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En el destierro Antén Pavlovich Chéjov Traduccién: Fulvio Franchi El Viejo Semién, apodado el Sensato, y un joven tértaro, a quien nadie conocia por el nombre, estaban sentados en la orilla, junto a la fogata; los otros tres barqueros estaban en la cabafia. ‘Semién, un viejo de sesenta afios, delgado y sin dientes pero ancho de hombros y de aspecto todavia saludable, estaba borracho; ya hacia rato que, por él, se habria ido a dormir, pero en el bolsillo tenfa una botella de tres cuartos y temia que en la cabafia los jévenes le pidiesen vodka. El tértaro estaba enfermo, se consumia y, arropéndose en sus andrajos, contaba lo bien que se estaba en la provincia de Simbirsk y la hermosa casa y la inteligente esposa que abandoné. Tenia veinticinco afos, no mas, pero ahora, a la luz de Ia fogata, palido y con el rostro enfermo y triste, parecia un nifio. ~ Ahi, por supuesto, no es el paraiso ~ decia el Sensato. - Td mismo lo ves: agua, orillas desiertas, alrededor arcilla y nada més... La trinidad ya pasé hace rato, y en el rio sigue habiendo hielo y todavia nieva por las mafianas. is malol jEs malo! ~ dijo el tértaro y miré asustado alrededor. A diez pasos, fluia el rio frio y oscuro; refunfufiaba, chapoteaba contra la picada orillaarcillosa Y corria veloz hacia el lejano mar. Junto a Ia orilla se divisaba, negra, un bote grande, del tipo que los barueros llamaban “karbas”. Lejos, sobre esa misma orilla, apagdndose y titilantes, las luces trepaban como serpientes: estaban quemando la hierba del afio anterior. Y después de las serpientes, de nuevo, la oscuridad. Se escuchaba cémo los pequefios bloques de hielo golpeaban contra el bote. Estaba hilmedo, hacia fri... El tértaro miré hacia el cielo. Habia tantas estrellas como en su casa y la misma oscuridad alrededor, pero algo faltaba. En casa, en la provincia de Simbirsk, no habia para nada esas estrellas y ese cielo. = iMalo! {Mall - rep ~ |Te acostumbrards! — dijo el Sensato y se eché a refr. - Todavia eres joven, tonto, la leche todavia no se te secé en los labios y te parece, por estupidez, que no hay un hombre més desdichado que tu, y legars el tiempo en que dirds: que Dios les dé a todos la misma vida. Mirame a mi. Dentro de una semana bajard el agua y botaremos el transbordador, ustedes se irén todos a pasear por Siberia y yo me quedaré y ‘empezaré a cruzar de orilla a orilla. Ya hace veintidés afios que lo hago. Dia y noche. El lucio y el salmén van por debajo del agua, y yo voy por arriba. Y doy gracias a Dios. No necesito nada. Que Dios les dé a todos una vida asi. El tértaro agrego unas ramas secas a la hoguera, se acomodé mas cerca del fuego y dijo: ~ Mi padre es un hombre enfermo. Cuando muera, mi madre y mi esposa vendrdn acé. Lo han prometido. + eY para qué quieres a tu madre y a tu esposa? ~ pregunté el Sensato. - Es una tonter‘a, hermano. Es el demonio quien te confunde, maldito sea. No lo escuches, al maldito. No le des libertad. Te prometerd mujeres, pero tu llévale la contra: ino quiero! Te prometerd la libertad, ero tu permanece firme: ino quiero! {No necesito nadal {Ni al padre, ni a la madre, nia la esposa, nila libertad, nicasal iNo necesito nada, no me molestes! El Sensato tomé un trago de la botella y continué: ~ Yo, hermanito, no soy un simple muyik, no soy de linaje bajo, soy hijo de un sacristén, y cuando vivia en libertad en Kursk usaba una levita; pero ahora llegué a un punto que puedo dormir desnudo sobre la tierra y Comer [pasto! Que Dios les dé a todos una vida asi. Yo no necesito nada y no temo a nadie, y creo que no existe nadie mas rico ni més libre que yo. Cuando me echaron de Rusia y me mandaron acd, los primeros dias me emperré: iNo quiero nadal Un demonio me hacia preguntarme por mi esposa, por la patria, por la libertad, y yo: ino ecesito nadal Me emperré y ahora, como ves, vivo bien, no me quejo. ¥ el que cede frente al demonio y lo escucha, aunque sea una sola vez, ese cae, no tiene salvacién: se queda estancado en el pantano hasta la cabeza y ya no puede salir. No solo tu hermano, ef muyik tonto, también los nobles y la gente con estudios caen. Hace quince afios mandaron aqui, desde Rusia, a un sefior. All no repartié algo con sus hermanos, hizo un engafio en un testamento. Decfan que era un principe o un bardn, pero quizés era simplemente un funcionario, iquién sabe! Bueno, Ilegé aqui el sefior y lo primero que hizo fue comprarse una casa con tierras en Mujortinskoie. “Quiero, decia, vivir de mi trabajo, con el sudor de mi frente, Porque ya no soy un sefior sino un colono”. Que Dios lo ayude, digo, es algo bueno. Entonces, este hombre era joven, hacendoso, trabajador; segaba él mismo, solia pescar y andar a caballo més de sesenta kilémetros. Pero vino la desgracia: después del primer afio empezé a ir a Guirino, a la oficina de correo. Se paraba al lado mio, en el transbordador, y suspiraba: “Eh, ‘Semién, hace mucho que no me mandan dinero desde casa”. No hace falta el dinero, Vasili, Serguéich, le decia yo. éPara qué lo quiere? Deshdgase de todo lo viejo, olvidelo, como si nunca hubiese existide, como