede denirse como el conjunto de nor-
mas, instituciones, procedimientos y principios losóco-jurídicos
que regulan el ejercicio de las prerrogativas ciudadanas referentes
a la renovación periódica de los titulares de determinados órganos
de gobierno.
En tanto que se entiende por Derecho Procesal Electoral al con-
junto de normas, instituciones, procedimientos y principios losó-
co-jurídicos que se aplican para resolver los medios impugnativos
que se presentan como consecuencia del ejercicio de los derechos
político-electorales ejercidos individual o colectivamente. Ésta es
precisamente la especialidad jurídica que se aboca al estudio del
tema de la justicia electoral.
Cabe advertir que ambas deniciones pueden ser confrontadas por
otras muchas que se han emitido por diferentes tratadistas nacionales y
etranjeros, los cuales enfocan las suyas desde otros ángulos doctrinales;
las aquí presentadas se caracterizan por apegarse al modelo lógico-
aristotélico relativo al género próimo y la diferencia especíca; además
de que se concentran en el ejercicio del voto activo y pasivo.
Por otra parte, hay que advertir que las dos disciplinas jurídicas
cuentan ya con la suciente autonomía como para ostentar su calidad de
tales. Esta autonomía se mide, según los especialistas, por la comproba-
ción de su autosuciencia legislativa, cientíca o doctrinal, institucional,
terminológica y docente.¹
A mayor abundamiento, el maestro Rodolfo Terrazas Salgado
arma que: “…derivado del progresivo advenimiento de órganos ju-
risdiccionales especializados para el conocimiento y resolución de las
controversias electorales, la Justicia Electoral ha venido reconociendo
y adoptando principios e instituciones que comúnmente se utilizan en
los procesos jurisdiccionales, de tal manera que la epresión ‘justiciabi-

¹ Véase al respecto, entre otros autores a Galván Rivera, Flavio, Derecho Procesal Electoral
Mexicano, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, México, 2000.

Marco Antonio Pérez de los Reyes 51


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

lidad’ aplicada a los conictos electorales, es ahora muy frecuente y no


deja de ser ello, un dato muy singular y relevante…”.¹¹
La temática que es objetivo de estudio en esta comunicación no
permite ahondar en lo relativo a la fundamentación de la autonomía
de las dos disciplinas. Pero sí cabe resaltar el hecho de que el avance
institucional y funcional que se ha dejado sentir en los últimos años, al
amparo de las disposiciones generales establecidas en la Constitución,
con sus respectivas reformas, permite ahora contar con los sucientes
espacios académicos de reeión y propuesta que indudablemente en-
riquecen la cultura jurídica y contribuyen a la superación del régimen
democrático en vigencia.

III. EVOLUCIÓN CONSTITUCIONAL


DE LA JUSTICIA ELECTORAL EN MÉXICO

La preocupación por contar con mecanismos apropiados para ga-


rantizar el respeto de las disposiciones establecidas en la ley respecto del
ejercicio electoral, ya se maniestan desde la epedición de la Constitución
Política de la Monarquía Española, promulgada en el Puerto de Cádiz,
el 19 de marzo de 1812.
En dicha Constitución se postula una Monarquía moderada heredi-
taria, que divide en tres las “potestades” del gobierno, a saber: a) La de
hacer las leyes, que reside en las Cortes con el Rey, 2) La de ejecutarlas, que
reside en el Rey, y 3) Las de aplicarlas en las causas civiles y criminales,
que reside en los tribunales establecidos por la ley.¹²
Una de las preocupaciones especícas del Congreso Constituyente
de 1812 fue la de vincular la democracia con el principio de representa-
ción, conceptos esenciales e iniciales para legitimar la conformación y
los trabajos que desarrollaría esta histórica asamblea. Lo anterior derivó

¹¹ Terrazas Salgado, Rodolfo, Introducción al estudio de la justicia constitucional


electoral en México, tomo I, Ángel Editor, México 2006, p. 78.
¹² Artículos 14 a 17 de la Constitución Política de la Monarquía Española, reproducida
en Tena Ramírez, Felipe, Leyes Fundamentales de México (1808-1979), Porrúa,
México, 1981, décima edición, p. 62.

52 Justicia electoral en la Constitución


Ciclo de Conferencias

igualmente a la fundamentación del concepto de ciudadano, diferente al


de súbdito que venía utilizándose en una monarquía tradicional como lo
era la de España hasta los inicios del siglo xx.¹³
En tal ordenamiento se establece que las Cortes, consideradas
como la reunión de todos los diputados que representan la Nación,
serían renovadas, en la totalidad de sus miembros, cada dos años,
mediante elecciones indirectas efectuadas a tres niveles, por juntas
electorales de parroquia, de partido y de provincia.¹
En ocasión de celebrarse las elecciones en los tres niveles electora-
les mencionados, el Presidente de la Junta respectiva debía preguntar
si algún ciudadano tenía que eponer alguna queja relativa a cohecho
o soborno para que la elección recayera en determinada persona. En
caso armativo, el quejoso debía justicar pública y verbalmente la
verdad de su dicho en el mismo acto, y en caso de resultar cierta la
acusación, el o los inculpados serían privados de voz activa y pasiva;
pero, de ser falsa, el difamador sería quien soportaría la pena aludida.
En ambos casos no se admitiría recurso alguno. Así lo arman los
artículos 49, 72 y 87 respectivamente para cada uno de los niveles
de elección.
Estas disposiciones, aun con sus limitaciones y simplicidad
pueden considerarse como antecedentes de lo que en un tiempo muy
posterior son los medios de impugnación en materia electoral, tal vez
concretamente, en materia federal, el juicio de inconformidad.
En un sentido similar se pronuncia el Decreto Constitucional
para la libertad de la América Meicana, promulgada por el Supremo

¹³ Para profundizar en este asunto se recomienda ampliamente el interesante estudio


del maestro José Barragán Barragán “Idea de la representación y la democracia
en las Cortes de Cádiz”, Anuario Mexicano de Historia del Derecho XX-2008,
Instituto de Investigaciones Jurídicas, Universidad Nacional Autónoma de México,
México 2007, pp. 19 y ss.
¹ Previamente la misma Constitución gaditana consideraba en general como
ciudadanos españoles a todos los hombres libres habitantes del territorio español
en ambos hemisferios, señalando claro está las diferentes opciones de arraigo,
Consúltense los artículos 1, 5, 10 y 18 a 26 de la Constitución Política de la
Monarquía Española, en Tena Ramírez, Felipe, op. cit., pp. 60-63.

Marco Antonio Pérez de los Reyes 53


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Congreso Meicano, o Congreso de Anáhuac, el 22 de octubre de 1814


en Apatzingán, Michoacán, obra cumbre de la insurgencia encabezada en
ese momento por el Generalísimo José María Morelos y Pavón.
En este teto constitucional, que en realidad no tuvo vigencia,
dada la precariedad de la guerra libertaria, en donde los insurgentes
no eran sino dueños efímeros del territorio que lograban obtener
mediante sus armas, y en la inteligencia de que el propio caudillo
fue fusilado un año después de su promulgación; sin embargo,
también se contempla la renovación de los miembros del Supremo
Congreso, mediante elecciones indirectas en los mismos tres niveles
establecidos en la Constitución de Cádiz, además de que se reitera
el procedimiento de denuncia por cohecho o soborno y sus conse-
cuencias, de acuerdo con el contenido de los artículos 71, 86 y 95 de
la Constitución en comento.
En este mismo orden de ideas, debe resaltarse el hecho de que
desde la Constitución de Cádiz de 1812 y hasta la reforma constitu-
cional y legal de 1993, privó el sistema de autocalicación de las elec-
ciones, combinado más adelante con el de heterocalicación, cuando
la Cámara de Diputados se erigía en Colegio Electoral para cali-
car la elección del Presidente de los Estados Unidos Meicanos.
Más tarde, al acceder el país a su vida independiente, la historia
contencioso-electoral de Méico admite, para su estudio y sistemati-
zación la división en etapas o periodos, tomando en cuenta diversos
criterios. De esta manera, por ejemplo, José Luis Rebollo Fernández
divide la historia electoral meicana en cuatro épocas, en el orden
siguiente: primer periodo, de 1812 a 1856; segundo, de 1857 a 1881;
tercero, de 1882 a 1977; cuarto, de 1977 a 1996. En consecuencia, aña-
dimos, cabe proponer un quinto periodo de 1996 a la fecha.
Analizar los aspectos esenciales que caracterizan a cada una de
estas etapas, resulta un ejercicio básico, a n de conocer con mayor
amplitud las circunstancias políticas que inuyeron en los Congre-
sos Constituyentes de 1856-57 y de 1916-17, creadores de las dos
últimas Constituciones del país, a las que concretamente se reere
este estudio.

54 Justicia electoral en la Constitución


Ciclo de Conferencias

En la primera etapa (1812-1856), arma el doctor Fernando Ojesto


Martínez Porcayo¹ que en ese tiempo el Poder Legislativo era el único
autorizado para determinar la constitucionalidad de las leyes, como resul-
tado de la inuencia española de la época. En tal virtud, la propia Suprema
Corte o Supremo Tribunal debería promover la declaración correspondien-
te en caso de duda sobre el sentido de una ley; esto puede constarse en
los documentos constitucionales de 1824, 1843 y 1847.
A su vez, el Poder Legislativo fue facultado ampliamente para
determinar diferentes aspectos esenciales de la vida política del país.
De esta manera, el Congreso General estableció la forma en que debería
instalarse el Congreso de Durango en 1826; declaró inconstitucional un
decreto del Congreso de Jalisco que anulaba las elecciones en Guada-
lajara, Zapopan y Sayula en 1828; determinó el número y nombre de
los ciudadanos que debían calicar las elecciones en Durango en 1829;
declaró que el Congreso en Oaaca se había congurado inconstitu-
cionalmente y, por lo mismo debería procederse a una nueva elección
local en 1830; y en ese mismo año intervino para instalar el Congreso
Constituyente del Estado de Méico. En este conteto, particularmente
destaca que en 1828 el Congreso declaró la nulidad de la elección del
Presidente de la República.
Al respecto, debe recordarse que para la elección del Jefe de Estado,
en la Constitución de 1824, se establecía un sistema indirecto en el que
participaba el Congreso de la Unión, con ambas Cámaras. De esta suerte,
al concluir el mandato del primer Presidente Guadalupe Victoria, fue
electo Manuel Gómez Pedraza; pero mediante un amotinamiento muy
grave ocurrido en la Ciudad de Méico, promovido por el grupo de los
federalistas, se presionó al Congreso de la Unión para declarar la nulidad
aludida, elevó en su lugar a la Primera Magistratura al general Vicente
Guerrero.

¹
Ojesto Martínez Porcayo, Fernando, Evolución de la Justicia Electoral en México.
Evolución de la Justicia Electoral en México, en Alemania y en España. La Presencia
Internacional del Tribunal Electoral y sus Magistrados. Cuaderno 3. Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación, México, 2003, pp. 121 y ss.

Marco Antonio Pérez de los Reyes 55


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Debe advertirse que en la Constitución Federal de los Estados


Unidos Meicanos, decretada el 4 de octubre de 1824, misma que regía
al país cuando se efectuó esta anulación de la elección presidencial,
no se señala medio impugnativo electoral alguno, por lo cual resulta
doblemente interesante analizar la base jurídica en la que se basó esta
anulación.
Igualmente, debe añadirse que para 1836 el país dio un giro tras-
cendente, pasó del sistema federal al centralista, lo que hizo necesario
cambiar la normatividad constitucional, por lo cual se epidieron las
llamadas Bases y Leyes Constitucionales de la República Meicana.
En estos documentos, siete en total, se congura un cuarto poder
conocido como Supremo Poder Conservador, inspirado en el derecho
constitucional francés, establecido para garantizar la constitucionalidad
de los actos de los otros tres poderes. Ello resultaba importante en una
época en la que aún no se establecían otros controles constitucionales,
como el caso especíco del juicio de amparo.
Este órgano se integraba con cinco miembros, quienes sólo eran
responsables de sus actos frente a Dios y a la opinión pública.¹ Este
órgano calicaba la elección de los senadores, podía determinar la
incapacidad física o moral del Presidente de la República y declarar
cuál era la voluntad de la Nación, interpretando leyes y anulando actos
y resoluciones de los otros tres poderes.
El señalar las facultades especícas del Supremo Poder Conser-
vador, sólo en materia política-electoral, hace ver que se trataba de un
ente de gobierno con una capacidad tan grande, que de hecho rebasaba
a los poderes tradicionales y de hecho los subordinaba a sus criterios.
Este estado de cosas fue vigente entre 1836 y 1841, cuando la rebelión
de Tacubaya logró su derogación.
Paralelamente, es necesario señalar que se decretaron leyes elec-
torales generales en los años 1823, 1830, 1836, 1841 y 1847; como puede
apreciarse, con muy poco tiempo de vigencia, lo que denota la inestabi-

¹ Artículo 17 de la Segunda Ley Constitucional, Tena Ramírez, Felipe, op. cit.,


p. 211.

56 Justicia electoral en la Constitución


Ciclo de Conferencias

lidad política del país por esa época. En realidad estas leyes siguen las
directrices marcadas por las Constituciones de 1812 y de 1814.
No obstante, en 1830 se cambió la demarcación geográco-polí-
tica de parroquia, por la de sección electoral a cargo de un comisionado,
mismo que era responsable de la entrega de las boletas electorales a
los electores y de conformar el padrón electoral; este instrumento se
estableció en esa misma ley. Por lo tanto, el ciudadano podía reclamar
la entrega de su boleta electoral y su inclusión o eclusión indebida en
el padrón, respecto de la sección electoral correspondiente. Tal recla-
mación la resolvía el órgano encargado de efectuar las elecciones, es
decir, la Junta Electoral Primaria, en el entendido de que su decisión
era denitiva e inatacable.
En 1843 las Bases Orgánicas de la República Meicana, todavía
centralista, presentaron causales de nulidad de elección, señaladas en
su artículo 168, mismas que pueden agruparse de la siguiente manera:
1) Por falta de cumplimiento de requisitos para ser elegido en el cargo al
que se aspira, 2) Por la intervención o violencia de las fuerzas armadas
durante la jornada electoral, 3) Por falta de la mayoría absoluta que se
requería para algunos cargos, y 4) Por error o fraude en el cómputo
de los votos. Resulta interesante anotar que en este documento, el tí-
tulo VIII que contiene todas estas disposiciones, se denomina “Poder
Electoral”.¹
Más tarde, en el Acta Constitutiva y de Reformas de 1847, es-
tablecía que los derechos del ciudadano se suspenden por ser ebrio
consuetudinario o tahúr de profesión o vago; por el estado religioso,
por el de interdicción legal; en virtud de proceso sobre aquellos delitos
por los cuales se pierde la cualidad de ciudadano y por rehusarse, sin
ecusa legítima, a servir los cargos públicos de nombramiento popular.
Sin embargo, el ciudadano afectado al respecto podía ser rehabilitado
por el Congreso general.¹

¹ Tena Ramírez, Felipe, op. cit., p. 430.


¹ Ídem, p. 472.

Marco Antonio Pérez de los Reyes 57


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

IV. LA CONSTITUCIÓN DE 1857

Dentro del marco referencial de la lucha entre los liberales y los con-
servadores, surge este documento constitucional, el que en su momento
determinó un verdadero paradigma dentro de la vida político-jurídica del
país. Debe recordarse que la última dictadura del Presidente Santa Anna
hizo proclive la unión en su contra de los grupos radical y moderado del
llamado partido liberal.¹ Lo que produjo un levantamiento armado de
considerable importancia, que se inició en el sur de Méico y que se conoce
como la Revolución de Ayutla, encabezada por Juan Álvarez e Ignacio
Comonfort y que terminó por derrocar al dictador, para establecer un
régimen liberal, que encabezó nalmente el propio Comonfort.
El triunfo de la Revolución de Ayutla trajo como consecuencia la
elaboración de una nueva Constitución que debería contener la organi-
zación del Estado meicano sobre las bases liberales que proclamaba el
grupo en el poder. Por lo cual, se convocó a un Congreso Constituyente
en 1856 para sesionar en la Ciudad de Méico.
Dada la situación de desorden originada por el mismo movimiento
revolucionario, fue muy difícil integrar el Congreso, el que al n quedó
formado por 78 diputados predominantemente liberales radicales o “pu-
ros”, posición que luego se vio reejada en el teto constitucional que
conformaron.
Entre los miembros más destacados de esta magna asamblea es
posible mencionar a Ponciano Arriaga, José María Mata, Francisco
Zarco, León Guzmán, Ignacio Ramírez, Guillermo Prieto, Santos De-
gollado, Ignacio Mariscal, Manuel Doblado, Ignacio L. Vallarta, Vicente
Riva Palacio, Bernardo Couto y José María del Castillo Velasco. Todos
ellos poseedores de una vasta cultura y de especial talento, además
de que tenían un conocimiento muy claro de los grandes problemas
nacionales y de las necesidades sociales del país. Por esa razón se do
de ellos que integraban un Congreso Constituyente ilustrado. El doctor

¹ Si bien, sería hasta mucho después cuando se congurarían realmente estos grupos
políticos, como verdaderos partidos.

58 Justicia electoral en la Constitución


Ciclo de Conferencias

Jorge Carpizo arma respecto de este Congreso que: “La generación


constituyente de 1856-57 es una de las más ilustres que ha dado el
Anáhuac…”.²
El Congreso debatió en la Ciudad de Méico desde el 14 de febrero
de 1856, formalmente a partir del siguiente día 18, en que se hizo el ju-
ramento solemne de la Constitución el 5 de febrero de 1857, es decir, fue
un Constituyente largo, con duración de un año. Resulta curioso que al
principio se propuso como sede a Dolores Hidalgo, Guanajuato. Francisco
Zarco, originario de Durango y destacado periodista, llevó puntual crónica
de este Constituyente y gracias a él se tiene noticia de lo allí ocurrido a
través de las páginas de su periódico El Siglo Diez y Nueve.
Se discutió si debía reestablecerse la Constitución de 1824 o
crearse una nueva, lo que nalmente sucedió; mientras se elaboraba
la Constitución, se promulgó el 15 de mayo de 1856 un Estatuto Or-
gánico Provisional, para ejercer las funciones propias de la adminis-
tración pública. En este Estatuto, que se inspiró en la Constitución
de 1824 y en las Bases Orgánicas de 1843, se proclamó la abolición de
la esclavitud; se establecieron las bases para el servicio profesional;
se declaró la libertad de enseñanza, se prohibieron los monopolios,
las penas degradantes y los préstamos forzosos; se determinó respe-
tar la propiedad privada y establecer las penitenciarias, entre otros
aspectos destacados.
El nombre ocial de este documento fue Constitución Política
de la República Meicana sobre la indestructible base de su legítima
independencia (proclamada el 16 de septiembre de 1810 y consuma-
da el 27 de septiembre de 1821).
El 17 de febrero de 1857 se clausuraron las sesiones y el 11 de
mayo se promulgó la Constitución. Su artículo transitorio señalaba que
empezaría a regir el 16 de septiembre “próimo venidero” (sic), día en
que se instalaría el Primer Congreso Constitucional.

² Carpizo, Jorge, La Constitución Mexicana de 1917, Coordinación de Humanidades,


2a. ed. UNAM, México, 1989, p. 30.

Marco Antonio Pérez de los Reyes 59


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

La Constitución cuenta con ocho títulos, 128 artículos y uno


transitorio. Se inicia manifestando: “En el nombre de Dios y con la
autoridad del Pueblo Meicano…” Entre sus principales características
se cuentan las siguientes:

1. Contiene una sección dedicada a los derechos del hombre.


2. El artículo 2 señala la prohibición de la esclavitud, en los
términos similares a la disposición relativa contenida en
el primer artículo de la Constitución vigente y donde se
dice que un esclavo que pise el territorio nacional recobra
su libertad y tiene la protección de las leyes, disposición
que era importante ya que en Estados Unidos de América
prevaleció la esclavitud casi una década más hasta que fue
abolida en tiempos del Presidente Abraham Lincoln.
3. Se otorgan libertades de prensa, enseñanza, trabajo, e-
presión, petición, portación de armas para su seguridad
y legítima defensa, tránsito, etc. Se dan garantías pro-
cesales y penales; se prohíben las penas trascendentes e
infamantes, la retroactividad de la ley, los monopolios y
estancos, la propiedad de manos muertas, y se garantiza
la inviolabilidad del correo. Se establece, en el artículo
29, la forma para proceder a suspender garantías y los
casos en que debe efectuarse.
4. Se señalan las categorías de meicanos, etranjeros (sic)
y ciudadanos.
5. Se proclama la clásica división de los tres poderes, su
integración, organización y funcionamiento.
6. Se postula como prerrogativa del ciudadano el voto activo
y pasivo, ecluyéndose de ella a las mujeres.
7. Desde los 18 años de edad se alcanza la ciudadanía mei-
cana, pero no es sino hasta los 25, cuando se puede obtener
un cargo de elección popular.
8. Además de la edad, se debe tener la calidad de ciudadano
meicano, en ejercicio de sus derechos, residir en el lugar

60 Justicia electoral en la Constitución


Ciclo de Conferencias

de la elección y no ser eclesiástico, para aspirar a un cargo


de elección popular.
9. Desaparecen la Vicepresidencia y el Senado de la Repú-
blica.
10. El voto es universal e igualitario, sin distinción de clases
sociales. Hay un sistema de elección indirecto en primer
grado y con escrutinio secreto.
11. Ya aparece el principio de que las facultades que no están
concedidas a la Federación, se entienden reservadas a los
Estados.
12. Se cuenta con el procedimiento de mayoría calicada en el
Congreso y en las Cámaras de los Estados para que obre
una reforma constitucional.

La Constitución era tan anticlerical que fue rechazada por el clero,


al grado de que el papa Pío IX criticó abiertamente lo promulgado y el
clero ecomulgó a quienes la juraran, a la vez que el gobierno procedió a
cesar a todo empleado que no lo hiciera.
La Constitución se inspiró en los grandes principios losócos de
la Revolución Francesa; era pues republicana y liberal. El modelo consti-
tucional que se formó con ella tenía dos ramas de origen: el constitucio-
nalismo francés y el estadounidense. Se dice que pese a las protestas del
clero, la Constitución no era radical, sino más bien moderada o ecléctica.
El modelo resultaba adecuado para un país desarrollado, en donde cabía
el liberalismo económico y la simple vigilancia del Estado en cuestiones
comerciales y de producción, pero nuestro pueblo distaba de estar en
condiciones de adecuarse a tales principios, por lo que la injusticia sobre
las clases populares urbanas y rurales continuó, lo que eplica el posterior
estado de cosas en el porrismo. Para colmo de males, los pueblos indí-
genas fueron despojados de sus tierras y se acentuaron el descontento y
la marginación en el campo.
Parecería que el teto constitucional no gustaba a los conservado-
res por ser liberal y anticlerical, a los liberales puros por ser moderada
y a los moderados por algunas de sus medidas radicales. Así, levantó

Marco Antonio Pérez de los Reyes 61


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

tal polémica que nos hizo arribar a la llamada Guerra de Reforma, que
fue una contienda civil de alcances muy graves.
Una de las principales preocupaciones del constituyente en ese
tiempo fue el de señalar con toda claridad los límites de las faculta-
des de cada uno de los tres poderes, en particular el hecho de marcar
contrapesos al Poder Ejecutivo, dado que la dictadura de Santa Anna
fue particularmente oprobiosa.
En la clasicación cronológica de José Luis Rebollo a la que se
hizo alusión, a partir de la epedición de esta Constitución se cons-
tituye la segunda etapa, que comprende desde 1857 hasta 1881, en la
que, entre otras cosas, queda claro que se le otorgaron más facultades
al Poder Legislativo, inclusive compuesto por una sola Cámara, la de
Diputados, y que por lo mismo servía de contrapeso al Poder Ejecutivo.
Así, la diputación federal tenía más injerencia en materia electoral, a
la vez que el Poder Judicial controlaba la constitucionalidad de leyes
y actos de autoridad, tal vez mostrando en ello una clara inuencia
estadounidense. Al respecto, debe considerarse que en el artículo 101
la Constitución de 1857 introdujo el juicio de amparo.
En esta preocupación por equilibrar el ámbito de facultades de los
tres poderes, el Congreso Constituyente privilegió las bondades del
principio de conanza, voluntad colectiva y decisión popular.²¹
No obstante, no todos los constituyentes se mostraron optimistas
frente a los logros que se plasmaban en esta Constitución, y así por
ejemplo Ponciano Arriaga, a propósito del planteamiento del problema
agrario de la época, referente a la inequitativa distribución de la tierra
y la etrema miseria de los campesinos, manifestaba: “Este pueblo, no
puede ser libre, ni republicano y mucho menos venturoso —sentenció—
por más que cien constituciones y millares de leyes proclamen derechos
abstractos, teorías bellísimas, pero impracticables, en consecuencia
del absurdo sistema económico de la sociedad”.²²

²¹ Al respecto es recomendable la lectura de Gargarella, Roberto, "Notas sobre el


constitucionalismo radical en México, 1857", Revista de la Facultad de Derecho
de México, tomo LVII, número 247, enero-junio de 2007, Universidad Nacional
Autónoma de México, pp. 205 y ss.
²² Gargarella, Roberto, artículo citado, pp. 216 y 217.

62 Justicia electoral en la Constitución


Ciclo de Conferencias

Después del paréntesis amargo que representó para Méico el Se-


gundo Imperio (1864-1867), con el triunfo de la República, se le otorgaron
mayores facultades al Poder Legislativo, que limitó aún más al Ejecutivo,
a la vez que paradójicamente se presentaba el fenómeno del continuismo
en la reelección de los titulares del Ejecutivo federal y locales. Tal situación,
sumada a otros factores, originó el problema conocido como “El Amparo
Morelos”, que determinó la incompetencia de origen, misma que podían
calicar los jueces de distrito, pero únicamente para el caso de autorida-
des locales, puesto que se pensaba que respecto de las federales no había
competencia alguna que objetar, ni ante quien objetarla.
Es conveniente referir, aunque sea a grandes líneas este particular
asunto en los siguientes términos: El primer gobernador del reciente-
mente creado Estado de Morelos fue el general Francisco Leyva, quien
se reeligió, modicó la Constitución local y sin alcanzar las dos terceras
partes de los votos de la elección respectiva.
A la vez, en la Ley de Ingresos del Estado para 1874 se estableció
un fuerte impuesto a la producción de caña de azúcar, producto básico
para la economía de la región. Cuando la ley fue aprobada en el Con-
greso estatal, el diputado Vicente Llamas con su presencia contribuyó
a integrar el quórum con el número mínimo de seis legisladores que
eigía el Reglamento respectivo, pero era sabido que este representante
popular había sido elegido sin haber renunciado con anterioridad a su
cargo de jefe político, lo que epresamente prohibía la Constitución
morelense.
Los cañeros afectados solicitaron amparo aduciendo la incom-
petencia de origen del Congreso y del mismo Gobernador. Dentro de
estos parámetros, el juez de distrito concedió el amparo a los quejosos.
En consecuencia, el gobierno de Morelos presentó una queja respecto
de la decisión tomada por el juez, pero ningún representante de la
autoridad local se presentó a raticar la queja, a pesar de que el juez
sí hizo acto de presencia en la Suprema Corte para aducir lo que a su
derecho correspondía.
Con estas circunstancias, el juez implicado regresó a la ciudad
de Cuernavaca, en donde al llegar fue aprehendido por considerarlo

Marco Antonio Pérez de los Reyes 63


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

subversivo, si bien, posteriormente y, con la presión de la Suprema


Corte, fue dejado en libertad; posteriormente, el máimo tribunal del
país raticó el amparo concedido, surgió así la llamada tesis Iglesias,
alusiva al nombre de José María Iglesias, a la sazón Presidente de la
Corte, quien manifestaba que era válido desconocer lo actuado por los
colegios electorales locales, sin necesidad de destituir a las autoridades
consideradas como ilegítimas; lo que se fundamenta a la vez en la tesis
Otero respecto del principio de relatividad del Amparo.
En otro sentido se pronunció la tesis Vallarta, en donde Ignacio
L. Vallarta dejó claro que el amparo se concede en función del acto
de autoridad reclamado y no respecto de la legitimidad de origen del
titular del órgano impugnado. Esta tesis fue la que prevaleció. Además,
en 1874, se reabrió el Senado, que había sido suprimido por la Cons-
titución de 1857 y al cual se le concedieron varias y muy importantes
facultades de carácter político, mismas que le restaron a la Corte, por
lo cual se consolidaron los colegios electorales de las Cámaras federal
y locales.
Más tarde, en Puebla el presidente del Tribunal Superior de Justi-
cia León Guzmán, quien por cierto fue miembro de la comisión redac-
tora de la Constitución de 1857, se amparó contra el Congreso local
que lo destituyó de su cargo, en virtud de que él a su vez desconoció la
legitimidad del Congreso. Este amparo pasó a revisión y se conrmó,
pero Vallarta presentó un voto particular en el que terminó por esta-
blecer su tesis en el sentido de no pronunciarse por la legitimidad de
origen de la autoridad responsable, basado además en el principio
de que la Corte no tenía concedidas epresas facultades al respecto y,
en este sentido, las facultades no concedidas a la Federación se en-
tienden reservadas a los Estados. Hacia 1881 quedó ya rme esta tesis
Vallarta, a partir del amparo concedido a Salvador Dondé, patrocinado
por el ilustre jurista Jacinto Pallares y con gran inuencia estadouniden-
se y el beneplácito del gobierno del general Porrio Díaz, por razones
evidentes de no poner en riesgo la legitimidad de los distintos órga-
nos de su gobierno, basado en el sistema de reelección y de relaciones
sólidas y jerárquicamente rígidas.

64 Justicia electoral en la Constitución


Ciclo de Conferencias

Con estos acontecimientos concluyó la segunda época de la evo-


lución electoral y se entró a la tercera que se inició en 1882 y concluyó
en tiempos posrevolucionarios, en 1977, con la legislación electoral del
régimen de López Portillo.
En cuanto hace directamente a las consecuencias en materia de
elecciones de la Constitución de 1857, resalta el hecho de que ésta se
epidió el 5 de febrero de ese año y ya para el día 12 el país contaba
con una Ley Orgánica Electoral, misma que estuvo vigente hasta 1901
y en la que se añadían algunas causales de nulidad de elección, por
ejemplo, el haber mediado soborno o cohecho y por error sustancial
en la persona nombrada. Resulta interesante constatar que en esa
norma, cualquier ciudadano podía solicitar la anulación aludida ante
la junta distrital correspondiente o directamente ante el Congreso
de la Unión, en la inteligencia que de no mediar impugnación alguna
o si no se probaba la causal manifestada, la elección quedaba rme
y válida.
Como ya se ha dicho, otro problema grave en materia electoral
fue el de la reelección prolongada del jefe del Ejecutivo, situación que
se inició con Benito Juárez, continuó con Sebastián Lerdo de Tejada y
culminó con Porrio Díaz. En los tres casos señalados se originaron
fuertes movimientos oposicionistas, mismos que fueron reprimidos
de manera tajante y en donde destacan la rebelión de La Noria y la de
Tutepec en diferentes momentos con el propio Porrio Díaz, en que
proclamó el principio de no reelección.
Todo ello, aunado a la saturación de las epectativas del régi-
men porrista, dio como consecuencia el estallido de la revolución de
1910 cuyo lema de inicio fue precisamente el de “Sufragio efectivo,
no reelección”, postulado por Francisco I. Madero en el Plan de San
Luis Potosí.
Por otra parte, en el porrismo se le dio gran importancia a las
jefaturas políticas para controlar en forma absoluta el poder, que
generó verdaderos cacicazgos en cada entidad federativa, de aquí la
eplicación del lema de “Municipio Libre” postulado por los hermanos
Flores Magón. Esto fue particularmente signicativo en un gobierno

Marco Antonio Pérez de los Reyes 65


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

como el del general Díaz que se ostentaba como partidario del lema
“Poca política y mucha administración”.
Al momento de desarrollarse el proceso electoral de 1909-1910, y
como consecuencia directa de lo vertido en la entrevista Díaz-Creelman,
se presentó a registrar su candidatura a la Presidencia de la República
el propio Francisco I. Madero, al iniciar una campaña electoral más
o menos eitosa, a pesar de los esfuerzos del régimen para obstacu-
lizarla. Ante esta situación, estando el candidato en Monterrey fue
aprehendido y remitido a la penitenciaria de San Luis Potosí, acusado
de injurias en contra del Presidente Díaz. A raíz de ello, era evidente
que Madero ya no era elegible por estar sujeto a un proceso penal,
lo que aseguraba el triunfo del Presidente en el poder. Tal difamación,
sin embargo, precipitó los acontecimientos, sobre todo cuando Madero
logró emigrar a los Estados Unidos.
A la caída del Presidente Díaz y el ascenso al poder de Francisco I.
Madero el 6 de noviembre de 1911, de inmediato se abocó a proponer
la reforma constitucional respectiva para elevar a ese rango el principio
antirreeleccionista, lo que ocurrió efectivamente el día 27 del mismo
mes de noviembre. En ese conteto, el 18 de diciembre se epidió la
Ley Electoral que ordenaba que se formara una Junta Revisora del Pa-
drón Electoral, la que además de proceder en consecuencia, debía resol-
ver las reclamaciones de los ciudadanos y de los partidos políticos en
lo que toca a las irregularidades cometidas en torno a las elecciones.
En esta ley además, se reguló por primera vez la Constitución y el
funcionamiento de los partidos políticos y se dividía el territorio nacio-
nal en distritos electorales; se ordenaba la publicación de las listas de
empadronamiento y, en tal virtud, los ciudadanos podían impugnarlas,
al igual que el nombramiento de los funcionarios de casilla.
Es curioso que los partidos políticos, entonces de incipiente crea-
ción, elaboraban las boletas electorales, de acuerdo con el modelo que
previamente aprobaba la Secretaría de Gobernación. Igualmente, los
escrutadores de las mesas directivas de casilla eran propuestos por
los partidos contendientes y nombrados por los presidentes muni-
cipales.

66 Justicia electoral en la Constitución


Ciclo de Conferencias

De la misma manera, los partidos políticos podían nombrar sus


representantes en cada casilla y ya contendían con colores distinti-
vos. Los senadores eran declarados electos por las legislaturas de los
Estados. Para fundar un partido político se requería como mínimo
justicar 100 miembros, y los candidatos debían ser registrados por
lo menos un mes antes del día de la elección. Las elecciones seguían
siendo indirectas en primer grado. Por cada 500 habitantes se contaba
con un elector para integrar los colegios sufragáneos.
Un poco después, en 1912 se llevó a cabo una reforma constitu-
cional para integrar una junta que efectuara el cómputo indirecto de
la elección de diputados y de senadores. Tal organismo estaba confor-
mado por diez ciudadanos residentes en el distrito electoral respectivo.
Con todas estas medidas constitucionales y legales se daba un paso
enorme en el camino de la democracia y se iniciaba la centuria con un
pronóstico optimista, porque parecía ser la oportunidad tan esperada
para alcanzar la modernidad en el país.
No obstante, los hechos demeritaron este primer éito y después
del golpe de Estado en contra del gobierno maderista, conocido como
la “decena trágica”, se estableció la usurpación huertista, la que luego
fue abatida por la revolución constitucionalista encabezada por Venus-
tiano Carranza, quien proclamó desde Coahuila el Plan de Guadalupe,
sostuvo la vigencia y aplicación de la Constitución de 1857, todo lo cual
derivó en una terrible guerra civil, o guerra de facciones, que terminó
por desgastar a los caudillos y a sus ideologías.

V. LA CONSTITUCIÓN DE 1917

En este conteto, una vez vencido Villa en los combates de Celaya


(6, 7, 13 y 15 de abril de 1915) y casi derrotado el general Emiliano
Zapata en el sur, a lo largo de 1916, Carranza modicó el Plan de
Guadalupe y convocó, el 16 de septiembre de ese año, a la integra-
ción de un Congreso Constituyente, para que por su intermediación
la nación epresara su voluntad de generar las reformas necesarias
acordes con los planteamientos de la Revolución social. El Distrito

Marco Antonio Pérez de los Reyes 67


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Federal y cada entidad federativa elegiría un diputado propietario


y un suplente por cada 60 mil habitantes, o fracción mayor de 20
mil, de acuerdo con el censo general de población de 1910 y según
las normas de la Constitución de 1857. Los comicios se efectuaron
el 22 de octubre, y el 1 de diciembre se instaló solemnemente este
Congreso Constituyente, en el Teatro Iturbide (hoy de la República),
de la Ciudad de Querétaro.
Esta magna asamblea tenía la limitante de no contar realmente con
oposición, pues no se dio cabida a representantes del porrismo, del
huertismo, del zapatismo, del villismo o de la disuelta Convención de
Aguascalientes. Simplemente era la epresión del constitucionalismo
carrancista triunfante, la realidad vuelta legalidad.
No obstante, los señores constituyentes desde un principio se divi-
dieron en dos grupos: los liberales moderados y los radicales etremistas,
quienes pugnaban por un Estado fuerte promotor de reformas sociales en
el país. En sus las destacaron por su animada y brillante participación,
entre otros: Luis Manuel Rojas, quien se desempeñó como presidente del
Congreso, Féli F. Palavicini, Alfonso Cravioto, José Natividad Macías,
Francisco J. Múgica, Heriberto Jara, Rafael Martínez de Escobar, Esteban
Baca Calderón, Hilario Medina, Arturo Méndez, Agustín Garza González,
Paulino Machorro, Cándido Aguilar, Salvador González Torres, Fernando
Lizardi, Jesús López Lira, Ernesto Meade Fierro, José María Trochuelo,
Antonio Ancona, Juan de Dios Bojórquez y Fernando Castaños.
Cabe advertir que Venustiano Carranza sólo pretendía reformar la
Constitución de 1857, no crear una nueva Carta Magna. En realidad su
proyecto poco avanzaba en lo que toca a reivindicaciones profundas de
los derechos de los grandes grupos sociales. Según Daniel Moreno Díaz
en el proyecto que el Primer Jefe sometió a la consideración del Congreso
Constituyente de 1917 destaca lo siguiente:

1. El cambio de la denominación derechos del hombre por el


de garantías individuales.
2. Algunas modicaciones a los artículos 14, 20 y 21 para
agilizar el procedimiento penal; la función investigadora

68 Justicia electoral en la Constitución


Ciclo de Conferencias

quedaba a cargo del Ministerio Público, y evitar así que


el juez fuera también parte acusadora.
3. Otorgaba mayores facultades al Poder Ejecutivo Federal
como la de veto y de nombramiento de su gabinete, para
evitar que éste fuera débil frente al Legislativo, como había
ocurrido en la Constitución de 1857; en esto era evidente la
inuencia que ideológicamente se recibió de la obra La Cons-
titución y la Dictadura, libro clásico del Derecho constitucio-
nal meicano, escrito por Emilio Rabasa, quien aseguraba
que esa debilidad del Ejecutivo trajo como consecuencia la
necesidad de gobernar con facultades etraordinarias, algo
típico de los gobiernos de Benito Juárez y de Porrio Díaz.
4. Se reducía a uno solo el periodo ordinario de sesiones del
Senado.
5. Se establecía la elección directa del Presidente de la Re-
pública.
6. Se eliminaban las jefaturas políticas, y se postuló el mu-
nicipio libre y autónomo.
7. Se procuraba dar mayor autonomía al Poder Judicial de
la Federación.

El Congreso Constituyente de Querétaro sesionó desde el 1 de


diciembre de 1916 hasta el 5 de febrero de 1917, pero su labor fue ti-
tánica para desahogar todas las inquietudes vertidas en los múltiples
discursos y debates, en su mayoría apasionados y radicales, fruto
natural de las corrientes revolucionarias de la época.
Con muchas presiones en cuanto a tiempo, pues se había jado
el plazo del 5 de febrero de 1917 (que coincidía con la misma fecha de
la Constitución anterior, de 1857), en medio de fuertes protestas por
parte de los grupos más conservadores del país, se promulgó la Cons-
titución emanada de este Congreso Constituyente, el que por atención
al Proyecto del Primer Jefe nombró al documento Constitución Política
de los Estados Unidos Mexicanos que reforma la del 5 de febrero de 1857. Todo
ello recibió una fuerte crítica de parte de Felipe Tena Ramírez, quien

Marco Antonio Pérez de los Reyes 69


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

dice que ni modicaba la Constitución de 1857 ni se manifestaba abier-


tamente como una nueva Constitución.
Lo cierto es que el pueblo, el foro y la historia contemporánea de
Méico han dado plena legitimidad a la Constitución de 1917 y al margen
de precisiones técnico-jurídicas y políticas, se la considera una nueva
Constitución, y por cierto la primera de orden social, lo cual nos honra.
No en vano la Asamblea Constituyente de Querétaro es recordada con
especial respeto y admiración.
La Constitución entró en vigor el 1 de mayo de 1917, pero con
base en ella, desde el 6 de febrero se convocó a elecciones para Presi-
dente de la República y miembros del Congreso. Éstas se efectuaron
el 11 de marzo siguiente y la primera magistratura correspondió a
Venustiano Carranza.
La promulgación de la Constitución fue muy solemne, con la pre-
sencia del propio Carranza. En un principio fue criticada por algunos
políticos eiliados como Rodolfo Reyes y Jorge Vera Estañol, quienes
le señalaron múltiples errores de carácter técnico-jurídico, pero todo
ello no tuvo mayores consecuencias para el país.
Con la epedición de ese importante documento se iniciaba la
etapa de institucionalización de la Revolución social de Méico, se
abría el panorama de su historia contemporánea, rica y acciden-
tada y de la que muchos ya hemos sido testigos y actores y, por
lo mismo, nos toca conocer, comprender, defender y ampliar los
contenidos de este teto constitucional que ofrece tantas aristas y
opciones para afrontar con mano firme y decidida el presente y el
futuro del país.

VI. EVOLUCIÓN DE LA JUSTICIA ELECTORAL POSTERIOR


A LA EXPEDICIÓN DE LA CONSTITUCIÓN DE 1917

Ya en la Ley Electoral de 1911 se regulaba el derecho de los partidos


políticos para presentar a las mesas directivas de casilla observaciones
sobre algunas irregularidades cometidas el día de la jornada electoral
y se tipicaron en el Código Penal de la época los delitos de orden

70 Justicia electoral en la Constitución


Ciclo de Conferencias

electoral. De igual manera, se precisaron las reglas para declarar la


nulidad de las elecciones.
En la convocatoria para elegir diputados al Congreso Constitu-
yente de 1916-17 se añadió una causal de nulidad, que fue la de haber
instalado la casilla en lugar diferente al establecido previamente por
la autoridad electoral.
Más tarde, la Ley Electoral de 1917 estableció las facultades de cali-
cación de las elecciones federales entre las Cámaras de Diputados y Sena-
dores respectivamente. De la misma manera, la Ley para la Elección de los
Poderes Federales de 1918, vigente hasta 1946, estableció la obligación de
los jueces civiles de informar a las autoridades electorales respecto de los
fallecimientos de ciudadanos para efectos de ajustar el padrón electoral;
también hizo lo propio respecto a los jueces penales para que informaran
de los sujetos procesados por la comisión de algún delito.
En la etapa posterior a la epedición de la Constitución vigente, en
1946 Manuel Ávila Camacho epidió la Ley Federal Electoral, que creó
la Comisión Federal de Vigilancia Electoral y se estableció que sólo los
partidos políticos pueden registrar candidatos. Clasicó las nulidades en:
de voto de elector, por ejemplo si éste depositó su voto en casilla que no le
corresponde, si lo emite de manera diferente a como lo maniesta la ley, si
suplanta a un elector o si vota doblemente, si el elector era incapaz o inele-
gible el candidato. Nulidad de votación en casilla, por ejemplo, si se instaló
en lugar diferente al señalado con anterioridad por la autoridad electoral,
si hubo soborno, cohecho o presión sobre los electores o los funcionarios
de casilla, si hubo violencia física o error o dolo en el cómputo. Nulidad de
elección, por ejemplo, si hubo irregularidades graves en la preparación
de la elección. La nulidad la podía invocar cualquier ciudadano, ello fue
originando la formación de recursos con diferente denominación, todos
de orden administrativo.
En 1951, la Ley Electoral Federal otorgó a la Comisión Federal Elec-
toral la resolución de varios recursos e incluso la respuesta a consultas de
interpretación de esa misma ley.
En 1973, la Ley Federal Electoral concedía a los ciudadanos y a los
aspirantes a ser registrados como candidatos y a sus partidos, en un

Marco Antonio Pérez de los Reyes 71


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

máimo de un día contado a partir de que supieron de la negativa para


que resolviera al respecto el órgano administrativo superior.
En 1977, la nueva ley electoral del Presidente López Portillo generó
un verdadero sistema de medios de impugnación en materia electoral,
entre otros (por reforma del artículo 60 constitucional), el recurso de
reclamación del que conocería la Suprema Corte contra las resoluciones
de los colegios electorales de las Cámaras del Congreso de la Unión,
pero no tenía mayores efectos de índole judicial, por lo que la Corte,
de hecho, no ejerció esta facultad, a pesar de que se interpusieron 13
recursos de este tipo, puesto que su decisión venía a constituir una
mera opinión, no vinculatoria. Otros recursos de esta ley fueron: in-
conformidad (contra actos del Registro Nacional de Electores), el de
protesta (contra los resultados del escrutinio y cómputo de casilla),
el de queja (contra resultados de cómputo distrital), este último por
cierto lo conocería el Colegio Electoral de la Cámara de Diputados e
impugnaba la elección de éstos por ambos principios, el de revocación
(contra actos de la Comisión Federal Electoral, o las comisiones locales
o distritales) y el de revisión (respecto de lo resuelto en la inconformi-
dad, protesta o revocación).
Más adelante se creó el primer tribunal en la materia, conocido
como Tribunal de lo Contencioso Electoral (Tricoel), en 1986 como un
organismo autónomo de carácter administrativo, dotado de plena auto-
nomía para resolver los recursos de apelación y queja establecidos en la
ley. Sus sentencias no eran denitivas, porque podían ser modicadas
por los Colegios Electorales de las Cámaras de Diputados y Senadores,
que resolvían en última instancia la calicación de las elecciones. Ello
implicó la promulgación del Código Federal Electoral.
En 1990 se promulgó un nuevo documento legal, el Código
Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, con el cual se
fundó el Instituto Federal Electoral como organismo responsable de la
organización y desarrollo de la función electoral, así como el Tribunal
Federal Electoral (Trife), en calidad de órgano jurisdiccional autónomo,
con un mayor alcance de facultades, que sin embargo aún establecía
que sus resoluciones en algunos medios de impugnación podían ser

72 Justicia electoral en la Constitución


Ciclo de Conferencias

modicadas por las dos terceras partes de los miembros presentes


de los Colegios Electorales de las Cámaras de Diputados y Senadores,
que resolvían en última instancia, sólo por cuestiones jurídicas (pruebas,
motivación del fallo o si éste resultaba contrario a derecho).
Este Tribunal se integraba por una Sala Central de carácter perma-
nente, conformada por siete magistrados, cinco de ellos propietarios y dos
suplentes y Salas Regionales temporales correspondientes a las circuns-
cripciones plurinominales de la época, cada una con tres magistrados.
En 1993, y mediante una reforma constitucional y legal, se dis-
puso que solamente la elección presidencial seguiría siendo facultad
de la Cámara de Diputados erigida en Colegio Electoral. Asimismo se
creó una Sala Temporal de Segunda Instancia conformada por cinco
magistrados, cuatro de ellos miembros de la Judicatura Federal, y uno
el propio Presidente del Tribunal Federal Electoral, para conocer del
recurso de reconsideración.
Finalmente, en 1996 se fundó el Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación (TEPJF), como máima autoridad jurisdiccional en ma-
teria electoral y órgano especializado del Poder Judicial de la Federación,
salvo las acciones de inconstitucionalidad que son competencia eclusiva
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, según lo dispuesto en la
fracción II del artículo 105 constitucional. El Tribunal actual se congura
con una Sala Superior permanente de siete magistrados y cinco Salas
Regionales de carácter temporal.
Este Tribunal tiene la facultad especíca de realizar el cómputo nal
de la elección presidencial y pronunciar la declaración de validez de la
elección y de Presidente electo, con ello concluyó el aspecto combinado
o mito de autocalicación y heterocalicación, implantado desde la
Constitución de Cádiz.
De igual manera se epidió la Ley General del Sistema de Medios de
Impugnación en Materia Electoral, en donde se regulan los instrumentos
de acción que tienen los justiciables, en las distintas opciones para recla-
mar la vulneración de cualquiera de sus derechos político-electorales.
Esta evolución contemporánea de la justicia electoral ha sido posible
gracias a un proceso de reformas constitucionales que desde 1977 hasta

Marco Antonio Pérez de los Reyes 73


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

1996, han generado todas las instituciones y disposiciones legales que


rigen la materia.
Son tres los artículos constitucionales que sirven de base a la estruc-
turación de todo el sistema electoral en el país, ellos son: el artículo 41, que
ordena la celebración de elecciones periódicas, regula a los partidos
políticos, fundamenta el Instituto Federal Electoral y a los medios de
impugnación en la materia.
El artículo 60, que da base al juicio de inconformidad y al recurso
de reconsideración. Finalmente, el artículo 99 en el que se establece la
estructura y facultades del Tribunal Electoral del Poder Judicial de
la Federación.

