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INTRODUCCIÓN

La contratación agraria ha sido objeto de numerosos estudios y debates, que


han tenido por tema central la determinación de si constituían una especie
aparte de los contratos civiles y comerciales o, por el contrario, eran contratos
de esa naturaleza aplicados a la explotación agraria. Buena parte de la
construcción teórica respecto del Derecho Agrario y su autonomía ha tenido
también su referencia a la especialidad de las relaciones jurídicas entre los
sujetos agrarios. De hecho, en casi todos los países se ha desarrollado una
legislación especial para regular estos contratos y la jurisprudencia ha llenado
algunos vacíos.

Algunos factores, sin embargo, han empezado a modificar esa situación. De un


lado, la globalización y la suscripción de acuerdos de comercio, tanto regional
como acuerdos bilaterales, han impulsado la revisión de esa legislación. Del
otro lado, procesos internos, que tienen que ver con la organización de la
actividad comercial y agraria, presionan también por algunos cambios.

En el caso peruano, el país se incorporó también a la Organización Mundial del


Comercio, pero adicionalmente realizó cambios sumamente importantes en su
organización económica, con la manifiesta intención de los gobernantes de
impulsar la modernización de su economía y de su agricultura. Esos cambios,
sin embargo, distan mucho de haber logrado los efectos esperados, como
esperamos presentar a continuación.
LOS CONTRATOS AGRARIOS TÍPICOS
1. ANTECEDENTES
El Dr. Eduardo Pigretti, que “los contratos agrarios constituyen un reflejo
cierto de lo que está pasando en el campo. De ahí su enorme valor como
fuente del derecho agrario, ya que las leyes van oportunamente a regular
estas relaciones jurídicas nacidas de las reales necesidades de los
productores agropecuarios. Y también nuestros jueces deberán resolver
sobre ellos, teniendo en cuenta no sólo la legislación sino también las
costumbres y usos rurales, a los cuales las normas agrarias asignan
una especial validez, por cuanto son fruto espontáneo del trabajo y de la
libertad, en el marco del quehacer de agricultores y ganaderos que por ellos
se obligan.” Autores argentinos; como Fernando Brebbia que ha desarrollado
y propuesto un anteproyecto de Ley General de los Contratos Agrarios, o
Domingo Viale quien ha analizado exhaustivamente los contratos agrarios,
tratando de establecer su especificidad, entre otros juristas interesados en
este tipo de convenciones, han investigado el tema, más no se pronunciaron
acerca de una teoría general de los contratos agrarios.
Italia, por ejemplo, ha desarrollado una teoría general de los contratos
agrarios, a partir de la relación entre empresa y contrato. Nuestro país no
puede seguir la misma senda, atento a que no tenemos regulada la empresa
agraria como tal, como lo tiene el país citado en su código civil, aunque
compartimos una variedad de relaciones jurídicas contractuales propias del
ámbito agrario.
El intento de elaborar una teoría general del contrato agrario no es nuevo. Es
más, hasta se puede mencionar una evolución en las ideas desarrolladas en
este sentido. En un comienzo, el contrato agrario fue identificado como
aquellos acuerdos que tenían por objeto el goce o disfrute de los fundos
rústicos. Esta concepción no llega a explicar con certeza los elementos
diferenciales de esta clase de contrato y excluía figuras contractuales que no
tuvieran como objeto el fundo rural.
Más adelante se buscó en relación a la causa de los contratos agrarios, un
tipo causal genérico. Se creyó que esta causa genérica está en la
constitución de la empresa agraria. Las objeciones que se le formula a esta
postura, es que la empresa alude a organización de bienes, en cambio el
contrato agrario dispone de los bienes. Por otra parte no es la actividad que
desarrolla la empresa lo que delimita el tipo de contrato.
Los contratos no son agrarios porque tengan la misma causa genérica, sino
porque es posible delimitar denominadores comunes, objeto de tutela
jurídica, como por ejemplo los intereses de la producción agropecuaria, que
es en definitiva lo que les concede a todos una misma causa.
Por ello interesa desarrollar la hipótesis de especialidad de los contratos
agrarios, a fin de encontrar principios y caracteres propios, que los agrupe
como un subconjunto de relaciones convencionales, independientemente de
las coincidencias de caracteres comunes a toda relación contractual.
CONTRATOS CONSTITUTIVOS DE EMPRESA AGRARIA A LUZ
JURISPRUDENCIAL Por: Lic. Mauricio Jiménez Vargas En la actualidad la
producción agrícola ha alcanzado importantes niveles de desarrollo, lo que
ha generado que algunas relaciones contractuales despierten interés en la
sociedad. Debido a estas nuevas interacciones el contrato agrario se ha
ramificado. El presente artículo definirá diversos tipos de contratos agrarios
con especial énfasis en aquellos mediante los cuales se da el nacimiento de
la empresa agraria. Incorpora un estudio jurisprudencial que abarcará
resoluciones tanto de la Sala Primera como del Tribunal Agrario dictadas en
los últimos diez años con el objetivo de determinar algunas consideraciones
jurisprudenciales que complementan la naturaleza jurídica de los mismos.
2. DEFINICIÓN:
El contrato agrario se puede definir como ³la relación jurídica convencional
que consiste en el acuerdo de voluntad común, destinado a seguir los
derechos y obligaciones de los sujetos intervinientes en la actividad agraria,
con relación a cosas o servicios agrarios1, más claro aún con relación a la
actividad agraria o empresarial. El contrato se individualiza y define a través
del esquema legal que lo disciplina, o bien por las reglas que establecen las
partes como ordenamiento propio. En principio este contrato se le reconoce
como tal, distinto al contrato civil o mercantil, aunque tenga su origen en el
contrato en general, pero cuando surge el Derecho Agrario a este contrato
además de ejercer el goce y disfrute de la tierra, se le une el poder de
gestión sobre los medios de producción. Los contratos agrarios poseen
elementos estructurales comunes e individualizables, a pesar de las
diferencias que presentan entre ellos. La efectividad, con sensualidad y
tipicidad, la comunidad de fin o fin común, y la duración son algunos de esos
elementos2.Desde un primer punto de vista, ya analizado, el encuentro de la
voluntad prefigura el nacimiento de la empresa y de los efectos esenciales
del contrato; desde un segundo punto de vista, más importante quizá, el
consentimiento distingue uno agrario de otras formas contractuales, sobre
todo en cuanto se quiere constituir un tipo determinado de empresa o bien
se contrata para el ejercicio específico de ella3.
3. CONCEPTOS PREVIOS
Desde los albores de la humanidad se ha considerado al derecho civil como
lo in eterno, lo definitivo y concluyente, habiendo bebido de su manantial
jurídico, las demás ramas autónomas del derecho.
Así ocurrió con el derecho agrario, sin detenerse a meditar los objetivos
dispares de uno y otro. El agrario con fines totalmente distintos: la
producción y el ámbito de su aplicación también diferente: el medio rural.
Los conceptos comunes entre los contratos civiles y los agrarios que ha
expuesto la doctrina han sido elaborados sobre cimientos que no
comprenden a los agrarios. La demora en el tiempo en reconocer la
autonomía del derecho agrario ha radicado fundamentalmente en
considerarlo como una parte del derecho civil y, posteriormente, como un
desprendimiento de éste. El derecho agrario se cimenta en los principios
generales del derecho en donde se encuentra la raíz de su existencia, y no
precisamente en el derecho civil. A ello debemos agregar los propios

