Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
com/por-que-juzgamos-a-los-demas/
La mayoría de nosotros nos damos el derecho a juzgar y a opinar sobre cómo los
demás deberían de pensar, actuar, sentir, o llevar su vida. Pensamos que nuestra
(estrecha) realidad es aplicable al resto del mundo, y solemos criticar lo que no
encaja con nuestra visión o lo que no entendemos.
Quizá, el vídeo que vas a ver a continuación ye ayude a ser más empático y frene
tus deseos de prejuzgar a otras personas.
Si supiéramos por lo que está pasando esa persona con la que te cruzas en la
calle, quizá fuéramos más empáticos. Te dejo este vídeo que espero haga un
cambio en ti:
https://youtu.be/mUyhR6BfZnk
Lo interesante es cuando nos damos cuenta de que las críticas que dirigimos
hacia los demás son tan duras como las que dirigimos hacia nosotros mismos. Es
decir, el mundo externo supone de algún modo un reflejo de nuestro mundo
interno. La forma en la que juzgamos a los demás es una extensión de cómo
nos juzgamos a nosotros mismos. Y algunos estamos tan acostumbrados a ser
excesivamente críticos y exigentes con nosotros mismos, está tan normalizado en
nuestra estructura cognitiva, que ni nos percatamos de ello.
Cuando resulta demasiado duro mirar dentro de uno mismo, desplegamos
mecanismos de defensa para evitar asumir deseos, emociones o características
propias, consideradas inaceptables para nuestra auto-imagen. A este fenómeno
se le llama proyección en psicología y consiste en colocar o proyectar en otra
persona lo que nosotros no somos capaces de asumir como propio. De
forma similar, Carl Jung utilizaba el término “sombra” (shadow en inglés) para
hacer referencia a dichos aspectos inconscientes e inaceptables de nuestra
personalidad.
3. Te gustaría poder actuar igual pero no te atreves. Sientes envidia y como esa
emoción es demasiado difícil de aceptar, tratas de buscar algo negativo en el
otro para no tener que lidiar con tus propias frustraciones. Por ejemplo,
imaginemos que eres una persona tímida y tienes delante a una persona
particularmente extrovertida. Puede que pienses: “Qué creída, ¡cómo trata de
llamar la atención!” cuando en el fondo, a lo mejor te gustaría poder tener esa
soltura.
Enlaces de interés:
https://coachingtobe.es/pasos-para-dejar-de-compararte-y-de-sentirte-inferior/
https://www.exitoysuperacionpersonal.com/como-ser-siempre-tu-mismo/
Es por eso que a muchas personas les gusta mantener diferente grupos de amigos por
separado, ya que utilizan una identidad diferente con cada uno de dichos grupos.
Para ser tú mismo simplemente deja de preocuparte de los demás. Solo cuando tú
estudias la forma como te relacionas con los demás y razonas sobre lo que lo otros
piensan acerca de ti, es cuando aprecias que modificar tu comportamiento puede
parecerte algo atractivo. Cuando te fijas en los demás pensando en ti mismo es como
usar a esas personas como un espejo, tú intentas verte a ti mismo a través de sus ojos
y así ajustar tu imagen en consecuencia.
Sin embargo, cuando estás solo y no hay nadie alrededor a quien impresionar; nadie
a quien analizar, eres simplemente tú y debido a eso no te centras en ti mismo, sino
en lo que estás haciendo en ese momento. Esta es la respuesta a cómo ser uno mismo
todo el tiempo. Apaga tu clamor interno de aprobación y céntrate en estar
simplemente presente en el mundo cotidiano. Te aseguro que te vas a divertir mucho
más que antes.
Cuatro beneficios de ser tú mismo
¿Cuántas veces al día te comparas con alguien? ¿Y cuántas veces te dices que tú vales
menos, que tú no podrías hacer lo que hace esa persona o que nunca conseguirás lo
que ella ha conseguido? Porque, sencillamente, te sientes inferior.
Una de las señales más claras de que una persona necesita mejorar su autoestima es que
esté siempre comparándose con los demás y pensando que vale menos. Se siente
inferior a todos los que la rodean. Se compare con quien se compare, no vale nada a su
lado.
Etc, etc.
Además cuando te sientes inferior crees que todo el mundo se está dando cuenta. Que, igual
que tú, todos piensan que vales menos, que qué mal se te da esto, que no eres una
persona que merezca la pena…y otras barbaridades similares. Estás temeroso de lo que
puedan decir, de lo que puedan pensar, de lo que opinen de ti, y eso que hace que no seas
libre para ser tú mismo. Y lo peor es que ni siquiera te das cuenta de que estás siendo
tu propio carcelero.
Veamos un ejemplo. Imagínate que una amiga te invita a una fiesta en la que no vas a
conocer a nadie. Te encantaría no ir, pero no tienes salida. Así que, horas antes, días antes,
empiezas a decirte que va a ser horrible, que seguro que tu amiga va a estar de acá para allá
hablando con todo el mundo y tú medio escondida en una esquina. “Seguro que nadie me
mira, ni se fijarán en mí, estará lleno de gente superinteresante, ¿Qué pinto yo ahí?”. Y, ¿qué
crees que va a pasar? Pues justo lo que has previsto. Porque te arrinconarás en una esquina,
porque bajarás la cabeza, porque pondrás cara de seta y de “no te acerques que no merezco
la pena”. Y, así, nadie se acercará. ¡Voilá!
