Sei sulla pagina 1di 10

https://www.recursosdeautoayuda.

com/por-que-juzgamos-a-los-demas/

¿Por qué juzgamos a los demás?


20 de agosto de 2016 a las 08:14.
7 Comentarios

La mayoría de nosotros nos damos el derecho a juzgar y a opinar sobre cómo los
demás deberían de pensar, actuar, sentir, o llevar su vida. Pensamos que nuestra
(estrecha) realidad es aplicable al resto del mundo, y solemos criticar lo que no
encaja con nuestra visión o lo que no entendemos.

Quizá, el vídeo que vas a ver a continuación ye ayude a ser más empático y frene
tus deseos de prejuzgar a otras personas.

Si supiéramos por lo que está pasando esa persona con la que te cruzas en la
calle, quizá fuéramos más empáticos. Te dejo este vídeo que espero haga un
cambio en ti:

https://youtu.be/mUyhR6BfZnk

Al hacer esto, no solamente reducimos injustamente la maravillosa complejidad


del otro pero además es probable que una vez realizada esa suposición,
tendamos a adoptar una atención selectiva, es decir, que prestemos atención a
aquello que corrobore nuestra hipótesis sobre ese individuo y a desechar aquello
que no se ajuste a dicha hipótesis. Así, nuestra concepción del otro se hace
más rígida. Por ejemplo, si creemos que una persona es torpe, tenderemos a
fijarnos únicamente en aquellas situaciones que confirmen esa idea, y haremos
abstracción de aquellos momentos que demuestren lo contrario. Como
consecuencia de esto, privamos al otro de su totalidad como ser e ignoramos
su historia personal, su sistema de creencias, su cultura, su religión, sus
antecedentes familiares, todas sus experiencias pasadas, etc.

Lo interesante es cuando nos damos cuenta de que las críticas que dirigimos
hacia los demás son tan duras como las que dirigimos hacia nosotros mismos. Es
decir, el mundo externo supone de algún modo un reflejo de nuestro mundo
interno. La forma en la que juzgamos a los demás es una extensión de cómo
nos juzgamos a nosotros mismos. Y algunos estamos tan acostumbrados a ser
excesivamente críticos y exigentes con nosotros mismos, está tan normalizado en
nuestra estructura cognitiva, que ni nos percatamos de ello.
Cuando resulta demasiado duro mirar dentro de uno mismo, desplegamos
mecanismos de defensa para evitar asumir deseos, emociones o características
propias, consideradas inaceptables para nuestra auto-imagen. A este fenómeno
se le llama proyección en psicología y consiste en colocar o proyectar en otra
persona lo que nosotros no somos capaces de asumir como propio. De
forma similar, Carl Jung utilizaba el término “sombra” (shadow en inglés) para
hacer referencia a dichos aspectos inconscientes e inaceptables de nuestra
personalidad.

Si conseguimos aumentar nuestra auto-conciencia y transformar nuestro


diálogo interno seremos más tolerantes con nosotros mismos, y esto se
extrapolará a nuestra visión de los demás. Cada encuentro nos regala la
oportunidad de desarrollar una mayor auto-conocimiento, ya que nos refleja
lo que aceptamos y lo que no aceptamos de nosotros mismos. De hecho, si
somos lo bastante honestos con nosotros mismos, nos daremos cuenta de que las
criticas que dirigimos a otros en realidad nos dan más información sobre nosotros
mismos que sobre los demás. Además, al hacer conscientes esas respuestas
inconscientes, notaremos que la carga emocional se evapora.