VII. CONCLUSIÓN

A casi un siglo de promulgada, la Constitución de 1917 no está


rebasada ni requiere ser sustituida por otra. Sí, en cambio, debe ser ana-
lizada de manera objetiva, a n de aprovechar todas las opciones que
ofrecen su parte orgánica y la dogmática, para encaminar al país hacia el
ejercicio pleno de una democracia constitucional, en la que destaque
el reconocimiento y respeto pleno de las libertades de las personas,
como es la tendencia moderna de la teoría constitucional.²³ Al respecto,
debe recordarse lo dicho hace 150 años por el ilustre potosino Ponciano
Arriaga, ya citado en este trabajo, a propósito de la promulgación de
la Constitución de 1857, porque no es con la epedición de leyes, por
buenas que éstas sean, como se resuelven realmente los problemas
nacionales, sino con la formación de nuevos ciudadanos, quienes res-
petuosos de su propia dignidad, sean los primeros en reconocer la de
los demás, en un plano de igualdad y tolerancia.

²³ En este punto es siempre recomendable acudir, entre otras, a la magníca obra


La democracia constitucional. Una radiografía teórica de Salazar Ugarte, Pedro,
Instituto de Investigaciones jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de
México y Fondo de Cultura Económica. Sección de obras de política y derecho.
México, 2006.

74 Justicia electoral en la Constitución


Ciclo de Conferencias

Los nuevos tiempos conllevan también nuevos retos y, por lo mis-


mo, nuevas soluciones. Las generaciones actuales tienen una enorme
deuda histórica con aquellas generaciones de meicanos que lucharon
en los campos de batalla y en las tribunas políticas por congurar una
nación independiente y solidaria, si lo lograron a plenitud o no, co-
rresponde al juicio de la historia determinarlo. Lo que importa ahora
es conocer a cabalidad nuestras raíces, entender nuestro presente y
aportar nuestro esfuerzo hacia el futuro.
Mucho ilustran este tipo de eventos en los que se pueden con-
frontar opiniones y posturas intelectuales y políticas, mucho honra a
nuestra querida ciudad de Santiago de Querétaro sede de tantos y tan
relevantes capítulos de nuestra historia, el que ahora sirva de magníco
escenario para desarrollar estas conferencias y encuentros en torno a la
historia de las Constituciones de Méico. Igualmente mucho prestigia
a la insigne Universidad Autónoma de esta Entidad cobar de manera
tan amable nuestro encuentro y, por supuesto, al Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación, a su Centro de Capacitación Judicial
Electoral y al Instituto Electoral de Querétaro, el hacer posible, como
organizadores y antriones del evento, la magníca oportunidad de
reeionar en torno de tantos temas emanados de nuestros tetos
constitucionales, en particular porque lo hacemos conjuntamente con
las nuevas generaciones de meicanos universitarios, que muy pronto
tendrán en sus manos el destino del país.
En una época de globalización y cambio, cuando el mundo se ha vuelto
más estrecho y se concadenan las realidades más disímbolas, es bueno
darse estos espacios de análisis y estudio. Ello nos hace mirar retrospec-
tivamente en torno de nuestra realidad, fortalecer nuestras convicciones
y percatarnos del enorme patrimonio que como nación tenemos.
Sobre el tema de la justicia electoral hay todavía mucho camino
por andar, están pendientes muchos temas, pero uno fundamental es
el garantizar a todos los justiciables la eciente protección y garantía
de sus derechos político-electorales. Para ello se cuenta con la epe-
riencia de más de dos décadas de impartición de justicia, a través de
la cual y con el desarrollo de la fuente jurisprudencial, se han dado

Marco Antonio Pérez de los Reyes 75


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

pasos acelerados que amplían el espectro de aplicación de los medios


de impugnación en materia electoral.
Dentro de todo este conteto, hay algo que debe quedarnos muy
claro a todos, el país en que vivamos en el futuro próimo será el que des-
de ahora y en forma cotidiana conformemos. Analizar las Constitucio-
nes de Méico da la oportunidad de reconocer el pasado y vincularlo al
presente, para diseñar con toda la fuerza de nuestras convicciones un
país en donde todos, sin distinción alguna, disfrutemos del bienestar
y de la libertad que pensaron para nosotros los hombres y las mujeres
que nos dieron identidad, derecho y cultura propios.

76 Justicia electoral en la Constitución


Ciclo de Conferencias

BIBLIOGRAFÍA

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Tesis S3ELJ 21/2001.

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Constitución política de los Estados Unidos Meicanos, Legislación
Federal, Méico, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación, 2005.

Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia


Electoral, Legislación Federal, Méico, Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación, 2005.

78 Justicia electoral en la Constitución


LA CONSTITUCIÓN DE 1857:
CULTO, FETICHISMO Y TAUMATURGIA
José Ramón Narváez H.*

Smai: I. La cuestión. II. La Constitución moderna que sue-


ña ser un contrato social. III. La construcción del imaginario
constitucional. IV. Acerca de la autoridad de la Constitución:
una conclusión. V. Aneo.

I. LA CUESTIÓN

Del teto constitucional de 1857 se dicen muchas cosas, algunos su-


gieren que nunca rigió, que era un documento de muy alta calidad
jurídica pero poco ecaz, que motivó una guerra, que puso a discutir a
los juristas de una nación por medio siglo, que originó una revolución
social, la primera en tomar en serio los derechos, la que potenció el
juicio de garantías; las voces son muchas, ya desde aquel mismo año
de su promulgación, no hay consensos, más bien es un debate nacio-
nal que duró cerca de 60 años; la bandera liberal, el triunfo de una
ideología que nalmente se instauró entre las líneas de su sucesora,
la Constitución de 1917, por cierto aún vigente.

* Cuenta con el doctorado europeo en Teoría e Historia del Derecho por la Universidad
de Florencia, Italia. Profesor del Programa de Posgrado de la Facultad de Derecho de
la UNAM, Investigador jurisprudencial de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación.

79
Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Intentaremos esbozar una historia cultural de esta Constitución,


tratando de escuchar el sinfín de voces que provocó desde su eistencia,
mientras unos festejaban otros se manifestaban, algunos la juraban
y salían al teatro a escuchar la ópera en su honor, otros se negaron a
jurarla y salieron a las calles con palos y piedras dispuestos a resistirla.
En algunas ciudades las campanas de los templos saltaron al vuelo, en
otras las iglesias se mantuvieron con las puertas cerradas y adentro
los sacerdotes con los inconformes se organizaban. Para algunos era el
documento que cambiaría el rostro político y jurídico de Méico, para
otros era el anuncio de una catástrofe social.
Así que hablaremos poco del contenido de la Constitución y de
su génesis, y más bien nos enfocaremos a eplicar el ambiente, los
personajes y las pasiones que suscitó algo que es más que un teto,
y sin embargo sigue siendo sólo papel y tinta. En cualquiera de los
casos no podemos hoy por hoy decir que a la historia del derecho le
compete sólo el análisis legal, pareciera que en algunos sectores de
la historia, el historiador del derecho fuera un bicho raro al que se le
obliga sólo a hablar de leyes, los usos y práctica que se convierten en
costumbre, el epediente judicial con la información de los procesos
y la jurisprudencia, la doctrina vertida en prensa y libros; todas estas
fuentes estarían reservadas al historiador social; como si estos sectores
estuvieran contagiados del positivismo jurídico y entendieran que el
derecho es sólo ley, sólo producto del Estado. En n, que hoy podemos
contar con investigaciones desde la historia y desde la historia del
derecho en que se toman elementos disímbolos siempre con el afán
de entender mejor, por qué una sociedad en un tiempo determinado
cumplía o no cumplía cierta normatividad, tal vez porque la misma
sociedad se lo había encomendado a ciertos representantes, o porque
creía que algunas personas gozaban de más autoridad para indicarle
lo que le era mejor para alcanzar su bienestar, o quizá porque eran
normas que se habían conservado así de una generación a otra; como
sea, la historia del derecho debe cumplir una función social y eplicar-
nos los elementos que han hecho de un tipo de normas más o menos
válidas.

80 La Constitución de 1857: culto, fetichismo y taumaturgia


Ciclo de Conferencias

II. LA CONSTITUCIÓN MODERNA QUE SUEÑA


SER UN CONTRATO SOCIAL

Sobre la Constitución de 1857 pesaron muchas epectativas que


no pudieron cumplirse. Más que en ningún otro momento de nues-
tra historia, la Constitución, entendida como ley moderna, tuvo más
vigencia; si era verdad que un teto, que un conjunto de caracteres
escritos sería capaz de transformar la realidad, entonces cumpliría su
función; sin embargo, la simple noticia de su promulgación suscitó en
todo el país un sinfín de manifestaciones. La Constitución en su papel
de fuente única del derecho dejaba de cumplir aquel ideal señalado
desde la mitología griega como una de las principales nalidades de
dikè: traer la paz (eirene).
Leemos en una relación de hechos de aquella época, que la Cons-
titución de 1857 constituía no una bandera de paz, sino una caja de
eplosivos:
El 11 de marzo de 1857 se promulgó la Constitución rmada y
jurada el 5 de febrero. Desde que la nueva ley entró en vigor, según
reconoce don Justo Sierra, ‘no hubo un día sin un pronunciamiento,
sin una sedición, un motín, una revuelta en algún punto de la Repú-
blica’ y ‘nada podía volver a sus quicios: conciencias, hogares, pueblos,
campos y ciudades, todo estaba profundamente removido’. José María
Vigil, autor del último tomo de ese papasal acartonado e insoporta-
blemente mendaz que se titula México a través de los siglos, eplica la
general perturbación diciendo que ‘el verdadero objeto de la Consti-
tución no era consignar hechos adquiridos, sino establecer principios
que signicaban innovaciones sustanciales, y esto sólo bastaba para
comprender que no podía considerársela como el ‘iris de la paz’ si-
no como bandera de guerra. Así pues, siendo la Constitución bandera
de guerra, los meicanos empezaron a matarse, que era de lo que se
trataba, y no de procurar la paz y el bien común que, se supone, son
nalidades de ley.¹

¹ Gómez Arana, Guillermo, La Constitución de 1857 –una ley que nunca rigió–,
México, Editorial Jus, 1958, p. 11.

José Ramón Narváez H. 81


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

El derecho antiguo tenía en cuenta un ordenamiento subyacente


a toda sociedad, Paolo Grossi nos habla de costumbre constitucional, al
analizar la “levedad del poder político”; el profesor orentino cae en
la cuenta de que la descentralización produce la autonomía del derecho
como una labor de frónesis: “El Derecho se identica con la realidad
ordenadora y cimentadora; inmune al desorden caótico de la vida
de cada día (la costumbre como constitución) desempeña la función de
plataforma estable y estabilizadora, de garantía de continuidad”.² Más
aún, las múltiples constituciones antiguas, como la materialización de
la vida comunitaria y las normas que la permiten, se formaliza en
un sinfín de documentos que alcanzan al Méico novohispano: cons-
tituciones, estatutos, cartas puebla, fueros, etc. Efectivamente, eistía
la preocupación por constatar el animus asociandi de los miembros de
cada comunidad que se constituía, por ejemplo, el Municipio realizaba
la conjuratio por la cual se formalizaba el nacimiento del Ayuntamiento
a través del juramento de delidad común; con el paso del tiempo
esta aprobación se miticó y se convirtió en una cción político-legal,
el consenso era supuesto a priori; sin embargo en 1857 se intentó una
empresa temeraria: hacer jurar a todo ciudadano meicano la Consti-
tución, para lo cual diversas autoridades políticas dispusieron las más
peregrinas solemnidades, comenzando por el Congreso Federal:
“Hace apenas unos cuantos días que se cumpliera el primer siglo
del juramento de la Constitución, que fue promulgada el 12 de
febrero de 1857. Con el testimonio del inimitable Fidel, permi-
tidme evocar ante ustedes la solemne ceremonia. “En lo hondo
del salón se hacía casi la tiniebla, y allí esperaban el toque de la
victoria, los soldados de la idea, vencedores en la lucha, y los que,
con sus armas rotas y en nobles actitudes, veían salir los privile-
gios, los fueros y los dioses que habían sido objeto de su culto…”;
la Cámara se abrió a las doce del día; las galerías formaban una
masa compacta de rostros humanos llenos de agitación. La gente
buscaba los lugares en que se hallaban Zarco, con sus narices

² Grossi, Paolo, El orden jurídico medieval, Marcial Pons, Madrid, 1996, p. 101.

82 La Constitución de 1857: culto, fetichismo y taumaturgia


Ciclo de Conferencias

largas, su melena y su gura volteriana; Ocampo con su cabello


echado hacia atrás, su ancho rostro y sus ojos atrevidos; Arriaga, el
apóstol, con sus pequeños ojos, su boca recogida, dulce y discreta,
y su gran corazón iluminando su semblante. Bajo el dosel, León
Guzmán, ardiente, susceptible, de palabra aligranada, delgado
y en su acción y en sus modales dulcísimo. Repentinamente y sin
preparación, en medio del general bullicio se abrió la puertecilla de
la izquierda del dosel y apareció, destacándose como una visión,
don Valentín Gómez Farías; con trabajoso andar por el peso de sus
76 años y el peso de sus enfermedades, rmó diciendo: ‘este es mi
testamento’. Firmaron Guzmán y los Secretarios…pusiéronse de pie los
diputados y en un silencio religioso y augusto, tendieron sus manos
hacia adelante…A las tres y cuarto de la tarde invadió el salón la
corriente de plumas, entorchados, bastones y espadas de la comi-
tiva de Comonfort. Lo habían recibido, Mata, quien fuera compañero
de Juárez, de Ocampo, de Arriaga, de Montenegro, ‘tirante, obsti-
nado, pero observante de los principios’; ‘integérrimo magistrado de
alta ciencia, aunque bilioso, circunspecto, moderado y de gran crédito
en su partido’; Albino Aranda, el despierto y valiente tapatío; Ibarra,
iluminado por el recuerdo inmortal de Ramos Arizpe; Cendejas,
‘aventajado médico‘, que se había condenado con sublime arrojo al
suplicio de una locura ngida para no dejar rastro que comprome-
tiese a sus compañeros de conspiración; Muñoz, ‘el severo creyente
que buscaba la conciliación del Evangelio y la Constitución’ y el
hacendado Justino Fernández, quien siempre retaba al enemigo
de frente.” ³
El juramento de la Constitución involucró a los tres poderes, por
lo que respecta al ejecutivo, la crónica es la siguiente:

³ Gaxiola, F. Jorge, "León Guzmán y la Constitución de 57", sobretiro de la revista


El Foro, México, 1957, pp. 3-4.
 No nos detendremos sobre el acto solemne y teatral en el Congreso de la Unión,
cuando Valentín Gómez Farías de rodillas y frente a los evangelios juró la
Constitución, en cualquier caso aconsejamos la lectura directa de la crónica hecha
por Francisco Zarco, Historia del Congreso extraordinario constituyente (1856-
1857), en la edición de El Colegio de México, México, 1956, pp. 1289 y ss.

José Ramón Narváez H. 83


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

“A las tres y cuatro de la tarde se presentó S.E. con su comi-


tiva en el salón del Congreso, á cuya entrada fue recibido
por la misma comisión; y acompañado por ésta hasta el
lugar en que prestó el juramento bajo la formula asen-
tada. En seguida fue á ocupar su asiento bajo el dosel, y
allí pronunció un discurso que le fue contestado por el Sr.
vice-presidente Guzmán, quien le entregó el ejemplar autógrafo
para su publicación. Concluido este acto, el Sr. presidente de la
República se retiro del salón, acompañado por la comisión del
congreso hasta la puerta de salida, y en este momento las mú-
sicas militares tocaban el himno nacional, hacían salvas las
baterías de la plaza, y se repicaba a vuelo en las Iglesias.”
En la capital de la República, la solemnidad implicó también
un festejo, los periódicos de la época destacaban el repique de las
campanas de las iglesias, en el fondo quería destacarse (aunque un
poco por eageración) la aceptación tácita del clero, al menos en la
Ciudad de Méico. El editor del Monitor Republicano además sugería
que la promulgación de la Constitución implicaría el nal de la guerra
civil y la institucionalización de la lucha política a través del sistema
electoral:
“Hoy rmarán todos los señores diputados la constitución. Hoy
también se presentará á jurarla, ante la cámara, el Ecelentísimo
señor presidente de la República. El nuevo código fundamental co-
menzará a regir desde el 16 de Septiembre próimo. Hasta entonces
continuará el señor presidente en el goce de las amplísimas faculta-
des concedidas por el plan de Ayutla. Concluida y promulgada la
constitución ¿qué preteto tomarán los enemigos del orden? ¿Con

Además, está el estudio de Jorge Adame Goddard, “El juramento de la constitución


de 1857”, Anuario Mexicano de Historia del Derecho, número 10, 1998, pp. 21-
37. Recordemos aquí, además, que el juramento a la Constitución era previsto
desde 1812 en el ordenamiento gaditano; de hecho, uno de los argumentos para
restarle importancia al asunto, es que en 1824, muchos sacerdotes diputados
habían jurado el documento constitucional.
 El Monitor Republicano, Crónica Parlamentaria, México domingo 8 de febrero de
1857, p. 4.

84 La Constitución de 1857: culto, fetichismo y taumaturgia


Ciclo de Conferencias

qué carácter empuñaran las armas? Ahí está la urna electoral: ella
demuestra la voluntad nacional.”
Sin embargo, no todos estaban de acuerdo con la idea de que la
Constitución por sí misma sería elemento pacicador, es más, en el
mismo día en que se encomiaba su promulgación, el diario daba cuenta
de voces disidentes que tenían un común denominador, el dudoso
origen del documento:
“Sobre la nueva constitución hay varias opciones. Ninguno la tiene
por obra perfecta, ni aún los mismos que la han formado. Unos
creen que esos defectos proceden de que es democrática en dema-
sía; piensan otros que viene de su imperfección de que no se han
consignado en ella todos los principios y todas las consecuencias de
esa democracia. Entre estos contrarios pareceres eiste una opinión
que parece común á todos los bandos, resiente de las circunstancias
etraordinarias de que ha sido hecha.”
Pero como hemos dicho, la jura de la Constitución fue motivo de
celebración, incluso de los festejos más estrafalarios:
“Parece que para solemnizar el juramento de la Constitución se
concederá una amnistía. Un suceso tan fausto no podía ser celebrado
de mejor manera. El Gran Teatro Nacional, ofreció en la noche una
Opera Italiana, La Traviata, como parte de su programa general;
sin ofrecer una gala especial. Según sabemos se está disponiendo
en el teatro Nacional, una escogida y selecta función para celebrar
dignamente el juramento de la constitución. Se ejecutará la mag-
níca ópera La Norma teniendo a su cargo el papel de Oroveso el
Sr. Oaviani.”

A propósito de esta amnistía que menciona el Monitor Republicano,


el gobierno otorgó la misma con motivo de los festejos del juramento
constitucional:

 Ídem.
El Monitor Republicano, Crónica Parlamentaria, México, domingo 8 de febrero de
1857, p. 4.

El Monitor Republicano, Teatro Nacional, México, martes 10 de febrero de 1857,
p. 3.

José Ramón Narváez H. 85


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

“He aquí el decreto epedido por el supremo gobierno para ce-


lebrar el juramento de la Constitución. Esta medida revela toda
la nobleza de los sentimientos del gobierno. ¡Cuán diferentes son
los de la reacción! Cuánto contrasta este decreto con los proyectos
sanguinarios y bárbaros de los conspiradores! He aquí el decreto
de que hablamos, el cual nos presentará materia para hacer algunas
reeiones.
Ministerio de Justicia Negocios Eclesiásticos
e Instrucción Pública

El Emo. Sr. Presidente sustituto de la República, se ha servido dirigir-


me el decreto que sigue: ‘El ciudadano Ignacio Comonfort, presidente
sustituto de la República meicana, a los habitantes sabed: Que en
uso de las facultades que me concede el art. 3 del plan proclamado
en Ayutla y reformado en Acapulco, y para solemnizar el juramento
de la Constitución política de los Estados Unidos meicanos, dada el
día de hoy, he tenido á bien decretar lo siguiente:
Art. 1º Se concede indulto á los individuos de tropa de las clases
de sargento abajo, y á los paisanos de las mismas clases han gurado
en las las de los sublevados de carácter militar, y que hayan sido
sentenciados por delitos políticos, aun cuando se les hubiere aprehen-
dido con las armas en la mano. La autoridad respectiva sobreseerá
en las causas pendientes contra reos de esta misma clase.
Art. 2º No se comprenden en esta gracia, ni los delitos comunes
ni el perjuicio de tercero.
Art. 3º Los sublevados de la clase que epresa el art. 1º, que
dentro de un mes, contado desde la publicación de este decreto en
la capital de cada Estado, solicitaren el indulto, lo obtendrán en los
mismos términos y con las ecepciones del artículo anterior.
Art. 4º A los que con el carácter de jefes y ociales hayan gurado
en la sublevación, ó hayan sido aprehendidos como conspiradores,
y á los paisanos, no comprendidos en los artículos 1º y 3º, si
solicitaren el indulto se les otorgará en los términos que el
gobierno estime conveniente.

86 La Constitución de 1857: culto, fetichismo y taumaturgia


Ciclo de Conferencias

Por tanto, mando se imprima, publique, circule y se le dé el


debido cumplimiento. Palacio del gobierno nacional en Méico, á
5 de Febrero de 1857.— I. Comonfort. —Al ciudadano José María
Iglesias’ y lo comunico á V. para su inteligencia y nes consiguientes.
Dios y libertad. Méico, á 5 de Febrero de 1857.— Iglesias”9
Pero no todos estaban de acuerdo con esta medida, parecía que
faltaba un acuerdo político y nacional antes que forzar las cosas a través
de un documento constitucional:
“He aquí la opinión del Trait d’Union: ‘No hemos aprobado, ni apro-
baremos el decreto de amnistía. Apreciando en todo su valor las nobles
intenciones del Sr. Comonfort, creemos que, bajo el punto de vista gu-
bernamental, la medida es inoportuna; y queremos que si por desgracia
la ocasión se presenta, tal vez muy pronto, se recuerde que nuestra
débil voz, impotente y humilde, no ha aplaudido un acto de clemen-
cia que sacrica la parte sana por la parte dañada de la sociedad.
La opinión pública, sabedlo, aplaude una medida de clemencia,
cuando es oportuna. Aprobaría la amnistía si la rebelión que acaba
de sucumbir hubiera sido verdaderamente la epresión de opinio-
nes políticas etraviadas, pero sinceras, no fuera mas que un hecho
accidental y aislado; pero muy lejos de ello, no se encuentra en
el fondo de todo lo que ha pasado mas que el robo, la traición y el
asesinato, una costumbre inveterada de insurrección no contra las
autoridades políticas sino contra toda autoridad social. La amnistía
pues, es mas bien una amenaza que una esperanza.”10
La Constitución debía ser presentada como un logro, como un
pacto, a pesar de que en la práctica seguía discutiéndose su validez, el
discurso nal en el cierre de las sesiones del parlamento que la elaboró,
Ignacio Comonfort, presidente de la república dio el siguiente mensaje
cargado de un triunfalismo adelantado:

9 El Monitor Republicano, Amnistía, México, miércoles 11 de febrero de 1857, p. 4.


10 El Monitor Republicano, La Amnistía, México, jueves 12 de febrero de 1857, p.3.

José Ramón Narváez H. 87


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

“La convocatoria de 17 de octubre de 1855, jó un año para la


duración de vuestras tareas y hoy se cumple ese plazo, dentro del
cual habéis desempeñado la mas importante de ellas, formando la
constitución jurada el 5 del actual, y que debe comenzar á regir,
por haberlo dispuesto así vosotros mismos, el 16 de septiembre
próimo. En ese año memorable se han realizado grandes aconte-
cimientos, siendo los más prominentes la conquista de la igualdad
legal y la desamortización de una gran parte de la propiedad raíz.
Ambos principios han venido á ocupar un lugar honroso en el nuevo
código fundamental, después de haber quedado vencedores en la
opinión. La oposición que encontraron, dio lugar á discusiones en
que se probó que ellos no atacan la religión católica, a cuya con-
servación tendían por el contrario, el deseo del gobierno y de sus
actos. En este mismo sentido, a saber, defendiendo ineiblemente
las regalías de la nación, y usando y haciendo respetar su soberanía,
pero como ho obediente y el de la iglesia católica romana, de la
que no se separará, se propone el mismo gobierno, continuar cual-
quiera discusión que sobre estos u otros puntos, pueda ofrecerse en
lo sucesivo. La presente solemnidad, señores representantes, es una
prueba irrefragable del respeto con que el gobierno ha cumplido las
más importantes promesas de la revolución de 1854. Los enemigos
del sistema representativo pierden hoy la esperanza de obtener un
triunfo, apoyados en el más ecaz de los auilios: nuestra discordia.
Vosotros tenéis la conciencia de que el gobierno ha garantizado la
más absoluta libertad en vuestras deliberaciones. Ardua es la tarea
que vuestra conanza ha impuesto al gobierno interino; la prepa-
ración del campo en que la semilla constitucional ha de fructicar;
pero confía que todos los meicanos le prestarán su auilio para
llenar tan delicada misión; se promete que vosotros mismos, ya
sea como simples ciudadanos, ó bien revestidos con algún carácter
público, cooperareis al feliz logro de objeto tan interesante; y sobre
todo, espera que la Divina Providencia se dignará a proteger como
hasta aquí, la causa del pueblo meicano. En el cumplimiento del
deber de pacicar la República, todo anuncia que los resultados

88 La Constitución de 1857: culto, fetichismo y taumaturgia


Ciclo de Conferencias

no tardarán en corresponder satisfactoriamente á los esfuerzos


del gobierno. La guerra civil, reducida ya solamente á Tampico y
á la Sierra-Gorda, está a punto de desaparecer en esas comarcas
donde se restablecerá la tranquilidad y el orden, en virtud de las
providencias que últimamente se han dictado. Al retirarnos a gozar
de las dulzuras de la vida privada, podéis estar ciertos de que el
gobierno cultivará con esmerada solicitud las relaciones que unen
a Méico con las potencias amigas: cuidará de conservar la paz y el
orden, hará por los medios legales que la administración de justicia
sea recta y cumplida: impulsará las mejoras materiales de que tanto
necesita el país, procurará perfeccionar la noble institución de la
fuerza armada, de manera que sirva a sus importantes objetos, sin
ser un gravamen para la nación; hará los mayores esfuerzos por
formar un sistema de hacienda nivelando los gastos con los ingresos;
y en suma, atenderá á la seguridad e independencia de la nación, y
promoverá cuanto conduzca á su prosperidad, engrandecimiento
y progreso. Si contra las disposiciones que dicte con tal objeto, así
como contra el restablecimiento del orden constitucional, se alzare la
rebelión queriendo sobreponerse á la voluntad nacional, usaré á la
vez con prudencia y energía del poder que la nación me ha conado
para sofocarlos; y si fueren superiores á mis fuerzas, consideraré
esta circunstancia como una gran desgracia para mí. Mas si por el
contrario el Ser Supremo que tantos favores me ha concedido ya, se
dignare agregar á ellos, el de que el 16 de Septiembre, día tan fausto
para nuestra patria, pueda yo ver reunido en este recinto el primer
congreso constitucional, y terminado el poder absoluto, entregar
el depósito del gobierno á la persona electa para desempeñarlo,
por el pueblo meicano, creeré que no tengo sobre la tierra otra
felicidad á que aspirar, y volverá á la vida privada lleno de espe-
ranza en la prosperidad de la República y de profunda gratitud á
la Providencia de Dios.”11

11 “Clausura de las Sesiones del Soberano Congreso Constituyente”,


El Monitor Republicano, Gacetilla de la Capital, México, jueves 19 de febrero de
1857, p. 3.

José Ramón Narváez H. 89


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

El presidente del Congreso contestó:


“El congreso etraordinario constituyente pone hoy término á los
trabajos que le encomendaron el plan de Ayutla: Dos fueron los pun-
tos principales de su augusta misión. La epedición de un código
fundamental, y la revisión de los actos de la administración dictato-
rial de Santa Anna y del gobierno provisional que le sucedió y aun
eiste. En cuanto al primer punto, la obra del congreso está concluida.
La constitución queda sancionada; y V.E. con la suma de facultades
necesarias para llevar á ejecución sus soberanos preceptos. ¡Plegue
á Dios que en esta constitución encuentre el pueblo meicano los
bienes supremos que tanto anhelo, y que le cuestan ya tan dolo-
rosos sacricios, la paz, el orden, la libertad.…Viva satisfacción
eperimenta el congreso al reconocer los servicios que el gobierno
ha prestado á la república, conquistando importantes mejoras.
También le es grato reconocer los grandes esfuerzos que ha hecho
por mantener el orden, la paz y el reinado de la legalidad. Los ac-
tuales representantes, al volver al común de ciudadanos, de donde
los sacó la voluntad del pueblo, hacen los mas fervientes votos por
la felicidad de ese mismo pueblo, para quien siempre han deseado
y anhelarán siempre, orden, progreso, libertad.”12
Parecía que la Constitución era más bien un salvoconducto, más
que un pacto, el presidente de la República obligado a utilizar sus
poderes etraordinarios había concentrado el poder y a través de la
Constitución de 1857, el legislativo y el ejecutivo acordaban un mandato
que marcaría la actividad del ejecutivo quien se encargaría de traer el
orden, el progreso y la libertad al pueblo. Esto no fue inmediato, para
Emilio Rabasa fue necesario que transcurrieran los años, pero además
esto no fue en benecio de una constitucionalización del sistema sino
una especie de fetichismo constitucional:
“Después del triunfo, la Constitución fue emblema; pasado algún
tiempo, su acción protectora cambió el emblema en ídolo. El predo-
minio del partido avanzado etendió la fe constitucional por cuanto

12 Ídem.

90 La Constitución de 1857: culto, fetichismo y taumaturgia


Ciclo de Conferencias

es la nación meicana, y los ataques rudos de los conservadores


lastimados á aquel objeto de veneración, sublimó el sentimiento
general que lo colocaba en un tabernáculo para la adoración ciega
de sus adeptos. Se le llamó sabia, augusta, sacrosanta; los constitu-
yentes fueron calicados de ilustres, padres de la patria, salvado-
res de la nación; pero esto era obra de fe, esa fe resultado de una
multitud de sentimientos en confusión; porque la ley seguía tan
ignorada como antes, y la historia de su formación más ignorada
todavía. En realidad, su conocimiento era lo que menos importaba
por entonces para el bien del país: lo que se necesitaba era presti-
giarla, salvarla de las veleidades de la raza, de la inconstancia de
las convicciones y de la indiferencia de los pueblos, y ya que era
imposible el prestigio que se funda en la razón y en el interés de la
sociedad, que es el que debe sostener las instituciones, bien valía
el que brotaba de la fe y que convertía la ley suprema en un objeto
de veneración fanática.”13

III. LA CONSTRUCCIÓN DEL IMAGINARIO CONSTITUCIONAL

Como hemos visto, Rabasa habla de una fe, de un culto fanático


que tuvo sus propios ministros, sus rituales, y que generó mitos que
todavía perviven en algunos casos. Por eso desde los primeros días
después de la promulgación, era importante comenzar a crear un
imaginario en el que se sustentara toda esta ideología, por ello se re-
currió a solemnizar de las formas más peregrinas, se creía que una vez
anunciada surtiría, taumatúrgicamente, efectos en todo el territorio.
Sólo un día había transcurrido y en la capital se dio una parada de las
guarniciones con sus bandas musicales para rendir pleitesía a un teto,
a un conjunto de hojas de papel y tinta:
“Solemnemente fue publicada ayer la constitución. Concurrieron a
este acto el Sr. gobernador, los miembros del Emo. Ayuntamien-

13 Rabasa, Emilio, La Constitución y la dictadura, Cien de México, Conaculta, México,


pp. 98-99.
José Ramón Narváez H. 91
Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

to y todos los cuerpos de la guarnición con sus correspondientes


músicas. En celebridad de este acto solemnísimo se iluminó en la
noche el palacio municipal.”14
Por otro lado se entendía que todo aquél que renegara de esta
nueva religión nacional, sería un apóstata y un traidor:
“¿Por qué no se izó ayer el pabellón nacional en la catedral, ni en
ninguna de las demás iglesias al promulgarse la constitución? ¿Será
que todavía los padres se creen superiores á la ley? Investigaremos
lo que haya sobre el Articular y hablaremos con la franqueza de
costumbre.15 El mismo periódico detallaba que “Ayer se publicó por
bando en esta capital el decreto para el juramento de la Constitución.
Parece que es punto acordado no eigir el juramento á los obispos
y demás dignatarios de la Iglesia. Sabemos, sin embargo, que mu-
chos curas, virtuosos, honrados, modestos, esa parte desheredada
del clero, que parece opresión por el clero alto, están dispuestos á
jurar el código fundamental, porque saben que, ante todo, deben
ser meicanos, y porque comprenden las palabras de luz y de vida
del Evangelio.”16
Las solemnidades alcanzaron a todos los burócratas:
“Ayer á las siete de la mañana, reunido el Emo. Ayuntamiento en
cabildo, en el salón de sesiones, juro solemnemente la Constitución
conforme á lo dispuesto en el art. 3 de la ley del 17 del corriente. En
seguida prestaron el juramento todos los jefes de guardia nacional,
y policía del Distrito. Juraron también todos los empleados de las
ocinas del ayuntamiento y gobierno del Distrito. El Emo. Sr. go-
bernador del Distrito recibió los juramentos. El pabellón nacional,
estuvo enarbolado en palacio municipal.”17
El juramento a la constitución originó una disputa y un malestar
social, en la mayoría de los casos se desconocía el contenido de la
Constitución, sin embargo la polarización de la sociedad meicana,

14 El Monitor Republicano, La Constitución, México, jueves 12 de marzo de 1857, p. 4.


15 El Monitor Republicano, Preguntas, México, jueves 12 de marzo de 1857, p. 4.
16 El Monitor Republicano, La Constitución, México, jueves 19 de marzo de 1857, p. 3.
17 Ibídem, p. 4.

92 La Constitución de 1857: culto, fetichismo y taumaturgia


Ciclo de Conferencias

causó una serie de altercados ideológicos y provocó una persecución


contra quien no estuviera a favor del teto constitucional por lo que
fuera, aun por no conocerlo.
“Se dice que algunos empleados se han rehusado á jurar la
Constitución se nos han mencionado algunos nombres, entre
los que en este momento recordamos los de los dos emplea-
dos de la Aduana de esta capital. Estamos recogiendo los da-
tos necesarios, y publicaremos una lista de las personas que
no han querido jurar el nuevo código constitutivo.18 Era importante
denunciar á los traidores, pero también aplaudir á los que habían ya
cumplido con el juramento para que sirviera de incentivo á los inde-
cisos: “En toda la guarnición, estados mayores y ocinas militares,
dice el Siglo, no ha habido un solo individuo que se niegue á jurar
la Constitución”,19 en otros casos la cuestión no era tan clara sobre
quién estaba obligado á jurarla: “Los empleados del Montepío no han
jurado, porque dicen que ese es un establecimiento particular. Pero
¿cómo puede ser esto, cuando estos empleados reciben sus despachos
del gobierno? El Sr. Lazpita, director del Montepío, ha renunciado
ese empleo. Nosotros creemos que es preciso hacer cumplir la ley
con energía, y sin ecepciones de ninguna clase.”20

18 El Monitor Republicano, El juramento de la Constitución, México, sábado 21 de marzo


de 1857, p. 4.
19 El Monitor Republicano, El ejército, México, sábado 21 de marzo de 1857, p. 4.
20 El Monitor Republicano, Montepío, México, sábado 21 de marzo de 1857, p. 4. En
el mismo periódico se daba cuenta de la lista de empleados que en correos habían ya
jurado la constitución “Reunidos en la administración general de correos con objeto de
jurar obediencia á la constitución política del país, espedida por el soberano congreso
constituyente y sancionada por el supremo poder ejecutivo en 5 de febrero de 1857,
dieron cumplimiento a este acto los empleados que suscriben en cumplimiento del artículo
121 que así lo previene. México, Marzo 19 de 1857. Guillermo Prieto.– Luis Gutierrez
Correa.– Wenceslao Palacios.– Ignacio Sánchez Hidalgo.– Antonio José Villada.– Manuel
Pimentel.– Francisco de P. Romero.– Jesús José Irrizan.– Agustin Gochicoa.– Ignacio
Reyes y Salas.– José Antonio Vargas.– José Borrego.– Ignacio Cisneros.– José Rafael
Ortega.– Pedro Abascal.– Vicente Vitalva.– Juan Perez Maldonado.– Manuel Aburto.–
Manuel Rojas .– Gabriel Durán. –Fernando Sort.– Agustín Martínez.– Pablo García
Trinidad Vázquez.– José Rafael Rivera.– J.M. Ruiz Espino.– Antonio Gómez, empleado
de la principal de Veracruz.– Ignacio Diez de Bonilla.” El Monitor Republicano, Juramento
de la Constitución, México, sábado 28 de marzo de 1857, p. 3.

José Ramón Narváez H. 93


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Y es que el juramento no debía ser un acto mecánico o sólo formal,


el término jurar signica un compromiso espiritual, y quizá esta tran-
sacralización era la que estaba molestando la conciencia de algunos; la
naturaleza del juramento se hace palpable en la siguiente noticia:
“La Pata de Cabra publica ayer el siguiente párrafo: ‘La ociali-
dad del cuerpo nacional de Tiradores Guerreros, ha jurado ayer
la constitución política del país. Cuando estos actos se ejecutan
con el corazón y no por fórmula, hay en ellos algo de sublime de
fuego á luego se nota la sinceridad del hombre (…) y la Malicia del
perverso. Un capitán del mencionado cuerpo, después de prestar
el juramento de estilo, do ‘Señores, juro además, acudir al primer
llamado de la patria y sostener con mi vida ese código que antes
he jurado respetar, porque él ha sido escrito con la sangre del
pueblo á que pertenezco’. La sinceridad con que fue pronunciado
este nuevo juramento, la espontaneidad con que fue hecho y la
franqueza que revelaba la sonomía del joven capitán, conmovió á
los concurrentes, y un entusiasmo general fue la prueba mas cierta
del eco que había hecho en aquellos corazones republicanos. Aun
tiene la libertad hos que la sostengan. Aun hay almas sinceras que
comprenden la magnitud de un juramento, y que estamos ciertos
jamás traicionaran sus principios.”21
Una vez jurada en la capital, las solemnidades debían etenderse
a todos los pueblos de Méico, apoyadas de la buena voluntad de las
distintas autoridades; muy cerca de la Ciudad de Méico, las solem-
nidades iban llenándose de folklore:
“El domingo 22 del actual, se ha vericado en Tlalpan, cabecera del
Distrito de su nombre, la publicación y juramento de la constitución,
de la manera mas solemne y en medio del mas puro y vivo regoco.
A las 8 de la mañana se hallaba ya reunido el batallón del Distrito de
Tlalpan en número de más de 600 plazas debiendo advertir que el
entusiasmo de los individuos que lo componen, como amantes de

21 El Monitor Republicano, Juramento, México, viernes 27 de marzo de 1857, p. 4.

94 La Constitución de 1857: culto, fetichismo y taumaturgia


Ciclo de Conferencias

la libertad, no conoce límites, pues hay compañías que han ocurrido


al llamado de la autoridad desde seis leguas de distancia. A las doce
del día se hallaba en el salón de cabildos del ilustre ayuntamiento,
el prefecto, juez de letras, sub-prefecto, ayuntamientos, adminis-
tradores de rentas y contribuciones del Distrito, y entonces salió
el bando nacional publicando la constitución del país, precedido
de batidores de caballería y de infantería: seguían cosa de seis mú-
sicas, la banda, y bajo las mazas del ayuntamiento los capitulares
de los doce ayuntamientos de Distrito, cubriendo la retaguardia el
batallón de Tlalpan mandado por el teniente coronel C. Gregorio
de Medina, y el escuadrón del Distrito de Tlalpan mandado por su
comandante el comandante del escuadrón L. Benito Rójula. Con-
cluida esta ceremonia siguió la del juramento de la Constitución,
haciéndose este acto con las formalidades requeridas y por todas
y cada una de las autoridades, y al n por el batallón de Tlalpan
ante su bandera reinado en todo este acto un patriótico y religioso
entusiasmo. Consignamos estos hechos porque ellos honran á la
autoridad que los ha promovido y dan esperanza, si se imitan, de
un buen porvenir á la República.“22
Junto a la epansiva idea de implantar la solemnidad del jura-
mento constitucional y el espíritu de denuncia, comenzó a darse la
costumbre de El Monitor Republicano de publicar el estado de la cuestión
de la jura, día a día: “Ha sido jurada ya la Constitución en Morelia.
Hasta ahora no sabemos si habrá sido jurada en Puebla. ¿Por qué este
retardo estando Puebla tan cerca?”.23
Como se ha mencionado, no estaba denido que sólo se hiciera
el juramento en las capitales de las entidades federativas, tenemos
noticias de municipios como el siguiente: informa el Jefe Político
del Cantón respectivo al comandante general del Departamento de

22 El Monitor Republicano, La Constitución, México, sábado 21 de marzo de 1857,


p. 4.
23 El Monitor Republicano, La Constitución, México, miércoles 25 de marzo de 1857,
p. 3.

José Ramón Narváez H. 95


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Jalisco, que el Alcalde en turno de Zapotiltic informa que “reunidos


para la Sesión de un día, a n del juramento que previene el supremo
acto de 17 de marzo último, los ciudadanos alcaldes y regidores, como
también el administrador de correos, síndico y mayordomo de pro-
pios; resolvieron resolutivamente no hallarse en disposición de jurar
la Constitución del Congreso Constituyente”. Se ordenó al jefe del cantón
interviniera con la fuerza pública para no tolerar semejante acto de in-
dencia pues “de otra manera quedará despreciada, tanto esta ley funda-
mental, siendo esta acto de desobediencia, el primero que prepare a una
nueva revolución”. La subversión se propagó a los poblados de Tonila y
San Gabriel.24
El arzobispo de Méico complicó las cosas al enviar una circular en
la que decía a eles y curas “que no se puede jurar lícitamente la cons-
titución, en el caso de que alguno de los que la han jurado se acerque al
tribunal de la penitencia, se le ea que retracte el juramento públicamen-
te, de ser posible, ante la autoridad en que se prestó el juramento”.25
En Querétaro el 28 de marzo fue jurada por todos los precepto-
res de primeras letras, ecepto uno, Juan Balvanera; en el Colegio del
Estado se suplieron a los profesores de losofía moral y escolástica
por negarse a jurar la constitución, y a los detractores se les puso a
disposición de la comandancia militar.26
En Aguascalientes el cronista informaba: “Estamos en vísperas
de una crisis con el juramento de la Constitución, las conciencias han
sido eplotadas muy ecazmente y hasta aquellos jóvenes que creía
profesaban las máimas más completas del liberalismo, hoy los veo
tímidos y llenos de preocupaciones”.27 En este estado varios miembros
del Tribunal Superior de Justicia se negaron a jurar la Constitución.
De este modo podemos decir que el juramento o no juramento de la

24 Colección de documentos inéditos o muy raros relativos a la reforma en México,


Instituto Nacional de Antropología e Historia, México, 1957, Archivo de la Defensa
Nacional, documento no. 143, p. 18.
25 El Monitor Republicano, Gacetilla de la capital, 27 de marzo de 1857.
26 Ibídem, 30 de marzo de 1857.
27 Ídem.

96 La Constitución de 1857: culto, fetichismo y taumaturgia


Ciclo de Conferencias

Constitución no fue un acto privativo de una clase social, el asunto


llegó al mismo Ministerio de Justicia, dos de los magistrados del Tri-
bunal Superior de Justicia del Distrito Federal, se negaron a jurar la
Constitución; el primero de ellos, Ignacio Solares, había acudido a
la solemnidad del juramento, pero para no dejar lugar a dudas escribió
al presidente del Tribunal eplicando que sólo asistió pero no debía
considerarse eso como juramento y si en su caso se considerara así, la
misiva era una retractación formal, el castigo fue la destitución. El ma-
gistrado Manuel G. Aguirre aclaró aún más sus razones:
“Considerando como más prudente el medio de no haber asistido
al acto del juramento de la Constitución, ni deseando concurrir al
despacho del tribunal, para dar á entender que no me hallo dispues-
to á prestar dicho juramento, no había dado por escrito ninguna
eplicación; pero procedo, desde luego á cumplir, haciendo una
breve eplicación que me ponga á cubierto de la nota de rebelde:
Es público y notorio que el I.S. Arzobispo ha manifestado de modo
muy solemne no ser justo prestar el juramento de que se trata; pues
bien, yo ciudadano de la República, pero ho también de la Iglesia
Católica, tengo que obedecer uno de dos mandamientos contradicto-
rios, el que me impone el poder civil como ciudadano o el del prelado
eclesiástico en mi calidad de cristiano, en tal conicto, mi resolución
es por el segundo etremo; pero no lo adopto sin manifestar al mismo
tiempo que en cuanto está de mi parte hago lo que puedo por prestar
mi obediencia á la potestad civil, y en tal virtud: 1º que protesto y con
plena voluntad mi completa obediencia á la Constitución en todo lo
que no afectare á mi conciencia como católico; y 2º que para dar al
Supremo Gobierno una señal del profundo respeto con que recibo
sus disposiciones, me someto, desde luego, á la pena de destitución
y á no invocar á mi favor el artículo 47 de la ley vigente sobre admi-
nistración de justicia, según la cual no podría yo ser renunciado sin
previa causa justicada en el juicio respectivo.”28

28 Archivo General de la Nación, “Expediente sobre juramento a la Constitución”, Tribunal


Superior de Justicia del Distrito, Cabrera, Lucio, La Suprema Corte de Justicia a
mediados del siglo XIX, México, SCJN, 1987, documento 21, pp. 276-277.

José Ramón Narváez H. 97


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Como bien lo eplica este juez, que es un caso histórico de obje-


ción de conciencia, en el juramento a la constitución se presentaban los
dos etremos, que se tenían por antagónicos, la constitución debiera
signicar, en cambio, un espacio en donde concurren diversidades que
encuentran lo común y lo adoptan como marco de acuerdo.
Una última noticia del juramento:
“Ayer ha sido publicada en esta capital por bando nacional, y con
la solemnidad debida la nueva constitución política de la Repú-
blica; y la que hoy debe ser jurada ante el gobierno del Estado (de
Querétaro) como en el salón del congreso, por los empleados y
demás funcionarios, tanto del Estado como de la Federación. Para
solemnizar como es debido este acontecimiento, se dispuso que
ayer y hoy, como días de festividad nacional, hubiera iluminaciones
en la plaza principal y palacio, invitando al vecindario para que
iluminaran sus casas. Se pensó, que hoy después del juramento
de la constitución, pasaran la autoridades y demás empleados de
esta ciudad, a la santa iglesia parroquial, para que por medio
de un Te Deum, dar gracias al Ser Supremo por los benecios que
se ha dignado dispensar a los meicanos, que después de más de
tres años de una continua guerra fratricida, al n ha aparecido la
ley fundamental de la nación.”29
Obviamente el Te Deum no se dio porque tanto el párroco como
otros sacerdotes de la entidad estaban de “reaccionarios” empezan-
do por el cura Rodríguez de San José de Iturbide en la Sierra Gorda,
que había ya reunido a un grupo de personas que se encontró con las
fuerzas de San Luis Potosí.30

29 Ídem.
30 Ídem.

98 La Constitución de 1857: culto, fetichismo y taumaturgia


Ciclo de Conferencias

IV. ACERCA DE LA AUTORIDAD


DE LA CONSTITUCIÓN: UNA CONCLUSIÓN

El debate sobre el juramento se prolongó en los meses sucesivos


a la promulgación de la Constitución, se discutía sobre quién estaba
obligado a jurarla, qué se debía hacer con los que no la juraran, a partir
de cuándo se debía jurar, cómo se debía jurar y, en n, tantos porme-
nores formales que la constitución pasó al olvido, Cosío Villegas tiene
una hipótesis al respecto:
“La Constitución de 57 fracasó en denitiva no por sus contradic-
ciones o sus lagunas. Como lo hemos dicho más de una vez, los
hombres que la vieron funcionar advirtieron sus defectos, sabían
cómo remediarlos y comenzaron a hacerlo. Fracasó porque cuan-
do fue redactada en 56, cuando se la transformó con las leyes de
Reforma y cuando operó en la República Restaurada, el meicano
veía en las libertades política e individual la clave de todos los
secretos, la solución de todos los problemas: de los políticos desde
luego, pero también de los económicos y de los sociales. Si esa fe del
meicano de entonces hubiera sido suciente fuerte; si el meicano
se hubiera abrazado a la libertad para hallar en ella el remedio de
todos sus males, su curso hubiera sido menos tranquilo, su pro-
greso económico menor, pero habría alcanzado una organización
democrática sólida.”31
Para el historiador hispano, Méico no hizo caso a la Constitución de
1857 porque no estaba preparado para la libertad, por eso apostó al régi-
men de Porrio Díaz que le prometió progreso económico, pero sobre todo
paz, no quisimos pagar el precio de la libertad, y entonces 1917 signicaría
una toma de conciencia, un arrepentimiento; nos parece que aún la visión
de Cosío Villegas es taumatúrgica, y la del siglo xx meicano no está muy
alejada de ello, la Constitución no funcionó simple y sencillamente porque
el teto normativo no hace a la norma, sino debiera ser al contrario.

31 Cosío Villegas, Daniel, La constitución de 1857 y sus críticos, Fondo de Cultura


Económica, México, 4a. ed., 1998, pp. 156-157.