¿Y cómo se acaba con eso? Pues empezando por olvidarte de tu amiga y del resto de
personas maravillosas que va a haber en esa fiesta y preocupándote por ti. Por sentirte a
gusto, por sonreírle a alguien, por mostrarte abierta para entablar una conversación, por hacer
algo diferente a lo que haces siempre en tu rincón ;-).
Reconoce a tu saboteador, esa vocecilla que te habla y te dice que tú vales menos,
que seguro que a ti te saldría mal y todo eso… No hay un crítico peor que el que llevas
dentro, así que ponle cara y nombre al tuyo. Por ejemplo, yo a la mía la bauticé como la
“aguafiestas” porque se pasaba el día fastidiándome.
Escucha tu diálogo interno, sé consciente de él, de lo que te dice esa
vocecilla… Que si ellos valen más, sus problemas son más importantes, sus
conversaciones son más interesantes… ¿Te das cuenta de cómo este tipo de
pensamiento está destruyendo tu autoestima? Comparándote con los demás lo único
que consigues es poner en duda todo lo que haces tú y minar tu confianza.
Empieza a responderle a tu personajillo. Por ejemplo, yo a la aguafiestas le decía
cosas como: “¿Cómo es eso de que no soy capaz de nada? Mira de lo que fui capaz
aquí”. O “¿qué quieres decir con que siempre me sale todo mal? ¿Qué es lo que me ha
salido mal? Pues mira, esa vez que me planté y dije lo que pensaba me salió bien. Y
esa que llamé a aquel sitio para pedir una entrevista y me la dieron, también, así que
vale ya de decirme tonterías”.
¡Háblate con cariño! Una de las peores cosas que nos enseñaron de pequeños es que
uno no puede decir cosas buenas de sí mismo. Que tienes que ser humilde y hasta
machacarte un poco para que nadie piense que te valoras y crees en ti, no vayan a
pensar que tienes el ego subido. ¡Nooo! Creer esto es uno de los principales motivos de
la baja autoestima. Decir cosas como “bueno, ya ves… yo… tampoco hay nada que se
me dé bien… si es que no tengo mucho estilo… si es que no soy muy lista” lo único que
hace es que te lo creas. Y como lleves así desde pequeña, como me pasaba a mí, ya ni
te cuento. Creencia completamente afianzada. Así que si te consideras insegura,
cobarde o poca cosa, empieza simplemente a decirte que eres segura, valiente, gran
cosa… Hoy solo decirlo. Y mañana haces algo pequeño que te sirva para creértelo y
contestarle a tu saboteador.
Compárate contigo misma. Cuando tu autoestima esté bien automáticamente dejarás
de compararte con la gente… Pero, mientras tanto, mientras trabajas en mejorarla, date
cuenta de que te estás comparando con otra persona, con alguien que tiene otros
valores, otras oportunidades, otros objetivos y otros sueños… ¿Y qué importa cómo les
va a ellos? Lo importante eres tú y lo que quieres para ti. ¿Eres quien quieres ser? ¿Te
gustas más que hace un año? ¿Qué necesitarías para gustarte más dentro de un año?
Esa es la única comparación que te va a servir para avanzar.
No pasa nada porque tengas a algunas personas que te sirvan de referencia
respecto a lo que tú quieres, pero no te minusvalores al compararte con ellas. Piensa
en lo que tienen que a ti te gustaría conseguir. Piensa en que tal vez a ti te cueste el
doble o la mitad, que depende de cada uno y de sus circunstancias, y que no pasa
nada.
Enorgullécete de tus defectillos. A todos hay cosas que nos gustan más y cosas que
nos gustan menos de nosotros. Algunas podremos cambiarlas, otras tal vez no. Pero
resistirnos a ellas sólo hace que magnificarlas. Aceptarlas, en cambio, hace que dejen
de molestar. Por ejemplo yo, a día de hoy, si alguna vez aparece algún atisbo de
aguafiestas por algún lado, la saludo y hasta me echo unas risas en plan, “anda, ¡tú por
aquí!”.
Dejar de exigirte ser tan perfecta como x y aprende a valorar tus logros y lo que te
gusta de ti. Te aseguro que todos los tenemos, pero no sabemos verlos. Al principio
muchos de mis clientes dicen eso: “es que no hay nada de lo que me sienta orgulloso,
no sé…no he hecho nada especial”. Y lo que pasa es que no están sabiendo mirar y ver
de lo que han sido capaces. Pero te aseguro que, cambiando la forma de mirar, todos lo
encuentran.
Empieza a dar pequeños pasitos y a enfocarte en lo que va bien, en lo que te sale,
en lo que te gusta…Deja ya de obsesionarte con lo que ha conseguido tu vecino,
porque entonces tu energía la estás poniendo en analizar eso en vez de en mejorarte tú
y disfrutar haciéndolo.
Así que desde hoy vale ya de “es que yo comparada con… ”. O cortas por lo sano estos
pensamientos o no conseguirás mejorar tu confianza en ti. Claro que al principio es algo
que requiere esfuerzo, hasta que se crea el hábito, pero una vez que lo interiorices no tendrás
que preocuparte más por ello. Te saldrá solo. Te lo garantizo ;-).
Y si te ha gustado el post suscríbete aquí debajo y recibirás los próximos, junto a ofertas,
regalos y contenidos exclusivos, en tu bandeja de entrada.