Cuando te sorprendas criticando a alguien, detente un momento y pregúntate qué


es lo que ha suscitado esa reacción hacia la otra persona. A continuación
vienen tres mecanismos de defensa inconscientes (proyecciones) que
pueden explicar esas reacciones viscerales que experimentamos con
algunas personas:

1. Nunca y bajo ninguna circunstancia tolerarías el mismo comportamiento o rasgo


de personalidad en ti. Por ejemplo, imagina que tienes un amigo muy
desorganizado y olvidadizo. Y supongamos que su “defecto” no tiene ninguna
repercusión negativa directamente en tu vida, pero simplemente el hecho de ser
testigo de ello te irrita profundamente y no sabes por qué. Si miras para atrás en tu
historia, es probable que te des cuenta que tiene que ver con mitos o reglas
familiares interiorizados. A lo mejor en tu familia, este tipo de comportamientos
“irresponsables” estaban muy mal vistos y por lo tanto, tuviste que reprimir y
controlar fuertemente este aspecto de tu personalidad para complacer a tus
padres. El hecho de que tú hayas tenido que realizar ese esfuerzo de alguna
forma te hace creer que los demás también deberían de actuar igual.

2. El comportamiento, actitud o rasgos físicos de ese individuo, sin saberlo, te


recuerdan a alguien con quien has tenido una mala experiencia en el
pasado. El hecho de no haber podido elaborar esa mala experiencia hace que
cada vez que te encuentres con alguien que inconscientemente asocias con esa
persona a la que guardas rencor, se reactive esa respuesta emocional de
rechazo.

3. Te gustaría poder actuar igual pero no te atreves. Sientes envidia y como esa
emoción es demasiado difícil de aceptar, tratas de buscar algo negativo en el
otro para no tener que lidiar con tus propias frustraciones. Por ejemplo,
imaginemos que eres una persona tímida y tienes delante a una persona
particularmente extrovertida. Puede que pienses: “Qué creída, ¡cómo trata de
llamar la atención!” cuando en el fondo, a lo mejor te gustaría poder tener esa
soltura.

Cuando somos capaces de entendernos mejor y aceptar tanto nuestras


virtudes como nuestros defectos, no solamente desarrollamos una mayor
compasión hacia nosotros mismos sino también en general hacia los
demás. Hacer más consciente nuestra forma de juzgar a otros no significa que ya
no tengamos preferencias. Es normal no llevarnos igual de bien con todos y que
algunos rasgos de personalidad o comportamientos no nos atraigan tanto. Hay
personas con las que simplemente no nos apetece relacionarnos. Pero cuando
experimentamos una fuerte reacción emocional sin ningún motivo suficientemente
razonable que lo justifique, es cuando se vuelve nocivo. Hay algo no resuelto ahí
que nuestro inconsciente está tratando de comunicarnos. En vez de alimentarnos
de emociones negativas, es mucho más productivo preguntarnos lo que
ocurre en nuestro interior y realizar un trabajo de introspección. El hecho de
entender cómo funciona nuestra mente nos permite crecer, y por lo tanto
acercarnos más a la felicidad y al éxito.

por Jasmine Murga

Enlaces de interés:

https://coachingtobe.es/pasos-para-dejar-de-compararte-y-de-sentirte-inferior/

https://www.exitoysuperacionpersonal.com/como-ser-siempre-tu-mismo/

Cómo ser siempre tú mismo y vivir feliz


POR OLIVER ARAUJOSUPERACIÓN PERSONAL

“Sé tú mismo; todos los demás ya está tomado.”


Oscar Wilde
El tú real es la persona que realmente eres cuando nadie te está mirando. Esto cambia
cuando otras personas entran en escena ya que el entorno y las circunstancias
cambian. Tú entonces decides cambiar.
Cómo no ser tú mismo en tres sencillos pasos:
1. Ves una persona o un grupo de personas en un evento, fiesta, etc.
2. Analizas sus personalidades, preferencias y el tipo de relación que tienen
contigo.
3. Tú decides cambiar tu comportamiento en función de cómo deseas ser percibido
por esa persona o grupo.
Esto es como si un estudiante tímido sin ningún interés en fumar comenzara de repente
a hacerlo solo para encajar en un grupo. Es como si un bromista actuara de forma seria
alrededor de personas serias a fin de no ofender a nadie ni avergüénzalo.

Es por eso que a muchas personas les gusta mantener diferente grupos de amigos por
separado, ya que utilizan una identidad diferente con cada uno de dichos grupos.