José Ramón Narváez H. 99


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Hoy que despertamos del sueño parlamentarista, que comenza-


mos a ser más críticos de ese fetichismo constitucional (aunque no lo
suciente) parecen más válidas las reeiones de un Emilio Rabasa
que detectó ya en su momento la idolatría constitucional que bien se
resume en una poesía que apareció publicada el 29 de marzo de 1857,
que muestra el idilio de una época y que hoy suena no tan lejana cuando
se escuchan todavía muchas voces que consideran un teto como el
único medio de nuestra salvación:

"Al Soberano Congreso

A ti que leyes dictas con prudencia,


Que aseguran la paz del meicano,
Hoy entusiasta el pueblo en su demencia
Patriótica, ¡oh! Congreso Soberano,
Al protestarte humilde su obediencia,
Acción de gracias, sí, te brinda ufano;
De gratitud y amor hoy impelido,
Al mirarse por ti ya constituido.”

V. ANEXO

Decreto de 17 de marzo de 1857, Presidente sustituto de la Repú-


blica, Ignacio Comonfort:
“Art. 1º El día 19 del presente mes, a las diez de la mañana, jurarán
la Constitución ante el Presidente de la República, los Secretarios
del despacho, los Presidentes de la Suprema Corte de Justicia, y
de la Marcial, del Tribunal Superior del Distrito, el gobernador
del Distrito, el Jefe de la Plana Mayor, los Directores de cuerpos
facultativos y el Comandante general.
Art. 2º En seguida, los Secretarios del despacho en sus respecti-
vos Ministerios, procederán a recibir el juramento de los ociales
mayores, autoridades y jefes de las ocinas o corporaciones que
dependan de los mismos Ministerios. Los presidentes de la Corte

100 La Constitución de 1857: culto, fetichismo y taumaturgia


Ciclo de Conferencias

de Justicia y Marcial, en el local respectivo, recibirán el de los demás


ministros.
Art. 3º El Gobernador del Distrito recibirá el juramento del
Ayuntamiento de esta Capital, cuya corporación jurará por sí y por
la ciudad a quien representa: recibirá igualmente el de los jefes de
ocinas y corporaciones que le estén subordinadas. El Comandante
general recibirá el juramento de los jefes de los cuerpos permanentes
y activos de esta guarnición, y el de los jefes de ocina que estén bajo
sus órdenes. Los ociales mayores de los Ministerios, las autoridades
y jefes que hayan prestado juramento, procederán a recibir el de las
autoridades y empleados que les están subordinados.
Art. 4º Los días en que se efectúe la ceremonia que ordena la
presente ley, se tendrán como de festividad nacional; disponien-
do las respectivas autoridades, lo conveniente para que se tengan lugar
las manifestaciones debidas, en solemnidad de estos días.
Art. 5º En las Capitales de los Estados y Territorios será publicada
por bando nacional la Constitución, el domingo inmediato al día
en que sea recibida.
Art. 6º Al día siguiente de la publicación, los Gobernadores y
Jefes Políticos en su caso, prestarán juramento correspondiente ante
el presidente del Consejo, y en su defecto, ante la primera autoridad
política. Acto continuo jurarán ante el Gobernador, los miembros del
Consejo, el Prefecto, el Comandante general o principal, así como
las autoridades y jefes de las ocinas de la federación y del Estado;
en seguida los que hayan jurado, recibirán el de los individuos
que les están subordinados. Los Gobernadores de los Estados, el
del Distrito y los Jefes políticos de los Territorios, reglamentarán
el modo con que debe ser publicada y jurada la Constitución en
las demás poblaciones no mencionadas en el art. 5º, sujetándose
siempre a las bases señaladas en esta ley.
Art. 7º Los Ayuntamientos de las Capitales de los Estados y
Territorios, jurarán por sí y a nombre de las poblaciones que re-
presentan, en el mismo día indicado en el artículo anterior, y ante
los gobernadores o jefes políticos.

José Ramón Narváez H. 101


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Art. 8º La fórmula del juramento será la siguiente: — ¿Jurais


guardar y hacer guardar la Constitución política de la República
Meicana, epedida por el Congreso Constituyente en 5 de febrero
de 1857? — Sí juro. — Si así lo hiciereis, Dios os lo premie y si no;
el y la Nación os lo demanden.— Respecto de los que no ejerzan
autoridad, se suprimirán las palabras —hacer guardar.
Art. 9º Los Gobernadores y Jefes Políticos, reunirán las actas
en que conste haber sido jurada la Constitución, y las remitirán al
Ministerio de Gobernación.
Art. 10º Los funcionarios, autoridades y empleados comprendi-
dos en la presente ley, que no presten juramento correspondiente,
no pueden continuar desempeñando las funciones públicas que les
competen.”

102 La Constitución de 1857: culto, fetichismo y taumaturgia


EL PODER ELECTORAL EN
QUERÉTARO EN EL SIGLO XIX
Juan Ricardo Jiménez Gómez*

Smai: I. Introducción. II. El poder electoral instituido en


la Constitución queretana de 1833. III. El poder electoral en la
Constitución queretana de 1869. IV. El retorno al anterior siste-
ma. V. Conclusiones.

I. INTRODUCCIÓN

[CSFEQ,II]
Constitución

Cronológica y sistemáticamente el tema del poder electoral en Queré-


taro se sitúa entre 1833 y 1879, ya que en el primer año se reformó la
primera Constitución local en la que se incluyó un apartado que lleva
tal título y en el último se aprobó una nueva ley fundamental estatal
en la que se omite toda referencia a él.

Diputados

El gobierno independiente, fundado en el principio republicano de la


división del poder público en las tres funciones delineadas por Mon-
tesquieu, bien pronto agudizó la preeminencia y protagonismo de los
órganos deliberativos. En efecto, la tarea de la conducción política del
Estado independiente no era radicalmente distinta del modo novohis-

* Instituto de Estudios Constitucionales, Universidad Autónoma de Querétaro.

103
Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

pano de gobernar. Ya hemos analizado el hecho de que incluso sus mo-


dos ceremoniales eran casi idénticos. Por lo que toca al Poder Judicial,
también destacamos que, por la obediencia a las normas para resolver
las controversias y por sus tradicionales formas de actuar, no perlaba
una nueva instancia política diferente de la justicia real, salvo en lo
tocante a una intervención más acusada en asuntos de índole política
en las causas de responsabilidad incoadas a los funcionarios públicos,
como se observa en los documentos facsimilares de esta obra. Quien sí
sobresale en este esquema es el Poder Legislativo, porque su quehacer
y sus obras son inéditos en la vida social, porque nunca antes alguien
diferente al monarca había legislado y mucho menos especícamente
para un campo preciso de observancia de los mandamientos jurídicos,
como lo era la dimensión territorial del estado de Querétaro.
En esta tarea los diputados locales fueron prolícos. Mas no sólo
en el campo legislativo sobresalió el Congreso, sino que realmente se
constituyó en un órgano predominante en lo político, pues bajo el e-
pediente de los decretos, como mandatos de la soberanía, en realidad
formal y materialmente le daba órdenes al gobernador, al “Gobierno”
como se estilaba llamarlo en aquella época. Esta circunstancia habría
de ser sopesada tiempo después para una reforma del sistema tripartita
con las facultades originalmente asignadas a cada poder. Este primer
diseño del gobierno con predominante legislativo no duró mucho.
El centralismo giró en torno a un Poder Ejecutivo local fuerte, en
el que se depositó jurídica y sociológicamente la concentración de fa-
cultades.
El poder legislativo se ejercía sobre una base contundente: la
representación política otorgada por los electores a sus diputados. El
mecanismo al que se acudió para darle forma a este acto jurídico po-
lítico fue el contrato de mandato o poder. Los poderes los otorgaban
los electores a nombre de sus comunidades y pueblos ante escribano
público. De esta manera, los comisarios no podían aprobar en la Cá-
mara sino aquello que les había sido prescrito en el poder. Se trata de
una idea que proviene de la Constitución de Cádiz y que guarda una
íntima coneión con el ejercicio de la soberanía.

104 El poder electoral en Querétaro en el siglo XIX


Ciclo de Conferencias

El proceso de renovación jurídica de los órganos del Estado se


manifestó también en la normatividad de la representación política
en el Congreso. Por el decreto 103, del 21 de mayo de 1831, se epidió
una nueva Ley para la elección de diputados que sustituyó a la del 17
de agosto de 1825.¹
La elección se hacía mediante juntas primarias y secundarias. Las
características de las primarias eran:
a) Indirectas, toda vez que se elegía electores, quienes a su
vez elegían a los diputados.
b) Bienales, el primer domingo de julio.
c) Intervención de autoridad política para la dirección del
proceso, en este caso el prefecto político, jueces de paz y
regidores.
d) División del territorio en secciones electorales o cuarteles
formados por una población de 500 a 2,500 individuos.
e) Padrón de vecinos.
f) Uso de boleta electoral.
g) Intervención de ciudadanos no funcionarios públicos en
una comisión de uno a cuatro individuos de la sección
para repartir las boletas electorales previamente a la
elección.
h) Eistencia de órganos electorales especícos, como las
juntas primarias y las juntas secundarias, integradas por
los presidentes, que eran el prefecto, el juez de paz y los
regidores; un secretario, tres escrutadores electos de entre
los ciudadanos asistentes antes de comenzar el sufragio y
por todos los ciudadanos de la sección o cuartel.
i) Horario para sufragar de nueve de la mañana a dos de la
tarde.
j) Cuota de representación: por cada quinientos ciudadanos
se nombraría un elector y otro si llegare la sección a un
ecedente de más de esa cuota.

1 DTCC30, pp. 43-53AHQ.

Juan Ricardo Jiménez Gómez 105


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

k) Supuestos normativos de requisitos y prohibiciones para


ser elector.
l) Formatos de actas de escrutinio y certicados de elección
a cada elector, para ser empleada como credencial en la
junta secundaria.

El proceso en la secundaria era así:

a) Celebración ocho días después, lo que marcaba una in-


mediatez con la primaria.
b) Integración por los electores nombrados en las primarias.
c) Sede, en las capitales de los distritos.
d) Vericación de dos juntas preparatorias encargadas de la
calicación de credenciales de los electores.
e) Orden del día de la junta secundaria, que incluía la lectura
del marco jurídico aplicable a la elección.
f) Elección por escrutinio secreto mediante cédulas, primero
de los diputados propietarios y luego de los suplentes.
g) Elaboración de acta circunstanciada de la elección.
h) Celebración de misa de te deum en la parroquia con asis-
tencia de la junta y los diputados electos si estuvieron
presentes.
i) Epedición de ocio a los diputados electos para que les
sirviera de credencial en las juntas preparatorias de la
Legislatura.
j) Previsión de un funcionario vigilante de la observancia
del marco jurídico en la gura del síndico procurador de
las capitales de los distritos.
k) Acción pública para reclamar a las juntas el cumplimiento
de la ley.

Los legisladores estaban preocupados por la posibilidad de comi-


sión de fraude electoral, y habían estipulado en el artículo 25, en el de-
sarrollo de la junta primaria, una fórmula que interrogaba sobre si eistía

106 El poder electoral en Querétaro en el siglo XIX


Ciclo de Conferencias

alguna irregularidad sobre cohecho o seducción para sufragar por de-


terminadas personas, así como la sanción inmediata, que era privación
del voto activo y pasivo y la declaración de fraudulentos en perjuicio del
Estado. Pudo haber sido este prurito el que diera lugar para que, no
habiendo aún transcurrido una semana desde la aprobación de aquella
normatividad, cuando por decreto 105, del 27 de mayo de 1831, se le hizo
una adición menor al artículo 28 con el siguiente enunciado: “Por ningún
motivo se recibirán ni presentarán listas”. Con este agregado se buscaba
evitar las planillas orquestadas de antemano, lo cual forzaba el sufragio
libre, individual y secreto. Se pretendía poner punto nal a la simulación
en las votaciones, cuando se aprovechaba la ignorancia y la sumisa actitud
de los electores en todos los niveles del proceso electoral.

Los otros poderes

La común procedencia de la elección indirecta del gobernador y


diputados les daba igual tratamiento.
[….] La relación entre el pueblo y el representante se vaciaba en
el molde del mandato iusprivatista en escrituras públicas contenidas
en los protocolos de escribano público.
En ellas se asentaron poderes otorgados por los electores de los
distritos y pueblos a los diputados al Congreso general y a los dipu-
tados al Congreso del Estado. Su contenido es revelador. Nos mues-
tran cómo se entendía el mandato, la representación popular y cuáles
eran sus poderes; esto es, las facultades otorgadas a los diputados, así
como las condiciones impuestas a éstos.²

2 Notarías, Maldonado, 1831, 1832, poder que otorgan los electores del Estado
a los diputados al Congreso general, octubre 8 de 1832, fs. 71v;-82v; y 1833,
vol. II, poder que otorgan los electores del Estado a los diputados al Congreso
general, febrero 18 de 1833, fs. 40f-41f; poder que otorgan los electores del
Estado.

Juan Ricardo Jiménez Gómez 107


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

En el caso de los diputados al Congreso general, el mecanismo fue


el siguiente: los electores se congregaban en la Escuela Gratuita del Vene-
rable Orden Tercero del Seráco Padre Señor San Francisco de la ciudad
de Querétaro, ante el escribano público y testigos, y le manifestaban que
los ciudadanos residentes en los distritos del Estado les habían conferido
la facultad de nombrar diputados al Congreso general ordinario de los
Estados Unidos Meicanos, mediante las elecciones primarias y secun-
darias celebradas con arreglo a la Ley del 22 de julio de 1826.
Declaraban también que el día anterior habían vericado el nom-
bramiento de diputados y que en consecuencia les otorgaban, a todos
juntos y a cada uno en particular, poderes amplios para que cumplieran
y desempeñaran las funciones de su encargo y para que en unión de los
demás diputados al Congreso general pudieran acordar y resolver cuanto
entendieran conducente al bien general, sujetándose escrupulosamente
a las facultades que les señalaba la Constitución federal. El poder estaba
condicionado a sólo esas atribuciones, se les prohibió a los apoderados
derogar, alterar o variar los artículos constitucionales relativos a la
forma de gobierno –la federal– y a la religión profesada por la nación
meicana. Los electores poderdantes se obligan a sí mismos y a nombre
de los vecinos del Estado a tener por válido, obedecer y cumplir cuanto
se resolviera por el Congreso general.
Los poderes otorgados a los diputados al Congreso del Estado eran
casi idénticos a los de los diputados al Congreso general, con la salvedad
de que los electores comparecientes obligaban a las municipalidades,
y la condición para obedecer lo que aprobaran los diputados era que
se sujetaran escrupulosamente a las atribuciones consignadas en la
Constitución.
Este tipo de poderes se ajustaba cabalmente al concepto de una so-
beranía que conservaba el pueblo y de la cual sólo otorgaba una porción
a algunos ciudadanos. Los comitentes encargaban a los gobernantes la
conducción de los negocios públicos.
Los diputados recibían atribuciones limitadas pues no podían
reformar en modo alguno ciertas partes de la Constitución. El mecanis-
mo jurídico del poder no es de creación local. Provino de las Cortes de

108 El poder electoral en Querétaro en el siglo XIX


Ciclo de Conferencias

Cádiz y de la Constitución de 1812, pues en su artículo 100 recogió la


fórmula especíca del poder otorgado por los electores de provincia a
cada diputado.³ La similitud de los poderes otorgados por los electores
queretanos a sus diputados y el teto del numeral en cita es una prueba
del apego a esa fuente jurídico-política.
Conviene destacar que conforme al sistema de la Constitución
federal de 1824, las elecciones de los diputados al Congreso general
eran reguladas por las legislaturas de los estados, según los principios
constitucionales. El artículo 17 prevenía que concluida la elección de
diputados, las juntas electorales remitirían testimonio en forma de las
actas de elecciones en pliego certicado y participarían a los elegidos su
nombramiento por ocio, que les serviría de credencial. Esta prevención
era seguida muy cercanamente por las disposiciones legales del estado;
el mecanismo servía para acreditar que se había hecho la elección y a

3 “En la ciudad o villa de … a … días del mes de … del año de …. en las salas de ….hallándose
congregados los señores (aquí se pondrán los nombres del presidente y de los electores de
partido que forman la junta electoral de la provincia), dijeron ante mí el infrascrito escribano
y testigos al efecto convocados, que habiéndose procedido con arreglo a la Constitución
política de la Monarquía española, al nombramiento de los electores parroquiales y de
partido con todas las solemnidades prescritas por la misma Constitución, como constaba
de las certicaciones que originales obraban en el expediente, reunidos los expresados
electores de los partidos de la providencia de…. en el día de ….del mes de …. Del presente
año, habían hecho el nombramiento de los diputados que en nombre y representación
de esta provincia han de concurrir a las Cortes y que fueron electos por diputados para
ellas por esta provincia los señores N.N.N., como resulta del acta extendida y rmada por
N.N.; que en su consecuencia les otorgan poderes amplios a todos juntos y a cada uno
de por sí, para cumplir y desempeñar las augustas funciones de su encargo y para que
con los demás diputados de Cortes, como representantes de la Nación española, puedan
acordar y resolver cuanto entendieren conducente al bien general de ella en uso de las
facultades que la Constitución determina y dentro de los límites que la misma prescribe,
sin poder derogar, alterar o variar en manera alguna ninguno de sus artículos bajo ningún
pretexto; y que los otorgasteis se obligan por si mismos y a nombre de todos los vecinos
de esta provincia en virtud de las facultades que le son concedidas como electores
nombrados para este acto, a tener por válido y obedecer y cumplir cuanto como ta-
les diputados de Cortes hicieren y se resolviere por éstas con arreglo a la Constitución
política de la Monarquía española. Así lo expresaron y otorgaron, hallándose presentes
como testigos N.N., que con los señores otorgantes lo rmaron de que doy fe.” Véase
Juan E. Hernández y Dávalos, Historia de la Guerra de Independencia de México, ed.
facsimilar de la de 1878, y. IV, México, INHERM, 1985, p. 94.

Juan Ricardo Jiménez Gómez 109


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

quién se había elegido. La cuestión de los poderes era de fondo, porque se


trataba de lo que el apoderado podía y lo que no podía hacer en su tarea
como diputado. La credencial lo identicaba como diputado; las actas y
documentos relativos a las elecciones legitimaban su elección, pero el sus-
tento para actuar era el poder, el acto sustantivo que le otorgaba el encargo
de legislar y aseguraba la obediencia a lo que legislara y aprobara.
Los poderes otorgados a los diputados se fundaban en dos concep-
tos: uno político, ineistente como precepto legal antes del constitucio-
nalismo gaditano, consistente en la tesis de la soberanía popular y por
la cual los ciudadanos delegaban sus originales potestades a electores
para que éstos a su vez nombraran diputados encargados de la misión
de aprobar y legislar lo conveniente para el bien general de la nación y
el particular de los pueblos; y uno jurídico, de procedencia romana, el
mandato, contrato por el que una persona da facultades a otra llamado
apoderado para que, de acuerdo con sus instrucciones y condiciones
obre en su nombre, quedando obligado el otorgante a cumplir los actos
y compromisos contraídos por el apoderado.
Los individuos integrantes del Congreso estaban imbuidos del
carácter y fundamentación de los poderes de los que comparecían
para ingresar a su seno. Al instalarse una legislatura se estudiaban los
poderes por una comisión nombrada ex professo. Si algunos diputados
comparecían con posterioridad al acto de instalación también eran ea-
minados sus poderes.

II. EL PODER ELECTORAL INSTITUIDO EN


LA CONSTITUCIÓN QUERETANA DE 1833

La Constitución de 1833 es, en lo esencial, la misma que la de 1825.


Los cambios son mínimos, y no de profundidad. El esquema conceptual

4 AHQ, Poder Ejecutivo, 1833, caja 1, impreso de reformas y adiciones a la


Constitución del Estado de Querétaro.

110 El poder electoral en Querétaro en el siglo XIX


Ciclo de Conferencias

o marco de referencia aiológico es, por ello, el mismo. También es de


notarse que la reforma constitucional local se dio desfasada de la reforma
jurídica nacional, porque los cambios sociales y políticos hacia el centra-
lismo se presentaron sólo a partir de 1835, con la promulgación de las
Bases Constitucionales.
Esta circunstancia motiva a hablar de la reforma de la Constitución
local. Su aislamiento del proceso de transformación de la República
es indicativo de una situación particular en la entidad. Es por ello ne-
cesario suponer que debió eistir una razón que impulsara el cambio.
Rechazamos, desde luego, la posibilidad de que la mutación se pro-
dujera simplemente por una cuestión de moda o de capricho, porque
aún no se ajustaba el proceso legislativo a tales variables, ahora muy
peculiares del presidencialismo seenal. Intuimos que aquel proceder
del gobierno estatal obedeció a una deformación o incomprensión del
constitucionalismo.
El núcleo de la reforma de 1833 se integra con 45 nuevos artículos
del también nuevo capítulo seto titulado “Del Poder Electoral”, for-
mado por los numerales del 32 al 76. Este subconjunto representa el
14.7 por ciento del articulado, lo que epresa el soporte de la reforma
en este apartado.
La pregunta se impone: ¿por qué tanto detalle de una cuestión
electoral en la Constitución, con insistencia en formalidades y fases
procesales? Hay que suponer que se adolecía del criterio “constitu-
cional”, del distingo de lo “fundamental”, lo esencial a una Constitu-
ción. No se atendió el carácter de la “supremacía”. Los legisladores
no partieron, al incorporar normas en la ley suprema, de un criterio
que privilegiara el rasgo de lo “general”, “doctrinal” o “rector”, pues
al lado de hipótesis normativas generales ubicaron aspectos secun-
darios, detalles y precisiones que como la sistemática indica deben
situarse en otro nivel de la jerarquía del sistema jurídico, en las leyes
reglamentarias.
Hipótesis: Que el apartado del poder electoral es una contribu-
ción teórica del Congreso de Querétaro a la doctrina constitucional y
al sistema electoral.

Juan Ricardo Jiménez Gómez 111


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

CUADRO 1
COMPARATIVO DE LA CONSTITUCIÓN DE 1833 RESPECTO A LA DE 1825

TÍTULO ARTS. = c.= + N Vs. %


dif.
Título I Estado 3 3 0.9
Título II Territorio 3 2 1 0.9
Título III Habitantes 5 2 1 2 1.6
Título IV Queretanos 13 10 3 4.2
Título V Religión-Gobierno 7 4 2 1 2.3
Título VI Electoral 45 45 14.7
Título VII Legislativo 55 44 11 18.0
Título VIII Ejecutivo 56 47 1 6 1 1 18.2
Título IX Judicial 72 40 27 5 23.5
Título X Distritos 10 8 2 3.2
Título XI Pueblos 11 10 1 3.6
Título XII Hacienda 8 7 1 2.6
Título XIII Milicia 2 1 1 0.6
Título XIV Educación 4 3 1 1.3
Título XV Constitución 12 9 2 1 4.0
Apéndice 1 1 0.3
Totales 307 191 5 58 47 6 99.9
Por ciento 100 62 1 18 15 1 99.9

SIMBOLOGÍA
= Exactamente igual.
c. = Variación de una palabra o fecha.
+ Pequeños cambios de redacción, equivalente.
N Nuevo.
Vs. dif. Diferente o contrario.

Ruptura de la clásica teoría tripartita de la división funcional del


poder público, con antecedentes modernos en Locke y Montesquieu.
La ruptura del paradigma en Benjamín Constant: hay más de tres
poderes, el real y el municipal.
Hipótesis: Que es una reconstrucción a partir de los elementos eis-
tentes, como la normatividad electoral y los principios contenidos desde la
Constitución de Cádiz: sufragio libre, voto indirecto, colegios electorales,
poderes de electores, facultades retenidas.

112 El poder electoral en Querétaro en el siglo XIX


Ciclo de Conferencias

[Comparar con Const. 1825 y Cádiz: elementos, conceptos, etc.]


No olvidar que en el sustrato común de todas las Constituciones que
recibieron la inuencia de la Constitución francesa de 1791, “el pueblo
era originariamente el titular del poder constituyente”.
La doctrina constitucional elaboró con posterioridad el concepto
de “poder constituyente”, formado por los representantes populares,
los diputados constituyentes, al aprobar la primera Constitución de
un Estado. En realidad, sólo puede haber un poder constituyente, y
los que le suceden reciben la denominación de poder reformador de la
Constitución o poder revisor de la Constitución.
Así que desde los comienzos de la recepción por el constituciona-
lismo, incluido el meicano, ya había un poder adicional a los tres del
esquema montesquiniano.
Benjamín Constant planteaba que los poderes eran cinco: real,
ejecutivo, legislativo, judicial y municipal. A este esquema divisional con
más de tres funciones le seguirían otras variantes, entre las que debemos
considerar la del poder electoral establecido por los diputados consti-
tuyentes de 1833 y 1869.
Höpfner veía en el soberano las funciones ejecutiva, legislativa,
económica y de policía. Schlözer agregaba una potestad cameralis. Gön-
ner: reglamentario, judicial, policía, ejecutivo, penal y nanciero. Todo
en la órbita del rey.
Comentar la teoría tripartita de Johannes Altusio y los autores
citados por George Jellinek.
Referente: la riqueza conceptual lleva a los griegos al esquema de la
democracia participativa. No puede haber ciudadanos, no puede haber
poder en los ciudadanos si no se tiene el efectivo derecho de participar
en las elecciones.

5 Teoría general del Estado, prólogo y trad. de Fernando de los Ríos, México, FCE,
2004, pp. 472 y 474.
6 Ibídem, p. 531.

Juan Ricardo Jiménez Gómez 113


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

El signicado de la inclusión de una teoría política distinta


en la Constitución

En la Constitución, ley fundamental, se sitúan las decisiones po-


líticas fundamentales o primordiales de la nación/sociedad.
Algunas son principios políticos.
A la vez, son normas; éstas prescriben una conducta política arre-
glada a tales principios.
Hay una fórmula/formato/modelo político en el derecho na-
cional.
La Constitución como continente/receptáculo de un proyecto
nacional “consensado”.
La Constitución y su proyecto; y la realidad.
La Constitución frente a las nuevas ideas o viejas ideas y las cosas
nuevas.
¿Qué hace que una sociedad dada adopte una teoría política?,
¿cómo permea un principio político en el terreno de los hechos, en
las prácticas jurídico-políticas, y más aún en la cultura política de la
ciudadanía?
Dado un modelo imperante, sus crisis, contradicciones, inecacia,
inidoneidad, hacen ver hacia otras partes.
1) Realidades: inspiradas en respectivas ideas
2) Teorías (ideas puras, no probadas)
No eisten sistemas políticos puros.
Cada pueblo los adapta a su circunstancia.
Toman principios y los moldean, los ajustan. Pero hay un lugar
de procedencia.
Me parece que en el caso del principio político de la división
pentapartita del poder público, y en especial del poder electoral en el
constitucionalismo del siglo xx en Querétaro, estamos en presencia
de un nuevo ritual, o quizá del bautizo de un ceremonial ya en uso al
que se le da una dimensión más elevada.

114 El poder electoral en Querétaro en el siglo XIX


Ciclo de Conferencias

La operación de los principios políticos del poder


electoral a partir de 1833

¿Cómo afectó la puesta en marcha de la reforma de 1833? ¿Mejoró


las elecciones, trajo la democracia?
El problema recurrente en la política meicana del siglo xx era la
ausencia de ciudadanos.
No obstante la carencia de cultura política, el pueblo poseía tradicio-
nes, sobre todo la población indígena, pues el derecho indiano les había
garantizado su vigencia en tanto no contrariaran su espíritu ni su letra.
Además, las ideas publicitarias de la soberanía popular, de observar en
dos lustros que había elecciones para los cargos públicos, seguramente
fueron ltrándose en la idiosincrasia popular. Así, en una fusión muy
peculiar de costumbres y nuevas concepciones políticas, se ensayaba
su ejercicio. Tal hecho ocurrió en la Villa de Santa María de Pueblito el
15 de diciembre de 1833. Sus vecinos no querían que la elección del juez
de paz, regidores y síndico del pueblo fuera hecha por la junta electoral,
sino por ellos mismos. Se amotinaron e impidieron la elección.
Informado el prefecto de Querétaro, Celso Fernández, de los acon-
tecimientos, se trasladó con una veintena de soldados de caballería
proporcionados por el comandante general del estado, para tratar de
imponer orden, sin éito.
Al día siguiente, con mayores efectivos, el prefecto, con uso de esa
fuerza y ante una oposición de voces y forcejeos, logró que los electores
vericaran la elección; detuvo a los cabecillas y los puso a disposición del
juez de letras para la formación de la averiguación sumaria. Al comunicar
estos hechos al gobernador, el prefecto sostenía que tales atentados se
debían a la embriaguez de que se hallaban poseídos aquellos indígenas.
Aquí advertimos un conicto de normas. Por un lado la ley del 19 de
noviembre de 1825, que ordenó la renovación de los ayuntamientos con
juntas de electores vericadas anualmente, relativa a su vez a la ley del
18 del mismo mes y año, epedida por el Congreso local para el gobierno
económico político de los pueblos –el derecho independiente–, y por otro
las normas inmemoriales de la población indígena para nombrar a sus

Juan Ricardo Jiménez Gómez 115


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

gobernantes inmediatos. A la distancia, aún puede percibirse el intento del


prefecto de desvirtuar con adjetivos demostrativos la genuina epresión
de un pueblo que reclamaba sus derechos ancestrales, los cuales estima-
ba de mejor justicia que las disposiciones del nuevo orden jurídico del
sistema independiente.
El Congreso del Estado epidió el decreto 79, del 17 mayo de 1834,
que aprobó la elección hecha, con lo que se robustece la característica de
prevalencia del sistema de elección indirecta sobre la práctica democrá-
tica de los pueblos indígenas.

Los implicados en tales hechos fueron enjuiciados. La carátula del


epediente relativo reza: “Querétaro, Año de 1833. Criminal contra Ci-
priano Licea y socios, por haber faltado al orden y tranquilidad pública
en las elecciones de renovación de ayuntamiento de la Villa de Santa
Ma. del Pueblito”.
El prefecto, por ocio de 17 de diciembre de 1833, puso los indivi-
duos a disposición del juez epresando que querían que las elecciones
se hicieran por el pueblo y no por la junta electoral de la municipalidad
como estaba prevenido por la ley”.¹

De cómo el poder electoral se beneciaba


en los ritos religiosos

Todo sistema político practica un ritual que sirve, entre otras cosas,
para eternar su pensamiento, para acreditar su presencia viva y para
mantener despierta la atención de la ciudadanía. Frente a lo cotidiano,
a lo rutinario, el acto político representa la sublimación del quehacer,
la forma que posibilita adornar lo que de otra manera simplemente
sucede.

7 AHQ, Poder Ejecutivo, 1833, caja 2, informe del jefe político de Santa María del
Pueblito, 17 de diciembre de 1833.
8 DQCC, p. 72.
9 AHQ, Judicial, Penal, 1833, legajo 1, exp. Núm. 30, Criminal contra Cipriano
Licea y socios.
10 Ídem, f. if v.

116 El poder electoral en Querétaro en el siglo XIX


Ciclo de Conferencias

Tales actos no aportan soluciones a los problemas de la sociedad


o del aparato gubernamental, ni transforman la vida social, pero la
política se sirve de ellas para otros usos importantes como vía
de reconocimiento, de aplauso, de autojusticación, de ehibición y de
vanidad.
El Estado independiente recurrió a la religión en búsqueda de los
medios para fortalecer sus modos ceremoniales. El Estado se bene-
ciaba del culto eterno. Obligado a mantener el esplendor y pompa
de éste, se aprovechaba de esa dedicación. La función religiosa era
un medio para enaltecer o signicar un hecho o una gura política.
Servía como recurso para concitar beneplácito o asentimiento social
y para manifestar la posición de preeminencia del gobernante en lo
individual y de su partido.

Quiénes podían formar parte del poder electoral


y por qué los cambios

En la Constitución de 1833 encontramos diversas disposiciones


que limitaron la intervención de los clérigos. El artículo 20 les suspen-
día el ejercicio de los derechos de ciudadanía, aunque únicamente a
los miembros del clero regular; el artículo 45 les impedía ser electo-
res; y el artículo 103, ser diputados a quienes ejercieran jurisdicción
eclesiástica en todo el estado o fueran vicarios foráneos o jueces
eclesiásticos en el distrito respectivo; el artículo 136 les vedaba el
cargo de gobernador o vicegobernador; el numeral 172 sólo permitía
un eclesiástico en la Junta Consultiva de Gobierno; el artículo 197
les prohibía ser de la Suprema Corte de Justicia; tampoco podían ser
miembros del jurado para juzgar a los individuos de la Suprema Corte
de Justicia y scal, según el artículo 205; el artículo 219 les impedía
ser jurados. Como se puede observar de estos preceptos, no se trataba
de limitaciones o prohibiciones generales, pues estaban reducidas a
sólo ciertas áreas o condiciones.

Juan Ricardo Jiménez Gómez 117


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Las tesis del catecismo político de 1833

CAPÍTULO 3°¹¹

Del gobierno
P. ¿Qué cosa es forma de gobierno?
R. El orden con que la Constitución distribuye y arregla los
tres poderes de la sociedad, y que forman su soberanía o autoridad
soberana.
P. ¿Cuáles son estos tres poderes?
R. El legislativo, que dicta las leyes; el ejecutivo que las hace cum-
plir, y al que se da también el nombre de gobierno, y (p. 10) el judicial
que juzga según ellos.
P. ¿Qué es gobierno republicano?
R. Aquel en que los tres poderes están divididos y puestos en ma-
nos de diversas personas por un tiempo determinado, y esta especie de
gobierno se llama aristocrático o democrático.
P. ¿Y cuándo se llama democrático?
R. Se llama democrático o popular cuando estos tres poderes se
depositan en los ciudadanos sin distinción de clases, los cuales no eisten
en esta forma de gobierno.

III. EL PODER ELECTORAL EN LA CONSTITUCIÓN


QUERETANA DE 1869

Al triunfo del partido liberal, se aanzó la vigencia jerárquica de


la Constitución de 1857.
¿En qué medida se volvió insostenible el concepto y el funciona-
miento del poder electoral y su sistema operativo de Querétaro según

11 Catecismo político que en cumplimiento del artículo 260 de la Constitución del


Estado de Querétaro, ha dispuesto y aprobado su Honorable Congreso para la
enseñanza de la juventud en las escuelas de primeras letras. [Querétaro], Impreso
en la ocina del C. R. Escandón, 1833.

118 El poder electoral en Querétaro en el siglo XIX


Ciclo de Conferencias

su Constitución de 1833, por las prescripciones del nuevo Código o por


nuevos principios que modelaban un sistema político distinto?

[CSFEQ, III]

El decreto Núm. 15 declaró vigente la Constitución de 1825 refor-


mada en 1833, en todo lo que no se opusiera a la Constitución de 1857,
al Acta de Reformas epedida por el Congreso del Estado en 1857, y a
una ley electoral del 2 de abril del mismo año.¹²

La Constitución de 1869

El propósito esencial de la elaboración de una nueva Carta consti-


tucional local al triunfo del partido liberal en 1867, fue sin duda ajustar
las disposiciones eistentes al tenor de la ley suprema de la nación,
de 1857. Pero al menos en lo tocante a la cuestión electoral, no hubo
variación sustancial. Se sostuvo la tesis de la división pentapartita del
poder público, y la conformación entre las funciones del poder electoral
establecido en 1833.
Los redactores del proyecto constitucional de 1868 señalaban
sobre este particular:
El título IV al tratar de la división de poderes, viene a causar una
revolución en el orden establecido; él declara dos principios: sea el
primero, que el pueblo es el primer poder del Estado y que ejerce su
soberanía al elegir libremente a sus representantes; sea el segundo, que
las autoridades municipales que hasta hoy han sido tenidas como de
tercera o cuarta categoría, es fuerza elevarlas a la primera, declararlas
quinto poder del Estado y etender en consecuencia el círculo de sus
facultades administrativas.¹³

12 AHQ, Poder Ejecutivo, 1867, caja 1, legajo Decretos de julio Ma. Cervantes y
discurso del Dip. Domínguez, junio 3 de 1868; La Sombra de Arteaga, junio 7 de
1868, p. 3.
13 Exposición de motivos del proyecto de Constitución, cit., p. 19.

Juan Ricardo Jiménez Gómez 119


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

A Partir del que consideraban el valor medular del sistema de


gobierno del concepto de la soberanía popular, los diputados plan-
teaban que el pueblo era el primer poder del Estado. Este poder no
sólo funcionaría en los tiempos electorales, sino que debía permanecer
un representante, tanto para llenar las vacantes que en los cargos se
fueran produciendo, como, aspecto de gran trascendencia teórica,
que tuviera la misión de “velar por la eistencia de la Constitución,
para que no se reforme sin su concurrencia”.14 El pueblo tenía en este
esquema la última palabra respecto a las reformas constitucionales,
puesto que debían ser aprobadas en las juntas de partido formadas
por ciudadanos-electores.
El gran mérito de los constituyentes queretanos de 1833 y 1869 es
que tuvieron el genio para armar un paradigma novedoso, a partir de
los elementos teóricos ya eistentes. No fue una concepción utópica.
Fue un redimensionamiento político del pueblo, del papel fundamen-
tal que le tocaba no como mero elector cada cierto tiempo, sino como
ciudadano permanente enlistado en el quehacer de elector y de vigía,
como ya he referido.
Los constituyentes creyeron que los colegios electorales de mu-
nicipalidad eran la asociación política básica del sistema democrático.
Creían que en tanto “emanación directa de los pueblos”, estarían en
comunicación diaria y directa con ellos. La municipalidad era la última
subdivisión del territorio del estado. Cada municipalidad contaba con
un número de ciudadanos, a modo de un senatus curial de los tiempos
municipales del Imperio Romano, que eran representantes por todo el
periodo que hubieren sido electos, de manera que no dejaban de fun-
cionar. Con esta justicación, los constituyentes apoyaron la elección
indirecta en primer grado.
En la mente de los legisladores estaba el propósito de que la refor-
ma constitucional no quedara en manos de un corto numerus clausus del
Congreso, sino que se ampliara la base de apoyo popular, a través de los
mencionados colegios electorales de municipalidad.

14 Ibídem, p. 20.

120 El poder electoral en Querétaro en el siglo XIX


Ciclo de Conferencias

En 1868 las elecciones populares seguían siendo indirectas. Los


diputados eran electos por un colegio electoral integrado por electores.
Seguían vigentes los formatos de los primeros actos electorales con
motivo de la Constitución de Cádiz.15
La comisión redactora del proyecto de Constitución de 1868, al
eplicar algunas novedades relativas a la cuestión electoral, do que con
mucho placer hubiera dado la preferencia a la elección directa sobre la
indirecta, pero tuvo presente que se trataba de legislar en el estado de
Querétaro y que aquí no se contaba con ilustración ni aun en la mitad
de los habitantes.
La comisión agregaba: “La elección directa sería conceder a los
dueños de ncas rústicas tantos votos cuantos habitantes tenga la n-
ca, atendiendo que nuestros indios no tienen voluntad propia y que
muchas veces, casi siempre, no saben ni aun los nombres que llevan
escritos en sus boletas”.16
También la comisión adujo una razón para decidirse por la elección
indirecta: evitar la molestia para los ciudadanos de una municipalidad
de ser convocados constantemente para vericar una elección. Para eso
estaban los representantes de los ciudadanos en el conjunto orgánico
denominado Colegio Electoral de Municipalidad.

Cultura política, ¿ciudadanos o casi?

¿Quiénes eran los sujetos o titulares del poder electoral?


No el pueblo ni genere, sino una fracción de él, los órganos mediante

15 Elección de diputados en San Juan del Río, Cadereyta y Tolimán, La Sombra de


Arteaga núms. 18 y 61.
AHQ, Poder Ejecutivo, 1842, caja 1, acta de elección primaria en El Saucillo, marzo 6
de 1842; 1845, caja 2, acta de elección para elector primario Arroyo Seco, agosto
10 de 1845; cómputo de la elección de elector secundario en Jalpan, septiembre
7 de 1845; acta de elección para elector secundario en Jalpan, septiembre 7 de
1845; defensa que hacen los electores secundarios de la institución del Colegio
electoral, octubre 4 de 1845; 1861, caja 1, acta sobre incidente sobre elecciones
primarias en Hércules, marzo 10 de 1861.
16 Exposición de motivos del Proyecto de Constitución, Querétaro, abril 20 de 1868.
Véase Suárez Muñoz, Manuel (ed.), Proyecto de Constitución de 1868 y Constitución
queretana de 1869, Querétaro, Instituto de Estudios Constitucionales, 2006, pp.
20 y 21.

Juan Ricardo Jiménez Gómez 121


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

los cuales se concretaba el electorado: integrantes de mesas computado-


ras de votos, comisiones de poderes (¿?).
La primera cuestión que nos planteamos fue si las condiciones
generales del desarrollo habían mejorado en este periodo, especíca-
mente en el terreno cultural y educativo, como para suponer que la
grave deciencia de la ausencia de cultura ciudadana observada en el
periodo del primer formato republicano federalista había sido supera-
da. Una simple revisión de los acontecimientos políticos nos puso en la
certeza de que ese avance no se dio, y que incluso era posible advertir,
comparativamente, un retroceso. La razón es muy simple: la agitación
permanente de la sociedad impidió ncar un desarrollo sostenido,
lineal, y destinar esfuerzos hacia el renglón educativo. El comercio
adolecía de graves dicultades, la Hacienda sufría graves pérdidas en
sus afanes agropecuarios y la industria sencillamente estaba ausente.
Las instituciones padecen penuria económica.
¿De dónde habrían de surgir los fondos para la educación? Con todo,
la mayoría de las escuelas de primeras letras funcionaron, sostenidas por
los fondos municipales. La educación, en suma, quedó aletargada.
A pesar de que los gobernantes estaban conscientes de la nece-
sidad de ilustrar a la población y de que la educación era un factor
indispensable para el desarrollo del sistema democrático, no eistió
una acción congruente y ecaz para lograr ese propósito.
El acceso a los libros —medio de transmisión cultural por antono-
masia en Nueva España, y también en el Méico independiente— estaba
restringido a una élite de lectores. El pueblo seguía en ayuno de letras.
Esto no quiere decir que no hubiera ciudadanos que no supieran leer
y escribir, puesto que los había en todas las comunidades, pero éstos
apenas dominaban los rudimentos de la escritura, y prueba de ello son
los trazos inseguros e imprecisos de la escritura de los documentos
políticos provenientes de este periodo. No se necesita arriesgar un
diagnóstico para suponer que el nivel cultural, y concretamente de
cultura política, era deciente en grado superlativo.
Para formarse, para eistir, para realizar los actos de su litur-
gia formal, el nuevo sistema republicano demandaba ciudadanos

122 El poder electoral en Querétaro en el siglo XIX


Ciclo de Conferencias

preparados. Vemos cómo en este periodo se quiso aparentar que tales


ciudadanos eistían en todos los pueblos del estado/departamento,
mas eso era una cción, porque estaban arreglados los hechos para que
parecieran de una forma, sólo que al repetirse mecánicamente los for-
matos distribuidos por los agentes gubernamentales se revela el fondo
de las cosas. La política se ejerció con base en formas, a concurrencias
para quienes las más de las veces era ininteligible el desarrollo de los
actos y cuya presencia servía para sustentar un acto al que sólo se
sumaban como testigos inmutables. Todo parece indicar que los actos
políticos se ejecutaban en los niveles inferiores sobre bases de dirección
caciquil, cuya tarea era simplemente obedecer instrucciones.
El grupo director, o mejor dicho, los dirigentes de los bandos be-
ligerantes en este periodo, reejaron en su actuación y sus ideas una
conformidad a su formación educativa. Denitivamente los hombres,
caudillos, líderes, caciques y capitanes son un producto cultural. Esto
indica una presencia de dos culturas, al menos de dos visiones diversas
que se epresaron con rmeza en partidos. Una cultura política tradi-
cional, muy próima a los valores, sistemas y programas coloniales, la
autoridad, el orden, el respeto, la jerarquía, la distinción clasista, y otra,
comprometida con ideales más modernos, con las libertades, la igual-
dad, la justicia. Luego el centralismo, por anidad con el poder, con la
autoridad virreinal, y el federalismo, respeto a la libertad y gobierno
interior de las provincias, se sumará a estas posiciones antagónicas. Los
hombres no nacieron en una bandera, sino que su formación cultural
los aproimó a una trinchera; su vida misma los orilló, valga decir, los
puso en el etremo.
Es interesante la militancia de los grupos o clases sociales en los
bandos políticos. Los comerciantes y hacendados se ubicaron preferen-
temente entre los conservadores y centralistas, luego imperialistas; el
ejército se dividió, pues hubo capitanes graduados en ambos lados; con
los letrados sucedió lo mismo.
En cambio, el clero arribó casi masivamente a los terrenos del
conservadurismo. En la lucha independiente y en la discusión inicial
sobre federalismo/centralismo, las opiniones de los clérigos estuvieron

Juan Ricardo Jiménez Gómez 123


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

divididas. Sin embargo, en el desastre de la primera república federal,


los eclesiásticos se sumaron mayoritariamente al bando centralista. Los
intentos del liberalismo por tocar sus cuantiosos bienes pusieron en
alerta al clero y motivaron su respuesta corporativa frente a las medidas
reformistas. Desde aquí no abandonaron su posición política y corrieron
la suerte de su partido hasta su derrota.
La masa, la inerte y anónima población, fue el caldo de cultivo
donde hicieron efervescencia las diferencias. La leva de uno y otro
lado, las vejaciones a la población civil, las eacciones y la violencia
generalizada contra los pueblos fueron los signos de una participación
obligada, pasiva, como la de la víctima, frustrante, que debió servir
de catalizador –con toda la fuerza de un estallido– de las insurreccio-
nes campesinas de la Sierra Gorda.
Interesa saber cuál es el lado que pelean, o si es una rebelión social
en toda la etensión. Sin generalizaciones, la belicosidad de la zona
serrana de Querétaro en esta etapa tiene antecedentes coloniales, una
carga secular de recelos y rencores, por lo que cualquier oportunidad de
armarse era bienvenida como ocasión para un ajuste de cuentas.
En las cuatro primeras décadas de la vida independiente, el uso
ceremonial del sistema colonial había sido conservado, siendo una de
sus manifestaciones el trato protocolario que debía darse a las autorida-
des, lo cual se disponía por ley. El empuje de las ideas igualitarias por
el movimiento de la Reforma rompió con tales distinciones. En 1861, el
Congreso de la Unión declaró abolidos los tratamientos ociales, susti-
tuyéndolos con el “honroso y democrático de ciudadano”. Al reproducir
estas medidas, el general Arteaga se declaraba convencido de que “en
una república democrática son inútiles esos títulos pomposos, restos
de la dominación española” y dispuso que no se diera el tratamiento
reverencial hasta entonces acostumbrado para dirigirse a las autorida-
des del Estado, sino sólo el indicado de ciudadano y, cuando el caso lo
eigiera, el impersonal.17

17 AHQ, Poder Ejecutivo, 1861, caja 2, legajo prefectura del Centro, ocio del
gobernador Arteaga al prefecto del Centro, 18 de septiembre de 1861.

124 El poder electoral en Querétaro en el siglo XIX


Ciclo de Conferencias

IV. EL RETORNO AL ANTERIOR SISTEMA

El concepto y el tratamiento del rubro “del poder electoral”, desapa-


reció del lenguaje constitucional a partir de 1879, cuando se epide una
nueva carta constitucional local en consonancia con los nuevos vientos
políticos. Se retornó a la doctrina clásica de la división de poderes. Y así
se ha mantenido, como un viejo discurso que se conserva como reliquia
histórica, como testimonio de la deuda que la humanidad tiene con los
teóricos y revolucionarios que destruyeron el andamiaje teórico de las
rancias constituciones monárquicas. Seguimos sosteniendo la teoría
tripartita como un dogma inmarcesible del constitucionalismo liberal,
aunque estemos de acuerdo con que es un modelo anticuado, insu-
ciente, que sólo subsiste por la reverencia a Locke, pero principalmente
a Montesquieu. Una actitud que semeja el esquema argumentativo de la
escolástica, fundado en la autoridad de los autores. No aceptamos una
versión distinta del trazo divisional de las funciones del poder público
porque se nos da en la cara con el magíster dixit de los tratadistas.
Deberíamos refrescar nuestras ideas, sacudirnos de la inercia teórica,
del dogmatismo y armados con argumentos de funcionalidad, de real-
politik, de composición real del aparato gubernamental, dejar de seguir
estirando el concepto hasta límites inauditos. Discutamos, analicemos,
pongamos en el tablero de la discusión las muy modestas pero no menos
importantes ideas de los constituyentes de 1833 y 1869, que asomaron por
entre las cabezas de su tiempo y vislumbraron nuevos paradigmas.
En el porriato se canceló la última fase de aprobación de las refor-
mas constitucionales por el pueblo. En lugar de los colegios electorales
de municipalidad, se colocó a una autoridad pública, el ayuntamien-
to de cada municipalidad. Pero los ayuntamientos eran órganos elegi-
dos, funcionarios, no pueblo-electorado. Así la reforma constitucional
pasó a ser un asunto de instituciones políticas: Congreso–gobernador–
ayuntamientos. Otra vez el “corto número” de sujetos con el poder
de modicar la Constitución. Aquella supresión fue sin duda, una
clara pérdida de un rasgo democrático del sistema electoral respecto
a la participación ciudadana. Si el régimen de Díaz ha sido llamado

Juan Ricardo Jiménez Gómez 125


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

dictatorial, entonces tal signo era congruente con esa deformación po-
lítica, pero, la pregunta cabe, ¿por qué en el Méico posrevolucionario
y en el Méico contemporáneo, en nuestro sistema de pluripartidismo,
no se admite la intervención decisiva del pueblo bajo un esquema más
moderno, por ejemplo de votación en casillas electorales como si fuera
un referéndum?

