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¿NOMADAS Y

SEDENTARIOS? 1

Isabelle Stenger*

Traducción Ernesto Hernández**


Para Marty (el traductor)

¿El científico, la ciencia, podrían soportar el violento dualismo impuesto por


la división entre ciencias sociales y naturales, o “duras” y “blandas”? Lo que
cada dominio “científico” experimenta es, paradójicamente, que, como bloques
desigualmente formados y de densidad variable según cada caso, sobrenadan en
una sopa noológica. Estos bloques cubren completamente la sopa, pero la llenan
de manera heterogénea y variable, por acoplamientos desiguales y chirriantes,
con superposiciones y contagios que hacen que las zonas de vecindad permanez-
can en un estado de indeterminación real... tal vez esta zona de vecindad es la
que habita el concepto nómada, la que mide sin agotar –se diría que número de
modo continuo– la función nómada. Isabelle Stenger descubre esta zona como
una zona de agitación, de relación irreductible con el afuera, y la retoma en su
giro ético como “ecología de las prácticas”... quisiéramos decirle al lector y en
primer lugar a nosotros mismos: ¡Leedla!

* Doctora en filosofía. Actualmente enseña en la Universidad Libre de Bruselas. Es autora de


numerosos libros sobre historia de la filosofía y de la ciencia. Coautora con Ilia Prigogine del
texto La Nueva Alianza. En 1993 obtuvo el Gran Premio en filosofía de la Academia France-
sa.
** Analista programador de computadores. Forma parte del grupo de editores de la revista de
filosofía, ciencia y arte El vampiro pasivo de Santiago de Cali.

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C on el fin de construir las la población, es decir, de hecho, la Dejarse guiar por la ecología para
palabras que hagan existir los com- capacidad de la población de explo- construir la distinción entre nómadas
promisos de lo que llamo “cosmo- tar los recursos de su medio. Se ha- y sedentarios implica dos limitacio-
política”, he elegido recurrir a una bla de estrategia “r” cuando una nes: primero, no definir negati-
distinción peligrosa, porque está car- población se reproduce a toda ve- vamente una categoría con relación
gada de significaciones pre-existen- locidad, y de estrategia “K” cuan- a la otra, como se define la opinión
tes y que, además, se presta a todo do está constituida por individuos negativamente con relación a la ra-
tipo de malentendidos: la distinción capaces de inventar-aprovechar las zón, sino hacer dos categorías positi-
entre nómadas y sedentarios. El punto oportunidades ofrecidas por el me- vas en tensión; luego, definirlas a las
interesante de esos malentendidos es dio. Dos puntos interesantes carac- dos de manera relativa con una
que van en todos los sentidos. Sabe- terizan este modo de descripción interacción definida. En otras pala-
mos el rechazo del que son objeto los ecológica. Primero, el hecho de que bras, no se trata de identificar a “los
nómadas en nuestros países sedenta- las estrategias están en tensión. Por nómadas” y a “los sedentarios”, sino,
rios. Pero inversamen- con relación a cada
te, cuando la distinción interacción dada, de
se convierte en oposi- identificar un contras-
ción metafórica, los te en el que la inclina-
sedentarios se vuelven ción no excede esta
objeto de desprecio, son interacción. Quien apa-
los que se aferran a los rece como “sedenta-
territorios existenciales, rio” a partir de una
profesionales o cultu- interacción dada, pue-
rales, y rehusan las de nomadizar en otros
experiencias de la mo- espacios, que igualmen-
dernidad. Lo sedentario te no concibe el “nó-
pertenece, entonces, a mada” que le juzga, y
la opinión mientras el con relación a los cua-
nómada acepta, en tér- les ese juicio podría ser
minos popperianos, des- calificado de desespera-
prenderse de lo que damente sedentario,
cree a fin de ponerlo a Ferrocarril de Antioquia, 1918. Fotos: Melitón Rodríguez. desesperadamente afe-
prueba e ir hasta donde Cortesía de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín. rrado a un territorio
lo lleve el problema. que da sus límites y sus
ejemplo, no se puede a la vez au- condiciones a los riesgos que toma.
He hecho esta peligrosa elección mentar la velocidad de reproduc-
porque la problemática ecológica ción y la intensidad de los cuidados Seguramente, el experimentador
en la que me sitúo ofrece el ejem- parentales de los que tienen nece- se juzgará nómada: ¿qué riesgos no
plo de una utilización muy intere- sidad los jóvenes para ser capaces toma, él que osa “apoderar3 ” a los
sante de este tipo de de aprender, es decir de conferir un electrones invisibles, “hacer actuar”
distinción-oposición. Los modelos sentido a la noción de oportuni- campos impalpables, él que ha
de crecimiento de las poblaciones dad2 . De donde se sigue el hecho retomado, para hacerlos mutar, los
en un medio en el que los recursos de que la diferencia entre estrategias términos más antiguos de nuestra tra-
limitados ponen en escena dos solo tendrá sentido comparativa- dición, partícula, elemento o átomo?
parámetros, de los que depende el mente, cuando dos especies están en Y el teórico, que ha osado negar la
“éxito” de una población: El interacción. Así, parece que, de ma- evidencia de la simultaneidad a dis-
parámetro “r” traduce la tasa de re- nera general, la interacción entre tancia, que especula hoy sobre los
producción, mientras el parámetro predadores y presas, cuando tiene universos múltiples conectados por
“K” traduce la capacidad del me- cierta estabilidad, implica preda- los “agujeros de gusano4 ”, ¿no ex-
dio de satisfacer las necesidades de dores “más K” y presas “más r”. perimenta que ningún riesgo, ningún