1
Bolla, citado por MEZA LÁZARUS (Álvaro) El contrato agrario. San José, Costa Rica, página 252
2 Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia, N. 523 de 15 H 5 de.18 de julio del 2001. Proceso ordinario de F.S.A
c/ E. S.A.
3 Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia, N. 45 de 14 H 50 de 6 de julio del 1994. Proceso ordinario de O.R.B.

c/ O.M.A.
principios de la disciplina agraria. No significa, por cierto, el desconocimiento
de normas agrarias en el derecho romano, cuna del derecho común. Lo
dicho precedentemente no implica que exista un divisor total entre ambas
ramas del derecho. La relación existe, tanto con el civil como con el
comercial, penal, laboral, etc., por ser todas ellas, a su vez, ramas jurídicas
autónomas que parten de un tronco común: el derecho en general. La
circunstancia de haber considerado al derecho agrario como un
desprendimiento del civil y estimando que éste lo comprendía, es que se
estudió previamente los principios generales del derecho civil,
considerándose a la norma agraria propia como una modificación al Código
Civil y no como derecho positivo agrario propio. Los mismos juristas agrarios
así lo consideran, con algunas excepciones. En esta primera parte veremos
en apretada síntesis las normas fundamentales de los contratos civiles
previstos en el Código, tratando de demostrar en cada caso la diferencia
tajante con los contratos agrarios privados, a los cuales dedicamos la
segunda parte del.
3. EL CONTRATO EN EL CÓDIGO CIVIL.
Es ampliamente conocida la definición del contrato que da el Código Civil en
el artículo1137 al decir: Hay contrato cuando varias personas se ponen de
acuerdo sobre una declaración de voluntad común destinada a reglar sus
derechos. Sabemos asimismo que Vélez trató de diferenciar los conceptos
de convención y contrato, como lo expresa en la nota al artículo citado, pero
no consiguió su objetivo, ya que el acuerdo de voluntades tendiente a reglar
los derechos y obligaciones de las partes, significa la creación, modificación
o extinción de derechos. Por su parte el Código Civil francés, que asimismo
Vélez tuvo a la vista y del cual se apartó, define el contrato en el artículo
1101 diciendo: es el acuerdo de dos o varias personas sobre un objeto de
interés jurídico. Ello motivó la división de la doctrina, ya que unos
consideraban que solamente el contrato daba nacimiento a obligaciones
entre las partes y otros entendían, que además del nacimiento de las
obligaciones, contemplaba la exención o la transmisión de derechos. El
código se refiere únicamente a la manifestación de voluntad común entre las
personas, sin discriminar a qué clase se refiere. La doctrina civilista ha
considerado que el código, al normativizar sobre personas, no ha entendido
hacer distingo alguno v por tal motivo están todas comprendidas. En esta
inclusión figurarían las personas, o mejor dicho los sujetos agrarios.
El derecho agrario se consideraba comprendido en el civil. Pero el contrato
puede ser de locación de cosas (casa- habitación urbana) y los derechos y
obligaciones de ambas partes son totalmente diferentes: el arrendamiento
agrario permitía la remisión del precio, su reajuste, plazo legal y plazo
opcional y fundamentalmente juega en los agrarios la limitación de la
autonomía de la voluntad, por cuanto ambos contratantes tienen la
obligación de preservar los recursos naturales renovables, los que son
esenciales para toda actividad agraria.
4. CLASIFICACIÓN DE LOS CONTRATOS EN GENERAL:
Referente a la clasificación de estos contratos es necesario indicar que
existen variadas divisiones doctrinales. Lo importante es determinar reglas
jurídicas comunes aplicables a contratos de un mismo tipo. Aquí cobran
plena validez las clasificaciones tradicionales aplicables a los contratos en
general4. Don Víctor Pérez los clasifica de la siguiente manera: Contratos de
intercambio, que estos pueden ser de concesión de un derecho personal
(arrendamiento agrario) o de distribución de derechos reales (asignación de
tierras). Contratos con estructura asociativa, por ejemplo la aparcería.
Contratos de empresa agraria que se relacionan con la fase de vida de la
empresa. Estos últimos se subdividen en contratos preparatorios, de
ejercicio y de coordinación. Ejemplo de ellos son compraventa del fundo, el
mutuo agrario y las cooperativas respectivamente. Otra clasificación
importante es la que realiza el señor Álvaro Meza, también sin separarse de
la clasificación de los contratos en general. Así tenemos que hace una
primera clasificación de acuerdo a:
1. Los sujetos: se desprende contratos agrarios públicos, mixtos y
privados. (el contrato de asignación de tierras sería un contrato mixto)
Estos a su vez pueden ser unilaterales o bilaterales.
2. La formación: contratos no formales o consensuales y contratos
formales o solemnes
3. Al cumplimiento: contratos de ejecución simultánea y contratos de
ejecución sucesiva.
4. A la forma de cumplimiento: siendo estos contratos onerosos o
gratuitos.
5. Al carácter fortuito o no dividiéndose en contratos conmutativos y
contrato aleatorios.
6. A su tipicidad siendo típicos o nominados y atípicos o innominados.
7. A su accesoriedad: contratos principales y accesorios5. Otros autores
aportan clasificaciones semejantes, siempre siguiendo la línea de la
Teoría General del Contrato. No se pretende establecer una única
clasificación sino más bien incluir un marco teórico general para
profundizar en la clasificación de la cual la jurisprudencia patria se ha
valido, con el objetivo de desentrañar posteriormente la naturaleza
jurídica de algunos contratos.
5. CAUSA DEL CONTRATO AGRARIO:
Parte importante de la doctrina mencionan que la causa del contrato agrario
es la empresa6, así cuando ésta es agraria la forma contractual va a tener
esta calificación, y en consecuencia se le aplicarán las normas y principios
del Derecho agrario, y no de otra materia; sin embargo por tener todo el
sistema, incluida la disciplina agraria un fuerte raigambre en el Derecho
romano, muchas veces se ha de ubicar el contrato en el Derecho Civil, en
cuanto a la estructura contractual se refiere, aplicándosele, sobre todo
respecto de la función, los lineamientos, principios y características de lo
agrario. En línea de pensamiento distinta se mueven otros autores como
Massart, Meza Lazarus, quienes señalan que la causa del contrato agrario
no se extingue solamente dentro de la empresa sino que realmente ésta se
debe establecer en la actividad agrícola, que si comprende la empresa y otro
sin número de actividades que siendo agrarias no llegan a ser empresa. La
noción de este contrato se vinculará, lógicamente, también con la empresa, y
su significado se ha de relacionar con la actividad económica propia de la