V. CONCLUSIONES

El poder electoral en Querétaro fue un ensayo para reclasicar la


teoría clásica de la división tripartita de las funciones del poder público
de cuño montesquiniano. En realidad, es un redimensionamiento y
hasta quizá un rediseño del mismo conjunto de elementos teóricos dis-
ponibles. La armazón es novedosa, quizá adelantada a su tiempo. Hoy
resulta caduca la concepción tripartita; la salida de los órganos constitu-
cionales autónomos no deja de ser un pegote sistemático en el discurso
constitucional. Quizás debamos plantearnos como cuestionamiento ante
la realidad del sistema político vigente, la pertinencia de replantear el
escenario divisional del poder público y erigir el poder electoral frente
a los poderes electorales trasladados a las élites partidistas. Entonces
podría hablarse de ciudadanización de la política.

126 El poder electoral en Querétaro en el siglo XIX


COMENTARIOS SOBRE 150 AÑOS
DE JUSTICIA CONSTITUCIONAL
Ángel Zarazúa Martínez*

Smai: I. Protección constitucional. 1. Generalidades.


2. Breve referencia a los derechos humanos. 3. Las garantías
constitucionales. 4. Los derechos políticos. 5. Síntesis. II. El
juicio de amparo. 1. Algunos antecedentes históricos sobre
el juicio de amparo. 2. Primera Ley de Amparo (1861). 3. Se-
gunda Ley sobre Amparo (1869). 4. Tercera Ley sobre Amparo
(1882). III. Protección constitucional de los derechos políticos.
1. Algunos antecedentes importantes.

I. PROTECCIÓN CONSTITUCIONAL

1. Generalidades

La gama de derechos referidos en la Carta Magna eige conocer la na-


turaleza jurídica de cada uno de ellos, para así apreciar con nitidez la
evolución que ha tenido su tutela constitucional. Esto es así porque el
constituyente meicano ha dado un tratamiento diverso en el estableci-
miento de mecanismos protectores.
En la obra El amparo y sus reformas¹ de la autoría de Isidro Rojas y
Francisco Pascual García que data de 1907, se hace una eplícita distin-

* Magistrado de la Sala Regional Distrito Federal del TEPJF.


1 Rojas, Isidro y García Pascual, Francisco, El amparo y sus reformas, México,
Suprema Corte de Justicia de la Nación, edición facsimilar, 1a. reimpresión,
2003.

127
Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

ción entre derechos del hombre y garantías constitucionales: así, arman


que en el vasto campo de la legislación con frecuencia se encuentran
preceptos positivos que no son otra cosa sino la consagración de derechos
naturales, de derechos del hombre que, si no están consignados en la
Constitución ni por ella garantizados de una manera especial y epresa,
sí están reconocidos y aun sancionados por las leyes.
Su razonamiento conduce a armar que ni todos los derechos del
hombre están enumerados en la Constitución, ni todos los enumerados en
ella como tales son precisamente derechos del hombre; por eso mismo la
noción de esos derechos no entra de una manera necesaria y esencial en
la de las garantías constitucionales. Para que haya una garantía constitu-
cional basta la ley positiva que la establece, aunque no sea derecho del
hombre, como sucede, por ejemplo, para no citar otros, con el precepto
prohibitivo de que haya más de tres instancias en el juicio criminal; y de
esa manera, una garantía constitucional puede referirse a un derecho
humano que no deba su origen a la sociedad civil, o a uno que de ésta
nazca porque tenga su origen en la ley; pero si la Constitución lo garantiza,
habrá a favor de aquel derecho una garantía constitucional.
Concluyen entonces que no deben confundirse los derechos del
hombre con las garantías constitucionales, porque ni la Constitución
garantiza ni enumera todos aquellos derechos de una manera epresa,
ni todos los que garantiza son derechos del hombre.
A esta distinción habría que agregar la relativa a los derechos polí-
ticos, debido a que nuestra legislación distingue: su naturaleza jurídica,
los órganos ante los cuales habrán de hacerse valer las violaciones que
se susciten, el término para hacerlas valer, los efectos de la resolución
que al respecto se emita, a quiénes corresponde su titularidad, entre
otros aspectos.

2. Breve referencia a los derechos humanos

Por cuanto a los derechos humanos se comparte la idea ya


señalada en el sentido de que su titular es toda persona por el solo
hecho de serlo. No obstante los esfuerzos del legislador, así como

128 Comentarios sobre 150 años de justicia constitucional


Ciclo de Conferencias

los de los órganos jurisdiccionales por acreditar que efectivamente


se encuentran tutelados por la Carta Magna, desde nuestro punto
de vista no es así, y el contenido de diversos criterios establecidos
por los órganos jurisdiccionales a través de los cuales se arma la
eistencia de una tutela constitucional, no hacen sino conrmar que
efectivamente se carece de ella, de ahí que se mantenga vigente la
propuesta de incorporar la tutela constitucional a nivel federal de
los derechos fundamentales.
Cabe señalar que la legislación de algunas entidades federativas
sí contiene epresamente tal protección, como es el caso de la Cons-
titución del estado de San Luis Potosí, que en su artículo 16 establece
“El estado de San Luis Potosí reconoce y respeta la supremacía de la
vida humana. Queda prohibida la pena de muerte, la cual no podrá
aplicarse en ningún caso”;² epresiones como ésta no se contienen en
la Constitución General.

3. Las garantías constitucionales

Por otra parte, las garantías constitucionales son esencialmente


derechos subjetivos públicos, cuyos titulares son los gobernados y
se requiere que se encuentren previstos en la normatividad vigente.
Constituyen un derecho para los gobernados y una obligación para
los órganos y autoridades del gobierno, y tienen su fuente única en la
Constitución General.
De violaciones a garantías constitucionales conocen los juzgados
y tribunales del Poder Judicial de la Federación y los términos para
la interposición de las demandas correspondientes se encuentran
previstos en la Ley Reglamentaria de los artículos 105 y 107 consti-
tucionales.

2 Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Constitución Política del Estado
Libre y Soberano de San Luis Potosí, Colección Legislaciones, México, 2a. edición,
2006, p. 20.

Ángel Zarazúa Martínez 129


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

4. Los derechos políticos

Los derechos políticos, referidos a la materia electoral, se encuen-


tran contemplados en el artículo 35, en consonancia con los artículos
41 y 99, todos de la Constitución. Debido a que se ha etendido el
manto protector del medio de impugnación con el que se cuenta para
proteger este tipo de derechos, se considera que es posible demandar
la violación de algunas garantías constitucionales aplicadas en materia
electoral mediante el juicio referido, tal es el caso de los artículos 8°,
9° y 6° (por cuanto al derecho a la información), entre otros, preceptos
todos correspondientes a la Carta Magna.
En el caso de los derechos políticos, la instancia competente para
resolver las controversias relativas son los órganos jurisdiccionales en
los términos contenidos en la legislación respectiva; el titular de estos
derechos será el ciudadano meicano.

5. Síntesis

Por las características señaladas con anterioridad, de cada uno


de los tres derechos desglosados, es inconcuso que conforme a lo
establecido en la legislación vigente, no eiste motivo alguno para
confundirlos, pero sobre todo por cuanto a la vía impugnativa. No se
soslaya el hecho que con base en diversos instrumentos jurídicos in-
ternacionales sucritos por nuestro país, la tendencia natural es que los
derechos humanos cada día cuenten con una regulación eplícita, de
tal manera que se marque su cercanía respecto a su naturaleza jurídica
con los propios derechos políticos.
La nalidad de este trabajo es constatar que durante más de siglo
y medio de justicia constitucional en nuestro país, el trato que se ha
dado en la legislación ha sido radicalmente distinto, en lo referente a
los medios de tutela. La revisión que se realiza en este trabajo versa
especícamente entre lo acontecido con el juicio de amparo y el juicio
para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano,
es decir, entre garantías constitucionales y derechos políticos.

130 Comentarios sobre 150 años de justicia constitucional


Ciclo de Conferencias

II. EL JUICIO DE AMPARO

1. Algunos antecedentes históricos sobre el juicio de amparo

No fue su ciente consagrar algunos derechos fundamentales


en las normas para que los órganos y autoridades del gobierno
los observaran y respetaran en su aplicación, pues lo que en la
práctica surgió fueron múltiples violaciones. Se requería entonces
no sólo la consagración de tales derechos, sino además el esta-
blecimiento de instrumentos jurídicos que permitieran tutelarlos
contra los abusos.
En el caso de Méico, llama la atención el hecho de que diversas
 guras jurídicas de trascendencia, primero se ponen a prueba en
las constituciones locales y, posteriormente, acreditada su e cacia,
se plasman en la legislación federal. Tal ha sido el caso del derecho
al voto de las mujeres; la regulación de las precampañas, la crea-
ción de una contraloría de la legalidad electoral, entre otros casos;
destaca la  gura del amparo, la cual primeramente se instauró en
la Constitución de Yucatán de 1840 como una aportación al mundo
jurídico y cuya sistematización corrió a cargo de Manuel Crecencio
Rejón; y fue hasta el año 1847 que apareció en una Constitución
Federal.
El juicio de amparo en Méico teórica e históricamente es un
medio de protección del orden constitucional contra todo acto de au-
toridad que afecte o agravie a cualquier gobernado.

A. Constitución Gaditana

Algunos estudiosos del derecho constitucional sostienen que el


origen del constitucionalismo meicano se da a partir de la Constitu-
ción de Cádiz de 1812; sin embargo, nuestra opinión es en el sentido
de que no puede considerarse como tal, pues dicho ordenamiento
no constituyó una nueva norma fundamental propia de la Nueva
España.

Ángel Zarazúa Martínez 131


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

B. Constitución de Apatzingán

De igual manera se ha establecido que la llamada Constitución de


Apatzingán pudiera ser el origen de nuestro constitucionalismo, pero
la cuestión es que este cuerpo normativo nunca inició su vigencia, lo
cual no demerita el alto valor que representó como modelo para cons-
tituciones posteriores.
En efecto, la célebre Carta de Apatzingán, en su artículo 19, es-
tableció el principio de la igualdad; garantizó la seguridad personal
y real de los ciudadanos, por el estatuto de la limitación del poder; la
responsabilidad de los funcionarios públicos; la presunción de ino-
cencia, mientras no haya declaración de culpabilidad, la necesidad de
ser oído para ser juzgado; la inviolabilidad del domicilio privado, la
propiedad y la inviolabilidad del derecho de representación ante las
autoridades públicas; la libertad del trabajo y del comercio; aunque
con alguna limitación; y, nalmente, la libre manifestación de las ideas,
aun por la prensa. Consagró los derechos humanos fundamentales y
algunas libertades políticas.

C. Acta Constitutiva de 31 de enero de 1824

El Acta Constitutiva de 31 de enero de 1824, que precedió a la


Constitución Federal del mismo año, consignó los derechos del hombre,
no obstante que esa Acta sólo tenía un carácter provisional.
Dicha carta estableció: “todo hombre que habite en el territorio de
la Federación, tiene derecho a que se le administre pronta, completa e
imparcialmente justicia”; preceptuó, el principio de no retroactividad:
“Ningún hombre, señaló, será juzgado en los Estados o territorios de
la Federación, sino por leyes dadas y tribunales establecidos antes del
acto por el cual se le juzgue. En consecuencia, queda para siempre
prohibido todo juicio por comisión especial y toda ley retroactiva”.
De igual manera se consagró la epresión en el sentido de que “La
Nación está obligada a proteger por leyes sabias y justas los derechos
del hombre y del ciudadano”.

132 Comentarios sobre 150 años de justicia constitucional


Ciclo de Conferencias

D. Constitución de 1824

La Constitución de 1824 señaló algunos de los derechos del hombre


y los consagró epresamente. Entre las atribuciones del Presidente de la
República está: “cuidar de que la justicia se administrara pronta y cum-
plidamente por la Corte Suprema, tribunales y juzgados de la Federación,
y de que sus sentencias fueran ejecutadas según las leyes”, y entre las del
Congreso: “proteger y arreglar la libertad política de imprenta, de modo
que jamás se pudiera suspender su ejercicio y mucho menos abolirse en
ninguno de los Estados ni Territorios de la Federación”.
Esta carta fundamental, en el apartado identificado con el
nombre de “Reglas generales a que se sujetará en todos los Estados
y Territorios de la Federación la administración de justicia”, consa-
gró algunos principios: la limitación de la pena de infamia a sólo el
delincuente, con esto se dio un paso hacia la abolición legal de esa
pena; a la supresión de la confiscación de bienes, la prohibición de
juicios por comisión y de leyes retroactivas; la abolición del tormento,
cualquiera que fuere la naturaleza y estado del proceso; la libertad
personal; la inviolabilidad del domicilio y de la propiedad mueble;
el derecho de no declarar contra sí mismo, entre otros importantes
aspectos que quedaron estipulados.

E. Constitución Centralista de 1836

La Constitución centralista conocida con el nombre de “Las Siete


Leyes,” establecía un Supremo Poder Conservador, formado de cinco
individuos, erigidos sobre el poder Legislativo, el Ejecutivo y el Judi-
cial, con facultades casi omnipotentes; por ello “debía ser obedecida a
quienes se dirigiera y correspondiera la ejecución”, por lo que quien se
atreviera a no cumplir con ese mandato, caía en desacato y “la formal
desobediencia se tendría por crimen de alta traición”.
El citado cuarto poder era prácticamente irresponsable jurídi-
camente: “Este supremo poder no es responsable de sus operaciones

Ángel Zarazúa Martínez 133


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

más que a Dios y a la opinión pública, y sus individuos en ningún caso


podrán ser juzgados ni reconvenidos por sus opiniones”.
Paradójicamente, siendo una Constitución Centralista, consignó
algunos de los principales derechos del ciudadano y del hombre,
contenidos en el apartado denominado “Prevenciones generales sobre
administración de justicia en lo civil y en lo criminal”.
Ahora bien, el que haya consignado diversas prerrogativas, en
los hechos, no signicó garantía para que fueran estrictamente obser-
vados. Se consagró el derecho de saber, en caso de aprehensión, qué
autoridad la había ordenado; no se permitió la limitación de la libertad
por prisión o detención, sino con los requisitos correspondientes; se
aseguraron a favor del procesado algunas importantes garantías en el
procedimiento penal, como el tomarle dentro de tres días su declara-
ción preparatoria; hacerle saber la causa del procedimiento y el nombre
del acusador; proporcionarle para su defensa todos los datos eistentes
en el proceso; prohibió el tormento como medio inquisitivo; abolió la
conscación como pena; garantizó la inviolabilidad de la propiedad,
aun la del delincuente; se quitó a la pena todo carácter trascendental,
pues era común que ni con la muerte del individuo se etinguiría
la pena, ya que en algunos casos sus deudos debían contenerla.
Prácticamente todos los derechos recogidos en el citado ordena-
miento coinciden con las garantías que en la actualidad se consagran
en el artículo 20 constitucional.

F. Bases Orgánicas de 1843

El 12 de junio de 1843 se promulgó una nueva Constitución Cen-


tralista: “Las Bases de organización política de la República Meicana”,
conocida con el nombre de Bases Orgánicas.
Este ordenamiento consagró los principales derechos del hombre:
proscribió la esclavitud; consagró la libertad de opinión y la libertad
de prensa; prohibió la limitación de la libertad personal sin mandato
escrito de autoridad competente; la detención por más de tres días sin
auto de formal prisión; los tribunales especiales y las leyes retroacti-

134 Comentarios sobre 150 años de justicia constitucional


Ciclo de Conferencias

vas; la libertad bajo anza en los casos de delito por el que no pudiera
imponerse pena corporal; declaró inviolables el domicilio, la propiedad
física y la moral; garantizó la libertad de tránsito, entre otros derechos.
Las propias Bases Orgánicas declararon que el Congreso no
podía proscribir a ningún meicano; imponerle pena directa o in-
directamente; dar a las leyes efectos retroactivos; y sólo permitió
suspender algunas garantías relativas a la libertad. No obstante que
se trató de un documento centralista, por su contenido era una carta
de carácter liberal.
Vale decir que ya se había percibido la necesidad de poner los
derechos humanos a salvo de las tempestades que originaban los vai-
venes políticos de la época, surgió entonces la idea de establecer un
medio práctico y ecaz para contener a la autoridad en los límites de
sus atribuciones, haciendo prevalecer contra sus actos los principios
constitucionales; la primera tentativa a este respecto se encuentra en la
segunda ley constitucional, en diciembre de 1836, según lo arma José
María Lozano, en su clásica obra Tratado de los derechos del hombre.3

G. Acta de Reformas de 1847

Vino después el Acta de Reformas del 18 de Mayo de 1847, en


que, por primera vez, la idea contenida en los cinco primeros artículos
de Las Siete Leyes de 1836 encontró su fórmula radical y su eacta
epresión: el amparo.
Este documento tetualmente establecía: “para asegurar, los
derechos del hombre que la Constitución reconoce, una ley jará las
garantías de libertad, seguridad, propiedad e igualdad, de que gozan
todos los habitantes de la República y establecerá los medios de ha-
cerlas efectivas”.
La tendencia fue proteger de la mejor manera los derechos hu-
manos y ponerlos a salvo de arbitrariedades, por lo que los preceptos

3 Lozano, José María, Tratado de los Derechos del Hombre, Senado de la República
LX Legislatura, edición facsimilar, México, 2007.

Ángel Zarazúa Martínez 135


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

más importantes se referían a lo siguiente: “Toda ley de los Estados,


que ataque la Constitución o las leyes generales, será declarada nula
por el Congreso; pero esta declaración sólo podrá ser iniciada en la
Cámara de Senadores”.
De igual manera se precisó: “Si dentro de un mes de publicada una
ley del Congreso General, fuere reclamada como anticonstitucional, o
por el Presidente, de acuerdo con su Ministerio o por diez diputados,
o seis senadores, o tres Legislaturas, la Suprema Corte, ante la que se
hará el reclamo, someterá la ley al eamen de las Legislaturas, las que
dentro de tres meses, y precisamente en un mismo día, darán su voto.
Las declaraciones se remitirán a la Suprema Corte y ésta publicará el
resultado, quedando anulada la ley, si así lo resolviere la mayoría de
las Legislaturas”.
Adicionalmente establecía: “…el Congreso General y las Legis-
laturas, a su vez, se contraerán a decidir únicamente si la ley de cuya
invalidez se trate, es o no anticonstitucional, y en toda declaración ar-
mativa se insertarán a la letra la ley anulada y el teto de la Constitución
o ley general a que se oponga”.
El objetivo de esas prescripciones era mantener todas las leyes de los
Estados y aun del Congreso General dentro de la esfera constitucional,
proveer así a la incolumidad de la Constitución, hacer respetar la ley
fundamental, establecer, en n por medios ecaces, el imperio de la ley, y
para este objeto, dar vigor, fuerza y especial prestigio a la Constitución.
La mención especíca al amparo en el cuerpo normativo que nos
ocupa, apareció contenido en el artículo 25, en los términos siguientes:
“Los tribunales de la Federación, ampararán a cualquiera
habitante de la República en el ejercicio y conservación de los
derechos que le conceden esta Constitución y las leyes cons-
titucionales, contra todo ataque de los poderes Legislativo,
Ejecutivo, ya de la Federación, ya de los Estados, limitándose
dichos tribunales a impartir su protección en el caso particular
sobre que verse el proceso, sin hacer ninguna declaración general
respecto de la ley o del actor que la motivare.”

136 Comentarios sobre 150 años de justicia constitucional


Ciclo de Conferencias

En este artículo se contienen todos los preceptos que han venido


gurando, en las prescripciones legales acerca del amparo.
Isidro Rojas y Francisco Pascual García, en la obra citada con ante-
rioridad, arman en una redacción, propia de la época, lo siguiente:
“… Los vientos revolucionarios impedían el crecimiento del
tallo y el desenvolvimiento de las frondas, pero la raíz se había
adherido a nuestra conciencia jurídica nacional; había comen-
zado a tomar en ella rica y vigorosa sabia: el ardiente sol no
tardaría en hacer que oreciese y fructicase.
El amparo había sido ya estatuto constitución-ley; su ley
reglamentaria había quedado en la oscuridad de los archivos;
pero las ideas habían germinado en muchos espíritus, y la
institución no tardaría en aparecer, para dilatar, como árbol
lozano, sus ramas por doquiera y para cobar bajo su sombra
a toda la nación.”
Luego de haber aparecido por primera vez en una carta constitu-
cional federal, fue menos azaroso el camino que habría de recorrer el
juicio de amparo en nuestro país, así se eplica cómo la Constitución
de 1857 contiene mayor número de garantías individuales más clara
y metódicamente formuladas que cualquiera de las Constituciones
anteriores. La subsistencia de esa Constitución durante casi cincuenta
años, ecepción hecha del breve eclipse del Segundo Imperio, reco-
noce como una de sus causas el hecho de que se la ve generalmente,
y con razón, como muy favorable a los derechos del individuo.
En la obra de autores de principios del siglo xx en la cual nos
hemos venido apoyando, se arma que son letra muerta las buenas
leyes cuando no entran en las costumbres; nulos los más ecelentes
principios en teoría, si no se los observa en la práctica; y por eso,
ninguna ley puede ser buena, si no encierra entre sus preceptos los
relativos a los medios de su aplicación y observancia.
Concluyen que fueron precisamente esas ideas las que impulsa-
ron a los integrantes del Congreso Constituyente de 1857 (el cual para

4 Rojas, Isidro, op. cit., p. 29.

Ángel Zarazúa Martínez 137


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

muchos autores es el más brillante de cuantos han eistido), a proceder


buscando que el nuevo diseño constitucional recogiera las demandas
e inquietudes sociales y fuera plenamente ecaz.

H. Constitución de 1857

Los constituyentes de 1857 sabían que, con haber sido consagrados


los derechos individuales por todas las constituciones que el país había
tenido, desde que consumada su independencia, ocupaban un lugar
en la sociedad de las naciones, y desde la carta misma de Apatzingán,
(aunque ya se señaló que nunca entró en vigor), dictada por un grupo
escogido, en los comienzos de la lucha por la independencia; y que,
no obstante, los derechos del hombre, cuya inviolabilidad estaba re-
conocida en las leyes, eran frecuentemente violados por gobiernos
revolucionarios o por gobiernos despóticos, no sólo en las impetuosas
luchas de los partidos, sino por las autoridades mismas, y lo que es peor
aún, por las mismas leyes. Por eso establecieron el amparo.
De esta manera, la Constitución de 1857 epuso en el artículo 101:
Los tribunales de la Federación resolverán todas las controversias
que se susciten:
I. Por leyes o actos de cualquier autoridad que violen las
garantías individuales.
II. Por leyes o actos de la autoridad federal que vulneren o
restrinjan la soberanía de los Estados.
III. Por leyes o actos de las autoridades de éstos, que invadan la
esfera de la autoridad federal.
El artículo 102 estableció:
Todos los juicios de que habla el artículo anterior, se seguirán a
petición de la parte agraviada, por medio de procedimientos y formas
de orden jurídico, que determinará una ley.
El segundo párrafo se rerió al principio de relatividad de las
sentencias, establecido por Mariano Otero en 1847: la sentencia será
siempre tal que sólo se ocupe de individuos particulares, limitándose
a protegerlos y ampararlos en el caso especial sobre el que verse el

138 Comentarios sobre 150 años de justicia constitucional


Ciclo de Conferencias

proceso, sin hacer ninguna declaración general respecto de la ley o acto


que lo motivare.
Reconocidos epresamente y garantizados de una manera
especial en la Constitución los principales derechos del hombre,
consagrados, bajo la forma de la garantía individual de la eacta
aplicación de la ley, todos los otros que las leyes no constitucionales
tiene reconocidos, el amparo, medio ecaz por su naturaleza para
defender y asegurar esos derechos, tenía que desenvolverse necesa-
riamente como una institución legal, a la vez consecuencia y guarda
del espíritu individualista de la Constitución de 1857.
Así, puede decirse que en la vasta esfera en que el Ejecutivo Fede-
ral ejerce su acción, siempre que algún individuo se siente lastimado
en los derechos que la Constitución le otorga, tiene abierta la vía del
amparo para reclamar dentro de la ley cuando le parece que un acto de
autoridad importa una violación de sus garantías constitucionales.
Así es como en la práctica, en la realidad de nuestra vida jurídica,
ha venido a ser un hecho el amparo contra los actos de cualquiera au-
toridad, aun cuando esa autoridad esté colocada en la elevada esfera
de la Federación.
La eistencia de un gran número de amparos es muy reveladora.
En 1881, en que Vallarta publicó su obra El Juicio de Amparo y el Writ
of Habeas Corpus, decía: “el alarmante, ecesivo aumento que los am-
paros van teniendo de año en año, a la par que revela el poco respeto
que las autoridades tienen a la Constitución, es el síntoma de un mal
trascendental”.
En efecto, se necesita en Méico, además del respeto a los dere-
chos fundamentales del hombre y garantizar los que de una manera
epresa están reconocidos en la Constitución, garantizar la eacta
aplicación de la ley para asegurar constitucionalmente todos los
otros derechos.

5 Constitución Mexicana de 1857, UNAM, Instituto de Investigaciones Jurídicas,


internet.

Ángel Zarazúa Martínez 139


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

2. Primera Ley de Amparo (1861)

El 26 de noviembre de 1861 el Congreso epidió la primera ley


sobre amparo, bajo el título de: “Ley orgánica de procedimientos de los
tribunales de la Federación, que eige el artículo 102 de la Constitución
Federal, para los juicios de que habla el artículo 101 de la misma”.
Esta ley, promulgada el día 30 del mismo mes, se dividía en
cuatro secciones: la primera, relativa a las violaciones de las garan-
tías individuales; la segunda, a leyes o actos de la autoridad federal
contra la soberanía de los Estados; la tercera, a leyes o actos de las
autoridades de los Estados que violaran las atribuciones de los po-
deres de la Unión; y la cuarta, a las sentencias y contenía, además,
el precepto de que los pobres podrían usar de papel común para los
ocursos y actuaciones.
La iniciativa fue elevada a la categoría de ley el 20 de enero de 1869.
Esa ley corrigió las principales deciencias de la primera ley y facilitó el
arraigo de la institución en las costumbres jurídicas de la república.
El periodo transcurrido del 20 de enero de 1869 al 14 de diciembre
de 1882, fue cuando el amparo alcanzó su plenitud como institución.

3. Segunda Ley sobre Amparo (1869)

La ley de amparo de 1869 contuvo 31 artículos de preceptos lega-


les que buscaban establecer procedimientos judiciales.
Los juicios de amparo se siguieron a petición de parte agravia-
da eplicando el fundamento de su queja, o garantía violada, según
fuera el caso previsto en las diversas fracciones del artículo 101
constitucional.
En esta ley no se contemplaba la audiencia constitucional, ni a la
autoridad responsable se le daba carácter de “parte”. En el recurso de
amparo el carácter de demandado lo asumía el promotor scal, en su
calidad de abogado del Estado, por la presunta violación constitucional
por parte de una autoridad pública.

140 Comentarios sobre 150 años de justicia constitucional


Ciclo de Conferencias

4. Tercera Ley sobre Amparo (1882)

La tercera ley sobre amparo fue promulgada el 14 de diciembre


de 1882. En ella se reunió la eperiencia adquirida durante veinte
años; se hicieron muchas innovaciones a la legislación del ramo; se
estableció el sobreseimiento en materia de amparo:
De 31 artículos que contenía la ley de amparo de 1869, aumentó
a 83 artículos con adiciones y reformas. Se modicó la competencia de
los jueces, al etender las facultades para suspender actos reclamados
a los jueces letrados; los jueces de Distrito podían ser recusados y ecu-
sados, se denieron los casos para la suspensión de actos reclamados,
se incorporó la gura de sobreseimiento, la suplencia de la queja, la
publicidad de la jurisprudencia, las sentencias de los jueces de Distrito
se publicaron por obligación en el Periódico Ocial del Poder Federal.
Incluyó a los negocios judiciales, ya que a partir de esta nueva ley la
insolvencia del quejoso debía probarse, y una vez que fuesen declara-
dos insolventes podían seguir el juicio. Estableció en el artículo 8o. la
petición de amparo por telégrafo.
En 1889 el amparo judicial se había desarrollado y abarcaba no
sólo juicios estrictamente civiles o penales, se agregaba la aplicación
del Código de Minería y la Ley de terrenos baldíos que provocaba juicios
civiles federales que resolvía en amparo la Suprema Corte.
A nes del siglo xx los juicios de amparo eran numerosos y se
diversicaban en gran medida sus características particulares. El juicio
de amparo, como actividad primaria, tendió a proteger la libertad de
las personas contra autoridades administrativas como militares, jefes
políticos, presidentes municipales y semejantes, por actos de privación
de la libertad y torturas. La ley sostenía que sólo mediante una orden
judicial podía ser aprehendida una persona.
En resumen el juicio de amparo “…es el medio de protección cons-
titucional con características propias que, a instancia de parte agraviada
se hace valer contra actos cometidos por autoridades de cualquier ámbito
gubernamental que se hayan traducido en la violación de las garantías

Ángel Zarazúa Martínez 141


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

individuales, a n de que una sentencia restituya al afectado en el pleno


goce de la garantía que se le conculcó…”.6
Eisten diversas modalidades del juicio de garantías, de esta
manera, cuando el amparo protege al quejoso contra leyes violato-
rias de garantías individuales, se denomina “amparo contra leyes”;
para el caso de que se haya interpuesto contra actos violatorios de
garantías, lleva el nombre de “amparo-garantías”. También eiste
aquel que se interpone contra la ineacta y denitiva aplicación de la
ley al caso concreto, en este caso se conoce como “amparo-casación”
o “amparo-recurso”; por otra parte, cuando el amparo se interpone
contra la eistencia de invasiones recíprocas de la soberanía federal o
de los Estados, se le conocerá como “amparo soberanía” o “amparo
por invasión de esferas”.

III. PROTECCIÓN CONSTITUCIONAL


DE LOS DERECHOS POLÍTICOS

Tal y como se indicó con anterioridad, la tradición en el derecho mei-


cano sobre la protección de las garantías del gobernado a través del juicio
de amparo, data del año 1847. Por otra parte, no obstante que eistieron
algunos visos y tentativas del legislador por proteger los derechos políti-
cos, se puede armar que no fue sino hasta el año 1996 que la Carta Magna
consagró dicha protección; esto debido a que la reforma constitucional
de ese año por primera vez consideró la creación de un auténtico siste-
ma de medios de impugnación en materia electoral, y creó la gura del
juicio para la protección de los derechos político-electorales del ciudada-
no, con la naturaleza jurídica de ser un medio impugnativo de la absoluta
competencia de un órgano jurisdiccional electoral.

6 La Defensa de la Constitución, Serie Grandes Temas del Constitucionalismo


Mexicano, Suprema Corte de Justicia de la Nación, México, 2005, p. 73.

142 Comentarios sobre 150 años de justicia constitucional


Ciclo de Conferencias

1. Algunos antecedentes importantes


A. La reforma constitucional de 1986

A través de esta reforma se modicó el artículo 60 de la Constitu-


ción para disponer de la creación de un Tribunal Contencioso Electo-
ral, cuyas resoluciones serían obligatorias, pudiendo ser modicadas
solamente por los Colegios Electorales de las Cámaras.
Con la creación de este órgano se buscó satisfacer la necesidad
de dar un control de legalidad y de regularidad al proceso electoral.
Coeistieron un sistema de autocalicación y una jurisdicción conten-
cioso-electoral.
Una de las cuestiones principales fue el establecimiento del
procedimiento para cubrir las vacantes de diputados electos por el
principio de representación proporcional, en el sentido que deberían
ser cubiertas por los candidatos del mismo partido que siguieran en
el orden de la lista regional respectiva.
El Código Electoral denió al Tribunal como un organismo autóno-
mo de carácter administrativo, por lo que se señaló en su oportunidad
que no se trataba realmente de un Tribunal debido a su dependencia con
el Poder Ejecutivo; para otros, conforme al teto del artículo 60 cons-
titucional, se trataba eclusivamente de un tribunal y no de un órgano
administrativo; se concluyó que se trataba de un órgano formalmente
legislativo y materialmente judicial.

B. Reforma de 1989-1990

La reforma constitucional de 1989-1990 creó el Tribunal Federal


Electoral con un carácter autónomo, mayor rmeza jurídica a sus reso-
luciones y precisando con mayor nitidez el procedimiento contencioso.
Por lo tanto, dejó de ser un órgano eminentemente administrativo para
convertirse en uno con mayor competencia.

7 Barquín Álvarez, Manuel, “La Renovación Política de 1986-1987 y la reacción del


Tribunal de lo Contencioso Electoral”, Evolución Histórica de las Instituciones de la
Justicia Electoral en México.

Ángel Zarazúa Martínez 143


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

En el artículo 41 constitucional se estableció la gura de un nuevo


Tribunal Electoral, las características principales eran su autonomía, su
jurisdicción para conocer de las impugnaciones y el que se integraría por
magistrados y jueces instructores. Hubo un gran avance en el sentido
que contra sus resoluciones no procedería juicio ni recurso alguno, salvo
las que se dictaran con posterioridad a la jornada electoral, las cuales
podrían ser revisadas y noticadas, con la debida fundamentación, por
los Colegios Electorales.
De esta manera al reformarse el artículo 41 se contempló la crea-
ción de un Tribunal Electoral y de un sistema de medios de impug-
nación, mientras que el artículo 60 se refería a los Colegios Electorales,
la calicación de las elecciones y la vinculación entre Colegios Electo-
rales y Tribunal Electoral.
De igual manera se incluyó en el artículo 5 lo relativo a la profe-
sionalización de las funciones electorales, en tanto que en el artículo
35 se planteaba la posibilidad de los ciudadanos para asociarse libre y
pacícamente en lo relativo a los asuntos políticos del país; el artículo
siguiente regulaba al nuevo Registro Nacional de Ciudadanos, así
como los procedimientos para su inscripción.
La distribución de los 200 diputados electos por el principio de
representación proporcional estaban contemplados en el artículo 54;
nalmente, el artículo 73 regulaba la integración de la entonces Asam-
blea de Representantes del Distrito Federal.
Por su parte, el Código Federal de Instituciones y Procedimientos
Electorales del 15 de agosto de 1990 establecía entre otras cuestiones
las bases para la organización y funcionamiento del Tribunal Federal
Electoral, un apartado dedicado a las nulidades, un sistema de medios
de impugnación, así como sanciones administrativas.
En el propio Cope se precisó que los ciudadanos y los partidos
políticos eran los únicos facultados para interponer los recursos. Entre
las causas para hacer uso de dichos recursos se encontraban la eclu-
sión indebida de la lista nominal de electores y la impugnación contra
actos o resoluciones de los órganos distritales o locales del Instituto
Federal Electoral.

144 Comentarios sobre 150 años de justicia constitucional


Ciclo de Conferencias

Se señaló entonces que el recurso de aclaración podría ser in-


terpuesto por los ciudadanos ante la Junta Distrital Ejecutiva del IFE
contra actos de sus ocinas municipales por la inclusión o eclusión
indebida en la lista nominal de electores.
De igual manera, durante el proceso electoral los ciudadanos po-
dían interponer el recurso de revisión ante el órgano superior jerárquico
del Instituto del que hubiese cometido la falta, cuando eran ecluidos
o incluidos indebidamente de la lista nominal de electores.

C. Reforma de 1993

El aspecto central de esta reforma sin duda alguna lo consistió


el hecho de suprimir el sistema de autocalicación en ambas cámaras
del Congreso e igualmente la nueva naturaleza del Tribunal Federal
Electoral, para convertirse en una autoridad jurisdiccional de pleno
derecho, aunque quedó vigente la instancia del Colegio Electoral para
la calicación de la elección presidencial.
Igualmente previó la eistencia de una Sala de Segunda Instancia,
cuyo funcionamiento sería temporal, sólo durante el transcurso del
proceso electoral.

D. Reforma de 1996

Lo relativo a los derechos políticos de los ciudadanos fue una de


las cuestiones más importantes atendidas por esta reforma, pues se
incorporó la característica individual al derecho de asociación política
establecida en el artículo 35 constitucional, cuya titularidad es eclusiva
de los ciudadanos meicanos para poder intervenir en los asuntos po-
líticos del país; esto se complementó con la incorporación del derecho
de los ciudadanos meicanos para aliarse libre e individualmente a
los partidos políticos.
De esta manera los derechos político-electorales del ciudadano por
primera vez quedaron insertos en el teto constitucional y adicionalmen-
te se indicó que debía generarse un sistema de medios de impugnación,

Ángel Zarazúa Martínez 145


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

el cual entre otras nalidades debía brindar protección constitucional


a tales derechos, lo cual se complementó con la denición de la natu-
raleza jurídica, organización y competencia del Tribunal Electoral, el
cual a partir de dicha reforma formaría parte del Poder Judicial de la
Federación.
En la propia norma fundamental se estableció un instrumento
de control constitucional, con la nalidad especíca de proteger los
derechos de votar, ser votado, asociación política, y aliación libre y
pacíca de los ciudadanos.
Esta reforma trajo consigo modicaciones a la legislación secunda-
ria, de esta manera se modicaron el Código Federal de Instituciones y
Procedimientos Electorales, el Código Penal para el Distrito Federal en
materia del fuero común y para toda la República en materia del fuero
federal, así como a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación,
y por primera vez se generó un código adjetivo: la Ley General del
Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral.
De esta manera, también por primera vez se estableció un medio
de impugnación de los derechos político-electorales, que es el juicio
para la protección de los derechos político-electorales del ciudadano; su
procedencia se estableció para el caso de que el ciudadano hiciera valer
presuntas violaciones a sus derechos de votar, ser votado, asociarse
individual y libremente, así como aliarse libre e individualmente a
los partidos políticos; precisó la competencia para conocer y resolver
este juicio para la Sala Superior durante los procesos electorales fede-
rales, así como para las Salas Regionales durante ese mismo tiempo,
según se trate del derecho vulnerado, en tanto que durante el tiempo
entre dos procesos electorales federales, así como los etraordinarios,
la propia Sala Superior sería la única competente. En términos de la
nueva legislación esta competencia habrá de modicarse.

E. Notas nales

Con lo anteriormente señalado se acredita que durante más de


un siglo, los derechos políticos carecieron de tutela jurisdiccional. En

146 Comentarios sobre 150 años de justicia constitucional


Ciclo de Conferencias

efecto, si el juicio de amparo era la tutela eclusiva de los derechos del


hombre, luego entonces los derechos políticos no eran susceptibles de
ser protegidos por el mismo medio, al grado que así se estableció en
la fracción VII del artículo 73 de la Ley de Amparo.
Esta postura del Poder Judicial de la Federación generó un vacío
jurídico: durante todo ese tiempo los ciudadanos no contaron con un
medio de control efectivo para impugnar violaciones a los derechos
político-electorales.
Cabe señalar que la Comisión Interamericana de Derechos Humanos
en los informes 8/91 y 01/90, resolvió que nuestro país debería cumplir con
la obligación de adecuar la legislación interna, para garantizar el ejercicio
de los derechos políticos, a través de recursos sencillos rápidos y efecti-
vos, con tribunales imparciales e independientes, para que los afectados
pudieran hacer valer sus derechos y se desarrollara un recurso judicial.
De esta manera, tal y como se señaló con anterioridad, hacia
1986-1987 se creó un sistema mito de calicación de elecciones por los
poderes legislativo y ejecutivo. Surgió el Tricoel, órgano propiamente
administrativo, con la última instancia en los Colegios Electorales.
En los años 1989-1990 y 1993 se establecieron las bases para un
sistema garante de los derechos políticos. En 1989 se creó el Tribu-
nal Federal Electoral (Trife) como ente autónomo, dejó de ser un
órgano propiamente administrativo, para ser otro con atribuciones
jurídicas mayores.
Hacia 1993 se contempló la desaparición de la autocalificación
de los miembros del Congreso de la Unión; el Trife se convirtió en
la máima autoridad jurisdiccional en la materia.
Con la reforma de 1996 se adquirió autonomía plena del Instituto
Federal Electoral y se incorporó el Tribunal Electoral al Poder Judicial
de la Federación. Se creó el juicio para la protección de los derechos
político-electorales del ciudadano, medio protector de los derechos de
votar, ser votado, asociarse libre y pacícamente y aliarse a los partidos
políticos.
Con base en este medio de impugnación se han atendido asuntos
relativos a actos y resoluciones de autoridades formal y materialmente

Ángel Zarazúa Martínez 147


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

electorales; de igual manera los relacionados con órganos de dirección


de los partidos políticos.
Es evidente que el legislador no estableció de manera especíca los
diversos supuestos que podían surgir en los hechos, ya que en algunos
casos la normatividad resultó insuciente para regularlos; ello dio la
pauta para que el Tribunal a través de la interpretación jurídica colmara
las omisiones dejadas por el legislador en el marco normativo.
El caso más notorio es el relativo a los conictos que se fueron gene-
rando en la vida interna de los partidos políticos. El papel desempeñado
por el Tribunal Electoral en estos casos ha variado con el paso de los años;
de esta manera en una primera fase se determinó que los conictos intra-
partidistas no era posible ventilarlos ante el Tribunal, el argumento que
entonces se esgrimió fue en el sentido de que el juicio para la protección
de los derechos político-electorales del ciudadano sólo procedía contra
actos de autoridad, y carecían de este carácter los partidos políticos.
Como se recordará, esto tiene su antecedente en que al iniciar la
discusión de la reforma legal en el año 1996, originalmente los partidos
políticos eran reconocidos como autoridad; sin embargo, al aprobar el
dictamen nal se quitaron las menciones que en la ley de medios se ha-
cían en este sentido y epresamente los institutos políticos no quedaron
reconocidos con ese carácter.
Posteriormente, en una segunda fase se reconoció una tutela parcial
de tales derechos, cuando se impugnaban actos o resoluciones de autori-
dad que tenían que ver con irregularidades de los partidos políticos; se
dio entonces una tutela indirecta de derechos de los militantes. Se previó
la posibilidad de revisión por parte de la autoridad administrativa para
revisar a fondo los estatutos o las reformas que se generaran, esto podía
ser desde el momento de la solicitud de registro del instituto político y
hasta la modicación que pudiera generarse, con la nalidad de vigilar
la legalidad y constitucionalidad de ese documento básico.
En la siguiente etapa, el Consejo General del Instituto Federal Elec-
toral podía ejercer el control del contenido de dichos documentos básicos
a la par de la facultad sancionadora, a n de restituir a los militantes en
el goce de los derechos violados.

148 Comentarios sobre 150 años de justicia constitucional


Ciclo de Conferencias

En la época actual, el criterio del Tribunal es en el sentido de que


es correcta la procedencia del juicio para la protección de los derechos
político electorales del ciudadano, directamente contra actos de los par-
tidos políticos y asimismo, que la cadena impugnativa está integrada
también por los medios internos de impugnación que se contemplen en
los estatutos de los partidos políticos.
Por todo lo anterior, es necesario que el legislador diseñe meca-
nismos que fortalezcan los medios de impugnación sobre estatutos y
sus actos de aplicación, aunque la reforma constitucional del año 2007
hace referencia a que los órganos electorales sólo podrán intervenir
en los asuntos internos de los partidos políticos en los términos de la
legislación aplicable.
También debe tomarse en consideración que diversas opiniones se
han eternado en el sentido de establecer una ley de partidos políticos,
en la cual se contemplen las cuestiones analizadas con anterioridad.
Es conveniente si se toma en consideración que eisten posturas
en el sentido de que deberá ser una facultad eclusiva de los partidos
políticos la interpretación y aplicación de sus estatutos y normativi-
dad interna; que debe eistir denitividad en las determinaciones que
adopten sobre aliación, suspensión y epulsión de sus militantes, así
como en la elección y designación de sus dirigentes, y en la postulación
de candidatos. De prosperar estas propuestas se anularía la posibili-
dad de revertir las violaciones a los derechos vulnerados.
Cabe recordar que la función jurisdiccional del Estado meicano
implica un ejercicio de soberanía y se traduce en la protección de los
derechos fundamentales; por este motivo, de no revisarse los actos y
resoluciones de los partidos políticos se estaría conculcando el principio
del sistema constitucional que etiende el derecho a la jurisdicción a
todos los gobernados, en todas sus relaciones jurídicas, en términos
del artículo 17 constitucional.
De igual manera, daría lugar a cuestionar si realmente responden
a principios democráticos la organización, estructura y funcionamiento
de los partidos políticos. Se correría el riesgo de considerarlos como
organizaciones soberanas y no como entidades autónomas, contra-

Ángel Zarazúa Martínez 149


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

riando las disposiciones constitucionales. También se contravendrían


los instrumentos internacionales suscritos por nuestro país, y en todo
caso, se desviarían los caminos trazados con la historia legislativa e
institucional hacia la democracia.
No obstante, tenemos la certeza de que la justicia constitucional
en materia electoral, la cual, por este tiempo, cumple dos décadas,
habrá de mantenerse en la ruta trazada y aplicará en todo momen-
to, la disposición general en el sentido de que todo acto y resolución
en la materia podrá ser revisable en aras de vigilar que cumpla con la
observancia de los principios de legalidad y constitucionalidad.

150 Comentarios sobre 150 años de justicia constitucional


EL AMPARO Y LA JERARQUÍA
DEL DERECHO LOCAL
Luis Octavio Vado Grajales*

Smai: I. Leyes federales y tratados internacionales. Tienen


la misma jerarquía normativa. II. Leyes federales, supremacía
de las, respecto de las leyes locales. III. Legislaciones federal y
local. Entre ellas no eiste relación jerárquica, sino competencia
determinada por la Constitución. IV. Tratados internacionales.
Se ubican jerárquicamente por encima de las leyes federales y en
un segundo plano respecto de la Constitución federal. V. Leyes
generales. Interpretación del artículo 133 constitucional.

Es un honor participar en este encuentro en homenaje a las Constitucio-


nes federales de 1857 y 1917. Más aún, compartir esta mesa con el doctor
Eduardo Ferrer Mac-Gregor, distinguido jurista que ha epuesto con
acierto, tino y elegancia temas fundamentales del derecho y la justicia
constitucional, tanto en el ámbito de la federación como en el local.
En 1912, el gran constitucionalista meicano, don Emilio O. Ra-
basa, escribió en su obra La Constitución y la dictadura: “Cuando las
instituciones del país en general cobren su acción viva, la interven-
ción funcional de los Estados como unidades políticas va a producir
sorpresas que en gran parte escapan a la previsión más penetrante”.¹
Hoy parece que las palabras de quien es, junto con don Ignacio Luis

* Licenciado en derecho. Maestro en Derecho Constitucional y Amparo. Candidato


a Doctor en Derecho por la Universidad Autónoma de Querétaro.
1 Rabasa O., Emilio, La constitución y la dictadura, México, Porrúa, 1998, p.
225.

151
Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Vallarta, el más grande constitucionalista clásico de nuestro país, co-


mienzan a hacerse realidad. La pluralidad política, el redescubrimiento
en la práctica de la autonomía de los estados, la fuerza que ha tomado
el municipalismo, entre otras evidencias, nos hacen pensar que, cada
vez más, es cierto que las entidades están tomando el lugar que les
fuera negado por muchos años de una práctica política y jurídica
centralista.
Porque creo justamente en el federalismo como la técnica adecua-
da para la organización política de nuestro país, y porque creo en la
necesidad de encontrar soluciones locales a problemas locales, es que
me he dedicado a la investigación sobre el derecho constitucional local.
Así, es grato compartir este evento con distinguidos investigadores
de tal materia, como los doctores Manuel González Oropeza, David
Cienfuegos Salgado y Santiago Nieto Castillo.
Dentro de este convencimiento sobre la necesidad de estu-
diar el derecho local quiero enmarcar mi participación. Parto del
reconocimiento del amparo como un proceso judicial que, por sus
características, ha moldeado en gran medida la comprensión del
sistema jurídico meicano, en particular y para efectos de estas pa-
labras, respecto de la posición que guarda el derecho local dentro
de la jerarquía normativa.
Considero que la forma en que entendemos y eplicamos el
sistema jurídico nacional se basa, epresa o tácitamente, en las juris-
prudencias y ejecutorias que han dictado los juzgadores federales.
De igual forma, este entendimiento que ha surgido en mucho del
resultado de la práctica judicial, ha servido para formar generacio-
nes de nuevos juristas, de forma que el círculo entre la teoría y la
práctica se cierra, en una espiral continua e inacabable.
Debo partir de recordar algunas características del amparo. Al
tratarse de un proceso, su finalidad primordial es resolver litigios
constitucionales, que determinan fundamentalmente la validez o no
de actos de autoridad y normas generales. Visto así, el amparo, y
por ende las sentencias, tesis y jurisprudencias que se han construi-
do a lo largo de los años, no tiene por finalidad una interpretación

152 El amparo y la jerarquía del derecho local


Ciclo de Conferencias

doctrinal de la Constitución, sino una interpretación positiva, esto


es, declarar el derecho en los casos concretos y particulares.²
Lo anterior es importante porque cuando se intenta hacer un
ejercicio de reconstrucción doctrinal de las decisiones de la Corte y los
tribunales federales, como por ejemplo epresamente realiza el ahora
ministro José Ramón Cossío Díaz en su obra La interpretación cons-
titucional de la Suprema Corte de Justicia, uno debe estar consciente
de que trata con un material especial, surgido no de la especulación
teórica, sino de un razonamiento orientado a la solución de un proble-
ma práctico.
Por la naturaleza propia del amparo, por necesidad incluso de
nuestro modelo procesal, la sentencia debe ocuparse de lo discutido
en juicio. De esta forma, cuando se reconstruye el pensamiento que
surge de los tribunales federales uno puede encontrarse con aparentes
vacíos, con lagunas que el jurista teórico no puede dejar en una epo-
sición sistemática. Pero esto es resultado necesario de la forma en que
el amparo meicano está concebido y ha evolucionado.
Así pues, a lo largo del tiempo los tribunales de amparo se han
visto en la necesidad de discutir la validez de normas locales, que
han sido consideradas inconstitucionales por los quejosos. Frente a
estas peticiones, cabe cuestionar la constitucionalidad de las normas
a partir de dos posibilidades: una, la que se reere a una inconstitu-
cionalidad local; dos, la que se reere a una inconstitucionalidad por
referencia a la Constitución nacional.
En el primer caso, la inconstitucionalidad de una norma local
por referencia a la Constitución particular, considero que con base en
nuestro sistema federal denido en los artículos 124, 73, 115 y 116 de
la carta nacional, es competencia de las autoridades locales, mediante
los mecanismos de justicia constitucional local, atender y resolver estos
planteamientos. Sin embargo, la etensión que ha tenido el amparo, por
más de cien años de evolución práctica, ha hecho que dichos asuntos

2 Vid. Tamayo y Salmorán, Rolando, Elementos para una teoría general del derecho,
México, D.F., Themis, 2003, pp. 321-330.