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tros sólo aceptamos como terrenos
de encuentro aquellos que, por
principio, eliminan cualquier refe-
rencia a una intencionalidad invi-
sible, ese principio asegura el único
juicio unánime del que son suscep-
tibles los practicantes modernos,
el de que ellos le salen al encuen-
tro a los no-modernos “territoria-
lizados por lo invisible”.

Correlativamente, el contras-
te que construyó permite no opo-
ner a modernos y no-modernos. La
cuestión cosmopolítica no comien-
za en las fronteras de la moderni-
dad, sino al interior mismo de la
definición que hemos inventado de
lo político, es decir con la descali-
Cercanías de Medellín, 1925. M.R. ficación del “sedentario” que tal
definición se arriesga a implicar.
obstáculo asociado al buen sentido, coanalista, incapaz del riesgo de la re- Pues esta descalificación podría
lo hará retroceder? Pero sugiéranle futación, y el psicoanalista se ríe entrañar la “obligación” al noma-
tomar en serio la cuestión de la burlonamente del carácter limitado dismo, la obligación de tener que
irreversibilidad, y lo verán escanda- de los riesgos tomados por el físico, aceptar como norma la experien-
lizado y lastimero, como si ustedes que pone entre paréntesis su subjeti- cia de un encuentro que pondrá en
hubiesen metido la pata. Y sometan vidad presto para, llegado sobre el cuestión las categorías territoria-
a la investigación de los sociólogos diván del analista, reconocerse some- les de cada uno. Según la defini-
relativistas los riesgos que se toman tido como los otros a los fantasmas ción política del Parlamento de las
en los laboratorios y cubículos de los más arcaicos. cosas, el valor de una práctica se
teóricos, y verán dibujarse la imagen sostiene en la manera en que sus
de una población sedentaria, aparen- La ventaja del contraste entre representantes aceptan exponerse,
temente definida por las creencias y nómada y sedentario es, entonces, poner en juego eso que, sin embar-
las confianzas que hay que, tal vez, la de recordar que la oposición go, ellos sostienen. Pero esta defi-
respetar, pero ciertamente, no tomar prácticas modernas-prácticas no nición es dudosa, desde el punto
en serio. En cuanto a los sociólogos modernas se dobla en una relación de vista cosmopolítico, pues no
relativistas, que se definen nómadas de conflicto generalizado entre las toma en cuenta una dimensión in-
con relación a los científicos seden- prácticas llamadas modernas. Y dudable del nomadismo. Quien
tarios que ellos estudian sin compar- que la única comunidad de las se jacta de ser nómada se gloriará
tir sus “creencias”, podrán ser, sin prácticas modernas frente a las de estar perfectamente en su lugar
ningún problema, identificados por prácticas no modernas, no es el en el Parlamento de las cosas: el
su confianza en el carácter determi- riesgo de la nomadización que ten- nómada está en casa en cualquier
nante de las causalidades sociales, por drían en común, sino el juicio que parte donde puedan ser satisfechas
las categorías del territorio “socioló- todas aceptan, según el cual en el las exigencias de su práctica. Nada,
gico” a partir del cual juzgan el ca- momento de un encuentro, se iden- en el Parlamento de las cosas, lo
rácter territorial y condicional de los tifica como más moderno y más obliga a dirigir su atención a los
riesgos científicos. La serie de las des- racional a aquel que puede desig- efectos de su paso; solamente los
calificaciones podría continuar. El nar al otro como más sedentario conflictos, rivalidades y negocia-
científico popperiano se ríe del psi- que él. En la medida en que noso- ciones por las que otros impugnan