4 PÉREZ VARGAS (Víctor) La contratación agraria, lineamientos generales. Revista Judicial N. 22 San José. Costa
Rica, página 121
5 LAZARUS MEZA, (Alvaro) op cit, página 262
6 No se entrará en discusión al respecto, puesto que es otro el objetivo del presente estudio
producción desarrollada por el empresario agrícola en cuanto al ciclo
biológico de cría de animales y cultivo de vegetales- en todo el complejo de
actos y relaciones que tienen como finalidad la organización y ejercicio de la
empresa. La Sala Primera mantiene la posición de que la causa del contrato
será siempre la empresa agraria, ya que ésta nace, vive, crece e incluso se
extingue a través de contratos. Por ello va a ser la empresa la encargada de
calificar la función económica y social del contrato7.
6. COMPRAVENTA
Se considera que el establecimiento de contratos de compraventa
obligatorios en el sector agrario es imprescindible para que agricultores y
ganaderos puedan contar con un mecanismo que permita un reparto más
justo de los márgenes comerciales de modo que termine con la situación de
dominio de las industrias o la distribución.
A través de la formalización de contratos agrarios, se mejoraría el escaso
margen de negociación que tiene el productor, garantizando la venta por
encima de costes y estipulando la forma de pago. En este sentido, se
acabaría con la excesiva morosidad que existe en el sector, en el que son
habituales prácticas como “la entrega a resultas”, es decir, sin precio, o la
conocida como “al contado” que supone que, como pronto, el productor
cobre 60 días después de haber entregado su mercancía.
Además, ASAJA de Cuenca estima que la futura PAC debe conseguir la
transparencia de la cadena agroalimentaria, que en estos momentos está
marcada por el desequilibrio y en la que los productores, el eslabón más
débil, sufren el abuso de determinados agentes o multinacionales,
sobretodo, en cultivos representativos para la provincia conquense, como
la aceituna, la uva, la almendra o cualquiera de las producciones
ganaderas.
Por ello, la Organización Agraria insiste en que el Gobierno debe crear un
marco legal en el que se constituya una red de seguridad para las rentas
de los profesionales agrarios y que contemple la modificación de las
normas que regulan la competencia para que permita establecer unos
límites entre los precios pagados y percibidos por los productores.
En este sentido, ASAJA de Cuenca considera como un modelo a seguir la
actitud del Gobierno francés, que a través de la aprobación de dos
decretos, con el visto bueno de los organismos de competencia del país, ha
establecido la obligación del uso de contratos en el sector lácteo y para las
frutas y hortalizas, con previsión de que se amplíe en breve al vino y al
resto producciones.
7. ADJUDICACIÓN
La adjudicación de tierras eriazas se sujetará a un procedimiento
denominado denuncio y sólo se otorgará para la ejecución de estudios de
irrigación y/o drenaje.
La solicitud de un denuncio de tierras en una extensión mayor a treinta
(30) hectáreas, con fines de estudio de pre inversión, deberá estar
acompañada de una garantía de fiel cumplimiento a favor del Estado.

7Sala Primera de la Corte Suprema de Justicia, N. 90 de 14 H 17 de 26 de enero del 2001. Proceso ordinario de
C.I.V.T. c/ A.C.R.
Concluidos los estudios de pre inversión se devolverá el íntegro de la
garantía.
El orden de presentación de la solicitud establecerá la prioridad del trámite
correspondiente.
Se adquiere la propiedad de las tierras materia del denuncio con la
presentación de:
a. El estudio de factibilidad de irrigación y/o drenaje.
b. Una garantía de fiel cumplimiento a favor del Estado.
El contrato de adjudicación respectivo es inscribible en los registros
correspondientes.
El derecho de propiedad sobre las tierras caduca si el adjudicatario no
ejecuta las obras de irrigación y/o drenaje dentro de los plazos
establecidos en el contrato, o las ejecuta sin observar las especificaciones
técnicas contenidas en el proyecto de factibilidad. La caducidad será
formalizada por resolución del Ministerio de Agricultura.
Todos los denuncios de tierras eriazas con fines de explotación agraria
menores a tres mil (3,000) hectáreas se sujetan a los siguientes plazos:
 Seis (6) meses para realizar los estudios;
 Tres (3) meses para inicio de las obras;
 Dos (2) años para ejecutar el 50% de dichas obras; y,
 Dos (2) años adicionales para concluir.
Los referidos plazos son improrrogables y se computarán a partir de la
fecha de la correspondiente resolución autoritativa. Vencidos los plazos
establecidos, se producirá de pleno derecho la caducidad del denuncio.
Los denuncios de superficies mayores de tres mil (3,000) hectáreas se
sujetarán al doble de los plazos antes señalado.
El primer día útil de cada mes las dependencias competentes publicarán,
bajo responsabilidad del respectivo funcionario, la relación de todos los
denuncios vigentes y caducos, consignándose la extensión de los mismos,
así como la fecha de caducidad. Asimismo, cada oficina publicará, en
un lugar visible, los planos donde figure la ubicación exacta de
todos los denuncios, bajo responsabilidad del funcionario
competente.
Ningún denuncio o parte de él; podrá ser transferido antes de haberse
avanzado por lo menos el 50% de las obras consideradas en el proyecto.
a) De La Adjudicación De Las Tierras Rusticas
Son tierras rústicas aquellas que se encuentran ubicadas en la zona
rural, que están destinadas o son susceptibles de serlo para fines
agrarios, y que no han sido habilitadas como urbanas.
Las adjudicaciones de tierras rústicas no podrán ser inferiores
a la superficie de la unidad agrícola y ganadera mínima, la cual será
determinada por el Reglamento de la presente Ley. En ningún
caso, la extensión de la unidad agrícola mínima en la Costa y en la
Sierra será una superficie menor de tres (3) ni mayor de quince (15)
hectáreas de tierras de cultivo bajo riego, o su equivalente en tierras
de secano.
Toda adjudicación de tierras rústicas, a cualquier persona natural o
jurídica, se efectuará a título oneroso, mediante contrato de
compraventa con reserva de propiedad hasta la cancelación total del
precio. El contrato podrá formalizarse por documento privado con
firmas legalizadas y constituirá título suficiente para su
inscripción registral.
7.2. De Las Adjudicaciones En Selva Y Ceja De Selva
 Las tierras en zona de Selva y Ceja de Selva, se adjudicarán a
título oneroso. Las tierras con aptitud forestal se regirán por la ley
sobre la materia.
La superficie de la unidad agrícola o ganadera mínima para las
regiones de Selva y Ceja de Selva será determinada por el
Reglamento de la presente Ley. En ningún caso tendrán una
superficie inferior a diez (10) hectáreas de tierras con aptitud para
el cultivo, o su equivalente.
Cuando se trate de unidades mixtas se considerará la equivalencia
de una hectárea de tierra de cultivo por hasta veinte hectáreas de
tierras para la ganadería, según la calidad de las mismas.
 En los proyectos de asentamiento rural la adjudicación se
efectuará dentro de los siguientes límites:
a) Pequeña propiedad agrícola: de diez (10) hasta cincuenta
(50) hectáreas de tierra con aptitud para el cultivo.
b) Mediana propiedad agrícola: hasta trescientos cincuenta (350)
hectáreas de tierras con aptitud para el cultivo.
c) Pequeña propiedad ganadera: de treinta (30) hasta
trescientas (300) hectáreas de tierras con aptitud para la
ganadería.
d) Mediana propiedad ganadera: hasta un mil quinientos (1,500)
hectáreas de tierras con aptitud para la ganadería.
e) Agroindustria: hasta un mil quinientas (1,500) hectáreas de
tierras con aptitud para el cultivo. En casos de proyectos
especiales de interés nacional y regional podrá adjudicarse
hasta cinco mil (5,000) hectáreas, previa calificación como tal
por el Ministerio de Agricultura, el respectivo Gobierno
Regional, y el Instituto Nacional de Desarrollo INADE.
 La adjudicación en parcelas de pequeña propiedad a que se
refiere el artículo anterior se efectuará única y exclusivamente a
personas naturales, quienes serán seleccionados mediante sorteo.
La adjudicación de parcelas de mediana propiedad y de
aquellas destinadas para la actividad agroindustrial se efectuará
a favor de personas naturales y/o jurídicas, mediante subasta
pública, con participación de representantes del Ministerio de
Agricultura, del respectivo Gobierno Regional, y del Instituto
Nacional de Desarrollo -- INADE.
La adjudicación de parcelas para proyectos agroindustriales
especiales se otorgará por decreto supremo.
Cancelado el valor de adjudicación, dichas personas adquieren
el pleno dominio del bien, con las facultades que le son
inherentes.
 La adjudicación de tierras en las áreas no priorizadas para
proyectos de asentamiento rural a favor de personas naturales
se realizará dentro de los límites siguientes:
 De diez (10) hasta doscientas cincuenta (250) hectáreas,
cuando se trate de tierras con aptitud para el cultivo; y,
 De treinta (30) hasta seiscientas (600) hectáreas, cuando se
trate de tierras con aptitud para la ganadería.
 La adjudicación de tierras en las áreas no priorizadas para
proyectos de asentamiento rural, a favor de personas jurídicas se
realizará dentro de los siguientes límites:
 Hasta seiscientas (600) hectáreas, cuando se trate de tierras
con aptitud para el cultivo; y,
 Hasta tres mil (3,000) hectáreas cuando se trate de tierras
con aptitud para la ganadería.
 Para los efectos de lo dispuesto en los artículos 43o., 45o. y 46o.
de la presente Ley, se resuelve el contrato de adjudicación por
incumplimiento de sus estipulaciones, con arreglo al Código Civil.
 Excepcionalmente, cuando se trate de proyectos de interés
nacional o regional, previa calificación como tal por el
Ministerio de Agricultura, el respectivo Gobierno Regional y el
Instituto Nacional de Desarrollo INADE, podrá adjudicarse tierras
con aptitud para el cultivo y/o para la ganadería, en superficies
que no excedan de los siguientes límites:
 Para proyectos de tipo agrícola, hasta tres mil (3,000).
 hectáreas. Para proyectos de tipo pecuario, hasta seis mil
(6,000) hectáreas.
Cuando se trate de proyectos de tipo agroindustrial, se podrá
adjudicar hasta diez mil (10,000) hectáreas.
 Para los efectos de lo dispuesto en el artículo anterior, con la
resolución del Ministerio de Agricultura que aprueba los estudios de
factibilidad el adjudicatario adquiere la propiedad de las tierras
materia de la adjudicación, previo pago del valor de adjudicación,
debiéndosele otorgar el contrato correspondiente. Dicho contrato
contemplará el plazo para la ejecución del proyecto. Ninguna
concesión podrá ser transferida antes de haberse avanzado por lo
menos el 50% de las obras consideradas en el proyecto.
El derecho de propiedad sobre las tierras caduca automáticamente
si el adjudicatario no ejecuta el proyecto dentro del plazo
establecido en el contrato o lo ejecuta sin observar los estudios
aprobados. La caducidad será declarada por el Órgano
Administrativo que aprobó los estudios, con lo cual las tierras
automáticamente revertirán al dominio del Estado.
 Los proyectos de desarrollo rural, irrigaciones, colonizaciones,
vías de comunicación y obras de ingeniería vinculadas al uso
agrario de las tierras, obligatoriamente deberán contener
programas de manejo y conservación de los suelos en los ámbitos
de influencia de cada proyecto, tomando en consideración los
requerimientos de una producción sostenida y la preservación del
medio ambiente.
8. ARRENDAMIENTO
8.1. Concepto
“Habrá arrendamiento rural cuando una de las partes se obligue a
conceder el uso y goce de un predio, ubicado fuera de la planta
urbana de las ciudades o pueblos, con destino a la explotación
agropecuaria en cualesquiera de sus especializaciones y la otra a
pagar por ese uso y goce un precio en dinero (Art. 2)8, de este
concepto surgen distintos elementos que sirven para configurar el
contrato de arrendamiento:
 predio ubicado fuera de la planta urbana de las ciudades o pueblos
 concesión del uso y goce
 destinado a la explotación agropecuaria
 pago de un precio en dinero
En primer lugar para determinar con precisión a qué tipo de inmueble
se refiere la disposición, resulta pertinente traer a colación lo dispuesto
en el Decreto reglamentario Decreto Nacional Nº 8330/63 (Dec. Reg.)
en el Art. 1º: “Considerase planta urbana de las ciudades o pueblos
del núcleo de población donde exista edificación y cuyo
fraccionamiento se encuentre efectivamente representado por
manzanas y solares o lotes, cuente o no con servicios municipales y
esté o no comprendida dentro de lo que la Municipalidad respectiva
considere como ejido del pueblo.” Es decir que lo determinante para
considerar urbano un inmueble es que se encuentre en un
fraccionamiento determinado por manzanas o lotes con total
prescindencia de contar con servicios y de la calificación que
efectúe la Municipalidad sobre el mismo. Pero además es
importante vincular este punto con el mencionado en el punto c,
“destinado a la explotación agropecuaria” ya que ambas cuestiones
resultan necesarias para configurar el preciso objeto sobre el que
recae el contrato sin perjuicio de lo que señalen los registros
inmobiliarios y catastrales correspondientes.
Para ratificarlo, el Art. 2 de Dec. Reg. Incluye los contratos de
inmuebles que se ubican fuera de la planta urbana siempre que estén
destinados a la explotación agropecuaria en cualquiera de sus
especializaciones y no se afecte al desarrollo o evolución
inmediatos de las ciudades o pueblos y excluye el arrendamiento
de inmuebles ubicados en la planta urbana, aunque se los destine
a producción agropecuaria. Por su parte el Art. 3 menciona el
supuesto particular pero no por ello poco usual de un predio
arrendado mediante un contrato único pero que sea utilizado en más
de un destino, como en el caso de producción agropecuaria y
explotación comercial o industrial. La solución que plantea el
Decreto es disponer que “el régimen legal aplicable al contrato de