Luis Octavio Vado Grajales 153


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

sean normalmente planteados por los quejosos como violaciones in-


directas a la Constitución, y por tanto han sido resueltos por los jueces
federales en innumerables ocasiones.
Pero la constitucionalidad local no es un asunto que nos interese
para efectos de estas reeiones. El punto en que quiero enfocarme es
en cómo se ha considerado de diversa forma la posición jerárquica de
la normatividad local dentro del sistema jurídico nacional, y cómo esto
ha sido producto de las resoluciones que en asuntos acerca de la cons-
titucionalidad de leyes locales y su contradicción con normas federales³
han sido planteados a lo largo del tiempo.
Esto tiene una particular relevancia cuando hablamos de federa-
lismo, sobre todo cuando lo hacemos desde una perspectiva local. La
relación entre el derecho federal y el derecho local tiene mucho que ver
con el reconocimiento de ámbitos o de jerarquías, con la asunción de lo
local como subordinado a lo federal, con la confusión de lo federal con
lo nacional, etcétera, y desde luego tiene mucho que ver con la forma en
que nos asumimos en las entidades, ya sea como espacios de decisión
autónomos o como meros reejos de las determinaciones federales.
El análisis de cómo, a través de jurisprudencias emanadas de proce-
sos de amparo, se ha modicado el entendimiento del lugar que ocupa
el derecho local en el sistema jurídico meicano, lo haré a partir del
estudio de diversas jurisprudencias dictadas por el pleno de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación.
La primera de ellas es la siguiente:
"LEYES FEDERALES Y TRATADOS INTERNACIONALES.
TIENEN LA MISMA JERARQUÍA NORMATIVA
De conformidad con el artículo 133 de la Constitución, tanto las
leyes que emanen de ella, como los tratados internacionales, ce-
lebrados por el ejecutivo Federal, aprobados por el Senado de la
República y que estén de acuerdo con la misma, ocupan, ambos,

3 “... podemos volver a denir la antinomia jurídica como la situación en que dos
normas incompatibles entre sí, que pertenecen a un mismo ordenamiento, tienen un
mismo ámbito de validez”. Bobbio, Norberto, Teoría general del derecho, Bogotá,
Temis, 2002, p. 189.

154 El amparo y la jerarquía del derecho local


Ciclo de Conferencias

el rango inmediatamente inferior a la Constitución en la jerarquía


de las normas en el orden jurídico meicano. Ahora bien, teniendo
la misma jerarquía, el tratado internacional no puede ser criterio
para determinar la constitucionalidad de una ley ni viceversa. Por
ello, la Ley de las Cámaras de Comercio y de la Industria no puede
ser considerada inconstitucional por contrariar lo dispuesto en un
tratado internacional.
Amparo en revisión 2069/91. Manuel García Martínez. 30 de
junio de 1992. Mayoría de quince votos. Ponente: Victoria Adato
Green. Secretario: Sergio Pallares y Lara.
El Tribunal Pleno en su sesión privada celebrada el martes
diecisiete de noviembre en curso, por unanimidad de dieciocho
votos de los señores ministros Presidente Ulises Schmill Ordóñez,
Carlos de Silva Nava, José Trinidad Lanz Cárdenas, Miguel Montes
García, Noé Castañón León, Felipe López Contreras, Luis Fernán-
dez Doblado, Victoria Adato Green, Samuel Alba Leyva, Ignacio
Moisés Cal y Mayor Gutiérrez, Clementina Gil de Lester, Atanasio
González Martínez, José Manuel Villagordoa Lozano, Fausta Moreno

4 No. Registro: 205,596


Tesis aislada
Materia(s): Constitucional
Octava Época
Instancia: Pleno
Fuente: Gaceta del Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 60, Diciembre de 1992
Tesis: P. C/92
Página: 27
Nota: Esta tesis ha sido abandonada con base en el criterio sustentado por el
propio Tribunal Pleno al resolver, el 11 de mayo de 1999, el amparo en revisión
1475/98, promovido por el Sindicato Nacional de Controladores de Tránsito
Aéreo, sosteniendo en dicho asunto que los tratados internacionales están en una
jerarquía superior, sobre el derecho federal y el local, salvo que la Constitución
General de la República señale algún caso especial. Al respecto, consúltese la
tesis P. LXXVII/99, publicada en el Semanario Judicial de la Federación y su
Gaceta, Novena Época, Tomo X, noviembre de 1999, página 46, bajo el rubro
"TRATADOS INTERNACIONALES. SE UBICAN JERÁRQUICAMENTE POR
ENCIMA DE LAS LEYES FEDERALES Y EN UN SEGUNDO PLANO RESPECTO
DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL”.

Luis Octavio Vado Grajales 155


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Flores, Carlos García Vázquez, Mariano Azuela Güitrón, Juan Díaz


Romero y Sergio Hugo Chapital Gutiérrez: aprobó, con el número
C/92, la tesis que antecede; y determinó que la votación es idónea
para integrar tesis de jurisprudencia. Ausentes: Ignacio Magaña
Cárdenas y José Antonio Llanos Duarte. Méico, Distrito Federal, a
dieciocho de noviembre de mil novecientos noventa y dos.”
De esta tesis, producto de un amparo en revisión, se etraen
varias conclusiones, algunas más evidentes que otras:
Primero, que el nivel inmediatamente inferior a la Constitución
nacional se compone de dos conjuntos de normas; por un lado, los
tratados internacionales, y por otro, las leyes federales.
Segundo, como resultado no epreso, pero lógico, que la nor-
matividad local es inferior a las leyes federales y los tratados inter-
nacionales.
Tercero, la creación de normas locales estará sujeta, como conclu-
sión, no sólo al ámbito otorgado por la carta magna, sino también a
lo dispuesto por las leyes locales y por los tratados internacionales.
El razonamiento que subyace a esta jurisprudencia es una
constante en las tesis y jurisprudencias que tenemos hasta la novena
época. Como mera ilustración, me permito citar una tesis que, desde
el nombre, indica con claridad una forma de entender el federalismo
como técnica de distribución de competencias:
LEYES FEDERALES, SUPREMACÍA DE LAS,
RESPECTO DE LAS LEYES LOCALES
Para poder ejercitar con base en el artículo 19 de la Ley del
Impuesto sobre Producción y Consumo de Cerveza, la acción
de nulidad a través del juicio de revisión scal, no es necesario
obtener previamente de la Tesorería General del Estado, la
declaración de eención, a pesar de que así lo dispongan las
leyes locales, porque es evidente que conforme a los princi-
pios de especialidad de las normas jurídicas y supremacía de
la Constitución y de las leyes emanadas de ésta, la vigencia y
aplicación del citado artículo 19 —el cual es de carácter especial
y federal— no puede quedar condicionada a las disposiciones

156 El amparo y la jerarquía del derecho local


Ciclo de Conferencias

de índole local y genérica que le sirvieron de fundamento a la


resolución reclamada en el juicio de revisión scal.
Segundo Tribunal Colegiado del Tercer Circuito.
Amparo directo 666/82. Cervecería Cuauhtémoc, S.A. 2 de
diciembre de 1983. Unanimidad de votos. Ponente: J. Guada-
lupe Torres Morales. Secretario: Elías H. Banda Aguilar.
¿De dónde deriva este entendimiento del orden local como subor-
dinado del federal? Desde luego, mucho tiene que ver la vaguedad e
indeterminación de nuestro artículo 133 de la Constitución, así como
la cultura política imperante. Sin embargo, considero que también la
cultura jurídica abonaba a una interpretación en tal sentido.
Trataré de ilustrar este punto con el pensamiento de uno de los
más importantes juristas meicanos del siglo xx, don Eduardo García
Máynez. Escribe el distinguido profesor en su libro Introducción a la
lógica jurídica:
“La obligación impuesta a los órganos del poder público (y
no sólo a los jueces locales), de aplicar, en caso de oposición
contradictoria, la norma superior, no deriva eclusivamente
de lo preceptuado por el artículo 133 constitucional, si no de
la estructura misma del Estado meicano. Cosa análoga debe
decirse del principio de supremacía de la Constitución y del
de subordinación de los órdenes jurídicos locales al derecho
federal. Estos principios obedecen a la forma de los Estados
federales, y tendrían validez para nuestro sistema, aun cuando

5 No. Registro: 249,325


Tesis aislada
Materia(s):Constitucional
Séptima Época
Instancia: Tribunales Colegiados de Circuito
Fuente: Semanario Judicial de la Federación
Tomo: 181-186 Sexta Parte
Tesis:
Página: 245
Genealogía:
Informe 1984, Tercera Parte, Tribunales Colegiados de Circuito, tesis 11, página
257.

Luis Octavio Vado Grajales 157


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

no hubieran sido positivamente consagrados por el mencio-


nado precepto.”
García Máynez llega a dicha conclusión al considerar, haciendo un
apretado resumen de sus ideas, que el orden federal se compone tanto
de normas federales propiamente como de la Constitución nacional, y
que la norma independiente del sistema subordinado, que es la Cons-
titución local, es dependiente desde luego de la norma independiente
de la suprema, que es desde luego la Constitución.
Además de lo anterior, es cierto que en algunas Constituciones,
como la Ley Fundamental de Bonn, se establece con positividad la
supremacía de las normas federales respecto de las locales.
La visión epresada en los criterios judiciales transcritos puede
resumirse en la frase siguiente: las contradicciones entre normas federales
y locales deberán resolverse a favor de las primeras porque ocupan un lugar
superior en el ordenamiento jurídico, y como hemos visto sucintamente, a
favor de tal interpretación juegan argumentos de derecho comparado
y la opinión de un destacado jurisconsulto meicano.
Sin embargo, el criterio del pleno cambió, en virtud de la resolución
de otro amparo. Me permito citar otra jurisprudencia, ésta de 1995:
"LEGISLACIONES FEDERAL Y LOCAL. ENTRE ELLAS NO
EXISTE RELACIÓN JERÁRQUICA, SINO COMPETENCIA
DETERMINADA POR LA CONSTITUCIÓN
El artículo 133 de la Constitución Política de los Estados Uni-
dos Meicanos no establece ninguna relación jerárquica entre
las legislaciones federales y local sino que en el caso de una
aparente contradicción entre las legislaciones mencionadas,
ésta se debe resolver atendiendo a qué órgano es competente
para epedir esa ley de acuerdo con el sistema de competen-
cia que la norma fundamental establece en su artículo 124.
Esta interpretación se refuerza con los artículos 16 y 103 de
la propia Constitución, el primero al señalar que la actuación

6 García Máynez, Eduardo, Introducción a la lógica jurídica, México, Colofón,


2004.

158 El amparo y la jerarquía del derecho local


Ciclo de Conferencias

por autoridad competente es una garantía individual, y el


segundo, al establecer la procedencia del juicio de amparo si
la autoridad local o federal actúa más allá de su competencia
constitucional.”
En este nuevo criterio, sustentado a poco más de cinco años del que con
este asunto se abandona, se da un cambio relevante para el derecho local.
En efecto, derivada de esta nueva concepción, se revaloriza
al derecho local como un ámbito y no un peldaño inferior respecto
del ordenamiento federal. Se asume que, en interpretación epresa del
artículo 124, y seguramente teniendo en mente por los ministros las
disposiciones de los diversos 115 y 116 de la Carta nacional, las normas
locales y las federales tienen un ámbito diverso de competencia, y por
lo mismo, el choque entre ellas no debe ser visto como un problema
de jerarquía, sino, justamente, de competencia.
Así, cuando se presente la colisión entre una norma federal y una
local, la solución no derivará de aceptar a la federal como superior, sino
de contrastar las normas cuestionadas con la distribución competencial
hecha por la Constitución.
Esta visión, desde luego, tiene un gran efecto respecto al legisla-
dor local. Le permite tener una mayor amplitud de miras y le impulsa
a no tener como único referente el derecho federal. Respecto de los
teóricos de la normatividad local, sobre todo los que nos ocupamos
de temas como federalismo y constitucionalismo local, nos arma en
la necesidad de revalorar e impulsar el estudio de las normas locales,
sobre todo las Constituciones, y nos impele a pensar por referencia a
lo local y a realizar ejercicios de derecho comparado local.
En otra jurisprudencia posterior, conocida por el nombre del
quejoso Sindicato Nacional de Controladores Aéreos, se raticó esta
visión. Cito:

7 Apéndice al Semanario Judicial de la Federación 1917-1995, tomo I, materia


constitucional, México, 1995, p. 185.

Luis Octavio Vado Grajales 159


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

"TRATADOS INTERNACIONALES. SE UBICAN


JERÁRQUICAMENTE POR ENCIMA DE LAS LEYES
FEDERALES Y EN UN SEGUNDO PLANO RESPECTO
DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL
Persistentemente en la doctrina se ha formulado la interrogante
respecto a la jerarquía de normas en nuestro derecho. Eiste
unanimidad respecto de que la Constitución Federal es la nor-
ma fundamental y que aunque en principio la epresión “...
serán la Ley Suprema de toda la Unión ...” parece indicar que
no sólo la Carta Magna es la suprema, la objeción es superada
por el hecho de que las leyes deben emanar de la Constitución
y ser aprobadas por un órgano constituido, como lo es el Con-
greso de la Unión y de que los tratados deben estar de acuerdo
con la Ley Fundamental, lo que claramente indica que sólo
la Constitución es la Ley Suprema. El problema respecto a la
jerarquía de las demás normas del sistema, ha encontrado en
la jurisprudencia y en la doctrina distintas soluciones, entre
las que destacan: supremacía del derecho federal frente al lo-
cal y misma jerarquía de los dos, en sus variantes lisa y llana,
y con la eistencia de “leyes constitucionales”, y la de que
será ley suprema la que sea calicada de constitucional. No
obstante, esta Suprema Corte de Justicia considera que los
tratados internacionales se encuentran en un segundo plano
inmediatamente debajo de la Ley Fundamental y por encima
del derecho federal y el local. Esta interpretación del artículo
133 constitucional, deriva de que estos compromisos interna-
cionales son asumidos por el Estado meicano en su conjunto
y comprometen a todas sus autoridades frente a la comunidad
internacional; por ello se eplica que el Constituyente haya
facultado al Presidente de la República a suscribir los trata-
dos internacionales en su calidad de jefe de Estado y, de la
misma manera, el Senado interviene como representante de
la voluntad de las entidades federativas y, por medio de su
raticación, obliga a sus autoridades. Otro aspecto importante

160 El amparo y la jerarquía del derecho local


Ciclo de Conferencias

para considerar esta jerarquía de los tratados, es la relativa a


que en esta materia no eiste limitación competencial entre
la Federación y las entidades federativas, esto es, no se toma
en cuenta la competencia federal o local del contenido del
tratado, sino que por mandato epreso del propio artículo 133
el presidente de la República y el Senado pueden obligar al
Estado meicano en cualquier materia, independientemente
de que para otros efectos ésta sea competencia de las entidades
federativas. Como consecuencia de lo anterior, la interpreta-
ción del artículo 133 lleva a considerar en un tercer lugar al
derecho federal y al local en una misma jerarquía en virtud
de lo dispuesto en el artículo 124 de la Ley Fundamental, el
cual ordena que “Las facultades que no están epresamente
concedidas por esta Constitución a los funcionarios federales,
se entienden reservadas a los Estados”. No se pierde de vista
que en su anterior conformación, este Máimo Tribunal había
adoptado una posición diversa en la tesis P. C/92, publicada
en la Gaceta del Semanario Judicial de la Federación, número 60,
correspondiente a diciembre de 1992, página 27, de rubro:
“LEYES FEDERALES Y TRATADOS INTERNACIONALES.
TIENEN LA MISMA JERARQUÍA NORMATIVA”; sin em-
bargo, este Tribunal Pleno considera oportuno abandonar tal
criterio y asumir el que considera la jerarquía superior de los
tratados incluso frente al derecho federal.

Amparo en revisión 1475/98.—Sindicato Nacional de Contro-


ladores de Tránsito Aéreo.—11 de mayo de 1999.—Unanimidad
de diez votos.—Ausente: José Vicente Aguinaco Alemán.

8 No. Registro: 903,483


Tesis aislada
Materia(s):Constitucional
Novena Época
Instancia: Pleno
Fuente: Apéndice 2000
Tomo: Tomo I, Const., P.R. SCJN

Luis Octavio Vado Grajales 161


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

—Ponente: Humberto Román Palacios.—Secretario: Antonio


Espinoza Rangel.”
Cabe destacar, a favor de estos criterios de la Corte acerca de
la jerarquía del derecho local, argumentos que se desprenden de un
clásico del derecho constitucional, como lo es El Federalista. Cuando se
aborda el problema de la posible invasión de las atribuciones locales
por parte de las autoridades federales, epresamente se dice:
“La constitucionalidad de una ley tendrá que determinar-
se en todos los casos según la naturaleza de los poderes en
que se funde, y más adelante “No hay proposición que se
apoye sobre principios más claros que la que arma que todo
acto de una autoridad delegada, contrario a los términos del
mandato con arreglo al cual se ejerce, es nulo.” ¹
Resulta relevante considerar las ideas epresadas en El Federa-
lista, ya que son contemporáneas al nacimiento del sistema federal.
Si bien dicho documento se considera una fuente de inspiración para
los juristas y legisladores nacionales, también lo es que debe leerse
teniendo en cuenta la comparación de las culturas políticas diversas
entre nuestra nación y la norteamericana.

Pero queda aún la consideración de la Constitución como parte


integrante del derecho federal, que eplica García Máynez, ya que si
aceptamos tal supuesto, el criterio de la Corte no puede ser del todo

Tesis: 2810
Página: 1958
Genealogía:
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, tomo X, noviembre
de 1999, página 46, Pleno, tesis P. LXXVII/99.
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, tomo X, noviembre
de 1999, página 46, Pleno, tesis P. LXXVII/99.
9 Hamilton, Madison y Jay, El Federalista, México, Fondo de Cultura Económica,
2004, p. 131.
10 Ibídem, p. 332.

162 El amparo y la jerarquía del derecho local


Ciclo de Conferencias

aceptable. Para tratar de dilucidar el tema, y asumiendo el riesgo del


argumento de autoridad, me serviré de la opinión del padre de la escuela
vienesa, Hans Kelsen, quien epresa en su Teoría General del Estado:
“Supongamos un orden jurídico, como el del Estado fede-
ral, compuesto de normas que poseen un ámbito territorial
de vigencia diferente; en ese orden hay que distinguir tres
elementos: ante todo, la constitución, en virtud de la cual se
establece la unidad del orden total. Esta norma (o complejo
normativo) tiene que etender su validez (tanto en el respecto
territorial como en el de las competencias) a la totalidad del
ámbito de vigencia del orden total, a pesar de que —en virtud
de ello— divide la competencia entre un órgano central y
varios órganos locales; con otras palabras: porque y en tanto
que se limita a delegar en un órgano central y varios órganos
locales la creación de normas, de las cuales unas valdrán
sobre todo el territorio y otras sólo sobre determinadas par-
tes del mismo (…) Sobre la base de esta constitución, y por
delegación de la misma, se hallan dos círculos normativos
ulteriores que son, por relación a aquélla, órdenes parciales
delegados: uno, con validez espacial sobre todo el territorio;
y varios, con vigencia circunscrita a determinadas partes
del mismo. Si al primero se le llama “unión” o “Estado su-
perior”, y a los últimos “Estados miembros”, es indudable
que, de hecho, son coordinados y que entre ellos no eiste
una relación de delegación. Los Estados miembros no es-
tán, pues, subordinados al “Estado superior” y éste lleva
indebidamente ese nombre.”¹¹
Visto como posible antinomia, el choque entre el derecho federal y el
local, bajo la visión de los últimos criterios descritos, no es sino aparente.
Esto porque, siguiendo las ideas de Norberto Bobbio, para que estemos

11 Kelsen, Hans, Teoría general del Estado, México, UNAM-Ediciones Coyoacán, p.


262.

Luis Octavio Vado Grajales 163


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

en presencia de una auténtica antinomia deberá darse, además de la per-


tenencia a un mismo ordenamiento, el que las normas tengan el mismo
ámbito de validez, siendo evidente que, en el caso que nos ocupa, no se
cumple el segundo requisito por tener validez material diversa.¹²
Estas ideas sustentan desde la perspectiva teórica, el ejercicio
interpretativo que subyace a la opinión de la Corte.
Debemos considerar, además, jurisprudencias recientes que nos ha-
blan de las llamadas leyes generales, por mucho tiempo no aceptadas por
la práctica constitucional meicana, y que fueron también muy discutidas
en la doctrina. En particular, quiero traer a colación lo siguiente:

"LEYES GENERALES. INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO


133 CONSTITUCIONAL
La lectura del precepto citado permite advertir la intención del
Constituyente de establecer un conjunto de disposiciones de
observancia general que, en la medida en que se encuentren
apegadas a lo dispuesto por la Constitución Política de los
Estados Unidos Meicanos, constituyan la “Ley Suprema de la
Unión”. En este sentido, debe entenderse que las leyes del Con-
greso de la Unión a las que se reere el artículo constitucional
no corresponden a las leyes federales, esto es, a aquellas que
regulan las atribuciones conferidas a determinados órganos
con el objeto de trascender únicamente al ámbito federal, sino
que se trata de leyes generales que son aquellas que pueden
incidir válidamente en todos los órdenes jurídicos parciales
que integran al Estado Meicano. Es decir, las leyes generales
corresponden a aquellas respecto a las cuales el Constituyente
o el Poder Revisor de la Constitución ha renunciado epresa-
mente a su potestad distribuidora de atribuciones entre las
entidades políticas que integran el Estado Meicano, lo cual
se traduce en una ecepción al principio establecido por el ar-
tículo 124 constitucional. Además, estas leyes no son emitidas

12 Bobbio, op. cit., pp. 188 y 189.

164 El amparo y la jerarquía del derecho local


Ciclo de Conferencias

motu proprio por el Congreso de la Unión, sino que tienen su


origen en cláusulas constitucionales que obligan a éste a dic-
tarlas, de tal manera que una vez promulgadas y publicadas,
deberán ser aplicadas por las autoridades federales, locales,
del Distrito Federal y municipales.
Amparo en revisión 120/2002. Mc. Cain Méico, S.A. de C.V.
13 de febrero de 2007. Mayoría de seis votos. Disidentes: José
Ramón Cossío Díaz, Margarita Beatriz Luna Ramos, José Fer-
nando Franco González Salas, José de Jesús Gudiño Pelayo y
Juan N. Silva Meza. Ponente: Sergio Salvador Aguirre Anguiano.
Secretarios: Andrea Zambrana Castañeda, Rafael Coello Cetina,
Malkah Nobigrot Kleinman y Maura A. Sanabria Martínez.
El Tribunal Pleno, el veinte de marzo en curso, aprobó, con
el número VII/2007, la tesis aislada que antecede. Méico,
Distrito Federal, a veinte de marzo de dos mil siete.”¹³
Esta tesis aislada es coincidente con otra, que podemos encon-
trar bajo el rubro: TRATADOS INTERNACIONALES. SON PARTE
INTEGRANTE DE LA LEY SUPREMA DE LA UNIÓN Y SE UBICAN

13 Registro No. 172739


Localización:
Novena Época
Instancia: Pleno
Fuente: Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta
XXV, Abril de 2007
Página: 5
Tesis: P. VII/2007
Tesis Aislada
Materia(s): Constitucional
Nota: En la sesión pública de trece de febrero de dos mil siete, además del
amparo en revisión 120/2002, promovido por Mc Cain México, S.A. de C.V.,
se resolvieron los amparos en revisión 1976/2003, 787/2004, 1084/2004,
1651/2004, 1277/2004, 1576/2005, 1738/2005, 2075/2005, 74/2006,
815/2006, 948/2006, 1380/2006, y el amparo directo en revisión 1850/2004,
respecto de los cuales el tema medular correspondió a la interpretación del artículo
133 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, a que se reere
esta tesis aislada.

Luis Octavio Vado Grajales 165


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

JERÁRQUICAMENTE POR ENCIMA DE LAS LEYES GENERALES,


FEDERALES Y LOCALES. INTERPRETACIÓN DEL ARTÍCULO 133
CONSTITUCIONAL.
Como se desprende de los más recientes criterios de nuestro
máimo órgano jurisdiccional, se acepta ya un nuevo peldaño en el
ordenamiento jurídico meicano, el de las leyes generales, que son de
mayor jerarquía que las federales propiamente y las locales. Estas nor-
mas son de gran importancia para el ámbito local, pues perfeccionan
y complementan el sistema de distribución de competencias que, en
algunos casos sólo esboza la Constitución nacional.
Como ejemplo de estas leyes, considero que podemos citar la Ley
General de Salud, la Ley de Vías Generales de Comunicación, la
Ley General del Deporte, la Ley de Coordinación para la Educación
Superior, entre otras. Esto porque dichas leyes distribuyen facultades
entre la federación, las entidades, e incluso los municipios.
Así, podemos considerar que la posición del derecho local, en el
ordenamiento jurídico meicano, ha tenido variaciones a lo largo de un
corto periodo de tiempo, según los criterios que la Corte ha establecido
en diversas oportunidades. Podemos resumirlo así:
• Hasta 1995, el derecho local era inferior a la Constitución, los
tratados y las leyes federales, estos dos últimos en un mismo
nivel.
• De 1999 a 2007, las leyes locales eran inferiores a la Constitución
y los tratados, pero en igualdad jerárquica con las leyes federa-
les.
• A partir de 2007, las leyes locales son inferiores a la Constitu-
ción, los tratados y las leyes generales mantienen su igualdad
jerárquica con las leyes federales.
Como hemos podido ver, lo anterior se ha construido a partir de
diversos amparos resueltos en revisión por la Suprema Corte. Así, se
conrma lo que mencioné al principio de esta charla: el amparo ha servido
para establecer la jerarquía normativa del ordenamiento meicano, par-
ticularmente y en el caso que nos ocupa, para jar la posición que guar-
da el derecho local frente a las demás normas del sistema.

166 El amparo y la jerarquía del derecho local


Ciclo de Conferencias

Son pocas las jurisprudencias y tesis aisladas, pero quiero hacer notar
el periodo corto de tiempo en que ha variado, al menos en tres ocasiones, el
criterio de la Corte. No estoy seguro de que podamos asumir que el tema sea
un asunto agotado; es más, considero que en un futuro nuevas resoluciones
de amparo, además de las que se deriven de controversias constitucionales
y acciones de inconstitucionalidad, continuarán reelaborando la jerarquía
normativa meicana.
Así, el amparo, instrumento vivo de defensa de los particulares, y
los jueces federales, al resolver los asuntos concretos que se les presenten,
seguirán contribuyendo a denir las características de nuestro sistema
jurídico. Todos nosotros, desde la cátedra, el litigio o la judicatura, debe-
remos estar atentos a los nuevos criterios que, inevitablemente surgirán,
lo mismo para adoptarlos que para criticarlos, pero siempre conscientes
del alto valor que tiene el amparo como instrumento de denición del
ordenamiento jurídico.

Luis Octavio Vado Grajales 167


PROSPECTIVAS DE LA CONSTITUCIÓN DE
1917 Y LA JUSTICIA ELECTORAL

Gabriela Nieto Castillo*

Smai: I. Presentación. II. La justicia electoral en Méico.


III. Prospectivas de la Constitución Política de los Estados
Unidos Meicanos.

I. PRESENTACIÓN

Es un honor tener la oportunidad de participar en este foro. Por una


parte, porque como universitaria formada en la Universidad Autónoma
de Querétaro, el colaborar en actividades académicas que la ealtan aún
más, constituye para mí una gran satisfacción. Aunado a ello, porque
me honra compartir este espacio, con ponentes de tan reconocido pres-
tigio profesional y académico, de quienes tengo mucho que aprender.
Por lo tanto, agradezco sinceramente la invitación recibida por parte del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, para colaborar
en este foro académico, organizado dentro del marco de las actividades
de conmemoración del “Sesquicentenario de la Constitución Política de
la República Meicana de 1857 y del Nonagésimo Aniversario de la
Constitución Política de los Estados Unidos Meicanos”.

* Doctora en Derecho por la Universidad Autónoma de Querétaro, coordinadora del


campus San Juan del Río, de la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma
de Querétaro.

169
Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Dada la temática que aborda esta mesa redonda, me parece con-


veniente dividir mi eposición en dos apartados: El primero, relativo
a la justicia electoral meicana y su prospectiva. El segundo se referirá
al futuro de nuestra Constitución.

II. LA JUSTICIA ELECTORAL EN MÉXICO

Establecer un criterio sobre las “Prospectivas de la Constitución de


1917 y la justicia electoral” me motiva a iniciar con una frase del minis-
tro Mariano Azuela que considero, atiende en unas cuantas palabras,
a una realidad que prevaleció en nuestro país durante mucho tiempo,
pues contrarrestando aquella perspectiva de “no hacer descender al
más alto tribunal al nivel de las contiendas políticas”,1 a n de evitar
que éste se involucrara en cuestiones político-electorales, que se enten-
día, debían corresponder al órgano político; resalta “la conveniencia de
mejor ascender la política al nivel de la justicia”.2 Sin duda, ello se ha
logrado. Los diques que enfrentó la judicialización de lo político han
sido paulatinamente atendidos, lo que da como resultado un esquema
constitucional y legal, que a partir de principios y reglas se maniesta
óptimo a la justicia electoral y a los derechos políticos.
En este sentido, la imposibilidad de resolver por vía jurídica los
conictos de carácter político-electoral; el desfase que los derechos
políticos sufrieron en el constitucionalismo meicano, en relación con
el concierto internacional; el sistema político de autocalicación; el
sistema electoral y el sistema de partidos, entre otros asuntos, se erigen
como factores revisados mediante la discusión y enfrentamiento entre
el gobierno, las fuerzas políticas y las fuerzas sociales, que pone de
maniesto un importante movimiento democratizador en Méico, el
cual adquiere matiz jurídico y, por ende, certeza y seguridad, a través

1 Moctezuma Barragán, José, José María Iglesias y la Justicia Electoral, México,


Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 1994, p. 337.
2 Ídem.

170 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral


Ciclo de Conferencias

de la justicia electoral, la cual, de acuerdo con José Luis de la Peza, “se


erige en la garantía nal de la democracia que supone la subordinación
del poder al derecho a través de la Constitución y las leyes”.³
En las últimas décadas se observa el impulso que los asuntos
electorales han eperimentado, así como su importancia para la tran-
sición democrática meicana. Instituciones tan valiosas como el Insti-
tuto Federal Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación, constituyen un claro ejemplo de ello. El juicio de revisión
constitucional electoral y el de protección de los derechos político-
electorales, también lo son. En n, la evolución constitucional y legis-
lativa, tendiente a lograr la sujeción de la política al derecho, y evitar
un sometimiento en sentido contrario, forman parte de un proceso de
cambio en la cultura jurídico-política de nuestro país.
Sin embargo, la temática relativa a la justicia electoral no puede
ni debe considerarse como tarea conclusa, pues los temas atendidos a
través de la reforma constitucional y legal siempre requerirán de un
nuevo estudio. De igual manera, se presentarán nuevas problemáti-
cas, que eigirán, a su vez, otros planteamientos, reconsideraciones y
respuestas. Ello, en virtud del impulso permanente que la dinámica
sociopolítica vive, como resultado de una constante proyección de
valores sociales y democráticos, mismos que en un circular proceso
de consolidación habrán de adquirir forma jurídica.
Al reiterar que el proceso de evolución de la justicia electoral mei-
cana es a todas luces evidente, también cabe cuestionarnos qué hace
falta, sin intención de establecer un criterio limitativo, sino únicamente
enunciativo, sobre algunos tópicos, que en lo personal considero de
especial relevancia, he de señalar que a fin de dar continuidad a
dicho proceso habría de atenderse lo siguiente:

3 “Justicia electoral en el umbral del siglo XXI”, J. Jesús Orozco Henríquez,


compilador, Memoria del III Congreso Internacional de Derecho Electoral,
presentación de José Luis de la Peza, tomo III, México, Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación, Instituto Federal Electoral, Universidad Nacional
Autónoma de México, Universidad de Quintana Roo, Programa de las Naciones
Unidas Para el Desarrollo, 1999, p. XVII.

Gabriela Nieto Castillo 171


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

a. Consideración en el texto constitucional de los


derechos políticos como derechos fundamentales
y no sólo como prerrogativas del ciudadano

Puede armarse que en Méico, uno de los factores que ha im-


pactado nocivamente en el ejercicio de los derechos políticos, en su
defensa, en su protección, e incluso en su difusión, ha sido su falta de
reconocimiento como derechos fundamentales. Evidentemente, tal
problemática resalta en el siglo xx, pero se mantiene aún en el siglo
xx, como resultado de una inadecuada positivación en el teto consti-
tucional. En la actualidad, dado el cambio en el patrón cultural, resul-
tante de la presión social y política, así como de polémicas discusiones
teóricas, es claro que los derechos políticos, también conocidos como
derechos del ciudadano, son indudablemente derechos humanos, y
asumen tanta importancia como los derechos individuales, los sociales
o los de tercera generación. Es más, me atrevería a señalar que tienen
especial relevancia, en virtud de que su adecuado ejercicio eigirá un
pleno respeto a los otros derechos. No obstante, la Constitución los
positiva como “prerrogativas del ciudadano”, situación que originó
múltiples discusiones en torno a su naturaleza, al considerarse que,
como prerrogativas, gozan de la dualidad derecho-obligación y, por
tanto, no adquieren el carácter de derecho fundamental. Considero
que tal perspectiva es errónea, pues, sin lugar a dudas, el derecho de
participar activamente en la construcción del entorno político consti-
tuye un verdadero derecho, por lo que es preciso su reconocimiento
como tal en el teto constitucional, amén de integrar otros derechos
políticos no establecidos.

b. Establecimiento de medios de protección


jurisdiccional para los derechos políticos, y no
únicamente para los derechos político-electorales

Otra problemática en torno a los derechos políticos fue la ausencia


de medios de protección jurisdiccional. La discusión al respecto se hizo

172 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral


Ciclo de Conferencias

presente también en el siglo xx, ante el enfrentamiento de dos grandes


representantes del constitucionalismo meicano: Ignacio L. Vallarta y
José María Iglesias. De ello sale triunfante el criterio que defendió la no
intervención del Poder Judicial en asuntos de carácter político-electoral.
En consecuencia, dichos conictos debían ser revisados y solucionados
por el órgano político, situación que prevaleció durante mucho tiempo
y que impactó nocivamente en el ejercicio de los derechos políticos. En
atención a tal escenario, el proceso evolutivo de la justicia electoral dio
nacimiento al juicio de protección de los derechos político-electorales,
de acuerdo con lo establecido en el artículo 99 de la Constitución. Sin
embargo, la etensión y signicado de “derecho político” rebasa a
una circunscripción de los mismos al ámbito estrictamente electoral.
Debido a ello y aunado a la necesidad de una positivación adecuada,
el proceso de transición democrática eige también el establecimiento
de vías de protección para la amplia gama de derechos políticos, y
no únicamente de los derechos político-electorales. Asimismo, sería
conveniente plantear la posibilidad de que las Salas Regionales del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación funcionen con
un carácter permanente, y no únicamente de manera periódica, a n de
poder atender y resolver los diversos conictos relacionados con los
derechos políticos.

c. Fortalecimiento de la autonomía del Poder Judicial


frente a los otros poderes

Un tema frecuentemente debatido ha sido el relativo al fortaleci-


miento del Poder Judicial, pues la eperiencia histórica y la cosmovisión
jurídica heredadas, generaron un esquema de sujeción de aquel a los
otros dos poderes. Evidentemente, pese a que el operador jurídico
no es considerado como políticamente responsable, al no acceder al
cargo por decisión mayoritaria, desde el momento en que ejerce una
de las funciones vitales para el Estado, necesita desempeñar su labor
dentro de un marco de equilibrio de poder. Así, una vía para lograr
el fortalecimiento del Poder Judicial es garantizar su independencia.

Gabriela Nieto Castillo 173


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Al respecto, la duración de los ministros en el cargo o lo dispuesto en


torno a la remuneración constituyen ejemplos de las medidas adop-
tadas para lograrla. Especialmente importante resulta el control de la
constitucionalidad y la creación del Consejo de la Judicatura Federal.
Sin embargo, habría que replantear otros asuntos, como capacitación
de funcionarios judiciales, su designación, administración hacia el in-
terior, rendición de cuentas, transparencia o la creación de un órgano
constitucional autónomo en administración de justicia, entre otros,
como medidas necesarias para consolidar la independencia y, por ende,
el fortalecimiento del Poder Judicial, lo cual, naturalmente, implica
favorecer en dichos términos al Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación y, por ende, a la función que éste ejerce.

d. Fortalecimiento del Instituto Federal Electoral


y control de su función

Una de las más grandes aportaciones del proceso de transición


democrática en Méico fue la creación del Instituto Federal Electoral,
órgano constitucional que con independencia de los poderes clásicos,
asume una importante función del Estado. El IFE constituye una
muestra fehaciente del proceso de ciudadanización de la función
electoral. El desarrollo de las diferentes etapas del proceso electoral,
la difusión de la cultura jurídico-política o la eciencia técnica en la
planeación y organización, entre otros aspectos, dan muestra clara de
la labor que dicha institución realiza. Pero, aun a pesar de tales avances,
cabría cuestionarnos sobre la necesidad de jar ciertos lineamientos,
tendientes a evitar toda injerencia del interés político-partidista en la
institución y consolidar su autonomía.

e. Presencia de la nueva cosmovisión jurídica en los


procesos de creación y aplicación del derecho

Indudablemente, toda Constitución reeja un modelo cosmogóni-


co de comprensión de la realidad jurídico-política. Así como en el siglo

174 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral


Ciclo de Conferencias

xx la doctrina liberal queda plasmada en el teto constitucional de


1857 y, en el siglo xx, la Constitución de 1917 presenta un importante
sentido social. Ahora, en pleno siglo xx, ¿sería conveniente sustentar
la ingeniería constitucional en los modelos que reejan las teorías
modernas del derecho? Mi opinión es que sí, pues ello fortalecería la
comprensión de la Constitución por principios y la ponderación de
derechos, bajo una nueva visión interpretativa, lo cual, por una parte,
orientaría los procesos de creación y aplicación del derecho y, conse-
cuentemente, permitiría la consolidación del Estado constitucional de
derecho y el desarrollo de la democracia meicana.

III. PROSPECTIVAS DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA


DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS

Ahora bien, concentrando el enfoque, al futuro del Estado


constitucional de derecho y de la democracia meicana, resalta el
cuestionamiento sobre el rol que hasta este momento ha jugado la
Constitución de 1917 y sobre la viabilidad o no, de su permanencia,
como un entramado eciente y capaz de soportar las nuevas epecta-
tivas. En cuanto al primer cuestionamiento, me parece que no queda
duda. Evidentemente, este documento respondió tanto a un patrón
cultural como a un conteto temporal determinados. Sin embargo, la
reforma constitucional ha permitido la adecuación de la Constitución
a la transformación social y política; ha dado lugar a un rediseño
institucional, que pone de maniesto el paso de instituciones no de-
mocráticas a instituciones que sí revisten este carácter; ha convertido
los nuevos valores sociales en valores democráticos, plasmándolos
a través de principios constitucionales, y en términos generales, ha
impulsado el proceso de transición democrática y la protección de
los derechos humanos en sus diversas manifestaciones. No obstante,
en muchos de los casos también ha surgido como medida inmediata
de liberalización, aplicada por la clase en el poder, con el objetivo de
dar n a momentos de tensión política de gran magnitud, por lo cual,

Gabriela Nieto Castillo 175


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

pese a los importantes avances constitucionales, también se aprecian


ciertas deciencias y falta de coherencia en su contenido. Derivado de
lo anterior, las discusiones actuales en torno a la reforma del Estado y
las propuestas que éstas han generado dan lugar a distintos y delicados
planteamientos: ¿qué requiere Méico?, ¿aplicación y cumplimiento
estricto de la Constitución?, ¿reforma integral de su teto?, o ¿una
nueva Constitución?
Para dar respuesta a dichas interrogantes, en principio, considero
necesario aludir a la reforma del Estado, que implica un proceso de
transformación, ineludiblemente abocado a tres rubros fundamentales:
a) la reforma desde el punto de vista administrativo, que naturalmen-
te se dirige al cambio en la estructura administrativa y del sistema
económico; b) la reforma política, necesaria para jar nuevas reglas
de convivencia política, de acceso y ejercicio del poder, así como am-
pliación y fortalecimiento de las vías de participación ciudadana y,
por último, c) una nueva ingeniería constitucional, que como sustento
de las anteriores permita el rediseño institucional en ambos sentidos.
Ahora bien, retomando los planteamientos establecidos y dada la
trascendencia e impacto de una transformación integral al interior del
Estado —que naturalmente debe responder a la cosmovisión que gesta
en la actualidad la segunda transición jurídica—; la discusión en torno
a las prospectivas de la Constitución que hoy nos rige da lugar a dos
escenarios, epuestos en el plano descriptivo por Riccardo Guastini,
como reforma e instauración. Omito al respecto el señalamiento de la
posición que establece como innecesaria la reforma constitucional, y
que a su vez deende únicamente su cumplimiento estricto, en virtud
de que a pesar de coincidir con la importancia que reviste el respeto y
cumplimiento de la misma, me parece que el proceso de cambio siempre
será necesario para responder a la realidad imperante.

4 Cárdenas, Jaime, Corzo, Edgar, Ferrer Mc Gregor, Eduardo y otros, Para entender la
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, México, Nostra Ediciones,
2007, XXI.
5 Guastini, Riccardo, Estudios de teoría constitucional, México, Distribuciones
Fontamara, 2001, pp. 40-43.

176 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral


Ciclo de Conferencias

En cuanto a los otros dos cuestionamientos, y planteando argu-


mentos favorables en cada caso, podría señalarse lo siguiente. En cuanto
al primer escenario, resulta evidente que el impulso a la reforma del
Estado, eigiría, de manera ineludible, una revisión y modicación
integral al teto constitucional, y cumplir así con el principio estable-
cido en el artículo 135. Por otra parte, la conveniencia de una nueva
Constitución resalta en virtud de la necesidad imperante, de dar na-
cimiento a un entramado constitucional, que sin eludir los principios
ya contemplados, recoja en su contenido la realidad cultural, jurídica,
política, social y económica, actual, reejando integral y coherentemen-
te el conjunto de valores sociales y democráticos, pero que también
—en un proceso de retroalimentación— concrete y oriente dichos
valores. Ahora bien, tomando en consideración que el enfrentamiento
de opiniones es connatural a la diversidad, podría considerarse que
en el caso de la reforma constitucional se corre el riesgo de que ésta
no logre la integridad requerida, lo que incrementa la falta de cohe-
rencia sustancial que ya se ha presentado, además de un proceso de
reforma estructural inconcluso. De igual manera, aludir a la creación
de una Constitución, a través de la función constituyente, pondría de
maniesto el enfrentamiento al principio de inviolabilidad, establecido
en el artículo 136. Aunado a lo anterior, en ambos casos, los criterios
partidistas asumirán, sin duda alguna, un papel importante en el se-
guimiento o rechazo de cualquiera de los escenarios epuestos.
En lo personal, considero que la Constitución Política de los Es-
tados Unidos Meicanos es un documento invaluable que reeja una
importante etapa del proceso de transición democrática en nuestro
país. Asimismo, quisiera reiterar que atribuyo gran valía al hecho de
que a pesar de haber surgido en un momento coyuntural con carac-
terísticas notoriamente distintas y distantes al conteto meicano en
la actualidad, se ha adecuado a las nacientes condiciones, en diversos
momentos. No obstante, el cambio en la ingeniería constitucional se
presenta como ineludible. Puede ser más conveniente hacer referencia
a una nueva Constitución, que trastocar sustancial y normativamente
hablando, el teto de la que hoy nos rige, pues son tantos y tan valiosos

Gabriela Nieto Castillo 177


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

los tópicos que debe abarcar la reforma del Estado, que en aras de la
coherencia, consistencia, unidad e integridad constitucional, la trans-
formación estructural en la ingeniería constitucional se hace necesaria.
Sin embargo, la reforma constitucional también representa una vía
sólida de reestructuración, siempre y cuando ésta sea realmente integral
y dé lugar a un nuevo entramado constitucional. De cualquier manera,
en ambos supuestos y en términos guastinianos, se estaría frente a un
proceso de instauración.
Evidentemente, éste es un tema de discusión actual, por lo cual
su resultado es hasta ahora incierto. Sin embargo, me parece necesa-
rio señalar que sólo a través de un nuevo entramado constitucional
—derivado de una nueva Constitución o de una reforma integral—,
pero por obvias razones, eminentemente democrático, se puede llegar
a un nuevo entramado institucional y, en tal orden de ideas, a partir
de un nuevo entramado institucional podrá concretarse la reforma del
Estado y, en consecuencia, la consolidación del Estado constitucional
de derecho. Sirva al respecto hacer referencia al siguiente teto de
Jaime Cárdenas: “…Ello hace preciso reinventar el Estado, es decir,
su orden jurídico, la ecacia y eciencia de los gobiernos, mejorar los
canales de intercomunicación entre el gobierno, las instituciones y la
sociedad civil. Esta labor es aún mayor cuando de lo que se trata es de
construir un Estado democrático de derecho…”.

6 Cárdenas Gracia, Jaime, Transición política y reforma constitucional en México,


2a. ed., México, Instituto de Investigaciones Jurídicas, UNAM, 2005, p. 154.

178 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral


PROSPECTIVAS DE LA CONSTITUCIÓN
DE 1917 Y LA JUSTICIA ELECTORAL:
HACIA UN SISTEMA INTEGRAL
DE CONTROL DE LA
CONSTITUCIONALIDAD
EN LA MATERIA ELECTORAL
Rodolfo Terrazas Salgado*

Smai: I. Palabras preliminares. II. La reforma de 1996.


III. Vacíos del sistema de control constitucional en materia elec-
toral. IV. Conclusiones. V. Propuestas.

I. PALABRAS PRELIMINARES

Agradezco muy cumplidamente la atenta invitación de la H. Univer-


sidad Autónoma de Querétaro, para participar en la conmemoración
tanto del 150 aniversario de la Constitución Política de la República
Meicana de 1857, como del noventa aniversario de la Constitución
Política de los Estados Unidos Meicanos de 1917; pero más aún me
complace el poder intervenir en el tema relativo a prospectiva de
nuestra Constitución vigente en lo que a la justicia electoral se reere,
en compañía de tan distinguidos académicos.

* Director del Centro de Capacitación Judicial Electoral. Profesor titular por oposición
en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Integrante del Colegio de Profesores de Garantías y Amparo de la propia Facultad.
Miembro de la Barra Mexicana, Colegio de Abogados, A. C.

179
Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

II. LA REFORMA DE 1996

Como ha sido ya una epresión que hemos escuchado con fre-


cuencia, el marco jurídico que rige en la materia electoral, eperimentó
en el año 1996, es decir, hace ya más de una década, una importante
transformación que ha permitido ir delineando cada vez con mayor
precisión, un diseño institucional y procesal que pudiera consolidar
en denitiva la tan anhelada justicia electoral.
En este orden de ideas, con la citada reforma constitucional, por
lo que toca al Tribunal Electoral, todas las normas inherentes al mismo,
que se encontraban diseminadas en varios preceptos de la Ley Supre-
ma, se concentraron en el teto del artículo 99. Así, en dicho numeral
se dispuso lo siguiente:
1. Denió al Tribunal Electoral como órgano especializado del
Poder Judicial de la Federación y máima autoridad en la materia, con
ecepción de lo dispuesto por el artículo 105, fracción II, de la Carta
Magna, esto es, lo referente a las acciones de inconstitucionalidad que
tuvieran por objeto plantear la posible contradicción entre una norma
electoral de carácter general y la propia Constitución, situación que se
reservó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
2. Previó que la anterior Sala de Segunda Instancia del enton-
ces Tribunal Federal Electoral, se transformaría en Sala Superior del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, y se le dotó de
permanencia, en virtud de las nuevas atribuciones que se le conrie-
ron; sin embargo, en relación con las Salas Regionales, éstas siguieron
eistiendo con el carácter de temporales.
3. Otorgó gran relevancia a las nuevas atribuciones del Tribunal
Electoral, con especial atención a las relacionadas con los nuevos me-
canismos de control constitucional, por lo que se propuso la inclusión,
en forma enunciativa, de los asuntos que serían de su competencia, así
como los medios de impugnación, señalando los referidos a:
a) Elecciones de diputados, senadores y Presidente de la Repú-
blica; en este último caso, corresponde eclusivamente el cono-
cimiento de las impugnaciones respectivas a la Sala Superior.