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la legitimidad de sus exigencias, se, a nombre de los cuales el lugar y materia de contratación laboral, de
crean para él riesgos nuevos, lo las relaciones de cada uno puedan seguridad? ¿Cómo vivirán quienes
obligan a nuevas formulaciones. ser determinados. Aquí no enfrento saben que pertenecen a un “grupo
Lo que significa que, aún lúcido, esta limitación, pues la cuestión que de riesgo”? ¿Cómo vivirán los pa-
en el sentido al que obliga la polí- se plantea ahora no es la de un so- dres que creen saber que su hijo,
tica o el laboratorio técnico mo- metimiento sino la de una detención, llegado a adulto, tendrá tal enferme-
derno, aún capaz de reinventar la la de una pregunta, de un retroce- dad, con tal probabilidad? ¿Cómo se
significación del territorio de su der frente a la tentación de pasar de negociarán, sobre el fondo de qué
práctica, el investigador que vive “el rechazo a cooperar” a la conclu- pasión, de qué reivindicaciones an-
su práctica según los valores del sión “no hay nada que oponer, nada gustiosas, de cuáles presiones eco-
nomadismo no está del todo pre- que decir, ninguna obligación por nómicas o políticas, la definición de
parado para encontrarse con quien proponer, ninguna exigencia por las enfermedades para las cuales el
se rehusa a cooperar, a jugar el hacer valer”. test esté disponible, mientras se acu-
juego, a interesarse por las expe- mula tranquilamente el número de
riencias que corresponden a esos Tomemos un ejemplo, por lo de- test posibles, y el número de estu-
valores. Salvo “tolerando” el en- más muy conocido, el de la empre- dios estadísticos que actualicen las
viscamiento que impone, muchas sa de desciframiento del genoma correlaciones que van a permitir
veces, tal rechazo. ¡Maldición! humano. Este ejemplo ya lo he to- conferir una significación a los nue-
mado para señalar la dimensión evi- vos test? Hoy en día prevalece el si-
“Vuestras experiencias no me dentemente política. El escándalo lencio o la propaganda arrogante,
conciernen ni me interesan”: por más patente es, entonces, el vacío acompañadas de una referencia a la
un enunciado de este género, por que reina ahí donde debería estre- “política que decidirá”, mientras que
su risa, su indiferencia o su silen- charse una muchedumbre de prota- esta “instancia política” solo tendría
cio, el sedentario no se presenta gonistas que representen el conjunto sentido si en la propaganda se susti-
por carencia en el sentido en que de los intereses puestos en juego por tuyera la algarabía del “Parlamento
no sería, no todavía, representan- la innovación técnica que se proyec- de las cosas” por el sentido político.
te activo, político, de su práctica. ta. Los test genéticos en prepara- Lo que implicaría que el “vacío” sea
Se presenta bajo el modo de la afir- ción, ¿qué efectos tendrán en designado como la cuestión primor-
mación, y pone al nómada frente
al dilema: ya sea proseguir su ca-
mino, aprovechando la relación de
fuerza y la ausencia de resistencia
articulada, argumentada; ya sea
deteniéndose y preguntándose cuál
es el asunto. Esta alternativa dibu-
ja la bifurcación entre política y
cosmopolítica, entre la afirmación
de un principio universal de cap-
tura política y la cuestión, también
universal, de los valores de una
ecología de las prácticas como tal.