8 Ley Nacional Nº 13.246


arrendamiento estará determinado por la principal actividad a que el
predio esté dedicado, con prescindencia del accesorio”.
8.2. Contrato De Arrendamiento Y Su Regulación Legal
Cuando se examinan desde el punto de vista histórico- las normas
bajo las cuales se han estructurado los contratos como el de
arrendamiento, debe mencionarse en primer lugar las disposiciones
del Código Civil (C. C) Este cuerpo normativo reconocía el derecho de
propiedad como uno derecho real y con este reconocimiento la
posibilidad de usar, gozar y disponer para su titular, de aquellos
bienes que se encontraban bajo la esfera de dicho derecho.
Una de esas alternativas se viabilizaba a través de la figura del
contrato de locación que el C. C. reconocía tanto para cosas como
para la ejecución de obras y la prestación de un servicio, Artículo
14939 (Art.). Vale decir que el propietario podía ceder el uso y goce de
un inmueble a otro, quien le pagaría por ello un precio, mediante un
contrato de locación.
Ahora bien, poco a poco las disposiciones civiles comenzaron a
resultar insuficientes por las particularidades que presentaba la
actividad agrícola; las normas que regulaban la locación urbana
resultaban inadecuadas en el caso de tratarse de inmuebles rurales
con destino a producción. Asimismo una de las características
fundamentales para contratar bajo las normas del C. C, es el pleno
respeto a la autonomía de la voluntad, situación esta que en el caso
de las contrataciones para las explotaciones agropecuarias producía
enormes problemas y complicaciones al agricultor que iban desde
los plazos que se le fijaban al arrendar la tierra, incompatibles con
cualquier ciclo biológico en algunos casos y que además le
aparejaba el inconveniente de verse obligado a abandonar la tierra
sin posibilidad de establecerse de manera permanente, pasando por la
imposibilidad de incorporar mejoras necesarias, inclusive
imprescindibles para una vida mejor. A ello había que agregar que se
veía expuesto a aceptar cláusulas o condiciones desfavorables sin
contar con un resguardo legal que le asegurara una base mínima de
condiciones favorables, adecuadas, convenientes para él, su familia y
la explotación que llevaba adelante.
La legislación que se comenzó a sancionar -como bien señala
Brebbia10- “tuvo el mérito indudable de haber inaugurado la legislación
agraria dirigida a dar una regulación particular a la explotación
agropecuaria cuando ésta se realiza a través de los contratos
tradicionalmente utilizados en nuestro medio”. Esta legislación
efectivizaría el apartamiento de las normas civiles y se concentraría
en la protección y resguardo de la producción y de la familia agraria.
La primera Ley fue la Nº 11.170, reemplazada por la Ley Nº 11.627,
que a su vez fue abrogada por la Ley Nº 13.246, llamada “Ley de