Cómo ser siempre tú mismo

Para ser tú mismo simplemente deja de preocuparte de los demás. Solo cuando tú
estudias la forma como te relacionas con los demás y razonas sobre lo que lo otros
piensan acerca de ti, es cuando aprecias que modificar tu comportamiento puede
parecerte algo atractivo. Cuando te fijas en los demás pensando en ti mismo es como
usar a esas personas como un espejo, tú intentas verte a ti mismo a través de sus ojos
y así ajustar tu imagen en consecuencia.
Sin embargo, cuando estás solo y no hay nadie alrededor a quien impresionar; nadie
a quien analizar, eres simplemente tú y debido a eso no te centras en ti mismo, sino
en lo que estás haciendo en ese momento. Esta es la respuesta a cómo ser uno mismo
todo el tiempo. Apaga tu clamor interno de aprobación y céntrate en estar
simplemente presente en el mundo cotidiano. Te aseguro que te vas a divertir mucho
más que antes.
Cuatro beneficios de ser tú mismo

1. Instantáneamente te conviertes en un mejor oyente.


Muchas veces en mi vida me pasaba que yo no escuchaba a la gente, esto ocurria
porque yo solo estaba pensando en mí o en lo que quería decir. Las veces que yo si
escuchaba con atención era porque estaba presente en ese momento y en sintonía
con la conversación, en lugar de estar preocupándome de que pudieran estar pensando
los demás.
2. Vas a ser menos manipulador.
Cuando estás tratando de peinar tu pelo en el espejo, es posible que lo veas desde
diferentes ángulos o que pruebes algunos estilos diferentes. Del mismo modo, cuando
intentas ajustar tu imagen a través de los ojos de otra persona, a menudo terminas
provocando una sutil manipulación para conseguir que ellos te vean de manera
diferente y la gente odia ser manipulada por razones obvias. Si vas a ser tú mismo,
el verdadero tú es la persona que ellos ven sin manipulaciones y te apreciarán
inconscientemente por tu comportamiento integro. Por supuesto, la gente todavía
podrá malinterpreta lo que eres pero eso va a pasar no importa lo que hagas.
3. Le vas a gustar a mucha más gente.
Cuando actúas siendo tú mismo en comparación a actuar siendo otra imagen de lo que
eres, a algunas personas les vas a gustar más y a otras le vas a gustar menos y esa es
la manera en que debe ser. Las personas que actúan no siendo ellas mismas son las
que quieren todo el tiempo ser del agrado de todos, aunque eso es imposible porque
en este mundo hay cerca de 7 mil millones personalidades y sistemas de valores
únicos. Se tú mismo y a algunas personas que de forma natural les gusta tu
personalidad, realmente gustaran de ti por ser genuino y eso es algo que vale la pena.
4. Te sentirás más relajado.
Gestionar todo el tiempo una imagen requiere mucho esfuerzo porque tienes que
reprimir tus tendencias naturales, analizar el entorno y fabricarte una imagen adecuada
a la misma. Pero el ser uno mismo no requiere en absoluto ningún esfuerzo. Es
relajante saber que no tienes que llevar una máscara puesta porque te sientes cómodo
en tu propia piel.