si hubiese sido un suefio, y comience una nueva vida. No escuche al demonio, le decis, no le traeré nada bueno, te ahorcard. Ahora usted quiere el dinero, le digo, pero llegaré de a poco un tiempo que querré otra cosa, y después més y més. Si usted desea ser feliz, le digo, primero no desee nada, Si... Si a nosotros y a usted, le digo, el destino nos ofendié amargamente, no se le puede pedir que tenga piedad y arrodillarse ante I, sino despreciario y reirmos de él. Sino el él quien se reird de usted. Asi le hablé... Dos afios después lo crucé a esta orilla, él se frotaba las manos y rela. “Estoy yendo a Guirino, dijo, para encontrarme con mi mujer. Siente pena por mi, dijo, y vino. Tengo una esposa buena y bella”. Estaba tan contento que se sofocaba, Al dia siguiente aparecié con la esposa. Una dama joven, hermosa, con un sombrero; en los brazos llevaba una nifia pequefia. Y mucho equipaje de todo tipo. Y mi Vasili Serguéich daba vueltas alrededor de ella, no le quitaba los ojos de encima y ‘nunca tenia elogios suficientes. “iS{, hermano Semién, también en Siberia la gente puede I" Bueno, pero no te alegres. Desde ese momento, casi todas las semanas, empez6 a ir a Guirino para averiguar si le habia egado dinero de Rusia. Necesitaba un montdn de dinero. “Ella, me decia, gracias a mi, acd en Siberia perder su juventud y su belleza, compartiré conmigo mi amarga suerte y por eso, decia, debo darle todos los gustos”. Para que la sefiora se alegrase, trabé conocimiento con funcionarios y con cualquier gentuza. ¥ a todo ese séquito, se sabe, hay que darle de comer y de beber, y que haya un piano y un perro peludo en el sofé... ique revientel... Lujo, en una palabra, caprichos. La seffora no vivié con él mucho tiempo. ¢Qué hrabia para ella? Barro, agua, frio, ni verduras, ni frutas, alrededor gente sin educacién y borrachos, nada de modales, y ella era una dama consentida, de la capital... Se aburtid, se entiende, Y el marido, por mucho que digas, ya no era un sefior, sino un colono... nada honorable. Tres afios después, recuerdo que la noche antes de la Asuncién, gritaron desde la otra orilla, Fui hacia alli en el transbordador, y vi a la sefiora, toda arropada, y junto a ella un hombre joven, un funcionario. Con una troika’.. Los transporté hacia acd, subieron, ly si te he visto no me acuerdo! Apenas llegué a verlos. A la mafiana Vasili Serguéich lleg6 cabalgando hasta el transbordador. “No cruz6 mi esposa, Semién, con un hombre de anteojos?” Cruz6, le digo, jatrapa el viento en el campo! Salié a caballo a perseguirlos, cinco dias los siguié. Después que lo crucé a la otra orilla se derrumbé sobre el transbordador y empez6 a darse caberazos contra una tabla y a aullar. Ya esté, digo, asi es la cosa. Me animo y le hago recordar: “En Siberia también vive la gente!” Pero él se empez6 a golpear todavia peor... Después quiso la libertad. Su esposa se habia marchado a Rusia y a él, se entiende, le tiraba ir alld para verla y separarla del amante. Y empezé, hermano, a ir casi todos los dias a caballo al correo 0 a la cludad, a ver a las autoridades. Se la pasaba mandando y entregando solicitudes para que lo indultasen y le permitiesen regresar a su casa, y contaba que se habia gastado doscientos rublos sélo en telegramas. Vendié su tierra, les hipotecé casa a los judios. Se volvié canoso, Jorobado, el rastro se le puso amarilla como fos tisicos. Habla contigo y cof-cof-cof... ye vienen lagrimas a los ojos. Aguanté asl, con las solicitudes, ocho afios, pero luego revivié y se puso mds alegre: se inventé un nuevo antojo. Su hijita, verds, habia crecido. €! la miraba y suspiraba. Y ella, a decir verdad, guau... era hermosa, de cejas negras y de cardcter animado. Todos los domingos é! iba a Guirino con ella, a la iglesia. Los dos viajaban parados en el transbordador, tuno al lado del otro, ella se refa y él no le quitaba los ojos de encima. “Si, Semién, decia, en Siberia también la gente vive. Y en Siberia hay felicidad. iMira, decia, la hijita que tengo! Otra como ella no encontrards ni en mil kilémetros”, Te digo que la hijita era hermosa, es verdad, realmente... Y yo pensaba para mi: “Espera un poco... La muchacha es joven, le bulle la sangre, quiere vivir, y qué vida es esta?” Y empez6, hermano, a deprimirse... Languidecia y languidecia, se debilitaba y se enfermé y empez6 a arrastrarse. Tis. /Ahf tienes la felicidad siberiana, maldita sea, ahi ves cémo vive la gente en Siberia. El empez6 a visitar médicos y a Hlevarlos a su casa. Cuando escuchaba que a doscientos o trescientos kilémetros habia un médico 0 un curandero, él iba, La cantidad de dinero que gasté en médicos... para mi habria sido mejor que se lo bebiese. De todos modos moriria. Ella morirfa indefectiblemente, y él se derrumbarfa. Por la angustia se colgaria o huirla a Rusia, era algo que se sabia. Huirla y lo atraparian, después el juicio, los trabajos forzados, probaria el Idtigo.. ~ Esté bien, estd bien — murmuraba el tértaro, tiritando de frio. ~ éQué es lo que esta bien? — pregunté el Sensato. * Coche tirado por tres caballo.

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