9 Código Civil de la República Argentina. Abeledo Perrot Editorial. Sexta edición. 1982. Buenos Aires. Argentina.
1996. Pag.306
10
Brebbia Fernando P. y Malanos Nancy L. 1997. Derecho Agrario. Astrea Editorial. Buenos Aires. Argentina. Pag
370
Arrendamientos y Aparcerías rurales”, normativa vigente y que fuera
sancionada el ocho de septiembre de 1948 (08/09/48)11
Una de las vías que permitiría garantizar ese objetivo de protección
tenido en mira por el legislador fue la de establecer una serie de
principios generales -y que resulta necesario desarrollar aun de
manera acotada- entre los que se destacan el de “Orden Público” ya
que se vincula de manera directa con los elementos precio y plazo del
contrato de arrendamiento, objeto final del presente trabajo.
8.3. Elementos Que Caracterizan El Contrato
a) Plazo
Decíamos acerca del contexto particular en que se desarrolla la
actividad agraria y los condicionamientos que el mismo plantea a
las relaciones en que se ve inmerso el productor, entre los cuales
emerge el referido al plazo de duración de los contratos que
celebre, plazo que se encuentra vinculado al ciclo biológico, porque
el contrato agrario es siempre de ejecución continuada. Este ciclo
biológico implica un “mínimo natural” que debe ser considerado por
la legislación, al cual después se le agrega un “mínimo legal”
fundado en la necesidad de protección de la empresa. En atención
a ello se impone un plazo al cual va a quedar sujeto el contrato de
arrendamiento conforme se menciona en el Art. 4 de la Ley Nº
13.246.
La normativa civil -si bien apartada por la existencia de leyes
especiales cuenta con una norma vinculada con el plazo, el Art.
1506 (además solo aplicable a la locación de inmuebles urbanos
para explotación agropecuaria) que plantea dos supuestos según
sea la percepción de los frutos:
 “Si el arrendamiento fuera de una heredad, cuyos frutos se
recojan cada año y no estuviere determinado el tiempo en el
contrato, se reputara hecho por el término de un año”.
 “Cuando el arrendamiento sea de una heredad cuyos frutos
no se recojan sino después de algunos años, el arrendamiento
se juzga hecho por todo el tiempo que sea necesario para que
el arrendatario pueda percibir los frutos”.
Este plazo, si bien consideraba lo que se conoce como año
agrícola, no resultaba suficiente para los intereses de la empresa
agropecuaria en marcha.
La legislación previa Leyes Nº 11.170 y 11.627 avanzó sobre esta
cuestión pero a juicio de la doctrina de manera insuficiente. Por su
parte la Ley vigente, que tuvo modificaciones en este punto, en su
redacción original había previsto un plazo de cinco años aplicable
de pleno derecho, con una posibilidad de prórroga de tres años.
Para hacer efectiva esta prórroga el arrendatario o aparcero debía
comunicar de manera efectiva su decisión a la otra parte.

11 Boletín Oficial de la República Argentina, 18 de


Septiembre de 1948
El Art. 4º expresa: “Los contratos a que se refiere el Artículo 2
tendrán un plazo mínimo de tres (3) años” (Disposición que como
vemos abarca tanto al contrato de arrendamiento como el de
aparcería). Es decir que celebrado un primer contrato, el plazo
aplicable es el de tres (3) años y a su vencimiento el ocupante
debe restituirlo; ahora bien que ocurre si cumplido el mismo, las
partes desean formalizar un nuevo contrato o bien se da la
situación de permanencia en el campo sin que hubiera en principio
indicios de ninguna de las partes en cuanto a la continuidad o no de
la relación.
En cuanto al primer interrogante el mismo Art. 4º da la respuesta:
“También se considerará celebrado por dicho término todo
contrato sucesivo entre las mismas partes con respecto a la
misma superficie, en el caso de que no se establezca plazo o
estipule uno inferior al indicado”. Es decir que nada impide a las
partes celebrar un nuevo contrato que deberá sujetarse al plazo
legal fijado. Este acuerdo posterior es lo que se conoce como
contrato sucesivo, que supone un nuevo contrato entre las mismas
partes y sobre el mismo inmueble. Pero agrega un párrafo que
merece explicarse y es el referido a la posibilidad de prórroga,
porque es una situación distinta a la del contrato sucesivo. Por
prorroga debe entenderse la posibilidad de continuar el contrato
que se había suscripto “en los mismos términos y condiciones” lo
cual incluye obviamente el plazo, opción ésta que no resulta
obligatoria para las partes. En tal sentido el Art. 4, segundo párrafo,
expresa: “No se considerará contrato sucesivo la prórroga que se
hubiere pactado originariamente, como optativa por las partes”.
Retomando la intención de celebrar un nuevo contrato: ¿cómo debe
considerarse la voluntad de las partes en tal sentido? ¿Deviene
necesario una manifestación expresa, clara que no deje dudas
sobre lo que se desea hacer? ¿O puede interpretarse que el
hecho de continuar en el uso sin reclamos o solicitud del
arrendador o dador está habilitando a considerar verificado el
supuesto de contrato sucesivo?
En este punto Facciano12 plantea que parte de la doctrina requiere
que el consentimiento se manifieste por escrito -posición con la que
no acuerda- y trae a colación “la disposición de la Ley (Título III,
“Disposiciones comunes”, Art. 40) de la que se desprende que si se
hubiera omitido en un contrato agrario la formalidad de la redacción
por escrito y se pudiere probar su existencia de acuerdo con las
disposiciones generales, se considerará encuadrado en los
preceptos de esta ley y amparado de todos sus beneficios. Esto es
así porque esa formalidad es establecida ad probationem y no ad
solemnitatem”. Asimismo señala, por su aplicación, lo dispuesto en
el Art. 1145 del CC que estatuye “que el consentimiento es expreso
no solo cuando se manifiesta por escrito sino también verbalmente
o por signos inequívocos”.