Algunas directrices para que aprendas a ser tú mismo

1. No trates de complacer a los demás.


Existe un grave problema si no estás haciendo lo que quieres hacer pero siempre
estás haciendo lo que otras personas quieren hacer. Ayudar o complacer a los demás
puede ser algo bueno si sabes dónde están tus límites. En lugar de estar intentando
complacer todo el tiempo a los demás, preocúpate por hacer tus propias tareas, así
como los demás deben preocuparse por las suyas propias. Si tienes que complacer a
alguien todo el tiempo entonces no estás siendo tú mismo.
“No estoy en este mundo para cumplir con tus expectativas; y tú no estás para
cumplir las mías”.
Bruce Lee
2. No te preocupes sobre cómo te ven los demás.
Pensar de vez en cuando acerca de cómo nos ven los demás puede hacerte cambiar
para bien, sobre todo si tienes un hábito negativo pero no deberías estar
constantemente especulando en lo que los otros están pensando o esto alterará tu
comportamiento natural y probablemente te hará parecer inseguro.
“Preocúpate por lo que otras personas piensen, y siempre serás su prisionero.”
Lao Tzu
3. Conócete a ti mismo
¿Sabes quieres eres tú realmente? Desde que eras joven has sido condicionado para
actuar de una manera u otra. Tómate algo de tiempo para reflexionar sobre tus valores
y la forma en que realmente quieres vivir.
“Conocerse a sí mismo es el mayor saber.”
Galileo Galilei

4. Aprende a apreciar lo que eres.


No importa qué tan raro seas, ¡apréciate a ti mismo! Cada persona es única y cada
uno de nosotros tenemos nuestras rarezas. Aprecia lo que eres en este momento – con
tus defectos y méritos – y otros también lo harán.
“Ser hermoso significa ser tú mismo. No necesitas ser aceptado por otros. Necesitas
ser aceptado por ti mismo.”
Thich Nhat Hanh.
5. Ten confianza en ti mismo
¿Alguna vez dudaste de ti mismo? Dudar puede ser muy fácil si estás constantemente
comparándote con los demás y preguntando “¿Qué pasaría si?” En vez de dudar de
ti mismo todo el tiempo, ten confianza y seguridad con lo que eres y haces. Mostrar
confianza en ti mismo y en tus decisiones también mostrará a los demás que tú sabes
lo que estás haciendo.
“Cree en ti, ten fe en tus habilidades. Sin una humilde pero razonable confianza de
tu poder, no puedes ser exitoso o feliz.”
Norman Vincent Peale.
6. Perdónate
Perdónate a ti mismo por pensar negativamente. Perdónate por ser grosero con tus
superiores, tus amigos, tus padres o tus hermanos. No tengas pensamientos negativos
sobre tu persona por tomar a veces medidas o decisiones equivocadas ya que este tipo
de pensamiento pone tu foco en el problema y no en la solución. Es mejor decir cosas
buenas sobre ti mismo que decir cosas negativas. Si siempre dices
cosas positivas sobre ti es una señal de que te has perdonado.
7. Encuentra una afición que te apasione.
Todo el mundo tiene algo porque vivir o una actividad que le gusta hacer. Averigua
realmente que te apasiona y conviértelo en un hobby. Hacer lo que amas te hará ser
mucho más feliz.
8. Aprende de tus errores.
Realmente puedes aprender más sobre ti mismo cuando cometes un error. Los errores
en tu vida no siempre necesitan ser vistos de forma negativa. Piensa en lo que salió
mal, aprende de ello y sigue adelante.

“El único hombre que no se equivoca es el que nunca hace nada.”


Goethe
9. Lucha por lo que quieres lograr.
Ser uno mismo no tiene por qué significar que tienes que ser lo que tu familia o la
sociedad quieres que seas o hagas. Escribe en un cuaderno cuales van a ser tus metas
o sueños y lucha por conseguirlo. Puedes mejorar tu persona sin dejar de ser fiel a ti
mismo.
“Las personas con metas tienen éxito porque saben a dónde van.”
Earl Nightingale.

Pasos para dejar de compararte y de


sentirte inferior
23/10/2014 por Vanessa Carreño Andrés

¿Cuántas veces al día te comparas con alguien? ¿Y cuántas veces te dices que tú vales
menos, que tú no podrías hacer lo que hace esa persona o que nunca conseguirás lo
que ella ha conseguido? Porque, sencillamente, te sientes inferior.

Una de las señales más claras de que una persona necesita mejorar su autoestima es que
esté siempre comparándose con los demás y pensando que vale menos. Se siente
inferior a todos los que la rodean. Se compare con quien se compare, no vale nada a su
lado.