180 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

Además, se conrió a dicha Sala la facultad para realizar el


cómputo total y la declaración de validez de la elección y del
Presidente electo, se abandonó así el sistema de calicación
electoral a cargo de los Colegios Electorales.
b) Posibles violaciones a las normas constitucionales o legales
distintas de las mencionadas en el inciso anterior en que inter-
vinieran las autoridades electorales federales, por lo que con
esta precisión se da sustento al recurso de apelación establecido
en la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en
Materia Electoral.
c) La protección de los derechos establecidos en la Constitución
General de la República, contra actos y resoluciones de las
autoridades electorales de las entidades federativas, a través
del juicio de revisión constitucional electoral, concebido como
un medio de impugnación de carácter ecepcional, pues su
interposición se sujetó a diversas limitantes.
d) El juicio para la protección de los derechos político-electorales
del ciudadano, sin establecer limitante alguna para su inter-
posición.
e) La competencia especial laboral del Tribunal, conforme a la cual
puede conocer de las controversias suscitadas entre el propio
Tribunal y sus servidores o entre el Instituto Federal Electoral
y sus respectivos servidores.
f) Las controversias planteadas con motivo de la determinación e
imposición de sanciones en la materia electoral; además, dejó
la posibilidad para que en la ley reglamentaria respectiva se
introdujeran otras atribuciones.
4. Previó las normas para resolver las posibles contradicciones de
tesis que fueran sustentadas por alguna de las Salas del Tribunal Elec-
toral respecto de la inconstitucionalidad de algún acto o resolución o
sobre la interpretación de un precepto de la Constitución Política de los
Estados Unidos Meicanos, con las que a su vez fueran sustentadas por
las Salas o el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; por lo
que, para tal efecto, se legitimó tanto a los ministros, como a las Salas y

Rodolfo Terrazas Salgado 181


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

a las partes, en los juicios de los que emanaran estas tesis, para realizar la
denuncia de la posible contradicción, y otorgó al Pleno de la Corte
la facultad para resolver en denitiva cuál de las tesis debe prevalecer.
5. Estableció que la administración, vigilancia y disciplina en el
Tribunal Electoral correspondería a una Comisión del Consejo de la
Judicatura Federal.
6. Precisó que en lo sucesivo, las relaciones de trabajo del perso-
nal del Tribunal Electoral, se regirían por las disposiciones aplicables
al Poder Judicial de la Federación y las particulares que resultaran
necesarias para el cumplimiento de sus funciones.
De igual manera, la reforma constitucional en comento, se ocupó
del artículo 105, fracción II, de la propia Carta Fundamental, en la cual
resaltan cuatro aspectos básicos:
• Eliminó la prohibición para que la acción de inconstitucionali-
dad fuera procedente tratándose de normas electorales.
• Incluyó a los partidos políticos como sujetos legitimados para
interponer la acción de inconstitucionalidad en contra de nor-
mas electorales.
• Estableció la eclusividad de la vía de acción de inconstitucio-
nalidad para plantear la no conformidad de leyes electorales
con la Constitución.
• Dispuso que las normas generales de carácter electoral, tanto fede-
rales como locales, debían ser promulgadas y publicadas al menos
noventa días antes de que inicie el proceso electoral en que serán
aplicadas.
Ahora bien, respecto a la atribución eclusiva de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, para eaminar la constitucionalidad de las leyes
electorales, tanto federales como locales, cabe mencionar que la importancia
de las adecuaciones correspondientes fue destacada en la eposición de
motivos de la propia iniciativa de reforma constitucional en los términos
siguientes:
“…Para crear el marco adecuado que dé plena certeza al desa-
rrollo de los procesos electorales tomando en cuenta las condiciones
especícas que impone su propia naturaleza, las modicaciones al

182 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

artículo 105 de la Constitución, que contiene esta propuesta, con-


templan otros tres aspectos fundamentales: que los partidos polí-
ticos adicionalmente a los sujetos señalados en el precepto vigente,
estén legitimados ante la Suprema Corte, solamente para impugnar
leyes electorales; que la única vía para plantear la no conformidad
de las leyes electorales a la Constitución sea la consignada en dicho
artículo; y que las leyes electorales no sean susceptibles de modi-
caciones sustanciales, una vez iniciados los procesos electorales
en que vayan a aplicarse o dentro de los noventa días previos a su
inicio, de tal suerte que puedan ser impugnadas por inconstitu-
cionalidad, resueltas las impugnaciones por la Corte y en su caso
corregida la anomalía por el órgano legislativo competente antes
de que inicien formalmente los procesos respectivos.”¹
Por lo que toca a las reformas legales, tuvieron particular impor-
tancia las relativas al Código Federal de Instituciones y Procedimientos
Electorales, al Código Penal para el Distrito Federal en Materia del
Fuero Común y para toda la República en Materia del Fuero Federal,
al Estatuto de Gobierno del Distrito Federal, a la Ley Orgánica del
Poder Judicial de la Federación, así como a la Ley Reglamentaria de
las Fracciones I y II del Artículo 105 de la Constitución Política de los
Estados Unidos Meicanos, y destacó la epedición de la Ley General
del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral.
Cabe mencionar que esta última se caracteriza por establecer de
manera conjunta y ordenada, los medios de impugnación en la materia,
en virtud de los cuales todo aquél que estime que se ha transgredido
su esfera de derechos político-electorales por un acto o resolución de
autoridad, tenga la posibilidad de acudir a un Tribunal especializado,
para conseguir la protección de esos derechos, así como para la salva-
guarda de los principios de constitucionalidad y legalidad de los actos
y resoluciones electorales.

1 Exposición de Motivos de la Iniciativa de Reformas Constitucionales suscrita por el


titular del Poder Ejecutivo Federal y los coordinadores de los grupos parlamentarios
de los Partidos Acción Nacional, Revolucionario Institucional, de la Revolución
Democrática y del Trabajo, México, 23 de julio de 1996, p. VIII.

Rodolfo Terrazas Salgado 183


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Por otro lado, cabe destacar que el sistema de medios de impugna-


ción regulado por la ley en análisis tiene por objeto garantizar:
• Que todos los actos y resoluciones de las autoridades elec-
torales se sujeten invariablemente, según corresponda, a los
principios de constitucionalidad y de legalidad.
• La denitividad de los distintos actos y etapas de los procesos
electorales.
De igual forma, es conveniente precisar que el sistema de medios
de impugnación establecido en la ley en comento, se integra por:
1) El recurso de revisión, para garantizar la legalidad de actos y
resoluciones de la autoridad electoral federal.
2) El recurso de apelación, el juicio de inconformidad y el recur-
so de reconsideración, para garantizar la constitucionalidad
y legalidad de actos y resoluciones de la autoridad electoral
federal.
3) El juicio para la protección de los derechos político-electorales
del ciudadano.
Al respecto, es oportuno señalar que dicho juicio sólo procede
cuando el ciudadano por sí mismo y en forma individual haga valer pre-
suntas violaciones a sus derechos de votar y ser votado en las elecciones
populares, de asociarse en forma pacíca para tomar parte en los asuntos
políticos y de aliarse libre e individualmente a los partidos políticos.
4) El juicio de revisión constitucional electoral, para garantizar la
constitucionalidad de actos o resoluciones de las autoridades lo-
cales en los procesos electorales de las entidades federativas.
En lo que atañe a esta vía de impugnación, resulta pertinente men-
cionar, como ya se apuntó, que sólo podrá ser interpuesto contra actos o
resoluciones de las autoridades competentes de las entidades federativas
para organizar y calicar los comicios locales o resolver las controver-
sias que surjan durante los mismos, siempre y cuando se cumplan los
requisitos siguientes:
• Que tales actos o resoluciones sean denitivos y rmes.
• Que violen algún precepto de la Constitución Política de los
Estados Unidos Meicanos.

184 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

• Que la violación reclamada pueda resultar determinante para


el desarrollo del proceso electoral respectivo o el resultado nal
de las elecciones.
• Que la reparación solicitada sea material y jurídicamente po-
sible dentro de los plazos electorales.
• Que la reparación solicitada sea factible antes de la fecha
constitucional o legalmente jada para la instalación de los
órganos o la toma de posesión de los funcionarios electos.
• Que se hayan agotado en tiempo y forma todas las instancias
previas establecidas por las leyes, para combatir los actos o
resoluciones electorales en virtud de los cuales se pudieran
haber modicado, revocado o anulado.
Así, el incumplimiento de cualquiera de los anteriores requisitos
traerá como consecuencia el desechamiento de plano del juicio de re-
visión constitucional electoral.
Por lo que se reere a este medio impugnativo, cabe agregar que
sus restricciones, además de que coinciden con las enumeradas en el
teto constitucional, tienen la clara nalidad de que este medio de
impugnación sea de naturaleza etraordinaria, y evitar su uso indis-
criminado para los procesos electorales locales o sus resultados o que
no involucren la posible violación de normas constitucionales.
5) El juicio para dirimir los conictos o diferencias laborales entre
el Instituto Federal Electoral y sus servidores.
De esta forma, con la inclusión del recurso de apelación, el juicio
de inconformidad, el recurso de reconsideración, el juicio para la protec-
ción de los derechos político-electorales del ciudadano y el juicio de
revisión constitucional electoral, unidos a la acción de inconstitucio-
nalidad, era evidente el propósito de instituir un sistema de control de
constitucionalidad en materia político-electoral, al abrirse tres impor-
tantes posibilidades, a saber:
• Plantear la no conformidad de una norma de carácter general
con la Constitución (acción de inconstitucionalidad).
• Cuestionar la constitucionalidad y legalidad de los actos y
resoluciones, tanto de las autoridades electorales federales

Rodolfo Terrazas Salgado 185


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

como locales (recurso de apelación, juicio de inconformidad,


recurso de reconsideración y juicio de revisión constitucional
electoral).
• El establecimiento de una vía dedicada especícamente a la
protección de los derechos político-electorales de los ciudada-
nos, que cubre así una asignatura tradicionalmente ecluida
de la jurisdicción de amparo.

III. VACÍOS DEL SISTEMA DE CONTROL CONSTITUCIONAL


EN MATERIA ELECTORAL

No obstante lo antes epuesto, debe insistirse que si bien es cierto


que el objetivo principal de las reformas constitucionales y legales de
1996 fue el establecimiento de un sistema integral de justicia en materia
electoral que garantizara el control constitucional de leyes, actos y re-
soluciones de las autoridades electorales federales y locales; así como
la protección de los derechos político-electorales de los ciudadanos de
votar, ser votado, de asociación para tomar parte en los asuntos polí-
ticos del país, y de aliación libre e individual a los partidos políticos;
también lo es que se observa que dicho sistema no es integral.
Lo anterior es así, en virtud de que a la luz de la improcedencia del
juicio de amparo en materia político-electoral, prevista básicamente en
el artículo 73, fracciones VII y VIII, de la Ley de Amparo,² y del criterio
sustentado por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación en la
Contradicción de Tesis 2/2000, cuyo rubro es: “TRIBUNAL ELECTORAL
DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN. CARECE DE COMPETEN-
CIA PARA PRONUNCIARSE SOBRE INCONSTITUCIONALIDAD DE

2 Dichas causales de improcedencia se reeren a las resoluciones o declaraciones


de organismos y autoridades en materia electoral así como del Congreso Federal,
de las Cámaras que lo constituyen, de las Legislaturas de los estados o de sus
respectivas Comisiones o Diputaciones Permanentes, en elección, suspensión o
remoción de funcionarios, en los casos en que las Constituciones correspondientes
les coneran la facultad de resolver soberana o discrecionalmente.

186 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

LEYES”, del cual nos ocuparemos con mayor detalle más adelante; eisten
una serie de casos que carecen de vía jurisdiccional para ser dilucidados.
En efecto, por cuanto hace al primer punto mencionado, para
nadie es un secreto que la decimonónica decisión asumida por la Su-
prema Corte de Justicia de la Nación, en cuanto al juicio de amparo en
materia político-electoral, no ha sufrido modicación sustancial algu-
na, como lo demuestran las tesis que a continuación se relacionan:
"DERECHOS POLÍTICOS. IMPROCEDENCIA
La violación de los derechos políticos no da lugar al juicio de
amparo, porque no se trata de garantías individuales.³
“DERECHOS POLÍTICOS. AMPARO IMPROCEDENTE
CONTRA LEYES DE CONTENIDO POLÍTICO ELECTO-
RAL, SI LA CONTROVERSIA VERSA EXCLUSIVAMENTE
SOBRE. Para que la acción constitucional intentada en contra
de una ley de contenido político-electoral sea procedente, es
menester que la controversia verse sobre la violación de una
garantía individual, aun cuando esté asociada con derechos
políticos, y no eclusivamente respecto de estos últimos, pues-
to que la violación de los derechos políticos no es reparable
mediante el juicio de amparo.”
“DERECHOS POLÍTICO-ELECTORALES. CUANDO SU
EJERCICIO INCIDA TOTALMENTE SOBRE CUESTIONES
RELACIONADAS CON EL PROCESO ELECTORAL, NO SE
ACTUALIZA EL SUPUESTO DE EXCEPCIÓN PREVISTO
PARA LA PROCEDENCIA DEL JUICIO DE AMPARO, AUN
CUANDO SE VINCULE CON LA VIOLACIÓN DE OTROS
DERECHOS FUNDAMENTALES. La Suprema Corte de Justicia

3 Amparo en revisión 185/88. Hugolino González Méndez y otros. 23 de junio de


1988. Unanimidad de votos. Ponente: José Galván Rojas. Secretario: Jorge Patlán
Origel.
4 Amparo en revisión 633/94. Partido Demócrata Mexicano. 8 de agosto de 1994.
Cinco votos. Ponente: Fausta Moreno Flores. Secretario: Juan Carlos Cruz
Razo.

Rodolfo Terrazas Salgado 187


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

de la Nación ha sostenido que, ecepcionalmente, cuando junto


con la violación de un derecho político se reclamen leyes o actos
que entrañen la violación de otros derechos fundamentales,
resulta procedente el juicio de garantías; sin embargo, dicha
ecepción no se actualiza cuando a través de ese medio de con-
trol se pretende combatir la violación de derechos políticos que,
aun cuando pueden constituir un derecho fundamental, inciden
totalmente sobre cuestiones electorales, esto es, sobre el proceso
o contienda electoral, ya que cuando el ejercicio de las garantías
y prerrogativas que consagra la Constitución Política de los Es-
tados Unidos Meicanos se encuentre estrechamente vinculado
con el sistema de justicia electoral, su eamen debe hacerse con-
forme a los artículos 41 y 116, fracción IV, constitucionales, que
regulan los aspectos relacionados con la participación del pueblo
en la vida democrática del país y el acceso de los ciudadanos al
ejercicio del poder público. Por consiguiente, el hecho de que en
un juicio de amparo, el quejoso considere que el ordenamiento
electoral impugnado viola el ejercicio de algún derecho político
(como el de ser votado para un cargo de elección popular), ade-
más de otros derechos fundamentales, como el de igualdad, no
discriminación, asociación política, libertad de trabajo, etcétera,
no hace procedente tal medio de control constitucional, pues el
análisis de dichas violaciones tendrá que realizarse de acuerdo
con el sistema electoral meicano, esto es, a través de la acción
de inconstitucionalidad y del juicio para la protección de los
derechos político-electorales del ciudadano.”
Por otra parte, cabe resaltar que la acción de inconstitucionalidad
(artículo 105, fracción II, de la Constitución Federal), por su propia

5 Amparo en revisión 743/2005. Jorge Castañeda Gutman. 8 y 16 de agosto de


2005. Mayoría de siete votos. Disidentes: José Ramón Cossío Díaz, Genaro David
Góngora Pimentel, Olga Sánchez Cordero de García Villegas y Juan N. Silva Meza.
Ponente: Sergio A. Valls Hernández. Secretaria: Laura García Velasco. El Tribunal
Pleno, el siete de diciembre en curso, aprobó, con el número II/2007, la tesis aislada
que antecede. México, Distrito Federal, a siete de diciembre de dos mil seis.

188 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

naturaleza, es un instrumento de carácter limitado, pues su ejercicio


compete, como un monopolio, a las minorías parlamentarias, al Pro-
curador General de la República, a los organismos de protección de
los derechos humanos y, en el caso de la materia electoral, también a
las dirigencias de los partidos políticos con registro nacional o local,
según sea el caso.
De tal suerte que, si a lo referido con antelación agregamos el
criterio sustentado a partir de 2002 por la Corte, todo aquel sujeto
de derecho que no se encuentre legitimado para intentar la acción de
inconstitucionalidad, no tiene la posibilidad de plantear la no confor-
midad de una ley electoral con la Constitución, ya que a través del
juicio de revisión constitucional electoral o del juicio para la protección
de los derechos político-electorales del ciudadano, no podrá argüir la
inconstitucionalidad de una norma electoral de carácter general, puesto
que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, quien tie-
ne la competencia para conocer y resolver esos juicios, no cuenta con las
atribuciones necesarias para pronunciarse sobre el particular.
En tal virtud, se observa que los justiciables adolecen de la posibi-
lidad de controvertir un acto o resolución de las autoridades electorales
que se sustenten en normas de carácter general, lo cual menoscaba lo
dispuesto por los artículos 17 y 41, fracción IV, de la Ley Suprema, en
lo relativo a que siempre deberá haber tribunales epeditos para la
impartición de justicia de manera pronta, completa e imparcial, y que
en la materia electoral, en todo momento, se garanticen los principios
de constitucionalidad y legalidad.
Ahora bien, desde los años 1997 y 1998, despertó gran interés y
polémica lo relativo a que si el Tribunal Electoral tendría competen-
cia para resolver un medio de impugnación, donde el agravio fuera
encaminado a cuestionar un acto o resolución en el cual se alegara
la aplicación de una norma electoral de carácter general contraria al
teto de la Ley Suprema, vertiéndose al respecto diversas opiniones
académicas. Tiempo después, entre los meses de julio y septiembre
de 1998, la Sala Superior de ese Órgano Jurisdiccional, resolvió tres

Rodolfo Terrazas Salgado 189


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

juicios de revisión constitucional electoral, uno de ellos planteado por


el Partido Frente Cívico y dos por el Partido de la Revolución Demo-
crática. En todos los casos, el Tribunal determinó la inaplicabilidad de
disposiciones contenidas en leyes electorales locales por contravenir
mandatos constitucionales, por lo que en el año 1999 emitió la tesis de
jurisprudencia que a continuación se transcribe:
“TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FE-
DERACIÓN. TIENE FACULTADES PARA DETERMINAR LA
INAPLICABILIDAD DE LEYES SECUNDARIAS CUANDO ÉS-
TAS SE OPONGAN A DISPOSICIONES CONSTITUCIONA-
LES. De una interpretación teleológica, sistemática y funcional de
los diferentes artículos de la Constitución Política de los
Estados Unidos Meicanos que contienen las bases funda-
mentales rectoras de la jurisdicción electoral, se desprende
que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
está facultado por la Carta Magna para decidir el conicto de
normas que en su caso se presente, y determinar que no se
apliquen a actos o resoluciones combatidos por los medios de
impugnación que corresponden a su jurisdicción y competencia,
los preceptos de leyes secundarias que se invoquen o puedan
servir para fundarlos, cuando tales preceptos se opongan a las
disposiciones constitucionales; esto con el único objeto de que
los actos o resoluciones impugnados en cada proceso jurisdic-
cional de su conocimiento se ajusten a los lineamientos de la
ley fundamental y se aparten de cualquier norma, principio
o lineamiento que se les oponga, pero sin hacer declaración
general o particular en los puntos resolutivos, sobre incons-

6 Al respecto, véase: Cetina Menchi. David, "EL ALCANCE DEL CONTROL DE LA


CONSTITUCIONALIDAD DE LAS LEYES ELECTORALES EN EL ORDEN JURÍDICO
MEXICANO" y Terrazas Salgado, Rodolfo, "IMPUGNACIÓN CONSTITUCIONAL
EN MATERIA ELECTORAL. BREVE SEMBLANZA EN EUROPA Y AMÉRICA CON
ESPECIAL REFERENCIA A MÉXICO", pp. 1265 a 1273, Justicia Electoral en el
umbral del siglo XXI. Memoria del III Congreso Internacional de Derecho Electoral,
t. III. Instituto de Investigaciones Jurídicas.

190 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

titucionalidad de las normas desaplicadas, sino limitándose


únicamente a conrmar, revocar o modicar los actos o reso-
luciones concretamente reclamados en el jurisdiccional de que
se trate. La interpretación señalada lleva a tal conclusión, pues
en el proceso legislativo del que surgió el decreto de reformas
constitucionales publicado en el Diario Ocial de la Federación el
22 de agosto de 1996, se pone de maniesto la voluntad evidente
del órgano revisor de la Constitución de establecer un sistema
integral de justicia electoral, con el objeto de que todas las leyes,
actos y resoluciones electorales se sujetaran, invariablemente, a
lo dispuesto en la Carta Magna, para lo cual se jó una distribu-
ción competencial de contenido total de este sistema integral de
control de constitucionalidad, entre la Suprema Corte
de Justicia de la Nación y el Tribunal Electoral, sistema que
nalmente quedó recogido en los términos pretendidos, pues
para la impugnación de leyes, como objeto único y directo de
la pretensión, por considerarlas inconstitucionales, se concedió la
acción de inconstitucionalidad ante la Suprema Corte de Justi-
cia de la Nación, en el artículo 105, fracción II, constitucional,
y respecto de los actos y resoluciones en materia electoral, la
jurisdicción para el control de la constitucionalidad se conrió al
Tribunal Electoral, cuando se combaten a través de los medios de
impugnación de su conocimiento, como se advierte de los
artículos 41 fracción IV, 99 y 116 fracción IV de la Ley Funda-
mental, y en este supuesto, la única forma de que el Tribunal
Electoral puede cumplir plenamente con la voluntad señalada,
consiste en eaminar los dos aspectos que puedan originar
la inconstitucionalidad de los actos y resoluciones: la posible
contravención de disposiciones constitucionales que las au-
toridades electorales apliquen o deban aplicar directamente,
y el eamen de las violaciones que sirven de sustento a los
actos o resoluciones, que deriven de que las leyes aplicadas se
encuentren en oposición con las normas fundamentales. No
constituye obstáculo a lo anterior la previsión contenida en el

Rodolfo Terrazas Salgado 191


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

artículo 105, fracción II, constitucional, en el sentido de que “la


única vía para plantear la no conformidad de leyes electorales
a la Constitución es la prevista en este artículo”, que prima facie,
podría implicar una prohibición del análisis de la oposición de
leyes secundarias a la Constitución, en algún proceso diverso a la
acción de inconstitucionalidad, dado que esa apariencia se des-
vanece, si se ve el contenido del precepto en relación con los nes
perseguidos por éstas, a la vez que permite la plena satisfacción
de los nes perseguidos con la institución, y la interpretación
estriba en que el imperativo de que “la única vía para plantear
la no conformidad de leyes electorales a la Constitución”, sólo
signica que los ordenamientos legislativos no pueden ser ob-
jeto directo de una acción de anulación en una sentencia, sino
eclusivamente en la vía especíca de la acción de inconstitucio-
nalidad, la cual no riñe con desconocerle al Tribunal Electoral la
facultad de desaplicar a los actos y resoluciones combatidos, en
los medios de impugnación de su conocimiento, las leyes que se
encuentren en oposición con las disposiciones constitucionales,
en los términos y con los lineamientos conducentes para superar
un conicto de normas, como lo hace el juez o tribunal cuando
enfrenta un conicto semejante en la decisión jurisdiccional
de un caso concreto, y la intelección en este sentido armoniza
perfectamente con todas las partes del sistema constitucional
establecido. Esto se ve robustecido con lo previsto en el párrafo
quinto del artículo 99 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Meicanos, porque dada la distribución de competen-
cias del sistema íntegro de justicia electoral, tocante al control
de la constitucionalidad, entre la Suprema Corte de Justicia de
la Nación y el Tribunal Electoral, el supuesto en que se ubica la
previsión constitucional que se analiza, respecto a la hipótesis de
que este tribunal sustente una tesis sobre la inconstitucionalidad
de un acto o resolución y que la Suprema Corte sostenga un
criterio contrario en algún asunto de su jurisdicción y compe-
tencia, únicamente se podría presentar para que surtiera efectos

192 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

la regla en el caso de que, habiéndose promovido una acción de


inconstitucionalidad en contra de una ley electoral, el Pleno la
desestimara, y declarara la validez de la norma, y que, por otro
lado, con motivo de la aplicación de esa norma para fundar un
acto o resolución, se promoviera un medio de impugnación en el
que se invocara la oposición de la misma norma a la Carta Mag-
na, y el Tribunal Electoral considerara que sí se actualiza dicha
oposición, ante lo cual cabría hacer la denuncia de contradicción
de tesis prevista en el mandamiento comentado. También cobra
mayor fuerza el criterio, si se toma en cuenta que el legislador
ordinario comprendió cabalmente los elementos del sistema
integral de control de constitucionalidad de referencia, al epe-
dir la Ley Reglamentaria de las fracciones I y II del artículo 105
de la Constitución Política de los Estados Unidos Meicanos,
al no incluir en sus artículos 43 y 73 al Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación, entre las autoridades a las que
obligan las razones contenidas en los considerandos que funden
los resolutivos de las sentencias aprobadas por cuando me-
nos ocho votos, en las controversias constitucionales y en las
acciones de inconstitucionalidad, pues esto revela que a dicho
legislador le quedó claro que el Tribunal Electoral indicado pue-
de sostener criterios diferentes en el ejercicio de sus facultades
constitucionales de control de la constitucionalidad de actos y
resoluciones electorales.”
De la lectura de la jurisprudencia en cita, César Nava Vázquez

etrae las premisas siguientes:

7 Sala Superior.S3EL005/99. Juicio de revisión constitucional electoral. SUP-JRC-


0333/98. Partido Frente Cívico. 16 de julio de 1998. Unanimidad de 4 votos. Juicio
de revisión constitucional electoral. SUP-JRC-091/98. Partido de la Revolución
Democrática. 24 de septiembre de 1998. Unanimidad de votos. Juicio de revisión
constitucional electoral. SUP-JRC-092/98. Partido de la Revolución Democrática.
24 de septiembre de 1998. Unanimidad de votos. TESIS DE JURISPRUDENCIA
J.05/99, tercera época. Sala Superior. Materia Electoral. Aprobada por unanimidad
de votos.

Rodolfo Terrazas Salgado 193


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

“a) El legislador que reformó la Constitución y epidió la Ley


Reglamentaria de las fracciones I y II del artículo 105 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Meicanos, así
como la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación
en Materia Electoral, diseñó un sistema integral de justicia
electoral constitucional.
b) En dicho sistema se prevé una distribución armónica de com-
petencias para el control o justicia constitucional entre la Corte
y el Tribunal.
c) La Corte es la única competente para conocer de acciones
de inconstitucionalidad y controversias constitucionales.
d) La única vía para plantear la no conformidad de las leyes electo-
rales a la Constitución, es la acción de inconstitucionalidad.
e) Al conocer de cualquiera de los medios de impugnación previs-
tos en la Ley adjetiva electoral, el Tribunal tiene la facultad de
desaplicar aquellas normas que entren en conicto con alguna
disposición constitucional.
f) El Tribunal, en cambio, carece de facultades para pronunciarse,
sea con efectos particulares o generales, sobre la inconstitucio-
nalidad de las normas electorales.”
Debe destacarse, que de la interpretación realizada por el Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación, puede desprenderse que
estaba ejerciendo un control jurisdiccional difuso de la constituciona-
lidad de las leyes electorales secundarias.
Lo anterior, toda vez que dicho Órgano Jurisdiccional llevaba
a cabo tal control en la decisión de las causas de su competencia,
ocupándose del análisis del acto o resolución impugnado en la parte
considerativa de su fallo, mas no así en los puntos resolutivos, sin que

8 Nava Vázquez, César, "LA JUSTICIA CONSTITUCIONAL EN MATERIA ELECTORAL


Y LA FACULTAD DEL TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA
FEDERACIÓN DE DETERMINAR LA INAPLICABILIDAD DE LEYES SECUNDARIAS
OPUESTAS A LA CONSTITUCIÓN FEDERAL", Testimonios sobre el desempeño
del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y su contribución al
Desarrollo Político Democrático de México, p. 226.

194 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

su resolución tuviera efectos generales sobre la inconstitucionalidad


de las normas electorales.
De la misma opinión es el ahora ministro José Ramón Cossío Díaz,
en lo que hace al concepto de control constitucional:
“... es importante el destacar que esta epresión admite dos
sentidos. Por una parte, la modalidad que podemos llamar
“control concentrado” es aquella en la que los órganos del
Estado analizan las posibles contradicciones de una norma
general frente a la Constitución a efecto de declarar, en la parte
resolutiva del fallo, la nulidad de la primera. Por otra parte,
aquella que suele denominarse “control difuso”, donde el órgano
que lleva a cabo el control de constitucionalidad aprecia la posible
contradicción entre ley y Constitución en la parte considerativa del
fallo, con lo cual llega a desaplicarla para el caso concreto sin hacer
una declaración general de nulidad de la misma.”
Ahora bien, en noviembre de 1999, el entonces magistrado Presi-
dente del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, don José
Luis de la Peza, distinguido e inolvidable jurista, denunció la posible
contradicción de tesis, entre la sustentada por la Corte al resolver la
acción de inconstitucionalidad 6/98 y la sostenida por dicho Tribunal al
interpretar el artículo 54 de la Constitución Política de los Estados Unidos
Meicanos, la cual fue tramitada en el epediente 2/2000 PL.
Así, al resolver la acción de inconstitucionalidad 6/98, promovida por
el Partido de la Revolución Democrática en contra del Decreto número
138 del Congreso del Estado de Quintana Roo, por el que se reformaron,
adicionaron y derogaron diversas disposiciones del Código de Institu-
ciones y Procedimientos Electorales de dicho Estado, la Suprema Corte
concluyó que dentro de la reglamentación del principio de representación
proporcional, en las leyes electorales debía contemplarse un límite a la
sobrerrepresentación, pues era una de las bases fundamentales, necesarias

9 Cossío Díaz, José Ramón, "El indebido monopolio constitucional-electoral de la


Suprema Corte de Justicia", revista Este País, No. 139, México, octubre 2002,
p. 36.

Rodolfo Terrazas Salgado 195


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

para la observancia del mencionado principio, que se deriva del artículo


54 constitucional.
En este sentido, la Corte consideró que el tope máimo de diputados
por ambos principios que puede alcanzar un partido debe ser igual al
número de distritos electorales, esto es, que deben observarse las bases
contenidas en el citado artículo 54 constitucional en la regulación del
principio de representación proporcional por las legislaturas locales.
En sentido contrario, la Sala Superior del Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación, al resolver el juicio de revisión consti-
tucional electoral 209/99, razonó que las legislaturas de los estados no
están sujetas a restricción alguna en la reglamentación del principio de
representación proporcional, sino que sólo están obligadas a incorporar
dicho principio a la par del principio de mayoría relativa, en términos
de la fracción II del artículo 116 de la Carta Magna.
En resumen, mientras que la Corte sostuvo que en las legislaciones es-
tatales debe preverse un número máimo de diputados por los principios
de mayoría relativa y representación proporcional equivalente al número de
distritos uninominales en los que está dividido el Estado correspondiente,
el Tribunal consideró que del teto constitucional no se desprende límite
alguno, sino tan sólo la obligatoriedad de ambos principios.
De tal suerte, al resolver el epediente de contradicción de tesis
identicado con la clave 2/2000-PL, la Suprema Corte de Justicia de la
Nación emitió las tesis que a continuación se transcriben:
“CONTRADICCIÓN DE TESIS. NO EXISTE VÁLIDAMENTE
ENTRE UN CRITERIO SUSTENTADO POR EL TRIBUNAL
ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN Y
LA JURISPRUDENCIA DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTI-
CIA DE LA NACIÓN, CUANDO SE TRATA DE LA CONSTI-
TUCIONALIDAD O INCONSTITUCIONALIDAD DE LEYES
ELECTORALES. Esta Suprema Corte de Justicia de la Nación ha
sostenido, en reiteradas ocasiones, que para que eista contradic-
ción de tesis es necesario que dos o más órganos jurisdiccionales
sustenten criterios divergentes al resolver asuntos de cualquier natu-
raleza que sean de su competencia, esto es, constituye un requisito de

196 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

procedencia de la contradicción de tesis que los criterios discrepantes


deriven de resoluciones emitidas por órganos jurisdiccionales que
estén facultados para pronunciarse sobre el punto a debate. Acorde
con lo antes epuesto, si el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación se pronuncia sobre la interpretación de un precepto
de la Constitución Política de los Estados Unidos Meicanos,
deriva de un análisis de la inconstitucionalidad de una norma
general en materia electoral que está fuera de su competencia, en
sentido diverso al sustentado por este Máimo Tribunal, es evidente
que no puede eistir válidamente contradicción de tesis entre lo
sostenido por dichos tribunales, ya que el órgano reformador de
la Constitución le conrió la facultad eclusiva a la Suprema Corte
de Justicia de la Nación de conocer sobre la inconstitucionalidad de
normas generales en esa materia, por lo que no procede jurídica-
mente enfrentar un criterio sustentado por un órgano jurisdiccional
competente para conocer sobre inconstitucionalidad de una ley, con
un criterio sustentado por un órgano que carece de esa atribución,
aun a título de aplicación del artículo 133 constitucional; sostener lo
contrario, en lugar de crear certeza y seguridad jurídica, que es la
nalidad del sistema implantado para resolver la discrepancia de
criterios de órganos jurisdiccionales terminales del Poder Judicial de
la Federación, se fomentaría la inseguridad al dar a entender, implíci-
tamente, que procede aquella contradicción entre tribunales que cons-
titucionalmente actúan en diversos ámbitos de competencia.”¹
“LEYES ELECTORALES. LA ÚNICA VÍA PARA IMPUGNAR-
LAS ES LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD. En el

10 (PLENO) P./J. 24/2002. Contradicción de tesis 2/2000-PL. Entre las sustentadas


por la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y la
Suprema Corte de Justicia de la Nación. 23 de mayo de 2002. Unanimidad de
nueve votos. Ausentes: Mariano Azuela Güitrón y José Vicente Aguinaco Alemán.
Ponente: Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Secretario: Pedro Alberto Nava
Malagón. El Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada hoy diez de junio en
curso, aprobó, con el número 24/2002, la tesis jurisprudencial que antecede. México,
Distrito Federal, a diez de junio de dos mil dos. Publicada en la p. 5 del Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. XV, junio de 2002.

Rodolfo Terrazas Salgado 197


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

artículo 105, fracción II, de la Constitución Política de los Estados


Unidos Meicanos, y en su ley reglamentaria, se establece que
las leyes electorales federal y locales deben promulgarse y publi-
carse cuando menos noventa días antes de que inicie el proceso
electoral en que vayan a aplicarse; que durante éste no pueden
someterse a modicaciones fundamentales, así como el sistema de
su impugnación, conforme al cual la única vía para plantear la no
conformidad de dichas leyes con la Constitución es la acción de
inconstitucionalidad, que puede promoverse dentro de los treinta
días naturales siguientes a la fecha de la respectiva publicación y
que la única autoridad competente para conocer y resolver dichas
acciones es la Suprema Corte de Justicia de la Nación, las que
deben tramitarse y resolverse en plazos breves, a n de que el
legislador esté en posibilidad de llevar a cabo las modicaciones
pertinentes, en caso de que la norma impugnada sea declarada
inconstitucional. Por tanto, el Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación no puede, en ningún caso, pronunciarse acerca de
la constitucionalidad de leyes electorales, por no ser impugnables
ante él con motivo de los actos y resoluciones en los que se hubieran
aplicado, porque por un lado, en atención a su naturaleza, en cuan-
to a que están destinadas a regir un proceso electoral, es impres-
cindible partir de su rmeza, ya que de otra forma se vulneraría
el equilibrio del proceso electoral, pues no sería lógico que con-
forme a su sistema de contienda electoral entre partidos políticos,
se cuestionara la constitucionalidad de una norma relativa a ese
proceso, con motivo de actos y resoluciones producidos en él; y
por el otro, que está fuera de las facultades de ese tribunal cote-
jar la norma electoral frente a la Constitución, aun a preteto de
determinar su posible inaplicación.”¹¹
“TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE
LA FEDERACIÓN. CARECE DE COMPETENCIA PARA

11 (PLENO) P./J. 25/2002. Contradicción de tesis 2/2000-PL. Entre las sustentadas por
la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y la Suprema

198 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

PRONUNCIARSE SOBRE INCONSTITUCIONALIDAD


DE LEYES. De lo dispuesto en los artículos 99 y 105, fracción
II, de la Constitución Política de los Estados Unidos Meica-
nos, se desprende, por un lado, que el Tribunal Electoral es la
máima autoridad jurisprudencial en materia electoral y es el
órgano especializado del Poder Judicial de la Federación, cuya
competencia es la de garantizar la especialización, objetividad
e imparcialidad en el ejercicio de esa función jurisdiccional, así
como la custodia de los derechos político electorales de los ciu-
dadanos, y vericar que los actos y resoluciones que al respecto
se dicten, se ajusten al marco jurídico previsto tanto en la propia
Constitución Federal, como en la Ley General del Sistema de
Medios de Impugnación en Materia Electoral y, por otro, que
a la Suprema Corte de Justicia de la Nación le corresponde en
forma eclusiva conocer de las acciones de inconstitucionali-
dad que tengan por objeto plantear la posible contradicción
entre una norma general y la Constitución Federal, siendo
dichas acciones la única vía para plantear la no conformidad
de las leyes electorales con la propia Ley Fundamental. En
congruencia con lo anterior, se concluye que la facultad para
resolver sobre la contradicción de normas electorales y la Carta
Magna está claramente limitada por mandato constitucional
al Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, por lo
que el Tribunal Electoral sólo puede manifestarse respecto de
algún acto o resolución o sobre la interpretación de un pre-
cepto constitucional, siempre que ésta no sea para vericar la
conformidad de una ley electoral con el propio Ordenamiento

Corte de Justicia de la Nación. 23 de mayo de 2002. Unanimidad de nueve votos.


Ausentes: Mariano Azuela Güitrón y José Vicente Aguinaco Alemán. Ponente: Olga
Sánchez Cordero de García Villegas. Secretario: Pedro Alberto Nava Malagón. El
Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada hoy diez de junio en curso, aprobó con
el número 25/2002, la tesis jurisprudencial que antecede. México, Distrito Federal,
a diez de junio de dos mil dos. Publicada en la página 81 del Semanario Judicial de
la Federación y su Gaceta, novena época, t. XV, junio de 2002.

Rodolfo Terrazas Salgado 199


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Supremo, ya que de lo contrario estaría ejerciendo una facultad


que constitucionalmente no le corresponde.”¹²
“TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA
FEDERACIÓN. SI RESUELVE RESPECTO DE LA INCONS-
TITUCIONALIDAD DE UNA NORMA ELECTORAL O SE
APARTA DE UN CRITERIO JURISPRUDENCIAL SUSTENTA-
DO POR LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN
RESPECTO A LA INTERPRETACIÓN DE UN PRECEPTO
CONSTITUCIONAL, INFRINGE, EN EL PRIMER CASO, EL
ARTÍCULO 105, FRACCIÓN II, DE LA CONSTITUCIÓN FE-
DERAL, Y EN EL SEGUNDO, EL ARTÍCULO 235 DE LA LEY
ORGÁNICA DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN.
Los preceptos constitucional y legal mencionados establecen,
respectivamente, que la única vía para plantear la no conformidad
de las leyes electorales con la Constitución es la acción de incons-
titucionalidad, de la que conoce y resuelve sólo la Suprema Corte
de Justicia de la Nación; y que la jurisprudencia del Pleno de ésta,
cuando se reere a la interpretación directa de un precepto de
la Constitución, es obligatoria para el Tribunal Electoral. A éste
únicamente le corresponde, de conformidad con lo dispuesto en
el artículo 99 constitucional, resolver sobre la constitucionalidad
de actos o resoluciones emitidos por las autoridades electorales.
Por tanto, dicho Tribunal Electoral no está facultado para hacer
consideraciones ni pronunciarse sobre la constitucionalidad de
una norma general electoral, por ser una atribución eclusiva

12 (PLENO) P./J. 23/2002. Contradicción de tesis 2/2000-PL. Entre las sustentadas


por la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y
la Suprema Corte de Justicia de la Nación. 23 de mayo de 2002. Unanimidad de
nueve votos. Ausentes: Mariano Azuela Güitrón y José Vicente Aguinaco Alemán.
Ponente: Olga Sánchez Cordero de García Villegas. Secretario: Pedro Alberto
Nava Malagón. El Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada hoy diez de junio
en curso, aprobó, con el número 23/2002, la tesis jurisprudencial que antecede.
México, Distrito Federal, a diez de junio de dos mil dos. Publicada en la página 82 del
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. XV, junio
de 2002.

200 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

de este Alto Tribunal. Ahora bien, si dicho órgano jurisdiccional


al resolver sobre un asunto sometido a su consideración aborda
cuestiones relativas a la constitucionalidad de una norma general,
así sea con la única nalidad de determinar su posible inaplica-
ción, o establezca la interpretación de un precepto constitucional
distinta a la contenida en una jurisprudencia sustentada por la
Suprema Corte de Justicia de la Nación en la que ya se haya
determinado el sentido y alcance respectivos, es evidente que
incurra, en el primer caso, en inobservancia al mencionado artí-
culo 105, fracción II, de la Constitución Federal, y en el segundo,
infringe el artículo 235 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de
la Federación y, en consecuencia, su actuación afecta la seguridad
jurídica que se busca salvaguardar. En tal virtud, las tesis que se
han sustentado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación o que llegaran a sustentarse sobre inconstitucionalidad
de leyes electorales, no constituyen jurisprudencia.”¹³
Al respecto, no debe pasarse por alto lo epresado por el minis-
tro José de Jesús Gudiño Pelayo en su voto concurrente,¹ emitido
en la contradicción de tesis 2/2000 PL, en el cual argumenta en lo
sustancial que:
“a) Es una grave incongruencia armar que el Tribunal Electoral
es incompetente para analizar la constitucionalidad de un

13 (PLENO) P./J. 26/2002. Contradicción de tesis 2/2000.PL. Entre las sustentadas


por la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y
la Suprema Corte de Justicia de la Nación. 23 de mayo de 2002. Unanimidad de
nueve votos. En cuanto al criterio contenido en esta tesis el señor ministro José
de Jesús Gudiño Pelayo formuló reserva. Ausentes: Mariano Azuela Güitrón y
José Vicente Aguinaco Alemán. Ponente: Olga Sánchez Cordero de García Villegas.
Secretario: Pedro Alberto Nava Malagón. El Tribunal Pleno, en su sesión privada
celebrada hoy diez de junio en curso, aprobó, con el número 26/2002, la tesis
jurisprudencial que antecede. México, Distrito Federal, a diez de junio de dos mil
dos. Contradicción de tesis 2/2002-pl. Entre las sustentadas por la Sala Superior
del Tribunal Electoral del Poder de Justicia de la Federación y la Suprema Corte
de Justicia de la Nación. Véase página 6. Publicada en la página 83 del Semanario
Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. XV, junio de 2002.
14 Nava Vázquez, César, op. cit., pp. 236 a 239.

Rodolfo Terrazas Salgado 201


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

precepto y de modo simultáneo pretender que le es obligatorio


aplicar un criterio que conduciría a declarar la inconstitucio-
nalidad del mismo.
b) Los criterios establecidos por el Tribunal Pleno, por ocho
votos, en materia electoral no merecen el calicativo de juris-
prudencia, habida cuenta que el artículo 105 constitucional no
determina tal situación, ni tampoco su Ley Reglamentaria.
c) De la misma manera, el artículo 43 de la citada Ley Reglamenta-
ria, en lo relativo a la obligatoriedad de las razones que funden
los resolutivos de las sentencias aprobadas por lo menos con
ocho votos, no incluye al Tribunal Electoral.”
Sin perjuicio de la opinión del ministro Gudiño Pelayo, la cual
pone en evidencia algunos de los aspectos cuestionables de las tesis
anteriormente transcritas, también nos es dable etraer las conclusio-
nes siguientes:
“a) No puede eistir contradicción de tesis entre un criterio
sustentado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de
la Federación y la jurisprudencia de la Suprema Corte
de Justicia de la Nación, cuando se trata de la constituciona-
lidad de leyes electorales, toda vez que dicho Tribunal carece
de competencia para pronunciarse al respecto.
b) La única vía para impugnar la inconstitucionalidad de las leyes
electorales, es la prevista en el artículo 105, fracción II, de la Carta
Magna, dado que éste es de carácter abstracto.
c) El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación carece
de competencia para pronunciarse sobre la inconstitucionali-
dad de leyes, aun a preteto de determinar su inaplicación.
d) En el caso de que el Tribunal Electoral resuelva respecto de
la inconstitucionalidad de una norma electoral, infringe lo
dispuesto por el artículo 105, fracción II, de la Ley Suprema.
e) Asimismo, si el citado Tribunal se aparta de un criterio juris-
prudencial sustentado por la Corte transgrede lo previsto en
el numeral 235 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la
Federación.”

202 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

En nuestra opinión, las conclusiones anteriores consolidan de ma-


nera indebida el monopolio del control constitucional electoral a favor
de la Corte, porque soslayan la atribución del Tribunal Electoral en lo
que hace al eamen de las violaciones que sirven de sustento a los actos o
resoluciones derivados de leyes opuestas con la norma fundamental.
Al respecto, resulta ilustrativo señalar lo epresado por el ministro
José Ramón Cossío Díaz:
“...al fallar la contradicción de tesis el pleno le dio al asunto
un giro inesperado. Sencillamente, acrecentó su monopolio
interpretativo sobre la Constitución, suprimiendo las funciones
que en esa materia se le habían asignado al Tribunal Electoral
por el órgano reformador de la Constitución...”¹
En este tenor, debe recordarse que el control de la constitucio-
nalidad puede presentarse de dos maneras: concentrada o difusa. A
nuestro juicio, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación
aplicó dentro del ámbito de su competencia un control difuso de la
constitucionalidad de las normas secundarias, y dio así cumplimiento
a lo dispuesto por el artículo 41, fracción IV, de la Constitución, mismo
que a la letra dispone:
“Artículo 41
…Para garantizar los principios de constitucionalidad y lega-
lidad de los actos y resoluciones electorales, se establecerá un
sistema de medios de impugnación en los términos que
señalen esta Constitución y la ley. Dicho sistema dará defi-
nitividad a las distintas etapas de los procesos electorales
y garantizará la protección de los derechos políticos de los
ciudadanos de votar, ser votado y de asociación, en
los términos del artículo 99 de esta Constitución.”

Lo anterior, dado que no solamente los actos emitidos en contra-


vención a las disposiciones electorales secundarias son susceptibles

15 Cossío Díaz, José Ramón, revista Este País, op. cit., p. 36.

Rodolfo Terrazas Salgado 203


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

de vulnerar los derechos políticos; sino también aquellos actos que se


fundan en normas secundarias, donde estas últimas atentan contra lo
preceptuado en la Constitución General de la República.
No obstante, la Suprema Corte de Justicia de la Nación determinó
que la única vía para impugnar las leyes electorales es la acción de incons-
titucionalidad, con lo que a nuestro juicio confunde los distintos tipos
de control constitucional que la propia Ley Suprema establece, toda vez
que la referida acción tiene por objeto controvertir de manera directa
la no conformidad de una ley electoral a la Constitución, solicitándose la
declaración de invalidez con efectos generales; en tanto que el sistema de
medios de impugnación en materia electoral revisa un acto o resolución
de la autoridad electoral para su revocación o modicación.
Ahora bien, si del estudio del acto combatido se advierte que el
mismo se funda en una norma opuesta a algún dispositivo constitucio-
nal, lo conducente sería dejar de aplicar dicha norma, sin pronunciarse
en los puntos resolutivos sobre la inconstitucionalidad de la misma, tal
y como lo venía realizando el Tribunal Electoral del Poder Judicial de
la Federación, hasta antes de la resolución emitida en la contradicción
de tesis 2/2000 PL.
Pretender, como lo ha decidido la Suprema Corte, que el Tribunal
Electoral determine sobre el apego o no a la Constitución de un acto
o resolución, sin estudiar sobre la constitucionalidad de la ley que
lo congura, es crear una cción jurídica en la cual eiste un sentido
propio del acto, que puede congurarse con total independencia de
lo que dispone la ley que lo regula.
De la misma manera, con los criterios emitidos por la Corte se
privilegian consideraciones de certeza y seguridad jurídica para
los actores de la contienda comicial,¹ sobre el derecho a la tutela
judicial efectiva establecida en el artículo 17 de la Carta Magna, el
cual prevé que deberá haber tribunales epeditos para la imparti-

16 Es el ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia, quien de manera más amplia se ha referido


a esta cuestión en los términos siguientes: “No se pueden crear, en esta materia tan
delicada, privilegios o diferencias entre los sujetos que intervienen en un proceso

204 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

ción de justicia de manera pronta, completa e imparcial, así como lo


dispuesto por el numeral 41, fracción IV, antes citado en el sentido
de que en materia electoral deben regir los principios de constituciona-
lidad y legalidad.
Aunado a lo anterior, es de destacarse que la misma Corte reduce las
posibilidades de los justiciables para preservar sus derechos en materia
político-electoral al limitar la impugnación de las normas atinentes a la
acción de inconstitucionalidad.

electoral, pues ello desequilibraría la contienda política y, necesariamente, llevaría a la


inestabilidad nacional. Esta cuestión se encuentra también íntimamente vinculada con
el llamado ‘Principio de Certeza Electoral’. La trascendencia que para cualquier país
democrático tiene el principio de certeza en materia electoral, radica en el hecho de
que, para la vida del estado, es indispensable tener certidumbre respecto de la forma
y términos en que se lleva a cabo la integración de los poderes públicos, a través
de los procesos electorales correspondientes, en donde cobran gran importancia la
determinación jurídica en aspectos tales como el registro de partidos y candidatos,
el monto de nanciamiento, el acceso a los medios de comunicación, los términos
de las campañas, el día y las reglas de la elección y los medios de impugnación,
principalmente. Sin el principio de certeza en materia electoral, se pondría a la sociedad
y a sus instituciones públicas en un campo de ingobernabilidad que quebrantaría el
Estado de Derecho, conforme al cual, la legitimidad de la autoridad debe estar basada
en el establecimiento de instituciones democráticas, fundadas en la representatividad
que deriva de la participación libre del electorado. En esa medida, con la previsión
constitucional relativa a que la única vía para declarar la no conformidad de una ley
electoral con la Constitución Federal, es la acción de inconstitucionalidad, se garantiza
la certeza en tan delicada materia, pues se asegura jurídicamente a los habitantes
del estado, que las instituciones de éste se integren y funcionen bajo los principios
y procedimientos que están establecidos normativamente, los cuales sólo pueden
ser modicados bajo las premisas que las propias normas previenen. Así pues,
tal y como lo señala el artículo 105 constitucional, la única vía para plantear la no
conformidad de las leyes electorales con la Constitución es, precisamente, la acción
de constitucionalidad y nunca el juicio de amparo pues, se insiste, de permitirse la vía
del amparo o cualquier otro medio de defensa en contra de este tipo de ordenamientos
generales, se generarían exenciones, ventajas, derechos o cierto tipo de prerrogativas
para algunos, en tanto que los demás quedarían sujetos al régimen inconstitucional, lo
cual resulta a toda luces impensable en una contienda electoral que, se presupone, debe
partir precisamente de un absoluto equilibrio entre todos los individuos involucrados
en la elección.“El Control Constitucional de las Leyes Electorales” en Mac-Gregor
Ferrer, Eduardo (coord.) Derecho procesal constitucional, 4a. ed., Tomo II, Editorial
Porrúa-Colegio de Secretarios de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, México,
2003, pp. 1190-1191.