12
Facciano, Luis A. Op.cit Pag. 269
Es decir que tanto el contrato original como los sucesivos que las
partes puedan ejecutar -si bien deben ser celebrados por escrito a
tenor de lo prescripto en los Arts. 53 y 54 del Dec. Reg.- por imperio
del Art. 40 de la Ley se habilitan la posibilidad de un acuerdo
verbal, por escrito o por signos inequívocos, inclusive un acuerdo
tácito mientras se pueda probar su celebración.
Un tema relacionado aun cuando no se encuentra vigente y solo lo
mencionamos por la posibilidad de confusión que pueda generar en
las situaciones de hecho resulta ser lo que se conoce como “tácita
reconducción” “Reconducir significa prorrogar expresa o
tácitamente u arrendamiento. En consecuencia, cuando una
prórroga no ha sido expresamente establecida sino que se
produce automáticamente, sin determinación previa, se origina una
prorroga tacita o sea una “tacita reconducción” por el simple hecho
de que el locatario continúe con el disfrute de la cosa arrendada,
después del vencimiento del plazo del arrendamiento, sin que el
locador se oponga. La tácita reconducción supone una
reproducción del contrato reconducido, inclusive, en lo que se
refiere al plazo”13.
Este instituto se había previsto en la redacción original pero
luego fue suprimido; hoy el mero transcurso del tiempo no habilita
a considerar que hay tacita reconducción y por lo tanto si no hay
voluntad de celebrar un nuevo contrato que debe efectuarse
a través de las distintas posibilidades mencionadas, al
vencimiento del plazo, el inmueble deberá restituirse al propietario.
La mera permanencia continuará hasta que el arrendador pida su
devolución, sin que exista posibilidad de conseguir un plazo extra.
Por ello el Art. 20 establece: “Vencido el término legal o el término
pactado, si éste último fuera mayor, el arrendatario deberá restituir
el predio sin derecho a ningún plazo suplementario para el desalojo
y entrega libre de ocupantes”14.
Ahora, ¿qué consecuencias jurídicas pueden generarse si al
vencimiento no se devuelve el inmueble y se permanece en su
ocupación? Incidirá en la respuesta la actitud que exponga el
arrendador. En este punto seguimos a Facciano quien organiza las
distintas alternativas resultantes, de una manera clara y precisa:
1.- Si el arrendador solicita la devolución y el arrendatario accede:
deberá entregarlo libre de ocupantes o de cosas y culminar
aquellas obligaciones pendientes entre las partes, resultando una
de las más importantes las que deriven de la aplicación del régimen
de mejoras previstas en el CC. En sus Art. 1615, 1616 y 1539, dado
que no hay disposiciones específicas.
La primera de las normas dispone que “concluido el contrato de
locación, debe devolver la cosa arrendada como la recibió si se
hubiese hecho descripción de su estado, salvo lo que hubiese
perecido o se hubiera deteriorado por el transcurso del tiempo o por

13 Osorio Manuel. Op. Cit. Pag.848


14
Artículo modificado por Ley Nº 21.542
causas inevitables”; contempla el deterioro normal, posible a que
puede verse expuesta la cosa arrendada y del que no puede
atribuirse responsabilidad al arrendatario.
En el segundo caso “si el locatario recibió la cosa sin descripción de
su estado, se presume que la recibió en buen estado, salvo
prueba en contrario”; de allí la importancia -para ambas partes-
de detallar de manera clara y precisa lo que ya existe y el estado en
que se encuentra para no tener que ingresar en un proceso de
prueba que determine realmente que existía y cuál era su estado.
Finalmente el Art. 1539 establece las mejoras y gastos, que
hechas por el locatario, van a ser cubiertas por el arrendador o
dador: “las que se hubiera obligado, aquellas que fueran
reparaciones o gastos a cargo de estos, las que el arrendatario o
aparcero hubiera efectuado en caso de urgencia, las necesarias o
útiles y las voluntarias si el contrato se resolviese por su culpa”.
2.- Una segunda alternativa resulta ser que el arrendatario o
aparcero no acepte devolver el inmueble; a partir de este momento
su obligación de responder por esta continuidad en la posesión se
traduce en una “indemnización de daños y perjuicios” ya que se
considera que el arrendatario detenta una posesión de mala fe y
resulta de plena aplicación el Art. 1609 del CC: “[…] y además con
el alcance indicado en el Art. 521 del CC”. Esta posesión
indebida15, que comienza a partir de la intimación a restituir el
inmueble con la consiguiente negativa a hacerlo por parte del
arrendatario, incide también respecto a los frutos, porque el art. 590
del CC señala:” El deudor que hubiese poseído de mala fe, está
obligado a restituir la cosa con los frutos percibidos y pendientes
sin derecho a indemnización alguna”; hasta ese momento se lo
considera poseedor de buena fe y por lo tanto los frutos que
hubiere percibidos, son suyos.
3.- No obstante haber vencido el plazo para restituir el
inmueble, el arrendatario o aparcero continúa en la ocupación, sin
que el arrendador o dador le exija su devolución. Esta situación
queda encuadrada en la previsión del Art.1622: “si terminado el
contrato, el locatario permanece en el uso y goce de la cosa
arrendada, no se juzgara que hay tacita reconducción, sino la
continuación de la locación concluida y bajo sus mismos términos,
hasta que el locador pida la devolución de la cosa y podrá pedirla
en cualquier tiempo, sea cual fuere el que el arrendatario hubiese
continuado en el uso y goce de la cosa”.
En este tiempo de permanencia puede ocurrir que la intención de
ambas partes sea la de celebrar un nuevo contrato -contrato que
deberá ser considerado como sucesivo16 mediante manifestaciones
expresas o tacitas, también de ambas partes, o bien simplemente

15 No obstante, tiene derecho al reintegro de gastos en que hubiera incurrido por actividades como aradas y siembra,
como así también de semillas.
16 Ley Nº 13.246. Art. 4
se continúe en la posesión hasta que se requiera su devolución (a
partir de este momento rigen las consecuencias ya descriptas).
Es así que esta posesión encuadrada en el Art. 1622 del CC puede
ser considerada una posesión de buena fe (no obstante doctrina en
contrario) por lo que el arrendatario o aparcero podrán tener
derecho a que se le reembolsen las mejoras necesarias o útiles
como así también los gastos en los que hubiera incurrido de
semillas o materiales; en cuanto a los frutos ya percibidos le
pertenecen.17
Una última cuestión referida al plazo es la posibilidad de aplicar a
los contratos de arrendamiento y aparcería un plazo mayor, en este
caso previsto en el Art. 1505 del CC que habilita a fijarlo en diez
(10) años (postura sostenida por parte de la doctrina Brebbia,
Viale) y por otro lado un plazo máximo, de veinte (20) años -en
este caso previsto en la misma Ley Nº 13.246, Art. 45 que refiere
a los contratos ad meliorandum: “Los contratos en los cuales el
arrendatario o aparcero se obligue a realizar obras de
mejoramiento del predio tales como plantaciones, obras de
desmonte, irrigación, avenamiento que retarden la productividad
de su explotación por un lapso superior a dos (2) años, podrán
celebrarse hasta por el plazo máximo de veinte (20) años.
b) Precio
Conforme lo indica el Art. 2 de la Ley una de las obligaciones
asignadas al arrendatario es la de pagar por el inmueble cedido
un precio que debe ser efectuado de determinada manera:
“pagar por ese uso y goce un precio en dinero”; de allí que
podamos considerar que este precio configura un elemento
especial del acuerdo y que permite caracterizar el contrato y
diferenciarlo de otros. Tan así de determinante, que si el precio que
abona el arrendatario no es en dinero sino que se recurre al reparto
de los frutos, dentro de la Ley Nº 13.246 no se puede hablar de
arrendamiento sino que nos encontramos con otro tipo de contrato:
una aparcería.
Resulta útil traer a colación lo expuesto oportunamente en cuanto al
hecho de que antes de la sanción de la normativa especial para
regular este contrato, se recurría a la normativa civil, concretamente
las normas de la locación. Ello como señalamos, en consonancia a
la idea de que la explotación de un fundo no era más que una
modalidad del ejercicio del derecho de propiedad y que la
posibilidad de ceder el inmueble para uso y goce en sus distintas
modalidades, disponía para su encuadre de una gama de contratos
civiles, fundamentalmente la locación. Así el Art. 1493 del CC
señala “habrá locación cuando dos partes se obliguen
recíprocamente, la una a conceder el uso y goce de una cosa o a
ejecutar una obra o prestar un servicio y la otra a pagar por ese
uso, goce, obra o servicio, un precio determinado en dinero. El que