Porque claro, cuando tienes un sentimiento de inferioridad muy agudizado no se te ocurre


compararte con alguien que creas que es como tú o peor. Es que sencillamente a esos no les
ves. Son invisibles para ti. Tú solo ves a la gente que está mejor. Aunque no lo estén, pero
eso es lo que tú crees.
Esto lo sé muy bien porque yo era de esas. Es algo lejano en mis recuerdos, pero no se me ha
olvidado el efecto que ese sentimiento de inferioridad tenía en mí. Me daba igual que fuera
una de mis mejores amigas o una persona que acababa de conocer, yo siempre hacía lo
mismo. Pensaba en ella, pensaba en mí, comparaba lo que me estaba contando o lo que yo
estaba viendo y establecía la sentencia:

Ella vale más.


Su vida es más interesante.
Ella sí le gusta a la gente.
Ella sí que hace las cosas bien.
Ella sí que tiene talento.
A ella sí que le va a ir bien.

Yo no soy nadie a su lado.

Etc, etc.

Además cuando te sientes inferior crees que todo el mundo se está dando cuenta. Que, igual
que tú, todos piensan que vales menos, que qué mal se te da esto, que no eres una
persona que merezca la pena…y otras barbaridades similares. Estás temeroso de lo que
puedan decir, de lo que puedan pensar, de lo que opinen de ti, y eso que hace que no seas
libre para ser tú mismo. Y lo peor es que ni siquiera te das cuenta de que estás siendo
tu propio carcelero.

Veamos un ejemplo. Imagínate que una amiga te invita a una fiesta en la que no vas a
conocer a nadie. Te encantaría no ir, pero no tienes salida. Así que, horas antes, días antes,
empiezas a decirte que va a ser horrible, que seguro que tu amiga va a estar de acá para allá
hablando con todo el mundo y tú medio escondida en una esquina. “Seguro que nadie me
mira, ni se fijarán en mí, estará lleno de gente superinteresante, ¿Qué pinto yo ahí?”. Y, ¿qué
crees que va a pasar? Pues justo lo que has previsto. Porque te arrinconarás en una esquina,
porque bajarás la cabeza, porque pondrás cara de seta y de “no te acerques que no merezco
la pena”. Y, así, nadie se acercará. ¡Voilá!

Porque, como he comentado otras veces, tus pensamientos crean tu realidad y si te


empeñas en pensar y en repetirte que vales menos que los demás, lo único que verás
son pruebas que lo confirmen. Tus miedos no te dejarán darlo todo de ti. Será como
funcionar a medio gas.

¿Y cómo se acaba con eso? Pues empezando por olvidarte de tu amiga y del resto de
personas maravillosas que va a haber en esa fiesta y preocupándote por ti. Por sentirte a
gusto, por sonreírle a alguien, por mostrarte abierta para entablar una conversación, por hacer
algo diferente a lo que haces siempre en tu rincón ;-).

Ahí van unos primeros pasos:

 Reconoce a tu saboteador, esa vocecilla que te habla y te dice que tú vales menos,
que seguro que a ti te saldría mal y todo eso… No hay un crítico peor que el que llevas
dentro, así que ponle cara y nombre al tuyo. Por ejemplo, yo a la mía la bauticé como la
“aguafiestas” porque se pasaba el día fastidiándome.
 Escucha tu diálogo interno, sé consciente de él, de lo que te dice esa
vocecilla… Que si ellos valen más, sus problemas son más importantes, sus
conversaciones son más interesantes… ¿Te das cuenta de cómo este tipo de
pensamiento está destruyendo tu autoestima? Comparándote con los demás lo único
que consigues es poner en duda todo lo que haces tú y minar tu confianza.
 Empieza a responderle a tu personajillo. Por ejemplo, yo a la aguafiestas le decía
cosas como: “¿Cómo es eso de que no soy capaz de nada? Mira de lo que fui capaz
aquí”. O “¿qué quieres decir con que siempre me sale todo mal? ¿Qué es lo que me ha
salido mal? Pues mira, esa vez que me planté y dije lo que pensaba me salió bien. Y
esa que llamé a aquel sitio para pedir una entrevista y me la dieron, también, así que
vale ya de decirme tonterías”.
 ¡Háblate con cariño! Una de las peores cosas que nos enseñaron de pequeños es que
uno no puede decir cosas buenas de sí mismo. Que tienes que ser humilde y hasta
machacarte un poco para que nadie piense que te valoras y crees en ti, no vayan a
pensar que tienes el ego subido. ¡Nooo! Creer esto es uno de los principales motivos de
la baja autoestima. Decir cosas como “bueno, ya ves… yo… tampoco hay nada que se
me dé bien… si es que no tengo mucho estilo… si es que no soy muy lista” lo único que
hace es que te lo creas. Y como lleves así desde pequeña, como me pasaba a mí, ya ni
te cuento. Creencia completamente afianzada. Así que si te consideras insegura,
cobarde o poca cosa, empieza simplemente a decirte que eres segura, valiente, gran
cosa… Hoy solo decirlo. Y mañana haces algo pequeño que te sirva para creértelo y
contestarle a tu saboteador.
 Compárate contigo misma. Cuando tu autoestima esté bien automáticamente dejarás
de compararte con la gente… Pero, mientras tanto, mientras trabajas en mejorarla, date
cuenta de que te estás comparando con otra persona, con alguien que tiene otros
valores, otras oportunidades, otros objetivos y otros sueños… ¿Y qué importa cómo les
va a ellos? Lo importante eres tú y lo que quieres para ti. ¿Eres quien quieres ser? ¿Te
gustas más que hace un año? ¿Qué necesitarías para gustarte más dentro de un año?
Esa es la única comparación que te va a servir para avanzar.
 No pasa nada porque tengas a algunas personas que te sirvan de referencia
respecto a lo que tú quieres, pero no te minusvalores al compararte con ellas. Piensa
en lo que tienen que a ti te gustaría conseguir. Piensa en que tal vez a ti te cueste el
doble o la mitad, que depende de cada uno y de sus circunstancias, y que no pasa
nada.
 Enorgullécete de tus defectillos. A todos hay cosas que nos gustan más y cosas que
nos gustan menos de nosotros. Algunas podremos cambiarlas, otras tal vez no. Pero
resistirnos a ellas sólo hace que magnificarlas. Aceptarlas, en cambio, hace que dejen
de molestar. Por ejemplo yo, a día de hoy, si alguna vez aparece algún atisbo de
aguafiestas por algún lado, la saludo y hasta me echo unas risas en plan, “anda, ¡tú por
aquí!”.
 Dejar de exigirte ser tan perfecta como x y aprende a valorar tus logros y lo que te
gusta de ti. Te aseguro que todos los tenemos, pero no sabemos verlos. Al principio
muchos de mis clientes dicen eso: “es que no hay nada de lo que me sienta orgulloso,
no sé…no he hecho nada especial”. Y lo que pasa es que no están sabiendo mirar y ver
de lo que han sido capaces. Pero te aseguro que, cambiando la forma de mirar, todos lo
encuentran.
 Empieza a dar pequeños pasitos y a enfocarte en lo que va bien, en lo que te sale,
en lo que te gusta…Deja ya de obsesionarte con lo que ha conseguido tu vecino,
porque entonces tu energía la estás poniendo en analizar eso en vez de en mejorarte tú
y disfrutar haciéndolo.
Así que desde hoy vale ya de “es que yo comparada con… ”. O cortas por lo sano estos
pensamientos o no conseguirás mejorar tu confianza en ti. Claro que al principio es algo
que requiere esfuerzo, hasta que se crea el hábito, pero una vez que lo interiorices no tendrás
que preocuparte más por ello. Te saldrá solo. Te lo garantizo ;-).

Y si te ha gustado el post suscríbete aquí debajo y recibirás los próximos, junto a ofertas,
regalos y contenidos exclusivos, en tu bandeja de entrada.

Potrebbero piacerti anche