Cuando, en La guerra de las


ciencias5 , he presentado el desafío
al cual responde lo que llamo una
ecología especulativa de las prácti-
cas, he excluido la posibilidad de que
se convierta en fuente de valores a
los cuales todos deberían someter- A lomo de mula, 1895. M.R.

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dial y que se ponga en su lugar el ‘Mis hermanos, por las entrañas de la enfermedad no tiene significación,
conjunto de dispositivos susceptibles Cristo, os conjuro, sueño que uste- o más precisamente, no tiene una sig-
de complicar el problema, de susci- des quizá están en el error’”6 . nificación interesante.
tar la presencia de todos aquellos que
podrían llegar a ser capaces de par- Este silencio no significa una pro- La consecuencia inmediata de la
ticipar en los riesgos, las elecciones hibición, un mojón frente al cual cada definición política, y no cosmopo-
y las decisiones. uno debería inclinarse. No traduce, lítica, de un asunto como el de la
como tal, ningún poder, ni da ningu- historización técnica, política, indus-
Sin embargo, si la cuestión polí- na respuesta. Sólo tiene sentido con- trial y jurídica del genoma humano,
tica estuviera, utópicamente, resuel- firiéndole a la cuestión su dimensión es que cada uno se ve obligado a ar-
ta; si el Parlamento de las cosas, cosmopolítica, creando el espacio gumentar en un terreno pretendi-
deslocalizado a través de la ciudad, donde pueda hacerse presente la voz damente común, lo que significa que
transformara en aventura colectiva de quienes se callan. Y este silencio el conjunto de los argumentos mo-
lo que, hoy en día, es materia de es- permitiría, quizá, escuchar otras vo- vilizados deberán darse el modo de
trategias profesionales e industria- ces, por ejemplo la de una madre afri- existencia de limitaciones negocia-
les, se llegaría a escuchar el silencio, cana golpeada por el sida, que rehusa bles, respetando las reglas del juego
otro tipo de silencio. ¿Quiénes so- el aborto terapéutico propuesto: político. Y quienes quieran hacer pa-
mos para medir el alcance de lo que “Tengo sida y no estoy muerta. Es- sar su convicción de que el asunto
estamos decidiendo entre nosotros? toy protegida, y mi niño lo estará”7 . no es “simplemente político” serán
¿Sabemos que vamos a conectar -y Lo que nosotros llamamos “proba- llevados, entonces, a utilizar consig-
entonces a transformar por inter- bilidad”, o “grupo de riesgo”, no tie- nas generales (para un terreno co-
capturas múltiples y parcialmente ne ninguna significación para ella, y mún), recurrir a prohibiciones que
imprevisibles- historias que, sobre la no por ignorancia. Los riesgos que se pretenderán universales, como el
tierra y hasta ahora, eran distintas? toma esta madre no están definidos carácter sacro de la vida, o el carác-
Un silencio que acoge y responde a por las probabilidades, sino por el ter intangible de las separaciones ins-
lo que Whitehead ha llamado el “gri- modo del nomadismo propio a su cul- tituidas por la naturaleza. Entonces
to” de Oliver Cromwell, tal como tura, que implica otros espacios don- surgirá la oposición que deseo evitar,
el “repercute a través de las edades: de nuestra definición “científica” de la que permite evitar la diferencia
relativa entre nómada y sedentario,
la oposición global y estática entre
los valores nómadas de la moderni-
dad y los valores sedentarios de la
tradición. Pues la tradición, presen-
tada como puramente sedentaria,
asociada a prohibiciones no negocia-
bles, entonces, ya no puede ser fuen-
te de problema, de distinción, de
inteligencia. En el lugar en el que se
articulan las medidas que somos ca-
paces de construir y donde se nego-
cian los híbridos con relación a los
cuales nosotros tomamos el riesgo
de transformarnos, se volverá un
obstáculo que sólo vale si una rela-
ción de fuerzas lo impone: serán
esos de los que hablan los investiga-
dores “modernos” entre sí: los “in-
oportunos” que hay que tolerar, que
El tranvía, Chapinero, Bogotá, 1885. Foto: Julio Racines hay que escuchar con cortesía8 .