17
Facciano Luis A. Op. Cit. Pág. 76
paga el precio se llama en este Código, locatario, arrendatario o
inquilino y el que lo recibe, locador o arrendador”.
Interesante también resulta la Nota al artículo citado que, como
bien señala Brebbia,18 “se refiere a distintos supuestos que se
opondrían a la caracterización del contrato de locación, por
inexistencia del elemento precio”. Pero ya hemos también analizado
cuán insuficientes resultaban estas disposiciones básicamente por
los usos y costumbres particulares que se observaban en el ámbito
rural y que se contraponían con la normativa civil, vg. El pago en
frutos a cambio de la cesión del inmueble. Frente a esta costumbre
-por cierto muy usual- el Codificador en la Nota mencionada decía:
“Si el precio de un contrato de arrendamiento consistiera en una
cantidad de frutos de la cosa, no sería locación sino un contrato
innominado. Si la cantidad de frutos fuese una cuota proporcional
respecto al todo que produzca la cosa, sería un contrato de
sociedad, aunque las partes lo llamaran arrendamiento”.
Retomando la caracterización del precio, esta obligación de
pago en dinero, que se conviene libremente por las partes,
requiere además que el precio sea cierto, determinado o
determinable y serio. Además y conforme menciona el Dec. Reg. Al
tratar las especificaciones que deberá tener el contrato, en su Art.
54, Inc.9)19 indica: “Precio del arrendamiento, fecha, lugar y forma
de pago – por período adelantado y vencido”.
Estas características del precio resultan de las mismas
disposiciones del CC, normas que se aplican subsidiariamente,
cuando el Art. 1494, CC en su segundo párrafo hace una remisión
al mencionar: “Todo lo dispuesto sobre el precio, consentimiento y
demás requisitos esenciales de la compraventa es aplicable al
contrato de locación.” La expresión “cierto, determinado o
determinable” merece que nos detengamos en su análisis y para
ello traemos a colación el Art. 1349 CC que señala cuando un
precio es cierto y plantea tres supuestos: “cuando las partes lo
determinen en una suma que el comprador debe pagar, cuando
se deje su designación al arbitrio de otra persona determinada, o
cuando lo sea con referencia a otra cosa cierta.”20 Vinculada con
esta cuestión resulta oportuna la opinión de Facciano al comentar a
Pigretti21 quien señala que “es correcta la exigencia impuesta por
la Ley 13246 de que el precio este expresado en dinero ya que
por precio se debe entender una estimación concreta del valor de
cambio de una cosa expresada en dinero”.
Otra cuestión ligada al precio que se debe abonar en un contrato de
arrendamiento refiere a dos prohibiciones concretas que impone la
Ley en los Art. 32 y 42, los llamados contratos a kilaje fijo y

18
Brebbia Fernando., P. Op Cit. Pag. 388
19 Dec. Nacional 8330/63. Decreto reglamentario de la Ley Nº 13246
20 Código Civil de la República Argentina. Libro II. Sección III De la compraventa. Capítulo II Del precio.
Art. 1349.Abeledo Perrot Ediciones. Sexta edición. Buenos Aires 1982. Pag 285
21
Pigretti, Eduardo A. 1981.Contratos agrarios. Depalma. Buenos Aires. Citado por Facciano,
op.cit. Pág. 61
contratos canadienses: “Prohíbese convenir como retribución el
pago de una cantidad fija de frutos o su equivalente en dinero” (Art.
32)22. Este articulo caracteriza el contrato conocido como “a kilaje
fijo”, muy utilizado en el medio rural y que según advierte
Brebbia “para Martínez Golletti23 son una modalidad del
arrendamiento rural […] se trataría de una modalidad que puede
asumir el pago de un precio en dinero […] y que tal cláusula tendría
al mismo tiempo la ventaja de introducir en el contrato una
permanente actualización del precio”; no obstante la doctrina
mayoritaria sostiene la plena vigencia de la cláusula de la ley,
posición en la que se enrola también Brebbia.
“Prohíbese convenir como retribución, además de un porcentaje
fijo en la distribución de los frutos o suma determinada de dinero,
un adicional a abonarse en dinero o especie y de acuerdo con la
cotización o la cantidad de frutos obtenidos, o en trabajos ajenos a
la explotación del predio arrendado a efectuarse bajo la
dependencia del arrendador por el arrendatario, aparcero o sus
familiares” (Art. 42). En este caso el contrato caracterizado en el
artículo citado se conoce como “contrato canadiense” que partiendo
de un contrato a kilaje fijo le agregan un adicional a fijarse en
dinero, especie o bien en trabajos ajenos a la explotación del predio
arrendado.
Dadas estas prohibiciones, en caso de presentarse un contrato
con tales disposiciones, a kilaje fijo o canadiense la nulidad
alcanza a la cláusula y el juez deberá establecer el encuadre
legal que le corresponderá a tal acuerdo de partes. También cabe
en este punto considerar las previsiones del Art. 44 por su
vinculación con el tema, articulo que plantea lo que se conoce como
“contratos mixtos” y “contrato conjuntos” y que determina, en uno u
otro caso, bajo que encuadre legal deberán considerarse: “Se regirá
por las normas fijadas para la aparcería todo contrato en el cual la
retribución consista, además del porcentaje en la distribución de los
frutos, en determinada suma de dinero. Los convenios que importen
conjuntamente un contrato de arrendamiento y otro de aparcería se
regirán por las normas respectivas de esta ley” (Art. 44)
En resumen el contrato de arrendamiento conforme lo regula la Ley
13246 exige que el pago sea en dinero, cierto, determinado o
determinable, admitiendo además la posibilidad de que el precio
pueda ser pactado en moneda extranjera ya que a pesar de no
resultar moneda de curso legal cubre el requisito previsto en el
art. 619 del CC que expresa: “ Si la obligación del deudor fuese
de entregar una suma de determinada especie o calidad de
moneda, cumple la obligación dando la especie designada el día de
su vencimiento”.

22
Ley Nº 13.246 Capitulo I. De las aparcerías agrícolas (artículos
30 al 33)
23 Martínez Golletti. Nuevo régimen de arrendamientos y aparcerías rurales.Citado por Brebbia, Fernando P. Op.

cit. Pág. 393 quien no acuerda con la posición planteada.