Rodolfo Terrazas Salgado 205


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Ejemplo de lo armado, lo son las reformas al Código Federal de


Instituciones y Procedimientos Electorales, las cuales establecieron como
un requisito para obtener el registro como Partido Político nacional estar
constituidos previamente como Agrupaciones Políticas Nacionales;¹ de
igual manera, se prevé la prohibición consistente en que los institutos
políticos de nueva creación no pueden coaligarse con aquellos ya eis-
tentes para participar en procesos electorales federales.
Suponiendo que tales reformas no hubieran sido impugnadas den-
tro de los treinta días naturales siguientes a que hace referencia el artículo
105 constitucional, fracción II, párrafo segundo, y que posteriormente
alguna asociación de ciudadanos hubiera combatido el acto por virtud
del cual se le negara su registro como partido político nacional, al no
estar constituido como una Agrupación Política Nacional, al impugnar
precisamente las disposiciones legales por estimarlas inconstitucionales
al vulnerar su derecho de asociación, tal motivo de inconformidad no
podría ser objeto de estudio, toda vez que la Suprema Corte determinó
que el Tribunal Electoral carece de facultades para llevarlo a cabo, y deja
de esta manera en estado de indefensión a los ciudadanos, los cuales, de-
be recordarse, no pueden ejercitar la acción de inconstitucionalidad,¹

en virtud de que carecen de legitimación para tales efectos.


Lo anterior demuestra que es insuciente la acción de inconstituciona-
lidad como medio de control de la constitucionalidad de las leyes electorales,
pues para el caso de que se promulgara una norma en la materia que fuera
inconstitucional, de no ser impugnada en la forma y términos establecidos
tanto en el artículo 105, fracción II, de nuestra Carta Magna, como en la Ley
Reglamentaria de las Fracciones I y II del Artículo 105 de la Constitución

17 Cabe mencionar, que actualmente existen ciento cinco Agrupaciones Políticas


Nacionales según se desprende de la página de internet del Instituto Federal
Electoral. (Dato actualizado al 25 de julio de 2007.)
18 Al respecto, es oportuno señalar que la acción de inconstitucionalidad ejercitada por
los partidos del Trabajo, Verde Ecologista de México, Convergencia y Parlamento
Ciudadano del Estado de México, se resolvió con fecha 16 de marzo de 2003,
en que la Suprema Corte de Justicia declaró como constitucionales las reformas
aludidas; sin embargo, este caso sirve para ejemplicar los riesgos de un limitado
control de la constitucionalidad en la materia electoral.

206 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

Política de los Estados Unidos Meicanos, se crearía una situación en la cual


los organismos electorales administrativos y jurisdiccionales, se verían obli-
gados a sustentar sus actos y resoluciones en normas secundarias contrarias
a la Ley Suprema, sin posibilidad alguna para dejarlas de aplicar.
Máime, cuando en otras materias coeisten la acción de incons-
titucionalidad como facultad eclusiva de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación y el juicio de amparo a través de los Tribunales Colegiados de
Circuito y los Juzgados de Distrito.
Al respecto, cabe hacer mención de la Contradicción de Tesis 4/2000-
PL, iniciada por la denuncia formulada el l de diciembre de 1999 por el
ministro Guillermo I. Ortiz Mayagoitia, a la cual se acumuló la diversa
manifestación realizada el 28 de junio de 2000 por la magistrada Virginia
López Valencia, entonces Presidenta del Tribunal del Estado de Guerrero;
se plantea en ambos escritos una posible contradicción de criterios, con-
formada en un etremo por la interpretación sustentada por el Tribunal
Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al resolver los amparos
en revisión 1878/93 y 1954/95, y los amparos directos en revisión 912/98,
913/98 y 914/98, que originaron la tesis jurisprudencial siguiente:
“CONTROL DIFUSO DE LA CONSTITUCIONALIDAD DE
NORMAS GENERALES. NO LO AUTORIZA EL ARTÍCULO
133 DE LA CONSTITUCIÓN. El teto epreso del artículo 133 de
la Constitución Federal previene que “Los jueces de cada Estado
se arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados a pesar de las
disposiciones en contrario que pueda haber en las constituciones o
leyes de los estados”. En dicho sentido literal llegó a pronunciarse la
Suprema Corte de Justicia; sin embargo, la postura sustentada con
posterioridad por este Alto Tribunal, de manera predominante, ha
sido en otro sentido, tomando en cuenta una interpretación sistemáti-
ca del precepto y los principios que conforman nuestra Constitución.
En efecto, esta Suprema Corte de Justicia de la Nación considera que
el artículo 133 constitucional, no es fuente de facultades de control
constitucional para las autoridades que ejercen funciones material-
mente jurisdiccionales, respecto de actos ajenos, como son las leyes
emanadas del propio Congreso, ni de sus propias actuaciones, que

Rodolfo Terrazas Salgado 207


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

les permitan desconocer unos y otros, pues dicho precepto debe ser
interpretado a la luz del régimen previsto por la propia Carta Magna
para ese efecto.”¹
Lo epuesto se contrapuso directamente al criterio sostenido por
la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Fede-
ración, en el juicio de revisión constitucional electoral 33/98, que dio
lugar a la tesis relevante S3EL 018/98, que lleva por rubro: “TRIBUNAL
ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN. TIENE
FACULTADES PARA DETERMINAR LA INAPLICABILIDAD DE

19 Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época. Pleno. Tesis P./J. 74/99,
t. X, agosto de 1999, p. 5. Amparo en revisión 1878/93. Sucesión intestamentaria
a bienes de María Alcocer vda. de Gil. 9 de mayo de 1995. Once votos. Ponente:
José de Jesús Gudiño Pelayo. Secretario: Alfredo López Cruz. Amparo en revisión
1954/95. José Manuel Rodríguez Velarde y coags. 30 de junio de 1997. Once
votos. Ponente: José de Jesús Gudiño Pelayo. Secretario: Mario Flores García.
Amparo directo en revisión 912/98. Gerardo Kalifa Matta. 19 de noviembre de 1998.
Unanimidad de nueve votos. Ausentes: José Vicente Aguinaco Alemán y José de Jesús
Gudiño Pelayo. Ponente: Juan N. Silva Meza. Secretario: Alejandro Villagómez Gordillo.
Amparo directo en revisión 913/98. Ramona Matta Ráscala. 19 de noviembre de 1998.
Unanimidad de nueve votos. Ausentes: José Vicente Aguinaco Alemán y José de Jesús
Gudiño Pelayo. Ponente: José de Jesús Gudiño Pelayo; en su ausencia, hizo suyo el
proyecto Genaro David Góngora Pimentel. Secretario: Miguel Ángel Ramírez González.
Amparo directo en revisión 914/98. Magda Perla Cueva de Kalifa. 19 de noviembre de
1998. Unanimidad de nueve votos. Ausentes: José Vicente Aguinaco Alemán y José
de Jesús Gudiño Pelayo. Ponente: Juan N. Silva Meza. Secretaria: Guillermina Coutiño
Mata. El Tribunal Pleno, en su sesión privada celebrada el trece de julio del año en
curso, aprobó, con el número 74/1999, la tesis jurisprudencial que antecede. México,
Distrito Federal, a catorce de julio de mil novecientos noventa y nueve. Nota: Esta tesis
contendió en la contradicción 4/2000-PL que fue declarada sin materia por el Tribunal
Pleno, toda vez que sobre el tema tratado existen las tesis P./J. 24/2002, P./J. 25/2002,
P./J. 23/2002 y P./J. 26/2002 que aparecen publicadas en el Semanario Judicial de
la Federación y su Gaceta, Novena Época, tomo XV, junio de 2002, páginas 5, 81,
82 y 83 con los rubros: "CONTRADICCIÓN DE TESIS. NO EXISTE VÁLIDAMENTE
ENTRE UN CRITERIO SUSTENTADO POR EL TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER
JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN Y LA JURISPRUDENCIA DE LA SUPREMA CORTE DE
JUSTICIA DE LA NACIÓN, CUANDO SE TRATA DE LA CONSTITUCIONALIDAD O
INCONSTITUCIONALIDAD DE LEYES ELECTORALES", "LEYES ELECTORALES. LA
ÚNICA VÍA PARA IMPUGNARLAS ES LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD",
"TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN. CARECE DE
COMPETENCIA PARA PRONUNCIARSE SOBRE INCONSTITUCIONALIDAD DE LEYES"
y "TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN. SI RESUELVE
RESPECTO DE LA INCONSTITUCIONALIDAD DE UNA NORMA ELECTORAL O SE
APARTA DE UN CRITERIO JURISPRUDENCIAL SUSTENTADO POR LA SUPREMA CORTE
DE JUSTICIA DE LA NACIÓN RESPECTO A LA INTERPRETACIÓN DE UN PRECEPTO
CONSTITUCIONAL, INFRINGE, EN EL PRIMER CASO, EL ARTÍCULO 105, FRACCIÓN
II, DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL, Y EN EL SEGUNDO, EL ARTÍCULO 235 DE LA
LEY ORGÁNICA DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN", respectivamente.

208 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

LEYES SECUNDARIAS CUANDO ÉSTAS SE OPONGAN A DISPO-


SICIONES CONSTITUCIONALES”, la cual más tarde se convirtió en
tesis de jurisprudencia identicada con la clave S3ELJ 005/99.
En este orden de ideas, el Pleno de la Corte, al momento de resolver
el epediente de contradicción de tesis 004/2000-PL, el 7 de septiembre
del año 2004, emitió la resolución correspondiente, y concluyó que la
contradicción de referencia había quedado sin materia; ello, en atención
al diverso procedimiento de contradicción de tesis 002/2000-PL, en el
cual la Suprema Corte determinó que el Tribunal Electoral no puede,
jurídicamente, hacer pronunciamiento sobre inconstitucionalidad de
leyes electorales.
No obstante lo anterior, se debe tener en cuenta que al momento
de resolver la diversa contradicción de tesis 002/2000-PL, no se encon-
traban integrando Pleno cuatro de los actuales ministros,² de los cuales
el ahora ministro José Ramón Cossío Díaz, que en previas ocasiones
se había manifestado desde el punto de vista académico en contra de
eliminar el control “difuso” por parte del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación, formuló un voto de minoría contra la reso-
lución mayoritaria emitida en la contradicción de tesis 004/2000-PL, al
cual se sumó el ministro Genaro David Góngora Pimentel, teto que
se transcribe a continuación:
“VOTO DE MINORÍA QUE FORMULAN LOS MINISTROS
JOSÉ RAMÓN COSSÍO DÍAZ Y GENARO DAVID GÓNGO-
RA PIMENTEL EN RELACIÓN CON LA CONTRADICCIÓN
DE TESIS 4/2000-PL SUSTENTADA ENTRE EL TRIBUNAL
PLENO DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NA-
CIÓN Y LA SALA SUPERIOR DEL TRIBUNAL ELECTORAL
AMBOS DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN. No

20 En efecto, el entonces ministro presidente, Mariano Azuela Güitrón estuvo ausente


durante la votación, en tanto que los ministros José Ramón Cossío Díaz, Margarita
Beatriz Luna Ramos y Sergio Armando Valls Hernández, fueron designados con
esta investidura durante los meses de diciembre de 2003, febrero y octubre de
2004, respectivamente; aclarando que el ministro Valls Hernández no participó
en la resolución de la contradicción de tesis 004/2000-PL.

Rodolfo Terrazas Salgado 209


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

se comparte el sentido de la resolución del Tribunal Pleno del


proyecto que se propone, en atención a las siguientes conside-
raciones:
A) En primer lugar, si bien el análisis del contenido de la fracción
II del artículo 105 constitucional no constituye el tema central
de discusión en el proyecto que se propone, en virtud de que ya
eiste un precedente resuelto por el Pleno de este Alto Tribunal
al respecto, queremos manifestar que con base en los argu-
mentos que se eponen en el presente voto, no compartimos
el criterio sostenido con anterioridad, en relación con que la
única vía para controvertir las leyes electorales sea la prevista
en la fracción II, del artículo 105 de la Constitución. En este
sentido, no es posible compartir el sentido de la presente reso-
lución si no se asumen las consideraciones en que se funda el
precedente que es utilizado para declarar que no hay materia
en la presente contradicción.
Desde nuestro punto de vista, este precepto contempla un con-
trol concentrado de constitucionalidad, que faculta el Pleno de
la Suprema Corte a pronunciarse sobre la constitucionalidad de
esas normas generales, pero no de manera única y eclusiva,
ello de acuerdo con la distinción que se desarrolla en los si-
guientes incisos en cuanto al control de difusión y concentrado
de la constitucionalidad.
B) En relación de la mayoría se asume que el artículo 133 de la
Constitución no establece un régimen de competencias, sino
fundamentalmente la forma en que está jerarquizado el orden
jurídico meicano. Sin embargo, la armación anterior no se
comparte toda vez que, en nuestra opinión, esta disposición
constitucional contempla un sistema de control difuso de las
normas constitucionales.
Esto es así, en virtud de que, precisamente, el problema acer-
ca de lo que debe ser denominado control difuso o control
concentrado deriva de las interpretaciones que se han dado
al artículo 133 constitucional y al juicio de amparo. Como

210 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

se sabe, esta disposición determina que “Los jueces de cada


Estado se arreglarán a dicha Constitución, leyes y tratados, a
pesar de las disposiciones en contrario que pueda haber en las
constituciones o leyes de los estados”. Atendiendo al sentido
de esta disposición, la Constitución ordena a los jueces locales
que si una norma (general) local es contraria a cualquiera de los
tres ordenamientos apuntados, deben preferir la aplicación de
cualquiera de estos tres, frente a las que componen su propio
orden jurídico.
En una primera etapa de la interpretación constitucional, este
Alto Tribunal sostuvo que, en efecto, esa era la interpretación
correcta en los siguientes términos:
“De conformidad con el artículo 133 de la Constitución Fe-
deral, todos los jueces de la República tienen la obligación
de sujetar sus fallos a los dictados de la misma a pesar de las
disposiciones que en contrario pudieran eistir en las otras
leyes secundarias, y siendo así, resultaría ilógico y anturídico
pretender que cumplieran con esa obligación si no tuvieran a
la vez la facultad correlativa de discernir si las leyes que rigen
los actos, materia de la contienda, se ajustan o no, al Código
Supremo de la República, cuando esa cuestión forma parte del
debate, ya que de aceptarse la tesis contraria, sería imponer a
los jueces una obligación, sin darles los medios necesarios para
que pudieran cumplirla (Semanario Judicial de la Federación, 5a.,
t. XLl, p. 644, 23 de mayo de 1934).”
Como puede apreciarse, en este caso no permitió que los jueces
locales consideraran la constitucionalidad de las disposiciones gene-
rales que debieran aplicar. Sin embargo, lo que no quedó muy claro
en la tesis transcrita, fue la determinación de la conducta que debieran
llevar a cabo esos mismos jueces, lo que más adelante fue precisado,
al establer que esa conducta debía consistir en: “desacatar las dispo-
siciones en contrario de las leyes locales de cualquier categoría que
fueren” (Semanario Judicial de la Federación, 5a., t. LXXXIX, p. 597, 16
de julio de 1946).

Rodolfo Terrazas Salgado 211


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

Con posterioridad, esta Suprema Corte modicó los criterios


apuntados, al determinar que si bien eistían algunos precedentes que
permitían a los tribunales locales analizar la constitucionalidad de las
normas locales, éstos fueron aislados y, que en realidad, únicamente
corresponderá esa determinación al Poder Judicial de la Federación
(Semanario Judicial de la Federación, 6a., vol. CXXXV, Cuarta Parte, p.
37, 30 de septiembre de 1968). El sentido de este último criterio se ha
visto conrmado recientemente:
“CONTROL DIFUSO DE LA CONSTITUCIONALIDAD
DE LAS NORMAS GENERALES. NO LO AUTORIZA EL
ARTÍCULO 133 DE LA CONSTITUCIÓN. El teto epreso
del artículo 133 de la Constitución Federal previene...”. En
dicho sentido literal llegó a pronunciarse la Suprema Corte
de Justicia; sin embargo, la postura sustentada con posterio-
ridad por este Alto Tribunal, de manera predominante, ha
sido en otro sentido, tomando en cuenta una interpretación
sistemática del precepto y los principios que conforman nues-
tra Constitución. En efecto, esta Suprema Corte de Justicia
de la Nación considera que el artículo 133 constitucional,
no es fuente de facultades de control constitucional para las
autoridades que ejercen funciones materialmente jurisdiccio-
nales, respecto de actos ajenos, como son las leyes emanadas
del propio Congreso, ni de sus propias actuaciones, que les
permitan desconocer unos y otros, pues dicho precepto debe
ser interpretado a la luz del régimen previsto por la propia
Carta Magna para ese efecto” (Semanario Judicial de la Federa-
ción, 9a., t. X, agosto 1999, p. 5).
De este modo, la Suprema Corte entendió que el único medio de
llevar a cabo el control de la constitucionalidad de las leyes es a través
de los procesos (amparo, controversias constitucionales y acciones de
inconstitucionalidad) de los cuales corresponde conocer a los órganos
pertenecientes al Poder Judicial de la Federación.
Con independencia que en los precedentes de este Alto Tribunal
se haya establecido una indebida interpretación del artículo 133 en el

212 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

sentido de limitar la posibilidad de control constitucional, éste puede


adoptar al menos dos sentidos: En primer término, el que podemos
denominar “concentrado”, en el que los órganos del Estado analizan las
posibles contradicciones de una norma general frente a la Constitución
para declarar, en la parte resolutiva del fallo, la nulidad de aquella.
En segundo término, el control de tipo “difuso”, donde el órgano que
controla la constitucionalidad aprecia la posible contradicción entre
ley y Constitución en la parte considerativa del fallo, para inaplicar
en el caso concreto sin hacer una declaración general de nulidad de
la misma.
La diferencia entre los dos tipos de control tiene, entonces, tres
aspectos fundamentales: 1) el que se reere a los órganos especícos
que pueden llevar a cabo el control; 2) el que alude a los procedimien-
tos concretos, y 3) el que se reere a los efectos de las actuaciones que
esos órganos realicen en esos procedimientos. Por lo que se reere al
control concentrado, se requiere que sea realizado por los órganos del
Poder Judicial de la Federación; que los procesos sean el amparo, las
controversias constitucionales o las acciones constitucionales; y que
los efectos posibles sean la declaración de inconstitucionalidad, ya sea
de manera general o de efectos relativos. En cuanto al control difuso,
los órganos pueden ser cualquier juez o Tribunal ya sea éste federal o
local; pueden realizar el contraste entre norma general y la Constitución
en los procesos de los que les competa conocer sin que se requiera un
proceso especial y, nalmente, sus efectos, la inaplicación de las normas
sin pronunciamiento general sobre la inconstitucionalidad.
Asimismo, contrario a lo epresado en el proyecto, consideramos
que de la interpretación de los artículos 99 y 41, fracción IV, constitu-
cionales, se desprende la facultad que permite a la Sala Superior del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación llevar a cabo un
control difuso de la norma electoral, es decir, que pueda hacer conside-
raciones sobre la constitucionalidad de los preceptos en la parte consi-
derativa de la sentencia; pero no así en la parte de los resolutivos, pues
esto claramente implicaría invadir las competencias de esta Suprema
Corte de Justicia de la Nación. Es decir, el hecho de que el artículo 105

Rodolfo Terrazas Salgado 213


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

disponga en su fracción II que las acciones de inconstitucionalidad son


la única vía para lograr el control de las normas electorales, en modo
alguno puede confundirse con la posibilidad de llevar a cabo un con-
trol difuso de las mismas, cuyo efecto no implicaría la anulación de la
norma general sino, simplemente, su inaplicación al caso concreto.
De este modo, la interpretación sistemática de los artículos 41, frac-
ción IV y 105, fracción II, de la Constitución, se inere que le coneren,
desde un punto de vista orgánico, facultades de control constitucional a
la Suprema Corte y al Tribunal Electoral para llevar a cabo el control de
constitucionalidad. Desde un punto de vista funcional, también lo hacen
por los siguientes motivos: primero, porque la posibilidad de ejercicio
del control debe fundarse en lo dispuesto en el artículo 133 constitucio-
nal; segundo, en el caso de que se ejerciera, el Tribunal Electoral tendría
las facultades para revisar la adecuación de la norma que se pretende
aplicar en el caso concreto; tercero, en caso que el Tribunal Electoral no
sostuviera la posibilidad del control difuso, el asunto terminaría allí:
cuarto, en caso que sostuviera esa modalidad de control, e inaplicara
la norma en cuestión, podría presentarse una contradicción entre su
interpretación y aquella sostenida por la Suprema Corte, la cual sería
resuelta por esta última (párrafo quinto, art. 99 const.).
En cuanto a la determinación del tipo de control que ejerce el
Tribunal Electoral, se debe señalar que la fracción IV del artículo 41
constitucional dispone que “Para garantizar los principios de cons-
titucionalidad y legalidad de los actos y resoluciones electorales, se
establecerá un sistema de medios de impugnación en los términos
que señalen esta Constitución y la ley”. Como se desprende del teto
constitucional, el Tribunal Electoral cuenta con facultades para llevar a
cabo el control de la constitucionalidad de los actos en materia electo-
ral, esto no obsta para que el Tribunal pueda realizar un control cuyo
resultado tenga como efecto la inaplicación y no la anulación de la
norma electoral aplicada. Lo anterior respetando en todo caso lo dis-
puesto en la fracción II del artículo 105 constitucional, que es la única
vía epresa para plantear la no conformidad de las leyes electorales
con la Constitución.

214 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

Asimismo, el artículo 99 constitucional establece en sus diversas


fracciones que ese órgano debe revisar que los actos y resoluciones en
materia electoral se adecuen a lo previsto en la Constitución. De este
modo, en materia federal el Tribunal es competente para conocer de las
impugnaciones que se den con motivo de las elecciones a diputados, se-
nadores y Presidente de la República, así como de la autoridad electoral
federal que “violen normas constitucionales o legales”. Igualmente, y
respecto de las autoridades locales, los actos o resoluciones denitivos
de las autoridades electorales de las entidades federativas, que “puedan
resultar determinantes para el desarrollo del proceso respectivo o el
resultado nal de las elecciones”. Finalmente, y con independencia
del carácter de la autoridad emisora, de “las impugnaciones y actos y
resoluciones que violen los derechos político-electorales de los ciuda-
danos de votar, ser votado y de aliación libre y pacíca para tomar
parte en los asuntos políticos del país”. Por lo anterior, es evidente que
el Tribunal Electoral sí tiene facultades para conocer de la regularidad
constitucional de los actos y resoluciones en materia electoral, siempre
dentro de los límites ya apuntados.
En este sentido, esta Suprema Corte armó en un párrafo de la
sentencia de la Contradicción de Tesis 2/2000, resuelta en mayo de
dos mil dos por unanimidad de votos lo siguiente: “Al respecto debe
señalarse que no eiste duda alguna para esta Suprema Corte de que el
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, tiene la elevada
encomienda constitucional de salvaguardar el respeto de la Constitu-
ción Política de los Estados Unidos Meicanos...”. Esta encomienda no
puede llevarse a cabo si, como arma la mayoría, el Tribunal Electoral
no puede analizar la conformidad de las normas electorales con la
Constitución.
Por lo anterior, nos parece que el Tribunal Electoral sí puede lle-
var a cabo un control de tipo difuso, cuyas características esenciales
consisten en que el órgano u órganos del control sean diversos a los
del Poder Judicial de la Federación; que los procesos de control sean
distintos al amparo, las controversias constitucionales y las acciones de
inconstitucionalidad y que los efectos consistan en la mera inaplicación

Rodolfo Terrazas Salgado 215


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

de la norma estimada contraria al teto constitucional.


En este sentido, el primer elemento sí se satisface, pues aun cuando
el Tribunal Electoral forma parte del Poder Judicial de la Federación
(art. 94, párrafo primero), los criterios jurisprudenciales se reeren fun-
damentalmente a los órganos del mismo que conocen del amparo, las
controversias constitucionales y las acciones de inconstitucionalidad. En
segundo lugar, sí se satisface el requisito de los procesos, en tanto que el
Tribunal Electoral no conoce de ninguno de los tres acabados de mencio-
nar. Finalmente, también se satisface el tercero, pues las resoluciones que
dicte este órgano tienen como único propósito lograr la desaplicación de
las normas impugnadas, ello como consecuencia de las consideraciones
de la sentencia, pero nunca en los resolutivos de la misma.
En conclusión, consideramos que el sistema de control de la cons-
titucionalidad en materia electoral se divide en los siguientes niveles:
primero, el de tipo concentrado, que es aquel que ejerce la Suprema
Corte de Justicia al conocer de las acciones de inconstitucionalidad
que se promuevan en contra de las leyes en esa misma materia en tér-
minos de la fracción II del artículo 105 constitucional; segundo, el de
un control difuso ejercido por el Tribunal Electoral, cuando en los pro-
cesos en los cuales se impugne la validez de los actos o resoluciones de
carácter electoral, tenga que dejar de aplicar una norma por estimarla
contraria a la Constitución.
Así las cosas, se advierte que aún cuando la mayoría del Pleno
de la Corte sostuvo el criterio consistente en que el Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación carece de competencia para pro-
nunciarse sobre la inconstitucionalidad de preceptos de la legislación
electoral federal o local, y menos aún, para determinar la inaplicación
de los mismos, debe destacarse que han comenzado a manifestarse de
manera ocial posturas a favor de un control constitucional “difuso”
de las normas electorales.
Por último, debe hacerse también mención de la participación de
la ministra Margarita Beatriz Luna Ramos, en la resolución del amparo
en revisión, identicado bajo el epediente clave 743/2005, promovido
por Jorge Castañeda Gutman contra actos del Congreso de la Unión y

216 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

otras autoridades, consistentes en la aprobación, epedición, refrendo


y publicación de los artículos 175, 176, 177, párrafo I, inciso e), y 178
del Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, pu-
blicado en el Diario Ocial de la Federación el 15 de agosto de 1990; por
omisión de legislar en los términos del artículo 35 de la Constitución
Federal para cargos de elección popular.
Al momento de intervenir en la discusión del mencionado asunto,
la ministra Luna Ramos, basada en el voto minoritario que formularon
tanto los señores ministros José Ramón Cossío y Genaro David Gón-
gora Pimentel, en la contradicción de Tesis 4/2000-PL, consideró que
el criterio sustentado en la diversa contradicción 2/2000-PL, debería
matizarse, pues en su opinión el Tribunal Electoral del Poder Judicial,
sí tiene competencia para conocer de la inconstitucionalidad de leyes
electorales.²¹

IV. CONCLUSIONES

1. En relación con las reformas constitucionales y legales de 1996, si


bien es cierto que representaron un gran avance en cuanto al control de la
constitucionalidad de actos y leyes en materia electoral, también lo es que
no instituyeron un sistema integral en forma epresa, al adolecer de las
insuciencias anotadas a lo largo de esta eposición. Por ello, discrepamos
absolutamente de lo sostenido en fecha reciente por el Pleno de la Supre-
ma Corte de Justicia de la Nación, cuando arma categóricamente que:
“De los artículos 94, 99 y 105, fracción II, de la Constitución Política de los
Estados Unidos Meicanos, se advierte que el Órgano Reformador de la
Constitución estableció un sistema integral de justicia en materia electoral,
a n de contar con los mecanismos necesarios para que las leyes y actos
en esa materia estuvieran sujetos a control constitucional, haciendo una

21 Paráfrasis de un fragmento de la participación de la ministra Margarita Beatriz


Luna Ramos, en la versión taquigráca de la Sesión Pública Ordinaria, del Pleno
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, celebrada el martes 16 de agosto
de 2005.

Rodolfo Terrazas Salgado 217


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

distribución de competencias constitucionales y legales entre la Suprema


Corte de Justicia de la Nación …” (Rubro: SISTEMA CONSTITUCIONAL
DE JUSTICIA EN MATERIA ELECTORAL, Novena época, Tesis: P.I/2007,
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, tomo: XXV, enero de 2007);
pues a nuestro juicio, no puede hablarse de un sistema “integral”, cuando
se advierten vacíos e incongruencias que colocan en un indeseable estado
de indefensión a la ciudadanía y a las asociaciones políticas.
2. En el año 1999, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Fe-
deración estableció la tesis de jurisprudencia S3ELJ 005/99, cuyo rubro
es: “TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERA-
CIÓN. TIENE FACULTADES PARA DETERMINAR LA INAPLICABI-
LIDAD DE LEYES SECUNDARIAS CUANDO ÉSTAS SE OPONGAN
A DISPOSICIONES CONSTITUCIONALES”, misma que consideramos
era más acorde con el establecimiento de ese sistema integral de control
de la constitucionalidad en el ámbito electoral, al comprender los actos
y resoluciones emitidos por las autoridades electorales, tanto federales
como locales, además de que dejaba intocada la facultad eclusiva de la
Suprema Corte de Justicia por lo que hace al conocimiento y resolución
de las acciones de inconstitucionalidad que tuvieran por objeto plantear
la no conformidad de leyes electorales con la Constitución.
3. No obstante lo anterior, la Suprema Corte de Justicia de la Na-
ción, al resolver la Contradicción de Tesis 2/2000 PL, estableció que el
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación carece de compe-
tencia para pronunciarse sobre la inconstitucionalidad de preceptos de
la legislación electoral federal o local, y menos aún, para determinar la
inaplicación de los mismos.
4. Al respecto, la Corte emitió cuatro tesis de jurisprudencia,
a saber: I. “CONTRADICCIÓN DE TESIS. NO EXISTE VÁLIDA-
MENTE ENTRE UN CRITERIO SUSTENTADO POR EL TRIBUNAL
ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN Y LA
JURISPRUDENCIA DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA
NACIÓN, CUANDO SE TRATA DE LA CONSTITUCIONALI-
DAD O INCONSTITUCIONALIDAD DE LEYES ELECTORALES”,
II. “LEYES ELECTORALES. LA ÚNICA VÍA PARA IMPUGNAR-

218 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

LAS ES LA ACCIÓN DE INCONSTITUCIONALIDAD DE LEYES”,


III. “TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERA-
CIÓN. CARECE DE COMPETENCIA PARA PRONUNCIARSE SOBRE
INCONSTITUCIONALIDAD DE LEYES” y IV. “TRIBUNAL ELEC-
TORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN. SI RESUELVE
RESPECTO DE LA INCONSTITUCIONALIDAD DE UNA NORMA
ELECTORAL O SE APARTA DE UN CRITERIO JURISPRUDENCIAL
SUSTENTADO POR LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA
NACIÓN RESPECTO A LA INTERPRETACIÓN DE UN PRECEPTO
CONSTITUCIONAL, INFRINGE EN EL PRIMER CASO, EL ARTÍCU-
LO 105, FRACCIÓN II, DE LA CONSTITUCIÓN FEDERAL, Y EN EL
SEGUNDO, EL ARTÍCULO 235 DE LA LEY ORGÁNICA DEL PODER
JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN”, mismas que en nuestro concepto no
contienen argumentos contundentes sobre las razones por virtud de las
cuales el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación no cuenta
con atribuciones para realizar lo que sería una especie de control “difuso”
de la constitucionalidad en la materia electoral, al momento de resolver
los medios de impugnación en contra de los actos o resoluciones de las
autoridades correspondientes.
En apoyo a lo anterior, basta recordar la función de control difuso
de la constitucionalidad de leyes que realizan los propios Tribunales
Colegiados de Circuito, sin que ello menoscabe en modo alguno la
competencia de la Corte al respecto.
5. Por lo epuesto, consideramos que resulta urgente resolver
las contradicciones y las fallas de tipo conceptual sobre la verdadera
naturaleza, alcances y objetivos del control de la constitucionalidad
de actos, resoluciones y leyes electorales, fallas que quedaron eviden-
ciadas por la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación,
emitida en la contradicción de tesis en comento, al negar la capacidad
del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación para desapli-
car normas electorales de carácter general por ser contrarias a la Ley
Fundamental.
V. PROPUESTAS

Rodolfo Terrazas Salgado 219


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

La problemática abordada en el presente estudio, ha sido desde


luego motivo de reeión por parte de académicos e integrantes de las
instituciones electorales de carácter jurisdiccional. Tan es así, que sería
francamente prolo el referirse a todos los ensayos y trabajos que de
manera directa e indirecta se han ocupado de tales tópicos; no obstante,
conviene hacer notar que en el llamado Libro Blanco publicado reciente-
mente por la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el cual condensa
y epone los resultados de la “Consulta Nacional sobre una Reforma
Integral y Coherente del Sistema de Impartición de Justicia en el Esta-
do Meicano”, contiene un apartado especíco denominado “control
constitucional en materia electoral” en el que se destaca que el tema de
la justicia electoral estuvo dominado por la discusión sobre los efectos
de la contradicción de tesis 2/2000-PL, así como las dicultades que se
generan para que los ciudadanos tengan acceso a una tutela jurisdiccional
efectiva de la constitucionalidad de normas en materia electoral.²²
Por nuestra parte, nos permitimos establecer algunas posibles
alternativas:
La primera que se propone resulta operante a corto plazo, y con-
sistiría en que, atendiendo al espíritu de las reformas constitucionales
y legales de 1996 en materia político-electoral, la Sala Superior del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, valiéndose de
las herramientas interpretativas con las que ha sido investida por la
ley (los criterios de interpretación sistemática y funcional,²³ permitidos
por el artículo 2 de la Ley General del Sistema de Medios de Impugna-
ción en Materia Electoral), así como las argumentaciones subyacentes
en las discusiones más recientes del Pleno de la Suprema Corte de

22 Desafortunada e inexplicablemente, la publicación en comento no precisa en la


parte conducente (página 189), todas las propuestas que las diversas ponencias
formularon para afrontar dicha problemática, las cuales sin embargo, pueden
apreciarse como anexo incluido en el disco óptico correspondiente, que remite a
la dirección electrónica http://www.scjn.gob.mx/reformaJudicial/index.asp
23 Por interpretación sistemática podemos entender aquella que dirige su atención sobre
el vínculo que reúne a todas las reglas y las instituciones en un todo coherente,
que aclara la disposición legal cuya interpretación se busca por los principios
más generales bajo el imperio de los cuales la coloca en el sistema. A su vez, la

220 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

Justicia de la Nación sobre el tema del llamado “control difuso de la


constitucionalidad de las normas”, con suma ponderación y cuidado,
procediera a entrar al estudio del planteamiento del impugnante cuan-
do éste pretendiera la revocación o modicación del acto o resolución
combatido, por estar sustentado en la aplicación de una norma general
que estima contraria a la Constitución. Así, en caso de no asistirle la
razón al impugnante de manera cabal y contundente, la Sala Superior,
al momento de desestimar el concepto de agravio, bien podría denir
un sentido y un alcance congruentes con el teto constitucional, en
relación con el precepto legal cuya aplicación ha sido puesta en tela de
juicio en lo que a su constitucionalidad se reere, lo que comúnmente
se conoce como “interpretación conforme”.
Ahora bien, en la hipótesis de que en el caso planteado la norma
en cuestión no resista el análisis bajo el crisol de su estricto apego
a la Constitución, entonces la consecuencia inevitable tendría que ser
la invalidación del acto aplicativo que se hubiere impugnado, cui-
dando de no pronunciarse en los resolutivos del fallo respecto de la
inconstitucionalidad del precepto que le sirvió de sustento. En esta
última situación, resulta conveniente no soslayar la facultad que le
asiste al propio Órgano Jurisdiccional de poder sentar criterios de
jurisprudencia por integración de las normas (artículo 232, fracción
I, de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación). En efecto,
ante un escenario inevitable de desaplicación de una norma y que sea
generador de un vacío en el marco jurídico vigente, consideramos ab-
solutamente válido que el juzgador realice la integración de un nuevo
precepto que permita superar la contradicción advertida entre la ley
secundaria y la fundamental, procurando siempre en esta delicada ta-

interpretación funcional requiere tomar en cuenta los diversos factores relacionados


con la creación, aplicación y funcionamiento de la norma jurídica en cuestión. (A
mayor abundamiento véase: Ojesto Martínez Porcayo, J. Fernando, "Estudio sobre
el orden público, la interpretación normativa y los principios de constitucionalidad,
legalidad y denitividad en materia electoral federal", en Justicia Electoral. Revista
del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Vol. I, No. 9, Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación, México, 1999, pp. 75 a 84.

Rodolfo Terrazas Salgado 221


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

rea la debida armonización con los principios y bases establecidos por


la propia Constitución, a la luz de un criterio justo y equilibrado que
permita respetar absolutamente el sentido y no eceder los límites de
la norma constitucional que se hubiere quebrantado. Esta sugerencia
no debe sorprender a nadie, pues es propia de todo órgano del Estado
con facultades de control de la constitucionalidad, máime si están
encomendadas a un cuerpo de juzgadores que deben tener presente
que el derecho es siempre dinámico y que requiere de una constante
actualización para hacerlo cada día más eciente y útil, a n de salva-
guardar el cumplimiento de los objetivos básicos del Estado, a saber:
la convivencia pacíca, el orden público y el bienestar colectivo.
Como segunda sugerencia, se propone retomar las propuestas de
reforma que se han planteado para el artículo 99 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Meicanos, entre otras, la elaborada
por la organización de ciudadanos en su mayoría de liación priís-
ta, denominada “Enlace. Compromiso con Méico”;² o la iniciativa
presentada por la entonces senadora Sara Isabel Castellanos Cortés,
del Grupo Parlamentario del Partido Verde Ecologista de Méico, en
el sentido de dotar a la Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación de facultades epresas para no aplicar leyes
secundarias contrarias a la Carta Magna.²
Lo anterior denota que los diversos actores políticos meicanos
han comenzado a darse cuenta de la imperiosa necesidad de forta-
lecer en este sentido al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la

24 En tal documento, que fue puesto a consideración de los legisladores federales


el 19 de mayo de 2004, destaca la participación del licenciado Arturo Núñez
Jiménez, reconocido especialista en la materia político-electoral.
25 Cabe hacer la aclaración que tanto el documento elaborado por el Grupo "Enlace.
Compromiso con México" como la iniciativa presentada por la entonces senadora
Sara Isabel Castellanos Cortés, se reeren expresamente a la desaplicación de
las normas constitucionales o legales de la entidades federativas, cuando no
se correspondan con la Constitución, dejando de lado las normas federales que
pudieran encontrarse en el mismo supuesto; por lo que vale la pena realizar este
señalamiento, a efecto de coadyuvar en la elaboración de una posible reforma
electoral más amplia.

222 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

Federación.²
Finalmente, la tercera y última medida que se sugiere, la cual esta-
mos conscientes de que sería a largo plazo, consiste en que se realice
una transformación de la actual Sala Superior del Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación en la Sala Electoral de la Suprema
Corte de Justicia de la Nación, la cual se integraría por cinco ministros,
así como de las Salas Regionales del propio Tribunal, en Tribunales
Regionales Electorales, a los cuales les correspondería precisamente
llevar a cabo este control “difuso’’ de la constitucionalidad de normas
electorales, a través del conocimiento y resolución de los medios de
impugnación que fueran interpuestos en contra de actos o resolucio-
nes de las autoridades electorales en los que se hiciera valer como
concepto de violación, la no conformidad de la norma aplicada con el
teto constitucional.
Así, la Sala Electoral de la Suprema Corte de Justicia de la Na-
ción asumiría competencia para actuar como órgano instructor en los
asuntos relativos a las acciones de inconstitucionalidad que versen
sobre la materia electoral, las cuales tendrían eactamente el mismo
sentido y alcance jurídicos que hoy en día, poniendo los epedientes
en estado de resolución.
Ahora bien, dada la importancia de estos asuntos, consideramos
que su resolución debe reservarse al Pleno de la Corte, mismo que
para estos casos debe integrarse con su presidente y la totalidad de los

26 En este sentido se pronuncia también el licenciado Héctor Romero Bolaños,


entonces representante legal del Partido de la Revolución Democrática ante
diversas autoridades electorales, tal como se advierte de su cita: "Falta sin
embargo una redenición no sólo de la propia Suprema Corte como intérprete
de la Constitución, sino del propio legislador, de los alcances y facultades con
que debe contar el Tribunal Electoral. El propio tribunal debe denir si se ubica
en el importante momento histórico en que vive el país, como un tribunal de
legalidad o de constitucionalidad." "El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación ¿Tribunal de Constitucionalidad o de Legalidad?", en "Testimonios
sobre el desempeño del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y
su contribución al Desarrollo Político Democrático de México", Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación, México, 2003, p. 341.

Rodolfo Terrazas Salgado 223


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

ministros, incluyendo los de la Sala Electoral. Para tal efecto, el quórum


necesario para que el Pleno sesione tiene que ser de doce ministros en
un esquema de un Tribunal Pleno de dieciséis ministros e, igualmente
deben ser doce los votos que se emitan para que las resoluciones que
declaren la invalidez de disposiciones electorales de carácter general
tengan efectos generales.
Esta forma de tramitar tanto las controversias constitucionales,
como las acciones de inconstitucionalidad que tuvieran un contenido
electoral, permitiría aprovechar la eperiencia de los ministros de la
Sala Electoral, versados en esa materia, a la vez que dotaría a las reso-
luciones del imperio y jerarquía que revisten al Pleno de la Suprema
Corte.
Sobre el tema en comento, resulta pertinente reconocer que para
muchos la propuesta en comento, representaría un riesgo de “politi-
zación” de la Suprema Corte de Justicia de la Nación; no obstante ello,
estimamos que no debe desconarse de que este órgano intervenga
en asuntos de naturaleza política, pues desde la reforma de 1994 ha
ido asumiendo un papel más activo en la vida pública de nuestro país,
resolviendo asuntos que han involucrado intereses políticos de diver-
sa índole; debido a que se considera, que es mayor el riesgo de con-
tinuar sosteniendo un sistema de justicia electoral que adolece de
insuciencias y vacíos derivados de interpretaciones erróneas de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación.
En síntesis, puede decirse que el control de la constitucionalidad
de las leyes electorales es una parte del derecho que continúa evolu-
cionando y desarrollándose, donde la última palabra sobre el tema
todavía no ha sido dicha.

BIBLIOGRAFÍA

Elías Musí, Edmundo (coordinador), Estudio Teórico Práctico del

224 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral, Centro


de Capacitación Judicial Electoral del Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación, Méico, 1997.
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teria Electoral, Centro de Capacitación Judicial Electoral del
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, 2a. ed.,
Méico, 1999.
Ferrer Mac-Gregor, Eduardo (coordinador), Derecho Procesal Consti-
tucional, Colegio de Secretarios de la Suprema Corte de Justicia
de la Nación, A.C., Porrúa, 2a. ed., Méico, 2001.
Fi-Zamudio, Héctor, Ensayos sobre el derecho de amparo, Porrúa/ Univer-
sidad Nacional Autónoma de Méico, 2a. ed., Méico, 1999.
Justicia Electoral en el umbral del siglo XXI. Memoria del III Congreso
Internacional de Derecho Electoral, t. III, Instituto de Investigacio-
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Orozco Henríquez, José de Jesús, Justicia Electoral en el Umbral del
Siglo XXI, Memoria del III Congreso Internacional de Derecho Electo-
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Rodolfo Terrazas Salgado 225


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917
Testimonios sobre el desempeño del Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación y su contribución al Desarrollo Político Democrático
de México, Méico, 2003.

LEGISLACIONES

Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales,


aprobado por las Cámaras del Congreso de la Unión el 14 de
agosto de 1990 y publicado en el Diario Ocial de la Federación
al día siguiente.
Constitución Política de los Estados Unidos Meicanos, promulgada
el 5 de febrero de 1917.
Decreto de Reforma Constitucional publicado en el Diario Ocial de
la Federación, 22 de agosto de 1996.
Decreto de Reformas a la Ley Orgánica del Poder Judicial de la
Federación, publicado en el Diario Ocial de la Federación, 22
de noviembre de 1996.
Ley de Amparo Reglamentaria de los artículos 103 y 107 de la Cons-
titución Política de los Estados Unidos Meicanos, publicada
en el Diario Ocial de la Federación, 10 de enero de 1936.
Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia
Electoral, publicada en el Diario Ocial de la Federación, 22 de
noviembre de 1996.
Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, publicada en el
Diario Ocial de la Federación, el 26 de mayo de 1995 y refor-
mada por decretos publicados en el propio Diario, los días 7 y 22
de noviembre de 1996, 23 de enero y 28 de mayo de 1998, y 18 de
mayo de 1999.
Ley Reglamentaria de las fracciones I y II del artículo 105 de la
Constitución Política de los Estados Unidos Meicanos, publi-
cada en el Diario Ocial de la Federación, el 11 de mayo de 1995
y reformada por decretos publicados en el propio Diario, los
días 19 de mayo de 1995 y 22 de noviembre de 1996.

226 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

JURISPRUDENCIALES

Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, octava época, t. XIV,


octubre de 1994, Aislada, p. 33, Tesis: 2a. XIII/94, rubro: “DE-
RECHOS POLÍTICOS. AMPARO IMPROCEDENTE CONTRA
LEYES DE CONTENIDO POLÍTICO-ELECTORAL, SI LA
CONTROVERSIA VERSA EXCLUSIVAMENTE SOBRE”.
Semanario Judicial de la Federación, octava época, t. XIV, julio de 1994,
Aislada, p. 546, sin clave de tesis, Rubro: “DERECHOS POLÍ-
TICOS. IMPROCEDENCIA”.
Semanario Judicial de la Federación, novena época, t. VIII, noviembre
de 1998, Jurisprudencia del Pleno, p. 189, Tesis: P./J. 69/98.
Rubro: “MATERIA ELECTORAL. BASES GENERALES DEL
PRINCIPIO DE REPRESENTACIÓN PROPORCIONAL”.
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. VIII,
noviembre de 1998, Jurisprudencia del Pleno, p. 191, Tesis: P./J.
70/98. Rubro: “MATERIA ELECTORAL. EL PRINCIPIO DE
REPRESENTACIÓN PROPORCIONAL COMO SISTEMA PARA
GARANTIZAR LA PLURALIDAD EN LA INTEGRACIÓN DE
LOS ÓRGANOS LEGISLATIVOS”.
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. VIII, no-
viembre de 1998, Jurisprudencia del Pleno, p. 190, tesis: P./J. 71/98.
Rubro: “MATERIA ELECTORAL. EL ARTÍCULO 229, FRACCIÓN
II, DEL CÓDIGO DE INSTITUCIONES Y PROCEDIMIENTOS
ELECTORALES DEL ESTADO DE QUINTANA ROO, QUE PREVÉ
LA ASIGNACIÓN DE UN DIPUTADO AL PARTIDO POLÍTICO
QUE CUENTE, CUANDO MENOS, CON UN PORCENTAJE MÍ-
NIMO DE LA VOTACIÓN ESTATAL EMITIDA, NO CONTRAVIE-
NE EL PRINCIPIO DE REPRESENTACIÓN PROPORCIONAL”.
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. VIII,
noviembre de 1998, Jurisprudencia del Pleno, p. 192, Tesis:
P./J. 72/98. Rubro: “MATERIA ELECTORAL. LA FRACCIÓN

Rodolfo Terrazas Salgado 227


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

I DEL ARTÍCULO 229 DEL CÓDIGO DE INSTITUCIONES


Y PROCEDIMIENTOS ELECTORALES DEL ESTADO DE
QUINTANA ROO, AL PREVER LA ASIGNACIÓN DE DIPU-
TADOS EN FUNCIÓN DEL NÚMERO DE CONSTANCIAS
DE MAYORÍA OBTENIDAS POR EL PARTIDO POLÍTICO Y DE
LA OBTENCIÓN DE UN PORCENTAJE DETERMINADO
DE LA VOTACIÓN TOTAL DE LA ELECCIÓN DE DIPUTA-
DOS, CONTRAVIENE EL PRINCIPIO DE REPRESENTACIÓN
PROPORCIONAL”.
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. VIII,
noviembre de 1998, Jurisprudencia del Pleno, p. 193, tesis: P./J.
73/98. Rubro: “MATERIA ELECTORAL. LA FRACCIÓN III DEL
ARTÍCULO 229 DEL CÓDIGO DE INSTITUCIONES Y PROCE-
DIMIENTOS ELECTORALES DEL ESTADO DE QUINTANA
ROO, QUE ORDENA DEDUCIR DE LA VOTACIÓN EFECTIVA
LA VOTACIÓN DEL PARTIDO QUE OBTUVO LAS DOS TER-
CERAS PARTES O MÁS DE LAS CONSTANCIAS DE MAYORÍA
RELATIVA, CONTRAVIENE EL PRINCIPIO DE REPRESEN-
TACIÓN PROPORCIONAL”.
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. X, agosto
de 1999, Jurisprudencia del Pleno, p. 5, tesis: P./J. 74/99. Rubro:
“CONTROL DIFUSO DE LA CONSTITUCIONALIDAD DE
NORMAS GENERALES. NO LO AUTORIZA EL ARTÍCULO
133 DE LA CONSTITUCIÓN”.
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. XV, junio
de 2002, Jurisprudencia del Pleno, p. 5, clave P./J. 24/2002. Rubro:
“CONTRADICCIÓN DE TESIS. NO EXISTE VÁLIDAMENTE
ENTRE UN CRITERIO SUSTENTADO POR EL TRIBUNAL
ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN Y
LA JURISPRUDENCIA DE LA SUPREMA CORTE DE JUSTI-
CIA DE LA NACIÓN, CUANDO SE TRATA DE LA CONSTI-
TUCIONALIDAD O INCONSTITUCIONALIDAD DE LEYES
ELECTORALES”.
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. XV,

228 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

junio de 2002, Jurisprudencia del Pleno, p. 81, clave P./J.