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La piedra de toque de la cosmo-
política es, entonces, la “desterrito-
rialización” que impone la pregunta
abierta por aquel que se presenta, a
propósito de un problema dado,
como sedentario, al conjunto de las
prácticas nómadas modernas, rehu-
sando jugar su juego. La obligación
que deriva de esto, desde el punto de
vista de la política, es el respeto, en
el sentido de William Blake, por la
pregunta abierta. Maldito sea el polí-
tico que conmina al otro a “expre-
sarse como los otros”, a hacer valer
las coacciones que quiere ver reco-
nocidas, y que, enseguida, escucha los
argumentos arrancados con toleran- Ferrocarril de Amagá, 1914. M.R.
cia, para complacer a quien no se da
cuenta de que a él le es imposible to- presupuestas y prolongadas por las tre colegas, solo tiene pobres pala-
marlos en cuenta como tales. E igual- prácticas científicas, ¿por qué, los bras vulnerables a todas las desvia-
mente si, por la relación de fuerzas, científicos, deberían sentirse ataca- ciones. El paradigma de Kuhn
necesitará, llegado el caso, reinventar dos, o más precisamente, por qué se traduce también los límites del
algunas consecuencias según la me- sienten menos atacados que modo de existencia territorial cuan-
dida común que trata de construir. incomprendidos? Es que ellos saben do se lo vive aisladamente, sin lo que
que ese término “creencia”, en la Tobie Nathan llamaría una coacción
Lo he subrayado, la cuestión boca de quienes los describen suena al intercambio, una obligación de
cosmopolítica no comienza en las irónicamente, mientras que, para acoger lo que viene de otras partes,
fronteras de la modernidad. Está en ellos, lo designado como creencia es de aprender a encontrarlo.
todas partes, aunque todo no sea lo posible actualizado, o en proceso
cosmopolítica9 . Y está presente, par- de actualización, que celebra la exis- Para permitir un encuentro más
ticularmente, en el corazón mismo de tencia de su laboratorio. La prácti- “civilizado”, Bruno Latour ha intro-
las prácticas nómadas modernas. Si ca de laboratorio solo puede decirse ducido el término “faitiche”11 , que
ese no fuese el caso, la distinción en- plenamente en la dualidad de una exi- debe impedir, al visitante crítico, el
tre nómadas y sedentarios no pertene- gencia nómada y de una afirmación caracterizar en términos de “creen-
cería a una ecología de las prácticas. sedentaria. Y esta afirmación, al no cia” lo que le da existencia a los la-
Sólo podría ser un pretil que los mo- tener las palabras para nombrarse boratorios. La referencia al faitiche
dernos se impondrían a sí mismos, porque las palabras de las que ten- debería contrarrestar la intención
una forma de tacto que debería pre- dría necesidad no pertenecen al re- polémica, que ninguna cortesía aca-
valecer en su relación con los no- gistro político, se esconde y pavonea démica del mundo podrá disimular,
modernos. La cuestión cosmopolítica bajo las apariencias de pretensiones que lleva a los sociólogos irónicos a
y la distinción entre las dimensiones a la verdad o a la objetividad, y se visitar los laboratorios. Van allí, cier-
nómadas y sedentarias de una prác- reduce desde entonces a la vocación tamente, como nómadas: forzados
tica, que me permitan trabajarla, es- arrogante de descubrir, más allá de por otros riesgos, animados por
tán presentes, pero se presentan muy la ilusión, una verdad no suscepti- otras exigencias, simplemente pa-
frecuentemente bajo la forma de un ble de intercambio, que todos debe- san. Pero ¿por qué no se detienen,
malestar y de una hostilidad. rían celebrar en los mismos visitantes civilizados o buenos
términos10 . Porque el “hecho expe- antropólogos (simétricos), alrede-
Cuando los sociólogos de las rimental” solo tiene palabras para dor del fuego, o más bien, de la ca-
ciencias exponen las “creencias” celebrarse en los intercambios en- fetera, de quienes los acogen? ¿Por