9. EL CONTRATO DE APARCERÍA
En el texto citado de Javier Alvarado vimos como el número de contratos de
aparcería se había incrementado en el valle de Huaral. A diferencia de otros
países, en Perú nunca tuvimos legislación específica para este tipo de
contrato agrario. En la década de 1950, se reguló el contrato de yanaconaje,
pero esta peculiar forma de contratación contenía elementos más propios de
relaciones pre capitalista. Más tarde, en 1969, al promulgarse la Ley de
Reforma Agraria, la aparcería fue considerada, junto con el arrendamiento,
como una forma de conducción indirecta de la tierra y, por lo tanto, como
una causal de afectación.
Cabe mencionar que la aparcería o como más comúnmente se la conoce en
el Perú, el contrato al partir, es una forma de contratación muy generalizada
en el campo peruano. Como hemos mencionado, al restringirse la oferta de
crédito por parte de las entidades crediticias, la recurrencia a estos contratos
empezó a incrementarse, en particular en la sierra peruana.
Carente de legislación, sin embargo, esta forma de contrato se regula de
acuerdo a normas consuetudinarias, dejando siempre un margen amplio
para la voluntad de las partes, en lo que se refiere a la participación del
dador en las inversiones, cuidando normalmente que éste tenga poca e
incluso nula participación en las eventuales pérdidas económicas, debidas a
razones climáticas o a variaciones de precios.
9.1. Funciones
Habrá aparcería cuando una de las partes se obligue a entregar a otra
animales, o un predio rural con o sin plantaciones, sembrados,
animales, enseres o elementos de trabajo, para la explotación
agropecuaria en cualesquiera de sus especializaciones, con el objeto
de repartirse los frutos.
Los contratos de mediería se regirán por las normas relativas a las
aparcerías, con excepción de los que se hallaren sometidos a leyes o
estatutos especiales, en cuyo caso les serán, asimismo, aplicables las
disposiciones de esta ley, siempre que no sean incompatibles con
aquéllos.
Son aplicables a los contratos de aparcería en los que se conceda el
uso y goce de un predio rural los preceptos
 Del aparcero:
a) Realizar personalmente la explotación, siéndole prohibido ceder
su interés en la misma, arrendar o dar en aparcería la cosa o
cosas objeto del contrato;
b) Dar a la cosa o cosas comprendidas en el contrato el destino
convenido o en su defecto el que determinen los usos y
costumbres locales, y realizar la explotación con sujeción a las
leyes y reglamentos agrícolas y ganaderos;
c) Conservar los edificios, mejoras, enseres y elementos de
trabajo que deberá restituir al hacer entrega del predio en las
mismas condiciones en que los recibiera, salvo los deterioros
ocasionados por el uso y la acción del tiempo;
d) Hacer saber al aparcero dador la fecha en que se comenzará la
percepción de los frutos y separación de los productos a dividir,
salvo estipulación o usos en contrario;
e) Poner en conocimiento del dador, de inmediato, toda
usurpación o novedad dañosa a su derecho, así como cualquier
acción relativa a la propiedad, uso y goce de las cosas.
 Del aparcero dador:
a. Garantizar el uso y goce de las cosas dadas en aparcería y
responder por los vicios o defectos graves de las mismas;
b. Llevar anotaciones con las formalidades y en los casos que la
reglamentación determine. La omisión o alteración de las
mismas constituirá una presunción en su contra.
La pérdida de los frutos por caso fortuito o de fuerza mayor será
soportada por las partes en la misma proporción convenida para el
reparto de aquéllos.
Cualquiera de las partes podrá pedir la rescisión del contrato y el
desalojo y/o entrega de las cosas dadas en aparcería si la otra no
cumpliese las obligaciones a su cargo.
En los casos de abandono injustificado de la explotación por el
aparcero o si el incumplimiento se refiriese a la entrega de la parte de
los frutos que correspondan al dador, éste tendrán derecho a exigir en
juicio sumario el desalojo del predio y/o la restitución de las cosas
objeto del contrato.
Vencido el término legal o el término pactado, si este último fuera
mayor, regirá para las aparcerías en las que se conceda el uso y goce
de un predio rural, lo dispuesto en el artículo 20.
El contrato de aparcería concluye con la muerte, incapacidad o
imposibilidad física del aparcero. El contrato no terminará, salvo
opción contraria del aparcero, por muerte del dador o por enajenación
del predio.
Toda acción emergente del contrato de aparcería prescribirá a los cinco
años.
9.2. Aparcerías agrícolas
Las partes podrán convenir libremente el porcentaje en la distribución
de los frutos. Ninguna de las partes podrá disponer de los frutos sin
haberse realizado antes la distribución de los mismos, salvo
autorización expresa de la otra. Prohíbese convenir como retribución el
pago de una cantidad fija de frutos o su equivalente en dinero. El
aparcero tendrá derecho para destinar sin cargo una parte del predio
para el asiento de la vivienda, pastoreo y huerta, en las
proporciones que determine la reglamentación según las
necesidades en las distintas zonas agroecológicas del país.
9.3. Aparcerías pecuarias
Cuando la cosa dada en aparcería fuese solamente animal, los
frutos y productos o utilidades se repartirán por mitades entre las
partes, salvo estipulación o uso contrario.
El dador de animales que sean objeto del contrato estará obligado a
mantener al aparcero en la posesión de los mismos y en caso de
evicción a substituirlos por otros.
El aparcero no responderá de la pérdida de animales producida por
causas que no le sean imputables, pero debe rendir cuenta del
despojos aprovechable.
Salvo estipulación en contrario ninguna de las partes podrá disponer,
sin consentimiento de la otra, de los animales dados en aparcería o de
los frutos y productos de los mismos.
Los contratos de aparcería pecuaria en los que no se conceda además
de los animales el uso y goce del predio necesario para la
explotación, regirán por el plazo que las partes convengan o en su
defecto por el que determinen los usos y costumbres locales.
Salvo estipulación o uso contrario, los gastos de cuidado u cría
de los animales correrán por cuenta del aparcero.
CONCLUSIONES:
 El desafío es, desarrollar adecuadamente el proceso evolutivo que
tuvieron estas figuras contractuales que acompañan los cambios en
las voluntades negóciales, que se dan en el sector agrario. Este
recorrido nos dará la conformación de fuertes perfiles actuales en las
convenciones que serán incluidas. Por cuanto estamos seguros que
los contratos agrarios se constituyen como una verdadera categoría
jurídica, que la legislación incluso refleja consagrándolos
normativamente.
 De acuerdo a lo que acabamos de ver, solo podemos terminar
coincidiendo con la profesora Nancy Malanos, cuando reclama que los
contratos agrarios "deberán comenzar a ser considerados como
contratos sustentables y, como tales, constituirse en una herramienta
de política agraria idónea para estimular la implementación de la
siembra directa como sistema, el cumplimiento de normas de calidad
en la producción, el desarrollo de actividades complementarias, tales
como el agroturismo, útil para conservar y fomental las costukbres
campesinas ..."24

 Pero atendiendo a la realidad de informalidad y el manteamiento aún


de desigualdades en el campo peruano, situación que los tratados de
libre comercio pueden agravar, es inevitable que coincidamos con el
profesor Román Duque Corredor, aunque señalando que el problema
de la concentración de la tierra no tiene mayor incidencia en Perú,
aunque los casos de concentración o más bien de reconcentración de
tierras vienen lentamente aumentando. Afirma este agrarista
venezolano que "para producir mejor y más es necesario resolver la
cuestión social agraria, representada por la injusta concentración de la
propiedad y la inestabilidad de la tenencia de la tierra. Por ello, en
nuestros países latinoamericanos, en unos más que en otros, el tema
de la propiedad y la posesión de la tierra es aún primero que la
producción y el mercado".

 Un contrato conformado según exigencias legales proporciona un


conocimiento preciso de las intenciones de todas las partes
involucradas en el contrato y delimita explícitamente las obligaciones
de cada contratante, de manera que es más fácil demandar si no
se cumple con lo obligado, evita diferencias y malos entendidos de
los contratantes; en caso que se llegue a instancia judicial por
incumplimiento de algunas de las obligaciones, el juez interpretará el
contrato para llegar a una resolución de la controversia. De allí el
objetivo del presente trabajo que trata de advertir al productor de los
riesgos no menores que puede correr, si no se atiene a las
exigencias

24 Op. Cit., pág. 14.


BIBLIOGRAFIA:
 PIGRETTI EDUARDO, Contratos Agrarios, Editorial Depalma, Buenos
Aires 1995.
 BIANCHETTI ALBA ESTHER, Teoría general de los contratos agrarios
 Ley Nº 13246 arrendamiento rurales y aparcería.
 Ley De Contratos Agrarios Publicado Viernes 18 De Octubre 2013
 LAUREANO DEL CASTILLO la contratación agraria en tiempos de
globalización: el caso de Perú
 BREBBIA FERNANDO. P. Manual de Derecho Agrario. Editorial Astrea.
Buenos Aires 1992.
 FIGALLO ADRIANZÉN GUILLERMO, Derechos reales agrarios,. Sus
Editores. Revista del Foro. Dango Denegri, Luis. La Empresa agraria.
Lima 1989.

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