25/2002. Rubro: -LEYES ELECTORALES. LA ÚNICA VÍA
PARA IMPUGNARLAS ES LA ACCIÓN DE INCONSTITU-
CIONALIDAD”.
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. XV, ju-
nio de 2002, Jurisprudencia del Pleno, p. 82, clave P./J. 23/2002.
Rubro: “TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL
DE LA FEDERACIÓN. CARECE DE COMPETENCIA PARA
PRONUNCIARSE SOBRE INCONSTITUCIONALIDAD DE
LEYES”.
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. XV,
junio de 2002, Jurisprudencia del Pleno, p. 83, clave P./J. 26/2002.
Rubro: “TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER JUDICIAL DE
LA FEDERACIÓN. SI RESUELVE RESPECTO DE LA INCONS-
TITUCIONALIDAD DE UNA NORMA ELECTORAL O SE
APARTA DE UN CRITERIO JURISPRUDENCIAL SUSTENTA-
DO POR LA SUPREMA CORTE DE JUSTICIA DE LA NACIÓN,
RESPECTO A LA INTERPRETACIÓN DE UN PRECEPTO
CONSTITUCIONAL, INFRINGE EN EL PRIMER CASO, EL
ARTÍCULO 105, FRACCIÓN II, DE LA CONSTITUCIÓN FE-
DERAL, Y EN EL SEGUNDO, EL ARTÍCULO 235 DE LA LEY
ORGÁNICA DEL PODER JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN”.
Semanario Judicial de la Federación y su Gaceta, novena época, t. XXV,
enero de 2007, Aislada, p. 103, tesis: P.II/2007, Rubro: “DERE-
CHOS POLÍTICO-ELECTORALES. CUANDO SU EJERCICIO
INCIDA TOTALMENTE SOBRE CUESTIONES RELACIO-
NADAS CON EL PROCESO ELECTORAL, NO SE ACTUA-
LIZA EL SUPUESTO DE EXCEPCIÓN PREVISTO PARA LA
PROCEDENCIA DEL JUICIO DE AMPARO, AUN CUANDO
SE VINCULE CON LA VIOLACIÓN DE OTROS DERECHOS
FUNDAMENTALES.”
Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, Tesis de Juris-
prudencia de la Sala Superior, tercera época, clave de publicación
S3ELJ 005/99. Rubro: “TRIBUNAL ELECTORAL DEL PODER

Rodolfo Terrazas Salgado 229


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

JUDICIAL DE LA FEDERACIÓN. TIENE FACULTADES PARA


DETERMINAR LA INAPLICABILIDAD DE LEYES SECUN-
DARIAS CUANDO ÉSTAS SE OPONGAN A DISPOSICIONES
CONSTITUCIONALES”.

HEMEROGRÁFICAS

Este País, revista de publicación mensual, El indebido monopolio


constitucional-electoral de la Suprema Corte de Justicia, por
José Ramón Cossío Díaz, No. 139, octubre 2002.
Justicia Electoral: Revista del Tribunal Electoral del Poder Judicial de
la Federación, Estudio sobre el orden público, la interpretación
normativa y los principios de constitucionalidad, legalidad y
denitividad en materia electoral federal, por J. Fernando Ojesto
Martínez Porcayo, vol. I, No. 9, Méico, 1997.

OTROS

Contradicción de tesis 4/2000-PL. Sustentada entre el Tribunal


Pleno de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y la Sala
Superior del Tribunal Electoral, ambos del Poder Judicial de
la Federación.
Eposición de Motivos de la Iniciativa de Reformas Constitucionales
suscrita por el titular del Poder Ejecutivo Federal y los coordi-
nadores de los grupos parlamentarios de los Partidos Acción
Nacional, Revolucionario Institucional, de la Revolución De-
mocrática y del Trabajo, Méico, 23 de julio de 1996.
Iniciativa con proyecto de Decreto por el que reforman los artícu-
los 41, 99, 105 y 116 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Meicanos, elaborada por la senadora Sara Isabel
Castellanos Cortés.
Propuesta de Reforma Electoral, elaborada por Enlace. Com-

230 Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral . . .


Ciclo de Conferencias

promiso con México, suscrita por Lorena Beauregard de los


Santos, Genaro Borrego Estrada, Juan Manuel Carreras, En-
rique de la Madrid Cordero, Pedro Joaquín Coldwell, Jorge
Medina Viedas, Ismael Orozco Loreto, Ignacio Pichardo
Pagaza, Carlos Ruiz Sacristán, Federico Berrueto Pruneda,
Diódoro Carrasco Altamirano, José Carreño Carlón, Miguel
González Compeán, Luz Lajous Vargas, Arturo Núñez Jiménez,
Dionisio Pérez Jácome, Jesús Reyes Heroles González-Garza y
Jaime Hugo Talancón Escobedo.
Página internet del Instituto Federal Electoral www.ife.org.m
Página internet de la Suprema Corte de Justicia de la Nación www.
scjn.gob.m

Rodolfo Terrazas Salgado 231


¿HACIA UNA NUEVA CONSTITUCIÓN?
Santiago Nieto Castillo*

Smai: I. Introducción. II. El debate sobre la nueva Cons-


titución. III. ¿Es factible una nueva Constitución?. IV. ¿Qué
posiciones políticas eisten en Méico?

I. INTRODUCCIÓN

¿Por qué es importante hablar de las constituciones meicanas de 1857


y 1917? Me gustaría responder a esta pregunta inicial con una idea de
José Ortega y Gasset. Para el lósofo español, conocer el pasado para
entender el presente y proyectar el futuro es, sin duda, el gran tema
de nuestro tiempo.
La Constitución de 1857 introduce en Méico dos elementos con-
sustanciales del actual Estado Constitucional de Derecho: la protección
de los derechos fundamentales de corte liberal y la laicidad. Sin el
primero, no puede eistir una sociedad democrática. Sin el segundo,
la intolerancia podría hacerse presente en la vida pública nacional y
conducir al país a una polarización política aún mayor a la que actual-
mente enfrenta.
La Constitución de 1917, por su parte, aun con su acendrado olor
nacionalista, fue un teto que tuvo la ventaja de introducir los dere-
chos sociales a nivel constitucional, por vez primera en Méico y en el

* Doctor en Derecho por la División de Estudios de Posgrado por la Facultad de


Derecho de la UNAM.

233
Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

mundo. El constituyente queretano fue, si se me permite parafrasear


a Octavio Paz, contemporáneo de todos los hombres.
Por ello, hoy, ante los embates del clericalismo, es necesario res-
ponder con una visión histórica sobre la importancia de la laicidad.
Por ello, ahora, ante los resultados del neoliberalismo económico, es
necesario buscar soluciones de corte social ante las crecientes desigual-
dades económicas. Para ello, es preciso conocer el pasado para poder
planear el futuro.

II. EL DEBATE SOBRE LA NUEVA CONSTITUCIÓN

En la década de los noventa, una discusión tomó forma entre los


doctrinarios del Derecho Constitucional meicano. No fue otra que la
necesidad o no de un nuevo teto constitucional. De un lado, quienes
simpatizaban con la idea de contar con una nueva Constitución. Del
otro, quienes consideraban que lo fundamental era vivir una nueva
constitucionalidad. Un tercer sector, minoritario, consideraba que el
teto básicamente funcionaba, por lo que no era factible ni deseable
su modicación.
Al parecer, el tercer grupo no compartía los argumentos de que
Méico transitaba, en esos años, con rumbo a la senda democrática. Por
tal motivo, para efectos del presente análisis ecluyo al tercer grupo.
Ahora bien, en términos generales, consideró que puede argumentarse
válidamente que los dos primeros grupos partían de un presupuesto
metodológico: las transiciones democráticas en el mundo, producto
de lo que Huntington algún día denominó olas democráticas, habían
signicado en el campo jurídico la reconstitucionalización de las nacio-
nes, sea con un nuevo teto constitucional o con una resistematización
del mismo. Es claro que los partidarios de la nueva Constitución po-
nían el énfasis en el nuevo entramado, en tanto que los simpatizantes
de la nueva constitucionalidad resaltaban los avances de los tetos
reformados y consideraban que no era necesario epedir una nueva
Constitución.

234 ¿Hacia una nueva Constitución?


Ciclo de Conferencias

Esta premisa, válida en la década de los noventa, ha sufrido


variaciones importantes. No todos los tetos constitucionales que
han surgido en los últimos años están relacionados con transiciones
democráticas. Venezuela y Ecuador son casos paradigmáticos al
respecto. La Constitución bolivariana podrá ser perfecta desde el punto
de vista técnico, pero Venezuela no es precisamente una democracia
hoy en día.
Volviendo al tema de la nueva Constitución, para poder plantear
la posibilidad de cambio de la misma, es preciso responder a una pre-
gunta previa: ¿Sirve la Constitución queretana? O, mejor dicho, ¿qué
debe cambiarse de la Constitución queretana?

a) Los argumentos en contra de la Constitución de 1917

Una primera crítica al teto constitucional queretano es su origen


presidencialista. La Constitución no fue el resultado de un pacto políti-
co incluyente, sino de la posición del grupo vencedor de la Revolución
meicana. Esto signicó, entre otras consecuencias, que el teto fuera
abiertamente presidencialista. En otras palabras, el régimen de presi-
dencialismo eacerbado que vivimos en Méico durante el siglo xx no
fue resultado de que no se aplicaran las normas constitucionales, por
el contrario, signicó que las reglas respecto al Presidente de la Repú-
blica se cumplían en eceso. A tal conclusión llega, entre otros, Ignacio
Marván Laborde en un teto clásico de la década de los noventa.¹
El segundo argumento, relacionado con el anterior, tiene que ver
con la distinción entre reglas y principios. Como se sabe, los tetos
constitucionales se encuentran compuestos de dos tipos de normas
jurídicas: las reglas y los principios. Como ha mencionado Zagrebelsky,
sólo los principios son realmente constitutivos del Estado, en tanto que
las reglas, a pesar de estar en la Constitución, no son más que normas
reforzadas. Aplicando tal clasicación al caso meicano, podemos
armar válidamente que en Méico se cumplieron las reglas, particu-

¹ Marván Laborde, Ignacio, Después del presidencialismo, ¿qué?, Océano.

Santiago Nieto Castillo 235


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

larmente las relativas al régimen presidencial, no así los principios


como el federalismo, la división de poderes, la democracia, etcétera.
El tercer argumento de crítica a la Constitución de 1917 es el diseño
institucional. Autores como Jaime Cárdenas, han puesto de maniesto
que el entramado constitucional no responde a las necesidades básicas
de una democracia. Entre los puntos que el constitucionalista destaca
se encuentran: 1) El juicio de amparo insuciente; 2) La irresponsabili-
dad del Presidente de la República; 3) La interpretación constitucional
decimonónica; 4) Las instituciones contradictorias, entre otros.
Un cuarto argumento tiene que ver con las deciencias políticas de la
Constitución de 1917. Nuevamente se trata de las tesis de Jaime Cárdenas.
Entre las principales deciencias del entramado se encuentra, a juicio del
autor, que la norma constitucional no fue creada para una democracia; que
el teto carece de una legitimidad democrática toda vez que su legitimidad
proviene del movimiento revolucionario; que es un símbolo del antiguo
régimen, por lo que conviene que la época de consolidación democrática
tenga un teto acorde con los nuevos tiempos, en otras palabras, una Cons-
titución para la democracia.
El quinto argumento, que ha sido trabajado por Manuel González
Oropeza señala que las reformas constitucionales han sido eageradas
y que han desnaturalizado el teto constitucional. A través de un repa-
so histórico el constitucionalista ha demostrado que, de facto, el único
reformador constitucional fue el Presidente de la República y que el
número de reformas ha sido mayor al que, en su momento, eperimentó
la Constitución de 1857, por lo que, utilizando la misma lógica que los
carrancistas, es necesario reformar la Constitución para que tenga un
sentido contemporáneo.
El último argumento de Manuel González Oropeza tiene que ver
con la estructura del teto constitucional: derechos fundamentales y
división de poderes. Para el constitucionalista, esta estructura es insu-
ciente en un Estado Constitucional de Derecho que enfrenta procesos de
globalización, toda vez que no regula de manera ecaz el surgimiento
de factores reales de poder nacionales e internacionales, que erosionan
el concepto de soberanía interna y eterna.

236 ¿Hacia una nueva Constitución?


Ciclo de Conferencias

b) Los argumentos a favor de la Constitución

Entre los planteamientos que se posicionan del lado de mantener


el actual teto constitucional, se encuentran los de Carla Huerta, quien
sostiene que en vez de seguir por el camino de la reforma constitucio-
nal, la que considera se ha trivializado, es necesario tomar otra ruta:
la del efectivo cumplimiento de la Constitución.
Otro argumento a favor de la Constitución es que las propuestas
de reforma son mínimas en relación con los grandes temas nacionales
y de organización política. Quienes sostienen esta posición, por ejem-
plo, consideran que la propuesta de establecer una segunda vuelta,
por innovadora que aparezca, en nada varía al sistema presidencial
meicano, por lo que no podría considerarse que esa reforma especíca
u otras del tipo reconstituyan al Estado meicano.

III. ¿ES FACTIBLE UNA NUEVA CONSTITUCIÓN?

Las tesis reformistas, ya sea la radical o la moderada, parten de la


idea de que las transiciones democráticas arrojan como resultado un
nuevo entramado constitucional o reformas sustanciales al mismo. Sin
embargo, como se ha comentado, no todas las transiciones democrá-
ticas navegan por el mismo cauce. De hecho, la vía para la transición
democrática en gran medida está condicionada por la tensión entre
los actores políticos de las transiciones.
La propia doctrina ha referido que eisten tres vías para la demo-
cracia, por reforma, ruptura y retirada, y que el éito de dichas vías
depende, en gran medida, del papel y fuerza de los distintos grupos
políticos. Si los moderados de la oposición y del gobierno son más fuer-
tes que los radicales en uno y otro bando, eisten mejores condiciones
para que la transición democrática se produzca vía reforma constitu-
cional. Por el contrario, si los duros de la oposición y del gobierno son
más fuertes que los moderados, entonces el enfrentamiento será más
cruento y la vía para la transición será la ruptura.

Santiago Nieto Castillo 237


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

En ese orden de ideas, es conveniente revisar si, para el caso


meicano, las fuerzas políticas se encuentran ubicadas de tal forma
que permitan llegar a arreglos institucionales para una nueva Cons-
titución.
Para hacer este análisis, me gustaría utilizar como marco teórico la
cartografía a dos planos de los sistemas de partido, elaborada por Gio-
vanni Sartori en un teto clásico. El argumento central es el siguiente:
los sistemas de partido no deben medirse en relación con un criterio
numérico toda vez que dicho criterio nada dice respecto de la realidad
del sistema político. En su lugar, el politólogo italiano propone utilizar
dos elementos de medición: el número de partidos importantes (que
puedan vencer en una elección, que puedan chantajear o coaligarse
con otros) y la ideología política de éstos.
El esquema, grácamente, queda así:

La gráca presenta sus puntos de mayor problema en el apartado de


pluralismo polarizado. Los partidos, de izquierda y de derecha, polarizan
sus posiciones y, en lugar de animar un elector centrípeta, las fuerzas cen-

238 ¿Hacia una nueva Constitución?


Ciclo de Conferencias

trifugas actúan sobre la población generando espacios de confrontación


entre los grupos. Tal fue, nos dice Sartori, el escenario que enfrentó la Re-
pública de Weimar antes de su caída, y lo mismo el régimen de Salvador
Allende en Chile, antes de su derrocamiento vía golpe de Estado.
Con este marco teórico, es dable sostener que si las fuerzas polí-
ticas se encuentran polarizadas, de poco o nada servirá un congreso
constituyente toda vez que sería imposible llegar a los acuerdos
suficientes para encauzar la deliberación pública, y se correría el
riesgo de enfrentamientos.
¿Qué escenario tenemos en Méico? En nuestro Estado, parece que
las discusiones respecto del aborto, respecto del uso de preservativos,
el proceso electoral del año 2006, han dejado a los actores políticos con-
frontados de manera considerable, por lo que los acuerdos entre ellos
resultan moderados, al eistir desavenencias de fondo que impiden,
por ejemplo, resistematizar todo el teto constitucional o promulgar
una nueva Constitución.

IV. ¿QUÉ POSICIONES POLÍTICAS EXISTEN EN MÉXICO?

El análisis de los grupos políticos en Méico es interesante. Inde-


pendientemente de su nomenclatura partidista, se aglutinan en torno a
posicionamientos políticos que, aun cuando ellos mismos no lo sepan,
corresponden a distintas teorías políticas.

Santiago Nieto Castillo 239


Las constituciones mexicanas de 1857 y 1917

En un breve recorrido podemos encontrar cuatro grupos: los de-


mócratas radicales que, en ocasiones pisan terrenos populistas;
los socialdemócratas; los liberales políticos y los conservadores.
Para epresar sus posicionamientos políticos, me apoyaré, mutatis
mutandi, en la cartografía de Karina Ansolabehere respecto de la
tensión entre Estado de Derecho y democracia. Para la socióloga
argentina, entre Estado Constitucional de Derecho y democracia
pueden eistir tensiones, como las producidas en general por la
justicia constitucional (enfrentamiento entre un parlamento electo
democráticamente y un tribunal constitucional respecto de la validez
de una ley determinada).
Como puede apreciarse en la gráfica, los populistas o demó-
cratas radicales están más cerca de la democracia que del Estado
de Derecho. Las frases como “al diablo con sus instituciones” o
“la soberanía popular” reflejan la cercanía ideológica con autores
que consideran que las decisiones de la voluntad colectiva pueden
modificar, cuando quieran, el marco jurídico.
En una posición más moderada se encuentran los socialdemó-
cratas, para quienes es importante, desde la izquierda y la demo-
cracia, construir un discurso creíble en torno al Estado de Derecho.
Se perciben a sí mismos como más cercanos a la democracia, pero
no soslayan la importancia del Estado de Derecho.
En tercer lugar encontramos a los liberales institucionales. Al
amparo del pensamiento de Constant, o de cualquier liberal o ju-
rista comprometido con la idea de los Tribunales Constitucionales,
consideran que el cuerpo de juristas especializados en Derecho
Constitucional que ejercen el control constitucional son una mu-
ralla protectora contra los ecesos de las mayorías democráticas,
fácilmente manipulables.
Al final de este cuadro, se encuentran los conservadores, aleja-
dos de todo contacto democrático, y sostenidos con ideas universales
respecto de lo que, a su juicio, debe ser la moral pública. Es claro
que un acercamiento entre moderados, esto es, entre liberales y
socialdemócratas podría producir un pacto constitucional estable.

240 ¿Hacia una nueva Constitución?


Ciclo de Conferencias

No así si los conservadores o los populistas entran en la discusión


pública sin mayores incentivos de negociación. En resumen, una
nueva Constitución es inviable en un escenario de polarización política
como el que actualmente cuenta nuestro país.

Santiago Nieto Castillo 241


PRIMERA RELATORÍA

Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral

A continuación me permito hacer la relatoría de la mesa redonda de-


nominada Prospectivas de la Constitución de 1917 y la justicia electoral.
En dicha mesa tuvimos el honor de contar con la destacada pre-
sencia de diversas personalidades, tales como el doctor Pedro Salazar
Ugarte, del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad
Nacional Autónoma de Méico; el licenciado Rodolfo Terrazas Salga-
do, director del Centro de Capacitación Judicial Electoral, del Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación; el maestro Enrique Rivera
Rodríguez y la maestra Gabriela Nieto Castillo, ambos profesores de
la Universidad Autónoma de Querétaro.
En esta primera mesa de trabajo, después de analizar los avances
en la materia político-electoral de nuestro país, los ponentes destacaron
la importancia de retomar puntos “clave” para el correcto avance y
desarrollo de nuestras instituciones electorales, los cuales se desglosan
a continuación:
Primero, en el debate relativo a la necesidad de crear una nueva
Constitución, o bien, reformarla, los ponentes coincidieron en que
nuestra carta magna, además de ser útil, por propio decreto de dicho
ordenamiento, según el artículo 135, sólo puede modicarse o refor-
marse; por tanto, la propuesta radica en que debe llevarse a cabo una
“reforma integral”, en la cual, sin intentar cambiar el espíritu de ley
suprema y sin tocar aquellas bases fundamentales sobre las que fue
creada, deberá modicarse en cuanto a los aspectos que requieren
adecuarse al conteto político y social del país.
Ahora bien, el tema central del cambio constitucional obedece no
sólo a la reforma, sino a los temas que deben someterse a discusión,
tales como:

243
Las constituciones mexicanas de 1857 ...

 Mejorar la administración de la justicia.


 Repensar nuestra forma de gobierno: parlamentarismo o
presidencialismo.
 Reforma electoral, en la que deben incluirse los siguientes
aspectos:
• La modicación de competencia de las Salas Regio-
nales del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la
Federación.
• Regulación de los medios de comunicación, como la
reglamentación de spots, no contratación directa de
dichos medios por parte de los partidos políticos, el
uso de tiempos ociales en radio y televisión, eliminar
la propaganda gubernamental, reducción del nan-
ciamiento, regulación de la democracia interna de los
partidos políticos y de las campañas y precampañas
a nivel federal.
 Legalizar los criterios de jurisprudencia de nuestro mái-
mo organismo jurisdiccional en la materia.
 Instaurar la renovación escalonada de los magistrados del
Tribunal Electoral.
 Epresar claramente en la legislación la nulidad presi-
dencial.
 Fundamentar en la ley los aspectos relacionados con el
recuento de los votos.
 Otorgar, como facultad eclusiva del Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación, el control constitucional
de las normas electorales.
 Remunerar de manera justa y equitativa a los trabaja-
dores.
 Capacitar integralmente a los funcionarios públicos.
 Consolidar la democracia y el Estado de derecho.
Asimismo, en materia de justicia electoral penal se propone que
el titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de los Delitos
Electorales sea nombrado por el Senado, propuesto en una terna, por un

244 Relatorías
Memorias de Querétaro ...

periodo jo, con goce de inamovilidad durante el periodo establecido


para desempeñar dicho cargo, con ello se alcanza la autonomía que la
FEPADE requiere para lograr el objetivo primordial, consistente en
la adecuada prevención y persecución de los delitos en esta materia.
Finalmente, al retomar las propuestas anteriores lograríamos, al
mismo tiempo, fortalecer al Poder Judicial, con lo cual mejoraría el
sistema jurisdiccional y el progreso de la administración de la justicia
en nuestro país.

245
Las constituciones mexicanas de 1857 ...

SEGUNDA RELATORÍA

La Constitución de 1857 y las Constituciones del siglo XIX

Exordio
En el marco del ciclo de conferencias “Las Constituciones Meicanas
de 1857 y 1917”, se desarrolló la segunda mesa redonda, denominada
“La Constitución de 1857 y las Constituciones del siglo xx”, actividad
en la cual se trataron de manera central cuatro temas, a saber:
1. El Poder Electoral en Querétaro, epuesto por el doctor Juan
Ricardo Jiménez Gómez, reconocido catedrático de la Universidad
Autónoma de Querétaro y destacado investigador del Instituto de
Estudios Constitucionales de esa entidad.
2. Derechos Humanos en la Constitución de 1857, tratado por el
doctor David Cienfuegos Salgado, secretario de estudio y cuenta ads-
crito a la ponencia del doctor Manuel González Oropeza, magistrado
del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
3. La Constitución de 1857 y su impacto en el Méico contempo-
ráneo, presentado por el doctor Marco Antonio Pérez de los Reyes, jefe
de unidad en el Centro de Capacitación Judicial Electoral del Tribunal
Electoral del Poder Judicial de la Federación.
4. La Constitución de 1857 y su impacto en el Méico contem-
poráneo, planteado por el doctor José Ramón Narváez Hernández,
investigador jurisprudencial, adscrito al Instituto de Investigaciones
Jurisprudenciales y de Promoción y Difusión de la Ética Judicial de la
Suprema Corte de Justicia de la Nación.
A continuación se realiza la relatoría en el orden referido:

246 Relatorías
Memorias de Querétaro ...

Relatoría

Doctor Juan Ricardo Jiménez Gómez

Rerió el ponente que en 1833 se reformó la Constitución Política del


Estado de Querétaro promulgada en 1825, para incluir entre otros apar-
tados, uno relativo al Poder Electoral, que permaneció vigente 46 años
en la norma fundamental local, debido a que en 1879 fue abrogado.
Durante ese periodo —continuó Jiménez Gómez— el Poder Le-
gislativo se ejerció con ciertas limitantes consignadas en mandatos
públicos otorgados ante la fe de escribanos, cuya función era similar a
la de los notarios.
Do el comentarista que en la reforma constitucional de 1833, los
diputados de Querétaro abandonaron la concepción tripartita del poder
estatal, para adoptar una postura pentapartita, debido a que considera-
ron que el poder supremo debía dividirse en: a) municipal, b) electoral,
c) judicial, d) ejecutivo y e) legislativo.
Por otra parte —agregó el ponente— el hecho de que el partido
republicano se posicionara como primera fuerza, respecto de los con-
servadores en 1869, hizo necesario ajustar nuevamente la Constitución
local, con motivo de la norma fundamental federal de 1857.
Jiménez Gómez recordó que en 1879 se epidió una nueva Cons-
titución en Querétaro, en la que se retornó a la teoría clásica de la di-
visión de poderes de 1825, para sostener la división tripartita, en gran
medida únicamente por inercia. Con esto se concluyó la evolución del
teto constitucional del estado de Querétaro en el conteto del siglo xx,
agregó el jurista.
Cabe mencionar que en el siglo xx se mantuvo la división tripartita
en el teto constitucional de 1919, la cual sigue vigente hasta nuestros
días, lo que en opinión del ponente debería modicarse, ya que resulta
anticuado e insuciente y es indispensable crear nuevos paradigmas en
los que se retomen elementos que miren a la participación ciudadana
y se realicen ajustes constitucionales sustantivos que denoten paridad
con la dinámica social.

247
Las constituciones mexicanas de 1857 ...

Doctor David Cienfuegos Salgado

El ponente comentó que eiste un debate teórico respecto a la eis-


tencia o no de derechos humanos en la Constitución de 1857, y precisó
que en su opinión eran incipientes esos derechos, pero sí eistían, y que
se contaba desde 1824 con la traducción de obras sobre los derechos
del hombre, lo que denota que su inclusión no resulta espontánea.
Armó Cienfuegos Salgado que en 1829 Vicente Guerrero emitió
un decreto respecto de la esclavitud, por lo que en los estados ya eis-
tían antecedentes sobre el tema.
Do el comentarista que en 1857 se luchó en contra de la dictadura
de Santa Anna, la pérdida de las libertades públicas. Por ese motivo, en
el Estatuto Orgánico de la República se insertaron antecedentes reales
de las garantías individuales. Por esa razón —agregó el ponente—
quedaron consignados los derechos del hombre en la Constitución,
pero sin elementos o procedimientos efectivos para hacerlos valer.
Ahora estamos viviendo un cambio —armó el comentarista—,
ya que los constituyentes locales se encuentran legislando y recono-
ciendo a los derechos del hombre, los derechos humanos.
En opinión de Cienfuegos Salgado, la Constitución local no tiene
por qué seguir la inercia de la federal, ya que debemos partir de la idea
de que la Constitución federal contiene criterios generales que deben
ser detallados y potenciados por las legislaturas locales.
La construcción jurídica de esa época debe retomarse para nutrir
las tendencias actuales, siendo así que los constituyentes locales ad-
quieran un papel trascendental en la defensa de los derechos humanos,
nalizó el ponente.

Doctor Marco Antonio Pérez de los Reyes

El ponente armó que en 1812 y 1814 se estableció un medio


impugnativo en materia electoral, relativo a la obtención de votos por
presión sobre el electorado, cuya consecuencia era abandonar el local
de la mesa directiva, y si no se probaba la imputación sería desalojado

248 Relatorías
Memorias de Querétaro ...

el acusador; sin embargo, en la Constitución de 1824 no se estableció


ningún medio de impugnación en materia electoral.
Posteriormente —continuó Pérez de los Reyes— en la Constitu-
ción de 1857 se estableció que una persona procesada en la vía penal
perdería por ese solo hecho la oportunidad de hacer valer su derecho
al voto pasivo, por lo que Porrio Díaz intentó procesar a Francisco I.
Madero, con la idea de privarlo de la oportunidad de ser electo.
A manera de comentario crítico, se hizo referencia al primer pro-
ceso electoral en la historia de Méico, con la intención de destacar
que en 1824 se eligió al primer presidente de la República, en cuyo
proceso obtuvo el triunfo Gómez Pedraza, circunstancia que generó
varios motines, que culminaron con la anulación del resultado, a pesar
de que no eistía una causa justicada y respaldada en ley para ello.
La participación del doctor Pérez de los Reyes concluyó con el
señalamiento de que en la Constitución federal de 1917 se sentaron
las bases del sistema electoral actual.

Doctor José Ramón Narváez Hernández

Para comenzar su participación, el doctor José Ramón Narváez


precisó que por Constitución no se debe entender eclusivamente el
teto, ya que éste es únicamente su representación, es la ley; pero la
Constitución es una norma que ordena la realidad, es un fenómeno
cultural en los términos que ha desarrollado Peter Häberle.
Ahora bien —continuó el ponente— en el siglo xx el concepto
de Constitución se relacionaba con la idea del teto constitucional,
atribuyendo que mediante la promulgación de la ley suprema se im-
pondría de manera automática un orden social. Dicha concepción se
encuentra patente en los proyectos de investigación que se enfocan en
analizar qué modicaciones requiere el teto de la Constitución para
cambiar la realidad.
De igual forma, el ponente do que el teto constitucional de 1857
se puede considerar como un catálogo, ya que únicamente constituía
una relación de las aspiraciones de un pueblo, pero que no implicaba

249
Las constituciones mexicanas de 1857 ...

lo que en la realidad tenía el país; es decir, nos encontramos ante de-


rechos aparentes.
En opinión del jurista, en el constitucionalismo contemporáneo
dicha noción de teto constitucional resulta insuciente, ya que lo que
se busca es contar con inventarios, donde no sólo se diga a qué se tiene
derecho, sino que se cuente con los mecanismos para hacer efectivos
los mismos, eplicar cómo se pueden materializar dichos derechos.
En el proceso del Constituyente de 1856-1857 se observa un pro-
ceso difícil para la aceptación, lo que en opinión del ponente muestra
cómo dicho teto no cumplió con la nalidad de traer la paz a una
nación, sino que implicó la guerra, ante la presión por jurar el teto y
el rechazo de todo aquel que no lo hiciera.
El doctor Narváez manifestó que el teto constitucional de 1857
conformó un catálogo de derechos, una imagen bella fundada en la idea
de progreso, pero que no implicaba de manera necesaria una imagen
del estado de la nación en aquel momento.
Como conclusión, el ponente señaló que en la actualidad se re-
quiere que la Constitución se reera a una norma dinámica, donde
los juzgadores tengan la importancia central como socializadores de
la norma y haciéndola vivir mediante la interpretación.

250 Relatorías
Memorias de Querétaro ...

TERCERA RELATORÍA

Ponencia: El Congreso Constituyente de 1916-1917

El tercer evento del presente ciclo de conferencias consistió en la ponen-


cia magistral del doctor Manuel González Oropeza, magistrado de la
Sala Superior del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación,
con el tema “El Congreso constituyente de Querétaro 1916-1917”, contó
con la participación como comentaristas del doctor Eduardo Miranda
Correa, del Instituto Electoral de Querétaro, y del doctor Luis Eusebio
Avendaño González de la Universidad Autónoma de Querétaro.

Doctor Manuel González Oropeza

En principio, el comentarista do que para alcanzar a comprender


nuestras instituciones resulta obligada la reeión sobre los procesos
históricos en que se forjaron, para realizar una valoración sobre la
vigencia de los objetivos que en cada caso se buscaba cumplir.
En esta tesitura, González Oropeza hizo una reeión sobre la
trascendencia de los temas que tuvieron lugar dentro de los debates
del Congreso Constituyente de Querétaro de 1916-1917. Destacó que
este ejercicio de reeión sobre el proceso de formación de las institu-
ciones permite aprovechar la riqueza jurídica que se debe eplotar al
momento de revalorar y reformular a las instituciones.
Destacó el ponente que el estudio sobre nuestro ordenamiento
constitucional no tendría que limitarse eclusivamente al teto que fue
aprobado por dicho Congreso después de dos meses de ardua labor,
sino que tenemos que referirnos a los temas que se presentaron dentro
de los debates, para apreciar si es necesario hacer una variación en los
lineamientos de conguración del estatuto político.
González Oropeza resaltó que en materia electoral hubo inte-
resantes debates sobre la calicación de los diputados constituyen-
tes, al ser necesario que acreditaran ser residentes de la entidad que
representaban, lo que dio lugar a que los juzgados de distrito del Poder

251
Las constituciones mexicanas de 1857 ...

Judicial de la Federación intervinieran para hacer una interpretación


sobre los requisitos de residencia.
González Oropeza se rerió al debate sobre el proceso seguido
por Carranza al convocar a un constituyente etraordinario, sin acatar
el procedimiento de la Constitución de 1857, la cual en un principio
sería objeto únicamente de reformas. Al respecto, aclaró que dicho
proceder atendió claramente a la situación del país posterior a la revo-
lución, siendo indispensable restablecer el orden constitucional como
un consenso de fuerzas, ante la imposibilidad de cumplir con todos los
elementos de reforma que la Constitución de 1857 consideraba, por lo
que en opinión del ponente el tema de la falta de legitimidad del teto
constitucional resulta en un falso debate.
Según el epositor, una cuestión trascendente en la conformación
del teto constitucional de 1917 se encuentra en el proyecto presentado
por Venustiano Carranza, que aun cuando no consiguió su aproba-
ción por el Congreso, sí sentó las bases sobre las que inició el debate
constitucional.
El especialista destacó tres instituciones que fueron materia de
debate en el constituyente de 1916-1917 y cuya relación con la materia
electoral es de gran relevancia: la política, sujeta a las reglas de dere-
cho; la facultad de investigación de la Suprema Corte de Justicia de la
Nación en materia de violaciones al voto público, y el cambio de un
sistema presidencial a uno parlamentario.
En cuanto a la inclusión de la política dentro de un sistema de
judicialización, rerió el ponente que dos diputados jugaron un pa-
pel destacado en este debate: Paulino Machorro Narváez a favor, e
Hilario Medina en contra, siendo así que pese a que el teto original
de la Constitución de 1917 recogió la postura de Hilario Medina, en
la actualidad la posición defendida por el constituyente Machorro
Narváez ha prevalecido, y estamos cumpliendo veinte años de justicia
electoral en nuestro país, lo que denota la importancia de las institu-
ciones jurisdiccionales en esta materia, agregó.

252 Relatorías
Memorias de Querétaro ...

González Oropeza destacó el papel que juega en nuestro sistema


normativo la facultad de investigación de la Suprema Corte de Justi-
cia de la Nación en materia de violación al voto público y que resulta
necesaria en un esquema de responsabilidad política, caso que no se
encuentra dentro de la jurisdicción del Tribunal Electoral del Poder
Judicial de la Federación. De esta forma –agregó el comentarista— se
completa el espectro de la regulación en materia electoral, conjunta-
mente con la normatividad en la materia penal, al contar con la res-
ponsabilidad penal en los delitos electorales, y con las nulidades como
competencia de los órganos jurisdiccionales electorales.
En este aspecto se reconoció la carencia de perfeccionamiento en
esta facultad de la Suprema Corte, pero advirtió el ponente que hay
que rescatar esta institución y lograr su operatividad.
Como parte de los debates que escuchamos en la actualidad se
encuentra la reforma del Estado, y especícamente la modicación del
sistema de gobierno, de un sistema presidencialista a uno parlamenta-
rio; pero como epuso González Oropeza, este tema también encontró
un espacio dentro del constituyente de 1916-1917, en que prevaleció
la postura de un sistema presidencialista ante el argumento de la falta
de consolidación de los partidos políticos, como guras políticas de
reciente reconocimiento por parte del Estado.
Al margen de reconocer o no la validez de dicho argumento,
González Oropeza nos presenta nuevamente dichas interrogantes
como necesidades dentro de un debate sobre la denición de nuestro
sistema político.
Como balance, el ponente do que aquellos debates que tuvieron
lugar en el Congreso Constituyente no se terminaron una vez publica-
do el teto constitucional, sino que continúan siendo parte de nuestro
proceso de denición como país, y ante las nuevas eigencias se deben
alcanzar acuerdos que conduzcan a una Constitución renovada, siendo
así que el requisito indispensable para toda reforma constitucional de
fondo no se encuentra en las formas, sino en el consenso.

253
Las constituciones mexicanas de 1857 ...

Doctor Luis Eusebio Avendaño González

En su intervención, el doctor Luis Eusebio Avendaño aportó una


reeión a la luz de diversos teóricos del derecho para comprender la
importancia del teto constitucional de 1917 y su constante evolución,
cómo se transitó de un Estado legal de derecho a uno constitucional de
derecho.
Agregó el ponente que en las posturas de los teóricos del derecho
podemos encontrar elementos que indiquen los aspectos que debe cum-
plir un teto constitucional para ser considerado adecuado al momento
histórico en que cada teoría se ha circunscrito.
Dentro del conteto del Estado legal de derecho, Avendaño Gon-
zález reere que según Hans Kelsen el derecho es un conjunto de nor-
mas y ordenamientos limitados al criterio de la validez normativa, sin
referencia aiológica alguna.
Informa el comentarista que en relación con los teóricos positivistas,
y con la propuesta que se considera más acabada de esta corriente, Hart
redene el término de derecho y nos remite a los conceptos de reglas
primarias y secundarias, que ofrecen un panorama de mayor amplitud
respecto de lo epuesto por Kelsen.
Para complementar las posturas anteriores, do el comentarista que
Luigi Ferrajoli, Gustavo Zagrebelsky y Manuel Atienza han resaltado que el
derecho no sólo se sujeta a la validez normativa, reglas primarias y se-
cundarias, sino que también implica argumentación e interpretación.
Según el ponente, es dentro de esta concepción del derecho donde
encontramos las propuestas del neoconstitucionalismo, donde se identi-
ca la pureza metódica de la Constitución y la importancia de procurar
la defensa de las garantías constitucionales.
Con este recorrido por algunas posturas teóricas, Avendaño Gonzá-
lez destacó la necesidad de que los derechos fundamentales plasmados
en el teto constitucional de 1917 sean cumplidos de manera cabal, para
que la labor del Congreso Constituyente de 1916-1917 y la del Consti-
tuyente Permanente sea el fundamento del Estado constitucional de
derecho que nuestro país pretende materializar.

254 Relatorías
Memorias de Querétaro ...

Doctor Eduardo Miranda Correa

El doctor Eduardo Miranda Correa analizó algunos hechos que


rodearon al Congreso Constituyente de 1916 y 1917. Como punto
inicial planteó que se requiere reeionar sobre los motivos por los
cuales el debate en el Congreso se limitó a dos meses, a lo cual señaló
la probable injerencia de Venustiano Carranza, quien al convocarlo se
reservó la atribución de presentarles el proyecto de teto constitucional
a discutir, hizo patente su necesidad por contar con dicho documento
con la mayor celeridad posible.
Asimismo, el jurista epuso datos que demuestran que en la época
del constituyente el país se encontraba en un periodo de inestabilidad,
como lo demuestra el hecho de que las fuerzas de Emiliano Zapata
estaban diseñando un proyecto de reorganización estatal a partir del
Plan de Ayala.
El comentarista resaltó que en virtud de que Venustiano Carranza
no alcanzó el respaldo de los constituyentes, el Primer Jefe comenzó
a presentar decretos en los que se atendieran algunos de los aspectos
sociales que había considerado.
En cuanto a la calicación de los diputados constituyentes, Miran-
da Correa contetualizó el proceso en las pugnas entre obregonistas
y carrancistas,basado en criterios tanto la acreditación de residencia
como no estar relacionados con Victoriano Huerta, aspectos con los que
cada grupo buscaba mantener el control en el cuerpo constituyente,
agregó.
Según el ponente, la corriente de los obregonistas controlaba al
colegio electoral y buscaba eliminar a los carrancistas asociándolos
con la legislatura que permitió que Victoriano Huerta asumiera la
presidencia haciendo a un lado a Francisco I. Madero. Como defensa
—agregó el jurista— los diputados argumentaban que hubiera sido
más perjudicial al país dejar su función en un momento tan decisivo.
Abundando en la reeión que el doctor González Oropeza reali-
zó sobre las posturas que consideran como ilegítima a la Constitución
de 1917, resaltó el ponente que en ese momento Venustiano Carranza

255
Las constituciones mexicanas de 1857 ...

defendió su determinación al señalar que sobre los requisitos de for-


ma se encuentra el principio de la soberanía popular, y que éste era el
fundamento principal del Congreso Constituyente que convocó.
Para nalizar la presente relatoría, cabe destacar la etensa po-
nencia del doctor González Oropeza para apreciar al derecho en un
conteto histórico y social, para atender los momentos denitorios,
como es el Congreso Constituyente de 1916-1917.
Como se percibió de las aportaciones de los comentaristas, la
reeión sobre los hechos que rodearon al constituyente de nuestro
teto constitucional vigente nos proporciona herramientas para com-
prender las instituciones actuales, y en el caso de la materia electoral
nos permite comprender a cabalidad los mecanismos constitucionales
y aprovechar las aportaciones que en esos momentos se hicieron en
temas como la denición de sistema político.

256 Relatorías
Memorias de Querétaro ...

CUARTA RELATORÍA

Ponencia: 150 años de justicia constitucional en México

El cuarto evento consistió en la ponencia magistral del doctor Ángel


Zarazúa Martínez, magistrado regional del Tribunal Electoral del
Poder Judicial de la Federación, adscrito a la Cuarta Circunscripción
Plurinominal, con sede en el Distrito Federal, con el tema “150 años
de justicia constitucional en Méico”, contó con la participación como
comentarista del maestro Luis Octavio Vado Grajales, de la Universidad
Autónoma de Querétaro.

Doctor Ángel Zarazúa Martínez

El comentarista hizo una rápida revisión de los conceptos de de-


rechos humanos, garantías constitucionales y derechos políticos.
Como medios de protección constitucional jurisdiccionales, Zara-
zúa Martínez analizó el juicio de amparo, el cual, a instancia de parte
agraviada, se hace valer contra actos cometidos por autoridades de
cualquier ámbito gubernamental que se hayan traducido en la violación
de las garantías individuales, a n de que una sentencia restituya al
afectado en el pleno goce de la garantía que se le conculcó.
El ponente se refirió al mecanismo procesal previsto en el
artículo 115 constitucional, denominado “controversia constitucional”,
juicio de única instancia para demandar la reparación de un agravio
producido por una norma general o un acto que, en ejercicio ecesivo
de sus atribuciones constitucionales, fue responsabilidad de alguno de los
órganos de gobierno, conculcando el federalismo, el reparto de compe-
tencias consagrado en la Constitución y la soberanía popular.
Zarazúa Martínez señaló que un tercer mecanismo de control
constitucional es la acción de inconstitucionalidad, creada para que
las minorías legislativas, los partidos políticos y el procurador general
de la República demanden que el máimo tribunal resuelva sobre la
posible contradicción entre una norma general, un tratado internacional

257
Las constituciones mexicanas de 1857 ...

y la Constitución general. Por otra parte, Zarazúa Martínez do que el


juicio de revisión constitucional electoral procede para impugnar actos
o resoluciones de las entidades federativas para organizar y calicar los
comicios locales o resolver las controversias surgidas durante ellos.
Asimismo, el comentarista hizo referencia al juicio para la pro-
tección de los derechos político electorales del ciudadano, por el cual
los ciudadanos pueden impugnar actos de autoridades electorales que
hayan resultado violatorios de sus derechos político-electorales.
De igual manera, el ponente mencionó los medios de control
constitucional no jurisdiccionales, como son la facultad indagatoria
de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, el juicio político; y las
recomendaciones de los organismos no jurisdiccionales protectores de
los derechos humanos.
Zarazúa González destacó la tradición en el derecho meicano
de proteger las garantías del gobernado a través del juicio de amparo
desde 1847. En tanto que la protección a los derechos humanos se
realiza desde 1992; y la de los derechos políticos desde 1996.
Por esta razón, el comentarista hizo una eposición sobre los as-
pectos generales en la evolución que ha tenido el amparo durante más
de siglo y medio; asimismo, la de los derechos políticos que han tenido
un importante desarrollo a partir de la última década del siglo xx.
Señaló el ponente que la Constitución general comprende una
serie de derechos de carácter político, entre los cuales se encuentra el
derecho de petición, el derecho a la información, ambos en materia
política, los cuales no se contienen epresamente en el catálogo con-
templado en el artículo 35 constitucional.
A manera de conclusión, el epositor señaló que en los foros
correspondientes a la reforma del Estado se plantea la tentación de
los partidos políticos por llevar a cabo los cambios en la legislación
que eviten el conocimiento por parte de los órganos jurisdiccionales
electorales de una amplia gama de derechos que genéricamente son
conocidos como “derechos de la militancia partidista”, situación que
de aprobarse signicaría un retroceso en la tutela de esos derechos.

258 Relatorías
Memorias de Querétaro ...

Agregó Zarazúa Martínez que a 150 años de justicia constitucional,


queda todavía un largo trecho por andar en relación con la estipulación
en el orden normativo de todo lo relativo a los derechos políticos; sólo
de esta manera —continuó— los órganos jurisdiccionales contarán
con las herramientas procesales necesarias para resolver con estricto
apego a lo establecido en la ley y brindar certeza y seguridad jurídicas
al justiciable.

Maestro Luis Octavio Vado Grajales

En sus comentarios, el maestro Luis Octavio Vado Grajales trató


el tema del juicio de amparo y la jerarquía del derecho local.
El comentarista destacó cómo los tribunales de amparo se han
visto en la necesidad de discutir la validez de normas locales, las cuales
han sido consideradas inconstitucionales por los quejosos.
Al respecto, desarrolló una eposición de cómo a través de juris-
prudencias dictadas por el Pleno de la Suprema Corte de Justicia de
la Nación se ha modicado el entendimiento del lugar que ocupa el
derecho local en el sistema jurídico meicano.
Según el especialista, en un primer momento se consideró por
parte del máimo tribunal que el nivel inmediatamente inferior a la
Constitución nacional se compone de dos conjuntos de normas: por
un lado, los tratados internacionales, y por otro, las leyes federales;
siendo así que la legislación local se encuentra subordinada a los otros
tres ordenamientos.
No obstante, do el epositor que un nuevo criterio establece que
las normas locales y las federales tienen un ámbito diverso de compe-
tencia, y que en caso de choque entre ellas mismas no debe verse como
un problema de jerarquía, sino de competencia.
Asimismo, Vado Grajales hizo referencia a un nuevo peldaño en
el ordenamiento jurídico meicano, que en su opinión se encuentra
reconocido en la jurisprudencia de la Suprema Corte, consistente en las
leyes generales, que son de mayor jerarquía que las federales propia-
mente y las locales. Agregó que éstas tienen como objetivo perfeccionar

259
Las constituciones mexicanas de 1857 ...

y complementar el sistema de distribución de competencias, que en


algunos casos sólo esboza la Constitución nacional.
Finalmente, el jurista resaltó que con este aspecto de las normas
locales se hace patente que el amparo es un instrumento vivo de defensa
de los particulares, mediante el cual los jueces se encuentran en posibi-
lidad de denir las características de nuestro sistema jurídico.

Mtro. Octavio Ramos Ramos

Lic. Alejandra Chávez Camarena

Lic. Iris González Vázquez

Lic. Ángel Eduardo Zarazúa Alvizar

260 Relatorías
Esta publicación se imprimió en octubre de 2008
en la Coordinación de Información, Documentación y Transparencia
del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación,
su tiraje fue de 1,500 ejemplares.

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