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qué no escuchan las esperanzas y las Universitaires de France, París, coacción, pero por donde pasador
dudas, los sueños y los terrores12 1964, en la página 19 dice: “Enten- y pasante sufren, el uno por el otro,
que se expresan en extraños idiomas, demos por transducción una opera- la experiencia que constituye la frac-
pues implican a la vez la fabricación ción física, biológica, mental, social, tura de este tercer término “horro-
y la autonomía vocacional de los por la cual una actividad se propaga roso”, no apropiable por una medida
faitiches? ¿Por qué no cuentan, tam- cada vez más al interior de un domi- (sea la que sea): “No somos los úni-
bién ellos, en el extraño idioma que nio, cimentando esta propagación cos en el mundo”.
hablan para sus propias celebracio- sobre una estructuración del domi-
nes, las dudas y las esperanzas, los nio operada de sitio en sitio: cada Exigencias y obligaciones perte-
sueños y terrores que experimentan región de estructura constituida sir- necen, lo he dicho en Cosmopoliti-
aquí o en cualquier lugar, en el cur- ve de principio de constitución para ques I, al régimen de la justificación.
so de sus peregrinaciones? Pues esas la región siguiente, de manera que Es en sus términos que una práctica
cosas deben decirse en el lenguaje una modificación se extiende pro- puede decir su propia singularidad,
del practicante que las experimen- gresivamente al mismo tiempo que o, llegado el caso, que una aproxi-
ta, que sus obligaciones lo exponen esta operación estructurante”, sin la mación constructivista puede inte-
a experimentarlas. El idioma y el cual toda crítica es un juicio y una rrogar la singularidad de cada uno,
faitiche afirman el territorio. Nun- descalificación. la manera en que se justifica, los va-
ca se comprende el sueño del otro, lores que hace existir, sin tomar pres-
sus esperanzas, sus terrores, en el Al término “cosmopolítica” co- tadas palabras usuales que afirman
sentido en que podría proponerse rresponde lo que no es ni una acti- derechos, pretensiones, montajes
una traducción exacta, pero no por vidad, ni una negociación, ni una jerárquicos y descalificaciones. En
eso se está menos transformado: ex- práctica, sino el modo por el cual se ese sentido, exigencias y obligacio-
periencia de desterritorialización actualiza la co-presencia problemá- nes han sido para mí las señales en
que no pasa por las vías de la críti- tica de las prácticas: la experiencia, una exploración donde se jugaba la
ca, experiencia “transductiva” 13. siempre en el presente, de aquel por posibilidad de una ecología de las
Remito, igualmente al lector al libro el que pasa el sueño de otro. Inter- prácticas que no se reduce a un con-
de Gilbert Simondon (“creador” de captura no simétrica que no garan- flicto generalizado, en el orden
este concepto), L’individu et sa tiza nada, no autoriza nada y no piramidal reduccionista o en la par-
genèse physico-biologique, Presses puede ser estabilizada por ninguna celación instrumental. Sin embargo,
con la introducción del tema cosmo-
político, que nos expulsa del cam-
po, hasta ahora determinado como
aislable en sí de las prácticas cientí-
ficas modernas, y nos expulsa tam-
bién del campo, hasta ahora definido
como legítimo en sí, de las prácticas
políticas, la “justificación” de las
prácticas también debe transformar-
se. La cuestión del contraste relati-
vo y local -es decir declarado a partir
de un encuentro efectivo en el que
se distribuyen los dos términos14 -
entre componentes nómadas y se-
dentarios confiere a los contrarios
que me guían, exigencia y obligación,
una salida nueva, afirmativa. El nó-
mada, moderno o no, no tiene que
excusarse de que sus propias exigen-
Medellín, 1920. M.R. cias lo sitúen, lo aten al territorio que

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es la condición de sus riesgos, pues
el hecho de que su práctica haga
existir ese territorio, que su prácti-
ca haga existir una no-equivalencia
que actualiza permanentemente,
constituye en sí un acontecimiento,
materia y celebración. No tiene, en-
tonces, de qué excusarse, pero tie-
ne como primera obligación, que
reconocerlo.

El terror de que su práctica ana-


lítica pueda conducirlo a traducir en
términos de angustia lo que otros vi-
ven como horror, es sin duda lo que
le ha faltado a Georges Devereux,
lo que habría podido obligarlo a
“plegar” conjuntamente la angustia
y el horror, más bien que definirse Ferrocarril de Amagá, 1911. M.R.
él mismo como esencialmente nóma-
da y a los otros como esencialmente siones, explotar plenamente los recursos
territorio en cuestión, con una crea-
sedentarios. En los términos de su entorno médico mientras que a la
ción que afirma, para las obligacio-
ecológicos que estoy proponiendo enfermera se la considera limitada a saber
nes que suscita, su autonomía con como utilizar los recursos que se le asig-
sólo es peligroso, irremediablemen-
relación a sus creadores. A través nan.
te destructor y/o tolerante, aquello
de este acontecimiento resuena lo 3 En un sentido jurídico. (N. de T.)
que se cree “puramente nómada”,
desconocido en el que cada práctica 4 Uno de los tipos, especulativos, de co-
pues sólo puede definir su práctica
hace existir una dimensión nueva. municación entre agujeros negros y agu-
contra las otras, y únicamente pue- jeros blancos. (N. de T.)
de, cualquiera que sea su buena vo-
5 La Guerre des sciences, Tomo 1 de
luntad, definir a los otros sobre el Cosmopolitiques, La Découverte, 1995.
modo de la tolerancia. Desde el pun-
Citas 6 A. N. Whitehead, La ciencia y el mundo
to de vista de lo que se juzga pura- moderno, Éditions du Rocher, París,
mente nómada, sólo la tolerancia 1994, p. 34. Esta traducción francesa de
1 Tomado del libro Cosmopolitiques (Tomo La ciencia y el mundo moderno, desafor-
puede, en efecto, proteger a los se- 7: Pour en finir avec la tolérance), Capí- tunadamente, es poco fiable.
dentarios de la conquista, de la des- tulo 6:“Nomades et sédentaires?”, La
trucción y de la servidumbre a los Découverte / Les Empêcheurs de penser 7 Debo este ejemplo a Tobie Nathan, a quien
en rond, París, 1997. se lo agradezco.
cuales los aboca la confrontación
2 Si nos sintiéramos tentados a transferir 8 La situación es un poco similar a aquella
con él. Pero el reconocimiento, por a partir de la cual he identificado al “char-
este tipo de análisis a las poblaciones hu-
parte del nómada, de que también manas, sería necesario experimentar la vía latán moderno” en “La medicina y el char-
él tiene un territorio, no tiene nada marxista, y aceptar, por ejemplo, la defini- latán” (en Medicins et sorciers, Ob. cit.):
ción del salario como relación social, pues ese curandero pretende probar lo bien
de confesión, es más bien una expe- fundado de su técnica a partir de argu-
es la única en la que el término “estrate-
riencia de desterritorialización rela- gia” puede ser transferido de manera in- mentos que se parecen a los que designan
tiva. Las obligaciones a las cuales el teresante, sin producir una naturaliza- el arte de la experimentación en el sentido
nómada se suscribe, ya no son ción estúpida de las relaciones conflic- científico moderno. Se convierte, enton-
tuales. La producción y la reproducción ces, en la caricatura que permite descalifi-
solamente relativas a los juegos ex- de la fuerza de trabajo del médico son, de car el conjunto de los saberes terapéuti-
plícitos de su práctica sino que co- un modo neto, más costosas que las de cos “no modernos”.
munican esperanzas y dudas, sueño una enfermera, que se forma más rápido, 9 Esta distinción leibniciana es preciosa,
está peor pagada, y su tiempo de vida (ca-
y terror, con el acontecimiento que rrera) es más breve. Correlativamente, el
pues, como todo lo que nos viene de
Leibniz, recuerda el arte del problema y
efectúa la llegada a la existencia del médico está habilitado para tomar deci- hace retroceder las soluciones precipita-

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das. Recordemos que los no-modernos dad. Nos remitimos igualmente al texto cadencia del texto, conservar en “ho-
practican este tipo de distinción. Todo de la página 11 de Cosmopolitiques rror” su relación privilegiada con las
no se puede tratar bajo el modo del men- Tomo 7 (“Pour en finir avec la prácticas terapéuticas, mientras terror
saje por descifrar, traduciendo una inten- tolérance”) donde se explica que: “el toma un sentido técnico diferente, neu-
cionalidad invisible. Solo como último re- ‘faitiche experimental’: ... el hecho es tro con relación a cualquier dimensión
curso, una familia lleva a uno de sus miem- “fabricado”, puede movilizar una mul- psico-patológica. Se trata, principalmen-
bros a donde un maestro de lo invisible. titud impresionante de dispositivos téc- te, de romper el círculo «transferencia-
Pero la posibilidad de una intencionalidad nicos, más sofisticados los unos que los contra-transferencia”, que en Deve-
invisible no está menos presente en la otros, pero su fabricación apunta a la reux, pero también en Freud, permitía
gestión “laica” de los problemas. ‘invención-descubrimiento’ de un ser pasar demasiado rápido de la cuestión
que puede pretender existir de manera del “método” a la de la “terapia”. Me
1 0 Ver, en estos últimos tiempos, las peri- autónoma, independientemente de las parece que las palabras utilizadas para
pecias del asunto “Sokal” y el resenti- prácticas que nos permiten ‘probar’ esta caracterizar las controversias suscita-
miento de los físicos que se ha manifes- existencia. Desde que pasó a la existen- das en los campos del saber, no deben
tado en este caso. Este resentimiento, cia científica, el micro-organismo de comunicar con las que permitieron a
que se traduce por las prohibiciones tan Pasteur ha, igualmente, llegado a ser algunos designar los síntomas que re-
entristecedoras que se le oponen a to- capaz de pretender que había existido vestirían esas controversias.
dos los que intentan hablar de física sin antes de los humanos, y haber sido
inclinarse frente a su objetividad, mues- vector de epidemia en el momento en 1 3 El concepto de “transducción” se ha
tra muy bien los efectos desastrosos de que los humanos leían las intenciones introducido en Cosmopolíticas VI.
una ecología de las prácticas dominada sobrenaturales en la peste que los afec- Está asociado a la cuestión de la crea-
por los valores nómadas. taba”. Igualmente la nota 4, en la mis- ción (de un ser o de un saber) a la
ma página: “Ver B. Latour, Petiter comunicación problemática entre dos
1 1 N de T.: Palabra compuesta de fait (ha-
réflexion sur le culte moderne des dieux “realidades” heterogéneas.
cer, conjugado en la tercera persona del
singular, del presente indicativo) y faitiches, Col. “Les empêcheurs de 1 4 Para el Yoruba de Nathan, el “médico
fe(tiche), y cuya pronunciación en penser en rond”, Synthélabo, Le moderno”, que vive en un solo mundo,
fránces es, relativamente, homofónica. Plessis-Robinson, 1996. que se aferra a la certidumbre de ese úni-
Preferimos dejarla en francés, pues no 1 2 Terror y horror podrían funcionar co mundo que detenta todas las respues-
se nos ocurre una palabra en español como sinónimos, pero he elegido, en la tas, es evidentemente un sedentario.
que pueda alcanzar su sentido y veloci-

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